AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Conociendo al enemigo — Darius Thorment
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Conociendo al enemigo — Darius Thorment
Un mensaje le fue enviado por uno de los amigos de su creadora y enemiga, su mirada se oscureció pero no tuvo otra opción que aceptar, cubrió sus manos tras los negros guantes de igual forma el traje negro que siempre utiliza tan limpio sin arruga o suciedad alguna. Todo en él es pulcritud hasta sus cabellos por los que su mano enguantada pasa al alisar sus negros cabellos, aquel es la completa perfección personificada.
Llegó a donde ese papel indicaba, una dirección entre las varias zonas alejadas de la ciudad, era solo una dirección con un nombre, estoico como una estatua permanece al llegar, aquellas zonas abandonadas. No sospecha nada hasta que en el sigilo de la noche una explosión lo obliga a moverse unos milímetros de donde estaba de pie. De entre su chaqueta negra saca una de sus cuchillas lanzándolas sin ver hacia atrás acertando en el pecho de aquel cazador que llevaba un rifle en mano. Sale de entre una de las deterioradas casas y entonces el infierno se desata.
Varios hombres aparecen rodeándole apuntando con sus armas al hombre que solo alza las manos riéndose.
—Al menos pueden decir sus nombres, caballeros—
Giró colocando las manos tras la cabeza, en su nuca.
—Como si lo fuéramos a decir maldito engendro del infi____—
La frase quedó suspendida cuando una espada atraviesa la cabeza del hombre cayendo al suelo a los pies de quien llamaron engendro.
Los disparos comenzaron, esquivo con gracia a todos ellos matándolos al torcer sus cuellos, usar a otros de escudo mientras eran atravesados miles de veces por su espada hasta morir. Quedaron de pie unos veinte hombres que se resguardaban entre ellos para no caer entre las víctimas de aquel hombre
—Son los perros de la iglesia, entonces ¿Quién es su lider?—
Pregunto en ese momento que sacó sus espadas de bolsillo en ambas manos, contando con los ojos cerrados las balas que recibía aquella pared de lo que antes fue una mansión y ahora solo queda las ruinas. Aquel estaba recostado en el suelo con sus espadas sobre su pecho atento a los pasos de los hombres. Uno de ellos se acercó por la ventana para ver y lo que perdió fue su ojo así como un corte en el cuello.
Se retiró la chaqueta dejándola sobre un sillón de color turquesa con rojo.
Salió con sus espadas y los hombres que ya no tenían municiones y lo maldecían al tener que usar espada contra espada, igual ellos eran más y él era uno. Pensaban que tenían el encuentro ganado.
—Si no me dicen sus nombres no podré decirle a quien me envió que he cumplido con la misión, ¿Quién de ustedes es Darius Thorment? Tendría que estar aquí hace unos treinta minutos pero están ustedes, así que debo pensar que esto es una especie de broma, así que sus nombres no importaran cuando todos estén muertos—
Suspiró con palabras tan frías las que emitió Adolphe en ese momento frente a todos ellos que no comprendía su rostro sin emoción.
Llegó a donde ese papel indicaba, una dirección entre las varias zonas alejadas de la ciudad, era solo una dirección con un nombre, estoico como una estatua permanece al llegar, aquellas zonas abandonadas. No sospecha nada hasta que en el sigilo de la noche una explosión lo obliga a moverse unos milímetros de donde estaba de pie. De entre su chaqueta negra saca una de sus cuchillas lanzándolas sin ver hacia atrás acertando en el pecho de aquel cazador que llevaba un rifle en mano. Sale de entre una de las deterioradas casas y entonces el infierno se desata.
Varios hombres aparecen rodeándole apuntando con sus armas al hombre que solo alza las manos riéndose.
—Al menos pueden decir sus nombres, caballeros—
Giró colocando las manos tras la cabeza, en su nuca.
—Como si lo fuéramos a decir maldito engendro del infi____—
La frase quedó suspendida cuando una espada atraviesa la cabeza del hombre cayendo al suelo a los pies de quien llamaron engendro.
Los disparos comenzaron, esquivo con gracia a todos ellos matándolos al torcer sus cuellos, usar a otros de escudo mientras eran atravesados miles de veces por su espada hasta morir. Quedaron de pie unos veinte hombres que se resguardaban entre ellos para no caer entre las víctimas de aquel hombre
—Son los perros de la iglesia, entonces ¿Quién es su lider?—
Pregunto en ese momento que sacó sus espadas de bolsillo en ambas manos, contando con los ojos cerrados las balas que recibía aquella pared de lo que antes fue una mansión y ahora solo queda las ruinas. Aquel estaba recostado en el suelo con sus espadas sobre su pecho atento a los pasos de los hombres. Uno de ellos se acercó por la ventana para ver y lo que perdió fue su ojo así como un corte en el cuello.
Se retiró la chaqueta dejándola sobre un sillón de color turquesa con rojo.
Salió con sus espadas y los hombres que ya no tenían municiones y lo maldecían al tener que usar espada contra espada, igual ellos eran más y él era uno. Pensaban que tenían el encuentro ganado.
—Si no me dicen sus nombres no podré decirle a quien me envió que he cumplido con la misión, ¿Quién de ustedes es Darius Thorment? Tendría que estar aquí hace unos treinta minutos pero están ustedes, así que debo pensar que esto es una especie de broma, así que sus nombres no importaran cuando todos estén muertos—
Suspiró con palabras tan frías las que emitió Adolphe en ese momento frente a todos ellos que no comprendía su rostro sin emoción.
Adolphe D. O'Donnell- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 03/12/2016
Re: Conociendo al enemigo — Darius Thorment
Cuando el pájaro muere, la libertad se colapsa.
Los cantos de las personas se enmudecen en un eterno silencio sepulcral del que nadie sale hasta que el día hace su entrada al dia siguiente, en cambio hay personas que simplemente viven con el sentido de las agujas del reloj al reves. Ese tipo de personas viven entre las sombras que la noche ofrece entre su oscuridad, ese tipo de personas que prefieren regodearse de un mismo tipo de personas o que prefieren estar en completa soledad sin pretender hacer daño a nadie.
Ese es el caso de Darius Thorment, un hombre que por su dicha se convirtió en vampiro, que se unió a la inquisición para poder encontrar su venganza y poder dejar su alma descansar en paz, pero aquella noche, tendría que hacer apego de un poco de paciencia con un individuo que estaba provocando peleas y disturbios cerca de unas ruinas de una mansión que fueron provocadas por un incendio sin ser intencionado.
Darius esa noche se encontraba terminando una de las muchas misiones que tenía aquella semana, pero para cuando terminó, se le fue llamado a otra punta de París notificandole que un tipo vestido con ropas oscuras y ajustadas que parecia una prostituta, estaba montando un matando a inquisidores sin el más mínimo esfuerzo. El viento que soplaba sobre su rostro y la cicatriz de su rostro le recordaba el motivo de aquella vez en aquella torre; aquella vez que una mujer de voluptuosas caderas le engaño coincidiendo ambos en el mismo enemigo, pero en este instante el recuerdo era lejano y su mandato era inmediato.
Darius caminaba por las oscuras calles de París hacia donde estaba el otro pelotón de inquisidores, lentamente, para él la vida al ser completamente eterna el tiempo para él no era ningún problema en absoluto. Cuando estuvo presente delante de aquel montón de sangre y cadaveres amontonados en un rincon de la calle, Darius observo al personaje que se presentaba delante de ellos.
Como bien le habian relatado, tenia la pinta de un escualido muchacho con el pelo engominado y ropas ajustadas que para tener tal vestimenta tendria que estar demasiado seguro de si mismo. Darius no dijo nada, tan solo observaba al muchacho en silencio, mirada fija y directa y sin ni siquiera ningún miramiento de más. Cuando se acercaba hacia el grupo, los inquisidores iban haciendole hueco para que este estuviera en primera línea pero no se acerco demasiado al sujeto que parecía algo desatado, desesperado por encontrarle.
Una sonrisa sarcástica se asomó a su rostro. Miro a ambos lados y retirando ligeramente un cigarro de sus labios con el índice corazón de su mano derecha, soltaba el humo con tranquilidad. No dijo nada. No era el momento de decir nada a no ser que aquel sujeto realmente demandase la necesidad de que él soltase palabra alguna. Miro a ambos lados de nuevo, esta vez miró hacia atrás y vio que ningún inquisidor o soldado quería enfrentarse a aquel sujeto. A lo mejor la necesidad de que hablara en ese instante había llegado demasiado pronto.
- Tranquilo maniquí engominado - Dijo con severa seriedad.
Los cantos de las personas se enmudecen en un eterno silencio sepulcral del que nadie sale hasta que el día hace su entrada al dia siguiente, en cambio hay personas que simplemente viven con el sentido de las agujas del reloj al reves. Ese tipo de personas viven entre las sombras que la noche ofrece entre su oscuridad, ese tipo de personas que prefieren regodearse de un mismo tipo de personas o que prefieren estar en completa soledad sin pretender hacer daño a nadie.
Ese es el caso de Darius Thorment, un hombre que por su dicha se convirtió en vampiro, que se unió a la inquisición para poder encontrar su venganza y poder dejar su alma descansar en paz, pero aquella noche, tendría que hacer apego de un poco de paciencia con un individuo que estaba provocando peleas y disturbios cerca de unas ruinas de una mansión que fueron provocadas por un incendio sin ser intencionado.
Darius esa noche se encontraba terminando una de las muchas misiones que tenía aquella semana, pero para cuando terminó, se le fue llamado a otra punta de París notificandole que un tipo vestido con ropas oscuras y ajustadas que parecia una prostituta, estaba montando un matando a inquisidores sin el más mínimo esfuerzo. El viento que soplaba sobre su rostro y la cicatriz de su rostro le recordaba el motivo de aquella vez en aquella torre; aquella vez que una mujer de voluptuosas caderas le engaño coincidiendo ambos en el mismo enemigo, pero en este instante el recuerdo era lejano y su mandato era inmediato.
Darius caminaba por las oscuras calles de París hacia donde estaba el otro pelotón de inquisidores, lentamente, para él la vida al ser completamente eterna el tiempo para él no era ningún problema en absoluto. Cuando estuvo presente delante de aquel montón de sangre y cadaveres amontonados en un rincon de la calle, Darius observo al personaje que se presentaba delante de ellos.
Como bien le habian relatado, tenia la pinta de un escualido muchacho con el pelo engominado y ropas ajustadas que para tener tal vestimenta tendria que estar demasiado seguro de si mismo. Darius no dijo nada, tan solo observaba al muchacho en silencio, mirada fija y directa y sin ni siquiera ningún miramiento de más. Cuando se acercaba hacia el grupo, los inquisidores iban haciendole hueco para que este estuviera en primera línea pero no se acerco demasiado al sujeto que parecía algo desatado, desesperado por encontrarle.
Una sonrisa sarcástica se asomó a su rostro. Miro a ambos lados y retirando ligeramente un cigarro de sus labios con el índice corazón de su mano derecha, soltaba el humo con tranquilidad. No dijo nada. No era el momento de decir nada a no ser que aquel sujeto realmente demandase la necesidad de que él soltase palabra alguna. Miro a ambos lados de nuevo, esta vez miró hacia atrás y vio que ningún inquisidor o soldado quería enfrentarse a aquel sujeto. A lo mejor la necesidad de que hablara en ese instante había llegado demasiado pronto.
- Tranquilo maniquí engominado - Dijo con severa seriedad.
Darius Thorment- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Conociendo al enemigo — Darius Thorment
El silencio y la tensión de la noche se convirtió en un eco cuando escuchó una voz que le pedía tranquilidad. Ladeo la cabeza buscando en sí por todo medio lo que pudiera significar aquella palabra pero no la comprendió, porque en él la calma no tiene efecto por su tranquila actitud, aun cuando es amenazante siempre muestra una serena presencia. Agitó sus espadas en ambas manos con los filos hacia la pared y entonces salió de aquel lugar empuñando sus espadas, haciendo sonar los guantes que cubrían sus manos.
Los inquisidores alzaron sus armas contra el apuntándole, uno de ellos pidió que alzar las manos y soltara las armas, pero él solo buscaba al dueño de aquellas palabras, cuando lo localizó, no mostró sonrisa alguna solo se giró hasta quedar frente a él mirándole ladeando la cabeza de lado a lado.
—¿Eres tu Darius Thorment?—
Preguntó guardando sus espadas, asustando a los inquisidores.
Ingresó de nuevo a la casa abandonada por su chaqueta colocándose pasando la mano por el cabello agitando la chaqueta, pero en todo momento fue seguido por las miras de los inquisidores que no bajaban sus armas, y, en manos de uno de ellos comenzó a temblar como para soltar un tiro directo al vampiro que lo esquivó con un salto hacia atrás, tan perfecto que de la manga de su brazo izquierdo arrojó un cuchillo directo a la cabeza del inquisidor. Todos quedaron sorprendidos y horrorizados y cortaron su avance hacia su lider, el inquisidor Thorment.
Se detuvo, mirando al inquisidor que le sonreía, cerró los ojos sacando de nuevo sus espadas, agitándolas de tal manera que desapareció de la vista de los inquisidores, comenzaron a dispararle, pero su espada es más rápida que cortó la garganta y miembros de varios inquisidores, apenas y tuvo unos rasguños en su chaqueta, que lo enfureció como para decapitar por completo a aquel que le había ensuciado su traje. Se sacó la chaqueta limpiando sus manos de la sangre que le había saltado, pero como los guantes los tenía sucios, los tiró sacando otros de entre el bolsillo de su chaqueta colocándoselos al mirar al vampiro
—El amo no entrenó bien a sus perros, es lo que ella diría. Ya que he acabado con las distracciones, ella solicita que acuda a su casa quiere que haga algo, usted sabe quién es ella y lo poderosa que es como si incumple esa petición, estoy aquí para escoltarlo directo a la casa de ella—
Al terminar de ponerse los guantes extendió la mano indicando el camino
—¿Seguimos?—
Caminó por entre los cadáveres hasta estar cerca de él, sus armas estaban guardadas y no tenía en su apariencia ni una muestra de haberse despeinado o arrugado la ropa, solo los guantes que dejó atrás.
Los inquisidores alzaron sus armas contra el apuntándole, uno de ellos pidió que alzar las manos y soltara las armas, pero él solo buscaba al dueño de aquellas palabras, cuando lo localizó, no mostró sonrisa alguna solo se giró hasta quedar frente a él mirándole ladeando la cabeza de lado a lado.
—¿Eres tu Darius Thorment?—
Preguntó guardando sus espadas, asustando a los inquisidores.
Ingresó de nuevo a la casa abandonada por su chaqueta colocándose pasando la mano por el cabello agitando la chaqueta, pero en todo momento fue seguido por las miras de los inquisidores que no bajaban sus armas, y, en manos de uno de ellos comenzó a temblar como para soltar un tiro directo al vampiro que lo esquivó con un salto hacia atrás, tan perfecto que de la manga de su brazo izquierdo arrojó un cuchillo directo a la cabeza del inquisidor. Todos quedaron sorprendidos y horrorizados y cortaron su avance hacia su lider, el inquisidor Thorment.
Se detuvo, mirando al inquisidor que le sonreía, cerró los ojos sacando de nuevo sus espadas, agitándolas de tal manera que desapareció de la vista de los inquisidores, comenzaron a dispararle, pero su espada es más rápida que cortó la garganta y miembros de varios inquisidores, apenas y tuvo unos rasguños en su chaqueta, que lo enfureció como para decapitar por completo a aquel que le había ensuciado su traje. Se sacó la chaqueta limpiando sus manos de la sangre que le había saltado, pero como los guantes los tenía sucios, los tiró sacando otros de entre el bolsillo de su chaqueta colocándoselos al mirar al vampiro
—El amo no entrenó bien a sus perros, es lo que ella diría. Ya que he acabado con las distracciones, ella solicita que acuda a su casa quiere que haga algo, usted sabe quién es ella y lo poderosa que es como si incumple esa petición, estoy aquí para escoltarlo directo a la casa de ella—
Al terminar de ponerse los guantes extendió la mano indicando el camino
—¿Seguimos?—
Caminó por entre los cadáveres hasta estar cerca de él, sus armas estaban guardadas y no tenía en su apariencia ni una muestra de haberse despeinado o arrugado la ropa, solo los guantes que dejó atrás.
Adolphe D. O'Donnell- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 03/12/2016
Re: Conociendo al enemigo — Darius Thorment
La mirada que le dio Darius al muñeco engominado era seria.
No mostraba ninguna emoción que pudiera decirle alguna cosa en concreto. Solo se mostraba como tenia o se sentía para la ocasión. Sin embargo teniendo en cuenta que el cuervo canta cuando la muerte se acerca, Darius se da cuenta de que habiendo perdido a la mitad de su ejército de inquisidores, gracias al estirado en el traje de cuero ahora no tendría oportunidad ¿o sí?
Que cosas. Una mujer que le pedía de sus servicios. Una mujer que quería reunirse con su persona pero ¿estaría Darius dispuesto a ofrecerse para dicho encuentro? Tampoco quería caer en una trampa por lo que pudo ver, aquel que mato a todo aquel que tenía a su cargo le demostró que no quería distracciones.
-¿Qué hay de los Sergey delgaducho? – Preguntando sin tener importancia en las consecuencias, Darius pregunto mientras observaba aun los cuerpos inertes que había de los inquisidores con los que había venido aquella noche. La guerra es un fenómeno exclusiva. El hombre es único en eso de organizar matanzas en masa dentro de su especie. Las guerras tienden a eliminar a los jóvenes y a los fuertes y perdonan a los enfermizos desde el punto de vista del individuo, la guerra es una selección a la inversa. Existen hoy algunas sociedades humanas primitivas -la de los esquimales, por ejemplo-, para las cuales la guerra es algo desconocido y hasta inconcebible.
Sin embargo, todas las sociedades civilizadas son guerreras.
Antaño hubo muchas veces escenas de matanzas igualmente terribles, pero a todos le parecía mucho peor la de ahora, por haber sucedido entre ellos mismos. Glorificarse con una victoria militar significa regocijarse con la matanza de las personas. ¿Y acaso puede ser respetado aquel que se alegra de la matanza?
No mostraba ninguna emoción que pudiera decirle alguna cosa en concreto. Solo se mostraba como tenia o se sentía para la ocasión. Sin embargo teniendo en cuenta que el cuervo canta cuando la muerte se acerca, Darius se da cuenta de que habiendo perdido a la mitad de su ejército de inquisidores, gracias al estirado en el traje de cuero ahora no tendría oportunidad ¿o sí?
Que cosas. Una mujer que le pedía de sus servicios. Una mujer que quería reunirse con su persona pero ¿estaría Darius dispuesto a ofrecerse para dicho encuentro? Tampoco quería caer en una trampa por lo que pudo ver, aquel que mato a todo aquel que tenía a su cargo le demostró que no quería distracciones.
-¿Qué hay de los Sergey delgaducho? – Preguntando sin tener importancia en las consecuencias, Darius pregunto mientras observaba aun los cuerpos inertes que había de los inquisidores con los que había venido aquella noche. La guerra es un fenómeno exclusiva. El hombre es único en eso de organizar matanzas en masa dentro de su especie. Las guerras tienden a eliminar a los jóvenes y a los fuertes y perdonan a los enfermizos desde el punto de vista del individuo, la guerra es una selección a la inversa. Existen hoy algunas sociedades humanas primitivas -la de los esquimales, por ejemplo-, para las cuales la guerra es algo desconocido y hasta inconcebible.
Sin embargo, todas las sociedades civilizadas son guerreras.
Antaño hubo muchas veces escenas de matanzas igualmente terribles, pero a todos le parecía mucho peor la de ahora, por haber sucedido entre ellos mismos. Glorificarse con una victoria militar significa regocijarse con la matanza de las personas. ¿Y acaso puede ser respetado aquel que se alegra de la matanza?
Darius Thorment- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Conociendo al enemigo — Darius Thorment
El silencio que entre los dos se cortaba como el filo de su espada que no se contenía solo se agitaba con fuerza entre sus manos; guardó pues entonces sus armas arreglando su apariencia en completo silencio porque solo una orden le habían dado, una orden que él estaba cumpliendo al pie de la letra ni más ni menos solo se limitó a lo solicitado por aquella mujer que los esperaba en la mansión.
Le dio la espalda buscando su chaqueta, aquella negra que se la colocó en aquel momento agitando los brazos y limpiando de las mangas alguna que otra pelusa. Dio un paso avanzando por el camino pasando encima de los cadáveres triturando sus huesos y cráneos sin menor remordimiento, solo evitaba los charcos de sangre y ensuciar así vestimenta, aunque aquella terminaría en la incineradora para ser destruida y tomar una más limpia y nueva.
Miró por sobre su hombro mirando directo a los ojos a su entrega de la noche
—¿Qué pasa con ellos?—
Preguntó pisando ahora el suelo limpiándose las suelas de los zapatos.
—Por si no lo has notado, ella solo te pidió a ti, si los Sergey quieren algo tendrá que hablar con ella, con la señora. Además tu deberías saber quien es ella, pues la misma que te ha colocado como líder de este grupo de inútiles hombres y mujeres. Deberías estar agradecido con ella, por cierto la condesa quiere que cuando llegues estés bien presentable como para los banquetes que organiza. Eso es todo lo que tienes que saber, solo tienes que obedecer sus órdenes nada más y si sigues con las preguntas no te responderé y al final perderás tu lengua—
Gira caminando alejándose de aquella zona de guerra y sangre directo por el camino a la ciudad
—Camina, que no tengo tiempo que perder y no quiero ensuciarme contigo—
Fue todo lo que pudo decir al detenerse y mirar con aquellos ojos fríos y muertos que poseía.
Le dio la espalda buscando su chaqueta, aquella negra que se la colocó en aquel momento agitando los brazos y limpiando de las mangas alguna que otra pelusa. Dio un paso avanzando por el camino pasando encima de los cadáveres triturando sus huesos y cráneos sin menor remordimiento, solo evitaba los charcos de sangre y ensuciar así vestimenta, aunque aquella terminaría en la incineradora para ser destruida y tomar una más limpia y nueva.
Miró por sobre su hombro mirando directo a los ojos a su entrega de la noche
—¿Qué pasa con ellos?—
Preguntó pisando ahora el suelo limpiándose las suelas de los zapatos.
—Por si no lo has notado, ella solo te pidió a ti, si los Sergey quieren algo tendrá que hablar con ella, con la señora. Además tu deberías saber quien es ella, pues la misma que te ha colocado como líder de este grupo de inútiles hombres y mujeres. Deberías estar agradecido con ella, por cierto la condesa quiere que cuando llegues estés bien presentable como para los banquetes que organiza. Eso es todo lo que tienes que saber, solo tienes que obedecer sus órdenes nada más y si sigues con las preguntas no te responderé y al final perderás tu lengua—
Gira caminando alejándose de aquella zona de guerra y sangre directo por el camino a la ciudad
—Camina, que no tengo tiempo que perder y no quiero ensuciarme contigo—
Fue todo lo que pudo decir al detenerse y mirar con aquellos ojos fríos y muertos que poseía.
Adolphe D. O'Donnell- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 03/12/2016
Re: Conociendo al enemigo — Darius Thorment
Darius realmente no sabía que poder hacer al respecto. Prácticamente estaba completamente solo y odiaba admitirlo. El enclenque tenía razón. No había nada que le retuviera, su “ejercito” prácticamente estaba derrotado y él, aunque le importaba una mierda no había hecho nada en absoluto encima. Así que estando en el centro de un montón de cadáveres, no pudo más que resignarse, estar pensativo durante unos instantes para poder finalmente aceptar su destino, el de tener que seguir a un muñeco con pelo enjabonado con gomina. Tendrían que haberle dejado al muñeco la bañera para bañarse exclusivamente para que pudiera oler bien esta noche, ya que Darius tenía apenas tiempo para tantas delicadezas.
- Esta bien -
Darius comenzó a hablar con aquella voz tan particular suya que tenía.
- Iré contigo muñequita – Con aquello dicho, sus pasos comenzaron a moverse hacia el joven que le llevaría hasta la furcia que quería verlo en persona, o que quería darle una especie de banquete de bienvenida o no lo ha entendido demasiado bien. El caso es que no pasaría ni una y entonces, para cuando pasó por el lado del joven, le propino con una excelente palmada en la nalga izquierda del joven no sin antes estrujársela antes de soltarle dicha parte de la anatomía.
-Bueno ¿me llevas o qué? – Preguntándose si el muchacho se le habría olvidado su tarea de llevarla ante la dichosa mujer que supuestamente debería de conocer, Darius comenzó a sacar papel de liar y así poder liarse un poco de opio en grano, oh, como lo necesitaba, así mataba las esperas de una manera demasiado satisfactoria y no tendría que estar pendiente de si una muñeca habría que tirarle de la cuerda o darle vueltas al engranaje para que esta pudiera reaccionar – Vaya, vaya, la muñeca se quedó perpleja de que le hayan tocado el culo – Ríe - ¿Qué? ¿Eres virgen? – riéndose de la situación más que nada, Darius comenzó a andar hacia una pila de cadáveres, uno encima de otro que llegaba a la altura de un banco común y en los que Darius se sentó mientras seguía esperando a la muñeca, es decir, al muchacho de cabello oscuro y mirada perdida.
- Esta bien -
Darius comenzó a hablar con aquella voz tan particular suya que tenía.
- Iré contigo muñequita – Con aquello dicho, sus pasos comenzaron a moverse hacia el joven que le llevaría hasta la furcia que quería verlo en persona, o que quería darle una especie de banquete de bienvenida o no lo ha entendido demasiado bien. El caso es que no pasaría ni una y entonces, para cuando pasó por el lado del joven, le propino con una excelente palmada en la nalga izquierda del joven no sin antes estrujársela antes de soltarle dicha parte de la anatomía.
-Bueno ¿me llevas o qué? – Preguntándose si el muchacho se le habría olvidado su tarea de llevarla ante la dichosa mujer que supuestamente debería de conocer, Darius comenzó a sacar papel de liar y así poder liarse un poco de opio en grano, oh, como lo necesitaba, así mataba las esperas de una manera demasiado satisfactoria y no tendría que estar pendiente de si una muñeca habría que tirarle de la cuerda o darle vueltas al engranaje para que esta pudiera reaccionar – Vaya, vaya, la muñeca se quedó perpleja de que le hayan tocado el culo – Ríe - ¿Qué? ¿Eres virgen? – riéndose de la situación más que nada, Darius comenzó a andar hacia una pila de cadáveres, uno encima de otro que llegaba a la altura de un banco común y en los que Darius se sentó mientras seguía esperando a la muñeca, es decir, al muchacho de cabello oscuro y mirada perdida.
Darius Thorment- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Conociendo al enemigo — Darius Thorment
Agacha la cabeza sin mirar, no hay odio o enojo, solo ladea la cabeza lentamente hasta que termina a 80 grados a la izquierda, toma la mano ajena que se ha atrevido a tocarlo torciendole la muñeca y retirandole, patea la pierna del vampiro y con un vuelta se queda a su espalda con la espada desenvainada apuntando a su cuello
- Crees acaso que siquiera me importa lo que diga, yo cumplo ordenes y mis ordenes son cumplidas a su voz, ella le dirá todo lo que quiera saber y le agradeceré que no me toques o tus manos terminara por quedar en el suelo y veremos si el mito de los vampiros de reconstruirse se pone a prueba-
Guarda su espada rápido pasando su mano por su cabello pasando un mechón de su negro cabello hasta dejarlo como estaba todo bien peinado hacia atrás.
Camina pero al oir como se mofa de él solo avanza por el sendero hasta llegar la ciudad caminando como si no pasara nada como si no cruzara entre meretrices y vagabundos.
-tengo un nombre aunque no me lo haya preguntado, y si ella lo permite se lo daré pero tampoco soy una muñequita o muñequito, ¿ por qué decirme muñequita? soy un hombre aunque creo que sus ojos están más equivocados que su lengua, espero que delante de ella pueda comportarse, recuerde que la condesa no tiene tanto tacto como yo para decir las cosas, le recomiendo que mantenga a sus perros-
Señalo hacia atrás inidcando que venian siguiendoles la pista a los dos. se quedó hacia atrás viendo como el vampiro caminaba delante de él, desenvainó sus espadas pero sin desenfundarlas, con una suave sonrisa desapareció y solo dejó escuchar el sonido de dos cuerpos cayendo y siendo cargados como un par de sacos sobre sus hombros.
- Crees acaso que siquiera me importa lo que diga, yo cumplo ordenes y mis ordenes son cumplidas a su voz, ella le dirá todo lo que quiera saber y le agradeceré que no me toques o tus manos terminara por quedar en el suelo y veremos si el mito de los vampiros de reconstruirse se pone a prueba-
Guarda su espada rápido pasando su mano por su cabello pasando un mechón de su negro cabello hasta dejarlo como estaba todo bien peinado hacia atrás.
Camina pero al oir como se mofa de él solo avanza por el sendero hasta llegar la ciudad caminando como si no pasara nada como si no cruzara entre meretrices y vagabundos.
-tengo un nombre aunque no me lo haya preguntado, y si ella lo permite se lo daré pero tampoco soy una muñequita o muñequito, ¿ por qué decirme muñequita? soy un hombre aunque creo que sus ojos están más equivocados que su lengua, espero que delante de ella pueda comportarse, recuerde que la condesa no tiene tanto tacto como yo para decir las cosas, le recomiendo que mantenga a sus perros-
Señalo hacia atrás inidcando que venian siguiendoles la pista a los dos. se quedó hacia atrás viendo como el vampiro caminaba delante de él, desenvainó sus espadas pero sin desenfundarlas, con una suave sonrisa desapareció y solo dejó escuchar el sonido de dos cuerpos cayendo y siendo cargados como un par de sacos sobre sus hombros.
Adolphe D. O'Donnell- Vampiro Clase Baja
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Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
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