AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
North's War {Privado}
+2
Caleb Montoya
Eileen Indrisler
6 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
North's War {Privado}
Recuerdo del primer mensaje :
Los siguientes días que pasaron se podría decir que habían sido tranquilos pese a lo extraño de esas palabras en el momento en el que nos encontrábamos, habíamos esperado a que Caleb curara sus heridas que sanaron bastante pronto mientras que las mías aun tardaron un poco más en cerrarse, también estábamos esperando a que el vikingo se recuperara de las heridas causadas por esa pelea para poder poner el plan en marcha, según me había dicho Caleb quedaríamos una noche antes de partir para ultimar los detalles del plan que llevaríamos a cabo y cada vez que lo pensaba en lo que él iba a hacer me venía a la mente su prometida, si yo estuviera en su situación querría por todos los medios evitar que cometiera una locura como esa pero al parecer él lo tenía decidido y así lo haríamos. Era una misión importante la que teníamos por delante, recuperar la reliquia para que el orbe no cayera también en malas manos y entonces lo guardaríamos y lo protegeríamos como habíamos estado haciendo tanto tiempo, en la orden podríamos ponerlo a salvo de que cayera en malas manos aunque estuvieran los dos juntos. Los días habían sido tranquilos desde esa noche y yo me acostumbraba al hecho de estar embarazada, al menos de hacerme a la idea y lo llevaba lo mejor que podía. Algunas mañanas me levantaba bastante mal e iba corriendo al baño, pero había que decir que Caleb tras haber tomado la decisión de no seguir mi camino y formar juntos una familia estaba de mejor humor y me mimaba bastante cuando me encontraba mal, lo cierto es que incluso me sentía algo sobre protegida por él y aunque le bufaba y le reñía porque no era una inválida se empeñaba en hacer la mayoría de las cosas él mientras dejaba que descansara y me recuperara de la herida.
De hecho habíamos discutido un par de veces sobre el tema de ir o no al norte, claramente él no quería que fuera con ellos pero era el único apoyo que tenía, la misión era entregar al vikingo como rehén y nosotros infiltrarnos en el castillo, luego vendrían su familia y desde dentro abriríamos paso como pudiéramos y fuéramos capaces y eso es lo que Caleb más temía. Él era protector con lo que era suyo y desde que sabíamos que estaba embarazada la idea de irme con ellos no le gustaba, podía entenderlo pero no iba a dejar que fuera solo y eso había sido motivo de discusión entre ambos, discusión que siempre terminaba con los dos en la cama tomándonos y haciendo el amor. Lo había convencido aún no sabía cómo de que me necesitaba con él en el norte y que no iba a poder impedir que no fuera, esa sería mi última misión ya que conforme fueran pasando los días el embarazo iría evolucionando y de seguro Caleb no me dejaría hacer nada, además de que así se lo había prometido pero a esa misión iría. Me costó hasta convencerle de que me dejara entrenar los días previos, necesitaba probar mis reflejos, mi velocidad, mis reacciones tras la herida y saber que estaba preparada, por suerte estaba en el primer mes de embarazo y además de que no se notaba solo sentía malestar por las mañanas, por lo que no sería un impedimento para la misión. El día de la reunión habíamos decidido olvidarnos del mundo y dedicarnos solo a nosotros para no pensar en la que se nos avecinaba, nos pasamos el día sin hacer prácticamente nada disfrutando del tiempo juntos y de esa paz que pronto se vería truncada, había decidido tomar un baño mientras él descansaba y al salir lo contemplé durmiendo sobre la cama, sonreí de lado y me acerqué sentándome en el borde para contemplarlo durmiendo, acabó despertándose y sonreí inclinándome para buscar sus labios y besarlo con calma.
-Dentro de un rato es la reunión pero quería que descansaras, ¿por qué no te tomas un baño antes de ir mientras yo me preparo? –Apartó algunos mechones de mi pelo mojados por el baño y dejó su mano en mi mejilla, ladeé mi rostro hacia su mano y cerré los ojos, suspiré y volví a abrirlos- anda ve, no querrás llegar tarde –sabía que para él la puntualidad era la base de todo, era correcto en todos los sentidos que habían y no se salía para nada, se levantó de la cama completamente desnudo no sin besarme primero y me mordí el labio observando su espalda que se perdía por el marco de la puerta, que ese hombre fuera mío y que encima llevara a su hijo en mi vientre era algo con lo que siempre había soñado, comencé a vestirme mientras él se daba un baño y frente al espejo que había comencé a peinarme justo cuando pasó por detrás de mí, sus brazos rodearon mi cintura y sus labios se pasearon por mi cuello repartiendo algún que otro beso y mordisco, me dejó para vestirse él y sonreí observándolo de vez en cuando a través del espejo. Me puse unos pantalones de cuero negro con los que había llegado a París y un corsé en rojo y negro encima, cogí mi espada colgándola a mi espada y cogí esa capa para que no se viera que íbamos armados, el cinto con algunas dagas, algunas estacas que habíamos preparado y además plata por si nos encontrábamos con hombres lobo, sabíamos que ese rey tenía de todo en sus filas y debíamos de estar más que preparados para cuando llegáramos al castillo. Listos y preparados con todo lo necesario lo miré buscando sus orbes con mis azules- ¿vamos? -Pregunté tendiéndole mi mano para salir de allí ya que la reunión sería en casa del vikingo, salimos de aquel lugar juntos de la mano para encaminarnos hacia aquella misión que nos llevaría a obtener la reliquia de las manos enemigas y ponerlo a salvo, por eso habíamos viajado hasta allí.
Los siguientes días que pasaron se podría decir que habían sido tranquilos pese a lo extraño de esas palabras en el momento en el que nos encontrábamos, habíamos esperado a que Caleb curara sus heridas que sanaron bastante pronto mientras que las mías aun tardaron un poco más en cerrarse, también estábamos esperando a que el vikingo se recuperara de las heridas causadas por esa pelea para poder poner el plan en marcha, según me había dicho Caleb quedaríamos una noche antes de partir para ultimar los detalles del plan que llevaríamos a cabo y cada vez que lo pensaba en lo que él iba a hacer me venía a la mente su prometida, si yo estuviera en su situación querría por todos los medios evitar que cometiera una locura como esa pero al parecer él lo tenía decidido y así lo haríamos. Era una misión importante la que teníamos por delante, recuperar la reliquia para que el orbe no cayera también en malas manos y entonces lo guardaríamos y lo protegeríamos como habíamos estado haciendo tanto tiempo, en la orden podríamos ponerlo a salvo de que cayera en malas manos aunque estuvieran los dos juntos. Los días habían sido tranquilos desde esa noche y yo me acostumbraba al hecho de estar embarazada, al menos de hacerme a la idea y lo llevaba lo mejor que podía. Algunas mañanas me levantaba bastante mal e iba corriendo al baño, pero había que decir que Caleb tras haber tomado la decisión de no seguir mi camino y formar juntos una familia estaba de mejor humor y me mimaba bastante cuando me encontraba mal, lo cierto es que incluso me sentía algo sobre protegida por él y aunque le bufaba y le reñía porque no era una inválida se empeñaba en hacer la mayoría de las cosas él mientras dejaba que descansara y me recuperara de la herida.
De hecho habíamos discutido un par de veces sobre el tema de ir o no al norte, claramente él no quería que fuera con ellos pero era el único apoyo que tenía, la misión era entregar al vikingo como rehén y nosotros infiltrarnos en el castillo, luego vendrían su familia y desde dentro abriríamos paso como pudiéramos y fuéramos capaces y eso es lo que Caleb más temía. Él era protector con lo que era suyo y desde que sabíamos que estaba embarazada la idea de irme con ellos no le gustaba, podía entenderlo pero no iba a dejar que fuera solo y eso había sido motivo de discusión entre ambos, discusión que siempre terminaba con los dos en la cama tomándonos y haciendo el amor. Lo había convencido aún no sabía cómo de que me necesitaba con él en el norte y que no iba a poder impedir que no fuera, esa sería mi última misión ya que conforme fueran pasando los días el embarazo iría evolucionando y de seguro Caleb no me dejaría hacer nada, además de que así se lo había prometido pero a esa misión iría. Me costó hasta convencerle de que me dejara entrenar los días previos, necesitaba probar mis reflejos, mi velocidad, mis reacciones tras la herida y saber que estaba preparada, por suerte estaba en el primer mes de embarazo y además de que no se notaba solo sentía malestar por las mañanas, por lo que no sería un impedimento para la misión. El día de la reunión habíamos decidido olvidarnos del mundo y dedicarnos solo a nosotros para no pensar en la que se nos avecinaba, nos pasamos el día sin hacer prácticamente nada disfrutando del tiempo juntos y de esa paz que pronto se vería truncada, había decidido tomar un baño mientras él descansaba y al salir lo contemplé durmiendo sobre la cama, sonreí de lado y me acerqué sentándome en el borde para contemplarlo durmiendo, acabó despertándose y sonreí inclinándome para buscar sus labios y besarlo con calma.
-Dentro de un rato es la reunión pero quería que descansaras, ¿por qué no te tomas un baño antes de ir mientras yo me preparo? –Apartó algunos mechones de mi pelo mojados por el baño y dejó su mano en mi mejilla, ladeé mi rostro hacia su mano y cerré los ojos, suspiré y volví a abrirlos- anda ve, no querrás llegar tarde –sabía que para él la puntualidad era la base de todo, era correcto en todos los sentidos que habían y no se salía para nada, se levantó de la cama completamente desnudo no sin besarme primero y me mordí el labio observando su espalda que se perdía por el marco de la puerta, que ese hombre fuera mío y que encima llevara a su hijo en mi vientre era algo con lo que siempre había soñado, comencé a vestirme mientras él se daba un baño y frente al espejo que había comencé a peinarme justo cuando pasó por detrás de mí, sus brazos rodearon mi cintura y sus labios se pasearon por mi cuello repartiendo algún que otro beso y mordisco, me dejó para vestirse él y sonreí observándolo de vez en cuando a través del espejo. Me puse unos pantalones de cuero negro con los que había llegado a París y un corsé en rojo y negro encima, cogí mi espada colgándola a mi espada y cogí esa capa para que no se viera que íbamos armados, el cinto con algunas dagas, algunas estacas que habíamos preparado y además plata por si nos encontrábamos con hombres lobo, sabíamos que ese rey tenía de todo en sus filas y debíamos de estar más que preparados para cuando llegáramos al castillo. Listos y preparados con todo lo necesario lo miré buscando sus orbes con mis azules- ¿vamos? -Pregunté tendiéndole mi mano para salir de allí ya que la reunión sería en casa del vikingo, salimos de aquel lugar juntos de la mano para encaminarnos hacia aquella misión que nos llevaría a obtener la reliquia de las manos enemigas y ponerlo a salvo, por eso habíamos viajado hasta allí.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: North's War {Privado}
Era más que claro que Randulf no iba a escatimar en detalles en cuanto le ofrecimos a Ubbe en bandeja de plata, su risa resonó por todo el lugar cuando se dio cuenta de que se lo ofrecíamos en “son de paz” con el objetivo de poder llegar a un acuerdo para conseguir la reliquia. Todo el lugar estaba fuertemente reforzado con soldados que esperaba que en la fiesta que Ubbe dijo que habría se vieran mermados por el alcohol para que nos pusieran las cosas más fáciles para escapar. Lo cierto es que no me fiaba, en absoluto, de aquel rey loco que teníamos enfrente y que ya intentaba averiguar qué era lo que queríamos y por qué le habíamos traído al vikingo a su fortaleza, nosotros no deberíamos de tomar partido en esta guerra que asolaba el norte, además de que no nos concernía para nada era porque no debíamos de inmiscuirnos en ese tipo de conflictos, nuestra labor y nuestro objetivo era proteger el orbe para que nadie pudiera utilizarlo, peor nos habíamos visto forzados a actuar cuando la reliquia de Egipto había sido descubierta, y no podría haber caído en peores manos. Ahora que conocía más a la pareja entendía perfectamente por qué Ubbe la entregó en su momento, no era muy difícil de ver cómo se amaban esos dos y era más que cierto que si hubiéramos estado en su situación ¿no habríamos hecho lo mismo acaso? No podíamos culparlo, no cuando los conocíamos un poco más y habíamos visto como eran. Sin duda el vikingo conocía bien al rey porque en cuanto organizó aquella fiesta no dudó en asegurar que el espectáculo estaría servido y nosotros deberíamos de hacer nuestra parte, deberíamos de averiguar cuanto antes dónde guardaba la reliquia para poder obtenerla porque no sabíamos qué planes tenía para el vikingo pero sabiendo cómo era aquel rey seguramente fueran los peores.
La fiesta comenzó enseguida y las jarras de alcohol comenzaron a correr por el lugar, así como la bebida y las mujeres, al parecer la mayoría de las mujeres que tenían allí era solamente para satisfacer a los soldados, pocas mujeres habían que fueran guerreras, la comida tampoco comenzó a faltar y el rey nos aseguró un lugar en aquella fiesta por haber capturado al general de su ejército rival teniéndolo en sus mazmorras. Nosotros nos limitamos a observar todo con detalle para intentar averiguar dónde se encontraba la reliquia, sentada al lado de Caleb escuché como el rey le ofrecía alguna mujer para que se divirtiera con ella, tuve que apretar mis manos en sendos puños para no abrir la boca y mandarlo al infierno en esos momentos, no debían de saber demasiado sobre nosotros así que escuché cómo Caleb lo rechazaba alegando que estaba casado, me mordí el labio por ello mientras sentí que me enervó que se lo pidiera pero sabía que él no haría nada, estando yo o sin estarlo porque confiaba en él y en sus sentimientos. Allí no escatimaban para nada en bebida y pronto los soldados ya iban demasiado entonados y contentos como para intentar sonsacarles algo de información, era nuestra única oportunidad ahora que iban bebidos y que posiblemente fueran más fáciles de manipular. Miré a Caleb un momento antes de hacer aquel interrogatorio de la forma más casual posible, la gente parecía sentir curiosidad por estar nosotros allí así que aprovechamos eso a nuestro favor.
Me acerqué a uno de los grupos que peores iban y no tardaron en preguntarnos cómo habíamos logrado atraparlo, les contamos la misma versión que a Randulf quien pareció creernos y estos comenzaron a reírse alegando que ya se podría preparar el vikingo con la que le venía encima, me dieron ganas de partirles la cara a todos me aguanté y al final conseguimos hablar sobre la reliquia, alejé que no creía realmente que la tuviera y uno de ellos saltó diciendo que había sido él uno de los que la había encontrado y quitado al vikingo en Egipto, no se podía ver porque Randulf la tenía bien protegida y guardada en una cámara en el ala oeste, sonreí por ello mientras fingía que no me importaba en absoluto y volvimos a sentarnos en nuestros sitios, el rey loco seguramente intentaría que llegáramos a un acuerdo porque de vez en cuando sentía su mirada puesta en nosotros. La fiesta “terminó” cuando anunciaron que fuéramos al patio de armas, miré a Caleb presintiendo lo peor y al llegar me mordí el labio con fuerza viendo al vikingo en ese estado, le habían dado latigazos, la sangre estaba por todo el lugar y parecía cansado… a saber cuánto tiempo llevaría de esa forma. Quise hacer algo pero sabía que no debía, sabía que también era mi “enemigo” pero en verdad les había cogido cierto aprecio a los dos y verlo así no era para nada agradable. Contuve el aliento cuando soltaron a los perros y quise moverme para ir ayudarlo, el brazo de Caleb en mi vientre me paró por completo, aunque no me miraba supe lo que me quería decir. Debíamos de movernos y cuanto antes lo hiciéramos mejor, el vikingo estaba bastante exhausto y débil por los latigazos y no sabíamos cuánto más aguantaría.
-Debemos de movernos Caleb, tenemos que conseguirla como sea ahora que sabemos dónde está -dije susurrando bajito en nuestro idioma para que nadie pudiera entendernos, el vikingo trataba de alejar a los perros todo lo que podía con un palo que había encontrado pero todos sabíamos que eso no los frenaría- tenemos que aprovechar que todos están centrados en el espectáculo –parecía que estuviéramos en un circo y que el vikingo fuera la atracción principal. Pero si pensábamos que eso era todo estábamos equivocados, Randulf mandó a un par de hombres para que cogieran a los perros mientras aplaudía, divertido, observando al vikingo sangrando, cansado, casi sin poder tenerse en pie.
-Sabía que serías un oponente digno y duro de pelar –sonrió con malicia observándolo- sabiendo que eres hijo de Erlend –se notó que su nombre lo dijo con total desprecio- estás preparado para esto y para más cosas que tengo pensado hacerte… como por ejemplo que hables, pero sé que no me vas a decir nada ¿verdad que no? –Sonrió mientras hacía como pensaba- sin embargo me pregunto, ¿crees que tú egipcia podrá aguantar todo esto? –Entreabrí mis labios por aquello sin creer lo que estaba escuchando- oh, ¿creías que no lo sabía? Sé que no voy a hacer que hables por las buenas así que… tendrá que ser por las malas –no podía ser, era imposible que la tuviera él, ¿o no?- Tienes buen gusto, está muy buena y puede que antes de que la veas la lleve a mi cama para disfrutar de ella, ese pelo rizado negro, sus labios, ese cuerpo curvilíneo… pronto la verás aunque no creo que dure mucho con vida, bueno, lo comprobaremos –dijo chasqueando los dedos para que apresaran de nuevo al vikingo que se revolvía ante las palabras del rey, miré a Caleb porque si era cierto como si no.
-Tenemos que movernos, ahora –dije para tirar de él y colarnos entre el gentío para alejarnos de allí e ir hacia ese ala oeste que nos habían dicho que estaba la reliquia, teníamos que irnos cuanto antes porque bien podría ser un truco de ese maldito rey, o bien Naitiri podría de verdad estar en peligro. Fuera como fuere no íbamos a comprobarlo, el vikingo no daría mucho más de sí y cuanto antes acabara todo mejor, seguramente sus hermanos y su primo estarían ya preparados para entrar. Por suerte para nosotros no había demasiada seguridad en esos momentos y todos estaban centrados en ese patio de armas, por lo que coger la reliquia no debería de ser demasiado complicado.
La fiesta comenzó enseguida y las jarras de alcohol comenzaron a correr por el lugar, así como la bebida y las mujeres, al parecer la mayoría de las mujeres que tenían allí era solamente para satisfacer a los soldados, pocas mujeres habían que fueran guerreras, la comida tampoco comenzó a faltar y el rey nos aseguró un lugar en aquella fiesta por haber capturado al general de su ejército rival teniéndolo en sus mazmorras. Nosotros nos limitamos a observar todo con detalle para intentar averiguar dónde se encontraba la reliquia, sentada al lado de Caleb escuché como el rey le ofrecía alguna mujer para que se divirtiera con ella, tuve que apretar mis manos en sendos puños para no abrir la boca y mandarlo al infierno en esos momentos, no debían de saber demasiado sobre nosotros así que escuché cómo Caleb lo rechazaba alegando que estaba casado, me mordí el labio por ello mientras sentí que me enervó que se lo pidiera pero sabía que él no haría nada, estando yo o sin estarlo porque confiaba en él y en sus sentimientos. Allí no escatimaban para nada en bebida y pronto los soldados ya iban demasiado entonados y contentos como para intentar sonsacarles algo de información, era nuestra única oportunidad ahora que iban bebidos y que posiblemente fueran más fáciles de manipular. Miré a Caleb un momento antes de hacer aquel interrogatorio de la forma más casual posible, la gente parecía sentir curiosidad por estar nosotros allí así que aprovechamos eso a nuestro favor.
Me acerqué a uno de los grupos que peores iban y no tardaron en preguntarnos cómo habíamos logrado atraparlo, les contamos la misma versión que a Randulf quien pareció creernos y estos comenzaron a reírse alegando que ya se podría preparar el vikingo con la que le venía encima, me dieron ganas de partirles la cara a todos me aguanté y al final conseguimos hablar sobre la reliquia, alejé que no creía realmente que la tuviera y uno de ellos saltó diciendo que había sido él uno de los que la había encontrado y quitado al vikingo en Egipto, no se podía ver porque Randulf la tenía bien protegida y guardada en una cámara en el ala oeste, sonreí por ello mientras fingía que no me importaba en absoluto y volvimos a sentarnos en nuestros sitios, el rey loco seguramente intentaría que llegáramos a un acuerdo porque de vez en cuando sentía su mirada puesta en nosotros. La fiesta “terminó” cuando anunciaron que fuéramos al patio de armas, miré a Caleb presintiendo lo peor y al llegar me mordí el labio con fuerza viendo al vikingo en ese estado, le habían dado latigazos, la sangre estaba por todo el lugar y parecía cansado… a saber cuánto tiempo llevaría de esa forma. Quise hacer algo pero sabía que no debía, sabía que también era mi “enemigo” pero en verdad les había cogido cierto aprecio a los dos y verlo así no era para nada agradable. Contuve el aliento cuando soltaron a los perros y quise moverme para ir ayudarlo, el brazo de Caleb en mi vientre me paró por completo, aunque no me miraba supe lo que me quería decir. Debíamos de movernos y cuanto antes lo hiciéramos mejor, el vikingo estaba bastante exhausto y débil por los latigazos y no sabíamos cuánto más aguantaría.
-Debemos de movernos Caleb, tenemos que conseguirla como sea ahora que sabemos dónde está -dije susurrando bajito en nuestro idioma para que nadie pudiera entendernos, el vikingo trataba de alejar a los perros todo lo que podía con un palo que había encontrado pero todos sabíamos que eso no los frenaría- tenemos que aprovechar que todos están centrados en el espectáculo –parecía que estuviéramos en un circo y que el vikingo fuera la atracción principal. Pero si pensábamos que eso era todo estábamos equivocados, Randulf mandó a un par de hombres para que cogieran a los perros mientras aplaudía, divertido, observando al vikingo sangrando, cansado, casi sin poder tenerse en pie.
-Sabía que serías un oponente digno y duro de pelar –sonrió con malicia observándolo- sabiendo que eres hijo de Erlend –se notó que su nombre lo dijo con total desprecio- estás preparado para esto y para más cosas que tengo pensado hacerte… como por ejemplo que hables, pero sé que no me vas a decir nada ¿verdad que no? –Sonrió mientras hacía como pensaba- sin embargo me pregunto, ¿crees que tú egipcia podrá aguantar todo esto? –Entreabrí mis labios por aquello sin creer lo que estaba escuchando- oh, ¿creías que no lo sabía? Sé que no voy a hacer que hables por las buenas así que… tendrá que ser por las malas –no podía ser, era imposible que la tuviera él, ¿o no?- Tienes buen gusto, está muy buena y puede que antes de que la veas la lleve a mi cama para disfrutar de ella, ese pelo rizado negro, sus labios, ese cuerpo curvilíneo… pronto la verás aunque no creo que dure mucho con vida, bueno, lo comprobaremos –dijo chasqueando los dedos para que apresaran de nuevo al vikingo que se revolvía ante las palabras del rey, miré a Caleb porque si era cierto como si no.
-Tenemos que movernos, ahora –dije para tirar de él y colarnos entre el gentío para alejarnos de allí e ir hacia ese ala oeste que nos habían dicho que estaba la reliquia, teníamos que irnos cuanto antes porque bien podría ser un truco de ese maldito rey, o bien Naitiri podría de verdad estar en peligro. Fuera como fuere no íbamos a comprobarlo, el vikingo no daría mucho más de sí y cuanto antes acabara todo mejor, seguramente sus hermanos y su primo estarían ya preparados para entrar. Por suerte para nosotros no había demasiada seguridad en esos momentos y todos estaban centrados en ese patio de armas, por lo que coger la reliquia no debería de ser demasiado complicado.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: North's War {Privado}
Soltaron los perros, el vikingo era un luchador nato, mis ojos centelleaban en aquel tono ambarino que delataba la rabia que sentía.
El con un palo de rodillas rugía manteniendolos a raya, no estaría mucho mas tiempo en pie y de caer los perros lo destrozarían.
Eileen a punto de ponerse en pie para ayudarlo fue frenada por mi mano en su vientre, sabíamos donde estaba la reliquia, teníamos que ir por ella ahora que Ubbe luchaba por mantener su vida intacta y no largarse a ese lugar llamado el Valhalla.
Ese era el plan, su plan y no iba a ser yo el que lo quebrantara.
La voz de Randulf despunto, los perros fueron apresados mientras el vikingo hundía sus dedos en el suelo con la cabeza baja, sangraba en abundancia, mas al escuchar la provocación de Randulf no se como cojones se puso en pie y usando aquel palo astillado como lanza lo tiró en un acto suicida habiéndoselos en el hombro al tirano.
Ahora entendía lo que era el norte, el fuego de sus fraguas y esos guerreros fieros hasta en la muerte.
Los perros fueron soltados, a Randulf se lo llevaban y antes de que el primer animal se lanzara a la yugular del vikingo apareció un muchacho moreno, con sendas dagas que de un tajo decapitó al perro.
-Estas muy feo hermano -aseguró el moreno.
Una morena de ojos verdes se unió a la fiesta, tras ella otro joven de verdes ojos que entre sus dedos hacia bailar las cimitarras.
“Los Cannif” o al menos eso es lo que decían los soldados que hacia ellos borrachos perdidos corrían para intentar darles muerte.
Tiré de mi mujer, era el momento, nuestro momento.
-Aguantaran, ya has visto como Ubbe a lanzado esa lanza, si algo me ha quedado claro viéndolos es que no dejan a ninguno de los suyos atrás y que lo imposible con ellos se convierte en realidad. Déjalos luchar, para eso han nacido y así morirán.
Entre las luces y las sombras, aprovechando el revuelo corrimos hacia el castillo, habíamos visto como se accedía a las platas superiores, una escalera de piedra grisácea en forma de caracol era el único modo de acceder a la cámara donde Randulf guardaba la reliquia.
Por suerte poca vigilancia había, pues el empeño de aquellos desorganizados hombres era matar a los intrusos y nosotros pasábamos bastante desapercibidos.
Tiramos escaleras arriba, corriendo por aquella escalera de caracol, desenvainé la espada, todo aquel que bajaba arma en mano era enemigo, luche con el acero, choque de armas los lancé por la escalera mientras protegia a la mujer de fuego que se abria paso a mi espalda.
El con un palo de rodillas rugía manteniendolos a raya, no estaría mucho mas tiempo en pie y de caer los perros lo destrozarían.
Eileen a punto de ponerse en pie para ayudarlo fue frenada por mi mano en su vientre, sabíamos donde estaba la reliquia, teníamos que ir por ella ahora que Ubbe luchaba por mantener su vida intacta y no largarse a ese lugar llamado el Valhalla.
Ese era el plan, su plan y no iba a ser yo el que lo quebrantara.
La voz de Randulf despunto, los perros fueron apresados mientras el vikingo hundía sus dedos en el suelo con la cabeza baja, sangraba en abundancia, mas al escuchar la provocación de Randulf no se como cojones se puso en pie y usando aquel palo astillado como lanza lo tiró en un acto suicida habiéndoselos en el hombro al tirano.
Ahora entendía lo que era el norte, el fuego de sus fraguas y esos guerreros fieros hasta en la muerte.
Los perros fueron soltados, a Randulf se lo llevaban y antes de que el primer animal se lanzara a la yugular del vikingo apareció un muchacho moreno, con sendas dagas que de un tajo decapitó al perro.
-Estas muy feo hermano -aseguró el moreno.
Una morena de ojos verdes se unió a la fiesta, tras ella otro joven de verdes ojos que entre sus dedos hacia bailar las cimitarras.
“Los Cannif” o al menos eso es lo que decían los soldados que hacia ellos borrachos perdidos corrían para intentar darles muerte.
Tiré de mi mujer, era el momento, nuestro momento.
-Aguantaran, ya has visto como Ubbe a lanzado esa lanza, si algo me ha quedado claro viéndolos es que no dejan a ninguno de los suyos atrás y que lo imposible con ellos se convierte en realidad. Déjalos luchar, para eso han nacido y así morirán.
Entre las luces y las sombras, aprovechando el revuelo corrimos hacia el castillo, habíamos visto como se accedía a las platas superiores, una escalera de piedra grisácea en forma de caracol era el único modo de acceder a la cámara donde Randulf guardaba la reliquia.
Por suerte poca vigilancia había, pues el empeño de aquellos desorganizados hombres era matar a los intrusos y nosotros pasábamos bastante desapercibidos.
Tiramos escaleras arriba, corriendo por aquella escalera de caracol, desenvainé la espada, todo aquel que bajaba arma en mano era enemigo, luche con el acero, choque de armas los lancé por la escalera mientras protegia a la mujer de fuego que se abria paso a mi espalda.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: North's War {Privado}
Si antes Adaline había estado atenta ayudándome en lo que podía con la boda desde que Ubbe se fue a esa misión, con la noticia de que estaba embarazada la notaba más cercana y en parte lo agradecí, además era la que mejor comprendía cómo me sentía en esos momentos en los que el vikingo estaba lejos porque ella había pasado también por eso, por la inquietud, la incertidumbre... ella había visto partir a su marido y a sus hijos a la guerra y en ese aspecto me ayudó bastante, agradecí que me ayudara a sobrellevarlo porque había que admitir que no había ni un minuto que no pensara en el vikingo y en cómo estaría, me mordía el labio nerviosa pero luego siempre recordaba que me había prometido volver y él cumplía con sus promesas y con su palabra y pronto lo vería de nuevo cruzando la entrada de la fortaleza. Ya tenía ganas de que llegara para poder darle la noticia y ver su reacción, siempre me había dicho que quería ser padre y tener descendencia y ahora que la iba a tener por más que trataba de imaginar su reacción lo cierto es que no quería imaginármela para así verla en cuanto se lo dijera. No podía ser más feliz en ese momento, me había casado con un hombre al que amaba y que había puesto patas arriba mi mundo llenándolo de vida, y ahora íbamos a ser padres... todo cuanto una vez hube soñado, todo cuanto una vez deseé ahora se cumplía y por fon podía formar la familia que siempre deseé. Me habría gustado saber que estaba embarazada estando él presente pero cuando volviera se lo diría, que ese era el motivo por el cual me había encontrado mal los últimos días previos a venir al norte. Mientras esperaba a que volviera pasaba las horas con ellos ayudándome con la boda y todo lo que conllevaba, quería visitar Upsala pero lo mejor sería esperar a que llegara Ubbe y así poder ir de visita con él aunque su padre me había contado cómo era el lugar donde quería casarse su hijo y me hice una imagen mental del lugar, había llevado conmigo a ese viaje algunos de mis cuadernos donde anotaba y dibujaba lo que necesitaba guardar de las excavaciones que visitaba, había hecho un boceto con lo que Erlend me había dicho que era el santuario para poder hacerme una idea.
Quería además ya que estábamos allí que el vikingo me enseñara su tierra de su mano, siempre había querido ir al norte desde que estudié su cultura y poder hacerlo de su mano y que él me enseñara los lugares donde había crecido me gustaba, pasaríamos allí una temporada porque no consideraba justo volver enseguida a París, sabía que nuestro tiempo se dividiría entre París y el Norte y que también pasaríamos tiempo aquí, porque no quería que él perdiera esa conexión y lazo con su familia. Los había visto, ellos estaban muy unidos a la familia y el vikingo no era la excepción, sabía que la idea de quedarse en París conmigo era decisión suya pero no me parecía bien que perdiera ese contacto con ellos, así que nos quedaríamos un tiempo allí hasta volver de nuevo a París, era lo menos que podía hacer por el vikingo para que estuviera tiempo con su familia porque sabía lo importante que era para él. Recordé que me había contado muchas veces que había ido junto a sus hermanos y sus primos a nada a un lago que había cerca, le pregunté a Adaline por dicho lago para poder ir yo también, ellos no podían salir por el día así que aprovecharía la mañana siguiente para dar una vuelta, no estaba muy convencida de que fuera pero tampoco es que fuera a poder frenarme así que acabó por decirme donde estaba para poder ir por la tarde hacia el lago. Al llegar entendí por qué les gustaba tanto ese lugar y lo cierto es que nada tenía que ver con París o con Egipto, allí todo era mucho más verde, con más bosques, más vegetación... era un lugar diferente. Me senté en la orilla sin meterme porque el agua estaba un poco helada para mí y saqué el cuaderno para dibujar el lugar tranquilamente, le había prometido a Adaline que no estaría sola mucho tiempo así que volví antes de que fuera de noche por completo, ya había oscurecido cuando me faltaba poco para llegar cuando escuché un ruido a mis espaldas, cuando me giré ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando sentí que alguien me cogía y que ponía una mano en mi boca.
-¡Te tengo! –Dijo mientras me apresaba con fuerza y yo intentaba soltarme aunque no podía, tenía más fuerza que yo y no podía gritar porque su mano tapaba mi boca- vámonos antes de que alguien se entere.
-Sí, no quiero que Erlend se pueda enterar y Randulf nos espera con la presa –Randulf, ese nombre me sonaba de habérselo escuchado a Ubbe, forcejeé sin dejar que me llevaran mientras otros dos hombres revisaban que nadie se había dado cuenta mientras comenzaban a llevarme de vuelta, sin saber hacia dónde me llevaban. No podía dejar que me llevaran, así que luché con todas mis fuerzas pero no podía soltarme, así que hice lo único que se me ocurrió; mordí la mano que tapaba mi boca haciendo que esta me soltara, le di un puñetazo como me había enseñado Synnove que quizás no le hizo demasiado, pero me giré rápida y di un rodillazo al hombre en sus partes para que me soltara, sin pensarlo comencé a correr de vuelta porque sabía que no estaba muy lejos.
-¡Erlend! –Grité mientras corría sabiendo que estábamos cerca, con la esperanza de que pudiera oírme- ¡Erlend! –Volví a gritar cuando sentí que de nuevo me cogían, me alzaron del suelo mientras yo gritaba, pataleaba y me revolvía para que me soltaran- ¡no suéltame, maldito desgraciado! –Podía escuchar su risa como si le hiciera gracia que me resistiera- ¡Erlend! –Volví a gritar intentando soltarme, el hombre me dejó en el suelo, me giró y surcó mi rostro con un guantazo tan fuerte que me hizo caer al suelo.
-¡Mantén la puta boca cerrada! –Me amenazó a lo que yo fruncí el ceño por ello, ¿qué me callara? Ni muerta- y ahora... –no llegó a terminar de decir la frase cuando una sombra apareció en el lugar y el filo de una espada le rebanó la cabeza, los demás hombres se pusieron en guardia murmurando el nombre de su enemigo mientras yo veía la espalda de Erlend con su cuerpo tapando el mío, su espada brillaba manchada de sangre y ladeó el rostro para pedirme que me marchara, ni siquiera lo pensé, me levanté sintiendo el picor en mi rostro mientras él luchaba contra los otros hombres, di un par de pasos hacia atrás cuando me giré para largarme tal y como me había pedido, pero nada más girarme me topé contra el cuerpo de uno de los que había ido a buscarme y antes de que me separara sentí un dolor agudo y punzante en mi vientre, grité por ello mientras veía la sonrisa de aquel hombre, llevé una mano hacia donde sentí aquel dolor y al alzarla la tenía manchada de sangre.
-No... –dije sintiendo que me mareaba mientras el dolor me atenazaba, aquello dolía demasiado y un par de lágrimas se escaparon de mis ojos mientras intentaba hacer presión en la herida, pero sentía que cada vez me quedaba sin fuerzas cayendo de rodillas, mi vistá se nubló y luego todo se volvió negro cuando perdí el conocimiento.
Quería además ya que estábamos allí que el vikingo me enseñara su tierra de su mano, siempre había querido ir al norte desde que estudié su cultura y poder hacerlo de su mano y que él me enseñara los lugares donde había crecido me gustaba, pasaríamos allí una temporada porque no consideraba justo volver enseguida a París, sabía que nuestro tiempo se dividiría entre París y el Norte y que también pasaríamos tiempo aquí, porque no quería que él perdiera esa conexión y lazo con su familia. Los había visto, ellos estaban muy unidos a la familia y el vikingo no era la excepción, sabía que la idea de quedarse en París conmigo era decisión suya pero no me parecía bien que perdiera ese contacto con ellos, así que nos quedaríamos un tiempo allí hasta volver de nuevo a París, era lo menos que podía hacer por el vikingo para que estuviera tiempo con su familia porque sabía lo importante que era para él. Recordé que me había contado muchas veces que había ido junto a sus hermanos y sus primos a nada a un lago que había cerca, le pregunté a Adaline por dicho lago para poder ir yo también, ellos no podían salir por el día así que aprovecharía la mañana siguiente para dar una vuelta, no estaba muy convencida de que fuera pero tampoco es que fuera a poder frenarme así que acabó por decirme donde estaba para poder ir por la tarde hacia el lago. Al llegar entendí por qué les gustaba tanto ese lugar y lo cierto es que nada tenía que ver con París o con Egipto, allí todo era mucho más verde, con más bosques, más vegetación... era un lugar diferente. Me senté en la orilla sin meterme porque el agua estaba un poco helada para mí y saqué el cuaderno para dibujar el lugar tranquilamente, le había prometido a Adaline que no estaría sola mucho tiempo así que volví antes de que fuera de noche por completo, ya había oscurecido cuando me faltaba poco para llegar cuando escuché un ruido a mis espaldas, cuando me giré ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando sentí que alguien me cogía y que ponía una mano en mi boca.
-¡Te tengo! –Dijo mientras me apresaba con fuerza y yo intentaba soltarme aunque no podía, tenía más fuerza que yo y no podía gritar porque su mano tapaba mi boca- vámonos antes de que alguien se entere.
-Sí, no quiero que Erlend se pueda enterar y Randulf nos espera con la presa –Randulf, ese nombre me sonaba de habérselo escuchado a Ubbe, forcejeé sin dejar que me llevaran mientras otros dos hombres revisaban que nadie se había dado cuenta mientras comenzaban a llevarme de vuelta, sin saber hacia dónde me llevaban. No podía dejar que me llevaran, así que luché con todas mis fuerzas pero no podía soltarme, así que hice lo único que se me ocurrió; mordí la mano que tapaba mi boca haciendo que esta me soltara, le di un puñetazo como me había enseñado Synnove que quizás no le hizo demasiado, pero me giré rápida y di un rodillazo al hombre en sus partes para que me soltara, sin pensarlo comencé a correr de vuelta porque sabía que no estaba muy lejos.
-¡Erlend! –Grité mientras corría sabiendo que estábamos cerca, con la esperanza de que pudiera oírme- ¡Erlend! –Volví a gritar cuando sentí que de nuevo me cogían, me alzaron del suelo mientras yo gritaba, pataleaba y me revolvía para que me soltaran- ¡no suéltame, maldito desgraciado! –Podía escuchar su risa como si le hiciera gracia que me resistiera- ¡Erlend! –Volví a gritar intentando soltarme, el hombre me dejó en el suelo, me giró y surcó mi rostro con un guantazo tan fuerte que me hizo caer al suelo.
-¡Mantén la puta boca cerrada! –Me amenazó a lo que yo fruncí el ceño por ello, ¿qué me callara? Ni muerta- y ahora... –no llegó a terminar de decir la frase cuando una sombra apareció en el lugar y el filo de una espada le rebanó la cabeza, los demás hombres se pusieron en guardia murmurando el nombre de su enemigo mientras yo veía la espalda de Erlend con su cuerpo tapando el mío, su espada brillaba manchada de sangre y ladeó el rostro para pedirme que me marchara, ni siquiera lo pensé, me levanté sintiendo el picor en mi rostro mientras él luchaba contra los otros hombres, di un par de pasos hacia atrás cuando me giré para largarme tal y como me había pedido, pero nada más girarme me topé contra el cuerpo de uno de los que había ido a buscarme y antes de que me separara sentí un dolor agudo y punzante en mi vientre, grité por ello mientras veía la sonrisa de aquel hombre, llevé una mano hacia donde sentí aquel dolor y al alzarla la tenía manchada de sangre.
-No... –dije sintiendo que me mareaba mientras el dolor me atenazaba, aquello dolía demasiado y un par de lágrimas se escaparon de mis ojos mientras intentaba hacer presión en la herida, pero sentía que cada vez me quedaba sin fuerzas cayendo de rodillas, mi vistá se nubló y luego todo se volvió negro cuando perdí el conocimiento.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: North's War {Privado}
No estaba de acuerdo en que la egipcia fuera sola al lago, mi esposa estaba muy ilusionada con la idea de convertirse en abuela, yo estaba loco con la criatura que esa mujer llevaba en sus entrañas.
Mi primer nieto, hijo de Ubbe, mi hijo. Mi linaje crecía y protegerlo era ahora mismo en lo único que pensaba.
Ella era cándida y el norte peligroso.
Mi mujer me pidió que me relajara, que dejara Naitiri ir un rato a despejarse, que no estaba acostumbrada a tener a su marido en la guerra y que necesitaba respirar.
Gruñi pero mi esposa sabia calmarme y entre besos y caricias me convenció para que al menos no me opusiera.
La vi salir de casa con el ceño fruncido, que la idea no me gustaba era evidente y creo que a Nai le divertía que fuera tan trasparente como mi hijo seguramente.
A ambos se nos notaba cuando las cosas no nos gustaban, Ubbe y yo nos parecíamos mucho en carácter. Supongo que Nai como Ada tendría que aprender a lidiar con nosotros, en el fondo no eramos tan complicados, teníamos un mal primer arranque, pero luego las queríamos tanto que...cedíamos.
Como no me quede tranquilo, en cuanto empezó a anochecer, me puse la bastarda a mis espaldas y me largué por la egipcia, me daba igual se cabreara, yo no iba a dejar a la mujer de mi hijo descuidada.
Fue entonces cuando escuche mi nombre, con esa velocidad sobrenatural que me caracteriza acorté la distancia, mi acero silbó sajando de un golpe la cabeza del que la retenía.
Interpuse mi cuerpo entre los de los atacantes y la madre de mi nieto.
-¡Corre Nai! -le dije mirándola por encima del hombre mientras empezaba una encarnizada batalla contra esos cinco licantropos que quedaban en pie.
Arranqué el corazón a uno con mi diestra, a otro la yugular de un mordisco. Yo era Erlend Cannif y la muerte venia de mi mano.
Mas cuando le baño de sangre cubrió mi cuerpo, por la hoja de mi bastarda corrían ríos de sangre y ni un solo de los atacantes quedaba en pie me giré hacia Nai.
-¡No joder! -rugí al ver como se miraba la mano manchada de carmesí.
Antes de que se desvaneciera la atrapé entre mis brazos alzándola, corrí rápido hasta nuestra casa.
La cara de miedo de mi esposa me lo dijo todo.
Mi primer nieto, hijo de Ubbe, mi hijo. Mi linaje crecía y protegerlo era ahora mismo en lo único que pensaba.
Ella era cándida y el norte peligroso.
Mi mujer me pidió que me relajara, que dejara Naitiri ir un rato a despejarse, que no estaba acostumbrada a tener a su marido en la guerra y que necesitaba respirar.
Gruñi pero mi esposa sabia calmarme y entre besos y caricias me convenció para que al menos no me opusiera.
La vi salir de casa con el ceño fruncido, que la idea no me gustaba era evidente y creo que a Nai le divertía que fuera tan trasparente como mi hijo seguramente.
A ambos se nos notaba cuando las cosas no nos gustaban, Ubbe y yo nos parecíamos mucho en carácter. Supongo que Nai como Ada tendría que aprender a lidiar con nosotros, en el fondo no eramos tan complicados, teníamos un mal primer arranque, pero luego las queríamos tanto que...cedíamos.
Como no me quede tranquilo, en cuanto empezó a anochecer, me puse la bastarda a mis espaldas y me largué por la egipcia, me daba igual se cabreara, yo no iba a dejar a la mujer de mi hijo descuidada.
Fue entonces cuando escuche mi nombre, con esa velocidad sobrenatural que me caracteriza acorté la distancia, mi acero silbó sajando de un golpe la cabeza del que la retenía.
Interpuse mi cuerpo entre los de los atacantes y la madre de mi nieto.
-¡Corre Nai! -le dije mirándola por encima del hombre mientras empezaba una encarnizada batalla contra esos cinco licantropos que quedaban en pie.
Arranqué el corazón a uno con mi diestra, a otro la yugular de un mordisco. Yo era Erlend Cannif y la muerte venia de mi mano.
Mas cuando le baño de sangre cubrió mi cuerpo, por la hoja de mi bastarda corrían ríos de sangre y ni un solo de los atacantes quedaba en pie me giré hacia Nai.
-¡No joder! -rugí al ver como se miraba la mano manchada de carmesí.
Antes de que se desvaneciera la atrapé entre mis brazos alzándola, corrí rápido hasta nuestra casa.
La cara de miedo de mi esposa me lo dijo todo.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 403
Fecha de inscripción : 02/05/2016
Edad : 1224
Localización : Donde su caballo lo lleve
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: North's War {Privado}
No era nada agradable ver como Ubbe estaba en aquel patio de armas dándolo todo, aguantando todo cuanto podía para poder darnos la oportunidad y el tiempo necesario de localizar la reliquia, estarse quieta mientras él luchaba por mantenerse con vida después de lo que le habían hecho era algo admirable en él pero también sufría, no teníamos una amistad con ellos pero después de verlos juntos me imaginaba en la situación inversa siendo él Caleb y... no me gustaba para nada. El espectáculo parecía que solamente había empezado y que los latigazos eran el pistoletazo de salida, porque los perros pronto hicieron aparición con la intención de despedazar al vikingo si lo atrapaban mientras que él se defendía como podía con un palo que había encontrado. Quise ir a ayudarle pero Caleb me frenó antes de que me levantara, entendía que nuestro objetivo era buscar la reliquia pero tampoco podíamos dejar que muriera en vano. Todo paró cuando Randulf hizo acto de presencia, se burló y se mofó de él pero lo que hizo darle un chute de adrenalina al vikingo fue nombrar a su esposa, no supe exactamente cómo lo hizo pero sacando fuerzas se levantó ya que estaba arrodillado en el suelo y el palo que tenía lo lanzó contra Randulf haciendo que se hundiera en el hombro de este, comenzaron a llevárselo para alejarlo del vikingo que presentaba batalla tras sus palabras y soltaron a los perros, pero no lograron hacer mucho porque sus hermanos aparecieron para ayudarle y salvarle, con ellos cerca acabaron con los perros y pronto los soldados se levantaron reconociéndolos para ir a por ellos estando todavía borrachos. Ese era el momento que habíamos estado esperando, sabíamos la ubicación de la reliquia sonsacada a un par de soldados y solo necesitábamos aprovechar el revuelo que se había causado con la llegada de los Cannif para que pasáramos desapercibidos. Caleb tomó mi brazo levantándome mientras me miraba y me instaba a que era el momento, yo también lo creía así que asentí con la cabeza echando un último vistazo a los vikingos que luchaban contra unos soldados mermados por el alcohol.
Nos mezclamos entre el gentío que se agolpaba por ir hacia el patio de armas para dar caza y muerte a los vikingos, nosotros pasábamos desapercibidos entre ellos y así fue como pudimos acercarnos hacia el ala donde se encontraba la torre que llevaba a la cámara de la reliquia, para ello deberíamos de subir a la parte superior de esta así que en cuanto alcanzamos una escalera de caracol comenzamos a subirla, la zona estaba bastante despejada ya que la mayoría de los soldados habían ido al patio de armas para el espectáculo que se había montado. Subimos las escaleras y seguí a Caleb con la espada en mi mano preparada para lo que se nos avecinaba en esos momentos, él luchaba contra los que bajaban y yo me encargaba de la retaguardia aunque también lo ayudaba a veces, fuimos subiendo por la escalera de caracol matando a todos los soldados con los que nos cruzábamos, abriéndonos paso hasta llegar a la cima de la torre donde habían dos guardias más apostados en cada lado de una puerta grande de metal, con grabados en lo que parecía oro, que se acercaron hacia nosotros en cuanto nos vieron. Espada en mano luché contra uno de ellos mientras Caleb se encargaba del otro, nuestras espadas chocaron mientras luchábamos, paré uno de sus golpes con mi espada mientras medíamos fuerzas, me moví un poco hacia un lado quitando la espada para que su peso cayera hacia delante y de un giro rápido y preciso rebané su cuello haciendo que la sangre salpicara y el cuerpo cayera inerte al suelo, miré a Caleb que también había terminado con el otro guardia y nos acercamos a la puerta, la abrimos dejando ver una sala bastante grande donde en el centro, en una vitrina, estaba la reliquia que buscábamos. La sala estaba poco iluminada y algo me decía que no iba a ser tan fácil.
-Tengo un mal presentimiento con todo esto –dije mientras observábamos que, a simple vista, no había nada en esa sala, había una puerta al fondo pero que estaba cerrada y la sala tenía columnas aunque la poca iluminación no dejaba ver demasiado- vayamos con cuidado –dije mirándolo antes de adentrarnos con cautela en aquel lugar, apenas habíamos dado un par de pasos cuando escuchamos un ruido que provenía de la puerta, esta se había abierto y nos quedamos mirando en esa dirección apuntando con las espadas pero nada salía por la puerta, nos miramos de nuevo y seguimos avanzando hasta que algo pasó corriendo entre una de las columnas, una sombra negra que no pudimos diferenciar con exactitud- ¿qué ha sido eso? –Pregunté mientras mirábamos en todas partes pero no veíamos nada, pero estaba claro que no estábamos solos en esa sala. De pronto, de una de las columnas, apareció una figura que se quedó a unos metros de nosotros y que pudimos ver con claridad: parecía tener forma humana o al menos la estatura de uno pero su rostro era el de un pulpo, tenía varios tentáculos y unas garras afiladas en sus manos, llevaba una túnica oscura y un colgando dorado que le prendía del cuello, sus ojos negros como la misma noche nos observaba, de una de sus manos portaba un farolillo que cuando alzó una luz rojiza iluminó el lugar y sentí un pitido en mi cabeza que me hizo llevar mis manos a los oídos, era molesto y casi ensordecedor porque no pude escuchar nada más salvo aquel pitido, mis manos bajaron y aferré la espada de nuevo con fuerza apuntando en dirección a Caleb, no era dueña de mis actos como si aquel ser controlara mi cuerpo y en lo único en lo que podía pensar era que debía de matarlo, aunque por dentro intentaba controlar mis acciones la espada se movía en su dirección dispuesta a acabar con su vida.
Nos mezclamos entre el gentío que se agolpaba por ir hacia el patio de armas para dar caza y muerte a los vikingos, nosotros pasábamos desapercibidos entre ellos y así fue como pudimos acercarnos hacia el ala donde se encontraba la torre que llevaba a la cámara de la reliquia, para ello deberíamos de subir a la parte superior de esta así que en cuanto alcanzamos una escalera de caracol comenzamos a subirla, la zona estaba bastante despejada ya que la mayoría de los soldados habían ido al patio de armas para el espectáculo que se había montado. Subimos las escaleras y seguí a Caleb con la espada en mi mano preparada para lo que se nos avecinaba en esos momentos, él luchaba contra los que bajaban y yo me encargaba de la retaguardia aunque también lo ayudaba a veces, fuimos subiendo por la escalera de caracol matando a todos los soldados con los que nos cruzábamos, abriéndonos paso hasta llegar a la cima de la torre donde habían dos guardias más apostados en cada lado de una puerta grande de metal, con grabados en lo que parecía oro, que se acercaron hacia nosotros en cuanto nos vieron. Espada en mano luché contra uno de ellos mientras Caleb se encargaba del otro, nuestras espadas chocaron mientras luchábamos, paré uno de sus golpes con mi espada mientras medíamos fuerzas, me moví un poco hacia un lado quitando la espada para que su peso cayera hacia delante y de un giro rápido y preciso rebané su cuello haciendo que la sangre salpicara y el cuerpo cayera inerte al suelo, miré a Caleb que también había terminado con el otro guardia y nos acercamos a la puerta, la abrimos dejando ver una sala bastante grande donde en el centro, en una vitrina, estaba la reliquia que buscábamos. La sala estaba poco iluminada y algo me decía que no iba a ser tan fácil.
-Tengo un mal presentimiento con todo esto –dije mientras observábamos que, a simple vista, no había nada en esa sala, había una puerta al fondo pero que estaba cerrada y la sala tenía columnas aunque la poca iluminación no dejaba ver demasiado- vayamos con cuidado –dije mirándolo antes de adentrarnos con cautela en aquel lugar, apenas habíamos dado un par de pasos cuando escuchamos un ruido que provenía de la puerta, esta se había abierto y nos quedamos mirando en esa dirección apuntando con las espadas pero nada salía por la puerta, nos miramos de nuevo y seguimos avanzando hasta que algo pasó corriendo entre una de las columnas, una sombra negra que no pudimos diferenciar con exactitud- ¿qué ha sido eso? –Pregunté mientras mirábamos en todas partes pero no veíamos nada, pero estaba claro que no estábamos solos en esa sala. De pronto, de una de las columnas, apareció una figura que se quedó a unos metros de nosotros y que pudimos ver con claridad: parecía tener forma humana o al menos la estatura de uno pero su rostro era el de un pulpo, tenía varios tentáculos y unas garras afiladas en sus manos, llevaba una túnica oscura y un colgando dorado que le prendía del cuello, sus ojos negros como la misma noche nos observaba, de una de sus manos portaba un farolillo que cuando alzó una luz rojiza iluminó el lugar y sentí un pitido en mi cabeza que me hizo llevar mis manos a los oídos, era molesto y casi ensordecedor porque no pude escuchar nada más salvo aquel pitido, mis manos bajaron y aferré la espada de nuevo con fuerza apuntando en dirección a Caleb, no era dueña de mis actos como si aquel ser controlara mi cuerpo y en lo único en lo que podía pensar era que debía de matarlo, aunque por dentro intentaba controlar mis acciones la espada se movía en su dirección dispuesta a acabar con su vida.
- Criatura:
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: North's War {Privado}
Conseguimos adentrarnos en aquella cámara donde Randulf contenía todos aquellos tesoros, reliquias y objetos mágicos que el rey custodiaba con ahincó.
Enarqué una ceja, ella tenia razón, demasiado fácil se me había antojado llegar hasta allí, era consciente de que Ubbe Cannif despertaba el suficiente interés como para arrastrar a todo el ejercito al patio de armas, pero dudaba que un torreón como este, que contenía objetos tan preciados no tuviera algún tipo de guardián peligroso.
Me acercaba a la reliquia cuando escuché a la mujer de fuego llamar mi atención, al girarme vi un ser monstruoso, una túnica de hechicero conformaba un cuerpo menudo, mas sobre su cuello una cabeza de pulpo con tentáculos varios.
-¡Eileen, cuidado! -grite cuando esté lanzó su mano hacia ella. Por esta no salió nada, mas al parecer unos hilos invisibles movían a la madre de mi hijo como si fuera una marioneta.
Acero en mano cargó contra mi llena de rabia, rugí intentando mantenerla lejos, desviando su acero en un baile en el que ella deseaba mi muerte y yo su rendición.
-Vamos soy yo pequeña, mírame -le pedía para que entrara en si, pero el fuego de su mirada me indicaba que estaba muy lejos de allí.
Tenia que reducirla, porque de no hacerlo me mataría ¿pero como sin dañarla? Mi mirada se desvió hacia aquel que la controlaba, si terminaba con él, ella seria libre de su hechizo, pero como traspasar la ferocidad de la dama sin atacar.
Solo había un modo. Desentenderme por un segundo y darle el flanco derecho para poder escabullirme por el izquierdo.
Con mi diestra ataqué, mas antes de darle me detuve, ella no desaprovechó la oportunidad y hundió su filo en mi costado, la sangre salpicó su rostro, mas no me detuve, esperaba ese golpe, suficiente para detenerla, para hacerla dudar con las manos manchadas de sangre.
Vi la desesperación en su rostro por haber dañado al amor de su vida, al padre de su hijo que crecía en sus entrañas.
No me detuve corrí hacia el hechicero, de un saltó cargué contra el pulpo acero en mano mientras un rio escarlata quedaba a mi paso.
El hechicero no esperaba mi jugada, mas tenia mas ases en la manga y con un mano plantó un escudo que detuvo mi primer golpe mas no el segundo, una daga que deslicé con mi zurda sajando su vientre.
Ladeé la sonrisa rugiendo ante su mirada, mis colmillos crecieron, pronto mis ñas se trasformaron en garras y el ataque de un lobo era algo que no esperaba.
Reculo tratado de atraparme, mas eso era difícil, mi movimiento voraz, raudo y sobrehumano era incontrolado, así que de nuevo atrajo a Eileen ante los dos para usarla como escudo protector.
Enarqué una ceja, ella tenia razón, demasiado fácil se me había antojado llegar hasta allí, era consciente de que Ubbe Cannif despertaba el suficiente interés como para arrastrar a todo el ejercito al patio de armas, pero dudaba que un torreón como este, que contenía objetos tan preciados no tuviera algún tipo de guardián peligroso.
Me acercaba a la reliquia cuando escuché a la mujer de fuego llamar mi atención, al girarme vi un ser monstruoso, una túnica de hechicero conformaba un cuerpo menudo, mas sobre su cuello una cabeza de pulpo con tentáculos varios.
-¡Eileen, cuidado! -grite cuando esté lanzó su mano hacia ella. Por esta no salió nada, mas al parecer unos hilos invisibles movían a la madre de mi hijo como si fuera una marioneta.
Acero en mano cargó contra mi llena de rabia, rugí intentando mantenerla lejos, desviando su acero en un baile en el que ella deseaba mi muerte y yo su rendición.
-Vamos soy yo pequeña, mírame -le pedía para que entrara en si, pero el fuego de su mirada me indicaba que estaba muy lejos de allí.
Tenia que reducirla, porque de no hacerlo me mataría ¿pero como sin dañarla? Mi mirada se desvió hacia aquel que la controlaba, si terminaba con él, ella seria libre de su hechizo, pero como traspasar la ferocidad de la dama sin atacar.
Solo había un modo. Desentenderme por un segundo y darle el flanco derecho para poder escabullirme por el izquierdo.
Con mi diestra ataqué, mas antes de darle me detuve, ella no desaprovechó la oportunidad y hundió su filo en mi costado, la sangre salpicó su rostro, mas no me detuve, esperaba ese golpe, suficiente para detenerla, para hacerla dudar con las manos manchadas de sangre.
Vi la desesperación en su rostro por haber dañado al amor de su vida, al padre de su hijo que crecía en sus entrañas.
No me detuve corrí hacia el hechicero, de un saltó cargué contra el pulpo acero en mano mientras un rio escarlata quedaba a mi paso.
El hechicero no esperaba mi jugada, mas tenia mas ases en la manga y con un mano plantó un escudo que detuvo mi primer golpe mas no el segundo, una daga que deslicé con mi zurda sajando su vientre.
Ladeé la sonrisa rugiendo ante su mirada, mis colmillos crecieron, pronto mis ñas se trasformaron en garras y el ataque de un lobo era algo que no esperaba.
Reculo tratado de atraparme, mas eso era difícil, mi movimiento voraz, raudo y sobrehumano era incontrolado, así que de nuevo atrajo a Eileen ante los dos para usarla como escudo protector.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: North's War {Privado}
Apenas podía recordar lo que había pasado en el momento en que perdí el conocimiento, todo me resultó bastante difuso tras sentir aquel pinchazo en mi vientre y mi mano llenarse de sangre, no fui consciente de mucho más y tampoco de que Erlend me llevara entre sus brazos con esa velocidad que caracterizaba a los vampiros de vuelta a su casa donde se encontraba Ada. Apenas era consciente de distinguir, vagamente, las voces que había a mi alrededor y aunque abrí los ojos ligeramente parpadeando como si me hubieran quitado de un plumazo las energías solo veía luches y sombras, intentaba reconocer las voces o simplemente ubicarme donde estaba pero me fue imposible, solo veía gente moviéndose a mi alrededor, hablando e intenté saber de qué hablaban pero no llegué a hacerlo, mis ojos se pasearon vagamente por el lugar pero no era consciente de mucho y mi visión estaba parcialmente borrosa. Mi nombre salió de los labios de alguien, en un principio pensé en Ubbe y dirigí mis ojos hacia el lugar, algo que me costó un desmesurado esfuerzo, solo para darme cuenta de que quien realmente me había llamado era ¿Adaline? No lo sabía, su voz sonaba como ella aunque un tanto distorsionada y en realidad solo veía figuras a mí alrededor, quise mantenerme despierta y preguntar pero volví de nuevo a caer en la inconsciencia dejándome vencer a la oscuridad. Por un instante sentí que me perdía en esa oscuridad en la que no podía distinguir absolutamente nada, era imposible y aunque intentaba salir de ella no lo conseguía. Era como un abismal lugar donde solo había oscuridad rodeada por la nada más absoluta, perdida en mi inconsciencia encontrando la forma de salir de ella... pero no hallaba la forma de hacerlo. Por un momento incluso caí hasta en la desesperación, yo no quería pertenecer ni quedarme en ese lugar y aunque intentaba pensar en un motivo por el cual no debía de quedarme fue entonces que oí su voz, llamándome, pidiéndome que volviera con él. Me giré buscando al dueño de esa voz y que conocía tan bien, el hombre que había marcado cada uno de mis presentes y futuros caminos en su dirección, como una brújula que me guiase hacia la luz en toda la oscuridad. Su figura, llena de luz, con su mano extendida me pedía que volviera y ni siquiera me lo pensé, corrí en su dirección tomando su mano para salir de aquel oscuro lugar.
Abrí mis ojos y parpadeé por la luz que había en el lugar, mis ojos que poco a poco veía con normalidad sin estar borrosos reconociendo aquel lugar, sabía en dónde me encontraba porque había pasado allí los últimos días, la habitación que ocupaba en la casa de Adaline y de Erlend, el cuarto que una vez había pertenecido a Ubbe. Una voz volvió a llamarme de nuevo y al dirigir mis ojos pude ver y reconocer la figura de Adaline, se acercaba hacia donde yo me encontraba y posaba su mano en mi frente mientras yo intentaba incorporarme a lo que ella me pedía por tranquilidad y calma, que me quedara recostada un poco más. Me sentía tan sumamente cansada, como si llevase días sin dormir, veía el alivio reflejado en su rostro y junto a ella apareció la figura de Erlend que me miraba de forma algo sombría aunque atribuí que, seguramente, fuera por haberme ido al lago cuando él se opuso en un principio. Adaline me decía que todo estaba bien y que todo iba a estar bien, que yo era fuerte y que seguiría adelante aunque no entendía muy bien sus palabras, me quise incorporar en la cama sentándome en esta aunque ella me dijo que no lo hiciera, lancé un suspiro cerrando los ojos unos segundos intentando recobrarme un poco porque sentía que lo necesitaba. Mis ojos se abrieron de nuevo y busqué su mirada, ella era muy cálida y me sentía bien cuando estaba cerca porque de alguna forma me tranquilizaba, pero necesitaba saber qué había pasado porque no recordaba nada.
-Adaline –mi voz sonaba pastosa y algo grave- ¿qué... qué ha pasado? –Pregunté porque necesitaba saberlo, porque no me acordaba de nada salvo ir al lago y luego el rostro de Erlend, lo demás... nada. Ella miró a su marido por un instante y me pregunté qué habría pasado para que tuviera esa expresión en su rostro- ¿Adaline? –Volví a insistir para que me respondiera, me dijo que descansara pero entonces sentí que algo andaba mal por lo que intenté incorporarme, me costó ese simple acto y sentí un pinchazo y un tirón en mi vientre al hacerlo que me hizo llevar mi mano a ese lugar- ¿qué? –Pregunté en un siseo justo cuando un hombre, algo ya mayor, entraba por la puerta y nos miraba a todos hasta acercarse a mí para examinarme.
-Vaya, me alegro de que estés despierta, ¿cómo te encuentras? –Me preguntó a lo que yo lo miré, la verdad es que no me encontraba del todo bien y eso mismo fue lo que le conté- es normal, has sufrido una grave herida y de casi te perdemos. Si te hubieran traído unos minutos más tarde no lo habrías contado –fue entonces que recordé el dolor al sentir que atravesaban mi carne, la herida, la sangre... bajé mi vista hacia el lugar y recordé como si algo hiciera conexión en mi cabeza dónde me habían herido y que también estaba embarazada.
-¿Y el bebé? –Pregunté alzando mi cabeza para mirarlo mientras el silencio se abría paso en la habitación- ¿le ha pasado algo al bebé? –Se miraron entre ellos y fue como si una alarma se encendiera en mi cabeza, mi respiración comenzaba a hacerse más rápida y miré a sus padres- ¿Adaline? –Pregunté casi con un quejido cuando la voz del médico volvió a sonar de nuevo.
-Perdías mucha sangre cuando te trajeron, nos costó mucho mantenerte con vida y... no pudimos hacer nada por el bebé, tenías una fuerte hemorragia y no pudimos salvarlo, lo siento mucho –mi cuerpo se congeló y se quedó rígido con sus palabras, en esos momentos sentí ya no como si uno, sino más bien, como si cien jarros de agua fría me hubieran caído todos encima de golpe. Las palabras más duras que yo una vez había escuchado a lo largo de toda mi vida, y teniendo en cuenta que esta no había sido agradable, aquello decía bastante. “Lo había perdido” esas eran las tres dolorosas palabras que se hacían eco una y otra vez en mi mente, doliéndome, clavándose como puñales en mi pecho... el médico siguió hablando pero yo ni lo escuché, no podía, mi mente estaba bloqueada mientras las lágrimas caían de mis ojos sin apenas control alguno, una mano en mi vientre aferrando la tela de la ropa que llevaba. Cerré los ojos y agaché un poco la cabeza mientras seguía llorando como hacía tiempo que no lo hacía, rota por completo, desgarrada... lo había perdido antes incluso de haber podido disfrutarlo. Había sido tan feliz ante la noticia de estar embarazada y ahora me sentía triste y dolida, me sentí culpable directa de haberlo perdido, por un lado pensaba que había fallado al vikingo y me sentí destrozada. El dolor me consumía, pero también lo hacía la rabia y la impotencia que sentía en esos momentos en los que pensaba que tendría que haberme quedado en casa y nada de eso habría pasado.
-Es todo por mi culpa –dije mientras no paraba de llorar, sentí que alguien se sentaba a mi lado en la cama y enseguida unos brazos que me rodeaban mientras su madre me decía que no me culpara por ello que yo no tenía la culpa, que debía de ser fuerte y de seguir adelante porque se podía salir de aquello... pero lo cierto es que me encontraba un tanto rota en esos momentos, y la realidad era que me sentía la culpable de la dolorosa pérdida que había sufrido... y nadie iba a cambiar ese sentimiento.
Abrí mis ojos y parpadeé por la luz que había en el lugar, mis ojos que poco a poco veía con normalidad sin estar borrosos reconociendo aquel lugar, sabía en dónde me encontraba porque había pasado allí los últimos días, la habitación que ocupaba en la casa de Adaline y de Erlend, el cuarto que una vez había pertenecido a Ubbe. Una voz volvió a llamarme de nuevo y al dirigir mis ojos pude ver y reconocer la figura de Adaline, se acercaba hacia donde yo me encontraba y posaba su mano en mi frente mientras yo intentaba incorporarme a lo que ella me pedía por tranquilidad y calma, que me quedara recostada un poco más. Me sentía tan sumamente cansada, como si llevase días sin dormir, veía el alivio reflejado en su rostro y junto a ella apareció la figura de Erlend que me miraba de forma algo sombría aunque atribuí que, seguramente, fuera por haberme ido al lago cuando él se opuso en un principio. Adaline me decía que todo estaba bien y que todo iba a estar bien, que yo era fuerte y que seguiría adelante aunque no entendía muy bien sus palabras, me quise incorporar en la cama sentándome en esta aunque ella me dijo que no lo hiciera, lancé un suspiro cerrando los ojos unos segundos intentando recobrarme un poco porque sentía que lo necesitaba. Mis ojos se abrieron de nuevo y busqué su mirada, ella era muy cálida y me sentía bien cuando estaba cerca porque de alguna forma me tranquilizaba, pero necesitaba saber qué había pasado porque no recordaba nada.
-Adaline –mi voz sonaba pastosa y algo grave- ¿qué... qué ha pasado? –Pregunté porque necesitaba saberlo, porque no me acordaba de nada salvo ir al lago y luego el rostro de Erlend, lo demás... nada. Ella miró a su marido por un instante y me pregunté qué habría pasado para que tuviera esa expresión en su rostro- ¿Adaline? –Volví a insistir para que me respondiera, me dijo que descansara pero entonces sentí que algo andaba mal por lo que intenté incorporarme, me costó ese simple acto y sentí un pinchazo y un tirón en mi vientre al hacerlo que me hizo llevar mi mano a ese lugar- ¿qué? –Pregunté en un siseo justo cuando un hombre, algo ya mayor, entraba por la puerta y nos miraba a todos hasta acercarse a mí para examinarme.
-Vaya, me alegro de que estés despierta, ¿cómo te encuentras? –Me preguntó a lo que yo lo miré, la verdad es que no me encontraba del todo bien y eso mismo fue lo que le conté- es normal, has sufrido una grave herida y de casi te perdemos. Si te hubieran traído unos minutos más tarde no lo habrías contado –fue entonces que recordé el dolor al sentir que atravesaban mi carne, la herida, la sangre... bajé mi vista hacia el lugar y recordé como si algo hiciera conexión en mi cabeza dónde me habían herido y que también estaba embarazada.
-¿Y el bebé? –Pregunté alzando mi cabeza para mirarlo mientras el silencio se abría paso en la habitación- ¿le ha pasado algo al bebé? –Se miraron entre ellos y fue como si una alarma se encendiera en mi cabeza, mi respiración comenzaba a hacerse más rápida y miré a sus padres- ¿Adaline? –Pregunté casi con un quejido cuando la voz del médico volvió a sonar de nuevo.
-Perdías mucha sangre cuando te trajeron, nos costó mucho mantenerte con vida y... no pudimos hacer nada por el bebé, tenías una fuerte hemorragia y no pudimos salvarlo, lo siento mucho –mi cuerpo se congeló y se quedó rígido con sus palabras, en esos momentos sentí ya no como si uno, sino más bien, como si cien jarros de agua fría me hubieran caído todos encima de golpe. Las palabras más duras que yo una vez había escuchado a lo largo de toda mi vida, y teniendo en cuenta que esta no había sido agradable, aquello decía bastante. “Lo había perdido” esas eran las tres dolorosas palabras que se hacían eco una y otra vez en mi mente, doliéndome, clavándose como puñales en mi pecho... el médico siguió hablando pero yo ni lo escuché, no podía, mi mente estaba bloqueada mientras las lágrimas caían de mis ojos sin apenas control alguno, una mano en mi vientre aferrando la tela de la ropa que llevaba. Cerré los ojos y agaché un poco la cabeza mientras seguía llorando como hacía tiempo que no lo hacía, rota por completo, desgarrada... lo había perdido antes incluso de haber podido disfrutarlo. Había sido tan feliz ante la noticia de estar embarazada y ahora me sentía triste y dolida, me sentí culpable directa de haberlo perdido, por un lado pensaba que había fallado al vikingo y me sentí destrozada. El dolor me consumía, pero también lo hacía la rabia y la impotencia que sentía en esos momentos en los que pensaba que tendría que haberme quedado en casa y nada de eso habría pasado.
-Es todo por mi culpa –dije mientras no paraba de llorar, sentí que alguien se sentaba a mi lado en la cama y enseguida unos brazos que me rodeaban mientras su madre me decía que no me culpara por ello que yo no tenía la culpa, que debía de ser fuerte y de seguir adelante porque se podía salir de aquello... pero lo cierto es que me encontraba un tanto rota en esos momentos, y la realidad era que me sentía la culpable de la dolorosa pérdida que había sufrido... y nadie iba a cambiar ese sentimiento.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: North's War {Privado}
Rabia, sentía exactamente eso, porque no debí ceder, no debí permitir que una mujer que no conocía el norte partiera hacia el lago sin vigilancia, sin escolta.
Había fallado a mi hijo y mi error me había arrebatado un nieto y a él un hijo. La egipcia había perdido mucha sangre, pero según el medico si guardaba reposo se repondría, era una mujer joven, fuerte, con una vida por delante y aunque yo le pregunté hasta la saciedad si volvería a engendrar, me dijo que era pronto para confirma si no había daños internos que se lo impidieran mas adelante.
Frustrado me acerqué cuando esta se despertó y mi esposa acudió rauda a su encuentro para cuidar de ella. La muchacha no tenia culpa de nada, era inocente, incapaz de atisbar ni por un instante lso peligros del norte.
Mi hijo la había depositado en nuestras manso y yo, fallé, la culpa me carcomía como una plaga y juro por Odin que mis ganas de sucumbir a esos demonios enterrados en lo mas profundo de mi abismo existían.
Mi esposa me conocía, sus dedos se deslizaron por mi mano para apresar la propia, impedir que hiciera ninguna tontería.
Nai preguntaba por su vástago, el desenlace había sido terrible para ella, pero al menos mi pronta llegada había salvado su vida.
El medico le explicaba, pero sus ojos se anegaban en lagrimas, había sido muy feliz al conocer su embarazo, todos ciertamente. Mi mujer estaba tan ilusionada y yo estaba loco con la idea de ser abuelo, de comunicar a Ubbe después de lo que estaba viviendo ahora mismo a manos de Randulf, que en poco tiempo tendría entre sus brazos el fruto de su linaje.
Se lo que sentí el día que mi esposa puso en mis brazos a mi hijo, fuerte, vikingo, ese niño me llenó de orgullo, igual que mi pequeña Synnobe.
-No es culpa tuya, ha sido mía. No debí permitir que acudieras al lago, el norte es voraz, es peligroso y nunca debí haber permitido que acudieras sola.
He fallado a mi hijo y a ti, espero seáis capaces de perdonarme.
Mi esposa acariciaba a Nai, apartando su pelo de la frente, asegurandole que los dioses les darían un linaje, que Ubbe volvería sano y salvo.
La intentó animar hablando de otra cosa, de esa boda que tenían que preparar y le contó la historia de Upsala y de los bosques donde las parejas recién casadas eran bendecidos por Freya con un hijo.
Que seguro Ubbe había elegido Upsala, ese templo por ese motivo y que tuviera fe, que estaba segura que tras la boda volvería a quedar en cinta.
Había fallado a mi hijo y mi error me había arrebatado un nieto y a él un hijo. La egipcia había perdido mucha sangre, pero según el medico si guardaba reposo se repondría, era una mujer joven, fuerte, con una vida por delante y aunque yo le pregunté hasta la saciedad si volvería a engendrar, me dijo que era pronto para confirma si no había daños internos que se lo impidieran mas adelante.
Frustrado me acerqué cuando esta se despertó y mi esposa acudió rauda a su encuentro para cuidar de ella. La muchacha no tenia culpa de nada, era inocente, incapaz de atisbar ni por un instante lso peligros del norte.
Mi hijo la había depositado en nuestras manso y yo, fallé, la culpa me carcomía como una plaga y juro por Odin que mis ganas de sucumbir a esos demonios enterrados en lo mas profundo de mi abismo existían.
Mi esposa me conocía, sus dedos se deslizaron por mi mano para apresar la propia, impedir que hiciera ninguna tontería.
Nai preguntaba por su vástago, el desenlace había sido terrible para ella, pero al menos mi pronta llegada había salvado su vida.
El medico le explicaba, pero sus ojos se anegaban en lagrimas, había sido muy feliz al conocer su embarazo, todos ciertamente. Mi mujer estaba tan ilusionada y yo estaba loco con la idea de ser abuelo, de comunicar a Ubbe después de lo que estaba viviendo ahora mismo a manos de Randulf, que en poco tiempo tendría entre sus brazos el fruto de su linaje.
Se lo que sentí el día que mi esposa puso en mis brazos a mi hijo, fuerte, vikingo, ese niño me llenó de orgullo, igual que mi pequeña Synnobe.
-No es culpa tuya, ha sido mía. No debí permitir que acudieras al lago, el norte es voraz, es peligroso y nunca debí haber permitido que acudieras sola.
He fallado a mi hijo y a ti, espero seáis capaces de perdonarme.
Mi esposa acariciaba a Nai, apartando su pelo de la frente, asegurandole que los dioses les darían un linaje, que Ubbe volvería sano y salvo.
La intentó animar hablando de otra cosa, de esa boda que tenían que preparar y le contó la historia de Upsala y de los bosques donde las parejas recién casadas eran bendecidos por Freya con un hijo.
Que seguro Ubbe había elegido Upsala, ese templo por ese motivo y que tuviera fe, que estaba segura que tras la boda volvería a quedar en cinta.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 403
Fecha de inscripción : 02/05/2016
Edad : 1224
Localización : Donde su caballo lo lleve
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: North's War {Privado}
Paralizada como estaba en esos momentos era imposible moverme y ser la dueña de mis actos, era como si de alguna forma una voz en mi cabeza me dijera lo que tenía que hacer en esos momentos, hacia donde tenía que dirigir mi mano y aferrar con fuerza la espada entre mis dedos. Mi cuerpo se movía por órdenes que yo no mandaba, como si fuera una espectadora, observé sin poder hacer otra cosa como mi cuerpo se convertía en una marioneta guiada por unos hilos invisibles, por órdenes que yo no transmitía, y que hacía que me movieran al antojo seguramente del ser que había aparecido en aquella cámara. Era más que evidente que el que estaba haciendo todo aquello era el ser que había aparecido en la cámara, que de alguna forma cuando había levantado el farolillo con la luz roja que había desprendido aquel artefacto algo me había hecho, el pitido que había escuchado en mi cabeza quizás fuera parte de ese “conjuro” o “hechizo” que ahora me tenía dominada por completo, incapaz de moverme a mi antojo mientras como espectadora veía a través de mis ojos mi cuerpo moverse frente al hombre que quería y que era el padre de mi hijo, mi espada se había levantado en su contra con la clara intención de herirlo y de pararlo, las órdenes eran claras “matarlo”, grité en mi mente intentando hacerme dueña de nuevo de mi cuerpo pero fue imposible porque era como si me retuvieran con cadenas dentro de mi propio cuerpo, relegada a la nada encerrada en mi mente sin capaz de decidir lo que hacer o lo que no. Fui testigo de cómo me ponía frente a Caleb y levantaba la espada para ir a por él, como él intentaba pararme y frenarme alegando que era él y que luchara, pero por más que lo intentaba no conseguía retomar el control y fue entonces que arremetí contra él, paró mi golpe con la espada pero lejos de quedarme ahí seguí atacándole sin darle cuartel como si fuera mi enemigo. Era más que evidente que él no quería atacarme y hacerme daño porque lo veía en sus ojos y en sus acciones, tan solo se estaba defendiendo mientras seguramente pensaba en la estrategia a seguir para sacarme de ese aprieto y de ese apuro, sabía que estaba planeando algo mientras solo se centraba en parar mis golpes pero sin herirme.
Fue entonces cuando fui consciente de nuevo, sin poder hacer nada, de cómo él iba a atacarme pero su brazo se quedó parado con toda la intención de que “yo” le devolviera el golpe, sabía perfectamente que le atacaría en el flanco contrario al que él me atacaba y con horror vi como mi espada se incrustaba en su carne por el costado, la sangre salpicó por el golpe y manchó mi rostro así también como mis manos, me quedé quieta gritando en mi mente por liberarme del control de aquel ser sobre mí, no podía permitir que lo siguiera hiriendo con mi cuerpo y por un momento tuve la breve percepción de que podía controlarlo, momento que él aprovechó para alejarse de mí frente a mi desconcierto para acercarse al ser, se lanzó contra este espada en mano y no tardó en conjurar un escudo que paró el golpe, pero Caleb era más rápido y con una de sus dagas le hizo un corte en su vientre que lo hizo chillar, el control que ejercía sobre mí se debilitó un poco y luché por liberarme mientras Caleb se encargaba de aquel ser, vi como sus colmillos y sus zarpas salían a la luz dejando ver esa parte lobuna que tenía en su interior, pero ante la posibilidad de que lo mataran no supe cómo pero mediante algún hechizo me atrajo hacia él de nuevo usándome como su escudo mientras intentaba cazar a Caleb, algo bastante complicado debido a su rapidez y agilidad como lobo, seguramente se habría dado cuenta de que a mí no me haría daño y que quizás podría tener una oportunidad por ahí para atacarle. Volvió a arremeter contra él, esta vez, cubriéndose tras mi cuerpo para llegar a él mientras ahora que parecía menos centrado me iba liberando poco a poco de su control, me utilizaba no solo como escudo sino también para ir atacándole mientras él se quedaba resguardado de su alcance, en una de las veces que mi espada rozó su brazo haciéndole un corte fue que saqué fuerzas de no sabía muy bien dónde, pero que me hizo recuperar el control mientras que el ser iba perdiendo fuerza consumido seguramente por su control en mí y debilitado por la herida que tenía.
-¡Se acabó! –Fue lo que grité antes de aferrar con fuerza la espada, planté mis pies en el suelo, giré la espada en mi mano y con un grácil movimiento giratorio rebané la cabeza de aquel pulpo que no se esperaba que escapara de su control, sangre de un color verduzco nos salpicó a ambos mientras el cuerpo caía sin vida al suelo y la cabeza rodaba por el suelo, mi respiración agitada frente a la lucha interna que había llevado, me giré para mirarlo y acercarme a él llevando una mano a la herida que le había hecho al principio viendo que manaba sangre y que debíamos de parar taponándola, su condición de lobo haría el resto, subí mis ojos a los suyos viendo que ya había vuelto a la normalidad y mi brazo rodeó su cuello para dejar un beso en sus labios- lo siento, siento mucho haberte herido, ¿estás bien? –dije sobre estos con mis dedos en su nuca- no tenía el control de mis actos pero podía verlo todo, ha sido horrible –dije y guardé mi espada, me acerqué al cuerpo que yacía en el suelo y corté un trozo de tela para tapar la hemorragia de su costado con la intención de que no se desangrara más, subí de nuevo mi vista a él- ya tenemos la reliquia, vayamos a cogerla y salgamos de este lugar, esperemos que no hayan tenido muchos problemas –sonreí y me giré observando la reliquia que estaba en la vitrina, era algo más grande de lo que pensaba, aquella caja que junto con el orbe formaba un arma de destrucción masiva. Rompimos el cristal de esta y Caleb se encargó de llevar la caja para volver junto a los vikingos y volver de vuelta a Akershus.
Fue entonces cuando fui consciente de nuevo, sin poder hacer nada, de cómo él iba a atacarme pero su brazo se quedó parado con toda la intención de que “yo” le devolviera el golpe, sabía perfectamente que le atacaría en el flanco contrario al que él me atacaba y con horror vi como mi espada se incrustaba en su carne por el costado, la sangre salpicó por el golpe y manchó mi rostro así también como mis manos, me quedé quieta gritando en mi mente por liberarme del control de aquel ser sobre mí, no podía permitir que lo siguiera hiriendo con mi cuerpo y por un momento tuve la breve percepción de que podía controlarlo, momento que él aprovechó para alejarse de mí frente a mi desconcierto para acercarse al ser, se lanzó contra este espada en mano y no tardó en conjurar un escudo que paró el golpe, pero Caleb era más rápido y con una de sus dagas le hizo un corte en su vientre que lo hizo chillar, el control que ejercía sobre mí se debilitó un poco y luché por liberarme mientras Caleb se encargaba de aquel ser, vi como sus colmillos y sus zarpas salían a la luz dejando ver esa parte lobuna que tenía en su interior, pero ante la posibilidad de que lo mataran no supe cómo pero mediante algún hechizo me atrajo hacia él de nuevo usándome como su escudo mientras intentaba cazar a Caleb, algo bastante complicado debido a su rapidez y agilidad como lobo, seguramente se habría dado cuenta de que a mí no me haría daño y que quizás podría tener una oportunidad por ahí para atacarle. Volvió a arremeter contra él, esta vez, cubriéndose tras mi cuerpo para llegar a él mientras ahora que parecía menos centrado me iba liberando poco a poco de su control, me utilizaba no solo como escudo sino también para ir atacándole mientras él se quedaba resguardado de su alcance, en una de las veces que mi espada rozó su brazo haciéndole un corte fue que saqué fuerzas de no sabía muy bien dónde, pero que me hizo recuperar el control mientras que el ser iba perdiendo fuerza consumido seguramente por su control en mí y debilitado por la herida que tenía.
-¡Se acabó! –Fue lo que grité antes de aferrar con fuerza la espada, planté mis pies en el suelo, giré la espada en mi mano y con un grácil movimiento giratorio rebané la cabeza de aquel pulpo que no se esperaba que escapara de su control, sangre de un color verduzco nos salpicó a ambos mientras el cuerpo caía sin vida al suelo y la cabeza rodaba por el suelo, mi respiración agitada frente a la lucha interna que había llevado, me giré para mirarlo y acercarme a él llevando una mano a la herida que le había hecho al principio viendo que manaba sangre y que debíamos de parar taponándola, su condición de lobo haría el resto, subí mis ojos a los suyos viendo que ya había vuelto a la normalidad y mi brazo rodeó su cuello para dejar un beso en sus labios- lo siento, siento mucho haberte herido, ¿estás bien? –dije sobre estos con mis dedos en su nuca- no tenía el control de mis actos pero podía verlo todo, ha sido horrible –dije y guardé mi espada, me acerqué al cuerpo que yacía en el suelo y corté un trozo de tela para tapar la hemorragia de su costado con la intención de que no se desangrara más, subí de nuevo mi vista a él- ya tenemos la reliquia, vayamos a cogerla y salgamos de este lugar, esperemos que no hayan tenido muchos problemas –sonreí y me giré observando la reliquia que estaba en la vitrina, era algo más grande de lo que pensaba, aquella caja que junto con el orbe formaba un arma de destrucción masiva. Rompimos el cristal de esta y Caleb se encargó de llevar la caja para volver junto a los vikingos y volver de vuelta a Akershus.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: North's War {Privado}
La dama de fuego hizo justo aquello que esperaba de ella, luchar, y dios sabe que lo hizo con todas sus fuerzas, pues aunque en un principio actuaba como escudo del puto pulpo, veía en su rostro como iba tomando fuerza.
Mi “prometida” tenia agallas, hubiera sido una gran guerrera y de sobra sabia que pasaría esas pruebas impuestas por el consejo, tenia la garra de su padre, el coraje de su madre y el juicio de ambos.
La amaba, lo hice desde que su cuerpo tomó forma de mujer, por eso pedí su mano, por eso la quería convertir en mi esposa.
Ahora en su vientre crecía mi vástago, nuestro primogénito, el futuro líder de la orden de la sierpe dorada y era mi deber protegerlo para que se fortaleciera, darle todo cuanto necesitara para convertirse en un hombre justo, un líder capaz de entender el sacrificio y la importancia de la misión encomendada.
La cabeza del pulpo voló por los aires cuando Eileen afianzó sus pies y con un giró se la sajo de cuajo.
Mi sonrisa se ladeó al ver como la sangre verde nos salpicaba, el peligro había pasado y rauda mi prometida se abrazó a mi cuello depositando un profundo beso en mis labios que me supo a poco.
-Estoy bien -susurré contra su boca al ver como se separaba para palpar la herida abierta.
-cerrara, soy un lobo -aseguré dejándola hacer para parar la hemorragia mientras la miraba con orgullo.
Cogimos la reliquia, el tiempo apremiaba, pero le dejé muy claro que cuando llegara la noche y estuviéramos solos, quería que me recompensara. Ella se reía y yo le lanzaba un par de bocados al aire que tiñeron sus mejillas de un tono rosado.
No nos costó demasiado con aquel desconcierto llegar al patio de armas, los Canif luchaban feroces, tenia que admitir que el acero corría por sus venas, parecía ser una extensión mas de ellos y aunque no percibía en su aura mas poder que el de un hombre común, tenían un arrojo que bien podía igualarse al de un licantropo.
Ubbe era el que estaba en peores condiciones, pero sus dos hermanos cerraban filas con él, ayudándolo en todo lo posible.
-Tienes que salir con la reliquia, yo he de ayudar a esos muchachos -aseguré mirando los azules de mi futura esposa. -no puedo dejarlos vendidos a su suerte, no cuando ellos han hecho posible esto.
En mi mente estaba la imagen de esa egipcia que amaba a ese rudo norteño que malherido seguía en pie luchando desafiante contra el enemigo.
-Ve -la apremié antes de salir corriendo hacia el patio de armas uniendo así mi acero al de ellos.
Buscábamos el modo de salir, algo que logramos gracias a la morena que logro levantar el rastrillo de la ciudad abriéndonos paso.
Lo que no esperamos es que uno de los hechiceros alcanzara a Ubbe, que mas lento en movimientos por la cantidad de sangre perdida se comió aquel rayo cayendo inconsciente en el acto.
El grito desgarrador de Hakon y Niels quebraron el alba que ya se avecinaba.
Niels se volvió loco. Rompió filas, aquel muchacho era un demonio, sangre, miembros cercenados, bañado en sangre rugía abriéndose paso hacia el hechicero al que mató a golpes, sajandole cada uno de sus miembros y clavando le un hacha en su cabeza tantas veces que no quedaba cráneo solo sexos esparcidos por el suelo.
Tuve que ir y cogerlo por la cintura para llevármelo arrastras mientras sus otros dos hermanos se llevaban a un medio muerto Ubbe que con coraje aun aguantaba con vida.
-¡Niels, joder, quieres que te maten! -le dije para que dejara de intentar zafarse, estaba fuera de si, sus pupilas dilatadas, gritaba con una oscuridad impropia en un ser humano.
Mi “prometida” tenia agallas, hubiera sido una gran guerrera y de sobra sabia que pasaría esas pruebas impuestas por el consejo, tenia la garra de su padre, el coraje de su madre y el juicio de ambos.
La amaba, lo hice desde que su cuerpo tomó forma de mujer, por eso pedí su mano, por eso la quería convertir en mi esposa.
Ahora en su vientre crecía mi vástago, nuestro primogénito, el futuro líder de la orden de la sierpe dorada y era mi deber protegerlo para que se fortaleciera, darle todo cuanto necesitara para convertirse en un hombre justo, un líder capaz de entender el sacrificio y la importancia de la misión encomendada.
La cabeza del pulpo voló por los aires cuando Eileen afianzó sus pies y con un giró se la sajo de cuajo.
Mi sonrisa se ladeó al ver como la sangre verde nos salpicaba, el peligro había pasado y rauda mi prometida se abrazó a mi cuello depositando un profundo beso en mis labios que me supo a poco.
-Estoy bien -susurré contra su boca al ver como se separaba para palpar la herida abierta.
-cerrara, soy un lobo -aseguré dejándola hacer para parar la hemorragia mientras la miraba con orgullo.
Cogimos la reliquia, el tiempo apremiaba, pero le dejé muy claro que cuando llegara la noche y estuviéramos solos, quería que me recompensara. Ella se reía y yo le lanzaba un par de bocados al aire que tiñeron sus mejillas de un tono rosado.
No nos costó demasiado con aquel desconcierto llegar al patio de armas, los Canif luchaban feroces, tenia que admitir que el acero corría por sus venas, parecía ser una extensión mas de ellos y aunque no percibía en su aura mas poder que el de un hombre común, tenían un arrojo que bien podía igualarse al de un licantropo.
Ubbe era el que estaba en peores condiciones, pero sus dos hermanos cerraban filas con él, ayudándolo en todo lo posible.
-Tienes que salir con la reliquia, yo he de ayudar a esos muchachos -aseguré mirando los azules de mi futura esposa. -no puedo dejarlos vendidos a su suerte, no cuando ellos han hecho posible esto.
En mi mente estaba la imagen de esa egipcia que amaba a ese rudo norteño que malherido seguía en pie luchando desafiante contra el enemigo.
-Ve -la apremié antes de salir corriendo hacia el patio de armas uniendo así mi acero al de ellos.
Buscábamos el modo de salir, algo que logramos gracias a la morena que logro levantar el rastrillo de la ciudad abriéndonos paso.
Lo que no esperamos es que uno de los hechiceros alcanzara a Ubbe, que mas lento en movimientos por la cantidad de sangre perdida se comió aquel rayo cayendo inconsciente en el acto.
El grito desgarrador de Hakon y Niels quebraron el alba que ya se avecinaba.
Niels se volvió loco. Rompió filas, aquel muchacho era un demonio, sangre, miembros cercenados, bañado en sangre rugía abriéndose paso hacia el hechicero al que mató a golpes, sajandole cada uno de sus miembros y clavando le un hacha en su cabeza tantas veces que no quedaba cráneo solo sexos esparcidos por el suelo.
Tuve que ir y cogerlo por la cintura para llevármelo arrastras mientras sus otros dos hermanos se llevaban a un medio muerto Ubbe que con coraje aun aguantaba con vida.
-¡Niels, joder, quieres que te maten! -le dije para que dejara de intentar zafarse, estaba fuera de si, sus pupilas dilatadas, gritaba con una oscuridad impropia en un ser humano.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: North's War {Privado}
No dejaba de llorar pensando en lo que había pasado y en lo feliz que había sido al conocer la noticia cuando estaba embarazada, y ahora lo descompuesta que me había quedado tras haberlo perdido... aun me costaba hacerme a la idea, aun me costaba asumir que aquella salida al lago hubiera acabado tan mal como para haberlo perdido. Dolía, dolía demasiado aquella pérdida y eso que de alguna forma yo estaba acostumbrada a lo largo de mi vida a ir perdiendo a la gente, pero esta es la que más me había dolido de todas, la vez que peor me había encontrado en toda mi vida... apenas había tenido unos días para disfrutar de esa sensación, de pensar en un futuro con aquel bebé, de imaginarme la cara del vikingo cuando le dijera que iba a ser padre sabiendo la ilusión que le haría... ¿Cómo ahora me enfrentaba a su mirada y le decía que lo había perdido por mi culpa? Tendría que hacerlo llegado el momento, en cuanto volviera de esa misión se lo diría... me habría gustado decirle que iba a ser padre y no que lo había perdido... de hecho es que no quería ni pensarlo en esos momentos porque peor me ponía. El médico nos dejó a solas en la habitación mientras Adaline intentaba reconfortarme un poco, apartaba mechones de mi frente y me animaba con sus palabras mientras yo solo lloraba, rota por el dolor. Me decía que aun teníamos que preparar una boda, que a la vuelta de la misión me casaría en Upsala con Ubbe y además me contó sobre la leyenda que habitaba en esos bosques, que seguramente el vikingo habría elegido ese lugar precisamente por las leyendas, por el deseo que Freya concedía a las parejas para tener descendencia.
Quise creerla, de verdad que quise creerla y aunque me animó un poco no pudo borrar lo que sentía en esos momentos en los que estaba destrozada, sí, claro que me hacía ilusión casarme con el vikingo en sus tierras, conocerlas... pero la pérdida me superaba con creces y había sido un palo demasiado duro, un shock del que todavía no me había recuperado y del que no sabría cuánto me llevaría recuperarme... solo quería que estuviera conmigo el vikingo, lo necesitaba para que me calmara como solo él sabía hacer, con su presencia, como ese bálsamo que me aliviaba cuando peor estaba... ahora lo necesitaba más que nunca. Pasados un par de horas ya me había cambiado de ropa, me había dado un baño y tomaba una taza que me había preparado su madre para tranquilizarme, según me había dicho me ayudaría a relajarme y a pasar el resto de la noche con tranquilidad. Sabía que tenía que asumir lo que había pasado, superarlo y seguir adelante pero... todavía seguía medio en shock por lo ocurrido y lo cierto es que no me encontraba demasiado bien. Había hablado también con Erlend con tranquilidad cuando me sentí algo mejor o cuando había dejado de llorar para poder hablar con normalidad, había escuchado sus palabras mientras yo estaba en la cama y quería hacerle ver que no era el culpable de aquello, sabía que se sentía así porque sus ojos me lo decían, el dolor que había en ellos... ambos se habían alegrado muchísimo con la noticia de que estaba embarazada y no sabría decir quién estaba más contento de los dos porque aunque Erlend no lo expresara con palabras sí lo hacía con su actitud y por cómo me miraba. No quería que se sintiera el culpable porque no había sido así, él me había ayudado y si no hubiera llegado a tiempo... ni yo estaría con vida.
-Tenías razón, no debería de haber ido al lago cuando me lo dijiste, cuando decías que era peligroso... debí haberte echo caso pero yo... necesitaba despejarme y olvidarme por un momento que Ubbe estaba en esa misión... fue mi culpa por haberme ido aprovechando la luz del sol sabiendo que no podrías detenerme –me mordí el labio- no nos has fallado Erlend, llegaste para salvarme y por ello te lo agradezco –tomé su mano apretándola entre la mía, no habíamos podido salvar al bebé pero yo seguía con vida, perdernos a los dos hubiera sido demasiado duro y gracias a él seguía con vida, tenía una nueva oportunidad. Sabía que quizás mis palabras no borrarían lo que sentía, pero sí aliviaría en parte el pesar que lo recorría porque él no tenía la culpa de nada. Pasaron un par de días en los que no podía decir que me encontrara mejor que cuando desperté, el médico me había dicho que tenía que estar en reposo durante unos cuantos días por la herida y que cuando me quitaran los puntos me harían más pruebas para determinar el alcance de la herida, por una parte me daba miedo y no quería pensar en ello, mi estado de ánimo no es que fuera el mejor en esos días y apenas había salido de la cama, me encontraba deprimida y agradecía la atención por parte de sus padres en esos días, no me encontraba bien y solo quería que llegara Ubbe porque sabía que era el único que podía hacer que me encontrara mejor, tampoco comía demasiado porque no tenía muchas ganas y aunque sabía que debía de preparar la boda no hice apenas nada en ese par de días, nada salvo permanecer en cama todo el día y ya no por el reposo, sino porque no tenía ganas de nada. Fue en la noche siguiente en la que yo seguía en la cama cuando, medio dormida, escuché ruidos que provenían del salón de la casa, pisadas rápidas, voces que conocía pero que sonaban distantes, me incorporé en la cama escuchando para darme cuenta de que sabía de quienes eran esas voces- Ubbe –fue el susurro que salió de mis labios, si ellos estaban allí significaba que la misión había terminado, que mi vikingo había vuelto de ella. Con ese pensamiento me levanté como pude de la cama, aun me tiraban los puntos de la herida y me costaba levantarme sobre todo, salí de la habitación escuchando el caos que había en la casa y dirigí mis pasos hacia el salón para encontrarme aquella escena que hizo que mi respiración se entrecortara y mi corazón se encogiera en un puño; sobre la mesa de madera habían improvisado como si fuera una camilla, las sábanas y las toallas se habían manchado de sangre, sobre esta tendido se encontraba mi marido con los ojos cerrados, el pánico se apoderó de mi cuerpo en esos momentos y un escalofrío me invadió el cuerpo- ¡Ubbe! –Grité mientras me acercaba a mi paso con la esperanza de que solo fueran las heridas lo que lo tuvieran así y por eso no se movía para dejar que le curaran, las miradas se centraron en mi como si no se hubieran percatado de mi presencia hasta ese momento y finalmente llegué junto al vikingo- vikingo.... vamos vikingo abre los ojos... ¡Ubbe! –volví a llamarlo con la esperanza de que clavara sus orbes azules en mis desiertos pero nada ocurrió, estaba bastante herido y tenía sangre y golpes por todos lados- ¡no! venga vamos despierta, ¡mírame! Mírame por favor –Pedí cogiendo su rostro entre mis manos, su respiración era débil pero tenía pulso, mas sus ojos no se abrían para mirarme. El pánico comenzaba a adueñarse de mí, el miedo me recorría haciendo que temblara, no podía ser cierto, no podía dejarme. Sin poder quedarme quieta las ayudé para curar las heridas que tenía, eran muchas por todo el cuerpo, sabía que algo así pasaría pero no me imaginaba encontrármelo en esas condiciones. Lo peor fue cuando curamos su espalda, la tenía encarnizada por los latigazos y me dolió en el alma verlo de esa forma, las lágrimas caían de mis ojos mientras lo curaba rezando porque se despertara, porque volviera conmigo, lo necesitaba más que nunca y perderlo ni siquiera era una opción. Mientras lo curábamos Erlend se fue a por un hechicero para que nos ayudara, podía ver las caras de los demás que habían ido a esa misión, estaban serios y callados, apenas decían nada y eso me angustió aún más. Lo trasladaron a una de las camas cuando estuvo curado y lleno de vendas y me senté en el borde de esta sin separarme de él, esperando a que despertara tras haber perdido tanta sangre, tras haberle dado un brebaje para ayudarlo a recuperarse más rápido... mi mano estaba enlazada en una de las suyas y la otra recorría su rostro, las facciones de esta, su frente, su nariz, sus mejillas, el contorno de su mandíbula, sus labios... por Ra, necesitaba que despertara de una maldita vez para saber que estaba completamente bien. No fue hasta que vino el hechicero y lo examinó que sentí temblar, al parecer algo le habían contado sobre algo que otro hechicero le había lanzado y por eso lo habían buscado, pero en cuanto abrió la boca para decirnos lo que pasaba y decirnos que no podía hacer nada por él en ese estado que sentí que mi mundo se desvanecía- ¿qué.... qué estás diciendo? –Pregunté con un hilo de voz, con mis manos temblando aferrando las del vikingo sin soltarme ni alejarme de él bajo ningún concepto. El hechicero decía que lo habían dado con un hechizo poderoso y que no había forma alguna de despertarlo, su cuerpo seguía con vida pero su mente... era como si hubiera entrado en un profundo sueño para no despertar jamás- ¡No! No, no, no, no.... no puede ser... Ubbe por favor despierta, ¡vuelve conmigo por favor! –había cogido su rostro entre mis manos y lo miraba esperando que despertara, pero no lo hacía y mi angustia crecía- no me dejes aquí sin ti.... te necesito –mis labios bajaron a los suyos para besarlo pero no despertó, sus ojos seguían cerrados y yo cerré los míos mientras lloraba sin poder evitarlo, dejé mi frente contra su pecho y aferré su camisa con mis dedos- me dijiste que volverías, que nada podría separarte de mí, que no había valquiria que pudiera reclamarte.... no quiero una vida sin ti, no puedo perderte a ti también –seguía aferrada a él sin querer soltarme- tiene que haber algo, se tiene que poder hacer algo... ¡cualquier cosa! –levanté mi rostro para mirar al hechicero- haré cualquier cosa para que despierte, tiene que haber algo, por favor... –pedí mirándolo, me negaba a que aquel hechizo lo dejara en ese estado para forma- ¿no hay nada que podamos hacer, nada? –Pregunté desesperada, haría cualquier cosa para que volviera conmigo. Pareció que el hechicero se lo pensó y finalmente habló, decía que había una forma pero que era muy peligrosa, me daba igual, estaba dispuesta a todo con tal de recuperarlo. Decía que podría adentrarme en ese mismo sueño en su mente y, desde ahí, hacer que despertara... pero era muy peligroso, no sabía qué me encontraría en su mente ni en ese sueño en el que lo habían inducido... además de que, si no conseguía traerlo de vuelta podría acabar atrapada como él. Básicamente, todo se reducía o a quedarme atrapada con él, o no tenerlo.... ni siquiera tuve que pensarlo- lo haré –dije limpiándome las lágrimas con la determinación en mi voz- iré a ese sueño donde está y lo traeré de vuelta –Adaline me pedía que no lo hiciera, que era demasiado peligroso y que podría quedarme atrapada, pero ya había tomado mi decisión- no puedo perderlo Adaline, no a él... y si hay alguien que pueda traerlo de vuelta soy yo... yo siempre voy a encontrarle –miré al vikingo con la decisión tomada, iría aunque eso me costara la vida dejándome atrapada junto a él- prepara todo lo que sea necesario –dije sin mirar al hechicero, confiaba en mí misma y en las posibilidades que tenía, mi brújula siempre lo apuntaba a él y conseguiría encontrarlo y traerlo de vuelta. El hechicero se fue a por un libro y al cabo de unos minutos volvió con una daga, tenía que hacerle al vikingo un símbolo en su pecho y el mismo símbolo a mí en mi mano, una vez hecho debería de poner mi palma sobre la marca y pronunciar unas palabras, después me introduciría donde él estaba. Ni siquiera dudé cuando tome la daga, la sangre resbaló de mi mano y tal y como me había dicho recité unas palabras, sentí un calor abrasador emanar de la palma y una honda de energía mientras mi mano seguía apoyada en su pecho en donde él tenía la marca, las marcas de ambos brillaron mientras recitaba las palabras una y otra vez y en un momento dado sentí como si me conectara con el vikingo, era algo difícil de explicar pero tan pronto estaba en aquella habitación junto a él en la cama, como al instante siguiente me encontraba en otro sitio totalmente diferente ajeno al que me encontraba, un sitio extraño, muy extraño. Supe entonces que había funcionado y que ahora estaba en ese sueño junto al vikingo- Voy a buscarte, Ubbe.
Quise creerla, de verdad que quise creerla y aunque me animó un poco no pudo borrar lo que sentía en esos momentos en los que estaba destrozada, sí, claro que me hacía ilusión casarme con el vikingo en sus tierras, conocerlas... pero la pérdida me superaba con creces y había sido un palo demasiado duro, un shock del que todavía no me había recuperado y del que no sabría cuánto me llevaría recuperarme... solo quería que estuviera conmigo el vikingo, lo necesitaba para que me calmara como solo él sabía hacer, con su presencia, como ese bálsamo que me aliviaba cuando peor estaba... ahora lo necesitaba más que nunca. Pasados un par de horas ya me había cambiado de ropa, me había dado un baño y tomaba una taza que me había preparado su madre para tranquilizarme, según me había dicho me ayudaría a relajarme y a pasar el resto de la noche con tranquilidad. Sabía que tenía que asumir lo que había pasado, superarlo y seguir adelante pero... todavía seguía medio en shock por lo ocurrido y lo cierto es que no me encontraba demasiado bien. Había hablado también con Erlend con tranquilidad cuando me sentí algo mejor o cuando había dejado de llorar para poder hablar con normalidad, había escuchado sus palabras mientras yo estaba en la cama y quería hacerle ver que no era el culpable de aquello, sabía que se sentía así porque sus ojos me lo decían, el dolor que había en ellos... ambos se habían alegrado muchísimo con la noticia de que estaba embarazada y no sabría decir quién estaba más contento de los dos porque aunque Erlend no lo expresara con palabras sí lo hacía con su actitud y por cómo me miraba. No quería que se sintiera el culpable porque no había sido así, él me había ayudado y si no hubiera llegado a tiempo... ni yo estaría con vida.
-Tenías razón, no debería de haber ido al lago cuando me lo dijiste, cuando decías que era peligroso... debí haberte echo caso pero yo... necesitaba despejarme y olvidarme por un momento que Ubbe estaba en esa misión... fue mi culpa por haberme ido aprovechando la luz del sol sabiendo que no podrías detenerme –me mordí el labio- no nos has fallado Erlend, llegaste para salvarme y por ello te lo agradezco –tomé su mano apretándola entre la mía, no habíamos podido salvar al bebé pero yo seguía con vida, perdernos a los dos hubiera sido demasiado duro y gracias a él seguía con vida, tenía una nueva oportunidad. Sabía que quizás mis palabras no borrarían lo que sentía, pero sí aliviaría en parte el pesar que lo recorría porque él no tenía la culpa de nada. Pasaron un par de días en los que no podía decir que me encontrara mejor que cuando desperté, el médico me había dicho que tenía que estar en reposo durante unos cuantos días por la herida y que cuando me quitaran los puntos me harían más pruebas para determinar el alcance de la herida, por una parte me daba miedo y no quería pensar en ello, mi estado de ánimo no es que fuera el mejor en esos días y apenas había salido de la cama, me encontraba deprimida y agradecía la atención por parte de sus padres en esos días, no me encontraba bien y solo quería que llegara Ubbe porque sabía que era el único que podía hacer que me encontrara mejor, tampoco comía demasiado porque no tenía muchas ganas y aunque sabía que debía de preparar la boda no hice apenas nada en ese par de días, nada salvo permanecer en cama todo el día y ya no por el reposo, sino porque no tenía ganas de nada. Fue en la noche siguiente en la que yo seguía en la cama cuando, medio dormida, escuché ruidos que provenían del salón de la casa, pisadas rápidas, voces que conocía pero que sonaban distantes, me incorporé en la cama escuchando para darme cuenta de que sabía de quienes eran esas voces- Ubbe –fue el susurro que salió de mis labios, si ellos estaban allí significaba que la misión había terminado, que mi vikingo había vuelto de ella. Con ese pensamiento me levanté como pude de la cama, aun me tiraban los puntos de la herida y me costaba levantarme sobre todo, salí de la habitación escuchando el caos que había en la casa y dirigí mis pasos hacia el salón para encontrarme aquella escena que hizo que mi respiración se entrecortara y mi corazón se encogiera en un puño; sobre la mesa de madera habían improvisado como si fuera una camilla, las sábanas y las toallas se habían manchado de sangre, sobre esta tendido se encontraba mi marido con los ojos cerrados, el pánico se apoderó de mi cuerpo en esos momentos y un escalofrío me invadió el cuerpo- ¡Ubbe! –Grité mientras me acercaba a mi paso con la esperanza de que solo fueran las heridas lo que lo tuvieran así y por eso no se movía para dejar que le curaran, las miradas se centraron en mi como si no se hubieran percatado de mi presencia hasta ese momento y finalmente llegué junto al vikingo- vikingo.... vamos vikingo abre los ojos... ¡Ubbe! –volví a llamarlo con la esperanza de que clavara sus orbes azules en mis desiertos pero nada ocurrió, estaba bastante herido y tenía sangre y golpes por todos lados- ¡no! venga vamos despierta, ¡mírame! Mírame por favor –Pedí cogiendo su rostro entre mis manos, su respiración era débil pero tenía pulso, mas sus ojos no se abrían para mirarme. El pánico comenzaba a adueñarse de mí, el miedo me recorría haciendo que temblara, no podía ser cierto, no podía dejarme. Sin poder quedarme quieta las ayudé para curar las heridas que tenía, eran muchas por todo el cuerpo, sabía que algo así pasaría pero no me imaginaba encontrármelo en esas condiciones. Lo peor fue cuando curamos su espalda, la tenía encarnizada por los latigazos y me dolió en el alma verlo de esa forma, las lágrimas caían de mis ojos mientras lo curaba rezando porque se despertara, porque volviera conmigo, lo necesitaba más que nunca y perderlo ni siquiera era una opción. Mientras lo curábamos Erlend se fue a por un hechicero para que nos ayudara, podía ver las caras de los demás que habían ido a esa misión, estaban serios y callados, apenas decían nada y eso me angustió aún más. Lo trasladaron a una de las camas cuando estuvo curado y lleno de vendas y me senté en el borde de esta sin separarme de él, esperando a que despertara tras haber perdido tanta sangre, tras haberle dado un brebaje para ayudarlo a recuperarse más rápido... mi mano estaba enlazada en una de las suyas y la otra recorría su rostro, las facciones de esta, su frente, su nariz, sus mejillas, el contorno de su mandíbula, sus labios... por Ra, necesitaba que despertara de una maldita vez para saber que estaba completamente bien. No fue hasta que vino el hechicero y lo examinó que sentí temblar, al parecer algo le habían contado sobre algo que otro hechicero le había lanzado y por eso lo habían buscado, pero en cuanto abrió la boca para decirnos lo que pasaba y decirnos que no podía hacer nada por él en ese estado que sentí que mi mundo se desvanecía- ¿qué.... qué estás diciendo? –Pregunté con un hilo de voz, con mis manos temblando aferrando las del vikingo sin soltarme ni alejarme de él bajo ningún concepto. El hechicero decía que lo habían dado con un hechizo poderoso y que no había forma alguna de despertarlo, su cuerpo seguía con vida pero su mente... era como si hubiera entrado en un profundo sueño para no despertar jamás- ¡No! No, no, no, no.... no puede ser... Ubbe por favor despierta, ¡vuelve conmigo por favor! –había cogido su rostro entre mis manos y lo miraba esperando que despertara, pero no lo hacía y mi angustia crecía- no me dejes aquí sin ti.... te necesito –mis labios bajaron a los suyos para besarlo pero no despertó, sus ojos seguían cerrados y yo cerré los míos mientras lloraba sin poder evitarlo, dejé mi frente contra su pecho y aferré su camisa con mis dedos- me dijiste que volverías, que nada podría separarte de mí, que no había valquiria que pudiera reclamarte.... no quiero una vida sin ti, no puedo perderte a ti también –seguía aferrada a él sin querer soltarme- tiene que haber algo, se tiene que poder hacer algo... ¡cualquier cosa! –levanté mi rostro para mirar al hechicero- haré cualquier cosa para que despierte, tiene que haber algo, por favor... –pedí mirándolo, me negaba a que aquel hechizo lo dejara en ese estado para forma- ¿no hay nada que podamos hacer, nada? –Pregunté desesperada, haría cualquier cosa para que volviera conmigo. Pareció que el hechicero se lo pensó y finalmente habló, decía que había una forma pero que era muy peligrosa, me daba igual, estaba dispuesta a todo con tal de recuperarlo. Decía que podría adentrarme en ese mismo sueño en su mente y, desde ahí, hacer que despertara... pero era muy peligroso, no sabía qué me encontraría en su mente ni en ese sueño en el que lo habían inducido... además de que, si no conseguía traerlo de vuelta podría acabar atrapada como él. Básicamente, todo se reducía o a quedarme atrapada con él, o no tenerlo.... ni siquiera tuve que pensarlo- lo haré –dije limpiándome las lágrimas con la determinación en mi voz- iré a ese sueño donde está y lo traeré de vuelta –Adaline me pedía que no lo hiciera, que era demasiado peligroso y que podría quedarme atrapada, pero ya había tomado mi decisión- no puedo perderlo Adaline, no a él... y si hay alguien que pueda traerlo de vuelta soy yo... yo siempre voy a encontrarle –miré al vikingo con la decisión tomada, iría aunque eso me costara la vida dejándome atrapada junto a él- prepara todo lo que sea necesario –dije sin mirar al hechicero, confiaba en mí misma y en las posibilidades que tenía, mi brújula siempre lo apuntaba a él y conseguiría encontrarlo y traerlo de vuelta. El hechicero se fue a por un libro y al cabo de unos minutos volvió con una daga, tenía que hacerle al vikingo un símbolo en su pecho y el mismo símbolo a mí en mi mano, una vez hecho debería de poner mi palma sobre la marca y pronunciar unas palabras, después me introduciría donde él estaba. Ni siquiera dudé cuando tome la daga, la sangre resbaló de mi mano y tal y como me había dicho recité unas palabras, sentí un calor abrasador emanar de la palma y una honda de energía mientras mi mano seguía apoyada en su pecho en donde él tenía la marca, las marcas de ambos brillaron mientras recitaba las palabras una y otra vez y en un momento dado sentí como si me conectara con el vikingo, era algo difícil de explicar pero tan pronto estaba en aquella habitación junto a él en la cama, como al instante siguiente me encontraba en otro sitio totalmente diferente ajeno al que me encontraba, un sitio extraño, muy extraño. Supe entonces que había funcionado y que ahora estaba en ese sueño junto al vikingo- Voy a buscarte, Ubbe.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: North's War {Privado}
El caballero me arrastraba ,su fuerza de licantropo no era suficiente para aplacar la ira que corría por mis venas, los mataría, no podía vivir sin Ubbe. El había crecido conmigo, mi compañero de juegos, de travesuras, de aventuras, de batallas y de noches tórridas, no iba a perderlo porque un hechicero lo durmiera, no consentiría que no fuera el Valhalla, que una valquiria no lo recogiera del campo de batalla.
Hakon fue quien me calmó, me dijo que respiraba, que era un luchador y que saldría de esta como lo había hecho en anterioridad de otras heridas que bien podrían haberle costado la vida. Que no complicara mas las cosas, que tuviera cabeza y que el tiempo era crucial para la vida de su hermano y no iba a discutir conmigo robandoselo.
Asentí entre gruñidos, mas le valía a Ubbe aguantar o iría al mismo Hel a por él.
El viaje de vuelta fue silencioso, todos nos centrábamos en ir lo mas rápido posible sin perder a Ubbe por le camino.
Los dos caballeros de la orden nos ayudaron, era ella la que se encargaba de taponar las heridas mas graves, acariciando el rostro febril de mi primo, infundiéndole ánimos para que saliera adelante.
Me sorprendió como esa mujer empatizaba con él y algo me decía que mas bien lo hacia con la egipcia que lo esperaba en Akershus, su reciente esposa.
Cuando llegamos entramos a Ubbe a toda velocidad al gran salón de la casa mientras gritábamos el nombre de su padre que no tardó en percibir el olor de la sangre de su hijo quitando de un manotazo todo lo que había sobre el madero.
Su madre y Synnobe cerraban desesperadas sus heridas mientras Hakon y yo contábamos lo que sucedió con el hechicero, lo que llevó a Erlend a salir a toda velocidad a por otro brujo con magia suficiente para saber que mal atenazaba a su hijo y lo sumía a un sueño tan profundo.
La información que nos dio no pintaba bien, Nai lloraba sobre su pecho, demasiado poco tiempo como para perder al hombre con el que había decidido compartir el resto de su vida.
Solo había una opción ir por él a una especie de limbo, mundo paralelo.
-Iré yo -atajé -Nai acaba de perder a su hijo, esta débil y Ubbe esta ligado a mi, todos lo sabéis, lo haré volver.
Su padre también se presentó voluntario y sus dos hermanos, pero el hechicero dejó claro que si alguno tenia opción era su esposa pues con ella había decidido pasar el resto de sus días.
Así que el conjuro comenzó y con aquellos pentagramas marcados con sangre en pecho y mano respectivamente la egipcia se desmoronó ante nuestros ojos sobre el cuerpo de su inestable marido que luchaba por mantenerse vivo.
Hakon fue quien me calmó, me dijo que respiraba, que era un luchador y que saldría de esta como lo había hecho en anterioridad de otras heridas que bien podrían haberle costado la vida. Que no complicara mas las cosas, que tuviera cabeza y que el tiempo era crucial para la vida de su hermano y no iba a discutir conmigo robandoselo.
Asentí entre gruñidos, mas le valía a Ubbe aguantar o iría al mismo Hel a por él.
El viaje de vuelta fue silencioso, todos nos centrábamos en ir lo mas rápido posible sin perder a Ubbe por le camino.
Los dos caballeros de la orden nos ayudaron, era ella la que se encargaba de taponar las heridas mas graves, acariciando el rostro febril de mi primo, infundiéndole ánimos para que saliera adelante.
Me sorprendió como esa mujer empatizaba con él y algo me decía que mas bien lo hacia con la egipcia que lo esperaba en Akershus, su reciente esposa.
Cuando llegamos entramos a Ubbe a toda velocidad al gran salón de la casa mientras gritábamos el nombre de su padre que no tardó en percibir el olor de la sangre de su hijo quitando de un manotazo todo lo que había sobre el madero.
Su madre y Synnobe cerraban desesperadas sus heridas mientras Hakon y yo contábamos lo que sucedió con el hechicero, lo que llevó a Erlend a salir a toda velocidad a por otro brujo con magia suficiente para saber que mal atenazaba a su hijo y lo sumía a un sueño tan profundo.
La información que nos dio no pintaba bien, Nai lloraba sobre su pecho, demasiado poco tiempo como para perder al hombre con el que había decidido compartir el resto de su vida.
Solo había una opción ir por él a una especie de limbo, mundo paralelo.
-Iré yo -atajé -Nai acaba de perder a su hijo, esta débil y Ubbe esta ligado a mi, todos lo sabéis, lo haré volver.
Su padre también se presentó voluntario y sus dos hermanos, pero el hechicero dejó claro que si alguno tenia opción era su esposa pues con ella había decidido pasar el resto de sus días.
Así que el conjuro comenzó y con aquellos pentagramas marcados con sangre en pecho y mano respectivamente la egipcia se desmoronó ante nuestros ojos sobre el cuerpo de su inestable marido que luchaba por mantenerse vivo.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» The bug [Privado]
» What is and what should never be | Privado
» Day after day | Privado |
» Too much, but never enough | Privado
» Nocturno___Overture__{Privado}
» What is and what should never be | Privado
» Day after day | Privado |
» Too much, but never enough | Privado
» Nocturno___Overture__{Privado}
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour