New Toy [Privado, +18]

por **Eliot Lorenzetti** Dom Ene 05, 2014 10:37 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Llevaba a rastras el cadáver de un cambiaformas, un espectáculo que podía ser terrible para aquellos que no lo habían visto antes pues como en muchas ocasiones el animal había intentado volver a su forma humana terminando por quedar en una media transformación que le hubiera hecho acreedor a cualquier titulo horrible en un circo de fenómenos gitanos; solo que esa criatura no estaba destinada a ninguno de esos lugares en los que la mayoría de la población parisina pensaría que era solamente un invento o una mentira y no la realidad.
Lo que Eliot debía hacer esa noche era llevar aquel cadáver hasta la casa de otros cazadores que le habían estado buscado durante mucho tiempo pero ninguno fue capaz de atraparle hasta que él apareció en el camino.

– Criatura estúpida… – murmuro molesto cuando el cuerpo se atasco entre unas ramas. Parte de la razón de su molestia no era únicamente que aquella criatura se hubiese atorado, sino que mientras estaba con vida aquel cambiaformas le había dado batalla, no sé la había puesto fácil y había dicho cuando estaba en su forma humana algunas cosas que a él simplemente no le gustaba oír, en parte ese era el motivo de que aquel cuerpo se viera en la terrible ira del cazador que le había asesinado lentamente, deleitandose con cada uno de los sonidos de dolor entre humanos y animales que aquella criatura daba al final de su vida.
Logrando liberar el maltrecho cadáver, continuo su camino por entre los árboles de aquel bosque mientras que a su alrededor el sonido de los animales nocturnos se hacía notar y sus pasos eran los únicos que desentonaban con el sonido perfecto de aquel bosque, aquellas melodías que solo los que se adentraban en las oscuras noches eran capaces de conocer.

Cuando por segunda ocasión aquel cuerpo se atasco en las ramas fue que el cazador termino por soltarle y alejarse unos pasos.
– Ni muerto dejas de fastidiar la vida de otros, debí traer a alguno de los inútiles que te buscaban para que te cargaran – volvió una vez más sobre sus pasos con rumbo a aquel encargo. Se inclino para sacar la pata entre humana y animal que se encontraba presa cuando unos pasos llamaron su atención. Dejó de lado su cometido para centrarse en aquellas pisadas que no pertenecían a animal alguno; quizás los de algún sobrenatural o algún otro cazador. Despacio se levanto de donde se encontraba y hablo para la oscuridad – Seas lo que seas, o quien seas más te vale que salgas de las sombras y te muestres si es que no quieres terminar en malos entendidos conmigo, ¿has escuchado? – como respuesta momentánea, solo recibió entonces más pasos.

por **Eliot Lorenzetti** Miér Feb 11, 2015 10:33 pm

Se dejo llevar por la momentánea calma que habitaba en ambos y de cierta manera olvido la manera en que usualmente era e igual, ese detalle le fue recordado por las uñas que arañaban su piel con exigencia, en una forma de exigirle acción y de recordarle que le pertenecía en todas las maneras posible, aunque él dijera que no, aunque se comportara como si ella no le interesara en lo más mínimo. Las ropas de ambos pasaban a ser un estorbo, una barrera que impedía que ambos cuerpos se unieran de la manera más natural posible y se exigieran lo que hasta esos momentos no podían hacer del todo. Eliot bien sabía la intención de Angelique de dejarle marcas en el cuello, pero más que eso le divertía retarla, hacerle caer en su juego aunque en realidad ninguno de los dos cayera del todo en las jugarretas del otro.
– Mira, un sobre natural me ha atacado – río, con la marca roja en su cuello y notando como las uñas femeninas se clavaban en su cuerpo – Solo nosotros sabemos que las has hecho tu – Con aquello le insinuaba que ella no era la única que podía dejarle el cuerpo marcado y que eso no necesariamente significaba que tenía dueña, aunque todo él fuera enteramente de la bruja.

Las manos femeninas eran delicadas pero al momento de actuar eran fuertes y completamente decididas. Angelique enteramente poseía una ambigüedad única, capaz de embelesar a cualquiera pero a nadie como a Eliot, quien estaba dispuesto a asesinar a cualquiera que osara poner sus manos sobre lo que consideraba suyo, especialmente sobre su bruja. La ropa abandono el cuerpo del cazador, dejando que viera la manera en que la cercanía y los movimientos de Angelique le ponían, pero entonces la voz de la bruja interrumpió el silencio que se instalaba entre ambos y Eliot solo una audible risotada.
– Pensé que dejarte tener la ventaja una vez sería de tu agrado, no es acaso que las mujeres siempre buscan tener la victoria; además, me gusta esta manera en la que estas actuando hoy, como una verdadera fiera necesitada – sus palabras sonaban burlonas, pero la verdad era que ocultaban aquel deseo que ella le despertaba tan repentinamente y que no diminuía a pesar de las veces en que sus cuerpos se unieran – Y también has dicho algo verdaderamente divertido ¿Quién dice que estoy en desventaja? – ayudado por Angelique que tiraba de él, se acerco a aquellos labios y le mordió – Mira en realidad quien esta clamando por el otro – sus manos iban por la fina tela que en realidad no cubría demasiado el cuerpo de la bruja, hasta que se detuvo en los senos y les apreso como lo que eran, suyos.

Chasqueo la lengua al sentir como le tocaba y entonces aparto las manos del cuerpo de ella para apartarle las manos de su erección y llevarle las manos por encima de la cabeza.
– Deja esas manos quietas, no seas tan desesperada – le sujeto las manos con una sola y con la otra recorrió las piernas de Angelique. A su paso la pijama blanca se deslizaba por las piernas, subiendo conforme lo hacía la mano masculina – El blanco te sienta, hasta parece que de verdad eres un ángel – dijo sin dejar de mirarle, llegando hasta el sexo de la bruja que se encontraba aún cubierto y sin decir nada más a ella, su mano se adentro en aquella prenda para comenzar a jugar con el sexo femenino – ¿Quién manda ahora Angelique? – le susurró, mordiendo el lóbulo de la mujer.

por **Angelique Delacroix** Dom Mar 01, 2015 6:29 pm

Las puertas de la habitación se encontraban cerradas al igual que la mansión. No existiría intruso alguno que detuviera el momento, ni criatura maldita que pudiera destrozar la intimidad. Se encontraban expuestos a ello, cierto, pero no había peligro, porque ambos se encargaban todo el tiempo de prevenir cualquier imperfección en su encuentro. Esa era una de las características que los unían con naturalidad. Ambos atesoraban la compañía ajena y buscaban la manera de tener el escenario libre y perfecto para su centro; para la intimidad. Comprender que la unión de un cuerpo no sólo era físico, a cualquiera le llegaba a costar, pero lo cierto es que ellos lo aprendieron al instante. Una fortuna singular.

La vida exigente y dura que la bruja había tenido le dejaron en claro un par de cosas: debía ser fuerte, firme, independiente, poderosa y toda una líder. Nadie podría pasar por encima de ella, a menos que fuera por un bien común, y con rapidez tuviera que regresarlos a su lugar: bajo sus pies. Su abuela le había enseñado a que la belleza se le había otorgado para beneficiarla, y de no sacarle provecho a eso estaría más maldita de lo ya sabido. Su familia tenía un linaje especial, y tenia protecciones especiales, pero también partes malas que las volvían frágiles, débiles, y un blanco fácil. La inteligencia sólo se les otorgaba si de verdad la utilizarían, y ella tenía en claro que sin un cerebro, el cuerpo no importaba, porque tarde o temprano se deterioraba. Una confinación perfecta que cualquier desearía, pero que sólo uno poseía. ¿El sabría lo afortunado que era? Porque aquello era fortuna, no casualidad, ni tampoco conquista.

Dar un poco de dominio y poder a alguien más, resulta ser contraproducente para ella. Partes de sus pactos demoniacos se fragmentan, y la posibilidad de ser arrastrada al averno es cada vez más grande. Angelique lo sabe, Eliot no. Está segura que si lo descubre se alejará de ella y no puede permitir eso. La simple idea de perderlo le ocasiona malestar, y su maldad interna se desborda, quiera destruir sin cesar. Aprendió gracias a él, que el amor existe sin importa la criatura que seas, ni tampoco la maldad que poseas. Muere un poco más, se deshacer entre los dedos como agua cristalina, y ahí está, disfrutando de un contacto que la hace sentir más que viva, aunque se éste muriendo poco a poco.

Los labios de la bruja se separan. Puede notarse el vapor que desprende por culpa de la helada, y su casi desnudez. Han dejado de ser rosáceos, ahora parecen blanquecinos, deseos de volver a tintarse de colores por causa de otra boca. Desea mover las manos pero le parece imposible, su cuerpo tiembla por la invasión de la intimidad. Un gemido débil y casi suplicante se asoma. No hay nadie más a quien pudiera rogar. ¡Sólo a él! ¡Maldito sea! Su deseo de asesinar se incrementa. Tiene esa dualidad interna ¿mantenerlo con vida o acabar con él? Su cadera se mueve insistente, aquellos dedos se pierden en su interior. Como puede se impulsa hacía adelante y toma sus labios reclamándolos! ¡Tremenda adicción!

— Podría arrancarte los ojos con los dientes, y sin embargo los observo encantada, mi figura se refleja en ellos, se encuentran cristalinos, estás deseándome más que nunca — Comentó. Su boca descendía con tranquilidad por su cuello. Obscena y atrevida, friccionó con fuerza aquellos montículos contra el pecho del hombre. Cual serpiente dispuesta a atacar a su presa. La bruja se acercó a él, no importaba si había o no tela sus sexos necesitaban acercarse, rosarse, exigirles a ellos la unión.

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