AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
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Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Las campanadas del reloj en el salón principal daban las doce y Darkness yacía acompañado por esa vampiresa de la que se había enamorado profundamente, no era la primera noche que le dejaba estar con él, desde que todo entre ellos se había hecho claro, Severaux tomó por decisión llevarla a su casa de Paris, en la que ni el mismo había puesto un pie los últimos mil años. En algún momento creyó que era el mejor refugio para mantenerla a salvo de los ojos persecutorios de los "Eternos", pues, aunque Cetanu había dado su palabra de no acercarse ni lastimarla, sabía que el rubio constantemente cambiaba de parecer, especialmente tratándose de él y quien lo rodeara; sin embargo no eran los únicos motivos por los que decidió mantenerla las noches allí y regresarla a casa del infeliz enmascarado antes del alba.
Ese vampiro que se portaba hostil en cuanto perturbaban su propio espacio ahora se mostraba dócil con ella teniéndola en brazos sentados tranquilamente en uno de los sillones más amplios de la estancia central de la planta baja, con las llamas de chimenea encendidas a fuego lento, mientras, las manos pálidas de ambos jugueteaban entre sí buscándose desesperadamente. Darkness se prestaba en ese intimo juego para que ella pudiese reposar en sus rodillas, mientras le leía algún libro que ella le pidiese de su biblioteca privada de la que Montserrat parecía haber tomado cariño especial sin que pudiese ver ninguno de los títulos replegados entre muros, libreros y torres en su residencia, ahora el antiguo solo vivía para complacerla hasta en el capricho más mínimo del cual solo era en contadas ocasiones en que ella lo hacía notar.
Pero había algo más que hacia que Severaux se comportase de aquella manera tan extraña, era la culpa... sentía tanto remordimiento por haber entregado a los que ella amaba tanto como a él. Si en un principio cuando acepto sin más remedio sus sentimientos hacia ella pensaba que no la merecía ahora las cosas eran peores, ahora que conocía lo que significaba cada uno de los que ella nombraba "caídos", sin embargo no podía cambiar de actitud con ella para no sembrar semillas de sospecha en su interior, al final el vampiro tenía miedo, un terror casi insoportable de perderla, por ello había decidido no confesar absolutamente nada y buscar él mismo los medios para salvarle la vida y la de los otros aunque fuese a costa de la suya.
El antiguo intentaba seguir dando lectura a la Divina Comedia, bloqueando inútilmente las palabras intercambiadas con uno de los miembros de la Orden de la Rosa Escarlata en el Vaticano, palabras que le dejaron pensando si era, después de todo, buena idea seguir manteniendo el secreto de "Los eternos" y la verdadera razón por la que había ofrecido sus servicios como guía en el sendero del Don Oscuro en un principio -¿Cómo voy a explicar todo esto? ¿Cómo, sin llegar a perderla?- se preguntaba con el mundo dándole vueltas y sintiendo el roce de las manos de la dama en las suyas, suspirando tranquila mientras mantenía los ojos cerrados -¿Cómo voy a explicaros que yo fui enviado para... y que luego yo... yo... caí rendido a vuestros pies?- el semblante del hombre cambió por uno de absoluta aflicción, la respiración aumentaba en él, haciéndole suponer que sus pulmones estallarían en breve –Montserrat- le llamó sin más deteniendo la lectura del noveno infierno -Sabéis que amo a vos, ¿cierto?- cuestionó con timidez, cerró el libro dejándolo de lado, sobre una vieja mesa de madero pulido al estilo antiguo que estaba cerca de su asiento. Aprovechando de aquella libertad acarició tiernamente el rostro de la joven que parecía sonreírle como cada noche al sentir su toque -¿Confiáis en mi?- y de su voz se desprendía un halo de destrozo interior que apenas parecía cargarlo por si mismo –Por favor- suplico en dulce susurro –Decidme que pase lo que pase no os alejareis de mi, decidme algo...- inquirió apartando sus manos de las mejillas de la dama, evitando verla una vez más.
Ese vampiro que se portaba hostil en cuanto perturbaban su propio espacio ahora se mostraba dócil con ella teniéndola en brazos sentados tranquilamente en uno de los sillones más amplios de la estancia central de la planta baja, con las llamas de chimenea encendidas a fuego lento, mientras, las manos pálidas de ambos jugueteaban entre sí buscándose desesperadamente. Darkness se prestaba en ese intimo juego para que ella pudiese reposar en sus rodillas, mientras le leía algún libro que ella le pidiese de su biblioteca privada de la que Montserrat parecía haber tomado cariño especial sin que pudiese ver ninguno de los títulos replegados entre muros, libreros y torres en su residencia, ahora el antiguo solo vivía para complacerla hasta en el capricho más mínimo del cual solo era en contadas ocasiones en que ella lo hacía notar.
Pero había algo más que hacia que Severaux se comportase de aquella manera tan extraña, era la culpa... sentía tanto remordimiento por haber entregado a los que ella amaba tanto como a él. Si en un principio cuando acepto sin más remedio sus sentimientos hacia ella pensaba que no la merecía ahora las cosas eran peores, ahora que conocía lo que significaba cada uno de los que ella nombraba "caídos", sin embargo no podía cambiar de actitud con ella para no sembrar semillas de sospecha en su interior, al final el vampiro tenía miedo, un terror casi insoportable de perderla, por ello había decidido no confesar absolutamente nada y buscar él mismo los medios para salvarle la vida y la de los otros aunque fuese a costa de la suya.
El antiguo intentaba seguir dando lectura a la Divina Comedia, bloqueando inútilmente las palabras intercambiadas con uno de los miembros de la Orden de la Rosa Escarlata en el Vaticano, palabras que le dejaron pensando si era, después de todo, buena idea seguir manteniendo el secreto de "Los eternos" y la verdadera razón por la que había ofrecido sus servicios como guía en el sendero del Don Oscuro en un principio -¿Cómo voy a explicar todo esto? ¿Cómo, sin llegar a perderla?- se preguntaba con el mundo dándole vueltas y sintiendo el roce de las manos de la dama en las suyas, suspirando tranquila mientras mantenía los ojos cerrados -¿Cómo voy a explicaros que yo fui enviado para... y que luego yo... yo... caí rendido a vuestros pies?- el semblante del hombre cambió por uno de absoluta aflicción, la respiración aumentaba en él, haciéndole suponer que sus pulmones estallarían en breve –Montserrat- le llamó sin más deteniendo la lectura del noveno infierno -Sabéis que amo a vos, ¿cierto?- cuestionó con timidez, cerró el libro dejándolo de lado, sobre una vieja mesa de madero pulido al estilo antiguo que estaba cerca de su asiento. Aprovechando de aquella libertad acarició tiernamente el rostro de la joven que parecía sonreírle como cada noche al sentir su toque -¿Confiáis en mi?- y de su voz se desprendía un halo de destrozo interior que apenas parecía cargarlo por si mismo –Por favor- suplico en dulce susurro –Decidme que pase lo que pase no os alejareis de mi, decidme algo...- inquirió apartando sus manos de las mejillas de la dama, evitando verla una vez más.
Darkness Severaux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/04/2015
Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Perdí la cuenta del tiempo que llevaba a su lado, sin embargo cada instante era un momento único, un minuto, una hora o una noche en que sin existir entre nosotros más que caricias poco comprometedoras y silenciosas conversaciones descubría con agrado que el amor que le profesaba cada vez acrecentaba más en mi pecho. Cierto que un principio después de sincerarnos habían existido algunos roces, pero Darkness siempre me buscaba para pedir disculpas, su lengua filosa no siempre era de ayuda y de vez en cuando resultaba ser muy hiriente, siempre que creía ser atacado, saltaba a su defensa sin medir palabra a palabra lo que decía. Lo mismo resultaba cuando lograba confundirme, desde que lo conocía siempre decía una cosa pero hacia otra completamente distinta.
Todavía no conocía mucho de él pese a que había pasado la mayoría de las madrugadas a su lado, mi amado Darkness seguía siendo un misterio para mí, cuestión que al final me generaba una gran ansiedad porque no sabía como dirigirme o de que hablar o no decir para no importunar nuestra paz mutua, a menudo pensaba que si, quizás, él se decidiese por contarme algo mínimo sobre su pasado sería más fácil nuestra vida y mi entendimiento, solo buscaba curarle las heridas más profundas que resguardaba tras esa capa de hombre frívolo y severo que siempre le caracterizaba.
A últimas fechas dejo de ser el vampiro hostil y arisco de siempre, todas sus costumbres de reserva parecieron venirse a bajo y conocer un poco más de su hogar. Aún podía recordar con nitidez la primera vez que puse un pie en su residencia, como en la noche del baile, Darkness me iba narrando la decoración y todo cuanto había piso por piso. El lugar era frío y húmedo pero todo lo compensaba las chimenea y el olor a libros viejos, para mi gran sorpresa el antiguo almacenaba grandes cantidades de todo tipo de textos y novelas de distintos géneros, adoré sentir las pastas duras de cada tomo y el cuero con el que estaban forrados, recuerdo haberle dicho que todo lo que nos rodeaba era hermoso aunque solo viese manchas dispersas. Él no se molestó como yo esperaba, dejo que mi curiosidad estuviese satisfecha dejándome palpar todo lo que encontraba a mi paso y al final de aquella noche lo encontré a él y su rostro serio que pronto se lleno de mis besos que no rechazó en ningún momento.
Con el pasar de las estaciones y los días me permitió tocarlo... sentirlo... dejando que estuviese dentro de su impenetrable circulo personal, como esta noche. Mi cabeza yacía recargada cómodamente en sus rodillas cubiertas por su larga vestimenta oscura de costumbre, mientras, mis manos le buscaban ansiosas y poco me importaba el metal que suplantaba a una de ellas, a falta de una visión clara suya necesitaba reconocerlo y sentirlo por otro medio. Al mismo tiempo cerraba mis ojos para dejarme llevar por su plausible y lúgubre voz que se hacia resonar en cada rincón de mi memoria, adoraba su acento de antaño al hablar, ese quedaba aun más realismo a la lectura de Dante.
No había dudas, cada segundo lo amaba más que nunca, y la imagen inmaculada que veía de él era muy distinta a los que otros y él mismo me contaban, los ojos del alma pueden ser un caudal de transparencias y verdades nítidas, ellos tenían la capacidad de ver más allá de lo que los sentidos tenían permitido de manera superficial.
Regresando al momento mi paz se vio interrumpida por su brusquedad, había interrumpido la lectura, el aire que desprendía no me gustaba en nada, meditabundo, dolido y tal vez preocupado, me preguntaba por cosas que nunca pensé que fuera a escucharlas de sus labios, fruncí el ceño intentando buscar el porque de sus preguntas sin llegar a una conclusión que me dejará del todo satisfecha, métodos como ese y o como el baile lo fue en su momento, solo auguraban presagios catastróficos, la primera vez el iba abandonarme y ahora... ¿Pensaba hacerlo de nuevo? -Darkness te amo y lo sabes bien- respondí entonces incorporándome para intentar ver su borrosa silueta –Siempre que estoy cerca de ti siento que mi corazón late más de lo que pueda soportar- sonreí al encontrarlo, le contemple como si realmente pudiese hacerlo bien -Mi vida, te adoro y eres todo para mí... ¿Entiendes lo quiero decirte con esto?- interrogué desesperada -Así fuera al fin del mundo o fueses un asesino como The Phantom yo te seguiría amando, iría a donde quiera que fueras, nunca te dejaría, me moriría si lo hago- agregue mientras lo sentía cada vez más próximo a mi rostro -¿Por qué actúas tan raro?, tú y mi padre lo hacen ¿Sucede algo que yo no sepa?- no obtuve respuesta, su silencio empezaba a preocuparme.
Todavía no conocía mucho de él pese a que había pasado la mayoría de las madrugadas a su lado, mi amado Darkness seguía siendo un misterio para mí, cuestión que al final me generaba una gran ansiedad porque no sabía como dirigirme o de que hablar o no decir para no importunar nuestra paz mutua, a menudo pensaba que si, quizás, él se decidiese por contarme algo mínimo sobre su pasado sería más fácil nuestra vida y mi entendimiento, solo buscaba curarle las heridas más profundas que resguardaba tras esa capa de hombre frívolo y severo que siempre le caracterizaba.
A últimas fechas dejo de ser el vampiro hostil y arisco de siempre, todas sus costumbres de reserva parecieron venirse a bajo y conocer un poco más de su hogar. Aún podía recordar con nitidez la primera vez que puse un pie en su residencia, como en la noche del baile, Darkness me iba narrando la decoración y todo cuanto había piso por piso. El lugar era frío y húmedo pero todo lo compensaba las chimenea y el olor a libros viejos, para mi gran sorpresa el antiguo almacenaba grandes cantidades de todo tipo de textos y novelas de distintos géneros, adoré sentir las pastas duras de cada tomo y el cuero con el que estaban forrados, recuerdo haberle dicho que todo lo que nos rodeaba era hermoso aunque solo viese manchas dispersas. Él no se molestó como yo esperaba, dejo que mi curiosidad estuviese satisfecha dejándome palpar todo lo que encontraba a mi paso y al final de aquella noche lo encontré a él y su rostro serio que pronto se lleno de mis besos que no rechazó en ningún momento.
Con el pasar de las estaciones y los días me permitió tocarlo... sentirlo... dejando que estuviese dentro de su impenetrable circulo personal, como esta noche. Mi cabeza yacía recargada cómodamente en sus rodillas cubiertas por su larga vestimenta oscura de costumbre, mientras, mis manos le buscaban ansiosas y poco me importaba el metal que suplantaba a una de ellas, a falta de una visión clara suya necesitaba reconocerlo y sentirlo por otro medio. Al mismo tiempo cerraba mis ojos para dejarme llevar por su plausible y lúgubre voz que se hacia resonar en cada rincón de mi memoria, adoraba su acento de antaño al hablar, ese quedaba aun más realismo a la lectura de Dante.
No había dudas, cada segundo lo amaba más que nunca, y la imagen inmaculada que veía de él era muy distinta a los que otros y él mismo me contaban, los ojos del alma pueden ser un caudal de transparencias y verdades nítidas, ellos tenían la capacidad de ver más allá de lo que los sentidos tenían permitido de manera superficial.
Regresando al momento mi paz se vio interrumpida por su brusquedad, había interrumpido la lectura, el aire que desprendía no me gustaba en nada, meditabundo, dolido y tal vez preocupado, me preguntaba por cosas que nunca pensé que fuera a escucharlas de sus labios, fruncí el ceño intentando buscar el porque de sus preguntas sin llegar a una conclusión que me dejará del todo satisfecha, métodos como ese y o como el baile lo fue en su momento, solo auguraban presagios catastróficos, la primera vez el iba abandonarme y ahora... ¿Pensaba hacerlo de nuevo? -Darkness te amo y lo sabes bien- respondí entonces incorporándome para intentar ver su borrosa silueta –Siempre que estoy cerca de ti siento que mi corazón late más de lo que pueda soportar- sonreí al encontrarlo, le contemple como si realmente pudiese hacerlo bien -Mi vida, te adoro y eres todo para mí... ¿Entiendes lo quiero decirte con esto?- interrogué desesperada -Así fuera al fin del mundo o fueses un asesino como The Phantom yo te seguiría amando, iría a donde quiera que fueras, nunca te dejaría, me moriría si lo hago- agregue mientras lo sentía cada vez más próximo a mi rostro -¿Por qué actúas tan raro?, tú y mi padre lo hacen ¿Sucede algo que yo no sepa?- no obtuve respuesta, su silencio empezaba a preocuparme.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Era indigno de tenerla, ella lo amaba ingenuamente, se entregaba al hombre equivocado aunque aún no habían pasado al gozo de lo carnal... el era un miserable que no merecía tener por compañía a esa alma tan cristalina. Cuantas veces después de admitir y dejar fluir sus sentimientos a través de él no intento y pensó en una manera de alejarla, por ello siempre habían roces, peleas y discusiones. El vampiro era un maestro para herir sin el uso de las armas físicas, por eso más allá de sentirse atacado hacía todo aquel teatro para lastimarla lo suficiente como para que considerase marcharse para siempre de su lado, el problema era, que cuando lo conseguía no soportaba ni una hora alejado de ella, simplemente su mente se encargaba de su mortífero trabajo al mostrarle una y otra vez las imágenes nítidas de sus expresiones, de su desconcierto, de la sangre transparente del alma resbalándose por las suaves mejillas de esa mujer, por lo que juntaba a lo largo de una madrugada de caza el suficiente valor para ir e implorarle perdón, pidiéndole humildemente regresase con él, situación que ella aceptaba al instante, volviendo la vida a su rostro y la sonrisa a sus labios. El adoraba verla sonreír, era para el inmortal su pan nuestro de cada noche y el único deleite que podía devolverle un poco de importancia dentro del mundo al que había renunciado siglos atrás. Pero sin saberlo ahora le estaba hundiendo por completo la daga en la herida, cuanta miel en sus palabras y cuanto veneno hubo en sus actos, se sentía un completo idiota al haberse dejado llevar por un rencor infundado por la persona en la que menos debió de haber confiado en un principio. A la par que se sentía fuerte también parecía un alma impotente ¿Cómo demonios iba impedir que toda una orden no diera con ellos antes del día estipulado para el contrataque a los "Eternos"?.
-Montserrat- le llamó con un soplido rígido -A mi no me pasa absolutamente nada, como siempre deben ser imaginaciones vuestras- corrigió aclarando su voz prontamente antes de que esta le delatará de nueva cuenta –Vuestro padre actúa raro quizá porque no pudo protegeros cuando solo erais una niña... intenta enmendar errores- respondí severamente -Ahora- agregó tras un suspiro -Quizás deberíais recordar que los... las parejas acostumbran preguntarse cosas como aquella todo el tiempo, en el amor, mortales y monstruos suelen comportarse de la misma forma, deberíais tenerlo en cuenta siempre- inquirió en un intento por aconsejar sabiamente -Aún tenéis muchas cosas que aprender sobre este tipo de temas niñita- pronunció con desprecio.
-Y yo.. simplemente me preocupo por vos, eres mi responsabilidad... necesito asegurarme de que estais a salvo siempre, no soportaría perderos de ninguna manera ¿Me entendéis?- agregó poco después el milenario con aire ofendido –Esa es mi forma de amarte, pero si tanto os molesta, podeís sugerir algo mejor- gruño irritado, deteniendo la cercanía en la que pensó volverla a tener presa entre sus brazos -¿Sentís algo aún por... por... ese infeliz?- pregunto desdeñando rabia.
-Montserrat- le llamó con un soplido rígido -A mi no me pasa absolutamente nada, como siempre deben ser imaginaciones vuestras- corrigió aclarando su voz prontamente antes de que esta le delatará de nueva cuenta –Vuestro padre actúa raro quizá porque no pudo protegeros cuando solo erais una niña... intenta enmendar errores- respondí severamente -Ahora- agregó tras un suspiro -Quizás deberíais recordar que los... las parejas acostumbran preguntarse cosas como aquella todo el tiempo, en el amor, mortales y monstruos suelen comportarse de la misma forma, deberíais tenerlo en cuenta siempre- inquirió en un intento por aconsejar sabiamente -Aún tenéis muchas cosas que aprender sobre este tipo de temas niñita- pronunció con desprecio.
-Y yo.. simplemente me preocupo por vos, eres mi responsabilidad... necesito asegurarme de que estais a salvo siempre, no soportaría perderos de ninguna manera ¿Me entendéis?- agregó poco después el milenario con aire ofendido –Esa es mi forma de amarte, pero si tanto os molesta, podeís sugerir algo mejor- gruño irritado, deteniendo la cercanía en la que pensó volverla a tener presa entre sus brazos -¿Sentís algo aún por... por... ese infeliz?- pregunto desdeñando rabia.
Darkness Severaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
-¡No!- conteste al instante en que intuí lo que me insinuaba –No Darkness ¿Por qué tienes que ser tan dramático en ocasiones?- brame dolida –Al que amo es a ti y a además una cosa no tiene que ver con la otra- reclame cruzándome de brazos -Leviathán me odia y creo que el sentir de los dos es mutuo, si algo le gustaría con seguridad a ese cazador es verme muerta en la menor oportunidad, mientras que tú... tú- inspire, suplicando por todos los santos que el humor regresará a su habitual calma para los dos, últimamente y después de que vio al cazador, Severaux parecía dudar hasta de su propia sombra, más de una vez me dijo que el sujeto no le daba buena espina en ningún sentido para con ninguno de los "caídos", pero conmigo era aún más cauteloso –Tu me has hecho muy feliz Darkness, me has hecho probar cosas que jamás creí poder experimentar... reviviste mi corazón a pulso y curaste mis heridas de forma en que tu no te puedes llegar si quiera a imaginar- guarde silencio por breves instantes, sus palabras seguían volando en el limbo de los recuerdos, tratando de encontrar alguna cabida en mi memoria –Quizás ignore mucho sobre esas cosas... como tu lo has dicho- pronuncie bajando la cabeza y toda mirada -Pero estoy segura de lo que siento y te amo así, con todos tus defectos y tus virtudes... ¡Oh Darkness! si tan solo pudieras verte como yo lo hago aquí y aquí- señalaba con brusquedad mi pecho y mi cabeza -Sabrías tanto- recobre la compostura y me puse en pie, si él había interrumpido su lejanía por incomodidad yo no lo volvería a tocar hasta que el me lo pidiese, en ese estado podía ser peligroso, aún dudaba de cuanto control podía tener de su mal carácter hacia conmigo. Preferí no arriesgarme.
Escuchando el sonido del fuego dentro de la chimenea, me guie con la mano palpando los objetos a mi alrededor hasta encontrar un punto alejado de él. Hasta ese momento mis parpados permanecieron rígidos, como si alguien me hubiese quitado la posibilidad de volver a cerrarlos, las manchas eran difusas pero lo suficientemente claras para advertirme que delante de mí seguía todo completamente despajado por si necesitaba huir –Darkness a mi me gusta esa manera tan tuya de hacer todo aquello que llena mi eternidad con algún sentido que ya creía perdido- asentí levemente –Me gusta mucho mi eterno guía severo, duro y frio, pero que a la vez es tan inteligente y valiente- me volví como si la vista hubiese regresado –Yo solo... bueno.... es que, solo quería decirte que tu y mi padre actúan de manera extraña en ustedes, pero pueden ser imaginaciones mías tal vez- me encogí de hombros –Todo este asunto de alguien tras de nosotros es demasiado para mí, me preocupan todos incluyéndote a ti, tu que eres todo y lo que menos deseo perder- callé, unos cuantos pasos más y volví a parar, él se acercaba.
Retrocedí asustada por la firmeza de su paso –Puedo irme, si es lo que deseas... creo que todos estamos algo alterados y en algunos eso puede... puede- sentí su toque y esa clase de fuego que quemaba mi interior de una forma vacía de misericordia, era algo extraño que me hacia estremecer y olvidar lo que tenía planeado decir, nada tenía coherencia cuando él lo hacia –Darkness, ni amor- susurré al oído del inmortal cuando me tuvo presa por las caderas envueltas en mi vestido de un gris como los cielos nublados de Londres –Te amo... te amo- en secreto mi corazón era entregado y mis sentimientos eran revelados.
Escuchando el sonido del fuego dentro de la chimenea, me guie con la mano palpando los objetos a mi alrededor hasta encontrar un punto alejado de él. Hasta ese momento mis parpados permanecieron rígidos, como si alguien me hubiese quitado la posibilidad de volver a cerrarlos, las manchas eran difusas pero lo suficientemente claras para advertirme que delante de mí seguía todo completamente despajado por si necesitaba huir –Darkness a mi me gusta esa manera tan tuya de hacer todo aquello que llena mi eternidad con algún sentido que ya creía perdido- asentí levemente –Me gusta mucho mi eterno guía severo, duro y frio, pero que a la vez es tan inteligente y valiente- me volví como si la vista hubiese regresado –Yo solo... bueno.... es que, solo quería decirte que tu y mi padre actúan de manera extraña en ustedes, pero pueden ser imaginaciones mías tal vez- me encogí de hombros –Todo este asunto de alguien tras de nosotros es demasiado para mí, me preocupan todos incluyéndote a ti, tu que eres todo y lo que menos deseo perder- callé, unos cuantos pasos más y volví a parar, él se acercaba.
Retrocedí asustada por la firmeza de su paso –Puedo irme, si es lo que deseas... creo que todos estamos algo alterados y en algunos eso puede... puede- sentí su toque y esa clase de fuego que quemaba mi interior de una forma vacía de misericordia, era algo extraño que me hacia estremecer y olvidar lo que tenía planeado decir, nada tenía coherencia cuando él lo hacia –Darkness, ni amor- susurré al oído del inmortal cuando me tuvo presa por las caderas envueltas en mi vestido de un gris como los cielos nublados de Londres –Te amo... te amo- en secreto mi corazón era entregado y mis sentimientos eran revelados.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Evidente fue el hecho de que era la decima vez , si es que se podían enumerar las ocasiones en las que su lengua sin ataduras la lastimaba y la hería profundamente. Esa simple e insignificante acción era la culpable de su pronta lejanía. Ella, al menos en eso sabía lastimarlo de manera inconsciente, sus ojos no podía ver con totalidad sus escasos y disimulados rasgos de dolor que lograban dibujarse en el seco y severo gesto del vampiro, sin saberlo con aquello le estaba castigando de maneras que ella tampco podía llegar a imaginar.
Contempló el fino talle de su cadera, ese gesto delicado y lleno de gracia con el que se movía la falda gris del vestido mientras ella caminaba lo suficiente para alejarse de su conocido carácter volátil, esa brusquedad con la que se parto rompió el encanto que le tenía sin habla. En ese momento el vampiro solo quiso levantarse y ayudarla a caminar, pero sabía que ella lo rechazaría .Esa mujer era contrastante, dependía en algunas cosas pero en el resto era completamente independiente, gozando de su plena libertad para caminar por donde se le diera en gana.
A veces olvidaba que ella ya no era la neófita ingenua que alguna vez conoció en los bosques y en otras ocasiones era su amor profesado de manera tan ciega lo que le imposibilitaba pensar con sensatez. Él estaba educado a una forma de amar distinta, en el medievo era la mujer siempre custodiada y cuidada por su hombre, asumiendo la responsabilidad de ella, sin llegar aún a la intimidad propia de las sábanas y los cuerpos en completa desnudez. El milenario en ocasiones sentía vergüenza de seguir con aquellas costumbres tan arraigadas, sabía perfectamente que en ocasiones llegaba a incomodarla aunque ella lo negara.
Pero fueron sus manos que decidieron por si solas tomar la iniciativa de alzarse y alcanzarla, venciendo a la razón misma de su cabeza, tomaron su talle rodeándolo con una necesidad basta y desesperada que las palabras quizás no alcanzan a describir. Lentamente y sin obligarla fue acercándola hacia él –Lo siento- expresó dolorosamente sin atreverse aún a mirarla a la cara -Lo siento, siempre consigo lastimaros- cerro los ojos, hundiendo su nariz en los cabellos lacios de la vampiresa castaña, absorbiendo su fragancia a la que últimamente se había vuelto adicto.
En el siguiente tiempo ninguno de los dos dijo nada más, el abrazo finalmente había sido correspondido y como siempre Montserrat pendía de él sin llegar a derribarlo. A Darkness eso no le importaba ya, a la larga aquella mujer había sido la única capz de romper todo tipo de barreras con él, ella se había ganado el derecho de tocarlo, de acompañarlo y de poder estar dentro de su espacio. Ese espacio que de vez en cuando necesitaba que ella lo rompiera con la facilidad de siempre. Necesitaba sentirla , tenía que aferrarse de algo que lo mantuviera en el suelo firme, que le hiciera sentir parte de ese siglo, de ese momento, en vez de ser solo una mancha indeleble y poco visible que había dejado el tiempo a su paso.
Ese silencio que se profundizo como un hoyo negro entre los dos, solo podía significar una cosa, Darkness estaba pensando penosamente, decidiendo el mejor camino para los dos.Reflexionaba y hacia revivir las memorias de las innumerables veces en que la soledad le daba más pesares que alegrías, recordó que al principio, cuando se separó de Cetanu, él era con seguridad el vampiro más feliz que podía existir, amaba la soledad, se juraba así mismo que siempre su vida transcurriría sin más compañía que sus errores y sus sufrimientos, se decía que no necesitaba de nadie y se convencía cada que tenía el privilegio de encontrarse con uno que otro menos anciano que él. Darkness solía observarlos y admirar con alivio que ellos vivían en plenitud en completa soledad. Las noches heladas de muchos años las pasó entre la caza y la platica con su esposa, a esa bendita mujer a la que le prometía no amaría a nadie más que ella, sin embargo con el tiempo las cosas fueron tomando un curso distinto y los siguientes siglos se hicieron más pesados a medida que avanzaban, ya nada era paz ni aparente tranquilidad, por fuera jamás mostró los signos de su corazón afligido y cansado de esperar que su dueño se dignará a acoger a alguien más. Darkness, al sentir el derrumbe de su interior, buscó consuelo con mujeres de la noche, pero muy pronto comprendió que su necesidad no era sexo sino algo más complejo y profundo que eso. Pasaron otros siglos más y entonces la encontró.
Paradójico era el destino, la mujer que más debería haber odiado era la que más amaba y adoraba al grado de desfallecer y la que sin saberlo siempre estuvo esperando.
Una voz a la lejanía lo saco de sus pensamientos, las caricias se dejaron sentir en su rostro una y otra vez durante un tiempo corto. Severaux podía sentir en el entrecejo un gesto de aflicción y amargura infinitas –¿Decíais?- respondió por instinto más que por raciocinio. Sintió a Montserrat aferrada de su traje negro como el cielo de las madrugadas desprovistas de estrellas y él aferrado a sus caderas, rodeándola con fuerza como evitando un posible escape, mismo, que él sabia seria inevitable. Según el antiguo lo mejor era separase, decirse adiós y enfrentarse en el futuro como enemigos.
-Montserrat- pronunció su nombre lo más frívolo y seco que le fue posible, sabiendo de antemano que empezaba a herirla de nueva cuenta –Tengo que hablar con vos, deseando que me escucheis bien- la aparto de si con todo el dolor de su alma, sintiendo el frio de milenios –No podemos continuar juntos, no es lo correcto, esto no puede ser...- pasó saliva, la expresión de dolor y desconcierto de ella le estaba haciendo desistir de su decisión, por lo que la empujo con brusquedad como la primera noche en que se conocieron para darle la espalda después -Vete- ordeno con seriedad que intentaba maquillar su dolor.
Contempló el fino talle de su cadera, ese gesto delicado y lleno de gracia con el que se movía la falda gris del vestido mientras ella caminaba lo suficiente para alejarse de su conocido carácter volátil, esa brusquedad con la que se parto rompió el encanto que le tenía sin habla. En ese momento el vampiro solo quiso levantarse y ayudarla a caminar, pero sabía que ella lo rechazaría .Esa mujer era contrastante, dependía en algunas cosas pero en el resto era completamente independiente, gozando de su plena libertad para caminar por donde se le diera en gana.
A veces olvidaba que ella ya no era la neófita ingenua que alguna vez conoció en los bosques y en otras ocasiones era su amor profesado de manera tan ciega lo que le imposibilitaba pensar con sensatez. Él estaba educado a una forma de amar distinta, en el medievo era la mujer siempre custodiada y cuidada por su hombre, asumiendo la responsabilidad de ella, sin llegar aún a la intimidad propia de las sábanas y los cuerpos en completa desnudez. El milenario en ocasiones sentía vergüenza de seguir con aquellas costumbres tan arraigadas, sabía perfectamente que en ocasiones llegaba a incomodarla aunque ella lo negara.
Pero fueron sus manos que decidieron por si solas tomar la iniciativa de alzarse y alcanzarla, venciendo a la razón misma de su cabeza, tomaron su talle rodeándolo con una necesidad basta y desesperada que las palabras quizás no alcanzan a describir. Lentamente y sin obligarla fue acercándola hacia él –Lo siento- expresó dolorosamente sin atreverse aún a mirarla a la cara -Lo siento, siempre consigo lastimaros- cerro los ojos, hundiendo su nariz en los cabellos lacios de la vampiresa castaña, absorbiendo su fragancia a la que últimamente se había vuelto adicto.
En el siguiente tiempo ninguno de los dos dijo nada más, el abrazo finalmente había sido correspondido y como siempre Montserrat pendía de él sin llegar a derribarlo. A Darkness eso no le importaba ya, a la larga aquella mujer había sido la única capz de romper todo tipo de barreras con él, ella se había ganado el derecho de tocarlo, de acompañarlo y de poder estar dentro de su espacio. Ese espacio que de vez en cuando necesitaba que ella lo rompiera con la facilidad de siempre. Necesitaba sentirla , tenía que aferrarse de algo que lo mantuviera en el suelo firme, que le hiciera sentir parte de ese siglo, de ese momento, en vez de ser solo una mancha indeleble y poco visible que había dejado el tiempo a su paso.
Ese silencio que se profundizo como un hoyo negro entre los dos, solo podía significar una cosa, Darkness estaba pensando penosamente, decidiendo el mejor camino para los dos.Reflexionaba y hacia revivir las memorias de las innumerables veces en que la soledad le daba más pesares que alegrías, recordó que al principio, cuando se separó de Cetanu, él era con seguridad el vampiro más feliz que podía existir, amaba la soledad, se juraba así mismo que siempre su vida transcurriría sin más compañía que sus errores y sus sufrimientos, se decía que no necesitaba de nadie y se convencía cada que tenía el privilegio de encontrarse con uno que otro menos anciano que él. Darkness solía observarlos y admirar con alivio que ellos vivían en plenitud en completa soledad. Las noches heladas de muchos años las pasó entre la caza y la platica con su esposa, a esa bendita mujer a la que le prometía no amaría a nadie más que ella, sin embargo con el tiempo las cosas fueron tomando un curso distinto y los siguientes siglos se hicieron más pesados a medida que avanzaban, ya nada era paz ni aparente tranquilidad, por fuera jamás mostró los signos de su corazón afligido y cansado de esperar que su dueño se dignará a acoger a alguien más. Darkness, al sentir el derrumbe de su interior, buscó consuelo con mujeres de la noche, pero muy pronto comprendió que su necesidad no era sexo sino algo más complejo y profundo que eso. Pasaron otros siglos más y entonces la encontró.
Paradójico era el destino, la mujer que más debería haber odiado era la que más amaba y adoraba al grado de desfallecer y la que sin saberlo siempre estuvo esperando.
Una voz a la lejanía lo saco de sus pensamientos, las caricias se dejaron sentir en su rostro una y otra vez durante un tiempo corto. Severaux podía sentir en el entrecejo un gesto de aflicción y amargura infinitas –¿Decíais?- respondió por instinto más que por raciocinio. Sintió a Montserrat aferrada de su traje negro como el cielo de las madrugadas desprovistas de estrellas y él aferrado a sus caderas, rodeándola con fuerza como evitando un posible escape, mismo, que él sabia seria inevitable. Según el antiguo lo mejor era separase, decirse adiós y enfrentarse en el futuro como enemigos.
-Montserrat- pronunció su nombre lo más frívolo y seco que le fue posible, sabiendo de antemano que empezaba a herirla de nueva cuenta –Tengo que hablar con vos, deseando que me escucheis bien- la aparto de si con todo el dolor de su alma, sintiendo el frio de milenios –No podemos continuar juntos, no es lo correcto, esto no puede ser...- pasó saliva, la expresión de dolor y desconcierto de ella le estaba haciendo desistir de su decisión, por lo que la empujo con brusquedad como la primera noche en que se conocieron para darle la espalda después -Vete- ordeno con seriedad que intentaba maquillar su dolor.
Darkness Severaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Trate de caminar lo más alejada que pude de su cercanía, odiaba la energía que lograba emanar cuando se enfurecía, era tan asfixiante sentirlo de aquella manera que llegaba a mi la fastidiosa idea de que quizás algún día podía tornar la agresividad con la que él me había tratado en un principio, por lo que tomando precauciones siempre me retiraba antes de que hiciera o pronunciara algo de lo cual se arrepintiera después.
Aunque el camino era turbulento y borroso sabia distinguir los obstáculos que había a mi alrededor, Darkness me había enseñado tanto que parecía por un breve instante que me habían devuelto la vista. A menudo me enseñaba a palpar las cosas hasta que su figura quedará totalmente impresa en mi mente, al igual que los colores y las texturas que pronto volvieron a las palmas de mis manos los ojos perfectos ante el mundo físico que me rodeaba. A la vez, también me había mostrado un modo de descifrar sus silencios, él solía tomar mi mano y colocarla en su pálido rostro, el cual, me dictaba sus pensamientos más confusos con un si o un no, pero hasta el momento nada de eso había acontecido todavía y eso lo era lo que me provocaba en aquellos momentos un oleaje violento en el alma de extremado terror.
Era paradójico pensar de la manera en que lo hacia, pero Darkness era de entre todos los seres uno de los más complicados e indescifrables, llevaba el suficiente tiempo de conocerlo y sin embargo en muchas de las cosas que concernían con su pasado y su presente no conocía absolutamente nada. En ocasiones podía malinterpretar sus silencios y quizás lo debía al intenso sentimiento que me embargaba el pecho y estaba completamente segura que él a mí, pero por algún motivo inexplicable sentía el temor de que lo perdería, era la misma sensación que me desgarró la noche del baile. Él mismo reconoció más tarde que su idea principal era abandonarme, pero que no podía... nunca lo había oído tan sincero y tan afligido, después simplemente volvió a cerrarse sin decirme las razones que lo impulsaron a tomar aquella decisión, no podía quejarme en ese entonces ni otras tantas en que intentaba hacer lo mismo, ya era todo un logro que si quiera me confesase que planeó hacerlo de nueva cuenta.
Por eso cuando me sentí presa entre sus brazos, fue casi por instinto el querer aferrarme de su traje fuertemente mientras una melosa dulzura colmaba el miedo al enterrar su nariz y sus labios entre mi cabello, amaba sentir su aliento tan cerca mío, que hacia de todo porque lo hiciera con frecuencia. Allí me sentía amada y acompañada por alguien en quien confiaba ciegamente, él no era como los demás... simplemente no podía ser como el resto de los hombres que se habían cruzado en mi camino, lo tenía tan aferrado a mi pensando que de esa manera podía evitar su escape. El pensaba irse otra vez, de eso estaba segura, ese maldito silencio me lo decía a gritos sordos.
-Darkness ¿Qué te sucede?- preguntaba -¿Darkness?, contéstame mi amor- insistía con desesperación -¿Qué tienes?- intentaba interrumpir su silencio a como diese lugar, pero él estaba ido, fuera de nuestro mundo, fuera de todo momento hasta que regreso de una manera brusca que no tardo en expresar, ni siquiera me dejo responder a su pregunta, cuando me dio el tiro de gracia con una sola palabra -¿Qué?- le pregunte sin poder creer lo que me decía, terminar... pero ¿Por qué? -¿Qué te he hecho?- pronuncie mientras sentí su lejanía, la mancha frente de mi se alejaba, prohibiéndome observar sus ojos profundos y marrones –¿Porque siempre buscas una excusa para apartarme de tu lado?- insistí en querer saber, caminaba torpe de regreso hacia él, sin importarme si tiraba por accidente las cosas que estaban a mi paso, si me golpeaba con la moldura del sillón o con la mesita que no pudo soportar la fuerza a mi paso y tambaleante tiro los libros al piso -¿Qué demonios te ocurre?, yo no me voy de aquí hasta que me des una explicación- exigí -Primero pones de pretexto lo que hubo entre Leviathán y yo y después... a la nada.... no te entiendo- comente afligida –Dime algo... y sé franco ¿Me amas o no?-.
Aunque el camino era turbulento y borroso sabia distinguir los obstáculos que había a mi alrededor, Darkness me había enseñado tanto que parecía por un breve instante que me habían devuelto la vista. A menudo me enseñaba a palpar las cosas hasta que su figura quedará totalmente impresa en mi mente, al igual que los colores y las texturas que pronto volvieron a las palmas de mis manos los ojos perfectos ante el mundo físico que me rodeaba. A la vez, también me había mostrado un modo de descifrar sus silencios, él solía tomar mi mano y colocarla en su pálido rostro, el cual, me dictaba sus pensamientos más confusos con un si o un no, pero hasta el momento nada de eso había acontecido todavía y eso lo era lo que me provocaba en aquellos momentos un oleaje violento en el alma de extremado terror.
Era paradójico pensar de la manera en que lo hacia, pero Darkness era de entre todos los seres uno de los más complicados e indescifrables, llevaba el suficiente tiempo de conocerlo y sin embargo en muchas de las cosas que concernían con su pasado y su presente no conocía absolutamente nada. En ocasiones podía malinterpretar sus silencios y quizás lo debía al intenso sentimiento que me embargaba el pecho y estaba completamente segura que él a mí, pero por algún motivo inexplicable sentía el temor de que lo perdería, era la misma sensación que me desgarró la noche del baile. Él mismo reconoció más tarde que su idea principal era abandonarme, pero que no podía... nunca lo había oído tan sincero y tan afligido, después simplemente volvió a cerrarse sin decirme las razones que lo impulsaron a tomar aquella decisión, no podía quejarme en ese entonces ni otras tantas en que intentaba hacer lo mismo, ya era todo un logro que si quiera me confesase que planeó hacerlo de nueva cuenta.
Por eso cuando me sentí presa entre sus brazos, fue casi por instinto el querer aferrarme de su traje fuertemente mientras una melosa dulzura colmaba el miedo al enterrar su nariz y sus labios entre mi cabello, amaba sentir su aliento tan cerca mío, que hacia de todo porque lo hiciera con frecuencia. Allí me sentía amada y acompañada por alguien en quien confiaba ciegamente, él no era como los demás... simplemente no podía ser como el resto de los hombres que se habían cruzado en mi camino, lo tenía tan aferrado a mi pensando que de esa manera podía evitar su escape. El pensaba irse otra vez, de eso estaba segura, ese maldito silencio me lo decía a gritos sordos.
-Darkness ¿Qué te sucede?- preguntaba -¿Darkness?, contéstame mi amor- insistía con desesperación -¿Qué tienes?- intentaba interrumpir su silencio a como diese lugar, pero él estaba ido, fuera de nuestro mundo, fuera de todo momento hasta que regreso de una manera brusca que no tardo en expresar, ni siquiera me dejo responder a su pregunta, cuando me dio el tiro de gracia con una sola palabra -¿Qué?- le pregunte sin poder creer lo que me decía, terminar... pero ¿Por qué? -¿Qué te he hecho?- pronuncie mientras sentí su lejanía, la mancha frente de mi se alejaba, prohibiéndome observar sus ojos profundos y marrones –¿Porque siempre buscas una excusa para apartarme de tu lado?- insistí en querer saber, caminaba torpe de regreso hacia él, sin importarme si tiraba por accidente las cosas que estaban a mi paso, si me golpeaba con la moldura del sillón o con la mesita que no pudo soportar la fuerza a mi paso y tambaleante tiro los libros al piso -¿Qué demonios te ocurre?, yo no me voy de aquí hasta que me des una explicación- exigí -Primero pones de pretexto lo que hubo entre Leviathán y yo y después... a la nada.... no te entiendo- comente afligida –Dime algo... y sé franco ¿Me amas o no?-.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Severaux se volvió solo para quedar allí de pie y sin poder articular ni una sola palabra, vio su expresión y se mortifico por ello... lloraba o eso pretendía hacer en algún breve instante –Vos no me habéis hecho absolutamente nada- advirtió con una voz suave y desgarrada que ni siquiera el mismo pretendía conocer –Soy yo, él que estoy dañando a vos...- libero después de un amargo y leve suspiro –No debí enamorarme de vos- se dijo así mismo, negando una y otra vez con la cabeza de manera reiterativa y marcada –No debí de haberlo hecho- se dijo y los puños de a poco se contrajeron con firmeza, sin dar mucho en la cuenta de que se estaba lastimado –No debí sabiendo que tarde o temprano os lastimaría de una forma casi imperdonable- trato de acercarse pero algo lo detuvo súbitamente. Su memoria le jugaba sucio y cada momento que había pasado a su lado interfería con el ahora, recordaba desde el día mismo en que la conoció aún permaneciendo en el anonimato de unos cuantos muros entre las principales aceras parisienses que muy poca vida humana albergaba en aquellas horas, con amor recordaba su torpeza y su fragilidad, aquella mujer tenía una mirada tierna y cálida que le hizo dudar durante días y noches en atacarla o buscar otro medio por el cual llegar hasta Leviathán. El problema radicó en que para ese entonces Cetanu se había encargado de envenenarlo lo suficiente en contra suya y lo que más deseaba hasta ese momento era quebrarle el cuello si tenía la menor oportunidad, pero después... después las cosas empezaron a marchar hacia un rumbo distinto que el vampiro no quiso reconocer desde un principio, por algo es de sabios los que dicen que no hay peor ciego que el que se niega a ver. Darkness fue victima de su propio orgullo, de sus miedos y de su negación siempre marcada, nunca reconoció cuanto la amaba hasta que fue demasiado tarde para volver atrás y enmendar error tras error cometido en el camino.
-El problema es que algo se encendió desde el mismo instante en que te vi desde las lejanías de mis sombras- repuso de pronto –El odio que sentía hacia ti se había disipado, lastimaros de pronto significo lastimarme a mi mismo, simplemente ya no pude haceros daño aquella noche, no... podía, pero mi orgullo... ¡Oh mi maldito orgullo!- protesto con una rabia que le sujetaba los dientes, que le empujaba a arrastrar su voz –Jure que jamás os lastimaría y sin embargo heme aquí, lastimando lo que más amo-.
No podía quitarle los ojos de encima, como tampoco podía cantar victoria en la guerra que se llevaba a cabo en sus adentros, por un lado quería acercarse, abrazarla y hacerla olvidar pero por el otro una voz interior le decía que debía confesar su más grande pecado y después simplemente resignarse a dejarla marchar. Estaba consciente que pese a que la vampiresa tenía el corazón más puro que podía conocer, una falta como aquella era difícil de perdonar, la perdería y quizás ese era el castigo por todo el mal que había ocasionado a lo largo de los siglos –Te amo- dijo de pronto –No te imaginas cuanto es lo que profeso por vos pero...- que complicado resultaba decir los secretos más profundos del corazón, no importa cuanto le allá dicho Solomon sobre aquello, quizás no conocía del todo a su hija para decir con tan peculiar tranquilidad que ella lo perdonaría -Yo... en el pasado cometí suficientes errores para condenarme al infierno hasta el día del juicio final y en el presente estoy recogiendo simplemente lo que he sembrando con ignorancia y a la vez con ahínco- quedo en absoluto silencio por un momento –Sin embargo lo peor es que... yo sigo aferrado a mis errores, tropezando con la piedra una y otra vez sin parar. Estoy convencido que quién viese la curiosa escena desde afuera podría jurar que me enamorado de la misma piedra- sonaba su voz, afligida y preocupada como nunca antes lo había estado o al menos que Darkness jamás había dado muestras públicamente, estaba haciendo algo que salía de su sobria costumbre.
-Escuchadme bien Montserrat- pronunció con el corazón latiendo a raudales rápidos y cortos que de estar vivo quizás le provocarían un dolor en el pecho casi imposible de soportar –Yo... yo... soy el creador de The Phantom, como también soy el culpable de que vos y los amáis estén en peligro de muerte, fui yo quienes los entregue... yo- bajo la cabeza sin poder decir algo más al respecto.
-El problema es que algo se encendió desde el mismo instante en que te vi desde las lejanías de mis sombras- repuso de pronto –El odio que sentía hacia ti se había disipado, lastimaros de pronto significo lastimarme a mi mismo, simplemente ya no pude haceros daño aquella noche, no... podía, pero mi orgullo... ¡Oh mi maldito orgullo!- protesto con una rabia que le sujetaba los dientes, que le empujaba a arrastrar su voz –Jure que jamás os lastimaría y sin embargo heme aquí, lastimando lo que más amo-.
No podía quitarle los ojos de encima, como tampoco podía cantar victoria en la guerra que se llevaba a cabo en sus adentros, por un lado quería acercarse, abrazarla y hacerla olvidar pero por el otro una voz interior le decía que debía confesar su más grande pecado y después simplemente resignarse a dejarla marchar. Estaba consciente que pese a que la vampiresa tenía el corazón más puro que podía conocer, una falta como aquella era difícil de perdonar, la perdería y quizás ese era el castigo por todo el mal que había ocasionado a lo largo de los siglos –Te amo- dijo de pronto –No te imaginas cuanto es lo que profeso por vos pero...- que complicado resultaba decir los secretos más profundos del corazón, no importa cuanto le allá dicho Solomon sobre aquello, quizás no conocía del todo a su hija para decir con tan peculiar tranquilidad que ella lo perdonaría -Yo... en el pasado cometí suficientes errores para condenarme al infierno hasta el día del juicio final y en el presente estoy recogiendo simplemente lo que he sembrando con ignorancia y a la vez con ahínco- quedo en absoluto silencio por un momento –Sin embargo lo peor es que... yo sigo aferrado a mis errores, tropezando con la piedra una y otra vez sin parar. Estoy convencido que quién viese la curiosa escena desde afuera podría jurar que me enamorado de la misma piedra- sonaba su voz, afligida y preocupada como nunca antes lo había estado o al menos que Darkness jamás había dado muestras públicamente, estaba haciendo algo que salía de su sobria costumbre.
-Escuchadme bien Montserrat- pronunció con el corazón latiendo a raudales rápidos y cortos que de estar vivo quizás le provocarían un dolor en el pecho casi imposible de soportar –Yo... yo... soy el creador de The Phantom, como también soy el culpable de que vos y los amáis estén en peligro de muerte, fui yo quienes los entregue... yo- bajo la cabeza sin poder decir algo más al respecto.
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Escuche todo con absoluta atención, evitando a toda costa derramar una lágrima por su causa, estaba harta de verme débil ante él, si ese era el problema estaba dispuesta a cambiarlo con tal de que no se fuera, era demasiado lo que sentía por ese hombre como para permitirle dejarlo ir.
Darkness me estaba empezando a contar sobre su pasado, tomándome por sorpresa... ¿Por qué habría de salir a flote ahora que ya estábamos juntos? creí que con el presente bastaba y sobraba... creí que... y entonces las lágrimas de cristal comenzaron a ser derramadas de una en una, el velo que cubría su figura borrosa dentro de mi mente comenzaba a caerse a pedazos –No, no es cierto- decía sin que el prestará atención a mi voz hecha añicos, el vampiro continuaba hablando, inspirado por su propio dolor, tratando de nadar contra la corriente de su pena y su vergüenza -Tu no puedes ser el creador de semejante monstruo- me di la vuelta para evitar mirarlo, mis manos a la par en esos momentos alcanzaron a mis oídos para evitar escuchar más acerca de esa dolorosa verdad.
De pronto sentí mis ojos desproporcionales a las órbitas, viendo fijamente el vació que cada vez lucia más alejado... mi razón quería nublar la realidad, de nueva cuenta mi mente tenía miedo del caos y empezaba a organizar los sucesos a su propia conveniencia. Todo podía tener los tintes de una pesadilla o bien podía tener los tintes de una imaginativa mía dentro de una novela que podría estarme leyendo mi amado, mientras estábamos sentados en aquel sofá, quería convencerme que en algún momento volvería a despertar por alguna caricia tan profunda como se caracterizaban sus mimos o que estaba en medio del sopor que seria interrumpido por el caer del sol y la ascensión de la luna. Espere tratando de que ese momento llegará, pero la realidad es que yo seguía allí, sufriendo de nueva cuenta en manos del hombre que amaba.
-No, eso no es verdad, lo que me estás diciendo no es verdad- continuaba negando –Tu no eres así, yo te conozco y se que no eres así... solo quieres hacerme sufrir, solo quieres complicar las cosas como siempre pero nada más...- susurre, quitándome las manos de los costados de mi rostro -Además.... tú... me enseñaste, tu te ofreciste a guiarme, un monstruo como tu lo describes no sería capaz de algo como eso.... ¡Tu me enseñaste porque me amas!- levante la voz con dificultad antes de que él pudiese interrumpirme -¡Tu estás conmigo, tu me cuidas porque me amas! ¿Verdad?- disipe mi tono, con la presencia de la duda –Dime que es verdad- implore con desespero.
Darkness me estaba empezando a contar sobre su pasado, tomándome por sorpresa... ¿Por qué habría de salir a flote ahora que ya estábamos juntos? creí que con el presente bastaba y sobraba... creí que... y entonces las lágrimas de cristal comenzaron a ser derramadas de una en una, el velo que cubría su figura borrosa dentro de mi mente comenzaba a caerse a pedazos –No, no es cierto- decía sin que el prestará atención a mi voz hecha añicos, el vampiro continuaba hablando, inspirado por su propio dolor, tratando de nadar contra la corriente de su pena y su vergüenza -Tu no puedes ser el creador de semejante monstruo- me di la vuelta para evitar mirarlo, mis manos a la par en esos momentos alcanzaron a mis oídos para evitar escuchar más acerca de esa dolorosa verdad.
De pronto sentí mis ojos desproporcionales a las órbitas, viendo fijamente el vació que cada vez lucia más alejado... mi razón quería nublar la realidad, de nueva cuenta mi mente tenía miedo del caos y empezaba a organizar los sucesos a su propia conveniencia. Todo podía tener los tintes de una pesadilla o bien podía tener los tintes de una imaginativa mía dentro de una novela que podría estarme leyendo mi amado, mientras estábamos sentados en aquel sofá, quería convencerme que en algún momento volvería a despertar por alguna caricia tan profunda como se caracterizaban sus mimos o que estaba en medio del sopor que seria interrumpido por el caer del sol y la ascensión de la luna. Espere tratando de que ese momento llegará, pero la realidad es que yo seguía allí, sufriendo de nueva cuenta en manos del hombre que amaba.
-No, eso no es verdad, lo que me estás diciendo no es verdad- continuaba negando –Tu no eres así, yo te conozco y se que no eres así... solo quieres hacerme sufrir, solo quieres complicar las cosas como siempre pero nada más...- susurre, quitándome las manos de los costados de mi rostro -Además.... tú... me enseñaste, tu te ofreciste a guiarme, un monstruo como tu lo describes no sería capaz de algo como eso.... ¡Tu me enseñaste porque me amas!- levante la voz con dificultad antes de que él pudiese interrumpirme -¡Tu estás conmigo, tu me cuidas porque me amas! ¿Verdad?- disipe mi tono, con la presencia de la duda –Dime que es verdad- implore con desespero.
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
-Un monstruo como yo se prestaría a hacerlo si esta de por medio la vida de su hijo de sangre- reparo tan pronto ella se sumió en el silencio –Yo tenía que... tenía que limpiar mi culpa con esa pobre criatura que deje en el desamparo, sabiendo perfectamente que necesitaría algo más que solo la inmortalidad y los dones que de ella se pueden obtener- reconoció cabizbajo, con la mirada puesta en un punto lejos de su mirada que tanto le dolía. No podía soportar nada de ese trago amargo que estaba obligado a beber de la copa del displacer, hacerla sufrir de esa manera no tenía nombre ni perdón, sin saberlo ambos se estaban hundiendo las dagas envenenadas cada vez más, los dos estaban muriendo lentamente.
Inspiro profundamente y continuo su narración -Cuando yo acepte el enseñaros y cuidaros estaba cumpliendo una misión para ellos, Cetanu Vasili y sus hombres fueron a buscarme a mi casa en Londres para amenazar de muerte a los míos sino les entregaba a Leviathán y a sus cómplices en bandeja de plata. Ellos vieron en vos la puerta perfecta que les permitiría acceder pero para ello necesitaban un infiltrado y me obligaron a custodiaros con el fin de conocer su escondite- confesó con todo el dolor de su corazón -Yo lo hice sin renegar por él... por The Phantom y por lo que Cetanu había sembrado en mi en contra de vos- se volvió y empezó a recorrer la estancia –No sabéis cuanto era el repudio y el odio que sentía por vos, aprendí a detestaros sin siquiera conoceros por lo que habíais cometido en contra de mi hijo de sangre, así que cuando llegue a París simplemente fui a vuestro encuentro sin que vos percibieras mi presencia, iba con vos a donde quiera que caminares y una noche simplemente deje de seguiros y a la siguiente estabais sin vista- suspiro dejando desplomarse en uno de los sillones pequeños y próximos a él -Intente interpretar lo que sentía en aquel momento como alegría... pero yo estaba ofuscado y atormentado en el fondo por haberos dejado a vuestra suerte, por eso me presente a la noche siguiente. Agrediros era mi mejor arma para intentar engañarme a mi mismo, al igual que mi conducta distante e hiriente intentaron lograr, por ello me mantuve empeñado en cumplir mi misión y cuando tuve todo lo que ellos me han pedido, no dude en informarlos-levanto la vista sin saber a bien como interpretar esa mirada tan profunda y sin emoción -Tarde fue cuando me di por vencido y reconocí lo que sentía por vos, tarde fue cuando entendí que si os seguía, si no pude mataros el primer día, que si procuraba de vos, si os enseñaba era y siempre fue por amor- dubitativo pensó en acercarse pero un miedo a sentir rechazo de su parte parecía ser lo que finalmente detenía todo movimiento de su parte –No merezco vuestro perdón, lo sé, ni siquiera merezco seguir con vida, tu y The Phantom han sido los más bellos de mis males y los dos más grandes errores que he cometido al destruir sus existencias de una manera tan baja- le miro con aflicción dibujaba en su entrecejo –Por lo que os pido y os suplico acabéis conmigo de una buena vez como os lo preferíais, podéis volcar las armas contra vuestro maestro si así os place- vencido por la tentación, Severaux, intento aproximarse, pero ella se alejó tan bruscamente que pudo sentir su rechazo y su hostilidad calándole cada uno de los huesos, lo estaba hiriendo de una manera que el poco tenia en aquellos momentos manera de soportar –Matadme, os lo suplico, prefiero eso a vuestro desprecio- insistió una vez, solamente una vez más.
Inspiro profundamente y continuo su narración -Cuando yo acepte el enseñaros y cuidaros estaba cumpliendo una misión para ellos, Cetanu Vasili y sus hombres fueron a buscarme a mi casa en Londres para amenazar de muerte a los míos sino les entregaba a Leviathán y a sus cómplices en bandeja de plata. Ellos vieron en vos la puerta perfecta que les permitiría acceder pero para ello necesitaban un infiltrado y me obligaron a custodiaros con el fin de conocer su escondite- confesó con todo el dolor de su corazón -Yo lo hice sin renegar por él... por The Phantom y por lo que Cetanu había sembrado en mi en contra de vos- se volvió y empezó a recorrer la estancia –No sabéis cuanto era el repudio y el odio que sentía por vos, aprendí a detestaros sin siquiera conoceros por lo que habíais cometido en contra de mi hijo de sangre, así que cuando llegue a París simplemente fui a vuestro encuentro sin que vos percibieras mi presencia, iba con vos a donde quiera que caminares y una noche simplemente deje de seguiros y a la siguiente estabais sin vista- suspiro dejando desplomarse en uno de los sillones pequeños y próximos a él -Intente interpretar lo que sentía en aquel momento como alegría... pero yo estaba ofuscado y atormentado en el fondo por haberos dejado a vuestra suerte, por eso me presente a la noche siguiente. Agrediros era mi mejor arma para intentar engañarme a mi mismo, al igual que mi conducta distante e hiriente intentaron lograr, por ello me mantuve empeñado en cumplir mi misión y cuando tuve todo lo que ellos me han pedido, no dude en informarlos-levanto la vista sin saber a bien como interpretar esa mirada tan profunda y sin emoción -Tarde fue cuando me di por vencido y reconocí lo que sentía por vos, tarde fue cuando entendí que si os seguía, si no pude mataros el primer día, que si procuraba de vos, si os enseñaba era y siempre fue por amor- dubitativo pensó en acercarse pero un miedo a sentir rechazo de su parte parecía ser lo que finalmente detenía todo movimiento de su parte –No merezco vuestro perdón, lo sé, ni siquiera merezco seguir con vida, tu y The Phantom han sido los más bellos de mis males y los dos más grandes errores que he cometido al destruir sus existencias de una manera tan baja- le miro con aflicción dibujaba en su entrecejo –Por lo que os pido y os suplico acabéis conmigo de una buena vez como os lo preferíais, podéis volcar las armas contra vuestro maestro si así os place- vencido por la tentación, Severaux, intento aproximarse, pero ella se alejó tan bruscamente que pudo sentir su rechazo y su hostilidad calándole cada uno de los huesos, lo estaba hiriendo de una manera que el poco tenia en aquellos momentos manera de soportar –Matadme, os lo suplico, prefiero eso a vuestro desprecio- insistió una vez, solamente una vez más.
Darkness Severaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
-No te acerques más- advertí cuando mis oídos captaron sus pasos inseguros y la mancha borrosa de sus ropajes oscuros se iba aproximando cada vez más -No te atrevas a acercarte Darkness Severaux- sentencie haciéndome hacia atrás con una posición de retaguardia tomada instintivamente por mi cuerpo. Estaba tan dolida y tan enojada por cada uno de sus actos, por cada palabra confesada en ese instante que podía agredirlo sin que él me lo hubiese pedido.
Guarde silencio en un intento desesperado por entender lo que había sucedido, intentaba mantenerme en pie con la poca fortaleza que me dejaba el dolor de su traición, el peso del alma y sus pedazos me jalaban hacia el piso con insistencia. Me descubrí hipando y con el mundo dándome vueltas mientras las lágrimas se derramaban espesas y pesadas en las alfombras que decoraban el piso de unos colores poco nítidos para mí -¿¡Como pudiste!? ¿Cómo pudiste aprovecharte de lo que sentía por ti?- repuse entre sollozos -Te entregue mis secretos, mis miedos.... ¡Te lo di todo de mi!- reclame sin medir el volumen siquiera de mi voz -¿Qué se supone debo pensar de tus disculpas ahora? ¿Qué también son mentiras para retenerme y vigilarme para quienes trabajas?- exclamaba en medio de mi falta de aliento con voz fría y sin emoción más que la rabia y la tristeza –Mentiras como lo fueron tus besos y todas tus caricias... ¿Qué era lo que sentías realmente al besarme? ¿Asco? ¿¡Asco de besar a una maldita neófita como yo!? ¿A alguien a quien finalmente ibas a entregar para que acabaran con ella y todo lo que ama? ¿A una maldita ciega?- añadí lentamente, con los ojos fijos y sin parpadear hacia donde estaba la odiosa mancha que me indicaba su presencia para mi desgracia.
Enterarme de toda la verdad, me había proporcionado una agonía más lenta y dolorosa que el hecho de haberme convertido en un inmortal o incluso de haber perdido a Alessandro y a Leviathán en un intento por ser feliz. Yo intentaba verlo atónita sin poder decirle más porque todo se agolpaba en mi mente y de abrir las boca solo diría puras incoherencias, no podía decirle si acabaría con él o me daría media vuelta, marchándome de una buena vez.
Parecía fácil liquidarlo ahora que tenía los conocimientos y el no ponía resistencia, hacerle pagar con la misma moneda , pero a pesar de todo algo me retenía, un sentimiento tan fuerte que en esos momentos hubiese preferido no sentir hacia él, un dolor que necesitaba sacármelo del pecho solo para poder quedarme con la amargura y la cólera que me hacia estremecer –No voy a matarte, ni voy a entregarte con el tal Vasili como lo hiciste tú, no soy una víbora como tú- e incluso insultarlo me resultaba doloroso, apuñalarlo era apuñalarme.
-¡Eres un imbécil!... Me siento tan insignificante... utilizada- baje la mirada, con las piernas trastabillante, incapaces de seguir soportando mi peso por mucho más tiempo –Te hubiera seguido a cualquier parte ¿Sabes?, ¡Maldita sea mi suerte!- entonces ocurrió y ya estaba desplomada en el piso, de rodillas -¿Por qué lo hiciste Darkness? ¿Por qué tenías que lastimarme así?- pregunte con un hilo apenas audible en la voz carente de la fuerza anterior con el que había reclamado absolutamente todo –Eres al único que amo y no quiero decirle adiós... ¿Por qué he de creerte? ¿Por qué he de creer que me amas?- mis sentidos los sintieron cerca, se aproximaba de nuevo y yo no podía moverme, las piernas ni siquiera me respondían, continuaba hipando y con las mejillas empapadas, cuanto necesitaba el abrazo de ese traidor, cuanto lo necesitaba pese a las heridas abiertas –Dime algo que estoy perdiendo toda la fe en ti- rogué una vez –Dime algo que no quiero renunciar a ti-.
Guarde silencio en un intento desesperado por entender lo que había sucedido, intentaba mantenerme en pie con la poca fortaleza que me dejaba el dolor de su traición, el peso del alma y sus pedazos me jalaban hacia el piso con insistencia. Me descubrí hipando y con el mundo dándome vueltas mientras las lágrimas se derramaban espesas y pesadas en las alfombras que decoraban el piso de unos colores poco nítidos para mí -¿¡Como pudiste!? ¿Cómo pudiste aprovecharte de lo que sentía por ti?- repuse entre sollozos -Te entregue mis secretos, mis miedos.... ¡Te lo di todo de mi!- reclame sin medir el volumen siquiera de mi voz -¿Qué se supone debo pensar de tus disculpas ahora? ¿Qué también son mentiras para retenerme y vigilarme para quienes trabajas?- exclamaba en medio de mi falta de aliento con voz fría y sin emoción más que la rabia y la tristeza –Mentiras como lo fueron tus besos y todas tus caricias... ¿Qué era lo que sentías realmente al besarme? ¿Asco? ¿¡Asco de besar a una maldita neófita como yo!? ¿A alguien a quien finalmente ibas a entregar para que acabaran con ella y todo lo que ama? ¿A una maldita ciega?- añadí lentamente, con los ojos fijos y sin parpadear hacia donde estaba la odiosa mancha que me indicaba su presencia para mi desgracia.
Enterarme de toda la verdad, me había proporcionado una agonía más lenta y dolorosa que el hecho de haberme convertido en un inmortal o incluso de haber perdido a Alessandro y a Leviathán en un intento por ser feliz. Yo intentaba verlo atónita sin poder decirle más porque todo se agolpaba en mi mente y de abrir las boca solo diría puras incoherencias, no podía decirle si acabaría con él o me daría media vuelta, marchándome de una buena vez.
Parecía fácil liquidarlo ahora que tenía los conocimientos y el no ponía resistencia, hacerle pagar con la misma moneda , pero a pesar de todo algo me retenía, un sentimiento tan fuerte que en esos momentos hubiese preferido no sentir hacia él, un dolor que necesitaba sacármelo del pecho solo para poder quedarme con la amargura y la cólera que me hacia estremecer –No voy a matarte, ni voy a entregarte con el tal Vasili como lo hiciste tú, no soy una víbora como tú- e incluso insultarlo me resultaba doloroso, apuñalarlo era apuñalarme.
-¡Eres un imbécil!... Me siento tan insignificante... utilizada- baje la mirada, con las piernas trastabillante, incapaces de seguir soportando mi peso por mucho más tiempo –Te hubiera seguido a cualquier parte ¿Sabes?, ¡Maldita sea mi suerte!- entonces ocurrió y ya estaba desplomada en el piso, de rodillas -¿Por qué lo hiciste Darkness? ¿Por qué tenías que lastimarme así?- pregunte con un hilo apenas audible en la voz carente de la fuerza anterior con el que había reclamado absolutamente todo –Eres al único que amo y no quiero decirle adiós... ¿Por qué he de creerte? ¿Por qué he de creer que me amas?- mis sentidos los sintieron cerca, se aproximaba de nuevo y yo no podía moverme, las piernas ni siquiera me respondían, continuaba hipando y con las mejillas empapadas, cuanto necesitaba el abrazo de ese traidor, cuanto lo necesitaba pese a las heridas abiertas –Dime algo que estoy perdiendo toda la fe en ti- rogué una vez –Dime algo que no quiero renunciar a ti-.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Comiéndose su propio orgullo del que siempre se había caracterizado, el milenario se acerco temeroso y dolido al contemplarla en ese estado, jamás se imagino que ella en verdad lo amará tanto para poder desplomarse de aquella manera. También se dejo caer en el piso para estar a la altura de esa mujer de la que él se había enamorado de una forma tan profunda como nunca creyó que podía volver a hacerlo.
Ambos allí en el piso no decían nada y Darkness solo buscaba las maneras de enmendar los errores, se esforzaba por encontrar las salidas que le devolvieran su confianza y su amor. Juntaba valor de donde podía entre cada suspiro para poder hablarle sin trastabillar y sin lastimarla más, cada vez que la volvía a contemplar con nerviosismo, por vez primera parecía haberse quedado si argumento, su lógica estaba empañada para funcionar con normalidad, simplemente tenía la cabeza en blanco.
Se odiaba a si mismo cada vez que la lastimaba, era algo que al parecer el destino se empeñaba en ponerle trabas con frecuencia para que lo hiciera con más violencia que la vez anterior, la amaba con locura y todas esas ocasiones en que la hizo sufrir más de la cuenta era una forma de alejarla de su lado para prevenir todo ese sufrimiento que estaba matando a los dos. Lo único que deseaba era verla feliz, él cada vez se convencía más que no era él más indicado para ello, esa mujer merecía algo mejor, alguien que no cargara con un pasado turbulento y lleno de heridas que aunque no tenía absolutamente nada que ver en ese asunto se habían abierto para aunarse a las nuevas que sangraban a raudales.
Comprendió que siempre se negó a aceptar lo que de ella ya había comprendido, lo amaba y él no podía aceptarlo como cierto, Severaux se había empeñado en la necesidad de que eso era imposible y todo lo fue complicando hasta llegado ese momento, creo barreras inexistentes todo ese tiempo cuando solo hubo una, la que realmente debió de haber destruido la misma noche del baile en la que no se atrevió a decir ni media palabra sobre Cetanu y la verdadera razón por la que había considerado dejarla.
-Creedme... os lo suplico- dijo después de un momento más en que quedo impávido contemplándola sin saber como parar su dolor que le había hecho temblar desde el momento en que se desplomo en el piso con los puños contraídos- Creedme, porque yo estoy aquí sacrificando a The Phantom y su familia, porque estoy arriesgando mi vida por la de vos y porque así Vasili intentara mandaros al infierno yo iría en vuestro lugar- declaro débilmente –Entregue a Cetanu ya... vuestro padre y algunos más preparan una redada contra él y sus "Eternos". Ellos seguramente atarán cabos y sabrán que fui yo, pero eso ya no me importará sabiendo que vos y a todos los que amas estarán a salvo- levanto su mano tratando de acariciar su rostro que había cesado de llorar, su mirada ahora parecía asustada aunque era difícil deducir si era aquello o en realidad era su mente la que le estaba gastando una broma de mal gusto –Lamento lastimaros tanto, no sabía nada en absoluto o no quería reconocer el amor que albergue por vos en lo más profundo de mi ser, tropiezo y caigo porque todavía estoy intentando recordar lo que es el amor- dicho esto, él tomo su mano con timidez y para su sorpresa ella ni siquiera protestó o habló para oponerse, deseaba poder brindarle calor pero el metal era tan frío como ellos cuando estaban faltos de beber sangre, la otra tomo la que sobraba sobre su falda, llevándola a su mejilla como cuando solía hacer para que ella entendiera su silencio, adivinará sus pensamientos cuando él no estaba en disposiciones de hablar de nada más que de las lecturas o de la caza. Invoco todo su pasado y fue dejándolo libre para ella, el caudal de imágenes fluía lentamente, estaba descubriéndose para ella, sintiéndose cada vez más vulnerable entre sus manos.
En el silencio del exterior no se escucho más que las respiraciones acompasadas de los dos, mientras que por dentro la historia se iba contando por si sola y en fragmentos, le dejo ver el día que conoció a su esposa siendo niños, cuando huyeron de su feudo para evitar las molestas e injustas costumbres del matrimonio que estipulaban las leyes de los señores feudales, lo vio amar y sonreír cuando de la entrega de los dos brotó un niño tan parecido a él, con el cabello negro y los ojos azules de su madre. Le contó de como fue testigo del final de los reinos medievos y como fue que conoció a Cetanu Vasili, le permitió contemplar su transformación y su unión con los “Eternos” una vez que su esposa y su hijo habían desaparecido de la terrible imagen previa que dejo a la vista dos cadáveres y su llanto desconsolado hasta el amanecer, mientras los enterraba en su último día como humano. Le confesó sus crímenes mientras estuvo junto a Cetanu y lo infeliz que fue, de como se entero que el había asesinado a su familia para quedarse con él y de como fue que la soledad de siglos lo orillo a transformar a un niño gitano que cuidó desde la jaula que lo recluía, del abandono cuando este se hizo vampiro y finalmente le reveló lo que había estado haciendo en el presente ante su remordimiento y su amor por ella que creció cada minuto que compartió a su lado, le dijo que había buscado a los que alguna vez le ayudaron en su búsqueda contra Vasili, que le salvó la vida a un niño, al pequeño e inteligente Aramis, de sus orígenes, los rechazos de su familia, el porque de su nombre y la vez en que los “Eternos” le cortaron el brazo -Perdonadme- pronunció al final -Perdonadme por favor y marcharos, olvidaros de mi- la soltó bruscamente, marcando su distancia.
Ambos allí en el piso no decían nada y Darkness solo buscaba las maneras de enmendar los errores, se esforzaba por encontrar las salidas que le devolvieran su confianza y su amor. Juntaba valor de donde podía entre cada suspiro para poder hablarle sin trastabillar y sin lastimarla más, cada vez que la volvía a contemplar con nerviosismo, por vez primera parecía haberse quedado si argumento, su lógica estaba empañada para funcionar con normalidad, simplemente tenía la cabeza en blanco.
Se odiaba a si mismo cada vez que la lastimaba, era algo que al parecer el destino se empeñaba en ponerle trabas con frecuencia para que lo hiciera con más violencia que la vez anterior, la amaba con locura y todas esas ocasiones en que la hizo sufrir más de la cuenta era una forma de alejarla de su lado para prevenir todo ese sufrimiento que estaba matando a los dos. Lo único que deseaba era verla feliz, él cada vez se convencía más que no era él más indicado para ello, esa mujer merecía algo mejor, alguien que no cargara con un pasado turbulento y lleno de heridas que aunque no tenía absolutamente nada que ver en ese asunto se habían abierto para aunarse a las nuevas que sangraban a raudales.
Comprendió que siempre se negó a aceptar lo que de ella ya había comprendido, lo amaba y él no podía aceptarlo como cierto, Severaux se había empeñado en la necesidad de que eso era imposible y todo lo fue complicando hasta llegado ese momento, creo barreras inexistentes todo ese tiempo cuando solo hubo una, la que realmente debió de haber destruido la misma noche del baile en la que no se atrevió a decir ni media palabra sobre Cetanu y la verdadera razón por la que había considerado dejarla.
-Creedme... os lo suplico- dijo después de un momento más en que quedo impávido contemplándola sin saber como parar su dolor que le había hecho temblar desde el momento en que se desplomo en el piso con los puños contraídos- Creedme, porque yo estoy aquí sacrificando a The Phantom y su familia, porque estoy arriesgando mi vida por la de vos y porque así Vasili intentara mandaros al infierno yo iría en vuestro lugar- declaro débilmente –Entregue a Cetanu ya... vuestro padre y algunos más preparan una redada contra él y sus "Eternos". Ellos seguramente atarán cabos y sabrán que fui yo, pero eso ya no me importará sabiendo que vos y a todos los que amas estarán a salvo- levanto su mano tratando de acariciar su rostro que había cesado de llorar, su mirada ahora parecía asustada aunque era difícil deducir si era aquello o en realidad era su mente la que le estaba gastando una broma de mal gusto –Lamento lastimaros tanto, no sabía nada en absoluto o no quería reconocer el amor que albergue por vos en lo más profundo de mi ser, tropiezo y caigo porque todavía estoy intentando recordar lo que es el amor- dicho esto, él tomo su mano con timidez y para su sorpresa ella ni siquiera protestó o habló para oponerse, deseaba poder brindarle calor pero el metal era tan frío como ellos cuando estaban faltos de beber sangre, la otra tomo la que sobraba sobre su falda, llevándola a su mejilla como cuando solía hacer para que ella entendiera su silencio, adivinará sus pensamientos cuando él no estaba en disposiciones de hablar de nada más que de las lecturas o de la caza. Invoco todo su pasado y fue dejándolo libre para ella, el caudal de imágenes fluía lentamente, estaba descubriéndose para ella, sintiéndose cada vez más vulnerable entre sus manos.
En el silencio del exterior no se escucho más que las respiraciones acompasadas de los dos, mientras que por dentro la historia se iba contando por si sola y en fragmentos, le dejo ver el día que conoció a su esposa siendo niños, cuando huyeron de su feudo para evitar las molestas e injustas costumbres del matrimonio que estipulaban las leyes de los señores feudales, lo vio amar y sonreír cuando de la entrega de los dos brotó un niño tan parecido a él, con el cabello negro y los ojos azules de su madre. Le contó de como fue testigo del final de los reinos medievos y como fue que conoció a Cetanu Vasili, le permitió contemplar su transformación y su unión con los “Eternos” una vez que su esposa y su hijo habían desaparecido de la terrible imagen previa que dejo a la vista dos cadáveres y su llanto desconsolado hasta el amanecer, mientras los enterraba en su último día como humano. Le confesó sus crímenes mientras estuvo junto a Cetanu y lo infeliz que fue, de como se entero que el había asesinado a su familia para quedarse con él y de como fue que la soledad de siglos lo orillo a transformar a un niño gitano que cuidó desde la jaula que lo recluía, del abandono cuando este se hizo vampiro y finalmente le reveló lo que había estado haciendo en el presente ante su remordimiento y su amor por ella que creció cada minuto que compartió a su lado, le dijo que había buscado a los que alguna vez le ayudaron en su búsqueda contra Vasili, que le salvó la vida a un niño, al pequeño e inteligente Aramis, de sus orígenes, los rechazos de su familia, el porque de su nombre y la vez en que los “Eternos” le cortaron el brazo -Perdonadme- pronunció al final -Perdonadme por favor y marcharos, olvidaros de mi- la soltó bruscamente, marcando su distancia.
Darkness Severaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 23/04/2015
Re: Say something|| Montserrat Vasari ("Los eternos" C. Le due maschere della notte)
Me tomó un instante percatarme que él había retirado mi mano de su rostro, sin darme tiempo siquiera a decir algo coherente. Sabia que Darkness tenía poderes mentales superiores pero nunca llegue a suponer que podía hacer semejante demostración que me dejo completamente aturdida y atormentada, preguntándome si todo aquello en verdad era el fruto de sus recuerdos o me estaba engañando creando ilusiones mentales, pero había otra cosa que pude sentir mientras estaba presa en la narrativa de su vida, toda escena tenía una emoción distinta y dolorosa en grados casi insostenibles al menos para mí, sentí en cada página de esa tortuosa historia su llanto callado durante más de dos mil años de antigüedad, me permitió ver rostros, ver épocas, ver quién fue la mujer de la que casi siempre se negaba a hablar, de su hijo... de sus sueños rotos, dormidos sin la esperanza de un mañana distinto. Vi a mi padre y vi la platica entre él y Darkness, ahora todo tenía sentido, mi padre había actuado muy raro con él, cambio su hostilidad y lo convirtió en su hombre de fiar. Cada que nos veíamos salía a flote aquel hombre enigmático del que estaba enamorada, el mismo que volvía a resurgir ante la despedida, mi padre me dijo que pasará lo pasará y supiera lo que fuera sobre él no lo dejará.... porque solo él conocía la profundidad de sus sentimientos hacia mí.
Mientras tanto todo estaba en absoluta calma, un silencio sepulcral invadió toda la estancia y ningún movimiento se percibió a mis alrededores, yo sabía que el seguía allí de rodillas, esperando el momento en el que marchara para destruir cosas en el afán de calmar un poco su rabia y su frustración. Mis ojos empezaban a sentirse cansados de tanto llorar, podía sentir su ardor y una ligera picazón por dentro de las órbitas, mis ojos luchaban por enfocar la sombra del hombre que había bajado la cabeza, intenté ver de nuevo su rostro que al final y aunque muy rápido fue el conocimiento, me lo aprendí de memoria, cada detalle, sus ojos, sus labios, su cabello… no era tan alejado como lo imagine y tampoco me desilusione de él, por el contrario sus rasgos aunque toscos, fríos y severos me había embelesado.
Medite antes de tomar una mala decisión al respecto y a diferencia de lo que esperaba incluso yo misma, me hallaba buscando entre la bruma de mis ojos su mano con desesperación y con la otra logre alcanzar su rostro húmedo por las mejillas -¿Darkness?- le llamé pero él ni siquiera se movió -Darkness, ¿Por qué tenías que sufrir tanto? ¿Por qué tienes que sufrir ahora?- respondía con la única clase de voz que podía permitirme el sentimiento en aquel momento -¿Por qué te lastimaron tanto?- pero él siguió en profundo silencio sin que sus ojos se abrieran para distinguir su café profundo y borroso -¿De verdad me amas tanto?... ¿De verdad significo tanto para ti, como para entregarte así, entre mis manos?- baje la cabeza en señal de vergüenza –Supongo que debí de haberme dado el tiempo a escuchar lo que tenías que decir...- me encogí de hombros –Pero era de esperarse... hay muchas cosas que nadie sabe sobre mi tampoco, nadie sabe que mi temor más grande es la misma soledad- inspire insegura -Eso era lo que tenía en común con The Phantom, que vivía días y noches esperando ser algo importante para alguien y cuando finalmente los tenía, resultó que los perdí en un instante del que ni siquiera tuve tiempo a reaccionar, eran los primeros en mi vida y sin embargo no en mi cama- levante la mirada y me encontré con la suya entre neblina –Abusaron de mi, justo antes de mi transformación y nunca se lo dije a nadie, quizás y a veces lo pienso, el que haya aceptado transformarme en esto fue una especie de suicidio. Era la única forma que encontré para sentirme "limpia".Veo atrás y mi vida es un completo y complejo desastre. Como me siento y lo que pasó ni mi padre lo sabe, eres el primero. Por ello, tal vez era la débil del grupo de caídos y no me cuesta reconocerlo, desde ese día viví para huir de las cosas siempre y esta noche estaba dispuesta a hacer lo mismo, no quería afrontar el dolor de tus confesiones, odio el dolor y odio mi debilidad... odiaba en ese pasado todo y por eso buscaba destruirme hasta que...- dije un ligero y apenas audible hilo de voz –Apareciste tu y todo cambió, tu que lograste confundirme y lastimarme hoy más que nunca... tú, que eres él único que me ha sabido comprender y respetar, que has sido el primero en mostrarme lo que yo creí jamás tendría el placer de probar, ese maldito sentimiento que no puedo arrancarme del pecho y menos ahora que conozco más sobre ti, eso que me hace amarte aún más que en el ayer-.
Oyendo el paso del tiempo en las manecillas del reloj agregue –No quiero irme, pero tampoco sé que hacer- confesé separando mi mano con brusquedad de sus mejillas.
Mientras tanto todo estaba en absoluta calma, un silencio sepulcral invadió toda la estancia y ningún movimiento se percibió a mis alrededores, yo sabía que el seguía allí de rodillas, esperando el momento en el que marchara para destruir cosas en el afán de calmar un poco su rabia y su frustración. Mis ojos empezaban a sentirse cansados de tanto llorar, podía sentir su ardor y una ligera picazón por dentro de las órbitas, mis ojos luchaban por enfocar la sombra del hombre que había bajado la cabeza, intenté ver de nuevo su rostro que al final y aunque muy rápido fue el conocimiento, me lo aprendí de memoria, cada detalle, sus ojos, sus labios, su cabello… no era tan alejado como lo imagine y tampoco me desilusione de él, por el contrario sus rasgos aunque toscos, fríos y severos me había embelesado.
Medite antes de tomar una mala decisión al respecto y a diferencia de lo que esperaba incluso yo misma, me hallaba buscando entre la bruma de mis ojos su mano con desesperación y con la otra logre alcanzar su rostro húmedo por las mejillas -¿Darkness?- le llamé pero él ni siquiera se movió -Darkness, ¿Por qué tenías que sufrir tanto? ¿Por qué tienes que sufrir ahora?- respondía con la única clase de voz que podía permitirme el sentimiento en aquel momento -¿Por qué te lastimaron tanto?- pero él siguió en profundo silencio sin que sus ojos se abrieran para distinguir su café profundo y borroso -¿De verdad me amas tanto?... ¿De verdad significo tanto para ti, como para entregarte así, entre mis manos?- baje la cabeza en señal de vergüenza –Supongo que debí de haberme dado el tiempo a escuchar lo que tenías que decir...- me encogí de hombros –Pero era de esperarse... hay muchas cosas que nadie sabe sobre mi tampoco, nadie sabe que mi temor más grande es la misma soledad- inspire insegura -Eso era lo que tenía en común con The Phantom, que vivía días y noches esperando ser algo importante para alguien y cuando finalmente los tenía, resultó que los perdí en un instante del que ni siquiera tuve tiempo a reaccionar, eran los primeros en mi vida y sin embargo no en mi cama- levante la mirada y me encontré con la suya entre neblina –Abusaron de mi, justo antes de mi transformación y nunca se lo dije a nadie, quizás y a veces lo pienso, el que haya aceptado transformarme en esto fue una especie de suicidio. Era la única forma que encontré para sentirme "limpia".Veo atrás y mi vida es un completo y complejo desastre. Como me siento y lo que pasó ni mi padre lo sabe, eres el primero. Por ello, tal vez era la débil del grupo de caídos y no me cuesta reconocerlo, desde ese día viví para huir de las cosas siempre y esta noche estaba dispuesta a hacer lo mismo, no quería afrontar el dolor de tus confesiones, odio el dolor y odio mi debilidad... odiaba en ese pasado todo y por eso buscaba destruirme hasta que...- dije un ligero y apenas audible hilo de voz –Apareciste tu y todo cambió, tu que lograste confundirme y lastimarme hoy más que nunca... tú, que eres él único que me ha sabido comprender y respetar, que has sido el primero en mostrarme lo que yo creí jamás tendría el placer de probar, ese maldito sentimiento que no puedo arrancarme del pecho y menos ahora que conozco más sobre ti, eso que me hace amarte aún más que en el ayer-.
Oyendo el paso del tiempo en las manecillas del reloj agregue –No quiero irme, pero tampoco sé que hacer- confesé separando mi mano con brusquedad de sus mejillas.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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