Encadenadas [Privado]

por **Irín Koniétzkø** Miér Sep 20, 2017 4:39 pm

Suspiro ante su carcajada apartando la mirada, hay tantas cosas que ronda en mi cabeza, tantas preguntas y a la ves tanto desde, tanto fastidio por pensar en que esa mujer es demasiado extraña para mi. La siento acercarse, casa suave movimiento de su cuerpo, el delicado rozar de la tela, todo aquello que parezco sentir y percibir tan clara mente como si transcurriera a menor tiempo, toma mi rostro el cual levanta con el índice de su diestra, me obliga a que le enfrente con esa mirada tan clara que la lleva cuando ella fue el despojo de la vida y muerte, con la zurda acaricia mi rostro en una curiosa carisia maternal —No are nada madre, es usted, yo no me entiendo y mucho menos la entiendo a usted ¿Qué precio? Si no poseo ni lo que traigo puesto, ni siquiero esto es mio— sus palabras resuena en mi cabeza ¿el alma perdida que yace en el inframundo? ¿Acaso tenemos alma, en verdad? —Si es verdad que sabe tanto de nosotras y le causamos tanto asco ¿Por qué me permite seguir caminando junto a usted madre?— aquella sonrisita de maldad que suelta tan a menudo ya es como una canción de cuna para mi.

Me reprende, mas seguridad y mas altivez, pero yo de donde saco eso, no soy como ella y es el punto en el que chocamos, mi vida siempre a girando en torno a filosofía de la vida y de aquello que es el alma y el todo, nunca fui aquello que dice una niña mimada. ladee la cabeza escuchando aquel discurso de la livertad, pero yo siempre había sido una mujer libre, parecía atada con cadenas de oro pero nunca había hecho algo q no quisiera, tal ves solo eran berrinches pero mi obscura madre era tan misteriosa. —Madre— llamo pidiendo detenga su andar —¿Sabes donde esta Iren? Hablas de ella como si estuviera en esta misma habitación lo que es claro que no es verdad. La vi pero es claro que ella no me quería a su lado y escapo, no creyo que fuera yo, actuaba como una salvaje ¿Sabes acaso donde esta?— ella podía decir lo que quisiera, rogar q la odiara, cometer actos sádicos y hacer todo tipo de cosas que me obligaran a odiarla, lamentablemente yo no poseía esos sentimientos… habían muerto con mi humanidad. El don obscuro ofrece cosas distintas a cada uno de sus hijos a los que abraza