AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Yankuik nikniu | privado
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Yankuik nikniu | privado
La libertad se había convertido en una utopía. Tenía claro que iba a pasar mucho tiempo hasta tener de nuevo la oportunidad de pisar una vez más su tierra natal. Tal vez ya no era un esclavo de grilletes y cadenas, tras entablar más relación con el vampiro su prisión era mental. "Demonio muerto si Napa huye" había dicho y Napa, que no entendía de dobles sentidos o metáforas, se lo tomó al pie de la letra. Si la muerte de un hombre dependía de él, iba a quedarse. Ya había cabreado suficiente a los dioses para añadir más puntos a su deshonra. De todos modos no tenía otro lugar al que ir, desconocía todo cuanto le rodeaba: costumbres, idioma, cultura... era un completo ignorante de aquel nuevo mundo, al menos al lado del vampiro podría aprender y darse tiempo para pensar qué iba a ser de él.
Había agradecido que lo sacara de la ciudad, aunque no tuviera las palabras para transmitirlo. Aquella mansión en las afueras había sido como pasar de un zoo a un hábitat protegido: seguía habiendo límites, pero no estaban hechos de piedra. La tierra, los árboles, los animales... se sentía mucho más cómodo que en la selva de roca que era París. Y lo más importante, había caballos. A Napayshni le encantaban los caballos, no eran tan salvajes como los que él domaba con su tribu, pero resultaban compañeros igual de nobles. Pasaba las mañanas junto a ellos, hasta que al caer la noche debía volver dentro para presentarse ante Ysgramir y demostrarle que no había huido. De vez en cuando el mozo le dejaba en secreto montar a su yegua favorita, pero aquello solo le provocaba más nostalgia y morriña.
Esa tarde, como muchas otras, recorría los jardines investigando la flora del lugar. Las plantas eran muy distintas a las que él conocía, de modo que debía experimentar para encontrar las idóneas para sus mejunjes y brebajes curativos o energéticos. Vistiendo solamente el taparrabos de piel, agachado entre arbustos con la larga melena cubriéndole la espalda, estaba arrancando pequeñas hojas que olisqueaba y mordía para familiarizarse con ellas. Era difícil sacar conclusiones sin heridas o enfermedad que sanar, pensó que tal vez debiera invocar a sus ancestros para que le guiaran, pues su tótem espiritual, el cuervo, era más de ayuda en la batalla.
Había agradecido que lo sacara de la ciudad, aunque no tuviera las palabras para transmitirlo. Aquella mansión en las afueras había sido como pasar de un zoo a un hábitat protegido: seguía habiendo límites, pero no estaban hechos de piedra. La tierra, los árboles, los animales... se sentía mucho más cómodo que en la selva de roca que era París. Y lo más importante, había caballos. A Napayshni le encantaban los caballos, no eran tan salvajes como los que él domaba con su tribu, pero resultaban compañeros igual de nobles. Pasaba las mañanas junto a ellos, hasta que al caer la noche debía volver dentro para presentarse ante Ysgramir y demostrarle que no había huido. De vez en cuando el mozo le dejaba en secreto montar a su yegua favorita, pero aquello solo le provocaba más nostalgia y morriña.
Esa tarde, como muchas otras, recorría los jardines investigando la flora del lugar. Las plantas eran muy distintas a las que él conocía, de modo que debía experimentar para encontrar las idóneas para sus mejunjes y brebajes curativos o energéticos. Vistiendo solamente el taparrabos de piel, agachado entre arbustos con la larga melena cubriéndole la espalda, estaba arrancando pequeñas hojas que olisqueaba y mordía para familiarizarse con ellas. Era difícil sacar conclusiones sin heridas o enfermedad que sanar, pensó que tal vez debiera invocar a sus ancestros para que le guiaran, pues su tótem espiritual, el cuervo, era más de ayuda en la batalla.
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
Estaba siendo un gran día para uno de los piratas mas Infames de los últimos días, aunque la tarde ya se acababa. Una taberna asaltada, una isla peinada y un fuerte en las afueras muy afueras de la ciudad conquistado en nombre de Bones “El Perro”. Por supuesto, según lo acordado, tenía que dar parte a quien subvencionaba todo aquello, a quien le hizo capitán. Pero no lo encontraba por ningún sitio, incluso había buscado el Jotunheim pero no lo había encontrado, es decir, no estaba en el puerto. Asi que William pensó que podría estar en su mansión de las afueras, aquella tan mona con tantos caballitos y cosas cursis que le gustaban en el fondo pero que no decía nada.
Había dejado a su nuevo amigo a la cabeza de su barco, Las riendas de Sleipnir, aún tenía sus dudas como un antiguo Prostituto podría hacer tal trabajo de Machos de pelo en pecho, pero era su amigo y habian pasado por algunas cosas juntas. Ya se sabe el dicho; La confianza da asco. William llegó finalmente a la puerta de la mansión, dos columnas preciosas con forma de León de Hielo aparecían en la entrada y cómo no, dos gorilas custodiándolas.
-Vaya, me estoy empezando a acostumbrar al comité de bienvenida que siempre me deja preparado el Jefe Gunnarson, con sus esclavos de sangre. ¿Que hay, chavales?
-Lárgate, Perro. El Jefe no está. Y no queremos ni aguantarte. Si quisiéramos un bufón te llamaríamos y no lo hemos hecho.
-¿Y si no está, por que demonios iba a dejaros ahí apostados como dos auténticos peleles? Seguro que guarda algo, algo que no me importa, por supuesto. Yo solo vengo a dejar su parte de la cual no oleréis nada POR QUE NO QUIERO, y el parte debidamente redactado. Si. Estoy aprendiendo a redactar.
-No nos importa, William. Lárgate. O tendremos que usar la fuerza.
-Bah, seguro que estais envidiosos de que el Jefe se lleve tan bien conmigo y no con vosotros. Yo de aventuras follándome a tías increíbles y ganando una pasta gansa y vosotros ahí, que no os da el tiempo ni para una mísera paja.
-¿Increíbles tías? Claro, como tu amigo.
William masculló algo por lo bajo, no podía decir nada de aquello ahora mismo, pero los rumores.. siempre los malditos rumores. En realidad no le importaban, pero tenía una reputación, reputación que mantener. No medió palabra, simplemente lanzó un puñetazo certero a la cara de quien se había reido de él, no obstante, era esclavo de sangre, tenían reflejos aumentados y consiguió parar el golpe. Will sonrió, contaba con ello y rápidamente propinó un cabezazo directo a la boca del Gorila, partiéndole uno de sus colmillos. -Así no te olvidarás de a quien le hablas. -Dijo, esta vez, serio. Se dio la vuelta perdiéndose de la vista de los guardias, que seguramente no olviden quien es William Bones.
Una de las mansiones de Ysgramir Gunnarson. Jardines. 20:03 de la noche.
Convertido en lobo, Will rastreaba alguna posible entrada, aunque había muchas, algo le llamó especialmente la atención. Otro olor, distinto a la mugre ghoul que acostumbraba en el lugar, un olor.. extraño, a humano, si, pero un olor que jamás había captado. La textura era parecida a los mas pobres de Noruega, aquellos que viven en aldeas presas de alguna criatura como las Brujas de los Pantanos. Pero no del todo igual. De varios saltos consiguió trepar sin dificultad, a través de un árbol y colarse en el jardín siguiendo aquél curioso rastro.
-A ver.. a ver. ¿Enserio estoy viendo a un tío oler plantas como si fuera un perro? Es decir.. ¿Como si fuera yo? -Dijo para sí mismo, en la forma de lobo. Ahora mismo William estaba flipando, y eso era decir poco.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
Las hojas y plantas dejaron de tener interés al darse cuenta que eran mera decoración para el gran jardín que rodeaba la mansión del demonio. Ninguna de ellas tenía las características necesarias para un uso especial, lo cual hizo que su mirada se dirigiera con cierta nostalgia al exterior, más allá de los muros que marcaban el terreno. Estaba seguro que el magnífico bosque que se extendía fuera guardaba en su interior mucha más riqueza y conocimiento que nada que pudiera encontrar ahí encerrado, no obstante se había resignado a no salir por sí solo. Ya lo había intentado una vez y, nada más poner las manos en el muro, un par de hombres al servicio del señor se lo habían impedido de inmediato. Su carencia de vocabulario autóctono no le permitía negociar con ellos, de modo que solo le quedaba esperar que el demonio le acompañara. Y nada indicaba que fuera a suceder pronto. Ysgramir parecía tener negocios fuera de la mansión y eran pocas y contadas las ocasiones en las que se quedaba y requería su compañía.
Desistió con la vegetación, mas no con encontrar algo útil entre arbustos. Una rama especialmente larga y desnuda de hojas había llamado su atención trayéndole recuerdos. Ni corto ni perezoso, descolgó de su taparrabos una pequeña hacha que llevaba colgando durante el día -pues ya había entendido que al demonio no le gustaba nada que le quitara sus armas, de modo que cuando la noche se acercaba corría a ocultarlas. Cortó la rama para inspeccionarla y, allí mismo agachado, empezó a pelarla con el filo de la hoja.
No tardó en darse cuenta que estaba siendo observado. De haber sido solo un hombre no se habría fijado en absoluto, no tan concentrado como estaba, pero tratándose de un animal la cosa ya cambiaba. Podía sentir la energía que desprendían las bestias gracias a su poder espiritual, a veces incluso comunicarse con ellas sin necesidad de palabras -aunque con hombres lobo aquella conexión no siempre era posible, dependía de factores que aún no habían sido investigados por Napa, pues no se había encontrado en presencia aún de ninguno. Giró sobre sus talones y encaró al gran animal, mirándole fijamente a los ojos con total serenidad. Colgándose de nuevo el hacha en el cinto, se acercó un poco con curiosidad.
-Napa amo tlachiua itlakoltilistli - habló con lengua fluida, casi cantarina. - ¿Kampa mochan, nexkoyotl? - No tardó en darse cuenta que el espíritu de aquel lobo era muy distinto al de cualquier otro que hubiera visto antes y frunció el ceño. ¿Se encontraba a caso ante otro raro espécimen como lo era el propio Ysgramir? Siguió hablándole en su idioma, haciéndole preguntas con la sospecha plasmada en el rostro. Si se encontraba ante una amenaza ¿qué debía hacer?
Desistió con la vegetación, mas no con encontrar algo útil entre arbustos. Una rama especialmente larga y desnuda de hojas había llamado su atención trayéndole recuerdos. Ni corto ni perezoso, descolgó de su taparrabos una pequeña hacha que llevaba colgando durante el día -pues ya había entendido que al demonio no le gustaba nada que le quitara sus armas, de modo que cuando la noche se acercaba corría a ocultarlas. Cortó la rama para inspeccionarla y, allí mismo agachado, empezó a pelarla con el filo de la hoja.
No tardó en darse cuenta que estaba siendo observado. De haber sido solo un hombre no se habría fijado en absoluto, no tan concentrado como estaba, pero tratándose de un animal la cosa ya cambiaba. Podía sentir la energía que desprendían las bestias gracias a su poder espiritual, a veces incluso comunicarse con ellas sin necesidad de palabras -aunque con hombres lobo aquella conexión no siempre era posible, dependía de factores que aún no habían sido investigados por Napa, pues no se había encontrado en presencia aún de ninguno. Giró sobre sus talones y encaró al gran animal, mirándole fijamente a los ojos con total serenidad. Colgándose de nuevo el hacha en el cinto, se acercó un poco con curiosidad.
-Napa amo tlachiua itlakoltilistli - habló con lengua fluida, casi cantarina. - ¿Kampa mochan, nexkoyotl? - No tardó en darse cuenta que el espíritu de aquel lobo era muy distinto al de cualquier otro que hubiera visto antes y frunció el ceño. ¿Se encontraba a caso ante otro raro espécimen como lo era el propio Ysgramir? Siguió hablándole en su idioma, haciéndole preguntas con la sospecha plasmada en el rostro. Si se encontraba ante una amenaza ¿qué debía hacer?
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
Jardines de la mansión Ysgramir. 20:13 de la noche.
William Bones seguía sin parpadear casi, con la mayor sorpresa que había tenido en días, literalmente, días. No podía creer que estuviese viendo a un hombre como aquél simplemente echado y oliendo las flores como si buscase algo util o algo que le llamase la atención, como si fuera un bebe o como él había dicho: Un perro. Si estuviera en la forma humana se frotaría los ojos, ahora simplemente alcanzaba a parpadear por fín para deliberár que lo que estaba viendo no era fruto de la enorme cantidad de alcohol que circulaba ahora mismo por sus venas, que era bastante. Ingorando la fiesta de licor que era el interior de su cuerpo dio varios pasos hacia delante, al ver que aquél ser no se asustaba del tamaño de aquél Huargo.
El hombre de las plantas pareció cansarse rapido de lo que estaba haciendo pero cogió una rama para pelarla. -¿Por que coño pelas una rama? ¿No es mas facil pelártela? Yo lo hago almenos.. cuando me aburro sobretodo. -William era tan simple que aún a estas alturas de su vida de Licántropo no lograba entender que un humano no iba a entenderle jamás en aquél idioma animal. Otra cosa era en su forma Crinos o Glabro, que si podía articular palabras, pero ahora era un Perro. Un puto Perro. Normal y corriente ignorando el tamaño, que solo era eso: Tamaño del cuerpo, por que lo que era el cerebro..
El Huargo levantó una de sus cejas y siguió erre que erre con su estupidez perruna. -Oye tio, ¿Sabes hablar? No he visto a nadie como tu en mi vida. ¿Eres del Jefe Gunnarson? -Si aquél hombre pudiese almenos hablar espiritualmente, era posible en un noventa porciento que pudiese comunicarse con el cazurro del Pirata, pero claro, eso no lo sabía William, pero él lo intentaba.
El perro se sobresaltó, tanto fue así que se sentó sobre sus dos patas y echó hacia atras su cara cuando el índio se le encaró totalmente casi en el morro tocándole la trufa húmeda y nerviosa. Los orbes ámbar del Pirata giraron hacia el cinto del esclavo al ver que colgaba su hacha, le daba miedo aquél arma, y a la vez respeto, puesto que era lo que él mismo usaba en sus abordajes mas agresivos y feroces. Las orejas del cánido se levantaron y su cabeza se giró con curiosidad varias veces, como las agujas de un relog. Primero a un lado, luego a otro y vuelta a empezar conforme aquellas fluuidas y cantarinas palabras en lengua que no entendía ni su madre llegaban a él. -¿En que idioma me hablas? ¿Y de que cojones estás hablando? ¿Acaso eres algo chungo?- William no cabía en sí mismo de la fascinación y curiosidad que sentía por el extraño, y comenzó a dudar, '¿Y si es que no entiende el idioma perro?' consiguió por fin llegar a dicha cuestión, le costó, pero paso a paso, William se volvía mas ávido. Chasqueó la lengua como si hubiese llegado a la raiz del problema entre ellos dos y poco a poco su metamorfosis abandonaba su cuerpo así como la capa de pelos que obtenía del lobo. En su lugar, una piel dura como la corteza de un arbol y musculada por cada rincón aparecía junto a una cabellera rubia y recogida en una trenza hecha desde la raíz misma del pelo. Eso sí..
Estaba desnudo. Completamente. Con el pájaro colgando.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
A diferencia de lo que allí muchos pudieran pensar, Napayshni era un tipo listo. Aunque la palabra sería audaz, puesto que viniendo de una pequeña aldea nómada en el desierto de América central donde los conocimientos se reducían a leer la naturaleza y relacionarse con esta, cualquiera en Francia podría parecer mucho más listo que él, que desconocía todo cuanto le rodeaba en aquel nuevo mundo. Pero sí era avispado y no le pasó por alto aquel importante detalle: el perro, más grande que cualquiera que hubiera visto -algo que no le sorprendió, pues se dio cuenta que incluso los caballos ahí eran más grandes que en su tierra natal-, estaba intentando comunicarse con él. Y aquello era extraño viniendo de un animal salvaje, pues por lo general se limitaban a observar y esperar, como podría hacer él mismo ante un desconocido. El problema seguía erradicando en el mismo. Aunque el animal no estuviera "hablando" per se en idioma humano, su forma de hacerlo seguía siendo totalmente occidental. O, más que occidental, propia de un rostro pálido. A eso se le añadía que no era cien por cien animal, de modo que aunque Napa pudiera comunicarse con ellos, este tenía demasiado de humano para que la conexión fuera completa.
-¿Kampa tiuala? ¿Katsa Motokax? - siguió insistiendo, acercándose más a él conforme veía que no suponía amenaza alguna. De entre todas las cosas que le dijo entendió solamente una. Gunnarson. Había oído aquella palabra muchas veces, sobretodo de parte del servicio cuando se referían al demonio. Suponía que ese era su nombre, aunque Napa seguía negándose a llamarlo de aquel modo. Para su tribu el nombre era algo muy importante, otorgado por los espíritus al nacer, de modo que pronunciarlo mal, aunque solo fuera por entonación, suponía una gran falta de respeto. El indio se negaba a usar el nombre del demonio hasta que aprendiera a pronunciarlo debidamente. - ¿Ixmati tsitsimitl? ...¿Demonio?
La buena predisposición a entablar cierta amistad con el lobo se vio truncada en el momento que este empezó a cambiar. Era la primera vez que presenciaba algo parecido y, sinceramente, empezaba a hartarse de encontrarse siempre con criaturas de ese estilo. Primero la loca del fuego, luego el demonio frío y ahora ese... lo que demonios fuera. Dio un salto hacia atrás y sacó el hacha de Ysgramir alzándola en modo defensa, mirando al lobo con menor gracia. - ¿tlejka...? ¡¿tleinka?! ¿tlein tiktemoa? - Que estuviera desnudo era lo que menos le importaba, sobretodo viniendo de una aldea donde el ir vestido era más bien para evitar el frío o defenderse de hierbas hirientes, que por pudor. Con la bruja salió corriendo, con el demonio no tuvo tal opción -pues se sentía engañado, ya que seguía siendo esclavo cuando creyó que le liberaría- así que con este no pensaba bajar la guardia.
Movió la muñeca haciendo que el hacha girara hábilmente en su mano cual hélice, moviéndose como si esperara recibir un ataque de inmediato. Balbuceó un par de veces más en su idioma natal, pero ya tenía el culo pelado con eso de que nadie le entendiera, del mismo modo que él no entendía a los demás. Se llevó una mano en el pecho, aún sin bajar la guardia ni dejar de mirarle a los ojos, y se presentó - Napayshni Yuvaraj... - acto seguido señaló con la mano abierta el castillo, refiriéndose a que él residía allí, aunque no fuera por propia voluntad. - Napa libre... - musitó, señalando entonces más allá de los muros. Igual con un poco de suerte aquel desconocido le sacara de allí, también era posible caer en manos de alguien peor, pero en esta ocasión sería más listo y no se dejaría embaucar. - Napa libre... Napa tierra.
-¿Kampa tiuala? ¿Katsa Motokax? - siguió insistiendo, acercándose más a él conforme veía que no suponía amenaza alguna. De entre todas las cosas que le dijo entendió solamente una. Gunnarson. Había oído aquella palabra muchas veces, sobretodo de parte del servicio cuando se referían al demonio. Suponía que ese era su nombre, aunque Napa seguía negándose a llamarlo de aquel modo. Para su tribu el nombre era algo muy importante, otorgado por los espíritus al nacer, de modo que pronunciarlo mal, aunque solo fuera por entonación, suponía una gran falta de respeto. El indio se negaba a usar el nombre del demonio hasta que aprendiera a pronunciarlo debidamente. - ¿Ixmati tsitsimitl? ...¿Demonio?
La buena predisposición a entablar cierta amistad con el lobo se vio truncada en el momento que este empezó a cambiar. Era la primera vez que presenciaba algo parecido y, sinceramente, empezaba a hartarse de encontrarse siempre con criaturas de ese estilo. Primero la loca del fuego, luego el demonio frío y ahora ese... lo que demonios fuera. Dio un salto hacia atrás y sacó el hacha de Ysgramir alzándola en modo defensa, mirando al lobo con menor gracia. - ¿tlejka...? ¡¿tleinka?! ¿tlein tiktemoa? - Que estuviera desnudo era lo que menos le importaba, sobretodo viniendo de una aldea donde el ir vestido era más bien para evitar el frío o defenderse de hierbas hirientes, que por pudor. Con la bruja salió corriendo, con el demonio no tuvo tal opción -pues se sentía engañado, ya que seguía siendo esclavo cuando creyó que le liberaría- así que con este no pensaba bajar la guardia.
Movió la muñeca haciendo que el hacha girara hábilmente en su mano cual hélice, moviéndose como si esperara recibir un ataque de inmediato. Balbuceó un par de veces más en su idioma natal, pero ya tenía el culo pelado con eso de que nadie le entendiera, del mismo modo que él no entendía a los demás. Se llevó una mano en el pecho, aún sin bajar la guardia ni dejar de mirarle a los ojos, y se presentó - Napayshni Yuvaraj... - acto seguido señaló con la mano abierta el castillo, refiriéndose a que él residía allí, aunque no fuera por propia voluntad. - Napa libre... - musitó, señalando entonces más allá de los muros. Igual con un poco de suerte aquel desconocido le sacara de allí, también era posible caer en manos de alguien peor, pero en esta ocasión sería más listo y no se dejaría embaucar. - Napa libre... Napa tierra.
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
ardines de la mansión Ysgramir. 20:17 de la noche.
William seguía sin entender una sola palabra aunque por unos momentos recordó que mientras estaba transformado en su forma de lupus, si que le había entendido.. o almenos, algo parecido a algún tipo de comunicación por básica o espiritual que fuese, lo que le llevaba a pensar a que aquél hombre, bestia, cosa.. lo que fuera, estaba en sintonía con los espiritus o mierdas de esas, eso seguro. Bones enarcó una mueca, mezcla de sorpresa y de no saber que hacer o decir. Así se tiraron varios minutos hasta que aquél hombre extraño dijo algo en idioma común al fín. "Demonio". Midgard torció el gesto y la cabeza. -¿Demonio? ¿Es así como llamas a Ysgramir? -Ahora ya lo tenía mas claro que antes, y eso ya era un gran paso. Gunnarson debe de haber hecho de las suyas y esta cosa.. -Eres su esclavo. Mascota. O vete a saber que cojones eres tu.. Amigo. -Dijo inspeccionandole, lenta, pausadamente. Aquél ser era fascinante nunca antes había visto algo igual, aunque recuerda las habladurias, habladurías que hablan de una isla habitada por salvajes de piel morena y rituales espirituales. ¿Será de allí?
Ensimismado en sus propios pensamientos, el Capitán del Sleipnir no se fijó en que el salvaje esclavo estaba en guardia, asustado por su repentino cambio minutos atrás, ahora se dio cuenta. -¡Eh amigo! ¡Baja eso antes de que alguien acabe malherido! -Levantó las manos para hacerle saber a la criatura de que iba desarmado y no tenía intención de desenvainar ningún arma en alza contra él. -Yo solo venía a ver a Ysgra... Demonio. -Echó la vista hacia atrás, hacia la enorme mansion y silbó un rato. -Fiu.. Vaya casoplón gasta tu amo, ¿Eh? ¡Casa! E-s-o e-s c-a-s-a. -Dijo despacito, para que intentara entenderle. Aunque se veía ridículo. -C-a-s-a ¡GRANDE! - Hizo el gesto con los brazos de algo muy grande. Al volver sobre si, la criatura parecía mas dispuesta a una conversación, dentro de lo que cabe, claro está. Miró como el hombre delante de él ponía una mano sobre su pecho, suavemente, presentándose junto a su nombre. -¿Napaqué? Estás tu que digo yo todo eso. No se ni deletrear Fregona, mucho menos tu nombre de mierda. Serás.. ¡Napa! ¿Vale? Tu napa. Yo Will. N-a-p-a W-i-ll -Dijo siguiendo el mismo procedimiento de que inquirió el salvaje justo antes de señalar la lejanía, la salida. Will lo captó al instante, ¿Aquel ser quería salir a ver mundo? Bueno.. ¿Por que no darle a dar una vuelta? Quizá si le lleva a la isla de la historia.. podría saber si es de ahi y ver a mas como él. O parecidos. O lo que sea. Como la historia tiene sangre y terror, los piratas no se suelen acercar pero William sabía mejor que nadie que en este mundo, una buena historia, era la mejor defensa. -¿Quieres-venir coooooooooooon-migo? Fuera de-aquí. A tu-hogar. Hoooo-gaaaaar. -Por mas que lo mirase.. no paraba de fascinarle.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
Igual que las vacas viendo pasar el tren, así miraba Napayshni al pirata. Una neutralidad que rozaba lo absurdo, teniendo en cuenta los espavientos que el otro estaba haciendo para que le entendiera. Y es que, por muy lento que hablara, seguía siendo un idioma totalmente desconocido para el indio, sin señas claras de por medio podría estar recitándole la Biblia en verso que él se quedaría igual de indiferente. Por otro lado, el aura y el esfuerzo que recibía de William era muy diferente al de cualquier otro que se hubiera cruzado hasta entonces. La mayoría, o se dirigían a él con brutalidad y altivez, o simplemente le ignoraban, como hacía el servicio dentro de aquel castillo tan solitario para él. Sus pocos momentos de socializar se reducían a contactar con sus antepasados o comunicarse con la naturaleza, vías que cualquiera señalaría como comportamiento de un demente. Tenía ante él a un tipo distinto a los demás y, quien sabe, si una oportunidad para salir de allí.
-Will - pronunció al fin, un tanto descontento por haberse visto su preciado nombre reducido a un escueto "Napa", pero era mejor eso que como le llamaban los demás. Animal, cosa, salvaje, "tú". Solo el demonio, en algunas ocasiones, le llamaba también Napa, y eran realmente pocas ocasiones. Observó nuevamente el exterior y separó los labios nuevamente. - Hogar. Napayshni quiere hogar - pronunció sin tantas florituras como el pirata estaba haciendo. Porque en su tribu no había mucha costumbre de expresividad facial, de lo contrario llevaría rato con una ceja arqueada incrédulo por el tan extraño comportamiento que estaba viendo. Eso y que todavía no conocía la palabra "retrasado".
Una vez quedó aclarado que el pirata iba a ayudarle a salir de allí, no se lo pensó dos veces ni dejó perder más tiempo. Miró el hacha, un arma a la que empezaba a cogerle cariño -pero ya había molestado suficiente a los espíritus para encima robar un bien de otro ser- y la dejó en el suelo con cierto pesar. De un saltó se encaramó al árbol más cercano al muro y escaló con la misma agilidad y ligereza de una pantera, llegando hasta las ramas más altas que le permitirían saltar al otro lado. - Will. Napa libre - el brillo en sus ojos era toda la esperanza que había logrado reunir. A lo lejos vislumbró cómo el servicio se ponía en alerta por el intento de fuga del esclavo del amo, de modo que le metió prisa al pirata para que se fueran cuanto antes de allí o los otros vampiros custodios les darían un repaso. - ¡Deprisa!
Saltó a la libertad sin mirar atrás. Casi podía sentir el sabor de tierra madre en el paladar. Escuchaba en su nuca los gritos de aquellos vampiros que dieron la alarma de fuga y que rápidamente se acercaron al lugar del muro donde estuvieron hablando el pirata y él. No fue algo por lo que sentirse orgulloso, pero no se detuvo a esperar que el otro le siguiera, muy a su pesar tuvo que usarlo como carnaza para que entretuviera a los vampiros mientras él corría por patas. A no ser que le siguiera, en cuyo caso esperaría no sentir la presencia de los vampiros para detenerse... Y ese momento llegó cuando el bosque terminó. Sin árboles entre los que esconderse ni dirección que tomar, frenó en seco encarando al vampiro a la espera del siguiente paso. ¿Realmente iba a llevarle a casa?
-Will - pronunció al fin, un tanto descontento por haberse visto su preciado nombre reducido a un escueto "Napa", pero era mejor eso que como le llamaban los demás. Animal, cosa, salvaje, "tú". Solo el demonio, en algunas ocasiones, le llamaba también Napa, y eran realmente pocas ocasiones. Observó nuevamente el exterior y separó los labios nuevamente. - Hogar. Napayshni quiere hogar - pronunció sin tantas florituras como el pirata estaba haciendo. Porque en su tribu no había mucha costumbre de expresividad facial, de lo contrario llevaría rato con una ceja arqueada incrédulo por el tan extraño comportamiento que estaba viendo. Eso y que todavía no conocía la palabra "retrasado".
Una vez quedó aclarado que el pirata iba a ayudarle a salir de allí, no se lo pensó dos veces ni dejó perder más tiempo. Miró el hacha, un arma a la que empezaba a cogerle cariño -pero ya había molestado suficiente a los espíritus para encima robar un bien de otro ser- y la dejó en el suelo con cierto pesar. De un saltó se encaramó al árbol más cercano al muro y escaló con la misma agilidad y ligereza de una pantera, llegando hasta las ramas más altas que le permitirían saltar al otro lado. - Will. Napa libre - el brillo en sus ojos era toda la esperanza que había logrado reunir. A lo lejos vislumbró cómo el servicio se ponía en alerta por el intento de fuga del esclavo del amo, de modo que le metió prisa al pirata para que se fueran cuanto antes de allí o los otros vampiros custodios les darían un repaso. - ¡Deprisa!
Saltó a la libertad sin mirar atrás. Casi podía sentir el sabor de tierra madre en el paladar. Escuchaba en su nuca los gritos de aquellos vampiros que dieron la alarma de fuga y que rápidamente se acercaron al lugar del muro donde estuvieron hablando el pirata y él. No fue algo por lo que sentirse orgulloso, pero no se detuvo a esperar que el otro le siguiera, muy a su pesar tuvo que usarlo como carnaza para que entretuviera a los vampiros mientras él corría por patas. A no ser que le siguiera, en cuyo caso esperaría no sentir la presencia de los vampiros para detenerse... Y ese momento llegó cuando el bosque terminó. Sin árboles entre los que esconderse ni dirección que tomar, frenó en seco encarando al vampiro a la espera del siguiente paso. ¿Realmente iba a llevarle a casa?
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/06/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
Jardines de la mansión Ysgramir. 20:27 de la noche.
William asintió con una sonrisa de oreja a oreja al escuchar que aquél extraño ser de piel tostada pronunciaba bien su nombre. La voz de la criatura era tan fascinante como lo era él al completo, casi podía imaginárselo pintando figuras rupestres en la pared rocosa de una caverna o tratando de hacer fuego con una ramita, aquello le producía risa al Pirata, pero una risa sincera e inocente, jamás se reiría de aquél ser, le gustaba. Tras aquello pudo observar en el rostro foráneo como le faltaban palabras para llamarle retrasado, pero no se enfadó pues él mismo sabía que lo parecía, pero entonces.. ¿Como iba a comunicarse con alguien que no sabía hablar Inglés ni Francés ni Nórdico? Sonrió no obstante antes de ponerse un semblante serio. Aquella frase que hiló el indio le recordó mucho a su adolescencia cuando buscaba aquello que llamaba Hogar. En una ocasión Valiont de Skellig, un amigo suyo, le dijo algo profundo y bonito sobre “hogar” pero ahora mismo no se acordaba. Asintió. -Hogar, si. -Aunque él no sabía cual era su hogar.. Si que iba a hacer algo por él. Iba a sacarle de aquí, a darle una vuelta por la isla a la que iba a ir hoy a explorar con Corbin, Faye y la Tripulación, tras eso lo regresaría de vuelta, pues cada vez tenía mas claro que pertenecía a Gunnarson, y por nada del mundo enfurecería la mano que le da de comer. Le era leal hasta la muerte.
Apenas pudo hacer ni decir nada más, pues el indio se encaramó al árbol saltando por encima de la pared hacia el otro lado, hacia su libertad. -¡Eh oye espera! -Gritó, siguiéndole, aunque no podía hacerlo al mismo ritmo, aquél hombre era hábil, fuerte y guardaba mas de un secreto en el interior de su piel y aspecto. Saltó por el árbol, tendría que seguirlo y no perderle de vista si quería traerlo de vuelta y no sufrir la ira de un Gigante de Escarcha enfurecido, pues ni Loki le salvaría de morir. Escuchaba la voz del ser gritándole, pero ya estaba lejos. Los esclavos de sangre se pusieron en marcha para capturar a la criatura que iba corriendo como si fuera un mono como loco hacia su libertad. Bones saltó sobre dos de ellos golpeándoles en el acto la frente contra el asfalto, dejándolos así inconscientes, si los mataba tendría un problema que no quería tener que solucionar.
Saltó a uno de los troncos cercanos para derribar a los demás Esclavos de Sangre que se iba encontrando hasta dar con el Indio, con Napa. Le sonrió, pero éste estaba rodeado por uno de los guardias de Sangre del Jotun, el bosque se acababa y solo había dos opciones. O entregarse o saltar al vacío hasta llegar al Puerto y al Sleipnir. Los ojos de Bones estaban llenos de vida, de travesura, de fuego. Miró a Napa y se acercó a él. -Volved de inmediato y te dejaré que me hagas un oral, William, para comprar mi silencio. Dicen que lo haces de lujo desde que alguien de tu tripulación te mostró como hacerlo. ¿Es cierto? -Esta vez, Will no se enfadó como antes, si no que su cuerpo sufrió una ligera pero dolorosa metamorfosis a medio camino del Humano y del Crinos, dejando así la forma de Glabro. Sonrió, con esas cejas pobladas y esa tez peluda ahora. Agarró al indio poniéndoselo a la espalda, pesaba, pero en esa forma su fuerza se acrecentaba 5 veces aproximadamente. -Es cierto, se hacerlo bien, gracias a Corbin, pero eso, pelele, tendrás que pensarlo mientras te la cascas tu solo. -Lo dijo con sorna y burla, había muchos días para vengarse de ese Guardia de Sangre por su osadía, pero hoy no. Hoy ya tenía otros planes.
Saltó hacia el vacío desde la colina, poniendo la planta de sus peludos pies de forma que se deslizasen pero no pudo estar así por mucho mas tiempo así que pasó a correr sobre sus cuatro patas, completando así la transformación a su forma de Lupus, un lobo enorme de color pardo. Sonrió y pegó un ladrido a Napa, quien estaba agarrado aún a su espalda. -¡Hacia la libertad, amigo mío! ¡¿Hueles eso!? ¿Notas el viento acariciar tu cara? ¡Pronto notarás mas de eso! -Saltaba hacia los tejados, las cornisas de los edificios. La luna iluminaba sus pasos. Aulló contento, pues ya estaba cerca del Sleipnir, su barco. -¿Ves eso allí a lo lejos? Es mi barco, ¡Soy su capitán! Libre para navegar. -Will no sabía si el indio le entendería en aquella forma, pero algo le decía que era capaz de comunicarse con él, y si así fuera.. Reforzaría su teoría de que Napa esconde poderes en su interior.
William B. Midgard- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 18/02/2017
Re: Yankuik nikniu | privado
Cubierta del Sleipnir. 21:13 de la noche.
La brisa del océano acariciaba su rostro saturando sus sentidos de salitre. El hombre que aparentemente le había rescatado, el mismo que en esos momentos rondaba por el navío asegurándose que todo estuviera correcto, se había convertido en otro misterio como lo fue el mismo Ysgramir. Su alma híbrida, unida al lobo cuya forma tomaba, le había permitido entender sus palabras durante la última etapa de la huida, algo que resultó tan desconcertante como el motivo por el que le estaba ayudando. El recuerdo del primer barco que pisó estaba cargado de dolor, pues fue el inicio de su vida como esclavo. De hecho fue ese mismo recuerdo el que, encontrándose ante el Sleipnir por primera vez, estuvo tentado de dar la vuelta y echar a correr hacia cualquier otra dirección. Mas no lo hizo. Lo mismo ocurrió cuando creyó que el vampiro nórdico estaba tendiéndole una mano al quitarle las cadenas físicas, encontrándose luego encerrado en un gran palacio. ¿Estaba entonces a punto de descubrir otra clase de esclavitud? Miró a William. ¿Podía realmente confiar en él? El instinto le decía que sí, mientras que la experiencia le aconsejaba ser más precavido. Desvió la mirada hacia el mástil más alto. Allí estaba el cuervo que siempre aparecía en sus sueños, el tótem. Verlo allí posicionado le hizo sentir que estaba siguiendo el camino correcto, pues él guiaba sus pasos tal como los ancestros le habían anunciado.
Se apartó de la barandilla de madera cuando empezó a notar la brisa húmeda calándole los huesos. Acostumbrado a tierras áridas donde el sol abrazaba con fuerza, ir por cubierta con tan solo un rudimentario taparrabos estaba haciendo estragos en su control físico. Tiritaba sutilmente, aunque intentara esconderlo. Era consciente que estaba rodeado de madera, por lo que hacer un fuego allí mismo sería una muy mala idea si quería sobrevivir. Se fijó en las miradas curiosas de aquellos con los que se cruzaba, no entendía qué cuchicheaban entre ellos, pero podía hacerse una idea. Después del tiempo que llevaba en esa nueva civilización, aprendió al fin lo tan extraño que podía resultarle a los demás. Algo que era totalmente recíproco.
La pintura de su rostro, a base de hollín y hierbas machacadas, estaba deslizándose por su rostro debido a la humedad, manchándole el cuello con ríos oscuros que cubrieron las marcas dejadas por el vampiro, señales de los castigos recibidos cuando se pasaba de la raya. Caminó directo hacia el hombre lobo y llamó su atención plantándose a su lado. Era bien consciente que ninguna palabra que saliera de su boca sería entendida. La comunicación iba a ser algo dificultosa, de modo que recurrió a la espiritualidad. Alzó el brazo para posar con firmeza la palma de su mano en la frente de William y se concentró. Al no haber conocido antes a otro hombre híbrido, le tomó varios minutos encontrar una brecha hacia el animal que habitaba en su interior, pero en el mismo instante que su tótem encontró el espíritu de la bestia, los ojos de Napa se quedaron totalmente en blanco.
-Los hombres de estas tierras no conocéis la libertad, pero el riesgo que has corrido al sacarme de ese sitio es suficiente para ofrecer mi gratitud. Dime, ¿es merecida o voy a arrepentirme una vez lleguemos a nuevo destino? - las palabras en voz alta fueron dichas en su idioma natal, mas en la mente del pirata sonarían con total claridad, aunque solo en caso de que tanto el hombre como la bestia vivieran en armonía, pues si no había comunicación entre ambos no sería capaz de entenderle. - No tengo tierra a la que volver, pero eso no me hace desear ser esclavo de nadie más.
Napayshni Yuvaraj- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 18/06/2017
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