New Toy [Privado, +18]

por **Eliot Lorenzetti** Dom Ene 05, 2014 10:37 pm

Llevaba a rastras el cadáver de un cambiaformas, un espectáculo que podía ser terrible para aquellos que no lo habían visto antes pues como en muchas ocasiones el animal había intentado volver a su forma humana terminando por quedar en una media transformación que le hubiera hecho acreedor a cualquier titulo horrible en un circo de fenómenos gitanos; solo que esa criatura no estaba destinada a ninguno de esos lugares en los que la mayoría de la población parisina pensaría que era solamente un invento o una mentira y no la realidad.
Lo que Eliot debía hacer esa noche era llevar aquel cadáver hasta la casa de otros cazadores que le habían estado buscado durante mucho tiempo pero ninguno fue capaz de atraparle hasta que él apareció en el camino.

– Criatura estúpida… – murmuro molesto cuando el cuerpo se atasco entre unas ramas. Parte de la razón de su molestia no era únicamente que aquella criatura se hubiese atorado, sino que mientras estaba con vida aquel cambiaformas le había dado batalla, no sé la había puesto fácil y había dicho cuando estaba en su forma humana algunas cosas que a él simplemente no le gustaba oír, en parte ese era el motivo de que aquel cuerpo se viera en la terrible ira del cazador que le había asesinado lentamente, deleitandose con cada uno de los sonidos de dolor entre humanos y animales que aquella criatura daba al final de su vida.
Logrando liberar el maltrecho cadáver, continuo su camino por entre los árboles de aquel bosque mientras que a su alrededor el sonido de los animales nocturnos se hacía notar y sus pasos eran los únicos que desentonaban con el sonido perfecto de aquel bosque, aquellas melodías que solo los que se adentraban en las oscuras noches eran capaces de conocer.

Cuando por segunda ocasión aquel cuerpo se atasco en las ramas fue que el cazador termino por soltarle y alejarse unos pasos.
– Ni muerto dejas de fastidiar la vida de otros, debí traer a alguno de los inútiles que te buscaban para que te cargaran – volvió una vez más sobre sus pasos con rumbo a aquel encargo. Se inclino para sacar la pata entre humana y animal que se encontraba presa cuando unos pasos llamaron su atención. Dejó de lado su cometido para centrarse en aquellas pisadas que no pertenecían a animal alguno; quizás los de algún sobrenatural o algún otro cazador. Despacio se levanto de donde se encontraba y hablo para la oscuridad – Seas lo que seas, o quien seas más te vale que salgas de las sombras y te muestres si es que no quieres terminar en malos entendidos conmigo, ¿has escuchado? – como respuesta momentánea, solo recibió entonces más pasos.

por **Angelique Delacroix** Dom Ene 05, 2014 11:53 pm

Cómo la necesito.
Dios había sido mi más importante carencia.
Pero a ella la necesito más que a Dios
- Mario Benedetti

Angelique está inquieta, impaciente, muy ansiosa. Pocas cosas la tienen así, la mayor parte del tiempo se mantiene tranquila, indiferente. A ella nada le afecta, todo lo mantiene bajo control. Todo, excepto a él. Cualquiera de sus conocidos se negaría a creer que la bruja tiene un talón de Aquiles. Lo despiadada que puede llegar a ser la mantiene con un alto perfil, pero incluso las sombras tiene debilidad por la luz, la observa desde lejos, y quiere volverse una con ella; así le sucede a la mujer que bajo tantas murallas puede mostrar una tremenda necesidad por ese calor masculino. Si se encuentra tan ansiosa es porque él salió de cacería. No es que lo crea incompetente, por el contrario, pero el solo hecho de saberlo en riesgo la pone con los pelos de punta. Con el peor humor.

La noche ya se encontraba en su punto. Ella sabía que ese era el momento exacto en el que puede volver, pero no quiere que vuelva al castillo. No cuando hay tantos ojos vigilando. Nadie debe saber la verdad de las cosas. Todo lo mantiene en secreto, de saberse su debilidad, sabrían como destruirla. Es por eso que disimuladamente, y con la ayuda de sus más leales sirvientes (todos por temor, o adoración), termina saliendo entre los arboles del jardín trasero. Encapuchada. Con un vestido que se envuelve por un corsé fino pero apretado. Si figura es más que exquisita, y sus atributos salen más a flote, haciendo que cualquiera voltee a verla. A esa hora no hay espectadores.

Sus pasos hacen que retumben incluso las raíces. Se menea con orgullo y sensualidad. Angelique sabe que va por buen camino. Los demonios que la acompañan se lo dicen, y el olor masculino le llega a las fosas nasales.

- Jamás salgo de las sombras, eso lo sabes de memoria ¿por qué habría de salir? Tus amenazas no ocasionan nada. ¿Me arrastrarás de la manera que tienes a esa criatura? - En ocasiones Angelique no entiende porqué él no le da caza, sabe lo cruel que es, sabe que tiene magia. No es que desee que lo haga, pero en su cabeza la duda estará todo el tiempo. - No me gusta que te ensucies las manos con criaturas tan insignificantes, y sin embargo provocas algo en mi que nadie más - La voz aterciopelada de la mujer es lo único que la hace identificarla, pero sabe que él puede reconocerla.

Sólo dos pasos más bastaron para mostrar su rostro contra la luz de la luna.

por **Eliot Lorenzetti** Lun Ene 06, 2014 10:44 pm

¿Pero qué ha sucedido con el bien y el mal?
La seducción lanza a ellos entre sí, y los une más allá del significado.
Jean Baudrillard

Esa voz que sale de las sombras es una que Eliot conoce bien, demasiada bien quizás. Es una voz que le hace sentir que camina en el borde de un abismo, coqueteando con lo que no debe, pero es incapaz de evitarlo porque la oscuridad que llega del abismo es tan absoluta que es imposible resistirse a ella por mucho tiempo; aún así, el cazador resiste sabe que existen cosas en las que con ella cede y otras que llegarían demasiado lejos.
Ama esa oscuridad con la misma intensidad con la que le odia y desea destruirle, pero entonces se descubre incapaz de hacerlo.
– Saldrás de todos modos, los dos lo sabemos bien – cruza sus brazos frente a él, escrutando la oscuridad en busca de la figura femenina que espera se asome por alguno de aquellos lugares. La risa que sale de los labios del cazador hace que en los árboles algunos pájaros se sientan amenazados y el silencio que les rodeaba se ve interrumpido por el sonido de los animales – No, no te arrastrare así. Para ti tengo otras formas de llevarte hasta donde quiero.

Abandona por completo la idea de liberar aquel cambiaformas, lo que pase con el cadáver aquel ya le tiene sin cuidado. Ahora su atención y sus sentidos están enfocados en encontrarla. Ella es una presa como aquel cambiaformas que ahora no es más que un cadáver que causa repulsión, pero a diferencia de esa criatura la bruja es alguien a quien no esta dispuesto a perder porque ella le pertenece.
Una sonrisa entre burlona y victoriosa aparece en su rostro cuando sus ojos descubren la figura que sale a la luz. Le encanta ver que de una manera u otra termina por hacer lo que él desea, aunque la bruja intente hacer como que las cosas se hacen bajo sus propios términos.
– Entonces… ¿Quieres que ensucie mis manos contigo? – da un par de pasos para acercarse más a ella – Porque si es eso, existen soluciones muy sencillas para lograrlo y bien lo sabes o ¿Necesitas que te lo recuerde? – deja caer los brazos a los costados, aunque aquella sonrisa tan peculiar suya no desaparece.

– Vamos Angelique, sal un poco más que no pienso morderte aunque más bien es que no pienso dejar marca alguna en tu cuerpo que pueda notarse cuando te pongas tus elaborados vestidos – su mirada recorre aquella silueta que aún no le es tan visible, interiormente maldice una y otra vez aquella clase de vestidos pero sobre todo la capucha que lleva encima.
Ambos se quedan en su sitio, expectantes a lo que haga el otro. Ninguno duda de las capacidades del otro para asesinarle, pero no temen porque saben que no pueden matarse. La existencia de ambos sería demasiado aburrida si el otro no viviera más y eso es algo que al menos Eliot no esta dispuesto a soportar.

por **Angelique Delacroix** Mar Ene 07, 2014 8:44 pm

Su mirada se queda perdida por unos momentos. Se centra en el brillo circular que está en los cielos. La luna siempre fue su mejor amiga, o más bien la única. De ella nunca se esconde, con ella es simplemente lo que es. Disfruta teniendo a alguien silencioso que le acepta. Además, le sirve para no ponerle atención al cazador, bien sabe que le pone de malas no ser su centro, le gusta verlo de mal humor, en ocasiones le resulta más encantador. Es que Angelique tiene una gran debilidad por su carácter tan fuerte y firme. Lo que más le gusta es que aún sabiendo que está en menores condiciones por su naturales, le hace frente, no se intimida. Mucho tiempo atrás llevaba buscando algo así, y cuando se había aburrido de la espera fue cuando llegó, cuando menos lo imaginó. Eliot era una de las pocas cosas que le daba sentido a su vida, la maldad y la oscuridad también, pero él era punto y aparte.

- Hoy no vas a jugar conmigo - Le dejó bien en claro con una mirada severa - No lo mereces, llevas días sin buscarme, eso no me gusta - Angelique odiaba sentirse al borde de la deriva sin él. Odiaba la sensación de no sentirse tan deseada. Ella, una de las mujeres más hermosas de Francia dependía de esa aceptación de él. Se reía de si misma cuando lo reconocía en su mente, jamás lo haría en voz alta - Soy impaciente, me gusta tener vigilado lo que me corresponde - Se refiere a él, ¿a quién más? Jamás sintió tanta necesidad por alguien, debía reconocer que ambos jugaron tan bien sus cartas que dependían mucho del otro. Tampoco lo reconocería en voz alta. El orgullo le podía, la soberbia también. Un ángel oscuro no se cree capaz de aceptar su dependencia a la luz, eso lo haría neutral, una vergüenza para su gente. Los demonios se lo decían pero a ella no le importaba. Lo necesitaba.

- Necesito ese cuerpo - Estiró una de sus manos señalando al cambiante, no se movió ni un paso, sólo fue el brazo el que hizo el movimiento - Deseo hacer nuevos experimentos, los cambiantes son las criaturas más débiles de entre los demás, necesito ver si puedo lograr que sean más fuertes - No le estaba pidiendo que se lo diera, se lo ordenaba, su titulo le daba el poder para arrebatárselo si era lo que deseaba hacer, sin embargo, lo que más le encantaba era que él cediera, que se lo diera sin chistar. Cuando Eliot le daba algo a Angelique, así fuera sólo un beso, la bruja se ponía de bien humor, cuando hacía lo contrario terminaba asesinando a alguien, sin importar que sus manos se mancharan. - ¿Qué haces aquí? Pensé que hoy no te tocaba cazar, o al menos eso me habías dicho - Ella odia que le mienta, pero también odia que se ponga en riesgos. No se lo dirá de igual forma.

- ¿Te acercarás o me tendré que ir por la falta de interés que noto en ti? - Sonrió de medio lado de forma mordaz.

por **Eliot Lorenzetti** Vie Ene 17, 2014 9:18 pm

Ambos tienen ese carácter que les vuelve tan insoportable y a la vez tan complementarios; el cazador adora de ver la expresión molesta de ella y esa manera en la que se vuelve firme. Tarde o temprano aquella firmeza se desvanecerá.
– Creo que te dije que estaría ocupado ¿o no? – No se lo dijo, no quiere sentirse más atado a ella de lo que ya esta – Así que nada de que no jugare contigo, haré lo que quiera… pero si te pondrás fastidiosa entonces la que no se merece el juego eres tu – Adora cambiar las cosas a su manera, darse puntos a él mismo que en la realidad no le pertenecen a ninguno de ellos, se quedan en la nada porque siempre tendrán con que lastimarse o darse a desear, siempre estarán en un punto medio.

No responde a las palabras siguientes; nunca ha sido de los que le gustan estar vigilados o saberse propiedad de alguien pero si es Angelique entonces puede ceder a muchas cosas que con otras nunca haría, solo que no se lo dice porque sería darle una importancia que no quiere que ella sepa por sus propios labios; prefiere que aquel conocimiento de pertenencia mutua se mantenga en la forma en la que ha ido hasta ahora. Además si no se lo dice se deleita a si mismo con la idea de que ella pueda creer que esta con otras, cosa que quizás haga… o quizás no.
Con ella nunca esta seguro de nada, no sabe hasta donde exactamente llegan sus poderes y lo vigilado que le tiene. Igual ella también debe desconocer parte de la vigilancia que el mantiene sobre ella y la cual no le resulta nada barata de pagar.

Su mirada va al cadáver del cambiaformas aquel, la paga era realmente buena por aquel cuerpo ya sin vida pero no era realmente necesario que eso llegara a las manos de los otros cazadores, podía simplemente decir que justo como a los demás se le había escapado aquel ser. Parte de él sospechaba que en realidad la bruja no necesitaba aquel cuerpo, era una caprichosa, eso era lo que sucedía en esos momentos, aunando el hecho de que la falta de visitas del cazador para ella le hubiesen puesto de mal humor desde antes.
– Segura que quieres este, esta hecho una porquería puedo conseguirte uno mejor… uno que no termine en estas condiciones – No le interesa para que lo necesite o si es una mentira todo lo que dice, igual si le pide un cadáver nuevo o incluso un cambiaformas vivo se lo conseguirá – Claro que, tanto si deseas uno nuevo como este… quiero algo a cambio – Sonríe de manera galante. Las cosas que suele pedir a ella nunca van dirigidas al aspecto monetario, no necesita más dinero además sino que le necesita a ella.

Ante la ultima pregunta guarda nuevamente silencio y le da la espalda, iniciando su andar con rumbo a donde esta el cadáver de la desdichada criatura a medio transformar. Su mano sujeta nuevamente aquel animal y termina por girarse de nuevo en dirección a la bruja.
– Estaba cazando, ¿Qué no estas viendo? – Camina hacía ella. Nunca existiría falta de interés por ella, solo quiere demostrarse a si mismo que no esta completamente embrujado por ella – Te dije que no me tocaba porque se supone que no vendría pero me surgió esta oportunidad y no pude rechazarla – sus pasos le llevan a estar cerca de ella, y suelta nuevamente el cambiaformas solo para acortar más las distancia entre ambos, quedando a nada del cuerpo de ella – Y no es falta de interés, es solo que no pensé que estuvieses tan desesperada por verme como para salir a buscarme – una sonrisa burlona es dedicada a la fémina. No le gusta que salga a buscarle porque de esa manera no puede protegerle como le gustaría, la sabe poderosa y capaz de muchas cosas pero aún así teme por ella.

Lentamente y con aparente desinterés por ella se limpia las manos en su propio pantalón, aún así no aparta la mirada de Angelique. Su apariencia coincide con el significado de su nombre, no así su forma de ser; siempre ha pensado eso desde el momento en que hablaron por primera vez.
De un movimiento por parte del cazador la distancia entre ambos se vuelve prácticamente inexistente y con firmeza le besa; segundos después Eliot termina por separar sus labios de los ajenos.
– El cambiaformas es tuyo… ya he cobrado el pago – Desconoce la manera en que reaccionara ella, más debido al enojo de su ausencia.

por **Angelique Delacroix** Jue Ene 23, 2014 9:19 am

¡Que hombre tan exasperante! La ponía de un humor insoportable con tanta galantería. Así como ella sabe del efecto que puede tener en él, él también sabe lo que logra en ella. Exponerse de tal manera la llega a poner incluso de peor manera. No era justo, de hecho era inconcebible, lamentablemente las cosas eran así; arqueó una ceja con disgusto, no le gustaba tener que pagar por lo que deseaba si se trataba de él. Se suponía que el hombre que la quería le daría todo sin pensarlo. ¿La quería? ¿Si quiera lo estaba pensando? ¿Qué ocurría entonces si el sentimiento no era ese, sino simple atracción? De nuevo las dudas la asaltaban, tener que depender tanto emocionalmente de un hombre le llegaba a hacer sentir destruida por dentro. Eliot la hacía sentirse viva y muerta, todo de un momento a otro. ¡Insostenible!

- Veo a la perfección que saliste a jugar, Lorenzetti, no estoy ciega, sin embargo has dicho que no lo harías, me has mentido - A alguien que ha vivido rodeadas de sombras negras, de intereses y actividades ilícitas, la verdad, confianza, mentira, terror, suele ser algo fundamental e importante. Si él decía si, pero resultaba que las cosas eran no. Le dolía, la hacía sentir traicionada, que le restaban importancia. Él sin duda sabía jugar sus cartas, lo malo es que una cosa era el juego de tira y afloja y otra muy distinta el salir lastimada, si las heridas resultaban profundas y punzantes entonces no dudaría en marcharse, aunque le doliera en el alma dejar a ese por el que siente lo que jamás creyó real. - No te volveré a pedir nada, ya alguien más me lo dará sin necesidad de paga - Aquello claro que estaba dicho en doble sentido.

El beso la sorprendió, era cierto que el joven siempre le era tan impredecible, pero la verdad después de su molestaría no lo creía capaz de acercarse, la dejó arqueando una ceja, disfrutando de su calidez, saboreando su deliciosa dulzura. Le mordió el labio inferior marcando un poco su territorialidad.

- ¿Desesperada? Él que acaba de besarme sin previo aviso es otro, ¿quién es el desesperado entonces? - Torció el gesto mostrando burla completa. - Ya, ya, no deseo discutir demasiado, me alegra verte bien - Le coloca ambas manos alrededor del cuello, estás mismas enredan sus dedos entre si mismos, acarician su tela fina de aquella ropa. - Parece que ni siquiera te han tocado un pelo, eso habla de lo hábil que eres - Se muerde el labio inferior de forma sugerente - ¿Si quiero otro cambiante será otro precio? ¿Y qué pasaría si pido un licántropo o un vampiro? ¿Es más caro? - Menea las cejas con naturalidad, es notorio que se encuentra coqueta, letal para él, le encanta lo que puede llegar a ocasionar en el hombre.

- Tengo una fiesta importante, ya sabes, vestidos elegantes, dinero derrochándose, de todo un poco, no quiero ir con nadie más que no sea contigo, aunque claro, puede que sino deseas ir conmigo, buscaría un remplazo, es fundamental que asista - El juego de los celos también le gusta, le encanta ponerlo agresivo y territorial, la hace sentir incluso más excitada de lo que ya la tiene. Ronronea un poco pasando su nariz por la curvatura del cuello masculino, Huele tan bien, a hombre, no de cualquiera, sino del hombre que combate, que lucha para poder tener lo que tiene, lo que merece. Por ejemplo, ella.

por **Eliot Lorenzetti** Vie Ene 31, 2014 10:42 pm

– No tenía forma alguna de avisarte que saldría, así que no te he mentido – Su mirada permanece firme en ella. Algo que no le gusta es que ella crea que le ha mentido, le gustara que crea que le engaña solo para después contentarle diciendo que sería incapaz de hacerle eso a ella. La bruja es por lejos la mujer más importante de su vida, la única que le enloquece de aquella manera – Pero de haber sabido que saliendo vendrías a buscarme, lo hubiera hecho con plena consciencia – Es imposible que no le agrade esa manera tan única que tiene de preocuparse por él, jamás lo dita y Eliot no espera que se lo diga, así como le parece imposible que palabras románticas salgan de los labios de alguno de ellos. Esta consciente de que las cosas son poco usuales a lo que se tiene con quien se ama, pero amarle de esa manera le vuelve solo más especial.

Las palabras de Angelique le molestan y por más que trate de no mostrarlo su ceño se frunce. Imaginarla acudiendo a alguien más, provoca que la sangre le hierva de la ira. Ella es suya y aún sabiendo eso se atreve a pensar en ir al lado de otro a pedir lo que él le daría.
Le sonríe de manera ligera después de aquel beso y aquella mordida, pero aún así se encuentra molesto y las cosas que la bruja dicen nunca las pasa por alto.
– Nadie te dará lo que yo y lo sabes. Así que no pierdas tu tiempo en buscar a otros porque solamente lo que yo te ofrezco es lo que realmente necesitas y la paga… – Pasa el dedo indice de su mano izquierda por el labio mordido – No te desagrada para nada; sin mencionar que no te encanta pagarme – Retira su mano de sus labios y aquel mismo dedo pasa por los de la bruja, sin apartar el cazador ni un segundo la mirada de ella.

– Yo solo estaba cobrando por el cambiaformas, no es que estuviera desesperado – Claro que estaba desesperado por sentir los labios femeninos sobre los suyos, es que cualquiera en su sano juicio mataría por un beso de ella pero pocos se atreverían realmente a hacerlo, lo bueno para Eliot es que ya lo ha hecho.

Sus manos rodean la fina cintura de Angelique y le acerca más a él, quiere sentirle cerca y no dejar que se vaya de su lado.
– No discutimos solo hacemos tratos – Le dedica una sonrisa confiada, en sus tratos siempre ganan los dos. Aquellos ojos le absorben y esa manera en la que se muerde el labio le enloquece. Se queda unos momentos sin decir nada, como si pensara en cual será el precio por las cosas que pide. No es necesario que lo piense mucho, tiene ideas diferente para todo lo que ella pida – El asunto esta en que el precio cambia dependiendo de la situación en la que nos encontremos, puede ser más caro o tener el mismo precio aunque… – Suspira y su mirada viaja a aquel escote. No oculta las intenciones de aquella manera de mirarle, quiere que sepa que es lo que cobrara y sabe que con eso ella lo sabrá – Ahora definitivamente sería más caro.

Pone sus manos en las de Angelique y las aleja. Le molesta realmente que ella diga que se ira con otros, le provoca para ir a buscar a aquellos que alguna vez bailaron con ella, la tocaron o sencillamente la miraron y una vez que les encuentre a todos matarlos. Baja su rostro a la altura de ella y le mira directamente a los ojos, con la molestia escrita en el rostro, más que el deleite que sentía momentos antes cuando le ronroneaba.
– ¿Quién ha dicho que no deseo ir? No estés pensando las cosas por ti misma – le suelta las manos – No iras con nadie más que conmigo porque no te lo permito… iremos juntos – le sonríe de medio lado al decir aquellas ultimas palabras y estira uno de sus dedos para ir desde el escote de ella hasta su vientre – ¿Cuándo? ¿Dónde? Dime y estaré ahí, así tengo algo de tiempo para planear algo divertido para hacer. Adoro lo grandes que son los vestidos de fiesta, nadie puede notar lo que pasa debajo de ellos – su dedo regresa hasta el escote y de ahí se va lento por el cuello de la bruja hasta que termina por alejarlo de ella.

por **Angelique Delacroix** Mar Feb 04, 2014 11:06 am

¿Por qué no le teme? ¿Cómo puede confiar tanto en ella si sabe lo que es capaz de hacer? Antes de darse cuenta del imán que tanto los atraía, de la pertenencia que creían tener en el otro, la bruja le había mostrado su sangre fría, su falta de sentimientos a la hora de matar, de ejercer daño alguno en alguien. Recuerda a la perfección que la segunda ocasión ella misma le estaba sacando el corazón a un desconocido, sin embargo, Eliot ni siquiera se inmuto, sólo se dedicó a observarla en silencio. Incluso al final sólo le dedicó una sonrisa ladina, esa que tanto la hipnotiza, esa que tanto le ha encantado. ¿Se dará cuenta él del efecto que tiene sobre ella? Quizás a medias. Nadie sabe la magnitud de lo que existe en el interior de la bruja.

– Ya, no empieces a hacer escenas de celos – Aspiró un poco el aire y después lo dejó salir acompañado de un largo suspiro cargado de sentimentalismo. Angelique siempre terminaba haciéndole escenas de celos, claro que todas y cada una de ellas iban disfrazadas de enfados, dolores de cabeza o cansancio. ¿Ir con alguien más? La realidad es que si Eliot se negaba o tenía que hacer para esas fechas otro tipo de cosas, a la bruja no le quedaría más remedio, forma parte del protocolo, del cargo que tiene sobre sus hombros. Prefiere asentir, no llevarle la contra, en más de una ocasión ella ha creído que son como dos gotas de agua, parecidas y al mismo tiempo no. Transparentes pero también borrosos, sólo ellos pueden entender su amor, su trato, su alianza, su pertenencia.

– En un mes, la festividad es en un mes, pero será fuera de París, aun no estoy segura si se celebrará en Roma, según tengo entendido el Rey de Italia, Raimondo tiene algunos planes – Se encogió de hombros en ese momento, restándole importancia, Angelique conoce a Raimondo desde que eran pequeños, sabe como es, de lo que es capaz, y que quizás van a rodar cabezas esa noche, pero no la suya, sabe como tener feliz a ese que se hace llamar rey. Le agrada, su crueldad, la realidad, su forma de mandar y también como lo hace en la cama, porque en su momento fueron amantes, pero ahora no, no desde que Eliot había vuelto a su vida, no desde que ese cazador hizo magia sobre ella. ¿Será parte de la absurda maldición que tiene su familia desde generaciones atrás?

– Sé que no tardarás mucho en adaptarte a las situaciones, sólo quiero pedirte una cosa, cuando sea el momento, por más a gusto que la estemos pasando, deberás salir conmigo del lugar ¿Está bien? – No sólo quiere ir a Italia para poder estar en la fiesta, también desea comprar algunas cabezas: licántropos, vampiros, cambiantes, incluso brujos. Todos ellos para seguir experimentos. Sabe de sobra que en Italia hay una fuente importante, poderosa de estás criaturas debido a la proximidad con el vaticano. Todos ellos agrupados para formar una gran rebelión contra aquellos que quieren exterminarlos.

– No sólo quiero que nos quedemos un corto tiempo, quiero tomarme unas vacaciones, que sean contigo – Está vez si mueve el rostro, lo hace para poder perder su mirada en la ajena, pueden apreciarse la sombras en sus ojos, el deseo latente. Jamás se han atrevido a pasar más de una noche juntos, todo por la maldita sociedad, pero allá, lejos de todos, pueden hacer lo que quieran.

por **Eliot Lorenzetti** Lun Feb 24, 2014 7:04 pm

No responde ante la negativa de la bruja a que le arme escenas de celos, en ocasiones Eliot piensa que se merece una de aquellas escenas para que ella se de cuenta de que realmente es suya y de nadie más; además, le causa gracia el que ella no le permita hacer escenas que en realidad son solo reclamos y maneras de mantenerle a su lado, no como ella que su suele hacer cosas que pueden traerles problemas a ambos. El cazador ama la manera en la que ella expresa sus celos, como si realmente no le interesara nada.
– Bueno ya, dime acerca del baile para hacer los preparativos, no quiero terminar apresurado en los últimos días – efectivamente, debe planear las cosas para pasar tiempo al lado de su bruja y que nadie piense si quiera en buscarle y molestarle, cuando esta al lado de Angelique nadie es más importante que ella.

El lugar del baile no le tiene feliz y no teme demostrarlo con la seriedad y frialdad que transmite su rostro. Sabe acerca de ese Rey y ha escuchado rumores de lo que ese hombre tenía con la bruja. El cazador siempre se ha dicho que si no estaban juntos no importaba, pero aún así cuando se trata de aquel hombre no puede evitar sentir verdaderos celos. No tolera la idea de saber que aquel Rey ha visto a Angelique de la misma manera en la que él lo ha hecho.
– No me hace feliz ir a otro lugar – no diría el verdadero motivo de su molestia, esa será una espina de celos que se guardara únicamente para si mismo durante mucho tiempo, quizás para siempre – pero si no tenemos más opción que ir allá entonces planeare todo, como ya te lo he dicho solo que de una te diré que no me gustara verte bailar con otros y no quiero que me digas que tendré que cambiar la cara por una amable si es que algo no me parece – ahora tenía más cosas que planear y más cosas que descubrir sobre el Rey Raimondo.

Enarca la ceja. Ella no necesita pedirle esas cosas, le seguirá al mismo infierno si es que se lo pide pero aún así esas palabras tan carentes de explicación le causan curiosidad y no puede evitar desear preguntar el motivo de todo eso.
– ¿Qué tienes planeado hacer fuera de la fiesta? Yo pensaba divertirme un rato contigo en ella, después de todo en los grandes salones siempre hay más de un sitio solitario al cual ir – posa una mano en la cadera de la bruja, sin alejar sus ojos de ella – Pero si prometes que fuera nos divertiremos igual sabes que cuentas completamente conmigo.

Una sonrisa ladina se dibuja en su rostro, aquello es parte de lo que siempre había deseado y esperado. Quizás más de una persona sospechaba o sabía lo que ocurría entre ellos pero realmente sabían ocultar esas cosas. En los momentos en los que su odio por el otro estaba a la orden del día cualquiera dudaría que ni pudiesen estar despegados por mucho tiempo y eso era un beneficio para ambos, sobre todo para Angelique y las apariencias que debía guardar.
Ahora, la bruja venía con aquella maravillosa idea con ese ligero detalle que debía saber que empujaría mucho más a Eliot a acompañarle.
– Unas vacaciones a tu lado – aprovechando que tenía aún la mano en la cintura femenina, tiro de ella para acercarla a su cuerpo y sus labios devoraron con deseo y necesidad los de la bruja – Esa idea me ha convencido mucho más querida bruja, así que el trato esta hecho.

Ya que la invitación estaba hecha y el trato cerrado por parte del cazador, se alejo de la bruja pero no dejo de sonreír.
– Bueno, ya que hemos dejado esto en claro, lo mejor será que te acompañe de regreso a tu hogar y te lleve el cambiaformas, después de todo puede que alguien intente aprovecharse de las débiles damiselas en el bosque – dijo con cierta burla, mientras tomaba nuevamente el cambiaformas – Vamos Angelique, mueve tu hermoso cuerpo por donde lo trajiste.

por **Angelique Delacroix** Sáb Mayo 03, 2014 10:36 am

Aunque él crea que no se da cuenta. Angelique sabe cuándo Eliot se enoja, se alegra, se desespera o se cela. Hay instinto femenino que lo dicen todo. Hay miradas que matan con tan sólo un movimiento. Ella ha platicado con él de muchas cosas, le ha dicho parte de su pasado aunque no del todo para no ponerlo en riesgo. Le ha dicho de sus amantes, de sus amigos, de los negociantes, le ha dado demasiada información para que él pueda manejarla a su conveniencia. Todo sea para que se encuentre bien, así como el cazador la protege, ella también debe hacerlo a su manera. Guardó silencio, no había mucho que decir. Reservó sus palabras porque también a ella le resultaba desagradable sólo hablar por hablar, sin tener que decir algo de verdad coherente. La gente sin cerebro le molesta.

Avanzó volviendo a pisar las huellas invisibles que había dejado en el camino, sin embargo Angelique estiró su mano para tomar la de Eliot y así avanzar, de esa manera se sentía más cómoda, mucho más segura. La bruja suspiró de forma disimulada mientras observaba hacía el lado contrario. ¿Cuánto tiempo tendrían que vivir así, entre las sombras? La pregunta tenía respuestas que sólo ella podía dar. Aunque eso le costara trabajo reconocer. Hizo una mueca y dio un apretón a la mano del hombre mientras avanzaban, por primera vez quiso dejar todo lo que llevaba sobre sus hombros para poder disfrutar a su lado, irse lejos, una montaña, alguna playa, lo que fuera y al lugar dónde no los encontraran, lamentablemente debía resolver muchos problemas antes de poder tomar aquella decisión.

- Tengo que hacer unos pagos de forma personal, algunas joyas se me darán pero esas joyas tienen significados y algunos embrujos fuertes, me darán un par de libros de magia negra, y también especias para aprender a crear más remedios, ya sabes que me gusta siempre renovarme, aprender. El conocimiento nos enriquece día con día, nos vuelve más poderosos – Ellos mejor que nadie lo sabían, por eso se habían acercado, arriesgado, y en ese instante amado. ¡Porque se amaban! Quien creyera que ella no tenía corazón estaba equivocado, Eliot lamentablemente lo era todo para ella. Todo tanto como su maldad que necesitaba expresar, el poder que siempre obtenía y las riquezas que nunca le faltarían.

- Estoy cansada, creo que pronto me retiraré de todas estas cosas, necesito un tiempo para mí, quizás vacaciones ¿qué opinas? Necesito tu completa sinceridad. Tal vez las vacaciones me sirvan para renovarme, pero creo que también quiero mi propia familia – Eso último lo dijo para ver las reacciones de Eliot, aunque para ser sinceros la bruja se encontraba en una etapa de maduración donde estaba consciente que de nada le iba a servir todo lo que había hecho sino dejaba herederos, estaba a tiempo. Además si él no tenía el valor de darle un hijo o no quería eso para ella resultaba lo de menos, aunque su relación terminaría buscaría la manera de poder dejar futuros brujos que continuaran el legado. Los Delacroix tenían que seguir por los siglos de los siglos.

- ¿Te quedarás está noche? – Preguntó sin mirarlo a los ojos – Puedes ayudarme con un nuevo experimento, quiero terminarlo antes de una semana, y tu eres fuerte, o bueno, si tienes otros planes conmigo o sin mi también puedes decirlo, no tengo problema con ello – Y eso era verdad, la bruja exigía, siempre lo hacía, pero cómo ella misma disfrutaba de los espacios personales le otorgaba a Eliot tantos él necesitara.

por **Eliot Lorenzetti** Sáb Jul 05, 2014 10:16 pm

No se consideraba alguien celoso, al menos no hasta que Angelique llego a su vida y le enveneno con la incertidumbre de que en cualquier momento podría enfadarse e irse con otro. Esa es una idea que detesta con todo el corazón porque aunque parezca un cazador sin corazón, en realidad tiene uno pero le pertenece a la bruja de cabellos rubios y en quien no puede dejar de pensar. Tranquiliza su mente con la idea que es la única que realmente debe importarle. Angelique es ahora únicamente suya y nadie podrá arrancarle de su lado, no lo permitira; ya tendrá tiempo para preocuparse si en la fiesta alguien mira de una manera inapropiada a su amada.

Sus pasos seguían los de la bruja, estaba cerca de ella. Tan cerca que al estirar ella su mano, alcanzo la de Eliot. Adoraba cada parte de Angelique, así como los creyentes a alguna religión adoraban a un Dios pero al mismo tiempo le amaba de una forma completamente diferente, de una manera meramente humana y carnal. Su mano se cerro firme en tanto avanzaban ambos en la oscuridad de la noche, cubiertos por el manto de los secretos que nunca nadie conocería. Para el cazador no es un problema que nadie sepa de ellos, en cierto punto es mejor. Ambos se han ganado reputaciones no muy apreciadas por todos y eso es algo que de una manera u otra puede poner en peligro al otro; esta de sobra decir que no se han contado todo. Conocen del otro demasiadas cosas, pero no aquello que consideran demasiado personal o fuerte para que el otro lo sepa y eso, vuelve mucho más peligroso hacer pública una relación como la suya.

Escucha con atención lo que tiene que decir la bruja sobre lo que llevaran a cabo. Sonríe, pues esas ansias de conocer más solo la llevaran a ser mucho más poderosa, le gusta que ella sea fuerte y que pueda defenderse por su cuenta. Ama defenderla cuando lo necesita sin embargo se siente más tranquilo sabiendo que ella es capaz de cuidarse.
– Y tu sabes que me gusta saber que tienes más conocimientos que antes, así que iremos a donde sea necesario y conseguiremos tanto como sea tu voluntad. Solo pide y te lo concederé – Así como con el cambiaformas que ahora carga en su hombro, le dará todo. Las palabras siguientes le toman con la guardia baja. No era la parte de las vacaciones lo que le dejaba de esa manera, sino el que quisiera formar una familia. Una sonrisa juguetona se extiende por su rostro – Si quieres vacaciones también podemos tenerlo y respecto a la familia. ¿Con quién piensas tener hijos? Porque yo quiero que formemos nuestra propia familia pero tu solo hablas por ti misma – la idea era sorpresivamente nueva de labios de Angelique, pero no algo que no pensara antes Eliot. Podía estar a su lado, ocultando todo por siempre pero una familia sería una oportunidad para cambiarlo todo, para que oficialmente fuera suya, ante todos.

– No tengo otros planes, así que si necesitas mi ayuda me quedare tanto como quieras – se detuvo al notar que no les quedaba mucho camino antes de llegar hasta su destino final así que se puso frente a Angelique e hizo que le mirara – ¿Cuánto tiempo quieres que me quede a tu lado? – la pregunta podía tomarse solo por aquella noche o si ella decía algo más, podía convertirse en una vida entera a su lado. Sus ojos se clavaban en los ajenos con intensidad, esperando cualquier señal en la bruja que le permitiera como siempre dar un paso más adelante. No la obligaba a nada, ese no era el estilo de ninguno de ellos.

por **Angelique Delacroix** Mar Ago 19, 2014 1:42 pm

Ese era el efecto Eliot. Lograba que la bruja fuera subiendo sin importar las consecuencias, sin que se diera cuenta que los golpes podrían ser muy duros, y no sólo los golpes, también los pensamientos. Se confundía, se alteraba, se sentía extraña y al mismo tiempo segura. Todo una mezcla de sentimientos, de pensamientos, de acciones que no medía. Si embargo buscaba la manera de aminorar sus torpezas, disimulaba bien y una acción mal ejecutada se volvía una perfecta cuando cubría sus huellas, cuando ordenaba lo necesario para que se suplantara. Necesitaba detener el dejarse llevar cuando lo tenía cerca, y empezar a pensar, no podía correr riesgos. No debía.

Caminaron de la mano, cómo se suponía debían andar dos personas enamoradas, cómo su corazón dictaba. Le gustaba poder sentir esa especie de unión, aunque no lo era todo al menos ofrecía cierta esperanza; Angelique sabía que su maldad iba incrementando, y eso en ocasiones la frenaba para no tener algo más serio con su cazador. Habían destinos que no debían consumarse, pero otros que aún no se supiera podían ocurrir. Todo le resultaba complicado con el tema llamado amor, no era su materia favorita, y no es cómo si pudiera encontrar al respecto en libros de hechicería. Se tenía que hacer a la idea de improvisar en ese terreno. Muy para su mal humor, claro.

— Quiero un destino alejado con playas — Le comentó como si fuera cualquier cosa. Ambos sabían que tenían las formas para darse ciertos lujos, más bien todos los que quisieran, así que por los gastos no había problema — Un lugar dónde nuestros rostros puedan pasar desapercibidos ¿Crees que eso se pueda? — Preguntó arqueando una ceja, a la bruja no le gustaba nada que le dijeran que no. Él mejor que nadie lo sabía, aunque no era desconsiderada, ella se volvía muy complaciente con Eliot, también le daba más incluso de lo que cualquiera pensaría ella estuviera dispuesta a dar. Sin embargo lo hacía, le daba todo cuanto pudiera.

— Eliot, debes saber que no sería una madre modelo, y que incluso no podría darle pecho al pequeño — O al menos eso era lo que ella creía, muchas cosas no estaban escritas, muchas no las sabía porque no las había vivido, ahí volvía de nuevo la incertidumbre que él le ocasionaba. — Pero puedo hacer el intento, necesito herederos — Comentó con una sonrisa cínica que pronto se nubló a causa de esa simple pregunta que el cazador le había hecho — Te quedarás el tiempo que yo lo decida — Una manera muy tonta de evadir lo que él verdaderamente le preguntaba. Para que no la pusiera nerviosa y se adentraran un poco más al tema, la bruja le jaló de la mano para seguir avanzando a la casa.

— ¿Podrías poner a la criatura en los calabozos? — Preguntó mientras iban entrando por la puerta principal — Tengo deseos de quitarme el corsé mientras lo haces, te alcanzaré en la sala principal — Le aseguró dejándole un tierno y dulce beso en la mejilla. Se dio la vuelta para irse a cambiar a la brevedad, después de eso regresó envuelta en una bata de dormir negra que por debajo tenía una pijama blanca, le gustaba sentirse cómoda en su casa, claro, y mejor si se encontraba él.

Al poco tiempo regresó para buscarlo. Se sentó en la sala para poder esperarlo cómoda y tranquila.

por **Eliot Lorenzetti** Vie Sep 05, 2014 10:36 pm

Nunca nadie le dijo que las cosas realmente importantes y las que más se querían eran sencillas de llevarse. Confirmaba ese pensamiento con cada minuto que pasaba cerca de Angelique y bien sabia que nunca en su vida se arrepentiría pese a lo conflictiva e incomprendida que fuese su relación, incluso pese al ocultismo bajo el que ambos se movían. Nada podía ser más perfecto para él que aquella relación tan cambiante e ilícita que llevaba con la bruja. Sonreía victorioso mientras que su ángel oscuro le sujetaba la mano; caminar en la oscuridad de la noche, con la ausencia de testigos era parte de la normalidad en la pareja y no les molestaba esa manera de andar.

Apreto la mano de la bruja que andaba a su lado. Andar desapercibidos sería una de las dificultades más notorias que podrían pasar, pero creía que cabía una posibilidad de que encontraran un lugar alejado de todo, un sitio donde únicamente importara el otro, sin nadie que les mirara y hablara de la relación que mantenían. En ciertos momentos era necesario que tuvieran esa vida relativamente normal de cualquier pareja y no existía mejor momento para hacerlo que aprovechar el viaje que llevarían a cabo.
– Puedo usar mis influencias y contactos para encontrar un lugar donde nadie nos moleste – la imagen mental de ellos en la playa, disfrutando del clima y de no tener que mantener oculto su amor o deseo por Angelique le fascino – haré todo cuanto pueda por llevarte a un sitio hermoso, digno de la belleza de la una Delacroix – El baile, los que debieran hacer en aquel lugar y los hombres del pasado de Angelique dejaron de preocuparle, llevando sus pensamientos hasta las personas que conocía y quienes podrían ayudar a que hiciera feliz a esa mujer que le tenía perdido por ella.

No evito soltar una sonora carcajada que provoco que los animales nocturnos que se encontraban cerca de donde pasaban se alarmaran. La bruja tenía esos momentos en que se le antojaba la mujer más frágil del mundo, temerosa de todo aquello que aun no experimentaba y que él deseaba que pasara a su lado.
– ¿Crees que no se la clase de madre que serás? Si deseara una mujer modelo dudo bastante que continuara contigo, pero eso no es lo que quiero, te quiero a ti. Con todo lo que haces y lo que no es que he decidido estar a tu lado – No la quería por que fuera como todas, la deseaba porque era diferente y eso le mantenía atado ferozmente a ella – Querrás decir nuevamente que los necesitamos, recuerda que no estas sola en esto y que mejor que tener hijos que lleven la sangre de ambos en las venas. Serán imparables sin duda alguna – Suspiro, observando como la entrada al hogar de su deseable compañera se abría paso en la oscuridad de la noche – Estaré tanto como queramos ambos y que sospecho será bastante – no insistió. Ni siquiera le dijo que quería estar toda su vida al lado de ella, eso planeaba demostrárselo con cada encuentro, detrás de cada beso y escrito en cada caricia que le diera.

Unicamente asintió a la petición y camino alejando su presencia de la de la bruja, llevando consigo la presa de esa noche hasta el lugar indicado por Angelique. Esa casa la sentía ya como la suya propia; podía pasar días enteros en esa casa e incluso juraba que era capaz de andar por ella con los ojos cerrados de tan bien que la conocía ya. Tanto era su conocimiento que no tardo mucho tiempo en llegar a los calabozos; aquel lugar estaba repleto de algunas otras criaturas y todo cuanto Angelique necesitaba para sus propios fines y mucho de lo que se encontraba ahí era proporcionado por el mismo cazador, al igual que el cambiante, al que sin tacto alguno arrojaba dentro de una jaula abierta después de todo no iba a escaparse a ningún lado. En los calabozos se escuchaban los quejidos o gruñidos de quienes observaban a Eliot con el odio de quienes percibían la oscura naturaleza del cazador. Camino entonces de regreso hasta abandonar detrás todo y concentrar sus ideas únicamente en encontrar a Angelique.

El camino de regreso hasta la sala principal le pareció más largo que el recorrido a los calabozos, pues cuando llegaba al nuevo lugar de reunión ya se encontraba la figura femenina elegantemente envuelta en una bata y sentada; observaba en dirección a Eliot, quien no pudo contener una sonrisa juguetona.
– Me gusta la manera en la que luces con los vestidos pero de esta manera, luces divina y tentadora– sin llamada o invitación alguna fue hasta ella, dando a sus labios un fugaz beso – la criatura esta en el calabozo y sugiero que la utilices pronto porque se pudrirá en ese sitio mucho más rápido de lo que esperas – y dicho eso se alejo. Se mantenía de pie, como el caballero que cuidaba a la dama – ¿Necesitas algo más? o ¿Puedo retirarme? Ya que creo que hemos hablado de lo que debíamos e igual vendría pronto para ver lo de nuestro viaje – No planeaba irse, por el contrario quería ver si ella hablaría y le pediría permanecer en esa casa a su lado. Las prisas que en algún momento pudo llevar habían desparecido desde que la voz de Angelique hubiera interrumpido su cacería. Siempre estaba perdido al lado de ella por menos que pareciera ser de esa forma.

por **Angelique Delacroix** Miér Sep 24, 2014 7:01 pm

La criaturas que vienen de la oscuridad pocas veces experimentan la paz. De hecho, ni siquiera tienen ganas de hacerlo. No la saborean porque están más entretenidos y pendientes en hacer de las suyas. Puede resultar extraño, pero es así, la ambición lleva a cegar a cualquiera, y más a aquellos que diariamente buscan y buscan sin parar. La mujer es una de esas, siempre se encuentra alerta, lista para comenzar la batalla, sin si quiera desperdiciar un segundo de su existencia, eso, con todo y que estuviera en sus ocho horas reglamentarias de sueño, porque sí, era vanidosa, y se cuidaba a cada instante que pasaba. Una de las bases para el cuidado y mantenimiento de su estado físico era eso mismo, el darse las atenciones que merecía sin saltarse ninguna, y por eso Angelique, a pesar de su naturaleza oscura, podía darse momentos de paz.

Eliot era una estado balsámico para ella que sin duda le renovaba las fuerzas diarias para seguir adelante. El cazador podía ser un remedio extraño que la llevaba a un estado de tranquilidad y paz jamás antes experimentado; por eso y otras razones más podía amarlo y odiarlo de la misma manera. En un principio detestaba el hecho de poderse volver en algún momento vulnerable ante él, sin embargo, conforme pasaban e invertían tiempo juntos, aquellos detalles resultaban inevitables. Ambos sabían que tenían frente al otro el punto de debilidad creciente, y lo mejor es que resultaba ser un secreto fuerte, porque nadie a su alrededor lo sabía, o incluso lo llegaba a sospechar. El secretísimo de lo que tenían se volvía adictivo, incluso enfermizo; siempre lo ideal.

Llevaban un par de semanas sin haberse visto, y aunque Angelique disfrutaba demasiado su tiempo de libertad, sus espacios propios, lo cierto es que no podía entender cómo necesitaba tener una dosis de él para poder seguir en el ruedo. Difícil de creer al conocerlo, sin embargo no resultaba para nada imposible. La maldad se volvía adictiva para ella, al igual que todo aquello que se encontraba a su alrededor y le hacía mostrar algo de interés. La hermosa rubia se veía encantada ante el trato de un humano que fácil podría borrar del mapa, pero que le resultaba sin duda, algo imposible de hacer. Así era su vida con él y volvía a detestarlo hasta que se daba cuenta que lo añoraba. ¿Contradictorio? Si, pero la cruel verdad.

— Oh… ¿Te vas a volver entonces servicial y te largarás para dejarme en paz como cualquier sirviente inútil? — Sí, Angelique sabía de sobra que Eliot deseaba le dijera en voz alta que se encontraba deseosa por su permanencia, pero por el momento podían jugar el mismo juego, y ella estaba dispuesta a ganarlo, a lograr que el le dijera que deseaba retornar en su lecho con ella, y quien sabe, quien sabe que podrían sacar al respecto. — Pensé que tenías en claro el papel que jugabas dentro de este "hogar" pero ya veo que sigues queriendo mostrarte como cualquier otro, que desperdicio — Le molestó ensanchando una gran sonrisa mordaz. Angelique se puso de pie y cantoneó las caderas para que le mirara, su sensualidad iba de esa manera entrando también en la parte tramposa del juego.

— Bueno, si es así entonces ¿qué debería hacer? ¿Despedirme? — Le miró por encima del hombre por unos segundos y luego siguió su mirada al frente, saliendo de esa sala y subiendo las escaleras. — Si consideras tú posición dentro de esta casa te estaré esperando en la cama — Hizo una pausa, una que podría ser malinterpretada o desperdiciada — Para descansar, claro — Y el resoplo de aquello dejaba en claro que quería de él esa noche, y las próximas que viniera.

por **Eliot Lorenzetti** Vie Oct 03, 2014 9:44 pm

La bruja siempre sabía las palabras exactas para sacarle de quicio o para mantenerle de la manera más serena posible. Había falta apenas una frase que saliera de sus labios para despertar en Eliot todo un estallido y eso parecía ser lo que buscaba en aquellos momentos Angelique ante la idea que daba de irse de aquel castillo. La espera para verle fue una tortura, lo aceptaba únicamente para si mismo porque ante ella sería solamente como un deseo de asegurarse que algo que de cierta manera le pertenece esta a salvo. De manera siempre oculta, tal cual era su relación demostraría todo el interés verdadero y preocupación que sentía por esa mujer.

Una risotada salió de sus labios. Cruzó los brazos mirando aún en dirección a esa venenosa mujer que le mantenía tan firmemente atado a su lado. La relación de ambos tomaba siempre rumbos inesperados en momentos diversos; ese momento parecía ser uno de esos. Podía iniciar todo como una broma, como una necesidad de escuchar al otro sincerarse, simplemente de un momento de desear discutir sobre algo o por el mero hecho de querer escuchar más tiempo la voz del otro. A Eliot le gustaba discutir con Angelique, era una de las cosas que más le agradaba porque ella jamás cedía ante nada y nadie. Siempre que se enfrascaban en una de aquellas discusiones, parecían necesitar terminar en un punto intermedio que dejara más o menos satisfechos a ambos aunque en ese punto, algo le decía que la satisfecha sería la bruja; precisamente porque aquello no podía considerarse por completo como una discusión sino como una diversión momentánea en lo que alguno optaba por ceder.
– Cuidado. Yo no soy tu sirviente y lo sabes a la perfección, que te ayudara a traer el maldito cambiante que te empeñaste en traer no significa que deba quedarme en este lugar – de cierta manera aquellas ridículas disputas servían a ambos para darse cuenta de que pese a que estuviesen atados el uno al otro, jamás serían completamente del otro. Frunció el ceño, molesto. Si bien la bruja, no era del tuyo suya, no la quería cerca de nadie más, eso siempre despertaba su lado más posesivo, unos celos enfermizos que le impedirían dejarla por aquella noche y probablemente varias siguientes – Sabías que tenía trabajo que hacer, te lo dije desde un inicio así que no vengas con cosas que no tienen sentido en estos instantes.

Observo con atención la manera en la que se contoneaba mientras avanzaba, alejando su atractiva presencia de la del cazador. Una sonrisa asomo en los labios de Eliot; prefería tener de presa a Angelique sobre cualquier otra cosa en la vida. Ella no pensaba despedirse, no planeaba decir nada más que no fuera tentar con sus palabras o movimientos para que se quedara; tampoco era que requiriera muchos motivos para optar por quedarse y hacerle compañía. Fue por eso que cuando las ultimas palabras de la bruja fueron mencionadas, suspiro.
– Yo sé a la perfección mi posición en esta casa, sería imposible que la olvidara cuando tengo cerca a una hermosa mujer para recordármela – abandono su posición, desde la cual contemplo a la bruja alejarse y con largas zancadas le siguió. Salió de la sala, subió las escaleras y la intercepto antes de que alguno llegara a su destino. Poso su mano firme en la cintura de ella y la hizo girar en uno de los escalones para que por rostros de ambos quedaran frente a frente. Eliot se encontraba debajo, lo necesario para permanecer en igualdad de estaturas – ¿Tan cansada te encuentras? Pensé que podías resistir mucho más que una simple caminata nocturna porque veras – tiro de ella por la cintura hasta que los labios de ambos se encontraron, pero no la beso, únicamente dejo sus labios sobre los ajenos – Yo aún no me encuentro cansado, sabes que tengo bastante resistencia – y una sonrisa maliciosa fue plasmada contra los suaves labios de la bruja.

por **Angelique Delacroix** Miér Oct 08, 2014 9:28 pm

¿Cuándo dejarían de jugar? Lo cierto es que ella no lo sabía, pero ¿de verdad estaban jugando? No lo creía. Ella no era una mujer que se dedicara a jugar, mucho menos si se trataba de alguien que le importara. Jugaba si, con sus experimentos, con aquellas criaturas que creía eran suyas, que podía hacer y deshacer con ellas lo que deseara, pero solamente. La cosa con él resultaba tan extraña que no sabía como nombrarla, se sentía exhausta en algunas ocasiones con su compañía, porque no sólo la hacía pensar más de la cuenta refiriéndose a su persona, sino que también la hacía sentir, y sus energías se drenaban poco a poco. Era cómo tener en él dos variables muy extrañas y que resultaba podían chocar de un momento a otro.

Por mucho tiempo ella había intentado ocultar el efecto que el cazador causaba en ella. De hecho en más de una ocasión lo trato mal, de forma indiferente, buscando que se alejara de su ser, sin embargo nunca lo hizo, después ya no lo hacía para protegerlo a él, sino a ella misma. Jamás había entregado su corazón a alguien, y eso, el saberse presa de una debilidad tan básica la hacía sentir inferior, como si fuera una humana cualquiera, aunque no lo fuera y él tampoco. Es por eso que con Eliot tenía dos cosas a la vez. Su salvación y su condena. Gracioso ¿No es así? Claro que lo es, pero no puede permitirse reír de ella misma, porque se estaría faltando al respeto, y daría pie a que los demás lo hicieran, y eso sería otra muestra de clara debilidad. Él a esas alturas ya debía saber lo que representaba en ella, y lo que podía ganar o perder de sacar provecho a eso.

Lo besó con urgencia cuando sintió sus labios en aquella escalera. Abrazó su cuello y hundió sus dedos entre sus cabellos ejerciendo fuerza, tomándolos y tirando de ellos hacía atrás. ¿Por qué la estaba haciendo esperar sabiendo lo que quería, y que por supuesto él también quería? No comprendía ¡Quizás él estaba jugando! Que odio estaba experimentando en ese momento, y por eso sus besos eran agresivos, demandantes, al grado de utilizar los dientes sobre aquella rosácea zona carnosa. ¿Estaba buscando ponerle de mal humor? ¡Lo había conseguido! Sin duda alguna. Él debía obedecerle, complacerle, cumplirle, por eso se encontraba por encima de él, ¡era bruja! ¡Y encima de la realeza! ¿Qué le hacía creer que estaba exento de su fuerza, de su furia? La estaba subestimando ¿O no?

— Deja de estar jugando a hacerte el interesante — Comentó gruñendo de mala gana mientras enredaba una de sus piernas en su cintura, bastó sentir la mano del cazador sosteniendo su glúteo para impulsarse y enredar la siguiente. De esa forma él la tenía en sus brazos - literalmente - y podía manejarla a su antojo de ser necesario — Han pasado muchos días, semanas incluso desde que nos vimos ¿y no puedes actuar cómo un hombre que tiene sed de su mujer? ¡Deja a un lado tú maldito orgullo! Te lo ordeno — Sentenció de mala gana pegando por completo su figura a la ajena, tomando de nueva cuenta su boca con esa misma violencia de antes, aunque mezclada con la rabia que estaba experimentando en ese momento. Angelique estaba sintiendo su cuerpo arder en deseos por él. ¿Por qué él se mostraba tan sereno entonces? Su rabia aumento.

— Llévame a la habitación, y no me vas a salir de ahí hasta que me dejes inconsciente de ser posible — No estaba jugando, estaba claro que no, y que las cosas que decía no las iba a repetir más de una vez. Él podría jugar al soldado de acero, ese que no muestra deseos o expresiones algunas, pero ella no, y no iba a estar perdiendo el tiempo sólo porque al cazador se le ocurría hacerse el fuerte en ese momento. ¡Le urgía! Y le pertenecía así que iba a hacer lo que ella ordenaba.

por **Eliot Lorenzetti** Vie Oct 24, 2014 10:50 pm

Que ganara esa discusión, que triunfara siempre sobre él; daría a la bruja tanto como deseara porque quería tenerla a su lado, hacerla feliz y que fuera suya por siempre. No iba a permitir que nadie más intentara acercarse a ella y aunque demostrara que no le agradaba que ella le diera ordenes - que era verdad - terminaba por aceptar las cosas porque era Angelique quien las daba. Era tan sencillo y a la vez tan terriblemente complicado ceder a sus peticiones. Algunas de las cosas que la bruja pedían iban en contra de lo que Eliot siempre fue o como reacciono con las mujeres, pero ella era diferente. Supo que se encontraba perdido desde la primera vez que los ojos de ambos se encontraron y vio en la bruja lo que en los ojos de otras era incapaz de ver, un alma indomable que no dudaba en desafiarle y hacer todo lo necesario para cumplir sus propósitos.

Al final de todo, sin prestar atención a las discusiones, las exigencias y las negativas que pudieran surgir entre ambos, terminaban juntos, mucho más que antes de que pensaran si quiera en separarse. Aquello era un amor de lo más extraño y aún así, demasiado intenso como para que los que les viera desde el exterior comprendieran que no había nadie más que pudiera satisfacer las exigencias de alguno de los dos, pues para eso se tenían entre ellos. Eliot la siguió, sin planear separarse mucho tiempo de ella. Con el pasar del tiempo le era más complicado mantenerse a distancia de Angelique, por eso es que más fácilmente aceptaba las ideas de irse juntos, formar quizás una familia y como siempre, cumplir los deseos de su bruja y los propios. Le intercepto en la escalera que daba a la habitación de la fémina y por un segundo creyó que lo mejor hubiese sido poder llegar hasta su destino, pero eso ya no importaba. La cercanía femenina le alteraba pese a que se mostraba un tanto indiferente, sabiendo que eso disgustaba a la bruja. Los labios de ambos se encontraron y las palabras terminaron en el silencio provocado por los besos; el deseo entre ambos era tan tangible que las mordidas que ella provocaba le molestaban demasiado poco. Esa noche, en esos momentos, se pertenecían completamente.

– Nunca juego, no contigo – respondió de manera sería; molesto ahora si porque ella pensara de esa manera. ¿Qué no le demostraba suficiente que su amor era verdadero? Estaba dispuesto a recibir una maldita bala por ella y aún así se atrevía a decirle que no jugara a hacerse el interesante. La manera en que Angelique se aferraba su cuerpo le bloqueaba cualquier pensamiento verdaderamente sensato, pues su mente se ocupaba en como es que la tomaría, sin importar si debía hacerlo ahí mismo para que ella viera que no era orgullo, que no necesitaba ordenarle nada. El control que debía ejercer sobre él mismo debía ser perfecto. Ella tenía una posición que mantener, algo que no podía volverse publico era la relación que ambos mantenían y si es que se descontrolada con mayor facilidad no le importaría mandar todo al demonio y demostrarle al mundo que ella era de él – Sencillo decir que no tengo sed de ti cuando la verdad es que no he podido concentrarme del todo viéndote. Hasta tu manera de caminar me hace pensar en que no salgamos de tu habitación durante algunos días – en el nuevo beso que surgió entre ambos, Eliot la llevo contra una de las paredes de la escalera, acercando su cuerpo tanto como se los permitía sus ropas, únicamente con el fin de sentir aquella maravillosa figura que tenía la bruja contra su cuerpo – así es como me gusta, igual no pensaba irme y mucho menos dejarte descansar sin que hubiera probado tu cuerpo esta noche.

Fue suficiente lo que hablaron para que se supiera como se procedería esa noche. Eliot no abandonaría aquel lugar y Angelique obtendría lo que deseaba, ambos lo harían. Sujetando de manera firme el cuerpo de la bruja por los glúteos y mientras disfrutaba de la manera en que parecían adecuarse a sus manos, le llevo por las escaleras restantes hasta la habitación de la bruja. ¿Cuántas noches pasó en aquel lugar? Había perdido la cuenta, porque era como estar en su propia casa. Pero apenas cruzaron el umbral y de la habitación, cerro la puerta con la espada de Angelique pegada a ella, sus labios atraparon los suaves y tentadores femeninos unidamente para descender a su mandíbula y al cuello de la bruja. Toda ella era una perfecta obra de arte que al cazador le encantaba analizar con detenimiento, sin importar cuantas veces pasaran juntos las horas, siempre descubría algo nuevo de ella y eso, le atrapaba mucho más.

por **Angelique Delacroix** Jue Oct 30, 2014 12:04 pm

Su boca parecía poseída por el deseo frenado que había experimentado esos días. Los deseos carnales muchas veces habían pasado a segundo plano para ella. Su búsqueda constante para la plenitud requería de un factor importante: el poder. ¿Por qué entonces con él las cosas iban de un lado a otro? ¿Por qué no podía ser la que se controlaba? ¡No lo entendía! No lo comprendía, y sí necesitaba hacerlo, porqué el era su debilidad, y de saberlo las personas equivocadas, esa debilidad podría volverse su tormento. Necesitaba aprender a aparentar por él, por ella, por los dos, de ser descubiertos las cosas podrían salirse de control, y ella era capaz de aniquilar a todo habitante de París con tal de tenerlo a salvo, bien.

Sus manos se desviaron con intención por el cuello de su cazador. Le agarró de ahí por un momento mientras se besaban, poco a poco las mismas fueron bajando hasta encontrarse con los primeros botones de la gabardina del humano, y los fue quitando de a uno, aunque con rapidez. Pronto se vio despojado de esa prenda, y no sólo de esa, también de la camisa, y del sport blanco que utilizaba siempre como prenda ligera. Sonrió al ver la perfección de las formas de su chico. Le parecía increíble lo bien trabajado que se encontraba, la forma tan varonil que tenía. Eliot era un sueño, un dios griego de esos que tanto veneraban. Tenía un físico que hacía robarle el aliento a cualquiera, y precisamente a ella lo hizo en el primer momento, porque a diferencia del resto, ella aceptaba que las primeras impresiones siempre ayudaban para poder engancharse con alguien. La atracción que sintió por él era demasiada. Y la tensión fue imposible de esconder. Estaban de nuevo demostrándolo.

Su espalda golpeaba la madera de la puerta a cada movimiento que hacía. Sus arqueadas eran inevitable, su cuerpo parecía el de una serpiente que zigzagueaba de un lado a otro en busca de su presa, en este caso, Eliot lo era, una a la que había mordido de hace mucho tiempo, y le había llenado con su veneno, mismo que lo había engatusado. La diferencia es que a diferencia del resto, con él no había aplicado ningún tipo de magia. Sin duda él tenía sus ventajas, mismas que podía aprovechar de ellas para sacar ventaja por sobre la bruja, y lo gracioso es que no lo hacía, no se aprovechaba, no abusaba, simplemente eran dos malignos enamorados, dispuestos a disfrutar de su tiempo de la única manera que sabían; la correcta.

Su mirada se perdió en la mirada masculina. Ahí era donde se podía perder, donde encontraba la paz y la comprendía. Se dio cuenta que existían cosas más importantes que el poder o las riquezas, aunque ella era honesta, no iba a poder dejar de lado su ambición y su maldad, pero podía contenerlo un momento, hacerse vivir en paz y tranquilidad si la cosa era recompensada acompañada por él. Lo abrazó por un momento, y por primera vez en su vida su abrazo fue cálido, sin dobles intenciones, sin deseos de cuerpo o de obtener un provecho de él. No, simplemente lo abrazó con amor, con entrega y con confianza. La bruja quiso acariciar su mejilla, quiso poder besarle con dulzura, pero se dedicó simplemente a abrazarlo, y a desear que el pudiera comprender todo lo que había en su interior para ofrecerle.

— Vamos a la cama, desnudemos el alma, el cuerpo lo hace cualquiera. Enséñame que no necesita oscuridad todo el tiempo, contágiame de tú luz — Le susurró sobre la oreja. Dio varios besos al joven, los cuales empezaron desde el lóbulo de su oreja hasta su cuello, y con lentitud subió hasta sus labios, los cuales los tomó con lentitud, con suavidad, y poco a poco adentró su lengua para luchar contra la ajena. El deseo subía al igual que la demostración de un amor que se sabía pero no se proclamaba como tal; era el momento.

por **Eliot Lorenzetti** Dom Nov 23, 2014 9:16 pm

Su cuerpo quedaba más a la vista y disposición de su bruja; la única mujer con el derecho de hacer con él tanto como quisiera y a quien no le daría el menos signo de resistencia porque no era necesario. Era ilógico pensar que la oscuridad unida a más oscuridad podía llevar luz a la vida y sin embargo, era de esa manera con ellos. Ambos seres que se dejaban llevar por las sombras, pertenecientes a ellas y capaces de cualquier cosa sin pensar en las consecuencias morales que otros analizarían antes, pero siempre que se encontraban juntos algo cambiaba, era perceptible porque el amor que no se mencionaba pero se expresaba en actos era lo que se hacía presente entre ellos.

La habitación era únicamente un sitio donde estar al lado de Angelique. Eliot no prestaba atención a nada a su alrededor y ¿Cómo hacerlo? Si en sus manos estaba la persona que más deseaba en el mundo; en instantes como en el que se encontraban sumergidos era la ocasión perfecta para que si alguien buscara asesinarle, lo hiciera. Con la bruja cerca olvidaba el mundo, los deberes y los compromisos estaban de sobra, al igual que todo lo demás que no tuviese que ver con Angelique. Los ojos de ambos se encontraban, estaban tan cerca como les era posible. Compartían el calor del otro y las palpitaciones aceleradas por la presencia ajena.
– ¿Qué pasa? – Enarco la ceja y le sonrió divertido; siempre que Angelique le miraba de manera tan fija creía que el mundo era un sitio perfecto; pese a que supiera muy bien que estaba lleno de miseria y destrucción – ¿Angelique? – No era extraño que se abrazaran, contrario a que se creyera que si, cuando podían demostrarse afecto lo hacían sin tapujos, como las parejas normales que se necesitaban y aún así, ese abrazo era diferente.

Suspiro. La pasión que le recorriera el cuerpo segundos antes fue suplida por el afecto más tranquilo; rodeo con sus brazos el cuerpo femenino y se mantuvo de esa manera, inmóvil. No se necesitaban palabras, no se necesitaban acciones concisas, con ese sencillo acto se estaban demostrando realmente lo importante que eran para el otro y todo lo que sentían por dentro. Era difícil para ambos expresar los sentimientos. No era de extrañar, después de todo la vida de los dos era algo no muy común y mostrar algo que nunca aprendiste a expresar era sencillamente imposible; aún así, estaban tratando.

– Contigo iré a la cama, a la habitación que quieras, al reinado que me pidas. Contigo iré al mismo infierno si es que me lo pides – Esa era la reafirmación de una promesa que no siempre expresaba pero que le garantizaba con su presencia y sus atenciones. La pasión de sus besos también se convirtió en algo más tranquilo, en una manera diferente de complementarse el uno al otro y mientras que la intensidad aumentaba, sus lenguas iniciaban una danza que caía de nuevo en lo que iniciaran en la escalera. Tal como Angelique lo deseaba, le sujeto para que sus piernas se aferraran a él y de esa manera llevarle hasta la cama que existía en aquella habitación. Existía demasiado en la vida de los dos, por eso un momento en paz era necesario. Sin dejar de besar aquellos labios le llevo hasta la cama y una vez que se separaron le dejo suavemente en el medio de las sabanas – ¿Te he dicho hoy lo hermosa que eres? – le miro por completo, recorriendo con su mirada el cuerpo femenino –Necesitaba ya una noche a tu lado. Eres perfecta Angelique, me has embrujado completamente – Se rió ante sus palabras, porque sabía que ella no requería esos juegos tan sucios para tenerle comiendo de la palma de su mano. Apenas una mirada y era suyo.

por **Angelique Delacroix** Sáb Ene 03, 2015 1:27 pm

Sintió la suavidad debajo de su cuerpo. La cama era la mejor que pudieran encontrar en esos tiempos, las temas de seda, las mejores que se elaboraban en Egipto eran mandadas para ella. Siempre lo mejor de lo mejor. Se sentí bien descansar en esa comodidad amplia. Le gustaba poder sentir aquel contraste suave con el cuerpo áspero del cazador. Resaltaba sin duda el trabajo que realizaba, las prendas que utilizaba y esa barba ligeramente crecida. Era exquisitamente masculino. Olía delicioso y disfrutaba infinitamente estando a su lado. No podía negar que tantos destellos le llegaban a poner de mal humor. Sentirse vulnerable y débil por alguien nunca había estado en sus planes.

Angelique movió sus manos con suavidad. Recorrió las mejillas del muchacho y también su cuello. El último lo rasgó con sus uñas dejando varios caminos rojizos que sin duda se verían días más tarde. ¿Para que mentir? Lo hacía a propósito, dejar marcas en el cuerpo del varón para hacer notar al resto que había estado en la cama de alguien, que le pertenecía a alguien, aunque no supieran a ciencia cierta quien era en realidad ese alguien. Sonrió satisfecha al disfrutar de esa piel blanquecina marcada, y luego sin avisar enterró un poco las uñas en su torso, en su abdomen, así hasta llegar a su espalda baja. Cualquier habría querido huir de aquel dolor, sin embargo también era parte de ellos ese detalle. El llevar lo placentero a caer a una fina linea, a esa que iba acompañada de placer, dolor, perdición, lujuria y amor. Cualquier podría decir que no se disfruta de todo aquello al mismo tiempo, pero ellos eran testigos que eso y más se podía tener si era lo que se buscaba y se quería. Todo ellos lo conseguían.

Sus manos llegaron con rapidez a la zona del pantalón, en sus uñas había rastro de la sangre que ella misma le había provocado pero no importó. Dejó que sus dedos se limpiaran en la prenda inferior. Lentamente fue quitando el botón del pantalón y luego sin avisar deslizó la tela incluso de la ropa interior liberando por completo al hombre de las ataduras. Ahora se encontraba al natural y dispuesto a ella. La bruja se enganchó de forma posesiva de las caderas del hombre y lo jaló. De ese modo de la semi erección descubierta del hombre chocaba contra la intimidad aún apresada de la fémina. No sólo se quedó así, sino que también movió sus caderas para mostrar más deseo, para que sus cuerpos sintieran más el desesperante deseo de volverse uno sólo.

— Jamás me había resultado tan lenta tú forma de actuar al tenerme a tu lado, me refiero a que, siempre pareces el digno cazador encima de su presa, y mira ahora, estás en desventaja, completamente desnudo, completamente dispuesto a mi, eso no me gusta — Claro que le encantaba tenerlo de esa manera, sin una prenda encima ni nada que pudiera arruinarle la visión de un Eliot como había llegado al mundo, pero a Angelique le gustaba el cazador imponente, ese que la dominaba por completo, por el que ella era capaz de besarle los dedos de las manos, y ponerse de rodillas para adorarlo, aunque más que nada para darle ese placer oral que tanto le encantaba a él recibir. Si, sí, disfrutaba dándose cuenta que alguien podía dominarla por completo, alguien que le hacía perder la razón, la cordura.

— Quizás estás perdiendo ese deseo por mi, o el libido, sería una pena… — Comentó, fingiendo un poco de indignación, de dolor, de tristeza por aquella acción que estaba ansiando por disfrutar. El deseo que él podía lograr en ella era tan grande que por eso de forma “disimulada” le exigía para que le tomara como era debido. Porque ella podía dejarse dominar, pero también mandaba para que la situación fuera así; de un momento a otro sus piernas volviendo a jalarlo contra su cuerpo y una de sus manos se aventuró a tocar aquel miembro erecto.

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