AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mon Besoin // Lora B.
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Mon Besoin // Lora B.
Recuerdo del primer mensaje :
Hacienda "Los Alamos"
6:40 PM
1797
-•-•-
Desde aquella terraza la observaba en silencio cual depredador, deleitándose con los movimientos gráciles de sus brazos, ataques limpios bien ejecutados. Lora se volvía cada vez más fuerte a pesar de su delicada figura que a ojos incautos sería incapaz de blandir un arma, nada más errado pues la francesa era realmente despiadada cuando de humanos viles se trataba ya le había tocado en más de una ocasión ver el castigo que a esos infames les llovía por sus actos. Era evidente que ya había superado por mucho la destreza de Abelardo quien apenas podía cubrirse o esquivarle. Sonrió con cierto orgullo, su pequeña Lora con el transcurso de los años se volvió más vital para él, lo supo cuando hace tiempo tuvo que partir para buscar a la maldita que se encargó de sellar su destino y el de Catalina, recordaba con amargo sabor las tres semanas que estuvo lejos de su piel, de su lecho, lo único que provoco con esa breve separación fue que el español se jurase jamás alejarse de ella. El pensar que aquel viaje solo fue para confirmar lo que ya sabía no ayudaba en mucho, seguían sin dar con ella como si a la maldita bruja se la hubiese tragado la tierra, cayó en el juego estúpido del gato y el ratón desde entonces, años pisándole los talones. Debía admitir que su atención no estaba cien por ciento en eso, sin duda se había dedicado a estar más con Lora llevando una vida casi irreal para él, asistiendo a eventos sociales de vez en cuando, viajando esporádicamente en compañía de Lora cuando algún negocio se lo exigía, inclusive habían ofrecido alguna que otra fiesta en la misma hacienda para guardar apariencias. Habían sido años de algún modo agradables y llevaderos, ella cubrió cada rincón de su soledad con aquella risa jovial llevándolos a estar extrañamente compenetrados, porque para Damián vivir con alguien no era cosa fácil pero la humana lo sabía sobrellevar, conocía mucho de él pues así se lo permitió el español a pesar de lo enigmático que podía llegar a ser.
En un parpadeo el español apareció en el jardín, hace unos minutos que el sol se había metido y extrañamente para los presentes su vestimenta era más relajada al no llevar saco encima con la camisa desabotonada, se le antojaria andar descalzo de no ser por aquel animalejo de cuatro patas que se creía dueño de la hacienda gracias a la protección de la mujer que tanto deseaba y que tan habilmente siempre se lograba salir con la suya .
-Puedes retirarte Abelardo, yo me encargo a partir de ahora...-
-Por supuesto mi señor. - La voz del hombre denotaba el esfuerzo de aquel enfrentamiento que, a diferencia de él, Lora se mostraba como si nada, solo un par de cabellos rebeldes caían sobre los hombros. -Con su permiso señorita Bellamy.- comento despidiéndose de la joven dueña con evidente alivio, dejándoles a solas en el amplio jardín de la hacienda.
Acto que el vampiro aprovecho para cortar distancia hasta capturar los labios de la humana, con la demencia de siempre destilando el deseo que despertaba con su solo respirar. Una de sus manos perfilo el bello rostro sin apartar la oscura mirada que no mostraba más que complicidad e infinita adoración-Tienen mucho practicando o solamente un par de minutos-Preguntó sin apartarse, manteniendo el contacto posesivo sobre el cuerpo femenino.
Hacienda "Los Alamos"
6:40 PM
1797
"Cuando la necesidad nos arranca palabras sinceras
cae la máscara y aparece el hombre"
cae la máscara y aparece el hombre"
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Desde aquella terraza la observaba en silencio cual depredador, deleitándose con los movimientos gráciles de sus brazos, ataques limpios bien ejecutados. Lora se volvía cada vez más fuerte a pesar de su delicada figura que a ojos incautos sería incapaz de blandir un arma, nada más errado pues la francesa era realmente despiadada cuando de humanos viles se trataba ya le había tocado en más de una ocasión ver el castigo que a esos infames les llovía por sus actos. Era evidente que ya había superado por mucho la destreza de Abelardo quien apenas podía cubrirse o esquivarle. Sonrió con cierto orgullo, su pequeña Lora con el transcurso de los años se volvió más vital para él, lo supo cuando hace tiempo tuvo que partir para buscar a la maldita que se encargó de sellar su destino y el de Catalina, recordaba con amargo sabor las tres semanas que estuvo lejos de su piel, de su lecho, lo único que provoco con esa breve separación fue que el español se jurase jamás alejarse de ella. El pensar que aquel viaje solo fue para confirmar lo que ya sabía no ayudaba en mucho, seguían sin dar con ella como si a la maldita bruja se la hubiese tragado la tierra, cayó en el juego estúpido del gato y el ratón desde entonces, años pisándole los talones. Debía admitir que su atención no estaba cien por ciento en eso, sin duda se había dedicado a estar más con Lora llevando una vida casi irreal para él, asistiendo a eventos sociales de vez en cuando, viajando esporádicamente en compañía de Lora cuando algún negocio se lo exigía, inclusive habían ofrecido alguna que otra fiesta en la misma hacienda para guardar apariencias. Habían sido años de algún modo agradables y llevaderos, ella cubrió cada rincón de su soledad con aquella risa jovial llevándolos a estar extrañamente compenetrados, porque para Damián vivir con alguien no era cosa fácil pero la humana lo sabía sobrellevar, conocía mucho de él pues así se lo permitió el español a pesar de lo enigmático que podía llegar a ser.
En un parpadeo el español apareció en el jardín, hace unos minutos que el sol se había metido y extrañamente para los presentes su vestimenta era más relajada al no llevar saco encima con la camisa desabotonada, se le antojaria andar descalzo de no ser por aquel animalejo de cuatro patas que se creía dueño de la hacienda gracias a la protección de la mujer que tanto deseaba y que tan habilmente siempre se lograba salir con la suya .
-Puedes retirarte Abelardo, yo me encargo a partir de ahora...-
-Por supuesto mi señor. - La voz del hombre denotaba el esfuerzo de aquel enfrentamiento que, a diferencia de él, Lora se mostraba como si nada, solo un par de cabellos rebeldes caían sobre los hombros. -Con su permiso señorita Bellamy.- comento despidiéndose de la joven dueña con evidente alivio, dejándoles a solas en el amplio jardín de la hacienda.
Acto que el vampiro aprovecho para cortar distancia hasta capturar los labios de la humana, con la demencia de siempre destilando el deseo que despertaba con su solo respirar. Una de sus manos perfilo el bello rostro sin apartar la oscura mirada que no mostraba más que complicidad e infinita adoración-Tienen mucho practicando o solamente un par de minutos-Preguntó sin apartarse, manteniendo el contacto posesivo sobre el cuerpo femenino.
Última edición por Damian Alarcón el Dom Mar 11, 2018 5:11 pm, editado 1 vez
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Mon Besoin // Lora B.
La espalda del inmortal impacto de manera sorda en la pared provocando que pequeñas morusas de concreto reposaran en los hombros masculinos, de ahí la razón por la cual su mirada subiera fría hasta capturar la enloquecida carmesí que gritaba sed por cada poro de su piel; conocía exactamente aquella sensación y en Lora debía perpetrarse el doble ante sus primeros minutos de eternidad al igual que su innegable aumento de fuerza levemente por encima de la suya, privilegios de ser una neófita.
-Estoy enterado de ello...-Contestó ante el grito con una aparente tranquilidad que lejos de lograr sosiego aclamaba incertidumbre.
Moviéndose de manera ágil y rápida volvió a capturar el cuerpo esta vez girándola para que su espalda chocara con su pecho, deslizándose por la pared hasta que ambos quedaran en el suelo sentados, por unos segundos le resulto difícil contenerla atenuando que no estaba haciendo uso de sus dones, se habia prometido no hacerlo jamas con aquella mujer y era algo que no pensaba faltar, no por el momento.
-Hazlo...-
Si la situación hubiese sido otra le ofrecería su cuello, pero la realidad era evidente, Lora estaba demasiado eufórica para comprender razones y el no seria capaz de contenerle al punto de tener que lastimarla, primero se dejaba mutilar por la rubia antes que tocarle un solo cabello. Expuso la muñeca delante de los labios con un tanto de brusquedad, pues la francesa seguía luchando desesperada hasta que al parecer captó cuál sería su fuente de alimentación esa noche.
–Anda, te sentirás mejor.–
Demandó el Español con voz autoritaria manteniendo sus piernas abiertas y un poco flexionadas para que Lora tuviera espacio enmedio de ellas. Cuando sintió que la enfermera solo estaba concentrada en una cosa y ya había dejado de luchar soltó su agarre deleitándose con la imagen que sin duda le generaba placer. Más le valía a su mano derecha mantenerse al margen por que con la euforia su mujer no se detendría a meditar si era correcto o no atravesarle la piel a cualquiera que se le cruzace con corazón pulsante. Era de muchas maneras extraño, el estar tendidos en aquel cuarto oscuro le resultaba sin duda muy complejo.
–Ven...– le ordenó para que esta se girará a verle despues de unos minutos, neceditaba contemplarle y tocar aquel rostro. Su sangre debía ser suficiente para calmarle la sed y regalarle un poco de control. Su pulgar limpio la comisura de los labios femeninos donde aquel hilo de su sangre descansaba, sin decir más la atrajo de nuevo a el aunque está pareciera negarse por lo rígida de su postura, sabía que ella por un momento sintió y degustó la agonía que el inmortal había padecido cuando está deliberadamente decido cometer tal imprudencia. –Dejo de quemar?...–
Pregunto con un extraño tono de voz mientras apretaba aún más el cuerpo que encarcelaba sus brazos, manteniendolos en el suelo sentados. Damián no lo diría y quizás nunca tocaría el tema de todo aquello que sintió.
-Estoy enterado de ello...-Contestó ante el grito con una aparente tranquilidad que lejos de lograr sosiego aclamaba incertidumbre.
Moviéndose de manera ágil y rápida volvió a capturar el cuerpo esta vez girándola para que su espalda chocara con su pecho, deslizándose por la pared hasta que ambos quedaran en el suelo sentados, por unos segundos le resulto difícil contenerla atenuando que no estaba haciendo uso de sus dones, se habia prometido no hacerlo jamas con aquella mujer y era algo que no pensaba faltar, no por el momento.
-Hazlo...-
Si la situación hubiese sido otra le ofrecería su cuello, pero la realidad era evidente, Lora estaba demasiado eufórica para comprender razones y el no seria capaz de contenerle al punto de tener que lastimarla, primero se dejaba mutilar por la rubia antes que tocarle un solo cabello. Expuso la muñeca delante de los labios con un tanto de brusquedad, pues la francesa seguía luchando desesperada hasta que al parecer captó cuál sería su fuente de alimentación esa noche.
–Anda, te sentirás mejor.–
Demandó el Español con voz autoritaria manteniendo sus piernas abiertas y un poco flexionadas para que Lora tuviera espacio enmedio de ellas. Cuando sintió que la enfermera solo estaba concentrada en una cosa y ya había dejado de luchar soltó su agarre deleitándose con la imagen que sin duda le generaba placer. Más le valía a su mano derecha mantenerse al margen por que con la euforia su mujer no se detendría a meditar si era correcto o no atravesarle la piel a cualquiera que se le cruzace con corazón pulsante. Era de muchas maneras extraño, el estar tendidos en aquel cuarto oscuro le resultaba sin duda muy complejo.
–Ven...– le ordenó para que esta se girará a verle despues de unos minutos, neceditaba contemplarle y tocar aquel rostro. Su sangre debía ser suficiente para calmarle la sed y regalarle un poco de control. Su pulgar limpio la comisura de los labios femeninos donde aquel hilo de su sangre descansaba, sin decir más la atrajo de nuevo a el aunque está pareciera negarse por lo rígida de su postura, sabía que ella por un momento sintió y degustó la agonía que el inmortal había padecido cuando está deliberadamente decido cometer tal imprudencia. –Dejo de quemar?...–
Pregunto con un extraño tono de voz mientras apretaba aún más el cuerpo que encarcelaba sus brazos, manteniendolos en el suelo sentados. Damián no lo diría y quizás nunca tocaría el tema de todo aquello que sintió.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Mon Besoin // Lora B.
A la rubia nunca le había gustado ser dominada y eso el español lo sabía, sólo había cedido cuando a ella le interesaba o bien para planear el modo de, al final, salirse con la suya. Era una mujer sumamente calculadora, uno de los rasgos que había atraído a Damián desde el inicio de su relación. Y ahora que estaba fuera de sí, consumida por la sed y con una fuerza y poderes que era incapaz de controlar, aún se negaba más a la sumisión a la que el vampiro pretendía someterla. Así que cuando el cainita la hizo girar apegándola a su cuerpo desde la espalda, ella intentó zafarse y peleó por liberarse del agarre. Él la sostuvo con firmeza y al final terminaron los dos sentados en el suelo, ella entre las piernas semi-flexionadas de él.
Era como si no le escuchara, oía su voz, pero las palabras la atravesaban. El ansia la poseía como una maldición y sus pupilas ocupaban al completo sus iris, haciendo desaparecer aquel azul cielo que siempre habían reinado en sus orbes. Éstos se clavaron en la muñeca ajena en las venas azuladas que se apreciaban a través de la pálida piel que las recubría. Sujetó el antebrazo foráneo con ambas manos y de manera voraz se la llevó a la boca, hincando con desespero los colmillos para succionar con una sed endemoniada.
Con cada trago que dio, las emociones ocultas del español la invadieron. Con los años había aprendido a identificar sus pensamientos con bastante certeza, pero aquello era sumamente más intenso de lo que jamás hubiese imaginado. Lo que ocurría era que en el estado en el que se encontraba que se asemejaba a la embriaguez al engullir de golpe tanta ponzoña a la que no estaba acostumbrada, por mucho que su cuerpo se lo exigiera, no fue capaz de analizar los sentimientos de Damián como correspondía, lo que le beneficiaba claramente a él, aunque sin saberlo.
Cuando sintió cierto mareo por la ingesta abrupta de la sangre ajena, soltó el antebrazo que sostenía entre los dedos y permitió que Damián la girara hasta quedar cara a cara. La mirada de Lora estaba perdida y su mente completamente obnubilada. Su cuerpo se movía oscilante como si acabara de subirse a un barco y hubiese marejada. Él limpió la comisura de sus labios y ella, con ese instinto recién adquirido, mordió la yema del pulgar en un acto casi reflejo, aunque no llegó a succionar antes de entreabrir la boca y soltar el dedo.
De nuevo las palabras ajenas la atravesaban, cruzaban su mente pero no se quedaban. Ladeó la cabeza como un niño que intentaba comprender lo que le decía el adulto. Ella era nueva en todo aquello y la excesiva sensibilidad que su condición vampírica le había otorgado, la tenía abrumada.
—¿Dejado de quemar?
Era como si no le escuchara, oía su voz, pero las palabras la atravesaban. El ansia la poseía como una maldición y sus pupilas ocupaban al completo sus iris, haciendo desaparecer aquel azul cielo que siempre habían reinado en sus orbes. Éstos se clavaron en la muñeca ajena en las venas azuladas que se apreciaban a través de la pálida piel que las recubría. Sujetó el antebrazo foráneo con ambas manos y de manera voraz se la llevó a la boca, hincando con desespero los colmillos para succionar con una sed endemoniada.
Con cada trago que dio, las emociones ocultas del español la invadieron. Con los años había aprendido a identificar sus pensamientos con bastante certeza, pero aquello era sumamente más intenso de lo que jamás hubiese imaginado. Lo que ocurría era que en el estado en el que se encontraba que se asemejaba a la embriaguez al engullir de golpe tanta ponzoña a la que no estaba acostumbrada, por mucho que su cuerpo se lo exigiera, no fue capaz de analizar los sentimientos de Damián como correspondía, lo que le beneficiaba claramente a él, aunque sin saberlo.
Cuando sintió cierto mareo por la ingesta abrupta de la sangre ajena, soltó el antebrazo que sostenía entre los dedos y permitió que Damián la girara hasta quedar cara a cara. La mirada de Lora estaba perdida y su mente completamente obnubilada. Su cuerpo se movía oscilante como si acabara de subirse a un barco y hubiese marejada. Él limpió la comisura de sus labios y ella, con ese instinto recién adquirido, mordió la yema del pulgar en un acto casi reflejo, aunque no llegó a succionar antes de entreabrir la boca y soltar el dedo.
De nuevo las palabras ajenas la atravesaban, cruzaban su mente pero no se quedaban. Ladeó la cabeza como un niño que intentaba comprender lo que le decía el adulto. Ella era nueva en todo aquello y la excesiva sensibilidad que su condición vampírica le había otorgado, la tenía abrumada.
—¿Dejado de quemar?
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Mon Besoin // Lora B.
La comisura de su boca se curvo un poco ante los reflejos nada moderados de la rubia, quien no dudo en aprisionar su pulgar por leves segundos. Los ojos seguían clavados con aquel deseo impregnado en cada iris mientras la habitación se llenaba con el aroma carmesí; asintió levemente mientras con su dedo índice señalaba la garganta femenina para después posarlo en la piel y bajar lentamente marcando la tráquea.
–Aqui...–
Indico con el dedo de manera suave como si está pudiera desmoronarse en cualquier momento. Lo notaba, esa neblina mental de la que era presa, intentando comprender lo que la rodeaba con premura y ansias palpables.–Cuando debas alimentarte y no lo hagas a tiempo, la ponzoña quemara tu garganta o eso sentirás...a eso me refería.–El tono de su voz destilaba paciencia una que no siempre mostraba mientras alzaba su mano y acariciaba continuamente la piel de sus mejillas, tan tersa...
- Que recuerdas Lora.-
Pregunto en el mismo tono apacible intentando no ser tan brusco y empezar por ese punto porque era evidente que la enfermera no entendía mucho de lo que estaba pasando así que trataría de ser lo más cuidadoso, no pretendía alterarla si no todo lo contrario. Las caricias del Español continuaron enredándose en los cabellos dorados con suma devoción, había un dejé de preocupación en el rostro inmortal pues en sus años jamás transformo a un humano y si algo sabia es que los neofitos caían en la locura con mayor fracilidad. No quería eso para Lora y la incertidumbre le carcomía de apoco aunque lo esuveira ocultando.
–Trata de concentrarte en algo, te será mejor asimilar de a poco todo a tu alrededor en lo que te acostumbras.–
Sabía que sus sentidos estaban crispados percibiendo cada espacio y ruido que se generaba, la sensibilidad aumentaba tanto que podía aturdir por ello le habla despacio. Damián ya había trazado cada una de las posibilidades y como mayor razón prevenir como sobrellevarlas en caso de que está perdiera la razón, era un alivio que la hacienda estuviera prácticamente sola pues en estos períodos debía lograr que Lora se controlará y adaptarse a su condición. Con cuidado acomodo a la neofta en su regazo fungiendo sus brazos como la prisión más estricta, no tanto para contenerla si no para aliviar la culpa que nacía en el
–Aqui...–
Indico con el dedo de manera suave como si está pudiera desmoronarse en cualquier momento. Lo notaba, esa neblina mental de la que era presa, intentando comprender lo que la rodeaba con premura y ansias palpables.–Cuando debas alimentarte y no lo hagas a tiempo, la ponzoña quemara tu garganta o eso sentirás...a eso me refería.–El tono de su voz destilaba paciencia una que no siempre mostraba mientras alzaba su mano y acariciaba continuamente la piel de sus mejillas, tan tersa...
- Que recuerdas Lora.-
Pregunto en el mismo tono apacible intentando no ser tan brusco y empezar por ese punto porque era evidente que la enfermera no entendía mucho de lo que estaba pasando así que trataría de ser lo más cuidadoso, no pretendía alterarla si no todo lo contrario. Las caricias del Español continuaron enredándose en los cabellos dorados con suma devoción, había un dejé de preocupación en el rostro inmortal pues en sus años jamás transformo a un humano y si algo sabia es que los neofitos caían en la locura con mayor fracilidad. No quería eso para Lora y la incertidumbre le carcomía de apoco aunque lo esuveira ocultando.
–Trata de concentrarte en algo, te será mejor asimilar de a poco todo a tu alrededor en lo que te acostumbras.–
Sabía que sus sentidos estaban crispados percibiendo cada espacio y ruido que se generaba, la sensibilidad aumentaba tanto que podía aturdir por ello le habla despacio. Damián ya había trazado cada una de las posibilidades y como mayor razón prevenir como sobrellevarlas en caso de que está perdiera la razón, era un alivio que la hacienda estuviera prácticamente sola pues en estos períodos debía lograr que Lora se controlará y adaptarse a su condición. Con cuidado acomodo a la neofta en su regazo fungiendo sus brazos como la prisión más estricta, no tanto para contenerla si no para aliviar la culpa que nacía en el
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Mon Besoin // Lora B.
Los ojos de la rubia siguieron la mano ajena, aquel dedo que pronto sintió contra su piel, ya no había diferencia de temperatura, pero ella no se percataba. Sólo sentía la ligera presión, la caricia. Fue agachando la cabeza aún cuando sus orbes dejaron de alcanzar el dígito, centrándose entonces en la muñeca, el antebrazo. Sus dientes seguían afilados y las encías cubiertas de saliva. Las pupilas se dilataban y contraían de manera exagerada, lenta, pero continuada como si absorbiera información con aquel gesto vano.
—No quema.
Aseguró, sentada ya en el regazo del español, observando cada acción del contrario, midiendo la fuerza con la que la aprisionaba. Notaba, a pesar de su estado, que intentaba retenerla. Ahora saciada temporalmente su sed, no sentía la imperiosa necesidad de huir como, tal vez, en otro momento primara en ella. Arrugó la nariz, mostrándole los colmillos y siseó de manera sibilina como si fuera una serpiente, una cobra viperina.
—He sentido dolor.
Aseguró entonces, sin concretar, sin dejar claro si lo que hacía era hablar de su transformación, de la sed o de lo que había percibido al beber la ponzoña del inmortal, cargada de recuerdos, de vivencias, de un pasado retorcido y lleno de tormentas. Se llevó una mano al cuello y lo rodeó con los dedos, apretando hasta que éstos comenzaron a marcarse y oscurecer la piel, justo entonces aflojó el agarre y comenzó a descender con ella por el esternón, el pecho, el abdomen y el vientre. Una vez allí se detuvo y pasó de su cuerpo al foráneo, subiendo por el dorso de la zurda, ascendiendo por el antebrazo, el codo y el hombro, hasta envolver su garganta con las falanges donde apretó de nuevo.
Sus orbes se inyectaron en sangre rojizos, idos y una sonrisa ladina y depravada decoró sus labios aún manchados de sangre ligeramente seca y oscura. Una carcajada cortó con el silencio que de pronto reinaba en la estancia, uno que se había impuesto por las parcas palabras de ambos. Normalmente Lora era muy habladora, no jovial, pues nunca habían sido una pareja divertida, pero se entretenían a su manera, porque eran bastante similares incluso en su carácter algo retorcido. Pero ahora, las imágenes que habían invadido la mente de la francesa habían trastocado temporalmente su psique, como si hubiera dejado de ser ella para convertirse en otra. O, tal vez, habían liberado aquellas cosas que la enfermera había mantenido siempre ocultas.
—No quema.
Aseguró, sentada ya en el regazo del español, observando cada acción del contrario, midiendo la fuerza con la que la aprisionaba. Notaba, a pesar de su estado, que intentaba retenerla. Ahora saciada temporalmente su sed, no sentía la imperiosa necesidad de huir como, tal vez, en otro momento primara en ella. Arrugó la nariz, mostrándole los colmillos y siseó de manera sibilina como si fuera una serpiente, una cobra viperina.
—He sentido dolor.
Aseguró entonces, sin concretar, sin dejar claro si lo que hacía era hablar de su transformación, de la sed o de lo que había percibido al beber la ponzoña del inmortal, cargada de recuerdos, de vivencias, de un pasado retorcido y lleno de tormentas. Se llevó una mano al cuello y lo rodeó con los dedos, apretando hasta que éstos comenzaron a marcarse y oscurecer la piel, justo entonces aflojó el agarre y comenzó a descender con ella por el esternón, el pecho, el abdomen y el vientre. Una vez allí se detuvo y pasó de su cuerpo al foráneo, subiendo por el dorso de la zurda, ascendiendo por el antebrazo, el codo y el hombro, hasta envolver su garganta con las falanges donde apretó de nuevo.
Sus orbes se inyectaron en sangre rojizos, idos y una sonrisa ladina y depravada decoró sus labios aún manchados de sangre ligeramente seca y oscura. Una carcajada cortó con el silencio que de pronto reinaba en la estancia, uno que se había impuesto por las parcas palabras de ambos. Normalmente Lora era muy habladora, no jovial, pues nunca habían sido una pareja divertida, pero se entretenían a su manera, porque eran bastante similares incluso en su carácter algo retorcido. Pero ahora, las imágenes que habían invadido la mente de la francesa habían trastocado temporalmente su psique, como si hubiera dejado de ser ella para convertirse en otra. O, tal vez, habían liberado aquellas cosas que la enfermera había mantenido siempre ocultas.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Mon Besoin // Lora B.
La carcajada que broto de aquellos labios se le antojo cargada de locura, una que estaba comenzando a disfrutar como si fuera la mejor música para sus oídos en complemento con aquel agarre de los delegados dedos ejerciendo presión, le exitaba. La zurda se alzó envolviendo la muñeca pálida, apretandose alrededor de esta con brutal fuerza devolviéndole el gesto, tirando sin medirse ni un poco la mano fémenina de su garganta; que fuera conciente que se estaba midiendo de algún modo.
– No juegues Lora...–
Espeto en un gruñido ronco sin mostrarle los colmillos como está había hecho provocadora momentos antes, le veía pérdida, fuera de sí, con un comportamiento que le atraía cual par de imanes. Su mano aún tenia atrapada la muñeca femenina, en el silencio habitual llevo hasta sus labios el dorso de aquella mano, degustando su sabor, recorriendo con su lengua un camino que se sabía de ida y vuelta descendiendo hasta el lugar donde aquella se profano para quitarse la vida, su mirada se incendió atrapando los ojos contrarios.
–No debiste...–
La mirada destellaba develando su oscuridad, la falta de alimento también le invadían los pensamientos que solo habían estado dedicados obsesivamente a la francesa en un lapso total y exclusivo de tiempo.
Un vampiro podía estar cansado?, Así se sentía por primera vez desde su transformación, la lucha era constante en su interior y en esta ocasión parecía tambalear con más fuerza, aflojó el agarre lento y en silencio se levantó tirando del cuerpo femenino para que quedara de igual manera en pie; hizo a un lado con su pie los pequeños escombros producto de aquel ímpetu ejercido por la neofita contra su cuerpo y camino hacia donde su copa había estado reposando dandole por un momento la espalda a la rubia. Con desagrado bebió el resto, esto no era en absoluto a lo que él estaba acostumbrado pero no tenían demasiadas opciones por el momento, ya que su manera de cazar distaba mucho de las "sutiles" formas que tenía su raza y mientras Lora no controlará su naturaleza era evidente que no podía alimentarse como era debido pues beber de los sirvientes estaba completamente descartado de sus posibilidades.
–Eres mi igual Lora, la primera y la última que será abrazada por mi.– sentenció dejando con disgusto aquella copa, que mal le sabía, era como hecharse un bocado frío y con días de haberse servido. Sus dedos buscaron la piel de porcelana una vez más requiriendo del contacto para centrarse.–Tu piel se volvió dura y fría al tacto humano, tu fuerza se volvió antinatural al igual que otras habilidades, el sol, ya no lo veraz más a menos que quieras acabar con tu eternidad pues incluso nosotros podemos perecer. Y dentro de todo eres más mía que nunca, eso pequeña Lora no lo debes olvidar.– el semblante se percibía molesto, nada inusual que la enfermera no supiera manejar y eso se podría atribuir a que Damián estaba intranquilo al igual que receloso del hecho que Lora pudiera desear más la sangre que a él.
– No juegues Lora...–
Espeto en un gruñido ronco sin mostrarle los colmillos como está había hecho provocadora momentos antes, le veía pérdida, fuera de sí, con un comportamiento que le atraía cual par de imanes. Su mano aún tenia atrapada la muñeca femenina, en el silencio habitual llevo hasta sus labios el dorso de aquella mano, degustando su sabor, recorriendo con su lengua un camino que se sabía de ida y vuelta descendiendo hasta el lugar donde aquella se profano para quitarse la vida, su mirada se incendió atrapando los ojos contrarios.
–No debiste...–
La mirada destellaba develando su oscuridad, la falta de alimento también le invadían los pensamientos que solo habían estado dedicados obsesivamente a la francesa en un lapso total y exclusivo de tiempo.
Un vampiro podía estar cansado?, Así se sentía por primera vez desde su transformación, la lucha era constante en su interior y en esta ocasión parecía tambalear con más fuerza, aflojó el agarre lento y en silencio se levantó tirando del cuerpo femenino para que quedara de igual manera en pie; hizo a un lado con su pie los pequeños escombros producto de aquel ímpetu ejercido por la neofita contra su cuerpo y camino hacia donde su copa había estado reposando dandole por un momento la espalda a la rubia. Con desagrado bebió el resto, esto no era en absoluto a lo que él estaba acostumbrado pero no tenían demasiadas opciones por el momento, ya que su manera de cazar distaba mucho de las "sutiles" formas que tenía su raza y mientras Lora no controlará su naturaleza era evidente que no podía alimentarse como era debido pues beber de los sirvientes estaba completamente descartado de sus posibilidades.
–Eres mi igual Lora, la primera y la última que será abrazada por mi.– sentenció dejando con disgusto aquella copa, que mal le sabía, era como hecharse un bocado frío y con días de haberse servido. Sus dedos buscaron la piel de porcelana una vez más requiriendo del contacto para centrarse.–Tu piel se volvió dura y fría al tacto humano, tu fuerza se volvió antinatural al igual que otras habilidades, el sol, ya no lo veraz más a menos que quieras acabar con tu eternidad pues incluso nosotros podemos perecer. Y dentro de todo eres más mía que nunca, eso pequeña Lora no lo debes olvidar.– el semblante se percibía molesto, nada inusual que la enfermera no supiera manejar y eso se podría atribuir a que Damián estaba intranquilo al igual que receloso del hecho que Lora pudiera desear más la sangre que a él.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
En otro momento, antes de ser convertida, con su cordura intacta y sin la sed subiendo por la garganta hasta afilar sus colmillos, la rubia, seguramente, hubiese sentido algún tipo de remordimiento tras sus actos. Si bien había querido acorralar al vampiro y convencerle de que diera aquel paso al que le temía desde hacía tanto, le creía más entero y que no sufriría en modo alguna al temer perderla. Sabía que el español la apreciaba, la deseaba y la poseía, pero no eran sentimientos suficientes como para preocuparle en el modo en que lo hacía ahora y aquello escapaba a una lógica que, en aquellos instantes, la francesa no poseía.
—Hago lo que quiero, deba o no.
Respondió con una maliciosa sonrisa, sin saber realmente a lo que el comentario ajeno hacía referencia. Sencillamente se sentía poderosa y rebelde, loca. Si se le antojaba algo, instintivamente lo hacía, como llevar la mano a oprimir la innecesaria garganta del cainita. ¿Qué más daba si le cortaba el flujo de aire? Era un vampiro, sus órganos no funcionaban, sus pulmones eran dos pasas negras y bien marchitas. El oxígeno era completamente inútil para él, así que un acto como aquel no cambiaría nada y no le privaría de la “no vida” de la que “disfrutaba”.
Sin comprender por qué, las palabras que escaparon a continuación de los labios del español provocaron una reacción en ella. Su piel, suave, blanca y fría pareció hormiguear bajo el tacto de los dedos ajenos, ascendiendo desde la muñeca hasta el hombro para, finalmente, perderse en la nuca y desaparecer entre las raíces del pelo.
—¿Cuál es el precio a pagar por todo esto?
La pregunta escondía maldad pura, la mente de Lora ansiaba hacerle daño a Damián en esos instantes y recordarle que eso era culpa suya. Sí, ella lo había incitado, pero porque él no dejaba de mentar a la dichosa difunta. Los recuerdos brotaron como sabia negra de las raíces pútridas de un árbol que, aparentemente, estaba sano. La ponzoña del cainita recorriendo sus venas le había entregado visiones que carcomían a la enferma de un modo irritante y doloroso. Se sentía sumamente poderosa y, al mismo tiempo, el último mochuelo del nido, como si el contrario hubiese prolongado aquello por no tener que “conformarse” con lo que había: ella, en vez de su amada Catalina.
—Hago lo que quiero, deba o no.
Respondió con una maliciosa sonrisa, sin saber realmente a lo que el comentario ajeno hacía referencia. Sencillamente se sentía poderosa y rebelde, loca. Si se le antojaba algo, instintivamente lo hacía, como llevar la mano a oprimir la innecesaria garganta del cainita. ¿Qué más daba si le cortaba el flujo de aire? Era un vampiro, sus órganos no funcionaban, sus pulmones eran dos pasas negras y bien marchitas. El oxígeno era completamente inútil para él, así que un acto como aquel no cambiaría nada y no le privaría de la “no vida” de la que “disfrutaba”.
Sin comprender por qué, las palabras que escaparon a continuación de los labios del español provocaron una reacción en ella. Su piel, suave, blanca y fría pareció hormiguear bajo el tacto de los dedos ajenos, ascendiendo desde la muñeca hasta el hombro para, finalmente, perderse en la nuca y desaparecer entre las raíces del pelo.
—¿Cuál es el precio a pagar por todo esto?
La pregunta escondía maldad pura, la mente de Lora ansiaba hacerle daño a Damián en esos instantes y recordarle que eso era culpa suya. Sí, ella lo había incitado, pero porque él no dejaba de mentar a la dichosa difunta. Los recuerdos brotaron como sabia negra de las raíces pútridas de un árbol que, aparentemente, estaba sano. La ponzoña del cainita recorriendo sus venas le había entregado visiones que carcomían a la enferma de un modo irritante y doloroso. Se sentía sumamente poderosa y, al mismo tiempo, el último mochuelo del nido, como si el contrario hubiese prolongado aquello por no tener que “conformarse” con lo que había: ella, en vez de su amada Catalina.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
Lo veía con demasiada facilidad, el como está con una sonrisa perversa disfrutaba de prenderle fuego a la hoguera, así que dejándose dominar por sus impulsos su mano fría capturó el mentón femenino con saña, apretando la carne para alzar un poco el rostro a manera que sus miradas se debatierán.
–Mala respuesta y muy mala pregunta L-o-r-a.–
Sentenció haciéndole ver que sus palabras no le hacían ninguna gracia, Lora no debía jugar de esa manera, no cuando a sus ojos ella era la causante de aquel nuevo infierno que era sentir aquello. Apretó aún más, quería dañarla, oh vaya que quería, de verdad deseaba hacerle conocer a la francesa el precio por su osadía, por retarlo hasta el hartazgo, por acorralarle a sabiendas de que para él era importante y aún después de todo ello, la amaba, un ser tan carcomido como el mismo, le había envenenado el corazón muerto que de ser por su deseo lo haría latir si fuera necesario. Qué cruel verse inmerso en sentimientos tan vanales como aquellos que le trajeron desdicha y tormento en un pasado, no, se reusaba a proclamarle la victoria, no podia, traicionaba la memoria de Catalina con solo pensarlo.
Coraje, había tanto coraje en aquel gesto, la culpaba inegablemente por su recién descubrimiento, por generarle pesar como si no tuviera demasiado en su retorcida cabeza con los recuerdos de lo que fue antes de que siquiera ella naciera. La negación lo domino ante la sola idea de que aquella se saliera con la suya haciendose de el en cuerpo y si aun tuviera alma hasta se la arrebataria.
–Ya haz hecho suficiente como para encima regodearte a costa mía, para con eso.–
Su mirada se incendió en un rojo arrasador, cual depredador remarcando su poderío o lo poco que quedaba de el tras ceder ante los caprichos de la rubia en más de una ocasión. Está había abusado en cuanto el objetivo de su diversión...y a Damián la paciencia, por lo menos este día, se le estaba agotando con mucha facilidad a pesar de sus intentos por permanecer en calma.
–Que si haces lo que te place es porque yo te lo PERMITO, no provoques que cambie de parecer.–
Sus dedos aún seguían sobre la fina piel del mentón ejerciendo presión, hasta que el cuerpo femenino termino contra uno de los muebles tirando lo que en este había, la mano bajo hasta la garganta y rodeo para volver a subir por la nuca, esta vez el español no está siendo delicado, no deseaba serlo. Sus labios impactaron los ajenos sin importarle que está le correspondiera, ese había sido siempre su problema, detenerse en pensar lo que ella quería, tanto así que habían llegado a este punto, donde por poco la pierde. La necesitaba y ella en su transición solo buscaba ponerle los clavos faltantes a su ataúd, cuando se había torcido tanto aquello.
–Mala respuesta y muy mala pregunta L-o-r-a.–
Sentenció haciéndole ver que sus palabras no le hacían ninguna gracia, Lora no debía jugar de esa manera, no cuando a sus ojos ella era la causante de aquel nuevo infierno que era sentir aquello. Apretó aún más, quería dañarla, oh vaya que quería, de verdad deseaba hacerle conocer a la francesa el precio por su osadía, por retarlo hasta el hartazgo, por acorralarle a sabiendas de que para él era importante y aún después de todo ello, la amaba, un ser tan carcomido como el mismo, le había envenenado el corazón muerto que de ser por su deseo lo haría latir si fuera necesario. Qué cruel verse inmerso en sentimientos tan vanales como aquellos que le trajeron desdicha y tormento en un pasado, no, se reusaba a proclamarle la victoria, no podia, traicionaba la memoria de Catalina con solo pensarlo.
Coraje, había tanto coraje en aquel gesto, la culpaba inegablemente por su recién descubrimiento, por generarle pesar como si no tuviera demasiado en su retorcida cabeza con los recuerdos de lo que fue antes de que siquiera ella naciera. La negación lo domino ante la sola idea de que aquella se saliera con la suya haciendose de el en cuerpo y si aun tuviera alma hasta se la arrebataria.
–Ya haz hecho suficiente como para encima regodearte a costa mía, para con eso.–
Su mirada se incendió en un rojo arrasador, cual depredador remarcando su poderío o lo poco que quedaba de el tras ceder ante los caprichos de la rubia en más de una ocasión. Está había abusado en cuanto el objetivo de su diversión...y a Damián la paciencia, por lo menos este día, se le estaba agotando con mucha facilidad a pesar de sus intentos por permanecer en calma.
–Que si haces lo que te place es porque yo te lo PERMITO, no provoques que cambie de parecer.–
Sus dedos aún seguían sobre la fina piel del mentón ejerciendo presión, hasta que el cuerpo femenino termino contra uno de los muebles tirando lo que en este había, la mano bajo hasta la garganta y rodeo para volver a subir por la nuca, esta vez el español no está siendo delicado, no deseaba serlo. Sus labios impactaron los ajenos sin importarle que está le correspondiera, ese había sido siempre su problema, detenerse en pensar lo que ella quería, tanto así que habían llegado a este punto, donde por poco la pierde. La necesitaba y ella en su transición solo buscaba ponerle los clavos faltantes a su ataúd, cuando se había torcido tanto aquello.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
Notaba la fuerza que el contrario ejercía, casi podía sentir hasta el hueso comenzar a crujir, aunque fuera una mera ilusión auditiva. El español no se andaba con tonterías, estaba realmente enfadado con ella, se sentía, seguramente, traicionado. Pero ya era hora de que cambiaran las tornas, porque así era como se había sentido Lora desde que descubriera la existencia de Catalina, tiempo después de que diera comienzo su especial relación con el vampiro. Ceder ante sus pequeños caprichos era lo mínimo que podía hacer para enmendar el daño al que la sometía día tras día, recordándole con aquellos pozos negros que su corazón pertenecía aún a aquella que jamás podría ser suya. La rubia se sentía un reemplazo, un parche para un músculo que ya no latía. Llevarle al límite, obligarle a demostrar que, aunque fuera poco, le importaba suficiente como para intentar convertirla, hacía sido necesario. Necesario para la francesa, para la paz de su mente, para el sosiego de su alma herida.
Ante el comentario del cainita, la enfermera no pudo sino sonreír ladinamente. Él decía permitir que ella hiciera lo que quisiera, que si se imponía, las cosas dejarían de ser fáciles para la española. Pero en la actual mente retorcida y sin filtros de Lora, cada orden de Damián era un reto. Despegó los labios para hablar, pero la boca ajena impactó contra la propia de manera brusca, agresiva, incluso ansiosa. Las cejas de la mujer se arquearon antes de devolver el beso con un buen mordisco. No controlaba su fuerza, su poder, sus colmillos. Cortó la piel foránea con el filo de sus dientes, embebiéndose de la ponzoña que de éstos manó. Recorrió las marcas con la lengua al separarse del rostro del moreno y, relamiéndose, sonrió de nuevo. Los ojos siempre azules de la dama, brillaron rojizos como la lava de un volcán a punto de entrar en erupción.
—¿Y por qué me lo permites?
Quiso saber la vampiresa, la neófita que que se veía consumida por un interés abrumador. Las pocas cosas que habitualmente callaba, aquellas que sabía estaban más allá de los límites invisibles impuestos por el inmortal, ahora salían a la superficie con una sinhueso viperina y afilada. No tenía modo de contenerse, porque en ese estado no deseaba hacerlo. Lo que quería era llevarle de nuevo al límite, como había hecho él constantemente, devolverle cada momento de sufrimiento, cada instante de locura. Los dos eran seres sumamente retorcidos, la diferencia radicaba en que, hasta ahora, la rubia se había contenido. pero eso se había acabado, ya no habría más tregua, más perdones, más tolerancia a aquellas cosas que, poco a poco, la destruían.
—Responde a mi pregunta, Damián.
Su tono sonó exigente, algo que estaba claro que el español no le consentiría. Pero si recibía un castigo por ser sincera, por buscar respuestas a las eternas preguntas, que así fuera. Ahora, al menos, disponía de toda la eternidad para lamentarse.
Ante el comentario del cainita, la enfermera no pudo sino sonreír ladinamente. Él decía permitir que ella hiciera lo que quisiera, que si se imponía, las cosas dejarían de ser fáciles para la española. Pero en la actual mente retorcida y sin filtros de Lora, cada orden de Damián era un reto. Despegó los labios para hablar, pero la boca ajena impactó contra la propia de manera brusca, agresiva, incluso ansiosa. Las cejas de la mujer se arquearon antes de devolver el beso con un buen mordisco. No controlaba su fuerza, su poder, sus colmillos. Cortó la piel foránea con el filo de sus dientes, embebiéndose de la ponzoña que de éstos manó. Recorrió las marcas con la lengua al separarse del rostro del moreno y, relamiéndose, sonrió de nuevo. Los ojos siempre azules de la dama, brillaron rojizos como la lava de un volcán a punto de entrar en erupción.
—¿Y por qué me lo permites?
Quiso saber la vampiresa, la neófita que que se veía consumida por un interés abrumador. Las pocas cosas que habitualmente callaba, aquellas que sabía estaban más allá de los límites invisibles impuestos por el inmortal, ahora salían a la superficie con una sinhueso viperina y afilada. No tenía modo de contenerse, porque en ese estado no deseaba hacerlo. Lo que quería era llevarle de nuevo al límite, como había hecho él constantemente, devolverle cada momento de sufrimiento, cada instante de locura. Los dos eran seres sumamente retorcidos, la diferencia radicaba en que, hasta ahora, la rubia se había contenido. pero eso se había acabado, ya no habría más tregua, más perdones, más tolerancia a aquellas cosas que, poco a poco, la destruían.
—Responde a mi pregunta, Damián.
Su tono sonó exigente, algo que estaba claro que el español no le consentiría. Pero si recibía un castigo por ser sincera, por buscar respuestas a las eternas preguntas, que así fuera. Ahora, al menos, disponía de toda la eternidad para lamentarse.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
No. Sinceramente el inmortal no estaba para las cuestiones retadoras de la rubia, que al parecer dado el empoderamiento surgido, producto de su nueva inmortalidad, no reparaba en que debía irse de puntillas con el español.
Saboreo en su paladar un dejé de su propia sangre ante el fulgor que los colmillos ajenos propiciaron en aquel beso que de forma arrebatada reclamo con demasiada irá, mas que necesidad o anhelo. Calcinaba, en sus pensamientos más profundos siempre había existido conflicto y todo por permitirse interactuar de manera demasiado interpersonal con aquella que solo debía ser su goul, a tanto fue aquella permisiva que ahora Catalina quedaba relegada con apabullante repetitividad, por más que este se rehusará a dejarle marchar de su mente siempre se lograba colar en sus pensamientos la joven enfermera. Otra vez le fallaba.
Sus brazos posesivos soltaron el cuerpo femenino con evidente hartazgo y quizás a primera instancia un inexplicable resentimiento no para con la rubia, si no para si.
– Por entretenimiento, pero como siempre, tu cruzas los límites, volviendolo tedioso y poco gratificante en su mayoria. –
Sin más le dió la espalda respondiendo o más bien excusando su sentir con palabras ajenas a lo que le invadía de verdad, lastimarles era algo que no podía evitar, era su expiación, la manera de callar la culpa que de alguna forma siempre buscaba salir del oscuro rincón al que la felicidad efímera le había destinado desde que llegó Lora. Sabía los huecos que existían en la neofita, la manera en que la peculiar relación no solo le había envenenado a ella, a ambos, tóxico y adicto; con que facilidad se podían destruir si eran la debilidad del otro, aún a pesar que las palabras mentian su tono y movimientos actuaron de acuerdo al embuste proferido, con indiferencia natural.
–Preguntaste el precio a pagar...bien, deja que tus demonios te den la respuesta y tus peores temores te gobiernen, entonces cuando más incertidumbre sientas sabrás el costo de tus insensatos actos, sopesa lo que eres y lo que dejaste.–
Reproche, eso era lo dicho por el inmortal, pasaría mucho tiempo para que aquello se apaciguara siquiera. En el pesaba más la traición que sentía por parte de la rubia quién está vez había llegado demasiado lejos, por supuesto que estaba de cierto modo tranquilo, había logrado retenerla a su lado, pero eso no quitaba el mal sabor de boca que se llevó, menos si a cada segundo la imagen de ella desfalleciendo le torturaba.
–Permaneceremos por dos semanas aquí, no tendrás contacto con nadie si no es en mi presencia hasta que seas capaz de controlarte durante este lapso, después nos iremos de París por un tiempo.–
No se iba a detener en pensar si a ella le parecía, se la llevaría a rastras de ser necesario. La indecisión bailaba en sus manos que aún se debatían entre acariciar la piel ajena o estrujarla hasta hacerle daño, manejar los sentimientos no era lo suyo.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
La contestación del español, no fue la que ella deseaba escuchar. Notaba el rencor en cada palabra que éste pronunciaba, en cómo la miraba, en el modo en que se alejaba de ella, dándole únicamente la espalda como aquello a lo que enfrentar. Los sentimientos de la neófita estaban a flor de piel, todo estaba intensificado, como una adolescente hormonada, todo la afectaba de un modo distinto, extremo y difícil de controlar. Aunque, tal vez, el problema residiera en que ella no deseaba controlarlo, ansiaba liberar todas aquellas cosas que hasta el momento había reprimido, durante ya demasiado tiempo, y ahora debían purgarse del modo más voraz y honesto.
Sentía que con cada sílaba la desafiaba, con cada gesto. La estaba rechazando, la negaba en su mundo y ahora quería, además, alejarla de lo único que le había dicho que era suyo: la hacienda. Vino entonces la imagen de Damián sentado frente al piano, tocándolo. ¿Cómo había osado traer aquello a su hogar? Era egoísta, cruel y retorcido. Sin embargo, la acusaba a ella de cruzar la línea. Ella, que siempre había sido contenida con él, cuidando de no molestarle, de no ser un incordio. Pero el inmortal jamás pensaba en ella de ese modo. Nunca meditaba si sus actos la dañarían, ¿por qué? Porque no le importaba torturarla, sumirla en la más profunda de las miserias o ahogarla en sus propias lágrimas.
Desvió la mirada hacia las tupidas cortinas del ventanal, aquellas que evitaban que el sol entrara en la cámara. Sus ojos fulguraron rojizos como los de una verdadera criatura de la noche, aquello en lo que se había convertido. Rememoró todas las cosas que les dañaban y en un impulso como el que la había llevado días atrás hasta el río, a esa velocidad sobrenatural que había adquirido, se desplazó hasta sostener la pesada tela con la zurda. Pensó en ello únicamente durante un segundo, porque si lo hacía por más tiempo, el cainita la detendría.
—Sopesa tú lo que me hiciste.
Amenazó al español. Si tenía que pagar por las consecuencias de sus actos, si debía ser castigada por enamorarse de un demonio que no correspondía a lo que ella sentía, le retaría una vez. Sabía que el español no tenía alma ni corazón, solamente el recuerdo de la maldita Catalina poblaba su mente.
—Yo te maldigo como tú lo hiciste conmigo.
Aseguró, corriendo a un lado la cortina y dejó entrar los rayos del astro mayor que, en cuanto tocaron su piel, comenzaron a calcinarla. Ardía, dolía como nada lo había hecho nunca, incluso más que los abrasadores celos que estrangulaban su corazón. Pero aún con todo, no se apartó, aunque su cuerpo fue cediendo, incapaz de soportar la laceración, hasta caer de rodillas.
Sentía que con cada sílaba la desafiaba, con cada gesto. La estaba rechazando, la negaba en su mundo y ahora quería, además, alejarla de lo único que le había dicho que era suyo: la hacienda. Vino entonces la imagen de Damián sentado frente al piano, tocándolo. ¿Cómo había osado traer aquello a su hogar? Era egoísta, cruel y retorcido. Sin embargo, la acusaba a ella de cruzar la línea. Ella, que siempre había sido contenida con él, cuidando de no molestarle, de no ser un incordio. Pero el inmortal jamás pensaba en ella de ese modo. Nunca meditaba si sus actos la dañarían, ¿por qué? Porque no le importaba torturarla, sumirla en la más profunda de las miserias o ahogarla en sus propias lágrimas.
Desvió la mirada hacia las tupidas cortinas del ventanal, aquellas que evitaban que el sol entrara en la cámara. Sus ojos fulguraron rojizos como los de una verdadera criatura de la noche, aquello en lo que se había convertido. Rememoró todas las cosas que les dañaban y en un impulso como el que la había llevado días atrás hasta el río, a esa velocidad sobrenatural que había adquirido, se desplazó hasta sostener la pesada tela con la zurda. Pensó en ello únicamente durante un segundo, porque si lo hacía por más tiempo, el cainita la detendría.
—Sopesa tú lo que me hiciste.
Amenazó al español. Si tenía que pagar por las consecuencias de sus actos, si debía ser castigada por enamorarse de un demonio que no correspondía a lo que ella sentía, le retaría una vez. Sabía que el español no tenía alma ni corazón, solamente el recuerdo de la maldita Catalina poblaba su mente.
—Yo te maldigo como tú lo hiciste conmigo.
Aseguró, corriendo a un lado la cortina y dejó entrar los rayos del astro mayor que, en cuanto tocaron su piel, comenzaron a calcinarla. Ardía, dolía como nada lo había hecho nunca, incluso más que los abrasadores celos que estrangulaban su corazón. Pero aún con todo, no se apartó, aunque su cuerpo fue cediendo, incapaz de soportar la laceración, hasta caer de rodillas.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
Se giró enarcando una ceja ante las palabras de la rubia y fue entonces que vio a medias la intención que inundaban en los ojos teñidos por la sangre. Escasos segundos fueron los que la piel de la mujer quedó expuesta, lo suficiente para dañarle superficialmente y dejarle marca que tardaría unas horas en desaparecer; su condición no le permitía soportar tanto la luz ya que a el quizás hubiera tardado unos segundos considerables para ocasionarle daño, los años te daban la fuerza para soportar tantas cosas; con evidente molestia y sin importarle lo lastimada que estuviera la alzó sosteniendole de los hombros agitando el cuerpo con brusquedad.
–Que estabas pensando, me orillaste a darte está inmortalidad y ahora de verdad quieres acabar con ella!. No comprendo que deseas de mi, si volverme en la locura eterna o solo jugar con lo poco que queda de mi cordura.–
Estaba un tanto fuera de sí, su mente no había tenido descanso alguno y aunque su rostro reflejaba la mejor de las apariencias sus ojos delataban el cansancio mental que sufría, el desgaste que Lora había dejado en el irónicamente dada su condición. Le costaba comprender lo que le albergaba, era difícil reconocer los sentimientos que se aderihan como la peor de las enredaderas, pero fuera de eso, el comprender los sentimientos de la nueva inmortal era aún más complicado pues en su afán de retenerla solo la estaba lastimando, oscureciendole el alma aún más y eso le satisfacía en algún punto de su retorcido ser, herirla le complacía, sintiendo que era el precio que debían pagar por algo que en ningún momento tuvo que ser.
–Dime de una vez que es lo que quieres y te lo daré, pero deja de castigarme por lo que vives a mi lado, porque eh de traer a tus memorias que aún a sabiendas de lo que era estar a mi lado, accediste. Es muy tarde para querer retractarse.–
El agarre era desconciderado teniendo en cuenta la piel lastimada bajo las manos frías, tóxico era aquello, pero tan necesario. No la quería lejos, no la quería con nadie mas, solo pensarlo le soltaba el peor de los demonios porque la mataría con sus manos si se le antojaba a la rubia ser ajena, siempre lo tuvo claro, Lora era algo que jamás compartiría y menos le permitiría el vuelo, pero reconocerlo ante ella, aceptarlo realmente para vivir con ello, era harina de otro costal.
–Que no te eh dado, que te falta?. Porque debo sopesar algo que tú provocaste, crees que deseaba esto para ti?, Soy egoísta Lora y si bien tenía pensado transformarte en un futuro, de ninguna manera deseaba que fuera así. Lo sabías y no te importo desafiarme, bajo el pretexto que sea.–
Su voz fue más allá de timbre normal exponiendo su alteración que en todo momento estuvo guardando con suma calma una que poco quedaba de ella. La enfermera lograba sacarlo de sí con una facilidad que evidenciaba lo bien que conocía al español, pues siempre regresaba la estocada con demasiada certeza.
–Que estabas pensando, me orillaste a darte está inmortalidad y ahora de verdad quieres acabar con ella!. No comprendo que deseas de mi, si volverme en la locura eterna o solo jugar con lo poco que queda de mi cordura.–
Estaba un tanto fuera de sí, su mente no había tenido descanso alguno y aunque su rostro reflejaba la mejor de las apariencias sus ojos delataban el cansancio mental que sufría, el desgaste que Lora había dejado en el irónicamente dada su condición. Le costaba comprender lo que le albergaba, era difícil reconocer los sentimientos que se aderihan como la peor de las enredaderas, pero fuera de eso, el comprender los sentimientos de la nueva inmortal era aún más complicado pues en su afán de retenerla solo la estaba lastimando, oscureciendole el alma aún más y eso le satisfacía en algún punto de su retorcido ser, herirla le complacía, sintiendo que era el precio que debían pagar por algo que en ningún momento tuvo que ser.
–Dime de una vez que es lo que quieres y te lo daré, pero deja de castigarme por lo que vives a mi lado, porque eh de traer a tus memorias que aún a sabiendas de lo que era estar a mi lado, accediste. Es muy tarde para querer retractarse.–
El agarre era desconciderado teniendo en cuenta la piel lastimada bajo las manos frías, tóxico era aquello, pero tan necesario. No la quería lejos, no la quería con nadie mas, solo pensarlo le soltaba el peor de los demonios porque la mataría con sus manos si se le antojaba a la rubia ser ajena, siempre lo tuvo claro, Lora era algo que jamás compartiría y menos le permitiría el vuelo, pero reconocerlo ante ella, aceptarlo realmente para vivir con ello, era harina de otro costal.
–Que no te eh dado, que te falta?. Porque debo sopesar algo que tú provocaste, crees que deseaba esto para ti?, Soy egoísta Lora y si bien tenía pensado transformarte en un futuro, de ninguna manera deseaba que fuera así. Lo sabías y no te importo desafiarme, bajo el pretexto que sea.–
Su voz fue más allá de timbre normal exponiendo su alteración que en todo momento estuvo guardando con suma calma una que poco quedaba de ella. La enfermera lograba sacarlo de sí con una facilidad que evidenciaba lo bien que conocía al español, pues siempre regresaba la estocada con demasiada certeza.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
Sentía la piel deshacerse bajo las gélidas manos del inmortal que la sostenía en alto con fuerza sobrenatural y la zarandeaba sin medida alguna como si intentara agitar un avispero para sacarle todas las avispas y devorar luego la miel ante la atónita mirada de los insectos. Así se sentía Lora, siendo sacudida como una simple cáscara vacía. El vampiro ya había devorado todo su ser y desgastado su corazón, ¿qué más quería sacarle con tanta exigencia e intento de dominación?
Igual que una serpiente el cuello de la francesa se estiró y sus orbes inyectados en sangre se clavaron en el rostro ajeno. La pálida dermis parecía irse rehaciendo a paso muy lento y cada célula muerta que se recomponía dolía como cuando los rayos la abrasaron.
—Deja de repetir semejante mentira, Damián.
Espetó con la voz cargada de rencor. Él sabía que intentaba engañarla cada ver que pronunciaba aquella frase porque, aunque cambiara palabras, aunque modificara el orden y la estructura, la patraña era la misma.
—Para cuando supe de la existencia de esa sombra que pesa sobre tu recuerdo ya era demasiado tarde para mí. Cuando decidiste que era merecedora de conocer la verdad que me condenaría, yo ya no podía echarme atrás. Esperaste a que mi corazón fuera tuyo para arrancarlo de mi pecho y pisarlo frente a mis ojos. Así que no te atrevas a decir que yo acepté esto a sabiendas. Porque nunca fue así.
El dolor teñía aquel rostro ahora deformado por la calcinación. Y aunque hasta mover los dedos era como sentir un millar de alfileres atravesándola, sonrió. Una sonrisa fría, distante y condenatoria. Estaba haciendo una promesa muda, una que le aseguraba al español que recibiría el mismo daño que él le había causado a la enfermera. Que ella misma se encargaría de hacerle comprender la tortura que soportaba día tras día y que callaba siempre. Porque por mucho que de vez en cuando Lora plantara cara y le echara en cara lo que sentía, eran demasiadas las cosas que se guardaba y el tiempo que soportaba la lacra que suponía para ella la maldita Catalina.
La venganza se había hecho esperar, pero ahora que la mente de la rubia se había desquiciado hasta el límite, ya no había contención. No existía freno capaz de detener el avance de algo que llevaba años conteniendo. El dichoso piano había sido el pistoletazo de salida para los galgos y la francesa se había prometido no parar hasta arrancarle la cabeza a la liebre tras la que llevaba demasiado tiempo corriendo en círculos.
Igual que una serpiente el cuello de la francesa se estiró y sus orbes inyectados en sangre se clavaron en el rostro ajeno. La pálida dermis parecía irse rehaciendo a paso muy lento y cada célula muerta que se recomponía dolía como cuando los rayos la abrasaron.
—Deja de repetir semejante mentira, Damián.
Espetó con la voz cargada de rencor. Él sabía que intentaba engañarla cada ver que pronunciaba aquella frase porque, aunque cambiara palabras, aunque modificara el orden y la estructura, la patraña era la misma.
—Para cuando supe de la existencia de esa sombra que pesa sobre tu recuerdo ya era demasiado tarde para mí. Cuando decidiste que era merecedora de conocer la verdad que me condenaría, yo ya no podía echarme atrás. Esperaste a que mi corazón fuera tuyo para arrancarlo de mi pecho y pisarlo frente a mis ojos. Así que no te atrevas a decir que yo acepté esto a sabiendas. Porque nunca fue así.
El dolor teñía aquel rostro ahora deformado por la calcinación. Y aunque hasta mover los dedos era como sentir un millar de alfileres atravesándola, sonrió. Una sonrisa fría, distante y condenatoria. Estaba haciendo una promesa muda, una que le aseguraba al español que recibiría el mismo daño que él le había causado a la enfermera. Que ella misma se encargaría de hacerle comprender la tortura que soportaba día tras día y que callaba siempre. Porque por mucho que de vez en cuando Lora plantara cara y le echara en cara lo que sentía, eran demasiadas las cosas que se guardaba y el tiempo que soportaba la lacra que suponía para ella la maldita Catalina.
La venganza se había hecho esperar, pero ahora que la mente de la rubia se había desquiciado hasta el límite, ya no había contención. No existía freno capaz de detener el avance de algo que llevaba años conteniendo. El dichoso piano había sido el pistoletazo de salida para los galgos y la francesa se había prometido no parar hasta arrancarle la cabeza a la liebre tras la que llevaba demasiado tiempo corriendo en círculos.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Mon Besoin // Lora B.
La risa burlona y oscura resonó en la habitación que compartían, lora se mostraba fuerte, en sus palabras podía oír la determinación de no dejarse caer ante sus manipulaciones, pero herirla aún estaba en el, el disfrute de su dolor era algo enfermizo. No tenía lógica destruir lo que amas, carcomerlo por dentro hasta no dejar nada más que tu nombre y aún así disfrutaba cada gesto herido de la rubia, reasia, la enfermera destapó sus mentiras, mentiras que el español buscaba convertir en verdad en la mente femenina con la intención de instalar la culpa y el arrepentimiento logrando que nuevamente ella asumiera la culpa de algo que él había cargado por tantos años. Egoísta en totalidad le complacía escuchar de aquellos labios cada reproche y sentimiento guardado, casi podía saborarear la amargura con que era pronunciado su hiriente actitud durante tanto tiempo, justo en ese instante una chispa pareció encenderse con la sonrisa que con dificultad le regalaba quien prometía volverse su verdugo.
—Absoluta verdad.—
La mirada seguía fija en ella, manteniendo ahora el gesto molesto por la resistencia constante que mostraba la francesa a ser dominada por las buenas, porque no podía ser dócil y complacerlo?, no, el inmortal no buscaba una sumisa pues en el fondo le hubiese resultado aburrido con el tiempo. Sus juegos ahora eran atrapados con mayor facilidad por la mujer que tenía enfrente cortando de tajo sus intenciones de doblegarla; eso le cabreaba pero al mismo tiempo lo alentaba a seguir intentando flaquear a Lora corromperla que supiera que aquello que sentía no era nada comparado con lo que de verdad podía hacer si el tan solo se propusiera dañarla.
— Oh perspectivas distintas...te falta lucidez, deberías descansar.—
El tinte sarcástico adorno con frialdad sus palabras, no sentía lástima por ella, jamás lo haría pues no eran sentimientos dignos de relacionarse con Lora, la trataba como su igual o al menos eso intentaba y se mataría primero antes que verla de como inferior. Su manera de amarla era retorcida eso era muy cierto, pero la amaba aún con toda la basura que les rodeaba, los miedos, los celos, los resentimientos que se fueron alimentando con el paso de los años, el había engrandecido al monstruo y ahora sólo quedaba soltarlo.
— Y que harás?, tu alma me pertenece enteramente...mi sangre corre por tu frío cuerpo y tu mente está infectada con mi presencia constante, así que no inices algo que no podrás terminar Lora...—
Le espeto dandole tregua a la piel que luchaba por regenerarse, estaba agotado y no sabía de algún modo para detenerse, dejar de prenderle fuego a la hoguera.
—Absoluta verdad.—
La mirada seguía fija en ella, manteniendo ahora el gesto molesto por la resistencia constante que mostraba la francesa a ser dominada por las buenas, porque no podía ser dócil y complacerlo?, no, el inmortal no buscaba una sumisa pues en el fondo le hubiese resultado aburrido con el tiempo. Sus juegos ahora eran atrapados con mayor facilidad por la mujer que tenía enfrente cortando de tajo sus intenciones de doblegarla; eso le cabreaba pero al mismo tiempo lo alentaba a seguir intentando flaquear a Lora corromperla que supiera que aquello que sentía no era nada comparado con lo que de verdad podía hacer si el tan solo se propusiera dañarla.
— Oh perspectivas distintas...te falta lucidez, deberías descansar.—
El tinte sarcástico adorno con frialdad sus palabras, no sentía lástima por ella, jamás lo haría pues no eran sentimientos dignos de relacionarse con Lora, la trataba como su igual o al menos eso intentaba y se mataría primero antes que verla de como inferior. Su manera de amarla era retorcida eso era muy cierto, pero la amaba aún con toda la basura que les rodeaba, los miedos, los celos, los resentimientos que se fueron alimentando con el paso de los años, el había engrandecido al monstruo y ahora sólo quedaba soltarlo.
— Y que harás?, tu alma me pertenece enteramente...mi sangre corre por tu frío cuerpo y tu mente está infectada con mi presencia constante, así que no inices algo que no podrás terminar Lora...—
Le espeto dandole tregua a la piel que luchaba por regenerarse, estaba agotado y no sabía de algún modo para detenerse, dejar de prenderle fuego a la hoguera.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Mon Besoin // Lora B.
”¿Y qué harás?” preguntó el español y la rubia no respondió, no, solamente le miró de nuevo, clavando sus dos ojos ahora rojos como amapolas ardiendo y sonrió de una manera extraña, de un modo en que ella nunca antes lo había hecho. De hecho, la francesa rara vez cambiaba su semblante serio, como si la musculatura de su rostro estuviese atrofiada de nacimiento. Pero en aquella ocasión los labios se tensaron y curvaron hacia arriba, mostrando la perfecta hilera de perlas blancas que suponía la hilera superior de sus dientes con aquellos dos afilados y prominentes colmillos. La mueca se ladeó un poco y se veía completamente antinatural, no porque la forzara, sino porque una expresión semejante no cuadraba con la personalidad de la enfermera. Pero ella ya no era aquella mujer.
Más pronto que tarde, Damián se arrepentiría de haberla desafiado. Siempre era él quien amenazaba, quien la acorralaba y le prohibía que hiciera una cosa u otra, sin embargo, las tornas habían cambiado aunque eso el cainita no lo supiera. Pero lo descubriría, lo haría sin duda alguna y maldeciría a la rubia. Si era incapaz de amarla, lograría que la odiara de tal modo, que fuera incapaz de olvidarla sin necesidad de maldición alguna.
—Tenemos toda la eternidad por delante.
Aquella fue la única contestación que le dio al hombre que seguía mirándola intensamente. Ella ladeó la cabeza sin borrar aquella escalofriante sonrisa de sus labios. Sacó un poco la lengua y se perfiló la boca, recogiendo células muertas, restos de la calcinación. Recordó entonces lo que había ocurrido minutos atrás y se palpó la cara con la diestra, observando luego los restos negruzcos que quedaron en sus dedos, viendo cómo se desintegraban y convertían en polvo.
—Ha sido… interesante.
Comentó, antes de apoyarse con la zurda en el suelo e impulsarse para levantarse. Obviamente, el inmortal no tenía intención de dejar que se marchara como si nada después de lo sucedido. Lora le estaba toreando sin cesar, le desafiaba, le retaba con cada acto. Primero le había obligado a convertirla en contra de su deseo y, posteriormente, le había provocado exponiéndose al sol con vil descaro y, encima, frente a su atenta y ofuscada mirada, mientras discutían y ella le reclamaba el trato que le daba.
—No podrás vigilarme todo el tiempo, Damián.
Espetó ella con sobrada soberbia, alzando el mentón y con un frío destello en los ojos, que poco a poco dejaban atrás el color carmesí para irse tornando, de nuevo, azules como el hielo.
Más pronto que tarde, Damián se arrepentiría de haberla desafiado. Siempre era él quien amenazaba, quien la acorralaba y le prohibía que hiciera una cosa u otra, sin embargo, las tornas habían cambiado aunque eso el cainita no lo supiera. Pero lo descubriría, lo haría sin duda alguna y maldeciría a la rubia. Si era incapaz de amarla, lograría que la odiara de tal modo, que fuera incapaz de olvidarla sin necesidad de maldición alguna.
—Tenemos toda la eternidad por delante.
Aquella fue la única contestación que le dio al hombre que seguía mirándola intensamente. Ella ladeó la cabeza sin borrar aquella escalofriante sonrisa de sus labios. Sacó un poco la lengua y se perfiló la boca, recogiendo células muertas, restos de la calcinación. Recordó entonces lo que había ocurrido minutos atrás y se palpó la cara con la diestra, observando luego los restos negruzcos que quedaron en sus dedos, viendo cómo se desintegraban y convertían en polvo.
—Ha sido… interesante.
Comentó, antes de apoyarse con la zurda en el suelo e impulsarse para levantarse. Obviamente, el inmortal no tenía intención de dejar que se marchara como si nada después de lo sucedido. Lora le estaba toreando sin cesar, le desafiaba, le retaba con cada acto. Primero le había obligado a convertirla en contra de su deseo y, posteriormente, le había provocado exponiéndose al sol con vil descaro y, encima, frente a su atenta y ofuscada mirada, mientras discutían y ella le reclamaba el trato que le daba.
—No podrás vigilarme todo el tiempo, Damián.
Espetó ella con sobrada soberbia, alzando el mentón y con un frío destello en los ojos, que poco a poco dejaban atrás el color carmesí para irse tornando, de nuevo, azules como el hielo.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Mon Besoin // Lora B.
—Que de igual manera como te otorgue dicha eternidad, puedo quitártela, no lo olvides...sólo bastaría con entrar a tu mente.—
El inmortal camino parsimonioso hasta poner una distancia considerada entre ellos, sentándose como sí necesitará descansar las piernas, guiños que se habituaban para no desentonar con humanos. La mirada varonil volvió a la neófita que ahora hacia gala de un ímpetu nuevo, con cada gesto en su fino rostro delataba un mal augurio; los puños del español se apretaron tras ver como a la mujer le fascinaba lo que su locura generaba.
—interesante has dicho...que profanes un cuerpo que ya no es tuyo no es interesante Lora, es imperdonable. No lo vuelvas a provocar, tu condición no te permitirá más que segundos, antes de convertirte en polvo— La sorna desaparecido de su voz, al ver aquel peligroso destello en los ojos que lentamente volvían a su habitual color le provoco una extraña sensación; la enfermera parecía fascinada por su descubrimiento pero era evidente que al español le hacía todo menos gracia. Se jactaba de conocer a la francesa mejor que ella y hasta el día de hoy era la primera vez que notaba una diferencia marcada en su mirada, un destello de soberbia y altanería genuinos, que lejos de llamar su atención solo buscaban una sola cosa: enfrentarlo. Oh, aquella criatura a la que le dio la eternidad no tenía claro con quien pretendía jugar.
—El diablo sabe más por viejo, que por diablo. — aquello fue dicho con frialdad sin romper el contacto visual, estaba agotado y bien sabía que la poca sangre que logró conseguirle Abelardo no sería suficiente —Así qué ponme a prueba...No habrá lugar donde escapes de mi, la sangre llama Lora.— finalizo respondiendo a su último comentario, que tras unos segundos de silencio repentinamente y sin decir nada se levantó de aquel sillón que adornaba la recámara para dirigirse a la puerta, tenía mucho sin salir a cazar, desde que conoció a la enfermera su única fuente de alimento había sido ella pero dada las circunstancia tendría que buscar otros métodos de alimento pues beber sangre fría de una copa no era precisamente de su gusto.
—Tengo sed y evidentemente tu no la puedes saciar ya, así que disfruta tu logro, ganaste, ya tienes lo que quieres.—la ponzoña destilo de las frías palabra mientras abría la puerta con intención de abandonar la habitación. —aún quedan unas horas de sol, ya sabes que la hacienda está condicionada para no limitar tu andar en ella y creo esta demás decir que no puedes salir aún al exterior verdad?. De nuevo bienvenida al infierno Lora— una reverencia acentuó sus últimas palabras y así la figura del inmortal se perdió por aquel oscuro pasillo con dirección a su despacho ya que por el momento tener a la rubia cerca le distraía demasiado, sin contar la profunda molestia por sus deliberados actos; aquella que le debía lealtad le había apuñalado al intentar quitarse la vida y le recriminaba sin medirse un poco, sabía que los sentimientos que pudiese tener Lora a la hora de morir iban a influir en su nueva vida, lo que no tenía idea era como los iba a manejar sabiendo que aquella de melena dorada difícilmente cedería por la buenas.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Mon Besoin // Lora B.
Lora rio con todo el descaro del mundo, a carcajadas, ni siquiera se molestó en hacer uso de sus más que inculcados modales para cubrirse la boca. Su risa resonó en la estancia, dejando un extraño eco que parecía reverberar en las paredes y hasta hacer temblar los viejos y pesados libros en sus estantes. ¿Que ese cuerpo no le pertenecía? Su cuerpo siempre sería suyo y ahora más que nunca. Ahora era dueña de mucho más de lo que había sido cuando era una simple humana, una mortal más, una esclava de sangre incluso. Ahora tenía poder, aunque aún no lo supiera dominar. Podía haber perdido la cordura, haber dejado que los celos y el rencor se apropiaran de su mente, pero su cuerpo... eso era otra cosa. Ella se pertenecía y haría con su existencia lo que se le antojara. Que esperara sólo el cainita a descubrir hasta que punto era capaz de llegar la francesa.
Sin embargo, aunque ninguna de las amenazas promulgadas por el español hizo que reculara en sus intenciones ni meditara ninguna de sus acciones pasadas, recientemente, un comentario simple que hizo con el afán de recalcar la situación, seguramente con todo el afán de dañarla, hizo que las carcajadas cesaran de golpe y la mirada de la rubia volviera a tornarse carmesí.
Pero, antes de que Lora dijera o hiciera algo, la silueta de Damián se desdibujaba al adentrarse en la negrura de un pasillo largo y sin iluminación alguna. La mente de la enfermera se tornó como un huracán aproximándose a un volcán a punto de entrar en erupción. ""Evidentemente tú no puedes saciar mi sed". Aquellas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, taladrando una idea. Ahora, el español, buscaría a otra mujer que satisficiera sus necesidades. ¿Haría con ella lo mismo que había hecho con la francesa? ¿Tomaría no sólo su sangre, sino su cuerpo también? ¿La convertiría en una sombra más, como la de Catalina, para atormentarla? ¿Sería, quizá, esta vez, ella la nueva Catalina? ¿Pasaría a convertirse en un recuerdo del pasado? ¿La abandonaría a su suerte?
La inmortal cayó de rodillas al suelo, llevándose ambas manos a sostenerse la cabeza. Se encogió hasta casi formar una bola y con toda la fuerza que pudo, gritó. Fue un grito desgarrador, lleno de odio, de miedo, de amargura. Un grito que hizo temblar los cristales de las ventanas y que incluso algunas de éstas se resquebrajaran. Fue un grito de auxilio. Fue una llamada en busca de ayuda. Fue un reclamo hacia la Lora que había decidido jugárselo todo a una carta. ¿Qué había ocurrido con la partida? ¿Desde qué momento había perdido? ¿Sabía Damián que había derrotado a la rubia? ¿Lo había planeado, acaso, con su astucia centenaria? ¿Había sido todo una trampa? ¿Había caído la que se creía tan lista, en un jaque sin salida? ¿Era una mate de todas todas o había escapatoria todavía?
Como si fuera posible, como si respirar aún le resultara necesario, la enfermera sufrió un ataque de pánico. El español se reiría en su cara si la viera así, boqueando como un pez, caída de costado en el suelo con lágrimas secas surcando sus mejillas. De haber llevado maquillaje, ahora mismo parecería un mapache con los ojos envueltos en negrura y chorretones horribles manchando sus pómulos y bajando hasta la barbilla. Se sentía derrotada justo después de saborear una fingida victoria.
Sin embargo, aunque ninguna de las amenazas promulgadas por el español hizo que reculara en sus intenciones ni meditara ninguna de sus acciones pasadas, recientemente, un comentario simple que hizo con el afán de recalcar la situación, seguramente con todo el afán de dañarla, hizo que las carcajadas cesaran de golpe y la mirada de la rubia volviera a tornarse carmesí.
Pero, antes de que Lora dijera o hiciera algo, la silueta de Damián se desdibujaba al adentrarse en la negrura de un pasillo largo y sin iluminación alguna. La mente de la enfermera se tornó como un huracán aproximándose a un volcán a punto de entrar en erupción. ""Evidentemente tú no puedes saciar mi sed". Aquellas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, taladrando una idea. Ahora, el español, buscaría a otra mujer que satisficiera sus necesidades. ¿Haría con ella lo mismo que había hecho con la francesa? ¿Tomaría no sólo su sangre, sino su cuerpo también? ¿La convertiría en una sombra más, como la de Catalina, para atormentarla? ¿Sería, quizá, esta vez, ella la nueva Catalina? ¿Pasaría a convertirse en un recuerdo del pasado? ¿La abandonaría a su suerte?
La inmortal cayó de rodillas al suelo, llevándose ambas manos a sostenerse la cabeza. Se encogió hasta casi formar una bola y con toda la fuerza que pudo, gritó. Fue un grito desgarrador, lleno de odio, de miedo, de amargura. Un grito que hizo temblar los cristales de las ventanas y que incluso algunas de éstas se resquebrajaran. Fue un grito de auxilio. Fue una llamada en busca de ayuda. Fue un reclamo hacia la Lora que había decidido jugárselo todo a una carta. ¿Qué había ocurrido con la partida? ¿Desde qué momento había perdido? ¿Sabía Damián que había derrotado a la rubia? ¿Lo había planeado, acaso, con su astucia centenaria? ¿Había sido todo una trampa? ¿Había caído la que se creía tan lista, en un jaque sin salida? ¿Era una mate de todas todas o había escapatoria todavía?
Como si fuera posible, como si respirar aún le resultara necesario, la enfermera sufrió un ataque de pánico. El español se reiría en su cara si la viera así, boqueando como un pez, caída de costado en el suelo con lágrimas secas surcando sus mejillas. De haber llevado maquillaje, ahora mismo parecería un mapache con los ojos envueltos en negrura y chorretones horribles manchando sus pómulos y bajando hasta la barbilla. Se sentía derrotada justo después de saborear una fingida victoria.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Mon Besoin // Lora B.
El español podía oír desde la planta baja cada moviendo en la habitación de Lora, era como verla, sabía lo que sus palabras le estaban causando y aún con ello no acudió a consolarle pues deseaba que saboreara la miseria, se lo tenía bien merecido al igual que el. Lo disfrutaba, ese peculiar aroma de desdicha que despedía el ambiente, era su penitencia y no quedaba más que abrazarla; encerrado en su despacho a la espera de que la noche remontara sobre ellos se quedo tan quiero como una perfecta estatua pensando en lo que ahora debía hacer, ya que a el no le causaba gracia volver al juego de cazar doncellas, porque el prefería la sangre limpia sin duda, era demasiado elitista un rasgo que no había perdido de su pasada vida. Damián en sí era un vampiro joven entre tanto milenario y aún no perdía esa parte recatada, donde de algún modo las masacres no eran compatibles con el y si llegaba a perpetrarlas era muy raro, como la vez que había envenenado a Lora; dejando claro que no disfrutaba de ninguna manera la pérdida de sangre innecesaria. El más claro ejemplo era todo este tiempo que paso sin hacerse de una esclava o tan siquiera haber convertido a alguien antes. Podía ser todo lo frío y calculador incluso despiadado, pero tenía sus reglas las cuales respetaba.
—Adelante puedes entrar, no estoy ocupado—
La figura de Abelardo apareció en el marco con una evidente mirada de preocupación y despedía un poco de miedo en aquel sudor que descendía por un costado de su mejilla.— La señora, temo no se encuentra bien.—
— Te diste cuenta?—dijo el español con evidente sarcasmo y una sonrisa torcida mientras negaba con la cabeza—No se te ocurra ir al piso de arriba, aunque seas tu, te arrancaría la cabeza y no por que le desagrades mi estimado. Dejarle sola por ahora es lo mejor, entendiste— la mirada del inmortal desprendía autoridad y la amenaza implícita del riesgo que el humano corría si se le ocurría asomar la cabeza a la habitación de la rubia.
—Mejor date prisa con los trámites, irnos de París en este momento será lo mejor para Lora— le presiono invitándole a dejarle sólo en su despacho, esa noche no subió para hablar con la enfermera, la cosas no saldrían bien si lo hacia, tampoco salió a buscar alimento, tuvo que conformarse con la sangre fría que Abelardo le consiguió en la mañana. No sólo su mujer le preocupaba, sino el hecho de que esta se pudiera enterar que el ya había hecho contacto con Catalina, que estaba en este mundo nuevamente, porque sólo empeoraría la situación que se había torcido demasiado con todos los sucesos ocurridos.
-TEMA FINALIZADO-
—Adelante puedes entrar, no estoy ocupado—
La figura de Abelardo apareció en el marco con una evidente mirada de preocupación y despedía un poco de miedo en aquel sudor que descendía por un costado de su mejilla.— La señora, temo no se encuentra bien.—
— Te diste cuenta?—dijo el español con evidente sarcasmo y una sonrisa torcida mientras negaba con la cabeza—No se te ocurra ir al piso de arriba, aunque seas tu, te arrancaría la cabeza y no por que le desagrades mi estimado. Dejarle sola por ahora es lo mejor, entendiste— la mirada del inmortal desprendía autoridad y la amenaza implícita del riesgo que el humano corría si se le ocurría asomar la cabeza a la habitación de la rubia.
—Mejor date prisa con los trámites, irnos de París en este momento será lo mejor para Lora— le presiono invitándole a dejarle sólo en su despacho, esa noche no subió para hablar con la enfermera, la cosas no saldrían bien si lo hacia, tampoco salió a buscar alimento, tuvo que conformarse con la sangre fría que Abelardo le consiguió en la mañana. No sólo su mujer le preocupaba, sino el hecho de que esta se pudiera enterar que el ya había hecho contacto con Catalina, que estaba en este mundo nuevamente, porque sólo empeoraría la situación que se había torcido demasiado con todos los sucesos ocurridos.
-TEMA FINALIZADO-
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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