Primera paso a la desidia || Privado

por **Santhiago Morel** Jue Feb 22, 2018 6:58 pm

La noche tan oscura como misteriosa, con la luna llena que se asoma desde lo alto tan poderosa con su tono amarillento hace enervar las furias de sus hijos que aúllan sin cesar entre las enmohecidas mazmorras de la enorme mansión gótica cuya estructura se asemeja más a un castillo antiguo y de terror. Entre los infinitos corredores en uno de los salones de aquella imponente estructura cual figura de poder, ambición y posición social y económica. Entre esos pulidos pasillos resuena los pasos del futuro predecesor y dueño de aquellas anchas tierras del infierno.

Subiendo desde la planta inferior aparece luego de ser anunciada una visita inesperada. En medio del salón de visitas se limpia las manos con aquel sirviente que ha colocado sobre una pequeña mesa de la equina un recipiente dorado con agua aromáticas y unas toallas limpias para ser manchadas de sangre por el hombre que aparece con una sonrisa en su rostro. invita a la dama a tomar el camino del estudio en el ala opuesta de la mansión, su camino se ejecuta en completo silencio entre ambos llevados solo por el ambiente tenso que resulta.

Al cruzar la puerta y cerrarse tras de ellos con el seguro, la mujer se relaja tomando asiento en el sillón rojo frente al escritorio de caoba negra y pulido de donde resalta en enorme sillón alto en tono rojo y negro alumbrado por el fuego de la chimenea entre las sombras del ventanal que con la luz proyectada de la luna. Ambos se miran al estar Morel sentado, el tic-tac del viejo reloj que cuelga del linde de la chimenea se escucha. Es un juego de ajedrez en el que las miradas son los peones, hasta que la mujer agacha la mirada –Debo suponer, que tu eres la mujer que va a servirme ciegamente y en silencio por el resto de su vida ¿verdad? Puedo saber tu nombre, será que no lo tienes; o, posiblemente, quieres que yo te ponga uno– enarcó la ceja con una sonrisa y las manos cruzadas frente a su rostro, cerca a sus labios castigando a la mujer con el peso de la mirada y algo de su habilidad de hacer sentir dolor a otros, pero en un grado débil al menos en la parte de su corazón al que lo estrujó como si fuera su mano quien tomara el corazón de la mujer y jugara con el.

Solo sus ojos se destellaban el brillo del mal..