Mi querida prima, te estaba esperando (Priv. Erika)

Amadeus estaba muy emocionado, por fin su querida prima, la baronesa del Sacro Imperio venía a visitarle, hacía mucho que no la veía, por lo tanto la emoción era mucha, siempre había tenido mucho cariño a su prima, además de ser la única prima que tenía conocida, ella era una chica muy hermosa, aunque Amadeus nunca había sentido atracción por las mujeres, por lo tanto nunca se le ocurriría nada con su prima, además de tenerme más bien mucha admiración, para él, tenerla en su Mansión iba a ser como tener a una reina.

Amadeus caminaba de arriba a abajo por toda su mansión observando los cuadros de su madre y su padre, y los de su madrastra, madre mía, debía sacar los cuadros de su madrastra de inmediato, no quería ofender a su prima dado que su madrastra fue anteriormente amante de su padre y eso dejaba a su madre muy mal, por suerte su madrastra fue buena con Amadeus y lo trato como un hijo cuando se casó con su padre tras la muerte de su madre.

Por fin llegó su prime, Amadeus la vio en su carruaje mientras bajaba y estaba apunto de llamar a la puerta, y los cuadros de su madrastra sin quitar, debía hacer algo cuanto antes, antes de que pasará nada. Amadeus cogió todos los cuadros y los guardo bajo el sofá dejando solo los cuadros de su madre, una mujer que pese a tener sangre inglesa, tenía un porte digno de una dama Germana, había sido instruida para casarse con un noble inglés, por lo tanto la habían criado para ser una mujer de la sociedad inglesa, pero por culpa del destino una aventura con su ama de llaves mujer loba la llevo a la muerte, aunque eso lo desconocían todos excepto Amadeus y anteriormente su padre.

Amadeus dejo que su mayordomo abriera la puerta y entonces Amadeus, pese a que había sido educado para hacer reverencia se lanzó a darle un abrazo a su prima con los brazos abierto mientras sonreía de felicidad, era un honor tenerla de nuevo allí, con él, en su mansión... eran tan feliz que se le olvido decir una palabra hasta dentro de un rato.

—¡Hola!— Dijo Amadeus aún abrazándola.—Me alegro de verte.— Dijo contemplando a su prima que sin duda tenía varios rasgos parecidos a los de su madre, y eso era como tenerla de nuevo con él.—¿Tienes hambre? ¿Sed? ¿Estás cansada? Querrás reposar, seguro, vayamos al salón y descansas con una buena copa de vino francés mientras charlamos.— Dijo Amadeus feliz mientras su mayordomo abría las puertas de la mansión y una ama de llaves les servía en la mejor cristalería del noble inglés uno de los mejores vinos franceses.

Amadeus sonrió y se sentó en el sofá mientras bebía de su copa de vino con una sonrisa, quería hablar con Erika, explicarle tantas cosas... pero desgraciadamente tenía miedo de explicárselas, a saber lo que podría opinar su familia en el Sacro Imperio si se enteraban de las aventuras de Amadeus, podría quedarse más solo de lo que ya estaba, por lo tanto prefería no contarle eso a su prima aún.

—¿Qué tal la dama de alta cuna más hermosa del Sacro Imperio? ¿Algún pretendiente?— Preguntó en tono jocoso Amadeus, le encantaba el cotilleo.—Me he enterado de que eres halagada por todos los nobles, seguro que alguno habrá pedido ya tu mano, ¿Me equivoco?— Amadeus sin duda sentía curiosidad por su prima, era su heroína, cuando eran pequeños y jugaban juntos siempre se divertían mucho y ella al ser más mayor cuidaba de él, eran como hermanos, aunque eso pasaba simplemente cuando su madre le llevaba de pequeño al Sacro Imperio, y dejo de hacerlo cuando Amadeus cumplió siete años haciendo que no pudiera seguir viendo a su prima, pero eso motivo a Amadeus a aprender a escribir y escribirle carta a ella.