Rosas [privado Madame Marie]

por **Edeline Swan** Sáb Ago 12, 2017 8:08 pm

Cada pétalo marchito renace en la nueva rosa eterna.

El atardecer iluminaba con sus esplendorosos rayos anaranjados el cielo de nubes de algodón. La brisa de otoño era refrescante a quien la sintiera, en su recorrido por el sendero levantaba las hojas color marrón caídas de los árboles que conducían el camino hacia el cementerio que se encontraba rodeado de varios árboles cada uno alrededor de las tumbas que yacían en ese lugar. Algunas lapidas se encontraban en total descuido rotas por un lado o inclinadas hasta el punto de caerse, la suciedad como enredaderas había invadido casi por completo a otras. Y las demás estaban en perfectas condiciones; gran parte de ellas tenían una cruz encima tratando de alejar a los espíritus malignos como decían. Las campanadas de la iglesia sonaron tres veces dando a viso a que la misa había concluido desconcertando aquellos que estaban cerca de una lápida familiar.

Una joven de cabellos oscuros rizados que eran cubiertos por un majestuoso sombrero negro con plumas y flores a su alrededor, miraba con tristeza la tumba de su ser amado la brisa recorrió alguno de sus cabellos distrayendo sus pensamientos. Había estado ahí desde la mañana junto a una mujer ya mayor de porte elegante, observando con detalle las palabras grabadas en la tumba que sin problema alguno las recordaba a la perfección.

“Mis sueños fueron cumplidos hasta el fin de mis días. Viví las melodías de mi vida y me enamoré eternamente. No he muerto aún siempre viviré en la pureza de la rosa…Aquí yace Zylan Heinz, amado hijo y amigo.”

—Edeline—llamó la atención de la joven—Te agradezco por venir todos los días a ver a mi hijo Zylan. Me duele verte en este estado melancólico; soy una mujer a la que la vida me abandono por completo dejándome en una soledad de penumbras. Me quito a mi hijo hace cinco años y a mi esposo cayo en la locura, ya ni siquiera me reconoce y la fortuna que antes poseíamos se agota cada día. Tú eres como una hija para mí, Edeline te quiero demasiado—sus lágrimas amenazaban con brotar en cualquier momento, tomo sus manos aferrándolas a las suyas— por eso te pido como madre olvida a Zylan su amor por ti fue muy profundo pero… el no volverá, eres joven para no querer volver amar. Aparte tu estatus como duquesa debes cuidarlo Edeline no quiero darte problemas por esto en un futuro.

—Georgiana sé que tu intención no es hacerme daño, tú me amas como yo te amo. Es por eso que no puedo acceder a tus deseos. Amé y amo a Zylan. Tu misma lo has mencionado su amor por mí fue profundo. Nuestro amor es algo que jamás podré olvidar. Enamorarse una vez es distinto a estar con alguien por el compromiso de tu estatus. Lo lamento Georgiana pero siempre amaré a Zylan.

—Edeline…Gracias. Si tu padre y madre estuvieran aquí se sentirían muy orgullosos de ti —sus lágrimas bajaban sobre su rostro agotado. Dando un descanso a la mujer.

Los minutos pasaron lentamente convirtiéndose en horas. Georgiana se había retirado hacia el palacio de la joven duquesa para descansar, sus sirvientes partieron en el carruaje por órdenes de ella dejando en claro que quería estar en ese lugar más tiempo.

—Prométeme que cuando veas una rosa blanca pensarás en mí. Te amo tanto que nunca te dejaré ir. Yo seré tu fantasma de esa rosa…Esas fueron tus palabras Zylan antes de morir. Siempre cumpliré mi promesa— deposito tres rosas blancas sobre su tumba.

De repente un aura de hechicero se hizo presente en el cementerio alertando a la vampiresa sin embargo la persona portadora de ella no era peligrosa al contrario de esto se sentía tranquila. Observaba por todos lados a las personas de allí; sus orbes grisáceos vieron a una mujer de cabellos rojizos que se encontraba cerca de ella sin duda alguna ella era la hechicera.