Tormentos Eternos

Que es el tiempo realmente para un ser como Damián?. Es un parpadeo de la vida humana, un suspiro acompasado del tierno renacer; no solía pensar en ello generalmente pero en esos momentos le resultó inevitable ya que ante sus ojos esas criaturas humanas danzaban con júbilo entre risas rayando en lo histéricas y coqueteos descarados, cuan ignorantes de su corto lapso por el mundo eran, que desperdiciaban su valioso tiempo en minorías estúpidas como el aparentar si que le resultaba gracioso

En el rostro de mármol se dibujó una sonrisa casi macabra, buscando algo que quizás no encontraría esa noche de fiesta aunque por supuesto se mantenía expectante del espectáculo delante de si y lo que esté le podía ofrecer. Notaba las miradas femeninas en el, siempre lo hacia y siempre les ignoraba sin el mayor esfuerzo debido a que el vampiro no estaba interésado en ese tipo de compañía.

La copa en la mano inmortal estába intacta, solo era un adorno mas de aquella gallarda imagen que representaba con tanta naturalidad, ahí entre tanta multitud le vio, danzando cual diosa soberbia por la admiración ajena que causaba. Se sabía observada y deseada, sus labios curvados le delataban al igual que sus movimientos que si bien eran elegantes derrochaban una exquisita sensualidad sin caer en lo vulgar, para el no fue difícil desearle, hace tiempo que por una imprudencia perdió a Catalina aquello le estaba sumiendo en una terrible ansiedad y esa delicada figura podía ser el agua para aquella sed que padecía.

Dejo la copa aún lado y camino ignorando el baile a su alrededor y a cuanto mortal se interpusiera, no podía quitar la vista de aquella criatura que sobre salía de toda la muchedumbre. Las dos figuras quedaron de frente, la vida y la muerte cruzaron miradas en total silencio asi que con la sonrisa más atrayente el tendio su mano pálida hacia la delicada y fina muchacha esperando que aceptara por las buenas  lo cual sucedio; cuando sus manos contactaron en un momento la joven  hizo un gesto por la temperatura  percibida en la mano ajena pero aún ante este detalle no hizo ademán de soltarle.

Cuan frágil y fáciles de persuadir eran los vivos, caían seducidos ante lo misterioso y oscuro, sus pasos guiaban a la joven por toda la explanada  de manera pulcra envolviéndola con su mirada, danzando ante cada melodía dada. Le quería tener, por mero capricho ya que le resultaba doloroso el solo imaginar beber su sangre, no, eso no solo se quedaría en su imaginación el la tomaría quizás no hoy pero sin duda la obtendría para el ya que después de tanto tiempo por fin había encontrado a una belleza digna de ocupar tal lugar.