AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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"LO QUE NOS UNE"
PARÍS
...Algunas noches lejanas..
-•-•-
PARÍS
...Algunas noches lejanas..
-•-•-
El silencio fue interrumpido por una copa de vidrio estrellándose contra el suelo y después de eso nadie más que Damián permaneció en esa habitación que funcionaba como estudio privado del inmortal,pues quien en su sano juicio metería los dedos en la jaula de un animal enfurecido, la respuesta era nadie, al menos ninguna de las almas que servían en aquella mansión se atrevían a molestarle después de los sucesos recientes.
El aura de Damián se tornó mas oscura como el abismo de una cueva inexplorada, estaba iracundo y no escuchaba razones, solo tenía una cosa en su mente o mejor dicho a una persona que podía mitigar su locura. Aún sentía como la luz de su existencia se desvanecía entre sus brazos, siempre dolía igual, cuanto tiempo tardaría en volver a el, lo haría esta vez?. En cuanto la noche le abrazo no tuvo la fuerza para mantenerse en ese lugar todo le recordaba a ella sin la menor provocación y asqueado de ello salió sin más, no tenía claro a donde iba se dejó guiar por su inconsciente que solo esquivaba por reflejo a los transeúntes que encontraba esporádicamente sobre la acera.
Solo un aroma peculiar capto su atencion haciéndole detener en su andar, demaciado penetrante e imprudente el olor de esa sangre que estaba derramando esa criatura traviesa. Su inconciente le buscaba a ella y al parecer le había encontrado, ese característico olor que Lora poseía le había impactado desde el inesperado primer encuentro entre ambos; la pequeña flor era letal al parecer.
La escena no le escandalizó, con toda calma se quedo observándola realizar la minuciosa tarea que le ocupaba en aquel obscuro callejón . Ella lo noto, por supuesto lo hizo pero no se sorprendió parecía que estaba esperando la aparición de Damián; tras el cruce de miradas que se dio por un momento la joven volvio su atención al bulto ya sin vida. Una vez que termino la sutura el inmortal camino hasta ella, no le importo que tuviese un poco salpicada la cara de aquel líquido carmesí le tomo del brazo alzándola del suelo con un poco de urgencia reclamando los cálidos labios descargando toda su frustración en ese beso, dejándole saber que se sentía vacío y por supuesto no solo necesitaba de su sangre, sus garras se volvieron sobre la fina cintura deleitándose con la tibieza del cuerpo ajeno y la adrenalina que parecía desbordar por sus actos.
-Interesante pasatiempo mi Lady-
Disimulo muy bien lo que le carcomía por dentro pues su rostro retomo la seriedad característica que le representaba.
No le quito la mirada de encima ni un segundo apesar que se había separado de ella con sutileza
-Que perpetró el infeliz para mereceros tan dedicada y hábil verdugo como tu-
La verdad no era algo que le interesará, pero necesitaba con vehemencia sacarse a Catalina de la cabeza, olvidar que al darle su sangre había provocado su muerte.
Última edición por Damian Alarcón el Mar Sep 26, 2017 1:25 am, editado 1 vez
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Una noche más se cernía sobre París y la enfermera tenía un nuevo cometido en su búsqueda de justicia. Normalmente se tomaba su tiempo para organizarlo todo, no se apresuraba ni tomaba decisiones atropelladas, pero aquel era un caso especial, era un violador de niños y niñas, no le importaba su sexo, sólo que fueran pequeños, menores de diez años y ya iban tres víctimas. Le había costado dar con él, pero en cuanto lo hizo, aceleró el proceso habitual y al día siguiente ya le estaba dando caza por los callones de la ciudad.
Sus movimientos fueron silenciosos como siempre y se movió agazapada como un felino acechando a su presa, al pequeño ratón que se creía muy listo y se dedicaba a comer las crías de otros roedores. Le atacó con fluidez, fue casi un visto y no visto, saltó sobre la espalda del hombre, inmovilizándole los brazos con las piernas y con las manos le silenció y seccionó la yugular. Rara vez utilizaba otro método para acabar con aquellos individuos, porque los cobardes no merecían nada mejor que lo que ellos podían ofrecer. Saltó de nuevo hacia atrás para dejar caer el cuerpo inerte contra el frío y húmedo suelo, limpiándose los restos de sangre con el dorso de su zurda. Sus azules ojos parecían casi resplandecer con el titilar de la poca iluminación y sus cabellos rubios ondularon, recogidos, por la brisa nocturna. Se agachó junto al cadáver, sacando el afilado escalpelo, rasgó con él el cinturón y dejó vía libre a la apertura del pantalón. Tiró de estos hacia abajo, extirpando meticulosamente los genitales sucios y malolientes del abusador, introduciendo los mismos luego en el tracto intestinal y cosió la herida que había quedado abierta con perfectos puntos de sutura. Estaba a punto de limpiar la escena cuando notó que alguien la observaba, girándose con suspicacia, aunque al reconocer la silueta se relajó de inmediato y terminó lo que estaba haciendo, antes de incorporarse por aquel jalón y apegarse a él y sus labios. El beso fue demandante, casi furioso y Lora lo pudo sentir retumbar por todo su ser como la vibración de un terremoto.
—Si la policía no hace su trabajo, alguien debe vengar a las víctimas.
La enfermera era fría con sus palabras, a pesar del remolino de sensaciones que le revolvían el estómago; ninguna por lo que acababa de hacer. Sin embargo, la satisfacción que la recorría al pensar en que esos cobardes no volverían a actuar, arrancaba una ligera sonrisa de sus rojizos labios.
Tocó el dorso de las manos foráneas con la yema de sus dedos, aún cubiertos por guantes de piel negros y dejó que el vampiro se apartara de ella,
regresando la mirada a la escena del «crímen», deberían irse enseguida si no querían que les encontraran junto al cuerpo del delito.
—Violó a dos niñas y un niño. Debemos irnos.
No se explayó más, no quería que les detuvieran, porque no podría seguir dando caza a esos desgraciados si la retenían, ni podría estar junto a Damián. Se deshizo de la tela que enfundaba sus finos dedos y guardó ambas piezas en los bolsillos de su chaqueta, antes de tomar al español del brazo y besarle en la mejilla.
Sus movimientos fueron silenciosos como siempre y se movió agazapada como un felino acechando a su presa, al pequeño ratón que se creía muy listo y se dedicaba a comer las crías de otros roedores. Le atacó con fluidez, fue casi un visto y no visto, saltó sobre la espalda del hombre, inmovilizándole los brazos con las piernas y con las manos le silenció y seccionó la yugular. Rara vez utilizaba otro método para acabar con aquellos individuos, porque los cobardes no merecían nada mejor que lo que ellos podían ofrecer. Saltó de nuevo hacia atrás para dejar caer el cuerpo inerte contra el frío y húmedo suelo, limpiándose los restos de sangre con el dorso de su zurda. Sus azules ojos parecían casi resplandecer con el titilar de la poca iluminación y sus cabellos rubios ondularon, recogidos, por la brisa nocturna. Se agachó junto al cadáver, sacando el afilado escalpelo, rasgó con él el cinturón y dejó vía libre a la apertura del pantalón. Tiró de estos hacia abajo, extirpando meticulosamente los genitales sucios y malolientes del abusador, introduciendo los mismos luego en el tracto intestinal y cosió la herida que había quedado abierta con perfectos puntos de sutura. Estaba a punto de limpiar la escena cuando notó que alguien la observaba, girándose con suspicacia, aunque al reconocer la silueta se relajó de inmediato y terminó lo que estaba haciendo, antes de incorporarse por aquel jalón y apegarse a él y sus labios. El beso fue demandante, casi furioso y Lora lo pudo sentir retumbar por todo su ser como la vibración de un terremoto.
—Si la policía no hace su trabajo, alguien debe vengar a las víctimas.
La enfermera era fría con sus palabras, a pesar del remolino de sensaciones que le revolvían el estómago; ninguna por lo que acababa de hacer. Sin embargo, la satisfacción que la recorría al pensar en que esos cobardes no volverían a actuar, arrancaba una ligera sonrisa de sus rojizos labios.
Tocó el dorso de las manos foráneas con la yema de sus dedos, aún cubiertos por guantes de piel negros y dejó que el vampiro se apartara de ella,
regresando la mirada a la escena del «crímen», deberían irse enseguida si no querían que les encontraran junto al cuerpo del delito.
—Violó a dos niñas y un niño. Debemos irnos.
No se explayó más, no quería que les detuvieran, porque no podría seguir dando caza a esos desgraciados si la retenían, ni podría estar junto a Damián. Se deshizo de la tela que enfundaba sus finos dedos y guardó ambas piezas en los bolsillos de su chaqueta, antes de tomar al español del brazo y besarle en la mejilla.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:45 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El brazo del eterno se amoldo al femenino con cuidado de no poner demasiada fuerza en su agarre y tras recibir el cálido beso en su fría mejilla comenzaron su andar saliendo del callejón con paso acompasado, antes de dar la vuelta para alejarse del lugar la mirada oscura recorrió en cuestión de segundos cada parte de la escena, cerciorándose que su pequeña no hubiese dejado rastro alguno. No había duda que Lora sabía lo que hacía y dado el caso, era un hecho que no tenía poco ejerciendo justicia por mano propia sin duda la dulce enfermera tenía unos dones muy bien guardados desde su perspectiva. Pronto dejaron atrás aquel cadáver que merecía pudrirse, su mirada permanecía atenta viendo hacia adelante y poniendo suma atención a los murmullos .
-Tenía la intención de interrumpirle vuestro sueño, pero es evidente que las noches en las que no vienes a mi, las utilizas de manera productiva-
Hablo después de un silencio que no resultaba incomodo pues extrañamente la joven se había acoplado a su fría compañía ya que en cierto modo eran muy parecidos apesar de su naturaleza que indicaba todo lo contrario. Con delicadeza tomo la fina mano de la rubia y la llevo a su boca para besarle rozando sus colmillos en la piel de seda; era evidente que necesitaba sentirle para llenárse de su dulce olor, ese que le apasiguaba sus demonios y cuándo lo deseaba era capaz de provocarlos.
-Cuéntame tu día -
Demandó posesivo acercandola mas a él mientras continuaban caminando lo cierto era que el inmortal una vez que comenzó a beber de ella se intereso por todo lo que la rodeaba, le gustaba oírle pues su manera de pensar era muy peculiar para la corta edad que poseia, tan madura, podría decirse que Lora era un alma vieja atrapada en un joven y bello cuerpo.
El temple del vampiro seguía igual, sin delatar ninguna emoción en el,por más satisfacción que le proporcionara la cercanía o por más atormentado que se encontrará en ese instante;se preguntaba en qué momento la joven decidió hacer justicia de modo tan peculiar.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
A pesar de no sentir remordimiento alguno por el acto recién cometido, un leve miedo recorría la espina dorsal de la rubia, más por Damián que por ella, a pesar de ser él mucho más fuerte, rápido y capaz de escapar de cualquier perseguidor que pudiera venir tras ellos. Era algo más bien irracional, un pánico vinculado a la relación que mantenían, tan incierta e intangible para cualquiera, pero my significativa para Lora. Él era el único que conocía sus quehaceres nocturnos, y además de ello, no la juzgaba. No solían hablar demasiado, los dos eran almas calladas, aunque explosivas. Ambos eran peligrosos a su manera tranquila y paciente, como serpientes.
Le vio observar la escena de soslayo, justo antes de confesar sus intenciones, a lo que la enfermera dejó escapar una suave risa a penas audible. Siguió el ritmo de los pasos de su acompañante, sin prisa pero sin pausa, mirando su distinguido perfil.
—No todas. Por suerte, no tengo tareas como esta muy a menudo.
Así era, ocupaba algunas noches en impartir justicia, pero la mayoría de las vísperas en que no podía acompañar al hombre, eran por su verdadero trabajo como enfermera, atendiendo urgencias para gente que no podía permitirse pagar por ser atendidos. la señorita Bellamy tenía todo el dinero que pudiera necesitar gracias a sus progenitores, así que atendía a los enfermos necesitados sin cobrarles. A los ricos, por el contrario, les cargaba bien las facturas. Ella era así, se guiaba como le dictaban sus tripas y el corazón. La cabeza la usaba para otras cosas.
Siguió el gesto del español con la mirada, apretando un poco los labios al no querer sonreír demasiado. A pesar de lo frío y distante que solía ser, Damián tenía algunos arrebatos a los que Lora se había ido acostumbrando lentamente.
—Hoy fui a visitar a la señora Gracien, su embarazo se está complicando y sólo está de cinco meses y medio.
Sabía que las historias que le contaba no eran de suma importancia, pero que le servían al vampiro para desconectar de los tormentosos recuerdos que le acechaban a todas horas. Era un hombre torturado, por muy bien que lo ocultara, y la rubia lo sabía. Posó su mano sobre la foránea y acarició los fríos nudillos ajenos con la yema de sus dígitos.
—Seguramente deba adelantar su parto y hacerle una cesárea a los siete meses.
Le vio observar la escena de soslayo, justo antes de confesar sus intenciones, a lo que la enfermera dejó escapar una suave risa a penas audible. Siguió el ritmo de los pasos de su acompañante, sin prisa pero sin pausa, mirando su distinguido perfil.
—No todas. Por suerte, no tengo tareas como esta muy a menudo.
Así era, ocupaba algunas noches en impartir justicia, pero la mayoría de las vísperas en que no podía acompañar al hombre, eran por su verdadero trabajo como enfermera, atendiendo urgencias para gente que no podía permitirse pagar por ser atendidos. la señorita Bellamy tenía todo el dinero que pudiera necesitar gracias a sus progenitores, así que atendía a los enfermos necesitados sin cobrarles. A los ricos, por el contrario, les cargaba bien las facturas. Ella era así, se guiaba como le dictaban sus tripas y el corazón. La cabeza la usaba para otras cosas.
Siguió el gesto del español con la mirada, apretando un poco los labios al no querer sonreír demasiado. A pesar de lo frío y distante que solía ser, Damián tenía algunos arrebatos a los que Lora se había ido acostumbrando lentamente.
—Hoy fui a visitar a la señora Gracien, su embarazo se está complicando y sólo está de cinco meses y medio.
Sabía que las historias que le contaba no eran de suma importancia, pero que le servían al vampiro para desconectar de los tormentosos recuerdos que le acechaban a todas horas. Era un hombre torturado, por muy bien que lo ocultara, y la rubia lo sabía. Posó su mano sobre la foránea y acarició los fríos nudillos ajenos con la yema de sus dígitos.
—Seguramente deba adelantar su parto y hacerle una cesárea a los siete meses.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:45 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Se mantenía atento escuchando la dulce voz relatarle sus vivencias en el transcurso de la mañana, tiempo que no podía estar con ella por obviedad. Reconoció el nombre de la mujer embarazada, pues ya había surgido en otra charla, apesar que aquello le resultaba intrascendente siempre le ponía atención y recordaba con suma facilidad todas sus anécdotas hasta el momento. Su vista bailo sobre el tacto que la rubia le dedicaba, cuanto podía mantenerse en calma? Lo que fuera no sería mucho y no es que temiera asustar a Lora, ella más que nadie confrontaba sus demonios,jugando con ellos demostrando que era digna de merecer más por parte del vampiro.
Cuan habilidosa se volvería al probar la sangre eterna de la que era poseedor, sin duda sería una obra de arte una muy exquisita, no le cabía la menor duda.
-Estoy seguro que haréis frente a la situación, por más complicación que surja-
Afirmo de manera seca, manteniendo el contacto con la humana,guardando silencio sin dejar de caminar. Pocas cosas lograban descontrolarle y en ese momento se sentía muy cerca, saboreaba el borde de la inminente explosión.
-Venís caminando hasta aquí?
Inquirió sin expresión en el rostro con vos neutra todo lo contrario a lo que estaba experimentando por dentro, trate de poner toda su atención en ella, y en la respuesta que le daría aunque lo más seguro es que su carruaje estuviera a unas cuadras más.
Deseaba saciar la sed, esa frustración que le rodeaba por sus acciones pasadas ya que si no hubiera sido tan imprudente posiblemente Catalina no hubiera muerto de manera tan prematura;Damián sabía que no era necesario platicar de ello con la rubia a su lado pues esta era muy intuitiva e inteligente con el tiempo había aprendido a interpretar sus silencios o los pocos gestos que esté hiciera debido al vínculo que se estaba formado.
-Esta noche te quedarais conmigo.
Era evidente que no estaba preguntando,necesitaba callar sus demonios y no había en este momento mejor antídoto que Lora para lograr por un instante despojarse de su condena.
Cuan habilidosa se volvería al probar la sangre eterna de la que era poseedor, sin duda sería una obra de arte una muy exquisita, no le cabía la menor duda.
-Estoy seguro que haréis frente a la situación, por más complicación que surja-
Afirmo de manera seca, manteniendo el contacto con la humana,guardando silencio sin dejar de caminar. Pocas cosas lograban descontrolarle y en ese momento se sentía muy cerca, saboreaba el borde de la inminente explosión.
-Venís caminando hasta aquí?
Inquirió sin expresión en el rostro con vos neutra todo lo contrario a lo que estaba experimentando por dentro, trate de poner toda su atención en ella, y en la respuesta que le daría aunque lo más seguro es que su carruaje estuviera a unas cuadras más.
Deseaba saciar la sed, esa frustración que le rodeaba por sus acciones pasadas ya que si no hubiera sido tan imprudente posiblemente Catalina no hubiera muerto de manera tan prematura;Damián sabía que no era necesario platicar de ello con la rubia a su lado pues esta era muy intuitiva e inteligente con el tiempo había aprendido a interpretar sus silencios o los pocos gestos que esté hiciera debido al vínculo que se estaba formado.
-Esta noche te quedarais conmigo.
Era evidente que no estaba preguntando,necesitaba callar sus demonios y no había en este momento mejor antídoto que Lora para lograr por un instante despojarse de su condena.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Aunque el vampiro pudiera sonar tosco y seco en el tono que utilizaba, Lora sabía que lo que importaba eran las palabras usadas y que, a pesar de lo banal de su existencia como enfermera, él la apoyaba en sus labores, fueran del tipo que fueran, incluso las que trataban de despojar a hombres de su supuesta virilidad puesta a mal uso. Desde que se conocieran que la rubia había demostrar actuar con cabeza, a pesar de sus breves momentos cargados de energía, y ser merecedora de su confianza. Giró el rostro para mirar al español y le sonrió, afirmando ante la pregunta.
—Vine caminando, pero no desde la mansión Bellamy. El carruaje está parado cerca del museo, esperándome. El cochero cree que fui a visitar al doctor Florien, el antropólogo. Sufre de dolores a menudo, así que lo utilizo muchas veces como excusa.
Dejó escapar una breve risa, baja y agradable, nada estridente o molesto. La francesa era poco ruidosa, en sus movimientos e incluso al hablar. Su voz era suave y poco variable, lo que la hubiese convertido en una perfecta nana que durmiera a los niños a su cuidado con tiernos cuentos. Pero esa no era su vocación, su destino.
Caminó con el moreno del brazo hasta llegar al coche de caballos y acarició a uno de los corceles, el de color fuego, aunque a aquellas horas de la noche parecía pardo. El conductor les saludó y bajó para abrir la puerta.
—Gracias, Leopold.
Subió primera, pues Damián era muy caballeroso y seguía costumbres de la alta sociedad. Se ayudó de la mano del vampiro para alzar su cuerpo y comodarse en el interior del carruaje, esperando a su acompañante, que daría las instrucciones oportunas al cochero para ir a su destino de aquella noche. Y, al parecer, de todas las que le seguirían. Tenía ganas de quitarse aquella ropa, cómoda para los ataques, pero demasiado ceñida para una dama acostumbrada a los vestidos, ya fueran para trabajar o para asistir a los eventos de la alta alcurnia. Si algo debía ceñirse a sus muslos, prefería que no fuera la tela de unos pantalones.
—Vine caminando, pero no desde la mansión Bellamy. El carruaje está parado cerca del museo, esperándome. El cochero cree que fui a visitar al doctor Florien, el antropólogo. Sufre de dolores a menudo, así que lo utilizo muchas veces como excusa.
Dejó escapar una breve risa, baja y agradable, nada estridente o molesto. La francesa era poco ruidosa, en sus movimientos e incluso al hablar. Su voz era suave y poco variable, lo que la hubiese convertido en una perfecta nana que durmiera a los niños a su cuidado con tiernos cuentos. Pero esa no era su vocación, su destino.
Caminó con el moreno del brazo hasta llegar al coche de caballos y acarició a uno de los corceles, el de color fuego, aunque a aquellas horas de la noche parecía pardo. El conductor les saludó y bajó para abrir la puerta.
—Gracias, Leopold.
Subió primera, pues Damián era muy caballeroso y seguía costumbres de la alta sociedad. Se ayudó de la mano del vampiro para alzar su cuerpo y comodarse en el interior del carruaje, esperando a su acompañante, que daría las instrucciones oportunas al cochero para ir a su destino de aquella noche. Y, al parecer, de todas las que le seguirían. Tenía ganas de quitarse aquella ropa, cómoda para los ataques, pero demasiado ceñida para una dama acostumbrada a los vestidos, ya fueran para trabajar o para asistir a los eventos de la alta alcurnia. Si algo debía ceñirse a sus muslos, prefería que no fuera la tela de unos pantalones.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:45 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El vampiro no se inmutó en dedicarle mirada alguna al cochero una ves que llegaron a donde se encontraba el carruaje, pudo percibir el nerviosismo del hombre al saludarles y este sentimiento en el humano incremento al reconocer quien era el provocando que con rapidez les abríera la puerta,Damián solo se limitó a asentir con la cabeza levemente a manera de respuesta,por supuesto no era la primera vez que le veía y por lo general siempre causaba ese efecto en los empleados de Lora,aunque también en los propios,a decir verdad estaba consciente de la impresión que causaba.Con cuidado y de manera caballerosa ayudo a su pequeña para que subiera dándole su mano como sostén.
-A Los Alamos por favor Leopold...-
-Por supuesto Monsieur.-
Pronuncio el nombre de su Hacienda en su idioma natal,con exquisito acento que aún mantenía apesar de las múltiples lenguas que dominaba.
Una vez que Lora se acomodara en su lugar el procedió a subir también tomando asiento a lado de la oji-azul sin hacer el menor ruido, dirigió una mirada de soslayo al empleado y este al notar los oscuros ojos del inmortal hizo una reverencia cerrando la puerta.
En total silencio se limitó a inclinarse solo un poco para que su fría nariz rozara el cuello de la joven una y otra vez en forma de caricia deleitándose con el dulce aroma que ella desprendía agradeciendo de manera interna la tibieza de su piel que lograba embriagar sin duda alguna,se detuvo en aquel recoveco que le ofrecía la rubia entre su cuello y hombro, dándose un momento para meditar apaciguando su temperamento mientras el único ruido que se percibía era el trote de los caballos arrastrando el carruaje,quizás a Lora le extrañará el destino pues normalmente se veían en la mansión de este y no en la Hacienda que tenía lugar a las afueras de la ciudad;pero era evidente que el inmortal lo último que deseaba era estar en ese sitio.
Retiro su rostro del terso cuello y con delicadeza depósito un tenue beso sobre los cabellos dorados para separarse un poco de la francesa al percatarse de esa brisa que empezaba a predominar las afueras,no quería que pasara frío y el estar cerca de ella no le iba permitir a la joven mantener una buena temperatura.En poco tiempo se dejó de ver por la ventanilla las edificaciones parisinas dando paso a los campos abiertos y pronto entraron a un camino guiado por álamos a las orillas.El perfecto rostro giro de nueva cuenta hacia Lora posando débilmente una mano sobre la de ella la cual descansaba en su regazo.
-En cuanto lleguemos podréis disponer del tiempo que gustéis antes de la cena...si te apetece-
Vociferó en un tono neutro dándole a entender que podría deshacerse de aquellas ropas e inclusive tomar un baño y descansar antes de la cena,por supuesto que él no precisaba de esto último pero le acompañaba de igual forma.
No dijo más,se mantuvo tan mesurado en el poco trayecto que quedaba hasta que el carruaje se detuvo frente a la escalinata de la entrada a la casona,bajando cuando uno de sus empleados abrió la puerta estiro la mano para tomar la de Lora ayudándole a bajar manteniéndola pegada a él una vez que está tocará el suelo posando un brazo alrededor de la silueta femenina.
-Amo Damian....Lady Bellamy. Bienvenidos.-
-Diego.
Dispon que el carruaje de la señorita regrese a la mansión Bellamy despues que el cochero tome una pausa y en una hora deseo que el servicio este listo a cualquier indicación.
Le puntualizó al hombre de manera clara con ese temple que lo caracterizaba para que se retirara mientras el descendía un poco la mirada deseando ver los ojos azules,por supuesto que el inmortal pretendía llevarla de regreso antes de que el sol apareciese por eso pidió que el cochero de esta partiera a París y después de descansar.De manera gallarda le ofreció el brazo que había quitado de su cintura para subir las escaleras mientras el carruaje se marchaba,cuando llegaron al final de los escalones una de las empleadas les abrió las enormes puertas de madera después de saludarles.
-Deseas tomarte un tiempo?, De ser así te esperaré en el despacho.-
Cuestiono sin dejar aquel agarre de su brazo,cierto que la sed propia se disparaba en proporciones elevadas pero debía cubrir las necesidades de Lora primero pues ella a pesar de su entereza seguía siendo humana,aunque una muy excepcional.Ella mejor que nadie conocía esa hacienda y por supuesto disponía de esta como propia por indicaciones de Damián,no era nada extraño que hubiese algunas pertenecías de Lora en el lugar.
-A Los Alamos por favor Leopold...-
-Por supuesto Monsieur.-
Pronuncio el nombre de su Hacienda en su idioma natal,con exquisito acento que aún mantenía apesar de las múltiples lenguas que dominaba.
Una vez que Lora se acomodara en su lugar el procedió a subir también tomando asiento a lado de la oji-azul sin hacer el menor ruido, dirigió una mirada de soslayo al empleado y este al notar los oscuros ojos del inmortal hizo una reverencia cerrando la puerta.
En total silencio se limitó a inclinarse solo un poco para que su fría nariz rozara el cuello de la joven una y otra vez en forma de caricia deleitándose con el dulce aroma que ella desprendía agradeciendo de manera interna la tibieza de su piel que lograba embriagar sin duda alguna,se detuvo en aquel recoveco que le ofrecía la rubia entre su cuello y hombro, dándose un momento para meditar apaciguando su temperamento mientras el único ruido que se percibía era el trote de los caballos arrastrando el carruaje,quizás a Lora le extrañará el destino pues normalmente se veían en la mansión de este y no en la Hacienda que tenía lugar a las afueras de la ciudad;pero era evidente que el inmortal lo último que deseaba era estar en ese sitio.
Retiro su rostro del terso cuello y con delicadeza depósito un tenue beso sobre los cabellos dorados para separarse un poco de la francesa al percatarse de esa brisa que empezaba a predominar las afueras,no quería que pasara frío y el estar cerca de ella no le iba permitir a la joven mantener una buena temperatura.En poco tiempo se dejó de ver por la ventanilla las edificaciones parisinas dando paso a los campos abiertos y pronto entraron a un camino guiado por álamos a las orillas.El perfecto rostro giro de nueva cuenta hacia Lora posando débilmente una mano sobre la de ella la cual descansaba en su regazo.
-En cuanto lleguemos podréis disponer del tiempo que gustéis antes de la cena...si te apetece-
Vociferó en un tono neutro dándole a entender que podría deshacerse de aquellas ropas e inclusive tomar un baño y descansar antes de la cena,por supuesto que él no precisaba de esto último pero le acompañaba de igual forma.
No dijo más,se mantuvo tan mesurado en el poco trayecto que quedaba hasta que el carruaje se detuvo frente a la escalinata de la entrada a la casona,bajando cuando uno de sus empleados abrió la puerta estiro la mano para tomar la de Lora ayudándole a bajar manteniéndola pegada a él una vez que está tocará el suelo posando un brazo alrededor de la silueta femenina.
-Amo Damian....Lady Bellamy. Bienvenidos.-
-Diego.
Dispon que el carruaje de la señorita regrese a la mansión Bellamy despues que el cochero tome una pausa y en una hora deseo que el servicio este listo a cualquier indicación.
Le puntualizó al hombre de manera clara con ese temple que lo caracterizaba para que se retirara mientras el descendía un poco la mirada deseando ver los ojos azules,por supuesto que el inmortal pretendía llevarla de regreso antes de que el sol apareciese por eso pidió que el cochero de esta partiera a París y después de descansar.De manera gallarda le ofreció el brazo que había quitado de su cintura para subir las escaleras mientras el carruaje se marchaba,cuando llegaron al final de los escalones una de las empleadas les abrió las enormes puertas de madera después de saludarles.
-Deseas tomarte un tiempo?, De ser así te esperaré en el despacho.-
Cuestiono sin dejar aquel agarre de su brazo,cierto que la sed propia se disparaba en proporciones elevadas pero debía cubrir las necesidades de Lora primero pues ella a pesar de su entereza seguía siendo humana,aunque una muy excepcional.Ella mejor que nadie conocía esa hacienda y por supuesto disponía de esta como propia por indicaciones de Damián,no era nada extraño que hubiese algunas pertenecías de Lora en el lugar.
- Hacienda:
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
La rubia sonrió suavemente y con disimulo al ver la tensión que el español generó en el lacayo de los Bellamy. Damián era experto en hacer que la gente a su alrededor reaccionara a la defensiva, con reparos, con miedo, pánico incluso. Fue en aquel instante que recordó su primer encuentro con él y, por extraño que le pudiera parecer a cualquiera que escuchara dicha historia, ella sintió atracción, curiosidad, interés... pero nada parecido al temor.
Una vez acomodados en el carruaje, el cochero se puso en marcha y empezó a escucharse el golpetear de los cascos de los caballos sobre los adoquines que conformaban las calles de París. Lora estaba acostumbrada a la temperatura del vampiro, así en ningún momento le incomodó la cercanía ajena. Pero sí que se estremeció ligeramente por el roce de la nariz foránea por sobre la piel de su cuello, sensible como lo era en aquella zona.
Si bien lo habitual era que se reunieran en la mansión de la ciudad, no sería la primera vez que la enfermera pisara la hacienda de las cercanías, así que no le extrañó el destino que les aguardaba para su trayecto de aquella noche. Al notar que el hombre se separaba de ella, tomó la iniciativa y se le acercó de nuevo. Prefería el frío de la piel de su compañero al calor de la mejor de las hogueras. Ella estaba más centrada en su acompañante que en el cambio del paisaje que se apreciaba por las ventanillas del coche de caballos.
—Me cambiaré de ropa cuando lleguemos.
No quería darse un baño, no porque no le fuera a sentar bien o incluso la ayudara a librarse del olor a sangre ajena, sino porque tenía pensado aprovechar el tiempo junto al vampiro. Llevaban varios días sin verse por obligaciones del español y nunca sabía cuándo se marcharía de nuevo. No podía desperdiciar los minutos como si no tuvieran valor.
El carruaje se detuvo y bajaron de este para entrar en la hacienda. Lora saludó con un leve gesto de cabeza al servicio, sujeta al brazo del español al subir las escaleras y pasó al interior del edificio. Se detuvo una vez en el hall y giró a besarle en la mejilla.
—¿Por qué no me acompañas arriba y me ayudas con el vestido?
Podía pedir que una de las sirvientas lo hiciera, pero lo que deseaba era pasar más tiempo con el moreno, tenerle cerca, hacerle la noche más amena con su compañía, evitarle pensar en esos oscuros recuerdos que nublaban la mente del hombre. Le envenenaban el juicio como una nube de gas tóxico.
—Vamos.
Tomó la mano foránea y tiró de ella con suavidad, incitando a Damián a acompañarla escalinata arriba, al piso superior, donde se encontraban los diversos dormitorios de la casa.
Una vez acomodados en el carruaje, el cochero se puso en marcha y empezó a escucharse el golpetear de los cascos de los caballos sobre los adoquines que conformaban las calles de París. Lora estaba acostumbrada a la temperatura del vampiro, así en ningún momento le incomodó la cercanía ajena. Pero sí que se estremeció ligeramente por el roce de la nariz foránea por sobre la piel de su cuello, sensible como lo era en aquella zona.
Si bien lo habitual era que se reunieran en la mansión de la ciudad, no sería la primera vez que la enfermera pisara la hacienda de las cercanías, así que no le extrañó el destino que les aguardaba para su trayecto de aquella noche. Al notar que el hombre se separaba de ella, tomó la iniciativa y se le acercó de nuevo. Prefería el frío de la piel de su compañero al calor de la mejor de las hogueras. Ella estaba más centrada en su acompañante que en el cambio del paisaje que se apreciaba por las ventanillas del coche de caballos.
—Me cambiaré de ropa cuando lleguemos.
No quería darse un baño, no porque no le fuera a sentar bien o incluso la ayudara a librarse del olor a sangre ajena, sino porque tenía pensado aprovechar el tiempo junto al vampiro. Llevaban varios días sin verse por obligaciones del español y nunca sabía cuándo se marcharía de nuevo. No podía desperdiciar los minutos como si no tuvieran valor.
El carruaje se detuvo y bajaron de este para entrar en la hacienda. Lora saludó con un leve gesto de cabeza al servicio, sujeta al brazo del español al subir las escaleras y pasó al interior del edificio. Se detuvo una vez en el hall y giró a besarle en la mejilla.
—¿Por qué no me acompañas arriba y me ayudas con el vestido?
Podía pedir que una de las sirvientas lo hiciera, pero lo que deseaba era pasar más tiempo con el moreno, tenerle cerca, hacerle la noche más amena con su compañía, evitarle pensar en esos oscuros recuerdos que nublaban la mente del hombre. Le envenenaban el juicio como una nube de gas tóxico.
—Vamos.
Tomó la mano foránea y tiró de ella con suavidad, incitando a Damián a acompañarla escalinata arriba, al piso superior, donde se encontraban los diversos dormitorios de la casa.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:45 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El ser inmortal no denoto sorpresa alguna al oír la petición de Lora,solo asintió en silencio dejándole guiar escaleras arriba con rumbo a las habitaciones de la planta superior.Se deleitaba con el palpitar de aquel corazón tan arrebatado que bien le sirvió para rememorar aquella ocasión que la figura delicada de la rubia jovencita piso la Hacienda por primera vez,en ningún momento vio indecisión en la mirada azul aún después de saber lo que el era y lo que deseaba obtener de la misma se mostró fuerte,aunque era lógico su estupor interno y solo el tiempo le iba dar la capacidad de entender el mundo al que Damián pertenecía.El nunca le mintio fue honesto a su medida solo diciéndole lo que precisaba saber sin dar a conocer la existencia de otra razas pues era innecesario al menos por el momento.
Su andar por los pasillos débilmente alumbrados los condujo a la habitación principal,sin soltar la mano de su acompañante giró la perilla empujando la puerta de madera hacia adentro para abrirse paso a la enorme habitación.Las velas cumplían con iluminar el lugar cómodamente dejando ver lo pulcro que se mantenía debido al servicio constante de la casona,beso la mano de la rubia justo en sus nudillos soltando su agarre en un gesto delicado para poder quitarle el abrigo que dejaba al descubierto su atuendo,era evidente que no portaba un ostentoso vestido en cambio usaba unos pantalones que sin duda le ayudaban en su tarea nocturna.Dejo caer el abrigo sin reparo alguno y se situó a espaldas de la joven acariciando su hombros levemente por encima de la tela.
-De verdad deseas que te ayude?-
Cuestiono deshaciendo el peinado dejando caer el dorado cabello, deleitándose con el aroma que desprendía,el inmortal cerro los ojos por un momento sintiendo la insana sed recorrerle la garganta,sus manos bajaron por el brazo de su pequeña en forma de caricia hasta tocar sus manos tibias,el inmortal no tenía inconveniente en verle desnuda o en lencería para el no era causa de morbo más si de deleite como aquel pintor que goza de la vista ante una buena obra plasmada en el mejor de los lienzos.Con cuidado movió las mismas manos a cada costado de Lora.
El tenía métodos más efectivos para deshacerse de la vestimenta y la cercanía con el cuerpo lleno de vida estaba dando esa paz que buscaba, ese escape de sus actos;no precisaba de tijeras para cortar los listones del corset que encarcelaba el cuerpo femenino solo se basto de sus manos para deshacerse de él y así continúar con cada prenda exponiendo la piel a la luz de aquellas velas,beso los hombros desnudos con sumo cuidado y noto como la piel reaccionaba ante su frialdad.Sin ser brusco libero las piernas de la rubia al quitar aquel pantalón que ejercía presión en ella; estando aún a sus espaldas solo permitió caer esa incómoda prenda que noto molestarla desde el carruaje dejándole nada mas la ropa interior que en ese siglo se estaba usando pues ya le había quitado el calzado.
-Si estas cansada dispondré que suban la cena...-
Le dio la opción tomando la bata que reposaba en una orilla de la cama, colocándola sobre los hombros femeninos para poder abrazarle y atraerla hacia el pegando la fina espalda a su pecho.Su insistencia en que tomara alimento era debido a que no quería que sufriera algún desgaste pues Lora no era su esclava,lo que le imposibilitaba tomar a placer de ella y de hacerlo podría generarle daño.
Su andar por los pasillos débilmente alumbrados los condujo a la habitación principal,sin soltar la mano de su acompañante giró la perilla empujando la puerta de madera hacia adentro para abrirse paso a la enorme habitación.Las velas cumplían con iluminar el lugar cómodamente dejando ver lo pulcro que se mantenía debido al servicio constante de la casona,beso la mano de la rubia justo en sus nudillos soltando su agarre en un gesto delicado para poder quitarle el abrigo que dejaba al descubierto su atuendo,era evidente que no portaba un ostentoso vestido en cambio usaba unos pantalones que sin duda le ayudaban en su tarea nocturna.Dejo caer el abrigo sin reparo alguno y se situó a espaldas de la joven acariciando su hombros levemente por encima de la tela.
-De verdad deseas que te ayude?-
Cuestiono deshaciendo el peinado dejando caer el dorado cabello, deleitándose con el aroma que desprendía,el inmortal cerro los ojos por un momento sintiendo la insana sed recorrerle la garganta,sus manos bajaron por el brazo de su pequeña en forma de caricia hasta tocar sus manos tibias,el inmortal no tenía inconveniente en verle desnuda o en lencería para el no era causa de morbo más si de deleite como aquel pintor que goza de la vista ante una buena obra plasmada en el mejor de los lienzos.Con cuidado movió las mismas manos a cada costado de Lora.
El tenía métodos más efectivos para deshacerse de la vestimenta y la cercanía con el cuerpo lleno de vida estaba dando esa paz que buscaba, ese escape de sus actos;no precisaba de tijeras para cortar los listones del corset que encarcelaba el cuerpo femenino solo se basto de sus manos para deshacerse de él y así continúar con cada prenda exponiendo la piel a la luz de aquellas velas,beso los hombros desnudos con sumo cuidado y noto como la piel reaccionaba ante su frialdad.Sin ser brusco libero las piernas de la rubia al quitar aquel pantalón que ejercía presión en ella; estando aún a sus espaldas solo permitió caer esa incómoda prenda que noto molestarla desde el carruaje dejándole nada mas la ropa interior que en ese siglo se estaba usando pues ya le había quitado el calzado.
-Si estas cansada dispondré que suban la cena...-
Le dio la opción tomando la bata que reposaba en una orilla de la cama, colocándola sobre los hombros femeninos para poder abrazarle y atraerla hacia el pegando la fina espalda a su pecho.Su insistencia en que tomara alimento era debido a que no quería que sufriera algún desgaste pues Lora no era su esclava,lo que le imposibilitaba tomar a placer de ella y de hacerlo podría generarle daño.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
A la rubia le gustaba la hacienda, era grande, de aspecto elegante pero sin florituras, silenciosa y tranquila en general. La iluminación hacía del lugar algo más cálido e íntimo, a pesar de la cantidad de espacio desaprovechada para tan poca gente que vivía y servía allí. Siguió avanzando, siendo ella quien guió los pasos de ambos a través del largo pasillo decorado con algunas vasijas antiguas, cuadros al óleo y muebles tallados a mano. Se detuvo una vez frente a la puerta del dormitorio del vampiro y dejó que fuera él quien la abriera, pasando primero. Le siguió sin soltarle aún, cosa que sólo hizo cuando el español decidió empezar a quitarle prendas.
—Por supuesto que estoy segura.
Confirmó sin duda alguna en su tono de voz, notando como el peso sobre sus hombros había disminuido ya sin el abrigo. Cuando el hombre le soltó el pelo, las hebras doradas de Lora formaron leves tirabuzones poco definidos que cayeron, enmarcando sus finas facciones. El cabello le hizo cosquillas, mas no fue hasta sentir los fríos dedos de Damián rozar su piel que ésta se erizó levemente como si un centenar de pequeñas hormigas se pasearan por sus marcadas clavículas. La francesa era delgada, aunque tenía unas caderas ligeramente anchas que no se solían apreciar al portar vestidos; pero el moreno ya la había visto desnuda antes, así que no era ninguna novedad para él. Cada movimiento del vampiro hacía reaccionar internamente a la enfermera, acelerándole el pulso aunque pretendiera mantenerse calmada. Era inevitable, la cercanía de Damián era algo que anhelaba con cada célula de su cuerpo y prácticamente todos sus pensamientos; excepto cuando ejercía justicia o estaba en mitad de una intervención importante que requería su total concentración. Se tensó al notar como las lazadas del corsé dejaron de apretar y quedó únicamente con la ropa interior cubriendo su blanquecina dermis. Giró ligeramente el rostro, sonriendo, viendo al contrario aún situado a sus espaldas. Aunque le había formulado una pregunta, aguardó a que la cubriera con la fina y fresca tela de la bata para terminar de darse la vuelta, sin separarse de él, buscando su mirada. Besó los labios foráneos en un leve suspiro.
—No estoy cansada, pero me apetece comer aquí arriba. ¿Podría ser algo de pescado blanco? El acompañamiento puede ser cualquier cosa.
Sabía que su compañero se preocupaba por su alimentación y que si ella no cogía fuerzas, él no podría tomar su sangre, al menos no la dosis que deseaba. Así que creyó que el pescado aportaría suficientes proteínas y que algo de verdura o arroz como añadido serían válidos como ayuda para el fin de aquella cena a altas horas de la noche. Además, era un menú sencillo y no tardarían mucho en prepararlo. Lora quería que el vampiro la mordiera y se llenara de los sentimientos y pensamientos de ella, que por unos instantes olvidara los suyos propios y el dolor que le acuciaba dormido o despierto, igual que recurrentes pesadillas en las que se repetía una y otra vez el mismo desenlace trágico con la muerte de Catalina. La enfermera comprendía lo que se había convertido en una obsesión para el español, pero al mismo tiempo odiaba la idea de esa existencia en su pasado, principalmente por el daño que le generaba a él, aunque también había una fracción mínima de celos. Pero lo ocultaba bien. Seguramente era lo único que era capaz de mantener en secreto para con ese hombre.
—Por supuesto que estoy segura.
Confirmó sin duda alguna en su tono de voz, notando como el peso sobre sus hombros había disminuido ya sin el abrigo. Cuando el hombre le soltó el pelo, las hebras doradas de Lora formaron leves tirabuzones poco definidos que cayeron, enmarcando sus finas facciones. El cabello le hizo cosquillas, mas no fue hasta sentir los fríos dedos de Damián rozar su piel que ésta se erizó levemente como si un centenar de pequeñas hormigas se pasearan por sus marcadas clavículas. La francesa era delgada, aunque tenía unas caderas ligeramente anchas que no se solían apreciar al portar vestidos; pero el moreno ya la había visto desnuda antes, así que no era ninguna novedad para él. Cada movimiento del vampiro hacía reaccionar internamente a la enfermera, acelerándole el pulso aunque pretendiera mantenerse calmada. Era inevitable, la cercanía de Damián era algo que anhelaba con cada célula de su cuerpo y prácticamente todos sus pensamientos; excepto cuando ejercía justicia o estaba en mitad de una intervención importante que requería su total concentración. Se tensó al notar como las lazadas del corsé dejaron de apretar y quedó únicamente con la ropa interior cubriendo su blanquecina dermis. Giró ligeramente el rostro, sonriendo, viendo al contrario aún situado a sus espaldas. Aunque le había formulado una pregunta, aguardó a que la cubriera con la fina y fresca tela de la bata para terminar de darse la vuelta, sin separarse de él, buscando su mirada. Besó los labios foráneos en un leve suspiro.
—No estoy cansada, pero me apetece comer aquí arriba. ¿Podría ser algo de pescado blanco? El acompañamiento puede ser cualquier cosa.
Sabía que su compañero se preocupaba por su alimentación y que si ella no cogía fuerzas, él no podría tomar su sangre, al menos no la dosis que deseaba. Así que creyó que el pescado aportaría suficientes proteínas y que algo de verdura o arroz como añadido serían válidos como ayuda para el fin de aquella cena a altas horas de la noche. Además, era un menú sencillo y no tardarían mucho en prepararlo. Lora quería que el vampiro la mordiera y se llenara de los sentimientos y pensamientos de ella, que por unos instantes olvidara los suyos propios y el dolor que le acuciaba dormido o despierto, igual que recurrentes pesadillas en las que se repetía una y otra vez el mismo desenlace trágico con la muerte de Catalina. La enfermera comprendía lo que se había convertido en una obsesión para el español, pero al mismo tiempo odiaba la idea de esa existencia en su pasado, principalmente por el daño que le generaba a él, aunque también había una fracción mínima de celos. Pero lo ocultaba bien. Seguramente era lo único que era capaz de mantener en secreto para con ese hombre.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:45 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El inmortal correspondió al dulce tacto de aquellos labios suaves como la seda y escucho de manera atenta su petición mostrándose satisfecho por la respuesta positiva,dejo un beso en aquellas manos disculpándose por soltarle pues debía pedir el servicio y solo había una manera de hacerlo,se acerco a la puerta de la habitación abriéndola solo un poco ya que Diego estaba en el pasillo esperando ordenes.
-Mandar traed la cena a la habitación.Róbalo a la mantequilla,no muy hecho como guarnición verduras y traed vino blanco...supervisaros que esté como lo eh pedído Diego-
Su voz sonó autoritaria como de costumbre y el hombre solo asintió haciendo una reverencia antes de marchar por el pasillo;perdiéndose en el en cuestión de segundos.
Camino de nuevo hacia la enfermera ofreciéndole el brazo para salir al balcón sin ninguna prisa en total silencio como de costumbre,gozaba de una buena vista pues los jardines eran bien cuidados y todo para que aquella joven se sintiera cómoda en un lugar agradable.Sus orbes oscuras pasaron de recorrer la noche a toparse con ese mar azul que era los ojos de Lora,quería hundirse en ella para regocijarse con los sentimientos y recuerdos que aquel acto le ofrecía;conectar con ella equilibrando su locura solo bastaba eso para calmar su ira,su pasado.
Podía sentir la culpa en sus manos,saboreando la sangre de Catalina aún en su boca tras el fallido intento de transformarla,quería deshacerse de ese sentimiento arraigado pues le torturaba a todas horas reviviendo el último respiro que le regaló antes de deshacerse en sus brazos.Sus puños se cerraron con fuerza intentando dejar atrás aquello pues ya la había perdido y eso no lo podía cambiar al menos no por el momento, solo podía permitirse confiar en que ella volviera a renacer o de lo contrario el tormento sería eterno por arrastrarla a ese destino.
Lo curioso de todo esto,era precisamente que tras la perdida no se sentía solo,esta vez contaba con un soporte que no cuestionaba nada y compartía con el sus silencios junto con sus manías... tenía el antídoto justo a lado suyo pues la joven resulto ser más que un sustento alimenticio.
-Me instalaré en la Hacienda,dejaré la Mansión en unos días.-
Le informo con voz calmada y modulada guiándola a la mesa pequeña que habia en el balcón,como era de esperarse movió una de las sillas aguardando que la rubia se sentara y cuando lo hizo de manera delicada le acerco a la mesa;de igual forma tomo asiento delante de ella mirando cada facción del rostro femenino.
-Adelante...-Hablo Damián tras un periodo prolongado de silencio utilizando voz fuerte al escuchar que tocaban la puerta principal de la habitación,pronto Diego en conjunto con una mujer del servicio entraron ante la aprobación del vampiro trayendo la mujer la charola con comida.
-Le puedo servir en algo más mi señor-
-No preciso mas... que todos se retiren por esta noche.-
Tras las palabras de Damián la servidumbre se apresuró a dejar en aquella mesa los alimentos de la joven y una vez servido el vino blanco en aquella copa se retiraron haciendo una reverencia.El inmortal fijo su vista en Lora una vez mas expectante a ver si la cena era de su agrado.
-Mandar traed la cena a la habitación.Róbalo a la mantequilla,no muy hecho como guarnición verduras y traed vino blanco...supervisaros que esté como lo eh pedído Diego-
Su voz sonó autoritaria como de costumbre y el hombre solo asintió haciendo una reverencia antes de marchar por el pasillo;perdiéndose en el en cuestión de segundos.
Camino de nuevo hacia la enfermera ofreciéndole el brazo para salir al balcón sin ninguna prisa en total silencio como de costumbre,gozaba de una buena vista pues los jardines eran bien cuidados y todo para que aquella joven se sintiera cómoda en un lugar agradable.Sus orbes oscuras pasaron de recorrer la noche a toparse con ese mar azul que era los ojos de Lora,quería hundirse en ella para regocijarse con los sentimientos y recuerdos que aquel acto le ofrecía;conectar con ella equilibrando su locura solo bastaba eso para calmar su ira,su pasado.
Podía sentir la culpa en sus manos,saboreando la sangre de Catalina aún en su boca tras el fallido intento de transformarla,quería deshacerse de ese sentimiento arraigado pues le torturaba a todas horas reviviendo el último respiro que le regaló antes de deshacerse en sus brazos.Sus puños se cerraron con fuerza intentando dejar atrás aquello pues ya la había perdido y eso no lo podía cambiar al menos no por el momento, solo podía permitirse confiar en que ella volviera a renacer o de lo contrario el tormento sería eterno por arrastrarla a ese destino.
Lo curioso de todo esto,era precisamente que tras la perdida no se sentía solo,esta vez contaba con un soporte que no cuestionaba nada y compartía con el sus silencios junto con sus manías... tenía el antídoto justo a lado suyo pues la joven resulto ser más que un sustento alimenticio.
-Me instalaré en la Hacienda,dejaré la Mansión en unos días.-
Le informo con voz calmada y modulada guiándola a la mesa pequeña que habia en el balcón,como era de esperarse movió una de las sillas aguardando que la rubia se sentara y cuando lo hizo de manera delicada le acerco a la mesa;de igual forma tomo asiento delante de ella mirando cada facción del rostro femenino.
-Adelante...-Hablo Damián tras un periodo prolongado de silencio utilizando voz fuerte al escuchar que tocaban la puerta principal de la habitación,pronto Diego en conjunto con una mujer del servicio entraron ante la aprobación del vampiro trayendo la mujer la charola con comida.
-Le puedo servir en algo más mi señor-
-No preciso mas... que todos se retiren por esta noche.-
Tras las palabras de Damián la servidumbre se apresuró a dejar en aquella mesa los alimentos de la joven y una vez servido el vino blanco en aquella copa se retiraron haciendo una reverencia.El inmortal fijo su vista en Lora una vez mas expectante a ver si la cena era de su agrado.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Aguardó mientras el vampiro se dirigía al encargado del servicio y le pedía que trajeran su comida. Mientras, la rubia aprovechó para enlazar los botones de la bata con los ojales correspondientes, dejando únicamente sin abrochar el último de todos, el del cuello. A pesar de estar a otros menesteres, prestó atención a las indicaciones que el español le daba a Diego, sonriendo por lo atento que era siempre a sus peticiones y caprichos; aunque poco caprichosa era en realidad, solía tomar decisiones basadas en racionalizarlo prácticamente todo.
Cuando su acompañante le ofreció el brazo, ella lo tomó de buen grado y fue con él a la pequeña terraza donde la brisa era más fuerte, pero a aquellas horas de la noche a penas soplaba el viento. Le observó de soslayo cuando le notó algo tenso, pero no hizo comentario alguno, simplemente acarició el antebrazo foráneo con la yema de los dedos de su mano libre. Se sentó entonces con cuidado y elegancia, acompañando el gesto ajeno que le sujetaba la silla y la acomodó a sus movimientos.
—Muchas gracias.
Aunque fuera innecesario entre ambos dada la confianza, a Lora le gustaba ser siempre cortés con él. Lo era de manera habitual con todo el mundo, pero Damián era especial en muchos sentidos para la joven francesa. Él la hacía sentir comprendida, apreciada, estimada. Cosas que no estaba acostumbrada a vivir con quienes fueran anteriormente su familia. Así que, de algún modo que no habían acordado, para la rubia, el vampiro era ahora su familia.
Aprovechó la larga pausa para sopesar las palabras que acababa de escuchar, se iba a trasladar a la hacienda. Aquel era un gran paso para el hombre que cerraba, al menos en una fracción mínima, uno de los caminos que le llevaban al recuerdo de Catalina. La enfermera sabía que aunque Damián viviera eternamente, jamás olvidaría a la mujer que una vez amó y se escurrió de entre sus brazos al fallecer. Eso a ella le dolía, porque le veía sufrir en silencio. Bien consciente era de que no era un hombre jubiloso, pero deseaba que, en cierto modo, al de él, fuera feliz. La tranquilidad fue quebrada por el leve sonido de unos golpes a la puerta y seguidamente la irrupción del servicio que traía la cena. Sonrió al ver lo que le dejaban sobre la mesa y con una leve inclinación de cabeza agradeció el trabajo bien hecho y con rapidez. Les vio marchar con la misma prisa que habían venido, dejando que se centrara nuevamente en su acompañante.
—Huele muy bien.
Amplió la mueca de sus labios, haciendo que la sonrisa llegara a apreciarse, pues la anterior había pasado completamente desapercibida. Tomó el tenedor y el cuchillo especiales para pescado, cortando con ellos la pieza jugosa que reposaba en el plato y se llevó un trozo a los labios para probar que no quemara. Una vez supo que la temperatura era buena, llevó la comida a la boca y la masticó despacio, degustando su sabor. Se limpió con la servilleta al ir a tomar un poco de vino, pero algo ocurrió. De imprevisto, su vista se volvió borrosa hasta nublarse y toda la fuerza se le escapó, haciendo que los dedos soltaran la copa y ésta se estrellara contra el suelo, derramando su incoloro contenido. Sintió que le ardía la garganta y la boca del estómago pareció prenderse en vigorosas llamas. Dejó escapar un grito de dolor al caerse hacia un lado y perder la conciencia. Todo se volvió negro, menos sus labios que rápidamente empalidecieron hasta que, al abrirse ligeramente su boca, se tiñeron con su sangre.
Cuando su acompañante le ofreció el brazo, ella lo tomó de buen grado y fue con él a la pequeña terraza donde la brisa era más fuerte, pero a aquellas horas de la noche a penas soplaba el viento. Le observó de soslayo cuando le notó algo tenso, pero no hizo comentario alguno, simplemente acarició el antebrazo foráneo con la yema de los dedos de su mano libre. Se sentó entonces con cuidado y elegancia, acompañando el gesto ajeno que le sujetaba la silla y la acomodó a sus movimientos.
—Muchas gracias.
Aunque fuera innecesario entre ambos dada la confianza, a Lora le gustaba ser siempre cortés con él. Lo era de manera habitual con todo el mundo, pero Damián era especial en muchos sentidos para la joven francesa. Él la hacía sentir comprendida, apreciada, estimada. Cosas que no estaba acostumbrada a vivir con quienes fueran anteriormente su familia. Así que, de algún modo que no habían acordado, para la rubia, el vampiro era ahora su familia.
Aprovechó la larga pausa para sopesar las palabras que acababa de escuchar, se iba a trasladar a la hacienda. Aquel era un gran paso para el hombre que cerraba, al menos en una fracción mínima, uno de los caminos que le llevaban al recuerdo de Catalina. La enfermera sabía que aunque Damián viviera eternamente, jamás olvidaría a la mujer que una vez amó y se escurrió de entre sus brazos al fallecer. Eso a ella le dolía, porque le veía sufrir en silencio. Bien consciente era de que no era un hombre jubiloso, pero deseaba que, en cierto modo, al de él, fuera feliz. La tranquilidad fue quebrada por el leve sonido de unos golpes a la puerta y seguidamente la irrupción del servicio que traía la cena. Sonrió al ver lo que le dejaban sobre la mesa y con una leve inclinación de cabeza agradeció el trabajo bien hecho y con rapidez. Les vio marchar con la misma prisa que habían venido, dejando que se centrara nuevamente en su acompañante.
—Huele muy bien.
Amplió la mueca de sus labios, haciendo que la sonrisa llegara a apreciarse, pues la anterior había pasado completamente desapercibida. Tomó el tenedor y el cuchillo especiales para pescado, cortando con ellos la pieza jugosa que reposaba en el plato y se llevó un trozo a los labios para probar que no quemara. Una vez supo que la temperatura era buena, llevó la comida a la boca y la masticó despacio, degustando su sabor. Se limpió con la servilleta al ir a tomar un poco de vino, pero algo ocurrió. De imprevisto, su vista se volvió borrosa hasta nublarse y toda la fuerza se le escapó, haciendo que los dedos soltaran la copa y ésta se estrellara contra el suelo, derramando su incoloro contenido. Sintió que le ardía la garganta y la boca del estómago pareció prenderse en vigorosas llamas. Dejó escapar un grito de dolor al caerse hacia un lado y perder la conciencia. Todo se volvió negro, menos sus labios que rápidamente empalidecieron hasta que, al abrirse ligeramente su boca, se tiñeron con su sangre.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:45 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Damián observo con agobio cada cambio en el gesto de la joven y como en cuestión de segundos desmejoró tras el último bocado de alimento provocando que la copa con aquel liquido se estrellara con fuerza en el piso mientras la figura femenina se desvanecía inconciente dándole oportunidad apenas de tomarla en brazos antes de que tocará el suelo.Su corazón aún latía lo podía escuchar con fuerza y su respiración se volvía pausada,con la rapidez que su cuerpo era capaz de desplazarse se movió con la joven inconciente en sus brazos hasta depositar la figura femenina en la cama para morder con fuerza la mano propia y retener la mayor cantidad de sangre en su boca.La joven ya había degustado de aquel liquido en un pasado aunque en menor cantidad, por supuesto que hacerlo esporádicamente no tenía repercusiones pero en este momento darle esa cantidad sin duda la cambiaría aunque no al punto de no poder retornar el camino,conservaría su humanidad a medias.
Se acercó al pálido rostro y le beso dejando pasar la sangre ponzoñosa atravez de ese tacto sosteniendo de manera gentil el rostro ajeno,aunque con firmeza pues debía asegurarse que la sangre bajara por aquella garganta lastimada y así lo escucho.Repitio por lo menos dos veces más aquel acto pues eso sería suficiente para que el cuerpo de Lora se adaptará al veneno de su sangre aquella que restauraría el daño de la sustancia que ingirió,apretó el cuerpo inconciente a él y por un momento se planteó convertirla pero al escuchar un leve quejido por parte de la rubia abandonó la idea;esa señal le bastó para saber que su sangre ya estaba corriendo por el cuerpo femenino, depósito un beso en la frente perlada de sudor y con el mayor de los cuidados le recostó acomodando aquellas manos en su vientre.
-Todo esta bien...-
Susurro de manera casi imperceptible sabía que apesar de la inconciencia,ella a esas alturas ya podía oírle,el dolor que debía sentir sería mínimo en comparación de haberle convertido pero eso ella no lo sabría hasta que el le diera el regalo de la inmortalidad,en ese momento no importo nada más pues una vez que la supo lejos de la muerte solo una cosa reino en su mente.
Se levantó con temple endemoniado y las orbes encendidas en un rojo rubí que amenazaba con destruir todo a su alrededor
-DIEGO!!!-
Vociferó con un grito amenazante desapareciendo del cuarto principal.Lo había notado cuando el vino se esparció en el suelo,aquella sustancia tan hábilmente derramada en la copa.La irá le domino totalmente dejando salir toda la oscuridad guardada en el;entonces fijo su objetivo y tomo forma delante del hombre con un aspecto que distaba de toda gentileza.No le dejo hablar y en presencia del poco personal que se encontraba en la cocina alzó su mano cual espada atravesando el pecho de aquel que había tenido su confianza, sin miramiento alguno extrajo el corazón de un tajo provocando el grito de horror en los expectantes que de inmediato intentaron salir,pero a conciencia con solo desearlo las puertas se trabaron impidiendo la huida,dejó caer el cuerpo ya sin vida justo a un metro para el deleite de ellos y con la mirada aún encendida gruñó mostrando su naturaleza.
-ENTREGAROS AL RESPONSABLE....-
El sabía que el cuerpo inerte en el suelo no había sido el autor de aquel acto contra Lora,pero era responsable también pues sus órdenes fueron que supervisará absolutamente todo y era evidente que no lo hizo.No tardaron en reinar los sollozos de las únicas dos mujeres,mientras los tres hombre restantes permanecían quietos.Al no obtener respuesta se le acabó la benevolencia y sin más exprimió el corazón que se encontraba en su mano como si fuese un limón,uno de ellos se atrevió a intentar atacarle con cuchillo en mano el cual nunca penetro su brazo lo único que logro fue que el mismo brazo que intentaba dañar le apretara el cuello y en segundos le trozara la tráquea dejándolo caer. Eran simples humanos sin posibilidad alguna de vivir solo le bastaban segundos para acabar con aquellas vidas miserables que intentaron de manera estúpida arrebatarle algo que era intocable.No perdió el tiempo y aunque intentaron luchar fue en vano,los huesos ceder ante sus garras acompañado de los gritos fue lo último que se escucho tras un silencio sepulcral,le dio igual acabar con la vida de aquellas jóvenes pues el sabía que una de ellas fue la autora y se lo hizo notar antes de apagar su existencia obligándola a cortar su garganta con sus propias manos.
Solo un muchacho permaneció de pie totalmente asustado,aquel que no tenía vela en ese entierro y solo se encargaba de alimentar a los animales,que su único error era haber entrado por un poco de pan.
-Si huyes no encontrareis lugar alguno que te servirá para protegerte de mi, te daré caza hasta tener tu miserable corazón en mi mano y alimentar a los animales con tu cuerpo.-
La mirada del español helaba la piel y el joven que oscilaría en los 17 años no paraba de temblar ante la escena delante de si.Damian le dio la espalda haciendo a un lado el cuerpo de Diego con uno de sus pies,cual piedra molesta en el camino.
-Se desocupo el puesto principal en esta casona,es tuyo.Y eh aquí la advertencia de lo que os sucederá si se me traiciona, no preguntaré quien ni como,solo te haré desaparecer.
Ni una sola gota de sangre arruino su traje,solo su mano prevalecía manchada con aquel liquido pero eso lo limpiaría en su habitación no tenía caso seguir en ese cuarto.Abelardo,su mano derecha en todo sus asuntos no tardaría en llegar y hacerse cargo de la situación por lo que importadole muy poco dejo la habitación en un abrir y cerrar de ojos volviendo a donde la joven yacía,su semblante lucia bien lo noto por los labios que volvieron a su color habitual.Se deshizo del saco y la camisa, mojando la última prenda con el agua que había en la jarra sobre la mesita de noche y así limpiar su mano manchada del espeso líquido rojo hasta no dejar rastro.
-Despierta...-
Le ordenó con ansiedad casi encima del cuerpo observando su rostro y viendo como la respiración se había vuelto rápida.Lora ya no era del todo humana,era su esclava le pertenecía más que nunca.
Se acercó al pálido rostro y le beso dejando pasar la sangre ponzoñosa atravez de ese tacto sosteniendo de manera gentil el rostro ajeno,aunque con firmeza pues debía asegurarse que la sangre bajara por aquella garganta lastimada y así lo escucho.Repitio por lo menos dos veces más aquel acto pues eso sería suficiente para que el cuerpo de Lora se adaptará al veneno de su sangre aquella que restauraría el daño de la sustancia que ingirió,apretó el cuerpo inconciente a él y por un momento se planteó convertirla pero al escuchar un leve quejido por parte de la rubia abandonó la idea;esa señal le bastó para saber que su sangre ya estaba corriendo por el cuerpo femenino, depósito un beso en la frente perlada de sudor y con el mayor de los cuidados le recostó acomodando aquellas manos en su vientre.
-Todo esta bien...-
Susurro de manera casi imperceptible sabía que apesar de la inconciencia,ella a esas alturas ya podía oírle,el dolor que debía sentir sería mínimo en comparación de haberle convertido pero eso ella no lo sabría hasta que el le diera el regalo de la inmortalidad,en ese momento no importo nada más pues una vez que la supo lejos de la muerte solo una cosa reino en su mente.
Se levantó con temple endemoniado y las orbes encendidas en un rojo rubí que amenazaba con destruir todo a su alrededor
-DIEGO!!!-
Vociferó con un grito amenazante desapareciendo del cuarto principal.Lo había notado cuando el vino se esparció en el suelo,aquella sustancia tan hábilmente derramada en la copa.La irá le domino totalmente dejando salir toda la oscuridad guardada en el;entonces fijo su objetivo y tomo forma delante del hombre con un aspecto que distaba de toda gentileza.No le dejo hablar y en presencia del poco personal que se encontraba en la cocina alzó su mano cual espada atravesando el pecho de aquel que había tenido su confianza, sin miramiento alguno extrajo el corazón de un tajo provocando el grito de horror en los expectantes que de inmediato intentaron salir,pero a conciencia con solo desearlo las puertas se trabaron impidiendo la huida,dejó caer el cuerpo ya sin vida justo a un metro para el deleite de ellos y con la mirada aún encendida gruñó mostrando su naturaleza.
-ENTREGAROS AL RESPONSABLE....-
El sabía que el cuerpo inerte en el suelo no había sido el autor de aquel acto contra Lora,pero era responsable también pues sus órdenes fueron que supervisará absolutamente todo y era evidente que no lo hizo.No tardaron en reinar los sollozos de las únicas dos mujeres,mientras los tres hombre restantes permanecían quietos.Al no obtener respuesta se le acabó la benevolencia y sin más exprimió el corazón que se encontraba en su mano como si fuese un limón,uno de ellos se atrevió a intentar atacarle con cuchillo en mano el cual nunca penetro su brazo lo único que logro fue que el mismo brazo que intentaba dañar le apretara el cuello y en segundos le trozara la tráquea dejándolo caer. Eran simples humanos sin posibilidad alguna de vivir solo le bastaban segundos para acabar con aquellas vidas miserables que intentaron de manera estúpida arrebatarle algo que era intocable.No perdió el tiempo y aunque intentaron luchar fue en vano,los huesos ceder ante sus garras acompañado de los gritos fue lo último que se escucho tras un silencio sepulcral,le dio igual acabar con la vida de aquellas jóvenes pues el sabía que una de ellas fue la autora y se lo hizo notar antes de apagar su existencia obligándola a cortar su garganta con sus propias manos.
Solo un muchacho permaneció de pie totalmente asustado,aquel que no tenía vela en ese entierro y solo se encargaba de alimentar a los animales,que su único error era haber entrado por un poco de pan.
-Si huyes no encontrareis lugar alguno que te servirá para protegerte de mi, te daré caza hasta tener tu miserable corazón en mi mano y alimentar a los animales con tu cuerpo.-
La mirada del español helaba la piel y el joven que oscilaría en los 17 años no paraba de temblar ante la escena delante de si.Damian le dio la espalda haciendo a un lado el cuerpo de Diego con uno de sus pies,cual piedra molesta en el camino.
-Se desocupo el puesto principal en esta casona,es tuyo.Y eh aquí la advertencia de lo que os sucederá si se me traiciona, no preguntaré quien ni como,solo te haré desaparecer.
Ni una sola gota de sangre arruino su traje,solo su mano prevalecía manchada con aquel liquido pero eso lo limpiaría en su habitación no tenía caso seguir en ese cuarto.Abelardo,su mano derecha en todo sus asuntos no tardaría en llegar y hacerse cargo de la situación por lo que importadole muy poco dejo la habitación en un abrir y cerrar de ojos volviendo a donde la joven yacía,su semblante lucia bien lo noto por los labios que volvieron a su color habitual.Se deshizo del saco y la camisa, mojando la última prenda con el agua que había en la jarra sobre la mesita de noche y así limpiar su mano manchada del espeso líquido rojo hasta no dejar rastro.
-Despierta...-
Le ordenó con ansiedad casi encima del cuerpo observando su rostro y viendo como la respiración se había vuelto rápida.Lora ya no era del todo humana,era su esclava le pertenecía más que nunca.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El momento de oscuridad pareció un simple suspiro para la rubia, desconocedora por completo de lo que acaecía al vampiro mientras ella permanecía inconsciente sobre la amplia cama de la habitación principal. Sin embargo, aunque breve, el dolor fue intenso. No sabía lo que ocurría pero sus órganos parecían ser estrujados por diversas manos y todo su cuerpo volvió a arder, el grado de calor fue mucho mayor que el que recorrió su garganta con la ingesta del veneno y al expandirse por su cuerpo como una corriente, las extremidades de Lora se movieron en espasmos en forma de sacudidas como si estuviera poseída. Arqueó la espalda de manera involuntaria, todo con su mente opaca a lo que ocurría, pegando la coronilla de su cabeza al colchón. Hubo gritos mudos que desgarraron sus cuerdas vocales para no terminar en nada; como si su ser buscara algún tipo de alivio que era incapaz de alcanzar. Su figura estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte sin ella saberlo, convulsionando, exigiendo, lamentándose en un vigoroso y abrasador suplicio.
Al final, llegó la calma.
Los pulmones, se llenaron de aire en una intensa bocanada que parecía querer devorar todo el oxígeno de la estancia; mientras, su corazón retumbaba en el pecho, peleándose con los primeros por el espacio. Las vísceras ya no se sentían constreñidas, y aunque no podía notar que funcionaban como las dos anteriores, estaba segura de que iban perfectamente. Lo primero que notó fue el olor a sangre que invadió sus fosas nasales y justo después el tacto sedoso de las sábanas bajo las palmas abiertas de sus manos. El manto negro se fue disipando como una espesa neblina al llegar la salida del sol. Los pensamientos de la francesa regresaron, turbios y borrosos, pero como el eco lejano de las montañas, recordándole lo que había ocurrido, quién era, dónde estaba y quién la llamaba desde un rincón de su mente. Reconocía aquella voz como si fuera la suya propia, tan evocadora y cercana. El timbre grave y el tono mandatorio hicieron un guiño a su cerebro, a todos sus sentidos en realidad. Despegó los párpados con dificultad momentánea, pero terminaron por abrirse con rapidez, casi con sobresalto. Pudo ver entonces una silueta conocida y que pronto se definió. Quiso hablar, pero parecía no tener voz, su garganta seguía palpitando acalorada. Los labios de la rubia partieron el uno del otro y leve jadeo escapó de ellos. Movió los dedos de una mano de manera torpe, miedosa. Se sentía distinta, era ella pero al mismo tiempo ya no lo era. Seguidamente fueron la muñeca y el codo, hasta lograr levantar el antebrazo y sujetarse con él al español que la miraba con intensidad, pero una distinta a la habitual.
—Da... Damián...
Logró murmurar el nombre del vampiro, uno que sólo solía pronunciar cuando se reencontraban. No había motivo alguno aclarado sobre por qué no se dirigía a él de aquella manera en otras ocasiones, simplemente había ocurrido así desde el principio y era una costumbre que, por ahora, no se habían molestado en cambiar. Intentó sonreírle, aunque la mueca se vio algo extraña dada la situación. Había transcurrido una media hora desde que el moreno le diera su sangre y la transformación había pasado de ser sumamente tortuosa a completamente tranquila. Ya no le dolía nada, excepto el cuello, pero seguramente porque el veneno había quemado la zona de manera muy rápida incluso para ser curada del todo por la ponzoña vampírica. Subió la mano con la que había tocado el brazo ajeno al rostro barbudo y serio con el que el español aún la observaba.
—Todo está bien...
Dijo en un tono tranquilizador, repitiendo las mismas palabras que él le había dicho a la rubia cuando la besó para convertirla en más que una simple mortal, en su esclava de sangre. Ahora estaban más unidos que antes, y aunque la manera en que todo había ocurrido no fue planeada, Lora estaba feliz por lo sucedido. Se sentía más suya que nunca y, aunque de manera retorcida, eso la hacía sentir mejor que nunca.
Al final, llegó la calma.
Los pulmones, se llenaron de aire en una intensa bocanada que parecía querer devorar todo el oxígeno de la estancia; mientras, su corazón retumbaba en el pecho, peleándose con los primeros por el espacio. Las vísceras ya no se sentían constreñidas, y aunque no podía notar que funcionaban como las dos anteriores, estaba segura de que iban perfectamente. Lo primero que notó fue el olor a sangre que invadió sus fosas nasales y justo después el tacto sedoso de las sábanas bajo las palmas abiertas de sus manos. El manto negro se fue disipando como una espesa neblina al llegar la salida del sol. Los pensamientos de la francesa regresaron, turbios y borrosos, pero como el eco lejano de las montañas, recordándole lo que había ocurrido, quién era, dónde estaba y quién la llamaba desde un rincón de su mente. Reconocía aquella voz como si fuera la suya propia, tan evocadora y cercana. El timbre grave y el tono mandatorio hicieron un guiño a su cerebro, a todos sus sentidos en realidad. Despegó los párpados con dificultad momentánea, pero terminaron por abrirse con rapidez, casi con sobresalto. Pudo ver entonces una silueta conocida y que pronto se definió. Quiso hablar, pero parecía no tener voz, su garganta seguía palpitando acalorada. Los labios de la rubia partieron el uno del otro y leve jadeo escapó de ellos. Movió los dedos de una mano de manera torpe, miedosa. Se sentía distinta, era ella pero al mismo tiempo ya no lo era. Seguidamente fueron la muñeca y el codo, hasta lograr levantar el antebrazo y sujetarse con él al español que la miraba con intensidad, pero una distinta a la habitual.
—Da... Damián...
Logró murmurar el nombre del vampiro, uno que sólo solía pronunciar cuando se reencontraban. No había motivo alguno aclarado sobre por qué no se dirigía a él de aquella manera en otras ocasiones, simplemente había ocurrido así desde el principio y era una costumbre que, por ahora, no se habían molestado en cambiar. Intentó sonreírle, aunque la mueca se vio algo extraña dada la situación. Había transcurrido una media hora desde que el moreno le diera su sangre y la transformación había pasado de ser sumamente tortuosa a completamente tranquila. Ya no le dolía nada, excepto el cuello, pero seguramente porque el veneno había quemado la zona de manera muy rápida incluso para ser curada del todo por la ponzoña vampírica. Subió la mano con la que había tocado el brazo ajeno al rostro barbudo y serio con el que el español aún la observaba.
—Todo está bien...
Dijo en un tono tranquilizador, repitiendo las mismas palabras que él le había dicho a la rubia cuando la besó para convertirla en más que una simple mortal, en su esclava de sangre. Ahora estaban más unidos que antes, y aunque la manera en que todo había ocurrido no fue planeada, Lora estaba feliz por lo sucedido. Se sentía más suya que nunca y, aunque de manera retorcida, eso la hacía sentir mejor que nunca.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:46 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El inmortal permanecía en aquella postura procurando cada gesto en el rostro femenino poniendo sumo detalle a la reacción por su llamado.Tenia en cuenta que los cambios serían notables ya que Lora experimentaría la nula voluntad ante la voz del vampiro,el como convertirla en su esclava le otorgaba el poder para penetrar su mente doblegandole a su antojo,le importaba lo suficiente para no tratarle como títere.La mano aún cálida reposo en su brazo sosteniéndole con un agarre mas fuerte al habitual,estaba seguro que ella no era consciente de su nueva fuerza,cerro por un momento los ojos aún estaba encendido con la idea que ella también se esfumara con la diferencia abismal que si eso hubiese sido Lora no volvería a él de ningún modo.Con delicadeza aparto la mano y se sentó en el borde de aquella cama tomando del brazo a la joven,jalando el cuerpo renovado hacia el sin ser brusco,solo para sentarla en su regazo acunando su cuerpo,envolviéndola y en silencio apretándola contra su pecho.No hacia falta que le dedicara palabra alguna y aún así lo hizo.
-Me perteneces,lo entiendes?...-
Su voz estaba llena de oscuridad con pinceladas de locura,no era un acto de amor lo que le incitaba pues aquella escena distaba mucho de ello.Sus garras comenzaron a inflingir fuerza sobre el cuerpo, que de haberlo hecho antes probablemente los huesos sin duda hubiesen cedido bajo sus manos,era casi desquiciante la manera en que la apretaba contra si,como si deseara fundirla en el.Un quejido le hizo aflojar el posesivo agarre y aquellas manos le sacaron de su transe,la deseaba con frenesí eso era algo que no podía negar;hundió su fría nariz en la cabellera rubia llenándose de su aroma ahora mezclado con el suyo.
Como la situación le había superado de aquella manera hasta el punto de tener ese lazo con una mortal,en todos estos años no necesito de nadie a nivel emocional solo Catalina reinaba en sus pensamientos envenenandolo aún mas;pero Lora como una dulce brisa entro calmando no solo la sed que no podía saciar en su maldición,esa pequeña rubia se habia metido en cada aspecto de su inmortalidad convirtiéndose en un desvío factible que le daba un receso a todo ese resentimiento.El jamás le mostró otra cara,la mujer que acepto ser su sustento sabía perfectamente lo que el era y aún así permaneció leal a su lado hasta llegar a ese punto en el que sabes no habrá marcha atrás.No la dejaría ir aunque esta se lo pidiera primero se encargaba de quitarle el aliento en aquella habitación antes que permitirle marchar y hacer su vida lejos de él.Era suya y de nadie más, le pertenecía hasta que el decidiera lo contrario.
-Te mataría antes de permitirte marchar...solo yo Lora, no existe mas-
La sutil risa que brotaron de los labios inmortales erizaba la piel pocas veces se le oía reír de aquella manera, tomo el cuello de la mujer que apenas se recobraba acercando el rostro con desesperación,sus labios fríos impactaron demandantes los tibios, con un hambre atroz que parecía no tener fin,buscándola desesperado.Podia saborear la sangre en ellos y solo lograba incrementar su deseo de consumirla por completo.
-Debería dejarte dormir...-
Susurro despues de un prolongado silencio sobre los labios inchados por la fuerza con la que le tomo,después de todo ella debía descansar lo sabía,pero apesar de sus palabras el agarre sobre ella no cedió ni un solo momento,su fría mano seguía sobre el cuello delicado y sus ojos desnudaban el alma de la mujer que tenía en su regazo.
-Me perteneces,lo entiendes?...-
Su voz estaba llena de oscuridad con pinceladas de locura,no era un acto de amor lo que le incitaba pues aquella escena distaba mucho de ello.Sus garras comenzaron a inflingir fuerza sobre el cuerpo, que de haberlo hecho antes probablemente los huesos sin duda hubiesen cedido bajo sus manos,era casi desquiciante la manera en que la apretaba contra si,como si deseara fundirla en el.Un quejido le hizo aflojar el posesivo agarre y aquellas manos le sacaron de su transe,la deseaba con frenesí eso era algo que no podía negar;hundió su fría nariz en la cabellera rubia llenándose de su aroma ahora mezclado con el suyo.
Como la situación le había superado de aquella manera hasta el punto de tener ese lazo con una mortal,en todos estos años no necesito de nadie a nivel emocional solo Catalina reinaba en sus pensamientos envenenandolo aún mas;pero Lora como una dulce brisa entro calmando no solo la sed que no podía saciar en su maldición,esa pequeña rubia se habia metido en cada aspecto de su inmortalidad convirtiéndose en un desvío factible que le daba un receso a todo ese resentimiento.El jamás le mostró otra cara,la mujer que acepto ser su sustento sabía perfectamente lo que el era y aún así permaneció leal a su lado hasta llegar a ese punto en el que sabes no habrá marcha atrás.No la dejaría ir aunque esta se lo pidiera primero se encargaba de quitarle el aliento en aquella habitación antes que permitirle marchar y hacer su vida lejos de él.Era suya y de nadie más, le pertenecía hasta que el decidiera lo contrario.
-Te mataría antes de permitirte marchar...solo yo Lora, no existe mas-
La sutil risa que brotaron de los labios inmortales erizaba la piel pocas veces se le oía reír de aquella manera, tomo el cuello de la mujer que apenas se recobraba acercando el rostro con desesperación,sus labios fríos impactaron demandantes los tibios, con un hambre atroz que parecía no tener fin,buscándola desesperado.Podia saborear la sangre en ellos y solo lograba incrementar su deseo de consumirla por completo.
-Debería dejarte dormir...-
Susurro despues de un prolongado silencio sobre los labios inchados por la fuerza con la que le tomo,después de todo ella debía descansar lo sabía,pero apesar de sus palabras el agarre sobre ella no cedió ni un solo momento,su fría mano seguía sobre el cuello delicado y sus ojos desnudaban el alma de la mujer que tenía en su regazo.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Pasó de sentirse sumamente pesada a sentirse ligera como una pluma. Fue alzada sin esfuerzo alguno por el español y acomodada así en su regazo. Los brazos foráneos la rodearon con firmeza, estrechándola con tanta fuerza que al final se tuvo que quejar. No llegó a doler, pero complicaba sus movimientos y ella deseaba tocarle también a él.
La rubia sabía que lo ocurrido implicaba que ahora era más del vampiro que nunca, que le pertenecía más allá de su propia voluntad. Ya no se trataba de elegir, ahora, aunque Lora quisiera huir de ese hombre, por cualquiera que fuera el motivo, le resultaría imposible por mucho empeño que le pusiera al intento. Pero aún así, eso le daba absolutamente igual en aquellos momentos, y no porque Damián acabara de salvarle la vida, sino porque en cierto modo él estaba atado a ella también, aunque fuera en un ínfimo porcentaje.
Pasado un largo silencio, buscó la mirada ajena para responder viéndole a los ojos.
—Lo sé.
Notaba la posesividad del español en cada mirada, gesto y el tono de su voz. La risa, lejos de hacerla sentir espeluznada, le otorgó una cierta sensación de satisfacción. Cualquiera hubiese pensado que la francesa estaba loca, que pensar de aquel modo era un sinsentido, pero ¿Quiénes eran los demás para juzgar? Nadie. Absolutamente nadie. Porque como bien acababa de decir él, no existía más que Damián en el mundo de Lora. En aquellos instantes ni siquiera le preocupaban los agresores sexuales, ni sus pacientes. Su mente estaba completamente copada por el hombre que la sostenía entre sus fuertes brazos.
Cuando los labios de ambos se encontraron, la rubia compartió aquella hambre voraz. Los colmillos del vampiro dejaron un par de cortes en sus belfos, poero le importó menos que nada. Se deshizo en el gesto, que aunque falto de amor, era intenso y ligeramente cálido. Al separarse sus bocas, ella tomó aire con necesidad, porque durante varios segundos se le había olvidado hasta respirar.
—No necesito descansar.
Se sentía renovada, extraña y algo ida, pero energía no le faltaba y se negaba a separarse de él ahora. Con sus dedos rodeó el antebrazo foráneo, buscando su cercanía, la confirmación de que no estaba soñando. Sabía lo difícil que el acto debía haber sido para el vampiro que en sus más de dos siglos de vida se había negado a convertir a nadie en su esclavo de sangre. Ella era la primera. En su fantasía personal, eso la convertía en especial.
Buscó una vez más los labios ajenos y los mordió con suavidad, intentando controlarse, lo que hizo que la otra mano, con la que acarició el rostro del español, temblara por el ansia contenida.
La rubia sabía que lo ocurrido implicaba que ahora era más del vampiro que nunca, que le pertenecía más allá de su propia voluntad. Ya no se trataba de elegir, ahora, aunque Lora quisiera huir de ese hombre, por cualquiera que fuera el motivo, le resultaría imposible por mucho empeño que le pusiera al intento. Pero aún así, eso le daba absolutamente igual en aquellos momentos, y no porque Damián acabara de salvarle la vida, sino porque en cierto modo él estaba atado a ella también, aunque fuera en un ínfimo porcentaje.
Pasado un largo silencio, buscó la mirada ajena para responder viéndole a los ojos.
—Lo sé.
Notaba la posesividad del español en cada mirada, gesto y el tono de su voz. La risa, lejos de hacerla sentir espeluznada, le otorgó una cierta sensación de satisfacción. Cualquiera hubiese pensado que la francesa estaba loca, que pensar de aquel modo era un sinsentido, pero ¿Quiénes eran los demás para juzgar? Nadie. Absolutamente nadie. Porque como bien acababa de decir él, no existía más que Damián en el mundo de Lora. En aquellos instantes ni siquiera le preocupaban los agresores sexuales, ni sus pacientes. Su mente estaba completamente copada por el hombre que la sostenía entre sus fuertes brazos.
Cuando los labios de ambos se encontraron, la rubia compartió aquella hambre voraz. Los colmillos del vampiro dejaron un par de cortes en sus belfos, poero le importó menos que nada. Se deshizo en el gesto, que aunque falto de amor, era intenso y ligeramente cálido. Al separarse sus bocas, ella tomó aire con necesidad, porque durante varios segundos se le había olvidado hasta respirar.
—No necesito descansar.
Se sentía renovada, extraña y algo ida, pero energía no le faltaba y se negaba a separarse de él ahora. Con sus dedos rodeó el antebrazo foráneo, buscando su cercanía, la confirmación de que no estaba soñando. Sabía lo difícil que el acto debía haber sido para el vampiro que en sus más de dos siglos de vida se había negado a convertir a nadie en su esclavo de sangre. Ella era la primera. En su fantasía personal, eso la convertía en especial.
Buscó una vez más los labios ajenos y los mordió con suavidad, intentando controlarse, lo que hizo que la otra mano, con la que acarició el rostro del español, temblara por el ansia contenida.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:46 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Damian disfrutaba de las reacciones humanas que Lora le ofrecía,era sin duda atrayente la manera en que funcionaba los sentimientos de los mortales ante ciertas situaciones,difícilmente podían ocultar sus emociones ante seres como el.No habia cabida a pensar que la rubia pudiese temerle,al contrario podía notar que entendía sus facetas y las abrazaba por completo apesar del peligro que su oscuridad pudiese dejarle en los arrebatos de su pesar.Se mantuvo en silencio durante un tiempo indefinido solo aspirando el aroma que desprendía el cuerpo tibio,estaba concentrado oyendo una charla desarrollada en otra habitación pues Abelardo ya había llegado y como siempre resultó ser de utilidad pues enseguida se dispuso a resolver la escena que el inmortal género en un arranque justificable desde su percepción.
-Bien en ese caso siempre está la opción de obligaros...-
Susurro calmado sin moverse manteniendo el agarre posesivo sobre ella,el latir de su corazón le cantaba y apesar de los sucesos aún deseaba la sangre que esté bombeaba,cuando fue la última vez que bebió de ella? quizás dos noches o más,claro que el hecho de haber derramado sangre en la planta baja de la Hacienda le provocó un eco a su sed.La idea de tomarla no le abandonaba y esa era la intención inicial al salir a buscarle sin importarle interrumpir las actividades de la mujer que tenía en su regazo,aún con todo eso sin tenerlo claro le estaba cuidando de el.
Beso su pequeña frente bajando sus labios fríos por el tabique de su nariz desvíando el camino recto que trazaban sus besos para probar las mejillas y continuar bajando por un costado de su cuello.
-Debiste aceptar iros a dormir...-
La mano varonil abrió la bata de seda tocando la piel de los finos hombros en el proceso y con sutileza se deshizo de aquello que le estorbaba,era suya y la iba a reclamar como tal.Todo parecía agolparse en el:la perdida de catalina,la duda sobre el retorno de esa bruja en conjunto con la Inquisición y el naciente temor que descubrió al ver la posibilidad de perder a Lora le generaba frustración y una irá tremenda que volcaba en sus manos ansiosas marcando el cuerpo aún humano con cada caricia dada, delatando la necesidad de ahogar en ella lo que traía detrás.
Tomo la mano femenina que hace unos instantes tenía en su antebrazo y con cuidado beso el dorso de esta bajando sus labios hasta detenerse en la muñeca sin meditarlo sus colmillos penetraron la dulce piel degustando la ligereza de la sangre que le ofrecía la arteria radial.
Sus colmillos salieron de la piel sellando la herida con un beso cargado de deseo,alzó la mirada encendida en un rojo apabullante para encontrarse con los ojos azules, regalándole una sonrisa que rayaba en lo perverso delatando sus intenciones; arrinconó a Lora entre el lecho y su duro cuerpo sin pretender ser delicado pues estaba hambriento debido a que no bebía de nadie mas.
Sus manos hicieron retazos de tela el camisón de la parte baja exponiendo los muslos,aquella parte le gustaba de sobre manera pues la sangre resultaba más espesa en la femoral y cuanto más excitante fuera para su pequeña el sabor sería delicioso,no había acto igual para el.Daba la impresión que estaba sentado en ella poniendo sus rodillas flexionadas a cada lado de la cadera femenina pero lo cierto es que no ejercía peso sobre la rubia sin contar que no duró mucho en esa pose pues solo se enderezó para sacarse la camisa.
Los fríos labios besaron el vientre que emanaba un delicioso calor y bajaron por un costado de la cadera hasta llegar a su objetivo la parte de su muslo femoral que le permitiria saborear la vena con más facilidad,sus frías manos acariciaron la joven piel besando la parte que en segundos devoro con una mordida limpia y certera.Que bien se sentía aquel espeso líquido en su garganta le hacía recordar lo que era estar vivo con el calor de su sangre embriagandole rememorando los recuerdos de Lora una y otra vez.
-Bien en ese caso siempre está la opción de obligaros...-
Susurro calmado sin moverse manteniendo el agarre posesivo sobre ella,el latir de su corazón le cantaba y apesar de los sucesos aún deseaba la sangre que esté bombeaba,cuando fue la última vez que bebió de ella? quizás dos noches o más,claro que el hecho de haber derramado sangre en la planta baja de la Hacienda le provocó un eco a su sed.La idea de tomarla no le abandonaba y esa era la intención inicial al salir a buscarle sin importarle interrumpir las actividades de la mujer que tenía en su regazo,aún con todo eso sin tenerlo claro le estaba cuidando de el.
Beso su pequeña frente bajando sus labios fríos por el tabique de su nariz desvíando el camino recto que trazaban sus besos para probar las mejillas y continuar bajando por un costado de su cuello.
-Debiste aceptar iros a dormir...-
La mano varonil abrió la bata de seda tocando la piel de los finos hombros en el proceso y con sutileza se deshizo de aquello que le estorbaba,era suya y la iba a reclamar como tal.Todo parecía agolparse en el:la perdida de catalina,la duda sobre el retorno de esa bruja en conjunto con la Inquisición y el naciente temor que descubrió al ver la posibilidad de perder a Lora le generaba frustración y una irá tremenda que volcaba en sus manos ansiosas marcando el cuerpo aún humano con cada caricia dada, delatando la necesidad de ahogar en ella lo que traía detrás.
Tomo la mano femenina que hace unos instantes tenía en su antebrazo y con cuidado beso el dorso de esta bajando sus labios hasta detenerse en la muñeca sin meditarlo sus colmillos penetraron la dulce piel degustando la ligereza de la sangre que le ofrecía la arteria radial.
Sus colmillos salieron de la piel sellando la herida con un beso cargado de deseo,alzó la mirada encendida en un rojo apabullante para encontrarse con los ojos azules, regalándole una sonrisa que rayaba en lo perverso delatando sus intenciones; arrinconó a Lora entre el lecho y su duro cuerpo sin pretender ser delicado pues estaba hambriento debido a que no bebía de nadie mas.
Sus manos hicieron retazos de tela el camisón de la parte baja exponiendo los muslos,aquella parte le gustaba de sobre manera pues la sangre resultaba más espesa en la femoral y cuanto más excitante fuera para su pequeña el sabor sería delicioso,no había acto igual para el.Daba la impresión que estaba sentado en ella poniendo sus rodillas flexionadas a cada lado de la cadera femenina pero lo cierto es que no ejercía peso sobre la rubia sin contar que no duró mucho en esa pose pues solo se enderezó para sacarse la camisa.
Los fríos labios besaron el vientre que emanaba un delicioso calor y bajaron por un costado de la cadera hasta llegar a su objetivo la parte de su muslo femoral que le permitiria saborear la vena con más facilidad,sus frías manos acariciaron la joven piel besando la parte que en segundos devoro con una mordida limpia y certera.Que bien se sentía aquel espeso líquido en su garganta le hacía recordar lo que era estar vivo con el calor de su sangre embriagandole rememorando los recuerdos de Lora una y otra vez.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
No le asustó que utilizara la palabra obligación, porque el español rara vez la había obligado realmente a algo. Lora era una mujer segura de sí misma, decidida, pero también algo rebuscada y solía gustarle retar al vampiro, provocarle, hacer que se pusiera dominante con ella, aunque para la rubia fuera conseguir lo que realmente buscaba. Así que la satisfacción recorrió su piel como lo hicieron las frías manos del vampiro al quitarle la bata, única prenda que cubría su pálido y cálido cuerpo. La enfermera era de dermis sumamente blanca, casi tanto como la de un vampiro, pero con pequeñas pecas cubriendo parte de su busto y el fino tabique de su nariz. Las del rostro solía esconderlas bajo algo de maquillaje para aclarar pieles, pero los de su pecho únicamente se ocultaban por la ropa y ahora eran claramente visibles, a pesar de su claro tono rosado.
La confirmación de Damián sobre su previa amenaza hizo que el calor creciera en el la francesa. A pesar de la temperatura ambiente y del frío que aportaba el hombre contra ella, sus acciones y la manera en que la sostenía, no hacían más que enardecerla. Cada roce, cada caricia y cada beso, por castos que fueran o aunque carecieran de sentimiento alguno, a ella no le importaba, sólo deseaba ser tocada por el moreno, poseída aunque fuera a mordiscos. Lo cuál ocurrió enseguida e inició con la muñeca. La rubia estaba acostumbrada a los afilados colmillos del español y aún así, cada vez que él los hincaba, a ella le dolía. Pero era un dolor pasajero y rodeado de deseo, de necesidad y anhelo. Cerró los ojos, ansiando sentir con mayor intensidad cada acto contrario sobre su ser.
—¿Seguro que debí aceptar...?
Preguntó, devolviéndole la sonrisa al español, antes de ser obligada a recostarse con el cuerpo foráneo encima. El peso que él ejercía sobre ella le resultaba reconfortante y excitante, por leve que fuera, y aunque Damián aún permaneciera vestido y ella estuviese casi completamente desnuda. No necesitaba más que la presencia de ese hombre para sentirse deseada y, aún así, cada vez que la tocaba, prendía una nueva llama en su interior que hacía subir el calor que emanaba su figura. El sonido de la tela al rasgarse, hizo temblar a Lora como una hoja, mas no de miedo, sino en anticipación. ¿Dónde mordería ahora? Sólo esperó a sentir el corte en su carne y un jadeo escapó de sus entreabiertos labios. Se aferró a la sábana con una de sus manos y tiró de ella, arrugada entre sus dedos y tensa hasta cubrir el colchón. Notaba la succión y el rápido flujo de sangre recorrer sus venas. El latido de su corazón se aceleró, como si intentara renovar el líquido drenado. Arqueó la espalda, despegándola de la cama y apretó los párpados que seguían unidos, impidiéndole ver y, al mismo tiempo, aumentando el resto de sus sentidos. Intentó relajarse de nuevo, porque no quería dificultar la tarea en la que estaba enfrascado el vampiro. Estiró el brazo libre, llevando la mano a la cabeza ajena e internó los dedos entre las oscuras hebras de pelo, enredando las falanges entre ellas y acarició el cuero cabelludo con torpeza y suavidad. Era su manera de decirle que podía seguir, que no tenía por qué contenerse. Claro que en su estado actual, Lora sería capaz de dejarse desangrar por completo sin oponerle a Damián ninguna resistencia. Le ansiaba con fervor, tenía el mismo apetito por su tacto del que probablemente tenía él por seguir saboreando su sangre.
La respiración se aceleró de nuevo, aunque a ratos oscilaba, irregular. Tomaba aire con fuerza, casi desespero, y lo dejaba ir en pasionales jadeos y algún que otro entrecortado gemido, pues a pesar del daño que la mordida le hacía expandir a todo el muslo, quería más como una enloquecida masoquista. Aquel era el único mal que ambicionaba y el hombre rara vez se lo daba, temeroso por ella y por repetir la misma historia que con Catalina, aunque algo distinta. Ella, de morir, no le atormentaría ni se reencarnaría, ella desaparecería en el olvido para nunca regresar.
La confirmación de Damián sobre su previa amenaza hizo que el calor creciera en el la francesa. A pesar de la temperatura ambiente y del frío que aportaba el hombre contra ella, sus acciones y la manera en que la sostenía, no hacían más que enardecerla. Cada roce, cada caricia y cada beso, por castos que fueran o aunque carecieran de sentimiento alguno, a ella no le importaba, sólo deseaba ser tocada por el moreno, poseída aunque fuera a mordiscos. Lo cuál ocurrió enseguida e inició con la muñeca. La rubia estaba acostumbrada a los afilados colmillos del español y aún así, cada vez que él los hincaba, a ella le dolía. Pero era un dolor pasajero y rodeado de deseo, de necesidad y anhelo. Cerró los ojos, ansiando sentir con mayor intensidad cada acto contrario sobre su ser.
—¿Seguro que debí aceptar...?
Preguntó, devolviéndole la sonrisa al español, antes de ser obligada a recostarse con el cuerpo foráneo encima. El peso que él ejercía sobre ella le resultaba reconfortante y excitante, por leve que fuera, y aunque Damián aún permaneciera vestido y ella estuviese casi completamente desnuda. No necesitaba más que la presencia de ese hombre para sentirse deseada y, aún así, cada vez que la tocaba, prendía una nueva llama en su interior que hacía subir el calor que emanaba su figura. El sonido de la tela al rasgarse, hizo temblar a Lora como una hoja, mas no de miedo, sino en anticipación. ¿Dónde mordería ahora? Sólo esperó a sentir el corte en su carne y un jadeo escapó de sus entreabiertos labios. Se aferró a la sábana con una de sus manos y tiró de ella, arrugada entre sus dedos y tensa hasta cubrir el colchón. Notaba la succión y el rápido flujo de sangre recorrer sus venas. El latido de su corazón se aceleró, como si intentara renovar el líquido drenado. Arqueó la espalda, despegándola de la cama y apretó los párpados que seguían unidos, impidiéndole ver y, al mismo tiempo, aumentando el resto de sus sentidos. Intentó relajarse de nuevo, porque no quería dificultar la tarea en la que estaba enfrascado el vampiro. Estiró el brazo libre, llevando la mano a la cabeza ajena e internó los dedos entre las oscuras hebras de pelo, enredando las falanges entre ellas y acarició el cuero cabelludo con torpeza y suavidad. Era su manera de decirle que podía seguir, que no tenía por qué contenerse. Claro que en su estado actual, Lora sería capaz de dejarse desangrar por completo sin oponerle a Damián ninguna resistencia. Le ansiaba con fervor, tenía el mismo apetito por su tacto del que probablemente tenía él por seguir saboreando su sangre.
La respiración se aceleró de nuevo, aunque a ratos oscilaba, irregular. Tomaba aire con fuerza, casi desespero, y lo dejaba ir en pasionales jadeos y algún que otro entrecortado gemido, pues a pesar del daño que la mordida le hacía expandir a todo el muslo, quería más como una enloquecida masoquista. Aquel era el único mal que ambicionaba y el hombre rara vez se lo daba, temeroso por ella y por repetir la misma historia que con Catalina, aunque algo distinta. Ella, de morir, no le atormentaría ni se reencarnaría, ella desaparecería en el olvido para nunca regresar.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:46 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Enloquecido.No había otra manera de describir al vampiro pues sus manos situadas en la cadera de la joven apretaban fuerte la piel bajo ellas más no lo suficiente para dañarle al menos no por el momento.Podia escuchar el corazón latiendo desenfrenado y la respiración jadeante,ese dulce deseo pudo saborearlo conforme se alimentaba de Lora y está gemía de manera débil por el mismo dolor que inflingia en ella,lo cual satisfacía el alma retorcida de Damián que apretaba la mandíbula siendo preso del momento.
El detenerse se le estaba complicando pues su hambre pedía más pero era evidente que si seguía de esa manera lo único que provocaría sería el desmayo de la rubia;Sin desearlo los colmillos dejaron la piel Nivea y con cuidado su lengua limpio el rastro de sangre en el muslo, subiendo de manera necesitada por su abdomen percatándose como la baja temperatura en su cuerpo hacia mella en el ajeno,sus manos no repararon en tocar cada centímetro de la desnudez femenina recorriendo los caminos que se sabía de memoria y tantas veces había probado.
No había morbo en el acto,solo un infinito deseo de marcarla de tal manera que no fuera capaz de anhelar otra cosa más que el.Su boca encontro por fin aquella que rebosaba de vida atrapandola con pasión mientras su cuerpo se cernía en ella buscando el calor que había perdido tiempo atrás, por supuesto el que Lora fuera su esclava le daba la libertad de no ser tan sutil pues su cuerpo resistiría un poco más de lo normal debido a la propia sangre que corría en ella.El beso apasionado se fue tornando pausado,disminuyendo de ritmo al igual que las caricias de sus manos que se detuvieron en el rostro sonrosado,solo el diablo sabía lo que esa mujer le generaba, sin duda no podía engañarse quería saciarse hasta dejarla seca y volverla en su igual.
-Quédate...por que lo deseas,no solo hoy.-
No le importaba tener que obligarle pero algo en el requería de ella para sanar más allá de la sangre o el vinculo.En todos estos años siempre estuvo atado a Catalina solo pensando hasta cuándo le volvería a ver y ahora estaban esos ojos azules viéndole fijo,cuan riesgoso sería ambicionar más de esa joven ya que robarle la vida misma no le bastaba al inmortal.Beso el fino mentón,imaginarla viviendo con el le traía calma sin duda no estaría más protegida en otro lugar,bajo su abrigo.Lora sabía que el no podía ofrecerle amor,ni siquiera podía decir que ha llegado a sentirlo desde que murió hace dos siglos,solo restaba ofrecerle un alma retorcida totalmente deteriorada y egoísta que necesitaba aferrarse a ella para no caer en la locura que dejaba Catalina tras su partida.
-Necesito tenerte aquí Lora-
Susurro seductor sobre los labios de la mortal amenazando con reclamarlos todo lo que restaba de la noche,pocas veces mostraba lo que deambulaba en su mente y está era una de ellas.Las eventos por venir pintaban difíciles y tenía que asegurar el bienestar de Lora volverla mas fuerte, que está tomara el lugar correspondiente a su lado.No tenía contemplado transformarla en un inmortal,al menos no hasta saber si era algo que deseara, de igual manera no era momento de plantearlo cuando apenas iniciaba su camino y estaba tan ensimismado en el aroma dulzón que la joven desprendía con cada suspiro que no quería tratar otro asunto.
-Que desea tu alma?-
Reclamo saber con tono oscuro rozando con sus colmillos afilados el pálido cuello sonriendo con una lujuria arrasadora al escuchar la cortada respiración debajo suyo.
El detenerse se le estaba complicando pues su hambre pedía más pero era evidente que si seguía de esa manera lo único que provocaría sería el desmayo de la rubia;Sin desearlo los colmillos dejaron la piel Nivea y con cuidado su lengua limpio el rastro de sangre en el muslo, subiendo de manera necesitada por su abdomen percatándose como la baja temperatura en su cuerpo hacia mella en el ajeno,sus manos no repararon en tocar cada centímetro de la desnudez femenina recorriendo los caminos que se sabía de memoria y tantas veces había probado.
No había morbo en el acto,solo un infinito deseo de marcarla de tal manera que no fuera capaz de anhelar otra cosa más que el.Su boca encontro por fin aquella que rebosaba de vida atrapandola con pasión mientras su cuerpo se cernía en ella buscando el calor que había perdido tiempo atrás, por supuesto el que Lora fuera su esclava le daba la libertad de no ser tan sutil pues su cuerpo resistiría un poco más de lo normal debido a la propia sangre que corría en ella.El beso apasionado se fue tornando pausado,disminuyendo de ritmo al igual que las caricias de sus manos que se detuvieron en el rostro sonrosado,solo el diablo sabía lo que esa mujer le generaba, sin duda no podía engañarse quería saciarse hasta dejarla seca y volverla en su igual.
-Quédate...por que lo deseas,no solo hoy.-
No le importaba tener que obligarle pero algo en el requería de ella para sanar más allá de la sangre o el vinculo.En todos estos años siempre estuvo atado a Catalina solo pensando hasta cuándo le volvería a ver y ahora estaban esos ojos azules viéndole fijo,cuan riesgoso sería ambicionar más de esa joven ya que robarle la vida misma no le bastaba al inmortal.Beso el fino mentón,imaginarla viviendo con el le traía calma sin duda no estaría más protegida en otro lugar,bajo su abrigo.Lora sabía que el no podía ofrecerle amor,ni siquiera podía decir que ha llegado a sentirlo desde que murió hace dos siglos,solo restaba ofrecerle un alma retorcida totalmente deteriorada y egoísta que necesitaba aferrarse a ella para no caer en la locura que dejaba Catalina tras su partida.
-Necesito tenerte aquí Lora-
Susurro seductor sobre los labios de la mortal amenazando con reclamarlos todo lo que restaba de la noche,pocas veces mostraba lo que deambulaba en su mente y está era una de ellas.Las eventos por venir pintaban difíciles y tenía que asegurar el bienestar de Lora volverla mas fuerte, que está tomara el lugar correspondiente a su lado.No tenía contemplado transformarla en un inmortal,al menos no hasta saber si era algo que deseara, de igual manera no era momento de plantearlo cuando apenas iniciaba su camino y estaba tan ensimismado en el aroma dulzón que la joven desprendía con cada suspiro que no quería tratar otro asunto.
-Que desea tu alma?-
Reclamo saber con tono oscuro rozando con sus colmillos afilados el pálido cuello sonriendo con una lujuria arrasadora al escuchar la cortada respiración debajo suyo.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Sentía el deseo del vampiro mezclarse con el suyo, era algo imposible de describir o medir con los conocimientos humanos existentes. Él la necesitaba, aunque sólo fuera su sangre y los escasos momentos de paz que le regalaba a su atormentada conciencia. Y ella lo anhelaba a él, la sensación de poder que le otorgaba, la calma y el fulgor que despertaba en la enfermera a partes iguales. Era todo una contradicción, pero una sencillamente maravillosa.
Por mucho riesgo que corriera al compartir cama con un hombre como Damián o el simple hecho de pasearse de su brazo, a la rubia no le importaba, al contrario, abrazaba la idea del peligro, la adrenalina que eso le generaba, la pura sensación de estar realmente viva y no ser sólo un borrego más en el mundo, ciego ante lo que acontecía más allá de la simple mortalidad.
Al escuchar la petición del español, porque así le sonó a ella, casi como una súplica a pesar del tono neutro utilizado siempre por aquel hombre, en algunas ocasiones se podían apreciar leves matices que teñían sus palabras de sentimiento, Lora quiso responderle, mas le faltaban las fuerzas para hablar, aún sumida en un ligero trance lleno del placer de ser poseída por el vampiro con caricias, mordidas y aquel urgido beso lleno de ansia y pasión contenida. Y el silencio que se hizo por parte de la mujer, dio paso a la siguiente confesión de su acompañante que la hizo temblar súbitamente. Aunque sus gestos hablaban por sí solos, que lo convirtiera en palabras fue más de lo que la francesa pudo soportar, quebrando su voluntad de mantenerse callada por más tiempo.
—Me quedaré contigo, todo el tiempo que así lo quieras...
Su voz sonó algo baja, no porque pretendiera susurrar, sino porque se sentía algo debilitada. Normalmente el español succionaba menos sangre de ella, pero ahora que había compartido parte de la propia con la rubia y ésta se había sentido más enérgica de lo normal, ambos se habían dejado llevar por la pasión, sin contenerse demasiado y ahora eso había hecho mella en Lora, aunque nada que no se pudiera subsanar con un poco de descanso a posteriori.
La siguiente pregunta, aunque encontró a la francesa desprevenida, extrañamente, las palabras salieron de sus labios sin tenerlo que meditar, sin que, de hecho, tuviera tiempo siquiera de pensar que quería darle vueltas antes de responder. Fue puro instinto, tal vez por ello no hubo filtros ni medias tintas, la mujer confesó sin temor alguno lo que realmente deseaba, en cuerpo y alma.
—Te deseo a ti. Y que tú me desees a mí.
La contestación pudo sonar como un simple anhelo carnal, pero la mirada lapislázuli de la francesa decía mucho más que eso. Sabía que pedía algo que Damián no le podía ofrecer, algo que era incapaz de ofrecerle a nadie en realidad. Pero él había preguntado y ella, había concedido su deseo al serle sincera. Y por mucho que ansiara recibir lo que requería, se conformaría con cualquier cosa que ese hombre le ofreciera.
Soltó la sábana y llevó ambas manos al rostro foráneo, sosteniendo éste entre sus blanquecinos y finos dedos, acariciándole los pómulos con la yema de los pulgares. Le atrajo hacia ella despacio sin forzar y al mismo tiempo se alzó lo justo para que los labios de ambos se unieran en un leve y casto beso, sonriendo justo después con los belfos de ambos aún rozándose.
—Esto es suficiente...
Respondió en un murmuro, ésta vez sí expreso, explicándole con escasas palabras su entendimiento. Le decía que comprendía que exigía demasiado a ese hombre incompleto, quebrado, maltrecho y condenado. Le bastaba con sólo tenerle a su lado. No le iba a pedir más aunque lo deseara.
Por mucho riesgo que corriera al compartir cama con un hombre como Damián o el simple hecho de pasearse de su brazo, a la rubia no le importaba, al contrario, abrazaba la idea del peligro, la adrenalina que eso le generaba, la pura sensación de estar realmente viva y no ser sólo un borrego más en el mundo, ciego ante lo que acontecía más allá de la simple mortalidad.
Al escuchar la petición del español, porque así le sonó a ella, casi como una súplica a pesar del tono neutro utilizado siempre por aquel hombre, en algunas ocasiones se podían apreciar leves matices que teñían sus palabras de sentimiento, Lora quiso responderle, mas le faltaban las fuerzas para hablar, aún sumida en un ligero trance lleno del placer de ser poseída por el vampiro con caricias, mordidas y aquel urgido beso lleno de ansia y pasión contenida. Y el silencio que se hizo por parte de la mujer, dio paso a la siguiente confesión de su acompañante que la hizo temblar súbitamente. Aunque sus gestos hablaban por sí solos, que lo convirtiera en palabras fue más de lo que la francesa pudo soportar, quebrando su voluntad de mantenerse callada por más tiempo.
—Me quedaré contigo, todo el tiempo que así lo quieras...
Su voz sonó algo baja, no porque pretendiera susurrar, sino porque se sentía algo debilitada. Normalmente el español succionaba menos sangre de ella, pero ahora que había compartido parte de la propia con la rubia y ésta se había sentido más enérgica de lo normal, ambos se habían dejado llevar por la pasión, sin contenerse demasiado y ahora eso había hecho mella en Lora, aunque nada que no se pudiera subsanar con un poco de descanso a posteriori.
La siguiente pregunta, aunque encontró a la francesa desprevenida, extrañamente, las palabras salieron de sus labios sin tenerlo que meditar, sin que, de hecho, tuviera tiempo siquiera de pensar que quería darle vueltas antes de responder. Fue puro instinto, tal vez por ello no hubo filtros ni medias tintas, la mujer confesó sin temor alguno lo que realmente deseaba, en cuerpo y alma.
—Te deseo a ti. Y que tú me desees a mí.
La contestación pudo sonar como un simple anhelo carnal, pero la mirada lapislázuli de la francesa decía mucho más que eso. Sabía que pedía algo que Damián no le podía ofrecer, algo que era incapaz de ofrecerle a nadie en realidad. Pero él había preguntado y ella, había concedido su deseo al serle sincera. Y por mucho que ansiara recibir lo que requería, se conformaría con cualquier cosa que ese hombre le ofreciera.
Soltó la sábana y llevó ambas manos al rostro foráneo, sosteniendo éste entre sus blanquecinos y finos dedos, acariciándole los pómulos con la yema de los pulgares. Le atrajo hacia ella despacio sin forzar y al mismo tiempo se alzó lo justo para que los labios de ambos se unieran en un leve y casto beso, sonriendo justo después con los belfos de ambos aún rozándose.
—Esto es suficiente...
Respondió en un murmuro, ésta vez sí expreso, explicándole con escasas palabras su entendimiento. Le decía que comprendía que exigía demasiado a ese hombre incompleto, quebrado, maltrecho y condenado. Le bastaba con sólo tenerle a su lado. No le iba a pedir más aunque lo deseara.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:46 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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