AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
A little taste of freedom | privado
2 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
A little taste of freedom | privado
Recuerdo del primer mensaje :
Empezó descubriendo mundo y le apresaron. Logró escapar de su captor y las llamas lamieron su piel, provocadas por aquella insana mujer de pelo como el fuego. Tras deshacerse de ella y seguir con su fuga, la única pregunta era ¿cuál castigo le estaban preparando sus furiosos dioses? En medio de un nuevo mundo totalmente desconocido para él, lo único que tenía claro era que había cabreado demasiado a sus ancestros. Desterrado, esclavizado y, además, culpable de la muerte del hombre que amó. ¿A caso era justo tanto castigo por algo tan puro como era el amor? Antes de subirse a aquel barco a la fuerza pensaba que era merecido, que no se podía ir en contra de los designios marcados por los antepasados y salir airoso. Sin embargo, cuanto más probaba el sabor del dolor, más decidido estaba a sobrevivir y luchar por recibir el perdón de sus dioses sin tener que dejar la vida que deseaba... y que hasta entonces solo era una fantasía.
Encontró una fuente en la que lavarse el hollín que el fuego había dejado en su piel, pero antes siquiera de poder acercarse, un grupo de hombres reconoció el hierro en su cuello y le bloquearon el paso. Conforme sus incomprensibles gritos se alzaban de tono, Napayshni no podía más que buscar una salida, una grieta por la que escapar, pues aunque no entendiera las palabras sí podía imaginar qué representaban. Debían saber que estaba huyendo y querían llevarle con su captor. Pero no pensaba permitirlo. En una muestra de sus dotes como guerrero de la tribu, noqueó a un par de ellos con dos rápidos y acertados golpes en la garganta y estómago de cada uno respectivamente. Los otros trataron de agarrarle, mas el indio tenía lava en las venas en ese instante, no quería más dolor, así que de un empujón se deshizo de ellos y echó a correr por entre el gentío, empujando gente y puestos de comida, lanzando al suelo todo cuanto encontraba para crear obstáculos entre él y sus perseguidores.
El jaleo estaba ya montado. Pronto no se hablaba de otra cosa que no fuera el indio prófugo. Esquivó la última carreta del mercado adentrándose en uno de los callejones, huyendo de la aglomeración nocturna con aroma a alcohol para huir hacia las sombras que los edificios creaban en las callejuelas. Qué ingenuo fue al pensar que había logrado escapar al fin...
Empezó descubriendo mundo y le apresaron. Logró escapar de su captor y las llamas lamieron su piel, provocadas por aquella insana mujer de pelo como el fuego. Tras deshacerse de ella y seguir con su fuga, la única pregunta era ¿cuál castigo le estaban preparando sus furiosos dioses? En medio de un nuevo mundo totalmente desconocido para él, lo único que tenía claro era que había cabreado demasiado a sus ancestros. Desterrado, esclavizado y, además, culpable de la muerte del hombre que amó. ¿A caso era justo tanto castigo por algo tan puro como era el amor? Antes de subirse a aquel barco a la fuerza pensaba que era merecido, que no se podía ir en contra de los designios marcados por los antepasados y salir airoso. Sin embargo, cuanto más probaba el sabor del dolor, más decidido estaba a sobrevivir y luchar por recibir el perdón de sus dioses sin tener que dejar la vida que deseaba... y que hasta entonces solo era una fantasía.
Encontró una fuente en la que lavarse el hollín que el fuego había dejado en su piel, pero antes siquiera de poder acercarse, un grupo de hombres reconoció el hierro en su cuello y le bloquearon el paso. Conforme sus incomprensibles gritos se alzaban de tono, Napayshni no podía más que buscar una salida, una grieta por la que escapar, pues aunque no entendiera las palabras sí podía imaginar qué representaban. Debían saber que estaba huyendo y querían llevarle con su captor. Pero no pensaba permitirlo. En una muestra de sus dotes como guerrero de la tribu, noqueó a un par de ellos con dos rápidos y acertados golpes en la garganta y estómago de cada uno respectivamente. Los otros trataron de agarrarle, mas el indio tenía lava en las venas en ese instante, no quería más dolor, así que de un empujón se deshizo de ellos y echó a correr por entre el gentío, empujando gente y puestos de comida, lanzando al suelo todo cuanto encontraba para crear obstáculos entre él y sus perseguidores.
El jaleo estaba ya montado. Pronto no se hablaba de otra cosa que no fuera el indio prófugo. Esquivó la última carreta del mercado adentrándose en uno de los callejones, huyendo de la aglomeración nocturna con aroma a alcohol para huir hacia las sombras que los edificios creaban en las callejuelas. Qué ingenuo fue al pensar que había logrado escapar al fin...
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: A little taste of freedom | privado
Dejó de pelear aún en la calle al darse cuenta que nada lograría estando solo y desarmado ante un grupo de hombres que poco parecían tener de humano, pero no tiró la toalla. Un guerrero Yuvaraj jamás se rendía, solo la muerte podía dar fin a la lucha. Estaba claro que el demonio ganaría aquella batalla, mas no la guerra y, por muy salvaje que fuera, Napa era avispado y previsor. Antes de que se lanzaran sobre él y le redujeran, cogió un puñado de tierra que mantuvo bien apretado en la palma de su mano de vuelta al castillo. Nadie pareció reparar en ello, pues nadie de aquel nuevo mundo era consciente de cuán poderosa podía ser la madre naturaleza. Él había sido educado y enseñado y, aunque no fuera un chamán, seguía teniendo sus recursos. Si Ysgramir estaba tan decidido a tenerle como esclavo, Napa pensaba dejarle claro que su pesadilla solo acababa de empezar.
Dispuesto a no darle el placer de ver su sufrimiento, se mordió la lengua con fuerza impidiendo la salida de cualquier sonido que delatara el dolor que el hierro le causó. Ni el siseo de su propia piel arrugándose y quemándose bajo el intenso calor, ni el olor a carne quemada fueron suficientes para arrancarle una lágrima. Ya había saboreado antes aquel padecer, de modo que su mente se había preparado previamente para soportarlo. No le hundió la moral como la vez anterior. Ahora ya no importaba cuantas veces le marcaran, su libertad no sería propiedad de nadie, ni siquiera del mismísimo diablo que tenía enfrente.
Le miró fijamente a los ojos mientras le sacaban del despacho. Con la ira plasmada en su tez, de entre sus labios inmóviles empezaron a salir suaves rezos que no cesaron ni tras ser nuevamente apresado y atado. Rezos repetitivos, continuos, aparentemente parecidos al mantra que soltó frente a la chimenea para todo aquel desconocedor del idioma de su tribu. Una vez a solas, se tumbó de lado para encorvarse y batallar hasta poder llevar sus manos atadas a la parte de delante, haciendo un círculo lo más ancho posible con los brazos para que sus piernas cupieran por el medio. Comprobó la tierra que aún llevaba en su puño y sonrió antes de cerrar los ojos y ponerse de rodillas, rezando más rápido y más alto mientras lentamente dejaba caer la tierra al suelo bajo él.
-Ototeman yakatekutli uelamati no-tetocayotilli. Ina no-tetocayotilli. Tlakaki no-tetzauhmaliztli. Maua ti-coztalahuac ihuan quin-iyouilia. Ototeman yakatekutli uelamati no-tetocayotilli. Ina no-tetocayotilli. Tlakaki no-tetzauhmaliztli. Maua ti-coztalahuac ihuan quin-iyouilia... - una y otra vez las mismas palabras fueron saliendo de su boca mientras reunía toda su cólera en un mismo punto de su interior.
Como gusanos retorciéndose en un charco de sangre, el cielo empezó a vibrar. Un sonido lejano fue acercándose, haciéndose más fuerte, hasta sonar como un huracán batiéndose contra el edificio. Docenas de cuervos se reunieron alrededor de la casa del demonio volando en círculos, aleteando con violencia y sin descanso. Algunos golpearon las ventanas rompiendo más de un cristal. Otros ocuparon los árboles del jardín. Los que pudieron se colaron por todo hueco que encontraron. En cuestión de minutos, la casa del nórdico había sido invadida por las más oscuras aves. Mas no hicieron nada. Igual que el cuervo de Poe, simplemente se quedaron quietos contemplando todo cuanto ocurría a su alrededor. Su presencia era suficiente por ahora. Aunque, claro, era cuestión de tiempo que empezaran a cagarlo todo o a dejar plumas por doquier.
Dispuesto a no darle el placer de ver su sufrimiento, se mordió la lengua con fuerza impidiendo la salida de cualquier sonido que delatara el dolor que el hierro le causó. Ni el siseo de su propia piel arrugándose y quemándose bajo el intenso calor, ni el olor a carne quemada fueron suficientes para arrancarle una lágrima. Ya había saboreado antes aquel padecer, de modo que su mente se había preparado previamente para soportarlo. No le hundió la moral como la vez anterior. Ahora ya no importaba cuantas veces le marcaran, su libertad no sería propiedad de nadie, ni siquiera del mismísimo diablo que tenía enfrente.
Le miró fijamente a los ojos mientras le sacaban del despacho. Con la ira plasmada en su tez, de entre sus labios inmóviles empezaron a salir suaves rezos que no cesaron ni tras ser nuevamente apresado y atado. Rezos repetitivos, continuos, aparentemente parecidos al mantra que soltó frente a la chimenea para todo aquel desconocedor del idioma de su tribu. Una vez a solas, se tumbó de lado para encorvarse y batallar hasta poder llevar sus manos atadas a la parte de delante, haciendo un círculo lo más ancho posible con los brazos para que sus piernas cupieran por el medio. Comprobó la tierra que aún llevaba en su puño y sonrió antes de cerrar los ojos y ponerse de rodillas, rezando más rápido y más alto mientras lentamente dejaba caer la tierra al suelo bajo él.
-Ototeman yakatekutli uelamati no-tetocayotilli. Ina no-tetocayotilli. Tlakaki no-tetzauhmaliztli. Maua ti-coztalahuac ihuan quin-iyouilia. Ototeman yakatekutli uelamati no-tetocayotilli. Ina no-tetocayotilli. Tlakaki no-tetzauhmaliztli. Maua ti-coztalahuac ihuan quin-iyouilia... - una y otra vez las mismas palabras fueron saliendo de su boca mientras reunía toda su cólera en un mismo punto de su interior.
Como gusanos retorciéndose en un charco de sangre, el cielo empezó a vibrar. Un sonido lejano fue acercándose, haciéndose más fuerte, hasta sonar como un huracán batiéndose contra el edificio. Docenas de cuervos se reunieron alrededor de la casa del demonio volando en círculos, aleteando con violencia y sin descanso. Algunos golpearon las ventanas rompiendo más de un cristal. Otros ocuparon los árboles del jardín. Los que pudieron se colaron por todo hueco que encontraron. En cuestión de minutos, la casa del nórdico había sido invadida por las más oscuras aves. Mas no hicieron nada. Igual que el cuervo de Poe, simplemente se quedaron quietos contemplando todo cuanto ocurría a su alrededor. Su presencia era suficiente por ahora. Aunque, claro, era cuestión de tiempo que empezaran a cagarlo todo o a dejar plumas por doquier.
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: A little taste of freedom | privado
Había cierto regocijo en el olor de la carne quemada que había llenado la mansión, como el perfume de lo macabro y el fin de toda humanidad. El Jotun era un hombre tranquilo y razonable, pero tenía la paciencia justa para aguantar sandeces y los deseos de libertad de quien la perdía por sí mismo no entraba en esa lista. Escuchaba los murmullos del indio tan claros como si lo tuviera cara a cara, los hombres sencillamente volvieron a sus puestos una vez cumplieron las órdenes del islandés. Él había dejado de leer, escuchaba atentamente las palabras desconocidas, que en un principio carecían de interés para él, hasta que notó una reverberación, el bello de su nuca reaccionando al poder que arrastraba la voz del pintado.
Por un momento todo estuvo en completo silencio. Hasta que de la nada miles de pájaros invadieron su hogar, escuchar los cristales rompiéndose, la ama de llaves gritando del susto y el jaleo que por lo general, montaban esas aves fue el colmo. Esperó a que todo el caos siguiera un cauce y cuando lo encontró observó a los animales. Por un momento pensó en el padre de todos los dioses, buscó entre los cuervos alguno que tuviera tres orbes en lugar de dos, pero no tardó demasiado en darse cuenta de lo absurdo que le resultaba todo. Durante unos segundos, el respeto por los dioses que había cultivado en vida le había aturdido, pero recordó que ya no les debía nada, ni respeto ni devoción ni absolutamente nada.
Se puso en pie, apoyando ambas manos sobre la mesa, como si necesitase algún tipo de apoyo para hacer ese gesto. Cerró los ojos, lo justo para arrastrar su propia mente proyectándola hacia los pájaros, si estos eran animales normales, lo sabría. Se centró, era un esfuerzo exagerado, incluso para las aves, controlar un poder era mucho más difícil que dejar que la fuerza fluya por sí misma, forzaba a su propia mente a adentrarse en la de las aves y de ese modo sacarlas de allí lo más ordenadamente posible, aunque el desastre ya estuviera hecho. Convenció a las aves de salir al exterior, pero una vez fuera no las dejó libres, no quería otro desastre, así que no dudo en hacerlas creer que estaban encerradas en una jaula gigante, junto con varios depredadores que les hicieron la vida imposible al intentar cazarlas, aquello fue suficiente para que los animales empezasen a aleterar desesperados por escapar de las zarpas, de una muerte tan evidente, ninguna ave encontró la muerte bajo zarpas o dientes, pero si bajo el estrés. Algunos murieron al rato, el resto fueron cayendo durante el resto de la noche, hora a hora.
Para entonces, Ysgramir estaba bastante agotado y falto de paciencia, sabía que si iba en busca del indio en esos momentos acabaría matándolo, así que decidió ordenar al ama de llaves y a las criadas que ordenasen el desorden mientras él se daba un baño tranquilo.
Por un momento todo estuvo en completo silencio. Hasta que de la nada miles de pájaros invadieron su hogar, escuchar los cristales rompiéndose, la ama de llaves gritando del susto y el jaleo que por lo general, montaban esas aves fue el colmo. Esperó a que todo el caos siguiera un cauce y cuando lo encontró observó a los animales. Por un momento pensó en el padre de todos los dioses, buscó entre los cuervos alguno que tuviera tres orbes en lugar de dos, pero no tardó demasiado en darse cuenta de lo absurdo que le resultaba todo. Durante unos segundos, el respeto por los dioses que había cultivado en vida le había aturdido, pero recordó que ya no les debía nada, ni respeto ni devoción ni absolutamente nada.
Se puso en pie, apoyando ambas manos sobre la mesa, como si necesitase algún tipo de apoyo para hacer ese gesto. Cerró los ojos, lo justo para arrastrar su propia mente proyectándola hacia los pájaros, si estos eran animales normales, lo sabría. Se centró, era un esfuerzo exagerado, incluso para las aves, controlar un poder era mucho más difícil que dejar que la fuerza fluya por sí misma, forzaba a su propia mente a adentrarse en la de las aves y de ese modo sacarlas de allí lo más ordenadamente posible, aunque el desastre ya estuviera hecho. Convenció a las aves de salir al exterior, pero una vez fuera no las dejó libres, no quería otro desastre, así que no dudo en hacerlas creer que estaban encerradas en una jaula gigante, junto con varios depredadores que les hicieron la vida imposible al intentar cazarlas, aquello fue suficiente para que los animales empezasen a aleterar desesperados por escapar de las zarpas, de una muerte tan evidente, ninguna ave encontró la muerte bajo zarpas o dientes, pero si bajo el estrés. Algunos murieron al rato, el resto fueron cayendo durante el resto de la noche, hora a hora.
Para entonces, Ysgramir estaba bastante agotado y falto de paciencia, sabía que si iba en busca del indio en esos momentos acabaría matándolo, así que decidió ordenar al ama de llaves y a las criadas que ordenasen el desorden mientras él se daba un baño tranquilo.
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 01/08/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: A little taste of freedom | privado
Podían encadenarle, darle latigazos y llevarle a la fuerza a otro continente. Podían marcarle la piel con fuego y meterle en una jaula durante el día y la noche. Golpearle, vejarle, castigarle varios días sin comida. Podían hacer eso y mucho más con él pues nada sería capaz jamás de romper su espíritu libre... Nada excepto lo que Gunnarson acababa de hacer. Se había regocijado ante la expresión que habría puesto el vikingo durante los minutos caóticos que sus pájaros negros crearon en la mansión, pero la victoria fue ciertamente muy fugaz. La vida de esos cuervos quedó en sus manos en el mismo momento que los llamó a través de ototeman y, sin embargo, eran sus muertes las que ahora atesoraba. Él los había condenado como se condenó a sí mismo por sus deseos contra naturaleza. Desde la ventana de aquella habitación en la que había sido encerrado fue testigo de cómo uno a uno iban cayendo al suelo del que ya no se levantarían. Un manto negro cubrió los jardines de la casa y, en esa celda improvisada, solo quedó silencio.
Napayshni se retiró a un rincón contra la pared donde se sentó en modo indio, valga la redundancia, y del que no se movería en mucho tiempo. Ysgramir había ganado aquella batalla de egos por ahora; no iba a darle tan fácilmente la victoria de verle esclavizado, pero lo sucedido con los cuervos le amedrantó lo suficiente para agachar unas horas la cabeza y reflexionar, pensar incluso en qué otras salidas tenía.
Un par de horas después se dio cuenta de que no eran muchas, por no decir ninguna -que al menos fuera de su agrado. La más factible sería hacerle creer que había ganado y no se rebelaría más, pero por todos en su tribu era sabido que Napa no servía para mentir o engañar. Ni siquiera había sido capaz de mantener oculto su romance con Yohue.
La llegada del alba trajo consigo algo de calma al indio, que disfrutó de la quietud que inundó el lugar. Parecía que allí todos fueran al revés del mundo: vivían de noche y dormían de día. Él, que estaba tan agotado como el mismo anfitrión, tal vez más, se dejó vencer por el sueño tumbándose en el mismo rincón donde había permanecido las pocas horas de noche que restaban. Y soñó con su tierra siendo sacudida primero por el fuego y luego el océano. Soñó con cuervos acusadores. Con Yohue, ya inalcanzable. Y soñó con Eydis, la hija del vampiro, cuya mano vaporosa se posaba en su frente.
Le despertó el escozor de la nueva marca en su hombro al querer cambiar de posición. Durante el resto del día se negó a aceptar la comida que le servían, no solo por llevarle la contraria a Gunnarson, sino porque no se creía merecedor de tal satisfacción después de haber hecho que matasen a los cuervos. Sin tierra, fuego o plantas era incapaz de entretenerse con nada más.
Napayshni se retiró a un rincón contra la pared donde se sentó en modo indio, valga la redundancia, y del que no se movería en mucho tiempo. Ysgramir había ganado aquella batalla de egos por ahora; no iba a darle tan fácilmente la victoria de verle esclavizado, pero lo sucedido con los cuervos le amedrantó lo suficiente para agachar unas horas la cabeza y reflexionar, pensar incluso en qué otras salidas tenía.
Un par de horas después se dio cuenta de que no eran muchas, por no decir ninguna -que al menos fuera de su agrado. La más factible sería hacerle creer que había ganado y no se rebelaría más, pero por todos en su tribu era sabido que Napa no servía para mentir o engañar. Ni siquiera había sido capaz de mantener oculto su romance con Yohue.
La llegada del alba trajo consigo algo de calma al indio, que disfrutó de la quietud que inundó el lugar. Parecía que allí todos fueran al revés del mundo: vivían de noche y dormían de día. Él, que estaba tan agotado como el mismo anfitrión, tal vez más, se dejó vencer por el sueño tumbándose en el mismo rincón donde había permanecido las pocas horas de noche que restaban. Y soñó con su tierra siendo sacudida primero por el fuego y luego el océano. Soñó con cuervos acusadores. Con Yohue, ya inalcanzable. Y soñó con Eydis, la hija del vampiro, cuya mano vaporosa se posaba en su frente.
Le despertó el escozor de la nueva marca en su hombro al querer cambiar de posición. Durante el resto del día se negó a aceptar la comida que le servían, no solo por llevarle la contraria a Gunnarson, sino porque no se creía merecedor de tal satisfacción después de haber hecho que matasen a los cuervos. Sin tierra, fuego o plantas era incapaz de entretenerse con nada más.
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: A little taste of freedom | privado
Los sirvientes se turnaban día y noche para que su señor estuviera atendido en todo momento, el alboroto le había impedido esa mañana descansar, pero al estar de vigilia tuvo tiempo de sobra para pensar. El ama de llaves, rabiando de vez en cuando ayudó al resto a deshacerse de plumas y excrementos, pero había muebles dañados que ya no tenían salvación pese a que ella misma intentase limpiarlos. El exterior de la mansión era un campo lleno de aves muertas y pasaron varias horas antes de que pudieran retirarlas todas. Finalmente, Ysgramir decidió que la carne de cuervo era tan buena carne como cualquier otra, ordenó que les quitasen las plumas y que cocinaran el resto, habría cuervo en guiso, cuervo en salazón, cuervo, cuervo y más cuervo. Estaba segura de que su perra lo iba a agradecer, pero al indio..Para el esclavo solo habría caldo y más caldo, y con las plumas..Con las plumas se haría un magnífico colchón, uno para el ama de llaves, que ya estaba en edad de sufrir de artrosis y el otro para la perra, lo que sobrase serviría para hacerse un par de almohadas. Las plumas más grandes y brillantes, se usaron como adornos tenía una esclava que tenía una mano excelente para la decoración y conservaba a la mujer por la capacidad de hacer de tres hojas marchitas y un par de piedras un centro de mesa de lo más particular. Lo mismo hizo con las plumas oscuras, convertirlas en centros de mesa, en adornos para jarrones y resaltar lo poco que las aves no habían estropeado.
Insistieron en dar de comer a Napayshni, sobre todo el ama de llaves que se acercaba cada poco a intentar consolarle, asegurándole con palabras que el amo no era tan malo y que debía alimentarse y descansar...Y darse un baño, antes de que Gunnarson se levantase, pero como el indio era terco como una mula -o porque no entendía ni una sola palabra- no hizo caso a ningún consejo, a pesar de todo la señora no se lo tomó a mal y le dejó ser, mientras ellas organizaban de nuevo la casa.
A media tarde, Gunnarson salió de su habitación, en esa estancia no tenía permiso de entrada absolutamente nadie de la casa, la perra era la única que solía acercarse e incluso atreverse a rascar la puerta, pero si cualquier otro del servicio hiciera eso se encontraría sin uñas en los dedos al minuto siguiente. No tenía muchos criados para ser una casa tan grande, por lo general no le gustaban las multitudes y salvo el ama de llaves y su esclava personal, todos los demás desaparecían de su vista lo antes posible. Tenían sus propias dependencias fuera de la casa y una vez cumplían con sus obligaciones nada les retenía dentro. Al vampiro le gustaba la soledad y era demasiado desconfiado como para tener a decenas de esclavos a su alrededor. Solo tenía a los de confianza.
Observó el desastre en la que se había convertido la casa, el suelo olía a productos fuertes de limpieza, pero no era lo que más le molestaba, la mayoría de los muebles tapizados estaban ya destrozados por las heces y no tenían forma de recuperarse.- Iba siendo hora de una remodelación. Pida hora en Meubles Lumiere.- Abrió la puerta donde tenían encerrado al indio, lo miró por encima, con el ceño fruncido.- Y prepárele un baño.
Insistieron en dar de comer a Napayshni, sobre todo el ama de llaves que se acercaba cada poco a intentar consolarle, asegurándole con palabras que el amo no era tan malo y que debía alimentarse y descansar...Y darse un baño, antes de que Gunnarson se levantase, pero como el indio era terco como una mula -o porque no entendía ni una sola palabra- no hizo caso a ningún consejo, a pesar de todo la señora no se lo tomó a mal y le dejó ser, mientras ellas organizaban de nuevo la casa.
A media tarde, Gunnarson salió de su habitación, en esa estancia no tenía permiso de entrada absolutamente nadie de la casa, la perra era la única que solía acercarse e incluso atreverse a rascar la puerta, pero si cualquier otro del servicio hiciera eso se encontraría sin uñas en los dedos al minuto siguiente. No tenía muchos criados para ser una casa tan grande, por lo general no le gustaban las multitudes y salvo el ama de llaves y su esclava personal, todos los demás desaparecían de su vista lo antes posible. Tenían sus propias dependencias fuera de la casa y una vez cumplían con sus obligaciones nada les retenía dentro. Al vampiro le gustaba la soledad y era demasiado desconfiado como para tener a decenas de esclavos a su alrededor. Solo tenía a los de confianza.
Observó el desastre en la que se había convertido la casa, el suelo olía a productos fuertes de limpieza, pero no era lo que más le molestaba, la mayoría de los muebles tapizados estaban ya destrozados por las heces y no tenían forma de recuperarse.- Iba siendo hora de una remodelación. Pida hora en Meubles Lumiere.- Abrió la puerta donde tenían encerrado al indio, lo miró por encima, con el ceño fruncido.- Y prepárele un baño.
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 01/08/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: A little taste of freedom | privado
Era curioso el correr del tiempo. Siempre pensó que era como el agua, cuyo flujo se mantenía al mismo ritmo sin importar el cauce, mas ahí encerrado la desidia le hizo testigo de cuán cruel podía ser un minuto, pues cada uno de ellos parecía tropezarse a consciencia para ir más lento. Las horas diurnas se le hicieron semanas y, de no ser por la culpa atenazando cada vez que veía otro cadáver alado siendo retirado del suelo, habría buscado una manera de salir de ahí, aunque fuera a base de cabezazos contra la fría piedra que le rodeaba -ya después de algunos golpes se habría dado cuenta que era imposible, pero de intentar lo habría intentado seguro. Las visitas esporádicas del ama de llaves no lo hicieron más ameno. Nada tenía en contra de ella, de hecho habría confiado en su calidez de no haber salido ya escaldado de cada encuentro con occidentales, pero formaba parte de aquella nueva prisión a la que estaba siendo sometido y se negaba a tratar siquiera de entender lo que decía. El idioma era una enorme brecha, pero su testarudez lo era aún más y, para cuando el señor vampiro apareció nuevamente ante él, resultaba difícil controlar el gruñir de sus tripas.
Alzó la vista en la penumbra para observarle a los ojos, lanzándole una mirada oscura, mezcla de rabia y dolor. No podía culparle por el destino de los cuervos, él los llevó hasta ahí sin pensar en las consecuencias, pero tampoco podía evitar verle como un demonio. Y de saber el triste final que estaban corriendo todas las aves aún le odiaría más pero, con suerte, jamás lo descubriría.
La presencia del vampiro impidió que peleara cuando el ama de llaves lo llevó consigo al baño. De nuevo, no tenía nada en contra de esa mujer y, tras lo sucedido con los cuervos, era incapaz de predecir qué podría hacerle a ella en caso de que Napa se negara a bañarse. No pensaba cargar con otra muerte en sus hombros, la de Yohue y las docenas de cuervos eran peso suficiente para alguien que pedía disculpas antes de cazar para alimentarse él mismo o a la familia. Además, para qué hacerse el remolón, le interesaba tomar ese baño y poder así aliviar la quemazón que sentía en la zona donde fue quemado. Desconocía si la herida se había infectado, pero escocía y picaba como mil demonios.
Cuando vio las intenciones de la señora a dejarle solo, la cogió del brazo. Meditó en silencio cómo transmitirle sus dudas mediante señas, de modo que se señaló la marca de fuego y se rascó el brazo, indicándole que le picaba y, tensando los músculos, que también dolía. Minutos después pudo comprobar que en aquella enorme casa quedaba alguien con corazón cuando, tras salir un momento, regresó para sanarle la herida. Escuchaba que le hablaba casi con cariño, pero era incapaz de entender nada de lo que le decía, aunque consolaba un poco ese tono suave tan distinto a las continuas disputas alrededor.
Finalmente se desnudó ante ella sin un atisbo de pudor y se metió en el agua, remojándose más que bañarse. Observó los botes de jabón que había y bebió de uno, momento en el que aprendió que los occidentales comían cosas asquerosas, desistiendo así de llevarse nada más a la boca sin olerlo debidamente primero. Al salir no se puso el taparrabos hasta que la señora, a base de histeria, le obligó a ponérselo y la siguió con cierta inseguridad, esperando con miedo cuál sería la siguiente tortura. No podía dejar de preguntarse para qué le querían ahí...
Alzó la vista en la penumbra para observarle a los ojos, lanzándole una mirada oscura, mezcla de rabia y dolor. No podía culparle por el destino de los cuervos, él los llevó hasta ahí sin pensar en las consecuencias, pero tampoco podía evitar verle como un demonio. Y de saber el triste final que estaban corriendo todas las aves aún le odiaría más pero, con suerte, jamás lo descubriría.
La presencia del vampiro impidió que peleara cuando el ama de llaves lo llevó consigo al baño. De nuevo, no tenía nada en contra de esa mujer y, tras lo sucedido con los cuervos, era incapaz de predecir qué podría hacerle a ella en caso de que Napa se negara a bañarse. No pensaba cargar con otra muerte en sus hombros, la de Yohue y las docenas de cuervos eran peso suficiente para alguien que pedía disculpas antes de cazar para alimentarse él mismo o a la familia. Además, para qué hacerse el remolón, le interesaba tomar ese baño y poder así aliviar la quemazón que sentía en la zona donde fue quemado. Desconocía si la herida se había infectado, pero escocía y picaba como mil demonios.
Cuando vio las intenciones de la señora a dejarle solo, la cogió del brazo. Meditó en silencio cómo transmitirle sus dudas mediante señas, de modo que se señaló la marca de fuego y se rascó el brazo, indicándole que le picaba y, tensando los músculos, que también dolía. Minutos después pudo comprobar que en aquella enorme casa quedaba alguien con corazón cuando, tras salir un momento, regresó para sanarle la herida. Escuchaba que le hablaba casi con cariño, pero era incapaz de entender nada de lo que le decía, aunque consolaba un poco ese tono suave tan distinto a las continuas disputas alrededor.
Finalmente se desnudó ante ella sin un atisbo de pudor y se metió en el agua, remojándose más que bañarse. Observó los botes de jabón que había y bebió de uno, momento en el que aprendió que los occidentales comían cosas asquerosas, desistiendo así de llevarse nada más a la boca sin olerlo debidamente primero. Al salir no se puso el taparrabos hasta que la señora, a base de histeria, le obligó a ponérselo y la siguió con cierta inseguridad, esperando con miedo cuál sería la siguiente tortura. No podía dejar de preguntarse para qué le querían ahí...
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: A little taste of freedom | privado
Ysgramir observó complacido cómo el indio se dejaba llevar, parecía que con las mujeres era más dócil, pensó que lo mejor sería mantener a su esclava cerca de él para atenderle, puesto que en cuanto él aparecía en su campo de visión la mirada del indio se nublaba como la de un animal salvaje a punto de atacar. Por una parte no le disgustaba, por otra su rebeldía le sacaba de quicio. Como hombre del norte, si él no fuera capaz de mantenerse o se viera condenado a la esclavitud, asumiría su lugar, ¿Por qué la gente estaba tan obsesionada con la libertad? Nadie era totalmente libre, ni siquiera él que ya no estaba ni vivo y seguía atado a leyes naturales y de los hombres por igual. La libertad era una utopía y un sin sentido.
El ama de llaves procuró hacer el menor ruido posible, pero tampoco estaba muy por la labor de aguantar a hombres desnudos a su edad, así que dejó al indio apañarse como pudiera con el agua, dando por sentado que conocía la existencia del jabón y de las esponjas. Mientras duraba toda aquella odisea, Ysgramir se centró en sus papeleos y sus negocios, enterrado en su estudio, que estaba en la primera planta, tenía espacio y salas de sobra para lo que quisiera, así que tenía un salón principal y otro secundario, más pequeño, preparado para él, más que para las visitas, justo pegado a este último tenía una pequeña biblioteca, con un estudio equipado y cómodo, con las ventanas abiertas durante la noche.
Levantó la vista de la carta que estaba escribiendo cuando la madera crujió al paso del indio, sabía quién se movía por la casa por cómo resonaban sus pisadas en la madera, las nuevas que no conseguía asociar a nadie supuso que eran del nuevo esclavo. El ama de llaves guió al muchacho a través de la casa hasta llegar al estudio.
- Comprar ropa para el chico debería ser la primera orden del día, señor Gunnarson.
- Lo es.- Bien. Les dejo.- Que tenga buena noche…
El vampiro observó al muchacho y por precaución, cerró la ventana que estaba abierta. Se incorporó de la silla, se colocó delante de la mesa que había estado usando, aun a cierta distancia de Napayshni y le hizo un gesto con la mano, para que se acercara. Tardó, pudo ver cómo el indio se retorcía por dentro al dar cada paso, hasta que no estuvo en el centro de la sala Gunnarson no se movió, empezó a rodear a Napa y fue a cerrar la puerta, por lo general no necesitaba llaves en esa casa porque había muy pocos que se aventurasen a molestarle y él, siempre dejaba as puertas abiertas si tenían permiso para pasar. Una puerta cerrada era, simbólicamente, una prohibición en si misma.
Una vez solos, clavó sus ojos en la piel rojiza, ahora que no tenía tanta mierda ni tanta tinta, podía ver que realmente era una piel extraña, de un tono que jamás había visto antes. ¿De dónde era el diablo? Se acercó a él, despacio, sin hacer ruido y rozó la espalda del indio con la yema de sus dedos antes de posar toda la mano y acariciar la piel hacia su hombro. El contraste de su piel, completamente blanca, con el mar rojo del esclavo era hipnótico y se perdió en el cuadro, quedándose parado mientras veía cómo sus dedos hundían ligeramente la carne del hombre, como un cuadro pintado para él. Hasta el punto de perder la noción del tiempo por un instante, de olvidarse de que no era un cuadro lo que estaba tocando.
El ama de llaves procuró hacer el menor ruido posible, pero tampoco estaba muy por la labor de aguantar a hombres desnudos a su edad, así que dejó al indio apañarse como pudiera con el agua, dando por sentado que conocía la existencia del jabón y de las esponjas. Mientras duraba toda aquella odisea, Ysgramir se centró en sus papeleos y sus negocios, enterrado en su estudio, que estaba en la primera planta, tenía espacio y salas de sobra para lo que quisiera, así que tenía un salón principal y otro secundario, más pequeño, preparado para él, más que para las visitas, justo pegado a este último tenía una pequeña biblioteca, con un estudio equipado y cómodo, con las ventanas abiertas durante la noche.
Levantó la vista de la carta que estaba escribiendo cuando la madera crujió al paso del indio, sabía quién se movía por la casa por cómo resonaban sus pisadas en la madera, las nuevas que no conseguía asociar a nadie supuso que eran del nuevo esclavo. El ama de llaves guió al muchacho a través de la casa hasta llegar al estudio.
- Comprar ropa para el chico debería ser la primera orden del día, señor Gunnarson.
- Lo es.- Bien. Les dejo.- Que tenga buena noche…
El vampiro observó al muchacho y por precaución, cerró la ventana que estaba abierta. Se incorporó de la silla, se colocó delante de la mesa que había estado usando, aun a cierta distancia de Napayshni y le hizo un gesto con la mano, para que se acercara. Tardó, pudo ver cómo el indio se retorcía por dentro al dar cada paso, hasta que no estuvo en el centro de la sala Gunnarson no se movió, empezó a rodear a Napa y fue a cerrar la puerta, por lo general no necesitaba llaves en esa casa porque había muy pocos que se aventurasen a molestarle y él, siempre dejaba as puertas abiertas si tenían permiso para pasar. Una puerta cerrada era, simbólicamente, una prohibición en si misma.
Una vez solos, clavó sus ojos en la piel rojiza, ahora que no tenía tanta mierda ni tanta tinta, podía ver que realmente era una piel extraña, de un tono que jamás había visto antes. ¿De dónde era el diablo? Se acercó a él, despacio, sin hacer ruido y rozó la espalda del indio con la yema de sus dedos antes de posar toda la mano y acariciar la piel hacia su hombro. El contraste de su piel, completamente blanca, con el mar rojo del esclavo era hipnótico y se perdió en el cuadro, quedándose parado mientras veía cómo sus dedos hundían ligeramente la carne del hombre, como un cuadro pintado para él. Hasta el punto de perder la noción del tiempo por un instante, de olvidarse de que no era un cuadro lo que estaba tocando.
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 01/08/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: A little taste of freedom | privado
La mirada de Napa permanecía agazapada tras sus párpados sin perder detalle de cada movimiento del demonio mientras, su propio cuerpo, se mantenía inmóvil. Igual que una presa acorralada sabiéndose estudiada, esperaba cualquier señal de peligro para saltar. Podría decirse que el indio era un inconsciente que, aún sabiéndose con todas las de perder, estaba más que dispuesto a pelear con uñas y dientes. Las intenciones del vampiro eran toda una incógnita para él. Y era precisamente esa incertidumbre lo que le ponía más nervioso, pues saber lo que estaba por venir siempre daba ventaja para prepararse.
Agachó un poco la cabeza para poder mirarle de reojo por encima del hombro, sintiendo que el clac de la puerta al cerrarse no presagiaba nada bueno. Cerró los ojos un segundo con los puños fuertemente apretados a la espera de cualquier golpe, tortura o daño que fuera a recibir... mas nada de eso llegó. Al contrario. Un agradable frescor inundó de repente su piel aliviando gratamente el escozor de la quemadura, empujándole a soltar un leve susiro de placer. Se permitió disfrutar un instante de ese bálsamo hasta percatarse de qué lo estaba produciendo. Y reaccionó nuevamente alterado cual animalillo salvaje, moviéndose a la velocidad de un pestañeo para capturar la mano del vampiro y apartarla de su cuerpo.
Los ojos del vampiro se clavaron en los suyos, perdiéndose en ese cielo nublado, y se quedó quieto. Se dio cuenta de sus propios actos, de cómo reaccionaba inmediatamente a la defensiva ante todo cuanto le rodeaba. Cualquier señal la percibía como un peligro, pues todo era nuevo, extraño y distinto a lo que él estaba acostumbrado. Si seguía así, no solo provocaría más muertes o heridos a su paso, sino que él mismo sufriría las consecuencias. Debía aprender a adaptarse para sobrevivir...
Con los dedos aún sujetando la muñeca del vampiro, lentamente guió su mano al hombro quemado. Hizo que la posara sobre la herida, cerrando los ojos mientras se esforzaba en tratar de relajar la tensión de su cuerpo. Suspiró de nuevo aliviado, distendiendo los músculos lo más que pudo. La palma de la mano del rubio no se calentaba ante la fiebre de su herida, seguía fresca no importaba cuánto la tuviera encima otorgando consuelo a su dolor. Era... agradable, aunque odiara admitirlo, pues no era otro que su enemigo aquel a quien tenía delante. Le soltó el brazo y dejó que hiciera lo que quisiera, que siguiera explorando si eso quería. No iba a mentir, él mismo sentía curiosidad ante la palidez, frialdad y rigidez de su piel, y sobre sus ojos, los más claros que jamás había visto.
Arriesgando su propia seguridad, alzó la mano con cautela para, suavemente, acariciar su mejilla sin perder de vista sus ojos. — Itstik... — musitó. Frío ¿Cómo podía alguien estar tan frío? Su propia piel, en cambio, era tan cálida como la tierra todo el día bajo el sol. Frialdad era todo cuanto recibía bajo la palma de su mano.
No. No solo eso. Frialdad y poder. Un poder que, tal vez con el tiempo, aprendería a respetar e incluso admirar. Mas no en ese momento siendo aún la presa.
Agachó un poco la cabeza para poder mirarle de reojo por encima del hombro, sintiendo que el clac de la puerta al cerrarse no presagiaba nada bueno. Cerró los ojos un segundo con los puños fuertemente apretados a la espera de cualquier golpe, tortura o daño que fuera a recibir... mas nada de eso llegó. Al contrario. Un agradable frescor inundó de repente su piel aliviando gratamente el escozor de la quemadura, empujándole a soltar un leve susiro de placer. Se permitió disfrutar un instante de ese bálsamo hasta percatarse de qué lo estaba produciendo. Y reaccionó nuevamente alterado cual animalillo salvaje, moviéndose a la velocidad de un pestañeo para capturar la mano del vampiro y apartarla de su cuerpo.
Los ojos del vampiro se clavaron en los suyos, perdiéndose en ese cielo nublado, y se quedó quieto. Se dio cuenta de sus propios actos, de cómo reaccionaba inmediatamente a la defensiva ante todo cuanto le rodeaba. Cualquier señal la percibía como un peligro, pues todo era nuevo, extraño y distinto a lo que él estaba acostumbrado. Si seguía así, no solo provocaría más muertes o heridos a su paso, sino que él mismo sufriría las consecuencias. Debía aprender a adaptarse para sobrevivir...
Con los dedos aún sujetando la muñeca del vampiro, lentamente guió su mano al hombro quemado. Hizo que la posara sobre la herida, cerrando los ojos mientras se esforzaba en tratar de relajar la tensión de su cuerpo. Suspiró de nuevo aliviado, distendiendo los músculos lo más que pudo. La palma de la mano del rubio no se calentaba ante la fiebre de su herida, seguía fresca no importaba cuánto la tuviera encima otorgando consuelo a su dolor. Era... agradable, aunque odiara admitirlo, pues no era otro que su enemigo aquel a quien tenía delante. Le soltó el brazo y dejó que hiciera lo que quisiera, que siguiera explorando si eso quería. No iba a mentir, él mismo sentía curiosidad ante la palidez, frialdad y rigidez de su piel, y sobre sus ojos, los más claros que jamás había visto.
Arriesgando su propia seguridad, alzó la mano con cautela para, suavemente, acariciar su mejilla sin perder de vista sus ojos. — Itstik... — musitó. Frío ¿Cómo podía alguien estar tan frío? Su propia piel, en cambio, era tan cálida como la tierra todo el día bajo el sol. Frialdad era todo cuanto recibía bajo la palma de su mano.
No. No solo eso. Frialdad y poder. Un poder que, tal vez con el tiempo, aprendería a respetar e incluso admirar. Mas no en ese momento siendo aún la presa.
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Familiar taste of poison || Privado
» The taste of cherry chapsticks [Privado]
» Taste the air you breathe
» A metallic taste...
» The Voice of Freedom and Despair {Violette Ficha}
» The taste of cherry chapsticks [Privado]
» Taste the air you breathe
» A metallic taste...
» The Voice of Freedom and Despair {Violette Ficha}
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour