Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

por **Amelhíon Du Crucerois** Vie Jul 21, 2017 10:03 am

Las calles parisinas, ese reflejo terrenal de las calles astrales en donde algunos brujos podíamos observar las energía esenciales reptar por entre los terrenales. Aquella visión, ilusoria y con demasiados huecos de improvisación provocaba que estuviera sosteniendo mi peso en una de las paredes de un viejo negocio en banca rota. Podía sentir las miradas de los caminantes que, a pesar de mi velo de protección, podían verme. Demasiados huecos por rellenar; ese era el juego de la magia. Nunca estaba completa siempre había algo oculto, misterioso, esperando a ser descubierto.

Las energías ancestrales disminuían su intensidad a medida de que el mundo se apagaba. Apenas tinieblas, sombras y locuras.

Una luz blanquinegra no tardó en aparecer frente a mí. Era radiante aunque el dolor de su portador o portadora provocaba que su brillo disminuyera por momentos. Abrí mis ojos con cuidado para no perder de vista aquella luz que se convertía en una silueta femenina.

Cuando pude ver con mayor claridad, los ojos juveniles de una dama aparecieron frente a mí pero la energía había cambiado. Era totalmente diferente, esta era dorada, bien equilibrada. Una bruja con suerte. Me saludó con la cabeza y sonrió confiándole un velo angelical a su rostro. Le devolví el saludo entrecerré los ojos para averiguar el paradero de aquella extraña aura. Luego de repasar mentalmente cada esquina, la encontré. Estaba en movimiento. Si me adentraba en los callejones podridos de París tenía alguna esperanza de encontrar al dueño o dueña de aquel potencial.

Me disculpé con la señorita, le di la dirección de mi navío por si tenía algunas preguntas. Aunque, ese aura dorada me recordaba a cierta Madame de cierto cabaret, amiga mía y jefa bruja parisina ¿Acaso Madame Marie estaba en París? Con muchas disculpas y poco tiempo me enredé en los adoquines rotos de el primer callejón que encontré. Esperaba que no fuera tarde... esperaba encontrar ese aura pura tan lejana a la mía.

por **Tsetsé Verte** Vie Jul 21, 2017 5:00 pm

No le iba tan mal para una amnésica que desconocía el idioma. Eso, si dejaba de lado el factor hambre, casa y ropa. No le iba tan mal a pesar de deambular por las calles lloriqueando como un infante perdido. No le iba tan mal...

Tsetsé contempló las páginas de su atlas, mojadas y arrugadas, arrancadas, comidas por las ratas. Hizo un puchero y lo abrazó con su enclenque cuerpo. Había escondido el libro allí, con la esperanza de que nadie lo encontrara, pero la lluvia y los bichos habían arrasado con él. Sin embargo, la página de la mosca tse tse, había sobrevivido. La muchacha contempló el mojado dibujo del insecto y sopló bajo el cielo encapotado. Era inútil, pero continuó soplando. Sopló hasta marearse y luego regresó a los pucheros.
Un hombre ebrio, se detuvo junto a ella en el callejón, esbozando una sonrisa flácida.

— ¿Cuanto cobráis preciosa?

Tsetsé no entendió lo que le dijo, pero no le hizo falta saber francés para deducirlo.

—Marchaos —masculló entre dientes.

—Uuh...extranjera...Exótico. Ahora solo falta, ver esa sonrisa. Quisiera comprobar si conserváis todos los dientes.

—He dicho que os marcheis.

El desconocido se inclinó para tocar su mentón, pero la muchacha susurró las palabras que comenzaban a ser familiares. Su influencia, obligó al borracho a erguirse y continuar con su camino. Vio la confusión relejada en su rostro, cuando su cuerpo no respondió a las ordenes de su cabeza, sino que respondió a ella. Tsetsé no lo soltó hasta que desapareció por el callejón. Solo entonces, se volvió a centrar en su atlas. Sin embargo el agotamiento la abrumó, todavía ~~no recordaba~~ no sabía como dar empleo a aquel don.

Dejó escapar un suspiro, una cabezadita no estaría mal. O al menos eso pretendía, hasta que volvió a escuchar unos pasos aproximándose.

—Dije que os marcharais —siseó.

Pero no era el borracho quién la miraba esta vez, sino otro hombre. Tsetsé, vio su aura reflejada en la de él. Curiosa, ladeó el rostro y se levantó del suelo.

—Sois como yo...—murmuró, ignorando si comprendía su idioma.

por **Amelhíon Du Crucerois** Vie Jul 21, 2017 5:52 pm

Los callejones carecían de luz de cualquier tipo. La luz material, presa de llamas en velas de cebo, simplemente no reinaba en un lugar tan mohoso como ése; la luz espiritual estaba ausente, nadie con una pizca de luz perduraba mucho tiempo en aquello recovecos parisinos.
La voz quebrada y lánguida de un ebrio llegó a mis oídos con la rapidez del sonido. Caminé lo más rápido que pude hasta el lugar en donde esa voz provocaba a una más jovial y femenina. Saqué la daga oculta en mi bastón y me aproximé a las dos siluetas que ya se estaban haciendo más visibles ante mis ojos. Expandí mi aura azul hasta volverse visible ante cualquiera, en especial ante hijos de la noche, como lo era yo.

El ebrio se asustó pero por algo que hizo o dijo quien era su víctima, una muchacha delgada hasta los huesos que portaba un aura blanquinegra, como las brujas de antaño.

Volví a mirar sus aura con detalle ¡Era quién estaba buscando! El Tiempo no me había traicionado, había dado con aquella fuerza descomunal de minutos, quizá media hora, antes. Cuando la vi pasar a velocidad por la calle en pleno centro de París.

Las auras de los dos se rozaron. Un gusto a tierra mezclado con ciertas hierbas llegó a mi paladar. Retrocedí un paso para romper el contacto y así cubrirnos bajo la oscuridad de los callejones.

- Bonjour Mademoiselle...- murmuré antes de descubrir su idioma tan conocido por mí a través de una antigua amiga.- Buenos días, señorita.- volví a decir.

Sí, mi "r" patinaba. Y sí, no era un eximio parlante español pero me podía defender dignamente.

"Sois como yo" ¿Era como ella? ¿En verdad?

- Ambos somos hechiceros, jovencita.- dije con una sonrisa acercándome con cuidado.- Pero dudo que yo sea como usted. - Apoyé mi peso en el bastón, que ahora estaba frente a mí.- ¿Sabe que tiene el aura como las brujas más poderosas de la antigüedad?

por **Tsetsé Verte** Lun Jul 24, 2017 1:06 pm

BRUJA

La palabra insufló oxígeno a sus pulmones en un estallido de realidad. No parecía una forma incorrecta de definirla, es más le quedaba como un guante. Por sorpresa, había dado con aquello que le había costado tanto encontrar. Ya no tenía que encajar y ajustarse en el término "Hechicera", aquello no era para ella. Bruja sin embargo, parecía correcto.

Parpadeó, siguiendo los movimientos del hombre con precaución. Llevaba los días suficientes como para percatarse que no todos aquellos que se le acercaban con expresión samaritana eran peersonas honradas. Aunque normalmente era capaz de discriminar entre aquellos que tenían buenas intencones y los que no. Supuso que aquella era la ventaja de ser una...

―Bruja ―paladeó en alto―.Brujas de la antigüedad.

Dudo, si aquello era un halago u otra cosa por la que preocuparse. ¿Cómo ella, tenía tanto poder ni si quiera sabía como utilizarlo? Era absurdo, un insulto para una bruja de verdad. Un insulto para Ametz.

―Y dígame usted, esa calumnia la habéis elaborado solito, ¿o aquellas brujas de las que habláis eran tan ineptas como yo lo soy?

por **Amelhíon Du Crucerois** Mar Jul 25, 2017 7:29 pm

El aura blanquecina de la muchacha no tardó en volverse opaca. El miedo, el resquemor, cualquier sentimiento negativo tendían a disminuir la energía espiritual que formaba el campo magnético que protegía a mortales, inmortales y espíritus. La muerte era, en todo caso, el extremo del polo negativo. Del lado izquierdo de la magia, de los espíritus desencarnados perdidos aún en sus vidas terrenales. El mundo de lo natural, creído sobrenatural era demasiado amplio para abarcarlo incluso con la rapidez de los pensamientos.

Batí mi capa negra en su dirección. Mi aura azul salió disparada como flechas hacia la suya.

- ¿ Sentiste algo jovencita?- pregunté al vislumbrar el brillo del choque producido por ambas energías.

Pero ambos estábamos en lados mentalmente opuestos. La joven reaccionó con brusquedad ante mi comentario lo que demostraba dos posibles situaciones: O, su conocimiento interno de sus poderes era paupérrimo; o, algunas experiencias vividas la habían marcado para siempre. Podían gestarse ambas. Podrían existir más causas. Sus palabras insultaban tantos años dedicados a la magia, tantas noches con viejos códices. Mis entrenamientos con Ángelus o con Zambí. La fulminé con la mirada. Tapé mis ojos con mi sombrero negro e hice visible mis símbolos mágicos: el círculo protector, dentro de él un ancla, dos líneas que marcaban los caminos, siete estrellas y una luna en representación de las almas benditas.

- Fueron muertas en la Santa Inquisición...- gruñí.- Todos en nuestra juventud fuimos ineptos.- continué aplacando mi círculo protector, dejando ver mis ojos y tomando el sombrero entre mis arrugadas manos.- Ineptos con magia ¡Menudo problema!

Había algo, un sentimiento interior casi premonitorio que me indicaba que aquella joven estaba perdida pero ¿Cuánto tiempo atrás? ¿Sabía de qué linaje provenía? Algo peor ¿Sabría quién era?

por Contenido patrocinado

Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

Re: Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

Re: Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

Re: Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

Re: Un alma en harapos (Tsetsé Verte)

Re: Un alma en harapos (Tsetsé Verte)