AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La couche veloutée [Privado]
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La couche veloutée [Privado]
Pequeños copos de nieve caían sobre mi capa aterciopelada de color negro que me cubría por completo desde la cabeza hasta los pies de ese frío nocturno que calaba hasta los huesos. Tan solo habían transcurrido unos días desde mi llegada a París, y por suerte o por desgracia todavía no había conseguido dar con el paradero de aquel familiar lejano al que mi madre siempre se refería cuando me indicaba que debía acudir si alguna vez me encontraba en problemas y ella no estaba conmigo para ayudarme.
Tras varias semanas de viaje en barco había llegado a territorio europeo, sin poder imaginar cuando bajé de ese gran navío transatlántico del temporal de frío y nieve que arrasaba parte de Francia, incluyendo a la capital francesa. Cuando los últimos rayos de sol se ocultaban tras el horizonte y daba concluidas mis indagaciones diarias sobre la posible localización de los orbes, acostumbraba a resguardarme de la humedad de la noche en la confortable habitación de hotel que tenía alquilada. Pero aquella particular velada decidí aventurarme a buscar información sobre el posible paradero de mi familia lejana en una enigmática taberna de la que me habían hablado algunos contactos que había conseguido hacer en París gracias a mis servicios como hechicera durante el viaje por mar.
Oculta bajo la capucha de mi capa, recorrí la considerable distancia que me separaba desde el hotel hasta aquella zona del centro donde en un oscuro callejón se encontraba una especie de puerta secundaria que daba acceso a aquella taberna que al parecer tenía un doble fondo en el mismo lugar. Sin necesidad de descubrirme todavía, entré con sigilo en el lugar, sorprendiéndome por la cantidad de seres sobrenaturales que se encontraban allí reunidos aquella noche. Encontrar allí alguna pista de interés no iba a ser tan fácil como me había imaginado en un principio, más ya que estaba allí no tenía nada que perder. Así que sin descubrirme todavía el pelo, y tratando de pasar todo lo desapercibida que fuese posible, recorrí el bullicioso local hasta llegar a una especie de zona de reservados donde tomé asiento en un cómodo sofá, escudriñando desde las sombras al resto de clientes de esa mística taberna, deteniendo mi mirada sin saber muy bien por qué, sobre un enigmático caballero cuya aura no distaba de ser muy diferente de la mía.
Tras varias semanas de viaje en barco había llegado a territorio europeo, sin poder imaginar cuando bajé de ese gran navío transatlántico del temporal de frío y nieve que arrasaba parte de Francia, incluyendo a la capital francesa. Cuando los últimos rayos de sol se ocultaban tras el horizonte y daba concluidas mis indagaciones diarias sobre la posible localización de los orbes, acostumbraba a resguardarme de la humedad de la noche en la confortable habitación de hotel que tenía alquilada. Pero aquella particular velada decidí aventurarme a buscar información sobre el posible paradero de mi familia lejana en una enigmática taberna de la que me habían hablado algunos contactos que había conseguido hacer en París gracias a mis servicios como hechicera durante el viaje por mar.
Oculta bajo la capucha de mi capa, recorrí la considerable distancia que me separaba desde el hotel hasta aquella zona del centro donde en un oscuro callejón se encontraba una especie de puerta secundaria que daba acceso a aquella taberna que al parecer tenía un doble fondo en el mismo lugar. Sin necesidad de descubrirme todavía, entré con sigilo en el lugar, sorprendiéndome por la cantidad de seres sobrenaturales que se encontraban allí reunidos aquella noche. Encontrar allí alguna pista de interés no iba a ser tan fácil como me había imaginado en un principio, más ya que estaba allí no tenía nada que perder. Así que sin descubrirme todavía el pelo, y tratando de pasar todo lo desapercibida que fuese posible, recorrí el bullicioso local hasta llegar a una especie de zona de reservados donde tomé asiento en un cómodo sofá, escudriñando desde las sombras al resto de clientes de esa mística taberna, deteniendo mi mirada sin saber muy bien por qué, sobre un enigmático caballero cuya aura no distaba de ser muy diferente de la mía.
Erÿanne Dahlvink- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 08/01/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
El hechicero se encontraba en su momento de rebeldía, si bien tenia el pedido de ayudar a una pobre familia con un tema de exorcismo de un fantasma que se negaba a abandonar el hogar en el que vivían, este no tenia ningún interés de actuar en ese momento, luego de que uno de sus hechizos había fracasado hacia unos cuantos meses, cuando se había enfrentado a una entidad espiritual a la cual subestimo y llevo al hecho de que una joven muriera delante de el sin poder hacer absolutamente nada para salvarla, desde ese momento juro no volverse a meter en temas sobrenaturales, viviría su vida como mejor sabia hacerlo emborracharse y jugar.
Eso era lo que hacia en ese momento estaba en uno de los bares conocidos, por tener contacto con seres mas allá de lo natural, donde el joven Feliphe tenia alguna que otra deuda con los clientes habituales y claro estaba solía abusar de la cuenta de la casa, las partidas que lograba ganar de poker o cualquier juego de azar solía irse mas del ochenta por ciento a la deuda que el hombre tenia en ese bar, este sonrió y buffo una que otra vez para luego apostar el doble de lo que tenia sobre la mesa, era un buen jugador por naturaleza ya que tenia talento natural para leer a las personas y saber que estaba pasando aunque la magia siempre podia jugar a su favor en caso de que fuera necesario, para asegurar una mano, pero todo tenia un precio.
-Vamos olivier acaso estas acobardado alguien que lleva tantos años como tu jugando a esto no tiene el coraje que se necesita para poder arriesgarte hombre venga ya!!
La presión que el brujo coloco sobre la mesa funciono, ya que el hombre termino aceptando la respuesta para perder terriblemente contra el hombre, sonriendo tomo sus fichas cuando uno de sus rivales se levanto molesto señalándolo con enojo sus ojos destellaron de color rojizo y dejo ver uñas en sus manos, claro era que se trataba de un vampiro, mientras que Feliphe se tiraba hacia atrás mirándole.
-Hombre tranquilízate se jugar esto como para tener la necesidad de hacer trampa, como tu que andas influenciando estos dos con tus poderes para que siempre jueguen cuando tienen la peor mano, asi quien no se hace rico durante las décadas.
-Maldito vampiro como te atreves a hacer trampa de esa forma.
Se trataba de otro brujo, que comenzó en ese instante a hacer unos símbolos en el aire, mientras pronunciaba algo en un extraño lenguaje, el hechicero continuo repartiendo las cartas con tranquilidad, observando de reojo que era lo que el hombre diseñaba en el aire, para luego probar adivinar que estaba haciendo.
-Runas nórdicas de protección???
-Para nada el símbolo de Kepri de la protección, es egipcio, así este vampiro tramposo no podría mas engañarme con esos trucos baratos que tiene su raza.
Termino Mondragon de repartir las cartas y tomar las suyas, la suerte le estaba sonriendo nuevamente estaba seguro de que funcionaria, cuando noto como una de sus cartas cambio de diseño frente a sus ojos, al parecer alguno de los jugadores había decidido hacer trampa y solo podía ser el brujo para hacer eso, sintió una mirada sobre este girando su vista al notar que era observado, notando el aura de una persona que jamas había visto en su vida, pero sabia que eso significaba problemas ya que las personas que no conocía siempre le buscaban por que precisaban su "ayuda" en alguna cosa que le ahora mismo no estaba interesado en formar parte, el joven continuo buscando contrarrestar el hechizo que le habían tirado a su cara de forma dañina.
Eso era lo que hacia en ese momento estaba en uno de los bares conocidos, por tener contacto con seres mas allá de lo natural, donde el joven Feliphe tenia alguna que otra deuda con los clientes habituales y claro estaba solía abusar de la cuenta de la casa, las partidas que lograba ganar de poker o cualquier juego de azar solía irse mas del ochenta por ciento a la deuda que el hombre tenia en ese bar, este sonrió y buffo una que otra vez para luego apostar el doble de lo que tenia sobre la mesa, era un buen jugador por naturaleza ya que tenia talento natural para leer a las personas y saber que estaba pasando aunque la magia siempre podia jugar a su favor en caso de que fuera necesario, para asegurar una mano, pero todo tenia un precio.
-Vamos olivier acaso estas acobardado alguien que lleva tantos años como tu jugando a esto no tiene el coraje que se necesita para poder arriesgarte hombre venga ya!!
La presión que el brujo coloco sobre la mesa funciono, ya que el hombre termino aceptando la respuesta para perder terriblemente contra el hombre, sonriendo tomo sus fichas cuando uno de sus rivales se levanto molesto señalándolo con enojo sus ojos destellaron de color rojizo y dejo ver uñas en sus manos, claro era que se trataba de un vampiro, mientras que Feliphe se tiraba hacia atrás mirándole.
-Hombre tranquilízate se jugar esto como para tener la necesidad de hacer trampa, como tu que andas influenciando estos dos con tus poderes para que siempre jueguen cuando tienen la peor mano, asi quien no se hace rico durante las décadas.
-Maldito vampiro como te atreves a hacer trampa de esa forma.
Se trataba de otro brujo, que comenzó en ese instante a hacer unos símbolos en el aire, mientras pronunciaba algo en un extraño lenguaje, el hechicero continuo repartiendo las cartas con tranquilidad, observando de reojo que era lo que el hombre diseñaba en el aire, para luego probar adivinar que estaba haciendo.
-Runas nórdicas de protección???
-Para nada el símbolo de Kepri de la protección, es egipcio, así este vampiro tramposo no podría mas engañarme con esos trucos baratos que tiene su raza.
Termino Mondragon de repartir las cartas y tomar las suyas, la suerte le estaba sonriendo nuevamente estaba seguro de que funcionaria, cuando noto como una de sus cartas cambio de diseño frente a sus ojos, al parecer alguno de los jugadores había decidido hacer trampa y solo podía ser el brujo para hacer eso, sintió una mirada sobre este girando su vista al notar que era observado, notando el aura de una persona que jamas había visto en su vida, pero sabia que eso significaba problemas ya que las personas que no conocía siempre le buscaban por que precisaban su "ayuda" en alguna cosa que le ahora mismo no estaba interesado en formar parte, el joven continuo buscando contrarrestar el hechizo que le habían tirado a su cara de forma dañina.
Feliphe Mondragon- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 19/02/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
Con asombrosa rapidez, el mesonero se aproximó hasta mi posición para tomar nota de mi bebida, que no era otra que una copa de vino tinto de viñedos franceses. Perpiñan era conocido por sus deliciosos vinos, y me decidí esta noche por mojar mis aterciopelados labios con el líquido carmesí.
Tras la marcha del mesero, centré de nuevo mi atención en aquel hechicero que parecía estar compartiendo un juego de naipes en una mesa cercana, donde auras de todo tipos y colores participaban entre apuestas y miradas desconfiadas. Sin duda alguna había escogido una taberna de lo más particular para empezar mis investigaciones sobre los orbes que me habían llevado hasta allí.
Una tímida sonrisa en los labios fue mi forma de agradecerle al mesonero que de nuevo hubiese sido tan servicial, tras lo cual ambos dirigimos la mirada en aquel grupo de tahúres de los que dudaba que alguno estuviese jugando de forma honesta. Hechiceros, vampiros y algún que otro cambiaformas apostaban sus pertenencias y monedas a unas cartas que de seguro estaban más que modificadas. Demasiadas habilidades sobrenaturales concentrados en una sola mesa para que la velada concluyese sin algún que otro percance.
Con suavidad deslicé la capucha de mi capa por mi sedosa melena, dejando al descubierto dorados mechones sueltos que escapaban de un sencillo recogido de la parte posterior. Tomé mi copa depositada sobre la mesa, llevándola hasta la boca y humedeciendo suavemente mis labios. Justo en ese momento, pareció que una pequeña disputa se levantaba entre los jugadores de aquella partida de naipes, y el mesonero se disculpó para aproximarse para ver lo que sucedía.
Afortunadamente, ésta no fue a más, y minutos después todos continuaron con su particular juego. Más no tardé en percibir que alguien estaba usando su magia en aquella mesa, y no precisamente de forma justa. Así que sin dudarlo ni un instante, comencé a recitar entre susurros extrañas palabras de un conjuro cajún enseñado a mis ancestros, que desvelaba la identidad de aquel que estuviese realizando magia de una forma un tanto particular; puesto que en menos de un minuto la piel de susodicho personaje comenzaría a tornarse verde y sus orejas se alargarían hasta convertirse en las de un asno.
Con una pícara sonrisa en los labios, me recosté divertida en el sofá que había tomado como asiento. Era cuestión de segundos que todos se percatasen que aquella partida de naipes estaba más que truncada, y le diesen su merecido a aquel que usaba la magia para su beneficio personal, engañando a sus congéneres.
Tras la marcha del mesero, centré de nuevo mi atención en aquel hechicero que parecía estar compartiendo un juego de naipes en una mesa cercana, donde auras de todo tipos y colores participaban entre apuestas y miradas desconfiadas. Sin duda alguna había escogido una taberna de lo más particular para empezar mis investigaciones sobre los orbes que me habían llevado hasta allí.
Una tímida sonrisa en los labios fue mi forma de agradecerle al mesonero que de nuevo hubiese sido tan servicial, tras lo cual ambos dirigimos la mirada en aquel grupo de tahúres de los que dudaba que alguno estuviese jugando de forma honesta. Hechiceros, vampiros y algún que otro cambiaformas apostaban sus pertenencias y monedas a unas cartas que de seguro estaban más que modificadas. Demasiadas habilidades sobrenaturales concentrados en una sola mesa para que la velada concluyese sin algún que otro percance.
Con suavidad deslicé la capucha de mi capa por mi sedosa melena, dejando al descubierto dorados mechones sueltos que escapaban de un sencillo recogido de la parte posterior. Tomé mi copa depositada sobre la mesa, llevándola hasta la boca y humedeciendo suavemente mis labios. Justo en ese momento, pareció que una pequeña disputa se levantaba entre los jugadores de aquella partida de naipes, y el mesonero se disculpó para aproximarse para ver lo que sucedía.
Afortunadamente, ésta no fue a más, y minutos después todos continuaron con su particular juego. Más no tardé en percibir que alguien estaba usando su magia en aquella mesa, y no precisamente de forma justa. Así que sin dudarlo ni un instante, comencé a recitar entre susurros extrañas palabras de un conjuro cajún enseñado a mis ancestros, que desvelaba la identidad de aquel que estuviese realizando magia de una forma un tanto particular; puesto que en menos de un minuto la piel de susodicho personaje comenzaría a tornarse verde y sus orejas se alargarían hasta convertirse en las de un asno.
Con una pícara sonrisa en los labios, me recosté divertida en el sofá que había tomado como asiento. Era cuestión de segundos que todos se percatasen que aquella partida de naipes estaba más que truncada, y le diesen su merecido a aquel que usaba la magia para su beneficio personal, engañando a sus congéneres.
Erÿanne Dahlvink- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 08/01/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
El brujo suspiro levemente, el conocía varios hechizos para deshacer aquel que le habían lanzado a su carta, pero todos estos llamarían un "poquito" la atención siendo obviamente el inculpado por lo que estaba pasando o seguramente dirían que el era el que quería hacer trampa y que eso no era para librarse de uno sino para trucar las cartas de sus oponentes, suspiro levemente resignado a pasar su jugada cuando algo comenzó a pasar en el brujo que habia hecho la trampa este cambio de color como si de un goblin se tratara y sus orejas comenzaron a crecer, seguramente era un hechizo de apariencia que no realizo el cambio en realidad pero era cómico. Aunque no para el vampiro que le señalo con una forma bastante molesta los otros comenzaron a reírse el no entendía por que hasta que Mondragon chasqueo los dedos volviendo la parte de la mesa visible en un espejo y este notara lo que le estaba pasando y se lleno de ira pero también vergüenza ya que no se dio cuenta de lo que paso y el vampiro sacando sus garras.
-Seguramente hiciste un hechizo que no te salio bien y quedaste de esa forma nos querías robar nuestras pertenencias... maldito estafador todos los brujos son iguales!!!
Eso hizo que varios cambiantes no solo miraran mal al tramposo sino también a Feliphe que empezó a retroceder lentamente con dos cartas en su espalda, estaba seguro que aquello no terminaría bien, después de todo el era conocido como un hechicero y como quedo claro estaban generalizando. Cuando noto que los cambiantes le iban a bloquear el paso por las puertas del fondo arrojo dos cartas hacia arriba y estas "explotaron" creando una luz cegadora que dejaría a todo el que los estaba mirando incapacitado por un par de minutos los suficientes para que el hechicero escapara por la puerta de servicio.
Respirando algo agitado se giro viendo que alguien mas habría la puerta esta vez con una piedra en su mano, preparado para defenderse.
-Seguramente hiciste un hechizo que no te salio bien y quedaste de esa forma nos querías robar nuestras pertenencias... maldito estafador todos los brujos son iguales!!!
Eso hizo que varios cambiantes no solo miraran mal al tramposo sino también a Feliphe que empezó a retroceder lentamente con dos cartas en su espalda, estaba seguro que aquello no terminaría bien, después de todo el era conocido como un hechicero y como quedo claro estaban generalizando. Cuando noto que los cambiantes le iban a bloquear el paso por las puertas del fondo arrojo dos cartas hacia arriba y estas "explotaron" creando una luz cegadora que dejaría a todo el que los estaba mirando incapacitado por un par de minutos los suficientes para que el hechicero escapara por la puerta de servicio.
Respirando algo agitado se giro viendo que alguien mas habría la puerta esta vez con una piedra en su mano, preparado para defenderse.
Feliphe Mondragon- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 19/02/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
Un claro murmullo fue acrecentándose en torno a la mesa de aquella particular timba de cartas que no tardaría en concluir. Más de uno de sus componentes estaba utilizando sus poderes en beneficio propio para engañar al resto, y en cuanto esto fuese descubierto sería algo que no agradaría al resto. Apenas habían pasado unos minutos cuando esto sucedió, y como había previsto explotó el caos más absoluto. Todos y cada uno de los participantes se percataron de que además del inmortal que había sido descubierto con anterioridad, otros hacían trampas ante sus narices, lo cual no fue bien acogido entre los presentes.
Acusaciones hostiles entre ellos y la participación de otras especies de sobrenaturales en la reyerta, desató una reacción en cadena que acabaría convirtiendo la partida de cartas en una guerra mundial de todos contra todos. Irguiéndome ligeramente, y sin perder de vista a aquel joven hechicero que había clamado mi atención, observé con preocupación como la situación se le estaba complicando por momentos. Así que sin pensármelo dos veces me puse en pie y comencé a avanzar entre el gentío hasta donde se encontraba. Más antes de que consiguiese alcanzarlo, un leve destello provocado por algún hechizo que él mismo desató, consiguió que lo perdiese durante unos segundos.
Sonreí ladina admirando el modo por el que había optado en evadirse de la pelea, aunque no tardé en recuperar su rastro y seguirlo por una pequeña puerta trasera que imaginaba que daría a un lugar seguro que éste había escogido como escondite.
-¿Siempre huis de los problemas de esa forma, Monsieur? Sin duda una salida espectacular, aunque tal vez sea un poco llamativa para mi gusto.- apunté con un suave susurro y una sonrisa embriagadora cuando nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos tras abrir la puerta tras la cual se encontraba, antes de que mis ojos se desviasen hasta el arma que portaba en la mano, obligándome a fruncir el ceño.
- Tenéis extrañas formas de despediros y saludar a los recién llegados. Decidme, ¿de dónde sois? Es por no ir. No me gustaría que me abriesen la cabeza con una piedra a modo de saludo.- apunté sin dejar de mirar el arma arrojadiza, avanzando sin embargo un paso más hacia el hechicero.
Acusaciones hostiles entre ellos y la participación de otras especies de sobrenaturales en la reyerta, desató una reacción en cadena que acabaría convirtiendo la partida de cartas en una guerra mundial de todos contra todos. Irguiéndome ligeramente, y sin perder de vista a aquel joven hechicero que había clamado mi atención, observé con preocupación como la situación se le estaba complicando por momentos. Así que sin pensármelo dos veces me puse en pie y comencé a avanzar entre el gentío hasta donde se encontraba. Más antes de que consiguiese alcanzarlo, un leve destello provocado por algún hechizo que él mismo desató, consiguió que lo perdiese durante unos segundos.
Sonreí ladina admirando el modo por el que había optado en evadirse de la pelea, aunque no tardé en recuperar su rastro y seguirlo por una pequeña puerta trasera que imaginaba que daría a un lugar seguro que éste había escogido como escondite.
-¿Siempre huis de los problemas de esa forma, Monsieur? Sin duda una salida espectacular, aunque tal vez sea un poco llamativa para mi gusto.- apunté con un suave susurro y una sonrisa embriagadora cuando nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos tras abrir la puerta tras la cual se encontraba, antes de que mis ojos se desviasen hasta el arma que portaba en la mano, obligándome a fruncir el ceño.
- Tenéis extrañas formas de despediros y saludar a los recién llegados. Decidme, ¿de dónde sois? Es por no ir. No me gustaría que me abriesen la cabeza con una piedra a modo de saludo.- apunté sin dejar de mirar el arma arrojadiza, avanzando sin embargo un paso más hacia el hechicero.
Erÿanne Dahlvink- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 08/01/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
El chico elevo la ceja aun sujetando aquella piedra y escuchando lo que la joven le menciona, la misma la arrojo un par de veces en el aire, aunque fuera una chica y estuviera hablando de una forma algo poco ortodoxa en las calles y en los lugares como el que el se encontraba aun así siguió con la misma lista y preparando algún hechizo para que no fuera simplemente una piedra sino algo mas.
-No suelo decir ni como me llamo y menos aun de donde soy a personas que no conozco, no sean enviadas de alguna persona a la que le debo algo o por el estilo ya entenderás, las cosas del oficio no dejan confiar mucho en las personas y menos en las que parecen buscar seguirme, nunca quieren nada bueno señorita si me disculpa aunque su compaña es un hermoso placer me tengo que ir antes que noten mi falta.
Hizo una exagerada reverencia hacia la joven, pero en realidad parecía mas una posición de lanzamiento, como para arrojar aquello que llevaba en su mano, realmente lo que le interesaba en ese momento al brujo fue alejarse de aquel lugar evitar de esa forma lo siguieran los que estaban allí, suspiro levemente dándole la espalda a la muchacha aunque en alerta por si algo llegaba a pasar, esta quisiera seguirle o algo por el estilo.
-No suelo decir ni como me llamo y menos aun de donde soy a personas que no conozco, no sean enviadas de alguna persona a la que le debo algo o por el estilo ya entenderás, las cosas del oficio no dejan confiar mucho en las personas y menos en las que parecen buscar seguirme, nunca quieren nada bueno señorita si me disculpa aunque su compaña es un hermoso placer me tengo que ir antes que noten mi falta.
Hizo una exagerada reverencia hacia la joven, pero en realidad parecía mas una posición de lanzamiento, como para arrojar aquello que llevaba en su mano, realmente lo que le interesaba en ese momento al brujo fue alejarse de aquel lugar evitar de esa forma lo siguieran los que estaban allí, suspiro levemente dándole la espalda a la muchacha aunque en alerta por si algo llegaba a pasar, esta quisiera seguirle o algo por el estilo.
Feliphe Mondragon- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 19/02/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
Con tranquilidad y movimientos tal vez demasiados lentos para mi gusto, apoyé la espalda en el refrescante muro de piedra caliza del que estaba hecho aquel callejón. No quería poner nervioso al joven hechicero que por la tensión de sus músculos parecía incómodo con mi presencia allí. Un pequeño vistazo al lugar, me bastó para saber que nos encontrábamos en la parte posterior del local, donde otras puertas pasaban bastante desapercibidas entre cubos de basura. Aquello debía ser la salida de emergencia de las distintas tabernas de los alrededores, así como el lugar escogido para apartar los deshechos de las mismas hasta que fuese la hora del cierre y éstas fuesen recogidas por los basureros de la ciudad. De modo que por lo que parecía, de momento allí nos encontrábamos a salvo de ser vistos.
Enarqué una ceja, mostrándome del todo desconcertada ante la actitud del joven que parecía haber visto en mí un rival o al menos alguien digno de su desconfianza.- Entonces no hará muchos amigos nuevos.- apunté con cierto tono cómico en la voz, sintiéndome un poco cohibida por su respuesta tan cortante.- ¿Le han dicho alguna vez lo que es la manía persecutoria? .- negué con la cabeza levantándome de nuevo del respaldo que había tomado durante unos minutos prestado. Era una lástima que el hechicero se mostrase tan reticente a entablar al menos una simple conversación conmigo, pero con el tiempo había aprendido que muchos de ellos se convertían en seres huraños e introvertidos.
Un casi desapercibido crujido llamó mi atención tras la puerta por la que terminaba de salir, lo cual me hizo temer lo peor. Probablemente el resto de hechiceros no habrían tenido problema en, como yo, seguir el rastro del joven que tenía frente a mí. Lo miré fijamente durante unos segundos, para a continuación girarme de nuevo y comenzar a acariciar la cerradura de la puerta, así como las juntas de la misma. Cerré los ojos y traté de concentrarme en el conjuro cajún que tenía que invocar, a pesar de que podía sentir la presencia de al menos dos brujos tras la puerta. De mis labios salieron entre tímidos susurros las palabras suficientes para que tuviésemos tiempo de escapar, y un repentino relámpago selló esa puerta bajo el calor de mi piel.
-El placer ha sido mío, místico desconocido.- sentencié pasando por su lado tras girarme de nuevo y pasar por su lado hacia el callejón que imaginaba que sería la salida a la calle principal.- Le aconsejo que no se demore mucho en decidir qué hacer, el conjuro no durará mucho tiempo puesto que los que se encuentran detrás saben lo que hacen.- añadí devolviéndole la reverencia que poco antes él mismo me había ofrecido. Nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos, los suficientes para darme cuenta de que algo en el interior de ese joven era lo que yo había estado buscando toda mi vida.
- Cuídese.- concluí reanudando mi marcha, al sentir como mis mejillas se ruborizaban ligeramente por los pensamientos que de pronto había abordado mi mente. Más esos penetrantes ojos castaños seguían mirándome fijamente en mi imaginación.
Enarqué una ceja, mostrándome del todo desconcertada ante la actitud del joven que parecía haber visto en mí un rival o al menos alguien digno de su desconfianza.- Entonces no hará muchos amigos nuevos.- apunté con cierto tono cómico en la voz, sintiéndome un poco cohibida por su respuesta tan cortante.- ¿Le han dicho alguna vez lo que es la manía persecutoria? .- negué con la cabeza levantándome de nuevo del respaldo que había tomado durante unos minutos prestado. Era una lástima que el hechicero se mostrase tan reticente a entablar al menos una simple conversación conmigo, pero con el tiempo había aprendido que muchos de ellos se convertían en seres huraños e introvertidos.
Un casi desapercibido crujido llamó mi atención tras la puerta por la que terminaba de salir, lo cual me hizo temer lo peor. Probablemente el resto de hechiceros no habrían tenido problema en, como yo, seguir el rastro del joven que tenía frente a mí. Lo miré fijamente durante unos segundos, para a continuación girarme de nuevo y comenzar a acariciar la cerradura de la puerta, así como las juntas de la misma. Cerré los ojos y traté de concentrarme en el conjuro cajún que tenía que invocar, a pesar de que podía sentir la presencia de al menos dos brujos tras la puerta. De mis labios salieron entre tímidos susurros las palabras suficientes para que tuviésemos tiempo de escapar, y un repentino relámpago selló esa puerta bajo el calor de mi piel.
-El placer ha sido mío, místico desconocido.- sentencié pasando por su lado tras girarme de nuevo y pasar por su lado hacia el callejón que imaginaba que sería la salida a la calle principal.- Le aconsejo que no se demore mucho en decidir qué hacer, el conjuro no durará mucho tiempo puesto que los que se encuentran detrás saben lo que hacen.- añadí devolviéndole la reverencia que poco antes él mismo me había ofrecido. Nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos, los suficientes para darme cuenta de que algo en el interior de ese joven era lo que yo había estado buscando toda mi vida.
- Cuídese.- concluí reanudando mi marcha, al sentir como mis mejillas se ruborizaban ligeramente por los pensamientos que de pronto había abordado mi mente. Más esos penetrantes ojos castaños seguían mirándome fijamente en mi imaginación.
Erÿanne Dahlvink- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 08/01/2018
Re: La couche veloutée [Privado]
Este busco entre sus ropas un ultimo cigarrillo rechistando al no poder hacer encuentro de aquello, realmente eso le molestaba un poco y cuando escucho lo que la joven menciono asintió levemente, mal acomodando su sombrero a un modo algo burlón de lo que solían hacer los nobles para saludar a las doncellas de la alta sociedad.
-No se preocupe marcharme de aquí sera lo primero que haré love, aunque su aura parece estar entremezclada con algo extraño...
Dijo sin prestar mucha atención en ese momento mas bien preocupándose por el hecho de que era en si, salir de alli era su principal prioridad cuando fueron hacerlo se escucharon unas voces bastantes molestas del lado derecho.
-Atrapenlos ya!!
Por reacción automática el hechicero tomo la mano de la bruja que estaba con el y se lanzo a correr por unos callejones, al parecer ella era cómplice aunque en realidad, seguramente no tenia nada que ver ya que eran unos pandilleros a los que el brujo debía una cantidad interesante de dinero, por conseguirle algunas especias para realizar unos conjuros que no salieron del todo esperado y desde entonces estaba evitando realizar su pago, mientras entraban de un callejón a otro este hacia sonar sus dedos buscando provocar algunos accidentes de esa forma se les caían a los perseguidores buscando de esa forma entorpecerlos y librarse de algo.
-Lo siento Love, no creo que te crean si le dices que no tienes nada que ver conmigo.
-No se preocupe marcharme de aquí sera lo primero que haré love, aunque su aura parece estar entremezclada con algo extraño...
Dijo sin prestar mucha atención en ese momento mas bien preocupándose por el hecho de que era en si, salir de alli era su principal prioridad cuando fueron hacerlo se escucharon unas voces bastantes molestas del lado derecho.
-Atrapenlos ya!!
Por reacción automática el hechicero tomo la mano de la bruja que estaba con el y se lanzo a correr por unos callejones, al parecer ella era cómplice aunque en realidad, seguramente no tenia nada que ver ya que eran unos pandilleros a los que el brujo debía una cantidad interesante de dinero, por conseguirle algunas especias para realizar unos conjuros que no salieron del todo esperado y desde entonces estaba evitando realizar su pago, mientras entraban de un callejón a otro este hacia sonar sus dedos buscando provocar algunos accidentes de esa forma se les caían a los perseguidores buscando de esa forma entorpecerlos y librarse de algo.
-Lo siento Love, no creo que te crean si le dices que no tienes nada que ver conmigo.
Feliphe Mondragon- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/02/2018
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