AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las riendas de Sleipnir. (Privado)
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Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Los puertos de Paris. 19:47 de la tarde.
Los últimos rayos de luz comenzaban a despedirse sobre el gran Puerto de Paris tiñendo la estampa de naranja con ligeros tonos rosados y que marcaban el toque de cierre de las numerosas tiendas y puestos que había salpicando el paisaje de camino al muelle principal bañado de los buques insignia mas impresionantes de todos los tiempos. Uno de los tenderos tenía especialmente prisa por cerrar su puesto de frutas y altramuces, casi incluso parecía nervioso, apurado, como si algo le acechase y tuviese que buscar un escondrijo que le sirviera de refugio hasta el siguiente amanecer.
-Vamos, vamos, vamos. –Nadie hacía caso a este hecho ya que era algo normal y natural que de vez en cuando alguno o algunos de los tenderos tuviese prisa para ir a mojar el orgullo en caliente a uno de los Burdeles cercanos regido en un secreto gritado a voces por Lord Blackbird y Charlotte, o bien para ir a una de las numerosas tabernas habidas y por haber a gastarse todo el dinero ganado del día. La mitad de ellos no eran ni buenas personas ni honrados pese a vestirse con el disfraz de caballero por el día. –Rápido.. rápido o seré hombre muerto.
Aquél tendero de ojos verdes y cabeza rapada le temblaban las manos guardando todo y corriendo ya el toldo. Abría uno de los cajones donde vio una chapa con la forma de un Lobo de cara monstruosa, casi parecía un monstruo marino de las historias de ciertos vikingos. Un lobo que parecía penetrar con la mirada el corazón de aquél hombre e infundirle el mayor de los miedos. Se le cayó la chapa. Todo parecía indicar que hizo algún tipo de trato o negocio de los que al estrechar la mano, o cumples tu palabra o te vas al abismo.
-¿Vas a alguna parte, Calvito? –Dijo una nueva voz, una voz joven, vivaracha y con ciertas pinceladas de perspicacia. Otro hombre llegó y casi pisando la chapa y la mano del señor con prisa, parecía estar enfadado pese a dibujar una tenue sonrisa burlona en su rostro tapado por una enorme barba rubia a la cual le acompañaba una colosal trenza ya deshilachada por el peso de las horas del día y el trabajo a marchas forzadas. -…S-señor Will. –William, para ti. No somos amigos, ni compañeros. Tampoco somos colegas ¿Verdad? No hemos bebido juntos o lo recordaría.. –Sus ojos es volvieron, como si mirase en ese momento hacia sus pensamientos o recuerdos. –Si. Definitivamente me acordaría. Pero de lo que SI me acuerdo es del trato que contraiste conmigo, calvito. ¿Lo recuerdas? Yo te traía a la putita esa para que le hicieras el bombo, lo cual es una perdida de tiempo.. puesto que estaba buena hasta aburrir, en mi opinión. Y entonces, tu, mi amiguito de pocos pelos, ¡Me darías mis monedas a la noche tras la jornada! ¡Y de eso hace ya 3 días! ¡TRES!
-L-lo sé… Señor Will. …William. Pero me robaron… -¿Los tres días? Ya. Claro. –El sonido metalico se unía a la escena que rozaba lo patético con el cabeza rapada arrodillado. William había sacado uno de sus muchos revólveres y el cañón estaba apuntando directamente al entrecejo del deudor. Con la otra mano sostenía un muslo de pollo dorado, justo en su punto tanto de cocinado como de sal. Le dio un escabroso mordisco sin modales ninguno a la vez que apretaba el gatillo y el olor a pólvora decía el resto. Los sesos del Deudor manchaban el toldo a medio correr. –Cuándo aprenderán a saber con quien juntarse.. ¿Su madre nunca se lo dijo? –Murmuró a si mismo. Se acabó el trozo de carne y con el dedo manchado de sangre escribió algo en el toldo. “Contraje deudas con William Bones y no las pagué”.
Antes de marcharse de la escena del crimen, miró a los pocos transeúntes que quedaban asegurándose de que no abrieran el pico. No tendría reparo en matarlos a todos aquí y ahora, pero eso le saldría demasiado caro por desgracia. Cogió prestada una de las manzanas del puesto dándole un bocado y dejándola en el mismo sitio. Se despidió de aquellos mirones como quien se despide al marcharse de un lugar pacífico y se perdió en uno de los callejones. -¡Vaya! Me muero de ganas por conocerle en persona.. ¿Será tan enooorme como dicen las malas lenguas? Pronto lo veremos.
[…]
Muelle principal de Paris. 20:34 de la noche.
La noche había caído y la mar estaba en calma. Ahora eran las luces de los navíos y las tabernas lejanas lo que manchaban el paisaje adornado de un tibio azul oscuro. Era una noche nublada y gélida, no había espacio para las estrellas ni para la luna. Un perro caminaba tranquilamente por la madera del muelle principal, sus ojos eran ambarinos y tenía unas orejas largas. Su tamaño era bastante grande, lo cual le servía para que ningún crío molesto acercase sus sucias manos llenas de babas y puré a acariciarle. Roía un hueso que probablemente encontró en la basura y se dirigía al Navío mas grande e impresionante del paisaje. Grande como un demonio, como un gigante. Con el mayor número de troneras que jamás hubiese visto París hasta el momento, o eso pensaba aquél sabueso que miraba absorto las elegantes lámparas de aceite que colgaban y se mecían por el aire haciendo crepitar la pequeña llama de su interior.
Se acercó a la entrada donde un par de guardias, probablemente pagados en cuantioso oro, apostados se encontraban. –Eh, mira eso, Mike. -¿Uhm? –Es un chucho sarnoso. Pero.. es demasiado grande para ser un chucho normal, ¿no crees? -Uhmm.. mmm… -¡Eh, perro! ¿Te has perdido, bonito? O bonita… -Uhmm… -Pero el perro pronto dio paso a un hombre de gran tamaño y ojos avariciosos. Los guardias se quedaron algo absortos. –Buen truco. –Uhm. –Lo sé. Ahora que estais sorprendidos, buenos hombres, ¿Me dejáis pasar? Tengo una audiencia concertada con vuestro jefe. El coloso del hielo. Gunnarson.
Antes de que los guardias abriesen la boca para rechistar, William sacó de su bolsillo un papiro casi roto y mojado. Apestaba a ron barato y a perfume de Puta. Las letras casi empezaron a correrse hacia abajo como un helado derretido. Pero se veía bien la firma y el sello de aquél respetado y poderoso vampiro cuyos negocios iban mas allá del mar conocido. Ysgramir Gunnarson. -¿Lo veis, paletos? Gracias. –No esperó a que aceptasen que entrara, Will entró como si estuviese en su santa casa. Eso sí, llamó todo lo educadamente que un hombre como él podía. Varias veces, a la puerta del Camarote del Capitán.
El capitán del Jotunheim.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
El vampiro llevaba días enterrado hasta las cejas en informes, la mayoría procedentes de Noruega donde cada vez el comercio era más peligroso, algún que otro asalto y unas pérdidas que se podía permitir, todos los terratenientes sabían que transportar mercancía tenía sus riesgos y había que contar con las pérdidas para saber si un negocio era rentable o no, de momento sus ingresos no corrían peligro pero la cantidad de informes que recibía de sus capitanes eran cada vez más preocupante. Tenía que estar atento y no despistarse.
Despachaba el papeleo con diligencia, por mucho que le aburriese estar allí sentado durante horas, pero a esas alturas ya le aburría cualquier cosa, lo mismo le daba un tocho de informes que un baile exótico junto a una botella del mejor whisky escocés.
Los guardias apostados no eran hombres corrientes, sabían a quién tenían como jefe, la mayoría eran esclavos de sangre del propio Gunnarson aunque no toda la tripulación lo era, sería un inconveniente si la necesidad fuera demasiado grande como para hacerles volver, los guardias estaban allí donde él iba.- Adelante.- Cedió paso al perro, pero ni siquiera levantó los ojos de los papeles mientras escribía, con una mano apoyada en la sien en gesto de concentración.- Desconozco en qué puede serme útil un esclavo de la luna, está aquí por lord Blackbird y no tengo tiempo que perder. De modo que, hable rápido, señor Bones.
Despachaba el papeleo con diligencia, por mucho que le aburriese estar allí sentado durante horas, pero a esas alturas ya le aburría cualquier cosa, lo mismo le daba un tocho de informes que un baile exótico junto a una botella del mejor whisky escocés.
Los guardias apostados no eran hombres corrientes, sabían a quién tenían como jefe, la mayoría eran esclavos de sangre del propio Gunnarson aunque no toda la tripulación lo era, sería un inconveniente si la necesidad fuera demasiado grande como para hacerles volver, los guardias estaban allí donde él iba.- Adelante.- Cedió paso al perro, pero ni siquiera levantó los ojos de los papeles mientras escribía, con una mano apoyada en la sien en gesto de concentración.- Desconozco en qué puede serme útil un esclavo de la luna, está aquí por lord Blackbird y no tengo tiempo que perder. De modo que, hable rápido, señor Bones.
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
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Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Cubierta del Jotunheim. 20:39 de la noche.
El Perro estaba además de contento en una situación muy cómoda en aquella cubierta, hecha de la mas elegante madera que pudiese existir. Notó por entonces los latidos, de aquél metal seguramente, del que él consiguió la información necesaria para proveer al Señor de los Cuervos de una salida que convenciera al Coloso de Hielo, de quien se rumoreaba que tenía sangre de Gigante corriendo por las venas. Sintió aquellos escalofrios, calambres de poder, aumentados por la voz que emanaba del interior dándole permiso para pasar o algo parecido.
William entró como si fuera su casa de toda la vida, a sus anchas, con una sonrisa de oreja a oreja. Dio un rápido vistazo a las pertenencias del capitán. Nada destacable, dentro de lo que cabe. Papiros, papiros y más papiros manchados por la elegante tinta manejada por una inmejorable pluma de la mejor calidad posible sobretodo en manos de aquél hombre que sentado estaba frente a él, impaciente, como decían los rumores. William no quedó decepcionado ni por un minuto. Se había encontrado exactamente de lo que había escuchado hablar. Un vikingo, un hombre de negocios y ante todo: Un sieso con un palo metido por el culo tan hondo que ya nadie podía sacárselo sin una guerra de por medio.
El Jotun ni siquiera había levantado la cabeza de aquello que estuviese haciendo enterrado en los papeles de toda una vida de negocios y desde luego, Bones, no iba a preguntar por ello. -Entiendo entonces que sabes o intuyes a lo que vengo, Gigante de Hielo. -No se cortó en ir directamente al grano. -Y por lo que veo.. sabes como amasar una fortuna, ¿Eh? ¿Te fue de gran ayuda el mapa que te aprovisionó Lord Blackbird? -El mero hecho de dibujar aquél nombre en los labios del Perro hacía que un frío creciente naciera en los tobillos y trepara hasta la nuca. Se echó la trenza a un lado, miró los pequeños cofres junto a las velas. Los latidos provenían de ahí. -No preguntaré ya que no es de mi incumbencia, pero admito que tengo curiosidad de saber en que usarás, gastarás o fabricarás con el Corazón del Mar. -Entonces, Will, se acercó casi al rostro del Capitan del Jotunheim, casi nariz con nariz y sonrió de forma ladina, tal y como lo haría el mismísimo Loki. -¿Es cierto lo que dicen en puerto? Ya sabes.. Jotun, las noticias y los rumores viajan como la pólvora por este lugar, por suerte para la gente que es como yo, éstos segundos lo hacen con mas rapidez. Los rumores dicen que.. tuvisteis que enfrentaros a una criatura, y que ni con vuestras dotes de combate juntas pudisteis hacerle frente. -Pronunció arrastrando las palabras, disfrutando el momento. Pero en seguida volvió a su asiento, riendo como siempre y cambiando de tema como quien cambia una tuerca de sitio.
-¿Sabes qué? Bah, no importa. No tienes por que responder. Estoy aquí por que busco trabajo, TU trabajo. Es decir, trabajar para ti. Necesito una tripulación, un barco… -Will desvió la mirada por la ventana del camarote del Capitán y vio un bonito Barco de Caza, rápido, de velamen afilado y con el mascarón de proa en forma de dos Caballos que recordaban al hijo de Loki: Sleipnir. Sus ojos titilaron, la avaricia comenzaba a indagar en su personalidad. Volvió a mirar al Capitán. -¿Que he de hacer para ganarme el puesto de uno de tus Capitanes, Gunnarson?
William entró como si fuera su casa de toda la vida, a sus anchas, con una sonrisa de oreja a oreja. Dio un rápido vistazo a las pertenencias del capitán. Nada destacable, dentro de lo que cabe. Papiros, papiros y más papiros manchados por la elegante tinta manejada por una inmejorable pluma de la mejor calidad posible sobretodo en manos de aquél hombre que sentado estaba frente a él, impaciente, como decían los rumores. William no quedó decepcionado ni por un minuto. Se había encontrado exactamente de lo que había escuchado hablar. Un vikingo, un hombre de negocios y ante todo: Un sieso con un palo metido por el culo tan hondo que ya nadie podía sacárselo sin una guerra de por medio.
El Jotun ni siquiera había levantado la cabeza de aquello que estuviese haciendo enterrado en los papeles de toda una vida de negocios y desde luego, Bones, no iba a preguntar por ello. -Entiendo entonces que sabes o intuyes a lo que vengo, Gigante de Hielo. -No se cortó en ir directamente al grano. -Y por lo que veo.. sabes como amasar una fortuna, ¿Eh? ¿Te fue de gran ayuda el mapa que te aprovisionó Lord Blackbird? -El mero hecho de dibujar aquél nombre en los labios del Perro hacía que un frío creciente naciera en los tobillos y trepara hasta la nuca. Se echó la trenza a un lado, miró los pequeños cofres junto a las velas. Los latidos provenían de ahí. -No preguntaré ya que no es de mi incumbencia, pero admito que tengo curiosidad de saber en que usarás, gastarás o fabricarás con el Corazón del Mar. -Entonces, Will, se acercó casi al rostro del Capitan del Jotunheim, casi nariz con nariz y sonrió de forma ladina, tal y como lo haría el mismísimo Loki. -¿Es cierto lo que dicen en puerto? Ya sabes.. Jotun, las noticias y los rumores viajan como la pólvora por este lugar, por suerte para la gente que es como yo, éstos segundos lo hacen con mas rapidez. Los rumores dicen que.. tuvisteis que enfrentaros a una criatura, y que ni con vuestras dotes de combate juntas pudisteis hacerle frente. -Pronunció arrastrando las palabras, disfrutando el momento. Pero en seguida volvió a su asiento, riendo como siempre y cambiando de tema como quien cambia una tuerca de sitio.
-¿Sabes qué? Bah, no importa. No tienes por que responder. Estoy aquí por que busco trabajo, TU trabajo. Es decir, trabajar para ti. Necesito una tripulación, un barco… -Will desvió la mirada por la ventana del camarote del Capitán y vio un bonito Barco de Caza, rápido, de velamen afilado y con el mascarón de proa en forma de dos Caballos que recordaban al hijo de Loki: Sleipnir. Sus ojos titilaron, la avaricia comenzaba a indagar en su personalidad. Volvió a mirar al Capitán. -¿Que he de hacer para ganarme el puesto de uno de tus Capitanes, Gunnarson?
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
El perro sabía demasiadas cosas. Ysgramir alzó la vista de los papeles cuando mencionó el Corazón del Mar y mantuvo los fríos ojos fijos en el licántropo cuando este se inclinó sobre él, el vampiro no se alejó de aquella invasión, si no que la afrontó con cara de muy pocos ánimos de tonterías. -Efectivamente, lo que haga y con mis cosas es meramente asunto mio.-No pretendía contarle para qué quería la valiosa mercancía que tanto trabajo le había costado conseguir.
Se echó hacia atrás en la silla, haciéndola crujir, con ambas manos a cada lado de los escritos, aun sopesando si debía confiar y darle una oportunidad a ese bocazas o no. También había escuchado hablar de William Bones, era el hombre perfecto para todo tipo de locuras, era un pirata y un mercenario, que se vendía al mejor postor, pero ese no era un buen dato si no quería ser traicionado.- Como hombre del mar deberías saber que las habladurías no siempre son ciertas.-Se puso en pie con tranquilidad, sopesando las palabras del lobo, buscando algún beneficio a tenerle bajo su bandera, pero no supo ver ninguno.
Caminó por el camarote hasta coger dos vasos, colocó uno delante del vikingo y llenó el vaso de hidromiel, antes de hacer lo propio con el suyo.- No confío en ti, Bones. De modo que te diré qué debes hacer para llamar mi atención. Quiero un hombre, uno solo, su nombre es Einarson. Se dice que es un bastardo de Thor. La última vez que se escuchó de él fue en las islas del norte d noruega. Traemelo vivo, con los dos brazos y entonces tal vez escuche lo que tengas para ofrecerme.
Se echó hacia atrás en la silla, haciéndola crujir, con ambas manos a cada lado de los escritos, aun sopesando si debía confiar y darle una oportunidad a ese bocazas o no. También había escuchado hablar de William Bones, era el hombre perfecto para todo tipo de locuras, era un pirata y un mercenario, que se vendía al mejor postor, pero ese no era un buen dato si no quería ser traicionado.- Como hombre del mar deberías saber que las habladurías no siempre son ciertas.-Se puso en pie con tranquilidad, sopesando las palabras del lobo, buscando algún beneficio a tenerle bajo su bandera, pero no supo ver ninguno.
Caminó por el camarote hasta coger dos vasos, colocó uno delante del vikingo y llenó el vaso de hidromiel, antes de hacer lo propio con el suyo.- No confío en ti, Bones. De modo que te diré qué debes hacer para llamar mi atención. Quiero un hombre, uno solo, su nombre es Einarson. Se dice que es un bastardo de Thor. La última vez que se escuchó de él fue en las islas del norte d noruega. Traemelo vivo, con los dos brazos y entonces tal vez escuche lo que tengas para ofrecerme.
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/08/2017
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Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Cubierta del Jotunheim. 20:57 de la noche.
Por supuesto que el Perro sabía cosas, no es idiota, y antes de darle cierta información a Lord Blackbird, hizo los deberes. Era básico, pero no estúpido. Dibujó una mueca en su rostro tras la bordería que escupió Ysgramir Gunnarson por sus labios, iba a decir alguna de sus ocurrencias pero decidió que no era el mejor momento para ello. Tras eso escuchó lo que el Coloso tenía que comentarle, en aquello no le faltaba ni una pizca de razón. -Por mi es bien sabido eso, Gunnarson, por eso vine directo y sabiendo a lo que me enfrentaba. A la prueba de Jotunheim. De Hijo de Odin a hijo de Odín sabrás que no me echaré atrás facilmente. -La labia del Pirata era por todos bien conocida aunque a veces esa labia se transformaba en bravuconearía y a William en un bocazas, nada que le importase realmente.
De nuevo, aquél hombre de negocios, antaño conquistador de barcos y tierras nórdicas fue rotundo con sus palabras, parecía inmune a la labia de trovador totalmente capaz y profesional que tenía el Lobo pero eso no le asustaba, si no era hoy sería mañana, o al siguiente, Gunnarson acabaría sonriendo con él, era uno de sus sueños, aunque no lo decía en alto ni ahora ni nunca. -”No confío en ti” -Dijo de forma seria tratando de imitar a la perfección cada gesticulación de Ysgramir. Entonces le observó, sonriendo. -Vamos, Jefe Gunnarson, ¿Puede hacer algo que no sea sonreír así? -Entonces la sonrisa se le borró y puso cara de alguien que llevase días sin ir al baño a cagar, acto seguido se rió, dejando claro que era una de sus típicas bromas.
-De modo que a Noruega.. -No sabía como iba a ir, no tenía barco, pero lo que mejor se le daba a aquél desastroso pirata era improvisar por la marcha, y ya tenía algo en mente. -Mi patria querida. Está bien. Einarson, ¿Verdad? Una vez en Noruega, Jefe Gunnarson, ¿Donde debería de buscar? Algún lugar que frecuente.. ¿Es alguien de negocios? ¿O quizá un bandido? Cualquier detalle por pequeño que sea, me ayudara. Por cierto.. -Dijo titubeando un poco y mirándole. -¿Con los brazos enteros y vivos? ¿Que le pasa a las piernas? ¿Acaso se las puedo partir si me viene en gana? ¿O es que es un pobre tullido que ha abusado de tu generosísima y abundante generosidad y paciencia, Jotun? -William no callaba, pero a fin de cuentas aquél era uno de sus encantos. -Bueno, tendrás a tu presa. Me sudan los cojones por que la quieras, si dices, yo hago. -Miró hacia uno de los lugares donde había parte de aquél Cuarzo Marino que latía, con esa mirada avara y desafiante y justo cuando iba a soltar una de sus burradas a Ysgramir sus sentidos se dispararon completamente. Sus pupilas se dilataron al instante y sin preguntar ni mediar palabra se puso en medio de Ysgramir, a la derecha de éste. La ventana del camarote estalló y una bala atravesó el lado izquierdo de la espalda del Perro dando lugar al salpicon de sangre a todos los papeles del Coloso. -¡Me cago en la puta! ¡Eso ha dolido! -Maldijo William a la misma vez que conjuró una mueca de dolor parecida a cuando pasas días sin poder hacer tus necesidades en el retrete pero intentándolo, ese dolor era el que parecía tener en su rostro cuando en realidad, el dolor debía ser infernal. -Vaya noche movidita.. jefe, y en mi primerito dia.-Bromeó.
Varios disparos siguieron a aquél, pero no hacia el camarote del capitán si no en cubierta. Se escuchó el sonido hueco de unas cuerdas agarrarse a las barandas del navío, parecía que estaban asaltándolo. ¿Quien demonios era tan insensato?. Por supuesto, William estaba sediento de sangre y un poco de acción antes de irse no le vendría mal. Además, era una oportunidad para defender a quien sería su Jefe.
Ysgramir Gunnarson.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
No había vuelto a sus escritos porque quería ver hasta dónde llegaban las estupideces de William, sin duda con cada frase se superaba a sí mismo. Tenía tiempo de sobra para perderlo y las tonterías de Bones eran una novedad, sabía que se le pasaría pronto y empezaría a exasperarle pero si algo pecaba Gunnarson era paciencia, una condición adquirida por los años y no precisamente por carácter, porque lo tenía, solo que era difícil arrastrarlo a semejante estado, algo muy poco recomendable.
Le observaba en completo silencio, con la misma expresión, mientras el lobo le imitaba y se reía él solo de sus propias gracias. No le importaba, ni siquiera le ofendió, hacía tiempo que las estupideces no le afectaban, tenía un palo metido por el culo y no le molestaba. La labia de William no funcionaba con él porque estaba más que acostumbrado a tratar con comerciantes y gente de alta cuna, que en su mayoría se valían de esas artes para conseguir lo que querían. Estaba demasiado curtido en negociaciones y palabras vacías que ya nada le impresionaba, él no compartía ese afán por la conversación, era parco en palabras, directo y muy poco dado a divagaciones absurdas.
-Significa que no me importa si le partes las piernas mientras me lo traigas vivo, solo necesito sus brazos. Es herrero. Es todo cuanto puedo decirte. Uno bueno.- Dijo, sin más. Escuchó el tiro antes de que la sangre salpicara los papeles y también a él. Cerró los ojos con lentitud, santa paciencia debía tener uno para no salir y hacerles limpiar su mampara con la maldita lengua. Abrió los ojos observando al perro, con el tiro y tan feliz, ni con esas se quedaba callado.- Entonces deja de perder el tiempo aquí, arregla este desorden y ve a cumplir con lo que te digo.- Cogió aire lentamente.- Y más vale que no me hagáis salir a poner orden.- Porque además de acabar con al vida de los atacantes iba a soltar un buena paliza a sus hombres que eran incapaces de defender un maldito buque de guerra.- Si son capaces de atacar el Jotunheim es que todavía no me temen lo suficiente. No dejéis rastro de ellos. ¿Entendido, Bones?
Le observaba en completo silencio, con la misma expresión, mientras el lobo le imitaba y se reía él solo de sus propias gracias. No le importaba, ni siquiera le ofendió, hacía tiempo que las estupideces no le afectaban, tenía un palo metido por el culo y no le molestaba. La labia de William no funcionaba con él porque estaba más que acostumbrado a tratar con comerciantes y gente de alta cuna, que en su mayoría se valían de esas artes para conseguir lo que querían. Estaba demasiado curtido en negociaciones y palabras vacías que ya nada le impresionaba, él no compartía ese afán por la conversación, era parco en palabras, directo y muy poco dado a divagaciones absurdas.
-Significa que no me importa si le partes las piernas mientras me lo traigas vivo, solo necesito sus brazos. Es herrero. Es todo cuanto puedo decirte. Uno bueno.- Dijo, sin más. Escuchó el tiro antes de que la sangre salpicara los papeles y también a él. Cerró los ojos con lentitud, santa paciencia debía tener uno para no salir y hacerles limpiar su mampara con la maldita lengua. Abrió los ojos observando al perro, con el tiro y tan feliz, ni con esas se quedaba callado.- Entonces deja de perder el tiempo aquí, arregla este desorden y ve a cumplir con lo que te digo.- Cogió aire lentamente.- Y más vale que no me hagáis salir a poner orden.- Porque además de acabar con al vida de los atacantes iba a soltar un buena paliza a sus hombres que eran incapaces de defender un maldito buque de guerra.- Si son capaces de atacar el Jotunheim es que todavía no me temen lo suficiente. No dejéis rastro de ellos. ¿Entendido, Bones?
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
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Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Cubierta del Jotunheim. 21:23 de la noche.
- Vivir, es luchar:
Las órdenes habían sido dadas y el mazo de la sentencia había caido sobre los incompetentes que osaban siquiera poner un pie en aquella madera de primerísima calidad. El Jotun tenía razón, si se atreven a venir es que no le temen lo suficiente. No por mucho tiempo. Pensó el Perro, que ahora, tras el velo rojo de sus ojos, era más lobo que cualquier otro cánido de la familia. El homóplato le sangraba una bestialidad, regaba el suelo con su color carmín, pero algo le hacía seguir en pie pese a todo lo demás: Adrenalina. Sonreía, lo deseaba, lo ansíaba. Miró, una última vez a quien iba a ser -Y estaba seguro de ello- Su Jefe, desde ahora en adelante. -Asi se hará, Hijo de Odín. -Pronunció con una voz que no era la acostumbrada, así como el tono utilizado.
En la cubierta todo era un caos, había esclavos de sangre o tambien llamados Ghouls, ensartados en estacas de plata y madera, muchos de ellos aún estaban vivos pero paralizados por lo que conllevaba tener una estaca clavada cerca del corazón. Los gritos escénicos adornaban este primer acto y la violencia se hacía patente en la cubierta. Espadazos por allí, balas por otro lado. Uno de los Ghouls mas enormes y musculados portaba en su mano derecha una espada y en la izquierda un puñal mas pequeño, sus ataques consistían en lacerar con la espada y apuñalar al final en el riñón con el arma mas pequeña. Daba cabezazos, se valía bien, pero le rodearon 6 hombres, todos armados. -¡Este barco pasa a estar en propiedad de la Rosa Verde! -Vociferó uno. Aquella voz recorrió de forma constante cada canal de madera del buque, cada palo del Jotunheim, hasta llegar a la puerta que se abría. La puerta del camarote mas importante: El del capitán. William salía, ya no tenía la trenza que le daba el nombre y reputación si no que su cabello estaba suelto como las ramas de una gran secuoya llena de vida y furia. La furia de la madre. Sus ojos seguían rojos y su sonrisa no se había borrado. -Las ordenes han sido dadas, guerreros, y la sangre.. Teñirá el mar hecho con los cuerpos de los enemigos del Coloso de Hielo. -La musculatura del Perro comenzó a mutar de forma abrupta abriendo jirones de su ropa hasta romperla por varias mitades que caían suavemente hacia el suelo. De su cabeza nació un morro largo lleno de mortíferas armas en forma de dientes curvos y preparados para la batalla. Los brazos se alargaron, se muscularon y cobraron la vida de unas sanguinolentas garras de considerable tamaño. Aquello ya no era humano si no un enorme Crinos sin la luz de la luna. Un Crinos que se bastaba solo para controlarse.
Will arañó suavemente el mastil principal dejando su marca, la marca de sus garras. Los hombres de la organización La Rosa Verde se quedaron paralizados ante la visión, algunos Ghouls aprovecharon para dar golpes bajos y Midgar se reía a carcajadas. -¿Que pasa? Ni que hubierais visto al lobo venir a por las ovejas. -No dio tiempo a nada ni a nadie, dio un enorme salto, cosa que hizo que la sangre de su homóplato salpicara por todas partes, pero le bastó para placar a dos de aquellos hombres y hacer que no lo contaran. Agarró a otro de ellos por el cuello, apretando con fuerza hasta que los ojos se le salieron prácticamente de sus cuencas y la sangre bañaba su cara en forma de lagrimas. Lo soltó como un despojo que iría pronto a la deriva en el mar y agarró a otro que intentaba darle un espadazo. Lo paró con la boca. -Te arrancaré la piel a tiras y las tenderé en la fachada del Asgard, miserable. -La partió por la mitad y con su zarpa izquierda clavó sus garras en el pecho del atacante hasta agujerearle el pecho y destrozar su corazón mortal. Apenas quedaban asaltantes. -¡A los que queden vivos, preparad palos de madera, mástiles, lo que sea! ¡Enseñemos a Paris lo que ocurre cuando asaltas el Jotunheim! -Lo que quería el Perro era exponer los cadaveres y los no tan cadaveres a la vista de todo el mundo, dejando claro un mensaje, a fin de cuentas, eso era una de sus firmas, y así dejarían claro que con Ysgramir Gunnarson no se juega.
Pero unos sonidos vinieron del camarote del capitan, unos forcejeos y unos cristales rotos. Signos de una violencia que no era normal en un hombre. William se iba a poner en camino de inmediato pero por la espalda alguien le clavó una espada de Plata justo donde tenía el tiro anterior y cerca de su Corazón, haciendo que hincara una de sus rodillas en el suelo y cerrara uno de sus ojos, perdiendo casi por completo la transformación en Crinos. Trató de ver quien fue el cobarde, pues se alejaba para huir de la batalla y de la escena, del acto. Pudo apreciar algo: Quien le había atacado por la espalda, era un Ghoul y era de la armada de Ysgramir. -....Traidor. -Volvió a mirar hacia el Camarote. -Jefe Gunnarson.. -¿Que estaría pasando ahí dentro? Se preguntaba el malherido William, luchando por ponerse de nuevo en pie e ir de inmediato.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
La brutalidad no era significante para alguien que había pasado toda su vida mortal saqueando y conquistando tierras ajenas, el sonido de la batalla apenas despertaba en él antiguas añoranzas, ya no era un guerrero, hacía tiempo que no hervía con la idea de masacrar hasta ese gusto había perdido con los años, cuando las vidas humanas significaban tan poco y eran tan fugaces, sembrar muerte no tenía el mismo significado, como un niño aplastando hormigas con los dedos, al principio el poder era embriagador, pero el interés se perdía rápidamente. Escuchaba a sus hombres luchar fuera, en otro tiempo sería el primero en las filas, ahora ya no le importaba, morir o vivir, qué más daba, la vida estaba sobre valorada. Si hubiera entre ellos alguien que pudiera merecer la pena, tal vez, pero los mortales no merecían su tiempo.
Seguía escribiendo y observando papeles, pero su mano se movía con demasiada fuerza ejerciendo una presión innecesaria y su caligrafía era legible, pero furiosa. Era difícil distinguir ruidos con la que había fuera, escuchaba gritos, rugidos, el olor de la sangre entraba por las rendijas de su puerta con facilidad. La ventana que había sido destrozada por la primera bala, saltó en mil astillas, se levantó tirando la silla hacia atrás por el impulso y apretó los puños, tenía una paciencia muy destacable, pero hasta para él tenía límite. No sabía qué le importunaba más, que tuvieran al desfachatez de atacarle en su propio barco o que no le dejasen terminar los trámites de una buena vez.
Saltó hacia un lado de milagro, cuando una espada trazó un arco ascendente, con el movimiento ya había evitado su objetivo pero el filo siseó al rasgar la carne de su rostro, que giró por la simple inercia del golpe. La sangre del vampiro brotó de la herida y se movió de nuevo esquivando una daga de plata que había volado de la ventana, era estrecha y no podían entrar a la vez, pero por los pasos que escuchaba al otro lado no eran pocos. Empezaron a rodearle, a lo cual el Jotun ni siquiera reaccionó, observó a los hombres, había también mujeres. ¿Cazadores? Quién cojones eran. Sus ojos fríos observaba el posicionamiento, que no era para nada malo, algunos llevaban armas cortas, hubo un momento de inquietud, de silencio absoluto que rompió el sonido del martillo de una pistola accionándose.
Ysgramir levantó la vista y se movió deprisa esquivando la trayectoria del proyectil, la pelea estalló en cuestión de segundos. Se lanzaron a por él en perfecta sucesión, estaba claro que no eran unos novatos, el vampiro se movió con agilidad, deteniendo golpes al mismo tiempo que los desviaba, cogió al primero que se acercó demasiado de la muñeca y se la partió de un movimiento seco, se giró a por el siguiente atrapando su codo con el brazo y le partió el húmero de un puñetazo, le pegó una patada que lanzó al hombre contra la pared, se agachó justo a tiempo para evitar que le cortasen la garganta, tenía que evitar tantos golpes que apenas era capaz de devolverlos, escuchó nuevamente el martillo y levantando la mirada se impulsó golpeando el pecho de uno de ellos con el puño, se precipitó contra el que llevaba el arma de fuego y chocaron con violencia. Los atacantes se cansaban, mientras que Ysgramir cada vez estaba más furioso, mientras un grupo de tres le atosigaban cogió a la amenaza real, una mujer con una estaca intentó acercarse mientras sus compañeros le distraían. El Coloso le miró a los ojos, apenas durante unas milésimas de segundo, contempló el horror de la mujer antes de que Ysgramir girase su propia mano y le clavase la estaca en un ojo. La mujer gritó. El Jotun se había cansado. El sonido de los huesos rompiéndose era música para sus oídos, cogió a otro del cuello y le arrancó la tráquea de un tirón seco, aquello hizo que varios se quedasen petrificados, el tiempo suficiente para que Ysgramir se diera la vuelta y les mirase friamente, estaba lleno de sangre, tenía cortes, heridas que en su mayoría habían empezado a cicatrizar, pero el hielo en sus ojos tenía tanta intensidad que quemaban. Los tres que quedaban intentaron huir, en cuanto se dieron la vuelta, Ysgramir cogió a uno de la nuca y le empujó con tanta fuerza que dejó su cráneo pintado en la pared de madera.
A dos les dio tiempo a salir por la ventana, pero el Jotun les siguió y les dio caza, no fue rápida y la desesperación y los latidos de sus corazones enervaban al antiguo vikingo.- Cobardes.- Escupió al suelo cuando acabó con el último de ellos, tiró sus cuerpos al mar y poco después volvía por la ventana. La mujer seguía sollozando arrinconada, mientras un par de sus amigos agonizaban en el suelo. Agarró a la chica, levantándola del suelo, intentó suplicar pero Ysgramir no le hizo caso, cogió al estaca que permanecía en su ojo y la sacó sin miramientos. La muchacha estuvo a punto de desmayarse. Cuando El Perro entró en su camarote, El Jotun estaba clavando la palma de la mano a la pared, con tal fuerza que incluso atravesó la recia madera.
Se separó unos cuantos pasos, los justos para mirar a la chica, cuyo dolor era tan inmenso que estaba al borde de la inconsciencia.- Habla.- No dijo más.
Seguía escribiendo y observando papeles, pero su mano se movía con demasiada fuerza ejerciendo una presión innecesaria y su caligrafía era legible, pero furiosa. Era difícil distinguir ruidos con la que había fuera, escuchaba gritos, rugidos, el olor de la sangre entraba por las rendijas de su puerta con facilidad. La ventana que había sido destrozada por la primera bala, saltó en mil astillas, se levantó tirando la silla hacia atrás por el impulso y apretó los puños, tenía una paciencia muy destacable, pero hasta para él tenía límite. No sabía qué le importunaba más, que tuvieran al desfachatez de atacarle en su propio barco o que no le dejasen terminar los trámites de una buena vez.
Saltó hacia un lado de milagro, cuando una espada trazó un arco ascendente, con el movimiento ya había evitado su objetivo pero el filo siseó al rasgar la carne de su rostro, que giró por la simple inercia del golpe. La sangre del vampiro brotó de la herida y se movió de nuevo esquivando una daga de plata que había volado de la ventana, era estrecha y no podían entrar a la vez, pero por los pasos que escuchaba al otro lado no eran pocos. Empezaron a rodearle, a lo cual el Jotun ni siquiera reaccionó, observó a los hombres, había también mujeres. ¿Cazadores? Quién cojones eran. Sus ojos fríos observaba el posicionamiento, que no era para nada malo, algunos llevaban armas cortas, hubo un momento de inquietud, de silencio absoluto que rompió el sonido del martillo de una pistola accionándose.
Ysgramir levantó la vista y se movió deprisa esquivando la trayectoria del proyectil, la pelea estalló en cuestión de segundos. Se lanzaron a por él en perfecta sucesión, estaba claro que no eran unos novatos, el vampiro se movió con agilidad, deteniendo golpes al mismo tiempo que los desviaba, cogió al primero que se acercó demasiado de la muñeca y se la partió de un movimiento seco, se giró a por el siguiente atrapando su codo con el brazo y le partió el húmero de un puñetazo, le pegó una patada que lanzó al hombre contra la pared, se agachó justo a tiempo para evitar que le cortasen la garganta, tenía que evitar tantos golpes que apenas era capaz de devolverlos, escuchó nuevamente el martillo y levantando la mirada se impulsó golpeando el pecho de uno de ellos con el puño, se precipitó contra el que llevaba el arma de fuego y chocaron con violencia. Los atacantes se cansaban, mientras que Ysgramir cada vez estaba más furioso, mientras un grupo de tres le atosigaban cogió a la amenaza real, una mujer con una estaca intentó acercarse mientras sus compañeros le distraían. El Coloso le miró a los ojos, apenas durante unas milésimas de segundo, contempló el horror de la mujer antes de que Ysgramir girase su propia mano y le clavase la estaca en un ojo. La mujer gritó. El Jotun se había cansado. El sonido de los huesos rompiéndose era música para sus oídos, cogió a otro del cuello y le arrancó la tráquea de un tirón seco, aquello hizo que varios se quedasen petrificados, el tiempo suficiente para que Ysgramir se diera la vuelta y les mirase friamente, estaba lleno de sangre, tenía cortes, heridas que en su mayoría habían empezado a cicatrizar, pero el hielo en sus ojos tenía tanta intensidad que quemaban. Los tres que quedaban intentaron huir, en cuanto se dieron la vuelta, Ysgramir cogió a uno de la nuca y le empujó con tanta fuerza que dejó su cráneo pintado en la pared de madera.
A dos les dio tiempo a salir por la ventana, pero el Jotun les siguió y les dio caza, no fue rápida y la desesperación y los latidos de sus corazones enervaban al antiguo vikingo.- Cobardes.- Escupió al suelo cuando acabó con el último de ellos, tiró sus cuerpos al mar y poco después volvía por la ventana. La mujer seguía sollozando arrinconada, mientras un par de sus amigos agonizaban en el suelo. Agarró a la chica, levantándola del suelo, intentó suplicar pero Ysgramir no le hizo caso, cogió al estaca que permanecía en su ojo y la sacó sin miramientos. La muchacha estuvo a punto de desmayarse. Cuando El Perro entró en su camarote, El Jotun estaba clavando la palma de la mano a la pared, con tal fuerza que incluso atravesó la recia madera.
Se separó unos cuantos pasos, los justos para mirar a la chica, cuyo dolor era tan inmenso que estaba al borde de la inconsciencia.- Habla.- No dijo más.
Ysgramir Gunnarson- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/08/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
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Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Cubierta del Jotunheim. 21:23 de la noche
William luchaba por ponerse en pie, su deber era ir donde Gunnarson para protegerle aunque él mismo sabía de sobra que falta no le hacía. La sangre se colaba entre la madera del Jotunheim, la sangre de Hati que corría por las venas de Bones. Se arrastraba, pues la plata le había hecho el mayor daño físico que recordaba en su vida, equiparable al dolor de perder a cierta persona, una cicatriz que jamás cerrará en su cuerpo. Los sonidos dentro del Camarote del Capitán eran claros, el Coloso estaba enfurecido por la intrusión en su propia casa. Will no se podía permitir decepcionarle ahora, aunque tuviese que cargar con aquél atroz dolor, llegaría a la puerta. -Jefe.. Gunnarson.. -Repitió de nuevo. Uno de los asaltantes aprovechó el moribundo estado de Bones para propinarle una patada en la boca con el empeine. La sangre volvía a saltar mientras los párpados del Perro comenzaban a pesar presa de todo el cansancio y dolor causado a lo largo del día de hoy. De nuevo una patada a la nariz le fue dada. La mano ajena agarró la melena rubia del Pirata para golpear enumeradas veces su rostro contra la cubierta hasta hacerle sangrar mas aún, hasta abrirle heridas que serían difíciles de curar e imposibles de tapar. El perro comenzaba a ahogarse con su propia sangre.
Escupió a un lado mientras el agresor se reía sin parar. -¡El barco es nuestro! ¡El jefe estará contento! -Midgard apenas podía escuchar aquellas palabras por muy alto que fueran pronunciadas. Estaba mareado y su cuerpo luchaba para no ahogarse con la sangre. Todo le daba vueltas, hubo un momento en el que el lobo no sabía si se había desmayado o había muerto, pues abrió los ojos, tumbado aún en la cubierta, pero no estaba en la del Jotunheim, si no que todo era borroso con un tono grisáceo. Sentía el gélido aliento de la muerte en su nuca y no podía moverse en absoluto. Gruñó. -Maldita.. sea. No puedo.. acabar así, por un ataque a traición.. -Volvió a escupir sangre.
El sonido ajeno de unas pisadas alertó al moribundo pirata que no sabía donde se encontraba. -¿Qu-quién anda ahi..? -Trató de moverse en vano. Un colosal lobo de color pardo y los ojos inyectados en fuego se puso delante de su cuerpo, mirándole impasible con una mirada que era capaz de apelar a la culpa de cualquiera. Una mirada incriminatoria.
-Mírate, William Bones. Ni siquiera mereces que te llame así.
-¿Quien.. eres tu?
-¿Y tu? ¿Quien eres? ¿Un gusano que se arrastra por una puñalada trapera? ¿Un gusano que no es capaz de ayudar a quien jura lealtad?
-¡Cállate, maldita sea! No dejo de ser un simple.. y maldito humano.
-Pues sé algo más que un simple y maldito humano. Sé aquél que prometió vivir la vida tal y como quisiera.
-¿Qué? …¿Cómo sabes eso?
-Te vuelvo a preguntar, Humano. ¿Quien eres?
-William…
-No. Ahora mismo no eres William Bones.
-¿Entonces..?
-Ahora mismo eres una Vergüenza a punto de rendirse a que Hela y Davy Jones se repartan tu miserable alma. ¿Es así como quieres reunirte con ella? ¿Es así como quieres que ella recuerde tu promesa de volver a veros?
-…
-Me das asco.
El enorme lobo se dio lentamente la vuelta sobre sí mismo, comenzando a caminar lentamente hacia la lejanía. El cuerpo maltrecho de William luchaba, se movía. Rasgaba la madera pútrida de aquella cubierta de un barco que no conocía y dudaba que existiese en realidad. Pero en algo tenía razón aquél lobo. No podía rendirse.. Él no era así. Aunque estuviese a las puertas de la muerte, ¿Y qué? No era la primera vez que saludaba a Hela y se marchaba después. Entonces, William se levantó cargando la fuerza de sus hombros, con cansancio pero con decisión. Sus ojos brillaron y miraron al Lobo antes de que éste se marchase para siempre.
-Alto ahí.. Chucho.
-¿Mmmh?
-Me has preguntado quien soy. Mi nombre es.. ¡William Bones Midgard! El Perro que cruzará el Valhalla y brindará con los dioses junto a tres cachorros, tal y como ella dijo. ¿Me oyes, saco de sarna? ¡WILLIAM BONES!
El lobo sonrió, acercándose de nuevo a William, mirándole fijamente. No dijo nada más, tan solo aulló con la fuerza y el espiritu necesarios para despertar a William de su trance. Despertó en su forma de Glabro, aún cansado, sin parar de sangrar, pero con su agresor cogido por su mano alzándolo del suelo. Apretó con tanta furia que los ojos se le salieron de las cuencas desparramándose lentamente por la tez del incursor. Tras eso, siguió apretando con la zarpa hasta que el cuello quedó tan destrozado que se despegó la cabeza de éste. Tiró los restos a la cubierta, esta vez sí, del Jotunheim. -Gracias Hati. -Murmuró, cayendo en la cuenta de lo que ha sido su sueño. Abrió la puerta de una patada, y tras ver lo que allí ocurrió, como Ysgramir despachaba a todos de una forma tan elegante como visceral, el Perro quedó fascinado. Iba a soltar una de las suyas aun sangrando y jadeando pero el Jotun le pegó el corte con una orden.
-Hay traidores en tus filas, jefe Gunnarson. Uno de los Amotinados me ha atacado a traición con un arma de plata, un problema que yo mismo solventaré en la mayor brevedad posible. Te ruego que sigas haciendo tus quehaceres y tus incursiones al norte y dejes esta mierda de la Organización de la Rosa Verde en mis manos. Le juro por mi honor que llegaré al fondo del asunto en cuanto le traiga al herrero de Noruega. -En los ojos de William se podía apreciar el fulgor del deseo. De las ganas. -Una vez vuelva, no quedará Rosa Verde con espinas que puedan cortarte, Ysgramir Gunnarson.
Tres días después. En el Libertinaje. 10:04 de la mañana.
Tres días habían pasado desde aquella noche, William no podía pensar en otra cosa que no fuera esa Organización, en la escena de su Jefe despachando a todos y en Noruega, su Misión. La iba a llevar a cabo fuera como fuera. No decepcionaría de nuevo a Hati, y mucho menos… dejaría que ella le viese desde donde estuviese, de ese modo. Alzó la vista al cielo durante unos momentos tras recordar aquello y sonrió entrando al Barco llamado El Libertinaje. Era un barco mercante que llevaría mercancías que desconocía el Perro hacia Noruega. Se hacía pasar por alguien de la tripulación destinado a la cocina, habiendo matado al real dos días atrás.
Bajó las escaleras, no sin ser empujado varias veces por los demás de la tripulación. Le sacaría los ojos a todos de no ser por que tiene que aparentar. Su plan era hacerse con la nave entera, matando o doblegando a su capitán, algo muy pirata, vamos. Pero uno de esos estúpidos le hizo la zancadilla y William cayó rodando por las escaleras hasta la cocina, chocando contra varios barriles de fruta y haciéndose algo de daño en la cabeza. Se rascó. -Me cago en la puta… lo pagarán caro cuando me haga con esta nave de mierda. -Iba a soltar una salva de palabras obscenas pero la visión de un hombre cuya estatura jamás había visto algo igual, estaba delante de él, ¿Era el cocinero? Los ojos de William repasaban aquella musculatura y aquella melena. ¿Le habrá escuchado lo que ha dicho antes?-Por todos los dioses.. ¿Que cojones eres tu? ¿Un puto gigante?
- Spoiler:
William luchaba por ponerse en pie, su deber era ir donde Gunnarson para protegerle aunque él mismo sabía de sobra que falta no le hacía. La sangre se colaba entre la madera del Jotunheim, la sangre de Hati que corría por las venas de Bones. Se arrastraba, pues la plata le había hecho el mayor daño físico que recordaba en su vida, equiparable al dolor de perder a cierta persona, una cicatriz que jamás cerrará en su cuerpo. Los sonidos dentro del Camarote del Capitán eran claros, el Coloso estaba enfurecido por la intrusión en su propia casa. Will no se podía permitir decepcionarle ahora, aunque tuviese que cargar con aquél atroz dolor, llegaría a la puerta. -Jefe.. Gunnarson.. -Repitió de nuevo. Uno de los asaltantes aprovechó el moribundo estado de Bones para propinarle una patada en la boca con el empeine. La sangre volvía a saltar mientras los párpados del Perro comenzaban a pesar presa de todo el cansancio y dolor causado a lo largo del día de hoy. De nuevo una patada a la nariz le fue dada. La mano ajena agarró la melena rubia del Pirata para golpear enumeradas veces su rostro contra la cubierta hasta hacerle sangrar mas aún, hasta abrirle heridas que serían difíciles de curar e imposibles de tapar. El perro comenzaba a ahogarse con su propia sangre.
Escupió a un lado mientras el agresor se reía sin parar. -¡El barco es nuestro! ¡El jefe estará contento! -Midgard apenas podía escuchar aquellas palabras por muy alto que fueran pronunciadas. Estaba mareado y su cuerpo luchaba para no ahogarse con la sangre. Todo le daba vueltas, hubo un momento en el que el lobo no sabía si se había desmayado o había muerto, pues abrió los ojos, tumbado aún en la cubierta, pero no estaba en la del Jotunheim, si no que todo era borroso con un tono grisáceo. Sentía el gélido aliento de la muerte en su nuca y no podía moverse en absoluto. Gruñó. -Maldita.. sea. No puedo.. acabar así, por un ataque a traición.. -Volvió a escupir sangre.
El sonido ajeno de unas pisadas alertó al moribundo pirata que no sabía donde se encontraba. -¿Qu-quién anda ahi..? -Trató de moverse en vano. Un colosal lobo de color pardo y los ojos inyectados en fuego se puso delante de su cuerpo, mirándole impasible con una mirada que era capaz de apelar a la culpa de cualquiera. Una mirada incriminatoria.
-Mírate, William Bones. Ni siquiera mereces que te llame así.
-¿Quien.. eres tu?
-¿Y tu? ¿Quien eres? ¿Un gusano que se arrastra por una puñalada trapera? ¿Un gusano que no es capaz de ayudar a quien jura lealtad?
-¡Cállate, maldita sea! No dejo de ser un simple.. y maldito humano.
-Pues sé algo más que un simple y maldito humano. Sé aquél que prometió vivir la vida tal y como quisiera.
-¿Qué? …¿Cómo sabes eso?
-Te vuelvo a preguntar, Humano. ¿Quien eres?
-William…
-No. Ahora mismo no eres William Bones.
-¿Entonces..?
-Ahora mismo eres una Vergüenza a punto de rendirse a que Hela y Davy Jones se repartan tu miserable alma. ¿Es así como quieres reunirte con ella? ¿Es así como quieres que ella recuerde tu promesa de volver a veros?
-…
-Me das asco.
El enorme lobo se dio lentamente la vuelta sobre sí mismo, comenzando a caminar lentamente hacia la lejanía. El cuerpo maltrecho de William luchaba, se movía. Rasgaba la madera pútrida de aquella cubierta de un barco que no conocía y dudaba que existiese en realidad. Pero en algo tenía razón aquél lobo. No podía rendirse.. Él no era así. Aunque estuviese a las puertas de la muerte, ¿Y qué? No era la primera vez que saludaba a Hela y se marchaba después. Entonces, William se levantó cargando la fuerza de sus hombros, con cansancio pero con decisión. Sus ojos brillaron y miraron al Lobo antes de que éste se marchase para siempre.
-Alto ahí.. Chucho.
-¿Mmmh?
-Me has preguntado quien soy. Mi nombre es.. ¡William Bones Midgard! El Perro que cruzará el Valhalla y brindará con los dioses junto a tres cachorros, tal y como ella dijo. ¿Me oyes, saco de sarna? ¡WILLIAM BONES!
El lobo sonrió, acercándose de nuevo a William, mirándole fijamente. No dijo nada más, tan solo aulló con la fuerza y el espiritu necesarios para despertar a William de su trance. Despertó en su forma de Glabro, aún cansado, sin parar de sangrar, pero con su agresor cogido por su mano alzándolo del suelo. Apretó con tanta furia que los ojos se le salieron de las cuencas desparramándose lentamente por la tez del incursor. Tras eso, siguió apretando con la zarpa hasta que el cuello quedó tan destrozado que se despegó la cabeza de éste. Tiró los restos a la cubierta, esta vez sí, del Jotunheim. -Gracias Hati. -Murmuró, cayendo en la cuenta de lo que ha sido su sueño. Abrió la puerta de una patada, y tras ver lo que allí ocurrió, como Ysgramir despachaba a todos de una forma tan elegante como visceral, el Perro quedó fascinado. Iba a soltar una de las suyas aun sangrando y jadeando pero el Jotun le pegó el corte con una orden.
-Hay traidores en tus filas, jefe Gunnarson. Uno de los Amotinados me ha atacado a traición con un arma de plata, un problema que yo mismo solventaré en la mayor brevedad posible. Te ruego que sigas haciendo tus quehaceres y tus incursiones al norte y dejes esta mierda de la Organización de la Rosa Verde en mis manos. Le juro por mi honor que llegaré al fondo del asunto en cuanto le traiga al herrero de Noruega. -En los ojos de William se podía apreciar el fulgor del deseo. De las ganas. -Una vez vuelva, no quedará Rosa Verde con espinas que puedan cortarte, Ysgramir Gunnarson.
Tres días después. En el Libertinaje. 10:04 de la mañana.
Tres días habían pasado desde aquella noche, William no podía pensar en otra cosa que no fuera esa Organización, en la escena de su Jefe despachando a todos y en Noruega, su Misión. La iba a llevar a cabo fuera como fuera. No decepcionaría de nuevo a Hati, y mucho menos… dejaría que ella le viese desde donde estuviese, de ese modo. Alzó la vista al cielo durante unos momentos tras recordar aquello y sonrió entrando al Barco llamado El Libertinaje. Era un barco mercante que llevaría mercancías que desconocía el Perro hacia Noruega. Se hacía pasar por alguien de la tripulación destinado a la cocina, habiendo matado al real dos días atrás.
Bajó las escaleras, no sin ser empujado varias veces por los demás de la tripulación. Le sacaría los ojos a todos de no ser por que tiene que aparentar. Su plan era hacerse con la nave entera, matando o doblegando a su capitán, algo muy pirata, vamos. Pero uno de esos estúpidos le hizo la zancadilla y William cayó rodando por las escaleras hasta la cocina, chocando contra varios barriles de fruta y haciéndose algo de daño en la cabeza. Se rascó. -Me cago en la puta… lo pagarán caro cuando me haga con esta nave de mierda. -Iba a soltar una salva de palabras obscenas pero la visión de un hombre cuya estatura jamás había visto algo igual, estaba delante de él, ¿Era el cocinero? Los ojos de William repasaban aquella musculatura y aquella melena. ¿Le habrá escuchado lo que ha dicho antes?-Por todos los dioses.. ¿Que cojones eres tu? ¿Un puto gigante?
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Corbin escuchó el barullo en cubierta, después los múltiples golpes contra las escaleras, acto seguido reconoció el sonido de frutas rodando por el suelo y se giró con un barril sobre uno de los hombros para ver quién se había vuelto a tropezar con la escalera maltrecha. Por el momento, Corbin no había cambiado mucho, salvo en sus ropas que estaban algo manchadas y maltratadas, con el cabello recogido detrás de la nuca para que no le molestara, seguía siendo prácticamente el mismo. Sonrió divertido.- Algo así.- Contestó simple y llanamente, inclinándose para coger del antebrazo al que se acababa de caer y le levantó casi de un tirón aun con el barril equilibrado en sus hombros, no pareció costarle demasiado ponerle en pie, aunque William tampoco era precisamente de los pequeños.- Según dicen en puerto soy más una mula..Pero por aquí me llaman el Tortuga….Y no te sientas mal, todos los nuevos acaban rodando, el primer peldaño está mal.
Escuchó unos gritos detrás y miró hacia allí, el cocinero bociferaba algo a medias entre francés y un galimatías. Suspirando, Corbin le contestó que ya estaba allí el nuevo.- ¿Eres el de cocina?- La verdad era que ese hombre no le parecía muy chef, más bien tenía pinta de ser un tripulante experto, pero como las apariencias engañaban mucho, sobre todo en cuestión de embarcaciones, no comentó nada.- Solo tienes que empezar a pelar patatas, no hay mucho más que cargar así que te ayudaré pronto.- Dijo sin más, antes de mover barriles, colocarlos al gusto del cocinero que, igual que una mujer amueblando la casa, le iba dirigiendo y le obligaba a cambiar las cosas de un lugar a otro.
A Corbin le llamaban a menudo de cubierta, pero como el cocinero solo era uno y el único que podía descifrar su palabrerío era él, se pasaba bastante tiempo en cocina. Se dejó caer entre sacos de patatas, estaba agotado, los días de puerto y carga eran horribles para él, pero el peso, el trabajo excesivo, el cansancio, le obligaban a no pensar, de modo que era bien recibido. Se puso a pelar patatas, casi en modo autómata.
Escuchó unos gritos detrás y miró hacia allí, el cocinero bociferaba algo a medias entre francés y un galimatías. Suspirando, Corbin le contestó que ya estaba allí el nuevo.- ¿Eres el de cocina?- La verdad era que ese hombre no le parecía muy chef, más bien tenía pinta de ser un tripulante experto, pero como las apariencias engañaban mucho, sobre todo en cuestión de embarcaciones, no comentó nada.- Solo tienes que empezar a pelar patatas, no hay mucho más que cargar así que te ayudaré pronto.- Dijo sin más, antes de mover barriles, colocarlos al gusto del cocinero que, igual que una mujer amueblando la casa, le iba dirigiendo y le obligaba a cambiar las cosas de un lugar a otro.
A Corbin le llamaban a menudo de cubierta, pero como el cocinero solo era uno y el único que podía descifrar su palabrerío era él, se pasaba bastante tiempo en cocina. Se dejó caer entre sacos de patatas, estaba agotado, los días de puerto y carga eran horribles para él, pero el peso, el trabajo excesivo, el cansancio, le obligaban a no pensar, de modo que era bien recibido. Se puso a pelar patatas, casi en modo autómata.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Generoso no seas. |
- Ambiente:
El Libertinaje. 10:07.
Sumido aún en su sorpresa tras ver a aquél hijo de gigantes apenas pudo reaccionar cuando éste último le cogió del antebrazo y sin apenas esfuerzo lo levantó de una sentada. Como si fuera una mera pluma en el paso del tiempo, pero, ¿Como era posible? William era un monstruo en comparación con la mayoría de hombres que poblaban Paris, y aquél gigante le había cogido como si no pesase nada, y no solo eso, si no que lo hizo con una mano mientras llevaba un barril a cuestas al otro lado. El Perro lo miraba con asombro, preso de la sorpresa mayúscula ante tal hombre o bestia, o gigante. Escuchó su voz, que pese a su cuerpo y pintas, parecía ser apacible e incluso relajante. Aun no sabía por qué, pero tuvo que sonreir. Aquél hombre le daba esa vibración.
-¿El peldaño? Si ya, buena esa, gigantón. Y gracias por los ánimos. -Se quitó el polvo de encima echando un vistazo a lo que parecía ser la cocina o indicios de ésta, junto al almacen, bodega.. todo junto. Vaya desastre de barco, pensó. -¿El Tortuga? ¿Y no sería mas lógico llamarte Gauldur? ¿Cual es tu verdadero nombre? Por que si nos ponemos a decir seudónimos, puedo ser Thor. Sin embargo, mi nombre es William Bones.-En la antigua lengua de los Vikingos, Gauldur significaba algo así como Dios Gigante, era como se les llamaba a los que tenían la enfermedad del gigantismo, aunque ellos mismos no lo supieran y pensasen que eran descendientes de Loki. Pronto iba a contestar que no era el de cocina pero por suerte, esta vez no fue bocazas y pensó antes de hablar. Recordó que estaba aquí para colarse y si quiere hacerse con la nave, antes tiene que pasar desapercibido por muchas veces que se cayese de unas escaleras. -Si, soy el de cocina. ¿Por aquí no hay ron? ¿Que beben estos hombres, sus meados?
Conforme menos bebía, mas agresivo estaría, pese a que eso él mismo no lo supiera. -¿Pelar patatas? -Preguntó sin más que añadir cuando vio que el Gauldur se sentó entre los sacos para pelar patatas como si fuera una construcción de los Enanos, es decir: Autómata. Cada vez le parecía mas extraño y a la vez fascinante aquél sujeto, mas unos pasos se escucharon en las escaleras. Un hombre corpulento y con una cicatriz en la oreja les miraba. -¡Pronto zarpamos, grumetes de agua dulce. Pelad patatas y hacer la comida a la tripulación, vagos de mierda! -Will se le quedó mirando, dudando si partirle la boca ahora o saborearlo mejor cuando se haga con el barco. El ojo plateado del corpulento le miró y se acercó a él. -¿Encuentras lo que buscas, muchacho? -Lo cierto es que no. Tanta grasa hace que me sea dificil encontrar algo en ese cuerpo seboso. -Con que un listillo ehmm. -Giró su mirada a Corbin, que seguía pelando patatas. -¡Tu! ¡Tortuga! Lleva al listo de turno a la mazmorra del barco. Y de paso le acompañas. Asi aprendes a que no debes juntarte con el primer nuevo de turno que quiera pasarse de listo con el Contramaestre. ¡Mueve ese culo!
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Mientras pelaba patatas, tirado sobre los sacos, observaba a William con una sonrisa, se encogió de hombros.- No se quién es Gauldur, pero puedes llamarme como prefieras, avísame antes de cambiarme el mote porque lo mismo no se que me hablas a mi.- Para tener esas manazas tan grandes era muy cuidado para usar el cuchillo, se notaba que llevaba ya tiempo haciendo la misma tarea, porque lo hacía sin pensar y sin dudar. - Supongo que si, que lo hay.- ¿En qué lugar no había alcohol? No tenía claro qué hacían, tampoco le interesaban, fue pasear por el puerto con un macuto al hombro y al día siguiente se había despertado en un barco, así porque si, le amenazaron, le dijeron que si no quería ir por la borda tendría que trabajar y no se quejó, seguramente sería el hombre “capturado” más dócil que jamás hubieran visto. Se suponía que era una embarcación mercante, si fuera un entendido sabría que tanto cañón ocupaba sitio que podría servir para más enseres, pero ni le importaba ni nada. Se encontró en alta mar, que era lo que realmente había ido buscando, se puso a aprender y a trabajar, a seguir órdenes y no hizo ninguna pregunta.
Levantó la vista hacia el contramaestre, que sabía que gastaba muy malas pulgas y cada vez era peor, seguramente porque se estaba haciendo mayor y el dolor de los huesos que le aquejaba con más insistencia le hacía sentirse viejo y temía que pusieran en duda sus capacidades. Después de hablar con la señora Paine, se había dado cuenta de que era más fácil percibir los sentimientos de la gente ahora que tenía conocimiento sobre sus habilidades y encima la mayoría de las veces lo hacía sin querer. Miró a uno y a otro cuando William le contestó, bajó la mirada por no reírse, un poco gordo estaba el pobre hombre pero no quería que le salpicasen los problemas de otros. Las mazmorras olían a pescado muerto, se escuchaban ratas gordas correteando y toda el agua que entraba desde la cubierta se caía encima. No había pasado mucho por el calabozo pero...Lo justo.
Pestañeó al escuchar al contramaestre, dejando de pelar, se señaló el pecho, incrédulo. Pero..¿Qué había hecho él? Apretó los labios y entrecerró los ojos mirando al nuevo, dejándole bien claro que si estaban en ese marrón era por culpa suya, pero no dudó en dejar el cuchillo y las patatas, levantándose pesadamente y caminando sin discutir hacia los calabozos con un enorme suspiro. Qué necesidad tenían los hombres de comprobar quién meaba más lejos, algunas veces provocaba aun más con su actitud, porque él no era de esos, hacía su trabajo y pasaba de todo el mundo, pero le llovían castigos y gritos como a todo grumete, así que miró a Bones.-….Será mejor que vayamos..-Era una petición encubierta para que se moviera él solito y no diera más problemas o tendría que llevarle él a rastras y no le apetecía nada.
Levantó la vista hacia el contramaestre, que sabía que gastaba muy malas pulgas y cada vez era peor, seguramente porque se estaba haciendo mayor y el dolor de los huesos que le aquejaba con más insistencia le hacía sentirse viejo y temía que pusieran en duda sus capacidades. Después de hablar con la señora Paine, se había dado cuenta de que era más fácil percibir los sentimientos de la gente ahora que tenía conocimiento sobre sus habilidades y encima la mayoría de las veces lo hacía sin querer. Miró a uno y a otro cuando William le contestó, bajó la mirada por no reírse, un poco gordo estaba el pobre hombre pero no quería que le salpicasen los problemas de otros. Las mazmorras olían a pescado muerto, se escuchaban ratas gordas correteando y toda el agua que entraba desde la cubierta se caía encima. No había pasado mucho por el calabozo pero...Lo justo.
Pestañeó al escuchar al contramaestre, dejando de pelar, se señaló el pecho, incrédulo. Pero..¿Qué había hecho él? Apretó los labios y entrecerró los ojos mirando al nuevo, dejándole bien claro que si estaban en ese marrón era por culpa suya, pero no dudó en dejar el cuchillo y las patatas, levantándose pesadamente y caminando sin discutir hacia los calabozos con un enorme suspiro. Qué necesidad tenían los hombres de comprobar quién meaba más lejos, algunas veces provocaba aun más con su actitud, porque él no era de esos, hacía su trabajo y pasaba de todo el mundo, pero le llovían castigos y gritos como a todo grumete, así que miró a Bones.-….Será mejor que vayamos..-Era una petición encubierta para que se moviera él solito y no diera más problemas o tendría que llevarle él a rastras y no le apetecía nada.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
¿Algún día Será? |
- Ambientación:
El libertinaje, 23:09 de la noche.
William se levantó captando la indirecta del gigantón. Lo cierto era que aquello no era justo, ¿Qué había hecho Gauldur? Si había sido él quien había lanzado el vacile. Sintió un enorme deja vu, pero lo dejó estar. Bajaron a las mazmorras tal y como pidieron a “Tortuga”, Will se negaba rotundamente a llamarle así. Él quería saber su nombre, pues alguien le enseñó que éstos son poderosos sellos. Cerraron la puerta con llave y ni comida les dejaron.
El pirata quedó sentado, ahora mismo estaba bastante arrepentido y se sentía mal. Miró a los ojos a aquél que decidió llamar Gauldur. -No era mi intención meterte en.. lios, Gauldur. No entiendo por que ha decidido que también tienes la culpa. Suelen hacerlo a menudo. -Recordó en aquél instante cuando en otra ocasión, pasó algo parecido.
Pasaron las horas y la comida no llegó por castigo. Lo que si llegó fue la noche estando ya en alta mar, la cual parecía estar en la mayor de las calmas. Los hombres hacían la guardia por las mazmorras con sus candiles de pequeñas lumbres naranjas con algunas polillas revoloteando. Uno de esos hombres se acercó al calabozo de Corbin y William, riéndose con un pedo descomunal. - No os preocupeis… ¡Hip! Haré como que no veo nada, la noche es larga… ¡Hip! -Bones no entendió nada del significado de aquella frase y dudaba que Corbin lo hubiese entendido. El guardia se marchó a mear en una esquina y Will clavó la mirada en el gigante. -Bueno.. Ya que vamos a estar aquí mínimo una noche entera, ¿Que tal si hablamos de nosotros? Me gustaría saber de ti, Gauldur, empezando por tu nombre. Pasando por esa mirada.. de tristeza que pareces querer ocultar a toda costa. Tu aura es una bomba que sube y que baja.. como si algunos momentos tuvieras miedo y otros momentos no. -Sonrió, Will jamás juzgaría a alguien, pero era muy curioso. Y la información siempre era una carta valiosa.
-Como dije, me llamo William Bones. Soy un Pirata sin tripulación. Y busco a alguien que perdí hace tiempo. -William era un bocazas, como siempre. Y más si estaba sensible como ahora. -¿Alguna vez has notado que una estrella te guía por el camino, Gauldur? Cuando lo pienso friamente.. pienso que me he vuelto loco. -Bajó la mirada. -Hice un pacto con el diablo, para llegar hasta Ysgramir y trabajar para él. De ese modo me financiará una tripulación, un barco, un nombre. Gracias a eso, podré seguir mi búsqueda. Pero es extraño.. Busco a alguien muerto. -Volvió a levantar la mirada. -¿Alguna vez has sentido que por reencontrarte con alguien, irías hasta el fin del mundo? Es lo que pienso hacer yo. Necesito… dar las gracias a quien me hizo ser tal y como soy. A quien me hizo cumplir una promesa que durará para siempre, aun habiendo muerto aquél día, junto a una parte de ella -Hizo una pausa. -La muerte no es una excusa para no cumplir las promesas, Gauldur. Pienso hacerme con este barco por las buenas o por las malas. Cumplir la petición de Gunnarson, crear una tripulación y buscar mas allá del mundo conocido a la persona que deseo encontrar. -Ahora si, finalmente, sonrió, como si aquél extraño gigante no fuera a contar nada a nadie del plan que acababa de soltar el bocazas Capitán. ¿William lo tenia todo planeado, o va siempre sobre la marcha confiando en su instinto?. -¿Y tu sueño, Gauldur? ¿Cuales son las metas de tu vida? Siento una corazonada que me grita desde el interior de mi cuerpo diciendo que eres mucho mas de lo que veo. De lo que la gente ve. De lo que la gente... conoce. Me pareces muy interesante.-Se tocó suavemente por la herida de aquella arma de plata que usó el amotinado.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Corbin caminó apaciblemente hasta el calabozo, era húmedo, incómodo y oscuro, pero hacer noche allí solo podía significar una cosa: Descanso. No dudó en dejarse caer pesadamente en el suelo, dejando recostada la espalda contra una de las paredes, estaba molido con tanta carga y descarga, no estaba en su naturaleza quejarse y de ello se aprovechaban, pero el esfuerzo físico le impedía pensar, le sentaba bien y hasta lo agradecía. Todos tenían que ganarse el pan y esta vez pasaría hambre por un bocazas, pero también un largo sueño.
Estaba dispuesto a dormir, con los ojos cerrados ya estaba a punto de empezar a roncar cuando escuchó las palabras del otro tripulante. Miró al hombre fijamente, no añadió nada al comentario, allí nadie sabía lo que había sido antes, a nadie le importaba de dónde había venido ni de qué trabajo había salido, era imposible que ese conociera su profesión, no le dio más importancia que a un comentario jocoso, con ánimo de ofender. Lo único que importaba era ser útil y él lo era, para algo más que complacer, así que hasta en cierto modo era feliz. Al principio, lo pasó mal con los movimientos del barco, él era un hombre de secano, de tierra firme, pero uno se acostumbraba a cualquier cosa con tal de sobrevivir y tras las primeras semanas de náuseas, vómitos y demases, se le pasó como si nada.
Dejó que William Bones hablase sin interrumpirle, no sabía por qué solía causar ese efecto, la gente le contaba cosas de su vida que se suponía deberían ser privadas y que a él le importaban muy poco, era totalmente consciente de que la información era mil veces más poderosa que el acero o los cañones, pero nunca había utilizado las confesiones de las almas atormentadas que acudían al burdel en busca de un vago consuelo. Tampoco iba a traicionar la confianza de William, le conociera o no de nada. No entendió mucho de su palabrería, para él nunca había habido una estrella guiando sus pasos, porque sería una estrella cabrona que le había enviado al abismo más profundo, a un vacío que no podía llenar. Pero algo de las palabras del pirata las hizo suyas, ¿Qué no haría por tener a Faith nuevamente? Bajó la mirada al suelo, suspirando. Si, conocía es sentimiento perfectamente, el de deberle la vida a alguien. Había estado enfadado con ella por haberle enseñado que había algo más allá que falsas emociones, luego se dio cuenta de que estaba siendo injusto y que estaba enfadado consigo mismo por no poder darle lo que necesitaba.
- ¿No has pensado que la gente que elige el mar a menudo son aquellos que quieren dejar atrás la tierra?...No soy el mismo hombre que hace unos meses, no quiero serlo. No tengo una meta real, Bones, solo quiero olvidar. - Y era una triste verdad, quería olvidar a Faith, quería olvidar a Corbin Lockwood, a su hermano, su vida antes de ver por primera vez el mar abierto. Solo quería morir en paz y vacío, mejor que vivir lleno de dolor.- Muerta o no, al menos esa persona te da un motivo para seguir adelante. - Se frotó la nuca, incómodo, rascándose después la barba.- ¿No me dirás quién es Gauldur?
Estaba dispuesto a dormir, con los ojos cerrados ya estaba a punto de empezar a roncar cuando escuchó las palabras del otro tripulante. Miró al hombre fijamente, no añadió nada al comentario, allí nadie sabía lo que había sido antes, a nadie le importaba de dónde había venido ni de qué trabajo había salido, era imposible que ese conociera su profesión, no le dio más importancia que a un comentario jocoso, con ánimo de ofender. Lo único que importaba era ser útil y él lo era, para algo más que complacer, así que hasta en cierto modo era feliz. Al principio, lo pasó mal con los movimientos del barco, él era un hombre de secano, de tierra firme, pero uno se acostumbraba a cualquier cosa con tal de sobrevivir y tras las primeras semanas de náuseas, vómitos y demases, se le pasó como si nada.
Dejó que William Bones hablase sin interrumpirle, no sabía por qué solía causar ese efecto, la gente le contaba cosas de su vida que se suponía deberían ser privadas y que a él le importaban muy poco, era totalmente consciente de que la información era mil veces más poderosa que el acero o los cañones, pero nunca había utilizado las confesiones de las almas atormentadas que acudían al burdel en busca de un vago consuelo. Tampoco iba a traicionar la confianza de William, le conociera o no de nada. No entendió mucho de su palabrería, para él nunca había habido una estrella guiando sus pasos, porque sería una estrella cabrona que le había enviado al abismo más profundo, a un vacío que no podía llenar. Pero algo de las palabras del pirata las hizo suyas, ¿Qué no haría por tener a Faith nuevamente? Bajó la mirada al suelo, suspirando. Si, conocía es sentimiento perfectamente, el de deberle la vida a alguien. Había estado enfadado con ella por haberle enseñado que había algo más allá que falsas emociones, luego se dio cuenta de que estaba siendo injusto y que estaba enfadado consigo mismo por no poder darle lo que necesitaba.
- ¿No has pensado que la gente que elige el mar a menudo son aquellos que quieren dejar atrás la tierra?...No soy el mismo hombre que hace unos meses, no quiero serlo. No tengo una meta real, Bones, solo quiero olvidar. - Y era una triste verdad, quería olvidar a Faith, quería olvidar a Corbin Lockwood, a su hermano, su vida antes de ver por primera vez el mar abierto. Solo quería morir en paz y vacío, mejor que vivir lleno de dolor.- Muerta o no, al menos esa persona te da un motivo para seguir adelante. - Se frotó la nuca, incómodo, rascándose después la barba.- ¿No me dirás quién es Gauldur?
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Arrasa con lo que veas. |
- Ahhhhh marinero de agua dulce.:
El libertinaje, 23:19 de la noche.
El perro pudo observar de forma adecuada como los ojos, la mirada de aquél gigante cuya musculatura sobrepasaba todos sus conocimientos de anatomía humana, giraba de un lado hacia otro por abajo del párpado, como si al decir que quería olvidar en realidad, no parase de recordar. Gestos que hace el cuerpo, ticks, pautas que Will empezaba a conocerse demasiado bien. Tal y como él predijo anteriormente, aquél hombre era uno de aquellos que buscaba olvidar en la tristeza, en la propia niebla de su alma y por instantes, parecía una mirada furiosa y llena de rabia, con si tuviese pasajeras ganas de matar a alguien. -¿Olvidar? Si bueno, en eso tienes toda la razón, mi buen Gauldur. No obstante, un hombre que se precie -Hizo una pausa, observando de pe a pá el cuerpo del grandullón. -Y creeme, Gauldur, eres todo un hombre. -Sonrió de forma elocuente. -Debe de tener una meta. Un fin, un camino que sirva de raíles para sus ambiciones y deseos, todo ser humano alberga todo eso en el interior de su corazón, y el tuyo, amigo mío, seguro que ni siquiera te cabe en el pecho y por eso la gente busca aprovecharse de ti. ¿Me equivoco?. -El Perro era un hombre dado a las costumbres y a los gestos faciales así como las articulaciones. Sabía mas o menos el estado de un hombre o mujer en base a todo ésto, pues así es como se pillaba a un mentiroso y eso, en su oficio, era obligatorio para los Motines o cuando dejaba dinero a alguien.
-¿Un motivo para seguir adelante? Pardiez… ella es MI motivo. El timón que pone rumbo a mi barco aún inexistente, Gauldur. Ella es la corriente por la que deseo navegar hasta por fin, poderla encontrar. -Sonrió, de forma algo bobalicona aunque él mismo cuenta no se diera. -Y así poderle dar las gracias. Poderla ver una vez más.. Abrazarla una vez más. Volver a pasar otra tarde en una taberna.. -Se quedó reflexionando. -Y quizá esta vez sea yo quien gane a los dados y no ella. -Sonrió de medio lado, con la mirada ensombrecida, estaba claro que aquél pirata por alguna razón, extrañaba mucho a la persona que va buscando por los siete mares. -Claro que te lo diré, hombre, tampoco hace falta que me mires así. -Rió por lo bajo, William era alguien que muy dificilmente le verían enfadado de forma real. -Gauldur fue antaño un poderoso Hechicero del que se comentaba y rumoreaba, podía dominar la voluntad de los llamados Reyes del cielo. Los Dragones. Era hijo de gigantes, la sangre de los Jotun corría por sus venas, rubio, gigante, fuerte… -Clavó la mirada en los pectorales hipnotizantes de su compañero de celda. -Era, a pesar de su sangre, alguien en quien podías confiarle tu vida, alguien que era pura bondad, pero un día, los humanos le traicionaron y le llevaron a las puertas del Helheim por petición de Hela. Ésta quería tener un hijo con Gauldur, cuyo nombre a medio hacer era Skaldr, Señor de las enfermedades y la podredumbre.
-Pero no se por que seguimos hablando de mi.. Cuando soy yo quien aún no sabe tu nombre, rapaz. Así que dime, Gauldur, ¿A qué o a quién quieres o te gustaría olvidar? Por el tono de tu voz, no pareces muy seguro de ello, ¿No es así? -El interés y la curiosidad del capitán pirata no hacían mas que crecer con cada minuto que pasaba frente a aquella magnitud de gigante, no por atracción sexual ni nada por el estilo si no por pura admiración de ver algo que jamás antes había visto, y eso que el Pirata era ducho en vivencias como para haber visto de todo un poco y más aún.
Tras hora y media, en alta mar. 00: 47 de la noche.
El disparo de varios cañones así como de morteros sonaban en la lejanía, con un silbido aterrador que iba creciendo a medida que pasaban los milisegundos hasta estallar cerca de la proa del Barco, consiguiendo una estremecedora explosión de astillas. Will abrió los ojos ante eso, pues había conciliado un poco el sueño, al igual que su compañero. Se levantó raudo y zarandeó el musculado cuerpo de su adyacente. -¡Eh, Gauldur! ¡Gauldur! ¡Despierta, coño! -Mientras despertaba, la mirada de William fue a una de las ventanas que daba al exterior. Había luz, cuando era noche cerrada. -Nos atacan. -Pronto el griterío de la cubierta se hizo mas que patente, el sonido de desmembramientos y la sangre hecha en charcos. Espadas, pólvora y madera astillada. William se asomó por los barrotes, comprobó que estaban cerrados a cal y canto y miró a Corbin, éste parecía demasiado tranquilo, cosa que no podía explicarse el Pirata soñador. -¿Como coño puedes estar tan tranquilo? Dame un poco de esa paciencia..
Una de las balas de cañón impactó directamente contra la mazmorra en la que se encontraban encerrados, encallando directamente contra la ventana. La explosión llegó al hombro derecho del Perro quien comenzó a sangrar fuertemente. El agua también daba su comienzo a colarse por entre las astilladas grietas del barco y parte del techo del camarote se vino abajo mientras William intentaba de forma vana echar abajo los barrotes de acero. Los tablones cayeron encima de Corbin y la mayor parte del barco estaba en llamas cuando la otra parte estaba casi hundida. El agua cubría la mayoría del sitio y casi no podían moverse. Aún con los tablones encima y aparentemente una de su pierna sepultada por completo, Gauldur parecía totalmente impasible al dolor. O tenía una resistencia increíble o aquél hombre quería morir, cuanto antes mejor. -No en mi presencia, lo siento. -Terminó por decir el Perro, dejando que Hati se adueñara de su cuerpo y espiritu, dejando ver una forma híbrida entre licántropo y humano, una conocida como el Glabro. Mas grande, mas fuerte y bruto. Intentó con sendas dificultades echarse al grandullón a la espalda, pero pesaba demasiado y el agua no ayudaba. El aire comenzaba a escasear, si no acababan sin oxígeno, acabarían ahogados entre sonidos de explosiones.
La mañana siguiente. En Costas extrañas. 09:17 de la mañana.
- Spoiler:
Abría los ojos, William notaba la áspera textura de la roca negra raspar fuertemente su pecho casi descubierto, pues sus ropas quedaron hechas jirones. A su lado, Gauldur parecía abrir los ojos poco a poco también. Los restos de su naufragio les acompañaron en forma de tablas, barriles de ron, licor y pólvora, incluidos algunos cadáveres mutilados, entre ellos, el del Contramaestre. -Lástima.. Quería ocuparme yo mismo de él… -Trató de bromear Willl, levantándose con exasperación. Miró alrededor, parecía que estaban en una isla donde aparentemente, estaba nublado siempre. No sabía decir si por naturaleza o por el bullicio de ésta. Pues los edificios estaban hechos de madera aunque de arquitecturas extrañas que el Perro nunca había visto. Parte de las casas y establecimientos parece que estaban hechos a base de Barcos muertos, pues, así en vista general, hacía parecer que el sitio fue en su momento un cementerio de buques. Se podían apreciar varios cuerpos en la horca, pero no de Piratas, si no de hombres del gobierno marino. -Parece que hemos ido a parar a un paraíso Pirata.. Gauldur. -Con lentitud consiguió sentarse finalmente encima de las rocas negras que conformaban el pie del Cabo.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Las riendas de Sleipnir. (Privado)
Sonrió de medio lado cuando apreció su físico, si, nadie podía tener duda de que era un hombre y bastante grande, estaba proporcionado y siempre había sido grande, nunca había estado gordo, todo lo contrario, pero cuando llegó a la pubertad empezó a crecer por todos lados y una vez que fue adulto no necesitó demasiado esfuerzo para mantenerse, no creía que pudiera ser más corpulento, hasta que se inició como grumete en el primer barco que se enroló. Le dolían huesos que hacía años no le dolían y sintió sus músculos arder con el trabajo y los pulmones encharcarse de sal. Pasó las primeras semanas muy dolorido y harto del esfuerzo, pero en cuanto pasó la crisis de los primeros días todo fue mejorando y su cuerpo, lentamente se acostumbró al trabajo de verdad. Eso y añadió unos cuantos kilos más de masa muscular.
Bajó la mirada sin negar nada, si la gente tendía a aprovecharse de él nunca le había importado, hubiera preferido que le dejasen en paz, eso era todo. Cuando había perdido las ganas de vivir nada le importaba, pero en cuanto vio algo de esperanza todo fue mucho peor y allí se encontraba, a la deriva, como su propia alma. Agradeció que él cambiase de tema y sonrió de nuevo al escuchar hablar sobre esa persona, no sabía si se había dado cuenta pero para él era evidente que estaba enamorado u obsesionado o un poco de ambas, que eso le hiciera feliz era extraño, sin embargo no podía culparle por ello. A veces un simple gesto podía significar mucho. De lo que más disfrutaba de la vida de marino, eran sin duda las historias, los marineros tendrían fama de muchas cosas, pero eran todos excelentes cuenta cuentos, había entre ellos oradores y Corbin había descubierto un gusto especial por las historias, reales o no.
Reconoció en William en seguida a alguien que captaba la atención sin proponérselo y sonrió, gustándole la historia del gigante, pero ojalá él tuviera una séptima parte del poder del Gauldur original. A pesar de que William era bastante bueno sonsacando información, él era aun mejor guardándosela para sí, pero le concedió al menos una de sus curiosidades.- Me llamo Corbin Lockwood..Y es evidente. Estoy aquí para olvidar a una mujer.- Fue todo cuanto dijo, no contó su historia, ni qué había ocurrido exactamente, pero con eso pensaba que era suficiente para compensar. Había más..Su hermano recién descubierto, la policía de París buscándole por cosas que él no hizo y la única esperanza que le quedaba de ser libre: Encontrar a un hombre que ni siquiera conocía.
Corbin tuvo un sueño tranquilo, porque al final estaba demasiado cansado incluso para soñar en nada, le costó hasta despertar, estando tan cómodo como estaba. Abrió los ojos muy perezoso, mirando a su alrededor sin recordar un día en el que había dormido tantas horas seguidas y sin ser molestado, al reconocer los calabozos se dio cuenta de por qué.- ¿Qué..?- Dijo, aun medio dormido, frotándose la nuca mientras se incorporaba un poco y miraba todo desde el suelo, sentado. William parecía muy nervioso pero..¿Qué podían hacer ellos si por su culpa estaban allí encerrados? No había nada que hacer, solo esperar que fuera su navío el que saliera vencedor..O hundirse con él. Qué más daba. Abrió la boca pero no le dio tiempo a decir nada, el cañonazo lanzó astillas por todas partes y le hizo saltar hacia el lado contrario, le dio tiempo a taparse la cabeza con los brazos antes de que toda una escombrera se le echase encima. Después, pensó en que tal vez era lo mejor, que al final todo se acababa.
Pero al abrir los ojos se dio cuenta de que no podía estar muerto, porque le dolía todo el cuerpo. Los pulmones le ardían y se giró sobre si mismo empezando a tose agua salada y arena y algún percebe que otro. Sentía que todo su cuerpo iba a estallar, lo que no comprendía era por qué seguía vivo. Cómo. Escuchó la voz de William y fue como si alguien le taladrase la cabeza, se tocó en un lateral donde tenía una brecha y un buen golpe que había manchado de sangre parte de su cara. Ni se tocó, no hacía falta para saber que tenía la zona como un melón de inflamada. Se fue levantando, comprobando que no tenía ningún hueso roto salvo algún rasguño y un persistente dolor en las costillas pero era un milagro estar vivos..Cuando vio los cadáveres colgando, el lugar donde habían naufragado y el comentario del pirata...Ya no estuvo tan seguro de que hubiera sido un milagro. Amén de parecer un gallina, preferiría no ir allí..Es más, prefería el fondo del mar. Apretó las mandíbulas, incómodo hasta que se dio cuenta de que eso aumentaba su dolor de cabeza.- Tengo hambre…-Dijo, sin más, no podía pensar con el estómago lleno y nunca había naufragado antes, al parecer el agua salada daba una sed y un hambre atroces.-¿Tienes monedas..?- Él había perdido todo, las había escondido en el barco y este obviamente ya no existía en la superficie, hasta había perdido las botas en las corrientes. Era un desgraciado, no sabía por qué le extrañaba tanto, si existieran las orillas de Helheim abrían acabado allí, seguro.
Bajó la mirada sin negar nada, si la gente tendía a aprovecharse de él nunca le había importado, hubiera preferido que le dejasen en paz, eso era todo. Cuando había perdido las ganas de vivir nada le importaba, pero en cuanto vio algo de esperanza todo fue mucho peor y allí se encontraba, a la deriva, como su propia alma. Agradeció que él cambiase de tema y sonrió de nuevo al escuchar hablar sobre esa persona, no sabía si se había dado cuenta pero para él era evidente que estaba enamorado u obsesionado o un poco de ambas, que eso le hiciera feliz era extraño, sin embargo no podía culparle por ello. A veces un simple gesto podía significar mucho. De lo que más disfrutaba de la vida de marino, eran sin duda las historias, los marineros tendrían fama de muchas cosas, pero eran todos excelentes cuenta cuentos, había entre ellos oradores y Corbin había descubierto un gusto especial por las historias, reales o no.
Reconoció en William en seguida a alguien que captaba la atención sin proponérselo y sonrió, gustándole la historia del gigante, pero ojalá él tuviera una séptima parte del poder del Gauldur original. A pesar de que William era bastante bueno sonsacando información, él era aun mejor guardándosela para sí, pero le concedió al menos una de sus curiosidades.- Me llamo Corbin Lockwood..Y es evidente. Estoy aquí para olvidar a una mujer.- Fue todo cuanto dijo, no contó su historia, ni qué había ocurrido exactamente, pero con eso pensaba que era suficiente para compensar. Había más..Su hermano recién descubierto, la policía de París buscándole por cosas que él no hizo y la única esperanza que le quedaba de ser libre: Encontrar a un hombre que ni siquiera conocía.
Corbin tuvo un sueño tranquilo, porque al final estaba demasiado cansado incluso para soñar en nada, le costó hasta despertar, estando tan cómodo como estaba. Abrió los ojos muy perezoso, mirando a su alrededor sin recordar un día en el que había dormido tantas horas seguidas y sin ser molestado, al reconocer los calabozos se dio cuenta de por qué.- ¿Qué..?- Dijo, aun medio dormido, frotándose la nuca mientras se incorporaba un poco y miraba todo desde el suelo, sentado. William parecía muy nervioso pero..¿Qué podían hacer ellos si por su culpa estaban allí encerrados? No había nada que hacer, solo esperar que fuera su navío el que saliera vencedor..O hundirse con él. Qué más daba. Abrió la boca pero no le dio tiempo a decir nada, el cañonazo lanzó astillas por todas partes y le hizo saltar hacia el lado contrario, le dio tiempo a taparse la cabeza con los brazos antes de que toda una escombrera se le echase encima. Después, pensó en que tal vez era lo mejor, que al final todo se acababa.
Pero al abrir los ojos se dio cuenta de que no podía estar muerto, porque le dolía todo el cuerpo. Los pulmones le ardían y se giró sobre si mismo empezando a tose agua salada y arena y algún percebe que otro. Sentía que todo su cuerpo iba a estallar, lo que no comprendía era por qué seguía vivo. Cómo. Escuchó la voz de William y fue como si alguien le taladrase la cabeza, se tocó en un lateral donde tenía una brecha y un buen golpe que había manchado de sangre parte de su cara. Ni se tocó, no hacía falta para saber que tenía la zona como un melón de inflamada. Se fue levantando, comprobando que no tenía ningún hueso roto salvo algún rasguño y un persistente dolor en las costillas pero era un milagro estar vivos..Cuando vio los cadáveres colgando, el lugar donde habían naufragado y el comentario del pirata...Ya no estuvo tan seguro de que hubiera sido un milagro. Amén de parecer un gallina, preferiría no ir allí..Es más, prefería el fondo del mar. Apretó las mandíbulas, incómodo hasta que se dio cuenta de que eso aumentaba su dolor de cabeza.- Tengo hambre…-Dijo, sin más, no podía pensar con el estómago lleno y nunca había naufragado antes, al parecer el agua salada daba una sed y un hambre atroces.-¿Tienes monedas..?- Él había perdido todo, las había escondido en el barco y este obviamente ya no existía en la superficie, hasta había perdido las botas en las corrientes. Era un desgraciado, no sabía por qué le extrañaba tanto, si existieran las orillas de Helheim abrían acabado allí, seguro.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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