AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Diable est venu me (privado)(+18)
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Diable est venu me (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Recién salido de la tina contemplé en el espejo la marca de mi vientre, negruzca y abultada se extendía por mi piel.
Metí los pies por las perneras y alcé el pantalón hasta abrocharlo dejando así enfundado mi acero, después deslicé la azulada camisa por mis brazos abotonando los botones, todos menos el ultimo.
Como de costumbre no coloqué corbata en mi cuello, si el chaqué y la mascara que cubría mis ojos.
El carruaje estaba preparado, de normal solía recogerla a lomos de mi corcel azabache, mas en esta ocasión, la fiesta era de gala y preferí llevar a mi dama como los cánones del protocolo mandaban.
Me adentre en su mansión con una sonrisa instaurada en mi rostro, los padres salieron afectuosos como de costumbre a saludarme, la madre se abrazó a mi, sisee ligeramente al rozarme la herida de mi vientre, algo que por suerte pasó completamente desapercibido para ella.
-Cada día esta mas bella -alegué contemplándola -entiendo lo cautivadora que resulta su hija conociéndola.
El padre me tendió una copa de bourbon mientras esperábamos a su hija. El hombre de nariz aguileña y ancho bigote se encendió uno de sus puros ofreciéndome otro con una amable sonrisa.
Rechacé su ofrecimiento prestando atención en aquello que no dudó en contarme, al parecer le habían ofrecido un negocio de baja inversión y que pensaba podría darle beneficios, algo que le ayudara a encaminar su hacienda sin el dinero mensual que ponía a espaldas de la cazadora para que su familia saliera adelante.
-Puedo echar un vistazo a esos documentos mañana por la noche, no me importa estudiar la oferta, la demanda y ver si podría resultar rentable moco te han dicho.
El hombre agradecido posó su mano en mi hombro.
-¿y si señor Black se queda esta noche a dormir? Así, a media mañana podríamos mirar los documentos.
Por suerte mi prometida apareció por las escaleras logrando acaparar no solo mi atención si no la de sus propios padres.
Aquella noche Dan resplandecía, bajaba las escaleras con delicadeza luciendo un vestido rojo sangre con bordados en negro, combinado con una mascara negra y unos guantes.
Atajé la distancia hasta las escalinatas y le tendí la mano para que la tomara, mis labios sobrevolaron su rostro posándose en sus labios escarlata.
-Estáis preciosa -susurré contra ellos.
Desde que pasó lo de la noche en casa de mi hermano no había vuelto a dirigirme la palabra, algo me decía que cuando explotara lo haría a lo grande, peor supongo que así era la relación complicada que ambos nos traíamos entre manos.
No podía olvidar que la tregua había terminado, la noche en el campamento gitano solo un espejismo y de nuevo allí estábamos retándonos como dos niños dispuestos a no ceder ni un ápice.
Nos despedimos de los allí presentes emprendiendo el camino que nos separaba del Palacio Royal, lugar donde hoy había quedado destinado a aquella fiesta relegada a muy pocos y que se celebraba con cierta intimidad y mucha confidencialidad.
-Querida prometida...¿el juego sigue igual? -pregunté hundiendo mis ojos en sus pardos? Es decir ¿sin reglas?
Ladeé la sonrisa relamiendome sin apartar ahora mi mirada de su boca
-besame- susurré.
Recién salido de la tina contemplé en el espejo la marca de mi vientre, negruzca y abultada se extendía por mi piel.
Metí los pies por las perneras y alcé el pantalón hasta abrocharlo dejando así enfundado mi acero, después deslicé la azulada camisa por mis brazos abotonando los botones, todos menos el ultimo.
Como de costumbre no coloqué corbata en mi cuello, si el chaqué y la mascara que cubría mis ojos.
El carruaje estaba preparado, de normal solía recogerla a lomos de mi corcel azabache, mas en esta ocasión, la fiesta era de gala y preferí llevar a mi dama como los cánones del protocolo mandaban.
Me adentre en su mansión con una sonrisa instaurada en mi rostro, los padres salieron afectuosos como de costumbre a saludarme, la madre se abrazó a mi, sisee ligeramente al rozarme la herida de mi vientre, algo que por suerte pasó completamente desapercibido para ella.
-Cada día esta mas bella -alegué contemplándola -entiendo lo cautivadora que resulta su hija conociéndola.
El padre me tendió una copa de bourbon mientras esperábamos a su hija. El hombre de nariz aguileña y ancho bigote se encendió uno de sus puros ofreciéndome otro con una amable sonrisa.
Rechacé su ofrecimiento prestando atención en aquello que no dudó en contarme, al parecer le habían ofrecido un negocio de baja inversión y que pensaba podría darle beneficios, algo que le ayudara a encaminar su hacienda sin el dinero mensual que ponía a espaldas de la cazadora para que su familia saliera adelante.
-Puedo echar un vistazo a esos documentos mañana por la noche, no me importa estudiar la oferta, la demanda y ver si podría resultar rentable moco te han dicho.
El hombre agradecido posó su mano en mi hombro.
-¿y si señor Black se queda esta noche a dormir? Así, a media mañana podríamos mirar los documentos.
Por suerte mi prometida apareció por las escaleras logrando acaparar no solo mi atención si no la de sus propios padres.
Aquella noche Dan resplandecía, bajaba las escaleras con delicadeza luciendo un vestido rojo sangre con bordados en negro, combinado con una mascara negra y unos guantes.
Atajé la distancia hasta las escalinatas y le tendí la mano para que la tomara, mis labios sobrevolaron su rostro posándose en sus labios escarlata.
-Estáis preciosa -susurré contra ellos.
Desde que pasó lo de la noche en casa de mi hermano no había vuelto a dirigirme la palabra, algo me decía que cuando explotara lo haría a lo grande, peor supongo que así era la relación complicada que ambos nos traíamos entre manos.
No podía olvidar que la tregua había terminado, la noche en el campamento gitano solo un espejismo y de nuevo allí estábamos retándonos como dos niños dispuestos a no ceder ni un ápice.
Nos despedimos de los allí presentes emprendiendo el camino que nos separaba del Palacio Royal, lugar donde hoy había quedado destinado a aquella fiesta relegada a muy pocos y que se celebraba con cierta intimidad y mucha confidencialidad.
-Querida prometida...¿el juego sigue igual? -pregunté hundiendo mis ojos en sus pardos? Es decir ¿sin reglas?
Ladeé la sonrisa relamiendome sin apartar ahora mi mirada de su boca
-besame- susurré.
Última edición por Joe Black el Lun Jun 26, 2017 4:23 pm, editado 1 vez
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Allí estábamos sentados descalzos sobre el mantel con dos buenas copas de vino, podía ser una velada prometedora pero ella se empeñaba una y otra vez en hacer preguntas incomodas ¿no se daba cuenta de que no estaba dispuesto a responder ni una sola de ellas.
Entendía que hablara de los peligros que me acechaban, pero eran tantos que nombrarlos uno a uno solo le causaría miedo, un miedo tan atroz que quizás la llevara a abandonarme.
Una copa tras otra iba apurandola, eso era lo único que mojaba mis labios y guardaba mis secretos.
No se conformó con sus mordaces preguntas, si no que me recordó mi caritativo gesto hacia la vampiresa amante de mi hermano.
-Era él o yo y Assur ahora mismo no puede debilitarse, encontraremos la solución, solo ha sido el modo de ganar tiempo, no deberías preocupar tu preciosa cabecita en nada mas que en las mil formas de follar conmigo ¿no crees? -apunté dando otro sorbo de la copa.
Ladeé la sonrisa al escucharla hablar de ese ermitaño al que le negó el beso ,decía sentir por él algo mas que odio lo que me hizo reír sin parar.
-Si, te produce pena -aseguré clavando mis ojos en los suyos -ni siquiera le pudiste seguir un misero beso ¿de verdad esperas me cele de eso? Es mas ¿de verdad esperas que tenga celos de alguien después de verte con dos en la fiesta? Tengo claro lo que tenemos, no he perdido el norte princesa.
Volví a dar un trago de la copa mientras la escuchaba enumerar mis debilidades Nim entre ellas, su mano se balanceaba en un largo etc mientras yo negaba molesto porque no se callaba y eso que en mas de una ocasión mi boca ávida de silencio se perdía en la ajena en un húmedo beso.
-Pareces muy preocupada por mi herida, por mi seguridad y tienes razón no quiero que te preocupes, no es necesario, creo que quedaron claros los términos de lo nuestro ¿no? Tu misma acabas de decirlo, estas aquí por obligación..¿entonces? ¿no te haría feliz que esa marca me condene? Cuanto antes te libres de mi antes seras dueña, no solo de mi dinero, si no de tu propio sino, así que no seas melodramática, no lo necesito.
Mis palabras eran voraces, pero porque me sentía arrinconado,veía que estaba llegando al kit de todo aquello la verdad de porgue esquivaba cada pregunta con verdades a medias que ni siquiera yo me creía.
¿Por que no estaba dispuesto a dormir con ella? Porque no estaba dispuesto a sentir.
Ladeé la sonrisa cuando me hablo de compromiso, no tenia problema alguno en comprometerme, no era ese el problema, de echo iba a casarme, algo que me saldría rentable de cierta manera.
No tardó en alcanzar la verdad, ladeó su sonrisa hundiendo en mis ojos sus inquisitivos pardos.
“Tienes miedo a sentir Joe”
Rugí alzándome del suelo malhumorado, como un animal salvaje herido al que lo acorralan entre varios.
-Yo no tengo miedo a nada -mentí entre gruñidos mientras daba vueltas con los ojos rojos como las mismas llamas del Olimpo.
Había encontrado la herida y ahora pesaba hurgar en ella, lo veía.
-No sigas por ese camino -ordené escupiendo cada una de esas palabras con saña -por tu bien y el mio guarda silencio y acata mis reglas, no veo problema en ellas.
¿Que no había entendido? Busqué mujer en una fiesta y elegí a la que nunca podría amarme, a la que mas me odiaba y no a una jovencita ilusionada que podía acabar por mi hasta las trancas.
-Follemos ahora -gruñí exigiendo saciarme de alguna manera por la ofensa.
Entendía que hablara de los peligros que me acechaban, pero eran tantos que nombrarlos uno a uno solo le causaría miedo, un miedo tan atroz que quizás la llevara a abandonarme.
Una copa tras otra iba apurandola, eso era lo único que mojaba mis labios y guardaba mis secretos.
No se conformó con sus mordaces preguntas, si no que me recordó mi caritativo gesto hacia la vampiresa amante de mi hermano.
-Era él o yo y Assur ahora mismo no puede debilitarse, encontraremos la solución, solo ha sido el modo de ganar tiempo, no deberías preocupar tu preciosa cabecita en nada mas que en las mil formas de follar conmigo ¿no crees? -apunté dando otro sorbo de la copa.
Ladeé la sonrisa al escucharla hablar de ese ermitaño al que le negó el beso ,decía sentir por él algo mas que odio lo que me hizo reír sin parar.
-Si, te produce pena -aseguré clavando mis ojos en los suyos -ni siquiera le pudiste seguir un misero beso ¿de verdad esperas me cele de eso? Es mas ¿de verdad esperas que tenga celos de alguien después de verte con dos en la fiesta? Tengo claro lo que tenemos, no he perdido el norte princesa.
Volví a dar un trago de la copa mientras la escuchaba enumerar mis debilidades Nim entre ellas, su mano se balanceaba en un largo etc mientras yo negaba molesto porque no se callaba y eso que en mas de una ocasión mi boca ávida de silencio se perdía en la ajena en un húmedo beso.
-Pareces muy preocupada por mi herida, por mi seguridad y tienes razón no quiero que te preocupes, no es necesario, creo que quedaron claros los términos de lo nuestro ¿no? Tu misma acabas de decirlo, estas aquí por obligación..¿entonces? ¿no te haría feliz que esa marca me condene? Cuanto antes te libres de mi antes seras dueña, no solo de mi dinero, si no de tu propio sino, así que no seas melodramática, no lo necesito.
Mis palabras eran voraces, pero porque me sentía arrinconado,veía que estaba llegando al kit de todo aquello la verdad de porgue esquivaba cada pregunta con verdades a medias que ni siquiera yo me creía.
¿Por que no estaba dispuesto a dormir con ella? Porque no estaba dispuesto a sentir.
Ladeé la sonrisa cuando me hablo de compromiso, no tenia problema alguno en comprometerme, no era ese el problema, de echo iba a casarme, algo que me saldría rentable de cierta manera.
No tardó en alcanzar la verdad, ladeó su sonrisa hundiendo en mis ojos sus inquisitivos pardos.
“Tienes miedo a sentir Joe”
Rugí alzándome del suelo malhumorado, como un animal salvaje herido al que lo acorralan entre varios.
-Yo no tengo miedo a nada -mentí entre gruñidos mientras daba vueltas con los ojos rojos como las mismas llamas del Olimpo.
Había encontrado la herida y ahora pesaba hurgar en ella, lo veía.
-No sigas por ese camino -ordené escupiendo cada una de esas palabras con saña -por tu bien y el mio guarda silencio y acata mis reglas, no veo problema en ellas.
¿Que no había entendido? Busqué mujer en una fiesta y elegí a la que nunca podría amarme, a la que mas me odiaba y no a una jovencita ilusionada que podía acabar por mi hasta las trancas.
-Follemos ahora -gruñí exigiendo saciarme de alguna manera por la ofensa.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Estaba claro que estaba tocando las teclas correctas en esos momentos, que la canción estaba siendo bien tocada e interpretada porque él me respondía con mordacidad a mis palabras, a mis preguntas… como si quisiera mantenerse a un margen de todo, como si no quisiera decirme realmente el por qué a todo lo que le decía o le preguntaba, como si algo en él lo refrenara a decir todo lo que era de verdad. Me respondía mordaz, cínico, frío, buscaba también hacer daño con sus palabras como el buen demonio que era, pero se olvidaba que no estaba tratando con cualquier joven, sino que estaba tratando con Lilith y en ese juego yo podía ser su paraje de baile sin ningún tipo de problema. Parecía que cada vez lo enervaba un poco más por las contestaciones que me daba, buscaba hacerme daño como quizás yo lo estuviera haciendo a él, hacer mella en la herida… destruirnos como solo dos demonios del Infierno saben hacer, su mejor cometido, su mayor legado… eso éramos en esos momentos Joe y yo sin duda alguna, como si aquel lugar comenzara a arder en llamas y estas nos rodearan, preparándose para la lucha que estábamos manteniendo los dos.
Fue cruel y despectivo con sus palabras, cínico, arrogante y con un tono afilado que dejaba en claro que nada de lo que le estaba diciendo le gustaba, que ninguna de mis preguntas y de cada palabra que salían de mis labios y que no yo callaba le gustaba en lo más mínimo, y es que yo no iba a callarme en esos momentos, era como si me hubieran dado cuerda y no podía parar… más bien, era porque parecía que había encontrado un pequeño hueco, una pequeña fisura en el vampiro y quería saber qué más podría descubrir si la hacía más grande, si lograba abrirla… Lilith me pedía que siguiera, que llegara al meollo del asunto y despojara de su máscara al vampiro, tantos años llevando máscaras cada día de mi vida me permitían reconocer cuando los demás las llevaban, y sentía en esos momentos que él portaba muchas que se mezclaban y se fundían en una sola, una máscara oscura, fría e impenetrable que escondía y camuflaba todo aquello que era el vampiro, no dejando que nadie pudiera traspasarlo… como si estuviera helado e incluso viviendo en el Infierno fuera incapaz de derretir esa máscara forjada tras los milenios.
Chasqueé la lengua cuando me dio la vaga explicación de que era o él o Assur y que su hermano no podía debilitarse, que se había ofrecido él por ese motivo y que además me recordó que no debería de preocuparme, ya que habían ganado tiempo, y que solo debería de centrarme en como había dicho él “las mil formas de follar con él”, como si eso fuera lo único que debía de preocuparme y en lo único en lo que tenía que pensar… cuán equivocado estaba el vampiro si creía, por un solo segundo, que lo iba a creer en eso. Se rió sin parar, como si le hubiera contado algún chiste, cuando hablé sobre mi maestro… alegó que sentía pena por él sin apartar sus ojos de los míos, desafiándome, midiéndome, hacerme creer que estaba equivocada si eso lo ponía celoso pero sabía de buena tinta que él no le hacía ni pizca de gracia y que no le gustaba, ya me lo había dejado claro en otras ocasiones. Decía no sentir celos por nadie más después de la noche pasada, y algo me hizo enarcar una ceja y mirarlo de forma fija, ¿ahora me llamaba princesa?
-¿Ahora soy tú princesa? Vaya, estoy descubriendo muchas cosas esta noche… me pregunto qué más me queda por descubrir –sí, fui irónica y mordaz con mis palabras, incisiva como estaba siendo él al responderme, no nos dábamos tregua y parecía que estábamos a la expensa de quién de los dos cerraba las fauces con más fuerza y nos dejaba apresados en el interior, con los colmillos atravesándonos- yo no creo nada pero, ¿sentiste celos quizás anoche de alguno de ellos? ¿Por eso no parabas de repetirme “sin reglas” durante toda la noche? ¿Querías que te dijera que pusieras reglas para así no ponerte celoso? –Oh, hacía cada vez la herida más grande y podía notarlo, Lilith disfrutaba con ello ansiosa por saber qué escondía en su interior el vampiro, buscar la verdad más oscura en su interior, despojarlo y arrancarlo de sus máscaras para dejarlo a él, al Joe de verdad. No paré en ningún momento y seguí sintiendo que notaba al punto al que quería llegar, él solo bebía mientras me escuchaba y ya no sabía por qué copa era la que llevaba en esos momentos, sus intentos de callarme con besos húmedos y algo rudos no me frenaron en absoluto, sino que me alentaban a seguir porque eso indicaba que iba por el buen camino y él quería que parara- Si vas a morir Joe… prefiero que sea por mí mano y no por una estúpida marca –lo miré de forma fija, sujetando la copa entre mis manos con la verdad saliendo de mis palabras- pero tranquilo, te has cuidado solo durante seis milenios así que una simple maldición no será problema alguno para ti… estoy muy tranquila, y no soy melodramática amor, soy sincera y si eso te duele será por algo amor–respondí a sus palabras, era como un tira y afloja en el que ambos no parecíamos torcer nuestro brazo y yo no iba a parar. Él era voraz y rudo con sus formas, mordaz en todo momento y eso me daba a entender que cada vez llegaba al punto en cuestión, de hecho, es que creía saber qué era lo que tanto temía el vampiro y lo iba a saber en cuanto pronunciara las siguientes palabras.
Mis ojos puestos en los suyos sin apartarlos ni un solo momento, y fue entonces, cuando vi que algo parecía quebrarse en su interior, como si hubiera encontrado la caja de Pandora y ahora la hubiera abierto para sacar todos los malos… ahí estaba, lo sabía, y su reacción fue la confirmación que necesité para saberlo. Se levantó, rugió dando vueltas con los ojos rojos como las mismas llamas del infierno, sentí que era eso lo que tanto había estado tapando tras máscaras y máscaras, encerrado en su interior por una coraza de hielo de la que no dejaba llegar a nadie… pero había encontrado el hueco para colarme y darme cuenta de lo que era. Había llegado a la herida más grande de todas, y lo sabía, todo mi cuerpo sabía perfectamente como si pudiera ver a través de su alma las cicatrices que el vampiro tenía, como si se hubieran abierto para mí y comenzaran a contarme sus secretos… mis ojos brillaron al darme cuenta de lo que tenía frente a mí, de lo que él trataba de ocultar pero que bien sabíamos que había llegado al quid de la cuestión: a su más oscuro y profundo miedo. Ese que no quieres que nadie sepa, ese por el que te pueden hacer la mayor herida de todas. Decía que no tenía miedo de nada y sin embargo era una mentira que salía de su boca.
-Mientes –dije de forma fija, mirándolo para levantarme como él había hecho- tienes miedo de que algo le pase a Nim, tienes miedo de que siga descubriéndote como lo estoy haciendo, y por supuesto que tienes miedo de sentir –decía que no siguiera por ese camino, pero ah, estaba deseando seguir por esa senda para ver hasta dónde llevaba todo aquello, había abierto la veda y no pensaba dejar que la cerrara de esa forma ahora que lo tenía expuesto- ¿por mí bien… o por el tuyo? ¿De qué reglas estás hablando, Joe? Hasta ahora ninguno de los dos hemos puesto unas reglas, más bien tus reglas –recalqué porque como bien había dicho él eran suyas, yo no había puesto ninguna y ahora me enteraba que él había puesto normas y reglas. Estaba provocándolo con mis palabras, podía notar que parecía como si fuera a estallar y dudaba qué pudiera salir de todo aquello… quizás consiguiera la verdad, le había tenido que apretar hasta tal forma para llegar a la verdad de todo- ¿Y por qué necesitarías de reglas? Porque eso te haría sentir humano y débil, sentir… ahí radica todo ¿verdad? Eso es lo que tanto escondes tras máscaras y máscaras… sé reconocer cuando los demás las llevan, y ahora mismo, puedo ver las tuyas –sus siguientes palabras salieron como un gruñido y una exigencia, quería reconducir por otro lado y… yo me eché a reír, como él se había reído antes sin apartar mis ojos de los suyos- ¿Huyes, Joe? ¿Crees que follar solucionará tus problemas? Ah, espera… que tengo que encontrar la forma ¿no era así? –Le escupí observándolo, parecía un animal herido y enjaulado y parecía a punto de morder como siguiera presionándolo- Quieres evitar que siga abriendo la veda, esto solo es el principio y pretendes cerrarlo de un plumazo para que no siga viendo en tú interior, para no descubrir todo aquello que callas… ¿cómo era? “dueño de mis silencios”, ¿no decías eso? ¿Éstos son tus silencios? –Volví a presionar contra él dando un paso en su dirección, sin mostrar miedo por lo que pudiera pasar- Estás tan jodido en este momento… -comenté porque había dado con su punto más débil, con ese que llevaba en su interior- ¿Por qué tienes miedo a sentir… o por quién? –Presioné de nuevo, era como un botón y una bomba de relojería, sin saber cuándo iba a estallar- Nunca me dijiste por qué se canceló el anterior compromiso… ¿tiene que ver con eso? ¿Con la huella y la herida que dejaron, y por eso eriges murallas y te pones máscaras, para que nadie vea nada? Vamos Joe, aquí estoy... descarga todo eso que llevas encerrado, descarga todo eso que callas... o seguiré haciendo mella, no voy a parar amor -lo miré de forma fija, notaba que iba a estallar de un momento a otro y la verdad es que no sabía en qué sentido, pero tratándose del vampiro... podría ser cualquier cosa.
Fue cruel y despectivo con sus palabras, cínico, arrogante y con un tono afilado que dejaba en claro que nada de lo que le estaba diciendo le gustaba, que ninguna de mis preguntas y de cada palabra que salían de mis labios y que no yo callaba le gustaba en lo más mínimo, y es que yo no iba a callarme en esos momentos, era como si me hubieran dado cuerda y no podía parar… más bien, era porque parecía que había encontrado un pequeño hueco, una pequeña fisura en el vampiro y quería saber qué más podría descubrir si la hacía más grande, si lograba abrirla… Lilith me pedía que siguiera, que llegara al meollo del asunto y despojara de su máscara al vampiro, tantos años llevando máscaras cada día de mi vida me permitían reconocer cuando los demás las llevaban, y sentía en esos momentos que él portaba muchas que se mezclaban y se fundían en una sola, una máscara oscura, fría e impenetrable que escondía y camuflaba todo aquello que era el vampiro, no dejando que nadie pudiera traspasarlo… como si estuviera helado e incluso viviendo en el Infierno fuera incapaz de derretir esa máscara forjada tras los milenios.
Chasqueé la lengua cuando me dio la vaga explicación de que era o él o Assur y que su hermano no podía debilitarse, que se había ofrecido él por ese motivo y que además me recordó que no debería de preocuparme, ya que habían ganado tiempo, y que solo debería de centrarme en como había dicho él “las mil formas de follar con él”, como si eso fuera lo único que debía de preocuparme y en lo único en lo que tenía que pensar… cuán equivocado estaba el vampiro si creía, por un solo segundo, que lo iba a creer en eso. Se rió sin parar, como si le hubiera contado algún chiste, cuando hablé sobre mi maestro… alegó que sentía pena por él sin apartar sus ojos de los míos, desafiándome, midiéndome, hacerme creer que estaba equivocada si eso lo ponía celoso pero sabía de buena tinta que él no le hacía ni pizca de gracia y que no le gustaba, ya me lo había dejado claro en otras ocasiones. Decía no sentir celos por nadie más después de la noche pasada, y algo me hizo enarcar una ceja y mirarlo de forma fija, ¿ahora me llamaba princesa?
-¿Ahora soy tú princesa? Vaya, estoy descubriendo muchas cosas esta noche… me pregunto qué más me queda por descubrir –sí, fui irónica y mordaz con mis palabras, incisiva como estaba siendo él al responderme, no nos dábamos tregua y parecía que estábamos a la expensa de quién de los dos cerraba las fauces con más fuerza y nos dejaba apresados en el interior, con los colmillos atravesándonos- yo no creo nada pero, ¿sentiste celos quizás anoche de alguno de ellos? ¿Por eso no parabas de repetirme “sin reglas” durante toda la noche? ¿Querías que te dijera que pusieras reglas para así no ponerte celoso? –Oh, hacía cada vez la herida más grande y podía notarlo, Lilith disfrutaba con ello ansiosa por saber qué escondía en su interior el vampiro, buscar la verdad más oscura en su interior, despojarlo y arrancarlo de sus máscaras para dejarlo a él, al Joe de verdad. No paré en ningún momento y seguí sintiendo que notaba al punto al que quería llegar, él solo bebía mientras me escuchaba y ya no sabía por qué copa era la que llevaba en esos momentos, sus intentos de callarme con besos húmedos y algo rudos no me frenaron en absoluto, sino que me alentaban a seguir porque eso indicaba que iba por el buen camino y él quería que parara- Si vas a morir Joe… prefiero que sea por mí mano y no por una estúpida marca –lo miré de forma fija, sujetando la copa entre mis manos con la verdad saliendo de mis palabras- pero tranquilo, te has cuidado solo durante seis milenios así que una simple maldición no será problema alguno para ti… estoy muy tranquila, y no soy melodramática amor, soy sincera y si eso te duele será por algo amor–respondí a sus palabras, era como un tira y afloja en el que ambos no parecíamos torcer nuestro brazo y yo no iba a parar. Él era voraz y rudo con sus formas, mordaz en todo momento y eso me daba a entender que cada vez llegaba al punto en cuestión, de hecho, es que creía saber qué era lo que tanto temía el vampiro y lo iba a saber en cuanto pronunciara las siguientes palabras.
Mis ojos puestos en los suyos sin apartarlos ni un solo momento, y fue entonces, cuando vi que algo parecía quebrarse en su interior, como si hubiera encontrado la caja de Pandora y ahora la hubiera abierto para sacar todos los malos… ahí estaba, lo sabía, y su reacción fue la confirmación que necesité para saberlo. Se levantó, rugió dando vueltas con los ojos rojos como las mismas llamas del infierno, sentí que era eso lo que tanto había estado tapando tras máscaras y máscaras, encerrado en su interior por una coraza de hielo de la que no dejaba llegar a nadie… pero había encontrado el hueco para colarme y darme cuenta de lo que era. Había llegado a la herida más grande de todas, y lo sabía, todo mi cuerpo sabía perfectamente como si pudiera ver a través de su alma las cicatrices que el vampiro tenía, como si se hubieran abierto para mí y comenzaran a contarme sus secretos… mis ojos brillaron al darme cuenta de lo que tenía frente a mí, de lo que él trataba de ocultar pero que bien sabíamos que había llegado al quid de la cuestión: a su más oscuro y profundo miedo. Ese que no quieres que nadie sepa, ese por el que te pueden hacer la mayor herida de todas. Decía que no tenía miedo de nada y sin embargo era una mentira que salía de su boca.
-Mientes –dije de forma fija, mirándolo para levantarme como él había hecho- tienes miedo de que algo le pase a Nim, tienes miedo de que siga descubriéndote como lo estoy haciendo, y por supuesto que tienes miedo de sentir –decía que no siguiera por ese camino, pero ah, estaba deseando seguir por esa senda para ver hasta dónde llevaba todo aquello, había abierto la veda y no pensaba dejar que la cerrara de esa forma ahora que lo tenía expuesto- ¿por mí bien… o por el tuyo? ¿De qué reglas estás hablando, Joe? Hasta ahora ninguno de los dos hemos puesto unas reglas, más bien tus reglas –recalqué porque como bien había dicho él eran suyas, yo no había puesto ninguna y ahora me enteraba que él había puesto normas y reglas. Estaba provocándolo con mis palabras, podía notar que parecía como si fuera a estallar y dudaba qué pudiera salir de todo aquello… quizás consiguiera la verdad, le había tenido que apretar hasta tal forma para llegar a la verdad de todo- ¿Y por qué necesitarías de reglas? Porque eso te haría sentir humano y débil, sentir… ahí radica todo ¿verdad? Eso es lo que tanto escondes tras máscaras y máscaras… sé reconocer cuando los demás las llevan, y ahora mismo, puedo ver las tuyas –sus siguientes palabras salieron como un gruñido y una exigencia, quería reconducir por otro lado y… yo me eché a reír, como él se había reído antes sin apartar mis ojos de los suyos- ¿Huyes, Joe? ¿Crees que follar solucionará tus problemas? Ah, espera… que tengo que encontrar la forma ¿no era así? –Le escupí observándolo, parecía un animal herido y enjaulado y parecía a punto de morder como siguiera presionándolo- Quieres evitar que siga abriendo la veda, esto solo es el principio y pretendes cerrarlo de un plumazo para que no siga viendo en tú interior, para no descubrir todo aquello que callas… ¿cómo era? “dueño de mis silencios”, ¿no decías eso? ¿Éstos son tus silencios? –Volví a presionar contra él dando un paso en su dirección, sin mostrar miedo por lo que pudiera pasar- Estás tan jodido en este momento… -comenté porque había dado con su punto más débil, con ese que llevaba en su interior- ¿Por qué tienes miedo a sentir… o por quién? –Presioné de nuevo, era como un botón y una bomba de relojería, sin saber cuándo iba a estallar- Nunca me dijiste por qué se canceló el anterior compromiso… ¿tiene que ver con eso? ¿Con la huella y la herida que dejaron, y por eso eriges murallas y te pones máscaras, para que nadie vea nada? Vamos Joe, aquí estoy... descarga todo eso que llevas encerrado, descarga todo eso que callas... o seguiré haciendo mella, no voy a parar amor -lo miré de forma fija, notaba que iba a estallar de un momento a otro y la verdad es que no sabía en qué sentido, pero tratándose del vampiro... podría ser cualquier cosa.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Mordaz incisiva y metódica, aquella mujer entrenada para hacer daño con puntiagudas armas perforantes lo estaba haciendo solo con el don de la palabra.
Mi gesto lo decía todo, un animal acorralado dispuesto a morder la yugular en cualquier momento.
Los tonos burdeos aparecían y desaparecían de mis ojos en un duelo, la bestia trataba de apoderarse de mi ,tomar el control y no dejarme salir, el dolor era algo que ninguno de los dos llevábamos bien y esta herida se abría mientras ella incidía.
Me preguntaba por los celos, esos que aseguraba sentí, yo me revolvía tratando de alzar todas las mascaras de la indiferencia que conocía pero mi pecho alzándose violento hablaba mas alto de lo que lo hacían mis palabras que negaban lo evidente.
Sentí celos, lo hice, algo que no pensaba reconocerle porque implicaba la verdad que escondía, esa que ella jamas conocería.
-No siento celos de ningún patético hombre que es incapaz de saciarte como yo lo hago ¿acaso puedes negarlo? -contraataque - te preocupas por mi porque tu vida era una mierda. Vacía, te sentías inerte, creías que la caza era suficiente pero ahora has descubierto que ni de lejos tu demonio era alimentado con matar a pobres desgraciados.
No, ahora yo soy tu única opción, me necesitas, ese es el único motivo por el que te jode la marca que me sentencia a muerte ¿cierto? -ladeé la sonrisa llevando la conversación hacia donde yo quería – no imaginas tu vida sin mi demonio, nada te sacia ¿cierto? -rugí contemplando sus oscuros pardos.
Aseguraba que mentía, odiaba que descubriera en mis actos que todo era una burda falsa y que para eso necesitaba las reglas, esas que yo había impuesto.
Rugí rabioso contemplándola con mis ojos centelleando.
-Cállate -gruñí mostrandole los colmillos en una clara amenaza para que no se acercara
Sentir era la peor de las maldiciones, lo había experimentado en mis carnes y mantendría la distancia con ella aunque me costara la vida. El sexo era fácil de manejar, pero cuando los sentimientos cobraban vida todo se derruía.
Lo peor que que en ella veía que podía funcionar, mi alma gemela, esa palabra que se me escapo y eso era lo que me alejaba mas, el miedo, el temor, alzaba las barreras porque no lo quería comprobar.
Me intercambié con Assur por pena, le veía tan enamorado, tan débil, tan humano que no seria capaz de cargar con el peso de la maldición.
-Calla -gruñí desesperado llevando mis manos a mi cabeza para que su voz se silenciara.
Pero no lo hizo, mas bien todo lo contrario, continuo con la estaca afilada presionando mi corazón, mas fuerte que aquella astilla que por poco me mato, sentía como ardía mi sangre en el interior.
“Huyes Joe” ¿y ahora se daba cuenta? Desde el día que la conocí huí de sentir, por eso la elegí a ella, la única de la fiesta que nunca me amaría. Es mas cuando la llevé al baile de mascaras solo fue un plan urdido por mi mente para saber que sentía por mi, necesitaba escuchar que las reglas existirían y confieso que cuando no lo hizo me hundí, pero no lo demostré, no porque yo era especialista en huir, huir de todo lo que me pudiera herir.
Así que pasé al siguiente plan, ver con mis propios ojos como no me amaba, fortalecer mi escudo, darme por enterado y así continuar este juego de mascaras donde las reglas las había marcado yo desde el inicio.
-Calla -rugí de nuevo, no quería seguir escuchando nada de todo aquello.
Fue entonces cuando la nombró, a mi anterior prometida, no me pude contener, mi mano cruzo su rostro con tal virulencia que la lancé al suelo, sus pardos en mis rojos, la conversación había terminado por hoy.
La alce cogiéndola del brazo empujándola hacia el caballo, mi respiración agitada como el viento que ahora se alzaba recordándonos la furia de los elementos.
-Sube -dije con la voz ronca como la noche -sube, maldita seas -rugí -te llevo a casa, la noche a terminado.
Su labio sangraba, su rostro amoratado, tensé el gesto destrozado, yo no quería hacerle daño, peor era una bestia maldita y eso es lo que pasa cuando enfrentas al demonio.
Mi gesto lo decía todo, un animal acorralado dispuesto a morder la yugular en cualquier momento.
Los tonos burdeos aparecían y desaparecían de mis ojos en un duelo, la bestia trataba de apoderarse de mi ,tomar el control y no dejarme salir, el dolor era algo que ninguno de los dos llevábamos bien y esta herida se abría mientras ella incidía.
Me preguntaba por los celos, esos que aseguraba sentí, yo me revolvía tratando de alzar todas las mascaras de la indiferencia que conocía pero mi pecho alzándose violento hablaba mas alto de lo que lo hacían mis palabras que negaban lo evidente.
Sentí celos, lo hice, algo que no pensaba reconocerle porque implicaba la verdad que escondía, esa que ella jamas conocería.
-No siento celos de ningún patético hombre que es incapaz de saciarte como yo lo hago ¿acaso puedes negarlo? -contraataque - te preocupas por mi porque tu vida era una mierda. Vacía, te sentías inerte, creías que la caza era suficiente pero ahora has descubierto que ni de lejos tu demonio era alimentado con matar a pobres desgraciados.
No, ahora yo soy tu única opción, me necesitas, ese es el único motivo por el que te jode la marca que me sentencia a muerte ¿cierto? -ladeé la sonrisa llevando la conversación hacia donde yo quería – no imaginas tu vida sin mi demonio, nada te sacia ¿cierto? -rugí contemplando sus oscuros pardos.
Aseguraba que mentía, odiaba que descubriera en mis actos que todo era una burda falsa y que para eso necesitaba las reglas, esas que yo había impuesto.
Rugí rabioso contemplándola con mis ojos centelleando.
-Cállate -gruñí mostrandole los colmillos en una clara amenaza para que no se acercara
Sentir era la peor de las maldiciones, lo había experimentado en mis carnes y mantendría la distancia con ella aunque me costara la vida. El sexo era fácil de manejar, pero cuando los sentimientos cobraban vida todo se derruía.
Lo peor que que en ella veía que podía funcionar, mi alma gemela, esa palabra que se me escapo y eso era lo que me alejaba mas, el miedo, el temor, alzaba las barreras porque no lo quería comprobar.
Me intercambié con Assur por pena, le veía tan enamorado, tan débil, tan humano que no seria capaz de cargar con el peso de la maldición.
-Calla -gruñí desesperado llevando mis manos a mi cabeza para que su voz se silenciara.
Pero no lo hizo, mas bien todo lo contrario, continuo con la estaca afilada presionando mi corazón, mas fuerte que aquella astilla que por poco me mato, sentía como ardía mi sangre en el interior.
“Huyes Joe” ¿y ahora se daba cuenta? Desde el día que la conocí huí de sentir, por eso la elegí a ella, la única de la fiesta que nunca me amaría. Es mas cuando la llevé al baile de mascaras solo fue un plan urdido por mi mente para saber que sentía por mi, necesitaba escuchar que las reglas existirían y confieso que cuando no lo hizo me hundí, pero no lo demostré, no porque yo era especialista en huir, huir de todo lo que me pudiera herir.
Así que pasé al siguiente plan, ver con mis propios ojos como no me amaba, fortalecer mi escudo, darme por enterado y así continuar este juego de mascaras donde las reglas las había marcado yo desde el inicio.
-Calla -rugí de nuevo, no quería seguir escuchando nada de todo aquello.
Fue entonces cuando la nombró, a mi anterior prometida, no me pude contener, mi mano cruzo su rostro con tal virulencia que la lancé al suelo, sus pardos en mis rojos, la conversación había terminado por hoy.
La alce cogiéndola del brazo empujándola hacia el caballo, mi respiración agitada como el viento que ahora se alzaba recordándonos la furia de los elementos.
-Sube -dije con la voz ronca como la noche -sube, maldita seas -rugí -te llevo a casa, la noche a terminado.
Su labio sangraba, su rostro amoratado, tensé el gesto destrozado, yo no quería hacerle daño, peor era una bestia maldita y eso es lo que pasa cuando enfrentas al demonio.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
El vampiro en esos momentos parecía como un animal enjaulado que respondía con ataques, como si se viera arrinconado por mis palabras que cada vez más y más iban hurgando en la herida, exponiéndola, haciéndola más grande de lo que ya estaba y era como si mis palabras fueran la sal que caía sobre la misma, quemándole, haciéndole un daño inmenso que yo veía en su estado, en el tono en que sus ojos cambiaban de color y pasaban del rojo al burdeos de forma intermitente, como si sus dos mitades tuvieran una lucha interna por ver quién de los dos ganaba la partida y pugnaba por salir a flote para responderme, pero parecía que ninguno de los dos ganaba porque se mantenía frente a mí con sus ojos cambiando de color pasando de un matiz a otro, su demonio interior podía notar como luchaba con el vampiro por ganar la batalla y no dudaba que al final lo hiciera y se manifestara con todo lo que le estaba haciendo, con la mella que ya estaba haciendo en la herida.
Escuché sus palabras que me atacaban tras todo lo que le estaba diciendo, como un mecanismo de defensa que intentaba hacer el mismo daño que yo le estaba haciendo él, se centraba ahora en recriminarme que no podría tener celos de ningún hombre ya que ninguno lograba saciarme como lo hacía él, que nadie era capaz de saciarme como él y es más incluso me retaba a que se lo negara. Gruñí por sus palabras porque era cierto que si sabía infligir daño, también estaba preparada para recibirlo y sabía de sobra que era lo que haría el vampiro, buscaría cualquier hueco entre mis palabras para devolverme al menos la mitad de lo que yo estaba haciendo con él. No iba a negarle esas palabras cuando sabía que era cierto, me jodía enormemente pero no podía llevarle la contraria en ese sentido.
Y Lilith también lo sabía, era como si hubiera tocado una tecla buscando también encontrar la melodía perfecta para llevarlo todo a su terreno, se atrevió a decirme que mi vida era una mierda y que por ese motivo me preocupaba. Que mi vida había estado vacía e inerte hasta que nuestros caminos se cruzaron y que la caza no conseguía saciar aquello que llevaba en mi interior, ese demonio que ahora me pedía por mucho más desde que lo había conocido, uno que le retaba y le provocaba para obtener la satisfacción que él me producía, la forma de saciarme única que tenía. Certero como un dardo cuando dijo que lo necesitaba y que era el único motivo por el que me jodía la marca que llevaba en su vientre y que le sentenciaba a muerte… mis ojos no apartaron la vista de los suyos y gruñí en respuesta a sus palabras, notaba la ofensa que significaba para Lilith –y para mí misma- el hecho de haberse ofrecido a cambiarse por su hermano y condenarse de esa forma a una muerte segura.
No se lo iba a negar puesto que era algo que había comprobado los días en los que habíamos estado separados, la desazón, sentirme vacía, como si nada fuera suficiente, nada lo demasiado bueno como para desafiarme, nada me había llenado esos días y por eso había buscado a esos licántropos que podrían haber acabado con mi vida en un vano intento de sentirme plena de nuevo… era algo que yo ya sabía y que aun así me costaba asumir y asimilar, reconocer que solo el vampiro podía saciarme en esos aspectos y en otros como bien había ya comentado no era nada fácil, gran parte de mi vida había odiado y despreciado a los vampiros y que de alguna forma ahora me viera ligada a uno y por motivos ajenos a esa boda impuesta… a mí me dolía, Lilith rugía en mi fuero interno porque era lo que ella quería, a ese maldito vampiro que me devolvía el ataque de esa forma dándome también donde dolía… pero eso significaba atacar; arriesgarte a ser herido.
-No voy a negar lo evidente –porque él mismo lo había visto esa noche, pero él tampoco se libraba de ser exento de esa sensación que a los dos nos consumía y nos ahogaba por igual- pero también sé que sabes tan bien como yo lo que se siente, ¿verdad Joe? –Respondí mordaz, con el tono frío y gruñendo por sus palabras. Lilith y yo en el fondo éramos una, es la consecución de lo que hacía tiempo había nacido en mí interior recluida bajo máscaras y máscaras, mi verdad, la parte más verdadera, mi yo auténtico, sin capas, sin máscaras y sin filtros… era algo que yo ya sabía aunque me lo negara millones de veces, algo que jamás podría cambiar en mi vida- mi vacío no es diferente al tuyo y tú también lo sientes, tú tampoco puedes vivir sin mi demonio –afirmé recordando la noche que justo me había salvado de los licántropos, como nos habíamos buscado de forma irremediable, inevitable. Mis palabras seguían y sabía que cada vez la herida estaba más expuesta y más abierta, él solo era capaz de mirarme de esa forma amenazándome con que me callara, exigiendo que no siguiera hablando pero yo no iba a parar en esos momentos. Sus colmillos asomados como amenaza y advertencia de lo que podría pasarme si seguía hablando.
Sentía como cada palabra, cada frase que decía hacia el vampiro era como si una estaca se hundiera un poco más en su corazón, quitando esa coraza que lo recubría para dejarlo expuesto y al descubierto. Él no quería escucharme, negaba con la cabeza y me rugía que me callara para no seguir hablando, pero sabía que estaba acertando de pleno con lo que decía porque ya lo había visto, en el mismo momento en que se levantó supe qué era aquello que más trataba de esconder y de proteger. Llevó sus manos a su cabeza en un vano intento de no escuchar lo que le decía, como si le estuviera desquiciando con mis palabras, como si no pudiera soportar la verdad que de ellas salían y que marcaban a fuego el alma del vampiro, grabándose en su piel de forma permanente, pesándole, doliéndole, quemándole como un hierro candente en su ahora debilidad, derruida su coraza dejándolo expuesto ante mis ojos como jamás lo había estado expuesto antes, sintiendo que de verdad por primera vez… tenía al verdadero Joe frente a mí.
-Seis milenios de existencia, con las torturas que te habrán hecho y que sin duda alguna como ya demostraste te han fortalecido… y sin embargo jamás pensé que fueras alguien que huye, como un maldito cobarde –mis palabras mordaces y frías y en el mismo tono que todas notando que el vampiro iba a estallar pronto en algún momento, no contestaba a ninguna de mis preguntas, no me respondía a nada y solo se limitaba a decirme que me callara entre gruñidos y rugidos, incapaz de soportar más la verdad que como estacas afiladas salían de mi boca y se clavaban en su ahora alma descubierta, en su debilidad expuesta. Era cierto que no me había contado nada sobre su anterior enlace, había oído los rumores como ya le había dicho y posteriormente él mismo me lo había confirmado… pero poco más sabía de aquel asunto, y de alguna forma, fue como si eso hubiera hecho que erigiera más sus muros, se pusiera sus máscaras y no se dejara “ver” realmente, sino a una sombra de lo que él debía de ser… tal y como yo hacía cada día de mi vida. Mis palabras salieron de mí boca sobre aquel enlace y lo que sucedió fue algo que en realidad no lo vi venir pese a que estaba preparada para cualquier reacción que pudiera tener el vampiro, para cuando estallara de verdad. Veloz, raudo y fuerte su mano se alzó para estamparse contra mi mejilla, violento el golpe en el cual no se contuvo para nada que pese a estar preparada eso no evitó que me lanzara al suelo, como consecuencia de la velocidad y de la fuerza que había imprimido en golpearme.
La hierba fue lo que amortiguó mi cuerpo por el golpe, mi rostro se giró con violencia que hasta me dolió el cuello por el latigazo que me pegó, mi pelo cayó sobre este como una cascada oscura ocultando mi rostro venciéndose por el golpe, y caí sin poder hacer nada por evitarlo. Mis brazos fueron los que frenaron más la caída y evitaron que mi cabeza diera contra el suelo, sabiendo que el demonio había emergido y que sin duda alguna había tocado el punto clave del asunto, la razón, el por qué y el motivo de todo aquello… su herida, esa que había estado expuesta ahora tenía una explicación y yo había dado con ella. Me incorporé un poco sobre la hierba apoyándome sobre mis brazos y sentí el sabor férreo de la sangre en mi boca, seguramente me habría partido el labio como consecuencia del golpe y por eso sangraba.
Escupí sobre la hierba la sangre que se había agolpado en mi boca y giré mi rostro para mirarlo con los ojos oscurecidos, cabreada como nunca, enfadada y sintiendo que la rabia me recorría por lo que me había hecho, por atreverse a golpearme sin contemplación alguna, y mis ojos se clavaron fríos, oscuros y como dagas en los suyos mientras resoplaba con fuerza, mi respiración era rápida y cerraba los puños con fuerza volviendo a notar que esa parte que deseaba matarlo afloraba de nuevo, mi interior por una vez se ponía de acuerdo ante la ofensa y el agravio recibido por su parte. Fui a levantarme pero él fue más rápido que yo y me alzó con fuerza del brazo, podía sentir sus manos apretando con fuerza mi piel empujándome hacia su caballo mientras me reponía del golpe. Un viento se alzó, algo violento también, en ese momento revolviendo mis cabellos mientras me seguía empujando hacia su caballo.
Me dijo que subiera con la voz ronca, oscura denotando como estaba él en esos momentos, volvió a pedírmelo rugiendo y maldiciéndome, alegando que la noche había terminado y que me llevaba a casa. Tan rápido como pude zafarme del agarre de su brazo, estando frente a su caballo mi mano se alzó contra su rostro que ahora me miraba, mi puño cerrado se estampó contra su rostro con toda la rabia, la fuera y el odio que me recorrían por dentro aunándose en aquel golpe que sin duda quizás me dolió a mí más que a él, pero que le giró el rostro y le escupí acto seguido manchando su rostro con mi sangre, alejándome de él un par de pasos. Me dolía el labio, me dolía horrores la mandíbula y sobre todo el cuello… pronto seguro que me salía un moratón por el golpe, pero frente a él no iba a hacer ninguna muestra de que me doliera aunque por dentro rabiara del dolor que sentía.
-Vete a la maldita y jodida mierda, Joe Black –le espeté volviendo a retroceder un par de pasos- vuelve a tú puto infierno con tus miedos, tus máscaras y tú gran debilidad… huye como siempre haces, como el gran cobarde que eres -¿volver con él? Ni. De. Coña. Me giré limpiando con el dorso de mi mano la sangre que pudiera haber en mis labios, cogí los zapatos que estaban junto a la manta extendida en el suelo, una de las botellas de alcohol y la abrí dando un trago notando que escocía la maldita herida que llevaba y que por el sabor supe reconocer como bourbon. Me alejé sin mirar atrás y sin importarme si seguía parado o se había montado sobre su caballo para irse o no… la verdad es que en esos momento no me importaba absolutamente nada lo que hiciera, seguí alejándome sintiendo la hierba fresca de la noche bajo mis pies descalzos con cada paso hasta que me senté frente a la orilla del lago, con la luna iluminándolo todo, reflejada en sus oscuras aguas perdiendo mi vista en el lugar, intentando calmarme, intentando poner mi mente en orden que en ese momento era un maldito caos, de pensamientos, de acontecimientos, de sentimientos...
Escuché sus palabras que me atacaban tras todo lo que le estaba diciendo, como un mecanismo de defensa que intentaba hacer el mismo daño que yo le estaba haciendo él, se centraba ahora en recriminarme que no podría tener celos de ningún hombre ya que ninguno lograba saciarme como lo hacía él, que nadie era capaz de saciarme como él y es más incluso me retaba a que se lo negara. Gruñí por sus palabras porque era cierto que si sabía infligir daño, también estaba preparada para recibirlo y sabía de sobra que era lo que haría el vampiro, buscaría cualquier hueco entre mis palabras para devolverme al menos la mitad de lo que yo estaba haciendo con él. No iba a negarle esas palabras cuando sabía que era cierto, me jodía enormemente pero no podía llevarle la contraria en ese sentido.
Y Lilith también lo sabía, era como si hubiera tocado una tecla buscando también encontrar la melodía perfecta para llevarlo todo a su terreno, se atrevió a decirme que mi vida era una mierda y que por ese motivo me preocupaba. Que mi vida había estado vacía e inerte hasta que nuestros caminos se cruzaron y que la caza no conseguía saciar aquello que llevaba en mi interior, ese demonio que ahora me pedía por mucho más desde que lo había conocido, uno que le retaba y le provocaba para obtener la satisfacción que él me producía, la forma de saciarme única que tenía. Certero como un dardo cuando dijo que lo necesitaba y que era el único motivo por el que me jodía la marca que llevaba en su vientre y que le sentenciaba a muerte… mis ojos no apartaron la vista de los suyos y gruñí en respuesta a sus palabras, notaba la ofensa que significaba para Lilith –y para mí misma- el hecho de haberse ofrecido a cambiarse por su hermano y condenarse de esa forma a una muerte segura.
No se lo iba a negar puesto que era algo que había comprobado los días en los que habíamos estado separados, la desazón, sentirme vacía, como si nada fuera suficiente, nada lo demasiado bueno como para desafiarme, nada me había llenado esos días y por eso había buscado a esos licántropos que podrían haber acabado con mi vida en un vano intento de sentirme plena de nuevo… era algo que yo ya sabía y que aun así me costaba asumir y asimilar, reconocer que solo el vampiro podía saciarme en esos aspectos y en otros como bien había ya comentado no era nada fácil, gran parte de mi vida había odiado y despreciado a los vampiros y que de alguna forma ahora me viera ligada a uno y por motivos ajenos a esa boda impuesta… a mí me dolía, Lilith rugía en mi fuero interno porque era lo que ella quería, a ese maldito vampiro que me devolvía el ataque de esa forma dándome también donde dolía… pero eso significaba atacar; arriesgarte a ser herido.
-No voy a negar lo evidente –porque él mismo lo había visto esa noche, pero él tampoco se libraba de ser exento de esa sensación que a los dos nos consumía y nos ahogaba por igual- pero también sé que sabes tan bien como yo lo que se siente, ¿verdad Joe? –Respondí mordaz, con el tono frío y gruñendo por sus palabras. Lilith y yo en el fondo éramos una, es la consecución de lo que hacía tiempo había nacido en mí interior recluida bajo máscaras y máscaras, mi verdad, la parte más verdadera, mi yo auténtico, sin capas, sin máscaras y sin filtros… era algo que yo ya sabía aunque me lo negara millones de veces, algo que jamás podría cambiar en mi vida- mi vacío no es diferente al tuyo y tú también lo sientes, tú tampoco puedes vivir sin mi demonio –afirmé recordando la noche que justo me había salvado de los licántropos, como nos habíamos buscado de forma irremediable, inevitable. Mis palabras seguían y sabía que cada vez la herida estaba más expuesta y más abierta, él solo era capaz de mirarme de esa forma amenazándome con que me callara, exigiendo que no siguiera hablando pero yo no iba a parar en esos momentos. Sus colmillos asomados como amenaza y advertencia de lo que podría pasarme si seguía hablando.
Sentía como cada palabra, cada frase que decía hacia el vampiro era como si una estaca se hundiera un poco más en su corazón, quitando esa coraza que lo recubría para dejarlo expuesto y al descubierto. Él no quería escucharme, negaba con la cabeza y me rugía que me callara para no seguir hablando, pero sabía que estaba acertando de pleno con lo que decía porque ya lo había visto, en el mismo momento en que se levantó supe qué era aquello que más trataba de esconder y de proteger. Llevó sus manos a su cabeza en un vano intento de no escuchar lo que le decía, como si le estuviera desquiciando con mis palabras, como si no pudiera soportar la verdad que de ellas salían y que marcaban a fuego el alma del vampiro, grabándose en su piel de forma permanente, pesándole, doliéndole, quemándole como un hierro candente en su ahora debilidad, derruida su coraza dejándolo expuesto ante mis ojos como jamás lo había estado expuesto antes, sintiendo que de verdad por primera vez… tenía al verdadero Joe frente a mí.
-Seis milenios de existencia, con las torturas que te habrán hecho y que sin duda alguna como ya demostraste te han fortalecido… y sin embargo jamás pensé que fueras alguien que huye, como un maldito cobarde –mis palabras mordaces y frías y en el mismo tono que todas notando que el vampiro iba a estallar pronto en algún momento, no contestaba a ninguna de mis preguntas, no me respondía a nada y solo se limitaba a decirme que me callara entre gruñidos y rugidos, incapaz de soportar más la verdad que como estacas afiladas salían de mi boca y se clavaban en su ahora alma descubierta, en su debilidad expuesta. Era cierto que no me había contado nada sobre su anterior enlace, había oído los rumores como ya le había dicho y posteriormente él mismo me lo había confirmado… pero poco más sabía de aquel asunto, y de alguna forma, fue como si eso hubiera hecho que erigiera más sus muros, se pusiera sus máscaras y no se dejara “ver” realmente, sino a una sombra de lo que él debía de ser… tal y como yo hacía cada día de mi vida. Mis palabras salieron de mí boca sobre aquel enlace y lo que sucedió fue algo que en realidad no lo vi venir pese a que estaba preparada para cualquier reacción que pudiera tener el vampiro, para cuando estallara de verdad. Veloz, raudo y fuerte su mano se alzó para estamparse contra mi mejilla, violento el golpe en el cual no se contuvo para nada que pese a estar preparada eso no evitó que me lanzara al suelo, como consecuencia de la velocidad y de la fuerza que había imprimido en golpearme.
La hierba fue lo que amortiguó mi cuerpo por el golpe, mi rostro se giró con violencia que hasta me dolió el cuello por el latigazo que me pegó, mi pelo cayó sobre este como una cascada oscura ocultando mi rostro venciéndose por el golpe, y caí sin poder hacer nada por evitarlo. Mis brazos fueron los que frenaron más la caída y evitaron que mi cabeza diera contra el suelo, sabiendo que el demonio había emergido y que sin duda alguna había tocado el punto clave del asunto, la razón, el por qué y el motivo de todo aquello… su herida, esa que había estado expuesta ahora tenía una explicación y yo había dado con ella. Me incorporé un poco sobre la hierba apoyándome sobre mis brazos y sentí el sabor férreo de la sangre en mi boca, seguramente me habría partido el labio como consecuencia del golpe y por eso sangraba.
Escupí sobre la hierba la sangre que se había agolpado en mi boca y giré mi rostro para mirarlo con los ojos oscurecidos, cabreada como nunca, enfadada y sintiendo que la rabia me recorría por lo que me había hecho, por atreverse a golpearme sin contemplación alguna, y mis ojos se clavaron fríos, oscuros y como dagas en los suyos mientras resoplaba con fuerza, mi respiración era rápida y cerraba los puños con fuerza volviendo a notar que esa parte que deseaba matarlo afloraba de nuevo, mi interior por una vez se ponía de acuerdo ante la ofensa y el agravio recibido por su parte. Fui a levantarme pero él fue más rápido que yo y me alzó con fuerza del brazo, podía sentir sus manos apretando con fuerza mi piel empujándome hacia su caballo mientras me reponía del golpe. Un viento se alzó, algo violento también, en ese momento revolviendo mis cabellos mientras me seguía empujando hacia su caballo.
Me dijo que subiera con la voz ronca, oscura denotando como estaba él en esos momentos, volvió a pedírmelo rugiendo y maldiciéndome, alegando que la noche había terminado y que me llevaba a casa. Tan rápido como pude zafarme del agarre de su brazo, estando frente a su caballo mi mano se alzó contra su rostro que ahora me miraba, mi puño cerrado se estampó contra su rostro con toda la rabia, la fuera y el odio que me recorrían por dentro aunándose en aquel golpe que sin duda quizás me dolió a mí más que a él, pero que le giró el rostro y le escupí acto seguido manchando su rostro con mi sangre, alejándome de él un par de pasos. Me dolía el labio, me dolía horrores la mandíbula y sobre todo el cuello… pronto seguro que me salía un moratón por el golpe, pero frente a él no iba a hacer ninguna muestra de que me doliera aunque por dentro rabiara del dolor que sentía.
-Vete a la maldita y jodida mierda, Joe Black –le espeté volviendo a retroceder un par de pasos- vuelve a tú puto infierno con tus miedos, tus máscaras y tú gran debilidad… huye como siempre haces, como el gran cobarde que eres -¿volver con él? Ni. De. Coña. Me giré limpiando con el dorso de mi mano la sangre que pudiera haber en mis labios, cogí los zapatos que estaban junto a la manta extendida en el suelo, una de las botellas de alcohol y la abrí dando un trago notando que escocía la maldita herida que llevaba y que por el sabor supe reconocer como bourbon. Me alejé sin mirar atrás y sin importarme si seguía parado o se había montado sobre su caballo para irse o no… la verdad es que en esos momento no me importaba absolutamente nada lo que hiciera, seguí alejándome sintiendo la hierba fresca de la noche bajo mis pies descalzos con cada paso hasta que me senté frente a la orilla del lago, con la luna iluminándolo todo, reflejada en sus oscuras aguas perdiendo mi vista en el lugar, intentando calmarme, intentando poner mi mente en orden que en ese momento era un maldito caos, de pensamientos, de acontecimientos, de sentimientos...
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Se zafó de mí agarré mandándome a la mierda, podía notar la ira en sus ojos me odiaba y en parte no la culpaba.
Rugí malhumorado al verla alejarse de mi, desobedeciendome nuevamente cogiendo una botella para sentarse a la orilla del lago para beber.
-He dicho que nos vamos -rugí caminando nuevamente hacia ella.
Tiré de su brazo para levantarla, pero de nuevo lo apartó tirando con fuerza para que no pudiera tomarla.
-Si bebes no podré llevarte a casa ¿quieres que tus padres te vean ebria? -gruñí. No quería pasar la noche con ella, no después de lo acorralado que me sentía por sus palabras.
Guardé silencio, la noche se había truncado, no estaba preparado para esto, ero sabia como actuar, reaccionar.
Una parte de mi quería coger la montura y huir, largarme de allí y olvidarla, olvidar que un día entro en mi vida arrasándolo todo.
Otra permanecía inmóvil con mis ojos rojos fuego anclados en su espalda viéndola beber sin saber muy bien que hacer.
No podía dejarla era mi responsabilidad y podría pasarle cualquier cosa si lo hacia.
Dejé escapar el aire frustrado, le arrebaté la botella y tome asiento a su lado empezando a beber, a fin de cuentas ¿que mas podía hacer?
-¿podemos darnos una tregua? -pedí sin mirarla.
Di un nuevo trago de la botella, tampoco sabia que palabras utilizar, pedir perdón no iba con los Black, no iba a disculparme, no cuando ella había llevado a la bestia al limite, quería verla y ahora no podía quejarse de las consecuencias.
-Te daré mi sangre, el labio cerrará y podre dejarte en tu casa, mas tranquilos, menos ebrios podremos hablar.
Seguía tratando de huir, esa era mi especialidad, no la miré en ningún momento, ver su labio sangrar, sentir el olor de su sangre, ser el causante de su dolor era difícil de asumir en este momento para mi.
En este momento no sabia como actuar, estaba bloqueado, perdido, ella enfadada conmigo y yo solo quería escapar.
-Déjame llevarte a casa -pedí con rabia
Di otro trago de la botella, me relamí los labios apurando su sabor.
-Se llamaba Celine, la conocí cuando llegue a París era una niña rica enjaulada o al menos eso era lo que yo pensaba.
Ella decía haberse enamorado de mi, no se porque la creí, no se ama a una bestia.
La historia es larga, bastante patética y no veo en que puede interesarte saberla.
Aprendí que mi padre tenia razón, el amor te humaniza, te hace débil y vulnerable, por eso no siento nada -mentí de nuevo en mi ultima afirmación, pero a veces camuflar una mentira entre las verdades mas absolutas era efectivo
-Y ahora que te he contado eso que querías oír, voy a llevarte a casa -afirme con rotundidad, quería huir de ella, de alli.
Rugí malhumorado al verla alejarse de mi, desobedeciendome nuevamente cogiendo una botella para sentarse a la orilla del lago para beber.
-He dicho que nos vamos -rugí caminando nuevamente hacia ella.
Tiré de su brazo para levantarla, pero de nuevo lo apartó tirando con fuerza para que no pudiera tomarla.
-Si bebes no podré llevarte a casa ¿quieres que tus padres te vean ebria? -gruñí. No quería pasar la noche con ella, no después de lo acorralado que me sentía por sus palabras.
Guardé silencio, la noche se había truncado, no estaba preparado para esto, ero sabia como actuar, reaccionar.
Una parte de mi quería coger la montura y huir, largarme de allí y olvidarla, olvidar que un día entro en mi vida arrasándolo todo.
Otra permanecía inmóvil con mis ojos rojos fuego anclados en su espalda viéndola beber sin saber muy bien que hacer.
No podía dejarla era mi responsabilidad y podría pasarle cualquier cosa si lo hacia.
Dejé escapar el aire frustrado, le arrebaté la botella y tome asiento a su lado empezando a beber, a fin de cuentas ¿que mas podía hacer?
-¿podemos darnos una tregua? -pedí sin mirarla.
Di un nuevo trago de la botella, tampoco sabia que palabras utilizar, pedir perdón no iba con los Black, no iba a disculparme, no cuando ella había llevado a la bestia al limite, quería verla y ahora no podía quejarse de las consecuencias.
-Te daré mi sangre, el labio cerrará y podre dejarte en tu casa, mas tranquilos, menos ebrios podremos hablar.
Seguía tratando de huir, esa era mi especialidad, no la miré en ningún momento, ver su labio sangrar, sentir el olor de su sangre, ser el causante de su dolor era difícil de asumir en este momento para mi.
En este momento no sabia como actuar, estaba bloqueado, perdido, ella enfadada conmigo y yo solo quería escapar.
-Déjame llevarte a casa -pedí con rabia
Di otro trago de la botella, me relamí los labios apurando su sabor.
-Se llamaba Celine, la conocí cuando llegue a París era una niña rica enjaulada o al menos eso era lo que yo pensaba.
Ella decía haberse enamorado de mi, no se porque la creí, no se ama a una bestia.
La historia es larga, bastante patética y no veo en que puede interesarte saberla.
Aprendí que mi padre tenia razón, el amor te humaniza, te hace débil y vulnerable, por eso no siento nada -mentí de nuevo en mi ultima afirmación, pero a veces camuflar una mentira entre las verdades mas absolutas era efectivo
-Y ahora que te he contado eso que querías oír, voy a llevarte a casa -afirme con rotundidad, quería huir de ella, de alli.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Me alejé del vampiro poniendo distancia entre nosotros sintiendo que el labio me dolía por la herida que llevaba, pero la mandíbula y el cuello era lo que más dolía de aquel golpe, así también como mí orgullo al haberme visto derribada de esa forma por el vampiro, golpeada… aunque le hubiera devuelto el golpe eso no bastaba para toda la rabia, la ira, la frustración y el odio que me recorrían y carcomían por dentro. Cogí la botella y di un trago para sisear levemente por el picor y el ardor con el labio, una botella de bourbon que pude identificar por el sabor ya que no había reparado de qué era exactamente. Caminé hasta llegar a la orilla de la laguna y sentarme notando que la punta de mis pies rozaban la orilla y se podían mojar si así lo quería, le hice un gesto bastante obsceno y maleducado al vampiro cuando me repitió de nuevo que nos íbamos de allí… pero estaba equivocado, yo no iba a irme de allí en esos momentos, y menos con él.
Cogió mi brazo para intentar tirar de mí y levantarme de nuevo pero me zafé de su agarre y volví a beber sin mirarlo, cabreada por todo en esos momentos, como si estuviera a punto de estallar y no supiera de qué forma. Volví a beber de nuevo dando un trago largo cuando dijo que si bebía no podría llevarme a casa porque no quería llevarme ebria, mis ojos se desviaron hacia los suyos que seguían rojos como los había dejado, lo desafié y le reté con la mirada, oscura, como dos dagas que se clavaran frías y oscuras sobre él. Cogí la botella, se la enseñé para que la viera bien con esos ojos rojos que tenía y la sacudí un poco como si quisiera decirle “mírame si puedo”, y volví a dar un trago largo para de un golpe seco dejar la botella sobre la hierba y mirar de nuevo el paisaje que tenía frente a mí, notando como el licor bajaba por mi garganta quemándola, igual que quemaba mi labio, igual que quemaba mi interior en esos momentos.
-¿Qué más te da a ti cómo me vean mis padres? Eso es problema mío –le espeté sin mirarlo todavía, no tenía ganas de verlo y quería se largara, que hiciera aquello que siempre hacía que era huir de todo cuando se sentía acorralado, no lo quería allí y al parecer se negaba en complacerme en eso. Optó por quedarse tras un rato en el que se quedó callado en el que podía sentir su mirada sobre mí, pero no me giré para contemplarlo en ningún momento. Me quitó la botella y le dio un trago sentándose a mi lado, dijo si podíamos darnos una tregua y sinceramente… me reí por aquello, todo cuanto decía me hacía pensar que quería salir huyendo de allí pero que no sabía cómo hacerlo- ¿una tregua… de qué? –Pregunté sin mirarlo, era cierto que quien más motivos tenía para estar enfadado era él puesto que yo lo había empujado a ese límite, de esa forma en la que había hecho que el vampiro estallara como lo había hecho y que reaccionara así… pero estaba enfadada, por el golpe, porque no me contestara, porque no sabía exactamente qué era lo que debía de pensar o sentir en esos momentos… estaba enfadada con él y a la vez conmigo mismo, en una lucha constante- No quiero tú sangre –espeté sin mirarlo todavía, no quería que me curara con su sangre, la herida no revestía gravedad y de alguna forma si aquello le dolía, si ver mi herida le hacía daño… la dejaría como recordatorio, que cada vez que la viera se acordara de esa noche y de lo que había pasado, recordándole así lo cobarde que había sido y lo sucedido entre los dos- ¿hablar? –Casi me reí por aquellas palabras cogiendo la botella que tenía quitándosela y dándole un trago largo para dejarla entre los dos de nuevo- ahora la que no quiere hablar soy yo –estaba siendo cabezota, terca, testaruda e incluso un poco infantil si quería decirlo… pero se olvidaba que yo también era una persona sumamente orgullosa, muchas veces el orgullo me había podido y en esa ocasión no iba a ser menos. No tenía nada de qué hablar con él en esos momentos, ya había escuchado suficiente por esa noche y ni siquiera le contesté cuando de nuevo pidió que dejara llevarme a casa- eres libre de irte cuando quieras, pero yo no me voy a mover de aquí –bastante era que lo tenía a mí lado en esos momentos, porque no sabía exactamente en qué se basaba mi enfado, necesitaba pensar, aclararme… aunque de alguna forma no quería hacerlo, prefería seguir de esa forma sin saber nada y vivir en la ignorancia, que era como mejor se vivía.
No lo miré cuando comenzó a hablar sobre lo que le había dicho, me contó sobre su anterior prometida y cómo se llamaba, cómo pensaba que era un pájaro enjaulado y que se había enamorado de él… emití una risa corta cuando dijo que no se amaba a una bestia. Que la historia era larga y patética y que no sabía por qué querría saberla… la verdad es que yo tampoco, pero sabía que era la clave para llegar al fondo de la cuestión, a esas verdades a medias que decía el vampiro, a los silencios de los que era dueño y no decía… esclavo de sus palabras como una vez me había dicho. Entendía por qué se había cambiado con Assur, porque él lo veía como a alguien débil por estar enamorado de la vampira, porque según él no podría aguantar porque amar a alguien te humanizaba… el vampiro había aprendido que eso te hacía débil y que podían herirte por ello. Decía contarme lo que quería oír pero la verdad es que todavía no lo había hecho, aún le quedaban cosas que contestarme aunque ahora entendía ciertas cosas. Todo por una mujer que amó y lo abandonó.
-Ni de lejos me has respondido a todo lo que te he preguntado –aún habían cosas que no me había dado respuesta, él sabía las que eran, no se las iba a repetir dos veces. Giré mi rostro para verlo, mi lengua recorrió el lugar donde tenía la herida en el labio y fijé mis ojos que brillaban no solo por la luz de la luna, sino por el fuego que llevaba en mi interior y que me quemaba y consumía con fuerza en los suyos rojos- ¿te sientes bien con las mentiras, cómodo? ¿Te las llegas a creer o solo las dices para que el resto se las crean mientras tú sabes que estás mintiendo? No te culpo, un buen demonio siempre sabe cómo mentir y llevar al engaño… pero es difícil mentir y engañar a otro demonio que esté frente a ti. Engáñate a ti mismo todo lo que quieras, pero a mí no consigues engañarme –rodeé con mis brazos mis rodillas pegando mis piernas a mi cuerpo- ¿nunca te dijeron que “amar es darle a alguien el poder de lastimarte”? –Lo miré de forma fija- Ah, querido demonio… eso deberías de haberlo sabido por ti mismo –hice una leve pausa- ¿pero tampoco te dijeron que “también es darle a ese alguien la capacidad de hacerte feliz”? –Me mordí el labio olvidándome por un momento que tenía la herida y siseé por ello, siempre solía recitarle pasajes apocalípticos sin embargo esa vez no lo hice- “¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de un hombre una bestia, y otras, de un una bestia un hombre” –lo miré de forma fija unos segundos- no solo leo pasajes apocalípticos, también leo obras de Shakespeare –mi mirada fue entonces hacia la laguna de nuevo y lancé un suspiro. No quería irme de allí y no quería ir a casa tampoco, no como estaba, no con las emociones bullendo en mi interior- no me apetece irme a casa, Joe –reconocí mirando la luna llena que brillaba sobre nosotros y que nos bañaba- aún no me siento lo bastante ebria como para pasar de todo y dejar de pensar –lo que claramente no iba a decirle era en qué estaba pensando, al igual que él yo también tenía mis silencios. Sabía que la noche se había truncado por yo haber preguntado, pero me había retado y desafiado desde que había entrado por la puerta de su casa junto a Nim y no había podido evitar ahondar en la herida, llegar al por qué de todo… pero quedándome a un margen, o intentando quedarme a un margen como estaba consiguiendo por ese momento. Cogí la botella de nuevo y di un trago tan largo que sentí que me faltaba el aliento, la dejé en el suelo esperando que hiciera efecto y comencé a quitarme el vestido notando que el alcohol comenzaba a hacer efecto, me quedé desnuda y cogiendo la botella quitándosela de las manos me adentré en las oscuras aguas del lago, bebiendo de la botella, sin que ninguno nos diéramos cuenta que yo a veces… también huía aunque fuera menos evidente en esos momentos.
Cogió mi brazo para intentar tirar de mí y levantarme de nuevo pero me zafé de su agarre y volví a beber sin mirarlo, cabreada por todo en esos momentos, como si estuviera a punto de estallar y no supiera de qué forma. Volví a beber de nuevo dando un trago largo cuando dijo que si bebía no podría llevarme a casa porque no quería llevarme ebria, mis ojos se desviaron hacia los suyos que seguían rojos como los había dejado, lo desafié y le reté con la mirada, oscura, como dos dagas que se clavaran frías y oscuras sobre él. Cogí la botella, se la enseñé para que la viera bien con esos ojos rojos que tenía y la sacudí un poco como si quisiera decirle “mírame si puedo”, y volví a dar un trago largo para de un golpe seco dejar la botella sobre la hierba y mirar de nuevo el paisaje que tenía frente a mí, notando como el licor bajaba por mi garganta quemándola, igual que quemaba mi labio, igual que quemaba mi interior en esos momentos.
-¿Qué más te da a ti cómo me vean mis padres? Eso es problema mío –le espeté sin mirarlo todavía, no tenía ganas de verlo y quería se largara, que hiciera aquello que siempre hacía que era huir de todo cuando se sentía acorralado, no lo quería allí y al parecer se negaba en complacerme en eso. Optó por quedarse tras un rato en el que se quedó callado en el que podía sentir su mirada sobre mí, pero no me giré para contemplarlo en ningún momento. Me quitó la botella y le dio un trago sentándose a mi lado, dijo si podíamos darnos una tregua y sinceramente… me reí por aquello, todo cuanto decía me hacía pensar que quería salir huyendo de allí pero que no sabía cómo hacerlo- ¿una tregua… de qué? –Pregunté sin mirarlo, era cierto que quien más motivos tenía para estar enfadado era él puesto que yo lo había empujado a ese límite, de esa forma en la que había hecho que el vampiro estallara como lo había hecho y que reaccionara así… pero estaba enfadada, por el golpe, porque no me contestara, porque no sabía exactamente qué era lo que debía de pensar o sentir en esos momentos… estaba enfadada con él y a la vez conmigo mismo, en una lucha constante- No quiero tú sangre –espeté sin mirarlo todavía, no quería que me curara con su sangre, la herida no revestía gravedad y de alguna forma si aquello le dolía, si ver mi herida le hacía daño… la dejaría como recordatorio, que cada vez que la viera se acordara de esa noche y de lo que había pasado, recordándole así lo cobarde que había sido y lo sucedido entre los dos- ¿hablar? –Casi me reí por aquellas palabras cogiendo la botella que tenía quitándosela y dándole un trago largo para dejarla entre los dos de nuevo- ahora la que no quiere hablar soy yo –estaba siendo cabezota, terca, testaruda e incluso un poco infantil si quería decirlo… pero se olvidaba que yo también era una persona sumamente orgullosa, muchas veces el orgullo me había podido y en esa ocasión no iba a ser menos. No tenía nada de qué hablar con él en esos momentos, ya había escuchado suficiente por esa noche y ni siquiera le contesté cuando de nuevo pidió que dejara llevarme a casa- eres libre de irte cuando quieras, pero yo no me voy a mover de aquí –bastante era que lo tenía a mí lado en esos momentos, porque no sabía exactamente en qué se basaba mi enfado, necesitaba pensar, aclararme… aunque de alguna forma no quería hacerlo, prefería seguir de esa forma sin saber nada y vivir en la ignorancia, que era como mejor se vivía.
No lo miré cuando comenzó a hablar sobre lo que le había dicho, me contó sobre su anterior prometida y cómo se llamaba, cómo pensaba que era un pájaro enjaulado y que se había enamorado de él… emití una risa corta cuando dijo que no se amaba a una bestia. Que la historia era larga y patética y que no sabía por qué querría saberla… la verdad es que yo tampoco, pero sabía que era la clave para llegar al fondo de la cuestión, a esas verdades a medias que decía el vampiro, a los silencios de los que era dueño y no decía… esclavo de sus palabras como una vez me había dicho. Entendía por qué se había cambiado con Assur, porque él lo veía como a alguien débil por estar enamorado de la vampira, porque según él no podría aguantar porque amar a alguien te humanizaba… el vampiro había aprendido que eso te hacía débil y que podían herirte por ello. Decía contarme lo que quería oír pero la verdad es que todavía no lo había hecho, aún le quedaban cosas que contestarme aunque ahora entendía ciertas cosas. Todo por una mujer que amó y lo abandonó.
-Ni de lejos me has respondido a todo lo que te he preguntado –aún habían cosas que no me había dado respuesta, él sabía las que eran, no se las iba a repetir dos veces. Giré mi rostro para verlo, mi lengua recorrió el lugar donde tenía la herida en el labio y fijé mis ojos que brillaban no solo por la luz de la luna, sino por el fuego que llevaba en mi interior y que me quemaba y consumía con fuerza en los suyos rojos- ¿te sientes bien con las mentiras, cómodo? ¿Te las llegas a creer o solo las dices para que el resto se las crean mientras tú sabes que estás mintiendo? No te culpo, un buen demonio siempre sabe cómo mentir y llevar al engaño… pero es difícil mentir y engañar a otro demonio que esté frente a ti. Engáñate a ti mismo todo lo que quieras, pero a mí no consigues engañarme –rodeé con mis brazos mis rodillas pegando mis piernas a mi cuerpo- ¿nunca te dijeron que “amar es darle a alguien el poder de lastimarte”? –Lo miré de forma fija- Ah, querido demonio… eso deberías de haberlo sabido por ti mismo –hice una leve pausa- ¿pero tampoco te dijeron que “también es darle a ese alguien la capacidad de hacerte feliz”? –Me mordí el labio olvidándome por un momento que tenía la herida y siseé por ello, siempre solía recitarle pasajes apocalípticos sin embargo esa vez no lo hice- “¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de un hombre una bestia, y otras, de un una bestia un hombre” –lo miré de forma fija unos segundos- no solo leo pasajes apocalípticos, también leo obras de Shakespeare –mi mirada fue entonces hacia la laguna de nuevo y lancé un suspiro. No quería irme de allí y no quería ir a casa tampoco, no como estaba, no con las emociones bullendo en mi interior- no me apetece irme a casa, Joe –reconocí mirando la luna llena que brillaba sobre nosotros y que nos bañaba- aún no me siento lo bastante ebria como para pasar de todo y dejar de pensar –lo que claramente no iba a decirle era en qué estaba pensando, al igual que él yo también tenía mis silencios. Sabía que la noche se había truncado por yo haber preguntado, pero me había retado y desafiado desde que había entrado por la puerta de su casa junto a Nim y no había podido evitar ahondar en la herida, llegar al por qué de todo… pero quedándome a un margen, o intentando quedarme a un margen como estaba consiguiendo por ese momento. Cogí la botella de nuevo y di un trago tan largo que sentí que me faltaba el aliento, la dejé en el suelo esperando que hiciera efecto y comencé a quitarme el vestido notando que el alcohol comenzaba a hacer efecto, me quedé desnuda y cogiendo la botella quitándosela de las manos me adentré en las oscuras aguas del lago, bebiendo de la botella, sin que ninguno nos diéramos cuenta que yo a veces… también huía aunque fuera menos evidente en esos momentos.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Se comportaba como una niña pequeña, le daba igual lo que yo le pedía, creo que solo quería desquiciarme mas todavía ¿no entendía que frente a ella tenia a un demonio pendenciero al que le enseñaron a borrar todo rastro de humanidad ¿no era capaz de ver ante sus ojos que no había un hombre si no una bestia de ojos rojos que enfurecida podría llegar en un arrebato a acabar con su vida?
Yo bebía para aplacar mi frustración, mis miedos, solo quería salir corriendo el problema es que ella me anclaba a ese lago de un modo que no entendía.
Una parte de mi hubiera montado sobre el espectro, sin mirar atrás hubiera desaparecido como ella misma me pedía que hiciera.
Sin embargo allí seguía, sentado en la misma orilla que ella mirando las mismas aguas devorarnos hacia sus profundidades era incapaz de mantenerme a flote aquella noche y ella era la única culpable.
-¿Por que te empeñas en complicar las cosas? -pregunté plagado de ira.
Era cierto, todo estaba claro entre nosotros, ella no quería este matrimonio pero lo aceptaba porque yo ayudaba económicamente a sus padres, me odiaba, me quería muerto y yo disfrutaba de ese sentimiento, no podía ser amado pero si odiado.
¿Por que tantas preguntas? Para odiar solo tenia que seguir el mismo camino marcado. Vale que nuestros demonios se necesitaban ¿pero cambiaba eso algo?
“Ni de lejos has respondido a todo lo que te he preguntado”
Rugí de nuevo fuera de mi.
-¿te has planteado que eso es por que no quiero? Soy dueño de mis silencios y esclavo de mis palabras -le recordé entre bufidos.
Ladeé la sonrisa ¿cómodo con mis mentiras? Estaba cómodo con mis silencios no con mis mentiras, para pronunciar una mentira tenia que decir una medio verdad y para mi eso era ya un reto difícil de asimilar.
Odiaba que me conociera tan bien, que fuera capaz de llegar a mi alma y destrozarla, odiaba esta noche, odiaba en l oque me había convertido ante sus ojos y me odiaba a mi mismo porque me sentía muy pequeño en este momento.
-El amor nunca te hace feliz y si lo hace es algo tan efímero, es como una droga, te alza por las nubes y cuando estar rozándolas te das cuenta que esa mano que te aferraba te suelta y caes en picado hacia el vació.
No te das cuneta te ofrezco una vida sin eso, sin caídas al vació ¿disfrutaste la otra noche? ¿lo haces cuando me cuelo entre tus piernas? Nunca te has sentido tan plena como desde que eres mi prometida ¿entonces? ¿cual es el maldito problema?
No lo entendía, le daba vueltas a mi cabeza tratado de entender por que quería saber, por que quería llegar hasta un punto que yo no estaba dispuesto a admitir, contarle la verdad me haría débil, le daría armas con las que enfrentarme, así era todo inmensamente mas fácil.
Sus ojos en los míos mientras me recitaba a Shakespeare, ladeé la sonrisa con cierta picardia.
-Cambien mi frase la pronuncia él en sus escritos ¿quizás no se equivoca?
Mis ojos en los suyos, de nuevo esa atracción que nos consume por dentro.
Se alza, la ropa cae ligera sobre la hierba y mis ojos no pueden dejar de contemplar tanta belleza.
No quiere volver a su casa, ni yo seguir con este tema, solo nos queda la loca idea de una tregua.
Se pierde en las mortecinas aguas, imito su gesto y me despojo de la ropa, no así de las mascaras, no tardo en colisionar con su cuerpo, su espalda contra mi pecho, mis manso la atraen buscando un minuto de paz.
-Hagamos una cosa -susurré en su oído dejando que mi aliento la acunara junto al viento – tras nosotros hay una gruta, pasemos allí la noche. Es un acto de fe ciega pues a mi me atrapará el día.
No dormiremos juntos pero estoy dispuesto a ceder en hacerlo en el mismo recinto ¿que me dices? -pregunté mientras mis manso bajaban por su vientre para perderse en las profundidades.
Cerré los ojos dejándome embriagar por su olor, necesitaba tomarla, desfogame y mi hombría contra su espalda delataba que ese y no otro era mi único modo de solucionar los conflictos.
Yo bebía para aplacar mi frustración, mis miedos, solo quería salir corriendo el problema es que ella me anclaba a ese lago de un modo que no entendía.
Una parte de mi hubiera montado sobre el espectro, sin mirar atrás hubiera desaparecido como ella misma me pedía que hiciera.
Sin embargo allí seguía, sentado en la misma orilla que ella mirando las mismas aguas devorarnos hacia sus profundidades era incapaz de mantenerme a flote aquella noche y ella era la única culpable.
-¿Por que te empeñas en complicar las cosas? -pregunté plagado de ira.
Era cierto, todo estaba claro entre nosotros, ella no quería este matrimonio pero lo aceptaba porque yo ayudaba económicamente a sus padres, me odiaba, me quería muerto y yo disfrutaba de ese sentimiento, no podía ser amado pero si odiado.
¿Por que tantas preguntas? Para odiar solo tenia que seguir el mismo camino marcado. Vale que nuestros demonios se necesitaban ¿pero cambiaba eso algo?
“Ni de lejos has respondido a todo lo que te he preguntado”
Rugí de nuevo fuera de mi.
-¿te has planteado que eso es por que no quiero? Soy dueño de mis silencios y esclavo de mis palabras -le recordé entre bufidos.
Ladeé la sonrisa ¿cómodo con mis mentiras? Estaba cómodo con mis silencios no con mis mentiras, para pronunciar una mentira tenia que decir una medio verdad y para mi eso era ya un reto difícil de asimilar.
Odiaba que me conociera tan bien, que fuera capaz de llegar a mi alma y destrozarla, odiaba esta noche, odiaba en l oque me había convertido ante sus ojos y me odiaba a mi mismo porque me sentía muy pequeño en este momento.
-El amor nunca te hace feliz y si lo hace es algo tan efímero, es como una droga, te alza por las nubes y cuando estar rozándolas te das cuenta que esa mano que te aferraba te suelta y caes en picado hacia el vació.
No te das cuneta te ofrezco una vida sin eso, sin caídas al vació ¿disfrutaste la otra noche? ¿lo haces cuando me cuelo entre tus piernas? Nunca te has sentido tan plena como desde que eres mi prometida ¿entonces? ¿cual es el maldito problema?
No lo entendía, le daba vueltas a mi cabeza tratado de entender por que quería saber, por que quería llegar hasta un punto que yo no estaba dispuesto a admitir, contarle la verdad me haría débil, le daría armas con las que enfrentarme, así era todo inmensamente mas fácil.
Sus ojos en los míos mientras me recitaba a Shakespeare, ladeé la sonrisa con cierta picardia.
-Cambien mi frase la pronuncia él en sus escritos ¿quizás no se equivoca?
Mis ojos en los suyos, de nuevo esa atracción que nos consume por dentro.
Se alza, la ropa cae ligera sobre la hierba y mis ojos no pueden dejar de contemplar tanta belleza.
No quiere volver a su casa, ni yo seguir con este tema, solo nos queda la loca idea de una tregua.
Se pierde en las mortecinas aguas, imito su gesto y me despojo de la ropa, no así de las mascaras, no tardo en colisionar con su cuerpo, su espalda contra mi pecho, mis manso la atraen buscando un minuto de paz.
-Hagamos una cosa -susurré en su oído dejando que mi aliento la acunara junto al viento – tras nosotros hay una gruta, pasemos allí la noche. Es un acto de fe ciega pues a mi me atrapará el día.
No dormiremos juntos pero estoy dispuesto a ceder en hacerlo en el mismo recinto ¿que me dices? -pregunté mientras mis manso bajaban por su vientre para perderse en las profundidades.
Cerré los ojos dejándome embriagar por su olor, necesitaba tomarla, desfogame y mi hombría contra su espalda delataba que ese y no otro era mi único modo de solucionar los conflictos.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Lejos de hacer lo que le había pedido que era que se marchara de allí puesto que era libre de hacer lo que quisiera en ese momento, se quedó sentándose a mí lado, como si le importara que llegara a casa ebria… bueno, ese claramente era mi problema y no el suyo. Al igual que yo tampoco le hacía caso en lo que me pedía y parecía que los dos no íbamos a ceder de nuevo ante el otro, como en la eterna lucha y desafío que siempre teníamos el uno con el otro y que nos llevaba a diversas situaciones, totalmente diferentes la una de la otra que nos hacía ir a distintos finales, era imposible predecir cómo iba a acabar una noche cada vez que nos veíamos porque se presentaban ante nosotros mil escenarios diferentes, mil caminos que tomar para llegar casi siempre a un mismo final: al baile en el infierno de nuestros cuerpos.
Su pregunta de por qué complicaba las cosas me hizo sonreír de lado, porque yo misma era una complicación en sí misma. Yo era así y era algo que él ya debería de entender y de comprender, no era fácil, no era sencillo porque como él era un mismo demonio que se movía mejor por ciertos aspectos y en ciertas situaciones… como cuando había escavado en lo más profundo de su ser para dar con la herida que tenía aquel vampiro escondida en su interior, porque sabía bien lo que hacer para herir y hacer daño, porque me sentía más cómoda en ese aspecto mientras yo me quedaba a un margen de todo y exponía su alma al completo… porque así era Lilith; así era yo. No contesté a su pregunta directamente porque para él todo lo hacía más complicado, solo había querido averiguar unas cosas y él me devolvía de esa forma las cosas. Notaba su ira fluyendo por su cuerpo y en sus palabras, sin mirarlo podía notarlo perfectamente.
-Porque yo misma soy complicada Joe, ya te dije una vez que era caos… y es en el caos en donde mejor me muevo –le quité de nuevo la botella y di un trago mientras le volvía a repetir que no me había contestado a todas las cosas que le había dicho, pero él volvió a atacarme de nuevo con esa frase que se convertía de alguna forma en su lema, esa que siempre decía y que bien conocía no solo de él sino del mismo del que había recitado esas palabras que le había dirigido mirándole, sobre el amor y lo que podía hacer en un hombre… o en una bestia. Él decía y alegaba que el amor era efímero y que no duraba nada, que era como una droga que te hacía sentir volar pero que luego te dabas cuenta de que quien sostenía tú mano te la soltaba para dejarte caer al vacío… que el amor te hacía débil y humano y si algo sabía es que el vampiro no quería ni ser débil ni ser humano, porque por esas mismas razones se había intercambiado con Assur. Claramente en sus palabras pude descifrar que hablaba desde su situación, de lo que le había pasado con el anterior compromiso del cual no sabía mucho y por el que me había ganado una hostia cuando toqué su herida más grande, una de la que en esos momentos me había dado cuenta que el vampiro no tenía cerrada, de la que todavía seguía supurando. Decía que él me ofrecía una vida sin caídas al vacío como él había sentido, la cuestión era que aunque nunca me había enamorado ni había sentido lo que era el amor en mi vida –porque el platónico no lo contaba- siempre había pensado que llegaría mi momento, no lo buscaba ni lo deseaba en esos momentos pero también era cierto que era joven y que aún tenía mucha vida por delante- ¿Y solo por eso ya es mejor? Una vida sin peligros, una vida donde no te puedan herir porque una vez te hirieron y no quieres que vuelva a pasarte de nuevo… al menos no herirte de esa forma. “Las heridas que no se ven son las más profundas” –alegué volviendo a recital una frase de Shakespeare- el tiempo lo cura todo y no entiendo como alguien que tiene una vida eterna por delante puede tener miedo de volver a sentir, ya estás muerto pero te empeñas en no vivir la vida eterna que tienes por delante… eres como un cascarón vacío por dentro –lo miré de forma fija- ¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido –no hice mayor comentario, asentí cuando me preguntó si había disfrutado la otra noche, asentí cuando dijo si disfrutaba cuando me poseía de esa forma porque no era mentira alguna, también era igual de cierto que no me había sentido así nunca y no podía negárselo pero… no iba a responderle cuál era el maldito y jodido problema- dueña de mis silencios, y esclava de mis palabras Joe –comenté con una sonrisa ladina sin decirle nada más, quitándome la ropa quedándome desnuda para adentrarme en las aguas de aquel lago con la botella en la mano bebiendo de ella intentando no pensar en nada más.
Claro que no iba a decirle cuál era el problema o cual era el principio del mismo, si él tenía silencios y cosas que callar yo no iba a ser menos y también tendría los míos. Porque no iba a decirle que empezaba a sospechar que comenzaba a engancharme de aquello que teníamos, como lo único que me daba vida, y que por esa misma razón odiaba y me enervaba el hecho de que se hubiera cambiado con su hermano, ahí había acertado de pleno pero… no le iba a decir nada. No pasaron ni tres minutos cuando sentí al vampiro pegado a mi espalda, pasando su brazo por mi cintura para pegar su pecho a mi espalda mientras daba otro trago a la botella notando mi pelo mojado, la leve brisa que corría por el lugar, la piel del vampiro pegada a mi cuerpo y que me calentaba frente a la temperatura de las aguas.
Me propone de hacer algo y sentí su aliento rozar mi oreja y quedo a la espera de saber qué va a proponerme, sin saber si voy a aceptar o mandarlo de nuevo a la mierda. Yo no quiero irme, él no quiere seguir la conversación y solo nos queda esa tregua que ha mencionado antes. Dijo que había una gruta cerca de nosotros y que podríamos pasar allí la noche, mis ojos lo miraron ladeando mi rostro para observarlo, me pregunté cómo es que sabía de la gruta pero la respuesta llegó clara y sabía la respuesta. Sigue diciendo que es un acto de fe, que el día lo atrapará allí y me preguntó por qué haría algo como eso, o qué cambiaría ese hecho. No entendí su propuesta para nada, no entendía qué cambiaría el hecho de dormir en la gruta y dejar que el día lo atrapara… no entendía nada.
-Ya conocías este lugar –no pregunté, lo afirmé ladeando mi rostro para observar sus ojos rojos- ¿qué cambiaría eso? Es más, ¿por qué te arriesgarías a quedarte encerrado todo el día? Te dije una vez que si quería matarte no lo haría a traición, lo haría de frente para que vieras mi rostro antes de morir Joe… no voy a jugar sucio ante alguien que me puede presentar batalla –me callé cuando sentí sus manos descender por mi vientre en una lenta caricia, abrasándome con su tacto. No quería ceder ante él en esos momentos pero era imposible no hacerlo cuando cada vez que tocaba mi cuerpo este reaccionaba de esa manera frente al suyo, me calentaba sin poder evitarlo como si lo buscara, como si nos buscáramos de forma inconsciente. Cerré los ojos notando su miembro contra mi espalda evidenciando como estaba el vampiro en esos momentos, mi cabeza cayó hacia atrás recostándose en su hombro y mi cuerpo se arqueó ante sus manos por mi cuerpo, entreabrí mis labios por lo que sentía y llevé la botella a mi boca para ir acabando con lo que quedaba de ella, entre los dos nos la estábamos bebiendo entera y comenzaba a notar los efectos de ello- acepto –fue lo único que dije llevando la otra mano hacia atrás enredándola en su pelo notando sus labios recorrer mi cuello, un jadeo escapó de los míos y le tendí la botella para que bebiera o hiciera lo que quisiera con ella. Una de mis manos cogió una de las suyas y la subí hasta que esta abarcó mi pecho para dejarla allí, la otra suya se perdió por mi sexo acariciándolo y recorriéndolo y me mordí el labio moviendo mis caderas, separando mis piernas para darle mejor acceso y que un gemido escapara de mis labios por ello. Nuestros labios se rozaron mezclando nuestros alientos, el mío cálido, el suyo gélido y mi otra mano buscó también su miembro para darle placer como él me daba a mí- Joe –murmuré en un jadeo de placer ante lo que me hacía calentándome, excitándome, haciendo que quisiera más de él como siempre pasaba cuando nos encontrábamos de esa forma. Mis ojos se abrieron para mirarnos de forma fija, sus labios entreabiertos también en una batalla por ver quién cedía antes de los dos y restaba la distancia, nos movíamos contra el otro incapaces de mantenernos quietos en esa lucha que manteníamos. No supe quién de los dos acortó las distancias, si fue él o si fui yo, la cuestión es que nuestros labios se encontraron de forma necesitada y salvaje, a veces me dolía un poco la zona donde tenía la herida en el labio pero no quise que se notara mientras nos devorábamos como si quisiéramos olvidar lo que había pasado pero, de alguna forma, no pudiéramos hacerlo y nuestras manos nos otorgaban placer. Al final el vampiro acabó por girarme de forma violenta contra su cuerpo, nuestros labios se encontraron de nuevo y me alzó de las nalgas haciendo que rodeara su cintura con mis piernas, restregando nuestros sexos notando como su miembro recorría el mío provocándome jadeos placenteros hasta que finalmente se adentró notando como cedía en mi interior poco a poco, arrancándome un gemido de placer por esa sensación hasta que estuvo dentro por completo. Tenía razón en ese sentido, me sentía plena cuando me tomaba de esa forma, moví mi cadera mi mano fue a su nuca y la otra a su pecho donde tenía esa maldita marca mirándolo de forma fija antes de que comenzara a moverse como solo él sabía hacerlo, como solo él me llevaba al infierno.
Su pregunta de por qué complicaba las cosas me hizo sonreír de lado, porque yo misma era una complicación en sí misma. Yo era así y era algo que él ya debería de entender y de comprender, no era fácil, no era sencillo porque como él era un mismo demonio que se movía mejor por ciertos aspectos y en ciertas situaciones… como cuando había escavado en lo más profundo de su ser para dar con la herida que tenía aquel vampiro escondida en su interior, porque sabía bien lo que hacer para herir y hacer daño, porque me sentía más cómoda en ese aspecto mientras yo me quedaba a un margen de todo y exponía su alma al completo… porque así era Lilith; así era yo. No contesté a su pregunta directamente porque para él todo lo hacía más complicado, solo había querido averiguar unas cosas y él me devolvía de esa forma las cosas. Notaba su ira fluyendo por su cuerpo y en sus palabras, sin mirarlo podía notarlo perfectamente.
-Porque yo misma soy complicada Joe, ya te dije una vez que era caos… y es en el caos en donde mejor me muevo –le quité de nuevo la botella y di un trago mientras le volvía a repetir que no me había contestado a todas las cosas que le había dicho, pero él volvió a atacarme de nuevo con esa frase que se convertía de alguna forma en su lema, esa que siempre decía y que bien conocía no solo de él sino del mismo del que había recitado esas palabras que le había dirigido mirándole, sobre el amor y lo que podía hacer en un hombre… o en una bestia. Él decía y alegaba que el amor era efímero y que no duraba nada, que era como una droga que te hacía sentir volar pero que luego te dabas cuenta de que quien sostenía tú mano te la soltaba para dejarte caer al vacío… que el amor te hacía débil y humano y si algo sabía es que el vampiro no quería ni ser débil ni ser humano, porque por esas mismas razones se había intercambiado con Assur. Claramente en sus palabras pude descifrar que hablaba desde su situación, de lo que le había pasado con el anterior compromiso del cual no sabía mucho y por el que me había ganado una hostia cuando toqué su herida más grande, una de la que en esos momentos me había dado cuenta que el vampiro no tenía cerrada, de la que todavía seguía supurando. Decía que él me ofrecía una vida sin caídas al vacío como él había sentido, la cuestión era que aunque nunca me había enamorado ni había sentido lo que era el amor en mi vida –porque el platónico no lo contaba- siempre había pensado que llegaría mi momento, no lo buscaba ni lo deseaba en esos momentos pero también era cierto que era joven y que aún tenía mucha vida por delante- ¿Y solo por eso ya es mejor? Una vida sin peligros, una vida donde no te puedan herir porque una vez te hirieron y no quieres que vuelva a pasarte de nuevo… al menos no herirte de esa forma. “Las heridas que no se ven son las más profundas” –alegué volviendo a recital una frase de Shakespeare- el tiempo lo cura todo y no entiendo como alguien que tiene una vida eterna por delante puede tener miedo de volver a sentir, ya estás muerto pero te empeñas en no vivir la vida eterna que tienes por delante… eres como un cascarón vacío por dentro –lo miré de forma fija- ¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido –no hice mayor comentario, asentí cuando me preguntó si había disfrutado la otra noche, asentí cuando dijo si disfrutaba cuando me poseía de esa forma porque no era mentira alguna, también era igual de cierto que no me había sentido así nunca y no podía negárselo pero… no iba a responderle cuál era el maldito y jodido problema- dueña de mis silencios, y esclava de mis palabras Joe –comenté con una sonrisa ladina sin decirle nada más, quitándome la ropa quedándome desnuda para adentrarme en las aguas de aquel lago con la botella en la mano bebiendo de ella intentando no pensar en nada más.
Claro que no iba a decirle cuál era el problema o cual era el principio del mismo, si él tenía silencios y cosas que callar yo no iba a ser menos y también tendría los míos. Porque no iba a decirle que empezaba a sospechar que comenzaba a engancharme de aquello que teníamos, como lo único que me daba vida, y que por esa misma razón odiaba y me enervaba el hecho de que se hubiera cambiado con su hermano, ahí había acertado de pleno pero… no le iba a decir nada. No pasaron ni tres minutos cuando sentí al vampiro pegado a mi espalda, pasando su brazo por mi cintura para pegar su pecho a mi espalda mientras daba otro trago a la botella notando mi pelo mojado, la leve brisa que corría por el lugar, la piel del vampiro pegada a mi cuerpo y que me calentaba frente a la temperatura de las aguas.
Me propone de hacer algo y sentí su aliento rozar mi oreja y quedo a la espera de saber qué va a proponerme, sin saber si voy a aceptar o mandarlo de nuevo a la mierda. Yo no quiero irme, él no quiere seguir la conversación y solo nos queda esa tregua que ha mencionado antes. Dijo que había una gruta cerca de nosotros y que podríamos pasar allí la noche, mis ojos lo miraron ladeando mi rostro para observarlo, me pregunté cómo es que sabía de la gruta pero la respuesta llegó clara y sabía la respuesta. Sigue diciendo que es un acto de fe, que el día lo atrapará allí y me preguntó por qué haría algo como eso, o qué cambiaría ese hecho. No entendí su propuesta para nada, no entendía qué cambiaría el hecho de dormir en la gruta y dejar que el día lo atrapara… no entendía nada.
-Ya conocías este lugar –no pregunté, lo afirmé ladeando mi rostro para observar sus ojos rojos- ¿qué cambiaría eso? Es más, ¿por qué te arriesgarías a quedarte encerrado todo el día? Te dije una vez que si quería matarte no lo haría a traición, lo haría de frente para que vieras mi rostro antes de morir Joe… no voy a jugar sucio ante alguien que me puede presentar batalla –me callé cuando sentí sus manos descender por mi vientre en una lenta caricia, abrasándome con su tacto. No quería ceder ante él en esos momentos pero era imposible no hacerlo cuando cada vez que tocaba mi cuerpo este reaccionaba de esa manera frente al suyo, me calentaba sin poder evitarlo como si lo buscara, como si nos buscáramos de forma inconsciente. Cerré los ojos notando su miembro contra mi espalda evidenciando como estaba el vampiro en esos momentos, mi cabeza cayó hacia atrás recostándose en su hombro y mi cuerpo se arqueó ante sus manos por mi cuerpo, entreabrí mis labios por lo que sentía y llevé la botella a mi boca para ir acabando con lo que quedaba de ella, entre los dos nos la estábamos bebiendo entera y comenzaba a notar los efectos de ello- acepto –fue lo único que dije llevando la otra mano hacia atrás enredándola en su pelo notando sus labios recorrer mi cuello, un jadeo escapó de los míos y le tendí la botella para que bebiera o hiciera lo que quisiera con ella. Una de mis manos cogió una de las suyas y la subí hasta que esta abarcó mi pecho para dejarla allí, la otra suya se perdió por mi sexo acariciándolo y recorriéndolo y me mordí el labio moviendo mis caderas, separando mis piernas para darle mejor acceso y que un gemido escapara de mis labios por ello. Nuestros labios se rozaron mezclando nuestros alientos, el mío cálido, el suyo gélido y mi otra mano buscó también su miembro para darle placer como él me daba a mí- Joe –murmuré en un jadeo de placer ante lo que me hacía calentándome, excitándome, haciendo que quisiera más de él como siempre pasaba cuando nos encontrábamos de esa forma. Mis ojos se abrieron para mirarnos de forma fija, sus labios entreabiertos también en una batalla por ver quién cedía antes de los dos y restaba la distancia, nos movíamos contra el otro incapaces de mantenernos quietos en esa lucha que manteníamos. No supe quién de los dos acortó las distancias, si fue él o si fui yo, la cuestión es que nuestros labios se encontraron de forma necesitada y salvaje, a veces me dolía un poco la zona donde tenía la herida en el labio pero no quise que se notara mientras nos devorábamos como si quisiéramos olvidar lo que había pasado pero, de alguna forma, no pudiéramos hacerlo y nuestras manos nos otorgaban placer. Al final el vampiro acabó por girarme de forma violenta contra su cuerpo, nuestros labios se encontraron de nuevo y me alzó de las nalgas haciendo que rodeara su cintura con mis piernas, restregando nuestros sexos notando como su miembro recorría el mío provocándome jadeos placenteros hasta que finalmente se adentró notando como cedía en mi interior poco a poco, arrancándome un gemido de placer por esa sensación hasta que estuvo dentro por completo. Tenía razón en ese sentido, me sentía plena cuando me tomaba de esa forma, moví mi cadera mi mano fue a su nuca y la otra a su pecho donde tenía esa maldita marca mirándolo de forma fija antes de que comenzara a moverse como solo él sabía hacerlo, como solo él me llevaba al infierno.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Mi aliento se perdía furibundo en su nuca, moviendo el pelo lentamente, calcinando su oído con cada palabra que por supuesto obtuvieron respuesta.
Dejé escapar el aire de forma pesada, no quería seguir hablando de nada ¿no se daba cuenta?
-Si, conocía este lugar -aseguré sin dar mas explicaciones, de nuevo ejercía de mi lema de vida “dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”.
-No se que cambiará, nada supongo, es solo que tu no quieres ir a tu casa, yo no quiero llevarte a la mía y el sol me atrapará de un modo u otro, así que mejor que lo haga en el interior de una gruta -aseguré sin querer dar detalles a nada.
Mi mano descendió lenta por su vientre, un jadeo escapó de mis labios, ese y no otro era el modo en el que yo lo solucionaba todo.
Su cuerpo cedía contra el mio, su espalda contra mi pecho, su cabeza se recostó lenta dando un trago sobre mi hombro aceptando las calientes caricias que le dediqué con la yema de mis dedos.
Ladeé la sonrisa al sentir su piel completamente erizada, el deseo entre nosotros era tan fuerte, místico, que sobraban las palabras y por fin el silencio dio paso a los jadeos, aquel sonido melodioso que como las teclas de un piano marcaba una delicada melodía para nosotros.
“Acepto” en ese momento yo hubiera aceptado ir al infierno y volver de el descalzo.
Tomó una de mis manos para alzarla por su cintura hasta las cumbres montañosas que ostentaba, allí castigué la cúspide restregándola entre los dedos de ambos, gruñidos de pura excitación navegaron por el lago adueñándose del lugar mientras del mismo modo mis dedos surcaron la tormenta hundiéndose en las profundidades de su cálido mar.
Mi hombría era el timón que entre su espalda arqueada se afianzaba como un trueno prometiendo una tempestad en cualquier momento.
Abrió sus piernas moviendo las caderas ansiosa de mas ímpetu en mis caricias mientras nuestras bocas se desafiaban sin acabar de acortar la distancia. Estábamos enfadados para con el otro y era nuestro modo de desquitarnos, pero poco duró la absurda situación pues no se si yo, ella o los dos pero nuestras bocas se encontraron hambrientas, lenguas de fuego que se enredaron provocando un incendio mientras como combustible recibían nuestro intrépido aliento.
La giré bruscamente, necesitado de escuchar los truenos recorriendo su cuerpo, así que la alcé de las nalgas con rudeza, eramos lava de volcanes que entraban en erupción con el choque de nuestros cuerpos.
Mi glande acarició su entrada, vaivén de caderas mientras sus piernas se anclaban a mi cintura.
Mis ojos en sus pechos turgentes que alzados me desafiaban moviéndose, incitándome a devorarlos hasta que nada quedara de ellos.
Gruñí adentrándome en ella, rugido gutural cuando empecé a galopar enérgico en su interior, devastandolo todo a mi paso.
Entre mis dedos sus nalgas, apretándolas con violencia con mis dedos que se incrustaban en su piel aumentando el ritmo.
No dejamos ni un segundo de acariciarnos, mis colmillos rozaban su piel, sentía la yugular contra mis labios, sentía como hervía bajo mi contacto, aquello era una locura en la que había quedado preso, ladeé la sonrisa pintando con mis colmillos la vena de su cuello, mis labios se convirtieron en el bálsamo.
-Dan -gruñí contra su piel forzando un ritmo que ninguna otra hubiera jamas aguantado ,desgarrando su interior hasta que la sangre se convirtió en la bandera de los dos.
Hundí mis colmillos en su yugular, el agua se tiñó de ríos escarlata, aquel instante era demencial. Tirones de su sangre cuando succionaba, me estaba volviendo loco, completamente un demente. Aflojé finalmente apartando mi boca de su piel, mi interior se sacudió con tanta fuerza que tuve que alzar la cabeza con la sangre resbalando por mis labios, rugí de tal modo que las aves nocturnas alzaron el vuelo.
-Uffff -susurré abrazándola con fuerza aun sintiendo como los latigazos de mi hombría en su interior aun se sucedían.
Dejé escapar el aire de forma pesada, no quería seguir hablando de nada ¿no se daba cuenta?
-Si, conocía este lugar -aseguré sin dar mas explicaciones, de nuevo ejercía de mi lema de vida “dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”.
-No se que cambiará, nada supongo, es solo que tu no quieres ir a tu casa, yo no quiero llevarte a la mía y el sol me atrapará de un modo u otro, así que mejor que lo haga en el interior de una gruta -aseguré sin querer dar detalles a nada.
Mi mano descendió lenta por su vientre, un jadeo escapó de mis labios, ese y no otro era el modo en el que yo lo solucionaba todo.
Su cuerpo cedía contra el mio, su espalda contra mi pecho, su cabeza se recostó lenta dando un trago sobre mi hombro aceptando las calientes caricias que le dediqué con la yema de mis dedos.
Ladeé la sonrisa al sentir su piel completamente erizada, el deseo entre nosotros era tan fuerte, místico, que sobraban las palabras y por fin el silencio dio paso a los jadeos, aquel sonido melodioso que como las teclas de un piano marcaba una delicada melodía para nosotros.
“Acepto” en ese momento yo hubiera aceptado ir al infierno y volver de el descalzo.
Tomó una de mis manos para alzarla por su cintura hasta las cumbres montañosas que ostentaba, allí castigué la cúspide restregándola entre los dedos de ambos, gruñidos de pura excitación navegaron por el lago adueñándose del lugar mientras del mismo modo mis dedos surcaron la tormenta hundiéndose en las profundidades de su cálido mar.
Mi hombría era el timón que entre su espalda arqueada se afianzaba como un trueno prometiendo una tempestad en cualquier momento.
Abrió sus piernas moviendo las caderas ansiosa de mas ímpetu en mis caricias mientras nuestras bocas se desafiaban sin acabar de acortar la distancia. Estábamos enfadados para con el otro y era nuestro modo de desquitarnos, pero poco duró la absurda situación pues no se si yo, ella o los dos pero nuestras bocas se encontraron hambrientas, lenguas de fuego que se enredaron provocando un incendio mientras como combustible recibían nuestro intrépido aliento.
La giré bruscamente, necesitado de escuchar los truenos recorriendo su cuerpo, así que la alcé de las nalgas con rudeza, eramos lava de volcanes que entraban en erupción con el choque de nuestros cuerpos.
Mi glande acarició su entrada, vaivén de caderas mientras sus piernas se anclaban a mi cintura.
Mis ojos en sus pechos turgentes que alzados me desafiaban moviéndose, incitándome a devorarlos hasta que nada quedara de ellos.
Gruñí adentrándome en ella, rugido gutural cuando empecé a galopar enérgico en su interior, devastandolo todo a mi paso.
Entre mis dedos sus nalgas, apretándolas con violencia con mis dedos que se incrustaban en su piel aumentando el ritmo.
No dejamos ni un segundo de acariciarnos, mis colmillos rozaban su piel, sentía la yugular contra mis labios, sentía como hervía bajo mi contacto, aquello era una locura en la que había quedado preso, ladeé la sonrisa pintando con mis colmillos la vena de su cuello, mis labios se convirtieron en el bálsamo.
-Dan -gruñí contra su piel forzando un ritmo que ninguna otra hubiera jamas aguantado ,desgarrando su interior hasta que la sangre se convirtió en la bandera de los dos.
Hundí mis colmillos en su yugular, el agua se tiñó de ríos escarlata, aquel instante era demencial. Tirones de su sangre cuando succionaba, me estaba volviendo loco, completamente un demente. Aflojé finalmente apartando mi boca de su piel, mi interior se sacudió con tanta fuerza que tuve que alzar la cabeza con la sangre resbalando por mis labios, rugí de tal modo que las aves nocturnas alzaron el vuelo.
-Uffff -susurré abrazándola con fuerza aun sintiendo como los latigazos de mi hombría en su interior aun se sucedían.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Seguíamos enfadados el uno con el otro, cabreados por lo que había pasado aquella noche al menos por mi parte desde que había entrado en la mansión y me había desafiado de esa forma, para luego acabar en aquel claro donde finalmente se desató la tormenta entre los dos, teníamos caracteres bastantes fuertes que chocaban el uno con el otro, yo había buscado de alguna forma abrir el pecho de ese vampiro para buscar la herida que llevaba en su interior, su debilidad… y cuando la había encontrado este había estallado reaccionando de esa manera, volviéndolo todo de una forma más violenta. Aun me dolía la mejilla por no decir el cuello porque el labio estaba acostumbrada a heridas pero a decir verdad no a que un vampiro me pegara un guantazo con todas sus ganas, me había dolido más en el orgullo que lo que pudiera dolerme en esos precisos momentos.
Yo no quería ir a casa y él no quería llevarme a la suya así que como consecuencia allí estábamos, había hecho una propuesta un tanto loca que no entendía por qué lo había hecho porque no iba a cambiar nada, él quedaría recluido en aquella gruta durante todo el día mientras que yo podría salir bajo la luz del sol y él tendría que esperar a que la luna brillara de nuevo sobre el firmamento para irnos. Había aceptado porque ¿acaso me quedaba más remedio? Era como una pequeña tregua que íbamos a concedernos como si lo necesitáramos, pero el enfado aún perduraba y seguía incluso estando los dos dentro del lago, con nuestros cuerpos tan cerca rozándose… era algo inexplicable como el hecho de rozarnos y de estar cerca, tocándonos, aplacaba de alguna forma todo lo demás. Nuestros cuerpos ganaban la batalla porque la necesidad que sentía el uno por el otro era algo realmente fascinante, difícil de entender y mucho más de explicar… pero ahí estábamos.
El vampiro recorría mi cuerpo con sus manos en caricias provocadoras que me hacían cerrar los ojos apoyada contra él, calentándome, calentándonos realmente con nuestros roces, como si aquello pudiera solucionar o poner fin al momento que habíamos tenido, como si todo lo demás dejara de importar. Jadeé notando su mano en mi pecho y la otra en mi sexo, arqueé mi cuerpo y moví mis caderas solo para que me girara de forma hacia él tras restar la distancia de nuestros labios y enredarnos en un beso que nos ancló más de lo que ya estábamos en ese momento, prendiéndonos como si las llamas del infierno calentaran nuestros cuerpos. Mis piernas rodeando su cintura hasta que entre movimientos me penetró notándolo dentro por completo, cerré los ojos y gemí por la sensación placentera que me sacudía cuando me tomaba de esa forma que sólo él sabía hacer.
Sus manos en mis nalgas aferrándome con fuerza, moviéndome para comenzar a moverse con rapidez, furia y fuerza en mi interior, entraba y salía de una provocándome jadeos contra sus labios dejando una mano en su nuca para aferrarme a él con fuerza, sentía mis pechos rozar contra su torso en una fricción caliente y placentera. Sus colmillos se paseaban por mi piel provocándome escalofríos placenteros y sentí que sus labios la dejaba sobre la vena de mi cuello sin dejar de moverse, mi mano se perdió por su espalda dejando la marca de mis uñas cada vez que mi cadera y mi cuerpo se movían contra el vampiro y me arqueaba por el placer que me provocaba con la respiración acelerada y el corazón desbocado.
Mi sangre la notaba correr por mis venas como si fuera lava líquida que me calentaba mucho más en aquel momento, sentí que con sus colmillos trazaba el recorrido en mi cuello y luego sus labios me acariciaban el mismo lugar, un gruñido escapó de sus labios llamándome de esa forma que ya le había dicho que no me llamara y fue entonces cuando aumentó el ritmo. Gemí con fuerza arañando en ese momento su espalda con fuerza clavando mis uñas, mis piernas se abrieron bajo su sujeción para darle un mejor acceso mientras me volvía completamente loca de placer, arrastrándome hacia él. Volví a gemir de nuevo cuando sus colmillos atravesaron la piel de mi cuello y comenzó a succionar notando que me poseía en todos los sentidos, mis dedos fueron a su pelo y los enredé notando cada tirón que daba, como de alguna forma eso conectaba con mi sexo y me otorgaba mayor placer como sumida en un éxtasis diferente, morboso y placentero.
Retiró sus colmillos y lamí la sangre que tenía en sus labios notando que me llevaba a ese punto en el que iba a caer por el abismo al que siempre me llevaba, mi cuerpo se tensaba ante el inminente orgasmo y temblaba por lo mismo, me aferré a su cuerpo con fuerza como si sintiera que iba a desfallecer y finalmente gemí notando el placer recorrer mi cuerpo sintiendo que el vampiro también llegaba y se iba en mi interior, mis piernas cedieron un poco del agarre de su cintura temblando y me dejé vencer rendida, exhausta por aquello… la adrenalina que había corrido salvaje por mi cuerpo por la pelea y aquel acto ahora abandonaba poco a poco mi cuerpo dejándome sensaciones placenteras del orgasmo. Como siempre que pasaba me tuvo que aferrar contra él para que no cayera y mi cabeza se apoyó en su hombro como si dejar que me tomara de alguna forma me consumiera un poco, me dejaba cansada, saciada y con las piernas que me temblaban.
Me abracé al vampiro y cerré los ojos dejándome sujetar por él mientras el orgasmo remitía lentamente y el agua ayudaba a calmarme en esos momentos, mordí con algo de fuerza su hombro como en pago por cómo me dejaba cada vez que me tomaba y él no me soltó acostumbrando también a la forma en la que me dejaba. La tensión había disminuido entre los dos y atrás quedaba el enfado y el cabreo que llevamos dejando que mi respiración se normalizara y los latidos de mi corazón volvieran a la normalidad. No entendía como podía dejarme de esa forma pero al parecer siempre era así, al final acababa teniendo que sujetarme porque era incapaz de sostenerme por mí misma.
-Eres un maldito demonio, Joe Black –dije con una sonrisa ladina por ese mismo pensamiento y alcé mi rostro para mirarlo a los ojos, rojos como las llamas del infierno, dejando que mi respiración chocara con sus labios y estos rozaran los míos para acortar la distancia y besarlo, nuestros cuerpos se habrían saciado ya pero cada vez que nos besábamos esa atracción salía a flote, notaba a nuestros demonios en ese momento calmados tras aquello, como si lo hubieran necesitado de alguna forma. Nos devoramos en aquel beso en el que ninguno dio tregua ni cedió, como si hasta en eso nos desafiáramos incapaces de evitarlo, como si todo formara ya parte de ese juego que nos traíamos entre manos, un baile de máscaras bastante distinto y diferente al resto de todos donde nos escondíamos para evitar darnos a conocer, aunque los dos supiéramos mirar bajo esa máscara que portábamos… y eso ninguno podía evitarlo. Me separé para mirarlo y miré a mi alrededor, era como si la tormenta hubiera pasado y quedara la calma de nuevo, sabía dónde estaba la gruta pero… era incapaz de moverme en esos momentos- vamos a ver como está esa gruta de la que hablabas… tendrás que llevarme tú –aclaré aunque era algo que él ya sabía y que seguro notaba por como mi cuerpo se vencía contra el suyo, dejé mi rostro contra su cuello sintiéndome cansada, como si el placer pasara y el sueño acudiera a mi cuerpo- estoy cansada… ¿vamos? Necesito dormir… -comenté notando que mi cuerpo seguía ardiendo en contraste con la piel del vampiro, me sentía bien dentro del agua pero era como si el vampiro drenara de alguna forma mis energías, lancé un suspiro que murió contra su cuello esperando a que se moviera para salir de allí porque si tenía que hacerlo yo… no iba a poder con mi cuerpo.
Yo no quería ir a casa y él no quería llevarme a la suya así que como consecuencia allí estábamos, había hecho una propuesta un tanto loca que no entendía por qué lo había hecho porque no iba a cambiar nada, él quedaría recluido en aquella gruta durante todo el día mientras que yo podría salir bajo la luz del sol y él tendría que esperar a que la luna brillara de nuevo sobre el firmamento para irnos. Había aceptado porque ¿acaso me quedaba más remedio? Era como una pequeña tregua que íbamos a concedernos como si lo necesitáramos, pero el enfado aún perduraba y seguía incluso estando los dos dentro del lago, con nuestros cuerpos tan cerca rozándose… era algo inexplicable como el hecho de rozarnos y de estar cerca, tocándonos, aplacaba de alguna forma todo lo demás. Nuestros cuerpos ganaban la batalla porque la necesidad que sentía el uno por el otro era algo realmente fascinante, difícil de entender y mucho más de explicar… pero ahí estábamos.
El vampiro recorría mi cuerpo con sus manos en caricias provocadoras que me hacían cerrar los ojos apoyada contra él, calentándome, calentándonos realmente con nuestros roces, como si aquello pudiera solucionar o poner fin al momento que habíamos tenido, como si todo lo demás dejara de importar. Jadeé notando su mano en mi pecho y la otra en mi sexo, arqueé mi cuerpo y moví mis caderas solo para que me girara de forma hacia él tras restar la distancia de nuestros labios y enredarnos en un beso que nos ancló más de lo que ya estábamos en ese momento, prendiéndonos como si las llamas del infierno calentaran nuestros cuerpos. Mis piernas rodeando su cintura hasta que entre movimientos me penetró notándolo dentro por completo, cerré los ojos y gemí por la sensación placentera que me sacudía cuando me tomaba de esa forma que sólo él sabía hacer.
Sus manos en mis nalgas aferrándome con fuerza, moviéndome para comenzar a moverse con rapidez, furia y fuerza en mi interior, entraba y salía de una provocándome jadeos contra sus labios dejando una mano en su nuca para aferrarme a él con fuerza, sentía mis pechos rozar contra su torso en una fricción caliente y placentera. Sus colmillos se paseaban por mi piel provocándome escalofríos placenteros y sentí que sus labios la dejaba sobre la vena de mi cuello sin dejar de moverse, mi mano se perdió por su espalda dejando la marca de mis uñas cada vez que mi cadera y mi cuerpo se movían contra el vampiro y me arqueaba por el placer que me provocaba con la respiración acelerada y el corazón desbocado.
Mi sangre la notaba correr por mis venas como si fuera lava líquida que me calentaba mucho más en aquel momento, sentí que con sus colmillos trazaba el recorrido en mi cuello y luego sus labios me acariciaban el mismo lugar, un gruñido escapó de sus labios llamándome de esa forma que ya le había dicho que no me llamara y fue entonces cuando aumentó el ritmo. Gemí con fuerza arañando en ese momento su espalda con fuerza clavando mis uñas, mis piernas se abrieron bajo su sujeción para darle un mejor acceso mientras me volvía completamente loca de placer, arrastrándome hacia él. Volví a gemir de nuevo cuando sus colmillos atravesaron la piel de mi cuello y comenzó a succionar notando que me poseía en todos los sentidos, mis dedos fueron a su pelo y los enredé notando cada tirón que daba, como de alguna forma eso conectaba con mi sexo y me otorgaba mayor placer como sumida en un éxtasis diferente, morboso y placentero.
Retiró sus colmillos y lamí la sangre que tenía en sus labios notando que me llevaba a ese punto en el que iba a caer por el abismo al que siempre me llevaba, mi cuerpo se tensaba ante el inminente orgasmo y temblaba por lo mismo, me aferré a su cuerpo con fuerza como si sintiera que iba a desfallecer y finalmente gemí notando el placer recorrer mi cuerpo sintiendo que el vampiro también llegaba y se iba en mi interior, mis piernas cedieron un poco del agarre de su cintura temblando y me dejé vencer rendida, exhausta por aquello… la adrenalina que había corrido salvaje por mi cuerpo por la pelea y aquel acto ahora abandonaba poco a poco mi cuerpo dejándome sensaciones placenteras del orgasmo. Como siempre que pasaba me tuvo que aferrar contra él para que no cayera y mi cabeza se apoyó en su hombro como si dejar que me tomara de alguna forma me consumiera un poco, me dejaba cansada, saciada y con las piernas que me temblaban.
Me abracé al vampiro y cerré los ojos dejándome sujetar por él mientras el orgasmo remitía lentamente y el agua ayudaba a calmarme en esos momentos, mordí con algo de fuerza su hombro como en pago por cómo me dejaba cada vez que me tomaba y él no me soltó acostumbrando también a la forma en la que me dejaba. La tensión había disminuido entre los dos y atrás quedaba el enfado y el cabreo que llevamos dejando que mi respiración se normalizara y los latidos de mi corazón volvieran a la normalidad. No entendía como podía dejarme de esa forma pero al parecer siempre era así, al final acababa teniendo que sujetarme porque era incapaz de sostenerme por mí misma.
-Eres un maldito demonio, Joe Black –dije con una sonrisa ladina por ese mismo pensamiento y alcé mi rostro para mirarlo a los ojos, rojos como las llamas del infierno, dejando que mi respiración chocara con sus labios y estos rozaran los míos para acortar la distancia y besarlo, nuestros cuerpos se habrían saciado ya pero cada vez que nos besábamos esa atracción salía a flote, notaba a nuestros demonios en ese momento calmados tras aquello, como si lo hubieran necesitado de alguna forma. Nos devoramos en aquel beso en el que ninguno dio tregua ni cedió, como si hasta en eso nos desafiáramos incapaces de evitarlo, como si todo formara ya parte de ese juego que nos traíamos entre manos, un baile de máscaras bastante distinto y diferente al resto de todos donde nos escondíamos para evitar darnos a conocer, aunque los dos supiéramos mirar bajo esa máscara que portábamos… y eso ninguno podía evitarlo. Me separé para mirarlo y miré a mi alrededor, era como si la tormenta hubiera pasado y quedara la calma de nuevo, sabía dónde estaba la gruta pero… era incapaz de moverme en esos momentos- vamos a ver como está esa gruta de la que hablabas… tendrás que llevarme tú –aclaré aunque era algo que él ya sabía y que seguro notaba por como mi cuerpo se vencía contra el suyo, dejé mi rostro contra su cuello sintiéndome cansada, como si el placer pasara y el sueño acudiera a mi cuerpo- estoy cansada… ¿vamos? Necesito dormir… -comenté notando que mi cuerpo seguía ardiendo en contraste con la piel del vampiro, me sentía bien dentro del agua pero era como si el vampiro drenara de alguna forma mis energías, lancé un suspiro que murió contra su cuello esperando a que se moviera para salir de allí porque si tenía que hacerlo yo… no iba a poder con mi cuerpo.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa al escucharla llamarme demonio, con su cuerpo pegado al mio sujeta por mi brazo para que no cayera mis labios volvieron a la carga decididos a no tocar aun la retirada.
Nuestras agitadas respiraciones avanzaban al ritmo de los tambores mientras el ruido de las espadas se proclamaban victoriosas en nuestras bocas.
El deseo entre nosotros era una evidencia tan fuerte como que ahora mismo estábamos sumergidos en gélidas aguas, tan claro como que era incapaz de moverse en estos momentos en los que su cuerpo se vencía sobre el mio extenuado.
La alcé entre mis brazos corroborando los pensamientos con sus palabras, de nuevo busqué sus labios despacio mientras las gotas de agua iban resbalando por la piel al tiempo que abandonábamos el lago.
-¿estas bien? -pregunté contra sus labios.
Había dicho que estaba muy cansada, que necesitaba dormir, pero ademas de eso, había entrado con mucha rudeza en su interior., la había hecho sangrar y estaba preocupado por su bienestar.
-Bebe un poco de mi sangre, te ayudará -le pedí centrando mis ojos en sus pardos -no seas terca, ya hemos hecho las paces -apunté con una sonrisa ladina como justificación a no tener que seguir haciéndome pagar el guantazo.
Nos adentramos en la gruta, la deje suavemente sobre el suelo apoyando su cuerpo en la pared del final, no es que fuera muy cómodo ese lugar pero algo podríamos improvisar.
-Voy a por algo de leña para hacer un fuego y que entres en calor, ademas traeré una manta que llevo en las alforjas del corcel y lo que a sobrado del picnic, así como la ropa de ambos, espérame -bromeé guiñándole un ojo.
Sonreí con cierta malicia, tampoco es que se pudiera mover.
No tardé en volver con parte de lo dicho, en un segundo viaje acabe de traerlo todo para prender con cierta facilidad un fuego frente al desnudo cuerpo de la cazadora.
Mis ojos la repasaron de arriba a bajo, estaba saciado por completo pero aun así, su imagen podría volver loco a cualquier hombre.
Me acerqué con la manta y la dejé caer suavemente sobre sus hombros sin poder dejar de mirarla fijamente.
Sabia que la conversación no iba a quedar así, era terca, obstinada y volvería tarde o temprano a sacarla, solo esperaba que fuera mas tarde que temprano y a poder ser que el tema se quedara ahí.
Teniendo en cuenta que los primeros rayos de sol pronto harían su aparición, este no era el mejor lugar para acorralar a una bestia salvaje sin escapatoria posible.
Mis labios se pasearon delicados por su hombro, mis palabras apenas un susurro contra su piel.
-Anda, bebe un poco de mi -pedí nuevamente deslizando mis dientes por las redondeces de su clavícula ascendiendo ahora por su cuello marcando el paso de su sangre con mi lengua.
-¿que se siente teniéndome a tu merced? -bromeé riendo contra su mandíbula para terminar con un húmedo beso furtivo en sus labios.
-Bebe de mi solo para dejarme tranquilo.
La miré fijamente, tenia ganas de estar así, joder estábamos bien ¿para que estropearlo?
Nuestras agitadas respiraciones avanzaban al ritmo de los tambores mientras el ruido de las espadas se proclamaban victoriosas en nuestras bocas.
El deseo entre nosotros era una evidencia tan fuerte como que ahora mismo estábamos sumergidos en gélidas aguas, tan claro como que era incapaz de moverse en estos momentos en los que su cuerpo se vencía sobre el mio extenuado.
La alcé entre mis brazos corroborando los pensamientos con sus palabras, de nuevo busqué sus labios despacio mientras las gotas de agua iban resbalando por la piel al tiempo que abandonábamos el lago.
-¿estas bien? -pregunté contra sus labios.
Había dicho que estaba muy cansada, que necesitaba dormir, pero ademas de eso, había entrado con mucha rudeza en su interior., la había hecho sangrar y estaba preocupado por su bienestar.
-Bebe un poco de mi sangre, te ayudará -le pedí centrando mis ojos en sus pardos -no seas terca, ya hemos hecho las paces -apunté con una sonrisa ladina como justificación a no tener que seguir haciéndome pagar el guantazo.
Nos adentramos en la gruta, la deje suavemente sobre el suelo apoyando su cuerpo en la pared del final, no es que fuera muy cómodo ese lugar pero algo podríamos improvisar.
-Voy a por algo de leña para hacer un fuego y que entres en calor, ademas traeré una manta que llevo en las alforjas del corcel y lo que a sobrado del picnic, así como la ropa de ambos, espérame -bromeé guiñándole un ojo.
Sonreí con cierta malicia, tampoco es que se pudiera mover.
No tardé en volver con parte de lo dicho, en un segundo viaje acabe de traerlo todo para prender con cierta facilidad un fuego frente al desnudo cuerpo de la cazadora.
Mis ojos la repasaron de arriba a bajo, estaba saciado por completo pero aun así, su imagen podría volver loco a cualquier hombre.
Me acerqué con la manta y la dejé caer suavemente sobre sus hombros sin poder dejar de mirarla fijamente.
Sabia que la conversación no iba a quedar así, era terca, obstinada y volvería tarde o temprano a sacarla, solo esperaba que fuera mas tarde que temprano y a poder ser que el tema se quedara ahí.
Teniendo en cuenta que los primeros rayos de sol pronto harían su aparición, este no era el mejor lugar para acorralar a una bestia salvaje sin escapatoria posible.
Mis labios se pasearon delicados por su hombro, mis palabras apenas un susurro contra su piel.
-Anda, bebe un poco de mi -pedí nuevamente deslizando mis dientes por las redondeces de su clavícula ascendiendo ahora por su cuello marcando el paso de su sangre con mi lengua.
-¿que se siente teniéndome a tu merced? -bromeé riendo contra su mandíbula para terminar con un húmedo beso furtivo en sus labios.
-Bebe de mi solo para dejarme tranquilo.
La miré fijamente, tenia ganas de estar así, joder estábamos bien ¿para que estropearlo?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Todavía seguía aferrada al cuerpo del vampiro incapaz de sostenerme por mi misma mientras un cansancio se apoderaba de mi cuerpo, como si de alguna forma cada vez que me tomaba me dejaba tan extenuada que nada podía hacer, quedándome a su merced teniendo que sostenerme siempre. Su brazo me rodeaba con fuerza pegándome a su cuerpo y sus labios se rozaron con los míos para fundirnos en un beso, ardiente, pasional y algo salvaje donde ninguno de los dos quiso ceder pese a que la tormenta ya había pasado y la calma nos precedía… pero parecía que nuestros cuerpos no entendían la palabra “calma” cuando estábamos el uno pegado al otro, cuando nos rozábamos y nuestros labios batallaban en un beso para proclamarnos vencedores y no vencidos. Con el beso nos caldeábamos sin poder evitarlo y nuestras respiraciones se tornaron algo más rápidas y agitadas, acabé por dejar un mordisco nada sutil en su labio inferior en pago a por cómo me dejaba teniendo que depender de él para moverme… algo que, siendo cazadora, no me gustaba en absoluto pero sabía que el vampiro no me iba a dejar caer aunque le dijera que me soltara.
Mi brazo rodeó su cuello cuando me tomó en brazos para ir hacia donde estaba la gruta dejándome más en claro todavía que ya había estado allí, no hice comentario alguno sobre ese detalle y sentí las gotas de agua resbalando por mi piel conforme salíamos del lago y la leve brisa erizaba mi piel mojada, aunque con el calor que hacía se agradecía bastante. Mi cabeza estaba recostada contra su hombro dejándome hacer porque en esos momentos solo podía aferrarme al cuello del vampiro mientras él me llevaba, sus labios volvieron a surcar los míos más despacio y la pregunta que hizo contra ellos fue la que hizo que alzara mi mirada a sus ojos. Sí, estaba bien… algo dolorida pero lo podía llevar y aguantar… no era la primera vez que el vampiro me tomaba de esa manera, aunque esa vez había sido demencial en sus movimientos, pero el placer que me había otorgado y la sensación de sentirme saciada y plena era indescriptible y no quería dejar de sentirla.
-Estoy bien –aseguré contra sus labios afirmando levemente con la cabeza sabiendo perfectamente a lo que se estaba refiriendo con su pregunta, que distaba mucho de ser el labio. Volvió de nuevo a pedirme que bebiera de su sangre, que eso me ayudaría centrando sus ojos en los míos en un ruego mudo, se atrevió a decir que ya habíamos hecho las paces con esa sonrisa surcando sus labios y supe que también se refería al hecho de que antes le había dicho que no quería su sangre solamente por hacerle pagar de alguna forma el guantazo que me había dado y que había provocado la herida del labio. Mi lengua lamió la zona de la herida como si quisiera darle a entender que sabía de lo que hablaba pero no hice comentario alguno al respecto, no le contesté y dejé que me llevara hasta la gruta donde al entrar me dejó con suavidad sobre el suelo apoyada contra la pared. Iba a ir a por leña y traer varias cosas enumerándolas, una manta para taparme puesto que yo si sentía frío pero él no, la cesta con la comida y nuestra ropa, rodé los ojos cuando dijo que lo esperara allí- como si pudiera moverme… -comenté cuando se perdió dejándome sola, observé el lugar donde estábamos. Había una parte donde podíamos quedarnos y la verdad es que era bastante grande, más de lo que me había pensado, pero otra estaba cubierta por el agua oscura pero que seguro que cuando fuera de día sería totalmente cristalina. Los techos del lugar altos y bastante amplios, no pensé que pudiera ser tan grande y era la primera vez que entraba en ella, sabía de su existencia pero nunca me había adentrado con mi padre y claro, se suponía que era una señorita y no una aventurera.
Recogí mis piernas pegándolas a mi pecho y rodeé estas con mis brazos esperando a que el vampiro volvieran, un par de viajes le bastó para traer todo lo necesario y lo primero que hizo fue encender un fuego que sin duda me ayudaría más a mí que a él. Acerqué mis manos al fuego para entrar un poco en calor notando que las llamas empezaban a calentar la zona de mi cuerpo que estaba cerca y que, en parte, agradecí porque ya había tenido varios escalofríos mientras esperaba a que el vampiro llegara. Noté que el vampiro me miraba y subí mis ojos a los suyos que habían estado observando el baile de las llamas que creaban sombras en el lugar para darme cuenta de que me repasaba con la mirada, seguía desnuda mientras que él se había puesto los pantalones aunque no necesitara vestirse, él no iba a pasar frío.
Se acercó con la manta para dejarla caer suavemente por mis hombros y yo me envolví con ella cubriendo mi cuerpo para entrar algo en calor en esos momentos, su mirada se quedó fija en la mía y supe perfectamente qué es lo que estaría pensando. Nos habíamos dado una tregua como él había pedido, pero los dos sabíamos que la conversación no había acabado ni por asomo… y que no lo iba a dejar pasar por alto. En esos momentos sí, lo haría, pero más tarde, en otro momento… la seguiríamos, y algo me hacía pensar que era eso precisamente lo que al vampiro se le pasaba por la cabeza. Aún habían cosas que quería que me respondiera y no iba a valerme su magnífica y maravillosa frase… no iba a poder escudarse y esconderse por siempre tras ella, al final acabaría por obtener lo que quería como había pasado esa noche aunque el resultado no lo había podido prever.
Se sentó a mí lado y pronto sus labios comenzaron un lento y suave recorrido por mi hombro notando sus palabras que morían susurradas en mi piel, me pedía que bebiera de él sintiendo sus colmillos deslizarse por mis clavículas, ascender por mi cuello y notar que su lengua trazaba el perfecto camino de mi yugular, seguramente sentiría el correr de mi sangre en esos momentos y que a mí me producía un cosquilleo agradable allí por donde sus labios o su lengua pasaba. Su pregunta hizo que mis ojos bajaran hacia él quien seguía en mi cuello, su respiración entrecortada por la risa muriendo en mi cuello, luego por mi mandíbula hasta que sus labios capturaron los míos en un beso húmedo que correspondí siguiendo su provocación.
-Siento que así es como deberías de estar siempre –mi mano subió y se quedó en su nuca con mis labios rozando los suyos y mis ojos puestos en él- a mí merced, como la reina que soy –sonreí de lado porque él había preguntado, pero ya no debía de sorprenderle aquello que la primera noche que pasamos le había ya comentado y mi dicho- me gusta, me hace sentir poderosa y… me excita de sobremanera –mordí su labio inferior capturándolo entre mis dientes para tirar de él, un poco, antes de soltarlo y que sus ojos me miraran de nuevo de forma fija pidiéndome que bebiera de él solo para que se quedara tranquilo- si insistes tanto, ¿cómo voy a negarme, amor? –Sonreí de lado y vi que se iba a llevar la muñeca a su boca para rasgarla con los colmillos, pero lo detuve ante su mirada sin entender por qué le paraba y bajé su brazo. Puesta la manta como a modo de toalla envolviendo mi cuerpo para darme mayor movimiento mis labios fueron a los suyos para reclamarlos en un beso, me moví para quedar sentada sobre su regazo de forma más cómoda y mis labios bajaron por su cuello donde dejé un mordisco en el lugar, pero continué bajando hasta que llegué a su pecho, que lamí y recorrí con mi lengua para subir mis ojos y observarlo mirándome de forma fija. Cogí su mano ya que sus uñas eran más afiladas y letales que las mías y con el dedo índice y sin dejar de mirarle hice que él mismo se hiciera un corte en el pecho donde había lamido previamente, llevé ese mismo dedo a mis labios y lo introduje en mi boca sin apartar mi mirada de la suya,mi lengua se encargó de quitar las gotas que tenía de su sangre y dejé un mordisco al final del dedo antes de soltarlo. Bajé mi rostro para lamer la herida y la sangre que salía llevando mis labios al lugar, no iba a beber mucho y lo hacía más para que dejara de decirlo que por otra cosa. No quería que me diera el viaje al beber demasiado, así que con aquello sería más que suficiente. Bebí hasta que la herida se cerró como si no hubiera existido y lamí la marca quitando la sangre, subí mi vista a él y sonreí de lado- ¿Ya te has quedado tranquilo, suficiente con lo que he bebido? –Me incliné para buscar otra vez sus labios con los míos manchados algo de sangre y me separé de nuevo- ¿algo más que quieras que haga antes de dormirme, Joe? No mentía cuando decía que estaba cansada –dije recorriendo su cuello con mis labios y llevaba la mano a la cesta para coger un trozo de una pieza de fruta y llevarla a mis labios bajo su atenta mirada masticándola- el suelo no es que sea muy cómodo pero mejor eso que nada. Serías un buen colchón pero… -sonreí ladina, recorrí su pecho con mis manos y reí entre dientes- buenas noches, Joe –dejé un beso en sus labios algo más largo y tranquilo y me bajé de él envolviéndome en la manta, el vestido lo doblé varias veces como si fuera algo así como una almohada improvisada y dejando mi espalda hacia la pared de la gruta, frente al fuego para no sentir frío, me tumbé en el suelo notando el cansancio haciendo mella en mí cuerpo, cerré los ojos escuchando el crepitar de las llamas y no pasó mucho tiempo cuando caí dormida en aquel lugar, ignorando dónde se había tumbado el vampiro y lo que pudo tardar en dormirse. Él dormiría durante todo el día y ya me las ingeniaría para poder obtener algo de comida.
Mi brazo rodeó su cuello cuando me tomó en brazos para ir hacia donde estaba la gruta dejándome más en claro todavía que ya había estado allí, no hice comentario alguno sobre ese detalle y sentí las gotas de agua resbalando por mi piel conforme salíamos del lago y la leve brisa erizaba mi piel mojada, aunque con el calor que hacía se agradecía bastante. Mi cabeza estaba recostada contra su hombro dejándome hacer porque en esos momentos solo podía aferrarme al cuello del vampiro mientras él me llevaba, sus labios volvieron a surcar los míos más despacio y la pregunta que hizo contra ellos fue la que hizo que alzara mi mirada a sus ojos. Sí, estaba bien… algo dolorida pero lo podía llevar y aguantar… no era la primera vez que el vampiro me tomaba de esa manera, aunque esa vez había sido demencial en sus movimientos, pero el placer que me había otorgado y la sensación de sentirme saciada y plena era indescriptible y no quería dejar de sentirla.
-Estoy bien –aseguré contra sus labios afirmando levemente con la cabeza sabiendo perfectamente a lo que se estaba refiriendo con su pregunta, que distaba mucho de ser el labio. Volvió de nuevo a pedirme que bebiera de su sangre, que eso me ayudaría centrando sus ojos en los míos en un ruego mudo, se atrevió a decir que ya habíamos hecho las paces con esa sonrisa surcando sus labios y supe que también se refería al hecho de que antes le había dicho que no quería su sangre solamente por hacerle pagar de alguna forma el guantazo que me había dado y que había provocado la herida del labio. Mi lengua lamió la zona de la herida como si quisiera darle a entender que sabía de lo que hablaba pero no hice comentario alguno al respecto, no le contesté y dejé que me llevara hasta la gruta donde al entrar me dejó con suavidad sobre el suelo apoyada contra la pared. Iba a ir a por leña y traer varias cosas enumerándolas, una manta para taparme puesto que yo si sentía frío pero él no, la cesta con la comida y nuestra ropa, rodé los ojos cuando dijo que lo esperara allí- como si pudiera moverme… -comenté cuando se perdió dejándome sola, observé el lugar donde estábamos. Había una parte donde podíamos quedarnos y la verdad es que era bastante grande, más de lo que me había pensado, pero otra estaba cubierta por el agua oscura pero que seguro que cuando fuera de día sería totalmente cristalina. Los techos del lugar altos y bastante amplios, no pensé que pudiera ser tan grande y era la primera vez que entraba en ella, sabía de su existencia pero nunca me había adentrado con mi padre y claro, se suponía que era una señorita y no una aventurera.
Recogí mis piernas pegándolas a mi pecho y rodeé estas con mis brazos esperando a que el vampiro volvieran, un par de viajes le bastó para traer todo lo necesario y lo primero que hizo fue encender un fuego que sin duda me ayudaría más a mí que a él. Acerqué mis manos al fuego para entrar un poco en calor notando que las llamas empezaban a calentar la zona de mi cuerpo que estaba cerca y que, en parte, agradecí porque ya había tenido varios escalofríos mientras esperaba a que el vampiro llegara. Noté que el vampiro me miraba y subí mis ojos a los suyos que habían estado observando el baile de las llamas que creaban sombras en el lugar para darme cuenta de que me repasaba con la mirada, seguía desnuda mientras que él se había puesto los pantalones aunque no necesitara vestirse, él no iba a pasar frío.
Se acercó con la manta para dejarla caer suavemente por mis hombros y yo me envolví con ella cubriendo mi cuerpo para entrar algo en calor en esos momentos, su mirada se quedó fija en la mía y supe perfectamente qué es lo que estaría pensando. Nos habíamos dado una tregua como él había pedido, pero los dos sabíamos que la conversación no había acabado ni por asomo… y que no lo iba a dejar pasar por alto. En esos momentos sí, lo haría, pero más tarde, en otro momento… la seguiríamos, y algo me hacía pensar que era eso precisamente lo que al vampiro se le pasaba por la cabeza. Aún habían cosas que quería que me respondiera y no iba a valerme su magnífica y maravillosa frase… no iba a poder escudarse y esconderse por siempre tras ella, al final acabaría por obtener lo que quería como había pasado esa noche aunque el resultado no lo había podido prever.
Se sentó a mí lado y pronto sus labios comenzaron un lento y suave recorrido por mi hombro notando sus palabras que morían susurradas en mi piel, me pedía que bebiera de él sintiendo sus colmillos deslizarse por mis clavículas, ascender por mi cuello y notar que su lengua trazaba el perfecto camino de mi yugular, seguramente sentiría el correr de mi sangre en esos momentos y que a mí me producía un cosquilleo agradable allí por donde sus labios o su lengua pasaba. Su pregunta hizo que mis ojos bajaran hacia él quien seguía en mi cuello, su respiración entrecortada por la risa muriendo en mi cuello, luego por mi mandíbula hasta que sus labios capturaron los míos en un beso húmedo que correspondí siguiendo su provocación.
-Siento que así es como deberías de estar siempre –mi mano subió y se quedó en su nuca con mis labios rozando los suyos y mis ojos puestos en él- a mí merced, como la reina que soy –sonreí de lado porque él había preguntado, pero ya no debía de sorprenderle aquello que la primera noche que pasamos le había ya comentado y mi dicho- me gusta, me hace sentir poderosa y… me excita de sobremanera –mordí su labio inferior capturándolo entre mis dientes para tirar de él, un poco, antes de soltarlo y que sus ojos me miraran de nuevo de forma fija pidiéndome que bebiera de él solo para que se quedara tranquilo- si insistes tanto, ¿cómo voy a negarme, amor? –Sonreí de lado y vi que se iba a llevar la muñeca a su boca para rasgarla con los colmillos, pero lo detuve ante su mirada sin entender por qué le paraba y bajé su brazo. Puesta la manta como a modo de toalla envolviendo mi cuerpo para darme mayor movimiento mis labios fueron a los suyos para reclamarlos en un beso, me moví para quedar sentada sobre su regazo de forma más cómoda y mis labios bajaron por su cuello donde dejé un mordisco en el lugar, pero continué bajando hasta que llegué a su pecho, que lamí y recorrí con mi lengua para subir mis ojos y observarlo mirándome de forma fija. Cogí su mano ya que sus uñas eran más afiladas y letales que las mías y con el dedo índice y sin dejar de mirarle hice que él mismo se hiciera un corte en el pecho donde había lamido previamente, llevé ese mismo dedo a mis labios y lo introduje en mi boca sin apartar mi mirada de la suya,mi lengua se encargó de quitar las gotas que tenía de su sangre y dejé un mordisco al final del dedo antes de soltarlo. Bajé mi rostro para lamer la herida y la sangre que salía llevando mis labios al lugar, no iba a beber mucho y lo hacía más para que dejara de decirlo que por otra cosa. No quería que me diera el viaje al beber demasiado, así que con aquello sería más que suficiente. Bebí hasta que la herida se cerró como si no hubiera existido y lamí la marca quitando la sangre, subí mi vista a él y sonreí de lado- ¿Ya te has quedado tranquilo, suficiente con lo que he bebido? –Me incliné para buscar otra vez sus labios con los míos manchados algo de sangre y me separé de nuevo- ¿algo más que quieras que haga antes de dormirme, Joe? No mentía cuando decía que estaba cansada –dije recorriendo su cuello con mis labios y llevaba la mano a la cesta para coger un trozo de una pieza de fruta y llevarla a mis labios bajo su atenta mirada masticándola- el suelo no es que sea muy cómodo pero mejor eso que nada. Serías un buen colchón pero… -sonreí ladina, recorrí su pecho con mis manos y reí entre dientes- buenas noches, Joe –dejé un beso en sus labios algo más largo y tranquilo y me bajé de él envolviéndome en la manta, el vestido lo doblé varias veces como si fuera algo así como una almohada improvisada y dejando mi espalda hacia la pared de la gruta, frente al fuego para no sentir frío, me tumbé en el suelo notando el cansancio haciendo mella en mí cuerpo, cerré los ojos escuchando el crepitar de las llamas y no pasó mucho tiempo cuando caí dormida en aquel lugar, ignorando dónde se había tumbado el vampiro y lo que pudo tardar en dormirse. Él dormiría durante todo el día y ya me las ingeniaría para poder obtener algo de comida.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Dan acabó cediendo a mi petición, no había nada mejor que pedir las cosas de esa tentadora forma para que el demonio que habitaba en ella no pudiera negarme nada, en parte creo que ella ejercía un poder idéntico conmigo.
Llevé mis colmillos a mi muñeca dispuesto a desgarrar mi piel para darle de beber, pero esta me detuvo en el momento para ladear la sonrisa mientras yo la miraba de soslayo realmente incrédulo.
No tardé en darme cuenta de que no es que fuera a negar mi petición, si no que quería darle cierto morbo al juego.
Sus manso empujaron mi pecho y yo me deje hacer cayendo sobre el frio y pedregoso suelo, mi boca acuno la suya en un nuevo duelo en el que el aliento de ambos marcaba la recompensa del encuentro.
Lengua que no solo probó mi boca, si no que se deslizo por mi garganta marcando cada recoveco, mordió mi clavícula y murió en mi pecho deleitándose con cada trazo de piel como si fuera un lienzo.
Llevó allí mis manos, uñas afiladas que rasgaron el lugar lamido para teñirlo de carmesí. Contra la marca aproximó su boca con picardia, mientras yo la miraba con los ojos oscurecidos por el deseo que esa mujer me provocaba hasta con un gesto tan nimio.
No bebió en exceso pero fue suficiente para que su labio curara y el desgarro de su centro quedara nuevo, así que mucho mas aliviado asentí cuando me pregunto si había bebido bastante y si quería algo mas antes de dormir.
Al parecer si estaba cansada y no era una mera escusa para no mirarme la cara después del penoso día que llevábamos.
-¿Un beso de buenas noches? -pregunté ladeando la sonrisa mientras escuchaba lo cómodo que seria de colchón y yo negaba con la cabeza para dejarla clara, si es que aun no lo había entendido que no pensaba claudicar en eso, ni siquiera me lo iba a plantear un segundo.
Me dio un beso lento, calmo que me dejo con ganas de mucho mas y haciéndose hueco en la manta se envolvió dispuesta a dormir sin mas.
No se las horas que la miré, era preciosa y la verdad esta era la segunda vez que velaba su sueño, en ambas ocasiones no pude evitar hacer lo mismo, contemplarla incrédulo de que esa mujer aguantara a un demente como yo.
No solo era un vampiro, un inmortal que había existido desde que los tiempos eran tiempos, si no que había sido criado para perder todo rastro de humanidad.
Sabia que ella no merecía esto, me lo dijo aquella misma noche frente al lago.
Ella quería caer, una vida llena de altibajos, eso que te da el amor, pero yo tenia pavor a ese sentimiento, no solo porque padre nos había hecho temerlo mas que al cielo, si no porque lo había experimentado y no estaba dispuesto a volver a sentirme humano, débil y derrotado.
Desconozco el momento en el que caí rendido, con mi cuerpo apoyado en una de las paredes de la gruta, posiblemente con los primeros rayos del alba adentrándose por la boca de esta, por suerte era profunda y ni siquiera hasta allí llegaba el resplandor, estaba a salvo del astro sol.
Llevé mis colmillos a mi muñeca dispuesto a desgarrar mi piel para darle de beber, pero esta me detuvo en el momento para ladear la sonrisa mientras yo la miraba de soslayo realmente incrédulo.
No tardé en darme cuenta de que no es que fuera a negar mi petición, si no que quería darle cierto morbo al juego.
Sus manso empujaron mi pecho y yo me deje hacer cayendo sobre el frio y pedregoso suelo, mi boca acuno la suya en un nuevo duelo en el que el aliento de ambos marcaba la recompensa del encuentro.
Lengua que no solo probó mi boca, si no que se deslizo por mi garganta marcando cada recoveco, mordió mi clavícula y murió en mi pecho deleitándose con cada trazo de piel como si fuera un lienzo.
Llevó allí mis manos, uñas afiladas que rasgaron el lugar lamido para teñirlo de carmesí. Contra la marca aproximó su boca con picardia, mientras yo la miraba con los ojos oscurecidos por el deseo que esa mujer me provocaba hasta con un gesto tan nimio.
No bebió en exceso pero fue suficiente para que su labio curara y el desgarro de su centro quedara nuevo, así que mucho mas aliviado asentí cuando me pregunto si había bebido bastante y si quería algo mas antes de dormir.
Al parecer si estaba cansada y no era una mera escusa para no mirarme la cara después del penoso día que llevábamos.
-¿Un beso de buenas noches? -pregunté ladeando la sonrisa mientras escuchaba lo cómodo que seria de colchón y yo negaba con la cabeza para dejarla clara, si es que aun no lo había entendido que no pensaba claudicar en eso, ni siquiera me lo iba a plantear un segundo.
Me dio un beso lento, calmo que me dejo con ganas de mucho mas y haciéndose hueco en la manta se envolvió dispuesta a dormir sin mas.
No se las horas que la miré, era preciosa y la verdad esta era la segunda vez que velaba su sueño, en ambas ocasiones no pude evitar hacer lo mismo, contemplarla incrédulo de que esa mujer aguantara a un demente como yo.
No solo era un vampiro, un inmortal que había existido desde que los tiempos eran tiempos, si no que había sido criado para perder todo rastro de humanidad.
Sabia que ella no merecía esto, me lo dijo aquella misma noche frente al lago.
Ella quería caer, una vida llena de altibajos, eso que te da el amor, pero yo tenia pavor a ese sentimiento, no solo porque padre nos había hecho temerlo mas que al cielo, si no porque lo había experimentado y no estaba dispuesto a volver a sentirme humano, débil y derrotado.
Desconozco el momento en el que caí rendido, con mi cuerpo apoyado en una de las paredes de la gruta, posiblemente con los primeros rayos del alba adentrándose por la boca de esta, por suerte era profunda y ni siquiera hasta allí llegaba el resplandor, estaba a salvo del astro sol.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Diable est venu me (privado)(+18)
Había aceptado beber de su sangre para que dejara de decírmelo, la verdad es que sentía alguna molestia pero comparado con los entrenamientos y con las noches de caza apenas era nada que revistiera gravedad. Siempre tomaba de su muñeca en cantidades que se podían considerar como “grandes”, no quería que me diera el viaje cada vez que bebía de su sangre, solo tomaría un poco para que se quedara tranquilo y dejara de decírmelo… por eso había subido sobre él, había hecho que se hiciera una herida con sus uñas y había bebido de ella, de la sangre que manaba bajo la atenta mirada del vampiro que no me quitaba los ojos oscurecidos por aquel acto. Me separé cuando vi que era suficiente y que la herida del labio había cerrado ya, así que supuse que sobraba de su sangre, él mismo asintió como que bastaba y ante mi pregunta no pude evitar contestarme como había hecho yo las últimas veces: pedirle un beso de buenas noches.
Su sonrisa ladead mientras lo decía seguramente como alguna clase de burla por lo que yo le había pedido las otras noches, como él había hecho también no me negué a su petición y acerqué mis labios a los suyos para darle un beso tranquilo, lento y calmado solamente para separarme no sin antes dejar aquel comentario, que hizo que me mirara de forma fija, y me bajé de él para enrollarme con la manta cerca del fuego, utilizar el vestido como almohada y cerrar los ojos dejándome vencer por el cansancio que tenía por todo el cuerpo. No entendía como me dejaba tan agotada cada vez que me tomaba, era algo que era difícil de comprender pero que pasaba en cada vez… así que ya no sabía qué pensar. Dormí toda la noche de tirón y ni siquiera me desperté cuando los rayos del sol clarearon un poco el lugar donde estábamos, algo que de normalidad me molestaba pero que esa vez no sucedió igual.
Me desperté cuando la gruta estaba bastante iluminada, el fuego frente a mí ya se había apagado y algo más al fondo descansaba el vampiro contra la pared, los rayos del sol no lograban alcanzarlo y lo miré envolviéndome todavía en la manta aunque algo menos porque hacía algo de calor allí dentro, sin que soplara nada de aire. Me quedé contemplándolo mientras dormía de forma plácida, costaba creer que ese vampiro que ahora dormía de forma tranquila, con casi un rostro angelical, pudiera ser un completo demonio que me arrastraba lentamente hacia su infierno, donde había que decir yo me sentía a gusto, porque no lo iba a negar. Éramos totalmente diferentes aunque siempre nos estábamos retando y desafiando, yo quería cosas que él jamás pensaría volver a querer y después de lo pasado por la noche sabía el motivo, pero no entendía cómo podía ser tan cobarde en ese aspecto.
Lancé un leve suspiro y busqué mi ropa para ponérmela, en la cesta que él había llenado por la noche en la mansión no había la suficiente comida como para aguantar hasta que el vampiro despertara y nos fuéramos por la noche, así que me las tendría que ingeniar para encontrar algo de comida y cazar algo con lo que alimentarme. El principal problema es que no tenía dagas para cazar, ni nada por el estilo, solo un cuchillo normal y corriente así que tendría que apañármelas con eso. Salí de la gruta dejándolo allí sabiendo que él no saldría y que el sol no lo alcanzaría y miré alrededor, su corcel seguía pastando libre por el lugar y me acerqué para acariciarlo y ya de paso mirar por si el vampiro habría guardado algo en las alforjas… pero nada que pudiera utilizar.
Como cazadora que era lo que hice fue afilar un poco más el cuchillo y preparar alguna trampa para cazar algún animal que pudiera utilizar y ver si encontraba algo por allí. Tras un par de horas tuve suerte ya que en una de las trampas que puse había caído una liebre, le di una muerte rápida y como me habían enseñado lo dejé preparado para ponerlo al fuego y poder comerlo, con eso para mí sería más que suficiente. Encendí de nuevo el fuego y sentí que el vampiro se removía en donde estaba tumbado, pero seguía durmiendo ajeno a lo que pasaba a su alrededor, puse al fuego lo que había cazado para luego comerlo sentada contra la pared, corría una brisa fresca que ayudaba a soportar el calor que hacía. El tiempo restante lo pasé tumbada en el césped bajo un árbol en paz y tranquilidad, me di por la tarde un baño de nuevo en el lago viendo el agua cristalina que tenía para refrescarme y volví a la gruta de nuevo cuando sol iba a esconderse, dando de nuevo paso a la noche.
Una de las veces me había acercado lentamente a él observando que seguía durmiendo, como si no se enterara de nada de lo que pasaba a su alrededor, ladeé el rostro observándolo de forma fija y mis dedos lentamente se alzaron recorriendo su mejilla, notando la frialdad de su piel bajo la yema de mis dedos, contrastando con mi cuerpo más caliente… me separé no queriendo que me encontrara de esa forma porque seguro que me preguntaba qué hacía mirándole. Para cuando el vampiro despertó me encontró sentada apoyando mi espalda contra la pared, tenía varias piezas de fruta que habían sobrado y que estaba comiendo y mi vista se centró en él y le sonreí sabiendo que de alguna forma saldríamos ya de allí, seguramente mis padres se estarían preguntando dónde había estado pero al saber que estaría con él le restarían importancia.
-Buenas noches, Joe –saludé con cierta diversión ante el hecho de que para cuando el día para él empezaba, para otros terminaba. El vampiro se estiró y luego se acercó hacia donde estaba mientras ahora su corcel estaba más cerca de la gruta todavía libre- tú corcel es bastante bueno, ¿tiene nombre? –Pregunté para luego mirarlo, los caballos que yo había tenido a todos les había puesto nombre- seguro que tiene un nombre apocalíptico –comenté con cierta diversión levantándome para salir también de la gruta, suficiente había tenido de ese lugar- ¿Nos vamos? Llevo dos días que no voy a casa y mis padres no están acostumbrados a eso… pero si preguntan tendrás que decirles que me tenías secuestrada y que no querías que me fuera, seguro que a ti te creen más que a mí –comenté de pasada porque era cierto, aunque no la parte donde no quería que me fuera, pero si era verdad que le habían cogido bastante aprecio al vampiro y era algo que me frustraba. Si salía con el vampiro no había problema alguno, pero si salía sin él ya ponían el grito en el cielo aunque hubiera quedado con una amiga. A veces me preguntaba qué les hacía el vampiro para tenerlos de esa forma- ¿los sometes con algún truco mental para que estén así contigo? ¿Cuál es el truco? –Lo vi sonreír de lado por mis preguntas, pero las hacía preguntando de verdad, hacía tiempo que no les veía tan complacientes con nadie. Me monté sobre su corcel esperando que lo hiciera él para irnos y pusimos rumbo a mí casa para como de costumbre devolverme “sana y salva” tal y como siempre les prometía, pero si ellos supieran…
Llegamos a la entrada de la casa y esa vez hice que el vampiro pasara dentro conmigo porque me veía lo que se avecinaba y… no fallé, nada más verme su preocupación fue palpable, no habían sabido de mí en dos días enteros y normalmente no pasaba ni un día fuera de mi casa, iban a echarme la bronca y yo fruncí el ceño ante sus palabras sobre “deber de avisar” o “una señorita no pasa dos días fuera de su casa” y demás tonterías que me estaban enervando por momentos, todas dichas claramente por mi madre mientras mi padre a su lado callaba y me observaba. Pero fue hablar Joe y mi madre se centró en él, con sus palabras bastó para que mi madre cambiara de opinión y dijera que no pasaba nada… fruncí el ceño por eso, no pasaba nada pero la charla ya me la había dado. Parecía contenta con lo que el vampiro le estuviera diciendo mientras mi padre me miraba y sonreí de lado, divertido con la situación para centrarse en el vampiro y preguntarle algo sobre unos papeles que debía de revisar, ¿qué papeles?
-Hija, ¿te has acordado de decirle al señor Black la fiesta que tenemos en unos días? –Mi mirada se centró en mí madre y en lo bocazas que era, qué oportuna que era… ese don jamás lo perdería. No, por supuesto que no le había dicho nada sobre la fiesta a Joe porque no había encontrado el momento entre torturas eróticas y excitantes que me arrastraban al infierno más placentero, y peleas que acaban con desfogarnos con nuestros cuerpos hasta dejarnos exhausto y saciados. Sentí la mirada del vampiro puesta en mí y la ignoré de forma deliberada.
-No madre, perdona mi descuido, hemos estado ocupados atendiendo otros asuntos –mi madre iba a replicar cuando mi padre rodeó su cintura.
-Vamos querida, ¿no recuerdas cuando éramos jóvenes? Aún quedan varios días para la fiesta –mi padre me echó una mano sabiendo como era mi madre y yo miré al vampiro que, con una ceja enarcada, esperaba una explicación al no haberle dicho nada… pero no era tan relevante y, de verdad, no había visto el momento tras lo que había pasado.
-Mi madre quiere organizar una fiesta para mi cumpleaños, es dentro de cuatro días y aunque le he pedido que no haga nada –la miré, de soslayo- no ha podido resistirse en organizarlo en contra de lo que deseaba, algo más íntimo y personal –lo miré de forma fija- ni cabe decir, que estás invitado amor. Creo que eres el invitado de honor y que serás más el centro de atención que yo esa noche.
-¿Os lo podéis creer? Veintidós años que cumple, cuando parece que fuera ayer cuando era pequeña, tan risueña, tan adorable –me mordí el labio con fuerza por sus palabras sin duda viendo que el vampiro se divertía con lo que mi madre decía por la cara que traía.
-Madre, Joe mañana tiene asuntos que atender y debería de irse para descansar –mi brazo rodeó el suyo quedándome a su lado mientras ella pasaba su mirada de uno a otro y apoyaba mi cabeza contra su hombro, ella asintió como si entendiera y se despidieron de él para que lo acompañara a la puerta y me despidiera de él acercándonos hasta donde estaba su negro corcel- mi madre se me ha adelantado, quería convencerla de que abandonara esa idea y que fuera algo más… íntimo, pero está eufórica desde nuestro compromiso –lo miré de forma fija- se celebrará aquí y no hace falta que vengas con una máscara a juego –dije subiendo mi mano por su pecho, con una sonrisa ladina, mis labios acortaron la distancia hasta los suyos y los besé arrasando con su boca, adueñándome de ella por completo marcando un ritmo notando que él batallaba conmigo en aquel beso. Mordí su labio inferior y me separé para mirarlo- ¿Mañana vendrás a recogerme? –Pregunté dando un paso atrás para alejarme, por esa noche era mejor dejar las cosas así entre ambos, que se calmaran del todo y que él se fuera a alimentarse… ahí sí que no iba a acompañarlo porque mi parte cazadora no podría permitirlo- Buenas noches, Joe –lo miré notando las miradas de mis padres que nos observaban, montando sobre su corcel para abandonar la mansión hasta la noche siguiente que viniera a recogerme. Mientras yo tenía cuatro días para convencer a mí madre de lo contrario, pero algo me decía… que no iba a poder hacerlo.
Su sonrisa ladead mientras lo decía seguramente como alguna clase de burla por lo que yo le había pedido las otras noches, como él había hecho también no me negué a su petición y acerqué mis labios a los suyos para darle un beso tranquilo, lento y calmado solamente para separarme no sin antes dejar aquel comentario, que hizo que me mirara de forma fija, y me bajé de él para enrollarme con la manta cerca del fuego, utilizar el vestido como almohada y cerrar los ojos dejándome vencer por el cansancio que tenía por todo el cuerpo. No entendía como me dejaba tan agotada cada vez que me tomaba, era algo que era difícil de comprender pero que pasaba en cada vez… así que ya no sabía qué pensar. Dormí toda la noche de tirón y ni siquiera me desperté cuando los rayos del sol clarearon un poco el lugar donde estábamos, algo que de normalidad me molestaba pero que esa vez no sucedió igual.
Me desperté cuando la gruta estaba bastante iluminada, el fuego frente a mí ya se había apagado y algo más al fondo descansaba el vampiro contra la pared, los rayos del sol no lograban alcanzarlo y lo miré envolviéndome todavía en la manta aunque algo menos porque hacía algo de calor allí dentro, sin que soplara nada de aire. Me quedé contemplándolo mientras dormía de forma plácida, costaba creer que ese vampiro que ahora dormía de forma tranquila, con casi un rostro angelical, pudiera ser un completo demonio que me arrastraba lentamente hacia su infierno, donde había que decir yo me sentía a gusto, porque no lo iba a negar. Éramos totalmente diferentes aunque siempre nos estábamos retando y desafiando, yo quería cosas que él jamás pensaría volver a querer y después de lo pasado por la noche sabía el motivo, pero no entendía cómo podía ser tan cobarde en ese aspecto.
Lancé un leve suspiro y busqué mi ropa para ponérmela, en la cesta que él había llenado por la noche en la mansión no había la suficiente comida como para aguantar hasta que el vampiro despertara y nos fuéramos por la noche, así que me las tendría que ingeniar para encontrar algo de comida y cazar algo con lo que alimentarme. El principal problema es que no tenía dagas para cazar, ni nada por el estilo, solo un cuchillo normal y corriente así que tendría que apañármelas con eso. Salí de la gruta dejándolo allí sabiendo que él no saldría y que el sol no lo alcanzaría y miré alrededor, su corcel seguía pastando libre por el lugar y me acerqué para acariciarlo y ya de paso mirar por si el vampiro habría guardado algo en las alforjas… pero nada que pudiera utilizar.
Como cazadora que era lo que hice fue afilar un poco más el cuchillo y preparar alguna trampa para cazar algún animal que pudiera utilizar y ver si encontraba algo por allí. Tras un par de horas tuve suerte ya que en una de las trampas que puse había caído una liebre, le di una muerte rápida y como me habían enseñado lo dejé preparado para ponerlo al fuego y poder comerlo, con eso para mí sería más que suficiente. Encendí de nuevo el fuego y sentí que el vampiro se removía en donde estaba tumbado, pero seguía durmiendo ajeno a lo que pasaba a su alrededor, puse al fuego lo que había cazado para luego comerlo sentada contra la pared, corría una brisa fresca que ayudaba a soportar el calor que hacía. El tiempo restante lo pasé tumbada en el césped bajo un árbol en paz y tranquilidad, me di por la tarde un baño de nuevo en el lago viendo el agua cristalina que tenía para refrescarme y volví a la gruta de nuevo cuando sol iba a esconderse, dando de nuevo paso a la noche.
Una de las veces me había acercado lentamente a él observando que seguía durmiendo, como si no se enterara de nada de lo que pasaba a su alrededor, ladeé el rostro observándolo de forma fija y mis dedos lentamente se alzaron recorriendo su mejilla, notando la frialdad de su piel bajo la yema de mis dedos, contrastando con mi cuerpo más caliente… me separé no queriendo que me encontrara de esa forma porque seguro que me preguntaba qué hacía mirándole. Para cuando el vampiro despertó me encontró sentada apoyando mi espalda contra la pared, tenía varias piezas de fruta que habían sobrado y que estaba comiendo y mi vista se centró en él y le sonreí sabiendo que de alguna forma saldríamos ya de allí, seguramente mis padres se estarían preguntando dónde había estado pero al saber que estaría con él le restarían importancia.
-Buenas noches, Joe –saludé con cierta diversión ante el hecho de que para cuando el día para él empezaba, para otros terminaba. El vampiro se estiró y luego se acercó hacia donde estaba mientras ahora su corcel estaba más cerca de la gruta todavía libre- tú corcel es bastante bueno, ¿tiene nombre? –Pregunté para luego mirarlo, los caballos que yo había tenido a todos les había puesto nombre- seguro que tiene un nombre apocalíptico –comenté con cierta diversión levantándome para salir también de la gruta, suficiente había tenido de ese lugar- ¿Nos vamos? Llevo dos días que no voy a casa y mis padres no están acostumbrados a eso… pero si preguntan tendrás que decirles que me tenías secuestrada y que no querías que me fuera, seguro que a ti te creen más que a mí –comenté de pasada porque era cierto, aunque no la parte donde no quería que me fuera, pero si era verdad que le habían cogido bastante aprecio al vampiro y era algo que me frustraba. Si salía con el vampiro no había problema alguno, pero si salía sin él ya ponían el grito en el cielo aunque hubiera quedado con una amiga. A veces me preguntaba qué les hacía el vampiro para tenerlos de esa forma- ¿los sometes con algún truco mental para que estén así contigo? ¿Cuál es el truco? –Lo vi sonreír de lado por mis preguntas, pero las hacía preguntando de verdad, hacía tiempo que no les veía tan complacientes con nadie. Me monté sobre su corcel esperando que lo hiciera él para irnos y pusimos rumbo a mí casa para como de costumbre devolverme “sana y salva” tal y como siempre les prometía, pero si ellos supieran…
Llegamos a la entrada de la casa y esa vez hice que el vampiro pasara dentro conmigo porque me veía lo que se avecinaba y… no fallé, nada más verme su preocupación fue palpable, no habían sabido de mí en dos días enteros y normalmente no pasaba ni un día fuera de mi casa, iban a echarme la bronca y yo fruncí el ceño ante sus palabras sobre “deber de avisar” o “una señorita no pasa dos días fuera de su casa” y demás tonterías que me estaban enervando por momentos, todas dichas claramente por mi madre mientras mi padre a su lado callaba y me observaba. Pero fue hablar Joe y mi madre se centró en él, con sus palabras bastó para que mi madre cambiara de opinión y dijera que no pasaba nada… fruncí el ceño por eso, no pasaba nada pero la charla ya me la había dado. Parecía contenta con lo que el vampiro le estuviera diciendo mientras mi padre me miraba y sonreí de lado, divertido con la situación para centrarse en el vampiro y preguntarle algo sobre unos papeles que debía de revisar, ¿qué papeles?
-Hija, ¿te has acordado de decirle al señor Black la fiesta que tenemos en unos días? –Mi mirada se centró en mí madre y en lo bocazas que era, qué oportuna que era… ese don jamás lo perdería. No, por supuesto que no le había dicho nada sobre la fiesta a Joe porque no había encontrado el momento entre torturas eróticas y excitantes que me arrastraban al infierno más placentero, y peleas que acaban con desfogarnos con nuestros cuerpos hasta dejarnos exhausto y saciados. Sentí la mirada del vampiro puesta en mí y la ignoré de forma deliberada.
-No madre, perdona mi descuido, hemos estado ocupados atendiendo otros asuntos –mi madre iba a replicar cuando mi padre rodeó su cintura.
-Vamos querida, ¿no recuerdas cuando éramos jóvenes? Aún quedan varios días para la fiesta –mi padre me echó una mano sabiendo como era mi madre y yo miré al vampiro que, con una ceja enarcada, esperaba una explicación al no haberle dicho nada… pero no era tan relevante y, de verdad, no había visto el momento tras lo que había pasado.
-Mi madre quiere organizar una fiesta para mi cumpleaños, es dentro de cuatro días y aunque le he pedido que no haga nada –la miré, de soslayo- no ha podido resistirse en organizarlo en contra de lo que deseaba, algo más íntimo y personal –lo miré de forma fija- ni cabe decir, que estás invitado amor. Creo que eres el invitado de honor y que serás más el centro de atención que yo esa noche.
-¿Os lo podéis creer? Veintidós años que cumple, cuando parece que fuera ayer cuando era pequeña, tan risueña, tan adorable –me mordí el labio con fuerza por sus palabras sin duda viendo que el vampiro se divertía con lo que mi madre decía por la cara que traía.
-Madre, Joe mañana tiene asuntos que atender y debería de irse para descansar –mi brazo rodeó el suyo quedándome a su lado mientras ella pasaba su mirada de uno a otro y apoyaba mi cabeza contra su hombro, ella asintió como si entendiera y se despidieron de él para que lo acompañara a la puerta y me despidiera de él acercándonos hasta donde estaba su negro corcel- mi madre se me ha adelantado, quería convencerla de que abandonara esa idea y que fuera algo más… íntimo, pero está eufórica desde nuestro compromiso –lo miré de forma fija- se celebrará aquí y no hace falta que vengas con una máscara a juego –dije subiendo mi mano por su pecho, con una sonrisa ladina, mis labios acortaron la distancia hasta los suyos y los besé arrasando con su boca, adueñándome de ella por completo marcando un ritmo notando que él batallaba conmigo en aquel beso. Mordí su labio inferior y me separé para mirarlo- ¿Mañana vendrás a recogerme? –Pregunté dando un paso atrás para alejarme, por esa noche era mejor dejar las cosas así entre ambos, que se calmaran del todo y que él se fuera a alimentarse… ahí sí que no iba a acompañarlo porque mi parte cazadora no podría permitirlo- Buenas noches, Joe –lo miré notando las miradas de mis padres que nos observaban, montando sobre su corcel para abandonar la mansión hasta la noche siguiente que viniera a recogerme. Mientras yo tenía cuatro días para convencer a mí madre de lo contrario, pero algo me decía… que no iba a poder hacerlo.
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