Viejas venganzas, nuevos comienzos [Privado Vladimir Romanovs]

Recuerdo del primer mensaje :

Una fría llovizna mojaba las empedradas calles de la zona residencial donde me encontraba en búsqueda de una dirección en particular. La intensa humedad en el ambiente servía de despedida del  cambio de estación que tendría lugar en apenas unos días, junto con segunda luna llena que pasaría en París. El duro invierno llegaba a su fin, dando paso a una primavera que auguraba cargada de sorpresas y nuevas alianzas. Y es que desde mi última visita a la playa, tenía más claro que nunca  que mi lugar estaba lejos de mi ciudad natal, donde sin saber todavía porqué me habían exiliado sin explicaciones.

Apenas habían pasado unos días desde que tuvo lugar el encuentro con Vladimir Romanovs en aquel bosque, un conde ruso que si no hubiese sido por su inconmensurable ayuda no habría salido con vida de una herida realizada por una daga de plata. Un encuentro que fue de lo más extraño e inverosímil, y que sin embargo se había convertido en un soplo de aire fresco, en una nueva esperanza para mi futuro. El imprevisible ataque del cazador lanzó nuevas incógnitas sobre esa nefasta búsqueda del prometido con el que habían pactado mi enlace. Aunque ahora eran las dudas sobre la verdadera razón de mi hermano por mandarme tan lejos de Rusia a sabiendas de que jamás conseguiría llevar a cabo dicha misión.

Miré por última vez la dirección apuntada por el mismísimo conde cuando llegó el amanecer de aquella noche en la que nuestros caminos se cruzaron, y él tuvo que continuar con el suyo, prometiéndonos ambos en volver a encontrarnos cuando me hubiese recuperado por completo de esa lesión que casi me lleva junto a Gaïa, y que por suerte Vladimir fue capaz de socorrer con sorprendente habilidad. Mi ofrecimiento continuaba en pie, le ayudaría a capa y espada a luchar contra ese vampiro  que le había arrebatado lo que más quería, y su particular ejército. Y es que si había algo que llevaba grabado a fuego en mi pecho era el honor y la lealtad hacía alguien que te salva la vida, varias veces. Me sentía en deuda con él, y aquella sería mi forma de saldar favores. Además que, por extraño que pareciese por el hecho de no conocernos, me había ofrecido también la posibilidad de averiguar lo que pudiese sobre ese cazador a sueldo y ponerle cara y nombre a quién estaba detrás de mi intento de asesinato.

-Buenas tardes. Vengo a ver al señor Romanovs.- pronuncié en tono neutro cuando tras llamar a la aldaba de la puerta que coincidía con la dirección, una ama de llaves con cofia y uniforme a juego abrió  ésta mirándome confundida. Con un ligero movimiento de cabeza volvió a cerrar la puerta, mientras la escuchaba alejándose de allí. Esperaba que al menos fuese a buscar al conde, si es que no me había equivocado de dirección.

No parecía la mansión típica de un licántropo de la realeza; estos por lo general acostumbraban a escoger sus viviendas más alejadas de la civilización y cercanas a los bosques. Y es que, de la realeza o no, todos los de nuestra especie necesitaba el contacto constante con la naturaleza.

Observé de reojo al licántropo que se convertiría en mi alfa si aceptaba finalmente unirme a una manada que todavía no estaba constituida. Comprendía su inquietud a la hora de buscar una excusa para poder desaparecer durante varias noches de su vida noble, aunque tal vez no fuese correcta su forma de enfocar el tema de la vivienda.

-Tal vez me equivoque, pero ¿puedo darle mi opinión?- apunté con suavidad, tras sopesar durante varios minutos lo que me había confesado.- Puede resultar más extraño que desaparezca de su vivienda habitual durante varias noches, y además siempre coincidiendo con la luna llena, que si simplemente decide cambiar de residencia dando algún tipo de excusa razonable; como por ejemplo que prefiere la tranquilidad de las afueras que el bullicioso ruido de la ciudad.- expliqué mirándolo de nuevo de reojo para contemplar su expresión. Hablaba por experiencia propia, ya que todos los sonidos de la ciudad eran perceptibles por mis sentidos cuando cada noche me acostaba en la cama del hotel donde residía desde mi llegada hacía ya demasiado tiempo. Echaba de menos la tranquilidad de mi casa, de esas grandes extensiones de terreno nevado de Rusia, y sobre todo el poder cerrar los ojos por la noche y escuchar el silencio.

Lo cierto es que poco sabía de los protocolos de la realeza, pero hasta donde alcanzaban mis conocimientos Vladimir no era ni mucho menos de los nobles que habían heredado sus cargos a más temprana edad. Sin embargo, podía entender su preocupación por dejar en buen lugar su apellido y demostrar ante todos que era más que digno del título.- Siempre encontrará a quien quiera demostrar que no merece un título, un trabajo o incluso una esposa. Es lo malo que tiene la envidia, que se pone en contra tuya en cuanto comienzas a destacar en algo. Pero no se preocupe, estoy segura de que conseguirá callar las bocas de nuestros compatriotas rusos que ahora tanto le cuestionan.- afirmé con una tímida sonrisa, aflojando un poco el paso de nuestro paseo.

El ocaso comenzaba a despuntar tras el horizonte, pero yo quería alargar aquella tarde como fuese, quería pasar todo el tiempo posible junto a alguien con quien me sentía tranquila, hecho que pocas veces pasaba.

Llevo sus manos a los bolsillos escuchando lo que la joven mencionaba y suspiro levemente mirandola luego de escuchar sus palabras y alzando la mirada, para ver el cielo tenia en parte razon pero lo que no queria justamente era ser tomado, por aquellos que no me tenian en estima como posible heredero al puesto noble, tambien estaba el hecho deque Vladimir desconocia la posicion de la mayoria de los cazadores de Paris, asi que bajo la vista observando a la joven.
-El tema de vivir a las afueras, es que justamente a los cazadores les enseñan que tendemos a vivir aislados de la sociedad, en zonas alejadas de la ebullicion humana, por nuestros sentidos realzados que pueden verse superados por el ruido de una ciudad ademas, que conocen nuestra conexión nata con la naturaleza, por lo tanto todo lican tiene a vivir en zonas naturales, con la menor cantidad de intervención humana posible... Eso nos hace un blanco si me fuera a vivir a las afueras de la ciudad, mas aun siendo un extranjero, ya que todo noble tiende a verse rodeado por los de su país y cuanto mas rodeado de gente mas normal se considerara.

Aclaro para la joven, este había sido entrenado como cazador durante toda su juventud, por parte del padre de su mentor y este para conocer todos los trucos de un cazador, aunque aun no habían hablado de la inquisición que era capaz de exterminar una familia entera solo por tener sospechas sobre que uno de los integrantes podría ser un ser sobrenatural, teniendo contacto con estos o con la magia en si.

-Eso sin darles motivos a la inquisición para que nos de caza por ser sospechosos de poseer la posesión demoníaca del lincantropo, por estar alejados de la sociedad como salvajes entre otras cosas. Dice con una leve mueca burlona, por lo que sabe que la inquisición piensa de su naturaleza, aunque el no tuviera la culpa de transformarse en lo que era, la mayoría de los lobos no la tenían, había pasado contra su voluntad. Luego de unos minutos de silencio medito levemente lo otro que la joven le había estado mencionando anteriormente sonríe levemente mirándola.

-Gracias por el cumplido, la vida política es mas compleja de lo que se puede ver desde afuera y a mi no me gusta para nada, realmente la odio si pudiera renunciar lo haría sinceramente, pero todos los que me importan, dependen de eso y del bien estar que ofrecen.

Una suave brisa estival comenzaba a levantarse al mismo tiempo que el sol iba ocultándose tras el horizonte, dejando a su paso ese aroma peculiar del fin de los días de verano, cuando la humedad del ambiente empezaba a percibirse con la puesta de sol y los atardeceres se tornaban refrescantes y apacibles. Cerré los ojos durante unos segundos, dejando que el viento azuzase con mimo mi melena suelta y mi mente volase sin ser consciente de ello a tierras lejanas, donde me pareció percibir de nuevo el olor a mi hogar.

Mi hogar, repetí en mi cabeza con melancolía olvidando que estaba acompañada en esos momentos por el lican que apareció en mi vida cuando menos lo esperaba. Desde el ataque en el bosque por parte de aquel mercenario al que alguien había contratado para terminar con mi existencia, comencé a hacerme a la idea poco a poco de que jamás regresaría a casa. La necesidad de que Vladimir interviniese en dicho encuentro, dejó más que claro que no se trataba de un juego, y que aquel que hubiese encargado mi muerte había contratado a un profesional, uno que le asegurase que su trabajo sería realizado con éxito. Desde ese mismo día dejé de buscar a aquel prometido fantasma que jamás existió, y que solo fue la excusa perfecta para separarme de los míos; de aquellos que me apreciaban y hubiesen dado su vida por defenderme de un ataque como el del bosque.

Sin embargo, una parte de mí se alegraba de que este prometido no existiese, puesto que eso significaba que seguía siendo libre, que seguiría llevando las riendas de mi vida y que de momento no había ningún hombre que al obedecer. Estos pensamientos me hicieron volver en parte a la realidad, obligándome a abrir los ojos para mirar al hombre que permanecía a mi lado y del cual sabía más bien poco.- Si permite mi indiscreción, ¿ha viajado aquí con su esposa e hijos? ¿O ha venido solo?- pregunté sin sopesar primeramente si mi pregunta sería demasiado directa y podría ser tomada como una ofensa. Sentí como mis mejillas se ruborizaban ligeramente, desviando de nuevo la vista hacia el horizonte.

-Me gustaría descubrir quién mandó que me asesinasen, y la verdadera razón por la que estoy tan lejos de mi hogar.- negué con la cabeza, tratando de ordenar mis pensamientos antes de exponerlos y ser malinterpretada.- No es que me arrepienta; haber viajado tan lejos de casa me ha permitido crecer como persona, y además encontrarme con otros seres maravillosos a los que no hubiese conocido de haber continuado dentro de los límites de la manada- sonreí con timidez, observándolo de reojo , y tomando asiento en la mullida hierba. El atardecer estaba en su momento más bello, y yo deseaba compartirlo con el conde.

- ¿Habéis averiguado algo sobre el mercenario que me atacó hace unas semanas?- pregunté girando esta vez la cabeza hasta que nuestras miradas se cruzaron. Necesitaba saber la verdad para cerrar un ciclo de mi vida, para poder continuar sin miedos ni dudas.- Tal vez comience aquí una nueva vida; nuevo apellido, nuevo hogar…nueva vida.- murmuré sopesando que no sería tan mala idea empezar de cero en el mismo lugar donde estuve a punto de morir. Quizás había llegado el momento de buscar una pequeña casa, y empezar a disfrutar un poco más de una existencia que hasta entonces solo había estado cargada de responsabilidades.

El conde llevando sus manos a sus bolsillo observaba aquella puesta, escuchando lo que la mujer mencionaba sintiendo como era un leve interrogatorio, pero seguramente muchas cosas tendría que querer saber luego de todo acaban de conocerse y el era una persona noble, normalmente eso despertaba demasiado interés en las demás personas, aunque escucho su pregunta observándola levemente de reojo para finalmente luego de unos instantes de silencio mencionar.

-Nunca llegue a tener pareja, menos hijos si bien tengo la edad humana normal para a ver cumplido ese ciclo, deje de ser humano a muy temprana edad y creo que nunca aprendí a serlo, me consagre a matar vampiros y aprender como hacerlo con la familia Romanovs, ademas por mi naturaleza y terrible secreto nunca mi mentor, me solicito que contrajera matrimonio en ningún momento por conveniencia de la familia.

Se sincero con total tranquilidad, mientras cerraba sus ojos y sentía el aroma del entorno, inundarlo y como este cambiaba al igual que la briza y la temperatura conforme el astro sol se comenzaba a ocultar, para dar paso a la reina Selene que se aproximaba por el horizonte opuesto. Cerro levemente suspirando despacio dejando salir un poco de su cálido aliento al escuchar sus palabras finales y se giro negando levemente.

-Aun no he recibido informacion alguna de mi hermana, en Rusia pero tampoco me ha enviado ninguna carta, ya se acerca la época en la que deberían empezar las mismas a llegar, principalmente las de la nobleza suelen venir todas juntas para evitar que alguna se extravié y tampoco nadie tenga curiosidad de revisarlo, ya que ver cartas reales con lleva mucho prejuicio.

Menciono mientras extendió la mano hacia la joven para invitarla a ponerse en pie, escuchando lo que estaba pensando en proponerse, la idea no estaba mal el había pasado por lo mismo aun siendo muy joven cuando apenas podía entender lo que era ser una persona, no tuvo mucho tiempo con su anterior vida, pero compartía de cierto modo lo que la joven loba estaba sintiendo en ese momento.

-Siempre hay la posibilidad de recompensar lejos de casa, pero eso a veces significa dejar mucho para atrás, aunque a veces es un precio justo y necesario a pagar para poder seguir viviendo y avanzar hacia delante en nuestras vidas...

Fueron sus palabras mientras de un tirón la ponía de pie y sonreía levemente buscando darle animo a la joven, para que tomara aquella decisión que le pareciera mas a gusto, mientras que el manto nocturno se extendía por todo el firmamento.

Los pocos segundos que pasaron desde que terminé de formular mi indiscreta, aunque necesaria pregunta, hasta que el conde respondió pausadamente se me antojaron igual de largos que tres vidas inmortales juntas. A pesar de que Vladimir me había salvado la vida días antes en el bosque de aquel cazador, y parecía que finalmente mi persona iba a formar parte de una especie de ejército o manada contra ese vampiro al que perseguía y que él mismo lideraría, nuestra confianza todavía no había crecido hasta el punto de poder preguntar sobre su vida íntima tan directamente. Más por alguna extraña razón necesitaba saber, si al igual que durante un tiempo pensé que me había sucedido a mí, nuestro futuro ya estaba pactado de antemano por nuestros progenitores.

-A pesar de que vos penséis que por su repentina maldición vuestro mentor optó por rechazar cualquier tipo de contrato matrimonial, se sorprendería de la cantidad de nobles que aceptarían ese tipo de enlace. Además, algunas damas suelen ver en esta particularidad de su naturaleza cierto morbo sodomita que las atrae como abejas a un panel de miel.- apunté sintiendo  curiosamente  como en cierto modo mi interior se alegraba de que el motivo de su viaje no fuese algún tipo de casamiento, o que hubiese viajado hasta allí con su esposa. Aunque no podía explicar por qué mi tono de voz se volvió un tanto sarcástico al mencionar a esas mujeres podrían estar interesadas en su parte animal.- Tal vez todo se ve de forma distinta cuando naces sabiendo que algún día te convertirás en un ser que aúlla a la dama blanca cada luna llena, donde su parte animal gana la batalla contra la parte humana…al menos en casi todos.- Lo miré de reojo, tenía que confesarle una parte de mis habilidades, esa que no poseíamos todos los licántropos, pero tal vez todavía era demasiado pronto.

Un ligero escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando la temperatura descendió debido al avanzado ocaso del que apenas quedaban unos rayos de sol. La oscuridad se cernía sobre nosotros, y a pesar de que nuestra temperatura era más elevada de lo normal, empecé a sentirme ligeramente destemplada. Aquella herida con la plata todavía hacía estragos, y a pesar de que no lo reconocería delante del conde, agradecí que me extendiese su mano para continuar la conversación en otro lugar.- No se preocupe, no me corre prisa. En cierto modo solo necesito la confirmación de lo que ya imagino.- afirmé con la voz contenida, estando prácticamente segura de que había sido todo ideado por mi hermano para quitarme de en medio, evitando así rebeliones en su manada. No me había sido difícil atar cabos en cuanto puse todas las cartas sobre la mesa en la tranquilidad de mi hotel.

Sonreí con timidez cuando terminé en pie frente a él por ese pequeño tirón que parecía infundirme ánimos para empezar una nueva vida allí, luchando a su lado. Negué con la cabeza, esbozando una cálida sonrisa y fijando mi mirada en la suya, sin soltarle todavía la mano. Conseguía hacerme sentir segura, con su simple presencia conseguía que me sintiese capaz de todo.- No tengo dudas en lo que deseo. Mis padres ya no están entre nosotros, y por el engaño que mi hermano ideó para llevarme lejos, tampoco tengo una manada a la que volver. Prefiero empezar de cero, y vivir mi propia vida aunque para ello tenga que renunciar a volver a mi hogar.- me mordí el labio inferior tras darle esa confirmación de que continuaría junto a él si me aceptaba.

El conde termino sonriendo levemente mirando a la joven viendo que esta estaba de cierta forma despegándose de todo aquello que hubiera pasado, pero por unos instantes la incertidumbre estuvo en el joven, mas bien la sed de venganza se disipo esa nube roja y sangrienta que lo ha estado acompañando, el era consciente de que estaba creando en vez de una manada un ejercito para cargarse al vampiro asesino, pero en realidad en ese momento el pudo ver por unos instantes mas aya de su venganza, luego que la hiciera que haría con todos los lobos que habían estado con el, ella quería empezar una nueva vida, pero el no quería eso solo vengarse de los asesinos de una persona en demasía importante para el.

-Sobre eso... no puedo prometerte que tengas un lugar donde empezar de cero, mi espíritu esta cegado por la rabia que me consume dia a dia al no poder erradicar de este mundo a esa maldita sanguijuela de este mundo, no veo mas de ello ni el precio que me costara lograr mi cometida...

Dijo suspirando levemente, ya que aunque en momentos como esos a veces parara a pensarlo, se detenía y regresaba su cabeza al juego dejaba que la rabia fluyera por su cuerpo y le diera uno y mil motivos por los cuales exterminar al no muerto de la faz de la tierra, este tomo aire de manera profunda como buscando, que el oxigeno llegara mejor a su cerebro y de esa forma lograr ordenar sus pensamientos, dando una suave sonrisa a la joven.

-Lo siento por lo anterior, trato de no pensar en el después solo vivir el ahora, deseáis que os acompañe hasta vuestro hotel ya se esta haciendo tarde..

Pregunto esperando la respuesta de la joven, ya prácticamente del todo recompuesto.

La gélida brisa invernal arremolinaba de forma juguetona un mechón de mi cabello frente a mi rostro, cuya mirada, desconcertada, observaba al conde tras escuchar unas palabras que no lograba  comprender en su totalidad. ¿Es que acaso estaba tratando de mostrarme su arrepentimiento de haberme ofrecido pertenecer a esa especie de manada guerrera que tenía pensamiento de formar? ¿O sería que yo había dicho malo? Repasé una por una las palabras que habían salido de mis labios minutos, frustrada al no encontrar la razón por la que Vladimir se mostraba reacio a pensar más allá de la caza del inmortal.

-Tal vez me expresé mal cuando mostré mis nuevos planes de futuro.- afirmé de forma tal vez demasiado contundente, sintiéndome ligeramente dolida por percibir que mi pertenencia a su clan no era del todo bien recibido. Suspiré levemente, soltando la mano que me había prestado para ponerme en pie, y cruzando ambos brazos sobre el pecho de forma defensiva.- No busco pertenecer a otra manada, ni siquiera busco formar una familia. Soy una mujer independiente, una guerrera que lo único que desea es terminar con esos seres que siembran el mal en el mundo. Es por eso que deseo unirme a su causa.- realicé una breve pausa intentando calmar mis ánimos. Al fin y al cabo no era culpa del conde lo sucedido con mi familia, ni que tuviese que alejarme de mi manada.- Cuando terminemos con la existencia de ese monstruo de las tinieblas al que persigue, desapareceré de su vida. No debe preocuparse por tener que hacerse cargo de mí después de que su vendetta se vea cumplida. Yo ya tuve una manada a la que pertenecía, soy consciente de que ésto es algo bien distinto.

Calmarme con la proximidad de la luna llena tan cerca era complicado, y menos si añadía que me sentía dolida. Un punzante dolor atravesó mi cintura a la altura donde todavía quedaban algunos resquicios de la herida producida por la plata. Apreté los dientes con fuerza, asintiendo ante su disculpa y posterior propuesta. Lo mejor sería volver al hotel. –Le agradezco la compañía hasta mi alojamiento. Como decís, se hace tarde.- apunté comenzando a caminar en dirección al carruaje, mientras deslizaba con disimulo la mano hacia la herida; frunciendo el ceño cuando noté como la camisa que quedaba oculta bajo el abrigo de paño estaba totalmente mojada por un cálido líquido. Tragué saliva suponiendo que significaba eso, suspirando levemente para tramar la forma de librarme del conde antes de que se percatase del olor a sangre.

- Pensándolo mejor, volveré dando un tranquilo paseo hasta el hotel. Así vos no tenéis que desviaros de vuestro camino.- apunté con una leve inclinación de cabeza antes de que un nuevo dolor atravesase mi costado. Iba a pasarlo muy mal si quería llegar hasta la habitación del hotel a pie. Si es que lo conseguía.