You are my possession [Privado]

por **Bricio Di Forte** Dom Jul 09, 2017 9:46 am

El carruaje se movía peligrosamente, bajaba por la empinada colina, en dirección del puerto. Ivo podía escuchar el chasquido del látigo, que azuzaba a los caballos, instándolos a correr con mas prisa. No se podía quejar, ya que él había exigido a su cochero que se apresurara, puesto que antes de poder llegar al barco y encontrarse con su socio y segundo a cargo, debía hacer los papeles necesarios para que la adquisición tan valiosa que traía en la nave, pudiera llegar a él, sin tantos miramientos burocráticos. Con el ceño fruncido, observaba el puerto a la lejanía, que a cada momento parecía que se acercaban a grandes zancadas, aquello, en vez de tranquilizarlo, lo estaba exasperando mas. No se trataba que la carga fuera ilegal, o que en realidad, no fuera algo realmente común, el problema radicaba, en que al ser un hombre soltero, rico y aún no comprometido, el conseguirse una esclava, podría ser tomado como un acto un tanto inmoral, y aunque por lo general a él, le importaba tres garbanzos que pensara la gente, no podía permitir que una acción como ésta enturbiara su floreciente empresa, - Tal vez debería invertir en otro tipo de comercio - dijo en voz alta, como si no estuviera solo, llevando su mirada al interior del coche y contemplando a su único amigo, - ¿que dices Oswald?- tres ladridos respondieron a la pregunta de su amo, - vaya que eres codicioso - respondió el caballero riendo a carcajadas y acariciando la cabeza de un magnifico ejemplar de mastin español, un cánido usado para el pastoreo y guardián de ganado, o esclavos. Oswald, era enorme, con sus ojos expresivos, sus fauces que imponían respeto, su pelaje color lobato, y una medida mayor a los setenta centímetros a la cruz, a pesar de ser tan enorme, ante su amo, se volvía u cachorrito que deseaba ser mimado por Ivo, pero que a una señal, podía quedare atento y quieto asemejando una escultura, o volverse un demonio feroz, si alguien intentaba hacerle daño a su amado humano.

Tras descargar sus nervios, acariciando a su perro, Ivo volvió a llevar su mirada al exterior, allí a menos de una legua, se encontraba la entrada al puerto. Suspiró aliviado, y carraspeó, debía volver a tener el porte de hombre duro, hasta peligroso, como el animal que sostenido por una cuerda de ahorque, le acompañaba a sol y sombra, como un tipo de guardia pretoriana, lista para defenderle hasta la muerte. Pronto se encontró cainando en dirección de los muelles, había terminado el papeleo y ahora podría ir a encontrarse con su socio y hacerse cargo de su posición mas novedosa.

por **Uhrma** Mar Ago 08, 2017 5:56 pm

Los pasos de gigante no eran más que pisotones para la nueva adquisición del noble. Quien la acompañaba podría medir casi unos tres metros. De piel oscura como el tizón, ojos oscuros cual oscura alma podría tener más bien estaba atento a que la nueva esclava no se le escapara de la vista, pero no había peligro. No lo habría, ya que dicha muchacha estaba observando el mar bien atontada, alucinada pensaría aquel que la protegía hasta traerla hasta su amo o hasta aquel que pago por ella. El hombre de oscura mirada observaba a su protegida sin perderse detalle, luego vio que esta misma se sentó a su lado intentando imitar a las mujeres que habían de clase alta cerca de ambos, pero claro, ella no era una señorita, era una adquisición por lo que riéndose por primera vez hacia sí misma, termino por reprimir su pequeño rato de felicidad y estar seria en lo que quedase de travesía.

Las demás personas los miraban con curiosidad. Con un vestido sencillo que ella portaba sobre aquella tostada piel. Su melena rizada y abundante estaba trenzada torpemente por aquel que la acompañaba. Al menos que estuviera presentable ante todos, que no estuviera con esos harapos los cuales no le favorecían nada a la muchacha. Una niña escucha llorar, pero nada hace pues sus instintos fueron detenidos por aquel que la quiere vigilar de cerca, que haría ella cuando entonces llegaran a dicha tierra a la que llamaban Francia, o a la ciudad a la que llamaban la ciudad del amor. No muchas palabras compartía con su acompañante brusco y tosco pero de lo que escuchaba sobre la gente, entre murmurios y recovecos aprendió algo.

Varias noches y días pasaron aburridos para los dos que iban hacia Paris.

Las únicas veces que sintieron estar sin ningún tipo de tensión, fue cuando jugaban a las cartas. El juego favorito de Uhrma era el burro. Un juego de cartas español que se estaba poniendo muy de moda y que precisamente era el que más se sabía quien la estaba acompañando esa tarde. Pero el camino se estaba acabando. Poco a poco, las olas los acercaban más y mas hacia su destino. Uhrma por alguna razón no quería conocer a quien sería su dueño pero por otro lado, bien curiosa estaba de a quien serviría. Un suceso como el que paso hace unos meses atrás no quiere que vuelva a repetirse. No querría que por su culpa fuera castigada. No, no desearía eso de nuevo.

Y el día llego por fin a su meta. El barco llego a puerto parisino y quien la acompañaba, observo que su amo y dueño se acercaba poco a poco a los muelles. Cuando bajaron ambos, Uhrma solo tenía la cabeza abajo como muestra de respeto, pero la verdad era, que no quería ver el rostro de una persona tan atractiva pues desde la barandilla del barco tras nada más verle, una flecha invisible atravesó su corazón.

Ref: https://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_naipes

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