Beatrice Dantuono

por **Beatrice Dantuono** Miér Ago 09, 2017 5:30 am

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Beatrice Dantuono

▲EDAD▲

real:30 años. Aparente: 18 años.

▲ESPECIE▲

Cambiante felino: Miu egipcio,
Ocelote, Gato azul inglés.(las imágenes están en este mismo orden)

Spoiler:

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase alta

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual.

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Italia.

▲HABILIDADES/PODERES▲

Las propias de su raza y los tres poderes siguientes:
1-Visión compartida y visión remota.
2-Telepatía y comunicación con los animales
3-Ojo superior.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Beatrice siempre fue una chiquilla alegre y extrovertida que fue escondiéndose en si misma, más centrada en los libros que en los vestidos o las fiestas, creció con inteligencia y una agradable facilidad de palabra que, no obstante, le facilitaba mantener relaciones superfluas que, algunos, tachan de fría y distante.

Tras esa apariencia fría adoptada para no salir herida en una sociedad que, a su forma de ver, parece un coto de caza, sigue siendo la joven dulce y abierta que era de niña, aunque con preocupaciones mucho más claras y prioridades más lógicas. Su superficialidad desapareció por completo dando lugar a una joven responsable y elegante que no tiene dificultad para moverse en la alta sociedad.

Su vida en inglaterra no logró calmar ese carácter italiano que sale en los momentos menos esperados, haciéndola, tal vez, demasiado entusiasta o fogosa para aquellos de alta cuna.Su discreción ha sido útil para el trabajo de su padre y su huida. Perseguida por el Doctor J. Ripper, procura pasar desapercibidas en la alta sociedad parisina, donde ha decidido esconderse.

A aprendido, justo por eso, a disfrutar de su poder de cambiaformas, que le permite tener paz en un mundo donde la persiguen para matarla.

HISTORIA

El viento no soplaba en el viejo caserón iluminado de forma tenue por esas lamparas de aceite viejas y oxidadas mientras el servicio cerraba las puertas como todas las noches. El portón principal dio un golpe sordo cuando Sebastian, alto y espigado como había sido siempre, decidió que el reloj de cuco que presidía la pared del salón, había tocado las doce sin que nadie pudiera escucharlo dado el trino oxidado del que hacía gala el ruiseñor que solía saludar cada hora en punto.

El suelo de mármol brillante dejó resonar unos pasos apresurados de tacones mientras un intento infructuoso de silencio resonaba en los pasillos mientras las últimas luces de la casa comenzaban a apagarse dejando iluminar las estancias, únicamente, con la luz de la luna. Clap clap clap, volvió a sonar y una risilla juvenil se escuchó por el pasillo mientras una joven de liso pelo castaño corría de esquina a esquina encorsetada en su vestido rosado con las mejillas arreboladas.

- Señorita.- sonó serena y baja la voz del hombre que había cerrado la puerta principal.- ¿Dónde se supone que va? Sabe que sus padres…
- Shhhh.- Exigió poniendo sus manos sobre la boca del hombre.- No grite Sebastian, solo quiero ir a ver a Brï-han, volveré al cuarto antes de que nadie se de cuenta.- prometió mirando de lado a lado antes de salir corriendo hacia las cuadras de su típica casa señorial inglesa.

Y es que así solían ser las noches en la mansión Dantuono, llegados desde Florencia tres años atrás, cuando aun vivía allí su hija. Una niña que parecía la mezcla exacta entre la tranquilidad de un día en primavera y el movimiento de una tormenta. Eran días en los que las risas llenaban la casa y podía verse sonreír incluso al serio señor Dantuono, un hombre de negocios que solo tenía ojos para sus finanzas y su mujer, y que vivía perpetuamente enamorado de la risa de su hija.

Era el verano en el que la chica cumplía trece años, todo parecía ir sobre ruedas, la temporada de bailes había iniciado y no había padres más orgullosos de como su chica se relacionaba. Demostraba ser digna merecedora de llevar un apellido con semejante peso, no obstante, nunca puede ser todo un camino de rosas, y como la buena abuela predijo, la niña no iba a ser común

Una tarde de tormenta, cuando las nubes cubrían toda la ciudad, el calor agobiante no se despejaba por el cielo encapotado y las gotas de lluvia fresca combatían contra la calina. Bea comenzó a tener un ataque de fiebre. Preocupados por la repentina subida de temperatura, mandaron llamar al doctor que no logró comprender que le sucedía a la chiquilla y, al caer la noche, cuando la luna estaba aun asomando el morro entre las nubes que se comenzaban a despejar dejando vislumbrar un cielo claro y repleto de estrellas, comenzó el cambio.

El grito resonó por la casa haciendo temblar las paredes y los cristales, escuchándose, incluso, en la calle y la puerta del dormitorio se abrió con un golpe sordo dejando ver el rostro preocupado de una madre amantísima que quiso acercarse a su hija, que se retorcía entre dolores sintiendo como cada hueso se rompía par volver a soldarse, como el pelo comenzaba a salir en todo su cuerpo y como sus manos y pies se volvían garras. Unos brazos firmes retuvieron a la mujer, que combatía por llegar junto a su hija mientras su marido, estupefacto miraba a la niña sin reconocerla, hasta que de la pequeña no quedó más que un hermoso gato de color negro y ojos esmeralda.

El proceso se repitió tres noches más, la madre lloraba, el padre gritaba, Bea seguía con fiebre mientras su cuerpo intentaba adaptarse a la transformación y era consciente de que sus padres lo contemplaban todo, probablemente, asustados. Sin embargo, cuando el dolor remitió y sus padres finamente se atrevieron a acercarse, el dolor pareció remitir.

No iban a abandonarla simplemente por algo que, provocado por magia, podía resolverse con magia. "Habrá sido la nonna" aseguraba su padre, rabioso. Mientras se encaminaban al tercero de los bailes de sus dieciséis años, su primera temporada. Allí, allí, al salir al jardín a tomar aire, conoció al Doctor J. Ripper, y tras dos meses, ella y su familia se vieron obligados a huir por Inglaterra hasta asentarse en Londres, donde, durante un par de años, pensaron que podrían vivir tranquilos, lo pensaron, hasta que leyeron los periódicos.

Londres era muy grande, no tenían porque toparse con él, era eso lo que pensaban, pero una noche, tras bailar la sexta pieza, la escena de su primera temporada se repitió, y a la mañana siguiente ya estaban en un barco camino a París, huyendo de quien nunca debió aparecer en sus vidas.

DATOS EXTRA

Toca el piano, odia el clavicordio.
Tiene pesadillas recurrentes con su perseguidor que, en uno de sus encuentros, dejó una marca en forma de media luna, con un cuchillo, en su nuca.

por **Nigel Quartermane** Miér Ago 09, 2017 1:38 pm

OBSERVACIONES

favor de corregir

LA FICHA ESTÁ CORRECTA PERO NO SE TE APROBÓ EL REGISTRO DE NOMBRE. POR FAVOR PASA A REGISTRAR UNO DIFERENTE Y CUANDO ÉSTE TE SEA ACEPTADO, EDITA TU FICHA CON EL NUEVO NOMBRE Y POSTEA A CONTINUACIÓN PARA DARTE LA APROBACIÓN SI TODO ESTÁ EN ORDEN.

GRACIAS.

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por **Nigel Quartermane** Mar Ago 15, 2017 11:57 pm

FICHA APROBADA

bienvenido/a a victorian vampires

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