los recuerdos son una caja de Pandora I

por **Chiara Augustini** Miér Ene 31, 2018 10:40 am

Había sido en extremo dura y cruel la vida con ella, pero a pesar de ser una verdad absoluta, Tajsha, jamás dejaba que la angustia, la tristeza, se apoderaran de su vida. Siempre intentaba ver el lado bueno de cada situación, que tuvo la mala suerte de vivir.

Si tenía que pensar en un momento duro de su vida, había sido, cuando con tan solo siete años, descubrió por accidente, o por curiosidad, que no era hija de su madre, ni de su padre. Era de noche, la criada le había cambiado y acostado, mas el sueño se negaba a llegar a ella. Fue entonces que decidió caminar en busca de su padre, él, siempre le leía un cuento, antes de dormir, pero aquella noche no había llegado a su habitación como de costumbre, y aunque la criada le había explicado que su padre no podría continuar con esa costumbre, y hasta ofreciéndose ella a poderle leer un poco su libro de cuentos, Tajsha se había negado, - no, papá vendrá, estoy segura - había respondido. Mas a pesar de haber esperado por su llegada, éste no apareció.

Sin pensar en nada mas que encontrar los amorosos brazos de su padre, Tajsha, se apresuró a caminar por los pasillos de la mansión, hasta llegar al despacho de su padre. Fue allí, que la voz de un extraño la alertó, haciendo que se escondiera tras la puerta y así no pudieran verla. En silencio, acurrucada en aquel lugar, escuchó como aquel hombre preguntaba por su hija, - ¿su hija? - se preguntó, y la voz de su padre respondió aquella pregunta, - tu hija estará a salvo mientras se encuentre bajo mi protección y jamás se entere de la relación que los une. Se que puedo parecer egoísta, pero, sabes que lo mejor es que Tajsha permanezca a mi lado, ¿que puede darle tú? ¿Peligros? ¿Enemigos? ya bastante tienes con tu esposa y tu pequeña bebé. No podrías cuidar de ella, y lo sabes bien - la voz de su padre, se encontraba cargada de angustia, ademas de enojo.

Tajsha, no quiso seguir escuchando, se apresuró a correr escaleras arriba, escondiéndose bajo las sabanas, llorando desesperadamente, toda su vida había sido una mentira, su adorado papá, no era él y su madre, quien siempre había sido fría, distante y recelosa de ella, tenía una verdad de peso para ser así. Aquella noche lloro, como jamás lo había hecho, como jamás volvió a hacerlo.