AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
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The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
Los cristales rotos de un espejo en el suelo yacían, en conjunto eran una muestra física de mi alma herida, de ese dolor que de a poco me consumía y en el rencor y la melancolía mi corazón se hundía, esa agua maldita que me envenenaba día tras día, mis ojos como dos cuchillas de plata, se quedaban fijos en la máscara que desde el cinco de noviembre maldecía, desde que supe que por siempre viviría a esa falsa faz aborrecía, ahora comprendía su significado maldito, desde el día en que detrás de ese adefesios me oculte de mi mismo estaba siendo entenado para mi martirio, esa verdad que prefería hubiese sido un delirio era mi castigo por retar muchas veces al destino... La máscara era penitencia, la mascara era para llevarla en mi existencia eterna como condena.
Nada tenía sentido ya, de que había servido luchar si The Phantom regresaría al final, y mis elegidos para poderle derrotar estaban por germinar en otro lugar, se perdió el ideal y eso era lo que yo no podía aceptar, que la derrota fue para mi al final de aquella espiral, ese laberinto sangriento y oscuramente secreto de donde tarde que temprano el saldría ileso, mientras que yo... Condenado a esto, al maldito infierno del que ni en mil años saldría sanado de todos los daños, de las heridas en mi rostro que quedaron petrificadas y estáticas, de la eterna faz falsa, de tener que matar para poder respirar ¿Pero para que siquiera suspirar cuando jamás de la luz volvería a disfrutar? ¿Cuando jamás tendría un final natural como cualquier otro mortal?.... Era por esos motivos que con mi vida quería terminar, pero no tenía la valía suficiente, descubrí que después de todo no era tan valiente, que Nigma tenía la razón al decir que aunque mi máscara era evidente, detrás se ocultaba alguien no tan fuerte, maldito demente.
Si bien mi desgracia había sido causada por necedad feasiente, también había otro responsable por la desventura de este rostro miserable... Montserrat era culpable... Esa noche de mi rostro logro despojarme y cuando desperté al intentar salvarle las llamas lograron alcanzarme, incineraron pedazos de mi carne dejando solo esto, una piel seca y horripilante, peor que la de los ancianos, peor que la hojarasca que desprende el verano, era parecida a la The Phantom -Nunca debí de haberte rescatado aquella noche del callejón desolado, jamás debí haberte dicho te amo, jamás debí haberte ayudado- reclamaba enojado, con el puño cerrado, golpeado ese viejo tocador donde estaba sentado -Ahora también a ti te aborrezco, ¡Odio al mundo entero!- entonces mi mirada a las dagas se dirigieron, recordé mi momentos, los malos y los buenos, pero en cada uno de ellos un reprimido dolor aquejaba mi pecho, sobre todo ante la idea de que pese a todo, incluyendo a la eternidad, tendría el rostro de belleza sin igual con el que me caracterizaba en cualquier lugar y que con la imprudencia de Montserrat se había marchado toda posibilidad, quizás todo mi cuerpo se pudo haber quemado pero la mascara de este final me hubiera liberado y así la carga de la derrota quizás la hubiese aceptado.
Cogi una de las cuatro armas en mis manos les limpie la sangre que en ellas había derramado, la sangre que me habían servido en copa de vino había terminado en el suelo frío, en el mármol que Teobaldo había sustituido por la ladra vieja que en el fuego se había consumido... Pero no era el momento de hablar de eso, por el contrario de ajustar cuentas era el momento y con la vampiresa iría primero, me sorprendía su descaro, vivía conmigo bajo el pretexto de enseñarme la nueva vida que había adquirido... Ilusa, si no podía acabar con mi vida por lo menos asesinaría a los responsables que después de esa noche odiaría, ella estaba mas cerca... Ella seria la primera muerta de una larga lista de espera...
Salí de mi habitación con la máscara puesta, cual fiera, me plante frente a su puerta, se escuchaban susurros y sollozos, abrí la puerta despacio de modo que me deleitará su llanto, mi sombra de pronto se proyectó a su lado, ella se percataba de lo sucedido, tratando de abandonar su sitio, un altar que para ella en otro tiempo había construido, antes de que ella arruinara mi destino -Ni siquiera voltees- dije en tono amenazador, tomando la calma, alimentado mi valor, mi rencor que destilaba sensaciones por millón -Cubro mi vileza con viejos retazos de la sagrada escritura y parezco un santo cuando en realidad encarno el papel del diablo- puse la daga en su cuello delgado y blanco, le tenía a mi merced, de rodillas y dándome la espalda, justo así la quería para consumar la primera de muchas matanzas en nombre de mi venganza.
Nada tenía sentido ya, de que había servido luchar si The Phantom regresaría al final, y mis elegidos para poderle derrotar estaban por germinar en otro lugar, se perdió el ideal y eso era lo que yo no podía aceptar, que la derrota fue para mi al final de aquella espiral, ese laberinto sangriento y oscuramente secreto de donde tarde que temprano el saldría ileso, mientras que yo... Condenado a esto, al maldito infierno del que ni en mil años saldría sanado de todos los daños, de las heridas en mi rostro que quedaron petrificadas y estáticas, de la eterna faz falsa, de tener que matar para poder respirar ¿Pero para que siquiera suspirar cuando jamás de la luz volvería a disfrutar? ¿Cuando jamás tendría un final natural como cualquier otro mortal?.... Era por esos motivos que con mi vida quería terminar, pero no tenía la valía suficiente, descubrí que después de todo no era tan valiente, que Nigma tenía la razón al decir que aunque mi máscara era evidente, detrás se ocultaba alguien no tan fuerte, maldito demente.
Si bien mi desgracia había sido causada por necedad feasiente, también había otro responsable por la desventura de este rostro miserable... Montserrat era culpable... Esa noche de mi rostro logro despojarme y cuando desperté al intentar salvarle las llamas lograron alcanzarme, incineraron pedazos de mi carne dejando solo esto, una piel seca y horripilante, peor que la de los ancianos, peor que la hojarasca que desprende el verano, era parecida a la The Phantom -Nunca debí de haberte rescatado aquella noche del callejón desolado, jamás debí haberte dicho te amo, jamás debí haberte ayudado- reclamaba enojado, con el puño cerrado, golpeado ese viejo tocador donde estaba sentado -Ahora también a ti te aborrezco, ¡Odio al mundo entero!- entonces mi mirada a las dagas se dirigieron, recordé mi momentos, los malos y los buenos, pero en cada uno de ellos un reprimido dolor aquejaba mi pecho, sobre todo ante la idea de que pese a todo, incluyendo a la eternidad, tendría el rostro de belleza sin igual con el que me caracterizaba en cualquier lugar y que con la imprudencia de Montserrat se había marchado toda posibilidad, quizás todo mi cuerpo se pudo haber quemado pero la mascara de este final me hubiera liberado y así la carga de la derrota quizás la hubiese aceptado.
Cogi una de las cuatro armas en mis manos les limpie la sangre que en ellas había derramado, la sangre que me habían servido en copa de vino había terminado en el suelo frío, en el mármol que Teobaldo había sustituido por la ladra vieja que en el fuego se había consumido... Pero no era el momento de hablar de eso, por el contrario de ajustar cuentas era el momento y con la vampiresa iría primero, me sorprendía su descaro, vivía conmigo bajo el pretexto de enseñarme la nueva vida que había adquirido... Ilusa, si no podía acabar con mi vida por lo menos asesinaría a los responsables que después de esa noche odiaría, ella estaba mas cerca... Ella seria la primera muerta de una larga lista de espera...
Salí de mi habitación con la máscara puesta, cual fiera, me plante frente a su puerta, se escuchaban susurros y sollozos, abrí la puerta despacio de modo que me deleitará su llanto, mi sombra de pronto se proyectó a su lado, ella se percataba de lo sucedido, tratando de abandonar su sitio, un altar que para ella en otro tiempo había construido, antes de que ella arruinara mi destino -Ni siquiera voltees- dije en tono amenazador, tomando la calma, alimentado mi valor, mi rencor que destilaba sensaciones por millón -Cubro mi vileza con viejos retazos de la sagrada escritura y parezco un santo cuando en realidad encarno el papel del diablo- puse la daga en su cuello delgado y blanco, le tenía a mi merced, de rodillas y dándome la espalda, justo así la quería para consumar la primera de muchas matanzas en nombre de mi venganza.
Última edición por Leviathán Shadow el Sáb Jul 04, 2015 5:56 pm, editado 1 vez
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
Habían pasado días, meses y estaciones desde aquel día en que para bien o para mal, el cinco de noviembre concluyó de la forma menos esperada para mí... pensé que él vencería al final, se notaba debajo de su máscara tal seguridad que llegue apostar por su victoria, a veces la emoción era tanta con el simple estimulo de mi imaginación, soñaba y vivía por aquel día en que The Phantom dejará de existir... pero eso nunca sucedió, por el contrario era aquel Leviathán al que recordaba que se había esfumado entre viento y cenizas de una galería calcinada, tan deteriorada como su faz que antes de salir había alcanzado su punto de belleza máximo, ojos verdes esmeralda que jamás olvidaré.
No había sabido nada de los demás desde que todo concluyó pero supongo que dieron por sentado que nosotros junto con el infame ser vampírico del teatro perecimos en el siniestro... no están tan equivocados, Leviathán murió en el momento cúspide en el que una viga se callo encima de él, recuerdo las llamas envolviendo cada parte sangrada, recuerdo sus gritos, recuerdo mi llanto y la forma tan torpe en que trate de liberarlo, pero el ya no recuerda eso, el cazador me culpa de que su desgracia quedara marcada para siempre en su rostro y su existencia -Pobre de mi sonrisa pintada- susurre cuando observaba a Teobaldo trabajar y pulir las maderas para la nueva mansión que estaba por terminar, desde allí acariciaba la ventana, esa abertura tan helada como la herida en el pecho que sangraba cada vez que pensaba en V -No debiste rescatarme nunca- mi aliento apaño el cristal, mi pelo ondulado, negro y suelto solo eran el reflejo perfecto de la maraña en que ahora acontecía mi vida, di media vuelta, como si quisiese de alguna forma simbólica, dejar todo atrás… dar la espalda a la realidad, borrar o simplemente dar la vuelta a la página donde todo ya había sido escrito con sangre y sellado por el infierno, desde esa postura quería ver que todo lo que estaba dispuesto para mi en la habitación era la entrada a un un nuevo capitulo del libro abierto de mi vida… La cama, sus sábanas, sus pilares y el techo cubierto con la cortina bordada en negro, la mesita de noche con un libro y una vela encima de ella que apenas si iluminaba de forma breve y entrecortada los cuadros de la pared, pinturas mías de un Alessandro que quería pensar que en realidad se había ido para su palazzo en Venecia, que finalmente había renunciado a mí, ese hombre que más allá de amarlo en realidad ocupaba el lugar de mi héroe cuando era solo una mujer sin rumbo ni destino -Alessandro- mis labios acariciaban su nombre en un susurro melancólico que me obligo a caminar en círculos entre el pequeño secreter y el caballete a su lado, mis ideas, ni mis remordimientos ya no hallaban salida alguna que no fuese en mi imaginación donde todas las cosas, todas la situaciones habían terminado con un final distinto… pero esa misma idea en mi cabeza, la forma tan optimista y surrealista en la que me ponía todo empezaba a cansarme -¿Como expío mis culpas?- pregunte a la nada, no podía ir con un sacerdote o me creería loca o me enviaba con la santa inquisición acusada de brujería y herejía ¿Que hacer entonces?, no se me ocurrió otra cosa más ingeniosa que ponerme de rodillas ante el pequeño altar arrinconado en la habitación, una esquina apenas visible para los visitantes, donde cuatro pisos hechos de madera resistente en forma triángulos sostenían a la Divina Trinidad, arriba ángeles y más arriba el Santo Niño Jesus y la Virgen Maria en la cúspide, observándome piadosamente, inmóvil y sin vida dentro de la imagen de porcelana.
Comencé a rezar, me mantuve absorta en mis ruegos y penitencias impuestas por mi misma y la Biblia que tenia justo entre mis manos, leía con sufrimiento y aflicción el pasaje del calvario de Jesus, no se porque, solo me dejaba guiar por lo primero que salto de aquellas paginas abiertas al azar….
De pronto su voz… de pronto sus armas en mi cuello… de pronto el juicio de nuevo… de pronto las culpas que se habían apaciguado en las aguas tranquilas de la religiosidad, habían emergido -Leviathán- susurre temerosa -No volteare si no lo deseas- pase saliva, casi atragantándome con ella -¿Piensas matarme? ¿Piensas que soy el diablo?- mi voz se quebró, dolía que pensará eso de mi, yo que aprendí a amarle como lo hacia, por ese amor le buscaba comida, por ese sentimiento me mantenía cerca de él para vigilar que no se arrancara la vida, para enseñarle con lo poco que sabía como debía manejarse -Soy más que eso Leviathán- asegure débilmente -Debo ser algo parecido a Judas ¿No es así?- trataba inútilmente de centrar mis ojos a la divina Trinidad, centrándome en sus detalles, para mitigar el miedo que sus sola presencia me provoca, de pronto se había vuelto agresivo, duro y sin un ápice del que conocí tiempo atrás -Después de todo yo fui quien te quito la máscara, te entregue a las llamas a cambio de mi vida que hoy me doy cuenta que no vale nada- suspiro pensando en la decisión que he tomado, dejo de poner resistencia al filo que amenaza mi cuello, por el contrario la barbilla se recarga como si fuese un almohadón de plumas -Hazlo V… haz lo que debiste hacer la noche en que me conociste, lo que debiste hacer cuando The Phantom lanzó las velas al piso, mátame… mátame ahora que me tienes en bandeja de plata… ¡Vamos!- exclame alentándolo -Ya nadie me espera, Alessandro se fue, mis padres salieron huyendo de mi… el cazador que conocí también ha fallecido, para mi ya no hay nada de mundo ¡Vamos hazlo de una buena vez!- sentí la tensión en el arma que comenzaba a temblar tenuemente, escuche su respiración entrecortada debajo de la máscara, yo sabía que lo haría… tenía que hacerlo o de lo contrario yo misma acabaría conmigo sin darle a él los créditos.
No había sabido nada de los demás desde que todo concluyó pero supongo que dieron por sentado que nosotros junto con el infame ser vampírico del teatro perecimos en el siniestro... no están tan equivocados, Leviathán murió en el momento cúspide en el que una viga se callo encima de él, recuerdo las llamas envolviendo cada parte sangrada, recuerdo sus gritos, recuerdo mi llanto y la forma tan torpe en que trate de liberarlo, pero el ya no recuerda eso, el cazador me culpa de que su desgracia quedara marcada para siempre en su rostro y su existencia -Pobre de mi sonrisa pintada- susurre cuando observaba a Teobaldo trabajar y pulir las maderas para la nueva mansión que estaba por terminar, desde allí acariciaba la ventana, esa abertura tan helada como la herida en el pecho que sangraba cada vez que pensaba en V -No debiste rescatarme nunca- mi aliento apaño el cristal, mi pelo ondulado, negro y suelto solo eran el reflejo perfecto de la maraña en que ahora acontecía mi vida, di media vuelta, como si quisiese de alguna forma simbólica, dejar todo atrás… dar la espalda a la realidad, borrar o simplemente dar la vuelta a la página donde todo ya había sido escrito con sangre y sellado por el infierno, desde esa postura quería ver que todo lo que estaba dispuesto para mi en la habitación era la entrada a un un nuevo capitulo del libro abierto de mi vida… La cama, sus sábanas, sus pilares y el techo cubierto con la cortina bordada en negro, la mesita de noche con un libro y una vela encima de ella que apenas si iluminaba de forma breve y entrecortada los cuadros de la pared, pinturas mías de un Alessandro que quería pensar que en realidad se había ido para su palazzo en Venecia, que finalmente había renunciado a mí, ese hombre que más allá de amarlo en realidad ocupaba el lugar de mi héroe cuando era solo una mujer sin rumbo ni destino -Alessandro- mis labios acariciaban su nombre en un susurro melancólico que me obligo a caminar en círculos entre el pequeño secreter y el caballete a su lado, mis ideas, ni mis remordimientos ya no hallaban salida alguna que no fuese en mi imaginación donde todas las cosas, todas la situaciones habían terminado con un final distinto… pero esa misma idea en mi cabeza, la forma tan optimista y surrealista en la que me ponía todo empezaba a cansarme -¿Como expío mis culpas?- pregunte a la nada, no podía ir con un sacerdote o me creería loca o me enviaba con la santa inquisición acusada de brujería y herejía ¿Que hacer entonces?, no se me ocurrió otra cosa más ingeniosa que ponerme de rodillas ante el pequeño altar arrinconado en la habitación, una esquina apenas visible para los visitantes, donde cuatro pisos hechos de madera resistente en forma triángulos sostenían a la Divina Trinidad, arriba ángeles y más arriba el Santo Niño Jesus y la Virgen Maria en la cúspide, observándome piadosamente, inmóvil y sin vida dentro de la imagen de porcelana.
Comencé a rezar, me mantuve absorta en mis ruegos y penitencias impuestas por mi misma y la Biblia que tenia justo entre mis manos, leía con sufrimiento y aflicción el pasaje del calvario de Jesus, no se porque, solo me dejaba guiar por lo primero que salto de aquellas paginas abiertas al azar….
De pronto su voz… de pronto sus armas en mi cuello… de pronto el juicio de nuevo… de pronto las culpas que se habían apaciguado en las aguas tranquilas de la religiosidad, habían emergido -Leviathán- susurre temerosa -No volteare si no lo deseas- pase saliva, casi atragantándome con ella -¿Piensas matarme? ¿Piensas que soy el diablo?- mi voz se quebró, dolía que pensará eso de mi, yo que aprendí a amarle como lo hacia, por ese amor le buscaba comida, por ese sentimiento me mantenía cerca de él para vigilar que no se arrancara la vida, para enseñarle con lo poco que sabía como debía manejarse -Soy más que eso Leviathán- asegure débilmente -Debo ser algo parecido a Judas ¿No es así?- trataba inútilmente de centrar mis ojos a la divina Trinidad, centrándome en sus detalles, para mitigar el miedo que sus sola presencia me provoca, de pronto se había vuelto agresivo, duro y sin un ápice del que conocí tiempo atrás -Después de todo yo fui quien te quito la máscara, te entregue a las llamas a cambio de mi vida que hoy me doy cuenta que no vale nada- suspiro pensando en la decisión que he tomado, dejo de poner resistencia al filo que amenaza mi cuello, por el contrario la barbilla se recarga como si fuese un almohadón de plumas -Hazlo V… haz lo que debiste hacer la noche en que me conociste, lo que debiste hacer cuando The Phantom lanzó las velas al piso, mátame… mátame ahora que me tienes en bandeja de plata… ¡Vamos!- exclame alentándolo -Ya nadie me espera, Alessandro se fue, mis padres salieron huyendo de mi… el cazador que conocí también ha fallecido, para mi ya no hay nada de mundo ¡Vamos hazlo de una buena vez!- sentí la tensión en el arma que comenzaba a temblar tenuemente, escuche su respiración entrecortada debajo de la máscara, yo sabía que lo haría… tenía que hacerlo o de lo contrario yo misma acabaría conmigo sin darle a él los créditos.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
-Tienes razón, debí de haberte matado- dije en la atmósfera de un oscuro halo, donde el latido de los corazones es un sueño lejano, donde ya no hay retorno para ser humano, donde todo anhelo ha sido apagado por la mano férrea del diablo -Y tal vez es lo que en esta existencia hace de ti... un ser odiado- la daga continuaba en mi mano, tras mis palabras el metal estaba titubeando a dejar su cuerpo degollado, de pronto de mis actos me estaba retractando -¿Será que Dios me esta ablandando?- en mi mente la voz interior me había cuestionado y como respuesta mis ojos rotaron, sin ser dueños de sus movimientos nefastos, contemplaron el arte sacro que conformaba aquel diminuto rincón sagrado, observaba a Cristo ensangrentado, al cielo él estaba observando, pidiendo piedad por todos los humanos, me pregunte entonces si también por nosotros habría rezado, antes de fallecer y después ser resucitado, si era posible que él nos estuviera escuchando y nos concediera misericordia como santo intermediario... así parecía, porque cada vez que le veja, en palabras calladas me decía que a ella no debía matarla, que a ella de mi desgracia no debía culparla, después de todo yo fui quien decidió salvarla, porque la amaba y entonces ¿donde quedo todo aquel sentimiento que me hacia adorarla?, ¿la pasión con que la deseaba hasta el último instante en odio de apoco se transformaba?.
-Tienes razón Montserrat, todos muertos están- con la daga no dejaba de su vida amenazar -Asi también debió de ser mi final, pero fue ese ser infernal el que me ató a este mal y fue sin la máscara que mi faz por las llamas se empezó a calcinar- era un castigo difícil de procesar, no quería dar la razón a las últimas palabras dichas por el vampiro falsamente fantasmal pero era verdad, todo me lo hacia recordar, jamás mis caídas ante el podía dejar atrás, ahora igual que él tenia un horrenda faz, entonces di un paso atrás -No te puedo matar, no me puedo contigo desquitar Montserrat... simplemente yo creo que contigo duro me podía comportar... quería romperte en mil fragmentos tal y como hicieron con mis adentros- quede con ojos fijos, ocultos tras la máscara de la sonrisa pintada, esa que nada tenia que ver con el gesto que detrás en mi faz estaba plasmada, de pronto la daga al suelo fue arrojada, a esa mujer deje de asecharla por la espalda, de mi no podía esperar nada, si ni siquiera para matar humanos había tenido la suficiente valía, es que quizás mis actos eran dictados por cosas que aún no entendía... como de pronto había dejado de ser la oveja de la familia, como había pasado de ser el héroe sin nombre, al villano mata hombres, al espécimen que destruyo a mis amorosos progenitores ¿Como?.
-¿Es así que se debe sentir Montserrat?- me atreví a cuestionar -¿Ser un monstruo significa vivir de las culpas, del pesar, del pasado humano que no quieres soltar?, ¿es de ley que culpables quieres buscar y que en un impulso los busques matar?- termine con el dolor y la confusión de mi alma el preguntar, hacia ella de nuevo empece a caminar, ella que para ese entonces su cabeza había decidió retomar y una mirada quebradiza que las lagrimas intentaba ocultar me miraban confundidas me parecía dedicar -¿Ese es el precio que hay que pagar, ¿para estar en la tierra de has lo que quieras? ¿De que has lo que debas para matar y tu vida poder sobrellevar?- el dolor de pronto me comenzó a desmoronar, mis pasos se delimitaban y ella rogaba que me detuviera, no deseaba que llegará a ella, la obedecí sin objetar, un abismo entre los dos de pronto de tamaño parecía incrementar.
-Tienes razón Montserrat, todos muertos están- con la daga no dejaba de su vida amenazar -Asi también debió de ser mi final, pero fue ese ser infernal el que me ató a este mal y fue sin la máscara que mi faz por las llamas se empezó a calcinar- era un castigo difícil de procesar, no quería dar la razón a las últimas palabras dichas por el vampiro falsamente fantasmal pero era verdad, todo me lo hacia recordar, jamás mis caídas ante el podía dejar atrás, ahora igual que él tenia un horrenda faz, entonces di un paso atrás -No te puedo matar, no me puedo contigo desquitar Montserrat... simplemente yo creo que contigo duro me podía comportar... quería romperte en mil fragmentos tal y como hicieron con mis adentros- quede con ojos fijos, ocultos tras la máscara de la sonrisa pintada, esa que nada tenia que ver con el gesto que detrás en mi faz estaba plasmada, de pronto la daga al suelo fue arrojada, a esa mujer deje de asecharla por la espalda, de mi no podía esperar nada, si ni siquiera para matar humanos había tenido la suficiente valía, es que quizás mis actos eran dictados por cosas que aún no entendía... como de pronto había dejado de ser la oveja de la familia, como había pasado de ser el héroe sin nombre, al villano mata hombres, al espécimen que destruyo a mis amorosos progenitores ¿Como?.
-¿Es así que se debe sentir Montserrat?- me atreví a cuestionar -¿Ser un monstruo significa vivir de las culpas, del pesar, del pasado humano que no quieres soltar?, ¿es de ley que culpables quieres buscar y que en un impulso los busques matar?- termine con el dolor y la confusión de mi alma el preguntar, hacia ella de nuevo empece a caminar, ella que para ese entonces su cabeza había decidió retomar y una mirada quebradiza que las lagrimas intentaba ocultar me miraban confundidas me parecía dedicar -¿Ese es el precio que hay que pagar, ¿para estar en la tierra de has lo que quieras? ¿De que has lo que debas para matar y tu vida poder sobrellevar?- el dolor de pronto me comenzó a desmoronar, mis pasos se delimitaban y ella rogaba que me detuviera, no deseaba que llegará a ella, la obedecí sin objetar, un abismo entre los dos de pronto de tamaño parecía incrementar.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
No podía ser cierto, pero tampoco podía negar que un gran alivio inundo mi alma tan pronto lo sentí cerca mío aún conociendo de él sus intenciones, las armas, las dagas, su amenazadora voz no importaban más cuando era la única excusa que me permitiría tenerlo así, complementando la complicidad de nuestros cuerpos secos y vacíos, de esa sensación de bienestar que despertaba con más fuerza cuando perdono mi vida... si bien era cierto que la odiaba y que deseaba terminar con mi existencia, encontré en cada palabra suya, dicha dolorosamente por sus labios cubiertos el bálsamo que me dictaba en medio del silencio que no era tiempo aun de retirarme del juego, que aun había esperanza, que aún podía navegar en navío de plata hacia una nueva costa, que ene ese desconocido viaje podía mantenerme a su lado sin importar que tenía pocos conocimientos de mi naturaleza muerta, era una neófita pero con el amor suficiente para morir por él de ser necesario, seria su compañía aunque él no me dirigiera palabra alguna, ambos podíamos ayudarnos a soportar este eterno dolor donde la escapatoria lucia como la fantasía de que el hombre algún día surcara los cielos.
De mi ojos parecieron salir lagrimas discretas, astillas de la cristalería rota del alma, continuaba sin verle, insistía en permanecer con las manos juntas sosteniendo el rosario, pendiendo de ese Cristo misericordioso, injerte e indolente ante lo que acontecía con sus dos ovejas descarriadas y que vagaban desesperada por los parajes recónditos y oscuros del demonio, almas condenadas injustamente por las vicisitudes del destino que pedíamos clemencia ante el tormento de un purgatorio consciente y latente que ameraba con atarnos al mundo hasta el confín de los siglos.
Inspirando, con las orbes cristalinas respondí -No lo sé Leviathán- y el silencio volvió a hacerse propio aquel rincón lleno de oscuridad, impregnado del as fragancias de los rosales apenas en crecimiento en el jardín, de la madera, de la tierra húmeda -Solo… puedo comprender lo que intentas decir pero a diferencia tuya, yo creí en un principio que todo seria divertido- me encogí de hombros - Creí que- intente ahogar el llanto, quedando en mi voz pequeños fragmentos del quiebre en la voz -Que seria una venganza justa, en mis comienzos no me importo matar al primer cristiano que cruzará mi camino, simplemente mataba por matar, por el placer de la sangre, ese liquido que ayudaba a olvidar el pasado que no dejaba de perseguirme más allá de los confines sanos de la cordura, que no paraba de hacer ruido con sus pesadas cadenas- entonces me detuve, recordé y el entrecejo pareció conformar de pronto una mueca de dolor, de un sufrimiento tan marcado como en las imágenes de los mártires y las vírgenes -Pero después- intente en vano sonreír -Después matar ya no me hizo ninguna gracia, por el contrario se volvió en la mancha que intente borrar de mil formas sin éxito alguno, yo… empece a sentir lo que tu me platicas, desde entonces supe que todo lo había arruinado otra vez pero que ahora ya no tenía remedio, ya no podría ocultar el sol con un dedo y guardar el secreto como muchos otros permanecieron reprimidos en mi atormentada cabeza, recuerdos que dormían plácidamente y que por el bien de muchos jamás confesé… ahora ya no había mentiras ni excusas… me sentí mal de repente….al ver que no era lo que esperaba, no fue de mi vida lo que planee con o sin esta maldita cosa- masculle entre dientes -El precio es más alto de lo que te imaginas Leviathán cuando eres consciente de lo que haces, de la renuncia de tu humanidad y lo que conlleva… - me puse en pie y gire sobre mis pasos para quedar frente a frente, vislumbrándonos por la luz de vela, una llama frágil y tintineaneante que no dejaba de danzar si cesar -A ti, The Phantom te transformo sin elección, en cambio a mi me dieron a escoger, podía morir con tan solo dieciocho años de vida o podía vivir para siempre, con la posibilidad de develar cada noche los misterios que el encierro me privo… la puerta más fácil es la que seduce más y a una idiota como yo que yacía muerta en vida, víctima de los prejuicios y los temores de mis progenitores la oferta era tan tentadora que aún agonizante elegí al final la falsa libertad que me prometieron alcanzar en esta existencia- asentí lentamente, mientras las manos marfiladas, teñidas de un blanco puro intentaban acomodar las faldas de aquel vestido negro como del cielo nocturno -Quisiera ayudarte, pero otro pago por esto fue la soledad y la ignorancia… solo puedo cazar por ti- sonreí apenas un poco -Y matar me genera displacer, pero por ti eso es… solo un castigo por lo que te hice- apenas si mi mano se alzo intentando acariciarlo, pero pronto tuve arrepentimiento…. yo simplemente no tenía derecho de codiciar algo en la tierra de haz lo que quieras.
De mi ojos parecieron salir lagrimas discretas, astillas de la cristalería rota del alma, continuaba sin verle, insistía en permanecer con las manos juntas sosteniendo el rosario, pendiendo de ese Cristo misericordioso, injerte e indolente ante lo que acontecía con sus dos ovejas descarriadas y que vagaban desesperada por los parajes recónditos y oscuros del demonio, almas condenadas injustamente por las vicisitudes del destino que pedíamos clemencia ante el tormento de un purgatorio consciente y latente que ameraba con atarnos al mundo hasta el confín de los siglos.
Inspirando, con las orbes cristalinas respondí -No lo sé Leviathán- y el silencio volvió a hacerse propio aquel rincón lleno de oscuridad, impregnado del as fragancias de los rosales apenas en crecimiento en el jardín, de la madera, de la tierra húmeda -Solo… puedo comprender lo que intentas decir pero a diferencia tuya, yo creí en un principio que todo seria divertido- me encogí de hombros - Creí que- intente ahogar el llanto, quedando en mi voz pequeños fragmentos del quiebre en la voz -Que seria una venganza justa, en mis comienzos no me importo matar al primer cristiano que cruzará mi camino, simplemente mataba por matar, por el placer de la sangre, ese liquido que ayudaba a olvidar el pasado que no dejaba de perseguirme más allá de los confines sanos de la cordura, que no paraba de hacer ruido con sus pesadas cadenas- entonces me detuve, recordé y el entrecejo pareció conformar de pronto una mueca de dolor, de un sufrimiento tan marcado como en las imágenes de los mártires y las vírgenes -Pero después- intente en vano sonreír -Después matar ya no me hizo ninguna gracia, por el contrario se volvió en la mancha que intente borrar de mil formas sin éxito alguno, yo… empece a sentir lo que tu me platicas, desde entonces supe que todo lo había arruinado otra vez pero que ahora ya no tenía remedio, ya no podría ocultar el sol con un dedo y guardar el secreto como muchos otros permanecieron reprimidos en mi atormentada cabeza, recuerdos que dormían plácidamente y que por el bien de muchos jamás confesé… ahora ya no había mentiras ni excusas… me sentí mal de repente….al ver que no era lo que esperaba, no fue de mi vida lo que planee con o sin esta maldita cosa- masculle entre dientes -El precio es más alto de lo que te imaginas Leviathán cuando eres consciente de lo que haces, de la renuncia de tu humanidad y lo que conlleva… - me puse en pie y gire sobre mis pasos para quedar frente a frente, vislumbrándonos por la luz de vela, una llama frágil y tintineaneante que no dejaba de danzar si cesar -A ti, The Phantom te transformo sin elección, en cambio a mi me dieron a escoger, podía morir con tan solo dieciocho años de vida o podía vivir para siempre, con la posibilidad de develar cada noche los misterios que el encierro me privo… la puerta más fácil es la que seduce más y a una idiota como yo que yacía muerta en vida, víctima de los prejuicios y los temores de mis progenitores la oferta era tan tentadora que aún agonizante elegí al final la falsa libertad que me prometieron alcanzar en esta existencia- asentí lentamente, mientras las manos marfiladas, teñidas de un blanco puro intentaban acomodar las faldas de aquel vestido negro como del cielo nocturno -Quisiera ayudarte, pero otro pago por esto fue la soledad y la ignorancia… solo puedo cazar por ti- sonreí apenas un poco -Y matar me genera displacer, pero por ti eso es… solo un castigo por lo que te hice- apenas si mi mano se alzo intentando acariciarlo, pero pronto tuve arrepentimiento…. yo simplemente no tenía derecho de codiciar algo en la tierra de haz lo que quieras.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
-Lo que me hiciste- repetí con el mismo tono triste, lleve las manos a la máscara, esa faz falsa, de sonrisa permanente y tez blanca, inspire en forma pausada y el silencio se adueño de la pequeña estancia, mi memoria jugaba una mala pasada, a mi venían las memorias vueltas fantasmas, figuras etéreas que no dejaban de reírse de mi a carcajadas, el dolor se aferro de mi alma y de pronto la sangre ajena dentro de mi se helaba -Mi bella dama- continúe con la voz suavizada -El que me hayas quitado la máscara no significa nada, en realidad no se que sentido tiene todo el sentimentalismo que siento contigo, pero algo es seguro por ti ya no siento amor profundo pero tampoco siento odio absoluto…- suspire profundo, el corazón muerto latía más rápido por segundo, tras la máscara no veía nada más que a ella inmersa en su mundo -Quizás de lo que hiciste no te culpo- había cambiado la agresión en absoluto por frases que suplantaran amenazas e insultos - Quizás si hubiese estado en lugar de la máscara me hubiera atrevido a desojar a la persona que comenzaba agonizar, lo cierto es Montserrat que si antes a los de tu especie me nacía odiar ahora ese odio en algo venenoso se ha comenzado a volcar, es un sentimiento marcado del que no me puedo liberar… los detesto, los aborrezco, ni siquiera por que en mi su sangre llevo ¡Son monstruos del infierno!- exclamo en un grito de tono desconocido, ¿Que era lo que pasaba conmigo?, me preguntaba sin obtener respuesta del silencio ni del olvido, tenia una fuerza que podía romper vidrios y puertas y de la que no sabia manejar con tanta destrozas, esa voz solo era uno de mis tantos problemas -Y solo para que lo sepas yo también tuve la elección de ser o no ser lo que ahora observas, al jugar con el fantasma a esto me arriesgaba pero era tan orgulloso como para reconocer que podía suceder semejante tragedia, nada me hubiese costado mantenerme de París alejado, fuera del alcance de ese infeliz vampiro inhumano pero tal como tu lo dices es la puerta falsa la que seduce con sigiloso cuidado, con la que fácilmente podías quedar embelesado por las cosas que promete cuando algo mejor a lo que vives es lo que estas buscando- asentí mientras por los orificios de la mascara le seguía observando -Yo pude seguir siendo un simple ser humano, morir como todos los que alguna vez me rodearon, morir como mis seres amados, morir… la paz para siempre conseguir- detrás de la faz los labios deformes empezaron a sonreír -¿Que me costaba esperar a morir?- en voz baja un suspiro añadí, baje la mirada y el suelo vi, una ventajosa oscuridad era quien lo pretendía cubrir, mis pasos de aunó en otro comenzaron a surgir, hacia la mujer se pensaban dirigir, la daga en su funda decidí sumergir y esconderla para que no volviera a salir.
-Tu no me debes nada- dije a la dama -No tienes que cazar por mi cuando yo tengo también las habilidades para sobrevivir, solo un poco de práctica y las terminaré de pulir, perdona si el cuchillo intento de ti la muerte conseguir, pero- por un momento en el silencio me suspendí -No quiero que seas la primera en mis manos morir por lo que tuvimos una noche en que la fragilidad no pudo hacernos resistir la tentación de compartir nuestro profundo sentir y te lo agradezco con este corazón putrefacto y muerto que alberga en mi pecho- suspire de nuevo y mis pasos finalmente se detuvieron al tenerla muy cerca de mi cuerpo -Tengo que seguir en esto, ahora mi vida tiene un nuevo rumbo y supuesto, todo habré desaparecerlo a mi modo, todo el dolor, toda la crueldad, el desamparo que provocan esos hijos del diablo… me toca ser asesino de las misma criaturas que cuando era un simple humano, quizás el método será lo único que habrá de ser cambiado- converse con el tono de voz un poco más controlado, lo notaba apagado, opaco pero muy confiado de aquello en lo que el habla estaba abordando -Todo ha terminado- en sus hombros mis manos ya estaban reposando, la tenía frente mío, con sus ojos verdes simulando ver todo con colores claros -El pasado ya no podrá hederme daño, porque yo se lo impediré con férrea mano- ella con timidez parecía querer hacer algo en mi saco -Puedes quedarte si así lo has pensado, esta Galería volverá a ser erigida, seremos dos querida mía, buscando el sentido y la paz a nuestros eternos días, aquí tendrás siempre la casa que te ha de mantener protegida durante el fastidioso día, así será hasta que marcharte tu decidas- insistí con seriedad impresa en lo que decía -Puedes quedarte en la Tierra de haz lo que quieras- y escrute su rostro a falta de respuestas, algo que su pensar me dijera.
-Tu no me debes nada- dije a la dama -No tienes que cazar por mi cuando yo tengo también las habilidades para sobrevivir, solo un poco de práctica y las terminaré de pulir, perdona si el cuchillo intento de ti la muerte conseguir, pero- por un momento en el silencio me suspendí -No quiero que seas la primera en mis manos morir por lo que tuvimos una noche en que la fragilidad no pudo hacernos resistir la tentación de compartir nuestro profundo sentir y te lo agradezco con este corazón putrefacto y muerto que alberga en mi pecho- suspire de nuevo y mis pasos finalmente se detuvieron al tenerla muy cerca de mi cuerpo -Tengo que seguir en esto, ahora mi vida tiene un nuevo rumbo y supuesto, todo habré desaparecerlo a mi modo, todo el dolor, toda la crueldad, el desamparo que provocan esos hijos del diablo… me toca ser asesino de las misma criaturas que cuando era un simple humano, quizás el método será lo único que habrá de ser cambiado- converse con el tono de voz un poco más controlado, lo notaba apagado, opaco pero muy confiado de aquello en lo que el habla estaba abordando -Todo ha terminado- en sus hombros mis manos ya estaban reposando, la tenía frente mío, con sus ojos verdes simulando ver todo con colores claros -El pasado ya no podrá hederme daño, porque yo se lo impediré con férrea mano- ella con timidez parecía querer hacer algo en mi saco -Puedes quedarte si así lo has pensado, esta Galería volverá a ser erigida, seremos dos querida mía, buscando el sentido y la paz a nuestros eternos días, aquí tendrás siempre la casa que te ha de mantener protegida durante el fastidioso día, así será hasta que marcharte tu decidas- insistí con seriedad impresa en lo que decía -Puedes quedarte en la Tierra de haz lo que quieras- y escrute su rostro a falta de respuestas, algo que su pensar me dijera.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
El corazón en ese momento se hizo añicos, cientos de cristales cayeron como gotas de lluvia durante otoño, vino uno a uno cada momento que pase con el cazador, desde el cotidiano hasta el más íntimo, desde el más feliz y la infeliz tragedia a la que lo orille al arrebatar la máscara de su rostro, ese fatídico momento en que firme mi sentencia, ese momento de pesadilla en que el lazo que alguna vez nos unió hoy estaba completamente roto.
Hasta ese momento yo no quise reconocerlo y a veces cuando lo pensaba lograba enfurecerme conmigo misma y desquitarme con mis víctimas, quizás fue el único momento en que me comportaba como The Phantom y no como yo misma, los mataba a todos por odio… por frustración, por la sombra que me aquejaba detrás mío desde mucho tiempo atrás, ese ser que sentía cerca pero nunca veía, por Leviathán, por su rostro, por querer retomar ciertas prácticas que puse como ideales a transformarme en este cadáver viviente.
-Lo sé- respondí sin verle, estaba de espalda a él, aferrada al filo del pequeño secreter con que contaba la reconstruida habitación –Es decir yo…- de pronto ya no hallaba las palabras adecuadas para decirle todo lo que sentía, todo lo que había pensado durante este tiempo donde nuestro distanciamiento se había hecho por demás evidente –Leviathán, esto llegó al final desde hace ya momentos atrás… lo supe desde el mismo momento en que recobraste el conocimiento la noche del seis de noviembre- hable lo mejor que pude, trate de aparentar la entereza que me hacía falta en las piernas para mantenerme en pie –El único inconveniente es que ninguno de los dos quería ceder en reconocerlo- me encogí de hombros, observando la noche a través de la ventana por encima del mueblecillo –Quizás sea el miedo a reconocer que hemos vuelto a quedar solos o la costumbre de tenernos de algún modo el uno al lado del otro- agregue con una mueca melancólica, ahora lo entendía con mirada más clara –La que debió terminar de la forma en que lo hiciste tú, debí ser yo… debí terminar bajo el ardiente yugo de las llamas- asentí, girando levemente para verle entre las sombras –Tu tenías más por delante que yo, eras humano todavía cuando la tortura del fuego te calcino esa piel que alguna vez yo acaricie… eras un vampiro que tendería a ser humano si yo..- negué entonces –No importa ya lo que hubieses sido, de cualquier forma tú tienes un algo que te impulsa a seguir aquí, tú has hecho lo correcto todo el tiempo, nada te aqueja, nada persigue y aunque nadie te espera ahora, para ti no es problema el vivir en soledad, ya estabas acostumbrado…- imperó un profundo silencio de manera breve y finalmente en medio de este junte todo el valor que me quedaba, arrastrándome entre pasos lentos hacia él, buscando el apoyo en los muebles que se iban cruzando en mi camino –Lo que quiero decir con esto- me removí un poco incomoda ante la culpa –Es que sea esta vida o la humana la que te hubiera deparado sabrías sobrellevarlo solo, yo no- confesé finalmente –Todo este tiempo estuve tocando los goznes de la muerte y esta nunca me contesto, nadie entiende que yo no tengo más que hacer aquí, que fue un error mi creación, yo no sé vivir en completa soledad, no puedo… como tampoco tengo la entereza para seguir adelante con tantas cadenas arrastras que impidiéndome el paso , se hacen más pesadas Leviathán y a veces me resultan insoportables, yo no estoy hecha para esta vida ni la pasada, tu si… no importa que encontrarás siempre una razón aceptable para continuar- alce mi mano preguntándome si podía acariciar aquella porcelana pálida y fría una vez más –Tu odio solo es el comienzo de lo que nos harás a todos- señale mientras seguía titubeando entre no tocarle o hacer lo contrario –Serás un vampiro asesino de vampiros… un inquisidor sin licencia de la Santa Sede, serás el bienhechor de los mortales y el malhechor entre los de sangre maldita, sé que matarás como cualquier vampiro pero en tu haber de victimas solo existirá gente impía… escoria, como aquellos de los que me salvaste la primera vez que nos vimos- decía pacientemente y como era de esperarse mis manos ya estaban en sus mejillas falsas, bultos de porcelana pintados de un rosado pálido y mortal que hacían perfecto juego con la sonrisa pintada, la eterna sonrisa que nunca igualaría a la verdadera cara de quien se escondía detrás, en mis palabras había cierta verdad, no era necesario conocerlo muy bien para saber lo que pensaba, era The Phantom en una distinta época y con un recelo parecido al de su creador pero a un tipo de criaturas distintas, el fantasma de París siempre mataría humanos, Leviathán siempre mataría vampiros, ambos de forma atroz y sin cinismo alguno, si alguna vez hubo una línea divisoria entre él y The Phantom, tras su transformación la había sobrepasado –Fue un placer conocerte- le dije, proporcionando un suave beso sobre la máscara, las lágrimas hicieron lo suyo comenzando a derramarse y para no causar más pena o vergüenza me pase de largo bruscamente a su lado al percatarme de ello, dirigiéndome hacia la puerta sostuve –Lo que has de hacer- tomando la perilla entre mi pálida mano –Hazlo ya, no te detengas- gire la perilla, el picaporte se retiró sin más y la puerta que daba al pasillo vacío y oscuro se abrió frente de mi –Tu sed no ha sido saciada- le advertí –Ni la de sangre humana, ni la eterna maldita… dejaste escapar a tu primera víctima, aunque quizás debas resolver el por qué en tu sopor y no ahora que todo te favorece- resolví –Corre Leviathán, corre ahora que los vampiros han despertado y no hagas distinción alguna esta vez, si me encuentras sabes bien lo que te corresponde hacer conmigo- me encogí de hombros, regresando mis orbes cristalinas a los dos hoyuelos de la máscara –Después de todo soy un demonio ¿No?-no contesto, la sombra parecía de espaldas porque la faz dejo de verse ante la vacilante luz de las estrellas que se asomaban por la ventana, percibí su silencio y el sonido de los animales de entonces por primera vez me resulto incomodo, quería callarlos a todos en ese preciso instante, pero me contuve, nadie tenía la culpa más que nosotros dos de lo que nos estaba sucediendo –Esta fue sin duda la conversación más corta que tuve contigo, pero todo se debe probablemente a que ya no hay más que decir cuando un lazo se rompe ¿Cierto?- regrese la mirada al frente, camine unos pasos saliendo de la habitación –Buena suerte enmascarado- media mueca se dibujó en mi rostro, el rastro del llanto lo limpiaba con las mangas que cubrían mi regazo al salir mientras la mano en libertad cerró la puerta poniendo el punto final a una historia de meses, escasos momentos que fueron el principio y el fin de una era para mi.
Hasta ese momento yo no quise reconocerlo y a veces cuando lo pensaba lograba enfurecerme conmigo misma y desquitarme con mis víctimas, quizás fue el único momento en que me comportaba como The Phantom y no como yo misma, los mataba a todos por odio… por frustración, por la sombra que me aquejaba detrás mío desde mucho tiempo atrás, ese ser que sentía cerca pero nunca veía, por Leviathán, por su rostro, por querer retomar ciertas prácticas que puse como ideales a transformarme en este cadáver viviente.
-Lo sé- respondí sin verle, estaba de espalda a él, aferrada al filo del pequeño secreter con que contaba la reconstruida habitación –Es decir yo…- de pronto ya no hallaba las palabras adecuadas para decirle todo lo que sentía, todo lo que había pensado durante este tiempo donde nuestro distanciamiento se había hecho por demás evidente –Leviathán, esto llegó al final desde hace ya momentos atrás… lo supe desde el mismo momento en que recobraste el conocimiento la noche del seis de noviembre- hable lo mejor que pude, trate de aparentar la entereza que me hacía falta en las piernas para mantenerme en pie –El único inconveniente es que ninguno de los dos quería ceder en reconocerlo- me encogí de hombros, observando la noche a través de la ventana por encima del mueblecillo –Quizás sea el miedo a reconocer que hemos vuelto a quedar solos o la costumbre de tenernos de algún modo el uno al lado del otro- agregue con una mueca melancólica, ahora lo entendía con mirada más clara –La que debió terminar de la forma en que lo hiciste tú, debí ser yo… debí terminar bajo el ardiente yugo de las llamas- asentí, girando levemente para verle entre las sombras –Tu tenías más por delante que yo, eras humano todavía cuando la tortura del fuego te calcino esa piel que alguna vez yo acaricie… eras un vampiro que tendería a ser humano si yo..- negué entonces –No importa ya lo que hubieses sido, de cualquier forma tú tienes un algo que te impulsa a seguir aquí, tú has hecho lo correcto todo el tiempo, nada te aqueja, nada persigue y aunque nadie te espera ahora, para ti no es problema el vivir en soledad, ya estabas acostumbrado…- imperó un profundo silencio de manera breve y finalmente en medio de este junte todo el valor que me quedaba, arrastrándome entre pasos lentos hacia él, buscando el apoyo en los muebles que se iban cruzando en mi camino –Lo que quiero decir con esto- me removí un poco incomoda ante la culpa –Es que sea esta vida o la humana la que te hubiera deparado sabrías sobrellevarlo solo, yo no- confesé finalmente –Todo este tiempo estuve tocando los goznes de la muerte y esta nunca me contesto, nadie entiende que yo no tengo más que hacer aquí, que fue un error mi creación, yo no sé vivir en completa soledad, no puedo… como tampoco tengo la entereza para seguir adelante con tantas cadenas arrastras que impidiéndome el paso , se hacen más pesadas Leviathán y a veces me resultan insoportables, yo no estoy hecha para esta vida ni la pasada, tu si… no importa que encontrarás siempre una razón aceptable para continuar- alce mi mano preguntándome si podía acariciar aquella porcelana pálida y fría una vez más –Tu odio solo es el comienzo de lo que nos harás a todos- señale mientras seguía titubeando entre no tocarle o hacer lo contrario –Serás un vampiro asesino de vampiros… un inquisidor sin licencia de la Santa Sede, serás el bienhechor de los mortales y el malhechor entre los de sangre maldita, sé que matarás como cualquier vampiro pero en tu haber de victimas solo existirá gente impía… escoria, como aquellos de los que me salvaste la primera vez que nos vimos- decía pacientemente y como era de esperarse mis manos ya estaban en sus mejillas falsas, bultos de porcelana pintados de un rosado pálido y mortal que hacían perfecto juego con la sonrisa pintada, la eterna sonrisa que nunca igualaría a la verdadera cara de quien se escondía detrás, en mis palabras había cierta verdad, no era necesario conocerlo muy bien para saber lo que pensaba, era The Phantom en una distinta época y con un recelo parecido al de su creador pero a un tipo de criaturas distintas, el fantasma de París siempre mataría humanos, Leviathán siempre mataría vampiros, ambos de forma atroz y sin cinismo alguno, si alguna vez hubo una línea divisoria entre él y The Phantom, tras su transformación la había sobrepasado –Fue un placer conocerte- le dije, proporcionando un suave beso sobre la máscara, las lágrimas hicieron lo suyo comenzando a derramarse y para no causar más pena o vergüenza me pase de largo bruscamente a su lado al percatarme de ello, dirigiéndome hacia la puerta sostuve –Lo que has de hacer- tomando la perilla entre mi pálida mano –Hazlo ya, no te detengas- gire la perilla, el picaporte se retiró sin más y la puerta que daba al pasillo vacío y oscuro se abrió frente de mi –Tu sed no ha sido saciada- le advertí –Ni la de sangre humana, ni la eterna maldita… dejaste escapar a tu primera víctima, aunque quizás debas resolver el por qué en tu sopor y no ahora que todo te favorece- resolví –Corre Leviathán, corre ahora que los vampiros han despertado y no hagas distinción alguna esta vez, si me encuentras sabes bien lo que te corresponde hacer conmigo- me encogí de hombros, regresando mis orbes cristalinas a los dos hoyuelos de la máscara –Después de todo soy un demonio ¿No?-no contesto, la sombra parecía de espaldas porque la faz dejo de verse ante la vacilante luz de las estrellas que se asomaban por la ventana, percibí su silencio y el sonido de los animales de entonces por primera vez me resulto incomodo, quería callarlos a todos en ese preciso instante, pero me contuve, nadie tenía la culpa más que nosotros dos de lo que nos estaba sucediendo –Esta fue sin duda la conversación más corta que tuve contigo, pero todo se debe probablemente a que ya no hay más que decir cuando un lazo se rompe ¿Cierto?- regrese la mirada al frente, camine unos pasos saliendo de la habitación –Buena suerte enmascarado- media mueca se dibujó en mi rostro, el rastro del llanto lo limpiaba con las mangas que cubrían mi regazo al salir mientras la mano en libertad cerró la puerta poniendo el punto final a una historia de meses, escasos momentos que fueron el principio y el fin de una era para mi.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: The land of make your will (Montserrat) "Los eternos" C. de Le due maschere della notte
Ya no me atreví a decir nada porque había mucho de verdad en sus palabras, simplemente mi sombra quedó estática frente a aquella muchacha, intentando discernir que era lo que había en mi alma , tratando de descifrar por que no empuñe el arma ¿Seria quizás por lo que algún día tuvimos en la cama? ¿Por la intimidad que compartimos entre las sábanas?, eso era lo que más preguntaba y lo único que con lógica sonaba, no había nadie quien me diera la respuesta adecuada y su mirada por mucho tiempo me fue negada , ella me daba la espalda, observando la noche por la ventana , contemplando como si fuera la última vez a esa noche estrellada que afuera aguardaba, pero además de aquello su mente algo pensaba, algo reflexionaba más allá de que aquella verdad pareció haberle quebrado el alma aunque no de la manera en que la esperaba puesto que no hubo de su parte tanto drama.
-Estuve tentado a quitarme la vida- retome la conversación con voz fría –Pero por mí mismo no podía, era más mi infeliz cobardía lo único que me detenía a no arrojarme bajo la luz del nuevo día y simplemente en un momento recordé que mi lucha todavía no termina y que los vampiros no merecen quitar más vidas, ellos son más prejuicios que los hombres, ellos simplemente se sienten dioses- expuse mis razones -¡Deidades inexistentes sin un gran poder aparente! ¡Solo son cadáveres! ¡Solo so muertos vivientes! ¡No son descendientes de la bíblica serpiente!- exclame de repente sintiendo en mi todo un torrente, furia parecía brotar rápidamente y todo el cuerpo me hacía estremecerme –Alguien debe ponerles en su sitio nuevamente- reclame e intente acercarme lentamente, pero me detuve de repente, cuando vi que ella volvía a mi directamente, no dije nada y escuche atentamente, su dolor era evidente aunque no sus ideas no eran claras visiblemente, lo que podía emanar de su mente podía ser confusiones de un pasado decadente, pero era el instinto quizás e que me decía que no debía detenerle, era el asesino de vampiros como ella le había llamado correctamente, él que le estaba viendo fijamente –Se lo merece- me decía aquel inconsciente, pero por otro extremo sabía que debía protegerle, era lo menos que podía hacer cuando conocía que ellos vendrían prontamente, los “Eternos”…. Sabia de ellos tanto como el resto de los cazadores que peleaban bajo mis órdenes en distintas y diversas regiones, ellos se autoproclamaron como los guardianes del orden que regía entre el mundo sobrenatural y los hombres, ni siquiera su raza creía que podían existir estas bestias, pero nosotros como cazadores conocíamos más allá de la leyenda, de hecho ellos eran mi comodín por si el fin era para mí… por eso hice publica la existencia de los vampiros a todo el victoriano París, ellos vendrían por el fantasma y verle morir, pero las cosas se habían salido del plan a seguir, aliados conseguí, yo perdí y en algún momento Cetanu, su líder nos vendría a perseguir… mis caídos desaparecieron el día en que la muerte sufrí, todos había huido de París y eso de alguna manera me tenía tranquilo, menos aquella mujer descendiente vampiro, era por ella y por el peligro que la reconstrucción de la galería la había manejado con absoluto sigilo, si esta noche pensaba matarla más allá del odio sentido era por salvarla de un cruel castigo que ella no tiene merecido, al fin la incógnita había resurgido.
-El placer ha sido todo mío- asentí dándome por vencido, tan pronto sentí la despedida cuando el beso de sus labios fue desprendido, me hubiera gustado el gesto haber respondido pero para aquel entonces ella de mi lado ya se había movido –Puedes quedarte, no habrás de importunarme- dije al instante antes de que se marchase, la puerta había oído abrirse, ella estaba por irse –La más corta durante un año y medio Montse- dije con respecto de la conversación y su corto contenido esa ocasión –Pero he de decirte que no debes cargar preocupación, sabes que asesinar es lo que hago mejor, más no puedo prometerte que contigo no haré distinción.. Eso… eso solo determinaré yo-, la máscara de su vista se retiró –Pero de algo estoy seguro esto no termino, esto no se acabó… seguiremos viéndonos nosotros dos- asentí y ella se marchó quedándome solo en la habitación.
Ojala la hubiese detenido… no supuse lo que después en su contra había cometido, una fogata a lo lejos durante el resto de la madrugada había percibido, supe que ella la había construido y que junto a ella lloraba todo lo que habíamos discutido, supe que su melancolía había resurgido, dejándola me fui a cazar hombres y vampiros… cuando regrese ya casi había amanecido y de su ausencia Teobaldo me dio el aviso, salí a buscarla con la amenaza del sol sobre el cuerpo mío, en el bosque la encontré entregándose al resplandor recién nacido, se estaba incinerando pero los ojos los tenia encendidos, en contra suya la quite del camino y la lleve a un seguro sitio, donde la trate con fastidio por lo que hizo, Teobaldo y yo curamos sus ojos distintos, la luz del sol no le había favorecido y sus orbes de otro color se habían convertido, la llevamos a reposar en su sopor y a lo noche siguiente supimos que la vista había perdido, -La más vulnerable y los eternos en camino- pensé entrando en su habitación ella se había ido, insistió noches después de que tenía que seguir su camino y aprender a vivir con su castigo, aun con él pendiente deje se marchase cada noche, con la condición de que regresará, de alguna forma de ella y de los otros vampiros debía tenerla vigilada.
-Estuve tentado a quitarme la vida- retome la conversación con voz fría –Pero por mí mismo no podía, era más mi infeliz cobardía lo único que me detenía a no arrojarme bajo la luz del nuevo día y simplemente en un momento recordé que mi lucha todavía no termina y que los vampiros no merecen quitar más vidas, ellos son más prejuicios que los hombres, ellos simplemente se sienten dioses- expuse mis razones -¡Deidades inexistentes sin un gran poder aparente! ¡Solo son cadáveres! ¡Solo so muertos vivientes! ¡No son descendientes de la bíblica serpiente!- exclame de repente sintiendo en mi todo un torrente, furia parecía brotar rápidamente y todo el cuerpo me hacía estremecerme –Alguien debe ponerles en su sitio nuevamente- reclame e intente acercarme lentamente, pero me detuve de repente, cuando vi que ella volvía a mi directamente, no dije nada y escuche atentamente, su dolor era evidente aunque no sus ideas no eran claras visiblemente, lo que podía emanar de su mente podía ser confusiones de un pasado decadente, pero era el instinto quizás e que me decía que no debía detenerle, era el asesino de vampiros como ella le había llamado correctamente, él que le estaba viendo fijamente –Se lo merece- me decía aquel inconsciente, pero por otro extremo sabía que debía protegerle, era lo menos que podía hacer cuando conocía que ellos vendrían prontamente, los “Eternos”…. Sabia de ellos tanto como el resto de los cazadores que peleaban bajo mis órdenes en distintas y diversas regiones, ellos se autoproclamaron como los guardianes del orden que regía entre el mundo sobrenatural y los hombres, ni siquiera su raza creía que podían existir estas bestias, pero nosotros como cazadores conocíamos más allá de la leyenda, de hecho ellos eran mi comodín por si el fin era para mí… por eso hice publica la existencia de los vampiros a todo el victoriano París, ellos vendrían por el fantasma y verle morir, pero las cosas se habían salido del plan a seguir, aliados conseguí, yo perdí y en algún momento Cetanu, su líder nos vendría a perseguir… mis caídos desaparecieron el día en que la muerte sufrí, todos había huido de París y eso de alguna manera me tenía tranquilo, menos aquella mujer descendiente vampiro, era por ella y por el peligro que la reconstrucción de la galería la había manejado con absoluto sigilo, si esta noche pensaba matarla más allá del odio sentido era por salvarla de un cruel castigo que ella no tiene merecido, al fin la incógnita había resurgido.
-El placer ha sido todo mío- asentí dándome por vencido, tan pronto sentí la despedida cuando el beso de sus labios fue desprendido, me hubiera gustado el gesto haber respondido pero para aquel entonces ella de mi lado ya se había movido –Puedes quedarte, no habrás de importunarme- dije al instante antes de que se marchase, la puerta había oído abrirse, ella estaba por irse –La más corta durante un año y medio Montse- dije con respecto de la conversación y su corto contenido esa ocasión –Pero he de decirte que no debes cargar preocupación, sabes que asesinar es lo que hago mejor, más no puedo prometerte que contigo no haré distinción.. Eso… eso solo determinaré yo-, la máscara de su vista se retiró –Pero de algo estoy seguro esto no termino, esto no se acabó… seguiremos viéndonos nosotros dos- asentí y ella se marchó quedándome solo en la habitación.
Ojala la hubiese detenido… no supuse lo que después en su contra había cometido, una fogata a lo lejos durante el resto de la madrugada había percibido, supe que ella la había construido y que junto a ella lloraba todo lo que habíamos discutido, supe que su melancolía había resurgido, dejándola me fui a cazar hombres y vampiros… cuando regrese ya casi había amanecido y de su ausencia Teobaldo me dio el aviso, salí a buscarla con la amenaza del sol sobre el cuerpo mío, en el bosque la encontré entregándose al resplandor recién nacido, se estaba incinerando pero los ojos los tenia encendidos, en contra suya la quite del camino y la lleve a un seguro sitio, donde la trate con fastidio por lo que hizo, Teobaldo y yo curamos sus ojos distintos, la luz del sol no le había favorecido y sus orbes de otro color se habían convertido, la llevamos a reposar en su sopor y a lo noche siguiente supimos que la vista había perdido, -La más vulnerable y los eternos en camino- pensé entrando en su habitación ella se había ido, insistió noches después de que tenía que seguir su camino y aprender a vivir con su castigo, aun con él pendiente deje se marchase cada noche, con la condición de que regresará, de alguna forma de ella y de los otros vampiros debía tenerla vigilada.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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