Lugares vacíos [Privado]

por **Lorelei Grant** Vie Oct 06, 2017 10:37 pm

Estaba en el teatro porque no tenía ningún otro lugar al que quisiera ir ese día. Lorelei llevaba dos semanas en París y ya la odiaba; no porque la ciudad fuera fea o la gente descortés, sino que ella la odiaba por lo que estaba significando en ese momento la ciudad para su familia.

Un mes antes, mientras recorría las tierras de la familia Grant y se aseguraba de que todo estuviera en orden, Lorelei recibió una carta de su hermano, en ella, Eghon le pedía ayuda pues aseguraba estarse desmoronando ante la ausencia de Chiara, quien llevaba desaparecida ya algunos meses. El primogénito de los Grant, el hombre integro y valiente que ella tan bien conocía no era alguien que pediría ayuda si no es que la necesitara realmente, siendo además de eso, la mención sobre lo afectado que se encontraba su sobrino lo que llevó a la líder del clan a panificar su viaje a Francia, no sin antes dejar el clan bajo las manos de sus más fieles consejeros a quienes aseguro que volvería tan pronto como le fuera posible. ¡JA! Ojala todo hubiera sido tan fácil como llegar, consolar a Eghon y volver a su Escocia amada. Cuando Lorelei llegó encontró a su hermano hecho un caos y a su sobrino mucho más perdido que a su propio progenitor. Dos días después de su llegada a París, Lorelei ya enviaba pues una misiva en la que pedía a sus consejeros paciencia, que demoraría más de lo esperado en regresar porque su hermano estaba peor de lo que todos en Escocia pensaron.

Las dos semanas que llevaba entonces ella en Francia, trataba de limar las asperezas surgidas entre su sobrino y su hermano, claro que hasta la fecha todos sus intentos habían fracasado, de la misma manera en que lo hacían los de encontrar a su cuñada, a quien Lorelei, hecha un mar de llanto pedía valor todas las noches, así como también le pedía que volviera pronto, porque sabía que sin Chiara su hermano no toleraría vivir y que sin sus padres, su sobrino perdería la hermosa luz que ella tanto amaba y que ahora, no podía ver más en él.

Sin poder entonces despegar sus pensamientos de los problemas que tenían como familia, la cabeza de la familia Grant en Escocia comenzó a llorar. A Lorelei no le importo que estuviera en el teatro, que apenas llevaran la mitad de la puesta en escena o que la gente le mirase, después de todo, nadie más que ella podía comprender su dolor, ese que la hizo llorar hasta el final de la función e incluso la obligo a permanecer en su asiento, tratando de calmarse cuando ya todos habían abandonado el teatro, menos los actores, músicos y aquellos que trabajaban tras bambalinas.

¿Por qué tenía que sufrir tanto su familia? .

por **Girolamo D´Ariano** Sáb Oct 14, 2017 10:17 am

La noche parecía ser igual que la anterior, o la de hacía dos meses atrás. Para Ji Seung, la vida se había vuelto monótona y vacía, a excepción, de los cortos periodos, en que inmerso en su interpretación al piano, lograba borrar todo su pasado, todo el dolor que llevaba a cuesta. No deseaba sentir aquella envidia, pero como sentía un poco de frustración al ver que las personas podían reír y ser felices, sin tener que llevar a la rastra un pasado que parecía decidido a hundirlo en la soledad y la angustia mas profunda.

Oculto en su camerin, se había preparado para el espectáculo, como cada noche, interpretaría algunas piezas en piano y también tocaría el instrumento exótico que todo París deseaba escuchar, ese violín tan particular. sonrió con un dejo de tristeza, mientras extraía de su caja protectora, tan singular instrumento, - Vamos viejo amigo, hoy la gente desea conocer tus lamentos - dijo, al tomarlo suavemente el erhu, como si de un pequeño ser se tratase.

Las luces ya se habían casi apagado, al momento en que él se colocó en el centro del escenario, con una mirada dió la señal a su compañero quien comenzó a tocar en el piano una dulce y triste melodía, unos cuantos compases y el sonido melancólico y doloroso del Erhu, inundó la sala. El silencio era tan extremo, que solo se podía escuchar el lamento del violín sureño y los acompañamientos en piano o con violines europeos, que eran acallados cuando la dulce melodía del Erhu se desprendía en la atmósfera.

Fue en un silencio en que el violín calló su lamento, que un sollozo apaciguado, llegó a los oídos de Ji Seung, haciendo que toda su alma se estremeciera, intentando contener sus propias lagrimas y mantener la concentración en la complicada ejecución del Erhu. Sus ojos cerrados, su melancólico senblante, hacía que muchas jovenes suspiraran por aquel extraño musico, un oriental que parecía sumergirse en el más profundo misterio, amante de la soledad, no permitía que nadie se le acercara, ni siquiera sus compañeros de trabajo, o por lo menos, no las mujeres, que aunque escasas, siempre eran un problema para el joven, ya que deseaban conocerle, descubrir sus secretos y hacerle mas sociable, cuando él, solo deseaba desaparecer, volverse invisible y poder así olvidar, tras la triste musica del Erhu, su propia tragedia. Aquella, noche, le había parecido que su deseo de soledad se cumpliría, mas al escuchar aquel sollozo, al poder sentir el dolor ajeno en el ambiente, supo que no podría dejar pasar aquel detalle.

Tras los aplausos, los saludos finales y el telón cayendo por última vez aquella noche, decidió quedarse en el escenario, ya cuando todos se retiraron. Allí, caminó con su inseparable amigo - el Erhu - su mirada buscó el origen de aquel casi imperceptible sollozo, sus oídos le indicaron cual era el palco en donde se encontraba aquella alma que sufría. Lenta pero de forma segura, se fue acercando al lugar.

La puerta se encontraba entreabierta, sus largos y delgados dedos empujaron la madera, así, se descubrió ante sus ojos, la imagen de una joven, que aún sentada, sola en mitad de la penumbra continuaba sollozando quedo. - Señorita... ¿Puedo ayudarle? ¿es que se encuentra enferma? - dijo con su voz dulce, grave y cargada de melancolía, como la triste melodía que acababa de interpretar.

melodía interpretada por Ji Seung:

por **Lorelei Grant** Lun Nov 06, 2017 10:16 pm

Que Dios le diera fuerza para continuar con la búsqueda de su cuñada y para regresar a la mansión Grant con una sonrisa en los labios, eso era lo que ella más necesitaba, pesé a saber que al llegar al hogar de su hermano, lo encontraría a él y a su sobrino en otra discusión, como si ambos hubieran olvidado completamente que debían concentrarse en encontrar a Chiara y no en reclamos que no les llevaban a ningún lado. Era pues la tristeza que experimentaba al saber que los únicos miembros de su familia preferían destrozarse entre ellos a tratar de arreglar los mal entendidos, junto con la ausencia de la única que podría evitar que el conflicto creciera más y la incapacidad de Lorelei por conseguir alguna pista que le llevara al paradero de esa persona, aunado todo a la melodía que llegaba a sus oídos lo que termino por quebrarla en medio de la audiencia.

Al principio, lágrimas silenciosas recorrieron sus mejillas como si la tristeza que experimentará no fuera más que la ocasionada por un recuerdo; sin embargo, a medida que la melodía avanzaba, más le costaba a la cabeza de la familia Grant contenerse, siendo un sollozo frágil pero cargado del dolor del presente lo que termino siendo escuchado por gran parte de la audiencia, quienes buscaban con curiosidad el sitio del cual provenía el llanto. Seguro era que más de una persona la vio llorar, pero eso poco le interesaba a Lorelei, que se permitió sumergirse en su dolor acompañada de la hermosa pero melancólica interpretación.

Su llanto se extendió por lo que quedaba de la puesta en escena y no fue sino hasta que se descubrió sola, no solo en el palco sino en el teatro, que trató de calmarse. Las lágrimas corrían aún por sus mejillas pero ya no de manera tan abundante y su sollozo había pasado a ser muy quedo cuando escuchó como era que alguien le hablaba.
– Lo siento… – susurró con dificultad mientras se limpiaba las lágrimas y giraba ligeramente el rostro en dirección a la entrada del palco – Estoy bien, no se preocupe… – sus ojos, enrojecidos por el tiempo que llevaba llorando, se enfocaron en la figura masculina que se mantenía de pie en la entrada del palco – Ya me estaba yendo, lamento si les he importunado, mi sentimentalismo ha salido en el momento menos oportuno – con rapidez, Lorelei se incorporó pues no quería convertirse en una molestia para los trabajadores como lo había sido para los asistentes esa noche al teatro.

por **Girolamo D´Ariano** Vie Nov 10, 2017 7:05 pm

Ji Seung, se fue acercando a la joven, quien se disculpaba por su comportamiento, y por las posibles molestias que hubiera podido causar a los trabajadores del teatro, o al mismo espectáculo. Mas el joven asiático, negó con un suave movimiento de su cabeza, - No, no se preocupe, no ha molestado a nadie - respondió al comentario de la joven, al tiempo que se acercaba aún mas a donde ella se encontraba aún sentada.

Con movimientos elegantes, extrajo un pañuelo de su bolsillo, en el que estaban bordadas sus iniciales, y el perfume que usaba, se había impregnado de forma apenas imperceptible. - No debe avergonzarse de sus lagrimas, pues son la manera en que nuestras almas expresan aquello que nuestras bocas no logran decir - extendió su mano, ofreciendo el pañuelo, pero antes que ella pudiera tomarlo o rechazarlo, Ji Seung, no pudo detener sus ansias de secar una lagrima que descendía por la tersa mejilla. Su mirada, clavada en aquel hermoso y delicado rostro, le había cautivado. Pues para él, solo un ser extremadamente sensible, podía sufrir de aquella manera, desnudando el alma, mostrando su vulnerabilidad a un extraño como él. Deseó poder protegerla, consolarla. Los orbes del músico mostraban lo afectado que se encontraba, sonrío con tristeza, sin darse cuenta que se había arrodillado delante de la joven y tras secar aquellas lagrimas se había permitido acariciar la suave piel, por un instante.

En el momento en que fue consciente de las acciones que había realizado, se levantó en un segundo, tropezando con una de las butacas que se encontraban en el palco. Se alejó, apenas unos pasos, mientras se inclinaba una y otra vez, - ¡Mianhae!mianhae - frotó las palmas de las manos en señal se suplica. Se dio cuenta que había hablado en su lengua nativa, lo que volvió a pedir perdón, pero en español - Lo siento, lo siento mucho... no sé que me sucedió... es que se encontraba tan triste... -.

En Ningún momento dejó de contemplarla, de sonreír con tristeza, aquella mujer, su dulzura en la mirada, en ese corazón que parecía ser tan noble, le había recordado a su madre, a el único ser que le devolvía la fe en la humanidad.

por **Lorelei Grant** Miér Dic 06, 2017 9:35 pm

El joven de ascendencia asiática que se acercaba hasta ella para ver si se encontraba bien era demasiado amable y de eso a Lorelei no le cabía la menor duda. Después de todo, ¿Quién se interesaría más por el bienestar de una desconocida que por desalojarla de un lugar donde seguro ya estorbaba? Nadie. Así que realmente las palabras que le aseguraban que no estaba molestando fueron como una caricia a su alma necesitada. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios mientras que sus ojos enrojecidos se posaban sobre los orbes ajenos.
– Estoy segura de que moleste durante la obra a los asistentes, menos mal que quien fuera que tocaba el violín no se desconcentró con mi llanto, me hubiera sentido sumamente apenada si todo se arruinaba por mi culpa, aún así, me fue imposible detener mis lágrimas – la escocesa se encontraba pues frente al interprete, sin embargo, le fue imposible verlo debido a las lágrimas que desde las primeras notas interpretadas inundaran sus ojos, así que no tenía la menor idea de que aquel amable caballero era el que hubiera tocado su alma con su música.

Los ojos de la Grant fueron al pañuelo que le era ofrecido y fue cuando su mano tomó la tela que hasta sus oídos llegaron nuevas y amables palabras.
– En eso tiene razón, mis ojos dicen todo lo que me es imposible hablar y que esto sucediera aquí es lo mejor – pensó una vez más en su hermano y en su sobrino – No puedo llevarme esta pesada carga a casa – tras decir eso, su mirada se encontró nuevamente con la ajena y una cálida sensación de compresión le invadió, llevándola entonces a no apartar su mirada.

Con la mirada fija en él, Lorelei permitió que los dedos del caballero limpiaran sus lágrimas e incluso, permitió que aquellos dedos recorrieran su mejilla delicadamente aunque ya no había más lágrimas. Si bien no era bien visto que desconocidos tocaran de manera tan casual a las damas, para la Grant no existía nada inapropiado, después de todo, ella era una mujer que llevaba a cuestas a todo su clan y que había demostrado que las mujeres eren tan capaces de liderar como cualquier hombre. Ella también era conocida en escocia por hacer las cosas diferentes, pues siempre estaba cerca de los que la necesitaban y nunca ponía barreras entre ella y los demás. No fue sino hasta que el caballero se alejó de ella abruptamente que la Grant recordó que no se encontraba en su tierra y que en París, la gente seguía las tradiciones al pie de la letra.

Levantada ya de su asiento, con el pañuelo que casi caía al suelo entre sus manos, Lorelei escuchó las disculpas ajenas, esas que trato de frenar levantando su mano y pidiendo silencio de parte del caballero.
– No debe pedirme disculpas, no ha hecho nada malo. De hecho, hizo todo lo contrario – una sonrisa apareció en los labios de la escocesa – Me encontraba tan triste pero sus palabras y sus actos me han hecho sentirme mejor por lo que en lugar de que usted se disculpe, yo debería agradecerle – entonces se inclino levemente para después volver a mirar aquellos orbes cálidos del caballero – así que, Lorelei Grant se encuentra en deuda con usted – tras decir eso sonrió aún más, tal y como no había sonreído desde que llegó a París.

por **Girolamo D´Ariano** Lun Dic 11, 2017 5:52 pm

Una tímida sonrisa afloró de los labios del coreano, al escuchar como la joven se disculpaba y le agradecía por haber logrado que se sintiera un poco mejor. - Me alegro que se pueda sentir mejor - afirmó, mientras la miraba absorto por la belleza que tenía la joven, - mucho gusto, señorita Grant - se inclinó levemente, - mi nombre es Ji Seung Yoon - estuvo indeciso si extender su mano para saludarla como se suponía hacían los occidentales, o mantener las distancias, como era mas común entre los hombres de su raza.

Sonrió distendido, como si aquel sentimiento que le había hecho comportarse tan correcto y hasta un tanto distante, se hubiera deshecho como la nieve en primavera. - no se preocupe, puede ver que casi todos los empleados se han retirado, si me permite, la puedo acompañar hasta la salida... - dijo, no estaba echándola, pero sabía que sus compañeros, no podrían retirase a sus hogares, hasta que el teatro quedara cerrado. - Si le parece, puedo conseguirle entradas para que pueda escuchar la interpretación del violín oriental - fueron las palabras que le salieron de forma natural, sin pensar si la joven simplemente no había puesto atención a su ejecución, o peor aún, si ni siquiera le había agradado la música que había interpretado, no hacía mas de media hora, atrás.

Volvió a sentirse un tanto incomodo, al pensar que a la joven poco o nada podía interesarle escucharlo, o que tal vez, ni se hubiera percatado que él había sido quien interpretara el instrumento oriental. - Claro, solo si es que así lo desea... si no... ehmmm... no... - se llamó a silencio, ya que cuanto mas quería arreglar la situación, mayor era su despiste. De pronto uno de los guardias de seguridad, apareció por la puerta del palco, - Señor Yoon, no sabía que aún estaba aquí, estamos por cerrar - Ji Seung asintió con un gesto de su cabeza, y su mirada buscó la de la señorita Grant, - Permitame que la ayude - dijo mientras le extendía su mano para ayudarla a sortear los sillones que la separaban del oriental y la puerta del palco. El guarda se les había adelantado, dejándolos nuevamente solos, en el pasillo apenas iluminado por las luces de gas.

Caminaron en silencio, uno a la par del otro, Ji Seung, fue el primero en romper el silencio, - en la tierra donde nací, solían decir, que las penas, cuando las decimos, dejan de doler en el alma... - una sonrisa suave, cálida, asomó en su labios, - muchos que me conocen, dicen que soy malo hablando, pero... que soy bueno escuchando... - rió avergonzado, se pasó una mano por sus cabellos y bajó la mirada, realmente apenado, pero esperando que aquello hiciera sonreír a la joven.

por **Lorelei Grant** Sáb Ene 06, 2018 10:47 pm

Ji Seung Yoon, ese era el nombre del amable hombre que acariciaba su alma no solamente con sus palabras, sino que también lo había hecho con sus manos al retirar las lagrimas que corrieran por sus mejillas; pero pese a la cercanía que habían mostrado segundos atrás, Lorelei se limito a inclinarse de manera formal ante la presentación, ya que debía recordar que no se encontraba en Escocia y que en París las relaciones siempre eran más distantes, algo que aunque se le daba no le agradaba para nada. La Grant gustaba del contacto, de demostrar no solamente su cariño sino también el respeto y la gratitud, algo que esa noche no podía hacer con Ji Seung.

– Muchas gracias, me sentiría menos torpe de lo que ya me he sentido si me acompaña – sonrió un tanto avergonzada, no por pedirle que le guiara hasta la salida sino por confesar que se había sentido torpe aunque más que eso, la cabeza de la familia Grant estaba vulnerable y después de todo lo que estaba viviendo con su hermano, sobrino y la ausencia de su cuñada, era más que comprensible. Iba pues a comenzar a andar cuando sus ojos fueron a buscar los ajenos y como si de una niña pequeña se tratase, preguntó – ¿Entradas para la interpretación?, ¿Es en serio? – su acompañante del momento podía creer que aquello era un ofrecimiento minúsculo, pero para Lorelei significaba el mayor regalo que alguien le hiciera desde su llegada a París, pues lo único que hasta el momento encontraba en la ciudad era pena y dolor.

De un momento a otro Ji Seung pareció sentirse apenado por su ofrecimiento, ese al que la escocesa respondió con una sonrisa en los labios.
– Me encantaría venir a escuchar la interpretación así que claro que lo deseo, será lo más maravilloso que me ha pasado en París – sus ojos fueron a encontrarse con los ajenos – aparte de conocerlo – entonces, fueron interrumpidos por otro de los miembros del teatro que aparecía para recordarles que era hora de cerrar.

Con las mejillas encendidas por la pena que le causaba el que fueran a desalojarles, Lorelei tomó la mano de Ji Seung para ahora si, comenzar a andar con rumbó a la salida.
– He demorado los planes de todos aquí esta noche, incluso los suyos – caminaba sin poniendo atención al camino en penumbras, sujeta de manera firme a la mano del caballero que andaba a su lado, todo para que después de que ella soltará aquel comentario ambos se sumergieran en un silencio que fue roto hasta un par de minutos después por Ji Seung. Al escucharlo Lorelei giró el rostro para mirarle y con el rostro serio, así como los ojos y la voz plagados de tristeza, solo fue capaz de emitir una frase que creía sería suficiente para que el caballero comprendiera un poco de lo que ella enfrentaba – Mi cuñada desapareció y mi hermano es un caos – suspiró entonces, llevando sus ojos al cielo nocturno que apareció apenas salieron por la puerta del teatro.

por **Girolamo D´Ariano** Lun Ene 15, 2018 6:20 pm

Cuando llegaron a la calle, Ji Seung, escuchó la confesión de aquella dulce mujer, y un dolor en el pecho, un recuerdo triste y por muchos años reprimido llegó hasta él. Se detuvo, y dejando que sus sentimientos afloraran en sus acciones, tomó la delicada mano, - ¿Su cuñada ha desaparecido? - la mirada de profunda tristeza se adueño de sus ojos, - Lo siento mucho en verdad... puedo comprender perfectamente, lo que experimenta su hermano en éstos momentos - Dijo, dejando salir de lo mas profundo del alma, su propio dolor. Sonrió, intentando darle fortaleza, - si me permite, le contaré como sé que puedo entender su situación-.

Con su mirada prendida a la ajena, dejó que su propia confesión fluyera en sus labios, - Antes de que el infierno llegara a mi vida, mi madre y yo, fuimos secuestrados, mi destino fue dejar Corea, vivir errante por muchos años, el suyo, desaparecer y jamás ser encontrada - Llevó su mirada al cielo, donde las estrellas titilaban, - muchas veces me he preguntado, si podría haber hecho algo para cambiar el destino cruel, que separó nuestra familia... pero... ¿que podría hacer un niño de solo siete años? - chasqueó la lengua frustrado, - ni siquiera pude encontrar a mi padre, ¿o tal vez le he culpado todo éste tiempo y por eso no logro dar con él? - expresó en voz alta sus pensamientos, Inspiró y suspiró, - la vida es cruel, la mayor de las veces... solo nos resta soportar el aguacero... en algún momento dejará de llover -, aun con la mirada perdida en las estrellas, sonrió con tristeza, - Dicen, que las personas se conocen, no por la casualidad, sino por el destino, porque sus penas y alegrías, pueden ser compartidas, es así que surge la verdadera amistad - Giró su rostro, sus ojos brillaban con una extraña luz, - ¿Me permitiría invitarle un café? desearía poder conocerle, y llegar a ser amigos... ¿o eso puede ser imposible?- dijo buscando algún indicio en el rostro de la joven que le mostrara que sus palabras la habían molestado - si es así, por favor, disculpe mi atrevimiento, sillyehabnida - volvió a decir, ésta vez en su lengua materna, inclinando su cuerpo en un saludo, para sí, si la joven no estaba cómoda con su presencia, despedirse y alejarse de ella. Aunque deseaba con todas sus fuerzas, permanecer mas tiempo a su lado.

por **Lorelei Grant** Jue Feb 15, 2018 11:10 pm

Asintió a la pregunta del Ji Seung y aunque le hubiera gustado hablar más respecto a aquello que aquejaba su alma, Lorelei era consciente de que no tenia sentido martirizar otra alma, ya con que sufrieran la de su hermano, sobrino y ella era más que suficiente.
– Es una situación muy complicada para la familia – añadió antes de guardar silencio y observar al caballero que aseguraba comprender el dolor de su hermano. Aquellas palabras le hirieron profundamente, pues ella no sabía la historia de aquel hombre, sin embargo, si decía que comprendía a Eghon, significaba que existía algo de perdida en su vida – Si usted desea contarme la historia, yo me sentiré más que dispuesta a escucharle – respondió.

En silencio, la líder de la familia Grant miró a Ji Seung, aguardando porque la historia saliera de los labios ajenos.

Con tremendo pesar, Lorelei escuchó como el hombre revelaba parte de su triste pasado, provocando eso que el corazón bondadoso de la Grant se oprimiera en su pecho.
– Lo siento mucho… – susurró, sabiendo que la perdida de Chiara era terrible, que quizás ninguna otra presencia haría salir a su hermano del hoyo en donde se encontraba sumergido, sin embargo, saber que existían otras personas que atravesaban por lo mismo y que de hecho eran mucho más vulnerables, la entristeció. ¿Cómo podía creer que su familia era la que más sufría? – La verdad es que la desaparición de mi cuñada me ha afectado terriblemente, pero sé que no se compara mi dolor con el de mi hermano y que nuestro dolor jamás será equiparable al que experimento un niño de tan solo siete años. Así que lamento haber creído que lo que yo atravesaba era lo peor – sus ojos se posaron sobre los de Ji Seung – No puedo saber si es que no encuentra a su padre debido a que lo culpa, como tampoco puedo saber cuando es que dejara de llover en nuestras vidas pero lo que si sé, es que estoy sumamente agradecida con la vida por esta noche permitirme coincidir con usted – acompañando las palabras de la líder del clan Grant vino una invitación entonces de parte del coreano.

– No tiene que pedir disculpas por nada – se apresuro a decir – Yo me sentiría encantada de beber un café con usted y de que eso pueda desembocar en una amistad – sonrió – pero sabe que es lo que más quiero – ladeo el rostro – que seamos capaces de disminuir un poco la tristeza en el otro – o más que eso, ella deseaba brindarle a él alegría, tal y como él se la brindó en el teatro cuando se acercó a consolarla.

por **Girolamo D´Ariano** Lun Feb 26, 2018 10:19 pm

Las palabras de Lorelei, le hicieron sonreír, - cosa que era realmente extraño en él -, asintió con un movimiento de cabeza, antes de comenzar a caminar rumbo al café que se encontraba a una calle de allí. La acera ya se encontraba vacía, puesto que el teatro había acabado su función hacía un buen rato, por lo que los pasos de ambos, resonaban en el empedrado. Ji Seung, pensó en lo que podía hablar o preguntar, a la joven, para hacerla pensar en otra cosa que no fuera el lamentable suceso de la desaparición de su cuñada. Hubiera deseado tener los poderes para encontrarla, para que así, el hermano de aquella bella mujer que caminaba a su lado, no sufriera, y así consolar el corazón de la dama que le acompañaba, pero ninguno de sus poderes lograba algo así.

Caminaron en silencio, hasta que él carraspeó, intentando dejar los nervios atrás, inspiró profundamente, antes de hablar, manteniendo su mirada al frente, atento a los coches que pudieran transitar por la calle, en el momento en que cruzaran. - Tome mi brazo, le ayudaré a cruzar - dijo al llegar al cruce de las calles, pues a esa hora, y tras un exitosa función, las calles aledañas solían estar llenas de excrementos de caballo, y ella iba tan bien arreglada, que pensar en que podría ensuciarse, hizo que el joven oriental, deseara ayudarla, aunque no estaba seguro como, ¿podría llevarla en su espalda? pero eso era demasiado escandaloso, porque por un lado, no creía que eso se estilaba en una ciudad como París, y además, no existía una relación que le permitiera una acción tan íntima. Mas cuando pensaba que no tendría muchas formas de ayudar, un hombrecillo apareció, con una pala y un carro, era el encargado de limpiar las calles aledañas al teatro, un empleado externo del teatro, quien siempre se quedaba luego del cierre del edificio y limpiaba lo que el éxito teatral dejaba tras de sí.

Cuando pudieron cruzar, Ji Seung sonrió con tristeza, - la vida es así, a algunos, les toca recoger aplausos, y otros recogen lo malo que deja aquella efímera fama -, chasqueó la lengua, pensando en lo injusto que era el mundo, pero, él no podría modificar, no lo había podido hacer, cuando estaba en Corea, ni lo podía hacer ahora. Más en ése momento de su vida, caminaba al lado de una hermosa joven, y deseaba conocerla, quería hacerla sonreír, no llorar, por lo que forzó a cambiar la sonrisa, por una más amplia, que iluminó su rostro, - Verá que delicias de pasteles ofrecen en éste café… le confesaré, que muchas veces, he abandonado el teatro, solo para tomar una buena taza de té y degustar aquellos exquisitos sabores -, el café, iluminado con una luz cálida, llamaba a buscar refugio en su interior, a pasar horas en buena compañía. Ji Seung, deseaba poder estar junto a Lorelei, por un largo tiempo, - me conformo con… toda la mi vida - caviló, sonriendo de costado, abriendo la puerta para que la joven entrara al café.

por **Lorelei Grant** Dom Mar 25, 2018 11:32 pm

Ji Seung le había hecho sentir acompañada, escuchada y comprendida, cosas que ella no creía poder pagar y si bien aceptaba la invitación del joven para ir a un café cercano, la verdad era que ella no sentía que aquello fuera suficiente para compensar todo lo que él, sin saberlo quizás, le obsequiara a ella. Bien podía considerarse a confianza que ella depositaba en él como pagó suficiente, pues pocas personas en su lugar habrían aceptado la invitación de alguien a quien acababan de conocer, pero Lorelei Grant no era como todos los demás, ella confiaba en que aquel muchacho tenía buenas intenciones, se lo decían sus ojos así como sus actitudes.

En silencio y sin mirarse, el peculiar par inicio la andanza con rumbo al café. Caminaban a paso lento, detalle que le agradaba a la escocesa, quien deseaba extender lo más que pudiera su tiempo con Ji Seung, en parte porque como le dijera a él, esperaba que pudieran disminuir la tristeza del otro mientras que por otro lado, no deseaba llegar a la residencia de su hermano o como ella comenzaba a verlo, a su infierno personal. En aquellos momentos Lorelei se sentía en paz y sonreía, como tenía ya tiempo sin hacerlo.
– Sí, gracias – el coreano era sumamente atento con ella, tanto como para ofrecerle su brazo y ayudarle a pasar la calle, algo que la Grant agradeció, pues el empedrado de las calles solía dificultarle el cruce, en especial considerando que ella no estaba del todo acostumbrada a usar zapatos como los que ahora llevaba, pues como líder un clan escoces, ella solía usar más bien botas para montar ya que debía ir a de un lado a otro en su territorio.

Al cruzar la transitada calle, la escocesa no pudo pasar por desapercibido al hombre que recogía la suciedad dejada detrás por los caballos que tiraban los carruajes. La vida era tan desafortunada en aquella ciudad que más que nunca tuvo el deseo de salir huyendo de vuelta a su Escocia.

Antes de que las ideas sobre volver a su hogar consumieran por completo su mente, la voz de Ji Seung la llevó de regreso a él y girándose para mirarlo, Lorelei sonrió.
– No debería escaparse del teatro, ¿Qué harán si usted se demora más de lo esperado y no puede volver a tiempo cuando lo requieran? – la Grant sabía que todos poseían gustos culposos, sin embargo, como líder de todo un clan era consciente de que algunas cosas no podían simplemente aplazarse o abandonarse – Aunque hemos obtenido algo bueno de sus escapadas – admitió mirándole divertida – que podrá recomendarme lo más rico de este lugar – y sin más, ingreso al café, deseando que aquella noche al lado del coreano que le sonreía y la trataba tan bien, no llegará nunca a su fin.

por **Girolamo D´Ariano** Dom Abr 08, 2018 9:38 pm

-No debe preocuparse, mis escapadas no son tan seguidas, y la verdad... soy demasiado responsable para irme sin que mis compañeros sepan donde encontrarme -, confesó, -lamento que se haya preocupado, pero puede estar segura que jamás he faltado a mis responsabilidades - no supo el porqué, pero necesitaba dejar en claro que él era un hombre en quien se podía confiar, y que si daba su palabra, no dejaría que ésta cayera en saco roto. No se le agrió el carácter, pero en cierta manera se sintió un tanto incomodo. Sonrió nervioso, mientras le enseñaba el camino hasta la mesa que había elegido, una que se encontraba justo en una pequeña ventana, desde donde se podía ver la puerta lateral del teatro, - ¿puede apreciar esa puerta? es una de las puertas laterales del teatro y por la que suelen avisarme si algo surge, por lo que puede estar totalmente tranquila, aunque la verdad, no creo que ahora nadie vaya a interrumpir nuestra charla - dijo llevando su mirada desde la puerta del edificio que se podía contemplar a la distancia, hacia los hermosos orbes de la joven.

En ese instante el camarero se acercó, por lo que Ji Seung guardó silencio, hasta que el joven les preguntó que deseaban tomar, - En éste café sirven unos dulces típicos de mi tierra natal, es que la comunidad asiática se va expandiendo lo que hace posible éstas sorpresas - dijo con una sonrisa en los labios, - si me permite, elegiré por usted, así prueba algo verdaderamente exótico para su paladar - deseaba que ella no pensara en sus problemas, por lo que intentaba hacer algo ameno y divertido. Le pidió al camarero que les sirviera una infusión de te de Membrillo y una porción de Hwachon. Cuando quedaron solos él le explicó que el pedido era un te suave y un tipo de galletas de arroz con flores comestibles, - Las mujeres por tradición lo preparan en picnic familiares en las festividades de primavera, y creo que la dulzura de su sabor, hará juego con su dulce personalidad - dijo bajando la mirada, un tanto avergonzado por su propia osadía.

por **Lorelei Grant** Miér Abr 25, 2018 10:47 pm

Le agradaba la manera en que Ji Seung se mostraba. Era una de las pocas ocasiones en las que veía a un hombre verdaderamente preocupado por lo que ella fuera a pensar de él y es que en Escocia, los hombres actuaban un tanto brutos y actuaban de la manera en que les venía en gana, siendo ese uno de los motivos principales por los que Lorelei se había obtenido hasta aquel momento de contraer matrimonio. Para la Grant, lo primordial era su clan y el bienestar del mismo, así pues, no estaba dispuesta a que llegará un hombre que se sintiera dueño de todo para tratar de echar abajo todo el trabajo que ella con tanto esfuerzo había logrado, sin mencionar además que quienes buscaban su mano, era herederos de otros clanes que planeaban con la unión, quitarle el poder a Lorelei, basando sus alegatos en que en ningún otro clan dominaba una mujer. La líder de los Grant era pues una mujer dulce, amable y compasiva, pero cuando se trataba de defender lo suyo, lo hacía con uñas y dientes, debido a eso, su relación con los hombres en Escocia era más un campo de batalla que cualquier otra cosa, algo que no sucedía al lado de Ji Seung, a quien le sonrió ampliamente.
– Le creo, se ve que es un hombre responsable – dijo solo para después cerciorarse de que verdaderamente era un buen hombre – Entonces venir aquí no puede considerarse escapada – observo en dirección a la puerta lateral – si sus compañeros saben donde se encuentra siempre, esto es solo tomar un descanso – menciono antes de volver la mirada al coreano – Sé que se sienta aquí para ver si lo necesitan pero, ¿No ha terminado ya sus deberes por hoy?, o ¿Puede que le hablen aún así? – de alguna manera que Ji Seung se esforzase tanto le hacía pensar en Eghon y en todo lo que él hacía por su familia y por ella.

Asintió a la petición de Ji Seung de ser él quien pidiera por ella.
– Nada me haría más feliz que probar algo que recomiende usted, sobre todo porque esta será la primera vez que pruebe algo de comida de su tierra – confeso antes de encogerse de hombros – de hecho no he probado comida de muchos lugares, pues solo abandono Escocia cuando los motivos son de suma importancia y eso ha sido en contadas ocasiones – guardó silencio para permitir que el coreano pidiera y una vez que el mesero se retiró, escucho con atención la explicación sobre lo que comería y bebería. Una nueva sonrisa apareció en sus labios. – Es usted demasiado bueno al decirme que soy dulce – admitió antes de soltar una risita – Debería verme cuando trato de mantener el orden en el clan de la familia – negó entonces – aunque mejor no debería verme, quizás acabaría por decepcionarse de mi – y es que muchos hombres querían mujeres frágiles, algo que aunque ella parecía ser, en realidad no era.

por **Girolamo D´Ariano** Vie Jun 08, 2018 6:36 pm

Elevó la mirada, en busca de los bellos ojos de la señorita Grant. Sonrió ante lo que decía, y por mas que lo intentó, no podía imaginarla en una actitud que no fuera la apropiada. Ademas, hacía un poco mas de una hora, le había visto tan desarmada, expuesta y sufriente, que no podía imaginarla como una mujer fría, o de carácter duro. Tal vez su conclusión era errónea, y en verdad ella era una mujer aguerrida, pero ser dulce y aguerrida, no eran virtudes incompatibles, por lo menos para él, para la cultura oriental, las mueres podían ser ambas cosas, y no por eso ser menos femeninas o menos deseables. Hi Seung, que había vivido por tanto tiempo solo, sin ningún contacto femenino, se sintió atraído ante la belleza y el carácter complejo de la joven escocesa.

Sus ojos contemplaron los bellos orbes de la Grant, y sonrió como un tonto, sin siquiera darse cuenta, - Le seré sincero, he visto que aquí en Europa, las mujeres tienden a ser dóciles, frágiles como muñecas de porcelana. Mas para mí, una mujer debe ser dueña de mostrarse a los demás como desea. La vida nos lleva a ser de una manera o de otra. No sé como sería mi vida, si no me hubieran alejado de mi madre, tal vez mi destino hubiera sido otro muy diferente. Mas si así fuera, ¿como hubiera podido llegar a París, o tocar en el teatro? - dijo, sonriendo con serenidad, - si así no hubiera sido, no tendría la dicha de conocerla, y de saber que es una mujer fuerte, de carácter, pero dulce en su mirada, y noble en sus sentimientos - aseveró.

Su mirada dejó por un segundo la mirada ajena, perdiéndose en el paisaje urbano, - Desearía conocer aquel lugar de donde proviene, ¿puedo pedirle que me cuente como es ese lugar, en donde todo un clan está a su cargo? me parece algo fascinante, debe ser un lugar hermoso -, dijo volviendo su mirada a la de Lorelei, para desear solo escuchar aquella hermosa voz que lo había cautivado, como la mas hermosa de las melodias.

por **Lorelei Grant** Jue Jul 05, 2018 5:59 pm

Él tenía razón, las mujeres en ese lado del mundo eran todas frágiles y sumisas, acostumbradas a dejarse dominar por hombres que en la mayoría de las ocasiones solo eran brutos. Claro que existían sus excepciones, sin embargo, hasta las mujeres que eran firmes y no se dejaban dominar, fingían ante la sociedad que eran damas sumisas, todo para no ser juzgadas. Y ese no era problema para Lorelei, quien sentía siempre el apoyo de Eghon y aunque no lo viera desde hacía mucho o casi no lo mencionase debido a su ausencia, de Gian. Para la Grant pues, contar con el apoyo y aprobación de su familia era lo único necesario; fuera de ellos la gente podía pensar lo que quisiera.

Las familias, el pasado, todo influía sin duda alguna a que tanto Ji Seung como ella tuvieran la personalidad actual, sin embargo, eran también los sueños de ambos por un cambio lo que les ayudo a resistir quizás a las criticas y adversidades del mundo, ese que no estaba listo aun del todo para abrirle las puertas a aquellos diferentes.
– Tiene razón – sonrió – el destino ha tenido mucho que ver en que estemos en este punto, pero también nosotros tenemos merito por resistir, así que no lo olvide, usted también ha ayudado a forjar su destino, también contribuyo a llegar a este punto en el que nos hemos podido encontrar – porque si esa noche Lorelei no hubiera decidió ir al teatro y él auxiliar a una desconocida, aquel encuentro hubiera acabado solo como una posibilidad.

Que Ji Seung le pidiera que describiera su hogar hizo que se recargara sobre la mesa y lo mirase decidida a no alejarlo de su vida, porque alguien tan sinceramente interesado en la vida de alguien más, era alguien que valía la pena.
– La verdad es que no es tan asombrosa la manera en que me convertí en líder del clan, mi hermano mayor me cedió el puesto ya que él tenía otra clase de sueños y mi hermano menor también, además de que ambos sabían que a mi siempre se me dio el mantener el orden – rió al recordar las escasas peleas entre sus hermanos, esas en las que se vio en la necesidad de intervenir, siendo siempre la única capaz de calmarlos y hasta hacerlos sentir profundamente arrepentidos de sus actos – Con respecto a como es Escocia – tomó aire y cerro los ojos para evocar la belleza de su tierra, esa que trataría de transmitir con palabras – Escocia no es como París, allá somos gente libre, rodeados de verde hasta en las que se consideran las grandes ciudades, esas que no son tan valoradas como la naturaleza o una tarde montando a caballo y saludando a las personas – abrió los ojos para encontrarse con los de Ji Seung – mi tierra es muy hermosa, tanto que es difícil describirla y hacerle justicia así que, creo que lo mejor será invitarle a que la visite algún día, podemos ir juntos… – se sonrojo entonces – o puede ir con otra persona, no necesariamente ir conmigo, igualmente será bienvenido en las tierras de mi clan.

por **Girolamo D´Ariano** Dom Jul 08, 2018 5:20 pm

No podía dejar de contemplar el hermoso rostro de la escocesa, como tampoco deseaba perder ni una sola de las palabras que ella decía. Sus labios, como hacía mucho tiempo no ocurrí, surgió una sonrisa, amplia y sincera, que iluminó su triste mirada. Definitivamente, ella lograba exorcista sus demonios, y eso era una bendición que el oriental, no iba a dejar pasar. Llevó a sus labios la copa de agua y tomó, la garganta se le secaba, ella lograba hacer que muchas emociones recorrieran su cuerpo en tan solo breves segundos.

Cuando ella le comenzó a explicar como era su tierra, y como eran las personas que en ella vivían, Ji Seung, deseó poder ir algún día a ese lugar. Entonces ella le preguntó si le gustaría ir, a lo que él, casi sin poder contenerse, le respondió - Si, claro que me agradaría poder visitar un lugar como el que hablas... contigo... que me muestres los lugares a donde has sido feliz, si con tan solo caminar a tu lado, me hace sentir feliz... - dijo, emocionado con la posibilidad de ver en compañía de aquella hermosa mujer, los campos verdes, los bosques frondosos, y los lagos, a los que se refería. Ji Seung sonrió con timidez cuando ella intentó mejorar la frase que había dicho, - no, de ir, iré solo, o... contigo, es que no tengo familia, ni pareja - dijo ésto último como sin ninguna intención, pero llevado por ese rubor que en la joven se había marcado.

Tragó saliva antes de preguntar, - Tal vez, puedas tomarlo a mal, pero, en verdad quisiera saber... si... por casualidad... allí... en tu tierra... hay alguien que espere tu regreso... o si tu familia ha decidido que deben comprometerse - su garganta volvió a secarse, estaba nervioso, quería saber la respuesta, pero por otro lado temía que ella le dijera que en verdad, sus hermanos ya habían elegido quien sería su esposo. Sabía que él, era un caso perdido, pues, ¿quien en su sano juicio, permitiría que una mujer como ella se uniera a un tipo como él? avergonzado bajó la mirada - disculpe... no debería haber preguntado tan cosa -, se disculpó

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