Rosas [Privado]

Un día monótono y sin nada mejor qué hacer. Era durante esos días donde se cuestionaba a sí mismo, qué podría hacer. Los libros que debería leer y analizar no le llamaban ese día, tocar el violín…no, ya había practicado suficiente por ese día y si continuaba, podría terminar estresándose. Era por esa misma razón que odiaba los días tan aburridos y sin ninguna actividad en específico, cuando había cumplido con todos sus deberes y aún quedaban horas por delante. Suspiró con desgano, pensando en una actividad que pudiese entretenerle. Mientras divagaba por los pensamientos, algunos absurdos y otros más cuerdos, recordó un lugar del que algunos le platicaron. El jardín botánico al sur de París. Si lo recordaba, nunca había ido al sur de la ciudad, al menos no a visitar el supuesto jardín. En su hogar tenía un bello jardín, pero seguramente no era tan lindo como el botánico. Con esa idea en mente, esos pequeños recuerdos y pensamientos terminaron en hacerse realidad, cuando con el paso del tiempo se vio a sí mismo en la entrada del jardín.

Sus oscuros y despectivos ojos podían definir con facilidad los casi infinitos colores de flores allí Rojos, amarillos, rosados, violetas, blanco. ¡De todo un poco! A paso firme y seguro, caminó por entre tantas flores, apreciando la belleza y la perfección que cada una ofrecía a los visitantes. Aún así, su atención no se posaba fácilmente a cualquier flor que viese. Podrían haber tulipanes, orquídeas, pero ninguna lograba hacerle posar la vista en las preciosas flores. Cuando se introdujo más en el lugar, fue que finalmente pudo verlas, esas flores que lograban hacer pasar horas y horas apreciándolas. A un paso más apresurado, se acercó a una de las bellas rosas. Las habían amarillas, rosadas y blancas, pero las rojas fueron las que captaron su atención. Eran sencillamente exquisitas, con una perfección que ni siquiera en un lienzo se podía apreciar. Uno de sus dedos se acercó a los suaves pétalos, rozándolos y disfrutando de la suavidad ofrecida.

Quiso tomar la flor entre sus manos, mas había olvidado algo importante. Las espinas. Por su propio descuido una de las espinas logró pinchar su dedo índice, haciendo que lo alejara de inmediato y viera como una pequeña gotita carmesí se asomaba. Sacó un pequeño pañuelo, limpiando de forma inmediata la gotita y presionando un poco. En cuestión de minutos la herida dejaría de derramar sangre y no sería un problema. Internamente se reprendió por su torpeza pues, las rosas si bien eran lindas eran sumamente letales en cuanto a sus espinas se trataban. Era por ello que en un descuido como ese, más de uno podría llevarse una pequeña cortadita como recuerdo. Una vez más, con la mano no herida tocó los pétalos rojos. Era una suavidad que nada podía comparársele y de la cual, en esos momentos tranquilos, deseaba disfrutar.

La noche por fin hacia su aparición cubriendo los cielos y ocultando a ese astro que tanto mal hacia a los vampiros haciendo que el de cabellos platas por fin pudiera salir de su escondite en casa de su pareja, de ese oscuro sotano en donde el sol no podía entrar para molestarle y acabar con su existencia. Al momento de pisar ese lugar no encontro a su pareja y supuso que aun debería de estar en su trabajo ese de actor, así que un paseo no le haria mal por mientras que su cambia formas llegara.

Se arreglo y cambio de ropa, colocandose un traje blanco con detalles dorados y grises que dejaba al descubierto sus suaves y pálidas piernas, si era un traje algo extraño pero al pequeño vampiro se le veía bien incluso hasta llegaba a verse más tierno si se podía. Cuando termino de cambiarse salio de la casa dejandola bien cerrada para que nigun extraño pudiera entrar aunque nadie pasara por el bosque pero igual debía de tener cuidado, a pasos lentos camino por este pensando en donde podía ir. Había muchos lugares a donde ir pero niguno que le llamara la atención cosa muy extraña para Imre pues con cosas simples llegaba a impresionarse o quedarse atrapado, era muy fácil que le ocurriera aquello así que se detuvo pensando a que lugar ir, hasta que en unos minuto se le ocurrió donde; ¡al jardín botánico! si quedaba lejos de donde se encontraba pero podía llegar a el, era un vampiro ¿No? andaba más rápido.

Llego varios minutos después, casí una hora para ser especificos, y quedo asombrado por la cantidad de flores que había ahí ¿Habrían rosas? ojala y ¡si! le gustaban mucho aunque ni si quiera sabía si estaban del color que le gustaban pero las rosas en general le encantaban, camino por el jardín admirando todo con sus grandes y curiosos ojos, cualquiera que lo viera diria que era solo un niño si supieran que la realidad era otra, los años que había vivido y todo, pero la verdad es que tampoco había dejado serlo actuaba como uno sin importarle que otros de su especie le vieran, no estaba interesado en los comentarios que llegaran a decirle.

Cuando alcanzo el lugar donde estaban las rosas a lo lejos vio una figura de una persona la cual le causo curiosidad ¿Quien podía ser a esas horas? bueno no es que fuera tan tarde al contrario había salido cuando recién el sol se había ocultado pero era un lugar apartado para que otras personas estuvieran todavía en el. Así que impulsado por eso se dirigió hasta esa persona encontrandose con un... ¿Era hombre o mujer? miro más fijamente notando que era hombre, el cual se encontraba acariciando los petalos de una rosa y aparte en el aire se olía un aroma a sangre mezclado con las rosas, llego hasta a su lado mirandolas también.

- Son lindas ¿No cree? -le hablo con voz infantil tipica de el a ese desconocido sin fijarse si le molestaba o no, había sido involuntario aquello.

Los minutos comenzaron a pasar mientras disfrutaba del tacto, sintiendo el suave pero notablemente punzante dolor en su dedo índice. Mentalmente pensaba que, irónicamente, las heridas más pequeñas eran siempre las que lograban doler más. Quizás eran ironías del cuerpo humano y tal vez no, quién sabía, pero esa fugaz idea logró pasar por su mente en una pequeña ocasión. Sus ojos volvieron a posarse en las flores, que eran apenas iluminadas por los faroles a un lado de las mismas. La oscuridad reinaba en el lugar, siendo sólo "espantada" con las luces artificiales creadas por el hombre a pesar de que la luna creaba un bello paisaje sobre las flores.

Pero su visión sobre el bello paisaje y la luna no duró demasiado, o a menos eso pareció para él en el momento que pudo escuchar una infantil voz a su lado. De forma suave, volteó el rostro para poder verle, viendo a un joven de peculiar apariencia. Cabello plateado y parte de estos negros, ojos claros e infantiles. A la vista de cuaquier persona podría parecer una chico cualquiera caminando por las calles a esas horas de la noche. Igualmente, pudo fijarse en los ojos rasgados que el muchacho poseía, dándole a entender una cosa. Al igual que él, aquel joven parisino también debía tener ascendencia asiática, pues era algo lógico. De ser así y si su pensamiento interno no estaba erróneo, sería la primera vez que encontraría de forma tan común a alguien con ascendencia oriental.

Tras haber analizado esas cosas de forma rápida en su cabeza, decidió contestar, luego de haber dejado pasar unos segundos de silencio entre las palabras ajenas y las que él diría ahora.-Lo creo.-le contestó con un tono de voz serio y suave a la vez, apenas habiéndolo murmurado y alejando la mano de las flores, con cuidado de que ninguna de ellas fuera a arruinarse mediante esa acción.

Mientras tanto, se fijó en el dedo índice suyo que hace momentos atrás se había cortado por un tonto descuido propio. Alejó el pañuelo, fijándose que ya no brotaba ninguna gotita de sangre de la misma. Satisfecho, decidió guardar el pañuelo y mirar una vez más a quién se atrevió hablarle en esa noche, pensando en que sería interesante poder conocer a una persona que al igual que él, fuese de Asia Oriental. Acomodó un suave mechón rubio de su cabello en el lugar adecuado, mirando de soslayo al joven a su lado.-Son flores dignas de admirar, sin duda.-agregó a su comentario anterior, momentos después de haberlo hecho.

En sí, su comentario era (según él) muy cierto. Las rosas eran flores que cautivaban a todos, pero si un incauto que no sabía nada sobre ellas intentaba cuidarlas, o mejor dicho, tocarlas sin tener cuidado, podría estar chillando del dolor por horas debido a que se hubiese herido las manos. Esa era la belleza que admiraba de esas flores, que algo tan delicado como las mismas pudiesen ser tan dolorosas. Pero además de eso, no podía evitar que algo pasara por su mente, cautivándole y provocándole interés. ¿Quién podría ser ese muchachito a su lado? Sus ropas eran peculiares, sus rasgos inconfundiblemente orientales y que como persona curiosa que podía llegar a ser, le generaban interés. Pero, como él bien sabía, lo mejor era darle tiempo al tiempo y así se enteraría de una mejor forma quién y cómo era ese joven a su lado.

Se volteo para verlo cuando le respondió posando sus grandes y azules ojos en los marrones del otro, observando si había molestias en ellos pero no, no veía nada de eso. Bajo su mirada porque el olor a sangre aún se sentia en el aire y se dio cuenta que el rubio tenia un pequeño corte del cual supuso que fueron por las espinas de la rosa que habia estado tocando, se limpio la sangre con un pañuelo e Imre devolvio su mirada hacia las rosas admirando lo hermosas que se veían apenas siendo iluminadas por la tuene luz de la luna escuchando después al joven rubio de su lado y asintió sonriendo.

- Tiene razón, aunque debo de admitir que mis favoritas son las azules -apoyo una de sus manos en su mejilla- pero aqui no hay, creo -dio una rápida mirada al lugar y la volvio pero ahora al joven mirandolo de nuevo- a usted ¿Le gusta alguna en particular?

Se atrevio a preguntarle, se le hacia alguien muy interesante la persona a su lado pese a que solo se hubieran dedicado unas pocas palabras pero no importaba había algo en él que hacia que el pequeño vampiro sintiera eso pero ¿Qué podía ser ? no era un humano normal, de eso se dio cuenta en un principio pero no sabía muy bien lo que era, le hacia recordar a cierto brujo que había conocido antes a "conejo", a Marko ¿Sería como él?, sin darse cuenta se había quedado observandole fijo como analizandolo pero cuando se dio cuenta desvio la mirada algo sonrojado. No quería que pensara algo raro de su persona solo se había quedado pensando que podía ser ese "algo" que le hacia sentir el joven de su lado.

- Mmnh lo siento yo emm -su voz salio débil y apenada, no sabía ni porque habia comenzado a hablar, vamos Imre piensa en algo que puedas decir para continuar eso- yo no me he presentado, comence hablarle como sin más soy Imre Andrássy un gusto -una leve inclinación hizo con su cabeza.

Bien menos mal que salio de la puro tal ves se hubiera visto muy tonto al intentar de disculparse de nada, pues solo se le había quedado mirando no era tan malo eso ¿No?.

Spoiler:

¿Rosas azules? ¿Hablaba en serio? No es como si estuviera contradiciéndolo, pero no recordaba, por ahora, haber visto una rosa azul. Siempre vio rosas rojas, amarillas, rosas, pero nunca una azul. Llegó a sentirse ignorante de cierta forma, puesto que nunca había tenido la dicha de ver una rosa azul, pero al final supuso que era una rosa pintada porque sólo habían rosas rojas, amarillas u rosas. Aún así, la imagen mental de una preciosa rosa azul en su mente era preciosa con sólo imaginarla, debía verse delicada, incluso más que otras rosas en especial. Ante la mención de la mismas y al notarse como el otro buscaba las rosas, echó un ligero vistazo alrededor y en efecto, no había ninguna clase de rosa con dicho color.

-Me temo que será difícil encontrar una rosa azul aquí, señor.-susurró, mirándole con bastante atención al oír la pregunta. Observó al muchacho por enésima vez de pies a cabeza y sin más, regresó la mirada a las rosas y tocó con una envidiable delicadeza los pétalos de una de la rosas, roja para ser específicos.-Las rojas.-fue una directa simple y sencila para una interrogante de la misma índole.

Las rosas rojas demostraban más de un sentimiento para él, ya fuese el amor y la pasión como hasta para algunos representaba la sangre. Sin duda, era una flor preciosa con pétalos suaves y un rojo carmesí llamativo, que atrapaba la visión de aquel que se atrevía a observarla por demasiado tiempo. He ahí sus razones para amar las rosas de tan bello color rojo intenso. Más sin embargo, la mirada zafira del muchacho más joven (al menos en apariencia) se hacía sentir. Con claridad, sentía como era observado cada rasgo suyo y en cierta forma, lo hacía sentir extraño. No era costumbre suya que alguien se le quedase mirando como si le analizaran, o al menos esa no era una sensación que experimentaba en otro lugar que no fuese el teatro o en las reuniones sociales a las cuales rara la vez daba acto de presencia. Segundos luego pareció que el de cabellera blanca se dio cuenta de su forma de actuar, pues no dudaba en comenzar a pedir disculpas por ello.

-No se preocupe.-se dignó a contestar con suavidad, alejando los dedos índice y corazón de los pétalos de la rosa, pensando en el nombre ajeno. Imre, un nombre que jamás había escuchado. ¿De dónde podría ser? Le era desconocido, pero decidió continuar con la presentación.-Un gusto conocerle igualmente, señor Andrássy-una leve inclinación de su parte no se hizo esperar. Al regresar a su posición normal, acomodó un cabello rubio detrás de la oreja.-Soy Andrea Fiore.-finalizó la educada presentación bajo la luz de la luna con su propio nombre, echando así una última mirada a los rasgos del joven, como si de esa forma pudiese memorizarlos con suma facilidad y eso era algo que no se alejaba mucho de la realidad.

Spoiler:

Lo escucho y solo asintió tenía razón sería muy raro encontrar esas rosas aqui o más bien porque está era extraña no muchos tenían el placer de conocerla pero Imre si había tenido la oportunidad varias veces en todos esos años que ha venido vagando por el mundo.


Vio como tenía la atención del joven a su lado cuando le pregunto cual rosa le gustaba y la respuesta le hizo sonreir. A muchos les gustaba la roja, por una u otra razón pero algo le decia que para él rubio era por sentimientos mucho más profundo y mejores que con otras personas que conoció a lo largo de sus viajes y eso le agradaba porque eso demostraba que no era alguien tan superficial. Suspiro cuando la persona a su lado le miro también, se había dado cuenta pese a que intento disimularlo después con una disculpa y cambiar la conversación pero bueno menos mal que no le dijo nada respecto a eso, solo le dijo que no se preocupara pero le daba mucha pena de igual forma pese a su naturaleza seguía siendo el mismo niño de trece años de siempre.


No supo en que momento de nuevo él que parecia mayor acariciaba la rosa pero cuando le dijo su nombre lo supo desviando su atención de eso a otra cosa... ¿Andrea? Ese nombre usado para mujer pero que también podía ser usado por hombres, era bonito y la verdad es que muy pocas veces lo había escuchado ¿De donde vendría ese nombre? otra vez la curiosidad atacaba al vampiro.

- Su nombre es lindo e interesante mnh ¿De donde viene? -se atrevio a preguntarle, su voz salió suave y con ese tono curioso que no intentaba disimular a la vez que se acercaba más al rosal respirando el olor que estas desprendían por alguna razón tenían un aroma diferente bastante agradable le daban ganas de sacar una para llevarselo a su pareja pero no, las rosas se veían hermosas libres llegandoles la luz de la luna y el sol de vez de estar encerradas en una habitación.

Spoiler: