AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hel | the goddess | ID
2 participantes
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Hel | the goddess | ID
por Hela Miér Ene 24, 2018 4:42 am
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
• Hel (Hela/Elektra) ▲EDAD▲
• 30▲ESPECIE▲
• Hechicera▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
-▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
• Clase Alta ▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
• Heterosexual▲LUGAR DE ORIGEN▲
• Noruega▲HABILIDADES/PODERES▲
- Poderes a elegir:
- → Nigromancia: Habilidad que consiste en la adivinación mediante la consulta a los muertos y sus espíritus o cadáveres. Permite controlar temporalmente a alimañas y criaturas muertas para sus propósitos. (No controla a Vampiros).
→ Dominación: Capacidad para controlar la voluntad de otro mortal, obligándolo a hacer cosas sin que pueda evitarlo a pesar de resistirse.
→ Titiritero: Capacidad para adherir un alma errante a un objeto inanimado y controlarlo a voluntad
Implacable. O es blanco o es negro, pero Hela no es una mujer de tonos grises; su voluntad es absoluta, su palabra firme y sus decisiones inmutables. De carácter severo e inflexible, está convencida de que la suya es verdad absoluta y no existe poder humano o sobrenatural que le haga cambiar de parecer. Es caprichosa, pero se aburre con facilidad; siempre quiere lo que no puede tener. Amante de las emociones fuertes. Odia estar en un mismo lugar y cualquier situación que semeje privarle de su libertad, ama explorar, conocer, disfrutar de nuevas experiencias. Encuentra gusto en las apuestas peligrosas, en jugar con la mente de las personas y empujarlas al límite, manipulándoles para obtener lo que desea. Es persistente. De considerarlo necesario, no vacilará en utilizar su poder para cumplir sus propósitos. Protectora de aquellos que saben ganarse su aprecio; retribuye de aquello que recibe. Es una gran mentirosa, mas tampoco hallará reparo en escupir la verdad, cruenta y sin aderezos. Su cuerpo no conoce de miedo, lástima o derrota. Es obstinada, táctica, no tolera la descortesía ni la insubordinación. La ley es dura, pero es la ley y, por desgracia para aquellos que osan enfrentarla, la propia es la única que conoce.
Según la mitología nórdica, Hela, regente del inframundo, nació de la ominosa unión entre el dios Loki y la hechicera gigante, Angrboda. Cuenta la tradición que el cuerpo de la diosa era en mitad una mujer hermosa y en la otra un cadáver putrefacto, convirtiéndose su apariencia el motivo por el cuál, horrorizados, Odín y los demás dioses la confinaron a las profundidades del Helheim, un mundo tan oscuro, abismal y tenebroso como su aspecto, uno en el que se puede ingresar con facilidad, pero no salir de la misma forma y en donde, para el poco consuelo de la incomprendida criatura, fue nombrada soberana de la muerte.
¿La verdad? Sí, como fue relatado en las antiguas eddas, Hela fue condenada por los dioses a pudrirse en el abismo hasta el día del Ragnarok; sin embargo, a diferencia de cómo se popularizó en la tradición oral, su destierro nada tuvo que ver con su imagen pues el verdadero problema yacía en su poder, ese que, junto al de sus hermanos Fenrir y Jörmungandr, auguraba toda clase de malicias y desastres para los demás dioses, un poder tan oscuro y perverso que solo lugar semejante podría contenerlo.
Hela no fue nombrada soberana de la muerte, Hela era la muerte y estaba decidida a rondar la tierra mucho antes del canto del gallo rojo.
Elektra nació en una pequeña congregación, asentada en un basto y denso bosque de la Noruega septentrional; una comunidad ancestral al servicio de la diosa de la muerte, cuyas más antiguas y arraigadas creencias hacían referencia a un poder conjunto, canalizado de las profundidades del mismísimo Helheim, que justificaba su aislamiento del mundo, sus tendencias a las artes oscuras y su devoto culto a la supuesta deidad.
Desde tiempos inmemorables, convencidos del favor de la diosa que bendecía su pueblo esta, gente desafió a la muerte, resistiendo largos inviernos en los que escaseaba la comida y no había suficiente carne para poner en la boca de cada individuo, enfrentados a gélidas temperaturas que en otras regiones del país dejaban a su paso más de un muerto pero que, aunque allí transcurrieron difíciles, no cobraron una sola víctima. ¿Autoconvencimiento o poder celestial? Nadie estaba seguro, pero su fe era más poderosa que la duda.
Como todo beneficio, el amparo de la diosa tenía un precio a pagar. Contaba la leyenda que, así como con Asgard, existía un vínculo entre este mundo y el Hel, protegido por una fuerte barrera que concedía a la diosa una débil conexión con este plano, mediante la cual, le era posible supervisar las muertes de aquellos que pertenecían a su reino y, por ende, a su ejército; no obstante, cada veinte años, la barrera que protegía la entrada al inframundo se debilitaba lo suficiente como para permitirle a la diosa poseer el cuerpo de un mortal, uno que el aquelarre a su servicio estaría más que dispuesto a otorgar.
Por supuesto, convertirse en el recipiente de la diosa conllevaba ciertos requisitos. Sólo una mujer, una hechicera besada por la muerte, podría convertirse en receptora de la implacable deidad y su poder infernal; en otras palabras, solo una bruja nigromante podría ser ofrecida como tributo. No todas las mujeres en la comunidad nacían con poderes y de las pocas que sí lo hacían, eran escasas las que obtenían este don, uno con el que, para su desgracia, Elektra fue maldecida.
Durante la última visita de la deidad, la hechicera era demasiado joven como para participar en el ritual, mas esta vez su edad no le concedería beneficio. Desde pequeñas las elegidas eran entrenadas para el ritual, admiradas por la congregación y agasajadas por su futuro sacrificio con atenciones que la castaña, a diferencia de las demás, nunca quiso, nunca disfrutó y mucho menos consideró honor. Elerktra era una mujer de armas tomar y no estaba dispuesta a ofrecer su cuerpo, mucho menos ahora que, después de mucho intentarlo, por fin había quedado en cinta.
El plan era huir junto a su esposo, alejarse de su pueblo tanto como fuera humanamente posible, desplazarse a un lugar donde la diosa nórdica ya no tuviese jurisdicción. Todo estaba perfectamente calculado y de no ser porque esta vez, Garm, el supuesto perro infernal de Hela, arregló los preparativos de su llegada, el escape pudo ser exitoso. Su libertad fue una consecución que estuvo a punto de saborear, mas cuando creyó terminada la pesadilla, el lobo feroz apareció, asesinando a su cónyuge sin hesitación, llevándosela a ella a rastras y desatendiendo sus incansables ruegos por compasión.
Sin importar cuanta resistencia opuso, su sino siempre fue interpretar la parte que el destino escogió para ella desde el mismísimo día de su primer respiro. Sumida en un sueño profundo —al igual que las otras tres jovencitas ofrecidas a la diosa de la muerte— Elektra se vio atrapada en un incorpóreo y engañoso delirio, un laberinto mental que se sellaría tan pronto como la primera de ellas encontrase la salida, resguardando así los otros cuerpos en caso de que el ente invocado se viese en la necesidad de utilizarlos.
El ritual se llevó a cabo con éxito. El espíritu venerado por la tribu encontró su recipiente ¿Era realmente Hela? Nadie estaba seguro, mas la Elektra que fue condenada a dormitar no fue exactamente la misma que despertó.
¿La verdad? Sí, como fue relatado en las antiguas eddas, Hela fue condenada por los dioses a pudrirse en el abismo hasta el día del Ragnarok; sin embargo, a diferencia de cómo se popularizó en la tradición oral, su destierro nada tuvo que ver con su imagen pues el verdadero problema yacía en su poder, ese que, junto al de sus hermanos Fenrir y Jörmungandr, auguraba toda clase de malicias y desastres para los demás dioses, un poder tan oscuro y perverso que solo lugar semejante podría contenerlo.
Hela no fue nombrada soberana de la muerte, Hela era la muerte y estaba decidida a rondar la tierra mucho antes del canto del gallo rojo.
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Elektra nació en una pequeña congregación, asentada en un basto y denso bosque de la Noruega septentrional; una comunidad ancestral al servicio de la diosa de la muerte, cuyas más antiguas y arraigadas creencias hacían referencia a un poder conjunto, canalizado de las profundidades del mismísimo Helheim, que justificaba su aislamiento del mundo, sus tendencias a las artes oscuras y su devoto culto a la supuesta deidad.
Desde tiempos inmemorables, convencidos del favor de la diosa que bendecía su pueblo esta, gente desafió a la muerte, resistiendo largos inviernos en los que escaseaba la comida y no había suficiente carne para poner en la boca de cada individuo, enfrentados a gélidas temperaturas que en otras regiones del país dejaban a su paso más de un muerto pero que, aunque allí transcurrieron difíciles, no cobraron una sola víctima. ¿Autoconvencimiento o poder celestial? Nadie estaba seguro, pero su fe era más poderosa que la duda.
Como todo beneficio, el amparo de la diosa tenía un precio a pagar. Contaba la leyenda que, así como con Asgard, existía un vínculo entre este mundo y el Hel, protegido por una fuerte barrera que concedía a la diosa una débil conexión con este plano, mediante la cual, le era posible supervisar las muertes de aquellos que pertenecían a su reino y, por ende, a su ejército; no obstante, cada veinte años, la barrera que protegía la entrada al inframundo se debilitaba lo suficiente como para permitirle a la diosa poseer el cuerpo de un mortal, uno que el aquelarre a su servicio estaría más que dispuesto a otorgar.
Por supuesto, convertirse en el recipiente de la diosa conllevaba ciertos requisitos. Sólo una mujer, una hechicera besada por la muerte, podría convertirse en receptora de la implacable deidad y su poder infernal; en otras palabras, solo una bruja nigromante podría ser ofrecida como tributo. No todas las mujeres en la comunidad nacían con poderes y de las pocas que sí lo hacían, eran escasas las que obtenían este don, uno con el que, para su desgracia, Elektra fue maldecida.
Durante la última visita de la deidad, la hechicera era demasiado joven como para participar en el ritual, mas esta vez su edad no le concedería beneficio. Desde pequeñas las elegidas eran entrenadas para el ritual, admiradas por la congregación y agasajadas por su futuro sacrificio con atenciones que la castaña, a diferencia de las demás, nunca quiso, nunca disfrutó y mucho menos consideró honor. Elerktra era una mujer de armas tomar y no estaba dispuesta a ofrecer su cuerpo, mucho menos ahora que, después de mucho intentarlo, por fin había quedado en cinta.
El plan era huir junto a su esposo, alejarse de su pueblo tanto como fuera humanamente posible, desplazarse a un lugar donde la diosa nórdica ya no tuviese jurisdicción. Todo estaba perfectamente calculado y de no ser porque esta vez, Garm, el supuesto perro infernal de Hela, arregló los preparativos de su llegada, el escape pudo ser exitoso. Su libertad fue una consecución que estuvo a punto de saborear, mas cuando creyó terminada la pesadilla, el lobo feroz apareció, asesinando a su cónyuge sin hesitación, llevándosela a ella a rastras y desatendiendo sus incansables ruegos por compasión.
Sin importar cuanta resistencia opuso, su sino siempre fue interpretar la parte que el destino escogió para ella desde el mismísimo día de su primer respiro. Sumida en un sueño profundo —al igual que las otras tres jovencitas ofrecidas a la diosa de la muerte— Elektra se vio atrapada en un incorpóreo y engañoso delirio, un laberinto mental que se sellaría tan pronto como la primera de ellas encontrase la salida, resguardando así los otros cuerpos en caso de que el ente invocado se viese en la necesidad de utilizarlos.
El ritual se llevó a cabo con éxito. El espíritu venerado por la tribu encontró su recipiente ¿Era realmente Hela? Nadie estaba seguro, mas la Elektra que fue condenada a dormitar no fue exactamente la misma que despertó.
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Última edición por Hel el Dom Feb 04, 2018 2:01 am, editado 1 vez
Hela- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 13/01/2018
Localización : El hel
Re: Hel | the goddess | ID
por Loreena Mckennitt Miér Ene 24, 2018 3:11 pm
OBSERVACIONES
en revisión
ACTUALMENTE TU FICHA ESTÁ EN REVISIÓN, PORQUE HAY UNAS COSAS QUE DEBO CORROBORAR PRIMERO CON LOS DEMÁS ADMINISTRADORES. DE ESTAR TODO BIEN, TU FICHA SERÁ APROBADA DE INMEDIATO.
CODE BY NIGEL QUARTERMANE
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Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Hela- Hechicero Clase Alta
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Localización : El hel
Re: Hel | the goddess | ID
por Loreena Mckennitt Lun Feb 05, 2018 12:29 am
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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