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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Solomon Vasari Miér Abr 29, 2015 12:55 am

Y entonces el había resurgido, como Lazaro resucito de entre los muertos, durante un año Solomon no hizo más que observar los paisajes cambiar conforme al cambio de estación frente a su casa alejada de todo bullicio parisiense, era para él una tortura ver el castillo desde lo lejano, ver la ciudad moverse sin él dentro del compás que marcaba toda la sociedad que se movía por las calles, allá desde donde Vasari contemplaba la vida no eran más diminutas manchas de tinta que no tenían sentido alguno, era el vivo retrato de su vida en tiempos modernos.
Él lo había perdido todo en un santiamén o al menos eso era lo que creía con el fervor y devoción que siempre le caracterizaba, era en su mirada vacía y fija en el frente la tristeza que le embargaba el alma, que poco a poco ahogaba su corazón que estaba harto de seguir con vida sino había quien le diera sentido en la tierra, su esposa había muerto ya hace largo tiempo y estaba en los cielos, después la hija de la que nunca tuvo conocimiento, Thala Bertinelli pereció como fiel cazadora de criaturas que supo fue en su entonces probablemente ella también estaba con Nuestro Señor y luego ella... esa vampiresa con la convivió en la mansión ahora en ruinas, era según él igual a su madre, desde sus ojos, sus cabellos hasta la risa y la voz, no importaba su condición, eso no le afectado en el parecido familiar -Mi pequeña Montserrat- susurro con mirada nostálgica, soltando un suspiro, tocando la pierna lisiada de por vida -Mi sol y Aristas- le llamó, apenas si el mismo Vasari podía creer que la hubiese llegado a querer tanto en breve tiempo, su cercanía al cuidarla después de saber la verdad por Leviathán le habían hecho conocerla a fondo, era en cada conversación ua nueva confesión de los retazos de la vida destrozada de su pequeña y era para Solomon dar consejos, fungiendo su papel sin que ella lo supiera, padre e hija hablaban y era el llamado de la sangre que sello finalmente el vinculo que hoy tenia en la callejuela de la penuria al viejo cazador.
Ahora podía entender la confusión y los errores que su hija cometió en el camino, era claro que nunca le hicieron sentir el calor de una familia, el amor de los padres, la libertad cuando se empieza a hacer joven -Si tan solo pudiera retroceder el tiempo- lamento su desdicha, sus errores pasados, allí sentado en su silla de madera de pino, observando el anochecer, escuchando a las aves callar sus sonar lentamente,  disfrutando de las brisa otoñal -Amarías esta vista- rogó sin despegar la vista del frente -Si estuvieras aún con la existencia de un inmortal- se abrazo a si mismo, reposando las manos en los brazos, acariciando el terciopelo azul oscuro de su saco, luego despego la espalda del respaldo de la silla y titubeo antes de ponerse en pie, tomar el bastón e ir al lugar exacto... el lecho de muerte de su hija, su sepulcro hecho cenizas, la tumba compartida con el culpable de su última tragedia, Leviathán Shadow.
Al descender de su refugio se topo con una tierra tan igual a la que conocía cuando el peón, el alfil y el caballo se reunieron en Notre Damme, el teatro incendiado volvía a tener aún mas éxito que el anterior y la población parecía estar de nuevo sometido al yugo aún más mortífero del fantasma dentro del recinto, él prefirió hacer caso omiso de esas habladurías que no pudo evadir, camino kilometros enteros con tal de llegar al punto crucial donde su pequeña encontró su destino final, su pierna derecha cojeaba, daba pasos con ayuda del bastón mientras el cazador iba hundido en sus pensamientos más ocultos, cuando supo que estaba al oro lado del poblado, donde las zonas boscosas comienzan, tomo valor y se adentro, recordando entre frondosos arboles y primeros rasgos de la noche ya encima de las cabezas parisienses la noche del incidente, él le iba a decir todo, cuanto era el entusiasmo que tenia por decirle la verdad, por abrazarla como el padre que era y ayudarla en lo que más pudiera y sus fuerzas dieran batalla, pero de pronto se hizo una ilusión vaga y allí era lo paradójico de su dilema, el odio a los vampiros y ahora era su propia hija parte de la estirpe, antes se dedicaba a marrarlos, ahora a llorar la desventura de un solo ejemplar.
Cuando llegó al sitio creyó confundirse, no esperaba ver una nueva Galeria en proceso de ser terminada, los rosales apenas germinaban de la tierra y luces parecían verse de pronto, el entrecejo poblano a medida más canoso quedo fruncido, en esa nueva construcción había vida, ¿Pero de quien? si todos estaban muertos, sigiloso se acerco un poco más pero no observo nada pues sus oídos bastos de experiencia sabían como distinguir s un ser oscuro, si soltar el bastón cogió la espada con la mano libre -Sal demonio de donde quiera que estés- advirtió ¿Seria acaso el fantasma de su hija?, eso era imposible, los vampiros a no tenían vida después de la verdadera muerte, ¿un nuevo aquejare de vampiros? -Estoy en bastante desventaja si es acaso aquello en lo que estoy pensando- observo su extremidad y el bastón con despecho.


Última edición por Solomon Vasari el Lun Ago 10, 2015 1:45 am, editado 1 vez
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Mensaje por Montserrat Vasari Sáb Jun 06, 2015 9:01 pm

Yo caminando por las calles vacías, al parecer desde aquella noche esto se me había hecho costumbre, intentaba analizar siempre el porque lo hacia, que más había dentro de mis pasos, de mis pensamientos a vista simple, quizás era porque algo entre Leviathán y yo se había roto desde que le quite la máscara, algo además de su rostro se había quemado para siempre.
La caza ya no tenia sabor ni placer en realidad solo era un onírico sueño lleno de tinieblas y monstruos que imperaban una pesadilla de la que en vano alguna vez había intentado despertar, hasta ese momento supe lo que significaba un engaño de magnitudes extremas, de un abismo cuyo final a la lejanía ofrece un ojo de agua suave, fresco y luminoso donde se puede caer sin dificultad ni heridas, pero cuando la piel rozaba con el piso eran las fauces de la muerte las que se devoraban el alma de los que solo querían paz y un distinto sol, así de trágica y baja había sido mi caída a las tinieblas, así fue como el encanto de la inmortalidad me arrastro a la desdicha, no había día que no recordará cada error cometido en el pasado, antes y después de tomar esa decisión que no me hiciera desear estrellar mi cabeza contra un muro hasta hacerla añicos -La consciencia es la peor de las cárceles- pensé y continúe sin rumbo fijo por calles peligrosas, por barrios abatidos por la enfermedad y el hambre, me gustaba oler la muerte a distancia, al menos esa era la única manera de sentirla cerca, de seducirla, de anunciarle a los vientos que aquí tenia materia dispuesta que sin oponerse se entregaría a sus brazos. Ya no tenia nada que perder, ni siquiera al cazador.
Por algunas partes de París llovía sin piedad ni misericordia y por otros era la tranquilidad la que dominaba esos territorios, al tiempo creí que era el momento idóneo para retornar a casa, una cárcel más que apenas estaba en proceso de reconstrucción, con leve aroma de rosales recién nacidos de las entrañas de la tierra y las llamas del infierno del miedo poblando cualquier lugar donde Leviathán se quedaba, el me odiaba y no había duda al respecto, de hecho no me sorprendía nada la idea de que alguna noche no muy lejana decidiese atentar contra mi existencia y luego contra la de los demás, seria su futuro probable un vampiro cazando vampiros y su loo de sangre empezaría conmigo. Un escalofrío recorrió mi espalda de tan solo verme muerta, pero no por la agonía o el punto álgido de la entrega al fin, eso era lo que más deseaba, sino por el que seria cometido mi asesinato.
El rugir de los truenos en el horizonte donde las montañas se presumían imponentes al regreso en el bosque me hacían apresurar mi paso, por mucho que ese clima fuera de mi agrado, era una vampiresa que a ultimas fechas le tenia horror a la sombra provocada por el follaje de los pinos entre senderos, creía sentir presencias, creo ver los ojos del fantasma por todas partes donde la negrura se hiciera dueña de los rincones, mi corazón palpitaba, mi respiración se agitaba y mis pasos armoniosamente acompasados con el pasto me hacían dar cuenta de la rapidez de mi andar, seria por el miedo o por algo más que esa noche impregnaba el aire con fragancia humana, un aroma bastante familiar, aunque no podía recordar con exactitud de quién, apenas empezaba a entender el idioma en el que mis instintos me hablaban pero estaba segura de que algo ajeno a lo habitual rondaba la mansión y no era eterno.
Camine sin detenerme por un momento a razonar en los peligros o quien seria en realidad el que estaba detrás de todo lo que sentía, quizás un curioso, quizás un enviado de The Phantom o probablemente uno de los ¿Caídos?, no, eso era una idea imposible de concebir... no sabia si habían sobrevivido o habían perecido, sin importar el dolor a su imagen llegue finalmente por el frente de la casa, navegue entre los helechos y los arbustos que el fuego respeto, hojas  de tamaño considerable que cubrían mi figura y la hacían invisible al ojo humano que se dibujaba a la distancia, me aproxime unos pasos, percibí el desenvaine de la espada  y pronto su voz severa -¿Solomon?- pregunte murmurando, mientras caminaba y apartaba de mi todo follaje para permitir a mis orbes constatar el espejismo que ante ellos lucia -¡Monseuir Vasari!- exclame finalmente con alegría, como si fuese Dios al que hubiese visto descender de los cielos-¡No esta muerto! ¡Por Dios, no esta muerto!-instintivamente mis brazos se abrieron y pese a lo complicado que esto podía representar con el vestido de época que llevaba puesto, corrí a su encuentro, mientras los ojos se llenaban de lagrimas que hacia más borrosa la visión, no se porque me daba tanta alegría verle, era extraño que un vampiro quisiera tanto a la mano que mata a su estirpe -¿Porque no vino a buscarnos? ¿Porque me hizo creer que había muerto?- decía mientras lo estrechaba sin saber bien si el me correspondía, pendía de su cuello, me acurrucaba en su pecho con un alivio inimaginable -Monseuir Vsari- susurre con la voz quebrada, con mis ojos derramando lagrimas contenidas, con sollozos provenientes de la mezcolanza de sentimientos albergados en el silencio de mi interior, lloraba como una niña pequeña asustada y solitaria, una mujer que no sabia el porque lo hacia ante su presencia, pero que se aferraba más a él.
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Mensaje por Solomon Vasari Miér Jun 17, 2015 1:29 am

La espada cayó al momento en el que la escucho venir, Montserrat estaba viva, completamente viva, su boca se abrió de par en par sin dar oportunidad a su voz a salir de la garganta apretada y seca donde le mantenían cautiva, dentro de su pecho el corazón empezaba a darle vuelcos, las emociones que percibía muy en el fondo también sobresalieron de sus ojos, agua que como la lluvia contenida entre aceras hacían que su mirada se percibiese cautiva entre dos cristales nuevos y pulidos -Hija- susurro antes de que la aproximación entre los dos fuera inevitable.
Sintio su abrazo alrededor de su cuello rígido, tan estático como el resto de su cuerpo que quedo inmóvil entre sus brazos sin respuesta, miles de recuerdos se arremolinaron dentro de la psique del cazador, por donde quiera que observará hasta el llegaba la frustración, la ira y la decepción sobre si mismo -Quizás sino hubiese sido tan obstinado y ambicioso- se dijo en silencio -Ahora no estarías en estas condiciones- repuso en su mente, quedando embelesado con la suavidad y brillantez de su largo cabello castaño, tanta hermosura alguna vez la contemplo en Anne y en los rayos del sol que tocaban su pelo durante el verano cuando ella, aquella que ahora le estrechaba con tanta fuerza apenas era una bebé de la que desconocía existencia y paradero, un lanza le atravesó de lado a lado con la idea, sentía tambalearse y se aferro a la vampiresa que lloraba desconsoladamente como una niña pequeña, una pequeña asustada y confundida, que lloraba su suerte, que vivía, se alimenta y respiraba de miedos, de inseguridades que solo Dios sabe que fue lo que hicieron para que se transformara en esa persona tan compleja y deprimente.
-Todo estará bien pequeña, todo estará bien- consoló mientras sus extremidades y su mismo interior tomaron consciencia de a quien tenían llorando, buscando su refugio, Solomon soltó el bastón y la estrujo con más fuerza, guío delicadamente a su cabeza hacia el pecho forrado de terciopelo negro donde se hallaba un corazón desgarrado por una hija que no paraba de llorar, sus manos repasaron varas hebras de su pelo, reconociendo su aroma, tratando de darle todo cobijo -Deja ya de llorar- rogó -Rompes el corazón de este pobre viejo cojo ¿No lo ves?- recargo su barbilla de barba castaña en la pequeña cabeza de la vampiresa que no dejaba de restregarse como un gato en su pecho -Jamás te volvería a abandonar- aseguro con voz calmada y tinte suave -Pero creo que tu... creía que V y tu habían muerto- entonces intento hundir sus labios entre la raíz de la melena alborotada y lacia de la vampiresa pero se detuvo, aun no era el momento y además todavía no confesaba el gran secreto por el cual la culpa a trajo por aquellos parajes -Por eso nunca regrese hasta aquí, hubiera aceptado todo menos saber que habías te habías ido para siempre- la separó de él- ¿Estas bien verdad?- cuestiono tan pronto vio que ella no veía a los ojos y eso iba más allá de la timidez con la que siempre se caracterizó, sus ojos eran dos rubíes aguamarina con algunos destellos inusuales que no se dejaron ver, gracias a la capucha que su puso de pronto, olvidándose de su sollozo, pero ella no respondía pese a lo último -Pequeña- le nombro de pronto, alzando con dificultad su rostro -¿Que te ha pasado?- pregunto con sorpresa -¿Quien te ha hecho esto? ¡Exijo una respuesta!, ¿fue The Phantom?- sigue sin responder notando que su mirada continuaba fija en el horizonte y no a su dirección -¿Quien lo hizo Montserrat?- cuestiono con más calma -¿Quien?-
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Mensaje por Montserrat Vasari Jue Jun 25, 2015 12:20 am

Debí suponer que aquel cazador era muy astuto y observador en demasía para no darse cuenta de mi desgracia... más aún cuando unos meses antes del incendio en la mansión me había prestado atención de sobra, a veces pensaba que si padre o el mismo Alessandro  me hubiese querido, probablemente, muy probablemente me habrían tratado como él, nunca nadie ni en la vida mortal ni en esta existencia vacía alguien pareció condolerse... solo V, en su momento.
Sentí su toque, percibí su curiosidad humana por saber que era lo que escondía mi mirada, creí que con el velo negro que conformaba la capucha del vestido todo se arreglaría, segundo error de mi parte, ni acto no lo inhibió de su decisión a indagar más allá del encaje y el negro, pareció alterarse, su apacible calma se había ido junto al horizonte que no lograba divisar bien, inspire de pronto, cerrando mis párpados, implorando que regresará la única persona que lograba darme un poco de paz, sus reclamos causaban más dolor y la herida apenas cicatrizada volvió a abrir sus puertas, la sangre vertida en el fondo de ese corazón roto volvieron a resbalar por mis mejillas lentamente, sin presentaciones, sin aviso previo de su llegada, esta vez no hubo sollozos, solo silencio.
-Guarde su espada Solomon- le dije sin ver siquiera hacia su dirección -Porque no ha sido The Phantom, tampoco ha sido V- continué con tono pausado, con la cabeza erguida, con la mirada fija, sin más lagrimas por derramar -Si quiere enterrar esa empuñadura al responsable de lo que admira, entonces... entonces... deberá matarme a mi- no distinguí su fue un sobresalto lo que escuche -Han pasado tantas cosas Monseuir Vasari, demasiadas cosas los últimos meses- asentí, observando en la bóveda de mis recuerdos todo lo que había padecido hasta ahora -V y yo- proseguí con mi relato -Logramos huir del fantasma, pero su lucha llevo a su desgracia, pago un precio muy caro haber retado a ese maldito vampiro, ahora es uno de los míos y enemigo de los suyos, ni siquiera gano- negué -Al menos en medio de todo parecía haber recuperado su piel tersa, un aspecto humano, sus ojos verdes parecían destacarse como dos esmeraldas incrustadas en sus ojos, era hermoso- inspire y en medio del sueño pasado sonreía, mis manos se movían mientras mis labios emitan palabras, mis ojos no enfocaban a mi interlocutor, todo era tan borroso como cuando lo oí vagar por estos parajes -Yo lo vi, lo vi morir y lo vi renacer- seguí susurrando con amarga melancolía -Por un momento creí que la agonía seria menos si le quitaba la máscara- guarde silencio por un momento pequeño -Fue un error Solomon se quemó el rostro tan pronto logramos escapar, nada pude hacer y al verle después de que sofoque las llamas con las faldas rotas de mi vestido… él ya se había transformado y su rostro quedo peor de como era en un principio, sus ojos se tornaron como los de una bestia, fríos, brillantes, un verde sobrenatural, intenso, tenia la mirada de The Phantom, y su rostro peor que el de él- mi cabeza giro hacia un costado, mis ojos iban y venían como si estuviesen leyendo entre estrellas, entre indistinguibles puntos blancos que contrastaban con el azul opaco del cielo -Él me sigue culpando al menos en parte de esa historia, reniega de mi por haberle quitado la máscara, si esta conmigo es solo porque no… porque yo no le guardo rencor como muchos otros vampiros con los que creo enemistades siendo cazador, lo cierto es que con todos se volvió distante, aislado… es otro y yo… yo no pude tolerar eso, ¿Entiende Solomon? simplemente no pude- regrese la vista donde creí el seguiría, sabia que no sabia ido por el simple aroma a vivo que desprendía y por los latidos ya tranquilos de su corazón que los oía muy cerca de mi, solo estaba callado, como siempre que entablaba una charla con él aun fuese la más absurda y existencialista posible -Alessandro, el hombre que ame, el vampiro que me creo esta… esta muerto… mis amigos quedaron lejos de mi alcance tan pronto me involucre con The Phantom y mis padres… ¡Oh mis padres!- exclame -No tenia caso seguir con esta existencia con todo eso a cuestas- recupere la compostura y lleve mi mirada al cielo encima de nuestras cabezas -Cada sopor era lo mismo, para nosotros los vampiros, o al menos para mi cualquier sueño se vuelve muy nítido y real, yo no paraba de tener pesadillas con Leviathán y sus angustiosos sonidos en medio de la agonía mortal, ni sus gritos cuando él se estaba quemado, no podía soportar su mirada no importando el muro o la persona a la que yo viera, su furia y su frialdad estaba allí… la soledad haciendo alarde de su victoria contra mí… la tristeza dándose aires de triunfo, pues desde antes y después de que fui introducida a este mundo, no hace otra cosa más que acosarme, al igual que la soledad, que el miedo… así que un día sin más apile unas cuantas maderas a mitad de la noche, les prendí fuego y por largo rato observe su danzar…Stefano, mi otro creador alguna vez me dijo que una forma de acabar con un inmortal era… quemándolo y yo después de pensar todo lo que le he confesado, decidí a incinerarme por mi cuenta, pero lo haría de una forma peculiar- asentí -Empezaría por el rostro en castigo a lo que hice con V- cerré los ojos, volví la vista a su silueta -Acerque mi rostro lo suficiente, sintiendo el calor abrazando mi piel, mi nariz, mis mejillas, mi frente de mármol, aún tenia los ojos cerrados, al abrirlos y ver el color anaranjado fluyendo en ellas me retracte, no pude hacerlo y quede allí en ese sitio toda la noche y recordé viejos tiempos de niña… recordé el amor por el amanecer, era la primera en mi hogar en despertar todos los días y contemplar al sol salir por el horizonte, de pronto quise hacerlo de nuevo, remontarme a ese tiempo, volver a sentir esas divinas y emocionantes sensaciones… olvidarme de que era una hija de las tinieblas- el silencio se hizo de nuevo amo y señor del momento hasta que interrumpí su reinado abruptamente -Me olvide que era un vampiro al amanecer, hice… hice caso omiso a mis instintos y entonces sentí el calor del astro rey acariciarme como tiempo atrás lo hacia, aunque doloroso el calor me resultaba un buen bálsamo que muy pronto lo cubrió todo en mí, me estaba desasiendo como un insecto expuesto al cristal de una lupa, me estaba matando como yo quería haberlo hecho con las llamas de la hoguera que para ese entonces eran cenizas, decidí verle de frente para agradecerle y fue cuando mis ojos desprendieron humo, sangre y gritos… esto ultimo alerto a V quien volvió a salvarme el pellejo pero esta vez era tarde para cuando me llevo a las sombras de su escondite mis orbes, mis pupilas, mi iris aguamarina se habían derretido literalmente…. dejándome parcialmente ciega, desde aquel día todo lo percibo entre neblinas que solo existen en ellos, que dejo la presencia del sol en mi vida, ahora si puedo jactarme de que la noche se adueño completamente de mi… veo muy poco- ladee mi cabeza y sonreí amargamente -Al menos dicen que tengo una mirada hermosa, que mis ojos parecen tener luz propia, haciendo de su color algo intensamente atractivo, dos puntos flotantes en medio de las sombras, cuyas iris hay destellos violetas y están recubiertos en cristal, son como los de una muñeca, dicen algunos- inspire -No lo sé, yo no puedo ver más que su encendido color cuando veo mi borrosa silueta en algún vidrio- enmudecí, recordando mis visiones imperfectas… el cazador guardo silencio, oi su espada volver a su sitio lentamente, pero que podía hacer él, había firmado mi condena, estaba purgando mi castigo hasta el confín de los siglos.
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Mensaje por Solomon Vasari Mar Ago 11, 2015 1:03 am

Solomon escucho quedando helado, sus movimientos quedaron atados a cada palabra dicha y la imagen que su imaginación le proporcionaba cruelmente, por primera vez no supo que decir, su astucia y su calma se disiparon abriéndole paso a una profunda tristeza que quizás no sentía desde que Annie había fallecido muchos años atrás.
Guardó la espada lentamente devolviéndola a su sitio con timidez, mientras su vista no lograba separarse de su pequeña que por todos los medios fingía estar en enteras condiciones de su vista y del resto de sus emociones pese haberse echado  a llorar minutos antes a sus brazos, la confianza que ella deposito en él era algo que Solomon agradecía desde lo más profundo de su corazón de padre, un corazón que hoy estaba hecho pedazo. Se preguntó por un momento que hubiese ocurrido si el valor con el que había acudido a ese recóndito lugar lo hubiera poseído un año atrás y le hubiera confesado la verdad a Montserrat, quizás su final no sería ese,  escrito de esa forma tan atroz, no pudo evitar sentirse culpable de lo ocurrido desde que ella llego al mundo y la desgracia con la que vivió sus primeros años de vida y que muy amable ella le confeso durante su estancia en la Galería de las Sombras, esas fueron las únicas que veces que se estrecharon tan fuerte como esa noche y el cazador desesperado intento enjugar sus lágrimas de mil una formas sin éxito alguno.
Nunca creyó que sus niña llegará a esos extremos, es decir sabía que muchas veces intento matarse por mano propia pero al final ella se arrepentía o simplemente las cosas le salían reverendamente mal, tal parecía que esos resultados solo eran las advertencias que le daba la maldición de la sangre para que se detuviese de algún modo, antes de al destino se le acabara la paciencia y benevolencia hacía con ella y finalmente decidiera darle un escarmiento mucho más severo, él se lo había advertido incluso por que el viejo cazador conocía los caminos de la vida y los vuelcos que tiene la mayoría de ellos ¿Pero cómo hacerle entender a un alma rota todo eso? ¿Cómo hacerle ver que pese a las calamidades hay aun esperanza de algo mejor que aguarda por un lugar distante? ¿Qué a veces lo que en verdad merecemos tarda tanto en llegar aunque lleve años en venir a nuestras manos como era su caso? ¿Cómo?... el viejo cazador llego a una resolución, debió haberle dicho que él era su padre.
No muy convencido de que aun estuviera a tiempo para semejante confesión asintió tomando fuerzas de donde creyó ya no tendría más, su fuerza de voluntad tan jovial como siempre también lo respaldaba, tenía que decírselo esa noche aunque fuese ya demasiado tarde.
El silencio se hizo del lugar y de los dos, Solomon miro con profundo dolor el rostro de su hija, extendiendo sus manos para alcanzar sus mejillas –Montserrat… ¿Por qué mi niña? ¿Por qué?- pregunto con desesperación mientras sostenía su rostro en ambas manos –Te dije que aguardarás, que el destino tendría  algo mejor para ti, no quise decir con eso que Leviathán lo era, eso con seguridad no era verdad, cuando eso llega, simplemente se siente en el aire, en tus acciones no importando lo que pienses o profeses- hablaba de él por supuesto, desde el momento en que conoció a la vampiresa tras bambalinas la noche del incendio, por más odio que intento infundirse a si mismo mientras la veía arreglarse por última vez en el espejo, con la mirada melancólica puesta en él y una sonrisa antes de despedirse no lograron que sintiera algo nada negativo por ella, por el contrario se encariño al primer instante y supuso que podría tratarse por compartir parecido con si esposa –No debiste… si el infeliz de Leviathán te odia debiste dejar que siguiera con sus tonterías mientras tu continuabas tu camino, no estas sola y hay personas aquí a las que realmente les importas… ¿No lo pensaste? ¿No pensaste que hay gente que te ama de verdad?- los ojos de Solomon se volvieron de un brillo puro que contrastaba con la luz lúgubre de la luna que cernía sobre sus cabezas, las lágrimas estaban presas en sus ojos celestes esperando el momento propicio para derramarse de forma incontrolable, algo que el hombre había dejado de hacer tiempo atrás.


Última edición por Solomon Vasari el Lun Sep 14, 2015 12:43 am, editado 2 veces
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Mensaje por Montserrat Vasari Vie Sep 11, 2015 12:47 am

El silencio ese incomodo invitado que nunca podía faltar en cualquier conversación que entablaba con alguien mortal o inmortal, empezaba a cansarme de él porque era como la bruma misma de mis ojos cuando intentaba observar con claridad, el silencio era tan hostil como la ceguera, tan miserable que solo me permitían percibir ciertas cosas de mi entorno de manera difusa, pero el instinto de alguna manera me alerto que él seguía aquí conmigo y no muy lejos de mí, llegaba hasta mis oídos el latido de su corazón y el exhalo de su respiración acompasada con un dolor intenso que le dominaba todo su ser, ese hombre me quería si, y una vez me confeso que me amaba como si fuera su propia hija pero no creí que lo hecho fuera afectarle de ese modo.

Permanecí frente de la mancha que se movía, verificando que era él por el sonido de la espada al guardarse dentro de su lugar -Cómo me gustaría verlo una vez más- pensé deseando observar su mirada serena sosteniendo la mía, por dentro me estaba derrumbando con forme la desesperación iba incrementándose, yo no solo quería verlo en el recuerdo, quería verlo en ahora, ante esto tuve infinitas ganas de echarme a llorar nuevamente pero no quise mortificarlo más, sino había dicho otra cosa aquel cazador es porque la herida era profunda y el dolor demasiado agudo para soportarlo, decidí portarme valiente por él y fingir entereza interior y exterior, sin saber si le miraba correctamente a la cara o estaba mirando hacia un punto más alejado.

-Monsieur Solomon- dije cuando sentí sus manos rodeándome el rostro, alcé mis manos para alcanzar las suyas, su piel estaba tibia y había cicatrices que daban cuenta de sus múltiples enfrentamientos con los míos, sus arrugas eran pocas o así lo sentía quizás por la suavidad de sus manos que eran tan cálidas que llegue a pensar que sería de mi ahora si no lo hubiese vuelto a encontrar en el camino, que pasaría el día de mañana que la muerte lo reclamará para llevarlo con el Ser Supremo, no quería ni pensarlo pero tampoco podía evitarlo, yo lo quería como a un padre desde que lo conocí mejor en la Galería, su actitud había sido menos tosca que cuando lo vi por primera vez en mi viejo camerino teatral.

Las lágrimas comenzaron a caer tan pronto él menciono a V, aunque los términos en los que todo concluyo entre los dos eran difusos y no nos habíamos llegado a matar entre sí me dolía su pérdida, Solomon tenía toda la razón como siempre, yo llegue a pensar que Leviathán era para mí y que nos amaríamos como la noche pasada, entre sábanas de satín por el tiempo en que el destino lo determinará -¡Oh Solomon!- exclamé entre sollozos -¿Pero quién demonios me va a querer?- pregunté con la voz quebrada, ahogándome en mi propio llanto contenido lo mejor que pude hacerlo –¿Ya te diste cuenta? Estoy ciega y debí de haber hecho caso a tus advertencias, para evitar problemas como este lo mejor era haberme arrojado a la fogata que hice primero, pero fui tan cobarde como siempre y no lo concluí- acariciaba su mano con ímpetu, con amor, tratando de hallar el consuelo en algún lado, en algún gesto suyo sin que dijera palabra alguna –El destino nunca deparará nada bueno para mí, nunca lo hizo… ¿Qué fe puedo tener yo Monsieur de que algo cambie esta desgraciada situación, que me haga sentir que vale algo estar aquí eternamente? Mi madre y padre me abandonaron aquí, mis creadores están muertos, V me odia…. Ni un ser nacido hace dos mil años podría estar aguardando por alguien como yo, fui hecha para estar sola, no para alguien- toda barricada sentimental se derrumbó y me dejo completamente desnuda, era como si una venda se me hubiese caído de las orbes del alma, dejándome ver con claridad el contexto de toda mi realidad de la que siempre busque rehuir con desespero, amigos imaginarios de pequeña, libros y arte cuando era una adolescente y luego la vida en tinieblas había sido los escapes que tome para dejar de seguir pagando peaje, nunca vi hacia los costados, nunca me percate que todo lo que dejaba lo ignoraba hasta el momento en que mi camino quedo desolado, la puerta falsa me había comprado con facilidad sin darme cuenta que el precio fue demasiado alto.
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Mensaje por Solomon Vasari Lun Sep 14, 2015 12:31 am

Las lágrimas del cazador tampoco pudieron contenerse más y fueron liberadas a la par que las de la vampiresa, jamás pensó que llegaría a conocer lo que sentiría el dolor por un hijo que sufre y menos en esas desdichadas circunstancias, la joven lloraba y siempre lo estuvo, fingió durante tanto tiempo estar bien pero por dentro la realidad es que se estaba desmoronando, quizás era por eso que su habilidad para mentir ahora sobre su bienestar era perfecta, después de todo tuvo años y cientos de días para practicarla -¿Qué clase de padres había tenido entonces que nunca supieron darse cuenta por lo que ella estaba pasando?- pensó y en su caso supuso que de estar cerca hubiese hecho todo lo posible por hacerla feliz en vez de arrancar pluma por pluma las alas que ya no tenía, en su hija no había sueños, aspiraciones o esperanzas, seria porque nunca había surcado los cielos de los sueños que le correspondía como niña, como joven, seria porque caminaba sola en el sendero que malamente había escogido como el único similar parecido al cielo que solo se le permitía observar, a veces pisar el suelo de la realidad conllevaba al final al averno mismo de la desdicha y el vacío, ese vacío que acrecentaba en su pequeña por cada día que pasará y que continuaría hasta el infinito de seguir sola y conociendo con mayor detenimiento la propia amargura que la soledad conlleva pues estaba seguro que aunque la pobre era noble resultaba sumamente fácil de corromper por el propio destino como ya lo había hecho al ofrecerle la tentación de la inmortalidad en el paso.

-No digas esas cosas mi pequeña sol y aristas- consoló tiernamente –Aún te queda mucha brecha que debes recorrer y no siempre estarás acompañada ¿Me entiendes?- cuestiono tratando de conservar los estribos para que siguiera hablando sin dificultad y ver si de esta manera podría contagiarle un poco de calma –Nacimos solos y así nos iremos todos, solos- aconsejo sabiamente –Vampiros, licántropos, cambiantes, hechiceros, mortales… la regla es igual para todos- asintió mientras los pulgares del cazador limpiaban sus lágrimas en suaves caricias que intentaban reconfortar y mitigar en cierta medida el dolor de la joven –Alguien llegará, no quieras correr sin haber aprendido a caminar por este piso al que desgraciadamente te condenaron a vagar- la culpa lo invadió y un terrible golpe le toco el pecho, sino fuese por su ambición cuando joven sus hijas no habrían perdido el rumbo, la que siguió sus pasos no hubiera muerto y Montserrat no estuviera en ese suplicio sumergida y asustada –Eres joven hija mía- reparo al instante –Aunque eres inmortal, eres joven como tal apenas tienes tres años por estos lados, tres…- señalo con voz suave –Tendrías 21 si fueses alguien de mi naturaleza, eso significa que aún no llegaba alguien que cuidara de ti y tu de él- se encogió de hombros reconociendo que no se había atrevido a reconocer que quizás alguien más podría estar aguardando por ella en el pasar de los siglos o ya la estuviese esperando desde tiempo atrás sin darse cuenta –Quizás cuando hayan pasado algunos años más o algunos siglos lo conocerás y lo sabrás… simplemente lo sabrás- menciono recordando Annie y el primer día en que la vio, algo dentro de él le indico que ella era la mujer que más había ansiado desde que tenía uso de razón –Sé que a partir de ahora harás lo correcto, las cosas pasan siempre por algo, sino obedeciste mis consejos era porque así no alcanzarás lo que te corresponde Montse, siempre piénsalo así- Solomon lo dudo por instantes y sin embargo acerco sus labios a la frente de su hija, besándola afectuosamente sin prisas, ni preocupaciones, lloró entonces en silencio, las lágrimas caían sin control al piso cubierto de hojarasca y lodo, el bastón lo había dejado tirado desde hacía rato y ni siquiera se percató de su ausencia –Quizás él ya deba de estarte esperando- susurro sobre su piel de lisa y fría –Puede que tenga ya dos mil años solo o puede que solo sea un mortal cualquiera que después cuando tengas la fuerza suficiente lo transformarás o no sé… solo mantén la esperanza viva- sostuvo su rostro de nuevo –Sé que no es fácil pero deberás esforzarte si así lo deseas y yo siempre estaré allí para ti… siempre- inspiro mirándola fijamente a los ojos, con el nudo en la garganta y las heridas abiertas sangrando por dentro –Hay gente que te quiere, Spencer por ejemplo y yo también, no te imaginas cuanto te quiero, para eso... para lo que siento no hay números, ni medida- asintió, por dentro un rencor pareció brotar contra V, todo era su culpa… absolutamente todo
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Mensaje por Montserrat Vasari Jue Sep 17, 2015 12:38 am

Como me reconfortaba escucharlo hablar, sabía perfectamente cuál era mi dolor y mi pena, sabia como calmarlos y aconsejarme con sabiduría, él se convirtió durante un tiempo en el apoyo de donde sostenerme con la confianza de que no me abandonaría –Sabe- dije al tiempo que reprimia todo el dolor que no me dejo responderle con anterioridad, lo que menos deseaba para aquellos momentos era mortificarlo más de lo que ya se escuchaba –No me equivoque con usted- asentí observando la borrosa mancha rosada que suponía la piel que cubría su rostro –No lo creerá pero desde que lo conocí en la Galería siento por usted un afecto tan especial, como el que un hijo le tiene a un padre- me removí incomoda al confesarlo, alguna vez entre tantas charlas que tuvimos mientras jugábamos al ajedrez, él me confeso lo que había sido de su familia, quién fue él en sus años jóvenes y  en lo que conllevo finalmente cada ambición que tuvo al momento de cazar a un nuevo inmortal, sabía desde entonces porque su hostilidad hacia mí el día que me conoció en el teatro, nos odiaba y me odiaba solo por ser de la estirpe que le obsesiono al punto de perder a sus hijas y su esposa… mujer que a pesar de la buena intención de sus acciones detestaba lo que había cometido, nada justificaba que le haya apartado de sus pobres criaturas, diseminándolas por distintos lugares, Solomon era quien debía protegerlas, no ella, no le perdonaba el sufrimiento del cazador, simplemente me era abominable semejante asunto –Las circunstancias no me permitieron confesárselo antes Solomon y en parte me alegra no haber muerto sin antes decírselo, creo que hubiese sido el único pendiente que dejará aquí entre mortales- me encogí de hombros, sonriendo para él –Hubiera sido un honor para mí, haber sido hija suya, sin importar lo que me dijera si nos volviéramos a encontrar,  entendería las circunstancias de lo sucedido, culparía a Annie por lo sucedido… supongo- el hombre pereció sobresaltarse aunque no estaba completamente segura si lo había hecho y por qué –Como lo señalo, las cosas tienen que suceder siempre por algo y supongo que algunas por muy terribles tienen que seguir aconteciendo para recuperar los perdido- roce sus manos nuevamente y luego con el más cuidadoso de los movimientos las aproxime a su rostro, lo escrute con calma, reconociendo cada pliegue de su piel, cada arruga, sus mejillas lisas y sus labios delgados, toque su barba y luego su cabello –Usted perdió una hija y yo a mi padre, pero en el turbulento viaje en que en el que V nos embarcó a todos, nosotros nos encontramos- asentí ladeando la cabeza ligeramente –Siempre que lo desee aquí tiene una hija, no será igual a la perdió y seguramente vive en algún lugar de la tierra, pero esta vampiresa más ciega que un murciélago le da su corazón sin condición alguna- me entristecí un poco al recordar a Spencer y los términos en los que habíamos quedado la ultima vez que nos vimos, lo rechace creyendo que V me correspondería, no quería lastimarlo y resulta que la única en terminar casi muerta fui yo, recordaba al rubio y su timidez simpática, sus ojos aceitunados y su sonrisa cálida, más de una vez me pregunte sobre cual había sido su paradero sabiendo que había sido ascendido en Londres gracias a los méritos obtenidos con Holmes, Watson y el detective de París Dupin –Espero que Spence esté bien como el resto de los caídos- inspire profundamente –¿Puedo preguntar algo?- cambiando abruptamente de tema, dirigiendo mi mirada hacia la mata de cabellos largos y castaños que tenia por delante -¿Por qué esta haciendo todo esto por mí? ¿Por qué me quiere si soy… bueno… algunas de las criaturas que más odia?-
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Mensaje por Solomon Vasari Lun Sep 21, 2015 1:27 am

Solomon se sintió abrumado por la forma en como la vampiresa había decaído de su aparente alegría, nunca supo en que había termino la historia entre su hija y el detective Spencer Reid, durante el tiempo que estuvieron juntos vio en el joven un interés especial  de él hacia su pequeña, pero esta última permanecía embelesada por lo hubiese pasado con V noches después del enfrentamiento en el teatro, la última vez que los vio entablar comunicación fue demasiado breve, el joven salió cabizbajo del cuarto y por otro lado Montse  sollozo en silencio, pero no hubo tiempo para brindarle consuelo porque el fantasma llego casi al instante de lo sucedido –Lo siento, no fue mi intención mortificarte de esta manera- se disculpó sonrojado, sin saber muy bien cómo es que ahora podía enmendar la situación pero tenía otras cosas en la cabeza para sugerir un movimiento rápido, lo que la joven le dijo lo dejo sin un resquicio de inteligencia libre de sentimientos, su toque solo lo abrumo más y no porque él no quisiese sentirla sino porque estaba reconociendo que ahora su hija no vería al mundo de otra forma más que de aquella, cuanto le dolía verla en ese estado, tuvo deseos de sacarse los ojos y dárselos para que parará de pasar por la calamidad en la que estaba inmiscuida –Si solo pudiera- susurro y negó bajando la mirada, dibujándose en su rostro una mueca de angustia.

Lo pensó detenidamente segundos que para él le parecieron siglos, de alguna forma tenía que corresponder a sus palabras y de otra tenía que responder a la pregunta, sin embargo sabía que de hacerlo él no podría callar más esa verdad que llevaba a cuestas desde hace un año atrás y aunque la mujer le había dicho que entendería la situación era diferente decirlo que aceptar el hecho, tenía miedo, por primera vez el cazador tenía pavor de perder algo que no fueran simples batallas con sobrenaturales, le inquietaba que al saber la verdad, su hija saliera corriendo para ya no regresar más, si ya la había perdido por casi veintiún años ahora la perdería para siempre, pero también se conocía y sabría que antes de terminar la velada se lo confesaría, como toda su vida tomo un riesgo y una decisión rápida y a pesar de aquello no supo cómo ni por dónde empezar –Agradezco Montse todo lo que haces por mí y no sabes cuánto se regocija mi corazón al saber que puedo contar contigo de esa manera, encontré algo más valioso en ti que ni siquiera pude imaginar que los vampiros tenían, esa calidez y esa humanidad tan tuya me hicieron pensar que probablemente mi hija seria así, noble, amorosa pero muy confundida, que quizás los padres que la habían adoptado como suya no pudieron entenderla por no llevar su sangre, porque quizás en los genes llevaba la inteligencia de su madre y la curiosidad de su padre haciéndola insoportable desde temprana edad, la vi a ella en ti… y también vi a mi difunta esposa, eres su vivo retrato- acomodo detrás del oído de la vampiresa un mechón de su cabello castaño y extenso –Debo confesarte que yo no estaba de acuerdo en un principio cuando el miserable de Leviathán me indico que mi papel fundamental en todo el enredo era cuidarte, que te habías quedado sola sin tus padres, sin tus creadores… y me pregunte porque debía cuidar de un vampiro si ellos son superiores en todos los sentidos, él me argumento distintas razones y luego al convivir más tiempo contigo me fui dando cuenta de cuan válidos y veraces fueron sus argumentos, pero Montse… hubo… hubo uno- corto su relato con agudo temor, titubeante en seguir o no, paso saliva y prosiguió –Él dijo y yo averigüe para constatarlo después que mis hijas residieron en París y que una estaba involucrada en múltiples delitos por los que se le buscaba, la otra… mi pequeña, mi chiquita, la única que me quedo con vida era a la que estaba custodiando bajo las ordenes de V- su voz se quebró, se debilito, echándose a llorar a sus pies, sollozó como el día que enterró a su esposa y al inocente del que no supo ni su verdadero nombre ni conoció a sus progenitores, que de cualquier forma había perecido el día del ataque en su antigua residencia –Por eso te quiero Montserrat- el cuerpo cansado del cazador comenzó a temblar –Por eso te protegí sin protestar, sin refunfuñar, te prodigué de lo que más te prive, trate de estar a tu lado como no lo estuve durante toda tu vida, venía a buscarte en este lugar esperando ver tu fantasma o el de tu hermana, venía a pedirte perdón por todo lo que te había hecho y ahora te encuentro y resulta que te has quitado la vista… y todo ha sido mi culpa… todo, tu madre… tu madre solo intento protegerte, ella es tan víctima como tú- rompió en llanto aferrándose a la tierra y al lodo con puños cerrados –No puedo devolverte la vista pero intento devolverte a tu padre…- susurro con esfuerzo, espero pacientemente con la cabeza baja y arrodillado al frente de la dama que no emitió palabra ni sonido alguno –Entiendo si no me quieres- agregó cuando parecía estar tan solo como tantas noches antes y después de la tragedia –No te culpo, en tu lugar yo también odiaría- observo la tierra opaca, las hojas amarillas denotando su muerte –Solo te suplico que si algún día encuentras a Reid en el camino lo perdones por haber sido el quien investigo y guardo el secreto porque lo amenace… debes entender que no quería perderte si sabías la verdad- sentencio venciéndose completamente, sin el mayor valor para levantar el rostro que momentos antes había estado tentado en volver hacia su hija para conocer como era ahora la expresión de sus gestos tan marcados que poseía, la única manera de conocer quizás lo que pasaba por su cabeza.
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Mensaje por Montserrat Vasari Dom Sep 27, 2015 9:00 pm

No podía creer en lo más mínimo lo que mis oídos estaban advirtiendo, era demasiada información para procesar en esos momentos en que el borroso entorno en el que me desenvolvía estaba moviéndose bruscamente a mi alrededor, los sollozos del cazador se hallaban distantes en mi mente, sus palabras luchaban contra mis confusiones tratando de hacerse escuchar, Vasari no podía mentir, él no era así y no jugaría con la memoria de su familia solo por la lástima que podía llegar a inspirarle mi patética situación.

Mi ceño pareció corresponder al resto de mi cuerpo, este se encorvo como si de un golpe se tratase, golpe que logro que el pecho se estremeciera y el corazón diera vuelcos acelerados haciéndome creer que en cualquier momento se saldría de su sitio y que moriría allí mismo, al parecer las cosas no eran iguales a decirlas que a vivirlas, quede con la mirada fija en el campo abierto, volví la mirada al cielo y los puntos brillantes del cielo aunque destellantes para mí solo eran unas difusas líneas suspendidas en la nada que se cernían en nuestras cabezas, eran como lágrimas en el cielo, esas que más de una vez solo en casa, encerrada en mi cuarto y entre cuatro paredes soñaba tanto con poder alcanzar, las que inspiraban hincarme suplicante a Dios me matará y me diera alas para volar lejos, muy lejos de mi injusto encierro –Solomon- le llame entonces con la mirada perdida y el sonido de mi voz apenas era un hilo decente y audible –No sabes cuánto sufrí y sigo sufriendo ahora, no tienes una idea de lo que madre hacía de mí, tan fuerte y dominante era que me anulo en más sentidos de los que puedes llegar siquiera a imaginar- espete ahogando la furia que hacia los fallos en mi habla –Siempre me quería tener para ella, encerrada atendiéndola como una vil sirvienta mientras ella vivía noche y día quejándose de sus enfermedades, del recuerdo de su padre… era deprimente verla en cama todo el tiempo, abusando de su autocompasión, aprovechándose de la buena voluntad de mi padre- tome una pausa -¡Ja! ¡Mi reverendo padre!- exclame poniendo mis orbitas en blanco –Casi nunca lo veía, trabajaba de sol a sol para mantener los caprichos de mi madre que no alcanzaba a comprender que nos hundíamos en la miseria, que se enojaba como niña pequeña sino se le obedecía y que era capaz de lastimar de formas inimaginables… ¡Me golpeaba sin razón! -estalle en llanto, las lágrimas recorrieron mis mejillas lentamente gracias al tamaño que estas tenían, todas tardaban en caer y cuando lo hacían podía escucharse su ciada en el suelo sin pavimentar, cuanta era la impotencia que sentía al recordar esos años, una niña que todavía vivía en mi interior y que en mi cuerpo sin fines de tatuajes dejo marcados para que no me olvidará lo que había sufrido y por lo que tenía que luchar –No sabes que tan sola estuve estos años… tan sola que no fue complicado persuadirme para salir de mi casa y buscar la muerte en brazos de mi creadores, creyendo que quizás asesinando hombre tras hombre, mujer tras mujer podría sentirme mejor, sociedad que también merecía ser castigada porque tampoco extendió la mano para ayudar a una niña indefensa suplicante ayuda… ¡Quería venganza! ¡Quería venganza!- exclame furiosa -¡Y me quede ciega!- pase a la calma cuando hube gritado toda la carga que llevaba por encima, entonces mis manos instintivamente en gesto quisieron alcanzar sus hombros, aunque me costó mucho encontrarlos, su vestimenta había cambiado y con un color como la noche se mezclaba entre las sombras a la perfección dificultándome su localización –Me quede ciega- continúe entre sollozos colmados de calma –Pero no sola- asentí atormentada cubriendo mis urbes con mis parpados blancos,  mientras descendía  poco a poco hacia donde él estaba –Tenías razón… el destino deparo algo mejor para mí- con manos temblorosas busque su rostro, al poco rato lo primero que sentí fueron sus imperfecciones cerca del cuello, pequeñas cicatrices de ataques vampíricos que sobresalían con solo tocarlo suavemente, pude sentir sus lágrimas y sus poros abiertos absorbiéndolas mientras decía –Ni mi madre, ni mi padre estuvieron allí cuando lo requerí, ellos tan ausentes, tan injustos, tan indolentes, crecí huérfana- agregue acariciando su rostro como él había hecho con el mío primeramente –Ellos nunca fueron mis progenitores- suavice el tono de mi voz y el celeste de sus ojos fue percibido por los míos sin que la visión fuese nítida, había obtenido su atención de nuevo y valoraba que él tuviese ese gesto conmigo –Pero tú, tú lo fuiste desde el primer instante en estuviste conmigo, que me lo digas solo es mera cortesía… porque yo ya te consideraba mi padre sin saberlo, que importa lo que haya sufrido, por lo he pasado y tú también, ahora nos tenemos el uno al otro y la vida nos da la oportunidad de recuperar el tiempo perdido… no tengo porque odiar, soy vampiro no Dios- me arroje en sus brazos sin evitarlo más, escondí mi rostro contra su cuello empezándose se escapar de mí, pequeños sollozos mientras me aferraba a su traje de terciopelo con todas mis fuerzas –Te quiero… papá- susurre a su oído para después acurrucarme en su pecho como una niña pequeña que teme de la oscuridad y de los monstruos bajo su manto.  
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Mensaje por Solomon Vasari Jue Oct 01, 2015 1:51 am

Algo dentro del cazador se rompió y al mismo tiempo renació con los brazos abiertos del alma -Mi pequeña sol y aristas- susurró al oído de la vampiresa que lo sujetaba con fuerza pendiendo de su cuello –No sabes lo feliz que me resulta escuchar eso de ti- decía entre lágrimas el viejo cazador al tiempo que sus brazos abiertos la encerraron para poder estrecharla de la manera en que el tanto anhelaba, el viento jugueteó con las melenas largas y castañas de ambos, permitiéndole a Solomon absorber su perfume que poseía el aroma más dulce que él alguna vez pudo oler desde hace tiempo atrás –Estoy tan orgulloso de que seas mi hija- asintió hundiendo su rostro en el cuello blanquecino de la chica que no había parado de llorar estrepitosamente desde que su abrazo fue correspondido des esa forma tan tierna y paternal con que Solomon la mimaba –Tranquila mi niña- murmuraba para clamarla –Todo ha pasado ya ¿Si?, ahora estaremos juntos, ya no andarás por la vida sola, este viejo todavía tiene fuerzas suficientes para ser tu padre y como tal cuidarte y protegerte como lo debí haber hecho años atrás- se encogió de hombros, separándose apenas lo suficiente para observar de nuevo su rostro replegado de lágrimas que solo acentuaban sus rasgos bellos y estilizados, era como si entre sus brazos tuviera en realidad a una hermosa estatua de mármol, con ojos vivos en el verde esmeralda que se acentuó con su perdida visual y labios pintados de carmín que hacían destacar su belleza –No dejaré que nadie vuelva a lastimarte, ni siquiera tu misma- sonrió con los ojos tan cristalinos y vidriosos como los que ahora en vano trataban de contemplarle, tímidamente sus manos alcanzaron los mechones que con necedad a cuestas querían opacar la pureza de su piel pálida –Quizás yo no viva eternamente hija mía, no viviré tantos siglos para verte feliz, pero al menos yo voy a tratar de encaminarte por ese sendero de algún modo, tu mereces todo y más… quisiera darte mis ojos, mi vida, hasta mi propia sangre pero sé que eso es imposible, no hay marcha atrás para lo que has elegido hasta ahora, me gustaría tanto poder hacer algo más por tu plenitud- se sinceraba el cazador con ella, aun de rodillas y viéndole directo al rostro cubierto de agua provenientes de las profundidades del alma  -Sé que nunca podrás dejar de matar porque de hacerlo morirías, lo mismo que pasaría si te pidiera encarecidamente que vieras conmigo el alba y pasear cada día para recuperar todo lo que llevamos perdido, que más daría hija mía porque volvieras a hacer un mortal más, para que no sufras ni vivas angustiada del destino que te espera, de los que te persiguen como yo o como Leviathán, del mundo que perderás con el paso del tiempo, con todas las pérdidas que sufrirás al cambiar de los siglos, incluyendo la mía- mantuvo una pausa producto de la melancolía y el desánimo que origino la imagen de su hija en su cabeza -No te imaginas- agrego dolido -Lo que daría porque eso que ahora y más adelante te dolerá yo lo pudiera evitar o que lo pudiese sentir por ti… pero no puedo- sollozó cerrando los ojos con violencia, obligando a las lágrimas a salir de sus orbitas –No puedo- dijo con resignación, acentuando la negación con la cabeza –Pero el tiempo que me quede de vida, tu y yo recuperaremos el tiempo perdido- asintió y luego cálidamente deposito en la frente de la vampiresa un beso donde le intentaba pedir mil veces perdón, con lo que intentaba sellar la promesa –No permitiré que nada te pase- aseguró firme poniéndose en pie junto con ella sosteniéndola del antebrazo para que no tropezará –Así, eso es- repetía para alentarla a caminar –Que esta noche el miserable de V se olvide de algún retorno tuyo- sentencio –Hoy reposaras en mi casa... y te olvidarás de ese molesto apellido de Shapplin Brightman, a partir de esta noche no existe otra más que Montserrat Vasari- sonrió volviéndose a abrazar nuevamente, su hija ya no dijo más, solo se aferró a él y comenzó a caminar bajo su guía, al cabo de unos minutos ya se hallaban lejos de los perímetros de la Galería y cerca del centro parisiense donde Solomon residía, el bastón no lo necesito, lo dejo atrás, ahora lo único que le importaba para caminar seguro era tener cerca de su pequeña hija, su pequeña sol y aristas.
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Mensaje por Leviathán Shadow Jue Oct 22, 2015 11:28 pm

Terminado
Continua en
La resurrección de los caídos
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