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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Giuliana Mordrake Dom Ene 07, 2018 5:00 pm


Los hombres estaban deseando salir de Akershus, demostrar que eran guerreros, afilaban las armas con tanta saña que a veces pensaba que se iban a cortar los dedos.
Algunos eran novatos, destacaba por encima de la mayoría un joven escoces, Sloan, que había atravesado hacia poco las puertas de nuestra fortaleza y que ahora estaba de misión con Stan.
Höor no tuvo una mala idea, irnos los dos a hacer un reconocimiento visual de como estaba todo antes de marchar con un ejercito mas numeroso.
Si algo sabíamos es que los imprevistos siempre surgían, ya no solo porque Randulf paria criaturas cada vez mas feas, si no porque el norte de por si era peligroso y cuanto mas atado estuviera todo mas fácil seria compenetrarnos con la pirata para hacer un ataque escalonado a la puta fortaleza de Randulf.
Ya podía oler la mierda que se iba a hacer en los pantalones ese estreñido que no había alzado le puto acero en su vida cuando nos viera apostillados frente a sus muros haciéndole un calvo.
Me acerqué a mi preciosa esposa con una sonrisa engreída, ella estaba en la cocina preparando no se bien que, pero olía bien.
Mis brazos la rodearon por al cintura, atrapé uno de esos panes y de un tirón pegué su cuerpo al mio.
Estaba de muy buen humor, no solo porque ir de misión con Höor era algo que echaba de menos si no porque ahora con el regreso del conde y desactivado el peligro del demonio de la Atalaya parecía podríamos respirar un poco.
-Me voy con Höor un par de dias a ver como esta todo por ahí fuera ¿podrás vivir sin mi? -pregunté mordiendo su labio inferior mientras sonreía -sin nosferatus de por medio -la advertí frunciendo el ceño medio en broma, medio en serio.*

—Un par de días a ver cómo está todo ahí fuera…hum…
— Bien sabía la bruja que eso podía complicarse hasta el infinito. Se limpió las manos en el delantal porque Hilda estaba limpiando a fondo las habitaciones y el pan estaba sin cocer, no le costaba nada amasar un poco y ponerlo, aunque ella no era precisamente buena cocinera.— No sé, no sé…cuando no estás me siento muy sola en la cama. Aunque ahora ya seamos dos otra vez.— se acarició la tripa y se dejó caer contra el cuerpo del lobo.— prométeme que tendrás cuidado, no he tenido visiones desde hace semanas…— eso quería decir que podía pasar cualquier cosa y no estarían advertidos por ella, porque si se marchaban ya, no le daría tiempo de cruzar las brumas e invocar a Legba. Era algo que solía hacer Ulf pero jamás se acostumbraría a decirle adiós aunque fuera por unos días.*

Alce una mano con una sonrisa burlona, creo que así lo hacían los cristianos cuando tenian que jurar que es lo que mi preciosa esposa me había pedido.
-Lo juro -bromeé cayendo de rodillas frente a ella, mis labios recorrieron su vientre, cada día la quería mas, no era un necio, sabia que esa mujer lo había dejado todo por mi.
Su vida era mas sencilla en Paris y ahora la guerra inundaba su día a día, nunca podría agradecer el amor incondicional que me profesaba, ni que me hubiera dado un hijo y otro, un cambiante, que venia de camino, un linaje.
Si la felicidad tenia un nombre, seguramente estuviera anclado a esta casa que yo llamaba hogar y que Giuliana había hecho posible.
-Iré con cuidado, solo serán un par de días...¿como estas por ahí dentro hijo? tu madre te da bastante de comer? -le pregunté elevando la mirada hasta las brumas de mi esposa -tienes que descansar y alimentarte, llevas demasiadas cosas…*

Asintió, trataría de hacerlo bien, porque no quería perjudicar la vida de su niño, sabían que sería cambiante y varón porque Legba se lo confirmó, así que la magia no correría por sus venas, sólo tenía que preocuparse de comer bien, de no hacer esfuerzos grandes y todo iría sobre ruedas. Amaba a su marido más que a su propia vida, y cuando lo vio estacado contra la roca en Escocia se rompió entera al pensar que lo iba a perder. Brökk crecía sano y fuerte y estaba protegido por Loki, ella contaba con la ayuda de sus dioses vudú pero ¿quién protegía a Ulf?. Cada vez que abandoba su hogar sentía el peligro anidando en sus entrañas, pero había elegido ese compañero y esa vida y ya no podía cambiar de opinión.

— Como bien, no te preocupes, trato de mantenerme fuerte por si tengo que arrebatarte de los brazos de un valquiria novata que aún no sabe que no puede tocarte porque eres mío...
— bromeó con ese asunto, ya que si algo le había pegado Ulf era un poco de su sentido del humor.
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Mensaje por Ulf Tollak Mar Ene 09, 2018 8:17 am

Con las primeras luces del alba Höor y yo partimos de Akershus. Giuliana me despidió desde la puerta con esa preciosa sonrisa que siempre iluminaba su rostro, por contra Höor acudió solo a las caballerizas. En principio el viaje no debía tener mayor complicación, habíamos tomado unas monturas rápidas, no eran los robustos caballo de guerra, si no mas bien los que usan los mensajeros para recorrer las mas largas distancias en la menor cantidad de tiempo.

Quitando por unos trasgos y algún que otro orco hijo de la misma almorrana del rey del norte el camino estuvo despejado, sin contratiempo, asi que tras hacernos una idea in situ del tiempo que tardariamos en recorrerlo con un ejercito mas numeroso, emprendimos camino rumbo a Akershus.
Pasamos la noche en una aldea al suroeste, bebimos hasta no poder mas y nos pusimos al día. Con el alcohol corriendo por nuestras venas me contó como le iba con Dani, le di mi opinión, él la suya y acabamos tirando cuchillos a una diana ¿que mejor forma de relajarnos tras una expedición exitosa?

Con una resaca de tres pares de cojones continuamos camino hacia Akershus, si todo iba a bien antes del ocaso alcanzaríamos la fortaleza y nos daría para dormir entre las piernas de una buena hembra.
íbamos hablando y riendo cuando una doncella de pardos cabellos se cruzó con nosotros en le bosque como un espectro, mi mirada se fijo en la de Höor para saber si había visto lo mismo.
En un principio pensamos podía ser víctima de una violación, Randulf era un hijo de puta, no era de extrañar y no seria la primera vez que usaba humanas jóvenes y vírgenes para macabros fines, ademas iba medio descubierta, todo cuadraba y no podíamos abandonarla a su suerte, así que guiamos la montura siguiendo el rastro de la joven asustada hacia los confines del bosque.

La mujer corría liviana como una hoja llevada por el viento, los caballos eran rápidos,  así que pronto le dieron alcance justo cuando estaba llegando hasta un requiebro del río, cerca de una gruta que estaba tapada por enredaderas. Su silueta desapareció por la boca de la cueva justo cuando los dos guerreros desmontaban de un salto. ¿desde cuando a alguien que le gritaban “no corras” mientras la perseguían, dejaba de correr? nunca, no podían esperar que la muchacha se parase a conversar sin ropa con unos extraños que la abordaban en el bosque.

Huellas de pies descalzos se perdían en el embarrado suelo, húmedo por las primeras lluvias de otoño.
¿Que mujer iba descalza en pleno bosque si no había tenido problemas antes
Seguramente aterrada nos confundía con soldados de Randulf, que equivocada estaba.
La cueva estaba oscura, no era para mi un problema, ser cambiante, lobo, me permitía ver en la oscuridad con suma facilidad, pero en el caso de Höor la cosa cambiaba.
Sentí su mano en mi hombro, el conde iría a ciegas y así nos adentramos en la gruta.

A simple vista no la ví, pero la gruta continuaba adentrándose en las profundidades de la montaña, escuchaba sus pies correr sobre las rocas, estaba allí, podía olerla.
Nuestra mejor opción era llegar hasta ella y explicarle que estaba a salvo a nuestro lado, que nos aseguraríamos de llevarla a un lugar donde nadie mas pudiera hacerle daño.
Íbamos despacio cuando de detrás de una de las rocas, una especie de altar situado al fondo de esa gruta apareció la joven de pelo castaño, sus ojos verdes no mostraban temor.
Mis ojos se centraron en sus húmedos labios y aquella melódica voz, iba semidesnuda, una tela blanca, trasparente era mecida por el viento suavemente.
Dejé de escuchar la voz de Höor ¿que me preguntaba que cojones pasaba? para oir la  tenue voz de la dama que me llamaba.
Me acerqué dando un tirón, dejando a Hoor vendido en medio de la oscuridad, no lo hice a consciencia, simplemente era incapaz de no acudir a llamada de esa mujer.
Como si el canto de una sirena guiara al barco hacia la tempestad, avancé sereno apreciando ahora cada detalle de su cuerpo, una cola larga como de vaca sobresalía de la parte baja de su espalda, sobre unos glúteos, redondos, perfectos que llamaban a pecar.
Me olvide de Giuliana, creo que hasta de mi mismo en aquel incesante avancé hacia la mujer que movía su mano suplicando que me acercara despacio.


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Mensaje por Höor Cannif Vie Ene 12, 2018 2:01 pm

La joven cantaba y se cepillaba el cabello con los dedos, pasándolos por los mechones despacio mientras miraba a sus nuevos juguetes que venían directos a la gruta para satisfacer sus deseos. En otras culturas las llamaban súcubos, eran mujeres-demonio que seducían a los hombres, se quedaban con su energía o su voluntad o o su vigor y después los mataban cuando se cansaban de ellos. No estaba sola, había dos más con ella, seguramente allí vivían o descansaban o se ocultaban de la gente y sólo salían a cazar presas. La caverna estaba oscura pero pronto se iluminó con la tenue luz de un candil que arrojó pequeñas luces sobre las paredes. Höor pudo contemplar una especie de piscina natural con el agua caliente de la cual se desprendían vapores grisáceos y azulados y en el suelo a su lado había pétalos de flores, lo cual era extraño pues afuera estaba nevado y no crecían.*
No me gustaba aquello, si bien nos adentramos en la gruta con la firme idea de ayudar a la joven, aquello tomaba un cariz bien diferente. Ulf se había apartado de mi lado, como abducido, dejándome abandonado a mi serte.
Lo llamé pero no hubo respuesta alguna lo qu me llevó a desenvainar el acero con un estridente ruido metálico. No estaba solo, era capaz de escuchar ademas del agua colarse por las paredes de la roca en forma de pequeñas filtraciones cayendo sobre lo que debí ser una piscina natural, los movimientos de mi compañero y los de ella.

La caverna se iluminó de pronto, luz tenue, llamas naranjas que laman las paredes y a mi mismo.
Usé la espada como espejo, si el norte tenia algo es una amplia mitología de la que echar mano y no seria la primera vez que seres extraños poblaran nuestras tierras.
Moví el filo fijándome en la bella mujer que cepillaba su cabello sobre una de las rocas, su semblante era sereno, como si no tuviera el menor miedo, Ulf la miraba embobado, preso de un hechizo o algo por el estilo.-¡ulf! -rugí -¡ hay que largarse! *


La que se peinaba entonó un cántico más fuerte y las otras dos se le unieron, las voces se fundieron en una, elevándose y esparciéndose por la caverna, alcanzando a Höor también y afectando a su voluntad. Eran como cantos de sirena que lo hipnotizaban y que afectaban a su raciocinio. Pronto se relajó un poco la sensación de amenaza, que fue sustituida por curiosidad y fue en busca de su amigo.*

-¡Son Huldr..! -no acabé la frase cuando el canto de las tres mujeres llegó a mi logrando que lazara la cabeza del metal para fijarme en la belleza que irradiaban, en sus melódicas voces y en esos cuerpos cincelados por la misma diosa Freya.
¿Que importaba lo que fueran? dejé escapar la espada que tintineó contra el suelo de piedra mientras caminaba hacia Ulf para mirarlas mas de cerca.*

Giuliana se despertó de un respingo, había tenido un sueño muy real que no le había gustado un pelo. En su visión Ulf estaba hipnotizado por algo y unas mujeres muy bellas acariciaban su torso desnudo, igual que el de Höor. ¿estaba siendo una celosa compulsiva? ¿Serían las hormonas? Decidió tomarse un té y relajarse, trató de expandir su mente y navegar por las brumas, pero no halló a Ulf, se escapaba de su radar sobrenatural y eso la preocupó. Fue al puerto a buscar a Danielle.

La almirante apretó el puño arrugando un papel que tenía entre manos mientras clavaba sus océanos en los glaucos ojos de la bruja.— ¿y dices que estaban como hechizados? Eso suena mal…suena a que vaya a ocurrir o a que esté ocurriendo.— Exhaló el aire despacio y se levantó de un movimiento brusco.— ¿Puedes montar? Vamos a buscarlos.— ambas mujeres salieron a cubierta pero por el pasillo Dani entró en la cocina del buque Inferno, ya que la Reina Ana la estaban reconstruyendo, y se llevó una sartén, nunca estaba de más.*

Ulf me daba codazos con los ojos muy abiertos.
- Para mi la morena -dijo convencido, pero puso su mano en mi pecho antes de dejarme avanzar - no, la pelirroja -añadió ahora si moviendo la cabeza convencido -no, la rubia -atajó con cara de no saber por donde empezar.
En otras me hubiera reido, pero la verdad es que no éramos dueños de nuestra voluntad, era como si hubiéramos olvidado lo que habíamos dejado en Akershus y solo pudiéramos pensar en esas tres esculturales mujeres que teníamos delante y a las que nos acercamos con los ojos saliéndosenos de las órbitas.*
Las huldras eran muy mañosas y sabían lo que se hacían; las caricias que les proporcionaban a los guerreros enardecían sus hombrías, pronto las tres estaban enredadas con los dos norteños y se dedicaron a besar, lamer y morder cada centímetro de piel masculina que quedaba al descubierto. Tres para dos, el festín estaba servido.

Por otro lado, las dos mujeres abandonaron Akershus en sendos palafrenes y cabalgaron durante un par de horas hasta llegar a la aldea donde habían estado. Allí les dieron la información que necesitaban saber, habían abandonado el pueblo por la mañana, de eso habrían pasado unas ocho horas.— Giuliana, trata de verlos, por favor, tardaríamos dos o tres dias en peinar todo ese bosque!!.— La bruja cerró los ojos y expandió su mente, recibió imágenes vagas de una cueva con agua subterránea. Preguntaron a los lugareños y éstos les indicaron la falda de la montaña atravesando el bosque.*

Nuestras ásperas manos de la batalla se perdieron por debajo de aquellos "camisones" de seda, recorriendo cada centímetro de piel de las huldras, que gemian encantadas respondiendo an nuestras caricias cada vez mas rudas.
Sus labios recorrían nuestros cuello, alimentando nuestras ganas de poseerlas en ese momento.
Alzadas sus montañas friccionaban contra nuestros ya desnudos torsos, una de ellas se había dedicado a con la sutileza de una geisha despojarnos de las camisas embarradas.

Tiraron de nosotros hacia las cálidas aguas del lago, un humillo agradable nos envolvió los cinco.
Nos lavaron despacio, sin escatimar en ningún tipo de ronroneo, de palabra susurrada en nuestro oídos que no hacia mas que enardecer nuestra hombría e inflar nuestro ego.
La morena perdió sus labios en los míos, húmeda su lengua se deslizó por mi boca abriéndose paso para danzar contra la sinhueso en una gesta épica.*

La pelirroja danzó sobre la anatomía alzada de Ulf hasta enterrarla en su cuerpo, lo mismo hizo la morena, mientras la rubia se dedicaba a regalar caricias y besos a ambos e incluso a las mujeres. En esa piscina natural se desencadenó una orgía de placer ajena al frío que empezaba a caer sobre el bosque, ya casi anochecía cuando la pirata y la bruja detectaron a las monturas de Höor y Ulf cerca de una cueva, y entonces detuvieron a los suyos atándolos a un árbol. ¿Qué era aquello? Una cueva de salteadores? Un refugio de brujas? Danielle se sentía algo perdida con aquellas cosas, pero si podía sangrar podía morir, así que amartilló la pistola que enarboló en una mano y soltó la correa de su sable, libre dentro de la vaina y listo para ser desenfundado. La bruja realizó un truco basico de mago, hacer luz con su propia mano, iluminar el camino en la gruta para no descalabrarse. Ambas iban en silencio y la americana llevaba la sartén en la mano.*

Embestimos a las mujeres dentro de aquella aguas que se movían al ritmo desbordante de nuestros cuerpos.
Entre nuestras manos sus espaldas se arqueaban, gritaban de placer, pidiendo mas con los labios entreabiertos, engrosados de deseo.
Mientras las otras dos eran folladas, la rubia se encargaba con besos de calentar mas si es que se podía el momento.
Primero, una luego otra, iban intercambiándose, bailando frente a nosotros que apenas ya éramos capaces de pensar en nada mas que en sus cuerpos.
La rubia gritó, como una voz de alarma que detuvo por un instante a las otras dos en seco.
Por un instante nos desconcentramos, mas aquello duró poco, pues pronto volvimos a caer en la tela de araña tejida, querían acabar lo que habíamos empezado, así que incrementaron el ritmo.*

Giuliana presintió la energía mágica y oscura de las Huldras y apremió a Dani a avanzar, la luz las ayudó a ir más deprisa, pero incluso la propia pirata sintió que algo andaba mal, pronto escuchó el festival de gemidos y supo lo que estaría sucediendo, pero cuando lo vio con sus propios ojos sintió una sacudida emerger desde el estómago y ascender hasta la garganta, la rabia, la ira, la decepción, todo estaba confuso y empujando a la rubia hacia delante sin control. Amartilló el pistolete, apuntó a la morena que se acababa de levantar de encima de Höor y la miraba con expresión de triunfo y le metió un plomo en la cabeza, entre los ojos. Nadie mataba a la amante de un rollo porque sí, normalmente esas cosas quedaban en discusiones, gritos, portazos y como mucho unos puñetazos. Pero ese ser no era una persona normal y desde luego Höor no estaba en sus cabales, había sido abducido por esas cosas, igual que Ulf. — ¡Se escapan!.— La pelirroja saltó fuera de la bañera, pero lo peor es que Ulf saltó tras ella tratando de defenderla. Giuliana lanzó una barrera de energía derribándolos a ambos.*

Con el tiro entre ceja y ceja de la morena mi abducción terminó, la cabeza me dolia como si estuviera pasando la peor de las resacas, mi mirada se alzó descentrada, sin entender del todo que cojones hacia desnudo, aunque pronto las imagenes se sucedieron en mi cabeza y recordé absolutamente todo.
Como a camara lenta, vi a Ulf y a la pelirroja intentar atacar a Giuliana.
-¡Ulf! -rugí saliendo también de la piscina tras Ulf, mas me desvié del camino al ver como Dani trataba con presteza de cargar la pistola, cuando la rubia con unas garras tan afiladas como cuchillas, buscaba venganza por la hermana fallecida.
Mi espada quedaba a medio camino en el suelo, la tomé con rabia y por la espalda la clavé entre las costillas y la columna de aquel ser sacándosela por el vientre, desgarrándola hasta que su cuerpo cayó al suelo inerte
Dani y yo quedamos de frente, observándonos en silencio, decirle que lo sentía era absurdo, tanto como darle explicaciones, bien lo sabia, en mis plenas facultades jamas hubiera hecho nada de esto.
Me giré, no era el momento de hablar, aun quedaba una Huldra en pie y Ulf no había salido de la ensoñación que lo consumía.*

La bruja cayó de culo en la cueva cuando la Huldra pelirroja se abalanzó sobre ella sacando dos hileras de afilados dientes. Ya no tenía la preciosa cara que ostentaba antes, sino que su rostro se había convertido en el de un ser horrendo con cola de vaca. Giuliana se golpeó en la cabeza y todo empezó a dar vueltas y a ponerse negro. Ulf no ayudaba, estaba aún preso del hechizo y se abalanzó contra Höor que tuvo que detenerlo soltando la espada, no podía matarlo, era su hermano, su amigo. La emprendieron a puñetazos y patadas, dos titanes luchando cuerpo a cuerpo ante la desesperación del conde, que sólo trataba de traerlo de vuelta de ese estado de enajenación. Danielle consiguió recargar la pistola y le disparó a la bicha por la espalda, en la cabeza, pero el tiro salió algo desviado, porque no quería darle a Giuliana, así que atravesó su oreja pero no le hizo nada. La bestia rugió y centró su atención en la pirata, que desenvainó el sable y le propinó varios mandobles. La Huldra tenía extremidades extra largas y consiguió agarrar a la inglesa por el cuello y estamparla contra la pared sin que su espada la alcanzase, pero le quedaban aún muchos trucos de pirata por utilizar. Se dejó asfixiar para tener las manos libres, con una molestaba al monstruo con el sable y con la otra buscó el cuchillo de su cinto y sin dudarlo le cortó la mano por la muñeca, con lo cual el monstruo rugió de nuevo y se abalanzó sobre ella, pero entonces Danielle pisó el sable por la empuñadura y éste se elevó como si fuera una pica, empalando a la huldra por el vientre, aprovechando la inercia de su embestida. Cayó al suelo y la rubia la remató con el cuchillo, clavándoselo en un ojo y atravesando el cráneo.

Resollaba y maldecía mientras su cara se teñía de carmesí y el bicho daba sus últimos estertores. Con la caída de la última súcubo el hechizo cesó.*

Liado a Golpes con Ulf, no podía ayudar a Dani que tras intentar con un disparo quitarle de encima a la bruja a aquella aberración de la mujer vaca, ahora la atacaba a ella con saña.
Le di un puñetazo a Ulf en la cara para zafarme he ir a socorrer a Dani, pero este no se quedó cortó y al intentar largarme me golpeó con las dos manos juntas en la espalda haciéndome caer al suelo on un dolor eléctrico que me recorría toda la columna.
De nuevo nos enzarzamos en una gesta a golpes y patadas dejando a las mujeres vendidas a su suerte con la Huldra

Solo cuando la pirata acabó con la vida de aquel ser Ulf volvió de ese aturdimiento llevando sus manos a la cabeza apretándose la sien.
-¡Ya esta! -le dije ayudándolo a ponerse en pie.
Como a mi los recuerdos asolaron al cambiante que en ese momento buscaba con desesperación con la mirada a la bruja antes de salir corriendo hacia ella dejándose caer a su lado.
La alzó despacio del suelo, ella parecía aturdida por el golpe, la mano de mi amigo se instaló en su vientre preguntándole si estaba bien.

Me acerqué a la pirata deteniéndome frente a ella, mi mano tomó su mentón girando su rostro para ver los arañazos que llevaba debajo del pómulo.
-Hay que curar eso, se puede infectar.
La rodeé con los brazos apoyando mi mentón en su hombro hundiendo mi cabeza en su cuello -¿estas bien?*

— No tan bien como tú hace un rato. Esto me lo tendrás que compensar…— sabía que estaba bajo el influjo de un hechizo y que no era él, que de estar en su sano juicio no habría hecho eso. Pero no dejaba de molestarle que lo hubieran “violado”. Evidentemente la culpa la tenían las mujeres vaca, pero prefería quitarle importancia con esas bromas. La que no estaba tan bien como se esperaba era la bruja. Apartó a Ulf de un manotazo poniéndose en pie. También era consciente de que había sido todo por un hechizo, pero la rabia de no haber podido matar a ninguna de ellas y que hubieran usado a su marido de esa forma, la cegó momentáneamente.

— Vámonos de aquí ya.— exigió la americana sin mirar al lobo y encaminándose hacia la salida de la gruta notando como le escocían los ojos, tenía las hormonas muy alteradas.*

De un empujón mi mujer me hizo a un lado, gruñí preso de la rabia, no era mi culpa, yo nunca la hubiera traicionado, era víctima de un hechizo y ella mejor que ninguno de los allí presentes tendría que ser capaz de entenderlo.
Comprendía su cabreo, también yo estaría muy jodido, es mas lo estaba, no tanto por mi como por la imagen que había tenido que vivir mi mujer embarazada.

Resoplé cogiendo la ropa del suelo para volver a calzarmela.
Höor abrazaba a la pirata, al menos a mi "hermano" le había ido mejor la "reconciliación" supongo que porque al existir menso sentimientos, las cosas dolian menos.
Una vez vestidos los dos salimos de la gruta, mi gesto lo decía absolutamente todo y ahí afloraron mis miedos ¿y si me dejaba por esto?
-Deberíamos buscar una aldea donde descansar, mi mujer a cabalgado hasta aquí embarazada y me gustaría tomar la vuelta a Akershus con calma.
Höor asintió, sabia que el horno no estaba para bollos, así que intentó mantenerse al margen y no meterse en una conversación que mi mujer y yo teníamos pendiente.*


El trayecto de regreso a esa aldea fue un poco incómodo porque Giuliana no quería hablar con Ulf y éste trataba de sujetarla para que no resbalase en la nieve y se hiciera más daño. Danielle caminaba al lado de Höor y desde luego había palabras que decir, pero como la bruja y el lobo no estaban a buenas, prefería no hablarlo en ese momento y no meter más leña al fuego. La aldea no estaba lejos y al llegar buscaron alojamiento, dejando que cada pareja ocupara una habitación y hablasen con tranquilidad del tema. Cuando se cerró la puerta del cuarto de la pirata y el moreno ésta comenzó a quitarse los correajes que sujetaban el sable, el cuchillo y el pistolete, después la casaca teñida de rojo y hundió las manos en una palangana lavándose la cara y retirando los restos de la huldra.

— ¿Qué tipo de magia era eso? Tenían cola.*

Empecé a aflojar las correas de mi armadura tras dejar la bastarda a un lado apoyada en la pared. Estaba cansado, miraba de reojo a la pirata, admito que su silencio me incomodaba porque algo me decía que ese abrazo dado en la gruta no era el final de una conversación quizás necesaria.
Me sacaba la armadura por la cabeza, ya acostumbrado a hacerlo solo y no necesitar mujer que me echara una mano cuando escuché su pregunta.

- No lo se, he perdido la voluntad Dani, he oido historias de barcos que golpean contra los arrecifes siguiendo los cantos de sirenas, pues algo así me ha ocurrido, no era capaz de pensar... -traté de explicar.
Nada tenia que ocultar, esa era la pura verdad.*

Había leyendas de marineros sobre las sirenas y ese tipo de criaturas que atrapaban hombres y los hacían sus esclavos, bien sabía ella que las leyendas podían ser más verdad de lo que uno creía. No se lo había pensado dos veces a la hora de aniquilarlas pero eso no significaba que no le molestase.

— Entiendo que no querías hacerlo, pero cuando te vi ahi con esas…cosas me dio…— cerró los ojos un instante mirándose en el espejo. Pelo corto, ojos demasiado grandes para su cara, palidez y ojeras de cansancio…no, no era tan bonita como esas monstruitas.— supongo que no me lo esperaba.*

Entendía perfectamente como se sentía, a mi no me hubiera gustado verla de esa forma, no la hubiera culpado pero admito que la imagen me hubiera hecho daño.
Me acerqué hasta ella apartando con mis dedos los mechones húmedos de su cara para enfrentar sus dos océanos, ahora mismo innavegables.
-No te pediré perdón porque sabes que no era consciente de lo que hacia. Estoy contigo porque quiero estarlo ,como tu conmigo, creo que a ninguno nos faltan pretendientes, creo que los dos somos adultos y nuestra elección, complicada, es la que es. Siento algo por ti Dani, algo que ha ido alimentándose y creciendo con el paso del tiempo. No se expresarlo, pero..esta ahí.
Ni siquiera sabia si lo que habia dicho se entendía, la verdad es que ahora mismo solo quería calmarla, pero era un puto desastre para estas cosas y bueno, ella tampoco es que me demostrara mucho...*

Asintió y se dejó abrazar, era raro haberlo visto follando con esas mujeres, así sin más, aunque fuera a causa de un hechizo. En la otra habitación Giuliana se sentó en la cama frunciendo aún el ceño y cruzándose de brazos.

— Ya se que eran demonios!! Pero tú no hiciste nada por resistirte!!! Ya sé que el embarazo me pone más alterada y que nos acostamos menos, pero quizás el problema es que si no puedo follar a todas horas, te descontrolas!!!*

Me aflojaba las correas de la armadura en silencio cuando mi mirada se desvió hacia el lecho donde una Giuliana fuera de si me recriminaba haberme acostado con esos seres que habían quebrado mi voluntad.
-¿que? -eso fue lo primero que escapó de mis labios incapaz de dar crédito a las palabras que escuchaba.

Apreté la mandíbula ¿que me descontrolaba por no poder follar con ella? mis ojos centellearon en un ambar radioactivo.
-¿me has encontrado acaso en un mancebía? ¿he? ¿follaba ocn traes mujeres sobre una cama redonda? ¡Por Odin! No sabia que cojones hacia, no era yo.
Di un puñetazo a la pared plagado de ira, rabia, porque no merecía esas palabras duras, plagadas de algo que no comprendía.

Volví a apretar las correas, si me quedaba allí, con ella, la cosa iba a terminar mal.
-Necesito ir a beber, tranquila, volveré y no con intención de follar contigo.*
— Ulf Tollak!! No te atrevas a salir por esa puerta o cuando regreses no me encontrarás aqui!!!.— ahora la bruja estaba fuera de si.— ven aquí, abrázame y dime que se me va la cabeza por las hormonas, que me quieres y me deseas aunque me ponga gorda…porque como te vayas a la taberna te juro por todos los Loa que me largo sin mirar atrás. ¡¡Estabas follando con tres!! Y te lo estabas pasando bien!! Te vi disfrutar!! ¿Qué quieres que haga? Que te de unas palmaditas en la espalda?? Qué habrías hecho tu si fuera al revés y fuera yo la que me estuviera follando a tres vikingos??

Fuera de mi centré mis ojos en sus brumas.
-¿que hubiera hecho yo? -mis palabras sonaron afiladas -¿que hice cuando te follaste a ese que se hizo pasar por mi? ¿acaso estabas hechizada en ese momento? -la señalé con mi indicé -no te atrevas a echarme en cara esto, no cuando sabes mejor que nadie que yo jamas te hubiera traicionado estando en mis plenas facultades.
¿Quieres irte? ¿quieres no mirar atrás? -le abrí la puerta -¡pues hazlo!
La crucé y pegué un portazo, no se podía hablar con ella, era imposible hacerla entrar en razón y yo estaba demasiado ofuscado como para que esto no terminara mucho peor*

La bruja gesticuló con cara de verdadero asombro.
—¡¡porque pensaba que eras tú!!! No tenía forma de saber que tu espíritu estaba en otra parte!! Tú sabías que esas tres no eran tu esposa…— vio como el lobo salía por la puerta sin bajarse del burro y esa vez no quiso ser paciente ni razonable, así que no fue tras él, enterró la cara entre las manos y el pelo y rompió a llorar. Se sentía traicionada aunque sabía que Ulf no estaba en su sano juicio, ella sabía que la magia era muy jodida y debería haber sido más razonable, pero no podía. Estaba a tope de hormonas, Brökk no la dejaba dormir del todo bien, el nuevo embarazo la tenía sumida en mil dudas porque el de Brökk fue muy complicado aunque el parto fue muy bien, y todo eso la tenía hecha un lío.*
Apoyé mi cabeza contra la puerta dejando escapar puros gruñidos de frustración, con sendos puños cerrados y apretados a cada lado de mi cuerpo. Maldecía a los dioses y la desfachatez de la mujeres.
Su llanto atravesó aquel cascaron de madera que abrí de nuevo sin pensarlo.
Quizás yo también había errado, no en lo de las mujeres, de eso no había sido consciente, peor si de no entender que esa imagen pudiera afectarle.
Cerré tras de mi la puerta y caminé despacio hasta ella dejándome vencer a su lado.
Tomé sus manos para apartarlas de su rostro y enterré entre los mechones claros de su pelo mi cara.
-Lo siento, siento haberme ido y siento haberte gritado ,siento echarte en cara cosas del pasado y siento ser tan necio como para no decirte mas veces que te quiero, que aunque no lo creas cada mañana tengo miedo de que te despiertes y te des cuenta de que te has equivocado...que no soy ni de lejos el hombre que puede darte ese futuro que habrías soñado.
Aquí estas, llorando porque has tenido que verme con tres mujeres vaca, has pasado por Asgar para darme un linaje, por el Tártaro para salvar a Freya...a veces creo que no te merezco.
Podemos simplemente dormir. -pedí*

Cuando tenían discusiones salían siempre a relucir los miedos de cada cual, y desde luego la bruja jamás se habría largado dejando atrás a Ulf, porque no concebía una vida sin él, no podía ni imaginarla. Se abrazó a él perdiéndose en sus brazos sollozando, no quería a otro, no quería merecer nada, tan sólo lo quería a él y ya está. Tan sólo quería seguir despertándose a su lado, que le tomase el pelo con su humor absurdo y que la mirase como si no existiera nada más.

—Te quiero…y cuando te vi….se me llevaron los demonios. Pensé que ya no me querías y me volví loca. Luego ya detecté el hechizo. Lo siento.*

La abracé besando su cuello, no sabia que mas decir, yo nunca tendría ojos para otra mujer porque en ella había encontrado a mi pareja. Dicen que los lobos nos emparejamos de por vida, no me costaba ser leal porque a ella es a quien había elegido, porque la amaba mas que nada y porque no existía en el norte mujer ante mis ojos mas bella.
Pecaba de ser tan tonto de no decírselo a menudo, pero no era por falta de sentimientos, era porque me costaba hacerlo sin sentirme vulnerable como ahora.


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Las rosas de medianoche (Privado) Empty Re: Las rosas de medianoche (Privado)

Mensaje por Danielle Morgan Vie Ene 12, 2018 2:04 pm

En la otra habitación...


Dani me abrazaba y aun así sentía la frialdad que en ocasiones me regalaba, sabia que se preocupaba por mi, pero..desde que volví del viaje a Japón habíamos estado en un continuo sube y baja. Muchas eran las cosas que no comprendía, que simplemente pasaba por alto para evitar discutir y que camuflaba con bromas ironías y dejándolo estar.
-Deberíamos dormir*

—Sí, claro.

Necesitaban hablar, pero no eran capaces de hacerlo, no al menos con palabras. Se desprendió de la casaca y dejó las botas sobre la repisa junto a sus armas. Tenía la camisa llena de sangre y no llevaba muda así que tendría que quitarsela tambien, como los pantalones. Se sentó sobre la cama mientras el noruego trataba de reorganizar sus pensamientos, notándolo tan desorientado como ella misma.

— Eran mujeres muy bellas, yo nunca me consideré bella. Tu mujer también lo era, la reina de Inglaterra también lo es, la condesa es una mujer espectacular. Todos tenemos nuestros fantasmas. Pero supongo que al menos si estás conmigo no es por lo guapa que soy, así que no tengo el problema de las guapas, que no saben si gustan por su físico o por su persona.*

Dani se quitaba la ropa a mis espaldas mientras yo intentaba entender que demonios nos pasaba.
Acaba de decirle que sentía algo por ella, algo que había crecido con el paso del tiempo y como si no importara, no escuchó ni una sola de mis palabras.
Me costaba la vida pronunciar eso, que podía parecer nada, peor para mí era mucho mas de lo que en estos momentos en los que mi corazón estaba plagado de cicatrices se podía esperar.
-Si, son mujeres bellas todas y cada una de ellas -aseguré girándome para enfrentar sus dos océanos -pero ¿y que? Dani eres una mujer atractiva, que me excita mucho, tanto que me paso el día con ganas de perderme entre tus piernas, pero no, no es por eso por lo que estoy contigo, la verdad es que no se exactamente por que es. Somos la peor de las elecciones que podíamos haber hecho y yo que se...-me encogí de hombros -¿por que no vienes a despedirme? ¿por que en ocasiones estas así de fría conmigo? me vuelves loco ¿sabes?
Negué con la cabeza, estaba cansado, cansado de darme golpes contra un muro, de intentar entender su miedos cuando yo también estaba lleno de ellos.
Dejé escapar el aire frustrado quitándome la camisola y las botas*

Ese comentario la hizo sonreir, otra cosa no, pero solía sonreir a menudo y gastarse un humor lleno de ironía que solía generar buen ambiente a su alrededor.

— Tienes razón… toda la razón. Somos la peor elección que podríamos hacer.— cuando escuchó lo de la despedida carraspeó.— No me gustan las despedidas. No me cuesta cambiar de aires, adaptarme, sentir el viento de la libertad en la cara… pero una vez que algo me ancla, no puedo despedirme, es como aceptar que quizás no vuelva a verte, que tal vez ya no haya más “nosotros”.— resopló cuando le dijo que era fría.— es lo mismo que cuando tú utilizas las bromas o el cabreo salvaje para levantar un escudo contra todo lo que crees que puede hacerte daño, incluida yo. Tu eres fuego, yo soy agua…tenemos formas distintas de hacer las cosas, pero en el fondo es lo mismo.

Negué con la cabeza.
-No Dani, yo lo intento, acabo de decirte que siento algo pro ti, peor no me has ni escuchado.
Alza los muros, yo lo haré con los escudos y cuando el fuego y el agua nos arrollen no me preguntes ¿que pasó con "nosotros"?
No sabia que mas decir, sabiamos cual era el problema, pero estábamos tan perdidos en ser como éramos y defender nuestra posición sin ceder un ápice que en el intento de no perder nuestra esencia que estábamos perdiendo al otro sin darnos cuenta.*

— Te he escuchado, y te creo, pero no deja de ser curioso que me lo digas cuando acabas de follarte a tres bichos con cola aunque parecían…


-vale, buenas noches -ya no quería escuchar mas, la corté y me metí bajo las mantas, cabreado, frustrado y sobre todo cansado.

Enarcó una ceja. ¿La había cortado vilmente? Ya podía estar cansado, después de haber pasado horas follando con esas tres. Tiró de su manta y se sentó encima de él obligándolo a mirarla.

— de eso nada, así no se arreglan las cosas. Luego me dices que soy yo la que se guarda las cosas…*

No tenia ganas de escuchar, ya había oido suficiente ¿me estaba echando en cara que me hubiera acostado con tres mujeres cuando mi voluntad había sido anulada?
Esto era de locos, yo ponía de mi parte, no porque me había follado a tres huldras, si no porque quería que lo nuestro funcionara ¿tan difícil era de comprender que la necesitaba?
Al parecer si, porque si ella subió sus muros yo tenia mis escudos tan altos que difícilmente podría flanquearme por ningún lado.

Cerré los ojos sintiendo su peso encima, decía que no se arreglaban así las cosas y posiblemente en eso tenia razón, pero es que ahora mismo no sabia por donde enfrentar esta discusión.
Estábamos destruyéndonos uno al otro y no sabia como detener esto.
Dejé escapar el aire de forma pesada abriendo mis pardos que hundí con saña en sus dos océanos.
- ¿podemos simplemente dormir?

—No, Höor, no pienso echarme a dormir y mañana que esto siga así, los dos fingiendo que no nos importa, esperando que esto se nos olvide porque llegue Randulf jodiendo por otro lado.— su tono no era enfadado, era más bien tranquilo.— ¿Por qué estás cabreado ahora mismo? Ya hemos aclarado lo de la despedida y ya te he dicho que te he escuchado cuando has hablado. ¿Entonces?*

Dejé escapar el aire de nuevo, en parte porque me aplastaba una costilla, en parte porque ya no sabia como explicarme.
- No estoy cabreado -dije finalmente sin saber si eran del todo ciertas esas palabras -mas bien es frustración. Yo...-una nueva pausa para ordenar mis ideas -joder, acabo de decirte que siento algo por ti y parece que hayas escuchado llover desde tu camarote.
Y ahora me siento estúpido, me cuesta expresar pero lo intento y tu..no lo aprecias ni siquiera un ápice.*

Negó con la cabeza escuchándolo, la situación era algo cómica porque se había tenido que encaramar encima de él para que le prestase atención y no se cerrase en banda.

— No es verdad, entiendo que te cuesta expresar y decir las cosas, ya nos conocemos Höor Cannif, tampoco yo soy la mejor en eso. Pero reconoce que el momento elegido para hacerlo no era el mejor. ¡Por dios! Acabo de verte con tres sucubos fornicando! Bastante es que me he mantenido calmada y no me he largado a Akershus enfadada. Cuando pasan cosas tú reaccionas como un volcán y yo trato de mantenerme fría porque alguien tiene que pensar en este grupo de locos. No puedo pasar de esa frialdad a…lo que sea que esperas tú por mi parte. Pero eso no anula que yo también siento cosas, muchas y me aterras porque puedes destruirme por completo.— dejó caer las manos pegadas sobre su costado, echándose un poco hacia atrás para no molestarle las costillas.*

Me encogí de hombros ¿no era el momento? ¿acaso habíamos tenido mejores momentos desde que volví de Japón? si no era por "x", era por "y" pero yo tenia que comprender sus manías, sus tempos y olvidarme de lo que yo podía necesitar.
Ella no venia a despedirme porque no le gustaban las despedidas, peor yo necesitaba verla allí. Ella no quería acostarse conmigo cuando me vio porque ella no expresaba asi las cosas, pero yo si..ella, ella y yo, yo. ¿Cuando el maldito "nosotros"?
-Vale -atajé llevando mi mano a su cintura para que se tumbara sobre mi.
¿Que le iba a decir? Que tenia razón, que no era el momento, que me mandara un cuervo cuando ella pensara que tenia que intentar de nuevo expresarle mis sentimientos.
Joder, me había salido así, en ese momento y no era bueno, o malo, era nuestro.
-Entiendo que..has de mantener la cabeza fría para poder lidiar con Randulf, entiendo que tienes mucha responsabilidad con los barcos, la flota..entiendo todo.*

— Pero…? Tienes cara de hay un “pero”. Sólo trato de entenderte Höor.
-Sin pero…- dije resignado -Nos jugamos la vida cada día y creo que me resulta mas fácil ir a la guerra que enfrentar una conversación contigo. No te entiendo.
— Ahora no estamos discutiendo, podemos hablar. Yo tampoco te entiendo muchas veces y si no hablas conmigo no tengo forma de saber qué te pasa por la cabeza y tan sólo interpreto a qué se deben las cosas que haces o dices. Así es imposible que nos entendamos.
Dijo la que abanderada la verdad universal de las cosas. Ella marcaba los momentos, ahora no es momento de follar si no de hablar, ahora no es momento de decirme que me quieres, ahora no es momento de dormir, ahora..vete a la mierda y déjame en paz.
Ya, pero.. ¿es el momento de entendernos? -pregunté mirándola fijamente -¿o si me has visto fornicando con esas tres mujeres ya nada de lo que diga tendrá validez alguna porque deberías estar enfadada y ya has hecho bastante perdonando mi falta?

Resopló al escuchar eso. ¿Estaba buscando bronca deliberadamente? ¿quería hacerla saltar por gusto? Porque lo que acababa de decir era un dardo envenenado en toda regla.

— ¿Prefieres que no la perdone? ¿prefieres que te guarde rencor una semana, un mes o un año?Ah, claro. Ahora lo entiendo. Eres orgulloso, y si yo quedo como una puta loca celosa tu falta es menos grave…¿es eso? ¡¡En qué puto mundo vives Cannif!! Te he perdonado la falta porque he entendido desde el primer momento que no eras tú!!! Pero eso no quita que me haya jodido verte enredado con tres mujeres!! ¿Quieres que nos entendamos? Pues deja de comportarte como un crio y sé un hombre, hablemos, dime lo que quieres, lo que necesitas, lo que esperas…y si no te lo puedo dar, pues ya está, un problema menos para ti.— ahora si que estaba cabreada.*

Esas ultimas palabras, esa forma de mandarlo todo a la mierda fue el detonante, me alcé del lecho recogiendo mi ropa en silencio, sin mirarla, sin hablar. Até los cordones.
-Bien, un problema menso para los dos.
Salí por la puerta dando un portazo ¿como podía ser tan terca, como podía no ver que estaba intentándolo?
Dejé escapar el aire caminando por el pasillo, esperaba encontrar algo abierto en esa aldea al menos hasta que amaneciera.*

No podía creerlo. Cualquier mujer hubiera estallado en una sarta de recriminaciones nada verlo en esa cueva, había sido muy cabal, había tratado de no dejarse llevar por la ira, y le salía con esas.

Me dejé caer en el taburete de una taberna cochambrosa que encontré abierta, aparte de un par de borrachos no había nadie mas, así que bueno, con suerte podría hasta dormir en un pequeño sofá que había frente a una lumbre mal azuzada.
Pedí una botella de whisky y me senté contemplando el fuego, no me entendía, no la entendía y quizás, lo mejor era dejar de darle vueltas a lo mismo.

Se quedó un rato mirando al techo, recordando cada palabra dicha entre esas cuatro paredes, analizando cuándo habían saltado por los aires. Ella estaba cabreada, pero no hasta el punto de nublarle el juicio, sabía que Höor estaba jodido por lo que había pasado, que no lo había querido, pero tampoco ella había pedido su cabeza en una pica. ¿Entonces? Lo que le molestaba es que no fuera a despedirle, algo que aún guardaba en la lista de agravios. También que según él estaba intentando que funcionase pero ella no. Eso era muy injusto, se había quedado en Akershus por muchos motivos pero el principal era él, Noruega, Fracia o Turquía, qué más daba el lugar donde echar el ancla. Si lo había hecho era por él, incluso con una causa que tenía pinta de estar perdida desde el principio, en un ambiente difícil, lejos de la vida cómoda que podría tener en cualquier playa del caribe. Resopló de nuevo. ¿Qué se le estaba escapando? No podía ser así, no tenía sentido. Eran como dos trenes de mercancías a toda máquina, y él esperaba que cuando le diera por el echar el freno, ella hiciera lo mismo y a la par; asunto complejo donde los haya. ¿Qué esperaba de ella? Que fuera a buscarlo a la taberna? Que lo dejase en paz? Que se largase a Akershus y así dejarle el camino libre para acusarla de largarse y acabar de una vez? No tenía ni idea qué cojones quería Höor, no tenía ni idea de qué hacer en ese momento porque todas las opciones eran absurdas ya que la situación en sí era absurda.

Apoyé la boquilla en msi labios dando un profundo trago que me abrasó la garganta pero serviria para calentare y para embotar mi cabeza lo suficiente para dejar de pensar en ella.
Dani era ingobernable, tenia que tener siempre la razón, claudicar era imposible, siempre marcaba los tiempos como nuestra relación fuera un barco, ella el maldito Capitan y yo como un gurumete mas tuviera que bailar al son de sus ordenes subido al palo mayor.
Puede que yo tuviera lo mío, me costaba mucho explicar lo que sentía y cuando me cerraba en banda era imposible de hablar conmigo, pero..joder, por eso mismo cuando me esforzaba por mostrarme, abriéndome en canal ante ella y exponiéndome sin escudos, ella debería apreciarlo, abrazarme y quererme y sin embargo la frialdad fue la respuesta a mi desatino "no es el momento"
¡A la mierda los momentos! era la primera puta vez que le decía a alguien después de mi fallido matrimonio que la quería y parecía no ser importante porque claro "no era el puto momento" estaba ofuscado. cabreado, encendido, me sentía imbecil y dolido porque para mi pronunciar esas palabras era algo muy difícil.
Ademas, que me dijera que si no podía darme lo que quería mejor lo dejábamos y así un problema menos me había reventado.
¿Quería librarse de mi? pues alé, ya estaba, era libre de ir y venir y marcar los tiempos de su puta vida.*

No entendía nada, pero sí sabía que esa sensación era muy desagradable, estar enfadada con Höor siempre la dejaba como si se estuviera comportando como una imbécil, y sabía que a veces la culpa no la tenía ella, y otras desde luego, podría haberlo hecho mejor. Se volvió a vestir y se calzó las botas y la casaca, con suerte estuviera en la taberna del lugar. Iba rumiando qué decirle, aunque ninguna palabra le sonaba en su cabeza lo suficientemente adecuada para enderezar ese entuerto. Empujó la puerta y vislumbró su figura frente al fuego, el sitio olía más a cuadra que otra cosa, pero es lo que había. Se acercó hasta él y se sentó a su lado.

— Somos un par de cabezotas, y siempre acabamos así. ¿A ti no te cansa? A mi si, y no quiero continuar de esta forma. Aunque no entienda muy bien tus razones, te pido disculpas por lo que haya podido hacer mal y que te hayas sentido como un pazguato. ¿Podemos olvidarlo por un rato?

Enarqué una ceja cuando la vi entrar por la puerta, Dani, la gran capitán Morgan, osaba bajarse del burro para buscarme.
Tomó asiento a mi lado, esta vez para disculparme lo que me hizo alzar la botella para ver cuanto había bebido.
-¿ya estoy tan borracho? -pregunté ladeando la sonrisa sabiendo sobradamente que apenas había empezado a beber -si, me cansa, me cabrea y sobre todo me jode que siempre tiendas a tirarlo todo por la borda.
Se que no soy el hombre perfecto, que me equivoco, que tengo mucho carácter y que cada dos por tres la jodo, pero yo prefiero discutir contigo que follar con tres vacas - hundí mi cabeza en su cuello -¿podemos dejarlo estar por esta noche? todo a poder ser... -pedí.*

Pasó la mano por su torso atrayéndolo más contra si, apoyó la mejilla en su pelo negro y esbozó una sonrisa malvada.

— Como supongo que estarás agotado de tanto meneo, hoy podré abrazarte y besarte sin que acabes resoplando porque te has puesto tenso. No todo iba a ser malo con lo de las vacas…— le arrebató la botella y le dio un trago dejándola a un lado, porque no necesitaba ahogarse en alcohol si podía ahogarse en piel.— Vale….eso ha sido un golpe bajo, pero que sepas que me estoy riendo, lo cierto es que este episodio dará para muchas bromas, ve haciéndote a la idea.

Negué riéndome, no podía remediarlo, tenia que tirármela aun haciendo las paces, solo que en esta ocasión me lo tomé bien.
Tiré de su mentón para elevar su rostro y presioné sus labios con los mios despacio.
-A ver si así te callas -apunté riéndome de nuevo contra su boca.
El beso se torno mas húmedo, cálido, apasionado y supongo que después de esa bronca necesitado.
-Así que... -hice una pasa, las palabras escapaba mientras seguíamos besándonos -como ya he tenido tres meneos.. -me eche a reir -no puedo tener un cuarto.
Me llevé un manotazo esta vez si merecido, pero también se merecía el golpe bajo.*

Lo agarró de las mejillas para susurrarle sobre los labios.— “un cuarto” no es correcto…”EL cuarto” sería más apropiado, pero no darías la talla, estás bajo de energía, esas vacas te han dejado seco. Descansa y mañana comprobaremos si todos los que teneis “colita” la sabéis usar bien.— eso era un desafío y un poco el hacer broma sobre el episodio tan absurdo que habían vivido, no tanto por lo de la cueva sino por lo imbéciles que eran discutiendo por discutir cuando no tenían razones y a la vez las tenían todas.

Tiré de ella para sentarla a horcajadas, mis manos se perdieron por debajo de su camisa acariciando su cuerpo sin dejar de mirarla.
-yo siempre uso bien al kraken -apuntillé -¿colita de que? -bromeé mordiendo sus labios, deslizando mi lengua entre sus labios para envolver la ajena en un tornado que arrasó y saqueó su boca entre jadeos.
-¿Vamos a la habitación? -pregunté al ver a los dos borrachos animados por el espectáculo.
No esperé respuesta, con la impulsividad que me caracterizaba me levanté con ella en brazos mientras esta se reía pidiendo que la bajara.
No le hice ni caso, la dejé caer sobre mi hombro como un saco, mi mano en sus nalgas dandole un par de azotes merecidos por la noche que me había hecho pasar.
-Asi que vamos a que me des besos, abrazos...y demás atenciones necesarias -bromeé caminando hacia la posada con la pirata pataleando y riendo a partes iguales.*

La subió a su hombro como un saco de patatas y la pirata blasfemó todo lo que supo, pero entre risas, esa costumbre era lo más bárbaro y antibritánico que había presenciado nunca. Era como un crío grande a veces pero eso aportaba frescor y muchas risas, que con todo lo que se les venía siempre encima les hacían falta.

La habitación era más bien cutre y olía a pesebre, cuando se metió entre las mantas picajosas y se pegó a Höor no pudo evitar el comentario.

— No se oye nada en el otro cuarto, yo creo que Ulf ha muerto, o bien su mujer lo ha matado de un sartenazo o está conteniendo la respiración para no oler el aroma a cuadra que tienen estas habitaciones.*

Ladeé la sonrisa de forma picara, mis labios se deslizaban por su cuerpo saboreando su tersa piel.
-Eso o... -descendí lentamente siguiendo el sendero entre las montañas que amasé con las manos, me embebí en el valle y acaricié con mi lengua la media luna de su ombligo.
-quizás esté usando la boca en otros menesteres.
Me relamí los labios antes de perderme en su centro elevando la mirada hacia la pirata que después de tanta queja esperaba no pusiera pegas de tiempos para esto*.

¡Maldito vikingo! Estaría agotado de tanto sexo con las tres Huldras, pero aún le quedaban redaños para hacerla gemir y perderse entre las sábanas. Evidentemente que no iba a quejarse cuando habían solucionado la discusión y ahora estaban bien. La noche así se pasaría más tranquila y relajada.
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