Victorian Vampires
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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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NIGEL QUARTERMANE

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Mensaje por Invitado Lun Jul 03, 2017 4:54 pm


DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Gabrielle Imogen Borbón-Vendôme

▲APODOS, DIMINUTIVOS O APELATIVOS▲
Principalmente Elle, pero también la llaman Gabs, Mo -Por Imogen- o Gabby, aunque ella lo detesta.

▲EDAD▲
16 años. Nació el 22 de Noviembre de 18∞∞

▲ESPECIE▲
Humana/Hechicera.

▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
N/A

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase Alta.

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual.

▲LUGAR DE ORIGEN▲
Nació en el castillo de Paimpont, en Broceliande -Francia- mismo lugar en dónde pasó la mayor parte de su infancia.
▲HABILIDADES/PODERES▲

→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.
• Gabrielle es una “principiante” en muchos sentidos, en especial en cuanto respecta a la magia –O al menos ella se siente así-, aunque lleva toda su vida ejercitando dichos elementos, por causas de su abuela, quien la ha instruido hasta avanzada su edad. En el caso de la hechicería, ella actúa mucho en la magia por instinto, aunque se ha formado en esta. Puede hacer que ciertos eventos “sucedan”, aunque lo que hace es empujar la balanza a uno u otro lado, pero esto es siempre por causa emocional, no por voluntad. Sí posee un detallado y extenso conocimiento de la herbología, en especial aquella que corresponde a su región natal.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiantes cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.
• En principio, y hasta que su abuela se lo explicó, ella no entendía qué era esto. De pequeña veía colores en torno a las personas, y eso le asustaba, en especial al entender que no era así para todos; con la edad, sin embargo, empezó a distinguirlos, a interpretarlos y aceptarlos. En su actualidad,  el entender las auras y sus colores se ha convertido en algo esencial para ella.

→ Barrera: Capacidad de generar campos de fuerza defensivos. Estos campos sólo duran temporalmente y pueden ser rotos si su oponente es también fuerte.
• Esta habilidad es una que recién ejercita y de la que solo logra hacer constancia en los momentos de ansiedad, miedo, angustia o cuando una emoción muy fuerte la invade. Los campos de fuerza que ella crea suelen durar segundos; en más largo ha durado apenas un minuto y poco más.

→ Premonición: Habilidad para percibir el futuro. En ocasiones solamente se expresa en forma de vagos sueños mientras se duerme, mientras que otras veces es clara y ocurre a voluntad, mientras se está despierto.
• Elle solo ve el futuro en sueños, más esta es una habilidad que ella desconoce tener, pues resulta muy abstracta. Por lo general tiene sueños repetitivos que terminan revelando piezas de lo que podría pasar.

→ Empatía: Permite conocer los sentimientos de otras personas e intuir sus movimientos. En formas más avanzadas, permite incluso variar sentimientos ajenos o controlarlos. Funciona de manera parecida a la telepatía, pero no es tan eficiente como esta.
• Con la empatía sucede lo mismo, pues se presenta de una forma muy sutil. Ella puede intuir lo que sienten otros, y  si se centra puede “ver” con más claridad lo que otros pueden estar experimentando, más es  una habilidad que aun desarrolla.



DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA


Las apariencias engañan, o eso dicen; no puedes dejarte corromper por una flor, por su aroma, por la belleza de sus pétalos, su dulzura… La flor más hermosa  a veces es la más mortal.
En el caso de Elle, no todo lo que se dice es cierto, pues apariencia y carácter se asemejan mucho, aunque hay profundidad tras la claridad de su mirada.

Elle es en esencia una chica buena, un poco mimada y dulce; muy sencilla, de carácter tranquilo y jovial que se ha criado en medio de la naturaleza, entre parajes que se pintan muchas veces como fantasiosos, y rodeada de personas que la querían y la protegían. Su infancia fue atípica y llena de mentiras que ella no descubrió hasta iniciada su pubertad, más ello fue causante de su carácter tan amable y lleno de inocencia. Fue esa la semilla de la niña que creía que el bien podía ocurrir, incluso en las peores historias. Como verán, una gran, insulsa e ilusoria mentira.

Gabrielle es muy amable y respetuosa. Está educada para ser una joven de trato digno de la realeza, y ella sabe ofrecer esa apariencia a la perfección. Su voz es dulce, sus palabras son amables y su sonrisa es siempre atenta. Tiene bondad en la mirada, una sencilla e inquebrantable nobleza que no logra ocultar ni proponiéndoselo.
Con todo, estas son solo luces que proyectan grandes sombras, pues ha aprendido desde muy joven a fingir fortaleza ante un mundo que se le iba tirando encima, que la había declarado como suya incluso antes de notarlo. El saber y conocer ciertas cosas de su familia le quitó la inocencia, aunque no la alejó de su voz o de su mirada, pero si la endureció por dentro. Ella es muy dócil, obediente e incluso obediente, o eso aparenta, o eso trata de ser… pero algo en su naturaleza se rebela, algo posesivo –Posesivo de sí misma- que la fuerza a luchar contra las cadenas que le han impuesto.
Inteligente, astuta, y paciente, Elle es una chica que sabe ver en las situaciones oportunidades y que guarda secretamente por el momento de hacerse valer. Son dos las fuerzas que luchan dentro de ella, pues aunque sabe que debe ser dócil, e incluso aunque trata de serlo con todas sus fuerzas, una parte de ella se opone y lucha una constante guerra que terminará ganando.

Eso sí, su lucha es contra la sumisión, pues su bondad no se puede poner a duda. Ella es por naturaleza una persona benevolente y amorosa que siempre mira por los demás, incluso aunque esto le cueste caro.


Virtudes y talentos:

-Elle es una chica bondadosa, soñadora y amable por naturaleza. No sabe ser mala ni queriendo. No puede ni fingiendo, ni tratando con todas sus fuerzas, de modo que siempre va a reflejar esa amabilidad a otros. Tiene una fuerte necesidad de ayudar.

-No es para nada pretensiosa y suele fijarse poco en las apariencias. Incluso dentro de su clase social, ella resulta una chica poco vanidosa.

-Es divertida, aventurera y suele tener un carácter feliz. Cuando está alegre habla hasta por los codos.

-Es curiosa por naturaleza –Eso puede ser tanto bueno como malo- por lo cual no es raro que tenga un “¿Por qué?” entre los labios.

-Es una chica muy inteligente y gracias a la educación que le brindaron su abuela y prometido, se volvió una mujer sumamente culta que tiene conocimiento de materias que para la época no se esperaba que la mujer conociera.

-Es buena con el canto, el arte y la música. Elle tiene una voz preciosa.

Defectos:

-Es un poco mimada, incluso sin quererlo, más ella no lo nota. Está acostumbrada a una vida de lujos y cuidados, de modo que tampoco se le puede culpar por ello.

-En ocasiones es –O solía ser- demasiado inocente, de modo que resultaba sencillo engañarla.

-Puede llegar a ser muy distraía, por lo que se le pasan por alto cosas como la envidia o incluso el deseo, y en especial el sárcasmo.

Gustos:

-Las frutas de todo tipo, aunque en especial ama las manzanas y las fresas.

-Le encanta el chocolate, los pastelillos, el té y toda clase de dulces.

-Adora leer y en especial dibujar. De igual modo, se le da muy bien tocar el piano, y es algo que ella realmente ama.

-Su pasión es tocar el piano y cantar.

-Ama los días de lluvia e incluso las tormentas, así como los bosques.

Disgustos:

-Detesta que le lleven la contraria, así como que le mientan o le tomen el pelo.

-No soporta el sol, menos el calor. No será vampiro, pero es una criatura de fríos y noches.

-Detesta –O más bien teme- la mirada con la que suele seguirla su señor cuando están ambos en la misma habitación. A excepción de su prometido, nunca le ha tenido especial afecto a la familia a la que sirve, aunque los respeta y obedece sin reservas.

-No es gran fanática de los cuentos, pues prefiere los libros de historia o de mitología.

-No soporta la religión o la iglesia, aunque finge tan bien como cualquiera en su familia el pertenecer a la religión católica.

-Las ciudades la deprimen. Ella prefiere los climas frescos y los bosques que parecen interminables.

-Detesta los corsés y los tacones –Los zapatos, en general-, aunque nunca se ha quejado por tener que usarlos.

Sueños o aspiraciones:

Su única aspiración real es ser libre de aquello que le han impuesto, aunque no se hace esperanzas al respecto. Es una ilusión, pero tiene claro que es caso vano.

También está el hecho de que desde pequeña está enamorada de su prometido y una parte de ella alberga la esperanza de que pudiera llegar a ser algo mutuo, no obstante, con esto siquiera tiene fe o atisbos de ilusión. Son demasiado diferentes. Ella sabe que es imposible.

Hobbies:

-Tocar el piano, cantar y leer son los principales.

-Ama salir a pasear/explorar y es mucho mejor si termina perdida.

-Igual es una niñería que una joven de sociedad no se puede permitir, pero adora tirarse en la hierba a ver las nubes pasar.

Manías:

-Suele morderse el interior de las mejillas hasta sangrar cuando está nerviosa.

-Frunce el ceño y hace pucheros o pataletas de forma constante, lo cual no ayuda a verla mucho como una adulta, aunque su cuerpo le haga parecer una.

Fobias y miedos:

-Su mayor miedo es el hombre al que sirve su familia, aquel cuyos ojos nunca la dejan, aquel, que la mira de forma lasciva desde que era solo una niña. Ese del que su madre siempre le dijo que se cuidara.

-Desde que descubrió el secreto que protege y resguarda su familia, así como la condición de su prometido, se siente un poco temerosa de la muerte. No teme envejecer, pero le asusta mirarse un día al espejo y notar que los años han pasado para ella, pero no para él.


HISTORIA


Familiares:

- Imogen De Borbón-Vendôme –Abuela Materna. Difunta.-
- Gaspard Borbón- Vendôme – Padre. Edad desconocida-
- Juliette Borbón-Vendôme –Madre. Edad desconocida.-
- Antoinette DE' Montmorency –Hermana. 26 años. Casada.-
- Françoise Borbón-Vendôme –Hermano. 24 años. Casado-
- Marie Delacroix – Hermana. 23 años. Casada.-
- Misha Borbón-Vendôme –Hermana. 20 años. “Comprometida”-
- Edmond Borbón-Vendôme –Hermano. 18 años. Soltero.-
- Hermano difunto.


Biografía:

Dicen que todo tiene un principio, ¿Pero qué sucede cuando incluso ese comienzo, ese epílogo de la propia vida ha sido ya decidido? A veces no tenemos elección. En ocasiones se trata de solo entregarnos, de rendirnos ante lo inevitable.

Gabrielle –O sencillamente Elle- Imogen Borbón-Vendôme nació en una hermosa mentira, cuando fuera el mundo se teñía de plata en los cielos y de blanco en la tierra. Dichas tonalidades parecían seguirla y pertenecerle, pues sus ojos, como plata fundida, fueron cambiando hacia el azul cuando el mismo cielo lo hizo, al llegar la primavera. Ella era por sí misma inviernos, tormentas y renacer, y a diferencia de sus padres, su abuela, Imogen, lo notó de inmediato. La Séptima hija de una Séptima hija. Aquella niña estaba destinada a la magia.
Bastó con ese símbolo para que la vieja y sabia mujer la reclamara para sí. Por aquel momento nadie siquiera lo notó; su madre estaba encantada con la perfecta belleza de la niña, y su padre tenía demasiadas cosas en mente como para siquiera pensar en la bebita que mamaba tan tranquila de los pechos llenos de su madre. La niña no sería preocupación de nadie por algunos años, de modo que para Imogen, de origen Italiano, no fue difícil ir tomándola poco a poco como suya.

A diferencia de la madre, Juliette era francesa y había adoptado la religión católica como suya, aún al servir a la familia a la que servía. Era ella un alma que se debatía de forma constante entre la promesa de servicio que sabía tenía que cumplir, y la religión en la que creía. Hizo lo mejor que pudo, con todo, pero sus juicios se nublaban y se volvían caóticos cuando sus amos exigían aquello que por derecho de palabra y juramentos les pertenecía.
Imogen, por su parte, era completamente distinta. Una mujer fuerte de pensamiento y carácter entregada a la “Bonna Dea”, la diosa que conoció en su natal Toscana, de la cual la separaron siendo todavía una niña. Imogen se casó con un primo y adoptó a Francia como suya, más nunca dejó de lado a su diosa, y durante toda la niñez de Gabrielle, el cantico de susurros de “Bonna Dea, Bonna Dea” la seguiría.

Durante todo el transcurso de su niñez y hasta la muerte de su abuela, Gabrielle se crío en el castillo de Paimpont, en Broceliande, que conformaría la mayor parte de su mundo y la haría creer que este era un lugar rodeado de magia. Ella fue una niña feliz, rodeada de muchas mentiras, que siempre creyó que el constante ir y venir de sus familiares era por los eventos sociales de París, más que por otra cosa; no supo toda la verdad hasta sus 11 años, y en ocasiones añora esos tiempos de demente ignorancia.

Por aquellos días, cuando ella comenzaba a andar, Imogen, su abuela y la persona a la que la niña más quería la fue educando en las artes de la magia. Según la anciana aquello no era brujería, sino un don muy preciado que “La Bonna Dea” entregaba a sus hijos y que debía de ser cuidado con agradecimiento y devoción. Imogen educó a Gabrielle para que aprendiera a diferenciar todos los tipos de plantas y sus efectos, para que entendiera el simbolismo tras las auras y para que aprendiera a controlar sus nacientes poderes. La niña fue entrenada desde muy temprana edad para que ocultara esos secretos, de modo que solo su abuela era participe de ellos, y así podían vivir ambas en paz, pues la iglesia, siempre sombra de sus días, cazaba a las brujas con hambre diabólica y frenética.

El miedo a la pira era suficiente para una niña pequeña, pero a este constante temor se sumó desde muy temprana edad otro: Los ojos de un ajeno. A su corta edad Elle no entendía por qué, pero el caso es que de forma constante tenían visitantes en la propiedad, visitantes que actuaban como los dueños del terreno, personas de piel fría y mirada dura, carente de emoción y llena de apetito a quienes sus padres atendían en mudos silencios. Ella no sabía quiénes eran, pero un miedo natural y lacerante nacía desde lo más hondo hacia ellos, hacía él, como un presentimiento que le advertía que tenía que correr, como si se encontrara ante uno de los inquisidores que la llevaría ante el fuego de saber lo que su abuela y ella hacían en las noches de luna llena en el bosque.

La niña tuvo constantes pesadillas con esos ojos, con esas voces y sombras que recorrían el castillo de piedra por las noches, pero también tuvo sueños plácidos, más solo fue por uno de ellos. Un niño que siempre les acompañaba, uno que traía el verano en los ojos.

A Willem lo conoció casi al principio de sus días, en un tiempo demasiado temprano como para ser recordado, pero él siempre estuvo ahí; era parte de sus momentos, de sus constantes, de sus incógnitas… Él traía el verano impreso en la piel, tiñendo sus cabellos de hilos de oro, curvando los labios que pedían por sonrisas y en los ojos siempre azules, siempre demasiado brillantes y curiosos.
Desde pequeña a ella le quedó claro que él era “su prometido”, aunque no entendía bien la palabra, pero eso parecía significar que podía molestarlo a antojo, porque Will siempre parecía tener que estar tras de ella –O ella tras de él-. El niño pasaba largas temporadas de tiempo en Broceliande, con ella, de modo que acosarlo era sencillo; muchas veces era Willem una presencia de mayor constancia que sus padres, incluso que sus hermanos.

Su familia, o cuando menos su madre y abuela tenían opiniones diferentes sobre el niño y el compromiso. Imogen siempre parecía tener que contener la sonrisa cuando veía a Willem, mientras que Juliette solía fruncir el ceño al verlo, más aquel gesto serio y carente de felicidad siempre teñía su rostro cuando aquel carruaje llegaba a altas horas de la noche, cargado de invitados imprevistos e inesperados.

Durante aquellos años de niñez Gabrielle creció con las constantes del bosque, de su abuela y de Willem como compañía, y realmente pareciera ser que ellos eran todo cuanto necesitaba, incluso aunque él le tomaba el pelo de forma constante al engañarle con sus respuestas a las tantas preguntas que tenía la niña, incluso aunque parecía esquivarla de la misma forma que la buscaba, incluso aunque él era mayor, y con el paso del tiempo, la edad se iba marcando y los iba diferenciando a ambos.
Ese paso del tiempo, sin embargo, hizo que la niña se fijara en los ojos azules que reflejaban la luz del sol, en los labios de hoyuelos fugaces… No resulta sencillo decirlo cuando es cierto que es algo que bien pudo estar ahí toda la vida, pero ella se enamoró de él sin notarlo.

Igual era algo que se sabía, igual se notaba en su efusión. Imogen no hacia comentarios y seguía alentando a Elle a aprender magia, mientras que la madre de la pequeña procuraba mantenerla oculta de sus visitantes y “su prometido”.

Quizás la ignorancia es mejor, pero todo tiempo llega a su fin, y las verdades, tarde o temprano se revelan.

En un día de nieves, de cielos grises y de nubes de plata, ella sintió dolor. Tenía solo 11 años cuando las sábanas, antes pálidas como su piel, quedaron teñidas de rojo. El miedo fue suplantado por el nerviosismo, por una sirvienta que buscaba a su madre, por una mujer que explicaba con labios temblorosos que no era más una niña, y por su padre, que entró en la habitación sin respeto ni reparos, que vio la sangre, que declaró que era tiempo.

Willem no estaba presente la noche en la que el carruaje atravesó el bosque; él no estaba cuando se detuvo, cuando el hombre que siempre lucía el mismo gesto y el mismo porte congelado bajó, con sus pasos de noches sin luna, como si fuera una canción que solo los difuntos pueden oír.

Nadie le explicó a Elle sobre la sangre, tan solo le dijeron que ya no era una niña, y que con la edad vienen ciertos secretos que nos marcan, que jamás deben ser revelados. Existen criaturas que moran la noche desde el inicio de los tiempos, a quienes pertenece el mundo, a quienes los humanos deben temer y venerar por partes iguales.
Las explicaciones fueron diversas y vinieron de todas las bocas, excepto de los labios de su querida abuela, quién solo le dio un amuleto de la Bonna Dea, quien le dijo todo con la mirada.
Su madre le dijo que Dios les perdonaría, su padre le dijo que no les decepcionara, sus hermanas le dijeron que fuera valiente, sus hermanos guardaron silencio.

Con pies descalzos, enfundada en una larga capa roja como la sangre, que le cubría la sombra y usando solo un camisón blanco, Elle se deslizó por la noche, por un pasillo sin velas ni candelabros que se extendía hasta la eternidad mientras las palabras de las oraciones de su abuela se repetían entre susurros en sus labios resecos y temblorosos. Las puertas se abrieron solas y a la luz de una vela, sentado frente a los cristales que daban al bosque oscuro, su pesadilla le recibió.

Él parecía joven, pero siempre lo había parecido. No parecía tener la edad de su padre, pero había oído los susurros desde la revelación, palabras que hablaban sobre su tiempo atemporal, aunque ella no sabía qué significaba eso. Notaba en los ojos del extraño que algo sentía, como si un hambre constante se ocultara tras esa mirada de hielo, incapaz de escapar de las sonrisas insinuadas y mal disimuladas.
Él la hizo sentarse frente a sí en una mesa, frente a esa única luz y sin palabras le tendió una copa vacía. “Sabes lo que tienes que hacer, lo que tienes que decir” le habían dicho a Elle, de modo que el hombre no tuvo que pronunciar palabra, sino que se limitó a sonreír, como siempre hacía.

“No tiembles, Elle. Sube la manga de tu camisón, toma el cuchillo. No tengas miedo”

No tembló, hizo lo que la voz en su cabeza le decía, recitó las palabras que su madre le había dicho, las del juramento y dejó que el filo del metal le besara la piel, trazando una marca roja en su antebrazo que quemó como el fuego.
Lo miró todo el tiempo, miró su sonrisa, el gesto insinuante, el modo en que acariciaba su labio inferior con el índice, casi sin notarlo. Lo miró todo el tiempo, mientras la sangre manaba, salpicando la mesa de pequeñas gotas rojas, llenando la copa.
Lo miro todo el tiempo, sin titubear ni rechistar, aun cuando él le quitó la copa con delicadeza, aun cuando la llevó a sus labios. No apartó la mirada cuando bebió, despacio, lento… No dejó de mirarlo cuando el rojo tiñó sus labios, ni cuando su lengua se paseó por esa boca que parecía pedir más.

Desde ese día algo cambió en ella. No se lo dijo a nadie, pero fue como si el mundo se tiñera con una sombra gris, casi invisible que le quitó fuerza a los colores. No ayudó  que a los pocos meses, para su cumpleaños número 12 su abuela muriera; no ayudó que Willem enfermara y la dejara para finales de ese año.

A partir de ese momento ella perdió fuerza. Fue en ese tiempo que cambió, saliendo por fin de la dulce mentira de ser una niña. Ser una mujer trajo consigo toda una nueva clase de vida, y con la partida de sus seres queridos vino la partida del hogar, pues era hora de jugar en la corte. Es así como Gabrielle se muda a los 12 años con su familia a París, dónde se establecía el Conde al que servían en secreto y quien pasó a mostrarse como una constante en sus días.
En París, la ciudad del río con los 100 tonos de verde, los días eran fríos, hoscos y grises, de modo que la niña no encontró consuelo en su nueva vida, que se cargaba con horas de lecciones demasiado agotadoras. Su cuerpo tenía que adaptarse a todo un nuevo estilo de vida, a servir, a proteger, a complacer… a hacer todo cuanto sus amos podían requerir, a ser todo cuanto ellos podrían desear. Fue entonces cuando Elle entendió el miedo que reflejaba la mirada constante de su madre, ese que se pintaba en sus ojos siempre que él entraba en la habitación.

Otras palabras reemplazaron en esos tiempos a las oraciones para la Bonna Dea, las palabras de su madre, que le decía que no se acercara demasiado a los hijos de la noche, que protegiera su corazón, que no dejara que uno de ellos tocara su alma, que no les dejara poseer lo único que no podrían quitarle jamás. “Nunca te enamores de un vampiro, Elle, bajo ningún concepto”

El entendimiento se volvió pronto una constante en la vida de Elle, y desde entonces comenzó a comprender los secretos y las telarañas tan cuidadosamente armadas. Sus hermanas, con sus matrimonios fingidos y arreglados, ellas que sabían hacer cosas que ninguna dama sabe, que sabían moverse y dar placer como las putas, que se entregaban como sacrificio ante los dioses carentes de misericordia, que manejaban las armas como los hombres en la guerra.
Caso miso era el de sus hermanos, pues sus dueños no parecían distinguir entre sexos, no tenían tabúes, y pronto Elle comprendió que las órdenes no se desobedecían, que siquiera tenían edad.

Vivir con esa constante la hizo desconectar del mundo en otros sentidos, y pronto tuvo que aprender a dejar de ser, incluso estando en una habitación, rodeada de gente. Entendió con el paso del tiempo la lección más valiosa, esa que su familia no decía, pero que practicaba de forma rigurosa: No sientas, Elle.
Así, Gabrielle empezó a guardarse todo, empezó a desconectarse, a dejar de sentir, y de ese modo visitaba una vez a la semana a su dueño, a ese que la miraba a la luz de una vela y la hacía llenarle una copa de sangre, a ese, que siempre entraba sin anunciarse, cuya mirada la seguía a todas partes, cuyos dedos la tocaban en roces efímeros y que le helaban la piel, aun cuando nunca hizo más que tocarle el rostro o los brazos. Él la paralizaba, se volvía su sombra y ella tuvo que aprender a desprenderse de todo cuando se encontraban ambos, uno frente al otro.

En aquellos años Gabrielle aprendió a luchar como los varones, a usar la magia como las brujas antiguas y secretas, y a dar placer como las altas Madame lo hacían, aunque nunca lo puso en práctica. Nadie la tocó en esos años, ninguna boca se posó en su piel y los dedos no pasaron los límites, aunque se sentían como una violación. Ella tenía dueño, era de Willem, y por alguna razón, aunque nunca lo decían, era algo que todos parecían saber y respetar.

Esa perspectiva de pertenencia nunca gustó a la chica, quien se calló, como tantas otras quejas, las palabras que pujaban por salir de su boca: “Yo no pertenezco a nadie”, y con ello se limitó a crecer, encerrada en su jaula de oro, viendo  el tiempo pasar mientras las cartas escritas por aquel que antes había sido un amigo, y que ahora era un extraño, seguían llegando. Sus palabras, siempre dulces, siempre amables se cargaban de anhelos, y ante cada respuesta Gabrielle oía con claridad a su madre, a su voz, que no dejaba de susurrar “No te enamores de un vampiro. No les entregues tu corazón”.

Esas palabras, junto con las plegarias a la Bonna Dea se terminaron convirtiendo en su constante, en la clave que la ayudaría a sobrevivir a los años consiguientes en París, con sus artimañas, trucos y cortes cargadas de secretos.

Así, la niña que soñaba dio paso a ese ser intermedio que no sabía ubicarse en el tiempo, y a la vez, esta dio paso a la joven mujer que se entregaba a la historia de su apellido, a las palabras, con sus juramentos, con sus gritos, canciones, esperas… A aquello que no se dice, que se calla y que alienta, porque al final de todo cuanto la llevó al presente, lo único que seguía acompañándola y que no se había perdido de aquella niña que se lanzó al vacío sin saberlo, fue una declaración de lo nunca dicho:

“Yo ya le he entregado mi corazón a un ser que camina en la eterna noche, y me sé condenada en alma y cuerpo por eso.”





Descripción física:


• Color de ojos: Suelen variar del gris al azul dependiendo de la temporada, pero por lo general son azules, intensos y profundos.

• Color de cabello: Negro como tinta y tan suave como la seda. Lo suele llevar largo, por debajo de los omoplatos y siempre que pueda –Ósea, casi nunca- suelto. De sus hermanas es la única que porta el cabello negro, pues este es un rasgo que solo llevan los hombres de la familia. Su abuela fue la única en ser, mismamente, de cabellos oscuros; sus hermanas, tías y madre son rubias.

• Altura: No pasa de los 1.65 cmts.

Descripción:

¿Has oído la descripción de Blancanieves?, “Piel pálida como la nieve, cabellos negros como el ébano, labios rojos como manzanas…” bien, pues esa es Gabrielle. De pequeña sus hermanas solían canturrearle nanas que incluían el nombre de la chica de cuentos, y aunque ella no lo decía, era un hecho que le molestaba, pues siempre envidió los cabellos ondulados y de oro de sus hermanas. Con todo, y a su propia forma, resultó mucho más hermosa.
De largos cabellos negros que le bajan en suaves, casi lisas ondulaciones por la espalda y que asemejan la noche, y de claros y cambiantes ojos que van de la plata al azul más prístino, Gabrielle ha resultado tener algo noble, hermoso y sensual en sí. Ella es una chica hermosa de piel pálida que solo adquiere color en el sonrojo de las mejillas, o en el vívido rojo de los labios, pues los tiene de este modo al natural, como si hubiera estado comiendo frambuesas maduras segundos antes de que la vieras; sus labios son llenos y naturalmente sensuales, lo cual contrasta un poco con su rostro dulce y de formas inocentes. Tiene ella largas pestañas de negro ébano, cejas finas y marcadas, y hoyuelos en las mejillas.

Su cuerpo está contorneado como el de una joven mujer, y esto muchas veces le suma edad, aunque su carácter y la inocencia de su rostro revelan que no es el caso. Tiene 16, más sus pechos son insinuantes y llenos; sus cintura es estrecha y las caderas están redondeadas y marcadas a la perfección, lo que logra resaltar sus piernas, que parecen más largas de lo que en verdad son.
Toda ella es grácil, atractiva y sensual, como un sueño, como la insinuación de un manjar que no llegas a probar, y eso es algo que ella misma pareciera no llegar a notar, pues aunque sabe desde muy temprana edad lo que significa la mirada que muchos le dedican, no termina de ser consciente qué es lo que atrae de su cuerpo o su rostro de semejante manera.

Como raso dominante podemos citar su voz, fuerte, profunda y hermosa, de marcado acento, así como su mirada viva y chispeante, cargada de inteligencia y astucia. No es ella una niñita inocente y frágil, aunque dé muchas veces la apariencia de ello, y aunque sea este rasgo que lleva a muchos a querer hincarle el diente.


Expresiones o gestos característicos:

En muchos sentidos sus gestos pueden ser los de una niña, por lo que es habitual verla fruncir el ceño, hacer pucheros o morderse los labios. Es tranquila y ha aprendido a no ser muy expresiva, pero sus ojos poseen mucha profundidad, y por lo general traslucen atisbos de lo que siente, aunque tiene bastante control sobre sí. Ella es una chica reservada, tranquila y callada cuyos gestos se leen en la tensión de los hombros, aunque es de sonrisas fáciles y muy marcadas, por lo cual es común verla con un gesto casi soñador.

Enfermedades o incapacidades físicas:

No posee, aunque su familia presume de ser muy “enfermiza”, pero esto por el hecho de que tienen que encubrir ese rasgo particular de que una serie de vampiros se alimenten de forma constante de ellos. Las hermanas de Gabrielle, sobre todo, presumen de ser “delicadas”, aunque lo cierto es que están en buena forma. En el caso de Elle, ella es una chica sana que incluso tiene un proceso de sanación sorprendentemente bueno y rápido.

Adicional:

- El francés es su idioma natal, naturalmente, pero también habla rumano con fluidez y domina el inglés.

-La familia de Elle, aunque el apellido actual no lo indique, es nativa de Rumania. Ellos eran fieles sirvientes de los  Van der Rijin, que es un clan de la realza que convierte a ciertos de sus miembros en vampiros y que tienen un alto lineamiento de “vampiros sangre pura”. Los Borbón les han servido a través de los siglos, cambiando de países y estableciendo diferencias líneas familiares en diversos continentes, para prestar un mejor servicio a sus señores. Con el paso del tiempo la familia adquirió grandes fortunas gracias a dichos servicios, y eso les ha llevado hasta la condición actual, gracias a la cual son una familia que carece de títulos de nobleza, pero que posee fortunas comparables a la misma realeza.

-Los Borbón-Vendôme tienen una marca de nacimiento que con el tiempo ellos han llegado a tomar como símbolo de su servicio. Dicha marca tiene forma de una media luna, tan solo unos tonos más oscura que la piel de quien la porte; en el caso de Elle, la marca se encuentra en el interior de su muslo derecho.

-En el caso específico de su línea familiar, los Borbón se dedican a negocios diversos, pero tienen especial fama por el mercadeo de tés traídos desde la India, aunque son suyos ciertos negocios oscuros y algo turbios que la familia mantiene en secreto, o mejor dicho, que el padre mantiene en secreto.

-Al ser joven no resulta tan diestra como sus hermanos, pero Gabrielle es sin duda una chica que sabe cómo defenderse. Tiene conocimiento del manejo de armas de corto alcance, y siempre lleva escondidas entre sus ropas pequeños frascos con polvo de plata o dagas hechas del mismo material. La hechicería es su fuerte, sin embargo, y de ser necesario no dudará en usarla, aunque hasta ahora no le ha hecho falta recurrir a estratagemas, pues ha logrado pasar por la perfecta señorita francesa.







Última edición por Gabrielle I. Borbón el Mar Jul 04, 2017 9:02 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Administración Mar Jul 04, 2017 1:41 am

FICHA EN PROCESO
incompleta

TU FICHA ESTÁ INCOMPLETA. CUANDO HAYAS TERMINADO, POR FAVOR POSTEA A CONTINUACIÓN EN ESTE MISMO TEMA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN.

NO OLVIDES QUE PARA PODER ACEPTARLA ES NECESARIO QUE PRIMERO HAYAS REALIZADO LOS REGISTROS OBLIGATORIOS EN ESTE APARTADO Y QUE CUMPLAS CON LO QUE PEDIMOS EN EL ESQUELETO DE LA FICHA, INFORMACIÓN QUE PUEDES VER AQUÍ.

GRACIAS.



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Mensaje por Invitado Mar Jul 04, 2017 9:08 pm

Ficha terminada : 3
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Mensaje por Administración Miér Jul 05, 2017 12:54 am

FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.

ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.

¡QUE TE DIVIERTAS!





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