Pasada la media noche [Aqueron Dracarys, Genji Dracarys]

El eco de los cascos de mi caballo resonaban por la silenciosa avenida que llevaba hasta la mansión Dracarys, donde  mi peculiar familia y yoteníamos nuestro hogar. Llegaba tarde a una cita y sacar de su letargo al resto de vecinos no se me antojó tan importante como cumplir con aquello para lo que se me requería. Antes de salir en mi montura esa noche por una razón de vital importancia, la ama de llaves había tenido la amabilidad de entregarme una nota escrita por mi padre adoptivo, Aqueron, en la que me requería con urgencia al llegar la media noche. Pensé que tendría tiempo suficiente para dejar el primer tema zanjado antes de que ésta hora se viese cumplida, de modo que dándole gracias a la doncella salí igualmente tras el carruaje de Leila, mi hermana pequeña, que esa noche había decidido salir a pasear sola.

No me malintepretéis, no era una hermana protectora, o al menos no de ese tipo de protección. Leila, a la que adoraba la mayoría de las veces y clavaría una estaca el resto, era una neófita preciosa que llevaba poco tiempo acogida por nuestra familia. Para todos controlar nuestra sed de sangre era en ocasiones complicado, pero para ella que había sido convertida y dejada a su libre albedrío durante días, pues era mucho peor. Yo siempre tuve a Aqueron a mi lado desde el principio, ya que el fue mi Sire. Y siempre agradeceré que incluso en mis peores momentos jamás se apartase de mi lado. Pero Leila llevaba poco tiempo bajo estas normas, y que hubiese salido sola me daba un miedo atroz. Quería darle un voto de confianza, por eso no me inmiscuiría en su paseo, pero mantendría cierta distancia por si llegado el momento las cosas se ponían feas.

La razón por la que se me había hecho tarde era porque mi hermanita parecía estar comportándose como se espera de una dama, al menos hasta que la dejé tomándose una copa de vino en una taberna poco elitista, todo fuese dicho, aunque si era su elección yo no tenía nada que decir. El resto de la noche había paseado tranquila sin realizar ningún movimiento extraño, así que finalmente la dejé sola para poder volver (tarde, eso sí) a la mansión familiar y averiguar qué era tan importante como para citarme allí esa noche.

Apenas desmonté de un salto del caballo, que acostumbrado a que cuando nadie nos veía no fuésemos del todo normales, se marchó a la parte trasera donde se encontraban las caballerizas. Mientras tanto, como alma que lleva el diablo, crucé el porche llamando a la puerta. Ésta no tardó en abrirse y tras dedicarle una amplia sonrisa a la doncella que me miraba confundida por las altas horas de la noche a las que volvía, me dirigí a grandes zancadas hasta la sala oeste de la casa, donde mi padre tenía habilitado un amplio despacho, además de una consulta privada.

-Siento la tardanza, ¿puedo pasar?- pregunté golpeando antes dos veces la puerta entreabierta del despacho, desde donde provenía una tenue luz. Solo unos minutos pasaban de las doce, pero por educación jamás me había gustado llegar tarde a ningún lugar.

Habían pasado algunas cosas interesantes en el hospital y los alrededores que no podía pasar por alto, el hecho de que un vampiro estuviera matando personas de forma tan terriblemente cruel no estaba nada bien por eso había pedido que dos de mis hijos vinieran a verme, los convoque de forma imprevista precisaba que ellos vigilaran el entorno y no solo eso sino también encargarse de ver si podían buscar al culpable y hacer que recibiera el castigo por causar tantas muertes, en ese momento me disculpe con mi mayordomo para encaminarme a mi despecho medico donde solía tener este tipo de reuniones y atender a las personas que venían en busca de ayuda. Nada mas entrar al mirar a mi izquierda en los asientos tipo sofá que habían allí estaba Genji meditando. Era uno de mis hijos que había convertido en oriente cuando estuve aprendiendo medicina por aquellas tierras luego de todo lo que había pasado en aquellas tierras, me encamine a la librería para buscar un libro de allí mientras al pasar por el le dedicaba una sonrisa.

-Genji

Mencione solamente sabia cuanto era el reservado por las palabras, no podía culparlo su vida no había sido nada fácil desde el momento que vio la luz de la vida incluso como vampiro no le resultaba tan fácil aceptarse a si mismo, estuvo un tiempo para poder aprender aquello de forma correcta. Sonreí cuando encontré el libro que buscaba se trataba sobre hierbas que precisaría para hacer unas tareas en el hospital, estaba entretenido en aquello que no note cuanto tiempo paso hasta que escuche los golpes, podía sentir su aroma y presencia así que asentí con una leve sonrisa rapidamente.

-Claro que si hija adelante perdona molestarlos a los dos pero tengo un tema que quiero que ambos trate...

Digo señalando las sillas delante del escritorio mientra me apoyo en el para esperar que los dos estuvieran cómodos para mencionarles que era lo que estaba pasando y por que ambos eran necesarios para esto, la habilidad de rastreo de uno y la capacidad de pelea del otro harían muy buena combinación ambos para rastrear y ejecutar a aquellos que lastimaban a los humanos.

-Hace no menos de dos noches una chica fue ataca y prácticamente destrozada en un callejón cercano al hospital esta fue abandonada a su suerte aun sin a ver perdido totalmente su vida. Al parecer según me ha mencionado un amigo de la policía no es la única que fue encontrada muerta en las mismas condiciones esta chica yo la transforme para salvar su vida como hice con ustedes dos. Genji ella se encuentra en la casa del bosque para que vayas a visitarla es proveniente del oriente así que quizás puedas incluso hablar en su idioma natal para ayudarla. Aunque lo que preciso es que ambos vigilen los alrededores del hospital busque pistas que le permitan encontrarlo.

Hice una leve pausa en modo pensativo, como si las próximas palabras fueran duda como si no estuviera seguro de lo que estaba a punto de pedir, siempre me había costado decir esto por mas que se lo merecieran pero era lo mejor a veces podrían ser recuperados pero a veces no.

-Apresenlo, no podemos dejar que alguien que hace eso con las personas siga por ahi si es neófito busquen de encerrarlo si se puede llegar a razonar con el pero lo dudo, para dejar esta ultima en el estado que la dejo no es para nada novato.

Con un ligero movimiento de cabeza saludé a mi padre que parecía tener algo importante entre manos, pues no solo me había citado solamente a mí en su despacho. Avancé con rapidez hasta las sillas frente a su escritorio y que éste indicó para que tomáramos asiento, sonriéndole con cariño a Genji, otro de mis hermanos del clan, que se sentó a mi lado dispuesto a escuchar lo que nuestro padre tenía que decirnos. A pesar de lo reservado que era con casi todo el mundo, le tenía bastante aprecio. Él me daba la calma que me quitaba Leila, así que ambos eran como mi ying y mi yang que me mantenían en un extraño equilibrio.

No tardé en comprender porqué había sido necesario para Aqueron reunirnos con tanta premura, pensé frunciendo el ceño al ser consciente del problema al que nos encontrábamos. Miré de reojo a Genji, tratando de adivinar alguna reacción en él cuando nuestro padre mencionó aquella recién neófita de oriente, sopesando como se sentiría al tener de nuevo cerca algo que le recordarse sus tierras. No conocía demasiado su historia, pero algo me decía que, como la del resto de nosotros, debía haber sido traumática. Suspiré dejando a un lado el hilo que tomaban mis pensamientos, centrándome de nuevo en la misión que nos estaba siendo encomendada y que por sus palabras no sería fácil.

- Todo ésto es muy extraño.- comencé a hablar cuando mi padre concluyó su exposición, mostrando mis propios pensamientos en voz alta. Mi teoría daba comienzo a una exahustiva investigación, que siempre iniciaba tratando de preveer su siguiente movimiento, intentando meterme en su mente para saber el por qué de su actuación. Me ladeé en la silla ligeramente para poder mirar tanto a Genji como a Aqueron, ya que me dirigía a ambos.- Un vampiro con experiencia actúa de forma más racional, no acostumbra a dejar a sus víctimas a la vista ni tampoco dejaría a una humana viva; no al menos sin borrarle la memoria antes. Con el tiempo aprendemos a jugar, a usar la cabeza además de los colmillos y cazar durante varias noches en la misma zona tampoco es habitual.- me mordí el labio pensativa. Era algo que todos sabíamos, y por alguna extraña razón este ser no cumplía la lógica.- Sin embargo si fuese un neófito habrían muchas más víctimas, y como decís la última víctima estaba destrozada, dato que nos lleva de nuevo a un vampiro antiguo.

Miré a Aqueron en silencio, repasando de nuevo en mi mente toda la información, buscando algo que me diese más pistas sobre el ser que buscábamos, pero nada más pude sacar de lo poco que sabíamos, esperando que Genji preguntase cualquier cosa que nos pusiese sobre la pista de ese asesino.- Necesito analizar detenidamente el lugar donde atacaron a las dos chicas.- me puse en pie de un salto mirando a Genji durante unos segundos para luego centrar de nuevo la mirada en mi padre.- Intentaremos traerlo como sea; imagino que todos tenemos una segunda oportunidad. Aunque si las cosas se complican no le aseguro cual será su estado cuando llegue.- sonreí ladina mirando de nuevo a Genji, guiñándole un ojo.- ¿Vamos a cazar vampiros, rollito de primavera?- pronuncié cariñosamente, haciendo uso de esa forma de ser diferente que me caracterizaba.

Mis manos se apoyaron  en el respaldo del sillón de piel del que con inquietud me terminaba de levantar casi dando un brinco, para escuchar con atención las últimas indicaciones de mi padre, Aqueron,  antes de que Genji y yo saliésemos en búsqueda de un inmortal que, como poco, entrañaba un peligro para los confiados humanos. Mientras mi padre exponía un perfil más que válido de ese criminal, yo observé a mi compañero de batalla durante unos segundos. Lo cierto es que apenas sabía nada del pasado de mi hermano, y lo poco que conocía había sido de boca de Aqueron. Sin embargo, después de estar juntos en tantas misiones y compartir techo como miembros de una misma familia, le había cogido un cariño extraño que no sabría como definir. Sabía que me defendería de cualquier contratiempo que se nos presentase, y que haría lo posible por devolverme viva a casa.  Al igual que yo sería capaz de sacrificar mi vida por tratar de salvarlo a él. Y es que aunque no compartíamos sangre, el vínculo que habíamos formado en aquella casa era mucho más fuerte que cualquier linaje consanguíneo.

Asentí cuando mi padre concluyó su explicación, sorprendiéndome sobremanera cuando al terminar dejó una posibilidad abierta que jamás habría barajado en un principio. Era extraña la ocasión en la que la muerte de un igual entraba en nuestros planes, así que durante unos segundos traté de buscar su mirada para intentar descubrir que habría detrás de esa repentina opción del final de ese ser. Sin duda la atrocidad de los crímenes no auguraba nada nuevo, más con inmortales igual de sanguinarios nos habíamos encontrado en contadas ocasiones. Pocos habían caído bajo nuestras armas, y algunos de ellos habían decidido cambiar su estilo de no- vida a una menos agresiva. Pero lo que me pareció atisbar en sus ojos era preocupación, probablemente por no saber contra qué tipo de inmortal nos enfrentaríamos. Íbamos a ciegas, y el temor que podía tener Aqueron por nuestro éxito y vuelta a casa era lo más parecido a la que puede sentir un padre por sus hijos.

-No se preocupe, volveremos sanos y salvos, como siempre.- apunté esbozando una cálida sonrisa en apenas un susurro, antes de salir tras Genji que se adelantó a mi partida esta vez. Suspiré contrariada por la sensación que se agolpaba en mi pecho tras dejar a mi padre de esa forma. Pero habíamos cumplido sin problema en otras ocasiones misiones complicadas, ¿por qué debería ser esta ocasión diferente? Le dediqué una última sonrisa antes de salir de su despacho, encaminándome hacia el exterior de la mansión donde mi hermano me esperaba.

-¿No ves extraño que haya cazado tantas veces en la misma manzana, y que además casualmente sea en las inmediaciones del hospital?- pregunté girando la cabeza levemente para tratar de buscar alguna expresión en su cara. Sin duda él tendría su propia teoría, y barajar todas las opciones posibles es lo que a mí me daría ventaja para encontrar a ese monstruo antes del amanecer, donde no solo él sería vulnerable, sino donde nosotros correríamos la misma suerte.

Dirigí mis pasos hacia las caballerizas que estaban en la parte de atrás de la mansión, con el objetivo de coger de nuevo a mi caballo tras armarme con algunas espadas y dagas de plata. Mientras colocaba las estacas y demás armas en el cinturón e incluso atadas a mi espalda, observaba el particular ritual de Genji a la hora de prepararse. Se encontraba en tal estado de concentración armándose que si cerraba los ojos podría jurar que estaba sola en aquel lugar. Me fascinaba la tranquilidad con la que hacía algunas cosas, y como cambiaba su forma de moverse cuando entraba en batalla.

Una extraña premonición no dejaba de rondarme la cabeza mientras el trote de nuestras monturas recorrían el lateral de la casa con todavía una aparente tranquilidad, puesto que no era cuestión de llamar la atención del servicio.- ¿Crees que podría tratarse de algún tipo de emboscada?- susurré en voz baja, asegurándome que solo él pudiese escucharme.- Hay algo que no me encaja en esta historia, y nos hemos enfrentado a los suficientes vampiros como para no darse cuenta que en esta ocasión hay algo más detrás de esos crímenes.- me mordí el labio inferior pensativa, buscando en nuestro cruce de miradas alguna señal inequívoca de que a él también le extrañaba todo eso tanto como a mí.

Los cascos de nuestros caballos resonaban por las adoquinadas calles parisenses, que a esas altas horas de la noche se encontraban practicamente vacias. Apenas unos pocos transehuntes se aventuraban a alargar su velada entre acaramelados paseos bajo la luna primaveral.
Lo que mas me gustaba de salir de misión junto a Genji era la tranquilidad que me transmitía con tan solo su presencia; y es que después de tantos siglos sobre la faz de la tierra, mis demonios del pasado conseguían en demasiadas ocasiones alterar esa paz interior que tanto echaba de menos, y que tan solo con Genji era capaz de recuperar aunque fuese temporalmente.

Asentí con un ligero movimiento de cabeza cuando mi hermano buscó en la soledad de las alturas su comodidad para comenzar con nuestra investigación, mientras yo me encaminaba sigilosamente entre oscuros callejones tratando de pasar desapercibida entre la gente que acudía con alguna urgencia al hospital cercano.

No me fue difícil encontrar el rastro todavía reciente de la última víctima del inmortal, que en esos momentos descansaba oculta por Aqueron esperando la visita de Genji. Una especie de celos infundados cruzaron mi pecho durante unos segundos, pero el fuerte olor a sangre me sacó de mis pensamientos trayéndome de nuevo a la realidad.
Había encontrado sin problemas el callejón donde la joven fue asaltada por el vampiro, y donde seguramente nuestro padre la encontró.    Sentí un leve vahído al imaginar como debía haber sido aquel encuentro en la que la pobre muchacha debió salir viva de milagro, puesto que podía apreciarse marcas de sangre por casi todo el lugar, como si además de alimentarse de ella aquel monstruo hubiese estado jugando haciéndole creer que escaparía para luego apresarla de nuevo.

Estaba acuclillada frente a una de las manchas de sangre que todavía permanecían frescas en el suelo debido a la humedad del lugar, cuando un lejano gemido llamó mi atención y mi mirada buscó a Genji con preocupación.

-¿Escuchaste eso?- susurré al tiempo que me ponía en pie, preocupada por lo que podía significar. Un nuevo ataque, más seguido en el tiempo que los anteriores, parecía estar sucediéndose en nuestras propias narices.

-Genji, búscala, rápido.- afirmé saliendo con rapidez del callejón; tratando de afinar mis sentidos para localizar cualquier sonido que me guiase hasta ella mientras cerraba con cautela el abrigo que ocultaba las armas que había cogido antes de salir de casa.

El shinobi ahora inmortal observaba desde el cielo, como un aguila buscando su presa solamente viendo a su aliada a aquella inmortal que podria conciderar como una hermana, ya que ambos provenian del mismo creador Aqueron, el hombre que busco darles a ambos una nueva oportunidad de la que seria su terrible y dolorosa muerte. Este estuvo atentos a los movimientos de su par y al sonido que ella tambien logro escuchar se trataba de algun mortal siendo herido por parte de un ser inmortal como ellos. No fue necesario mediar mas palabra cuando la joven menciono de buscar el origen de tal terrible y estremecedor sonido.

Haciendo uso de su habilidad para moverse por el aire como si volara, haciendo uso de su conocimiento de ninja dio formidables saltos sobre cada edificio permitiendole desplazarse con gran velocidad y gracia hacia su destino, aunque lo que encontro no fue exactamente lo que estaban buscando o por lo menos no lo parecia a simple vista se trataba de una pobre mujer a punto de ser violada por varios malechones que por su hedor eran de mar, algun pirata o marino que llevaba mucho tiempo en el mar aquello le causo asco, aunque estuviera restringido a matar por el hecho de que su maestro no se lo permitia rechisto levemente mordiendo su labio pero eso no queria decir que se quedaria de brazos cruzados mirando aquello, llevo su mano a la cintura sacando una estrella ninja la cual clavo con perfeccion en el brazo derecho del sujeto cuando este iba a tocar el seno de la mujer. El hombre quedo con su mano clavada en un poste a un lado sintiendo y gritando de dolor por la fuerza en la que la lanzo, viendo como los demas se ponian en alerta mirando por todos lados. La noche era aliada del vampiro aunque sabia que su hermana no demoraria en aparecer frente a ellos y hacerse cargo de casi todo.

-A veces desaria poder matarlos son tan indesables los humanos...

Todos tenian sus pecados y el que pecaba Genji era en el cierto desprecio que adquirio hacia los humanos por el hecho de ser tan viles y malvados, por el simple hecho de querer y poder hacer maldades sin necesidad real de hacerlo. Aquello que los hacia tan parecido con los vampiros era lo que mas el muchacho destestaba en la humanidad, su desprecio no era por ser debiles o por que fueran simples mortales sino por que decidian hacer lo incorrecto antes de ser buenas personas.

Avancé con rapidez entre las empedradas calles que rodeaban el hospital donde habíamos comenzado nuestra investigación, elevando de vez en cuando la mirada hacia los altos tejados de los edificios colindantes, con la intención de seguir la sombra de Genji, que con total destreza parecía haber localizado el lugar de donde procedía aquel grito de angustia. La agilidad con la que conseguía cubrir la distancia entre las manzanas de edicicios era asombrosa, además de que poseía una clara ventaja con respecto a mi situación, ya que en mi caso tenía que aminorar la marcha para aparentar ser una humana normal cuando me acercaba a algunos transeúntes con los que todavía me cruzaba a esas horas tan intempestivas.

Otro grito de la fémina me puso sobre alerta, ayudándome a fijar esta vez toda mi atención de rastreo hacia una localización fija a la que tardaría todavía unos minutos en alcanzar puesto que debería rodear varios edificios para llegar hasta allí. Esperaba que Genji llegase a tiempo de salvar a esa joven que parecía estar en un terrible apuro y que precisaba de toda nuestra ayuda.

Quedándome todavía medio camino por recorrer y asegurándome de que ningún humano pudiese verme, cerré los ojos para concentrarme en mi hermano. Si había conseguido llegar al lugar, podría ver a través de su mirada lo que estaba sucediendo y contra qué nos enfrentábamos. Segundos después, y mientras continuaba avanzando con rapidez hacia ese mismo lugar, maldije hacia mis adentros al comprobar que no era un vampiro el que estaba causando tal temor en la joven, sino un grupo de cuatro hombres con unas deshonestas intenciones, que entre risas y bravuconadas tenían rodeada a una aterrorizada muchacha de mirada parda.

Me paré en seco al ver con los ojos de mi hermano, como uno de ellos resultaba herido levemente en una mano por una de las armas de Genji, que probablemente incapaz de controlar su desaprobación con aquella conducta, había lanzado con tino. Estaba de acuerdo con él en que aquellos hombres merecían un castigo, pero no éramos nosotros quienes debían juzgarlos, sino sus propias leyes.

Deshice la conexión justo antes de entrar al callejón donde se encontraban, teniendo una clara ventaja al saber antes de aparecer donde estaba cada uno.-Necesito que recrees una ilusión mientras me ocupo de ellos, para que ninguno pueda explicar lo sucedido.- susurré al tiempo que mi sombra se deslizaba con sigilo tras el primero de ellos, que daba la espalda a la entrada al lugar. Con gran rapidez, y esperando que Genji estuviese haciendo uso de su particular habilidad, pasé mis brazos rodeando el cuello del hombre para presionar sus arterias carótidas y dejarlo inconsciente el tiempo suficiente para solucionar aquel problema en el que nos habíamos visto envueltos sin quererlo.

Apenas un minuto después, el rudo humano dejó de forcejear, cayendo desmayado en el húmedo adoquinado. La chica se cubría los ojos, probablemente intentando salvarse de esa forma de una comprometida situación en la que se creía estar sola.- Solo quedan dos, ¿me ayudas?.- pregunté elevando la vista hacia el tejado donde sabía que se encontraba mi hermano. Teníamos que terminar cuanto antes y alertar a las autoridades de alguna forma. Los gendarmes debían ser los encargados de poner a la muchacha a salvo y castigar a esos incautos que habían elegido mala noche para realizar sus fechorías.

Los sujetos seguian molestos por el ataque que acaban de recibir despues de todo no pudieron encontrar su origen, pero si vieron que se trataba de un shuriken una estrella ninja que estaba elaborada a detalle con muchas decoraciones de dragones tachada en plata pura, lo que la hacia letal para ciertos seres este al escuchar como su hermana solicito su ayuda para causar una cierta duda en estos sin que pudieran explicar nada, alzo su mano derecha y sus ojos destellaron en un rojo intenso cuando para ellos una niebla proveniente del puerto comenzo a reducir su campo de vision lo suficiente para que ella pudiera actuar como planificado noqueando al que estaba en el callejon, aunque se encontraban algo lejos la audicion del oriental era mucho mayor a lo que fue durante su vida dando un salto y desplegando sus manos estirando su pie hacia delante, tipico de las artes marciales orientales este dio la impresion de que volaba ya que se mantuvo en el aire todo el tiempo desde que salio del edificio hasta cruzar la calle medio callejon cayendo con un pie solamente frente a uno de los bandidos ya que el otro lo estrello contra su rostro con la fuerza necesaria para que cayera hacia un lado, aun quedaba uno que el noqueo con la palma abierta, usando la fuerza tipica de un vampiro pero sin llegar a hacer contacto con el golpeando el viento a una fuerza mas alla de la humana creo una pequeña corriente de aire que arrojo al sujeto contra la basura quedando inconciente alli. Finalmente fijo la atencion hacia su hermana y la muchacha aunque el no hablo nada le hizo seña con la cabeza para que la tranquilizara un momento, sus ojos dejaron de brillar rojo intenso al cancelar su hechizo de niebla.

En ese instante giro sobre si mismo haciendo una marioneta tipica de caulquier maestro de kun fu para llegar al tejado del lugar donde estaban observando el entorno, viendo a ver si alguien podria venir a ayudar a la mujer o deberian permanecer alli unos minutos mas o poder ver algo relacionado a lo que buscaban, espero que su hermana le alcanzara ya que la altura no era tanta para que pudiera ella tambien subir sin problema alguno cuando lo hizo señalo un club en el puerto.

-He visto entrar varios vampiros, quizas podamos hacerles algunas preguntas o obtenerlas de otro modo...

Menciono sonriendo apenas de lado, ambos no eran nada santos, eso lo sabia aqueron por eso los envio sino lo hubiera hecho el solo o lo hubiera manejado de otra forma enviando una rastreadora y un shinobi juntos sabia que las cosas no podian ser tan facil y tuvieran que hacer uso de sus talentos especiales aparte de los vampiricos.

Mi hermano no se hizo de esperar demasiado y en cuestión de segundos todo el callejón quedó sumido en una espesa niebla marina que apenas dejaba ver a unos escasos centímetros en cualquier dirección. Con total destreza, Genji terminó con los otros dos desgraciados que habían intentado lastimar a la muchacha, dejándolos en un estado de inconsciencia lo suficientemente profundo como para que las autoridades pudiesen apresarlos después de que nosotros hubiésemos desaparecido de la escena. Cuanto menos se supiese de nosotros mejor, puesto que era la forma de poder quedarnos en un mismo lugar durante más tiempo.

Conocía la rabia y la impotencia que debía de sentir Genji en esos momentos por no haber podido terminar con sus vidas, pero no éramos asesinos ni justicieros; y aunque compartía su desazón por dejarlos con vida y que pudiesen volver a repetir el ataque en cualquier otro momento, teníamos que aprender que no era asunto nuestro aquella noche. Asentí con la cabeza justo antes de que desapareciese de nuevo en la soledad de los tejados de esos altos edificios, quedándome a solas con la muchacha que se encontraba en estado de shock, sentada en suelo y con la espalda apoyada en la pared de cemento. El olor a sangre de los hombres heridos empezaban a embotar mis sentidos, y no debía demorarme en demasía. Tenía claro que no quería ser un monstruo, pero mis instintos más primarios seguían pidiendo a gritos ese líquido carmesí.

-¿Estás bien?- susurré con dulzura al acuclillarme a su lado y pasarle una mano por encima del hombro. Ahora era mi turno, tenía que darle detalles de una historia que después debía contarle a la policía antes de que su propio recuerdo comenzase a presentarse.- Al parecer iban tan borrachos que comenzaron a pelearse entre sí para ver quien te violaba primero, y acabaron neutralizándose unos a otros. Probablemente la niebla los desorientó y te has librado de que te destrozasen la vida.- expliqué con calma, esperando que se quedase con todos los datos que serían suficientes para la gendarmería que por lo que percibían mis sentidos estaban a tan solo a unas manzanas de allí, alertados probablemente por los gritos de la chica y de algún vecino que dio el aviso.

La muchacha me miraba confusa, pero parecía que el miedo que vi en sus ojos la primera vez iba desapareciendo- No te muevas de aquí, voy a buscar ayuda. Estarás bien.- apunté antes de levantarme y salir al callejón caminando para después con agilidad trepar hasta el lugar donde se encontraba mi hermano.- ¿Contará esto como acción caritativa del día y tendremos un buen postre de premio cuando volvamos?- bromeé esbozando una cálida sonrisa al llegar a su lado y fijar mi vista hacia donde señalaba el shinobi.

-Me apetece tomar tranquilamente una copa rodeada de nuestros camaradas, ¿y a ti?- sonreí de medio lado, sabiendo que de tranquila no sería en absoluto y que nuestra noche de diversión no había hecho más que empezar.- Después de ti, hermano- apunté dispuesta a tratar de seguir a Genji por las azoteas de la ciudad, con el fin de acortar distancias y ahorrar tiempo.

Este no demoro en salir en acometida corriendo hacia el lugar objetivo escuchando lo que su hermana mencionaba, el era mucho mas diciplinado que todos los demas Dracarys tambien eso llevaba el hecho de que el sabia que a veces era un aguafiestas pero eso nunca le habia incomodado a ser como era asi que no respondio a lo que su hermana le preguntaba, ya que este tenia el interes unicamente de terminar aquello y antes de que el sol saliera, estuviera en su cuarto meditando esperando la proxima noche, este no le agradaba para nada alimentarse aunque entendia que era parte de su naturaleza y algo necesario por el bien de su existencia y el de sus hermanos, cuando finalmente llegaron al tejado que practicamente daba frente a aquel lugar, este miro de reojo a su hermana y girando los suyos menciono en respuesta a lo que le pregunto.

-Un buen libro en el sofa no vendria nada mal....

El giro su vista viendo como pasaban dos alimañanas hacia la parte inferior del puerto, seguramente habian encontrado algo este le llamaba asi a los vampiros que no habian logrado controlar su sed por sangre, ya que no todos son capaces de mantener el control de su sed, si no son retenidos o no logran hacerlo se convierten en alimañanas seres de la noche que solo se mueven por sus instintos privados. Gente vampirica que nunca fue educada a controlarse por lo tanto nada mas sentir sangre se lanza por ella. Lo que la convierte en un serio peligro para los humanos y un problema para los inmortales si no quieren ser descubiertos giro su cuerpo enfocandolo hacia alli.

-Ve averiguando algo seguramente tu encanto logra que hablen, me hare cargo de las alimañanas, seguramente hay humanos cerca para que se muevan con tanto apuro.

Este no espero su afirmativa ya que se lanzo hacia alli con un salto planeado que parecia volar usando su habilidades vampiras para llegar hasta donde estos estabas y evidentmente el habia llegado tarde dos humanos eran comida de cinco criaturas de la noche, rechisto molesto mientras llevaba su mano a la tantoo, estos no tenian salvacion y Aqueron lo sabia...

Riendo levemente por el ímpetu de mi hermano de terminar cuanto antes con aquella complicada misión que nos había sido encomendada, comencé a correr tras este con la agilidad que nos fue otorgada cuando abandonamos nuestra vida mortal, otorgándonos valiosas habilidades que algunos más que otros habíamos sabido aprovechar para el bien común. No tardé en alcanzar la posición que había escogido Genji para controlar desde las alturas la entrada a esa taberna portuaria donde habíamos perdido de vista a otros inmortales como nosotros. Sin duda sería un buen punto de partida donde empezar a investigar sobre la existencia de ese otro ser oscuro que estaba llamando demasiado la atención sobre las autoridades, convirtiéndose en un tema que tratar  en las esferas más secretas de la sociedad, donde seres de todas las naturalezas eran puestos al corriente de situaciones como aquella que podía atentar contra nuestra privacidad.

-Si encendemos la chimenea para leer junto al fuego, me apunto a tu plan para esta noche.- respondí con una tibia sonrisa, acariciando con suavidad el brazo de Genji durante unos segundos, para hacerle saber que no estaba solo en aquel lugar.  A pesar de que no fuésemos hermanos de sangre le tenía mucho aprecio, y sabiendo lo introvertido que era, agradecía su esfuerzo por mantener esa conversación conmigo.

Giré la cabeza para dirigir la mirada hacía aquel lugar donde mi hermano parecía haber captado algo lo suficientemente atractivo como para llamar su atención. Detestaba tener que separarnos, pero estaba de acuerdo en que unas cuantas alimañas no serían rivales para Genji, y si queríamos obtener información relevante para poder avanzar en nuestra encomienda y poder disfrutar de ese momento de paz mencionado por el shinobi, tendría que adentrarme en aquella taberna en donde negociar con otros inmortales por datos claves se convertiría en una ardua partida de póker.

-Ten mucho cuidado. Te espero dentro de la taberna.- susurré al tiempo que mi hermano se aventuraba a proteger a esos humanos que eran perseguidos por aquellas alimañas, cuyas posibilidades de supervivencia se verían reducidas a cero si habían cometido el error de atacar a alguna víctima inocente aquella noche donde Genji vigilaba la zona.  

Y así, saltando desde la cornisa donde me encontraba hasta el adoquinado y húmedo suelo de un callejón contiguo, comencé mi rumbo hasta una taberna que ya desde el exterior se apreciaba abarrotada de clientes; y no precisamente humanos corrientes. Tomé aire profundamente por puro instinto, y tirando del desgastado pomo de metal entré en el local donde comprendí en pocos segundos que no sería tan fácil como había pensado en un principio obtener aquella información que tanto deseaba; o al menos eso es lo que sentí cuando decenas de miradas se posaron sobre mí.

Las criaturas no solo estaban bebiendo de la sangre de los humanos sino que los habían desmembrado como si fueran juguetes que podías romper aquello, le sonaba tan familiar al shinobi como asqueante, la vampira que lo dejo para morir ella había creado un ejercito de alimañanas que devoraban todo a su paso y el siquiera recordar el hecho de que eso paso le causaba rabia al vampiro que no demoro en mostrar su lado salvaje, dejando ver sus colmillos y sus ojos rojos como el carmesí que se mezclaba con la pura arena a los pies de aquellos seres, que no demoraron en notar su presencia el movió sus pies poniéndose en guardia, uno de ellos desde donde estaba dio un imponente salto para intentar caer sobre Genji, estos seres ya casi no eran capaces de diferenciar a un humano de otro ser, simplemente buscaban atacar todo lo que se movía, buscaban poder saciar su sed de sangre y muerte del cuerpo que fuera, ellos lo destrozaban para luego darse cuenta que era alguien de quien no pueden beber su sangre o el hacerlo no genera cambio en su cuerpo ni los alimenta. Este viendo aquella criatura hizo un rápido movimiento con su muñeca y pies corriendo hacia delante mientras con su arma afilada cortaba en varias partes aquel ser que al instante se abrió en muchos pedazos detrás del cuerpo del inmortal y bañaba la arena con su sangre, las bestias notaron y comenzaron a buscar rodearlo como si fuera su siguiente presa.

El dracarys llevo su mano libre hasta su espalda sacando de esta su katana lentamente para luego mirar de reojo a todos los presentes viendo que se ponían en posición para atacarlo, ahora con dos armas blancas una en cada mano aguardo el instante, sus ojos seguían destellando de color rojo, cuando dos de las cuatro que restaban saltaron desde distintos ángulos para buscar sorprenderlo, cometieron un error que le costo a una la cabeza y a la otra su mano derecha, debido a que solían estar en cuatro patas ya que difícilmente podría ser considerado humano le estaba costando moverse e intento escapar algo que jamas seria permitido por el inmortal que arrojo su arma mas corta sobre la espalda de este clavandolo contra la pared empuñando su katana en dos manos, mirando como uno intento atacarlo por detrás pensando que tenia su guardia baja, cuando lo hizo el oriental dio un giro con su cuerpo creando una especie de onda expansiva pequeña por la fuerza y abrir al sujeto en dos cayendo cada pedazo a un lado, el ultimo trato de escapar como fuera pero el uso una Kunai para clavarlo en su nuca, haciendo que por la fuerza esta pasara para el otro lado de su cráneo, la mirada de Genji era asustadora de muy pocos amigos, aquello le traía al recuerdo la masacre en su hogar no podía perdonarlo, no ahora que tenia el poder para evitarlo sin miramiento en unos instante termino de decapitar a los que quedaban y guardo sus armas usadas recientemente, para encaminarse hacia el lugar donde su hermana estaría, pero el joven no iba a entrar llevaba una ropaje bastante inusual para el país y tenia muchas armas blancas en este por lo tanto no era razonable.

Este se puso a meditar frente a un lado cercano al puerto con los ojos cerrados buscando encontrar la paz interior, en ese momento su lado monstruoso despertó tenia que volverlo a dormir por un tiempo al menos y encontrar su equilibrio su ying-yang mientras aguardaba novedades.

Recorrí la corta distancia que me separaba de la barra atenta a cualquier movimiento brusco que pudiese ser el inicio de una cruenta batalla entre toda clase de sobrenaturales; y es que, si algo tenía de particular aquella taberna con olor a salitre era la diversidad de seres de la noche ocupando un habitáculo tan pequeño. No me hacía falta ser un genio para sentir la calma tensa que se apreciaba en ese ambiente tosco e inseguro donde cualquier palabra dicha más alta que otra podría desembocar en una guerra entre especies. Esperaba que Genji no se demorase mucho en su misión con aquellas alimañas y viniese a mi encuentro en breve, puesto que en caso de que mi temor se cumpliese, muchos de ellos verían en mí un particular divertimento en una situación de caos.

Tomé asiento en uno de los taburetes anexos a la desgastada barra de madera, dedicándole una dulce sonrisa a aquel tabernero que no era consciente del tipo de clientela que tenía, ¿o tal vez sí? – Un whisky escocés, por favor.- apunté con una melodiosa voz a la hora de solicitarle mi comanda. Era sencillo camelarse a los hombres en un lugar como aquel, donde la mayoría de los presentes eran fornidos y robustos marineros, entremezclados con licanos y vampiros. Sin lugar a dudas una mezcla de lo más heterogénea.- Le felicito por la ascendente trayectoria de su negocio, desde fuera no se aprecia que vaya a estar tan lleno. ¿Tiene abierto hasta muy tarde?- pregunté con la intención de saber si tal vez ese hombre podía haber presenciado alguno de los crímenes acaecidos un par de manzanas más al norte.

-No se crea, no siempre está tan lleno. Las últimas noches esta zona parecía ser más peligrosa de lo habitual y por esa misma razón muchos de mis clientes dejaron de venir.- explicó el tabernero mientras pacientemente me servía mi comanda. Imaginé que los clientes que desaparecieron fueron otros vampiros que no deseaban que las autoridades que estaban investigando los crímenes los tomasen como sospechosos.- Sin embargo, hoy hay muchos más clientes de lo normal, incluso algunos que como vos no había visto antes. Aunque si le soy sincero, no me importaría que continuase frecuentando mi taberna. Le da un toque exótico a tanta hombría.- concluyó con una ligera sonrisa, marchándose a servir otra encomienda al otro extremo de la barra. Puse los ojos en blanco por esta forma tan poco sutil de intentar camelarme, y copa en mano me ladeé con disimulo en el taburete, para estudiar tranquilamente al resto de los allí presentes.

Podía sentir la tensión en las auras de los  licántropos, que por la proximidad de la luna llena tenían sus percepciones a flor de piel. Entre grupos de estos, solitarios vampiros que observaban de reojo a sus enemigos más acérrimos, esperando que cualquier momento saltase la liebre y sus afiladas garras arrancasen de cuajo el corazón de los lobos. Y repartidos entre las mesas de la taberna, pequeños grupos de dos o tres hombres, que en un principio pensé que eran simples marineros tomándose un respiro tras largas horas de faena. Pero entonces recordé las palabras del tabernero, cuando hizo hincapié en que muchos de los allí presentes eran desconocidos para él. Si fuesen marineros, probablemente hubiesen sido reconocidos por el humano, aunque fuese solamente de vista. Sin embargo…algo me decía que no eran tales. Sus posiciones escogidas estratégicamente controlando cada entrada y salida del local, así como ventanales y otros puntos clave me hicieron dar un leve respingo al percatarme de que acababa de meterme en una emboscada yo sola.

Más antes de poder abandonar el lugar, evitando encontrarme en medio de la reyerta cuando ésta comenzase, una pequeña explosión que fue el detonante de lo que más había temido, provocó que me cayese del taburete con los ojos enrojecidos. Pequeñas virutas de plata se encontraban clavadas en todo mi cuerpo, y es que, como bien estaba infiriendo, aquellos hombres no eran otros que miembros de la Inquisición. Comencé a ponerme en pie con lentitud, sintiendo el quemazón de las heridas hechas por plata, quedándome perpleja cuando mi mirada se dirigió hacia el resto del salón, donde parecía haberse desatado el apocalipsis final. Era consciente que solo tenía una forma de salir de allí, y no era sola. Saqué una de las espadas que portaba ocultas bajo el abrigo, y comencé a luchar para proteger mi vida de un cazador que se percató de mi particular mirada.

- ¡¡Genjiii!!- grité a pleno pulmón, aprovechando que una de las cristaleras era atravesada por el cuerpo de un Inquisidor, y el aire fresco inundaba la taberna. Rezaba a los dioses que inmiscuirlo en aquella batalla no fuese un error, porque sino jamás me lo perdonaría.

Un leve suspiro acompañado de una sonrisa de alivio se dibujó en mis labios cuando pude percibir, aún sin verlo, el aura de ese hermano nipón que hacía un tiempo se había sumado a nuestra particular familia, mientras yo continuaba blandiendo mi espada y esquivando los ataques de aquellos inquisidores. Me hubiese resultado más sencillo acabar con sus tristes vidas en lugar de detener sus embestidas sin hacerles daño; hecho que sin duda no pasó desapercibido en los ojos de otro inmortal que desconcertado me observaba desde el fondo del local.
Fui moviéndome con agilidad entre aquel caos de cazadores y demonios de la noche, donde miembros de ambos bandos caían a partes igual entre una extraña nube de polvo y cenizas entremezcladas con el hedor a sudor de otros humanos que sin poder evitarlo, se habían visto envueltos en un reyerta que poco o nada tenía que ver con ellos. Mientras tanto, y aprovechando el revuelo,  caminé aproximándome hasta donde Genji se encontraba, buscando esa seguridad que su cercanía me infundía.

-Estoy bien hermano, al menos de momento. Pero no será fácil salir de aquí sin algún daño colateral cargado a nuestras espaldas.- apunté al llegar a su lado, imaginando que su mente divagaría de un extremo a otro de ese dilema moral que parecía pasársele por la mente en cada pelea con humanos.

Haciendo acopio de la magnífica labor que estaba llevando a cabo mi hermano, el cual había sido capaz de dejar un camino libre hasta  a mí, terminé por dejarme llevar por su impetuosidad y no protestar cuando cargó con mi peso para alejarme del epicentro de la disputa en la que yo me hallaba presente.- Espera, no podemos rendirnos por un ligero contratiempo..- reclamé tras escuchar de sus labios que lo que en realidad quería hacer era desaparecer para evitar males mayores- Ese inmortal de ahí sabe algo que  nosotros no sabemos..- apunté inquisitiva extendiendo mi mano y señalando al susodicho en cuestión.- Además, piensa cuantas veces has visto tú elaborar a la Inquisición un plan tan bien pensado Hay algo más que un vampiro sanguinario y varias víctimas cercanas en tan poco tiempo...y tu y yo lo vamos a averiguar.