Alfa versus beta (Ariyne)

Tras darme un buen baño contemple a la loba que me miraba desde la orilla, sin duda ella podía creer que por hoy habíamos terminado, no podía estar mas equivocada.
Salí de las gélidas aguas, me coloqué el pantalón, tomé dos espadas y descalzo volví hacia el lago, íbamos a practicar el equilibrio, algo necesario para el manejo de cualquier arma.

Tiré de su mano hacia la zona mas baja del lago para mostrarle señalando con los dedos las 7 piedras que nos servirían para le ejercicio de hoy.
-Lucharemos sobre esas piedras, quien caiga al lago pierde, así de fácil, nuestros pies solo se pueden mover sobre esas pequeñas superficies ¿aceptas?

Sonreí consciente de que no tenia elección, la joven loba miraba las piedras sin acabar de entender para que ibamos a danzar sobre ellas.
Tome las cimitarras con mis manos sintiendo la piel del mango que se deslizaba suave bajo las yemas de mis dedos.

Me adentre en el lago sintiendo como mis pies se enfriaban acunados por sus aguas, los camales se mojaron antes de  subir mis pies descalzos a una de las piedras, adelantando ligeramente uno de los pies para darme estabilidad mentiras hacia girar las gemelas entre mis manos cortando el viento a su paso.
Cerré los ojos dejándome embriagar por su sonido mientras diestramente intercambiaba mis pies de posición entre una piedra y la otra como si de una danza a ciegas se tratase.
Entreabrí los labios aun con los ojos cerrados sintiendo como las resbaladizas piedras cobijaban mis pies y las espadas excitaban mi alma, aquel ejercicio que tantas veces con mi madre había practicado, difícil pero necesario en la vida de un guerrero.

Casi jadeé al sentir la fuerza con la que el viento mecía mi cuerpo haciéndome sentir el silbido de sendas espadas que voraces surcaban el aire a sendas partes de mi rostro, abanicándolo con su mortífera danza.
Pies que no cesaban en su movimiento, haciendo girar mi cuerpo a cada paso, muñecas que embriagadas de aquel baile se doblegaban a voluntad de las espadas.

Finalmente la loba se animó, la vi colocarse comoda la ropa y acercarse asi a las piedras decidida a intentarlo como yo.

Sonreí de medio lado cuando vi como afianzaba sus pies a la roca entreabriendo las piernas para colocar uno en cada piedra.
-Primer error -musite dejando mis cimitarras volar para forzarla a saltar girándolas a al altura de sus piernas.
Su salto fue correcto, mas poco impulso pudo tomar con las piernas tan separadas y la caída fue desastrosa, hundiendo las piernas en las claras aguas del manantial.

De nuevo me eche a reír mirándola, no podía parar, es que era tan divertida su cara de sorpresa, esa que ahora empezaba a tornarse de todos los colores.
Mordí mi labio inferior consciente de lo mucho que le enfadaban las bromas mientras trataba de acallar las afiladas frases que se paseaban por mi cabeza a modo de bromas.
-parecías una rana -fue cuanto atine a decir al recordarla saltar con las piernas abiertas para intentar caer sobre las piedras.
Me acuclille muerto de la risa sobre mi piedra tratando de que no me viera descojonarme como lo estaba haciendo pero es que la imagen se paseaba por mi recuerdo sin darme tregua.
-¿Era una patada de Karate? ¿esa me la tienes que enseñar -bromee mientras trataba de ponerme de nuevo en pie recobrando la compostura.

La loba parecía impaciente, al parecer no le había echo ninguna gracia que me riera de ella, pero es que entrenar con esa seriedad con la que pretendía hacerlo me resultaba la verdad demasiado aburrido.
Era cierto que las cosas de la manada las tomaba muy en serio, pero con mi beta siempre tuve una relación distendida, siempre supimos cual era el lugar de cada cual y eso permitía que las risas se sucedieran en los entrenamientos y la seriedad en la batalla.

Las cosas no habían salido bien y abandonó la manada, peor eso no quitaba para que le guardara un buen recuerdo y el cariño que merecía.
Ella tomo la decisión de tomar otro camino, uno que posiblemente la llevaría a ser la alfa de algún lobo con manada.

Le lancé otro par de espadas cortas que había guardado en mi cinto y que esta atrapó sin mayores problemas, así la lucha estaría equilibrada por ambas partes.
A fin de cuentas no se trataba solo de hacer silbar el acero para mostrar su belleza, si no de morder al adversario si se daba la ocasión.

-¡Vamos ataca! -la hostigue mientras cerraba mis ojos dejándome llevar solo por el sonido del viento ladeando ligeramente la cabeza hacia ella para percatarme de sus movimientos.

De nuevo hice girar mis muñecas, sumiendo a mis gemelas en una mortal danza que pocos huecos dejaban al descubierto para le ataque al que pronto seria sometido.
El hombro me dolía bastante, odiaba esa sensación de quemazón que me acompañaba en la noche y en el día, mas lo peor era que no me dejaba terminar de ser certero en los movimientos, sentía esa cimitarra mas pesada, supongo que porque lo que estaba mas débil era mi hombro, pronto curaría, pero hasta entonces esto es lo que había..
Sisee un segundo mientras cogían velocidad para sonreír de medio aprovechando así la inercia.
-Vamos loba -la anime aun con los ojos cerrados.

El choque de acero pronto empezó, las espadas chirriaban rugiendo mientras ambos danzábamos sobre las piedras afianzando los pies con cada movimiento.
Certeros eran los ataques de uno y otro, baje las espadas varias veces forzándola a saltar, escuchando su agitada respiración perderse en el páramo.

Estuvimos cerca de una hora de ese modo, el hombro lo tenia bastante cargado, admito que demasiado, pero aun así el viento azuzaba las armas que majestuosas seguían sobrevolando mi cabeza.
En uno de sus ataques, mi pie se desequilibro de la roca mientras con el otro trataba sin éxito de equilibrarme frente a la loba que sin duda había lanzado su mejor ataque. Tan impetuoso fue que tampoco midió la fuerza desequilibrándose conmigo.
Ambos caímos al agua, yo de espaldas, ella sobre sobre una de las piedras al tiempo que las risas de ambos, unidas por el gorgoteo del incesante agua que nos bañaba se fundían en una.
-Lo admito, esta no la esperaba. -Bromeé alzándome para tenderle la mano y ayudarla a ponerse en pie -creo que por hoy esta bien ¿no crees? -aseguré moviendo le hombro para descargar la tensión que acumulaba.

Se acercaba la fecha de marcharse a Rumanía y todavía no le había sido presentada Ariyne, la supuesta "beta" de Damon. Todavía no tenía muy claro el funcionamiento de una manada y se encontraba enuna posición muy delicada porque a fin de cuentas ella no era un lobo. Pero de sus conversaciones con Mildred había sacado algo en claro: la beta era la sustituta de la alfa a todos los efectos. Es decir, que si había un vacío en en ese puesto, la beta podía asumir el liderazgo, y hasta engendrar el linaje del alfa.

No le gustaba en absoluto, tenía la sensación de que había alguien empujándola, que si ella no asumía el papel de alfa, pronto Ariyne lo ocuparía. ¿Por qué era todo tan complicado? Cuando Damon le pidió matrimonio ella dijo que si, a sabiendas de que un día se debería convertir en licántropo. Pero con los recientes giros de los acontecimientos ¿qué mujer en su sano juicio aceptaría ser una bestia condenada por la luna sin niguna garantía más que la palabra de un hombre?

Ya tenía experiencia en que esa palabra no valiese nada, y esta vez no iba a cometer los errores del pasado, pero para hacer bien las cosas necesitaba tiempo, y eso era lo que justamente parecía no tener, porque la beta empujaba desde atrás. Damon no se lo había dicho, pero sospechaba que entre ellos había habido algo más que palabras y entrenamientos en el pasado. Otra razón más para desconfiar de la "buena voluntad" de la mujer.

Había algo que la perturbaba profundamente, Damon le dijo en una ocasión que Elaine debería estar al cargo de Ariyne porque él no siempre dispondría del tiempo necesario, y era una tarea para una beta, aleccionar a los cachorros. Todo tenía mucho sentido pero ¿Era la única que sentía que le comían el terreno y que no podía hacer nada? aunque se convirtiera en lobo, ella misma no podría aleccionar a nadie porque no sabía nada de la licantropía, así que antes de meter la pata, prefería moverse en el terreno que dominaba, el humano.

Con todas estas dudas en su cabeza, se presentó en el despacho de Damon dispuesta a conocer a la que sería su mayor amenaza junto con la reina rumana que le esperaba en el castillo que acababa de heredar Damon.

Ariyne no ceso en su empeño de disparar preguntas a diestro y siniestro, no podía evitar ladear ligeramente la sonrisa cada vez que escuchaba su voz a mis espaldas.
Impaciente, ansiosa, la veía con actitud suficiente como para tomar responsabilidades a mi lado y de ese modo aligerar mi pesada carga.
Ahora con la corona sobre mi cabeza las responsabilidades pesaban ,así que cuanta mas ayuda para delegar, mejor..de eso no me cabía duda.

Cuando llegamos a la mansión, dejé a mi negro corcel en las caballerizas, uno de los mozos rápidamente se encargo de ponerle agua limpia y una buena cantidad de paja y heno.
Hablaba con mi beta camino a casa cunado Mildred nos interrumpió, al parecer Brianna estaba en mi despacho, quizás para comentarme algún asunto del viñedo o del viaje que en apenas una semana emprenderíamos hacia Rumanía.

Ariyne iba a despedirse, mas le pedí que no lo hiciera y me acompañara, había dilatado en el tiempo el encuentro entre ambas por razones mas que obvias..pero supongo que si íbamos a viajar todos juntos la nuevo País, ni podía permitir que se cruzaran sin dirigirse la palabra.

Al entrar Brianna centró sus ojos en ambos consecutivamente, le dirigí una sonrisa mientras me acercaba a ella y depositaba un beso en su mejilla.
Sabia que no le gustaban las muestras de afecto en publico y supongo que al haber tenido algo con la loba tampoco es que me resultara cómodo mostrar mas de lo necesario.
-Brianna, quería presentarte a Ariyne, ella es mi beta. Te comenté que en las ocasiones que yo no pudiera entrenaría a Elaine, y también a Lobbo cuando crezca un poco.

Miré a ambas un instante sin saber muy bien que mas decir.
-Ella es Brianna, es ..- definir que eramos era complicad teniendo en cuenta que me desposaría con otra en Rumanía. Dejé la fase en el aire, la verdad es que definirla como mi amante era absurdo, pero tampoco era mi prometida ¿que eramos exactamente?

Damon no pudo completar la frase sobre lo que eran. ¿Qué eran? eso le dolió. Realmente no eran nada, se querían, y deseaban estar juntos. Se habían hecho promesas en la intimidad, promesas que no valían nada de cara al resto de la gente. Ni Ariyne, ni nadie en la manada salvo Mildred la verían jamás como la compañera de Damon a menos que éste depositase un anillo en su dedo y ella se convirtiera en licántropa. Y para el resto de la humanidad, sólo era una sirvienta con suerte, una trepa, una aprovechada.

— soy Brianna, es un placer conocerte por fin. Como ya sabrás, tanto tú como el resto de la manada, nuestra situación es complicada, así que no intentaré ofender tu inteligencia diciéndote que soy la niñera de Lobbo o a la asistente de Damon. No soy una hija de la luna como vosotros, pero mi hija sí, y haré todo lo posible para que sea aceptada y abrace vuestras costumbres.— miró a Ariyne intensamente y se acercó a ella. Quizás no tuviera la fuerza, el coraje o la temeridad de un lobo, pero cuando se trataba de Elaine, Brianna era una leona y así lo demostraba. Sujetó las manos de la loba entre las suyas, a sabiendas de que podía llevarse un mal gesto por respuesta, rechazo o rudeza por su parte, porque había invadido su espacio personal sin pedirle permiso. Pero igualmente no se amedrentó, la miró a los ojos directamente.

— voy a depositar en tus manos lo más preciado que tengo, que es mi hija Elaine. Respeto tu autoridad en esta manada, confío en que la guíes, la entrenes y la acabes apreciando porque es una niña muy especial. Cualquier problema que surja, no dudes en venir a buscarme y también cuando necesites cualquier cosa. Yo no puedo hacer esto por ella, pero vosotros sí, y siempre estaré en deuda.

Quizás no fuera la mujer más fuerte o más arrojada, pero sin duda cuando decía algo, lo hacía desde el corazón, y con cualquier cosa que hiciera referencia a la niña, todavía más. Sabía que ganarse la confianza de los integrantes de la manada no sería fácil. Ya tenía la de Mildred y la de los dos guardaespaldas que le asignó Damon. Eso ya era un paso. Pero quedaban muchos escollos por superar.

— sé que me veis como una extraña, sé que no soy una de los vuestros todavía, pero lo que acontecerá en Rumanía será mucho peor, y si tenemos que superarlo, lo haremos juntos o fallaremos en el intento. Créeme, no soy el enemigo, al contrario. Nadie más que yo desea que todo salga como debe ser, por el bien de Elaine, y por el mío propio, porque de todo esto depende mi propio futuro. He apostado mi familia, mi vida y mi corazón a esta aventura, y pondré todo mi esfuerzo en que así sea.

Miró a Damon y soltó las manos de Ariyne. No podía hacer más, tan sólo demostrar que sus palabras eran ciertas y ganarse a todos y cada uno de aquellos lobos testarudos y beligerantes.