Convento de rosas

por **Ivy1** Miér Ene 24, 2018 11:57 pm

Se aclaró la garganta alisándose las ropas, sobre todo los pantalones tan pulcros, pero que rellenaba con vendas con las que rodeaba sus muslos. Eso hacía que tuviera una forma de caminar muy singular con las piernas levemente abiertas, como algunos hombres de su país. Y se debía a que no se preocupaba de cómo se veía ante el Rey de Inglaterra. No estaba en sus planes "conquistarlo" o hacerle ver que era un caballero de gran atractivo, todo lo contrario. ¿Qué se pensaría si se dijera que era amanerado? De por sí en Reino Unido no se quitó esa etiqueta por nada del mundo, ni siquiera galanteando a cuanta dama se le ponía enfrente y era quizá por ese rostro cuyos ángulos le favorecían como dama y como hombre, le perjudicaban demasiado.

No sabía a quién le iba a explotar la bomba, si a la fiel dama de compañía o a la propia Gil en el instante en que el Rey llegara. Estaba mortificada y ahora mismo miraba su figura en el espejo. había cambiado, pero sólo en su estatura porque seguía siendo el mismo joven delgado y pálido que el Monarca conociera en Inglaterra. Ni una libra extra de peso, aunque la propia Rose se había encargado de fajar bien las caderas femeninas de la princesa y de apretar sus senos para formar un uniforme tórax "masculino". El bigote era algo que no importaba cuánto se esforzaran, sencillamente no hacía justicia a uno verdadero, aunque quizá Lafeva lo atribuyera al intelecto y sobre todo, la forma de ser tan extraña de louse.

Mientras caminaba algo distraída en mis pensamiento sin querer choquée contra un hombre y casí que caía al suelo. Lo miré con un rostro inocente y me acerqué a él cogiendo mis cosas que estabán en el suelo o sea papelada.

por **Ivy1** Sáb Mar 24, 2018 11:28 pm

Mi reina estaba acompañada de aquel hombre, tras el jardín espero junto a Gerhard que apenas susurra como un ave el se va volando lejos del castillo de nuestra amada señora por un secreto que aun no logro descifrar, pero lo haré lo juré a mi señora. Oigo la conversación a través de las rosas que adornan el jardín de mi reina.

Mary esta en las catacumbas del castillo preparando la protección de todo el lugar, muevo mis manos haciendo los rezos de los hechizos se que mi señora es muy poderosa pero con ese inquisidor cuyo apellido desprecio es mejor tener cuidado.

Meto mis manos en la tierra rezando más fuerte aquel idioma celta olvidado, de entre los enormes piedras del castillo brotan como margaritas un jardín de hermosas rosas rojas con espinas entre todo el camino que han creado, pero su color es tan vivo que se asemeja a la sangre pura. Oigo como sonríe y veo sus ojos entrecerrados, serios, me inclino ante ella pidiendo perdón y ella me ordena aparecer frente al inquisidor, me niego la principio pero la orden de mi reina es definitiva. Llamo a Gerhard enviando con el un mensaje a Mary –dile a Mary que tenga cuidado, que ella debe proteger a la reina a toda costa– susurro entrando al jardín entrando por la ventana.

Las cortinas vuelan al dejarme pasar y el venenoso jardín que cree que se oculta cuando doy mi pie al dar el paso acercándome a mi reina, pero es el poder de ella que lo hace, ella puede ocultar y marchitarlas con su presencia. Trago algo nerviosa de que me regañe delante de ese hombre pero toma mi mano besándola, me asusta –¿Me llamaba mi Reina?– pregunto y miro con odio a aquel inquisidor cuyo apellido solo debería desaparece de la faz de la tierra.

por **Ivy1** Mar Abr 24, 2018 10:05 pm

La cara del inquisidor es de completo desagrado por mi apreciación mi reina rie y mueve su mano perdonando al insolente hombre, las plantas regresan a ser el hermoso jardín venenoso del cual estoy orgullo y solo sirve para proteger a su majestad, me quedo a un lado sin permitir que el hombre se acerque a mi reina –El que la reina te perdone debes ser agradecido por conservar tu cabeza unos minutos más por mi fuera, si en mis manos estuviera, ya te la habría arrancado y tu cuerpo envuelto en mis bellas plantas como abono– mi reina solo rie y se acerca a él pidiéndole, no, exigiéndole, su lealtad y compromiso para con nuestra causa ella me mira y se que me pide que sea más benevolentes con los aliados es lo que siempre me pide de entre todas sus hijas soy a la que más regaña por la falta de benevolencia hacia esos infames humanos.

La orden de mi reina fue sencilla no tenía que matar a aquel insolente inquisidor pero no quiero dejar pasar la oportunidad de hacerle sentir el poder de mi reina, se que a ella no le gusta mucho pero aquel vulgar hombre debe aprender una lección. Jamás alzar la mano contra su majestad la reina.

Asiento y muevo las manos con las runas antiguas sobre mis labios pronunciando aquellos cantos antiguos manipulando las plantas para que no se aferren tanto a la vida del inquisidor, la sonrisa de mi reina me da la plena confianza de poder lastimarlo. Hago que crezcan espinas entre las enredaderas, espinas cuyas puntas son como cuchillas y lastiman el cuerpo del inquisidor de lo que estoy muy feliz como para reir delante de él. Me acerco a mi reina inclinándome frente a ella mostrando el respeto que aquel bastardo no tiene, tomo su mano y beso su anillo de poder –Mi reina por qué gasta tiempo con esta escoria, debería dejar que sea yo quien lo entretenga y obtenga lo que usted desee seguro que bajo mis manos este zorrito canta hasta las rancheritas más agudas–

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