AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La sangre sobrevive...
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La sangre sobrevive...
¿Cuánto tiempo había pasado desde su retorno a esa ciudad? Cerca de un año, más o menos, no estaba muy seguro de la cuenta, pero por lo menos había avanzado un poco en su búsqueda. Al principio solo se dedicó a informarse sobre quienes de los antiguos seguían con vida. Muchos de sus antiguos “aliados” estaban muertos y eso le ahorraba trabajo. Los demás, al igual que su familia, quedaron desaparecidos. Después de unos meses, Arsen encontró a Sophia y la conversación entre ellos fue muy diferente de lo que alguna vez tuvieron. Definitivamente, el tiempo los había cambiado a ambos y la muerte se había interpuesto nuevamente en su camino. Las metas de los dos también eran diferentes y Arsen no descansaría hasta encontrar rastro de su familia. Para eso, tuvo que hacerse de algunos esclavos de sangre que le sirvieran como informantes. Durante el día poco o nada podía hacer, así que movía a sus fichas mientras dormía para luego salir durante la noche.
Llegó el día en el que su búsqueda dio frutos. Uno de sus esclavos le informó que había encontrado a un individuo semejante al del retrato que él tenía de Alexander. Sin embargo, el nombre era diferente al que una vez tuvo. Para Arsen eso no hacía una gran diferencia ya que él mismo había cambiado su nombre. Zarek, quien una vez fue, había quedado en el olvido. Alexander pudo haber hecho lo mismo para sobrevivir y no lo culpaba después de todo lo que sucedió. Arsen pidió que siguieran al sujeto durante varios días, hasta que una noche fue a presentarse en persona al lugar donde podía encontrarlo. Se trataba de un barrio residencial de Paris y le dijeron que el vampiro vivía de forma anónima en una de las casas más antiguas. Al parecer se dejaba ver muy poco y no se comunicaba más que con unas cuantas personas.
Arsen tendría que entrar a la propiedad sin permiso y para eso, de nuevo, requería que uno de sus esclavos hiciera el trabajo por él. No podía entrar a una propiedad de otro vampiro a menos que fuera invitado por alguien del interior. Fue así que su esclavo de sangre irrumpió en la propiedad cerca a la media noche. Obviamente el vampiro residente se daría cuenta, pero para cuando reaccionara, Arsen ya estaría en el interior. El esclavo de sangre permitió la entrada de Arsen a la residencia y luego se quedó en el exterior haciendo guardia en caso de que algún invitado extra apareciera. No podía dejar nada al azar y mucho menos siendo quien era en la actualidad. Su naturaleza había cambiado por completo de un vampiro pacífico a uno completamente sanguinario.
El vampiro caminó en la oscuridad de la casa con todos sus sentidos alerta. La presencia del otro vástago se sentía cercana hasta que finalmente las dos sombras se encontraron en una sala bañada totalmente por la penumbra. Los ojos de ambos brillaban, alerta, listos para atacarse y destrozarse si era necesario. Sin embargo, a pesar de haberse convertido en una bestia, Arsen nunca atacaría a su hermano. Finalmente, después de tantos años separados, lo había encontrado. Un sentimiento que creía haber olvidado se removió en sus entrañas. —Así que el príncipe ha decidido esconderse en esta morada. Al menos espero que tengas sirvientes— dijo haciendo referencia al cargo que ostentaba hace mucho tiempo su hermano. No existían más el rey o el príncipe que ellos solían ser, pero la sangre Di Sforza había sobrevivido, y la sangre era más fuerte que cualquier cargo.
Llegó el día en el que su búsqueda dio frutos. Uno de sus esclavos le informó que había encontrado a un individuo semejante al del retrato que él tenía de Alexander. Sin embargo, el nombre era diferente al que una vez tuvo. Para Arsen eso no hacía una gran diferencia ya que él mismo había cambiado su nombre. Zarek, quien una vez fue, había quedado en el olvido. Alexander pudo haber hecho lo mismo para sobrevivir y no lo culpaba después de todo lo que sucedió. Arsen pidió que siguieran al sujeto durante varios días, hasta que una noche fue a presentarse en persona al lugar donde podía encontrarlo. Se trataba de un barrio residencial de Paris y le dijeron que el vampiro vivía de forma anónima en una de las casas más antiguas. Al parecer se dejaba ver muy poco y no se comunicaba más que con unas cuantas personas.
Arsen tendría que entrar a la propiedad sin permiso y para eso, de nuevo, requería que uno de sus esclavos hiciera el trabajo por él. No podía entrar a una propiedad de otro vampiro a menos que fuera invitado por alguien del interior. Fue así que su esclavo de sangre irrumpió en la propiedad cerca a la media noche. Obviamente el vampiro residente se daría cuenta, pero para cuando reaccionara, Arsen ya estaría en el interior. El esclavo de sangre permitió la entrada de Arsen a la residencia y luego se quedó en el exterior haciendo guardia en caso de que algún invitado extra apareciera. No podía dejar nada al azar y mucho menos siendo quien era en la actualidad. Su naturaleza había cambiado por completo de un vampiro pacífico a uno completamente sanguinario.
El vampiro caminó en la oscuridad de la casa con todos sus sentidos alerta. La presencia del otro vástago se sentía cercana hasta que finalmente las dos sombras se encontraron en una sala bañada totalmente por la penumbra. Los ojos de ambos brillaban, alerta, listos para atacarse y destrozarse si era necesario. Sin embargo, a pesar de haberse convertido en una bestia, Arsen nunca atacaría a su hermano. Finalmente, después de tantos años separados, lo había encontrado. Un sentimiento que creía haber olvidado se removió en sus entrañas. —Así que el príncipe ha decidido esconderse en esta morada. Al menos espero que tengas sirvientes— dijo haciendo referencia al cargo que ostentaba hace mucho tiempo su hermano. No existían más el rey o el príncipe que ellos solían ser, pero la sangre Di Sforza había sobrevivido, y la sangre era más fuerte que cualquier cargo.
Arsen Di Sforza- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 27/04/2016
Re: La sangre sobrevive...
Después de tantos años y con tanto suceso ocurrido, no era absurdo que intentara pasar lo más desapercibido posible, después de todo jamás me había gustado en demasía que las personas y otras criaturas estuvieran demasiado pendiente de mí. Menos cuando había llevado tal cargo, cargo que me vi obligado a representar. Luego del cambio de nombre, intenté alejarme un poco de la ciudad y vivir tranquilamente, dentro de lo que podía.
Llevaba ya un par de noches que sentía que algo extraño ocurría, mis sentidos estaban alerta cada vez que abandonaba mi hogar cuando me alimentaba, por lo que intenté siempre llevar una misma rutina y hablar con la menor gente posible. Cuando por fin creí que ya no habrían más curiosos dando vuelta, comprendí que siempre hubo una razón de peso escondida. Esa noche en particular, me percaté que alguien había entrado en mi morada, pero en un principio no se me hacía conocido, por lo que pensé que posiblemente se tratase de un vagabundo que quisiera tomar algo, si bien no me gustaba beber la sangre de esa clase de persona, siempre podría hacer una excepción.
Comencé a caminar con sigilo, escondiéndome en la oscuridad mientras estaba alerta ante cualquier movimiento del intruso, cuando comencé a pensar en mi próximo movimiento me percaté que la persona había salido aunque se mantenía cerca, me contrarió un poco considerando que no había sentido ruido alguno, lo que me dio a entender que algo más sucedía, o bien no se trataba de un simple ladrón u ocurría algo más de lo que no me estaba enterando. Al sentir la presencia de otro vampiro en el lugar hizo que estuviera aún más alerta y desconfiado.
Avancé con rapidez hasta cierta sala que me daría ventaja en caso de tener que tener que comenzar una batalla y decidí esperar allí hasta que el otro llegara, después de todo, sabía que me estaba buscando ya que no habría otra razón para estar ahí. Cuando sentí la cercanía del otro, pude notar cómo nos ambos nos observábamos, los dos con cierta tensión pero fue el vampiro intruso quien comenzó el diálogo. No me costó demasiado en notar que finalmente se trataba de mi hermano Arsen, una sonrisa irónica escapó de mis labios ante sus palabras - ¿Entras como intruso a esta morada y aun así haces ese comentario? - reí al terminar la frase y me acerqué un par de pasos a él - Si algo he aprendido en todos estos años, es que cuando uno hace las cosas, es mejor. Creo que el pasado nos enseñó justamente a ser desconfiados…¿me equivoco? - sonreí y me encogí de hombros, negando un poco con la cabeza - Es un poco extraño enterarme así de que no estás muerto, luego de todo este tiempo sin tener noticias, creí que era cierto. He de admitir que tampoco intenté buscarte, veo que lograste llevarlo bien - solté aire y llevé una de mis manos hasta la cabeza, sobándola con suavidad, ese momento era un poco incómodo, no me había esperado jamás encontrar a mi hermano mayor en esa situación, considerando que ya había admitido que estaba muerto - ¿Qué te trae por estos lugares, acaso extrañabas a tu hermanito? - reí con una fuerte carcajada y luego lo miré desde la oscuridad, había perdido el cálculo del tiempo que había pasado desde la última vez que lo había visto.
Me acerqué a él quedando unos pasos separados y extendí mi mano con la intención de saludarlo, una sonrisa escapó de mi rostro pero no quedó en mayor evidencia gracias a la oscuridad, a pesar de que ya me había acostumbrado de sobremanera a estar solo, se sentía bien de alguna forma saber que alguien de la familia aún vivía. Siempre era bueno tener a alguien en quien confiar cuando las cosas se ponían feas, sobretodo para mí, que me considero un vampiro bastante antipático y desconfiado. Suspiré hondo y desvié la mirada - Es bueno saber que no lograron matarte…es bueno saber que hay alguien en quien se puede confiar - lo último lo dije en apenas un susurro, suponía que él lo escucharía de todos modos.
Llevaba ya un par de noches que sentía que algo extraño ocurría, mis sentidos estaban alerta cada vez que abandonaba mi hogar cuando me alimentaba, por lo que intenté siempre llevar una misma rutina y hablar con la menor gente posible. Cuando por fin creí que ya no habrían más curiosos dando vuelta, comprendí que siempre hubo una razón de peso escondida. Esa noche en particular, me percaté que alguien había entrado en mi morada, pero en un principio no se me hacía conocido, por lo que pensé que posiblemente se tratase de un vagabundo que quisiera tomar algo, si bien no me gustaba beber la sangre de esa clase de persona, siempre podría hacer una excepción.
Comencé a caminar con sigilo, escondiéndome en la oscuridad mientras estaba alerta ante cualquier movimiento del intruso, cuando comencé a pensar en mi próximo movimiento me percaté que la persona había salido aunque se mantenía cerca, me contrarió un poco considerando que no había sentido ruido alguno, lo que me dio a entender que algo más sucedía, o bien no se trataba de un simple ladrón u ocurría algo más de lo que no me estaba enterando. Al sentir la presencia de otro vampiro en el lugar hizo que estuviera aún más alerta y desconfiado.
Avancé con rapidez hasta cierta sala que me daría ventaja en caso de tener que tener que comenzar una batalla y decidí esperar allí hasta que el otro llegara, después de todo, sabía que me estaba buscando ya que no habría otra razón para estar ahí. Cuando sentí la cercanía del otro, pude notar cómo nos ambos nos observábamos, los dos con cierta tensión pero fue el vampiro intruso quien comenzó el diálogo. No me costó demasiado en notar que finalmente se trataba de mi hermano Arsen, una sonrisa irónica escapó de mis labios ante sus palabras - ¿Entras como intruso a esta morada y aun así haces ese comentario? - reí al terminar la frase y me acerqué un par de pasos a él - Si algo he aprendido en todos estos años, es que cuando uno hace las cosas, es mejor. Creo que el pasado nos enseñó justamente a ser desconfiados…¿me equivoco? - sonreí y me encogí de hombros, negando un poco con la cabeza - Es un poco extraño enterarme así de que no estás muerto, luego de todo este tiempo sin tener noticias, creí que era cierto. He de admitir que tampoco intenté buscarte, veo que lograste llevarlo bien - solté aire y llevé una de mis manos hasta la cabeza, sobándola con suavidad, ese momento era un poco incómodo, no me había esperado jamás encontrar a mi hermano mayor en esa situación, considerando que ya había admitido que estaba muerto - ¿Qué te trae por estos lugares, acaso extrañabas a tu hermanito? - reí con una fuerte carcajada y luego lo miré desde la oscuridad, había perdido el cálculo del tiempo que había pasado desde la última vez que lo había visto.
Me acerqué a él quedando unos pasos separados y extendí mi mano con la intención de saludarlo, una sonrisa escapó de mi rostro pero no quedó en mayor evidencia gracias a la oscuridad, a pesar de que ya me había acostumbrado de sobremanera a estar solo, se sentía bien de alguna forma saber que alguien de la familia aún vivía. Siempre era bueno tener a alguien en quien confiar cuando las cosas se ponían feas, sobretodo para mí, que me considero un vampiro bastante antipático y desconfiado. Suspiré hondo y desvié la mirada - Es bueno saber que no lograron matarte…es bueno saber que hay alguien en quien se puede confiar - lo último lo dije en apenas un susurro, suponía que él lo escucharía de todos modos.
Última edición por Argus Di Sforza el Vie Dic 01, 2017 3:15 am, editado 1 vez
Argus Di Sforza- Vampiro Clase Alta
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Re: La sangre sobrevive...
Nunca hubo mañanas para ellos, solo la eterna noche, pero en buena compañía. Desde que Aimeé llegó a ellos quedaron completos y fueron los tres por muchos cientos de años. Las tierras de Italia fueron su hogar por largo tiempo. Existía, por ese entonces, un castillo que se le hacía inquebrantable y la seguridad de una eternidad sin sobresaltos. Sin embargo, las alianzas terminaron con su seguridad, pues las líneas de sangre les obligaron a un convenio con otros clanes. Esos tiempos se veían como muy lejanos, pertenecientes casi a otra vida, y es que en realidad así era. Él que una vez fue murió, al igual que Alexander. Ambos renacieron y todas las memorias quedaron enterradas. La línea de sangre todavía los unía, quizá la única razón por la que se conservaban vivos, ya que quisieran o no descendían de un vampiro bastante poderoso…y cruel.
—Nunca fuimos intrusos en nuestras moradas aunque siempre compartimos una— dijo en respuesta a la acusación de su hermano. Verlo de frente le devolvía una parte perdida en él. Los pasados años los pasó pensando en la posibilidad de nunca volver a encontrarlo. Finalmente, había llegado el momento de reunirse, de volver a ser Di Sforza. —Tal vez aprendí ser desconfiado demasiado tarde— respondió y mostró una leve sonrisa. En el pasado le hubiera sido fácil sonreír, pero hasta eso lo había olvidado. Claro que algunos no cambiaban demasiado, pues Alex…Argus, parecía tener el mismo temperamento de siempre. De hecho, Arsen estaba agradecido de que su hermano hubiera sido lo suficientemente cauteloso para saberse esconder durante todo ese tiempo. —¿Qué me trae por estos lados? Mi hermano pequeño sigue siendo irreverente— dijo adquiriendo su antiguo aire de rey. Su elegancia era nata, pero ahora quedaba un poco opacada por su demonio interno, quien solo sentía deseo de destruir.
Arsen paseó por la sala y supo que no había nadie más en la casa. La pregunta entonces llegó a su mente. Sin embargo, antes de que pudiera formularla, Argus se acercó a él y le tendió la mano. Entonces notó que Argus se sentía tan aliviado como él después de ese encuentro. Arsen tomó la mano de su hermano y la apretó con fuerza, tanta que era amenazante, y en un movimiento rápido lo arrinconó hasta una pared. Sus pupilas se tornaron rojas y la ira emergió. Dejó a su hermano y se alejó a zancadas. —Confías en alguien que ahora solo tiene sed de sangre y deseo de repartir muerte. ¿Dónde está Aimeé?— respondió mientras se movía de un lado a otro. Nunca imaginó actuar así con su hermano, pero el verlo le había recordado todo lo que habían perdido y la ira, como nunca antes la tuvo, lo dominaba. —Lo que me trae a esta ciudad es una búsqueda, la de ustedes, y una venganza…— finalizó volviendo la mirada a Argus. Tal vez, a esas alturas, su hermano pudiera notar que en realidad Zarek había muerto.
—Nunca fuimos intrusos en nuestras moradas aunque siempre compartimos una— dijo en respuesta a la acusación de su hermano. Verlo de frente le devolvía una parte perdida en él. Los pasados años los pasó pensando en la posibilidad de nunca volver a encontrarlo. Finalmente, había llegado el momento de reunirse, de volver a ser Di Sforza. —Tal vez aprendí ser desconfiado demasiado tarde— respondió y mostró una leve sonrisa. En el pasado le hubiera sido fácil sonreír, pero hasta eso lo había olvidado. Claro que algunos no cambiaban demasiado, pues Alex…Argus, parecía tener el mismo temperamento de siempre. De hecho, Arsen estaba agradecido de que su hermano hubiera sido lo suficientemente cauteloso para saberse esconder durante todo ese tiempo. —¿Qué me trae por estos lados? Mi hermano pequeño sigue siendo irreverente— dijo adquiriendo su antiguo aire de rey. Su elegancia era nata, pero ahora quedaba un poco opacada por su demonio interno, quien solo sentía deseo de destruir.
Arsen paseó por la sala y supo que no había nadie más en la casa. La pregunta entonces llegó a su mente. Sin embargo, antes de que pudiera formularla, Argus se acercó a él y le tendió la mano. Entonces notó que Argus se sentía tan aliviado como él después de ese encuentro. Arsen tomó la mano de su hermano y la apretó con fuerza, tanta que era amenazante, y en un movimiento rápido lo arrinconó hasta una pared. Sus pupilas se tornaron rojas y la ira emergió. Dejó a su hermano y se alejó a zancadas. —Confías en alguien que ahora solo tiene sed de sangre y deseo de repartir muerte. ¿Dónde está Aimeé?— respondió mientras se movía de un lado a otro. Nunca imaginó actuar así con su hermano, pero el verlo le había recordado todo lo que habían perdido y la ira, como nunca antes la tuvo, lo dominaba. —Lo que me trae a esta ciudad es una búsqueda, la de ustedes, y una venganza…— finalizó volviendo la mirada a Argus. Tal vez, a esas alturas, su hermano pudiera notar que en realidad Zarek había muerto.
Arsen Di Sforza- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2016
Re: La sangre sobrevive...
Ante su primera respuesta solo me encogí de hombros, la verdad no me interesaba discutir algo tan banal. Lo observaba con cierta curiosidad, pues algo en él había cambiado e intentaba comprender qué era, aunque después de tantos años, no me sorprendía demasiado que así fuese. Reí sin mucho ánimo ante el tema de la confianza, desde que recordaba había sido desconfiado y no me interesaba cambiarlo pero me daba cuenta que Arsen había tenido que aprender por las malas - Pero veo que lo aprendiste - comenté con cierto deje de burla. Sus últimas palabras me causaron gracia, negué con la cabeza antes de reírme a carcajadas - Ya no eres rey hermanito, no me vengas con tonterías -.
Lo seguí con la mirada mientras él se movía por la casa, lo sentía más bien intranquilo y no lograba dilucidar qué era, por lo que solo esperé a que me estrechara la mano. Apenas sentí el exceso de fuerza mi rostro se puso serio, sin ningún rastro de lo que podría estar pasando por mi mente, cara que se mantuvo hasta que quedé en contra la pared. Cuando Arsen se alejó sonreí ladino, habían pasado muchos años deseando que dejara de lado su compostura intachable de rey y al parecer al fin lo había hecho. Su pregunta no me había tomado por sorpresa, al contrario, estaba esperando aquello, carraspeé y me arreglé la ropa antes de contestar - ¿A eso has venido, a tirarme contra la pared en mi propio hogar? - reí burlón y me alcé de hombros - Canaliza tu ira con quien corresponda, no tengo ánimo de tolerar este tipo de situaciones y ¿Aimee? ¿Qué importa dónde esté?- caminé alrededor y suspiré hondo, torciendo el cuello y haciendo sonar las cervicales. En realidad hace mucho tiempo que no tenía idea a dónde se había metido Aimee, ni siquiera sabía si estaba viva o no y, a esta altura, tampoco me interesaba mucho comprobarlo.
Caminé alrededor de él mirándolo fijamente, con una mínima sonrisa en mis labios, ¿así que buscaba venganza?, algo así no podía sino generarme curiosidad - ¿Contra quién piensas atacar primero? Suena interesante considerando que nos dan por muertos - lamí mis labios al imaginarme tal posibilidad, qué maravilloso momento sería aquél de demostrar que durante todos estos años, solo habíamos estado esperando el momento de resurgir. Me senté en un sillón y llevé mi mano izquierda hasta la barbilla, sobándola - Creo que jamás creí escucharte decir algo así a ti, ex rey sereno que siempre intentaba buscar la armonía - lo miré de reojo y luego fijé mi vista en el cuadro que había de adorno - Veo lo mucho que sirvió todo lo ocurrido, me parece una propuesta interesante - suspiré hondo y me puse a jugar con mis dedos - Eso sí te lo digo, tendrás mi apoyo si gustas buscar venganza, pero no canalices toda tu patética frustración contra mí, busquemos la sangre de quienes correspondan, pues no creo que me hayas estado buscando para provocar una pelea ridícula entre nosotros, sería absurdo e innecesario - me alcé de hombros y desvié la mirada - Imagino que ya tienes algún plan, soy todo oídos… -
Lo seguí con la mirada mientras él se movía por la casa, lo sentía más bien intranquilo y no lograba dilucidar qué era, por lo que solo esperé a que me estrechara la mano. Apenas sentí el exceso de fuerza mi rostro se puso serio, sin ningún rastro de lo que podría estar pasando por mi mente, cara que se mantuvo hasta que quedé en contra la pared. Cuando Arsen se alejó sonreí ladino, habían pasado muchos años deseando que dejara de lado su compostura intachable de rey y al parecer al fin lo había hecho. Su pregunta no me había tomado por sorpresa, al contrario, estaba esperando aquello, carraspeé y me arreglé la ropa antes de contestar - ¿A eso has venido, a tirarme contra la pared en mi propio hogar? - reí burlón y me alcé de hombros - Canaliza tu ira con quien corresponda, no tengo ánimo de tolerar este tipo de situaciones y ¿Aimee? ¿Qué importa dónde esté?- caminé alrededor y suspiré hondo, torciendo el cuello y haciendo sonar las cervicales. En realidad hace mucho tiempo que no tenía idea a dónde se había metido Aimee, ni siquiera sabía si estaba viva o no y, a esta altura, tampoco me interesaba mucho comprobarlo.
Caminé alrededor de él mirándolo fijamente, con una mínima sonrisa en mis labios, ¿así que buscaba venganza?, algo así no podía sino generarme curiosidad - ¿Contra quién piensas atacar primero? Suena interesante considerando que nos dan por muertos - lamí mis labios al imaginarme tal posibilidad, qué maravilloso momento sería aquél de demostrar que durante todos estos años, solo habíamos estado esperando el momento de resurgir. Me senté en un sillón y llevé mi mano izquierda hasta la barbilla, sobándola - Creo que jamás creí escucharte decir algo así a ti, ex rey sereno que siempre intentaba buscar la armonía - lo miré de reojo y luego fijé mi vista en el cuadro que había de adorno - Veo lo mucho que sirvió todo lo ocurrido, me parece una propuesta interesante - suspiré hondo y me puse a jugar con mis dedos - Eso sí te lo digo, tendrás mi apoyo si gustas buscar venganza, pero no canalices toda tu patética frustración contra mí, busquemos la sangre de quienes correspondan, pues no creo que me hayas estado buscando para provocar una pelea ridícula entre nosotros, sería absurdo e innecesario - me alcé de hombros y desvié la mirada - Imagino que ya tienes algún plan, soy todo oídos… -
Argus Di Sforza- Vampiro Clase Alta
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