Ladrón de tiempo |Dimitry|

por **Fletcher J. Maciel** Lun Nov 20, 2017 12:35 am

En cuanto a la adversidad, difícilmente la soportarías

si no tuvieras un amigo que sufriese por ti más que tu mismo.

Responsabilizarse de situaciones complejas de la inquisición no era de los mejores planes que tenía para esa noche en específico —Malditos clérigos, ellos y su puta insistencia de… — Silencio. Recordó que como en cada tarea traía consigo un par de ojos tras sus pasos. Maldijo una vez más, solo que en esta ocasión se mantuvo en silencio dejando que su mente viajara en ciclos estelares de maldiciones, putadas e insolencias. Enfrentaba la agonía de deber cumplir órdenes, manejaba la frustración de no lograr salir de aquella maraña de mandatos y se retenía a sí mismo bajo la insistencia mental de que solo así, podría encontrarse con la mujer que busca hace más de 500 años.

Pateó piedras, ahuecó arboles con sus puños de tantos golpes que daba para descargar el cólera que lo dominaba. Con ímpetu alzó el cuerpo de un árbol que yacía en medio del pantano. Sin cuidado de ensuciar sus prendas o embarrar sus botas con la viscosa esencia del lugar, se inclinó y dejó rodar éste cuesta abajo hasta encontrar aquello por lo que había sido encomendado. El cuerpo de una chica, una menor rasgada en dos por el centro de su vientre. Marcas de garras adornaban sus prendas entre tanto la sangre aún fluía por su cuerpo caliente. Quizás estaba viva, quién lo sabría. El olor de aquella bebida roja no lo hizo desear beber, al contrario, náuseas invadieron su actuar y en el apogeo mismo de su descubrimiento pateó el cuerpo de aquella fémina. Sí, comprobado, estaba muerta. Pero hace muy pocos minutos. Deducía que de seguir su camino, hallaría cada vez más cadáveres — Tanta violencia… si tan solo con un susto estas criaturas mueren — Olfateó a las cercanías más litros de sangre, chasqueó su lengua, frunció el ceño y se negó a continuar una cacería de cadáveres.

Se giró para regresar por dónde había llegado.

Se detuvo en seco, un par de brazos rodeaban sus talones. Bajó la mirada y no evito sonreír al ver de quien se trataba —Ayuda— Sentenció aquel que no imaginaba en las garras que caía. Ya cabreado de tener que cumplir con órdenes, recordó al pie de la letra las indicaciones que se le habían dado antes de salir “Ve por ese Lycan, trae el registro de sus actos y lo queremos vivo” — Bastardo— Se inclinó para rodear su cuello tan solo con una mano, lo alzó del suelo y ya cuando sus pies no daban contacto contra el fango, lo dejó volar hasta el árbol más cercano. No hubo tiempo de respuesta pues en un parpadeo nuevamente cortaba todo tipo de respiración del cuerpo ajeno — ¿Crees que tengo tiempo libre para buscarte? — Su enfado recaía mucho más en el mandato que se le había hecho que en las muertes que había provocado —He perdido mi día en… — El ruido de un tercero llamó su atención. En los ojos de su víctima se observaba la desesperación. Los gestos del condenado se endurecieron y aplicando fuerza quebró los huesos del cuello de aquel Lycan, dejó que su cuerpo cayese inerte a sus pies sin girarse para ver quien continuaba.
—Quien quiera que seas… vine por él, las ordenes que se me han dado no son para alguien más, vete — Se giró para dar la cara a quien se interponía en su trabajo — Que demonios… — Su cuerpo se relajó y una jocosa risa estalló en medio del lugar.

por **Dimitry L. Rudakov** Mar Nov 21, 2017 12:54 pm

"The break of dawn kills all the beauty.
The dead of night is drifting away".

El condenado llevaba horas tras el maldito Lycan, mismo que no era precisamente muy fuerte ni inteligente, pero sí escurridizo, como una rata por las mismísimas alcantarillas de París, y había sido ese el primer impedimento para dar con él. El segundo claro está, es que la misión no se la había encomendado a él, solo tuvo la suerte de escuchar cuando los superiores hablaban del tema con otros de los suyos, aunque su mente solo pudo atrapar una frase que bastó para salir corriendo en su búsqueda "Es un Lycan...". Algo tan simple bastó para ponerlo en movimiento.

Encontrarlo no fue díficil, más cuando estaba en zonas bastante deducibles, el problema vino cuando se dio cuenta lo bien que el bastardo conocía los pantanos. En lo personal no era un lugar recurrido por Dimitry, el ambiente putrefacto le disgustaba enormemente.
Por lo que iniciaron una acelerada carrera, jugando al gato y al ratón, mientras el condenado aprovechaba cada paso en falso de su presa para atravesarle con una bala, ya había perdido la cuenta de cuantas llegaron a completar el recorrido, pero al ver como disminuía la velocidad de sus zancadas, podría jurar que había sido las suficientes.

Fue un aroma diferente el que llamó su atención, el ambiente se había cargado tan rápido de él que le desconcertó, para luego fundirse nuevamente con el del pantano, bastó quel despiste para que sus ojos perdieran al Lycan en una fracción de segundo.
— Carajo. — bramó, y se detuvo en seco para intentar localizarlo, su mente actuó rápido dándole la ubicación y junto a él se alzaba una figura que no fue capaz de reconocer. No estaba solo. Se lanzó en picada al lugar, solo para que segundos antes de detenerse escuchar el crujir de los huesos de la bestia, y el golpe seco en el suelo.

Terminó de avanzar a paso lento, maldiciendo en voz baja hasta dar con la espalda del sujeto que antes había mal enfocado, al que solo bastó con su voz para reconocerlo, y para cuando la se volteó y la risa ajena estalló en el lugar supo que ya no sacaba nada con recriminarle lo que había hecho, después de todo no era su trabajo, sino el de su compañero de la inquisición.
— Eres un bastardo, ¿lo sabías? — le encaró en medio de las risas, y se acercó a darle un leve empujón en su hombro.
— Venía persiguiéndolo desde... Bueno, que importa, al parecer los clérigos están evitando darme a los Lycan. —resopló y terminó pateando el cuerpo inerte del sujeto. Sus palabras eran ciertas, hace meses que no le encomendaban perseguir a uno, y bien Dimitry ya había llegado a la conclusión mas acertada; Ellos no aprobaban las torturas que el condenado realizaba antes de matarlos.
— Y bien, hace bastante que no sabía de ti, ¿En qué has estado? — buscó saber de su compañero, ya que ambos habían creado lazos bastante similares a lo que podría llamarse una amistad.

por **Fletcher J. Maciel** Miér Nov 22, 2017 9:43 pm

¿Podemos ser otra cosa de lo que somos?

Chasqueó la punta de su lengua al sentir el roce de su hombro contra el propio, ciertamente no hizo ni ademan de mover un solo músculo, mucho menos gesticular acción de rechazo. Se veía más bien alborozado ante las vueltas que daba el destino para poder encontrarse después de cuantos ¿3 meses? ¿3 años? Puede que quizás un par de décadas — Lo sé — comentó luego de que el carcajeo abandonase su expresión. Se giró hasta el, sin la necesidad de dar siquiera un paso, simplemente observó cómo pateaba el cuerpo inerte del Lycan encogiéndose de hombros — Creí haber oído por ahí que no estabas “Apto” — Expresó las comillas con el usual gesto de sus dedos — Para ir tras esta especie… ¿Entonces si era cierto? ¿O simplemente es un rumor? — Cuestionó a su compañero, observando claramente que el tema era algo complejo de entablar y por la misma razón insistía en hacerlo.

—Ahora bien, si es un castigo por los grandes… — evadió el insulto — Que tenemos sobre nuestras cabezas, bien te lo merecías, es muy diferente asesinar a sangre fría — Observó a sus ojos, aquellos baches claros que él mismo conoció tiempo atrás repletos de furia e intrepidez, ahora parecían reprimidos y con el deseo desagradable de contención — Que torturar hasta la muerte por búsqueda de placer — Masculló, alejándose de él para leer el pedazo de papel que guardaba en los bolsillos delanteros de sus pantalones. No lograba entender ni la mitad de una palabra, pero con seguridad sabía que se trataba de dos o más personajes para terminar el día.

Objeto de la condena, consideró una excelente idea buscar ayuda para así terminar con aquello lo antes posible. El seno de aquella imagen sólo podría considerarse con un chico, y ese era quien ahora lo acompañaba — Podría… y como forma de ejemplo — Recalcó sus palabras de forma tan extraña, que era de suponer que le daba información bajo la idea de ignorancia — Podría estúpidamente perder este pedazo de mierda con los nombres de quienes acompañaban a ese que se privilegió de sentir tu pie — Empuña su mano sobre el papel húmedo, jugando con éste entre sus dedos un par de segundos para luego lanzarlo directo al otro castaño — Éstas distracciones pasan, soy encargado simplemente de observar dónde se encuentran, más no puedo darles la muerte que merecen por el daño innecesario que han cometido ¿Los juzgo? Pues no, no soy quien para objetar las barbaridades que hacen, pero bien sabes que nuestros cabecillas desean una cosa y es aniquilarlos, ¿Cómo? Eso se nos podría ocurrir a nosotros — Ambos ya habían actuado en contra de los propios mandatos y la idea de llevar a cabo una remembranza de antaño no parecía una idea tan ilógica.

¿Lo culparían a él? Claro que no, había hecho su trabajo, seguirlos nada más ¿Culparían a Lukyan? Mucho menos, aquel inquisidor no tendría por qué saber de la singularidad del trabajo de otros. Un crimen, o… un plan perfecto.

por **Dimitry L. Rudakov** Vie Nov 24, 2017 9:30 am

"Dead promises, raining from the world so cold.
Ancient prophecies, remain from the world so cold".

Al escuchar las primeras palabras de su compañero, bien supo que las noticias corrían a velocidades inesperadas, más cuando a quien tenía en frente no acostumbraba a dejarse caer muy seguido por la inquisición, mucho menos por la iglesia, aunque era todo aquello lo que confirmaba que su trabajo de espía le calzaba como anillo al dedo.
— Bien sabrás tú que no son rumores, ya hemos cazado juntos... O has logrado verme al menos. Hay cosas que no puedo ocultar y son ellos quienes deberían darme las gracias y no limitarme, ¿Qué importa la forma en que acabe con esas alimañas mientras se cumpla el trabajo? — inquirió con su ceja en alto observando al inmortal, era un tema que le irritaba, detestaba las absurdas limitaciones.

Rodó sus ojos, la forma en que le hablaba casi rozaba el regaño, a lo que se limitó a escuchar sin interés, hasta que el papel hizo aparición, él sabía lo que significaba; Una lista. Una que a él le habían negado. Los ojos del condenado se abrieron con curiosidad, y en cuanto le fue lanzado hacia a él lo tomó atrapó en el aire con ansiedad, abriéndolo frente a sus orbes a la par que su boca se curvaba en una macabra sonrisa, estaba en lo cierto.
— Olvida a los cabecillas, Jhóva, tenemos una situación interesante aquí, ellos no tendrán como saber que volvimos a juntarnos, y si lo que desean es tenerlos muertos... Así será, jamás se específico nada, y si esta lista llegó a mis manos, bien habrá sido un terrible accidente. — cerró su palma con la cuartilla y la metió en su bolsillo.

Sentía como esa adrenalina volvió a embargarle, como un reencuentro tan inesperado le había traído consigo tantos beneficios. Sus pies le acercaron más a su compañero y se quedó viéndole con satisfacción.
— Será como en los viejos tiempos, pero esta vez, evitemos los errores, o terminarán enviando a uno de los dos al otro lado del mundo...Exilio. — argumentó, haciendo exagerados gestos con sus manos, buscando solo darle dramatismo a sus palabras, ya que esa medida ya había sido tomada un par de veces en la santa inquisición, y bien podrían considerarse afortunados aquellos que contaran con eso, porque de los demás aun quedarían rastros de sus cuerpos en algún lugar.

Se frotó las manos y le hizo un gesto con la cabeza al vampiro, estaba ansioso por iniciar de una buena vez, ya bastante tiempo había esperado. Las brujas ya le habían hastiado.
— Escoge un nombre, y dame pistas de su ubicación... Yo haré el resto. — le aseguró y sacando nuevamente el trozo de papel, lo abrió ante los ojos Jhóva, aguardando por sus palabras. Ambos contaban con poderosas habilidades, que juntas fácilmente les harían imparables.

por **Fletcher J. Maciel** Miér Nov 29, 2017 10:02 am

"Sostuve mis extravíos con razonamientos
no pude dudar. Vencí, arranqué de raíz
todo lo que podía estorbar mis placeres"

Ignoró toda evidencia de sus palabras, las cartas estaban sobre la mesa y sabía a la perfección como jugar con ellas. Tenía lo necesario, las circunstancias estaban listas para que ese par de condenados –Literalmente- hiciesen de las suyas en lo que sería una noche bastante prometedora con la intención de dar muerte a un par Lycans que rompían con la tranquilidad que al menos él, debía mantener bajo la iluminación de sus mayores.
Era la figura de un revolucionario, comprendía la dinámica que manejaba todo fugaz escape, entendía que de ser compañeros ya se habrían alejado de la escena dónde uno de sus amigos había muerto, pero también era consciente de algo, podrían estar tan cerca como se esperaba que estuviesen, el asesinato de uno de ellos lo incitarían a la venganza y esperaba que así sucediera, pues buscar y buscar, comenzaba a ser una tarea agotadora para Fletcher, si bien cargaba con la marca de espía, estorbaba entre sus planes tener que guiar su búsqueda en una simple especie, que para su gusto en el ámbito laboral, no era quien formulaba en él el deseo de conquista, aspiraba a más y aquello, solo lo estancaba.

Impulsivo, exagerado en todo, y con un desorden en su cabeza comenzó a leer cada uno de los nombres en aquel pedazo de papel que antes le pertenecía — Ese — Señaló el tercer nombre, lo hacía a conciencia, sin malentendido, sin pensar lo suficiente, pues conocía las hazañas de ese personaje y soñaba con la idea de deshacerse de aquel depravado.

—Está a un par de metros de nosotros, observa cada movimiento y entiendo también, que lee nuestros labios… — Pasó por el costado de su compañero, con la fuerza necesaria para chocar su anatomía y hacerlo girar en el propio eje dónde se encontraba, necesitaba que lo siguiese con la mirada —Aunque es innecesario, pues no estoy hablando bajo ni mucho menos intento esconderme— Esbozó una macabra sonrisa para luego alzar la voz de forma imprudente — ¡¿O no? ¿Me oyes? ¿O necesitas que grite aún más?! — Cuando el silencio se hizo presente, un gran estadillo se situó a la espalda de quien le acompañaba. Lycan, en su máximo esplendor.

—Ahí lo tienes— Señaló con posición de ataque, listo para entrar en cualquier momento, aunque esperaba no hacerlo, quería, debía y se exigía, darle el lujo de desmembrar cada parte de aquel animal a quien permanecía a su lado — Vamos Lukyan, haz que un posible exilio valga cada segundo —

por **Dimitry L. Rudakov** Jue Dic 07, 2017 12:48 pm

"The day reveals the dreadful betrayal.
And its wicked mind, hide from the sun ".

Si hace minutos atrás su compañero había conseguido que en los labios del vampiros se creara una curva, la que conllevó luego de la elección fue peor, mucho más macabra, obscureciendo sus facciones, ansioso de comenzar en cuanto el dedo de su compañero cayó, y las palabras que llegaron a sus oídos no hicieron más que aumentar su desasosiego. Y bien podría considerarse imprudente alertar de esa forma a una bestia que podría caerles encima, pero ellos no eran novatos, y Dimitry conocía a la perfección la forma que usaba Jhóva para atraerlos, al menos cuando ambos se encargaban de "trabajar" juntos.
La risa que abandonó los labios del condenado al sentir el estallido tras de si, fue suficiente agradecimiento para el espía, realmente él si que sabía llevar en alto ese título.

En un rápido movimiento se volteó, rodeando al Lycan, para ser él quien quedara de espaldas al animal, enterrando el pie en su lomo y lanzarlo a unos cuantos metros de ellos, aunque no le dio tiempo y partió nuevamente tras de su presa, debiendo esquivar un par de arañazos que su contrario había comenzado a lanzar, movimientos descoordinados, que no tuvieron mayor acierto, sin contar un pequeño corte que llegó a provocarle en el antebrazo. Un rasguño.
El castaño se deshizo de su abrigo, lanzándolo a un costado junto con su arma, manteniendo solo aquella daga de plata en su bota derecha. Irresponsable podría decirse pero para él mientras más expuesto se encontrara, más fuerza pondría, sabiendo que solo dependía de sus habilidades.
Golpeó la pata trasera de la alimaña, haciendo que se fuera de bruces contra el suelo a la par que se escuchaba un claro estallido del hueso, de aquella extremidad que le otorgaba firmeza, ahora lo tenía cojeando frente a él.
— ¡Joder! Casi puedo sentirme vivo de nuevo.— exclamó sumido en su ardua tarea. Se volteó un segundo cuando escuchó un nuevo gruñido entre los árboles, al parecer había conseguido atraer a más de los suyos. En aquella mínima distracción el Lycan logró darle un golpe en el pecho, que lo separó de él, debiendo aterrizar con una de sus rodillas y la diestra, había conseguido darle un pequeño deje de emoción.

Utilizó la misma distancia para observar a su alrededor, logró contar tres pares de brillantes ojos ocultos en las sombras y rápidamente posó la mirada en su colega.
— Tenemos compañía, Jhóva.— comentó el voz baja, pero seguramente ya se habría percatado de que habían sido descubiertos. Resopló y volviendo junto a su víctima, usó la inestabilidad que ahora cargaba, haciéndole regresar al suelo de espaldas, expuesto. El pie del condenado se situó en su torso, mientras ambas manos sostenían sus extremidades superiores, de las cuales tiró hasta arrancarlas, hueso y músculos cedieron, y la sangre comenzó a esparcirse estrepitosamente en el suelo, junto con los alaridos del imbécil que volvía a su humanidad, rogándoles piedad mientras la luz se escapaba de sus ojos.

Los últimas exhalaciones del hombre fueron el desencadenante para que frente a los varones se alzaran tres nuevos enemigos. Y la sonrisa en sus rostros fue sumamente predecible. Era precisamente lo que querían.
— Esta vez tendrás que moverte conmigo.—

por **Fletcher J. Maciel** Jue Dic 07, 2017 11:01 pm

Pero con la bestia interior
No hay nada que podamos esconder.

Detalló hasta el más pequeño movimiento que practicaba su compañero. Fascinado a su modo, pues reconocía en él la necesidad de asesinar a sangre fría. Entendía el gran ahogo que se puede generar en un ser, no dejar aflorar los deseos más cohibidos que se tienen, atar las manos de quien tiene la capacidad de hacer el trabajo de la mejor forma. Recordó a la santa inquisición y casi en burla, evidencio una reverencia mental. Respetaba en sobre-masía, pero claramente iba en contra de un par de sus reglas, mismas que intentaba quebrantar bajo la delgada línea que se le permitía. Como ahora, deleitándose bajo el baño de sangre que creaba un lycan en las manos equivocadas, o, perfectamente correctas.

Su espalda se enfrío y supo de inmediato que alguien más los acompañaba, más se quedó allí, quieto, en silencio, esperando el momento exacto para atacar. Esperó a que Lukyan terminara con quien se suponía era su oponente y tras la declaración de este, no evitó sonreír divertido, enseñar su dentadura y aquellas colmillos que claramente se extendían frente a una situación extrema, como resultaba ser la que presenciaba.
No fueron necesarias las palabras. Tres Lycan comenzaban a rodear a ambos personajes, evidenció de inmediato quien fuese el más joven de ellos. Detuvo su vista en este un par de segundos para provocar en su anatomía el máximo dolor que fuese posible, debía dejar a uno retorcido en el suelo mientras entre ambos se encargaban de forma individual con los restantes. Con un pequeño gesto le indicó los pasos a seguir.

— Sabes lo que hay que hacer—

Frotó sus manos entre tanto mordía el grosor de su propio labio inferior, parecía ser una danza la que se iniciaba con su nueva presa, pero claro estaba que el pobre animal no contaba con que Fletcher aseguraba sus pasos en terreno firme. El pantano siempre hacía de las suyas, y como bien espía, era conocedor hasta de la superficie que lo sostenía.
Espero a que el peludo diese un traspié para saltar sobre su cuerpo, sus brazos se cerraron contra el corpulento cuello entre tanto generaba fricción, se vio rodando entre la maleza cercana — Idiot… evitaba la suciedad — Murmuró, aplicando un poco más de presión, misma que se deshizo cuando el enmarañado mordió parte de su abdomen. La mirada de Fletcher cambió, dejaba de ser un juego. No era de evitar las peleas, mucho menos las matanzas, pero cuando buscaba juego acostumbraba a dar muertes rápidas y certeras. Éste lanudo amigo se había buscado el peor deceso conocido.

Jugó con su mente para ignorar su propia figura, prácticamente se hizo invisible bajo su mirada, deshaciéndose de la mordedura, estiró su cuerpo tanto como pudo, tronó sus dedos de forma muy particular, y encerrando entre su mano hecha puño una suma importante del pelaje ajeno lo arrastro por los lugares más asquerosos que encontró, lo azotó contra un árbol y deshizo la ilusión. Se reflejó en sus ojos y con su mano libre se regocijó en el placer que le generaba oír el crujido de sus patas traseras. Una tras otra, hueso a hueso… cerró los ojos dejándose engatusar y ya cuando sospechó que aquellos alaridos llamarían la atención de quizás otros, lo dejó caer.

Seguía vivo, aún quedaba un par de minutos más de diversión, pero hacía rato que no oía de su amigo y se giró para ver si todo marchaba en orden — ¿Necesitas ayuda? — Pregunta quizás ofensiva para Lukyan, pero no tuvo más en mente.

por **Dimitry L. Rudakov** Vie Ene 12, 2018 10:04 am

"The ray of light cuts like a razor.
Breaking fire burst in my eye".

Las siluetas se acercaban y los varones permanecían quietos y expectantes ante aquel acercamiento amenazante que realizaban las alimañas, hasta Dimitry fue capaz de ver la estúpida seguridad en ellos, ganaban en número, pero poco sabían frente a quienes se encontraban. Dúo que luego de tanto tiempo sin saber el uno del otro, esta noche se adjudicaban un reencuentro con broche de oro. Un secreto que sin duda debía mantener oculto bajo siete llaves, puesto que a sus superiores no les causaría en demasía gracia por tenerlos juntos nuevamente.

El inmortal fue paciente con su compañero, aunque el mismo se le adelantó reduciendo a uno de los lycan para dejar nivelado el enfrentamiento, cosa que para él le quitó algo de emoción, pero quizás sería lo más oportuno para ambos.
El ataque de Jhóva fue limpio, solo le vio saltar y luego lo perdió de vista, centrando sus orbes en el hocico de la bestia que le gruñía furiosa a unos metros. Estaba claro que a ese grupo le pesaba la pérdida de uno de sus integrantes, y actuaban guiados por la rabia y la sed de venganza.
— Vamos, ¿Esperas una invitación? — le desafió, tomando una posición lista a detener la embestida que no tardó en llegar. Los brazos del condenado se enrollaron en el torso del animal y en cuanto su espalda fue a dar contra el suelo, apretó, haciendo que el ruido de los huesos siendo fragmentados se transformara en una cadena dolorosa para su enemigo.

Buscó incorporarse, por lo que llevó ambas suelas de sus zapatos en alto, pateando el estómago de la bestia hacia atrás, y lo consiguió sin antes llevarse un arañazo que le separó la carne en la extensión de su brazo derecho, a lo que solo realizó un gesto hastiado.
— Ya no sé porque continúo gastando dinero en ropa... — comentó mientras se ponía de pie, observando como la manga de su camisa se había rasgado y continuaba manchándose de su propio líquido carmesí.
Aunque se apresuró en enfocarse en su presa, misma que aún se quejaba y se mantenía temblorosamente de pie a una distancia prudente, tal parecía que buscaba la forma de escapar del lugar, teoría que fue confirmada cuando dio un par de pasos atrás, observando a su alrededor. Una salida rápida.

Cuando los ojos ambarinos volvieron a toparse con los azules del vampiro éste negó, siniestro y con una sonrisa que solo delató sus verdaderas intenciones.
Saltó hasta el lycan, tomándolo por el cuello para formar un agarre firme y preciso, sin gastar más palabras en él, tiró con la fuerza suficiente para separar el cráneo de la espina dorsal con un chasquido horrible, haciendo que el cuerpo cayera inerte, mientras él sostenía la extremidad por el pelo con la zurda y avanzó hasta su compañero.
— Claro, sostenme esto... — le dijo lanzando la cabeza hacia él.
Sus formas de actuar eran bastante diferentes, la prolijidad no tenía cabida en las acciones de Dimitry.
— ¿Qué sigue ahora? Solo con que me digas que hay más nombres, más lugares a los cuales acudir, tendrás mi completa atención toda la noche. — le aseguró, sacudiendo innecesariamente sus pantalones, ya había estropeado por completo su ropa, y estaba extasiado por eso, cada movimiento había valido completamente la pena y bien que su persecución le había traído algo mucho más interesante. La noche aún prometía abundantes emociones para ambos.

por **Fletcher J. Maciel** Miér Ene 31, 2018 5:22 pm

Y nosotros estamos en nuestro camino
No no podemos ir para atrás

Reconoció de inmediato los movimientos de su compañero, no era difícil adivinar que toda aquella matanza había sido llevada a cabo por sus manos, era simplemente necesario mirar el desastre que había causado con dos Lycan prácticamente esparcidos por todos sus alrededores. No era prudente, pero nadie buscaba que lo fuese. Cumplía con sus labores y disfrutaba de aquellas ¿No era un trabajador ejemplar? Bofó.

— Idiota — Dejó que la punta de su bota pateara el cráneo de aquel animal, el olor comenzaba a asquearlo y desagradable a su manera enarcó una de sus cejas — El afán que tienes de matar a estos sobrenaturales es asqueroso… ¿Sientes placer con esa mata de pelos y el olor putrefacto que florece de sus vellos? — Comentó, dando espalda a quien le hablaba, pues aún oía los alaridos de aquel animal al cual le había quitado la posibilidad de andar.

No le dedicaría mucho tiempo, en realidad, su única razón de pelea era complacer los caprichos de un amigo que no veía ya hace varios años atrás. Alzó su pie, observó sus ojos y de una fuerte embestida sintió el resonar de su cuello quebrándose en mil pedazos. Su bota se bañaba en la sangre de aquel golpe certero contra el cráneo. No tenía sostén para unir aquellas extremidades y allí pereció en un aullido que alerto a todas las especies diminutas del pantano a huir — Estás consiente de que este trial de pestes llamaron la atención de más de un extraño ¿No? — Resolvió para sí mismo que tampoco se haría cargo del pequeño que aún se mantenía bajo su poder. Era un crío, incauto, quizás el más joven ¿Quién perdería energía en acabarlo? De ser por él, ya estaría en libertad advirtiendo a sus conocidos que dos inquisidores estaban cerca, que decidieran, si atacar o huir, pero no. A pesar de estar rompiendo leyes, no podría dejar pasar ésta “Ni un testigo” — Hay más, siempre hay más, conoces las listas que nos dan para salir de caza, más si me envían tan temprano como ahora… tengo una velada de encuentros y me parece justo que me quites de encima ésta desagradable tarea — Se posicionó en la espalda del lobo que se retorcia en el suelo.

Posiblemente este siquiera lo había visto venir, estaba tan ensimismado en su proclamación de ayuda que ignoró las manos corpulentas del condenado rodeando su cuello para rotar por completo su cabeza y así, quitarle todo signo de vida. Otro cayó al suelo sin más opciones de luchar — Ten — Le lanzó un nuevo pedazo de papel.

Las noches siempre las distribuía de esta manera, precalentamiento, entrenamiento y batalla. Iban por la segunda etapa, éste encuentro había sido solo un estirar de músculos que se hallaban dormidos luego no hacer demasiado durante el día — Los que siguen no son un juego Lukyan, ¿Te embarcas? — Siquiera lo miró, el condenado de ojos marrones bajó su atención a la mordida en su abdomen, parecía profunda, pero comenzaba a regenerarse lentamente. Su camisa se humedecía en sangre propia mientras negaba con la cabeza — Me debes prendas de vestir, éste lío fue por causa tuya — Bromeó, reconociendo en su compañero la dicha de recibir más actos de enfrentamiento.

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