AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Hoist the colours. (privado)
2 participantes
Página 1 de 2.
Página 1 de 2. • 1, 2
Hoist the colours. (privado)
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
The King and his men stole the queen from her bed
and bound her in her bones
The seas be ours and by the powers
Where we will...we'll roam
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never say we die
Some men have died and some are alive
And others sail on the sea
With the keys to the cage
And the devil to pay
We lay to Fiddler's Green!
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
The bell has been raised from its watery grave
Do you hear its sepulchral tone?
A Call to all, pay heed to the squall
And turn your sail towards home!
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
The King and his men stole the queen from her bed
and bound her in her bones
The seas be ours and by the powers
Where we will...we'll roam
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never say we die
Some men have died and some are alive
And others sail on the sea
With the keys to the cage
And the devil to pay
We lay to Fiddler's Green!
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
The bell has been raised from its watery grave
Do you hear its sepulchral tone?
A Call to all, pay heed to the squall
And turn your sail towards home!
Yo, Ho haul together, hoist the colours high
Heave ho, thieves and beggars, never shall we die
- hoist the colours:
La canción se suponía que debía ser una nana para dormir a las niñas, las pequeñas gemelas Cannif que esperaban el beso de buenas noches de su madre o de su padre, que se hacía esperar. El de su madre no sería posible, pues estaba fuera de allí por una temporada. Lejos de ser una canción que hablase de pajarillos y flores, de lobos malos y héroes buenos, sus notas se filtraban por el hueco de la puerta y tenían el sabor del mar, la fuerza del viento que hincha las velas, y los labios que la entonaban eran los de aquella extranjera que había aparecido semanas atrás en la fortaleza de Akershush. La dama inglesa que salió del mar, clamando asilo tras un naufragio intencionado. El rey Rannulf había atacado el navío de su marido, el capitán Morgan y sólo ella consiguió salvarse. Las noticias al respecto eran confusas, se habían producido varias batallas en alta mar entre diferentes contendientes, la Corona inglesa, la armada francesa, los españoles y el cruel rey del norte.
La generosidad del conde Cannif le permitió quedarse allí, y la única forma de ayudar con alguna cosa y devolver un poco del favor recibido mientras esperaban noticias del capitán, era cuidar de los hijos del conde ahora que su mujer había cruzado el bloqueo naval y se hallaba en París.
Era una mujer hecha al mar, al rigor del viento y la sal, no se quejaba del frío o de la escasez de alimento si la hubiera, así que se adaptó fácilmente a las bárbaras costumbres de aquella peculiar corte. Solía acompañar a las nodrizas todo el día, encargándose personalmente de que todo cuanto necesitasen los niños Cannif estuviera correctamente gestionado. Era inglesa, educada en las maneras de la alta sociedad, pero curtida entre jarcias, velas y aparejos. Sabía escupir, eructar y maldecir como cualquier corsario y también tocar el violín y declinar a Shakespeare, y a menos que se encontrase sobre la cubierta de proa, guardaba esa cara bucanera para si misma. Sobre baldosas y tierra firme era simplemente una inglesa con redaños que olía a té de jengibre.
— hmm... ya veo... la canción no es la que os cantaría vuestra madre, seguramente... pero no está mal que aprendáis otras cosas para el día de mañana, ya veréis, nunca se sabe cuando puedes necesitar saber lo que es un real de a ocho.— tenía la costumbre de hablarles a los niños como si fueran personitas que la entendieran, su tono de voz no era estridente y ellos la miraban como si entendieran a su corta edad los extraños razonamientos que llegaba a hacer.— ¡Oh! y hacedme caso, mantenéos siempre lejos de la horca. Es una cosa horrible, no hay nada de bonito en ese invento.
Las pequeñas la miraban mientras Danielle doblaba la sábana para arroparlas bien, como si estuviera hablando de física cuántica o de recetas de pasteles, tanto daba, eran muy pequeñas y no entendían el inglés con su fuerte acento de Wessex.
Última edición por Danielle Morgan el Mar Ago 22, 2017 3:46 pm, editado 1 vez
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
Había pasado el interminable día acompañado del druida del templo del este, había venido a Akhersus buscando una solución a su desesperación.
Ciertamente me resultaba preocupante todo aquello que me contó.
El bosque de Stronwood se extendía muchos kilómetros hacia el oeste situando la manada de licantropos Quiloys en el límite oriental. El bosque estaba dominado por los esplendidos Quiloys, también llamados olmos de plata en lengua común. Allí los troncos eran anchos y fuertes, y de un color gris metalizado. En otoño, las hojas cogían una tonalidad gris plateada reflejando la mortecina luz otoñal envolviendo el bosque con una brillante aura plateada, de ahí el nombre de esa manada amiga que se atenía al tratado de paz acordado entre ellos y los humanos hace ya siglos.
Ramdulf lo estaba quebrantando, los lideres empezaban a agotar su paciencia y de no poner remedio a esta guerra de hombres contra hombres, la paz seria solo una utopía entre las razas.
Al parecer el rey del norte tomaba jóvenes lobos para experimentar con ellos llevándolos al limite para crear puras aberraciones, mas por lo que el Druida me comento, ese no era el único de mis problemas.
Alguna vez había escuchado que cuando el caos empieza sucumbes en una aborigen de decadencia que te envuelve y que de forma siniestra te destroza, quizás había entrado en el vórtice de mi propio declive, de mi muerte mas lenta.
En el templo se custodiaba una piedra, una capaz de controlar el elemento agua y dado que el norte estaba bañado por esta, si Randulf se hacia con su poder podía ir despidiéndome de ganar esta guerra.
Di mi palabra al druida de que yo mismo lo custodiaría al día siguiente hasta el templo, hablaría con los jefes de la manada, calmaría los ánimos y apostillaría una porción de mi ejercito en sus fronteras para detener las incursiones del rey, así que acabada la conversación que nos llevó prácticamente todo el día caminé aflojando los correajes de mi armadura hacia la habitación de mis hijos.
La joven inglesa que había sido encontrada en mis tierras y a la que había dado asilo, les hablaba a los niños como si fueran adultos, lo que me hizo ladear la sonrisa mirando la escena desde el marco de la puerta.
-Manteneros lejos de la orca y cerca de vuestra espada, aquí en el norte es mas fácil que os decapiten si el acero no se convierte en una parte mas de vuestro cuerpo -puntualicé adentrándome en la habitación con la mejor de las sonrisas pese a que el cansancio hacia mella.
Orn saltó del lecho sacudiendo su espada de madera, alegando que él seria un gran guerrero, el mejor y que mataría a Randulf.
Revolví su pelo antes de detener con mi antebrazo varios ataques furtivos del pequeño guerrero.
Fio no quería quedarse atrás, así que se abalanzó como una loca a por su escudo y se empecinó en demostrarme como le atizaba a Orn con el en la cabeza.
Valeska miraba toda la escena desde la cama, con sus esmeraldas apagadas, tenia dos años y ya había sido abandonada mas de la cuenta.
Me senté en le lecho y besé su pelo dorado como el de ella.
-Te he traído algo -apunté sacando de mi cinto un ramillete de flores salvajes algo secas pues las llevaba encima desde la mañana pero que al tocarlas sus mansos florecieron como si nunca hubieran sido cortadas.
Desvié mi mirada hacia Sirius que miraba como Orn asestaba con la espada golpes muy flojos al escudo de Fio para no tirarla al suelo mientras esta gruñía.
Me acerqué a él dejándome caer muerto en su cama con una ladeada sonrisa.
-¿cuantos incendios has provocado hoy hijo? -le pregunté con una sonora carcajada.
Sirius sonrió al escucharme hablar de eso con naturalidad, solo tenia cuatro años, no podía cargar con una responsabilidad que no le pertenecía -mejoraras con la magia como el resto lo hará con la espada -le aseguré guiñándole un ojo -lo que me recuerda que también tengo algo para ti, prometo que mañana antes de partir te dejaré tu regalo bajo el umbral de la puerta.
De seguro se pasaría la noche pensando que era eso que le regalaría, mientras le diera vueltas a eso, no lo haría a cosas mucho mas corrosivas.
Miré a la inglesa a la que acababa de joderle la hora de acostarlos con mi presencia.
-Lo siento, he terminado tarde y no quería acostarme sin darles las buenas noches, veo que te las apañas bien con ellos -le dije poniéndome en pie para no prolongar mucho mas esto – mañana pasaré el día fuera, espero volver para el anochecer, pero es posible que no sea así, hay problemas importantes que atender.
Ciertamente me resultaba preocupante todo aquello que me contó.
El bosque de Stronwood se extendía muchos kilómetros hacia el oeste situando la manada de licantropos Quiloys en el límite oriental. El bosque estaba dominado por los esplendidos Quiloys, también llamados olmos de plata en lengua común. Allí los troncos eran anchos y fuertes, y de un color gris metalizado. En otoño, las hojas cogían una tonalidad gris plateada reflejando la mortecina luz otoñal envolviendo el bosque con una brillante aura plateada, de ahí el nombre de esa manada amiga que se atenía al tratado de paz acordado entre ellos y los humanos hace ya siglos.
Ramdulf lo estaba quebrantando, los lideres empezaban a agotar su paciencia y de no poner remedio a esta guerra de hombres contra hombres, la paz seria solo una utopía entre las razas.
Al parecer el rey del norte tomaba jóvenes lobos para experimentar con ellos llevándolos al limite para crear puras aberraciones, mas por lo que el Druida me comento, ese no era el único de mis problemas.
Alguna vez había escuchado que cuando el caos empieza sucumbes en una aborigen de decadencia que te envuelve y que de forma siniestra te destroza, quizás había entrado en el vórtice de mi propio declive, de mi muerte mas lenta.
En el templo se custodiaba una piedra, una capaz de controlar el elemento agua y dado que el norte estaba bañado por esta, si Randulf se hacia con su poder podía ir despidiéndome de ganar esta guerra.
Di mi palabra al druida de que yo mismo lo custodiaría al día siguiente hasta el templo, hablaría con los jefes de la manada, calmaría los ánimos y apostillaría una porción de mi ejercito en sus fronteras para detener las incursiones del rey, así que acabada la conversación que nos llevó prácticamente todo el día caminé aflojando los correajes de mi armadura hacia la habitación de mis hijos.
La joven inglesa que había sido encontrada en mis tierras y a la que había dado asilo, les hablaba a los niños como si fueran adultos, lo que me hizo ladear la sonrisa mirando la escena desde el marco de la puerta.
-Manteneros lejos de la orca y cerca de vuestra espada, aquí en el norte es mas fácil que os decapiten si el acero no se convierte en una parte mas de vuestro cuerpo -puntualicé adentrándome en la habitación con la mejor de las sonrisas pese a que el cansancio hacia mella.
Orn saltó del lecho sacudiendo su espada de madera, alegando que él seria un gran guerrero, el mejor y que mataría a Randulf.
Revolví su pelo antes de detener con mi antebrazo varios ataques furtivos del pequeño guerrero.
Fio no quería quedarse atrás, así que se abalanzó como una loca a por su escudo y se empecinó en demostrarme como le atizaba a Orn con el en la cabeza.
Valeska miraba toda la escena desde la cama, con sus esmeraldas apagadas, tenia dos años y ya había sido abandonada mas de la cuenta.
Me senté en le lecho y besé su pelo dorado como el de ella.
-Te he traído algo -apunté sacando de mi cinto un ramillete de flores salvajes algo secas pues las llevaba encima desde la mañana pero que al tocarlas sus mansos florecieron como si nunca hubieran sido cortadas.
Desvié mi mirada hacia Sirius que miraba como Orn asestaba con la espada golpes muy flojos al escudo de Fio para no tirarla al suelo mientras esta gruñía.
Me acerqué a él dejándome caer muerto en su cama con una ladeada sonrisa.
-¿cuantos incendios has provocado hoy hijo? -le pregunté con una sonora carcajada.
Sirius sonrió al escucharme hablar de eso con naturalidad, solo tenia cuatro años, no podía cargar con una responsabilidad que no le pertenecía -mejoraras con la magia como el resto lo hará con la espada -le aseguré guiñándole un ojo -lo que me recuerda que también tengo algo para ti, prometo que mañana antes de partir te dejaré tu regalo bajo el umbral de la puerta.
De seguro se pasaría la noche pensando que era eso que le regalaría, mientras le diera vueltas a eso, no lo haría a cosas mucho mas corrosivas.
Miré a la inglesa a la que acababa de joderle la hora de acostarlos con mi presencia.
-Lo siento, he terminado tarde y no quería acostarme sin darles las buenas noches, veo que te las apañas bien con ellos -le dije poniéndome en pie para no prolongar mucho mas esto – mañana pasaré el día fuera, espero volver para el anochecer, pero es posible que no sea así, hay problemas importantes que atender.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Puso orden en la habitación de los niños, porque cuando se ponía en plan institutriz británica, ni siquiera Orn osaba levantar la espada. Aunque tenía serias dudas de si ese pequeño en realidad se aplacaba porque se quedaba mirando con fascinación su escote...había algunos que desde enanos ya se les veía venir. Con todos ellos en sus respectivas camas, los escudos y las espadas de madera colgadas lejos del alcance de sus pequeñas manos, y las luces atenuadas, los arropó y salió al pasillo con el conde.
— lo he oído...el templo del este, la piedra del Agua. Nunca van a parar las incursiones para conseguirla, lo que deberíais hacer es sacarla de allí, hacerla "desaparecer".— hizo el signo de las comillas con los dedos. ¡Oh, si! ella sabía bien como "desaparecían" las reliquias más veneradas de la cristiandad, o las joyas de una reina, o la correspondencia comprometedora de un duque. Contrabandistas. No estaban sujetos a leyes ni a rutinas, difíciles de rastrear, de subyugar y de contentar. Esa reliquia debería desaparecer por el bien de todos, junto al druida que la sabía usar, porque en malas manos todo el norte sufriría castigo. Se rascó el pelo que tenía en un prieto moño, y terminó por soltárselo, le dolía el cuero cabelludo de tanto tirón.— hum...si fuera yo, es lo que haría. Así Rannulf no lo podría encontrar.
Acompañó a Höor por el pasillo hacia el salón, ella tampoco había cenado todavía, así que se disponía a hacerlo.
— Hablando de desapariciones...Me ha dicho la señora Tollak que mañana se lleva a Sirius a pasar el dia, que tiene preparado algo especial. ¿No debería ir Valeska también? si la niña tiene magia, debería estar con alguien que sepa usarla. ¿Voy con ellos o me quedó con Fiolett y Orn?
— lo he oído...el templo del este, la piedra del Agua. Nunca van a parar las incursiones para conseguirla, lo que deberíais hacer es sacarla de allí, hacerla "desaparecer".— hizo el signo de las comillas con los dedos. ¡Oh, si! ella sabía bien como "desaparecían" las reliquias más veneradas de la cristiandad, o las joyas de una reina, o la correspondencia comprometedora de un duque. Contrabandistas. No estaban sujetos a leyes ni a rutinas, difíciles de rastrear, de subyugar y de contentar. Esa reliquia debería desaparecer por el bien de todos, junto al druida que la sabía usar, porque en malas manos todo el norte sufriría castigo. Se rascó el pelo que tenía en un prieto moño, y terminó por soltárselo, le dolía el cuero cabelludo de tanto tirón.— hum...si fuera yo, es lo que haría. Así Rannulf no lo podría encontrar.
Acompañó a Höor por el pasillo hacia el salón, ella tampoco había cenado todavía, así que se disponía a hacerlo.
— Hablando de desapariciones...Me ha dicho la señora Tollak que mañana se lleva a Sirius a pasar el dia, que tiene preparado algo especial. ¿No debería ir Valeska también? si la niña tiene magia, debería estar con alguien que sepa usarla. ¿Voy con ellos o me quedó con Fiolett y Orn?
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
La inglesa no tardo en salir al pasillo, ladee la sonrisa mirándola.
-Vas a tener que enseñarme a hacer eso -dije cuando apago la lampara de aceite dejando a todos los niños en sus lechos sin escucharse ni siquiera un ruido -¿que les has prometido? ¿el Valhalla? -bromeé mientras caminaba con ella por el pasillo rumbo al salón principal para cenar algo.
En mi rostro se reflejaba el cansancio de un día duro y de muchas noches complicadas, no era un secreto que mi esposa había viajado lejos, a su ciudad natal, los rumores acerca de su nueva huida del norte se sucedían, solo acallaban cuando yo pasaba.
Medité sus palabras, pero había algo que ella no sabia acerca de esa piedra.
-Quizás seria fácil si cupiera en una mano, entonces todo buen trilero podría hacerla desaparecer sin ser vista.
La piedra, mas que piedra es un fragmento de portal mágico, es de grandes dimensiones, demasiado incluso para ser trasportada en un carro. El portal fue roto por Thor y los añicos se dividieron en distintas ubicaciones del norte, sabemos que uno esta bajo las montañas, dicen que controla la tierra y que el de fuego es custodiado por una salvaje tribu de cambiantes, algo así como bershekers...donde se encuentra la que controla el viento es un misterio.
Estiré la espalda que me crujió, tenia el cuello engarrotado, los músculos tensos como cuerdas de arpa.
-Nada que no cure una o dos copas -aseguré antes de sentarme en la mesa y esperar a que ella hiciera lo propio.
Podíamos dejarnos esa noche de formalismos, la verdad llevaba el día entero intentando sembrar la paz entre licantropos y humanos, lo que menos me apetecía era seguir comportándome como un conde.
-Me parece bien que los dos niños acudan a casa de Giuliana, se que está embarazada, que ha de guardar reposo, así que espero no sena demasiada carga para ella, es la mujer de mi general Ulf y ciertamente a ambos les tengo gran estima.
Pensaba llevarme al lobo conmigo al templo, peor creo que en estos momentos en los que su esposa espera a su primer vástago no es una gran idea preocuparla en exceso.
-Me parece bien que vayas así le puedes ayudar...Sirius en ocasiones es algo complicado...
Ulf podía ayudarme con las manadas, su condición de cambiante siempre acercaba posturas, pero esta vez tendría que arreglármelas sin él.
-Espero que la estancia en mi castillo este siendo agradable para ti -dije dando un nuevo trago de mi jarra mientras me dejaba vencer sobre la silla sin soltarla.
Tenia mas sed que hambre ciertamente.
-Vas a tener que enseñarme a hacer eso -dije cuando apago la lampara de aceite dejando a todos los niños en sus lechos sin escucharse ni siquiera un ruido -¿que les has prometido? ¿el Valhalla? -bromeé mientras caminaba con ella por el pasillo rumbo al salón principal para cenar algo.
En mi rostro se reflejaba el cansancio de un día duro y de muchas noches complicadas, no era un secreto que mi esposa había viajado lejos, a su ciudad natal, los rumores acerca de su nueva huida del norte se sucedían, solo acallaban cuando yo pasaba.
Medité sus palabras, pero había algo que ella no sabia acerca de esa piedra.
-Quizás seria fácil si cupiera en una mano, entonces todo buen trilero podría hacerla desaparecer sin ser vista.
La piedra, mas que piedra es un fragmento de portal mágico, es de grandes dimensiones, demasiado incluso para ser trasportada en un carro. El portal fue roto por Thor y los añicos se dividieron en distintas ubicaciones del norte, sabemos que uno esta bajo las montañas, dicen que controla la tierra y que el de fuego es custodiado por una salvaje tribu de cambiantes, algo así como bershekers...donde se encuentra la que controla el viento es un misterio.
Estiré la espalda que me crujió, tenia el cuello engarrotado, los músculos tensos como cuerdas de arpa.
-Nada que no cure una o dos copas -aseguré antes de sentarme en la mesa y esperar a que ella hiciera lo propio.
Podíamos dejarnos esa noche de formalismos, la verdad llevaba el día entero intentando sembrar la paz entre licantropos y humanos, lo que menos me apetecía era seguir comportándome como un conde.
-Me parece bien que los dos niños acudan a casa de Giuliana, se que está embarazada, que ha de guardar reposo, así que espero no sena demasiada carga para ella, es la mujer de mi general Ulf y ciertamente a ambos les tengo gran estima.
Pensaba llevarme al lobo conmigo al templo, peor creo que en estos momentos en los que su esposa espera a su primer vástago no es una gran idea preocuparla en exceso.
-Me parece bien que vayas así le puedes ayudar...Sirius en ocasiones es algo complicado...
Ulf podía ayudarme con las manadas, su condición de cambiante siempre acercaba posturas, pero esta vez tendría que arreglármelas sin él.
-Espero que la estancia en mi castillo este siendo agradable para ti -dije dando un nuevo trago de mi jarra mientras me dejaba vencer sobre la silla sin soltarla.
Tenia mas sed que hambre ciertamente.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
— Oh, sí, sé quienes son. No se me escapa ni un cotilleo, viene de serie en la genética británica.— Cortó y pinchó un buen trozo de carne que masticó con hambre, sentada con la espalda muy recta como las damas inglesas. Pero a quién quería engañar, cuando el conde se relajó ella también y destensó su envarada postura para apoyar los codos sobre la mesa.— ¿y qué hombre no lo es?.— hizo referencia a Sirius cuando dijo que a veces era complicado.— nos apañaremos, no se preocupe. Ya sé lo que es el general, lo que es su mujer y la magia que tienen sus hijos. Yo no soy nadie para juzgar... me casé con un pirata.— sonrió y se encogió de hombros.— Legalmente es corsario, y tienen permiso de la Reina para hacer "oparaciones especiales". Pero no es más que una forma de llamarlo, ya me entiende.
Inspiró hondo antes de hacerle la pregunta a Höor, pregunta de la que ya sabía la respuesta, pero debía hacerla igualmente.
— ¿no hay noticias de los presos de Rannulf?.— Höor negó con la cabeza. Ninguna información sobre el capitán Morgan, sólo rumores, los que ya sabían. Danielle suspiró con resignación y volvió a su plato, cortando trozos de carne y masticando en silencio, reflexionando, tratando de pensar como lo haría un pirata.
— Apostar tropas para proteger la reliquia es ponerle una banderita al tirano marcándole el lugar. Si no se puede mover, entonces hay que hacer que crean que no está allí o desviar su atención a otro lugar. Convocad a los mejores brujos, que creen una ilusión, sé que algunos hacen hechizos para desaparecer cosas o alterar su apariencia. A veces la mejor forma de ocultar algo es tenerlo a simple vista. Si eso no es posible, entonces extended rumores de que ha sido hallado el trozo perdido, emboscadlos. Para vencer al enemigo hay que pensar como el enemigo.
Apuñaló una manzana con el cuchillo para atraerla desde el frutero hasta su plato, y estaba comenzando a pelarla cuando apareció Ulf en el salón, gruñendo y maldiciendo, contándole a su amigo que necesitaba un sofá porque su mujer se había cabreado con él por una tontería, las hormonas la estaban enloqueciendo.
Frunció los labios para contener la risa. No había peor furia que la de una mujer, ni la del mar, ni la guerra ni las tormentas de otoño. Las mujeres enfadadas eran el mal más terrible a abatir. Levantó el vaso en señal de brindis.
— Por las largas noches de sofá, que vuelven a los hombres más sabios y a las mujeres más malas. Salud!
Inspiró hondo antes de hacerle la pregunta a Höor, pregunta de la que ya sabía la respuesta, pero debía hacerla igualmente.
— ¿no hay noticias de los presos de Rannulf?.— Höor negó con la cabeza. Ninguna información sobre el capitán Morgan, sólo rumores, los que ya sabían. Danielle suspiró con resignación y volvió a su plato, cortando trozos de carne y masticando en silencio, reflexionando, tratando de pensar como lo haría un pirata.
— Apostar tropas para proteger la reliquia es ponerle una banderita al tirano marcándole el lugar. Si no se puede mover, entonces hay que hacer que crean que no está allí o desviar su atención a otro lugar. Convocad a los mejores brujos, que creen una ilusión, sé que algunos hacen hechizos para desaparecer cosas o alterar su apariencia. A veces la mejor forma de ocultar algo es tenerlo a simple vista. Si eso no es posible, entonces extended rumores de que ha sido hallado el trozo perdido, emboscadlos. Para vencer al enemigo hay que pensar como el enemigo.
Apuñaló una manzana con el cuchillo para atraerla desde el frutero hasta su plato, y estaba comenzando a pelarla cuando apareció Ulf en el salón, gruñendo y maldiciendo, contándole a su amigo que necesitaba un sofá porque su mujer se había cabreado con él por una tontería, las hormonas la estaban enloqueciendo.
Frunció los labios para contener la risa. No había peor furia que la de una mujer, ni la del mar, ni la guerra ni las tormentas de otoño. Las mujeres enfadadas eran el mal más terrible a abatir. Levantó el vaso en señal de brindis.
— Por las largas noches de sofá, que vuelven a los hombres más sabios y a las mujeres más malas. Salud!
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
Tenia que reconocer que aquella mujer era experta en esto de las estrategias, decía ser la mujer de un corsario, peor no se porque algo me decía que la bandera de su barco era negra y con una calavera.
No hice comentario alguno sobre el asunto, a fin de cuentas ¿me importaba realmente lo que era? Yo no juzgaba a nadie por su pasado, si no por su presente y futuro a mi lado.
Así que para mi partía de cero y con los críos se comportaba bien, no era la típica nana que les regalaba los oídos si no que les hacia pensar, ser fuertes y eso era justo lo que necesitaba ahora mismo.
Serví de nuevo hidromiel en sendas jarras, el plato apenas lo había tocado sin embargo di buena cuenta del contenido del vaso, quizás así podría aplacar la mierda de día que llevaba, ¿digo día? Ojala fuera un día y lo peor es que siempre tenia que mostrarme imbatible ante los míos, como si fuera capaz de todo, casi un dios cuando no era mas que un hombre.
-Randulf tiene oráculos, hechiceros, puede que en un principio sirviera el plan y consiguiéramos despistarlos, pero tarde o temprano descubrirían el engaño.
Ademas tenemos un tratado con los Licantropos que ocupan nuestros bosques, allí donde esta el templo hay varias manadas que al parecer están siendo diezmadas, si no mando protección los licantropos creerán que no me importa el pacto alcanzado por mis ancestros, pensaran que en esta guerra de humanos salen ellos perdiendo y si eso pasa y todos ellos se aúnan, no solo tendré una guerra con Randulf si no también con los licantropos salvajes.
Lo mejor es ponerlos de mi lado, que vena que me preocupo por su causa y poniendo en sus fronteras soldados, sangrando por ellos es el único modo que veo de demostrar mis intenciones de un modo claro ¿lo entiendes?
No podía pedir a sus lideres que me ayudaran a proteger la piedra, que derramaran la sangre de los suyos en esos bosques si yo no derramaba mi sangre junto a la suya.
-Puede que todo te parezca muy bárbaro, pero esto funciona así -aseguré vaciando de nuevo la jarra.
La entrada de un malhumorado Ulf nos hizo a ambos reírnos a carcajadas, al parecer esta noche también la iba a pasar en el sofá de mía casa.
-Ulf empiezo a pensar en pedir que te acondicionen un dormitorio, tu culo peludo pasa mas noches en mi palacio que en tu casa con al bruja ¿ya te ha vuelto a atizar con la sarten para que te largues?
Ulf maldecía y resoplaba tomando una jarra y sentándose en la mesa junto a los desgraciados que no íbamos a mojar esa noche.
Me levanté riendome por el comentario de la mujer caminando hacia el mueble bar y sacando una botella de bourbon, la noche iba a ser larga.
-Las mujeres sois un misterio difícil de descifrar -apunté sirviendo los tres vasos y recuperando mi posición en la mesa.
Ulf lo apuró bufando.
-A la bruja le molesta que respire -gruñó
-¿has probado a no respirar? -bromeé soltando una carcajada.
-Si, entonces le molesta que me ahogue -dijo ladeando la sonrisa.
-Al menos la tuya no cruza el mar para interponer la distancia máxima porque no te soporta -apunté con rabia mientras ambos alzábamos el vaso y brindábamos por nuestras mujeres y sus gilipolleces.
No hice comentario alguno sobre el asunto, a fin de cuentas ¿me importaba realmente lo que era? Yo no juzgaba a nadie por su pasado, si no por su presente y futuro a mi lado.
Así que para mi partía de cero y con los críos se comportaba bien, no era la típica nana que les regalaba los oídos si no que les hacia pensar, ser fuertes y eso era justo lo que necesitaba ahora mismo.
Serví de nuevo hidromiel en sendas jarras, el plato apenas lo había tocado sin embargo di buena cuenta del contenido del vaso, quizás así podría aplacar la mierda de día que llevaba, ¿digo día? Ojala fuera un día y lo peor es que siempre tenia que mostrarme imbatible ante los míos, como si fuera capaz de todo, casi un dios cuando no era mas que un hombre.
-Randulf tiene oráculos, hechiceros, puede que en un principio sirviera el plan y consiguiéramos despistarlos, pero tarde o temprano descubrirían el engaño.
Ademas tenemos un tratado con los Licantropos que ocupan nuestros bosques, allí donde esta el templo hay varias manadas que al parecer están siendo diezmadas, si no mando protección los licantropos creerán que no me importa el pacto alcanzado por mis ancestros, pensaran que en esta guerra de humanos salen ellos perdiendo y si eso pasa y todos ellos se aúnan, no solo tendré una guerra con Randulf si no también con los licantropos salvajes.
Lo mejor es ponerlos de mi lado, que vena que me preocupo por su causa y poniendo en sus fronteras soldados, sangrando por ellos es el único modo que veo de demostrar mis intenciones de un modo claro ¿lo entiendes?
No podía pedir a sus lideres que me ayudaran a proteger la piedra, que derramaran la sangre de los suyos en esos bosques si yo no derramaba mi sangre junto a la suya.
-Puede que todo te parezca muy bárbaro, pero esto funciona así -aseguré vaciando de nuevo la jarra.
La entrada de un malhumorado Ulf nos hizo a ambos reírnos a carcajadas, al parecer esta noche también la iba a pasar en el sofá de mía casa.
-Ulf empiezo a pensar en pedir que te acondicionen un dormitorio, tu culo peludo pasa mas noches en mi palacio que en tu casa con al bruja ¿ya te ha vuelto a atizar con la sarten para que te largues?
Ulf maldecía y resoplaba tomando una jarra y sentándose en la mesa junto a los desgraciados que no íbamos a mojar esa noche.
Me levanté riendome por el comentario de la mujer caminando hacia el mueble bar y sacando una botella de bourbon, la noche iba a ser larga.
-Las mujeres sois un misterio difícil de descifrar -apunté sirviendo los tres vasos y recuperando mi posición en la mesa.
Ulf lo apuró bufando.
-A la bruja le molesta que respire -gruñó
-¿has probado a no respirar? -bromeé soltando una carcajada.
-Si, entonces le molesta que me ahogue -dijo ladeando la sonrisa.
-Al menos la tuya no cruza el mar para interponer la distancia máxima porque no te soporta -apunté con rabia mientras ambos alzábamos el vaso y brindábamos por nuestras mujeres y sus gilipolleces.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Observando a aquellos dos no pudo por menos que reprimir una carcajada.
— los grandes problemas de la humanidad...si mi mujer me dejará mojar esta noche o no. ¿Aún os queda duda de quién es el sexo débil en todo esto?.— Bebió de su vaso riendo con los comentarios del general.— la mujeres embarazadas tienden a magnificarlo todo, al parecer es un mecanismo de defensa, un comportamiento animal. Las leonas se vuelven más fieras al proteger a sus futuros cachorros.
Se levantó de la mesa, una vez finalizada su cena, doblando la servilleta a un lado, y se sentó frente a la lumbre.
— No creo que vuestra esposa os odie, de ser asi, se habría llevado los niños para hacer más daño. Hay algo que en general los hombres no llegáis a vislumbrar. Las mujeres renunciamos a todo por nuestros hijos y nuestra familia, son nuestra prioridad, hasta tal punto que llegamos a dejar de saber quién fue la mujer que se refleja en el espejo. Pasan los años, y los hombres siguen vigorosos, fuertes, admirados... y nosotras nos marchitamos, olvidadas en las cocinas, relegadas a funciones domésticas. Me parece que en vuestros casos estamos hablando de mujeres peculiares, fuertes, de las que no se conforman con ese destino. Amar a una mujer asi es mucho más complicado, sólo apto para verdaderos valientes. Pero por contra no encotraréis mejor compañera, ni mejor madre para vuestros hijos. Porque les hablará del hombre valiente que se atrevió a quererla. Porque les hablará de que las dificultades que superaron eran titánicas, y les dará ejemplo de que el valor y el coraje todo lo pueden.
Mientras hablaba tenía los ojos fijos en el fuego, recordando alguna cosa que pasaba por su cabeza pero no estaba expresando en alto. Carraspeó cuando se dio cuenta que llevaba un rato hablando en plan discurso.
— Pero sí, tenéis razón, somos una perras del infierno por mandaros al sofá.— Apuró el vaso riéndose y tratando de aligerar un poco lo trascendental que se había puesto al hablar de las mujeres valientes.
— los grandes problemas de la humanidad...si mi mujer me dejará mojar esta noche o no. ¿Aún os queda duda de quién es el sexo débil en todo esto?.— Bebió de su vaso riendo con los comentarios del general.— la mujeres embarazadas tienden a magnificarlo todo, al parecer es un mecanismo de defensa, un comportamiento animal. Las leonas se vuelven más fieras al proteger a sus futuros cachorros.
Se levantó de la mesa, una vez finalizada su cena, doblando la servilleta a un lado, y se sentó frente a la lumbre.
— No creo que vuestra esposa os odie, de ser asi, se habría llevado los niños para hacer más daño. Hay algo que en general los hombres no llegáis a vislumbrar. Las mujeres renunciamos a todo por nuestros hijos y nuestra familia, son nuestra prioridad, hasta tal punto que llegamos a dejar de saber quién fue la mujer que se refleja en el espejo. Pasan los años, y los hombres siguen vigorosos, fuertes, admirados... y nosotras nos marchitamos, olvidadas en las cocinas, relegadas a funciones domésticas. Me parece que en vuestros casos estamos hablando de mujeres peculiares, fuertes, de las que no se conforman con ese destino. Amar a una mujer asi es mucho más complicado, sólo apto para verdaderos valientes. Pero por contra no encotraréis mejor compañera, ni mejor madre para vuestros hijos. Porque les hablará del hombre valiente que se atrevió a quererla. Porque les hablará de que las dificultades que superaron eran titánicas, y les dará ejemplo de que el valor y el coraje todo lo pueden.
Mientras hablaba tenía los ojos fijos en el fuego, recordando alguna cosa que pasaba por su cabeza pero no estaba expresando en alto. Carraspeó cuando se dio cuenta que llevaba un rato hablando en plan discurso.
— Pero sí, tenéis razón, somos una perras del infierno por mandaros al sofá.— Apuró el vaso riéndose y tratando de aligerar un poco lo trascendental que se había puesto al hablar de las mujeres valientes.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
La rubia se sentó frente a la lumbre, había atentado hacia nosotros, pero Ulf no se quedó callado, con el mosqueo que llevaba no cerraría su gran bocaza.
-No te veo yo gimiendo del gusto sexo fuerte, aquí a lso tres nos espera el mismo destino, cascarnosla un rato y a la cama.
Alcé el vaso chocando de nuevo con el del lobo.
-En tu caso al sofá -apunté haciendo saña.
Ni Ulf ni yo tocamos mucho la cena, este aun rugía malhumorado dejándose caer en el sofá con la botella en una mano y el vaso en el otro.
Yo hice lo propio en el sillón lateral mirando a esos dos desvariar, hasta que la mujer opino acerca de nuestra situación, sin duda las mujeres tenían un modo muy fantasioso de ver las cosas.
-¿valor? Lo que tu llamas valor yo lo llamo cobardía. Estoy hasta los cojones de escuchar que os convertís en madre y quedáis relegadas a eso unicamente. Mi mujer es madre, pero bien podía haber buscado negocios que llevar aquí, nunca se lo prohibí, podía haber ayudado con los heridos, incluso convertirse en una escudera, por Odin en nuestra cultura las mujeres no quedáis relegadas a nada, pero era mas fácil huir, correr lejos de mi -me eche a reír -a encontrarse lo llama.
No es la primera vez que lo hace y juro que cada noche sacrificaría un carnero para que no vuelva a los seis meses con otro vástago dentro de su vientre.
Quien es valiente lucha, lucha hasta la extenuación y cuando caes, te levantas y sigues luchando, para mi ese y no otro es el valor.
¿Seria yo valiente si dejara a mi gente y me largara? ¿crees que no estoy cansado? ¿crees que soy un dios? Soporto mas peso del que puedo sobre mis hombros, parece que la gente me ve y espera un milagro, pero juro que sangro, me duele y me levanto y cuando acabo de luchar y vuelvo a casa, no hay descanso porque mi lecho esta frio y vació -rugí malhumorado dando un trago hasta dejar la copa vacía.
Negué con la cabeza antes de que replicara.
-No, no me refiero solo a que nadie me acoge entre sus piernas, si no a que cuando cuelgo las pieles que me convierten en dios, no hay nadie que escuche al hombre que hay bajo ellas, estoy solo.
-Me tienes a mi Höor -dijo Ulf con una picara sonrisa -te dejo mi culo peludo cuando quieras.
Los dos nos echamos a reír a carcajadas, si no fuera por estos momentos …
-No te veo yo gimiendo del gusto sexo fuerte, aquí a lso tres nos espera el mismo destino, cascarnosla un rato y a la cama.
Alcé el vaso chocando de nuevo con el del lobo.
-En tu caso al sofá -apunté haciendo saña.
Ni Ulf ni yo tocamos mucho la cena, este aun rugía malhumorado dejándose caer en el sofá con la botella en una mano y el vaso en el otro.
Yo hice lo propio en el sillón lateral mirando a esos dos desvariar, hasta que la mujer opino acerca de nuestra situación, sin duda las mujeres tenían un modo muy fantasioso de ver las cosas.
-¿valor? Lo que tu llamas valor yo lo llamo cobardía. Estoy hasta los cojones de escuchar que os convertís en madre y quedáis relegadas a eso unicamente. Mi mujer es madre, pero bien podía haber buscado negocios que llevar aquí, nunca se lo prohibí, podía haber ayudado con los heridos, incluso convertirse en una escudera, por Odin en nuestra cultura las mujeres no quedáis relegadas a nada, pero era mas fácil huir, correr lejos de mi -me eche a reír -a encontrarse lo llama.
No es la primera vez que lo hace y juro que cada noche sacrificaría un carnero para que no vuelva a los seis meses con otro vástago dentro de su vientre.
Quien es valiente lucha, lucha hasta la extenuación y cuando caes, te levantas y sigues luchando, para mi ese y no otro es el valor.
¿Seria yo valiente si dejara a mi gente y me largara? ¿crees que no estoy cansado? ¿crees que soy un dios? Soporto mas peso del que puedo sobre mis hombros, parece que la gente me ve y espera un milagro, pero juro que sangro, me duele y me levanto y cuando acabo de luchar y vuelvo a casa, no hay descanso porque mi lecho esta frio y vació -rugí malhumorado dando un trago hasta dejar la copa vacía.
Negué con la cabeza antes de que replicara.
-No, no me refiero solo a que nadie me acoge entre sus piernas, si no a que cuando cuelgo las pieles que me convierten en dios, no hay nadie que escuche al hombre que hay bajo ellas, estoy solo.
-Me tienes a mi Höor -dijo Ulf con una picara sonrisa -te dejo mi culo peludo cuando quieras.
Los dos nos echamos a reír a carcajadas, si no fuera por estos momentos …
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Wooooo...el conde estaba cabreado. Muy cabreado. No sería ella quien lo cabrease más, no estaba en situación de cabrear a nadie porque allí estaba de prestado y gratis.
— Yo creo que las que se han de preocupar son vuestras mujeres, tenéis un feeling peculiar.— sonrió mirándolos a ambos.— me rindo!! dos vikingos contra una arpía, estoy en desventaja, y lo siento, conde Cannif, pero es que yo no creo en dioses, así que solo veo carne. Bien puesta, eso si, hay que reconocer que ambos tenéis buena planta, pero hombres al fin y al cabo. Será que en el mar no suelen haber héroes, y la mayoría somos como ratas cuando el barco se hunde. Es por eso que no hay muchos...héroes digo. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.— Miró el vaso un instante y soltó el aire. Estaba allí bromeando con aquellos dos guerreros que derramaban sangre sin pensar, y sin embargo sufrían por sus mujeres. No dejaba de ser curioso.— al menos sabéis donde están... y si están vivas.— se removió incómoda quitándole importancia de inmediato a su comentario.— no quería decir eso, no me estoy quejando de nada, sé que se hace todo cuanto se puede y sé que mi marido estará vivo, en algún calabozo del cual encontrará la forma de salir, siempre lo hace..— pero no había noticias de él desde hacía más de un mes, la cosa pintaba mal.
Intentó salir airosa de la conversación, pero en realidad si se miraba desde esa óptica, tenía razón, al menos ellos dos eran afortunados de tener a sus parejas, mal o bien,mejor o peor, pero tenerlas o saber al menos donde estaban. Ella no podía decir lo mismo, y el infierno de la incertidumbre era peor que la certeza de una muerte.
— Creo que me voy a retirar para que tengais intimidad y podáis disfrutar de vuestros... ¿culos peludos? ah, dios santo!! esto es demasiado hasta para mi, tengo mucha imaginación. General, mañana iré a su casa con los niños, su mujer ha pedido que vayamos con ellos, ¿quiere que me traiga algunas sartenes escondidas bajo la falda para su propia seguridad? su habilidad con ellas ya es legenderia.
Les guiñó un ojo y se levantó dispuesta a perderse por el pasillo, se detuvo en la puerta y giró un segundo la cabeza.
— que tengaís buena noche, y gracias por...dejar que me quede aquí.— Una cosa no quitaba la otra y Danielle sabía que ya estaban haciendo mucho por ella, una extranjera sin credenciales ningunas que decía haberse salvado de un naufragio. La habían creido y la dejaban al cargo de los hijos del conde, era un voto de confianza tan grande que debía agradecerlo.
— Yo creo que las que se han de preocupar son vuestras mujeres, tenéis un feeling peculiar.— sonrió mirándolos a ambos.— me rindo!! dos vikingos contra una arpía, estoy en desventaja, y lo siento, conde Cannif, pero es que yo no creo en dioses, así que solo veo carne. Bien puesta, eso si, hay que reconocer que ambos tenéis buena planta, pero hombres al fin y al cabo. Será que en el mar no suelen haber héroes, y la mayoría somos como ratas cuando el barco se hunde. Es por eso que no hay muchos...héroes digo. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.— Miró el vaso un instante y soltó el aire. Estaba allí bromeando con aquellos dos guerreros que derramaban sangre sin pensar, y sin embargo sufrían por sus mujeres. No dejaba de ser curioso.— al menos sabéis donde están... y si están vivas.— se removió incómoda quitándole importancia de inmediato a su comentario.— no quería decir eso, no me estoy quejando de nada, sé que se hace todo cuanto se puede y sé que mi marido estará vivo, en algún calabozo del cual encontrará la forma de salir, siempre lo hace..— pero no había noticias de él desde hacía más de un mes, la cosa pintaba mal.
Intentó salir airosa de la conversación, pero en realidad si se miraba desde esa óptica, tenía razón, al menos ellos dos eran afortunados de tener a sus parejas, mal o bien,mejor o peor, pero tenerlas o saber al menos donde estaban. Ella no podía decir lo mismo, y el infierno de la incertidumbre era peor que la certeza de una muerte.
— Creo que me voy a retirar para que tengais intimidad y podáis disfrutar de vuestros... ¿culos peludos? ah, dios santo!! esto es demasiado hasta para mi, tengo mucha imaginación. General, mañana iré a su casa con los niños, su mujer ha pedido que vayamos con ellos, ¿quiere que me traiga algunas sartenes escondidas bajo la falda para su propia seguridad? su habilidad con ellas ya es legenderia.
Les guiñó un ojo y se levantó dispuesta a perderse por el pasillo, se detuvo en la puerta y giró un segundo la cabeza.
— que tengaís buena noche, y gracias por...dejar que me quede aquí.— Una cosa no quitaba la otra y Danielle sabía que ya estaban haciendo mucho por ella, una extranjera sin credenciales ningunas que decía haberse salvado de un naufragio. La habían creido y la dejaban al cargo de los hijos del conde, era un voto de confianza tan grande que debía agradecerlo.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
Ulf y yo nos echamos a reír cuando la bucanera nos dijo que nuestras mujeres deberían estar preocupadas.
Ulf me lanzaba mordiscos lascivos desde su sofá con la copa en la mano mientras yo negaba con la cabeza sin poder dejar de reírme con sus ocurrencias.
-Vaya, muy alentador saber que dejo la seguridad de mis hijos en manos de una arpía que accionariado el barco salvando su culo ante la menos dificultad.
Alcé mi copa en su dirección dando después un nuevo trago.
La mujer apuntillo que al menos nosotros sabíamos que estaban vivas, la verdad es que fue por nuestra parte descortés quejarnos de la situación de ambos teniendo en cuenta que su marido estaba preso a manos de Randulf, algo poco alentador pues si aun seguía vivo podría haberle pasado de todo, nadie salia cuerdo de su fortaleza, esta te cambiaba de un modo u otro.
No era necesario decirle que no tenia información sobre el capitán de ningún navío, nada.
Danielle se despidió con una sonrisa, de nuevo gastándonos un par de bromas a cada uno.
Ulf se reía cuando dijo lo de traerse unas sartenes bajo las faldas.
-Que Odin te proteja a ti y a los niños, mi mujer se ha trasformado en un kraken -contesto Ulf sin dejar de reírse -yo de ti me mantendría alejada de las sartenes -bromeé guiñándole el ojo -mi mujer es épica no solo atizando con ellas si no lanzandolas a distancia impidiendo tu huida.
Me imaginé al pulpo gigante que en nuestra mitología era un Kraken con sus tentáculos llenos de sartenes y la verdad es que no pude hacer mas que descojonarme ante las ideas del lobo.
Tras ella me levanté yo, mañana me esperaba un día complicado, así que también iba a intentar descansar las horas que me quedaran de sueño.
Ulf se arropó entre las mantas dejándose caer en el sofá, ladeé la sonrisa con una idea en mi cabeza, fui a la cocina y pillé una sarten, al rato estaba de vuelta deslizándome por el suelo para no ser descubierto, algo absurdo teniendo en cuenta que Ulf era un lobo y me podía oler en esa habitación sin problema alguno.
Emergí frente al sillón con la sarten en mi mano mientras este me miraba con una ceja enarcada sin saber que cojones hacia.
-Vamos Ulf, amorcito, saca tu culo peludo -dije imitando la voz de la bruja sacudiendo la sarten ante sus ojos.
Los dos nos echamos a reír a carcajadas me dejé caer en el suelo sujetandome el vientre mientras este hacia lo propio en el sofá.
Al menos nos habíamos echado unas risas.
Ante nuestros ojos apareció entre la espesura del bosque, una imponente construcción, sin duda se trataba del templo que andábamos buscando, tenía una arquitectura bastante antigua, pero su estado de conservación era perfecto, como si el tiempo no pasara en aquel lugar. El verde oscuro de ciertas plantas enredaderas, que se encaramaban sobre los muros más oscuros y húmedos del templo, contrastaban con las blanquecinas losas que conformaba la estructura del edificio. En su fachada, una gran escalinata flanqueada por dos imponentes aves fénix convertidos en robustas columnas acababan ante un enorme dintel, en que hacía poco rato, debía de haberse levantado una enorme puerta de madera, que muy a mi pesar, ahora descansaba desplomada sobre el pavimento del patio delantero.
Apreté con fuerza las rodillas y asiendo fuertemente las crines del caballo, me tumbé pegando el pecho sobre su robusto cuello.
El espectro reaccionó instantáneamente como si pudiera leerme el pensamiento y tensando cada musculo de su cuerpo emprendió un poderoso galope. Noté a mí alrededor el ruido de cascos que producían las monturas de mis compañeros, que al ver el panorama que teníamos delante, también se habían lanzado al galope.
Frente al templo y sobre las frías piedras del patio principal, se había librado una lucha encarnizada, al parecer, los barbaros, más numerosos, habían cogido por sorpresa a los druidas del templo, que no pudieron defender mucho tiempo la puerta principal. Aun así, decenas de cuerpos sin vida de barbaros teñían de rojo el desolado paisaje, y otros aún con vida, intentaban imponerse sobre osos, lobos, arbustos espinosos o extrañas raíces que surgían de entre las piedras para rodear cualquier miembro que encontraran cerca, provocando un ruido sordo al quebrar los huesos y el consiguiente bramido desgarrador del enemigo.
-Parece que la batalla se ha trasladado dentro….- Grité, girando la cabeza hacia atrás para que, mis compañeros, pudieran oírme entre el ruido de los cascos contra el suelo. Con todo mi corazón esperaba que mis palabras fueran ciertas, pues aunque traté de decirlas con todo el convencimiento, en mi interior sentía que era probable que los druidas no hubieran resistido y la batalla hubiera concluido.
Ulf me lanzaba mordiscos lascivos desde su sofá con la copa en la mano mientras yo negaba con la cabeza sin poder dejar de reírme con sus ocurrencias.
-Vaya, muy alentador saber que dejo la seguridad de mis hijos en manos de una arpía que accionariado el barco salvando su culo ante la menos dificultad.
Alcé mi copa en su dirección dando después un nuevo trago.
La mujer apuntillo que al menos nosotros sabíamos que estaban vivas, la verdad es que fue por nuestra parte descortés quejarnos de la situación de ambos teniendo en cuenta que su marido estaba preso a manos de Randulf, algo poco alentador pues si aun seguía vivo podría haberle pasado de todo, nadie salia cuerdo de su fortaleza, esta te cambiaba de un modo u otro.
No era necesario decirle que no tenia información sobre el capitán de ningún navío, nada.
Danielle se despidió con una sonrisa, de nuevo gastándonos un par de bromas a cada uno.
Ulf se reía cuando dijo lo de traerse unas sartenes bajo las faldas.
-Que Odin te proteja a ti y a los niños, mi mujer se ha trasformado en un kraken -contesto Ulf sin dejar de reírse -yo de ti me mantendría alejada de las sartenes -bromeé guiñándole el ojo -mi mujer es épica no solo atizando con ellas si no lanzandolas a distancia impidiendo tu huida.
Me imaginé al pulpo gigante que en nuestra mitología era un Kraken con sus tentáculos llenos de sartenes y la verdad es que no pude hacer mas que descojonarme ante las ideas del lobo.
Tras ella me levanté yo, mañana me esperaba un día complicado, así que también iba a intentar descansar las horas que me quedaran de sueño.
Ulf se arropó entre las mantas dejándose caer en el sofá, ladeé la sonrisa con una idea en mi cabeza, fui a la cocina y pillé una sarten, al rato estaba de vuelta deslizándome por el suelo para no ser descubierto, algo absurdo teniendo en cuenta que Ulf era un lobo y me podía oler en esa habitación sin problema alguno.
Emergí frente al sillón con la sarten en mi mano mientras este me miraba con una ceja enarcada sin saber que cojones hacia.
-Vamos Ulf, amorcito, saca tu culo peludo -dije imitando la voz de la bruja sacudiendo la sarten ante sus ojos.
Los dos nos echamos a reír a carcajadas me dejé caer en el suelo sujetandome el vientre mientras este hacia lo propio en el sofá.
Al menos nos habíamos echado unas risas.
Ante nuestros ojos apareció entre la espesura del bosque, una imponente construcción, sin duda se trataba del templo que andábamos buscando, tenía una arquitectura bastante antigua, pero su estado de conservación era perfecto, como si el tiempo no pasara en aquel lugar. El verde oscuro de ciertas plantas enredaderas, que se encaramaban sobre los muros más oscuros y húmedos del templo, contrastaban con las blanquecinas losas que conformaba la estructura del edificio. En su fachada, una gran escalinata flanqueada por dos imponentes aves fénix convertidos en robustas columnas acababan ante un enorme dintel, en que hacía poco rato, debía de haberse levantado una enorme puerta de madera, que muy a mi pesar, ahora descansaba desplomada sobre el pavimento del patio delantero.
Apreté con fuerza las rodillas y asiendo fuertemente las crines del caballo, me tumbé pegando el pecho sobre su robusto cuello.
El espectro reaccionó instantáneamente como si pudiera leerme el pensamiento y tensando cada musculo de su cuerpo emprendió un poderoso galope. Noté a mí alrededor el ruido de cascos que producían las monturas de mis compañeros, que al ver el panorama que teníamos delante, también se habían lanzado al galope.
Frente al templo y sobre las frías piedras del patio principal, se había librado una lucha encarnizada, al parecer, los barbaros, más numerosos, habían cogido por sorpresa a los druidas del templo, que no pudieron defender mucho tiempo la puerta principal. Aun así, decenas de cuerpos sin vida de barbaros teñían de rojo el desolado paisaje, y otros aún con vida, intentaban imponerse sobre osos, lobos, arbustos espinosos o extrañas raíces que surgían de entre las piedras para rodear cualquier miembro que encontraran cerca, provocando un ruido sordo al quebrar los huesos y el consiguiente bramido desgarrador del enemigo.
-Parece que la batalla se ha trasladado dentro….- Grité, girando la cabeza hacia atrás para que, mis compañeros, pudieran oírme entre el ruido de los cascos contra el suelo. Con todo mi corazón esperaba que mis palabras fueran ciertas, pues aunque traté de decirlas con todo el convencimiento, en mi interior sentía que era probable que los druidas no hubieran resistido y la batalla hubiera concluido.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Las tropas de Höor, acompañado de su inseparable Ulf y sus soldados de confianza se habían trasladado al bosque al templo drúidico que tenía a los fénix como emblema, dejando Akershus protegida únicamente con las tropas regulares y algun general. Las fuerzas estaban muy divididas, los exploradores batían demasiado terreno tratando de infiltrarse y saber qué cojones tenía planeado Rannulf.
A las puertas de la fortaleza llegaron doce druidas vestidos con sus sayos blancos que portaban la efigie del fénix grabada en la espalda. Algunos cojeaban, o tenían sus ropas manchadas de sangre. Pidieron ayuda y al grito de auxilio, sabiendo que Höor se había marchado al templo de esa misma orden, los dejaron pasar.
Danielle llevó a Sirius y Valeska a casa de Giuliana, y se sentó en la terraza superior descubierta, mirando hacia la plaza de la fortaleza, mientras la bruja jugaba un poco con los niños, enseñándoles pequeños trucos de magia. Observó el movimiento y vio a los druidas pasar, siguiendo a los soldados que los llevaban hacia el patio de armas. Uno de ellos que parecía estar más perjudicado y cojeaba, por un instante se apresuró a susurrar algo al oido de uno de sus compañeros y entonces no cojeó, parecía muy sano.
Frunció el ceño y se puso en pie, no creía en las sanaciones milagrosas. Entró en la casa y advirtio a Giuliana.
— cerrad todo a cal y canto, no salgáis, no le abráis a nadie. Protege a los niños.
Tras la advertencia salió de nuevo a la terraza y miró alrededor, en la casa aledaña tenían una polea en el tejado con una cuerda colgando. Sin pensárselo dos veces saltó y se agarró a la maroma, deslizándose ágilmente por ella hasta el suelo. Demasiados años a bordo del Queen Anne's Revenge como para no saber deslizarse por las cuerdas. Corrió agachada en la misma dirección de los druidas, ocultándose entre paredes, puestos y barriles. Cuando alcanzaron la puerta que iba a llevarles al interior de la fortaleza donde estaba el despacho de Höor, el mapa y los documentos con la información que tenían sobre aquella guerra, la mujer salió de su escondite y se plantó en mitad de patio dando el alto con un grito, que alertó a la guardia del conde.
— Alto!!! guardiaaaaas!!!.— se levantó la falda y sacó un pistolete de la cincha del muslo. Tenía dos tiros, dos balas que incrustar, y después tendría que buscarse la vida, porque a esa distancia no tenía tiempo de recargar. Apuntó al cojo.— tú!! quítate la túnica, no eres un druida y desde luego no estás herido.
Se miraron entre ellos con suspicacia, y uno empezó a farfullar que sí que eran druidas pero Danielle amartilló el pistolete y apuntó a la cabeza del que tenía más cerca.
— Ahora.— Su gesto tenso y su orden no admitía réplica y se miraron entre ellos, empezando a quitarse la túnica, cuando uno empujó a un guardia que estaba observándolo de cerca con la sospecha marcada en su cara y se desató el caos. Los falsos druidas sacaron las armas que portaban bajo las túnicas. Sonó un disparo y volaron los sesos del primero, cayendo al suelo como un fardo, un segundo levantó un hacha corta dispuesto a descargarla contra ella, pero estaba ya hecha a pelear en abordajes, así que le voló la cara de otro disparo y ágilmente recogió el hacha que le sirvió para bloquear un cuchillazo que le venía por la izquierda. Los guardias se sumaron a la pelea y uno que estaba sobre la muralla abatió a otro par de druidas a flechazos. Se quedó trabada con el hacha y el tipo del cuchillo y éste que redoblaba su fuerza la empotró contra una pared, pero en las contiendas no hay reglas y le arreó una patada en sus partes bajas, ya que el tipo no llevaba armadura, y eso le dio el segundo que necesitaba para escapara de esa jaula e incrustar el filo del hacha en su cráneo.
Morgan siempre le decía "dispara siempre a la cabeza Danielle, ese ya no se levantará", y lo mismo para cualquier arma: mata y remata. Los guardias se batían contra los guerreros de Rannulf y éstos, más suicidas, más kamikazes, les iban ganando la ventaja. Miró alrededor y vio la oportunidad. Trepó por una cuerda que sujetaba una polea de la que pendían barriles sujetos dentro de una red. Se agarró al mástil de la polea, empujó con sus pie contra la pared del muro ya la giró, cortando después la cuerda y haciendo que la red se estrellase contra el suelo, y con ella los barriles que rodaron contra el grupo de druidas arrastrando alguno a su paso y concendiéndoles la ventaja esta vez a los guardias. Los arqueros llegaron a la muralla y con ellos acabó la pelea, abatieron hasta el último. El general Lund llegó a caballo, avisado por un soldado y se acercó a ella, que todavía resoplaba mientras registraban a los falsos druidas.
— Bien hecho.
Los nórdicos eran parcos en palabras, pero estaba acostumbrada a los piratas, que tampoco es que fueran la alegría de la huerta a menos que les dieras ron. Asintió con la cabeza y lo dejó en manos del general, regresando a casa de Giuliana.
A las puertas de la fortaleza llegaron doce druidas vestidos con sus sayos blancos que portaban la efigie del fénix grabada en la espalda. Algunos cojeaban, o tenían sus ropas manchadas de sangre. Pidieron ayuda y al grito de auxilio, sabiendo que Höor se había marchado al templo de esa misma orden, los dejaron pasar.
Danielle llevó a Sirius y Valeska a casa de Giuliana, y se sentó en la terraza superior descubierta, mirando hacia la plaza de la fortaleza, mientras la bruja jugaba un poco con los niños, enseñándoles pequeños trucos de magia. Observó el movimiento y vio a los druidas pasar, siguiendo a los soldados que los llevaban hacia el patio de armas. Uno de ellos que parecía estar más perjudicado y cojeaba, por un instante se apresuró a susurrar algo al oido de uno de sus compañeros y entonces no cojeó, parecía muy sano.
Frunció el ceño y se puso en pie, no creía en las sanaciones milagrosas. Entró en la casa y advirtio a Giuliana.
— cerrad todo a cal y canto, no salgáis, no le abráis a nadie. Protege a los niños.
Tras la advertencia salió de nuevo a la terraza y miró alrededor, en la casa aledaña tenían una polea en el tejado con una cuerda colgando. Sin pensárselo dos veces saltó y se agarró a la maroma, deslizándose ágilmente por ella hasta el suelo. Demasiados años a bordo del Queen Anne's Revenge como para no saber deslizarse por las cuerdas. Corrió agachada en la misma dirección de los druidas, ocultándose entre paredes, puestos y barriles. Cuando alcanzaron la puerta que iba a llevarles al interior de la fortaleza donde estaba el despacho de Höor, el mapa y los documentos con la información que tenían sobre aquella guerra, la mujer salió de su escondite y se plantó en mitad de patio dando el alto con un grito, que alertó a la guardia del conde.
— Alto!!! guardiaaaaas!!!.— se levantó la falda y sacó un pistolete de la cincha del muslo. Tenía dos tiros, dos balas que incrustar, y después tendría que buscarse la vida, porque a esa distancia no tenía tiempo de recargar. Apuntó al cojo.— tú!! quítate la túnica, no eres un druida y desde luego no estás herido.
Se miraron entre ellos con suspicacia, y uno empezó a farfullar que sí que eran druidas pero Danielle amartilló el pistolete y apuntó a la cabeza del que tenía más cerca.
— Ahora.— Su gesto tenso y su orden no admitía réplica y se miraron entre ellos, empezando a quitarse la túnica, cuando uno empujó a un guardia que estaba observándolo de cerca con la sospecha marcada en su cara y se desató el caos. Los falsos druidas sacaron las armas que portaban bajo las túnicas. Sonó un disparo y volaron los sesos del primero, cayendo al suelo como un fardo, un segundo levantó un hacha corta dispuesto a descargarla contra ella, pero estaba ya hecha a pelear en abordajes, así que le voló la cara de otro disparo y ágilmente recogió el hacha que le sirvió para bloquear un cuchillazo que le venía por la izquierda. Los guardias se sumaron a la pelea y uno que estaba sobre la muralla abatió a otro par de druidas a flechazos. Se quedó trabada con el hacha y el tipo del cuchillo y éste que redoblaba su fuerza la empotró contra una pared, pero en las contiendas no hay reglas y le arreó una patada en sus partes bajas, ya que el tipo no llevaba armadura, y eso le dio el segundo que necesitaba para escapara de esa jaula e incrustar el filo del hacha en su cráneo.
Morgan siempre le decía "dispara siempre a la cabeza Danielle, ese ya no se levantará", y lo mismo para cualquier arma: mata y remata. Los guardias se batían contra los guerreros de Rannulf y éstos, más suicidas, más kamikazes, les iban ganando la ventaja. Miró alrededor y vio la oportunidad. Trepó por una cuerda que sujetaba una polea de la que pendían barriles sujetos dentro de una red. Se agarró al mástil de la polea, empujó con sus pie contra la pared del muro ya la giró, cortando después la cuerda y haciendo que la red se estrellase contra el suelo, y con ella los barriles que rodaron contra el grupo de druidas arrastrando alguno a su paso y concendiéndoles la ventaja esta vez a los guardias. Los arqueros llegaron a la muralla y con ellos acabó la pelea, abatieron hasta el último. El general Lund llegó a caballo, avisado por un soldado y se acercó a ella, que todavía resoplaba mientras registraban a los falsos druidas.
— Bien hecho.
Los nórdicos eran parcos en palabras, pero estaba acostumbrada a los piratas, que tampoco es que fueran la alegría de la huerta a menos que les dieras ron. Asintió con la cabeza y lo dejó en manos del general, regresando a casa de Giuliana.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
-Despejemos la entrada y unámonos a los druidas.- Dijo Ulf firmemente, con una voz templada que no me costó escuchar entre el viento. Lo miré y vi como me miraba mientras sacaba el espadón de su vaina.
Una vez estuve a tiro de arco, me incorporé acompañando mi movimiento con el de Kala, que inmediatamente y sin decirle nada, me pasó la correa del carcaj por encima de la cabeza, haciéndola caer sobre mi hombro izquierdo. Mi montura aflojó el paso tal y como estaba acostumbrado, para así, permitirme disparos más certeros. Mientras apretaba firmemente mis piernas contra el lomo del caballo, alargué hacia atrás la mano para coger fuertemente el arco, que Kala, ya me estaba acercando.
Disparé dos flechas antes de llegar al patio principal, acertando sobre el pecho de un pobre diablo que intentaba zafarse de unas enredaderas espinosas, las cuales, al notar el cuerpo inerte de su enemigo, desaparecieron por entre las grietas de las piedras del pavimento. Kala, con un grácil movimiento, se puso en pié sobre la grupa, manteniendo un perfecto equilibrio. Al pasar cerca de un bárbaro que acababa de matar un lobo, kala se le echó encima cayendo sobre su espalda con el puñal en la mano, asestándole una certera puñalada por encima del omóplato, que hubiera llegado al corazón, de no ser por la enorme musculatura de su enemigo, que al sentir el golpe, echó sus poderosas manos atrás por encima de la cabeza con el fin de agarrar a Kala, que con un ágil movimiento, se situó en su costado izquierdo, clavando un segundo puñal por la axila de aquel incauto, esta vez sí, llegando al corazón. Bajé del caballo cerca de las escaleras de la entrada, y observé si alguno de mis compañeros se encontraba en apuros, pero parecía que tenían la situación controlada. Atharal, se afanaba por sacar su hacha de la coraza de un bárbaro tendido en el suelo. El druida que nos acompañaba, ya se encaminaba con paso firme hacia la entrada, mientras, detrás de él, uno de sus últimos proyectiles mágicos impactaba contra la espalda de un bárbaro que intentaba huir, lanzándolo de una súbita explosión a más de diez metros contra unas rocas. Ulf, acababa de asestar un duro tajo sobre el cuello de un enemigo, que hizo que la cabeza rodara por el suelo mientras clavaba las rodillas en tierra y caía inerte frente a sus pies.
Entramos en el templo sin perder tiempo y cruzamos fugazmente el zaguán que daba acceso al patio interior, a cielo abierto y con grandes columnas que sostenían una galería superior. La escena dentro del templo era peor si cabe que la que acabábamos de contemplar fuera, esta vez, el número de druidas caídos era mayor, decenas de cuerpos destrozados, tintaban de rojo sus túnicas blancas hechas jirones. La brutalidad de la batalla dentro de los muros del templo había sido inhumana, propia de unos demonios espoleados por la mismísima Hela. Por lo visto, la batalla se había trasladado a una gran sala al otro lado del patio, de cuyo interior, salían gritos y alaridos propios de Hel. Nos dirigimos hacia aquella sala cuando de repente, unos cuantos bárbaros nos cerraron el paso, corrían hacia nosotros con el rostro desencajado por la rabia y la tensión del combate Antes de que llegaran a mi posición ya tenía preparadas dos flechas en el arco, que al liberar la tensión de la cuerda, volaron vertiginosamente hacia las cabezas de dos de mis adversarios, a uno de ellos le impactó en el ojo, reventándole el globo ocular y haciendo, que se le echara la cabeza hacia atrás sin ninguna resistencia, cayendo muerto al suelo, al otro, sin embargo, se le clavó en el yelmo, parando su avance pero sin llegar a atravesarle el cráneo, un reguero de sangre que bajaba por su cara debajo del yelmo, hacía intuir que había estado cerca, pero el bárbaro, envalentonado por su buena fortuna, alzó su espada y lanzó un furioso golpe hacia mí, giré sobre mis pies con una rápida finta y desvié su golpe con mi arco, cogiéndolo fuertemente con ambas manos y asestándole un duro golpe con el lomo del arco sobre el culatín de la flecha que se encontraba clavada en el yelmo del bárbaro, haciendo que ésta, se clavara profundamente en su objetivo, que cayó sobre el suelo como un saco.
Levanté la vista y vi que Ulf no había detenido su carrera, y en su carga, ya habían caído tres bárbaros mas, ahora, intercambiaba golpes de espada con un cuarto, que atacaba con furia desmedida, su rostro curtido como cuero, estaba desencajado del esfuerzo, resoplaba y despedía de su boca hileras de saliva a cada movimiento que hacía, sin embargo, Ulf, parecía impasible, su cara no denotaba el más mínimo rastro de cansancio, evitaba los ataques de su enemigo casi sin esfuerzo, con rápidos movimientos de su espadón a dos manos como si de una daga se tratara, de pronto, su cara cambió, frunció el ceño y las líneas de su rostro se endurecieron, al tiempo que, alzando el espadón, lanzaba un golpe sobre la cabeza de su enemigo, el cual, interpuso su espada en la trayectoria del golpe con el fin de cubrirse. El espadón de Ulf golpeó de lleno la espada de su enemigo, quedando paralizado al ver como se partía en pedazos, permitiendo que el espadón encontrara su objetivo y le partiera en dos la cabeza. El druida, que se encontraba detrás de Atharal, parecía hablar con alguien, pero sin embargo, no salía sonido alguno de sus labios. Atharal, hacha en ristre, se lanzaba con furia hacia un grupo de cuatro enemigos que intentaban rodearle, puesto que de frente, ya habían caído dos de sus compañeros. El primer golpe que asestó con su enorme hacha seccionó la pierna de uno de sus enemigo, que cayó al suelo echándose las manos al muñón que sangraba abundantemente, el bárbaro que se encontraba al lado, intentó golpear con todas sus fuerzas al enano con una enorme maza de punta metálica, Atharal rodó por el suelo evitando el golpe que acabó sacudiendo una losa del patio, a escasos centímetros de él, lanzándole punzantes esquirlas de mármol sobre el costado. Atharal, volvió a girar al lado contrario, apresando la maza de su enemigo con su espalda para que no pudiera volver a elevarla y seguidamente, levantó su hacha asestándole al bárbaro, un duro golpe en la barbilla, partiéndole la mandíbula y lanzándole hacia atrás hasta golpearse la nuca con el frio suelo. Sin embargo, los otros dos bárbaros había tenido tiempo para rodearle y ahora se encontraban a su espalda, con un blanco fácil tendido en el suelo sin tiempo para reaccionar. De repente, de entre las sombras que arrojaba la galería superior sobre el patio del templo, emergió una criatura oscura como el carbón, cubierta con un raído manto de gasa negra hecha jirones. Se abalanzó sobre uno de los barbaros que acechaba a tharal, volando a su alrededor como si flotara en el aire, se puso frente a él y rodeó con sus fantasmagóricas manos huesudas su cuello, el bárbaro, se quedó petrificado y sin aire para reaccionar, cosa que sí que hizo su compañero, que lanzó un mandoble de espada sobre la criatura, que, como si de aire se tratara, la atravesó sin esfuerzo, clavándose mortalmente en el pecho de su compañero. La criatura, que aún flotaba en el aire como un pez en un estanque, se volvió hacia el bárbaro que todavía sujetaba la espada clavada en el pecho de su compañero. No sé lo que pudo ver bajo la capucha de aquel ser, pero su tez se volvió blanca como la cal y soltando la espada echó a correr de espaldas, tropezando y cayendo accidentalmente sobre una alabarda que se encontraba clavada en una grieta del suelo, ensartándose brutalmente en ella, mientras, el extraño ser, desaparecía deshaciéndose como el humo en un día ventoso. Todos los que presenciamos aquello nos quedamos sorprendidos, todos menos el druida, que empezó a andar hacia la gran sala, mientras dejaba caer de entre sus manos sutilmente, un trocito de tela negra. Mientras tanto, Kala, acababa sutilmente con el último bárbaro en pié del patio, lanzándose furtivamente sobre él como una gata de entre las sombras, armada con un pequeño puñal, que rodaba fácilmente por el cuello de su víctima.
Corrimos hacia la sala principal donde en esos momentos tenía lugar la batalla, al entrar en ella, me asaltaron recuerdos de mis anteriores visitas al templo, y de la imagen que tenía de la estancia. Se trataba de una sala grande y bien iluminada. A través de unos grandes ventanales en la pared de en frente, entraba abundante luz diurna, y por la noche, encendían unas grandes lámparas de aceite que colgaban del techo abovedado, en el que se habían representado con gran exactitud todas las constelaciones que simbolizaban y recordaban a los grandes dioses. En la pared de la derecha, se encontraban dos tronos de madera, finamente tallados con diversas formas de animales y plantas, y frente a ellos, en la pared de en frente, se apoyaba una hilera de siete cómodos asientos de cuero y madera noble. Las paredes, estaban en su mayor parte cubiertas por cuadros de robustos marcos, en los que se representaban antiguos druidas con sus respectivos nombres debajo de ellos, y en el suelo, una acolchada moqueta daba un aspecto más confortable a la sala. El centro de la sala, lo presidía una columna de piedra negra de forma cuadrangular, que apenas se alzaba siete pies de altura, más o menos como un humano alto, por lo que su uso era más bien de altar, esta era la preciada piedra que mis antepasados protegían desde tiempos inmemorables. En ella, estaban escritos unos extraños símbolos, que parecían ser palabras de un lenguaje extinto. Pero ante mí, en esta ocasión, casi todo era diferente, algunos cuadros se encontraban por el suelo o repartidos en trozos por la estancia, los tronos, estaban tumbados, y ofrecían refugio a algunos druidas que se afanaban por mantener a raya a unos pocos bárbaros, que huían hacia la pared de en frente, en donde un refulgente portal mágico, lanzaba un brillo azulado sobre el suelo de la sala, en el que se podía apreciar la piedra desnuda en ciertas zonas donde había sido arrancada la moqueta. En el centro de la sala, nada, aquellos malditos se habían llevado la piedra. En la esquina izquierda más próxima a nosotros, unos pocos druidas armados con báculos y dagas, rechazaban los coléricos ataques de unos cuantos barbaros, protegiendo así tras sus espaldas a un anciano druida tendido en el suelo, al que pude reconocer de inmediato. Sin perder tiempo, nos dirigimos armas en ristre hacia aquel grupo de barbaros, dispuestos a ayudar a aquellos valerosos druidas.
-Höor, el portal, ¡¡¡detenlos!!! Me gritó uno de los druidas que protegían al anciano. Paré en seco mientras mis compañeros cargaban contra los bárbaros, y aunque me encontraba bastante confuso, en un acto instintivo, salí corriendo hacia el portal mágico, que en esos momentos, ya no brillaba con tanta fuerza, a cada metro que ganaba, se iba estrechando su circunferencia, me encontraba tan cerca que podía apreciar a través de la ondulante superficie acuosa del portal, varias siluetas humanoides, entre ellas, una que nunca olvidaría, la del bastardo Uthur, que al verme correr hacia el portal, parecía animarme a saltar a través de él. Y la verdad es que no pensaba fallarle, por lo que me di un último impulso con las piernas para saltar por la estrecha abertura que aún quedaba frente a mí. Pero de pronto, una mano me cogió por el brazo desestabilizándome y haciéndome caer, rodando sobre el costado derecho, por lo que pude ver que mi atacante había sido Ulf.
El portal desapareció en la nada ante nuestros ojos.
Me puse en pie, y me acerque con rapidez al lugar donde yacía el cuerpo del viejo druida, a su lado estaban los pocos supervivientes que quedaban en pie, calculo que unos once o doce.
Al verme llegar parecieron reconocerme, y sin terciar palabra clavaron su rodilla en el suelo en señal de respeto
-lo sentimos señor, hemos hecho todo lo posible –dijo uno de los druidas, note en sus palabras la desesperación
-Levantaros por favor
Una vez estuve a tiro de arco, me incorporé acompañando mi movimiento con el de Kala, que inmediatamente y sin decirle nada, me pasó la correa del carcaj por encima de la cabeza, haciéndola caer sobre mi hombro izquierdo. Mi montura aflojó el paso tal y como estaba acostumbrado, para así, permitirme disparos más certeros. Mientras apretaba firmemente mis piernas contra el lomo del caballo, alargué hacia atrás la mano para coger fuertemente el arco, que Kala, ya me estaba acercando.
Disparé dos flechas antes de llegar al patio principal, acertando sobre el pecho de un pobre diablo que intentaba zafarse de unas enredaderas espinosas, las cuales, al notar el cuerpo inerte de su enemigo, desaparecieron por entre las grietas de las piedras del pavimento. Kala, con un grácil movimiento, se puso en pié sobre la grupa, manteniendo un perfecto equilibrio. Al pasar cerca de un bárbaro que acababa de matar un lobo, kala se le echó encima cayendo sobre su espalda con el puñal en la mano, asestándole una certera puñalada por encima del omóplato, que hubiera llegado al corazón, de no ser por la enorme musculatura de su enemigo, que al sentir el golpe, echó sus poderosas manos atrás por encima de la cabeza con el fin de agarrar a Kala, que con un ágil movimiento, se situó en su costado izquierdo, clavando un segundo puñal por la axila de aquel incauto, esta vez sí, llegando al corazón. Bajé del caballo cerca de las escaleras de la entrada, y observé si alguno de mis compañeros se encontraba en apuros, pero parecía que tenían la situación controlada. Atharal, se afanaba por sacar su hacha de la coraza de un bárbaro tendido en el suelo. El druida que nos acompañaba, ya se encaminaba con paso firme hacia la entrada, mientras, detrás de él, uno de sus últimos proyectiles mágicos impactaba contra la espalda de un bárbaro que intentaba huir, lanzándolo de una súbita explosión a más de diez metros contra unas rocas. Ulf, acababa de asestar un duro tajo sobre el cuello de un enemigo, que hizo que la cabeza rodara por el suelo mientras clavaba las rodillas en tierra y caía inerte frente a sus pies.
Entramos en el templo sin perder tiempo y cruzamos fugazmente el zaguán que daba acceso al patio interior, a cielo abierto y con grandes columnas que sostenían una galería superior. La escena dentro del templo era peor si cabe que la que acabábamos de contemplar fuera, esta vez, el número de druidas caídos era mayor, decenas de cuerpos destrozados, tintaban de rojo sus túnicas blancas hechas jirones. La brutalidad de la batalla dentro de los muros del templo había sido inhumana, propia de unos demonios espoleados por la mismísima Hela. Por lo visto, la batalla se había trasladado a una gran sala al otro lado del patio, de cuyo interior, salían gritos y alaridos propios de Hel. Nos dirigimos hacia aquella sala cuando de repente, unos cuantos bárbaros nos cerraron el paso, corrían hacia nosotros con el rostro desencajado por la rabia y la tensión del combate Antes de que llegaran a mi posición ya tenía preparadas dos flechas en el arco, que al liberar la tensión de la cuerda, volaron vertiginosamente hacia las cabezas de dos de mis adversarios, a uno de ellos le impactó en el ojo, reventándole el globo ocular y haciendo, que se le echara la cabeza hacia atrás sin ninguna resistencia, cayendo muerto al suelo, al otro, sin embargo, se le clavó en el yelmo, parando su avance pero sin llegar a atravesarle el cráneo, un reguero de sangre que bajaba por su cara debajo del yelmo, hacía intuir que había estado cerca, pero el bárbaro, envalentonado por su buena fortuna, alzó su espada y lanzó un furioso golpe hacia mí, giré sobre mis pies con una rápida finta y desvié su golpe con mi arco, cogiéndolo fuertemente con ambas manos y asestándole un duro golpe con el lomo del arco sobre el culatín de la flecha que se encontraba clavada en el yelmo del bárbaro, haciendo que ésta, se clavara profundamente en su objetivo, que cayó sobre el suelo como un saco.
Levanté la vista y vi que Ulf no había detenido su carrera, y en su carga, ya habían caído tres bárbaros mas, ahora, intercambiaba golpes de espada con un cuarto, que atacaba con furia desmedida, su rostro curtido como cuero, estaba desencajado del esfuerzo, resoplaba y despedía de su boca hileras de saliva a cada movimiento que hacía, sin embargo, Ulf, parecía impasible, su cara no denotaba el más mínimo rastro de cansancio, evitaba los ataques de su enemigo casi sin esfuerzo, con rápidos movimientos de su espadón a dos manos como si de una daga se tratara, de pronto, su cara cambió, frunció el ceño y las líneas de su rostro se endurecieron, al tiempo que, alzando el espadón, lanzaba un golpe sobre la cabeza de su enemigo, el cual, interpuso su espada en la trayectoria del golpe con el fin de cubrirse. El espadón de Ulf golpeó de lleno la espada de su enemigo, quedando paralizado al ver como se partía en pedazos, permitiendo que el espadón encontrara su objetivo y le partiera en dos la cabeza. El druida, que se encontraba detrás de Atharal, parecía hablar con alguien, pero sin embargo, no salía sonido alguno de sus labios. Atharal, hacha en ristre, se lanzaba con furia hacia un grupo de cuatro enemigos que intentaban rodearle, puesto que de frente, ya habían caído dos de sus compañeros. El primer golpe que asestó con su enorme hacha seccionó la pierna de uno de sus enemigo, que cayó al suelo echándose las manos al muñón que sangraba abundantemente, el bárbaro que se encontraba al lado, intentó golpear con todas sus fuerzas al enano con una enorme maza de punta metálica, Atharal rodó por el suelo evitando el golpe que acabó sacudiendo una losa del patio, a escasos centímetros de él, lanzándole punzantes esquirlas de mármol sobre el costado. Atharal, volvió a girar al lado contrario, apresando la maza de su enemigo con su espalda para que no pudiera volver a elevarla y seguidamente, levantó su hacha asestándole al bárbaro, un duro golpe en la barbilla, partiéndole la mandíbula y lanzándole hacia atrás hasta golpearse la nuca con el frio suelo. Sin embargo, los otros dos bárbaros había tenido tiempo para rodearle y ahora se encontraban a su espalda, con un blanco fácil tendido en el suelo sin tiempo para reaccionar. De repente, de entre las sombras que arrojaba la galería superior sobre el patio del templo, emergió una criatura oscura como el carbón, cubierta con un raído manto de gasa negra hecha jirones. Se abalanzó sobre uno de los barbaros que acechaba a tharal, volando a su alrededor como si flotara en el aire, se puso frente a él y rodeó con sus fantasmagóricas manos huesudas su cuello, el bárbaro, se quedó petrificado y sin aire para reaccionar, cosa que sí que hizo su compañero, que lanzó un mandoble de espada sobre la criatura, que, como si de aire se tratara, la atravesó sin esfuerzo, clavándose mortalmente en el pecho de su compañero. La criatura, que aún flotaba en el aire como un pez en un estanque, se volvió hacia el bárbaro que todavía sujetaba la espada clavada en el pecho de su compañero. No sé lo que pudo ver bajo la capucha de aquel ser, pero su tez se volvió blanca como la cal y soltando la espada echó a correr de espaldas, tropezando y cayendo accidentalmente sobre una alabarda que se encontraba clavada en una grieta del suelo, ensartándose brutalmente en ella, mientras, el extraño ser, desaparecía deshaciéndose como el humo en un día ventoso. Todos los que presenciamos aquello nos quedamos sorprendidos, todos menos el druida, que empezó a andar hacia la gran sala, mientras dejaba caer de entre sus manos sutilmente, un trocito de tela negra. Mientras tanto, Kala, acababa sutilmente con el último bárbaro en pié del patio, lanzándose furtivamente sobre él como una gata de entre las sombras, armada con un pequeño puñal, que rodaba fácilmente por el cuello de su víctima.
Corrimos hacia la sala principal donde en esos momentos tenía lugar la batalla, al entrar en ella, me asaltaron recuerdos de mis anteriores visitas al templo, y de la imagen que tenía de la estancia. Se trataba de una sala grande y bien iluminada. A través de unos grandes ventanales en la pared de en frente, entraba abundante luz diurna, y por la noche, encendían unas grandes lámparas de aceite que colgaban del techo abovedado, en el que se habían representado con gran exactitud todas las constelaciones que simbolizaban y recordaban a los grandes dioses. En la pared de la derecha, se encontraban dos tronos de madera, finamente tallados con diversas formas de animales y plantas, y frente a ellos, en la pared de en frente, se apoyaba una hilera de siete cómodos asientos de cuero y madera noble. Las paredes, estaban en su mayor parte cubiertas por cuadros de robustos marcos, en los que se representaban antiguos druidas con sus respectivos nombres debajo de ellos, y en el suelo, una acolchada moqueta daba un aspecto más confortable a la sala. El centro de la sala, lo presidía una columna de piedra negra de forma cuadrangular, que apenas se alzaba siete pies de altura, más o menos como un humano alto, por lo que su uso era más bien de altar, esta era la preciada piedra que mis antepasados protegían desde tiempos inmemorables. En ella, estaban escritos unos extraños símbolos, que parecían ser palabras de un lenguaje extinto. Pero ante mí, en esta ocasión, casi todo era diferente, algunos cuadros se encontraban por el suelo o repartidos en trozos por la estancia, los tronos, estaban tumbados, y ofrecían refugio a algunos druidas que se afanaban por mantener a raya a unos pocos bárbaros, que huían hacia la pared de en frente, en donde un refulgente portal mágico, lanzaba un brillo azulado sobre el suelo de la sala, en el que se podía apreciar la piedra desnuda en ciertas zonas donde había sido arrancada la moqueta. En el centro de la sala, nada, aquellos malditos se habían llevado la piedra. En la esquina izquierda más próxima a nosotros, unos pocos druidas armados con báculos y dagas, rechazaban los coléricos ataques de unos cuantos barbaros, protegiendo así tras sus espaldas a un anciano druida tendido en el suelo, al que pude reconocer de inmediato. Sin perder tiempo, nos dirigimos armas en ristre hacia aquel grupo de barbaros, dispuestos a ayudar a aquellos valerosos druidas.
-Höor, el portal, ¡¡¡detenlos!!! Me gritó uno de los druidas que protegían al anciano. Paré en seco mientras mis compañeros cargaban contra los bárbaros, y aunque me encontraba bastante confuso, en un acto instintivo, salí corriendo hacia el portal mágico, que en esos momentos, ya no brillaba con tanta fuerza, a cada metro que ganaba, se iba estrechando su circunferencia, me encontraba tan cerca que podía apreciar a través de la ondulante superficie acuosa del portal, varias siluetas humanoides, entre ellas, una que nunca olvidaría, la del bastardo Uthur, que al verme correr hacia el portal, parecía animarme a saltar a través de él. Y la verdad es que no pensaba fallarle, por lo que me di un último impulso con las piernas para saltar por la estrecha abertura que aún quedaba frente a mí. Pero de pronto, una mano me cogió por el brazo desestabilizándome y haciéndome caer, rodando sobre el costado derecho, por lo que pude ver que mi atacante había sido Ulf.
El portal desapareció en la nada ante nuestros ojos.
Me puse en pie, y me acerque con rapidez al lugar donde yacía el cuerpo del viejo druida, a su lado estaban los pocos supervivientes que quedaban en pie, calculo que unos once o doce.
Al verme llegar parecieron reconocerme, y sin terciar palabra clavaron su rodilla en el suelo en señal de respeto
-lo sentimos señor, hemos hecho todo lo posible –dijo uno de los druidas, note en sus palabras la desesperación
-Levantaros por favor
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Los falsos druidas habían entrado en la fortaleza con la intención de sembrar el caos en ella. Danielle se retiró a la casa de la bruja, su encomienda eran los niños Cannif, y con ellos debía estar, pero llamaron a la puerta con puño recio. El general Lund pidió hablar con la inglesa y ésta salió a la calle, dejando que Giuliana siguiera enseñándoles cosas a Valeska y Sirius.
— ¿Cómo se dio cuenta de que no eran druidas?.— Lund era alto y fuerte, tenía los ojos castaños y una mata de pelo espesa y oscura. Un hombre atractivo, desde luego.
— El que cojeaba deajó de cojear cuando necesitó apresusrarse a decirle algo al oido a su compañero. Me pareció sospechoso. Después observé unos salientes raros bajo las túnicas, que yo sepa los druidas no llevan hachas..– Se mordió el labio inferior en una mueca impaciente. ¿A dónde quería llegar?
— ¿Dónde aprendió a disparar?
— En una playa de Malta. ¿Esto es un interrogatorio? ¿O estoy detenida por algo...?.— El general se rascó la nuca.
— No, no. Sólo estaba comprobando todos los datos para informar luego. Aquí no usamos armas de fuego.— Danielle lo miró con cara de "¿Y a mi que me cuentas?".
— General, ¿está tratando de decirme algo? Que no las usen no significa que no sirvan para los menesteres por los que fueron creadas. Creo que han cumplido su función perfectamente bien hoy, y nadie ha salido herido de más.
— Ya... no... no es eso es que no había visto disparar así a ninguna mujer.
— Ahm.— Enarcó las cejas.— pues...¿gracias?.– ¿de qué coño iba aquello? estaba intentando ligar con ella? la cosa es que estaba de muy buen ver, pero...ella llevaba un anillo en el dedo.— ¿es todo?
— ehm... si. Claro.
— Hasta más ver, general.— cerró la puerta y entró en la casa encontrándose con la verde mirada de la bruja y una sonrisa amagada.— ¡¿Qué?!
— Le gustas.
— ¿Qué dices? si no me conoce de nada.
— Te ha visto disparar y le has puesto tenso.
— ¡Que no! que va!
— Bien, ignóralo si quieres pero... ¿no le has visto las manos? estaba nervioso.
— Bah! y que mas da. ¿No estaba casado?
— es viudo.
— Yo estoy casada, aunque no se sepa nada de mi marido y seguramente todo el mundo lo de por muerto...
— Si, sí, disculpa. Tan sólo me hizo gracia. ¿Ese anillo te lo regaló él? Podría preguntarles a los muertos, quizás nos digan algo más.
— Si...ehm.. gracias. Será de mucha ayuda. Vendré otro día sin los niños.— Ya empezaba con evasivas, como siempre.
— ¿Cómo se dio cuenta de que no eran druidas?.— Lund era alto y fuerte, tenía los ojos castaños y una mata de pelo espesa y oscura. Un hombre atractivo, desde luego.
— El que cojeaba deajó de cojear cuando necesitó apresusrarse a decirle algo al oido a su compañero. Me pareció sospechoso. Después observé unos salientes raros bajo las túnicas, que yo sepa los druidas no llevan hachas..– Se mordió el labio inferior en una mueca impaciente. ¿A dónde quería llegar?
— ¿Dónde aprendió a disparar?
— En una playa de Malta. ¿Esto es un interrogatorio? ¿O estoy detenida por algo...?.— El general se rascó la nuca.
— No, no. Sólo estaba comprobando todos los datos para informar luego. Aquí no usamos armas de fuego.— Danielle lo miró con cara de "¿Y a mi que me cuentas?".
— General, ¿está tratando de decirme algo? Que no las usen no significa que no sirvan para los menesteres por los que fueron creadas. Creo que han cumplido su función perfectamente bien hoy, y nadie ha salido herido de más.
— Ya... no... no es eso es que no había visto disparar así a ninguna mujer.
— Ahm.— Enarcó las cejas.— pues...¿gracias?.– ¿de qué coño iba aquello? estaba intentando ligar con ella? la cosa es que estaba de muy buen ver, pero...ella llevaba un anillo en el dedo.— ¿es todo?
— ehm... si. Claro.
— Hasta más ver, general.— cerró la puerta y entró en la casa encontrándose con la verde mirada de la bruja y una sonrisa amagada.— ¡¿Qué?!
— Le gustas.
— ¿Qué dices? si no me conoce de nada.
— Te ha visto disparar y le has puesto tenso.
— ¡Que no! que va!
— Bien, ignóralo si quieres pero... ¿no le has visto las manos? estaba nervioso.
— Bah! y que mas da. ¿No estaba casado?
— es viudo.
— Yo estoy casada, aunque no se sepa nada de mi marido y seguramente todo el mundo lo de por muerto...
— Si, sí, disculpa. Tan sólo me hizo gracia. ¿Ese anillo te lo regaló él? Podría preguntarles a los muertos, quizás nos digan algo más.
— Si...ehm.. gracias. Será de mucha ayuda. Vendré otro día sin los niños.— Ya empezaba con evasivas, como siempre.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
Mis ojos contemplaban tras un par de días a caballo Akershus, hoy no era la victoria la que nos acompañaba sobre la grupa de nuestros caballos, el animo de los hombres se notaba pesado, también el mío.
Ulf cabalgaba silencioso a mi lado, todos sabíamos lo que suponía que los hechiceros de Randulf hubieran logrado hacerse con la piedra antes de que llegáramos.
Teníamos importantes decisiones que tomar, sentía el peso sobre mis hombros, no solo el de los compañeros que dejé atrás en el bosque, de los druidas que vi muertos en el templo, si no de los que morirían si Randulf usaba el poder del agua a su favor.
Las gentes se agolpaban para ver entrar a ese que clamaban como rey del norte, su esperanza, su dios, nunca me sentí mas insignificante que en ese instante, aunque mantuve mi porte erguido avanzando por las adoquinadas calles seguido por el ejercito hasta palacio.
Ulf desmontó de un salto nada mas vio a su mujer salir a recibirlo, tenia que guardar reposo, mas aun así ando hasta la puerta de palacio para abrazar a un Ulf herido, cansado y desanimado.
Miré a mi alrededor, muchas mujeres abrazaban a sus hombres, otras viudas tras la gesta se deshacían en lagrimas por los cadáveres que traía el carro.
Esa noche se les daría justa sepultura, el fuego los consumiría, sus almas ya estaban en el Valhalla bebiendo hidromiel en brazos de las Valquirias.
Desmonté cuando vi a Danielle salir con mis hijo a recibirme, ladeé la sonrisa, no tenia ganas, pero ¿Acaso merecían menos?
Camine tranquilo hacia ellos y a su altura clave mi rodilla en el suelo.
Olían a flores silvestres, posiblemente porque acababan de ser bañados.
Valeská acariciaba mi barba con una de sus infantiles sonrisas mientras Fio golpeaba sin pausa mi escudo muerta de la risa con su pequeña espadita.
Orn, mas mayor entendía que el gesto de todos los presentes no era halagüeño, revolví su pelo y lo atraje del cuello pegando su frente a la mía.
-Una batalla no es la guerra Orn.
Sirius mas tímido se quedaba atrás esperando que acabara de saludar a sus hermanos, no se daba cuenta que para mi era tan hijo como Valeska o Fio.
Me alcé y de una voltereta lo subí sobre mis hombros haciéndolo reír a carcajadas.
-¿has cambiado de color las manzanas o te las has comido? -pregunté sonriendo de medio lado -¡por Odin parece que en estos días te has comido un árbol entero!
Sus hermanos reían por mi comentario.
-¿como han ido por aquí las cosas? -pregunté a la corsaria.
No le dio tiempo a contestar cuando Lund llegó y me informó de lo que había pasado en Akershus mientras yo no estaba.
Por suerte Danielle se había percatado a tiempo cortando la incursión, pero podían haber sembrado un enorme caos en mis tierras, no podía permitir que eso volviera a suceder.
Gruñí apretando los dientes, hoy era noche de velar a nuestros muertos, beber por ellos, mañana me reuniría con mis generales, mucho teníamos por hacer si pensábamos salvar al norte de las zarpas de ese miserable rey.
Ulf cabalgaba silencioso a mi lado, todos sabíamos lo que suponía que los hechiceros de Randulf hubieran logrado hacerse con la piedra antes de que llegáramos.
Teníamos importantes decisiones que tomar, sentía el peso sobre mis hombros, no solo el de los compañeros que dejé atrás en el bosque, de los druidas que vi muertos en el templo, si no de los que morirían si Randulf usaba el poder del agua a su favor.
Las gentes se agolpaban para ver entrar a ese que clamaban como rey del norte, su esperanza, su dios, nunca me sentí mas insignificante que en ese instante, aunque mantuve mi porte erguido avanzando por las adoquinadas calles seguido por el ejercito hasta palacio.
Ulf desmontó de un salto nada mas vio a su mujer salir a recibirlo, tenia que guardar reposo, mas aun así ando hasta la puerta de palacio para abrazar a un Ulf herido, cansado y desanimado.
Miré a mi alrededor, muchas mujeres abrazaban a sus hombres, otras viudas tras la gesta se deshacían en lagrimas por los cadáveres que traía el carro.
Esa noche se les daría justa sepultura, el fuego los consumiría, sus almas ya estaban en el Valhalla bebiendo hidromiel en brazos de las Valquirias.
Desmonté cuando vi a Danielle salir con mis hijo a recibirme, ladeé la sonrisa, no tenia ganas, pero ¿Acaso merecían menos?
Camine tranquilo hacia ellos y a su altura clave mi rodilla en el suelo.
Olían a flores silvestres, posiblemente porque acababan de ser bañados.
Valeská acariciaba mi barba con una de sus infantiles sonrisas mientras Fio golpeaba sin pausa mi escudo muerta de la risa con su pequeña espadita.
Orn, mas mayor entendía que el gesto de todos los presentes no era halagüeño, revolví su pelo y lo atraje del cuello pegando su frente a la mía.
-Una batalla no es la guerra Orn.
Sirius mas tímido se quedaba atrás esperando que acabara de saludar a sus hermanos, no se daba cuenta que para mi era tan hijo como Valeska o Fio.
Me alcé y de una voltereta lo subí sobre mis hombros haciéndolo reír a carcajadas.
-¿has cambiado de color las manzanas o te las has comido? -pregunté sonriendo de medio lado -¡por Odin parece que en estos días te has comido un árbol entero!
Sus hermanos reían por mi comentario.
-¿como han ido por aquí las cosas? -pregunté a la corsaria.
No le dio tiempo a contestar cuando Lund llegó y me informó de lo que había pasado en Akershus mientras yo no estaba.
Por suerte Danielle se había percatado a tiempo cortando la incursión, pero podían haber sembrado un enorme caos en mis tierras, no podía permitir que eso volviera a suceder.
Gruñí apretando los dientes, hoy era noche de velar a nuestros muertos, beber por ellos, mañana me reuniría con mis generales, mucho teníamos por hacer si pensábamos salvar al norte de las zarpas de ese miserable rey.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
— ¿Puedo hablar con usted conde Cannif? no le robaré mucho tiempo.— solicitó la inglesa cuando la comitiva regresó cabizbaja de aquella expedición al templo de los druidas. Se había enterado del resultado de aquella misión por los comentarios de los soldados y fue a cerciorarse de esa información al general Lund, que al parecer estaba encantado de que ella fuera a buscarlo aunque sólo tuviera intención de hablar.
Fue a llevar a los niños con las niñeras y una vez organizados todos, fue al encuentro de Höor que estaba en su despacho aún con la armadura de placas.
— deje, yo le ayudo. No será peor que los 83 botones del uniforme de la marina real.— Fue desabrochando correajes con cuidado.— Lo que ha sucedido hoy me ha dejado claras dos cosas. Una: que la forma de desarrollar esta guerra carece de estrategia, tan sólo vais de un lado a otro apagando los fuegos que enciende Rannulf. Giuliana me ha contado lo de la fortaleza del Maëlstrom, eso fue un golpe muy bueno. Hay que pasar al contraataque, no podéis estar siempre defendiéndoos.— dejó la pieza trasera de la armadura sobre el soporte para la misma.— Y la segunda cosa es que esta fortaleza está llena de buena gente, gente confiada, gente incauta que cree que todos aquellos que sufren bajo la mano de Rannulf ya son amigos.¡Despertad! si hubiera estado adentro en vez de estar en la terraza, seguramente estaríamos hablando de una masacre.
No quería ser dura con Höor, no se le podía recriminar nada, que no se dejara la piel o que no luchara con todo lo que tenía hasta el último aliento. Pero debían ser más malos, pensar con astucia y no con el corazón.
— No tengo una varita mágica para hacerlo más fácil, ojalá. Pero detecto mucha falta de maldad, para vencer al enemigo hay que pensar como el enemigo. Esta gente te cree un héroe, un dios. El cielo está lleno de dioses y de héroes...muertos. Golpead a Rannulf donde más le cueste recuperarse. Su poder se basa en el miedo y el dinero. Si la gente no lucha por ti por su honor, lo hacen solo porque no les queda mas remedio o porque te pagan. Erradicar el miedo es difícil, pero ya lo estáis haciendo, dando ejemplo y haciendo las locuras vikingas que yo no haría y que me parecen incomprensibles. Pero hay una parte de la que sí entiendo bien, atacad su financiación. Cortad sus suministros, sobre todo los que le llegan de fuera, sólo necesito un barco en condiciones y cincuenta valientes. Con menos de eso nos hemos merendado dos navíos de línea y una fragata española.— Clavó sus ojos azules en los de Höor.— Ya sé que estoy pidiendo algo dispratado, que no me conocéis, que soy una dama inglesa peculiar que se casó con un pirata... Sólo pido una oportunidad para regresar al mar, para vengar al capitán Morgan. No soy una necia, ha pasado demasiado tiempo sin noticias de él, sé lo que significa..— apretó los dientes al decirlo. Iba a volar por los aires a todos los malditos barcos rusos y finlandeses que comerciaban con Rannulf.
Fue a llevar a los niños con las niñeras y una vez organizados todos, fue al encuentro de Höor que estaba en su despacho aún con la armadura de placas.
— deje, yo le ayudo. No será peor que los 83 botones del uniforme de la marina real.— Fue desabrochando correajes con cuidado.— Lo que ha sucedido hoy me ha dejado claras dos cosas. Una: que la forma de desarrollar esta guerra carece de estrategia, tan sólo vais de un lado a otro apagando los fuegos que enciende Rannulf. Giuliana me ha contado lo de la fortaleza del Maëlstrom, eso fue un golpe muy bueno. Hay que pasar al contraataque, no podéis estar siempre defendiéndoos.— dejó la pieza trasera de la armadura sobre el soporte para la misma.— Y la segunda cosa es que esta fortaleza está llena de buena gente, gente confiada, gente incauta que cree que todos aquellos que sufren bajo la mano de Rannulf ya son amigos.¡Despertad! si hubiera estado adentro en vez de estar en la terraza, seguramente estaríamos hablando de una masacre.
No quería ser dura con Höor, no se le podía recriminar nada, que no se dejara la piel o que no luchara con todo lo que tenía hasta el último aliento. Pero debían ser más malos, pensar con astucia y no con el corazón.
— No tengo una varita mágica para hacerlo más fácil, ojalá. Pero detecto mucha falta de maldad, para vencer al enemigo hay que pensar como el enemigo. Esta gente te cree un héroe, un dios. El cielo está lleno de dioses y de héroes...muertos. Golpead a Rannulf donde más le cueste recuperarse. Su poder se basa en el miedo y el dinero. Si la gente no lucha por ti por su honor, lo hacen solo porque no les queda mas remedio o porque te pagan. Erradicar el miedo es difícil, pero ya lo estáis haciendo, dando ejemplo y haciendo las locuras vikingas que yo no haría y que me parecen incomprensibles. Pero hay una parte de la que sí entiendo bien, atacad su financiación. Cortad sus suministros, sobre todo los que le llegan de fuera, sólo necesito un barco en condiciones y cincuenta valientes. Con menos de eso nos hemos merendado dos navíos de línea y una fragata española.— Clavó sus ojos azules en los de Höor.— Ya sé que estoy pidiendo algo dispratado, que no me conocéis, que soy una dama inglesa peculiar que se casó con un pirata... Sólo pido una oportunidad para regresar al mar, para vengar al capitán Morgan. No soy una necia, ha pasado demasiado tiempo sin noticias de él, sé lo que significa..— apretó los dientes al decirlo. Iba a volar por los aires a todos los malditos barcos rusos y finlandeses que comerciaban con Rannulf.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
Danielle entró por la puerta como el huracán que demostró ser desde el día que puso un pie en mi hogar Akershus.
Di un trago mas a mi vaso de bourbon y me alce apretando el gesto por el dolor para permitirle ayudarme con la armadura de placas.
Estaba como si me hubieran dado una paliza, de echo ahora que pensaba algo así había ocurrido.
Empezó despacio a aflojar los correajes mientras algún que otro gruñido se escapaba. Estaba cansado, demasiado y me esperaba mi lecho frio.
Dejé escapar el aire mirándola fijamente, liberándome de la armadura que dejé a un lado quedando con la camisola que portaba debajo, sucia, sudada y ensangrentada, la imagen dura de un hombre que viene de la guerra y no la del dios que el norte de mi espera.
Volví a dejarme caer en el sillón, no había venido hasta allí para ayudarme con la armadura, eso era un hecho, así que esperé a que empezara a hablar de nuevo sirviendo mas bourbon en mi vaso, al menos aplacaría el dolor.
La escuché, no le faltaba razón en ninguna de las palabras pronunciadas, dábamos palos de ciego porque a fin de cuentas el groso del ejercito lo poseía Randulf, nosotros eramos la rebelión, y aunque contábamos con el favor de las gentes no podíamos olvidar que eran granjeros, la mayoría había luchado, la sangre norteña corría por nuestras venas, pero Randulf parecía llevarnos siempre la delantera.
Aun así, no podía negar nuestros méritos, manteníamos a salvo a muchas aldeas, no habíamos dejado de derramar sangre y por suerte no toda era nuestra.
Nos enfrentábamos a una fuerza arrolladora, que contaba con el mal en estado puro de su lado, pro luchábamos, luchábamos y cuando caíamos volvíamos a levantarnos.
Dejé escapar el aire contra el vaso de vidrio.
-Hago lo que puedo -respondí. Aquel día andaba mas derrotado que de costumbre, quizás solo era eso, que estaba cansado, que habíamos perdido la piedra y que mi vida se desmoronaba ante mis ojos y ni siquiera era capaz de lidiar con ella.
Tenia que dejar a un lado mis problemas, centrarme en los del norte, a fin de cuentas yo era su única esperanza.
Sus siguientes palabras arrojaron luz a aquello, ladeé la sonrisa mirándola fijamente.
Ella odiaba a Randulf por haberle robado a su esposo, yo por llevar el norte al abismo y empujarlo una y otra vez a las gélidas tierras de Hel.
-Tendrás tus barcos, hagamoslo, pero, no iras sola, entiende y no es porque desconfié de ti, pues en tus manos he puesto la vida de lo que mas amo, que no puedo dejarte partir con una flota, eres una pirata.
Ladeé la sonrisa con picardia -me estas diciendo que no tenemos maldad.
Los dos nos echamos a reír por mis palabras.
-Te acompañaré, Ulf y Erlend pueden lidiar en estas semanas con esto, el barco necesita tripulación y no te seguirán si yo no los dirijo.
Di un trago mas a mi vaso de bourbon y me alce apretando el gesto por el dolor para permitirle ayudarme con la armadura de placas.
Estaba como si me hubieran dado una paliza, de echo ahora que pensaba algo así había ocurrido.
Empezó despacio a aflojar los correajes mientras algún que otro gruñido se escapaba. Estaba cansado, demasiado y me esperaba mi lecho frio.
Dejé escapar el aire mirándola fijamente, liberándome de la armadura que dejé a un lado quedando con la camisola que portaba debajo, sucia, sudada y ensangrentada, la imagen dura de un hombre que viene de la guerra y no la del dios que el norte de mi espera.
Volví a dejarme caer en el sillón, no había venido hasta allí para ayudarme con la armadura, eso era un hecho, así que esperé a que empezara a hablar de nuevo sirviendo mas bourbon en mi vaso, al menos aplacaría el dolor.
La escuché, no le faltaba razón en ninguna de las palabras pronunciadas, dábamos palos de ciego porque a fin de cuentas el groso del ejercito lo poseía Randulf, nosotros eramos la rebelión, y aunque contábamos con el favor de las gentes no podíamos olvidar que eran granjeros, la mayoría había luchado, la sangre norteña corría por nuestras venas, pero Randulf parecía llevarnos siempre la delantera.
Aun así, no podía negar nuestros méritos, manteníamos a salvo a muchas aldeas, no habíamos dejado de derramar sangre y por suerte no toda era nuestra.
Nos enfrentábamos a una fuerza arrolladora, que contaba con el mal en estado puro de su lado, pro luchábamos, luchábamos y cuando caíamos volvíamos a levantarnos.
Dejé escapar el aire contra el vaso de vidrio.
-Hago lo que puedo -respondí. Aquel día andaba mas derrotado que de costumbre, quizás solo era eso, que estaba cansado, que habíamos perdido la piedra y que mi vida se desmoronaba ante mis ojos y ni siquiera era capaz de lidiar con ella.
Tenia que dejar a un lado mis problemas, centrarme en los del norte, a fin de cuentas yo era su única esperanza.
Sus siguientes palabras arrojaron luz a aquello, ladeé la sonrisa mirándola fijamente.
Ella odiaba a Randulf por haberle robado a su esposo, yo por llevar el norte al abismo y empujarlo una y otra vez a las gélidas tierras de Hel.
-Tendrás tus barcos, hagamoslo, pero, no iras sola, entiende y no es porque desconfié de ti, pues en tus manos he puesto la vida de lo que mas amo, que no puedo dejarte partir con una flota, eres una pirata.
Ladeé la sonrisa con picardia -me estas diciendo que no tenemos maldad.
Los dos nos echamos a reír por mis palabras.
-Te acompañaré, Ulf y Erlend pueden lidiar en estas semanas con esto, el barco necesita tripulación y no te seguirán si yo no los dirijo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Torció media sonrisa, enarcando las cejas y aplaudió varias veces mirando a Höor y asintiendo con la cabeza.
— Sois unos bárbaros sin maldad, pero aprendéis rápido. ¡¡Bien hecho!! si me hubieras dado el barco sin más creo que me hubiera largado a Inglaterra, ya que Noruega no se merece un rey tan tonto y confiado. Será un placer tenerte a bordo, espero que no suponga un problema que sea una mujer quien dirija la operación naval.
Se sirvió un vaso de agua, últimamente no estaba muy por la labor de beber whisky o esa cosa dulce que bebían en el norte y que le recordaba el sabor de las pastas de miel.
— Necesito establecer un sistema de espionaje naval, quiero saber con quien comercia, cuanto paga, cuanto le cobran, quiero saber cuando caga y cuando mea Rannulf, sólo así podremos interceptar las cargas y los pagos sin ser esperados ni poder repeler nuestras incursiones. Y por supuesto, los primeros objetivos no serán cargamentos de suministros sino el propio dinero del rey. Con él pienso pagarles a los mismos que le venden para que no le vendan más. Hay que cercarlo y ahogarlo, hacer que sus socios encuentren un socio mejor, hacer que entiendan que sus inversiones no son seguras cuando hablamos de ese cabrón. Un entramado así no será fácil y llevará tiempo, pero se puede hacer. Tengo contactos entre los corsarios ingleses, puede que si encuentran beneficios en esta empresa nos ayuden. Tranquilo, a ti no va a costarte nada, lo bueno de los corsarios es que sólo cobran del botín.
Su mente iba a mil por hora, regresar al mar, la adrenalina de navegar rumbo a una batalla le calentaban la sangre que habitualmente escondía para parecer sólo una señorita inglesa un poco diferente.
— ¿Podemos llevarnos al general Lund? me cae bien ese hombre, creo que nos llevaremos bien.— Más bien podría decir "ese hombre besa el suelo por el que piso y eso siempre es garantía de uno que va a obedecer."— El Queen Anne's Revenge lo hundieron en la bahía, pero si pudieran arreglar el mascarón de proa y el palo mayor, no hay mejor nave que esa, más rápida ni más certera en todo el mar del Norte.— Y era "su nave", eso es lo que más pesaba, había sido su casa desde que dejó Londres diez años atrás.
— Sois unos bárbaros sin maldad, pero aprendéis rápido. ¡¡Bien hecho!! si me hubieras dado el barco sin más creo que me hubiera largado a Inglaterra, ya que Noruega no se merece un rey tan tonto y confiado. Será un placer tenerte a bordo, espero que no suponga un problema que sea una mujer quien dirija la operación naval.
Se sirvió un vaso de agua, últimamente no estaba muy por la labor de beber whisky o esa cosa dulce que bebían en el norte y que le recordaba el sabor de las pastas de miel.
— Necesito establecer un sistema de espionaje naval, quiero saber con quien comercia, cuanto paga, cuanto le cobran, quiero saber cuando caga y cuando mea Rannulf, sólo así podremos interceptar las cargas y los pagos sin ser esperados ni poder repeler nuestras incursiones. Y por supuesto, los primeros objetivos no serán cargamentos de suministros sino el propio dinero del rey. Con él pienso pagarles a los mismos que le venden para que no le vendan más. Hay que cercarlo y ahogarlo, hacer que sus socios encuentren un socio mejor, hacer que entiendan que sus inversiones no son seguras cuando hablamos de ese cabrón. Un entramado así no será fácil y llevará tiempo, pero se puede hacer. Tengo contactos entre los corsarios ingleses, puede que si encuentran beneficios en esta empresa nos ayuden. Tranquilo, a ti no va a costarte nada, lo bueno de los corsarios es que sólo cobran del botín.
Su mente iba a mil por hora, regresar al mar, la adrenalina de navegar rumbo a una batalla le calentaban la sangre que habitualmente escondía para parecer sólo una señorita inglesa un poco diferente.
— ¿Podemos llevarnos al general Lund? me cae bien ese hombre, creo que nos llevaremos bien.— Más bien podría decir "ese hombre besa el suelo por el que piso y eso siempre es garantía de uno que va a obedecer."— El Queen Anne's Revenge lo hundieron en la bahía, pero si pudieran arreglar el mascarón de proa y el palo mayor, no hay mejor nave que esa, más rápida ni más certera en todo el mar del Norte.— Y era "su nave", eso es lo que más pesaba, había sido su casa desde que dejó Londres diez años atrás.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
Me eché a reír ante sus afanados saltos por demostrar su emoción de volver a la mar. Sabia lo que era sentirse en casa, a mi me sucedió al poner de nuevo tras unos años viviendo en París, los pies en el norte, fue como tomar una bocanada de aire, me dí cuneta que hasta ese instante me ahogaba y en mis tierras por el contrario me sentí mas yo que nunca.
Escuché su explicación, tenia sentido, de seguro sus contactos podían darnos la información necesaria sobre sus argucias económicas.
Me gustaba como pensaba esa mujer, era luchadora, no se rendía y ademas con una mente brillante.
-Usa tus contactos, quiero saber todo cuanto sepas..bueno, puedes guardarte las mierdas de Randulf para tus sueños eróticos -bromeé guiñándole un ojo.
Di un nuevo trago del vaso ladeando la sonrisa sin dejar de mirarla.
-Ya, el general Land -la picardia se reflejó en mi rostro. No era un necio, sabia como ambos se miraban – puede venir, ya sois mayores los dos como para necesitar mi bendición en esto.
Me pusé en pie, estaba cansado cada movimiento era pesado, tenia las costillas amoratadas, posiblemente porque alguna estaba desquebrajada.
-Voy a dormir las horas que me restan de sueño Danielle, gracias por lo que has hecho por los míos, entiendo que tampoco estas pasando una buena época y juro por Odin que estoy haciendo todo lo que puedo por conocer el paradero de tu marido, las noticias no son halagüeñas, pero...hay hombres que son difíciles de matar, te lo digo por experiencia.
Apuré el vaso entre mis labios de un trago dejando el culo de golpe sobre la mesa del despacho.
-Descansa Danielle
Me restaba una mañana dura, me reuniría con mis generales a la mañana siguiente, me esperaba una mañana muy dura, teníamos muchos asuntos que tratar, no solo los ataques a ldo bosques donde se cazaban licantropos para generar aberraciones, si no la perdida de la piedra que era custodiada en el templo, los ataques a las aldeas...esta guerra no iba a ser fácil y sobradamente sabia que íbamos a derramar mucha sangre.
Dejé escapar el aire alzando mi porte, no iba a derrumbarme, no hasta que espada en mano y expirando mi ultimo aliento las valquirias me llevasen. Nací para dar esperanza al norte, mi tío Randulf intentó sacarme del vientre de mi madre aun cuando solo era un no nato, luche, llevaba haciéndolo desde antes de nacer y yo daría fin a su reinado.
Una vez alguien me dijo que cuando no puedas dar nada mas, da esperanza, yo era eso, la esperanza de un norte en guerra, uno que moría.
Me apoyé en el marco de la puerta, me dolía todo pero no era de los que demostraba que estaba realmente jodido y no solo por las heridas de la gesta.
-Mañana tengo una reunión con los generales de mi ejercito, con las primeras luces del alba nos reuniremos, estas invitada al cónclave. Buenas noches, que descanses.
Escuché su explicación, tenia sentido, de seguro sus contactos podían darnos la información necesaria sobre sus argucias económicas.
Me gustaba como pensaba esa mujer, era luchadora, no se rendía y ademas con una mente brillante.
-Usa tus contactos, quiero saber todo cuanto sepas..bueno, puedes guardarte las mierdas de Randulf para tus sueños eróticos -bromeé guiñándole un ojo.
Di un nuevo trago del vaso ladeando la sonrisa sin dejar de mirarla.
-Ya, el general Land -la picardia se reflejó en mi rostro. No era un necio, sabia como ambos se miraban – puede venir, ya sois mayores los dos como para necesitar mi bendición en esto.
Me pusé en pie, estaba cansado cada movimiento era pesado, tenia las costillas amoratadas, posiblemente porque alguna estaba desquebrajada.
-Voy a dormir las horas que me restan de sueño Danielle, gracias por lo que has hecho por los míos, entiendo que tampoco estas pasando una buena época y juro por Odin que estoy haciendo todo lo que puedo por conocer el paradero de tu marido, las noticias no son halagüeñas, pero...hay hombres que son difíciles de matar, te lo digo por experiencia.
Apuré el vaso entre mis labios de un trago dejando el culo de golpe sobre la mesa del despacho.
-Descansa Danielle
Me restaba una mañana dura, me reuniría con mis generales a la mañana siguiente, me esperaba una mañana muy dura, teníamos muchos asuntos que tratar, no solo los ataques a ldo bosques donde se cazaban licantropos para generar aberraciones, si no la perdida de la piedra que era custodiada en el templo, los ataques a las aldeas...esta guerra no iba a ser fácil y sobradamente sabia que íbamos a derramar mucha sangre.
Dejé escapar el aire alzando mi porte, no iba a derrumbarme, no hasta que espada en mano y expirando mi ultimo aliento las valquirias me llevasen. Nací para dar esperanza al norte, mi tío Randulf intentó sacarme del vientre de mi madre aun cuando solo era un no nato, luche, llevaba haciéndolo desde antes de nacer y yo daría fin a su reinado.
Una vez alguien me dijo que cuando no puedas dar nada mas, da esperanza, yo era eso, la esperanza de un norte en guerra, uno que moría.
Me apoyé en el marco de la puerta, me dolía todo pero no era de los que demostraba que estaba realmente jodido y no solo por las heridas de la gesta.
-Mañana tengo una reunión con los generales de mi ejercito, con las primeras luces del alba nos reuniremos, estas invitada al cónclave. Buenas noches, que descanses.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Hoist the colours. (privado)
Desde luego que había hombres difíciles de matar, eso lo sabía bien, viviendo entre piratas no cabía esperar otra cosa. Entendía el cansancio de Höor, el peso que soportaba a sus espaldas, y desde luego no quería ese peso para ella. Sabía lo que era liderar, que todos confíen en tu criterio y cuando algo falla, que todos te lo echen en cara. No, no era fácil.
— Recuerda que no es necesario estar rodeado para ser valorado, el león camina solo mientras que las ovejas caminan en manada. Te ha tocado ser el león...buenas noches.
Pasó por el cuarto de los niños de nuevo comprobando que todo estaba en su sitio y se fue a dormir. Al día siguiente se levantó temprano, se aseó, se vistió con pantalones de caza, botas y la casaca que pudo rescatar del naufragio, azul con galones. Se recogió el pelo que llevaba en una media melena corta, con una coleta baja en la nuca. Los generales estarían reunidos allí con Höor y no quería aparecer con pinta de niñera inglesa. Puntual como el Big Beng llamó a la puerta de la sala de guerra y esperó el "adelante" para entrar. Notó de inmediato los ojos de los presentes en ella, no esperaban que apareciese una mujer, menos una extraña y mucho menos con aquellas pintas de comandante de la armada británica.
Estaban Ulf, Lund, Atharal y varios generales más que no conocía o no recordaba sus nombres. Ulf esbozó su media sonrisa irónica, esa que presagiaba algun comentario ácido inminente, así que preparó el contraataque con su típico humor inglés. Lund acababa de ver una aparición. No la había contemplado nunca de esa forma, con ese aspecto decidido, aguerrido, con las galas del general que era en realidad cuando estaba sobre un barco y si ya era de pocas palabras, se le comio la lengua el gato.
Danielle avanzó haciendo resonar sus pidas sobre las tablas de madera. Tendió la mano a todos y cada uno de los generales para apretarlas con firmeza, si estaba allí es porque Höor la había invitado y tendría palabra en igualdad de condiciones que el resto de presentes. Cuando estrechó la del general Lund éste hizo además de decirle algo pero Danielle carraspeó y se fijó en la mesa sobre la que tenían mapas extendidos. Obviamente eran de tierra de firme, de los vastos mares y océanos que los limitaban no había ninguno, menos mal que ella se había hecho con la mejor colección de cartografía naval disponible, se la habían enviado desde Bergen y la recibió apenas unos días atrás. La lleva consigo en un cartucho alargado de cuero que pendía de su cinto.
— Recuerda que no es necesario estar rodeado para ser valorado, el león camina solo mientras que las ovejas caminan en manada. Te ha tocado ser el león...buenas noches.
Pasó por el cuarto de los niños de nuevo comprobando que todo estaba en su sitio y se fue a dormir. Al día siguiente se levantó temprano, se aseó, se vistió con pantalones de caza, botas y la casaca que pudo rescatar del naufragio, azul con galones. Se recogió el pelo que llevaba en una media melena corta, con una coleta baja en la nuca. Los generales estarían reunidos allí con Höor y no quería aparecer con pinta de niñera inglesa. Puntual como el Big Beng llamó a la puerta de la sala de guerra y esperó el "adelante" para entrar. Notó de inmediato los ojos de los presentes en ella, no esperaban que apareciese una mujer, menos una extraña y mucho menos con aquellas pintas de comandante de la armada británica.
Estaban Ulf, Lund, Atharal y varios generales más que no conocía o no recordaba sus nombres. Ulf esbozó su media sonrisa irónica, esa que presagiaba algun comentario ácido inminente, así que preparó el contraataque con su típico humor inglés. Lund acababa de ver una aparición. No la había contemplado nunca de esa forma, con ese aspecto decidido, aguerrido, con las galas del general que era en realidad cuando estaba sobre un barco y si ya era de pocas palabras, se le comio la lengua el gato.
Danielle avanzó haciendo resonar sus pidas sobre las tablas de madera. Tendió la mano a todos y cada uno de los generales para apretarlas con firmeza, si estaba allí es porque Höor la había invitado y tendría palabra en igualdad de condiciones que el resto de presentes. Cuando estrechó la del general Lund éste hizo además de decirle algo pero Danielle carraspeó y se fijó en la mesa sobre la que tenían mapas extendidos. Obviamente eran de tierra de firme, de los vastos mares y océanos que los limitaban no había ninguno, menos mal que ella se había hecho con la mejor colección de cartografía naval disponible, se la habían enviado desde Bergen y la recibió apenas unos días atrás. La lleva consigo en un cartucho alargado de cuero que pendía de su cinto.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Hoist the colours. (privado)
En el salón las voces roncas y potentes de los asistentes se elevaban por encima de los otros, todos teníamos algo que aportar a aquella situación en la que Randulf se había apoderado de la piedra que controlaba el elemento agua.
Ulf y Atharal apostaban por partir de inmediato hacia el templo, buscar rastros cualquier cosa que pudiera darnos una pista del paradero de la piedra.
Kala hablaba de las supersticiones, de la leyenda reencarnada en aquel que controlara los elementos, aquel capaz de manejar la tierra, el agua, el viento y el fuego, ese que equilibraba en si mismo el mal y el bien.
Desde la llegada de Sirius a Akershus muchos habían visto en el a ese ser poderoso del que hablaban las leyendas, pero yo solo veía a un niño, mi hijo y contra mas altas se alzaran esas voces antes llegarían a Randulf y Sirius no podía caer en sus manos.
La entrada de Danielle dejo a todos en absoluto silencio, vestida de un modo estaño para los nuestros nuestras miradas, lascivas en su mayoría la recorrieron de arriba a bajo, había que reconocerlo, una mujer preparada para la batalla era lo mas lujurioso que podían mostrarnos, las escuderas, por Odin que gusto despojarlas de sus armaduras antes de colarnos como bestias entre sus piernas.
Ulf me dio un codazo señalándome a Land, ese hombre bebía los vientos por ella, se le quedaba cara de lerdo cada vez que se cruzaba con esta.
La cosa es que la corsario no había venido allí para alegrar la vista a propios y extraños, la extranjera tenia un plan, así que me alcé pidiendo a todos silencio para dejarla hablar.
Nada tenia que ver con la incursión por tierra que íbamos a hacer para descubrir la ubicación de la piedra robada, esto iba mas allá, seria el modo de dejar al rey del norte sin financiación.
Carraspeé de nuevo cuando varias voces se alzaron pidiendo explicaciones sobre porque una extranjera que apenas conocíamos se involucraba en esta guerra.
-¿acaso no es obvio? -respondí hundiendo mis pardos en la voz discordante -porque la necesitamos, somos grandes navegantes, pero ella tiene contactos de los que carecemos, lleva su vida surcando el mar, yo la mía alzando el acero ¿creéis que alguien podrá parar nuestros barcos? Juro por Odin, por el norte y por mis hijos lo que mas amo, que volveremos con la victoria o no lo haremos.
Los puños golpearon la mesa mientras sus voces al unisono aclamaban mis palabras.
-Ulf, Atharal y Kala partiréis en busca de información al templo, id con los ojos bien abiertos, no sabemos cuantos enemigos se esconden tras los muros disfrazados de corderos.
Es por eso que la guardia mientras nosotros no estemos se intensificara en Akershus, no quiero nuevas sorpresas, se que nos diferenciamos de Randulf porque damos cobijo a quien nos necesita, pero el otro día aprovechando nuestra buena fe entraron enemigos que bien podían haber matado a mis hijos, a vuestros hijos, a vuestras mujeres...no podemos consentirlo.
Claro que eso no hará que nos rijamos por el miedo, no conseguirán convertirnos en tiranos ni que perdamos el espíritu por el que nos hemos erguido como revolución ante el rey Randulf.
No pido que se deje de ayudar a los aldeanos, ese es nuestro cometido, solo que estáis atentos, es importante que seamos inteligentes, ubiquemos a la gente que llega en una zona controlada, allí se les cubrirán sus atenciones básicas hasta que nos aseguremos de que no son el enemigo.
Ulf y Atharal apostaban por partir de inmediato hacia el templo, buscar rastros cualquier cosa que pudiera darnos una pista del paradero de la piedra.
Kala hablaba de las supersticiones, de la leyenda reencarnada en aquel que controlara los elementos, aquel capaz de manejar la tierra, el agua, el viento y el fuego, ese que equilibraba en si mismo el mal y el bien.
Desde la llegada de Sirius a Akershus muchos habían visto en el a ese ser poderoso del que hablaban las leyendas, pero yo solo veía a un niño, mi hijo y contra mas altas se alzaran esas voces antes llegarían a Randulf y Sirius no podía caer en sus manos.
La entrada de Danielle dejo a todos en absoluto silencio, vestida de un modo estaño para los nuestros nuestras miradas, lascivas en su mayoría la recorrieron de arriba a bajo, había que reconocerlo, una mujer preparada para la batalla era lo mas lujurioso que podían mostrarnos, las escuderas, por Odin que gusto despojarlas de sus armaduras antes de colarnos como bestias entre sus piernas.
Ulf me dio un codazo señalándome a Land, ese hombre bebía los vientos por ella, se le quedaba cara de lerdo cada vez que se cruzaba con esta.
La cosa es que la corsario no había venido allí para alegrar la vista a propios y extraños, la extranjera tenia un plan, así que me alcé pidiendo a todos silencio para dejarla hablar.
Nada tenia que ver con la incursión por tierra que íbamos a hacer para descubrir la ubicación de la piedra robada, esto iba mas allá, seria el modo de dejar al rey del norte sin financiación.
Carraspeé de nuevo cuando varias voces se alzaron pidiendo explicaciones sobre porque una extranjera que apenas conocíamos se involucraba en esta guerra.
-¿acaso no es obvio? -respondí hundiendo mis pardos en la voz discordante -porque la necesitamos, somos grandes navegantes, pero ella tiene contactos de los que carecemos, lleva su vida surcando el mar, yo la mía alzando el acero ¿creéis que alguien podrá parar nuestros barcos? Juro por Odin, por el norte y por mis hijos lo que mas amo, que volveremos con la victoria o no lo haremos.
Los puños golpearon la mesa mientras sus voces al unisono aclamaban mis palabras.
-Ulf, Atharal y Kala partiréis en busca de información al templo, id con los ojos bien abiertos, no sabemos cuantos enemigos se esconden tras los muros disfrazados de corderos.
Es por eso que la guardia mientras nosotros no estemos se intensificara en Akershus, no quiero nuevas sorpresas, se que nos diferenciamos de Randulf porque damos cobijo a quien nos necesita, pero el otro día aprovechando nuestra buena fe entraron enemigos que bien podían haber matado a mis hijos, a vuestros hijos, a vuestras mujeres...no podemos consentirlo.
Claro que eso no hará que nos rijamos por el miedo, no conseguirán convertirnos en tiranos ni que perdamos el espíritu por el que nos hemos erguido como revolución ante el rey Randulf.
No pido que se deje de ayudar a los aldeanos, ese es nuestro cometido, solo que estáis atentos, es importante que seamos inteligentes, ubiquemos a la gente que llega en una zona controlada, allí se les cubrirán sus atenciones básicas hasta que nos aseguremos de que no son el enemigo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Página 1 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Hoy no es mi día {Privado}
» When The Sun Goes Down | Privado
» Fly away-privado
» Île de Ré[privado]
» If You Believe | Privado
» When The Sun Goes Down | Privado
» Fly away-privado
» Île de Ré[privado]
» If You Believe | Privado
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour