Argenta y las dos caras de la moneda

Personalidad

Todas las monedas tienen dos caras y Argenta, más allá del significado que su nombre pueda tener, también nos recuerda que las monedas están hechas de plata, un metal brillante y valioso que provoca sensaciones muy contradictorias, dependiendo de si tienes dinero o no. La joven vampiresa es igual, su aspecto adorable y su actitud afable, obediente y cariñosa la convierten en la hija ideal que todos los padres quisieran, lo que hace que se la adopte con suma facilidad. Pero transcurrido un tiempo, cuando los progenitores empiezan a sospechar sobre el por qué esa niña no crece, entonces es cuando se muestra la cruz, esa faz oculta que nadie quisiera conocer.

Todo lo que esta chica tiene de bondadosa y tierna, lo tiene de cruel, retorcida y sádica cuando no obtiene aquello que desea. Cuando las cosas no salen como ella las había imaginado, cuando se truncan sus planes, entonces desaparece la hija perfecta y empieza el reinado del caos.

No existe una palabra para lo que ella hace, aunque si hay casos similares, en los que mujeres se desposan con hombres adinerados y los matan para quedarse con sus herencias. En el caso de Argenta, cuando los padres dejan de ofrecerle lo que ella necesita, se deshace de ellos, se queda con sus posesiones y pasado el tiempo, vuelve a empezar de cero en otro hogar, con otro matrimonio que se desvivirá, literalmente, por hacerla feliz.

Historia

Hace tantos años de su nacimiento, que ya apenas recuerda a su primera familia, a aquellos padres que le dieron su afecto, su dedicación, su tiempo y cuidaron de ella. En realidad, ni siquiera sabe si realmente fueron unos buenos progenitores, si estuvieron allí para ella o la dejaron a manos de los criados. Menos aún es capaz de rememorar sus caras, sus voces, sus gestos. Para ella no son más que dos borrones en los inicios de su existencia, dos eslabones más en la cadena de personas que, seguramente, dijeron quererla pero, a la hora de la verdad, no lo hicieron. Porque, de haberlo hecho, ella no los hubiese matado, ¿cierto? Y lo hizo. Eso sí lo sabe. Acabó con ellos mientras cenaban, los tres en una gran mesa, no sabe si aquello era algo habitual o sólo sucedía una vez al año, lo que está claro es que ella lo había planeado, ayudó a la cocinera y a la sirvienta, se aseguró de qué platos se disponían en cada hueco concreto, dejando así la sopa envenenada allí donde tomarían asiento sus padres. Y les observó llevarse cucharada tras cucharada a la boca, en silencio, con una leve sonrisa, esa sonrisa del que sabe lo que va a suceder, del que oculta un secreto jugoso que está deseando compartir pero que, al mismo tiempo, espera el momento oportuno, el punto de no retorno, para soltarlo. Siguió cenando mientras ellos se retorcían de dolor, sus labios se agrietaban y sus ojos lloraban sangre. Había llegado su hora, la hora de ser libre, de proseguir con su vida lejos de aquella familia.

Conocía la existencia de unas personas a las que ella admiraba, de una familia diferente, con poder, con una manera de hacer las cosas que ella anhelaba, con un vínculo que envidiaba. Conocía la historia, los rumores y los había visto en retratos cuando, una vez visitara la mansión de los Blackbird con sus padres siendo ella muy pequeña. Argenta deseaba algo igual, no, deseaba eso exactamente. Pero no podía tenerlo, ya no, porque tras lo ocurrido con Morrigan, todo había cambiado y la casa había quedado vacía.

Viviendo aún sola con lo que quedaba de la herencia de sus verdaderos padres, un viajante se prendó de la joven Argenta y le ofreció un trato que ella, siendo como era, fue incapaz de rechazar. Él le otorgaría la vida eterna, el ser siempre la niña perfecta, el tiempo necesario para encontrar una familia ideal y, a cambio, ella le entregaría todas sus posesiones a las que la muchacha no tenía apego ninguno. En el trato también estaba incluida una convivencia temporal, pues su nuevo “mentor” sabía el peligro que corría una neófita tan joven en libertad. Así que fue su protector durante los tres primeros años en los que le permitió vivir con él en la que ahora era su mansión. La educó, le enseñó las ventajas y los peligros de su condición. Le mostró los posibles enemigos que se cruzaría en el camino y a explotar los poderes que, con el tiempo, se fueron revelando.

Y una vez fuera de aquel “hogar”, pasó a ser una huérfana más. Una niña con un objetivo claro. Y pasó de familia en familia, de casa en casa, de tumba en tumba. Nada importaba, salvo su felicidad.

Poderes

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.

→ Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.

→ Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.

→ Persuasión: Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas.

→ Telepatía: Habilidad para sondear los pensamientos superficiales de cualquier sujeto cercano y escucharlos como escucharía hablar a esa persona. Con el tiempo suficiente, puede enterarse casi de cualquier cosa sobre el sujeto.