Invitaciones a la perdición || Privado +18

por **Julyne/Sebak Worthing** Dom Ago 20, 2017 7:20 pm

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Invitacion

Almuerzos Deliciosos

Aquella mujer era un digno trofeo, su lengua, su cuerpo todo en ella exudaba la tensión, la lujuria, la maldita perversión. Miró de soslayo por unos segundo a la mujer imaginándola colgando del techo de su sótano en aquellas paredes empedradas que se tragarían sus gritos, su piel roja siendo marcada una y otra vez por los azotes, aquel cabestro en su boca mientras él por atrás fallándola y su hermana, o si, su hermana era parte de esa fantasía, tocándose para él pidiendo que también la folle como a aquella perra, viendo a su hermanita igual que aquella zorra de la realeza siendo perforada por otro hombre, ambas mirándose y deseando besar, si también deseaba eso, ver a las dos mujeres tocándose, masturbándose juntas a deleite de él abriéndose para recibirlo sin dejar ellas de besare. Que fantasías estaban haciendo palpitar a su endurecido miembro que estaba a punto de estallar, le dolía completamente, pedían a gritos desfogarse.

Las mujeres sonreían y asentían mientras degustaban de sus aburridos postres, tomó un poco de este para chuparlo sonoramente entre sus dedos, tan vulgar hacia la mujer, si ella creía que él era como su hermana que buscaba títulos o algo así, se equivocaba, para eso estaba Juls, él se dedicaría a disfrutar como lo que era, un maldito bastardo. Miró a la mujer lamiéndose aquellos dedos con el rastro salino mezclado con el dulce. Estaba esperando que la mujer se sonrojada para lanzarle un copa con agua frente a todas las mujeres dejándolas boquiabiertas, pero lo que recibió fue algo mejor, aquella duquesa estaba tomando las riendas del juego de exhibición mostrándose ante aquellas viejas de la forma más impúdica posible; su primera reacción fue el estar congelado por unos segundo sin dejar de sentir la calidez que desprendían aquellos labios íntimos; como segundo paso fue nervios, pero no por lo que estaba por hacer, si no porque su hermana lo encuentre y le de un regaño de meses sin sexo, eso le dolería, y por ultimo vino la actitud frecuente de él, el poco interés por lo que digan, él quería el peligro y la exhibición por completo. Miró con desafío a la mujer tomándole de los senos amasando aquellos orbes con rudeza, está tratándolos sin complacencia pura, la levantó y la dejó sentarse sobre su miembro que entró sin dificultad en su cavidad intima por lo lubricada que se hallaba.

Soltó un gruñido la sentir como lo tomaba por dentro y luego una risa cínica –Vaya Duquesa si que la sabe montar, con estos juegos, que sucia eres Duquesa, no, no eres Duquesa eres una putita sucia que le gusta esto, que la vean completamente siendo follada, que la vean tan abierta, dejemos que te vean zorrita– susurra a su cuello mordiéndole con saña, sabe que dejará una marca ahí; suelta sus senos para llevarlas a los muslos de ella abriéndose los de par en par mostrando el sexo de ella siendo devorado por el de él, entrando y saliendo enteramente humedecido –Mantén, esa falda arriba para que todas te vean, si la bajas te castigaré– sentenció dejándola quieta mostrando como su miembro se adentraba en ella. Comenzó a moverla en círculos y apenas levantándola en una cabalgata –Cabálgame delante de estas viejas, haz que te vean lo zorra que eres y lo mucho que te gusta tener una polla en ti– con la diestra que abría sus mulsos azotó el sexo expuesto, comenzó a palmear con fuerza el clítoris de la mujer –Quieres que te traiga público para que te vean gozar, aunque ni siquiera esas viejas parecen notar lo bien que te lo estas pasando.– susurra al oído son sorna. Observó a una de las ancianas que lo miraba con una cálida sonrisa –¿Qué ocurre, aquí? Acaso estás haciendo trampa, y yo que pensé que si te gustaba el exhibicionismo– miró a las mujeres que no estaban viéndolos, que ni siquiera se percataban de aquel alboroto que estaba acarreándose frente a ellas, todo el jaleo, los gemidos y gruñidos y ellas parecían estar absortas en el postre, la bebida y conversaciones y cuando los miraban tenían una sonrisa de oreja a oreja para ellos dos ¿acaso estaban tan ciegas a lo mejor no dirían nada por la Duquesa? No comprendía lo que ocurría..