Has anyone ever written anything for you? | Privado

por **Christopher Marlowe** Sáb Ene 27, 2018 1:23 pm

Has anyone ever written anything for you?

“Somebody calls you, you answer quite slowly,
A girl with kaleidoscope eyes.”
Lucy in the sky with diamonds, The Beatles.

Dicen que, con los años, las personas tienden a madurar. La incansable pregunta es si funcionará de igual manera con aquellos que ya no son personas, navegantes en el abismo de la no-vida, a punto de perder su barca y su cordura.

Si algo tenía claro Christopher Marlowe era que el tiempo había conseguido causar estragos en él, en la forma de ser que alguna vez tuvo. Pues, al fin y al cabo, cuando ya no tienes nada que perder, todo en sí pierde el valor que alguna vez le dimos en vida. Humanos… obsesionados con catalogar absolutamente todo aquello que conocemos o dejamos de conocer, verdaderamente ignorantes de lo que hay realmente ahí afuera.
¿Qué sucede entonces cuando el mundo te reclama, cuando se aprovecha de tu faceta más humana para sujetarte de pies y manos a un lugar y un tiempo? Probablemente la gran mayoría seguiría su camino, consciente de que lo que hoy son raíces, mañana será polvo -la vida de un vampiro siempre igual-. ¿En qué pensará Marlowe el escritor, el soñador, entonces? Tal vez busque incansable el aferrarse a todo aquello que pueda salvarle de la soledad aunque presente fecha de caducidad. Quién sabe. Ni siquiera él.

- Princesa, te he dicho mil veces que estudies las diferencias entre usar “v” y usar “b” en una palabra. ¿Para qué me molesto en intentar enseñarte, dime?

No era raro para el dramaturgo jugar con los nombres. Más aún con un nombre como Saoirse, que le maravillaba y desconcertaba a partes iguales. ”Estos irlandeses…”, pensaba a menudo, dada la histórica rivalidad entre su país natal y el mencionado. ¿Y no es también acertado un título semejante? El reconocimiento por una vida cruda que todavía no ha matado sus ganas de aprender y de vivir de verdad. Claro, mucho mejor dar un título de realeza a alguien por el simple hecho de nacer entre sedas, en el reino adecuado, sin saber valerse por si mismo y requiriendo a su servicio para prácticamente todo.

- Sé que es difícil Saoirse, pero cuando aprendas a leer y escribir correctamente… no te imaginas la cantidad de mundos que se abrirán ante ti de los cuales quedarás prendada. Y no hablo de la sociedad, ¡mal rayo les parta!, sino de la riqueza que la lectura aporta y de como amarás –“tanto como odiarás” pensaba el inglés- todo aquello que está esperando para entregarte.

No sabía si estaba haciendo lo correcto. Por una parte, comprendía la idea de que el conocimiento y la inteligencia podían llegar a aportar una capacidad de comprensión de todo maravillosa y sorprendente que te hacía sentirte más conectado si cabe al propio universo. Sin embargo, eran virtudes que la gran mayoría del populacho no veía como tal. Platón solía decir que todo aquel que estuviera por debajo de la polis acababa siendo desterrado porque resultaba una carga. Lo mismo sucedía con aquellos que estaban por encima, tampoco agradaban. Saoirse parecía estar decidida a elevarse al mismísimo cielo, al Olimpo de los dioses, y si era lo que aquella joven quería, Marlowe no pensaba pararla. Sobre todo cuando la soledad del vampiro desaparecía con cada concepto nuevo que aprendía la irlandesa, cada vez más ágil y con una capacidad interna que el vampiro podía atisbar magnífica.

por **Saoirse O'Shea** Sáb Ene 27, 2018 11:40 pm

Las hojas caían inevitablemente, se resistían a morir y en un vals interminable de muerte los colores mutaban, se volvían uno con la estación en turno. Era un ciclo que debía suceder. ¿Cuántos atardeceres ocres habían sido vislumbrados por la mirada pesarosa de Saoirse? Incontables. Y sin importar las veces que lo hiciera, en su corazón solo existía la memoria de sus hermanas, su madre y el mar, el mismo que había arrancado de su vida a su padre. De ese modo había transcurrido el tiempo después de haber sido absuelta de los horrores del santo oficio. No existía cosa más preciada en la mente de la irlandesa que los recuerdos, las memorias que tejían uno con los otros bellos poemas y recitaciones en una voz suave, en una voz muda. Pues sus limitaciones para poder expresarse de manera escrita eran una constante que le impedía ser escuchada. Si había algo que amara, era eso, componer prosas y rimas en un tiempo roto. Esos motivos eran más que suficientes para emprender el camino en el sendero de las letras y el conocimiento. Eran pocos los meses que llevaba en la mansión pero se le hacía una eternidad las lecciones. Astuta como pocas, aunque aún existían demasiados errores que debían ser pulidos.

Se limitó a suspirar después de que él había hecho las correcciones pertinentes. Aún sujetaba en su diestra la pluma entintada, separándola ligeramente del papel para no echarlo a perder. Saoirse le miró a los ojos directamente, era escasa la luz que proporcionaba el fuego de las velas, pero lo suficientemente brillante para que ella apreciara cada rasgo del hombre.

–Lo intento de verdad, intento que cada lección se quedé en mi mente pero no logro conseguirlo del todo no sé que estoy haciendo mal–

Suspiró con cierto dejo de frustración. No es que le molestara que él corrigiera, es solo que le costaba más de lo que había pensado.

–Es algo que no comprendo. La lectura y la escritura son importantes pero también lo es hablar desde el corazón. La voz del alma no necesita lineamientos o reglas–

Jamás se había mostrado ingrata, al contrario, no sabía de qué modo algún retribuirle todo lo que él estaba haciendo por ella. Inmadura en muchos aspectos todavía, incluyendo el hecho de que no estaba consciente de la magnitud que la enseñanza proporcionaría en su futuro no muy distante. Eran pocas mujeres las que se atrevían a alzar la voz, era algo tildado en ese entonces, pero también existían formas de expresarse y aunque aún ella no lo sabía, la poesía era una de ellas.

Respiró un poco más tranquila y volvió su atención al papel, dejando un espacio no muy pronunciado para retomar las oraciones que él le entregaba como ejercicio. Una y otra vez, escribió el mismo verso, uno que había hilado en su mente los últimos días de su encierro, poco antes de que él salvara su vida.

–“Su corazón era de hierro, pero su canto fluía como pluma la viento, sublevados al vaivén de una canción que soñé hace mucho tiempo”–

Leyó hacia él hombre y mostró enseguida el resultado de su esfuerzo.

–Perdóname, sé que no debí objetar la indicación, estoy un poco distraída–

Le miró con ojos condescendientes ya que era complicado aún adaptarse a su nueva realidad, el espacio en el estudio era reducido y sonrió al verse rodeada de tantos libros, de tomos inimaginables que aguardaban por ser leídos, un privilegio que le tomaría tiempo ganarse pero que bien valía la pena repetir una y otra vez.

por **Christopher Marlowe** Lun Feb 12, 2018 7:46 am

La enseñanza es una amante compleja. Vierte en nosotros su corazón, anhelado por todos, pero trabajoso de asimilar, y una vez has probado el elixir del conocimiento y quieres más, se acompleja la tarea. Es el propio ser humano quien la convierte en dura y pesada como roca. La ociosidad termina por despertar en algún momento y se impone frente al saber. Más todavía en una edad como la de Saoirse.
El inglés notó la angustia y la frustración que emanaba de la joven. Dejó atrás el ceño fruncido con el cual le había replicado sus faltas y colocó sus manos en las sienes de la joven.

- Cierra los ojos -ordenó a la irlandesa-. No te preocupes, Saoirse, ¿vale? Sé que te estás esforzando mucho, que no es un pasatiempo -comenzó la diatriba mientras masajeaba sus sienes-. Tienes toda la razón. La voz del alma no necesita lineamentos o reglas para existir, pero sí para que otros comprendan esa voz interna que tanto te esfuerzas en poder transmitir a aquellos que no tienen la suerte de pensar o sentir como tú. ¿Te imaginas privar al mundo de algo así? ¿Te imaginas privarles de las mayores obras de arte que el tiempo y el ser humano nos ha dado? Seríamos todavía menos civilizados si eso fuera posible. Todavía menos soñadores, con una vida que más valdría expirara pronto.

Christopher Marlowe lograba verse a si mismo en la joven Saoirse. De acuerdo, Marlowe había estudiado en las mejores escuelas y también había viajado lo suficiente como para que las descripciones de los paisajes de sus obras fueran prácticamente un duplicado, pero siempre había sido un niño buscando arrancar todo aquello que brotaba de su corazón y plasmarlo en el papel. Él mismo había cambiado absolutamente con cada uno de los escritos que le habían insuflado vida en la academia y, como ellos, deseó desde el principio convertirse en inspiración de todo el que pudiera.

- No deberías angustiarte de esa manera. ¿Has visto? Al final te ha salido perfecto. Sólo es cuestión de esforzarse. Vamos, dime sinónimos de 'esforzarse'. Necesitas un léxico óptimo si quieres expresar todo lo que pasa por tu corazón y, aún así, he de decirte que nunca existirán palabras suficientes para tarea semejante.

¿No recuerdas lo que sucedió la última vez que quisiste adoctrinar a alguien en el candor de la escritura? -musitó el dramaturgo muerto que velaba los pensamientos de su coetáneo-. Sí, que naciste tú. Mi sombra, William Shakespeare. Una sombra que marchitaba la vida de Marlowe con cada una de sus intervenciones. ¡Cuanto te hubiese gustado que yo hubiera sido tu sombra! -comenzó a reir-, pero fuiste tú el que involucionó a tal cosa. Cuidado con esta niña. Si me consideraste peligroso en alguna ocasión, no olvides que yo únicamente era un hombre y que el néctar sibilino de la mujer es todavía más amargo y venenoso.

- ¿Qué pasa por tu cabeza, qué es aquello que tanto te distrae, Saoirse? - comenzó a hablar para acallar aquellos pensamientos proféticos-.

por **Saoirse O'Shea** Jue Feb 22, 2018 6:45 pm

Porque su mente indómita solo hallaba solaz en el vaivén de las olas cuando caminaba a orillas del mar, cobijada por la luz de los astros que pendían en lo alto de la bóveda grisácea. Pero la poesía. La poesía era un mundo ajeno a lo que sus ojos percibían, puesto que en ese plano ella podía realmente ser libre y volar hacia rumbos inhóspitos. A decir verdad, nunca creyó que la tarea del aprendizaje fuese tan difícil, recordaba apenas breves pasajes cuando su madre instruía a sus hermanas, pero ella nunca sintió la necesidad de acercarse al mundo de la literatura, en esos días bastaba retener los versos en su memoria para poder cantarlos o recitarlos. Saoirse clavó sus ojos en la textura de las palabras que ella misma había plasmado sobre el papel. Parecía increíble como en un par de meses había avanzado tanto y en tan poco tiempo aún miraba con asombro la manera en la cual la tinta se adhería al material, una eventualidad tan común pero tan novedosa para alguien como ella, pues todo en esa habitación parecía tan singular.

Con suavidad la espesura de sus pestañas cayó de golpe para hallarse entre penumbras, ligeramente sobresaltada por la frialdad de su tacto, detalle que ya había notado anteriormente pero no se había atrevido a cuestionar, apartó sus miedos e incertidumbre para dejarse guiar por la aterciopelada voz que le pedía tranquilizarse. Experimentó entonces una calma inexplicable donde él le hablaba de obras literarias y de cómo estas se mantenían grabadas en la memoria y los corazones de quienes eran tocados por sus pasajes descritos en las páginas de libros. Cuando él llegó a su vida no estaba segura de sí la decisión sería la correcta puesto que era un completo extraño en ese entonces. Pero su instinto le había dictaminado que era lo mejor en ese entonces. Habituarse no resultaba fácil de primera instancia, pero hacía lo mejor posible por adaptarse a sus lineamientos. Saoirse era como un ave que gustaba de volar de un lado a otro, pero incluso en temporadas estivales, los pájaros necesitan de un reposo y eso era lo que ella necesitaba en ese momento.

Se preguntó entonces qué tipo de adversidades tuvo que haber enfrentado él para llegar hasta ese punto. ¿Cuál era la finalidad de instruir en el mundo del saber a una joven como ella? Nuevamente los cuestionamientos ajenos le asaltaron repentinamente. Plegó sutilmente las sienes para recordar la lección de sinónimos que un par de días atrás había finalizado.

–Esforzar, tratar, intentar, pretender, aspirar, ensayar…–

Abrió los orbes nuevamente para estrellar su mirar contra el candor de su interlocutor, por unos segundos Saoirse se ahogó en el azul de un mar aletargado. Los ojos reflejan el sentir del corazón, pero por alguna extraña razón ella no podía descifrar nada en él ¿Por qué?

–Logré recordarlos, lo logré–

Soltó con júbilo en un susurro apenas audible.

–Perdón, creo que nunca había dicho esto, pero en ocasiones me pregunto qué hubiese pasado si yo hubiese permanecido a lado de mi madre y hermanas. No soy una mujer malagradecida, es sólo que la incertidumbre sigue intacta, tan aferrada a mi corazón como esta tinta sobre el papel– explicó mientras sus dedos acariciaban la textura de las hojas que ella misma había escrito segundos previos a su cavilación.

por **Christopher Marlowe** Mar Abr 24, 2018 8:28 am

Aunque los años hubieran devorado gran parte de la vida del dramaturgo, así como muchas de sus ilusiones o intereses, Christopher Marlowe todavía podía reconocer el sentimiento de añoranza en los ojos de su pupila.

- Eso es grato. Que el recuerdo de tu madre y hermana se aferre a ti de tal forma. Dice mucho de la persona que eres, Saoirse. Pero piensa en ellas, ¿crees que querrían por un segundo que sintieras siquiera un atisbo de tristeza aquí -continuó poniendo su mano en el pecho de la joven- por ellas? Estoy seguro de que se sienten honradas por ocupar tus pensamientos, pero que también se entristecen cuando piensan en donde tienes la cabeza más de lo que deberías. No digo que debas tenerla aquí, entre libros -dijo señalando a los mismos-. Pero el pasado es más oscuro de lo que podemos alcanzar a ver y si no tenemos precaución podemos ser víctimas del resbalón que nos arrastre al pozo de la amargura. ¡Ven, deja eso!

El poeta se puso en pie, con la idea de salir a disfrutar de una suave brisa estival que comprendió... nunca podría volver a sentir. Al instante se apagó, frustrado ante la idea de que la joven O'shea no pudiera salir a disfrutar de las flores que había traído la primavera por su propia culpa. Se acercó a ella y la sujetó por los hombros con todo el cariño que era capaz de mostrar.

- Sal un rato. Deja de pensar -comenzó a masajear las sienes de la niña-. Deja que esta cabecita y sus pensamientos descansen, ¿de acuerdo? Que el astro Sol te bañe con todo el positivismo que necesitas. Por hoy ya has hecho suficiente. Yo te esperaré en mi despacho, tengo que.... hacer unas cosas -mintió rechazando cualquier conato de invitación para convertirse en cenizas antes incluso de que su compañera abriese la boca-.

El vampiro se fundió en un abrazo con la mujer, volviendo a sentir algo olvidado tiempo ha y que nunca le había reportado grandes ilusiones al poeta. No tardó en mirar a Saoirse y ver el cadáver en que pronto se convertiría, tras un leve pestañeo. Pues así se sucede el tiempo, que implacable nos arrebata todo aquello que conseguía plantar en nuestros rostros cualquier sonrisa.

Como te gusta sufrir -declaró el bardo soltando una carcajada-. ¿Qué papel representará esta cría en tu nueva obra? ¿Será la hija que nunca tuviste? ¿O vas a enamorarte de una humana? Otra vez, quiero decir. ¡Aunque hablo como si todavía desprendieras una pizca de originalidad en cualquiera de tus escritos o vivencias!

OFF:

por **Saoirse O'Shea** Mar Jun 26, 2018 3:55 pm

No fue hasta ese momento, junto al inglés que la joven reverberó en sus sentimientos de añoranza hasta entonces ocultos, debajo de esa aparente fragilidad la poetisa resguardaba celosamente los momentos que componían cada una de sus facetas. La niña, la mujer que se debatía de vez en cuando contra sus demonios, mismos que únicamente podían ser exorcizados a través de los versos que primorosamente cobraban forma y figura al compás de la pluma y la tinta que sangraba en los lienzos níveos. El tocaba un lado jamás mostrado por ella y aunque sus palabras eran siempre un bálsamo a sus heridas, esta vez logró tocar ciertas fibras. Saoirse suspiró y llevo su diestra al anillo que pendía de su cuello, ese artilugio era la única evidencia que mostraba sus raíces, en el interior yacía grabado el apellido de su padre, el héroe anónimo que siempre estuvo a su lado. Su madre había conservado el mismo hasta cuando la mayor de sus hijas tuvo uso de razón, después de la aparente desaparición de su padre creyó que a manera de protección debía portarlo siempre. Su salvador, estaba en lo cierto al decirle que esa no era una forma de vida, que sus hermanas y su madre quizás en la lejanía aun le recodaban en sus plegarias y esa era una manera sutil de estar aun en conexión.

–Quisiera creer que realmente es así, que la distancia no es un impedimento para derribar lo que en su momento construí a su lado–

Le miró fijamente.

–Monsieur Marlowe, siempre sabe cómo confortar la angustia creciente en mi pecho–

Sonrió como una chiquilla ante un padre, agradecida de saber que estaba siendo dirigida hacia un buen puerto.

Irguió su cuerpo del taburete y permaneció por unos segundos junto a él. El abrazo fraternal que en ocasiones bastaba para poder afrontar el día a día, pues a pesar de tener un techo seguro y una estabilidad, el espíritu libre y salvaje de la irlandesa de vez en cuando reclamaba ponerse en contacto una vez más con la naturaleza, su hábitat.

–Como siempre, predicando con la verdad, el día es demasiado bello para dejarle ir así como así. Nunca pido nada, pero esta vez quisiera que me acompañe a ver ese paraíso que la madre naturaleza nos regala, el invierno es bello, pero la primavera siempre es como aquella amante impaciente que espera a ser admirada o ¿Es que acaso odia la luz del día? Sin ella la noche no existiría, por favor venga conmigo–

Suplicó al hombre quien se mantenía en su posición.

Saoirse no dudó un segundo en recorrer el jardín que poco a poco cobraba color nuevamente. En ese mosaico peculiar la joven resultaba ser la reminiscencia misma de una ninfa que cabalgaba libremente, sus pies desnudos le llevaban de un lado hacia otro y en la lejanía la mujer giró su cuerpo para hondear su diestra en dirección hacia el inmortal, los versos eran su pasión pero su corazón pertenecía al viento.

Spoiler:

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