Lost and found [privado]

Mis heridas habían cerrado por completo gracias a la sangre que había corrido por mi organismo de Khisar. Me sentía en ese aspecto recuperado, sin embargo, la sed de mas sangre me llamaba como a un drogadicto con el mono.
Sentía la ansiedad de volver a paladear su vitae, de sentirme invencible con ella corriendo por mis venas.
La libertad que me otorgó era una falacia, sabia que volvería a por mi dosis, la necesitaba.

Con un sudor frio extendiéndose por mi frente y ciertos temblores que embargaban todo mi cuerpo me encontraba en un oscuro callejón cubierto por una manta raída.
Esos días había compartido “cuarto” con borrachos y sin techos, nada tenia que ver París con el lugar que me crie y sin un franco en el bolsillo y en le estado que me encontraba nada mas podía hacer.

Me alcé del callejón mugroso decidido a cometer mi asesinato, matar a aquel hombre que le dio la vida, que la convirtió en un monstruo.
Quizás no podía acabar con la vida de Khisar, mis motivos tenia, entre ellos un sentimiento que me devoraba por dentro y la sed, esa sed que me postraba a sus pies.
No había nada que no haría por conseguirla y eso a un guerrero orgulloso como yo lo minaba por completo.

Caminaba por la plaza rumbo al Cabaret Lenfern, sabia que allí lo encontraría, aferraba con mi mano la daga, mi aspecto debía de ser deplorable pues la gente se apartaba a mi paso, mis ojos fijos en la boca del infierno y de pronto una mano me interceptó.
Elevé mis pardos, turbios por la sed perdiéndome en ella, en sus labios, en su tranquila mirada.
Mi cuerpo temblaba, bajo su mano, mi temperatura mas alta que la de ella traspasaba a través de la camisola sudada.
-El infierno -fue mi sincera respuesta.

El infierno es lo que arrastraba desde que ese demonio quemó mi aldea, lo destruyó todo ante mis ojos y me convirtió en un esclavo, eso exactamente era.
Tenia sed, mucha sed, mi mirada se perdió en el sendero de su yugular y de mis labios escapó un jadeo ronco.
-Apártate -le dije intentando moverla con mi mano para seguir mi camino -mataré al que te ha convertido en lo que eres y seras libre de nuevo.

Quizás deliraba, quizás eran mis ganas de no hacerla a ella responsable de la masacre que yo mismo presencie, quizás era el deseo que sentía por ella o la necesidad que me orillaba a su cuerpo, fuera lo que fuera la quería dejar al margen de esto.

Me acerqué a ella, mi rostro recorrió su cuello oliendo su sangre, era un autentico esfuerzo el no pedírsela, creo que no estaba en mi sano juicio en ese momento.

Enarqué una ceja cuando me aseguré que estaba pasando por los síntomas del síndrome de abstinencia ¿como lo podía haber deducido? Me pregunté sarcástico para mi mismo.
Ella me había trasformado en esto y ahora el demonio de alas negras y ojos rojos solo parecía interesada en una cosa, que me curara ante sus ojos como si eso pudiera redimir en algo sus actos.

Como si fuera un niño me arrebató la daga de la mano solo necesitó doblarme la muñeca, gruñí ofuscado hundiendo mi cabeza en su cuello, podía negarlo, mentirme pero la necesitaba demasiado.
-Deje la maleta debajo de la cama -susurré contra su piel -me fui con lo puesto, no quería nada tuyo y ahora lo quiero todo -confesé deslizando mi nariz por su yugular sediento.
Sus dedos acariciaron mi nuca despacio, como si fueran los instigadores de mi consuelo.
-¿volver a ser lo que era? -una risa cansada murió contra su cuello -soy un guerrero y acabas de robarme el acero.

Alcé la cabeza, mis pardos se hundieron en los ajenos, ciertamente era la criatura mas bella que jamas había contemplado, poseía todo cuanto podía interesarme en una mujer, por eso cuando la vi llegar a mi poblado perdí la razón, nuestros encuentros se convirtieron en la caza del gato y el ratón, mis ojos la seguían a todos lados, perdido en su aroma, en su sonrisa misteriosa y esa mirada que me desarmaba sin tan siquiera esgrimir un arma.

Sequé el sudor de mi frente con la manga de la camisola, seguía con la firme idea de matar a ese que indirectamente había destrozado mi existencia y en parte también la de ella.
-No es mi intención volver de esa gesta, peor me queda fuerza suficiente como para hundir una estaca en su corazón.
Me alcé del banco decidido pero de nuevo la vampiresa tiró de mi haciéndome ocupar mi sitio.
-Deliras -esas fueron sus palabras, razón no le faltaba, lo hacia, pero no por mis intenciones de venganza si no por la sed que me consumía con cada palabra.

Orgulloso no pedí vitae con palabras, pero mi mirada turbia en su yugular me delataba en demasía.
Mis labios entreabiertos mostraban lo errática que en este momento resultaba mi respiración, pasar aquello era muy complicado, su sangre era una poderosa droga y sus efectos devastadores cuando te faltaba una gota.
-¿por que ahora quieres que me desintoxique? ¿ya te has cansado de mi? -pregunté ladeando la sonrisa alzando la mirada de nuevo hasta la suya.

¿Que si no podía llevar al demonio a abandonar su presa cuando me tenia a sus pies necesitado de ella? ¿y si se había cansado porque no dejar que intentara dar fin a la existencia de su padre? ¿acaso no saldría ganando tanto si uno como otro perecía en el intento de darnos muerte?
Estaba tan ciego que pensar con raciocino era complicado, solo pensaba en sangre, su sangre y conseguirla empezaba a convertirse en mi único anhelo del día.
-Dame de beber -le pedí entre gruñidos.

Un golpe en el rostro fue su respuesta mientras ahora me hacia a mi responsable de mi dependencia.
Puede que yo me contradijera, quizás porque su ponzoña me enervaba o mejor dicho la ausencia de ella, pero ante si seguía existiendo el mismo guerrero orgulloso, ese dispuesto a dar muerte a un demonio pese a que su pulso era tembloroso.

Me instigo a marcharnos, como si fuera un niño y ella el ama de cría, rugí furibundo, no pensaba obedecer, nunca lo había hecho y no empezaría ahora.
Mi respiración errática se extendía en un blanquecino vaho entre nosotros. Sus ojos se paseaban por mi rostro, desconocía lo que pensaba pero desde luego nada bueno.
-Aparta de mi camino mujer, si no vienes a darme tu sangre lárgate -le instigué con un tono plagado de rabia.

Estaba fuera de mi, era un hecho que un hombre que atravesaba un mono tan fuerte como el que yo tenia no era capaz de pensar por si mismo, peor no iba a tolerar que ahora fuera de buena samaritana conmigo.
No quería su sucio dinero, no quería nada de ella mas allá de esa sangre que corría por sus venas.

Ladeé la sonrisa con las pocas fuerzas que me quedaban, tenia muy claro que no saldría del enfrentamiento con su padre pero..¿acaso creía ella que a mi eso me importaba? Iba a llevármelo conmigo al infierno y no debería subestimar a un hombre al que ya no le queda nada, ni siquiera ese honor del que siempre hizo gala.

Como ella decía era un despojo de lo que fui y en eso ella era la única responsable ¿que esperaba? ¿Que me fuera a un hotel y llamara a un medico para ayudarme a curar exactamente que ? Yo no era dependiente de ningún tipo de sustancia conocida, era un maldito esclavo de la vitae vampirica.
Gruñí con fuerza, las calles me habían dado abrigo, le molestara o no, era un salvaje.
-Dame ese cuchillo -rugí haciendo ademan de alcanzarlo, su mano fue mas rauda, pero mis intentos no se quedaron en ello y forcejé con ella para recuperarlo.

Su respiración moría en mis labios, era fácil reducirme pues en parte en este instante mi debilidad se extendía por mis venas casi al mismo ritmo que la testarudez por mi cabeza.
-Dame mi acero y lárgate -repliqué de nuevo como si por decirlo mas veces pudiera cumplir mi sueño.

Cerré los ojos al sentir su frente posarse en la propia, una caricia en mi nuca buscando calmar al hombre desesperado que era.
Mi mano atrapó sus algas, un tirón la montó sobre mi a horcajadas, su cuerpo frio era un bálsamo para el mio que ardía y nuestros labios chocaron como lo hace la noche y el día.

Entre jadeos nuestros labios se devoraban hambrientos, mi lengua se abrió paso voraz entre sus labios.
Sus dedos se paseaban por mi rostro calmando mi hambre, no así mi sed, desesperado rugía intensificando mas ese beso húmedo y apasionado, mas en ese instante sentí una punzada en el costado, dolor, mis ojos se abrieron como platos al separarme lo justo para mirar sus pardos, de nuevo me había traicionado.
No aprendía, el demonio siempre seria una bestia inhumana que me arrastraría a un lugar oscuro y caótico del que jamas saldría.
-Me has traicionado.
Mis ojos se cerraron, las fuerzas me abandonaron y mi frente cayó contra la ajena golpeado con mi aliento pesado sus labios.

Cuando abrí los ojos estaba tumbado en un lecho, limpio, curado y en bastante mejor estado del que me había encontrado la inmortal.
La busqué con la mirada, ella bebía de una copa de whisky y en cuanto me vio despertar se acercó a mi.
-Siempre acabo herido contigo -dije frunciendo el ceño mientras estiraba la mano para que me diera un sorbo de la copa que bebía.

No se los días que me había mantenido allí dormido, pero parte del mono había pasado y aunque si anhelaba la sangre de la inmortal, era un estado remanente, no tan voraz como el anterior.
Aunque en algo mi opinión no había cambiado, Kane, el padre de ella merecía la muerte pues él era el responsable de haber convertido a sus hijos en monstruos y estos a su vez a muchos otros.

Di un profundo trago de la copa, la punzada de la daga aun me dolía, lo que me llevó a sisear al alzar el torso y apoyarme contra el cabezal.
-me pones mas -le pedí acercándole la copa vacía.
Mis ojos desfilaron por su cuerpo perfecto, esa atracción nos había devorado desde el mismo instante en el que nos encontramos ambos en mi aldea.
-¿cual es el plan ahora? ¿vuelvo a ser tu esclavo? -pregunté desafiante.

Tomé la copa que me había rellenado y di otro trago esperando que la inmortal rompiera su silencio y me explicara exactamente porque había actuado así.

Volví a atrapar el vaso, estaba sediento y lo llevé a mis labios apurandolo de un trago. Mis labios estaban resecos, los humedecí con la lengua, llevaba al parecer bastante tiempo inconsciente.
Elevé la mirada dejando reposar el vaso sobre la manta aun preso por mis dedos.
-Bueno, si mal no recuerdo, fuiste tu la que me causó la herida, tienes cierto síndrome de locura. Me intentas matar y curar, me vuelves adicto y luego esperas que deje de serlo..creo que eres bipolar.

Ladeé la sonrisa cuando dijo que mis ganas de matarla eran proporcionales a mi estado de salud.
-Francamente, mis ganas de matarte se han mantenido estables desde que destrozaste mi aldea y mataste a los míos...la única diferencia es que carezco de fuerzas para levantarme y hacerlo. Tu padre caerá, él creo a unos monstruos de los que he sido testigo existen en la faz de la tierra y no me vengas ahora con eso de que soy un loco o un imprudente ¿acaso te importa mi vida?
Solo soy para ti un juguete con el que te entretienes, eso haces con todo, divertirte...

Le pasé le vaso para que me sirviera algo de beber mientras hundía en ella mi desafiante mirada.
-¿que esperas de mi ahora? Que deje de desear beber de ti? Ahora quieres experimentar lo que es sacar del mono mas intenso a un hombre? ¿y luego? Cuando eso ya te aburra? ¿me mataras? ¿volverás a convertirme en tu esclavo?
Dices que me falta sensatez, puede que así sea, eso suele pasarle a los hombres a los que ya no les queda nada. Me arrebataste todo, no tengo hogar donde volver, ni familia, ni siquiera me queda dignidad después de suplicar por beber de esa sangre que corre por tus venas y que necesito sentir en las mías ¿que mas quieres de mi? Estoy cansado, hastiado ¿quieres jugar? Juguemos, pero quizás no sea yo el único que durante el juego acabare sufriendo.

-Ven -le pedí atrapando su mano cuando me pasó medio vaso de whisky.
Tiré de ella para que se dejara caer en el lecho conmigo.
-¿que es exactamente lo que me mantiene con vida ¿ser el único hombre que te ha plantado cara tanto tiempo o que tienes ganas de abrirme las piernas y que aun no me haya colado entre ellas?
Di un trago de la copa pero sin soltar su muñeca.

Mis pardos seguían fijos en los ajenos.
-Te haces llamar demonio, seguramente lo eres, el peor que he conocido, eres seductora como todos ellos y dañina, sádica e insensible, pero una vez fuiste humana ¿has olvidado todo lo que se siente?
Deslicé mi dedo por su brazo, su piel era gélida como ella misma
-¿Recuerdas lo que era sentir?

Negué con la cabeza contemplando esos pozos oscuros que aseguraban haberme olvidado de ser libre, por contra yo no estaba de acuerdo en esas palabras.
-Te equivocas, hay mas en mi de ese salvaje de lo que eres capaz de discernir. Siempre fui libre, incluso con tu sangre corriendo por mis venas, atado a ti, siempre busque el modo de luchar contra ese hilo invisible que tu sangre producía en mi.
En mi libertad elijo terminar con un monstruo para que a nadie mas le pase lo que me pasó a mi, nadie pierda a su pueblo a manso de seres como tu ¿no es eso libertad? ¿que lo seria? ¿salir corriendo y alejarme de los Black? No, eso seria ser un cobarde y yo quiero vengarme.

Ladeé la sonrisa al escuchar su pregunta ¿que era ser humano exactamente?
-Errar, caerse y levantarse, he pensado últimamente mucho en que me convierte en humano. La humanidad se basa en el tiempo, efímero, implacable, nos devora hasta convertirnos en lo que fuimos, tierra. El tiempo da sentido a nuestras vidas, porque cada instante puede ser el ultimo, en nosotros el valor tiene mas sentido, no somos imperecederos, pero siempre seremos recordados porque a diferencia de vosotros, dejamos un linaje del que sentirnos orgullosos.

Contemplé sus labios llevando allí mi dedo para dibujarlos.
-Crees que tu inmortalidad te hace especial siempre conservaras esa belleza impertérrita, una que jamas se marchitará, pero cada día que pasa, has de vivir con perdidas, con desencuentros, con odio, con maldad, porque el tiempo te ha robado tu humanidad y ahora solo recuerdas a la bestia en la que te has convertido.
No voy a agradecer que hayas cortado el hilo, porque también tu lo ataste, no necesitas mi perdón, como yo no necesito tu permiso para hacer lo que se es necesario.

Apuré de un trago la copa dejando caer el vidrio sobre el lecho.
-¿que haces aquí? ¿conmigo? Con un humano que solo te esta trayendo problemas ¿lo sensato no es darme muerte y seguir tu camino? ¿no eres un demonio? Dices que no te conozco, es cierto, peor tu a mi tampoco.
Háblame de tus motivos, de porque estamos aquí hablando de algo que no debería importarte y sin embargo lo hace.

Me relamí las gotas de licor de mis labios sin apartar mi mirada de su boca.
-¿dime que haces aquí exactamente? ¿buscas redención? ¿un polvo? ¿que quieres de mi?
Atrapé el cabello de su nuca enredandolo entre mis bastos dedos.
-dices que yo no soy libre,que he olvidado como serlo, pero creo que eres tu la que llevas siglos esclava de tu apellido.