AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
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Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Entre los ocultos muros de palacio se ignoraba el anochecer como a los seres que se pasan desapercibidos entre los humanos. Las velas iluminaban perfectamente el gran salón dándole un toque mágico. Los invitados desconocedores de unos con otros portaban en sus rostros máscaras de diferente estilo, algunas cubrían gran parte de ésta o toda otras sólo los ojos hasta la nariz de sus poseedores, creando una aura de misterio. Las damas con vestidos ajustados de colores algo llamativos bailaban con los caballeros de portes interesantes con trajes en general oscuros y blancos; y Edeline no era la excepción su vestido azul con bordes plateados ajustado, resaltaba su marcada cintura y el pelo negro que destacaba la palidez de su piel ofrecía el perfecto contraste. El delicado cuello que tan sólo algunas veces ha sido mordido que incluso se podrían contarse con los dedos de la mano relucía el magnífico collar de rubís haciendo juego con sus labios pintados de un profundo carmesí. La máscara plateada con detalles en dorado relucía las sutiles facciones del mirar de Edeline.
La cautivante fiesta de máscaras atraía a cualquiera a su abismo de deleite; en sus esquinas un maravilloso banquete que era visitado frecuentemente, por donde miraras las acrobacias estaba presentes y las perfectas coreografías se movían al compás de sus melodías oscuras. Con una copa de vino tinto de un sabor exquisito tomaba el breve descanso que se había propuesto después de haber sido la compañera de baile de más de cinco caballeros. Con paso firme se acercó al hombre que hace unos minutos la había estado observando durante los bailes que había dado, llamando su atención, su aura delataba que pertenecía a un inmortal como ella, parecía un poco mayor. Los ojos azabaches de la vampiresa se encontraron con los de él dibujando en sus labios una bella sonrisa.
Sería interesante saber los motivos que incitaron a la vampiresa a hablar con él.
—La sensación de lugar es fantástica ¿No le parece?—dijo Edeline bebiendo un sorbo de vino. Sus palabras fluyeron sin problema alguno, manteniendo aún su sonrisa, deseaba tener una conversación con el vampiro.
Una sensación de ser descubierta por el vampiro surgió al percatarse que entre el aroma del perfume de vainilla y chocolate estaba entre éstos la fragancia de la sangre que hace unos segundos vació a su copa de vino, trató de conservar la serenidad pero sus manos delataron un reducido temblor—Estas era una de sus formas para no succionar por su piel la vitalidad de los humanos que pedía su ser— ¿Qué podría pasar?
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
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Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Ned había asistido aquella noche a una fiesta de máscaras. Ned se había comprado el mejor traje que había comprado en toda su vida simplemente para demostrar todo el dinero que tenía, pues sinceramente Ned estaba ganando mucho dinero con el opio que estaba vendiendo, y cada vez tenía que buscar más excusa para la gente que le preguntaba como una empresa panadera tan pequeña podía dar tantos frutos, aunque Ned estaba en proceso de expandirse para así lograr el doble de dinero.
Ned llegó en un carruaje tirado por varios corceles color negro, negro como aquella preciosa noche que disfrutaría con una copa de vino y una charla con gente de su clase social y como no la realeza misma, pues en esa fiesta a la que había sido invitado por primera vez como rico de buena familia y soltero, había algo que le llamaba, y eso era el saber que habría gente interesante con oscuros secretos que ocultar, pues así eran todos los ricos.
Ned salió del carruaje poniéndose una máscara que había usado antes en varias fiestas, era más bien un antifaz negro que solía llamar la atención de todos pues solía taparle la cara pero aún así mostraba quién era en realidad, de alguna manera un disfraz imperfecto pues todos podrían ver la belleza del vampiro perfectamente.
Ned entro en la sala principal y fue directo a por una copa que se bebió poco a poco para no dar a entender que era un borracho o tenía motivos para serlo, y más tarde una doncella de clase alta le invito a bailar y Ned no pudo rechazar aquella invitación, así que bailo con ella un baile y después volvió a por otra copa, y se fijo en una chica, la conocía de haber escuchado hablar de ella, era hermosa pues su pelo negro como el azabache y su palidez le daban ese toque de belleza, ella era la Duquesa de los Países bajos Edeline Swan y que le viniera a hablar a Ned fue algo extraño y divertido para él, pues se aburría entre tanto mortal y se había percatado de que Edeline era una vampira.
—Señorita Swan.— Dijo Ned haciendo una reverencia y más tarde besando su mano.—Que grata sorpresa verla aquí, me llena de orgullo que haya venido a hablarme.— Dijo con una sonrisa seductora en el rostro.—¿A qué sensación se refiere, señorita Swan?— Quiso saber Ned con una sonrisita de picardía en el rostro.
Ned se percató de que a la joven, o no tan joven noble le pasaba algo, había pasado de estar coqueta a estar de algún modo más nerviosa, y Ned sabía perfectamente el motivo, sangre, y esa sangre sin duda estaba llamando demasiado la atención de la vampira, y eso podría significar dos cosas, uno: Edeline Swan era una vampira novata y dos: Alguien debía enseñar a controlarse a la vampira.
—Venga conmigo, señorita, sé lo que se siente, he tenido su edad y debes acompañarme, debo ponerla a salvo.— Dijo Ned ofreciéndole su brazo y cuando está lo tomó la llevo a una de las habitaciones más alejadas, pues lo primero era hacer que Edeline se relajará y no quedar bien frente a todos no acompañándolo hasta la habitación para de algún modo continuar diciendo que su virtud seguía intacta.
Ned llegó en un carruaje tirado por varios corceles color negro, negro como aquella preciosa noche que disfrutaría con una copa de vino y una charla con gente de su clase social y como no la realeza misma, pues en esa fiesta a la que había sido invitado por primera vez como rico de buena familia y soltero, había algo que le llamaba, y eso era el saber que habría gente interesante con oscuros secretos que ocultar, pues así eran todos los ricos.
Ned salió del carruaje poniéndose una máscara que había usado antes en varias fiestas, era más bien un antifaz negro que solía llamar la atención de todos pues solía taparle la cara pero aún así mostraba quién era en realidad, de alguna manera un disfraz imperfecto pues todos podrían ver la belleza del vampiro perfectamente.
Ned entro en la sala principal y fue directo a por una copa que se bebió poco a poco para no dar a entender que era un borracho o tenía motivos para serlo, y más tarde una doncella de clase alta le invito a bailar y Ned no pudo rechazar aquella invitación, así que bailo con ella un baile y después volvió a por otra copa, y se fijo en una chica, la conocía de haber escuchado hablar de ella, era hermosa pues su pelo negro como el azabache y su palidez le daban ese toque de belleza, ella era la Duquesa de los Países bajos Edeline Swan y que le viniera a hablar a Ned fue algo extraño y divertido para él, pues se aburría entre tanto mortal y se había percatado de que Edeline era una vampira.
—Señorita Swan.— Dijo Ned haciendo una reverencia y más tarde besando su mano.—Que grata sorpresa verla aquí, me llena de orgullo que haya venido a hablarme.— Dijo con una sonrisa seductora en el rostro.—¿A qué sensación se refiere, señorita Swan?— Quiso saber Ned con una sonrisita de picardía en el rostro.
Ned se percató de que a la joven, o no tan joven noble le pasaba algo, había pasado de estar coqueta a estar de algún modo más nerviosa, y Ned sabía perfectamente el motivo, sangre, y esa sangre sin duda estaba llamando demasiado la atención de la vampira, y eso podría significar dos cosas, uno: Edeline Swan era una vampira novata y dos: Alguien debía enseñar a controlarse a la vampira.
—Venga conmigo, señorita, sé lo que se siente, he tenido su edad y debes acompañarme, debo ponerla a salvo.— Dijo Ned ofreciéndole su brazo y cuando está lo tomó la llevo a una de las habitaciones más alejadas, pues lo primero era hacer que Edeline se relajará y no quedar bien frente a todos no acompañándolo hasta la habitación para de algún modo continuar diciendo que su virtud seguía intacta.
Ned Waldorf- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
—Es difícil, pensaba que ya tenía el control pero al parecer no es así—dijo Edeline soltando un suspiro.
Edeline que no había tenido tiempo de procesar lo sucedido entre ambos, se encogió en el asiento de la cama y se quedó mirando la copa vacía con la esperanza de que no reparara en ella. Pensando en los acontecimientos de hace unos momentos se pasó los dedos por sus labios con ademan distraído. Minutos antes Edeline había mantenido una charla con el exitoso panadero que escondía su verdadero trabajo ante los ojos de los demás.
—Es todo placer verlo de nuevo noble Waldorf. Creó que fue muy fácil descubrir quien soy detrás de mi máscara—dijo apreciando el atractivo del hombre—A una sensación de enigmas misteriosos que podríamos ocultar al igual que un calabozo—respondió continuando con su encanto tan peculiar de Edeline.
Notó una seducción por parte del vampiro al que ella dio paso a continuar después de todo Edeline la inició con un flirteo, pero fue interrumpida al notar su propio nerviosismo que fue provocado por algunas gotas de sangre en su vino, con discreción cubrió su nariz para que el olor que la atormentaba dejara de fluir, queriendo salir del lugar fue Ned quien habló percatándose ante lo sucedido. Sí, era una vampiresa joven que ignoraba muchas cosas tener el comportamiento adecuado ante una situación familiar, sus instintos eran más fuertes que su propio auto-control, ya no era humana podría tener una apariencia como ellos pero el propia muerte en vida—por así decirlo—Un alto precio por pagar para saciar sus pensamientos.
—Por supuesto—Accedió a la petición de Ned. Edeline no deseaba que las siniestras imágenes de la sangre que anhelaba le poblaran la mente. Agradecida por la protección que Ned le daba abandonaron el lugar.
Sosteniendo su brazo como una pareja para no llamar la curiosidad de los invitados quienes se encontraban distraídos entre las maravillas del lugar, caminaron por los largos pasillos, cruzaron el umbral, Edeline respiro aliviada, llegaron a una habitación aislada de la fiesta para poder regular la resaca garganta de Edeline, la poca luz de luna que lograba entrar era suficiente para verse mutuamente.
— ¿Cómo controlar esta sed que cada segundo ansia ser cesada?—cuestionó Edeline
Edeline que no había tenido tiempo de procesar lo sucedido entre ambos, se encogió en el asiento de la cama y se quedó mirando la copa vacía con la esperanza de que no reparara en ella. Pensando en los acontecimientos de hace unos momentos se pasó los dedos por sus labios con ademan distraído. Minutos antes Edeline había mantenido una charla con el exitoso panadero que escondía su verdadero trabajo ante los ojos de los demás.
—Es todo placer verlo de nuevo noble Waldorf. Creó que fue muy fácil descubrir quien soy detrás de mi máscara—dijo apreciando el atractivo del hombre—A una sensación de enigmas misteriosos que podríamos ocultar al igual que un calabozo—respondió continuando con su encanto tan peculiar de Edeline.
Notó una seducción por parte del vampiro al que ella dio paso a continuar después de todo Edeline la inició con un flirteo, pero fue interrumpida al notar su propio nerviosismo que fue provocado por algunas gotas de sangre en su vino, con discreción cubrió su nariz para que el olor que la atormentaba dejara de fluir, queriendo salir del lugar fue Ned quien habló percatándose ante lo sucedido. Sí, era una vampiresa joven que ignoraba muchas cosas tener el comportamiento adecuado ante una situación familiar, sus instintos eran más fuertes que su propio auto-control, ya no era humana podría tener una apariencia como ellos pero el propia muerte en vida—por así decirlo—Un alto precio por pagar para saciar sus pensamientos.
—Por supuesto—Accedió a la petición de Ned. Edeline no deseaba que las siniestras imágenes de la sangre que anhelaba le poblaran la mente. Agradecida por la protección que Ned le daba abandonaron el lugar.
Sosteniendo su brazo como una pareja para no llamar la curiosidad de los invitados quienes se encontraban distraídos entre las maravillas del lugar, caminaron por los largos pasillos, cruzaron el umbral, Edeline respiro aliviada, llegaron a una habitación aislada de la fiesta para poder regular la resaca garganta de Edeline, la poca luz de luna que lograba entrar era suficiente para verse mutuamente.
— ¿Cómo controlar esta sed que cada segundo ansia ser cesada?—cuestionó Edeline
Última edición por Edeline Swan el Sáb Sep 23, 2017 12:48 pm, editado 1 vez
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
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Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Esa sed que Ned conseguía controlar era gracias a venir bastante lleno, tal vez se había bebido a trece personas para aguantar toda la noche sin pestañear si olía un poco de sangre, después de pensar en como decirle otra manera mejor de controlarse pensó en otra, en llevar sus sentimientos por otros lados y hacer que pensase en otra cosa para así no hacer que su sed la controlará por completo. Ned se acercó a la ventana y la abrió, la lluvia le empapo la chaqueta y la camisa dejando que su cuerpo se empapara y su camisa se pegará a su esculpido cuerpo.
—Vayamos al techo, quiero enseñarte allí.— Dijo Ned tirando su chaqueta y quedándose con la camisa simplemente.—Ven conmigo y lo pasaremos bien, no como esos nobles estirados llenos de secretos.— Ned le dio la mano a Edeline.—Te contaré los secretos para lograr así controlarte, pero debes acompañarme querida señorita Swan.— Ned se puso a levitar para ir hasta el techo y quedarse sentado allí.
Ned siempre había sido un vampiro con una sed increíble, llegando a alimentarse de aldeas enteras, de matar familias enteras y hacer que sus apellidos quedasen en el olvido por su hambre, por ello iba a ayudar a Edeline. Ned miró la tempestad, los truenos, el agua, el cielo estrellado... era todo tan hermoso, sin duda le encantaba ese ruido a Ned, el ruido de la lluvia.
—Mi secreto está en traer una petaca con sangre, la mía está en mi carruaje y la mezclo con el vino para ir aguantando.— Ned le apartó un mechón del pelo a Edeline y se lo puso tras la oreja.—O también vengo a la fiesta después de haberme comido a trece personas, así no se pasa nada de hambre.— Dijo Ned mirando al suelo con una mirada nada orgullosa.—O distraerme por medio de los sentimientos, cosa que suelo hacer con buenos sentimientos... ya me entiendes.— Ned soltó una sonrisita seductora y tomó por el mentón a Edeline.—Esas son mis maneras, así que decide tú cuál usas y cuál no, pero por ahora te voy a dar mi petaca.— Ned se puso de pie y descendió flotando hasta el carruaje aterrizando bajo unos matorrales para no ser visto y fue corriendo a por su petaca, abrió el carruaje y la sacó quedándose mojado aún más, tanto que parecía transparente.
Ned se desabrocho los botones de su camisa y uso la corbata para envolver la petaca con sangre por si las moscas alguien quería robarla por ser un vampiro también, posteriormente le dio su petaca a Edeline y se subió al carruaje, debía enseñarle más cosas sobre los vampiros, a él le hubiera venido genial y seguramente hubiera tardado menos de doscientos años en controlarse, y era por ello por lo que iba a ayudar a la Duquesa.
—Suba al carruaje.— Dijo Ned sentándose y dejándole entrar.—Esperaremos dentro un rato, nadie se dará cuenta de nuestra ausencia.— Ned sonrió y sacó una botella de vino tinto que guardaba también bajo su asiento, lo abrió y le dio un trago a morro.—No tengo copas, pero seguro que te gustará.— Dijo Ned con una sonrisa y le dio su botella de vino.
Ned recordó la noche en la que conoció a su difunta esposa, la única mujer a la que fue fiel, la única mujer a la que no quiso hacer daño, pues esa noche que la conoció, llovía mucho, llovía tanto que era imposible salir al exterior, así que fingiendo ser Barón los Medici le invitaron a dormir y a cenar en su hogar, obviamente Ned consiguió comer un poco, y lo pasó bastante mal comiendo esa comida, pues para él tenía un sabor a carbón y cenizas asqueroso, pero supo fingir bien y después de esa noche se enamoro perdidamente de la hija de los Medici, por desgracia murió y desde entonces no había vuelto a amar a nadie, pero el recuerdo de ella en su carruaje junto con Ned bebiendo vino era lo que hacía que Ned siempre llevará una botella de vino en el carruaje, para recordarla.
Una vez... hace muchos años... estuve casado con una mujer Medici en Florencia...— Dijo Ned mirándola fijamente, así lograría conocerse más con Edeline.—Desde entonces siempre llevo vino en el carruaje, pues ella siempre disfrutaba de beber vino conmigo mientras viajábamos en carruaje, es un recuerdo que tengo de ella.— Ned sonrió, pues era un dulce recuerdo de aquella triste historia que había tenido.—¿Has estado casado o has tenido hijos alguna vez?— Preguntó Ned a Edeline con una sonrisa curiosa.
—Vayamos al techo, quiero enseñarte allí.— Dijo Ned tirando su chaqueta y quedándose con la camisa simplemente.—Ven conmigo y lo pasaremos bien, no como esos nobles estirados llenos de secretos.— Ned le dio la mano a Edeline.—Te contaré los secretos para lograr así controlarte, pero debes acompañarme querida señorita Swan.— Ned se puso a levitar para ir hasta el techo y quedarse sentado allí.
Ned siempre había sido un vampiro con una sed increíble, llegando a alimentarse de aldeas enteras, de matar familias enteras y hacer que sus apellidos quedasen en el olvido por su hambre, por ello iba a ayudar a Edeline. Ned miró la tempestad, los truenos, el agua, el cielo estrellado... era todo tan hermoso, sin duda le encantaba ese ruido a Ned, el ruido de la lluvia.
—Mi secreto está en traer una petaca con sangre, la mía está en mi carruaje y la mezclo con el vino para ir aguantando.— Ned le apartó un mechón del pelo a Edeline y se lo puso tras la oreja.—O también vengo a la fiesta después de haberme comido a trece personas, así no se pasa nada de hambre.— Dijo Ned mirando al suelo con una mirada nada orgullosa.—O distraerme por medio de los sentimientos, cosa que suelo hacer con buenos sentimientos... ya me entiendes.— Ned soltó una sonrisita seductora y tomó por el mentón a Edeline.—Esas son mis maneras, así que decide tú cuál usas y cuál no, pero por ahora te voy a dar mi petaca.— Ned se puso de pie y descendió flotando hasta el carruaje aterrizando bajo unos matorrales para no ser visto y fue corriendo a por su petaca, abrió el carruaje y la sacó quedándose mojado aún más, tanto que parecía transparente.
Ned se desabrocho los botones de su camisa y uso la corbata para envolver la petaca con sangre por si las moscas alguien quería robarla por ser un vampiro también, posteriormente le dio su petaca a Edeline y se subió al carruaje, debía enseñarle más cosas sobre los vampiros, a él le hubiera venido genial y seguramente hubiera tardado menos de doscientos años en controlarse, y era por ello por lo que iba a ayudar a la Duquesa.
—Suba al carruaje.— Dijo Ned sentándose y dejándole entrar.—Esperaremos dentro un rato, nadie se dará cuenta de nuestra ausencia.— Ned sonrió y sacó una botella de vino tinto que guardaba también bajo su asiento, lo abrió y le dio un trago a morro.—No tengo copas, pero seguro que te gustará.— Dijo Ned con una sonrisa y le dio su botella de vino.
Ned recordó la noche en la que conoció a su difunta esposa, la única mujer a la que fue fiel, la única mujer a la que no quiso hacer daño, pues esa noche que la conoció, llovía mucho, llovía tanto que era imposible salir al exterior, así que fingiendo ser Barón los Medici le invitaron a dormir y a cenar en su hogar, obviamente Ned consiguió comer un poco, y lo pasó bastante mal comiendo esa comida, pues para él tenía un sabor a carbón y cenizas asqueroso, pero supo fingir bien y después de esa noche se enamoro perdidamente de la hija de los Medici, por desgracia murió y desde entonces no había vuelto a amar a nadie, pero el recuerdo de ella en su carruaje junto con Ned bebiendo vino era lo que hacía que Ned siempre llevará una botella de vino en el carruaje, para recordarla.
Una vez... hace muchos años... estuve casado con una mujer Medici en Florencia...— Dijo Ned mirándola fijamente, así lograría conocerse más con Edeline.—Desde entonces siempre llevo vino en el carruaje, pues ella siempre disfrutaba de beber vino conmigo mientras viajábamos en carruaje, es un recuerdo que tengo de ella.— Ned sonrió, pues era un dulce recuerdo de aquella triste historia que había tenido.—¿Has estado casado o has tenido hijos alguna vez?— Preguntó Ned a Edeline con una sonrisa curiosa.
Ned Waldorf- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Tras quedarse en silencio tratando de averiguar cómo Ned le ayudaría a controlaría sus instintos. Edeline tocó su cuello al sentir un calor profundo, con la mirada fija en a la ventana donde la torrencial tormenta realizaba su espectáculo en el cielo. Edeline notó que fue abierta por Ned, no pudo evitar ver el fornido cuerpo del vampiro que fue humedecido por la lluvia.
Asintió levemente al oír las palabras de Ned con ir al techo del palacio, era mejor en cualquier caso que quedarse allí. Los aristocráticos poseían una cualidad indiferente y agradable a la vez, siendo odioso para Edeline, le molestaba su actitud y es que aún que fuera obligada a tener ese comportamiento a veces rompía el modelo ejemplar de su título teniendo graves problemas, pero el importaba muy poco mientras ella pudiera gozar de su vida eterna a su manera.
—Es verdad noble Waldorf, los secretos que aún desconozco sobre los vampiros dificulta mi entendimiento sobre mí. Siendo una vampiresa es algo catastrófico.
Edeline sentía recorre sobre sus rizos las gotas de lluvia que bajaban hasta el suelo, le agradaba esa sensación. Su ajustado vestido se entalló más por la lluvia no dejando nada a la imaginación sobre sus atributos. Su vista se posó en aquel cielo de fuertes relámpagos, sin duda su exótica belleza era mostrada con poderío ante los ojos cualquiera.
Con especial atención Edeline escuchó las alternativas de tener dominio sobre su sed de aquel líquido escarlata.
— ¿Una petaca de sangre?—musitó Edeline mirándolo a los ojos— ¡Eh!
Abrió sus ojos de par en par posando sus manos en los hombros de Ned al escuchar las otras dos opciones. El beber a trece personas tampoco estaría muy orgullosa si cometiera aquel acto, pero comprendía el por qué lo hacía Ned. “A sí que se refiera a… no es tan mala idea después de todo…” pensó al oír la última alternativa. La tentación creció en ella, mostrando una agradable y seductora sonrisa a Ned, como él se la mostró a ella.
— ¡¿Tu petaca?!—exclamó sorprendida, descendiendo del techo sosteniendo aun los hombros de Ned.
Mientras esperaba por el sendero que conducía hasta la puerta del palacio la tormenta todavía seguía. Y con la oscuridad llegó el desasosiego caminando lentamente. Edeline miraba a su alrededor pendiente de cualquier movimiento o peligro que pudiera agazaparse en los arbustos. La brisa de lluvia agitaba las copas de los pinos con un murmullo lúgubre.
Para su fortuna Dorian o mejor conocido como Máscara fue su fundador y mentor de la vampiresa enseñándole las cosas más importantes de los vampiros en especial la sangre para no llamar la atención y ser blancos fáciles de los cazadores o de sus enemigos. Durante el tiempo que estuvo con él antes de su desaparición manejó con facilidad todos sus instintos y sus poderes le dieron una gran ventaja. La forma de conseguir a sus presas fue gracias a Dorian, decía que cada vampiro tenía una peculiar forma de cazar que a veces provoca placer al cometer dicha escena. Y Edeline encontró la suya, un método diferente, cazar a aquellos que no tenían el deseo de vivir o que no les importaba su vida así aliviaba sus penas y terminaba con su sufrimiento con un toque sigiloso al no ser descubierta con tanta facilidad. ¿Quién tomaría la importancia a esas personas? Nadie, excepto algunos de los cazadores.
Edeline subió al carruaje aterciopelado, viendo sobre la ventana a las personas que caminaron cerca de ellos.
—Tiene razón, nadie se percatara de nuestra desaparición—soltó una risa suave por debajo. Debía de admitirlo era cómodo estar con Ned.
Con gusto aceptó la botella de vino de Ned, bebiendo un sorbo de éste deleitando sus papilas gustativas. Fue de su total agrado.
—Es un exquisito vino—dijo Edeline dando círculos al inicio de la botella.
Tras un largo periodo no intercambiaron palabra alguna, sólo el chasquido de las gotas era el único presente del lugar hasta Ned rompió el silencio contando con nostalgia su pasado, el amor que tuvo con una descendiente de los Medici y el gusto por beber vino. Sin apartar la vista de Ned Edeline sintió una conexión más profunda con él. Al igual que Ned, Edeline se enamoró de Karl un joven perteneciente a la clase alta. Al principio se desconocían totalmente en el baile de su decimoséptimo cumpleaños pero pasando el tiempo que convivían juntos fue surgiendo el amor entre ambos. Se amaban, prometiéndose con una rosa blanca la eternidad de su amor en una noche sin luna. El único recuerdo de Karl, una rosa blanca que guardó en resina para mantenerla viva eternamente. Pero como todo amor, no dura para siempre. Karl murió por una daga que a travesó su corazón, desde entonces Edeline ha sembrado en su jardín de la residencia de palacio rosas blancas. Un recuerdo que es apreciado con todo su ser.
—No, nunca me cansé o tuve hijos, pero me hubiera gustado tenerlos. El tiempo que tengo como vampiresa es corto, un poco más de cinco años. Congelé mi edad y deseos antes de lo esperado—tras vacilar por unos segundos prosiguió en contar un poco de su vida— Sabes hace algunos años me enamoré de un joven su nombre era Karl, le fascinaban las rosas blancas como a mí, pero la muerte llegó por sorpresa arrebatando su vida. El mayor recuerdo que tengo de él son las mismas rosas blancas—sonrió con cierta melancolía.
Permanecieron un momento en la misma postura sosteniendo su mano con la de Ned, notó como un escalofrió recorrió su medula espinal, manteniendo su tranquilidad. Edeline tenía una sensación de que el tiempo se movía con extrema lentitud
—Gracias—declaró Edeline— He tomado una decisión. Podría usar un collar con una pequeña botella es éste que contenga ese líquido vital carmesí, es más práctico y no atrae la atención de otros—dio otro sorbo al vino—Además algo que me ayudaría mucho más… es la…distracción por medio de los…sentimientos—murmuró con delicadeza jugando con un mechón de su cabello— ¿No te gustaría ir a otro lugar?
El carruaje se puso en marcha, desconocido su camino al que llegarían, sin darse cuenta Edeline empezó a cantar una suave melodía mirando por la ventana.
A Young man walked through the forest with his quiver and hunting bow.
He heard a young girl singing and followed the sound below.
There he found the maiden who lives in the willow.
He called to her as she listened from a ring of toadstools red.
"Come with me my maiden""Come from thy willow bed"
She looked at him serenaly and only shook her head.
See me now, a ray of light in the moondance.
See me now...
Asintió levemente al oír las palabras de Ned con ir al techo del palacio, era mejor en cualquier caso que quedarse allí. Los aristocráticos poseían una cualidad indiferente y agradable a la vez, siendo odioso para Edeline, le molestaba su actitud y es que aún que fuera obligada a tener ese comportamiento a veces rompía el modelo ejemplar de su título teniendo graves problemas, pero el importaba muy poco mientras ella pudiera gozar de su vida eterna a su manera.
—Es verdad noble Waldorf, los secretos que aún desconozco sobre los vampiros dificulta mi entendimiento sobre mí. Siendo una vampiresa es algo catastrófico.
Edeline sentía recorre sobre sus rizos las gotas de lluvia que bajaban hasta el suelo, le agradaba esa sensación. Su ajustado vestido se entalló más por la lluvia no dejando nada a la imaginación sobre sus atributos. Su vista se posó en aquel cielo de fuertes relámpagos, sin duda su exótica belleza era mostrada con poderío ante los ojos cualquiera.
Con especial atención Edeline escuchó las alternativas de tener dominio sobre su sed de aquel líquido escarlata.
— ¿Una petaca de sangre?—musitó Edeline mirándolo a los ojos— ¡Eh!
Abrió sus ojos de par en par posando sus manos en los hombros de Ned al escuchar las otras dos opciones. El beber a trece personas tampoco estaría muy orgullosa si cometiera aquel acto, pero comprendía el por qué lo hacía Ned. “A sí que se refiera a… no es tan mala idea después de todo…” pensó al oír la última alternativa. La tentación creció en ella, mostrando una agradable y seductora sonrisa a Ned, como él se la mostró a ella.
— ¡¿Tu petaca?!—exclamó sorprendida, descendiendo del techo sosteniendo aun los hombros de Ned.
Mientras esperaba por el sendero que conducía hasta la puerta del palacio la tormenta todavía seguía. Y con la oscuridad llegó el desasosiego caminando lentamente. Edeline miraba a su alrededor pendiente de cualquier movimiento o peligro que pudiera agazaparse en los arbustos. La brisa de lluvia agitaba las copas de los pinos con un murmullo lúgubre.
Para su fortuna Dorian o mejor conocido como Máscara fue su fundador y mentor de la vampiresa enseñándole las cosas más importantes de los vampiros en especial la sangre para no llamar la atención y ser blancos fáciles de los cazadores o de sus enemigos. Durante el tiempo que estuvo con él antes de su desaparición manejó con facilidad todos sus instintos y sus poderes le dieron una gran ventaja. La forma de conseguir a sus presas fue gracias a Dorian, decía que cada vampiro tenía una peculiar forma de cazar que a veces provoca placer al cometer dicha escena. Y Edeline encontró la suya, un método diferente, cazar a aquellos que no tenían el deseo de vivir o que no les importaba su vida así aliviaba sus penas y terminaba con su sufrimiento con un toque sigiloso al no ser descubierta con tanta facilidad. ¿Quién tomaría la importancia a esas personas? Nadie, excepto algunos de los cazadores.
Edeline subió al carruaje aterciopelado, viendo sobre la ventana a las personas que caminaron cerca de ellos.
—Tiene razón, nadie se percatara de nuestra desaparición—soltó una risa suave por debajo. Debía de admitirlo era cómodo estar con Ned.
Con gusto aceptó la botella de vino de Ned, bebiendo un sorbo de éste deleitando sus papilas gustativas. Fue de su total agrado.
—Es un exquisito vino—dijo Edeline dando círculos al inicio de la botella.
Tras un largo periodo no intercambiaron palabra alguna, sólo el chasquido de las gotas era el único presente del lugar hasta Ned rompió el silencio contando con nostalgia su pasado, el amor que tuvo con una descendiente de los Medici y el gusto por beber vino. Sin apartar la vista de Ned Edeline sintió una conexión más profunda con él. Al igual que Ned, Edeline se enamoró de Karl un joven perteneciente a la clase alta. Al principio se desconocían totalmente en el baile de su decimoséptimo cumpleaños pero pasando el tiempo que convivían juntos fue surgiendo el amor entre ambos. Se amaban, prometiéndose con una rosa blanca la eternidad de su amor en una noche sin luna. El único recuerdo de Karl, una rosa blanca que guardó en resina para mantenerla viva eternamente. Pero como todo amor, no dura para siempre. Karl murió por una daga que a travesó su corazón, desde entonces Edeline ha sembrado en su jardín de la residencia de palacio rosas blancas. Un recuerdo que es apreciado con todo su ser.
—No, nunca me cansé o tuve hijos, pero me hubiera gustado tenerlos. El tiempo que tengo como vampiresa es corto, un poco más de cinco años. Congelé mi edad y deseos antes de lo esperado—tras vacilar por unos segundos prosiguió en contar un poco de su vida— Sabes hace algunos años me enamoré de un joven su nombre era Karl, le fascinaban las rosas blancas como a mí, pero la muerte llegó por sorpresa arrebatando su vida. El mayor recuerdo que tengo de él son las mismas rosas blancas—sonrió con cierta melancolía.
Permanecieron un momento en la misma postura sosteniendo su mano con la de Ned, notó como un escalofrió recorrió su medula espinal, manteniendo su tranquilidad. Edeline tenía una sensación de que el tiempo se movía con extrema lentitud
—Gracias—declaró Edeline— He tomado una decisión. Podría usar un collar con una pequeña botella es éste que contenga ese líquido vital carmesí, es más práctico y no atrae la atención de otros—dio otro sorbo al vino—Además algo que me ayudaría mucho más… es la…distracción por medio de los…sentimientos—murmuró con delicadeza jugando con un mechón de su cabello— ¿No te gustaría ir a otro lugar?
El carruaje se puso en marcha, desconocido su camino al que llegarían, sin darse cuenta Edeline empezó a cantar una suave melodía mirando por la ventana.
A Young man walked through the forest with his quiver and hunting bow.
He heard a young girl singing and followed the sound below.
There he found the maiden who lives in the willow.
He called to her as she listened from a ring of toadstools red.
"Come with me my maiden""Come from thy willow bed"
She looked at him serenaly and only shook her head.
See me now, a ray of light in the moondance.
See me now...
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
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Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Ned sin duda sabía captar las indirectas de la vampiresa hacía él, y pese a que la vampiresa era una chica atractiva de piel pálida y cabello oscuro, los rasgos que más le gustaban a Ned, pero sentía cierto miedo a dar el primer paso él, por si acaso la vampiresa no quería nada más que ser cortejada así que simplemente le sonrió y ordeno que el carruaje los llevará a la mansión Waldorf. Ned le paso el brazo por encima de los hombros a Edeline escuchando su canción.
—Cantas genial, Lady Swan.— Ned le acarició la mejilla y la miró a los ojos estando muy cerca de su rostro.—¿Sabes hacer más cosas?— Ned le sonrió pícaramente por la indirecta que le había lanzado a Edeline, sin duda era bastante captable.—¿Y está prometida, Lady Swan? Normalmente a las mujeres de su categoría las prometen.— Dijo Ned acariciándole el pelo y bajando por su espalda.
Ned era la clase de chico o vampiro que iba a cortejar a las chicas más ricas y con títulos, pero normalmente lo hacía por diversión, y muchos padres incluso las ofrecían en matrimonio muchas veces pues Ned tenía bastante dinero, era un clase alta y un soltero bastante codiciado, pero desde su Ex pareja nunca más se había casado o enamorado, y ese sentimiento era el que más buscaba, el sentir que le gustaba alguien de nuevo.
Ned salió por la puerta casi al instante de que el carruaje parará, así se quedó parado frente a la puerta para ayudar a Edeline a bajar, cuando hizo esto le beso la mano sintiendo el frío que desprendía, al igual que él, pues los vampiros estaban fríos al estar muertos y por ende necesitaban sangre para seguir "vivos" que era lo que más le gustaba a Ned, sentirse inmortal.
Ned llevo a Edeline hasta dentro de la mansión y fue hasta un cajón a por una botella de vino rosado con dos copa y así tendrían una especie de mejor química. Ned mandó a uno de sus mayordomos encender la chimenea para dar un toque romántico y dejarlos solos beber vino en el salón. Ned suspiró aliviado y mientras se paseaba con su copa por la mansión dándole sorbos mientras leía títulos de libros. Ned miró a Edeline con una sonrisa.
—Cuéntame querida Lady Swan...— Ned se acercó a ella y se puso frente a ella.—¿Qué tal su vida? ¿Intrigas? ¿Amores? ¿Problemas?— Dijo Ned intentando saber más sobre la Holandesa.—Nunca he ido a Holanda... ¿Es bonito?— Ned le miró a los ojos.—Yo te puedo asegurar que mi tierra... Escocia por si no lo sabías, lo es.— Ned le acarició la mejilla.—Tal vez podríamos ir juntos algún día...— Dijo Ned susurrándoselo en el oído antes de darle un beso en el cuello y tumbarla en el sofá.—Esto será mejor que no continuemos...— Ned se levantó arrepintiéndose de sus actos, no quería que la noble pensará que la veía tan fácil.
—Cantas genial, Lady Swan.— Ned le acarició la mejilla y la miró a los ojos estando muy cerca de su rostro.—¿Sabes hacer más cosas?— Ned le sonrió pícaramente por la indirecta que le había lanzado a Edeline, sin duda era bastante captable.—¿Y está prometida, Lady Swan? Normalmente a las mujeres de su categoría las prometen.— Dijo Ned acariciándole el pelo y bajando por su espalda.
Ned era la clase de chico o vampiro que iba a cortejar a las chicas más ricas y con títulos, pero normalmente lo hacía por diversión, y muchos padres incluso las ofrecían en matrimonio muchas veces pues Ned tenía bastante dinero, era un clase alta y un soltero bastante codiciado, pero desde su Ex pareja nunca más se había casado o enamorado, y ese sentimiento era el que más buscaba, el sentir que le gustaba alguien de nuevo.
Ned salió por la puerta casi al instante de que el carruaje parará, así se quedó parado frente a la puerta para ayudar a Edeline a bajar, cuando hizo esto le beso la mano sintiendo el frío que desprendía, al igual que él, pues los vampiros estaban fríos al estar muertos y por ende necesitaban sangre para seguir "vivos" que era lo que más le gustaba a Ned, sentirse inmortal.
Ned llevo a Edeline hasta dentro de la mansión y fue hasta un cajón a por una botella de vino rosado con dos copa y así tendrían una especie de mejor química. Ned mandó a uno de sus mayordomos encender la chimenea para dar un toque romántico y dejarlos solos beber vino en el salón. Ned suspiró aliviado y mientras se paseaba con su copa por la mansión dándole sorbos mientras leía títulos de libros. Ned miró a Edeline con una sonrisa.
—Cuéntame querida Lady Swan...— Ned se acercó a ella y se puso frente a ella.—¿Qué tal su vida? ¿Intrigas? ¿Amores? ¿Problemas?— Dijo Ned intentando saber más sobre la Holandesa.—Nunca he ido a Holanda... ¿Es bonito?— Ned le miró a los ojos.—Yo te puedo asegurar que mi tierra... Escocia por si no lo sabías, lo es.— Ned le acarició la mejilla.—Tal vez podríamos ir juntos algún día...— Dijo Ned susurrándoselo en el oído antes de darle un beso en el cuello y tumbarla en el sofá.—Esto será mejor que no continuemos...— Ned se levantó arrepintiéndose de sus actos, no quería que la noble pensará que la veía tan fácil.
Ned Waldorf- Vampiro Clase Alta
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Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Por los breves momentos que miró sobre la ventana, descubrió que su destino en el viaje estaría en la mansión de Ned al percatarse de su orden, continuo cantando sintiendo como le rodeaba el brazo de Ned en sus hombros, no le incomodó en lo más mínimo. Antes los halagos que le proporcionó el vampiro sobre su cantó mostró una leve sonrisa satisfactoria.
—Podría ser—dijo en un tono seductor, mirando cada facción de su rostro—No por ahora, tienes razón es común entre las mujeres de mi clase, pero podría decirse que soy distinta.
Edeline dejaba que Ned acariciaba su pelo hasta su espalda. Edeline era joven y siempre lo sería. Una joven con una simpatía dulce y de modales refinados pero eso no le restaba sus encantos de seducción como una vampiresa que fue le fue dado como un don. Algunos la admiraban por su belleza siendo a veces cortejada por varios jóvenes que estaban dispuestos a pelear por su mano en matrimonio incluso viudos, a veces disfrutaba ver eso cuando estaba aburrida, sabía que era incorrecto pero ellos sólo la querían por su título así que ambas partes estaban igual. Quería conocer algo diferente a todo eso, a ellos, pero no lo encontraba deseaba que algún día lo encontraría, una persona opuesta a todo lo que ya vio.
El transcurso del carruaje hacia la mansión fue ágil, y en esos momentos aunque compartieron unas palabras estuvieron en un silencio cómodo, esperando hacia su destino llegase. Al llegar a la mansión Edeline bajó con la ayuda de Ned quien besó su mano al bajar. Su vista recorría la magnifica mansión caminando hacia el salón principal acomodándose el vestido con elegancia entre los sillones del lugar, la chimenea que fue encendida al poco rato de su llegada daba una gran calidez al salón principal. Los mayordomos y sirvientes que recibieron con agrado a Ned y Edeline se habían retirado dejándolos solos a ambos.
—Gracias—dijo al recibir la copa de vino, dando algunos cortos sobos al tenerla.
Mientras jugaba con la copa de vino presencio la cercanía que tenía con Ned quien estaba a unos cuantos centímetros de ella.
—En la oscuridad de un mundo de inquietud siempre hay intrigas aunque no les prestemos atención siempre están ahí. Los problemas casi siempre omiten mi vida algo de cierta forma tranquilo, y no, no hay amores—dijo Edeline serena ante las preguntas de Ned—Es hermoso, más sus preciosos jardines de tulipanes, su paisaje—sus ojos reflejaban los de él— Me agradaría ir algún día.
De una forma atrayente Ned besó el cuello de Edeline soltó un suspiro al sentir aquella sensación extraña que antes no había sentido, sin embargó duró poco tiempo, Ned se retiró rápidamente, sus palabras tenían aflicción y culpa. Edeline estaba un poco aturdida por la situación en la que se encontraba procesando lo que pasó. Presentía sabía el por qué Ned estaba así.
—Ned —dijo calmada sosteniendo su mano—Debes de haber tenido un motivo para recostarme en el sofá, me gustaría saber ¿Cuál fue?—hizo una leve pausa— Sé que no es una forma de actuar debido a mi clase y quizá no estés acostumbrado a ver esto—Era una de las alternativas que Ned le dio de apaciguar su sed y ella la había elegido— pero—se acercó un poco más a él—Tendrá algo de malo—dijo cautivante. Además que no le disgustaba Ned para nada al contrario.
Se miraban mutuamente y tan sólo el ruido de las pequeñas explosiones de las chispas del fuego se oía en el salón.
—Podría ser—dijo en un tono seductor, mirando cada facción de su rostro—No por ahora, tienes razón es común entre las mujeres de mi clase, pero podría decirse que soy distinta.
Edeline dejaba que Ned acariciaba su pelo hasta su espalda. Edeline era joven y siempre lo sería. Una joven con una simpatía dulce y de modales refinados pero eso no le restaba sus encantos de seducción como una vampiresa que fue le fue dado como un don. Algunos la admiraban por su belleza siendo a veces cortejada por varios jóvenes que estaban dispuestos a pelear por su mano en matrimonio incluso viudos, a veces disfrutaba ver eso cuando estaba aburrida, sabía que era incorrecto pero ellos sólo la querían por su título así que ambas partes estaban igual. Quería conocer algo diferente a todo eso, a ellos, pero no lo encontraba deseaba que algún día lo encontraría, una persona opuesta a todo lo que ya vio.
El transcurso del carruaje hacia la mansión fue ágil, y en esos momentos aunque compartieron unas palabras estuvieron en un silencio cómodo, esperando hacia su destino llegase. Al llegar a la mansión Edeline bajó con la ayuda de Ned quien besó su mano al bajar. Su vista recorría la magnifica mansión caminando hacia el salón principal acomodándose el vestido con elegancia entre los sillones del lugar, la chimenea que fue encendida al poco rato de su llegada daba una gran calidez al salón principal. Los mayordomos y sirvientes que recibieron con agrado a Ned y Edeline se habían retirado dejándolos solos a ambos.
—Gracias—dijo al recibir la copa de vino, dando algunos cortos sobos al tenerla.
Mientras jugaba con la copa de vino presencio la cercanía que tenía con Ned quien estaba a unos cuantos centímetros de ella.
—En la oscuridad de un mundo de inquietud siempre hay intrigas aunque no les prestemos atención siempre están ahí. Los problemas casi siempre omiten mi vida algo de cierta forma tranquilo, y no, no hay amores—dijo Edeline serena ante las preguntas de Ned—Es hermoso, más sus preciosos jardines de tulipanes, su paisaje—sus ojos reflejaban los de él— Me agradaría ir algún día.
De una forma atrayente Ned besó el cuello de Edeline soltó un suspiro al sentir aquella sensación extraña que antes no había sentido, sin embargó duró poco tiempo, Ned se retiró rápidamente, sus palabras tenían aflicción y culpa. Edeline estaba un poco aturdida por la situación en la que se encontraba procesando lo que pasó. Presentía sabía el por qué Ned estaba así.
—Ned —dijo calmada sosteniendo su mano—Debes de haber tenido un motivo para recostarme en el sofá, me gustaría saber ¿Cuál fue?—hizo una leve pausa— Sé que no es una forma de actuar debido a mi clase y quizá no estés acostumbrado a ver esto—Era una de las alternativas que Ned le dio de apaciguar su sed y ella la había elegido— pero—se acercó un poco más a él—Tendrá algo de malo—dijo cautivante. Además que no le disgustaba Ned para nada al contrario.
Se miraban mutuamente y tan sólo el ruido de las pequeñas explosiones de las chispas del fuego se oía en el salón.
Edeline Swan- Vampiro/Realeza
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Re: Sangre en Máscaras +18 <Ned Waldorf>
Ned estuvo mirándola fijamente, y mientras se miraban podía escucharse el fuego, las explosiones de la madera y el fuego, y ese silencio fue algo incomodo para Ned al principio, pero supo como actuar rápidamente para que Edeline y él estuvieran como antes, no tan incomodos.
—El motivo por el que le he tumbado en el sofá fue más bien... algo que no debería hacer contigo... aunque nunca nadie se enteraría, una mujer de tu categoría nunca querría nada antes del matrimonio.— Ned le acarició la mejilla.—¿Me equivoco Lady Swan?— Ned le dio un sorbo a su copa y después alzo una ceja y dejo la copa de vino en la mesita de nuevo.
Ned se giró dándole la espalda a Edeline y después se acercó a un cuadro de los Waldorf, era él de niño junto a su madre y su padre, lo trajo desde Escocia y sin duda era un cuadro que le traía recuerdos de su vida en Escocia, y sin duda le gustaría volver algún día allí.
—Mira este cuadro...— Dijo Ned señalándolo.—Era un niño cuando lo hicieron... ¿No le parece precioso?— Dijo Ned mirándola con una sonrisa de medio lado.—Era precioso ser un niño travieso.— Ned se acercó a Edeline y le sonrió.—Ahora dime, ¿Qué quieres hacer? ¿Te gustaría comer algo?— Dijo Ned acercando su rostro al de Edeline dejando una separación entre sus labios y los de ella de un centímetro o dos como mucho.—Podríamos ir al jardín... allí no hay rosas blancas, pero hay flores que te pueden gustar.— Ned no le ofreció está vez el brazo, más bien le cogió la mano y se la llevo por la mansión hasta el jardín, pero antes paró a por un mayordomo y le hizo un gesto para que los siguiera, pues él sería lo que haría para intentar entrenar a Edeline.
Ned tiró al esclavo al suelo y este rodó hasta parar y ponerse de pie enfadado por lo que Ned había hecho, pero antes de poder relatar este ya estaba enganchado en su cuello y le había mordido haciendo que este soltará un chillido de dolor y más tarde se desmayará. El flujo de líquido carmesí mancho las manos de Ned de sangre y toda su ropa, además toda su barbilla estaba llena de está y mostraba sus colmillos mientras se relamía.
—Empecemos un entrenamiento, para conseguir que te controles, bien por ahora intenta alegarte, concéntrate en otra cosa, por ejemplo esas rosas.— Ned señalo con la cabeza el rosal de rosas rojas que había, este rosal subía hasta la ventana y después dejo caer al mayordomo al suelo.—Tranquila, tengo el don para hacer que no recuerde nada.— Ned se acercó hasta Edeline y se puso a su lado esperando a que hiciera algo, y mientras tanto sacó sus puros y se encendió uno con su mechero.—Puedo a que hagas los que quieras, también puedes encontrar otra distracción... lo que quieras.— Ned le dio una calada a su puro y soltó el humo mientras observaba al mayordomo.
—El motivo por el que le he tumbado en el sofá fue más bien... algo que no debería hacer contigo... aunque nunca nadie se enteraría, una mujer de tu categoría nunca querría nada antes del matrimonio.— Ned le acarició la mejilla.—¿Me equivoco Lady Swan?— Ned le dio un sorbo a su copa y después alzo una ceja y dejo la copa de vino en la mesita de nuevo.
Ned se giró dándole la espalda a Edeline y después se acercó a un cuadro de los Waldorf, era él de niño junto a su madre y su padre, lo trajo desde Escocia y sin duda era un cuadro que le traía recuerdos de su vida en Escocia, y sin duda le gustaría volver algún día allí.
—Mira este cuadro...— Dijo Ned señalándolo.—Era un niño cuando lo hicieron... ¿No le parece precioso?— Dijo Ned mirándola con una sonrisa de medio lado.—Era precioso ser un niño travieso.— Ned se acercó a Edeline y le sonrió.—Ahora dime, ¿Qué quieres hacer? ¿Te gustaría comer algo?— Dijo Ned acercando su rostro al de Edeline dejando una separación entre sus labios y los de ella de un centímetro o dos como mucho.—Podríamos ir al jardín... allí no hay rosas blancas, pero hay flores que te pueden gustar.— Ned no le ofreció está vez el brazo, más bien le cogió la mano y se la llevo por la mansión hasta el jardín, pero antes paró a por un mayordomo y le hizo un gesto para que los siguiera, pues él sería lo que haría para intentar entrenar a Edeline.
Ned tiró al esclavo al suelo y este rodó hasta parar y ponerse de pie enfadado por lo que Ned había hecho, pero antes de poder relatar este ya estaba enganchado en su cuello y le había mordido haciendo que este soltará un chillido de dolor y más tarde se desmayará. El flujo de líquido carmesí mancho las manos de Ned de sangre y toda su ropa, además toda su barbilla estaba llena de está y mostraba sus colmillos mientras se relamía.
—Empecemos un entrenamiento, para conseguir que te controles, bien por ahora intenta alegarte, concéntrate en otra cosa, por ejemplo esas rosas.— Ned señalo con la cabeza el rosal de rosas rojas que había, este rosal subía hasta la ventana y después dejo caer al mayordomo al suelo.—Tranquila, tengo el don para hacer que no recuerde nada.— Ned se acercó hasta Edeline y se puso a su lado esperando a que hiciera algo, y mientras tanto sacó sus puros y se encendió uno con su mechero.—Puedo a que hagas los que quieras, también puedes encontrar otra distracción... lo que quieras.— Ned le dio una calada a su puro y soltó el humo mientras observaba al mayordomo.
Ned Waldorf- Vampiro Clase Alta
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