Leophrand Arlesse

-Nombre del Personaje:
Leophrand Arlesse

-Edad:
Real: 228 años
Aparente: 28 años

-Especie:
Vampiro

- Tipo y Nivel Social:
Violinista de Alta Sociedad

-Lugar de Origen:
En alguna ciudad de Inglaterra

-Fecha de Muerte:
1572

-Habilidad/Poder:
Maneja las emociones de sólo mirar al individuo que tiene delante. Puede leer las mentes de los seres inferiores, virtud que le sirve de mucho cuando quiere conseguir lo que desea. Fuerza sobrehumana por naturaleza.

-Descripción Física:
Alto, cabello castaño corto y ojos penetrantes color miel. Piel sumamente pálida y manos flexibles y grandes. Sonrisa perspicaz de comisuras pronunciadas, mirada seria. Cuerpo atlético que tiende a relucir rara vez por los trajes elegantes que usa para sus eventos musicales en el teatro. Camisas blancas de cuello alto son sus preferidas.

-Descripción Psicológica:
Actitud tranquila y desinteresada, no muestra sentimientos puesto que sus experiencias vividas le volvieron frívolo acorde con su tacto corporal. Es respetable y caballero con las personas, amante de la música en todas sus formas. Solitario. Si se siente acometido suele mantener la calma mientras crea una estrategia de escape y/o ataque. Seductor y algo aventurero. Seguro de sí mismo y solidario. Las veces que se siente atraído por la sangre humana, sale de caza y pierde el control total de su “vida normal”. La sed de sangre lo convierte en una bestia insaciable.

-Historia:

Año 1572.
En alguna calle de Inglaterra.

El silencio de las calles inglesas avisaba el terror a lo lejos al joven que corría sobre la acera húmeda y friolenta por efecto de la lluvia que terminaba de posarse. Apresuró el paso, seguía corriendo sin saber a dónde ir. Escasos segundos marcaban la distancia entre él y su depredador, alguien misterioso y sombrío… algo verdaderamente escalofriante…

Un callejón sin salida causó el acto reflejo de la orden involuntaria de su cerebro a sus piernas temblantes, débiles y extrañamente inútiles. Aquella criatura ya respiraba sobre su cuello. El violín en la mano derecha se agitaba en sacudidas, los dedos tensos a punto de romper la madera en su puño cerrado manifestaban el peor de sus miedos.

- Antes de disfrutarte, toca para mí, precioso muchacho – dijo ella.
- Quién eres… que… ¿qué es lo que quieres de mí?
- Toca para mí! Si quieres que tu muerte sea rápida y sin dolor… – volvió a decir con esa voz delicada y sensual que salía en susurros bajo su sonrisa malévola.

Él sostenía el violín fuertemente, pensándolo dos veces, quizás unas más.

- No… No tengo mi arco, es inútil sin él. Se me cayó unas veinte calles abajo... – Le hablaba aún de espaldas a ella.

- No te preocupes, en unos segundos te lo traeré…

Al dar la vuelta para huir del lugar, caminó dos o tres pasos y para su sorpresa, ella ya estaba de vuelta. Su bello rostro causaba pánico en conjunto con sus afilados colmillos que daban muestra del ser espeluznante que tenía enfrente. Le extendió el brazo para recibirle el arco… resignado empezó a tocar…



La melodía hizo una pausa anunciando el fin de aquella mientras los brazos caían de lado a lado; el dolor inmenso apretujando el cuello del violinista que se hacía llamar Leophrand punzaban sus recuerdos, sus pocos recuerdos… Su madre, una pobre infeliz como él, de clase baja a quien no veía en muchos años desde que fue aceptado como músico en la filarmónica del país. Su nombre real, sus pocos amigos, su música… su pasión por ella, pensaba en ésta más que en todo lo demás.

En un estado casi inconsciente y muy parecido a la muerte oía su voz, ella le hablaba, ella le daba su sangre. Ambos se devoraban sedientos de sangre y dolor.

Año 1800.
París. Teatro de la Ciudad.

- Acto seguido, Leophrand Arlesse y su sonata “Antes de la Muerte”

Los aplausos crecían y Leophrand se hacía presente en el auditorio, tocando la misma canción de aquella noche. Usaba una camisa de cuello alto, un traje de caballero oscuro y su pañuelo blanco preferido sobre el hombro izquierdo donde posaba su violín. El silencio de la muchedumbre y las gotas de lluvia le recordaban las palabras del ser que lo convirtió… “Tu melodía es única, no se puede perder algo tan valioso… vivirás, muerto vivirás…”

Los aplausos precedieron antes del final de su presentación, aplausos llenos de emoción y tristeza.

-Datos Extras:
El violín es su instrumento favorito por los sonidos armónicos y tristes que posee además de ser su herramienta de trabajo, sin embargo, cualquier instrumento musical le sirve como arma para defenderse de sus atacantes.