AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ce qui nous unit||Lora +18
Recuerdo del primer mensaje :
El silencio fue interrumpido por una copa de vidrio estrellándose contra el suelo y después de eso nadie más que Damián permaneció en esa habitación que funcionaba como estudio privado del inmortal,pues quien en su sano juicio metería los dedos en la jaula de un animal enfurecido, la respuesta era nadie, al menos ninguna de las almas que servían en aquella mansión se atrevían a molestarle después de los sucesos recientes.
El aura de Damián se tornó mas oscura como el abismo de una cueva inexplorada, estaba iracundo y no escuchaba razones, solo tenía una cosa en su mente o mejor dicho a una persona que podía mitigar su locura. Aún sentía como la luz de su existencia se desvanecía entre sus brazos, siempre dolía igual, cuanto tiempo tardaría en volver a el, lo haría esta vez?. En cuanto la noche le abrazo no tuvo la fuerza para mantenerse en ese lugar todo le recordaba a ella sin la menor provocación y asqueado de ello salió sin más, no tenía claro a donde iba se dejó guiar por su inconsciente que solo esquivaba por reflejo a los transeúntes que encontraba esporádicamente sobre la acera.
Solo un aroma peculiar capto su atencion haciéndole detener en su andar, demaciado penetrante e imprudente el olor de esa sangre que estaba derramando esa criatura traviesa. Su inconciente le buscaba a ella y al parecer le había encontrado, ese característico olor que Lora poseía le había impactado desde el inesperado primer encuentro entre ambos; la pequeña flor era letal al parecer.
La escena no le escandalizó, con toda calma se quedo observándola realizar la minuciosa tarea que le ocupaba en aquel obscuro callejón . Ella lo noto, por supuesto lo hizo pero no se sorprendió parecía que estaba esperando la aparición de Damián; tras el cruce de miradas que se dio por un momento la joven volvio su atención al bulto ya sin vida. Una vez que termino la sutura el inmortal camino hasta ella, no le importo que tuviese un poco salpicada la cara de aquel líquido carmesí le tomo del brazo alzándola del suelo con un poco de urgencia reclamando los cálidos labios descargando toda su frustración en ese beso, dejándole saber que se sentía vacío y por supuesto no solo necesitaba de su sangre, sus garras se volvieron sobre la fina cintura deleitándose con la tibieza del cuerpo ajeno y la adrenalina que parecía desbordar por sus actos.
-Interesante pasatiempo mi Lady-
Disimulo muy bien lo que le carcomía por dentro pues su rostro retomo la seriedad característica que le representaba.
No le quito la mirada de encima ni un segundo apesar que se había separado de ella con sutileza
-Que perpetró el infeliz para mereceros tan dedicada y hábil verdugo como tu-
La verdad no era algo que le interesará, pero necesitaba con vehemencia sacarse a Catalina de la cabeza, olvidar que al darle su sangre había provocado su muerte.
"LO QUE NOS UNE"
PARÍS
...Algunas noches lejanas..
-•-•-
PARÍS
...Algunas noches lejanas..
-•-•-
El silencio fue interrumpido por una copa de vidrio estrellándose contra el suelo y después de eso nadie más que Damián permaneció en esa habitación que funcionaba como estudio privado del inmortal,pues quien en su sano juicio metería los dedos en la jaula de un animal enfurecido, la respuesta era nadie, al menos ninguna de las almas que servían en aquella mansión se atrevían a molestarle después de los sucesos recientes.
El aura de Damián se tornó mas oscura como el abismo de una cueva inexplorada, estaba iracundo y no escuchaba razones, solo tenía una cosa en su mente o mejor dicho a una persona que podía mitigar su locura. Aún sentía como la luz de su existencia se desvanecía entre sus brazos, siempre dolía igual, cuanto tiempo tardaría en volver a el, lo haría esta vez?. En cuanto la noche le abrazo no tuvo la fuerza para mantenerse en ese lugar todo le recordaba a ella sin la menor provocación y asqueado de ello salió sin más, no tenía claro a donde iba se dejó guiar por su inconsciente que solo esquivaba por reflejo a los transeúntes que encontraba esporádicamente sobre la acera.
Solo un aroma peculiar capto su atencion haciéndole detener en su andar, demaciado penetrante e imprudente el olor de esa sangre que estaba derramando esa criatura traviesa. Su inconciente le buscaba a ella y al parecer le había encontrado, ese característico olor que Lora poseía le había impactado desde el inesperado primer encuentro entre ambos; la pequeña flor era letal al parecer.
La escena no le escandalizó, con toda calma se quedo observándola realizar la minuciosa tarea que le ocupaba en aquel obscuro callejón . Ella lo noto, por supuesto lo hizo pero no se sorprendió parecía que estaba esperando la aparición de Damián; tras el cruce de miradas que se dio por un momento la joven volvio su atención al bulto ya sin vida. Una vez que termino la sutura el inmortal camino hasta ella, no le importo que tuviese un poco salpicada la cara de aquel líquido carmesí le tomo del brazo alzándola del suelo con un poco de urgencia reclamando los cálidos labios descargando toda su frustración en ese beso, dejándole saber que se sentía vacío y por supuesto no solo necesitaba de su sangre, sus garras se volvieron sobre la fina cintura deleitándose con la tibieza del cuerpo ajeno y la adrenalina que parecía desbordar por sus actos.
-Interesante pasatiempo mi Lady-
Disimulo muy bien lo que le carcomía por dentro pues su rostro retomo la seriedad característica que le representaba.
No le quito la mirada de encima ni un segundo apesar que se había separado de ella con sutileza
-Que perpetró el infeliz para mereceros tan dedicada y hábil verdugo como tu-
La verdad no era algo que le interesará, pero necesitaba con vehemencia sacarse a Catalina de la cabeza, olvidar que al darle su sangre había provocado su muerte.
Última edición por Damian Alarcón el Mar Sep 26, 2017 1:25 am, editado 1 vez
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
La mirada de Damián seguía manteniendo ese color rubí mientras la respiración pausada de Lora le provocaba tomar su vida para anclarla a el,pero no lo haria por lo menos no hoy pues aún tenía cordura apesar del la sed que la mujer le causaba.Le complació las palabras de la joven y su sonrisa oscura lo demostró dejando ver los afilados colmillos que resaltaban sin pudor,aún sin apartarse de ella o mostrar interés por liberarle de su cuerpo pues el calor que le ofrecía le calmaba el temperamento y de cierta manera le desarmaba la existencia por breves segundos.
-Recuerda que yo no mido el tiempo...un pestañeo para mi es tu vida entera y pienso hacerla mia.-
Dijo el vampiro aceptando la cálida caricia que las manos finas le regalaban y aún con más apremio el casto beso que uniera sus labios.Esa joven era capaz de sobrellevarle aún consiente que no obtendría nada más de él.
Le libero por unos segundos recostándose sobre su lado derecho junto a la oji azul mientras uno de sus brazos se colaba por debajo de la espalda de la mujer para envolver la fina cintura y atraerla hacia el con fuerza,sabía que debía dejarle tomar aliento por ello aflojo un poco el agarre mientras acomoda su mejilla en los pechos desnudos oyendo el latido de su corazón,la mano que tenía libre comenzó a viajar desde su brazo hasta detenerse en la cadera pronunciada y pegarla a la propia.No se movió y no lo haría hasta que ella mostrará recuperarse,sus dedos trazaron figuras indefinidas sobre la piel de su espalada gozando de la reacción ajena.
-Hago más que desearte pequeña...y créeme no me basta-
No era un acto sexual lo que impulsaba al vampiro,era ese enfermo deseo de sentirle suya en un plano más allá de la carne,se había obsesionado con Lora de manera evidente y todo lo relacionado a esta le importaba más de lo que ella era capaz de imaginar.Solo alimentaba a la bestia con sus palabras,lo invitaba a devorarle el alma.
El inmortal cerro los ojos con su rostro aún en medio de aquellos tersos montes que le ofrecían tan dulce melodía,quien la quiso apartar de el?debía hablar con Abelardo por la mañana,el tenía ciertas habilidades que le pudieron indicar algo al momento de limpiar aquel arrebato que generó el inmortal.Sabia que la llegada de esa bruja tenía mucho que ver,no le daba buena espina todo ello,que buscaba el clan de las Druidesas,por que no podía descartar que esas alimañas hubiesen estado detrás del incidente con el veneno.
Al escuchar el latido de manera más regular se concentro en Lora nuevamente dejando esos menesteres para luego ya que de igual forma el día no le permitía hacer mucho.
Las manos que se habían detenido volvieron a reclamar la piel desnuda subiendo por la espalda en una suave caricia fría mientras en un movimiento limpio se recostaba con la figura femenina arriba de el envolviéndola con la sábana para que no resintiera lo frío de su piel.
-Tomaremos un baño en cuanto te sientas mejor, y dormirás despues.necesito que estés descansada... -
Le informo mientras los brazos la retenían con firmeza como si le naciera un temor de perderle.Debia mandar a traer las cosas de la rubia cuanto antes,tenía muchas cosas que explicarle pues ella ahora formaba parte del mundo que el español pertenecía.
Ahora y siempre por que no dejaría ir a la mortal.
-Recuerda que yo no mido el tiempo...un pestañeo para mi es tu vida entera y pienso hacerla mia.-
Dijo el vampiro aceptando la cálida caricia que las manos finas le regalaban y aún con más apremio el casto beso que uniera sus labios.Esa joven era capaz de sobrellevarle aún consiente que no obtendría nada más de él.
Le libero por unos segundos recostándose sobre su lado derecho junto a la oji azul mientras uno de sus brazos se colaba por debajo de la espalda de la mujer para envolver la fina cintura y atraerla hacia el con fuerza,sabía que debía dejarle tomar aliento por ello aflojo un poco el agarre mientras acomoda su mejilla en los pechos desnudos oyendo el latido de su corazón,la mano que tenía libre comenzó a viajar desde su brazo hasta detenerse en la cadera pronunciada y pegarla a la propia.No se movió y no lo haría hasta que ella mostrará recuperarse,sus dedos trazaron figuras indefinidas sobre la piel de su espalada gozando de la reacción ajena.
-Hago más que desearte pequeña...y créeme no me basta-
No era un acto sexual lo que impulsaba al vampiro,era ese enfermo deseo de sentirle suya en un plano más allá de la carne,se había obsesionado con Lora de manera evidente y todo lo relacionado a esta le importaba más de lo que ella era capaz de imaginar.Solo alimentaba a la bestia con sus palabras,lo invitaba a devorarle el alma.
El inmortal cerro los ojos con su rostro aún en medio de aquellos tersos montes que le ofrecían tan dulce melodía,quien la quiso apartar de el?debía hablar con Abelardo por la mañana,el tenía ciertas habilidades que le pudieron indicar algo al momento de limpiar aquel arrebato que generó el inmortal.Sabia que la llegada de esa bruja tenía mucho que ver,no le daba buena espina todo ello,que buscaba el clan de las Druidesas,por que no podía descartar que esas alimañas hubiesen estado detrás del incidente con el veneno.
Al escuchar el latido de manera más regular se concentro en Lora nuevamente dejando esos menesteres para luego ya que de igual forma el día no le permitía hacer mucho.
Las manos que se habían detenido volvieron a reclamar la piel desnuda subiendo por la espalda en una suave caricia fría mientras en un movimiento limpio se recostaba con la figura femenina arriba de el envolviéndola con la sábana para que no resintiera lo frío de su piel.
-Tomaremos un baño en cuanto te sientas mejor, y dormirás despues.necesito que estés descansada... -
Le informo mientras los brazos la retenían con firmeza como si le naciera un temor de perderle.Debia mandar a traer las cosas de la rubia cuanto antes,tenía muchas cosas que explicarle pues ella ahora formaba parte del mundo que el español pertenecía.
Ahora y siempre por que no dejaría ir a la mortal.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Sabía que la longevidad de ambos no tenía nada que ver y que ella sería un suspiro en la eternidad del español, cuyo futuro transcurriría sin la rubia a su lado, aún así, había visto a muchos humanos distanciarse en su escasa mortalidad, alejarse para nunca jamás volver a encontrarse y ella no quería que el vampiro dejara de formar parte d su existencia, ni imaginar siquiera lo que sería de su día a día sin él a su lado.
Se dejó acercar por el brazo ajeno, llevando ambos brazos a rodearle el cuello cuando el español se encorcó y acomodó la cabeza entre sus senos. Con una de las manos acarició los oscuros y recios cabellos de Damián, intentando que ese gesto le relajara durante un tiempo por breve que fuera. Cuando alguien estaba tan atormentado como ese hombre, cualquier momento de liberación debía saber a gloria, al menos eso creía Lora.
La piel de la francesa se erizaba y calmaba al paso de los fríos dedos del inmortal. Su respiración, agitada minutos antes, comenzó a recuperar su ritmo normal, así como se fueron tranquilizando los latidos de su corazón, aunque aún golpeaban con fuerza dentro de la cavidad torácica.
—¿No te basta?
Preguntó algo confusa y sumamente curiosa, a la vez en que el hombre la colocaba sobre su cuerpo firme y bajo de temperatura. La rubia se apoyó con las dos manos en el pecho foráneo y colocó encima de los dedos entrelazados el mentón, observando así el rostro cincelado del español, enmarcado con aquella sedctora y tupida barba.
—Ya estoy lista para el baño, ni siquiera llevo ropa...
Rió con suavidad al bromear. Notaba que Damián le daba vueltas a algo aunque intentara disimularlo y sólo deseaba hacerle olvidar durante aquella jornada, una que para Lora era ahora muy importante, el día en que el vampiro la había hecho suya, su esclava de sangre.
Rozó los labios foráneos con los propios sin llegar a besarlos, provocándole, jugando, incluso sabiendo la bestia que se ocultaba dentro de aquel hombre. Lora no le temía ni lo haría nunca, ni aunque la despellejara viva con sus propias manos.
Se dejó acercar por el brazo ajeno, llevando ambos brazos a rodearle el cuello cuando el español se encorcó y acomodó la cabeza entre sus senos. Con una de las manos acarició los oscuros y recios cabellos de Damián, intentando que ese gesto le relajara durante un tiempo por breve que fuera. Cuando alguien estaba tan atormentado como ese hombre, cualquier momento de liberación debía saber a gloria, al menos eso creía Lora.
La piel de la francesa se erizaba y calmaba al paso de los fríos dedos del inmortal. Su respiración, agitada minutos antes, comenzó a recuperar su ritmo normal, así como se fueron tranquilizando los latidos de su corazón, aunque aún golpeaban con fuerza dentro de la cavidad torácica.
—¿No te basta?
Preguntó algo confusa y sumamente curiosa, a la vez en que el hombre la colocaba sobre su cuerpo firme y bajo de temperatura. La rubia se apoyó con las dos manos en el pecho foráneo y colocó encima de los dedos entrelazados el mentón, observando así el rostro cincelado del español, enmarcado con aquella sedctora y tupida barba.
—Ya estoy lista para el baño, ni siquiera llevo ropa...
Rió con suavidad al bromear. Notaba que Damián le daba vueltas a algo aunque intentara disimularlo y sólo deseaba hacerle olvidar durante aquella jornada, una que para Lora era ahora muy importante, el día en que el vampiro la había hecho suya, su esclava de sangre.
Rozó los labios foráneos con los propios sin llegar a besarlos, provocándole, jugando, incluso sabiendo la bestia que se ocultaba dentro de aquel hombre. Lora no le temía ni lo haría nunca, ni aunque la despellejara viva con sus propias manos.
Última edición por Lora Bellamy el Jue Oct 05, 2017 12:44 pm, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El vampiro no respondió aquella cuestión con palabras,solo movió de manera negativa su cabeza.Damian no era de explayar sus pensamientos,siempre se manejaba discreto y solo en raras ocasiones accedía a revelarle pequeños fragmentos a la humana que descansaba en sus brazos;pero muy en su interior no podía negar que la presencia de Lora le ayudaba a no caer en la locura y no solo era una fuente de alimento o un consuelo a su soledad,ella tenía un lugar a su lado uno muy importante.Sus manos acariciaron los dorados cabellos una y otra vez,se le volvía vicio su aroma tan dulce y delicado.
-Muy conveniente.-
Una sonrisa ladina adorno el rostro del español ante el roce provocador de la mujer y con sutileza su mano se posó en la nuca de la oji-azul manteniéndola cerca de el.
-No tientes al diablo,Lora.-
El nombre femenino brotó de sus labios de manera seductora mientras cortaba la distancia de sus bocas y reclamaba a la joven en un tórrido beso que buscaba dejarle sin aire, aturdirla para hacerla caer una y otra vez.Con cuidado tomo el cuerpo en sus brazos levantándose con ella envuelta en una sábana mientras sus labios le liberaban por el momento,con paso prudente atravesó la extensa habitación hasta llegar al cuarto donde se aseaba,que en tamaño era un poco menos de la mitad que su dormitorio,uno que usaba solo cuando estaba Lora en la Hacienda pues la mayor parte del tiempo no salía del despacho.
El agua en la tina se podía deducir que aún estaba caliente pues se podía ver el vapor ascendiendo, cuando él y Lora estaban en el balcón encargó que se calentara el agua hasta que está estuviera hirviendo pues de esa manera no habría necesidad de volverle a calentar pues el ya tenía pensado un baño para más tarde así que con cuidado bajo el cuerpo de Lora dejándole de pie ante el,sin decir palabra quito la sábana que se enredaba en el cuerpo tibio y tomándola de nuevo en brazos la depósito en la tina de buen tamaño.Arrastro una silla hasta colocarla aún lado de la tina y se sentó de manera que le permitiera moverse,tomo la esponja que había en un recipiente y en silencio comenzó a rozar está por sus brazos subiendo hasta llegar a su cuello y de nuevo bajar pero esta vez por su espalda.
-Te sientes mejor?-
Pregunto deleitándose con el cuerpo femenino,cuántas veces no habían repetido esa escena y sin embargo nunca se cansaba.Podia permitirse descansar por un momento de todo lo que cargaba,el pasado,su presente...sus manos sosteniendo la esponja pasaron por los bien proporcionados senos con evidente malicia y bajo lentamente por el abdomen buscando provocarla como ella se daba el lujo de hacerlo con el.
La única prenda que llevaba el inmortal comenzaba a salpicarse por el agua que exprimía de la esponja,pero parecía no inmutarse pues un poco de agua en los pantalones no era cosa de atención.
-Muy conveniente.-
Una sonrisa ladina adorno el rostro del español ante el roce provocador de la mujer y con sutileza su mano se posó en la nuca de la oji-azul manteniéndola cerca de el.
-No tientes al diablo,Lora.-
El nombre femenino brotó de sus labios de manera seductora mientras cortaba la distancia de sus bocas y reclamaba a la joven en un tórrido beso que buscaba dejarle sin aire, aturdirla para hacerla caer una y otra vez.Con cuidado tomo el cuerpo en sus brazos levantándose con ella envuelta en una sábana mientras sus labios le liberaban por el momento,con paso prudente atravesó la extensa habitación hasta llegar al cuarto donde se aseaba,que en tamaño era un poco menos de la mitad que su dormitorio,uno que usaba solo cuando estaba Lora en la Hacienda pues la mayor parte del tiempo no salía del despacho.
El agua en la tina se podía deducir que aún estaba caliente pues se podía ver el vapor ascendiendo, cuando él y Lora estaban en el balcón encargó que se calentara el agua hasta que está estuviera hirviendo pues de esa manera no habría necesidad de volverle a calentar pues el ya tenía pensado un baño para más tarde así que con cuidado bajo el cuerpo de Lora dejándole de pie ante el,sin decir palabra quito la sábana que se enredaba en el cuerpo tibio y tomándola de nuevo en brazos la depósito en la tina de buen tamaño.Arrastro una silla hasta colocarla aún lado de la tina y se sentó de manera que le permitiera moverse,tomo la esponja que había en un recipiente y en silencio comenzó a rozar está por sus brazos subiendo hasta llegar a su cuello y de nuevo bajar pero esta vez por su espalda.
-Te sientes mejor?-
Pregunto deleitándose con el cuerpo femenino,cuántas veces no habían repetido esa escena y sin embargo nunca se cansaba.Podia permitirse descansar por un momento de todo lo que cargaba,el pasado,su presente...sus manos sosteniendo la esponja pasaron por los bien proporcionados senos con evidente malicia y bajo lentamente por el abdomen buscando provocarla como ella se daba el lujo de hacerlo con el.
La única prenda que llevaba el inmortal comenzaba a salpicarse por el agua que exprimía de la esponja,pero parecía no inmutarse pues un poco de agua en los pantalones no era cosa de atención.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Amplió la maléfica sonrisa al escuchar la respuesta del vampiro ante sus actos, viéndose presa de un beso intenso y hambriento que la rubia correspondió. Se aferró al cuello ajeno al notar que el español la rodeaba con una sábana y la alzaba del colchón para llevarla en brazos hacia el aseo. El viaje se le hizo corto aunque la habitación era grande, porque el beso se cortó y le supo a poco. Se sentía necesitada de más, no sabía si parte venía causada por el reciente cambio en su cuerpo o si la voracidad era ya innata en ella y los sentimientos que tenía por aquel hombre, los cuales se negaba a reconocer en voz alta.
—Pero tentar al diablo es muy excitante...
Respondió antes de ser depositada en el suelo, cuando Damián le dio tiempo a la rubia de responder a la advertencia dicha justo antes de tomar sus labios con fiereza abrasadora. Permitió entonces que la desenvolviera de aquella tela suave y blanca que había entibiado su cuerpo, exponiéndolo temporalmente al frío de la estancia, para pronto apaciguar la piel de gallina que hormigueó en la figura de la francesa con el agua caliente de la bañera. Había visto el suave vapor teñir el espejo, que estaba allí sólo para ella, y cubrir con su fino manto húmedo la superficie de los muebles y el suelo de madera, aunque el vampiro era un experto en caminar sobre lugares difíciles y ni por un instante patinó. Se acomodó enseguida con aquel líquido que la rodeaba y transmitía calor a través de su dermis hasta lo más profundo de su persona. Alargó el brazo y tomó una aguja para el pelo, que descansaba sobre una banqueta, con la que se recogió el cabello en un desordenado moño. Suspiró a gusto y sonrió al observar al contrario de reojo.
—Mucho mejor, esto me devuelve las energías a la vez que me relaja, por contradictorio que suene.
La manera en que el español la tocaba le encantaba, se sentía a gusto y aún con la malicia de algunas de sus caricias, ella no dejó de sonreír, girando ligeramente el rostro para ver mejor a Damián con la barbilla casi apoyada en su propio hombro.
—Si sigues así, dejaré de portarme bien...
Mencionó en un suave y pícaro susurro. Su mirada parecía casi felina entre la postura que adoptaba la francesa y la manera en que entornó los ojos, sonriendo de manera leve y algo ladeada, mostrando una fracción de su perlada dentadura. A pesar de la época, Lora se cuidaba mucho los dientes y todo en general, sabiendo cuán importante era la higiene bucal para evitar enfermedades.
Desvió sus azulados ojos hacia los pantalones que portaba su acompañante, girando por completo hasta quedar dentro de la tina, arrodillada y cara al español. Había usado ambas manos que ahora se apoyaban en el borde de la cuba de agua, dejando que gotas cayeran a los tablones de madera vieja y bien tratada que cubría allí donde pisaban.
—Te estás mojando.
—Pero tentar al diablo es muy excitante...
Respondió antes de ser depositada en el suelo, cuando Damián le dio tiempo a la rubia de responder a la advertencia dicha justo antes de tomar sus labios con fiereza abrasadora. Permitió entonces que la desenvolviera de aquella tela suave y blanca que había entibiado su cuerpo, exponiéndolo temporalmente al frío de la estancia, para pronto apaciguar la piel de gallina que hormigueó en la figura de la francesa con el agua caliente de la bañera. Había visto el suave vapor teñir el espejo, que estaba allí sólo para ella, y cubrir con su fino manto húmedo la superficie de los muebles y el suelo de madera, aunque el vampiro era un experto en caminar sobre lugares difíciles y ni por un instante patinó. Se acomodó enseguida con aquel líquido que la rodeaba y transmitía calor a través de su dermis hasta lo más profundo de su persona. Alargó el brazo y tomó una aguja para el pelo, que descansaba sobre una banqueta, con la que se recogió el cabello en un desordenado moño. Suspiró a gusto y sonrió al observar al contrario de reojo.
—Mucho mejor, esto me devuelve las energías a la vez que me relaja, por contradictorio que suene.
La manera en que el español la tocaba le encantaba, se sentía a gusto y aún con la malicia de algunas de sus caricias, ella no dejó de sonreír, girando ligeramente el rostro para ver mejor a Damián con la barbilla casi apoyada en su propio hombro.
—Si sigues así, dejaré de portarme bien...
Mencionó en un suave y pícaro susurro. Su mirada parecía casi felina entre la postura que adoptaba la francesa y la manera en que entornó los ojos, sonriendo de manera leve y algo ladeada, mostrando una fracción de su perlada dentadura. A pesar de la época, Lora se cuidaba mucho los dientes y todo en general, sabiendo cuán importante era la higiene bucal para evitar enfermedades.
Desvió sus azulados ojos hacia los pantalones que portaba su acompañante, girando por completo hasta quedar dentro de la tina, arrodillada y cara al español. Había usado ambas manos que ahora se apoyaban en el borde de la cuba de agua, dejando que gotas cayeran a los tablones de madera vieja y bien tratada que cubría allí donde pisaban.
—Te estás mojando.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El vapor provocado por el agua caliente fue poco a poco llenando la habitación y ahí con esponja en mano se quedo observando como el rostro femenino que en esos momentos tenía a escasos del suyo le clavaba la mirada azul,sus manos frías acunaron el dulce rostro que con cautela buscaron cortar la distancia de los cálidos labios,demandando de ellos y sus mieles.Podia escuchar el corazón ajeno latir con fuerza bombeando esa deliciosa sangre que clamaba por ser tomada de mil formar.
-Sabes bien...muy bien...-
Murmuro sobre los labios húmedos apartando los cabellos dorados de ese fino rostro,de cierta manera le recordaba su humanidad una que dejó hace tanto y rara vez traía a su memoria.Lora resultaba ser encantadora y con tintes de inocencia que solia invitarle a contemplarle por horas en total silencio.
El ruido de aquellas gotas liquidas cayendo en el suelo era lo único que irrumpia la calma de ese espectral estupor en el vampiro como si hubiese entrado en un trance,perdiendose más allá de esa mirada cálida.Cuanto podría soportar la pequeña rubia a su lado antes de desquiciar su temple y doblegar el alma por que cada segundo a su lado la obscuridad se apoderaba de ella de una manera lenta colándose bajo su piel para poder reclamarle cuando fuera el momento.
-Es solo ropa...no importa-
Respondió ante la afirmación de su ropa húmeda,sin mostrar expresión alguna dejo caer la esponja de sus manos y se puso de pie para meterse tal cual en la tina sin quitarse aquel elegante pantalón,el agua se escapó de los bordes ante el nuevo peso que se acomodaba detrás de la joven sin ninguna dificultad, sus brazos se estiraron para atraer el fino cuerpo a él pegando la espalda femenina en su pecho frio recostandole un poco mientras su brazos le rodeaban aprovechando la temperatura del agua que podría apaciguar el frío que su cuerpo emanaba y repercutía en Lora.La barbilla del eterno acabó reposando en uno de los hombros mientras respiraba el perfume de aquella piel,era la primera vez que se planteaba la idea de perderla,la verdad era que Damián no habia cavilado un futuro con la humana al menos no hasta hace poco...perderla no era una opción y ahora lo sopesaba con cuidado.
La bañera era lo suficientemente grande para poder moverse con facilidad pero el prefería en todo sentido tener encima suyo a la rubia piel con piel,robando el calor de ese cuerpo.Tomo de nueva cuenta la esponja y comenzó a pasarla por los delgados hombros con sumo cuidado ante el temor de romper la fina y tersa piel,podía ver esos lunares en la nivea piel de la joven aunque fuera innecesario pues se los sabía de memoria.
-Me place que dejes de portarte bien.-
Su voz sonaba con esa frialdad tatuada en el y a la vez mantenía esa tranquilidad en su rostro tan inquebrantable en ocasiones que solo Lora era capaz de ver todas sus facetas percatándose de seguro que rara vez lucia así de calmado, realmente le traía paz aunque no lo dijera.No se movió por unos minutos y cuando lo hizo fue para dejar un beso gélido en el cuello de la rubia mientras su manos dejaban libre el cabello sedoso que no tardo en caer por sus hombros con verdadera gracia,su aroma golpeó sus sentido dejándole una sed evidente.
-Dulce y Cautivadora Lora...Lo excitante no está en ser tentado si no en sucumbir ante ello.-
Con delicadeza tomo el mentón de la joven y lo ladeó para depositar un beso fiero en los labios carnosos rebosantes de vida.
-Sabes bien...muy bien...-
Murmuro sobre los labios húmedos apartando los cabellos dorados de ese fino rostro,de cierta manera le recordaba su humanidad una que dejó hace tanto y rara vez traía a su memoria.Lora resultaba ser encantadora y con tintes de inocencia que solia invitarle a contemplarle por horas en total silencio.
El ruido de aquellas gotas liquidas cayendo en el suelo era lo único que irrumpia la calma de ese espectral estupor en el vampiro como si hubiese entrado en un trance,perdiendose más allá de esa mirada cálida.Cuanto podría soportar la pequeña rubia a su lado antes de desquiciar su temple y doblegar el alma por que cada segundo a su lado la obscuridad se apoderaba de ella de una manera lenta colándose bajo su piel para poder reclamarle cuando fuera el momento.
-Es solo ropa...no importa-
Respondió ante la afirmación de su ropa húmeda,sin mostrar expresión alguna dejo caer la esponja de sus manos y se puso de pie para meterse tal cual en la tina sin quitarse aquel elegante pantalón,el agua se escapó de los bordes ante el nuevo peso que se acomodaba detrás de la joven sin ninguna dificultad, sus brazos se estiraron para atraer el fino cuerpo a él pegando la espalda femenina en su pecho frio recostandole un poco mientras su brazos le rodeaban aprovechando la temperatura del agua que podría apaciguar el frío que su cuerpo emanaba y repercutía en Lora.La barbilla del eterno acabó reposando en uno de los hombros mientras respiraba el perfume de aquella piel,era la primera vez que se planteaba la idea de perderla,la verdad era que Damián no habia cavilado un futuro con la humana al menos no hasta hace poco...perderla no era una opción y ahora lo sopesaba con cuidado.
La bañera era lo suficientemente grande para poder moverse con facilidad pero el prefería en todo sentido tener encima suyo a la rubia piel con piel,robando el calor de ese cuerpo.Tomo de nueva cuenta la esponja y comenzó a pasarla por los delgados hombros con sumo cuidado ante el temor de romper la fina y tersa piel,podía ver esos lunares en la nivea piel de la joven aunque fuera innecesario pues se los sabía de memoria.
-Me place que dejes de portarte bien.-
Su voz sonaba con esa frialdad tatuada en el y a la vez mantenía esa tranquilidad en su rostro tan inquebrantable en ocasiones que solo Lora era capaz de ver todas sus facetas percatándose de seguro que rara vez lucia así de calmado, realmente le traía paz aunque no lo dijera.No se movió por unos minutos y cuando lo hizo fue para dejar un beso gélido en el cuello de la rubia mientras su manos dejaban libre el cabello sedoso que no tardo en caer por sus hombros con verdadera gracia,su aroma golpeó sus sentido dejándole una sed evidente.
-Dulce y Cautivadora Lora...Lo excitante no está en ser tentado si no en sucumbir ante ello.-
Con delicadeza tomo el mentón de la joven y lo ladeó para depositar un beso fiero en los labios carnosos rebosantes de vida.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Notó la exigencia del vampiro en el beso que más que un intercambio de sentimientos como lo significaba para Lora, aunque sólo fueran de su lado hacia Damián, era una conexión que calmaba la sed del español temporalmente y le daba una tregua no reclamada a la enfermera. Sin poderlo evitar, un leve suspiro escapó de sus labios cuando las bocas de ambos se separaron y, con los ojos aún cerrados, sintió los dedos foráneos rozar su sien al retirar las hebras doradas que por la humedad se adherían a la piel de la rubia. Despegó lentamente los párpados tras notar que el hombre dejaba de tocar su cara y le vio observándola en silencio, como hacía tanas otras veces. Lejos de sentirse incómoda por la escasez de palabras o la intensa mirada del vampiro, a la francesa le gustaban aquellos momentos en los que se sentía cómplice del que era su compañero de vida, pues era la única persona con la que compartía algo más que palabras o trabajo. Aunque con demora, se pasó la lengua por el labio superior en un gesto por intentar atrapar los inexistentes restos de aquel beso que acababa de compartir con el ser al que ella hacía más que desear, le quería.
Antes de poder decir nada más, le vio levantarse y con algo de confusión le siguió con las pupilas sin saber muy bien lo que pretendía. Su sorpresa creció en cuanto supo lo que hacía y le vio hundir un pie tras otro en agua cálida de la tina. El horizonte del líquido creció hasta desbordarse y una cascada transparente cayó al suelo, mojando aún más los tablones de madera de antigua. Se dejó rodear y atraer, riendo bajo por la locura que había poseído al español. Era innegable que ese hombre la hacía bailar al son de sus deseos, pero Lora lo hacía de propia voluntad. Y cuando era necesario, y a pesar del peligro que ello pudiera suponer, le plantaba cara al inmortal sin cortarse un pelo.
—Si no te gustara que me portara mal, a estas alturas ya lo sabría.
La enfermera era plenamente consciente del poder que la sangre ajena ejercía ahora sobre su cuerpo y mente. Tal vez no supiera todo lo que ello podía abarcar, pero conocía lo suficiente sobre vampiros para hacerse una clara idea de las posibilidades. Giró el rostro cuando Damián se lo pidió en un gesto y sus belfos volvieron a unirse. Ésta vez la humana no se quedó quieta, ya se había contenido bastante por una noche y ese hombre no hacía más que provocar a todo su ser que cual adolescente con hormonas alteradas parecía arder bajo el tacto helado del español. Se giró entre los brazos y las piernas foráneas hasta quedar cara a cara con él, sin haber roto siquiera el beso ni dejar de tocarle con las manos que subieron por los brazos hasta los fuertes hombros ajenos. Deslizó sus dedos hacia atrás, pegando sus senos al pecho desnudo contrario, ladeando al mismo tiempo la cabeza para morder la gruesa carnosidad inferior que tenía tan a mano. Tiró lentamente, dejando que la piel se escurriera de entre sus dientes y sonrió con picardía, volviendo a tener sus orbes lapislázuli fijas en las oscuras que le leían el alma a la rubia.
—¿Qué decías sobre sucumbir a la tentación?
Antes de poder decir nada más, le vio levantarse y con algo de confusión le siguió con las pupilas sin saber muy bien lo que pretendía. Su sorpresa creció en cuanto supo lo que hacía y le vio hundir un pie tras otro en agua cálida de la tina. El horizonte del líquido creció hasta desbordarse y una cascada transparente cayó al suelo, mojando aún más los tablones de madera de antigua. Se dejó rodear y atraer, riendo bajo por la locura que había poseído al español. Era innegable que ese hombre la hacía bailar al son de sus deseos, pero Lora lo hacía de propia voluntad. Y cuando era necesario, y a pesar del peligro que ello pudiera suponer, le plantaba cara al inmortal sin cortarse un pelo.
—Si no te gustara que me portara mal, a estas alturas ya lo sabría.
La enfermera era plenamente consciente del poder que la sangre ajena ejercía ahora sobre su cuerpo y mente. Tal vez no supiera todo lo que ello podía abarcar, pero conocía lo suficiente sobre vampiros para hacerse una clara idea de las posibilidades. Giró el rostro cuando Damián se lo pidió en un gesto y sus belfos volvieron a unirse. Ésta vez la humana no se quedó quieta, ya se había contenido bastante por una noche y ese hombre no hacía más que provocar a todo su ser que cual adolescente con hormonas alteradas parecía arder bajo el tacto helado del español. Se giró entre los brazos y las piernas foráneas hasta quedar cara a cara con él, sin haber roto siquiera el beso ni dejar de tocarle con las manos que subieron por los brazos hasta los fuertes hombros ajenos. Deslizó sus dedos hacia atrás, pegando sus senos al pecho desnudo contrario, ladeando al mismo tiempo la cabeza para morder la gruesa carnosidad inferior que tenía tan a mano. Tiró lentamente, dejando que la piel se escurriera de entre sus dientes y sonrió con picardía, volviendo a tener sus orbes lapislázuli fijas en las oscuras que le leían el alma a la rubia.
—¿Qué decías sobre sucumbir a la tentación?
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Mantuvo el agarre firme en el fino cuerpo deleitándose con su forma y lo tersa de su joven piel cuidándole al momento en que está giro y como si de pluma la rubia se tratara la alzó un poco de los muslos para que está quedará sentada encima de el sin abandonar aquel beso demandante que lejos de tomarle desprevenido era algo que esperaba,aquella pequeña chispa que le diera el permiso de incendiarlo todo a su paso.Las manos acariciaron la espalda ajena con fuerza dejando ver que su control caía en picada ante el ímpetu de Lora,el no solía ceder ante los placeres sexuales pues por mucho tiempo disto de ellos ya que solo el de la sangre podía llenarle en ese ámbito.
Después de Catalina no había nadie más hasta que conoció a la hija del infame Doctor Bellamy,esa delicada joven escondía oscuridad, una que logro alcanzarle y hacerle imposible solo limitarse a mirarla.No había encontrado mujer digna para el hasta que se topó con la oji-azul y después de ello no solo se volvió un medio para alimentarse, esa mujer,Lora,se le metió fondo buscando aferrarse a lo que quedaba de el llenando los vacíos con su insana locura.
Sus manos tomaron las pronunciadas caderas con evidente deseo y su boca devoro el cuello una vez que dejó los labios rosáceos,sin decir palabra alguna bajo dejando besos breves en el fino hombro continuando su camino hasta llegar a su pecho y con sus fríos labios aprisionar de manera lasciva uno de sus pezónes mientras una de sus manos le prestaba atención y estrujaba con firme deseo el seno libre.El calor que ella emanaba lo estaba torturando quería hundirse en ella sin reparo y aún así sus manos seguían reclamando tocar más de ella.
-Te lo mostraré...-
Susurro sobre la piel desnuda lamiendo el mismo pezón que succionaba momentos atrás,sus mano viajo hasta la entrepierna de aquella que poseía el don de enloquecerle y con cuidado introdujo su dedo anular buscando el calor de esta sin alejar su mirada del rostro captando todas las reacciones que se asomaban.Sus caricias no eran bruscas por el contrario se volvieron delicadas dado al día tan agitado que tuvieron no creía prudente otra manera de hacerla suya más que de esa manera,su dedo fue moviéndose dentro de ella saliendo y entrando lentamente provocandole constante.Sonrio de manera perversa al sentir cierta humedad dándole pauta a introducir un dedo mas en el caliente sexo de la rubia,su respiración lo tentaba de manera irreparable provocando en el aquella erección que se podía notar sobre el pantalón húmedo.
El ruido del agua caer era constante ante el movimiento en la bañera y solo podía concentrarse en el cuerpo desnudo que tenía delante.La sed,el deseo...se agolpaban dominándolo; sus labios volvieron a reclamar la boca de Lora con fuerza mostrándole cuanto la necesitaba pues era su cordura en esos momentos.
Después de Catalina no había nadie más hasta que conoció a la hija del infame Doctor Bellamy,esa delicada joven escondía oscuridad, una que logro alcanzarle y hacerle imposible solo limitarse a mirarla.No había encontrado mujer digna para el hasta que se topó con la oji-azul y después de ello no solo se volvió un medio para alimentarse, esa mujer,Lora,se le metió fondo buscando aferrarse a lo que quedaba de el llenando los vacíos con su insana locura.
Sus manos tomaron las pronunciadas caderas con evidente deseo y su boca devoro el cuello una vez que dejó los labios rosáceos,sin decir palabra alguna bajo dejando besos breves en el fino hombro continuando su camino hasta llegar a su pecho y con sus fríos labios aprisionar de manera lasciva uno de sus pezónes mientras una de sus manos le prestaba atención y estrujaba con firme deseo el seno libre.El calor que ella emanaba lo estaba torturando quería hundirse en ella sin reparo y aún así sus manos seguían reclamando tocar más de ella.
-Te lo mostraré...-
Susurro sobre la piel desnuda lamiendo el mismo pezón que succionaba momentos atrás,sus mano viajo hasta la entrepierna de aquella que poseía el don de enloquecerle y con cuidado introdujo su dedo anular buscando el calor de esta sin alejar su mirada del rostro captando todas las reacciones que se asomaban.Sus caricias no eran bruscas por el contrario se volvieron delicadas dado al día tan agitado que tuvieron no creía prudente otra manera de hacerla suya más que de esa manera,su dedo fue moviéndose dentro de ella saliendo y entrando lentamente provocandole constante.Sonrio de manera perversa al sentir cierta humedad dándole pauta a introducir un dedo mas en el caliente sexo de la rubia,su respiración lo tentaba de manera irreparable provocando en el aquella erección que se podía notar sobre el pantalón húmedo.
El ruido del agua caer era constante ante el movimiento en la bañera y solo podía concentrarse en el cuerpo desnudo que tenía delante.La sed,el deseo...se agolpaban dominándolo; sus labios volvieron a reclamar la boca de Lora con fuerza mostrándole cuanto la necesitaba pues era su cordura en esos momentos.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
La fría temperatura del vampiro hizo que los pezones de la rubia se endurecieran al mínimo contacto entre sus torsos, pero aparte de erizarle de la nuca, no hubo reacción adversa a tal hecho. Ya estaba acostumbrada a la manera que tenía el español de tocarla, a sus manos fuertes y grandes, al tacto ligeramente áspero de sus dedos y la firmeza con que la sujetaba en cualquier situación, y aún así, a pesar de lo fogoso que podía llegar a ser y lo agresivo que acostumbraba en la cama, aquel día se estaba tomando ciertos cuidados con la enfermera y ella los supo apreciar y agradecer. Acarició el rostro ajeno con suavidad mientras los tortuosos labios de Damián tomaban posesión de sus senos, haciéndola temblar con la mirada penetrante y cargada de lujuria, porque así se sentía en aquellos momentos, ardiendo por ese hombre que era capaz de mandarla a la luna con un solo roce de sus belfos y que, aquella noche en la bañera, estaba a punto de enviarla más allá de lo que se podía apreciar cualquier día en el firmamento.
El movimiento de los dedos foráneos en su interior, hicieron que entrara algo del agua de la tina y en un primer instante fue algo extraño y hasta arrancó en Lora una breve y ahogada risa, pero el placer que la llenaba en todos los otros aspectos de su ser era mucho mayor que el de poder sorprenderse por algo como aquello. No dejó de mirar al hombre en ningún momento, pues quería que se deleitara con lo que él le estaba causando y la manera en que su propio rostro lo mostraba. Se mordió el labio en una ocasión y entrecerró los ojos, al tiempo en que movía lentamente las caderas, su cuerpo demandaba más, las falanges largas del vampiro no eran suficiente para satisfacer el hambre voraz de la francesa. Soltó lentamente la carnosidad justo cuando él reclamaba de nuevo besarla. Encorvó ligeramente la espalda y con ambas manos sostuvo el rostro foráneo, haciendo de aquel acto algo mucho más apasionado y fulgoroso. Mordió y lamió los labios del español, coló su lengua dentro de la boca oscura y húmeda, quizás una de las zonas menos frías de ese hombre junto con la erección que había podido observar por el rabillo del ojo segundos antes. Repentinamente se separó de los belfos que con tantas ganas había estado degustando, volviendo a clavar sus ojos lapislázuli en las marrones orbes de Damián.
—Los dedos no son suficiente…
Lora era una mujer educada, pero también decidida y clara, especialmente con ese hombre que tenía empapado rodeando su cuerpo. No se andaba con remilgos cuando quería algo, tampoco era una caprichosa, conocía los límites, aunque a veces se aventurara en rebasarlos. El moreno la consentía de vez en cuando y ella se aferraba a esas ocasiones para disfrutarlas. Dada la situación, estaba convencida que su comentario sería recibido con buena respuesta, para ambos era poco, los dos anhelaban mucho más del otro. Un contacto carnal más profundo e intenso, doloroso incluso. La francesa no era ninguna masoquista, pero el lado sádico del español despertaba en ella una faceta que nadie más en el mundo conocía.
—¿Qué opinas de quitarte el pantalón?
Sabía que si sonaba como una orden, aunque el contrario ansiara lo mismo, no se lo tomaría a bien. El vampiro era un hombre dominante y que amaba tener el control. A la enfermera no le importaba ceder cuando se trataba de él, al contrario, que la sometiera en cierto grado la satisfacía.
El movimiento de los dedos foráneos en su interior, hicieron que entrara algo del agua de la tina y en un primer instante fue algo extraño y hasta arrancó en Lora una breve y ahogada risa, pero el placer que la llenaba en todos los otros aspectos de su ser era mucho mayor que el de poder sorprenderse por algo como aquello. No dejó de mirar al hombre en ningún momento, pues quería que se deleitara con lo que él le estaba causando y la manera en que su propio rostro lo mostraba. Se mordió el labio en una ocasión y entrecerró los ojos, al tiempo en que movía lentamente las caderas, su cuerpo demandaba más, las falanges largas del vampiro no eran suficiente para satisfacer el hambre voraz de la francesa. Soltó lentamente la carnosidad justo cuando él reclamaba de nuevo besarla. Encorvó ligeramente la espalda y con ambas manos sostuvo el rostro foráneo, haciendo de aquel acto algo mucho más apasionado y fulgoroso. Mordió y lamió los labios del español, coló su lengua dentro de la boca oscura y húmeda, quizás una de las zonas menos frías de ese hombre junto con la erección que había podido observar por el rabillo del ojo segundos antes. Repentinamente se separó de los belfos que con tantas ganas había estado degustando, volviendo a clavar sus ojos lapislázuli en las marrones orbes de Damián.
—Los dedos no son suficiente…
Lora era una mujer educada, pero también decidida y clara, especialmente con ese hombre que tenía empapado rodeando su cuerpo. No se andaba con remilgos cuando quería algo, tampoco era una caprichosa, conocía los límites, aunque a veces se aventurara en rebasarlos. El moreno la consentía de vez en cuando y ella se aferraba a esas ocasiones para disfrutarlas. Dada la situación, estaba convencida que su comentario sería recibido con buena respuesta, para ambos era poco, los dos anhelaban mucho más del otro. Un contacto carnal más profundo e intenso, doloroso incluso. La francesa no era ninguna masoquista, pero el lado sádico del español despertaba en ella una faceta que nadie más en el mundo conocía.
—¿Qué opinas de quitarte el pantalón?
Sabía que si sonaba como una orden, aunque el contrario ansiara lo mismo, no se lo tomaría a bien. El vampiro era un hombre dominante y que amaba tener el control. A la enfermera no le importaba ceder cuando se trataba de él, al contrario, que la sometiera en cierto grado la satisfacía.
Última edición por Lora Bellamy el Vie Oct 20, 2017 11:50 am, editado 1 vez
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El español no disimulo el placer que sentia ante el calor que se agolpaba en sus dedos que diestramente se movían en la entrepierna de Lora y el beso que está le regaló solo le dejo el apremio de más cuando repentinamente sus labios se separaron notando la mirada azul llena de esa lujuria que el veneraba con fulgor.Tras escucharle la sonrisa en los labios del inmortal delato la intención de su deseo ante el ímpetu de Lora y sin decir más se levantó de la tina con ella encima acomodando las finas piernas alrededor de su cadera para sostenerle mejor.
-Considero entonces que debería darle a mi dulce perdición lo que pide...
Susurro sobre los labios de la rubia para tomarlos con enardecimiento infinito mientras salia de la tina importándole poco que su pantalón destilara agua al hacerlo y al caminar dejara rastro por la habitación, la necesitaba no cabía la posibilidad de frenarse ante nada ni reparar en el desorden que pudiese generar; sin dejar los labios ni un segundo siguió su trayecto hacia la amplia cama.No le molestaba el nulo pudor que la humana mostraba,para el no había mejor sabor que las palabras atrevidas de la rubia quien no dudaba en externar sus deseos sin filtros,por que habría de usarlos si ese era parte de su encanto que no temiera parecer irreverente ante el ni a sus reacciones.
Con cuidado depósito el cuerpo sentandola en el borde;la habitación se sentía caliente gracias a la chimenea que se encontraba encendida evitando que la desnudez le provocará algún frío a Lora por el cambio de temperatura, las manos del vampiro se deshicieron del resto de su ropa la cual cubría la parte baja de su definido torso y sin decir nada se colocó en cuclillas ante la mortal un gesto que tuvo más significado del aparente en tantos sentidos.El no acostumbraba a ser delicado,pero sabía que los sucesos de ese día los marcaron a ambos y de manera diferente,tomo la pierna derecha de Lora comenzando a besarle desde el fino talón subiendo con demencia por su rodilla,saboreando después su muslo el cual podía delatar la mordida anterior y con una sonrisa lasciva mordió levemente sin hacerle daño.
Las frias manos obligaron a que Lora se recostara de manera delicada dándole a él la facilidad de erguirse colocándose encima de ella rozando sin pudor con su endurecido miembro la entrada a la gloria que la mujer tenia entre sus piernas.Podia sentir el calor creciendo en el cuerpo humano, eso lo cegaba provocando que solo quisiera envolverse en ella, degustarla hasta el amanecer .Su boca probo sus senos una vez más mordiendo y lamiendo con euforia mientras sus manos aprisionaba las ajenas contra la cama inmovilizandole a la par que su sexo insistía en provocar el ajeno sin entrar en su humedad.
-Que decías que no era suficiente?....-
Vociferó ahora mordisqueando y chupando su fino cuello hasta encontrarse con los labios hinchados por su vehemente beso.Cuanto años habían sucedido para que Damián encontrará su refugio en una mortal que jamás tuvo lazo con el por un pasado maldito,Lora era la luz en la que se podía permitir andar sin ser consumido.
-Considero entonces que debería darle a mi dulce perdición lo que pide...
Susurro sobre los labios de la rubia para tomarlos con enardecimiento infinito mientras salia de la tina importándole poco que su pantalón destilara agua al hacerlo y al caminar dejara rastro por la habitación, la necesitaba no cabía la posibilidad de frenarse ante nada ni reparar en el desorden que pudiese generar; sin dejar los labios ni un segundo siguió su trayecto hacia la amplia cama.No le molestaba el nulo pudor que la humana mostraba,para el no había mejor sabor que las palabras atrevidas de la rubia quien no dudaba en externar sus deseos sin filtros,por que habría de usarlos si ese era parte de su encanto que no temiera parecer irreverente ante el ni a sus reacciones.
Con cuidado depósito el cuerpo sentandola en el borde;la habitación se sentía caliente gracias a la chimenea que se encontraba encendida evitando que la desnudez le provocará algún frío a Lora por el cambio de temperatura, las manos del vampiro se deshicieron del resto de su ropa la cual cubría la parte baja de su definido torso y sin decir nada se colocó en cuclillas ante la mortal un gesto que tuvo más significado del aparente en tantos sentidos.El no acostumbraba a ser delicado,pero sabía que los sucesos de ese día los marcaron a ambos y de manera diferente,tomo la pierna derecha de Lora comenzando a besarle desde el fino talón subiendo con demencia por su rodilla,saboreando después su muslo el cual podía delatar la mordida anterior y con una sonrisa lasciva mordió levemente sin hacerle daño.
Las frias manos obligaron a que Lora se recostara de manera delicada dándole a él la facilidad de erguirse colocándose encima de ella rozando sin pudor con su endurecido miembro la entrada a la gloria que la mujer tenia entre sus piernas.Podia sentir el calor creciendo en el cuerpo humano, eso lo cegaba provocando que solo quisiera envolverse en ella, degustarla hasta el amanecer .Su boca probo sus senos una vez más mordiendo y lamiendo con euforia mientras sus manos aprisionaba las ajenas contra la cama inmovilizandole a la par que su sexo insistía en provocar el ajeno sin entrar en su humedad.
-Que decías que no era suficiente?....-
Vociferó ahora mordisqueando y chupando su fino cuello hasta encontrarse con los labios hinchados por su vehemente beso.Cuanto años habían sucedido para que Damián encontrará su refugio en una mortal que jamás tuvo lazo con el por un pasado maldito,Lora era la luz en la que se podía permitir andar sin ser consumido.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
En cuanto el español la levantó del agua como si no pesara nada, la rubia se abrazó a la cintura ajena con las piernas, mientras sus brazos rodeaban el cuello con firmeza, porque aun sabiendo que él no la dejaría caer por nada del mundo, quería apegarse a Damián todo lo posible, más aún estando ella completamente desnuda y él con el torso al descubierto. Los tersos senos de la enfermera se apoyaron contra la piel foránea, sintiendo una vez la diferencia de temperatura que erizó la piel de la francesa desde los tobillos hasta la punta de las orejas. Sonrió, pues le gustaba mucho aquella sensación que sólo el vampiro podía otorgarle. Correspondió aquel beso con ganas, porque aunque había otras palabras que pudieran describir el deseo que sentía, casi era como el hambre voraz que le crecía dentro y la impulsaba a devorar los labios del español, mientras los dedos de su diestra ascendían y se enredaban entre los oscuros y recios cabellos ajenos.
Una vez sentada al borde de la cama, aún mojada como estaba, poco reparó en tal hecho, pues sólo ansiaba tener a ese hombre con ella, tendidos ambos sobre las sábanas, mordiéndose, lamiéndose, fundiéndose en uno solo durante toda la noche, a poder ser. Le observó con detenimiento, admirando su buen cuerpo, los fuertes brazos, el abdomen ligeramente marcado, su pecho cubierto con una fina capa de pelo varonil y oscuro que descendía en un delgado camino que desaparecía bajo los pantalones, pero que pronto quedó al descubierto. La enfermera se mordió el labio inferior, perfilando una sonrisa de medio lado bajo el filo de sus propios dientes. Le vio agacharse y con una mano acarició su rostro de tupida barba, resiguiendo el contorno de la mandíbula por encima de la espesura morena. La retiró para dejarle hacer, volviendo a sonreír ante los actos de Damián que con cada roce la hacía enloquecer. Jadeó en cuanto llegó la mordida y se cubrió la boca con la mano como acto reflejo, aunque enseguida la apartó y con ambas se aferró a las sábanas, pero duró poco la sujeción, ya que el español tenía otros planes y la hizo recostar sobre la cama, a lo que ella accedió de buen grado, anhelante.
Se estremeció de inmediato ante la intensa mirada con la que el vampiro la deleitaba, cargada de lujuria y deseo, deseo por ella. Eso la hacía sentir sumamente atractiva, sensual, única y la excitaba todavía más. El roce entre la erección del español y su sexo la hizo temblar, no de frío, sino de necesidad. Quería tenerle dentro, que la consumiera desde el interior y la hiciera gemir de modo que se la escuchara en toda la hacienda. No importaba que Abelardo los pudiera escuchar, al contrario, saber que alguien era testigo del momento en que la humana se entregaba a Damián una vez más, era algo que ella anhelaba.
Con las manos sobre la cabeza y los labios foráneos besando su cuello, Lora entreabrió la boca y jadeó, antes de contestar a la pregunta que le acababan de formular.
—Tus dedos no eran suficiente… Necesito más.
No hubo tinte de vergüenza en sus palabras, tampoco le tembló la voz ni aún estando tan agitada. Sus deseos eran claros y no dudó en hacerlos audibles para el vampiro, y no contenta con lo dicho, puntualizó.
—Quiero que me poseas, que me embistas, que me hagas gritar...
Movió su pierna izquierda, sacándola de debajo del cuerpo del hombre y la flexionó para con ella rodearle de la cadera, aunque por el momento sin apretar. Era su manera de decirle que ni pensara en apartarse porque no le iba a dejar.
Una vez sentada al borde de la cama, aún mojada como estaba, poco reparó en tal hecho, pues sólo ansiaba tener a ese hombre con ella, tendidos ambos sobre las sábanas, mordiéndose, lamiéndose, fundiéndose en uno solo durante toda la noche, a poder ser. Le observó con detenimiento, admirando su buen cuerpo, los fuertes brazos, el abdomen ligeramente marcado, su pecho cubierto con una fina capa de pelo varonil y oscuro que descendía en un delgado camino que desaparecía bajo los pantalones, pero que pronto quedó al descubierto. La enfermera se mordió el labio inferior, perfilando una sonrisa de medio lado bajo el filo de sus propios dientes. Le vio agacharse y con una mano acarició su rostro de tupida barba, resiguiendo el contorno de la mandíbula por encima de la espesura morena. La retiró para dejarle hacer, volviendo a sonreír ante los actos de Damián que con cada roce la hacía enloquecer. Jadeó en cuanto llegó la mordida y se cubrió la boca con la mano como acto reflejo, aunque enseguida la apartó y con ambas se aferró a las sábanas, pero duró poco la sujeción, ya que el español tenía otros planes y la hizo recostar sobre la cama, a lo que ella accedió de buen grado, anhelante.
Se estremeció de inmediato ante la intensa mirada con la que el vampiro la deleitaba, cargada de lujuria y deseo, deseo por ella. Eso la hacía sentir sumamente atractiva, sensual, única y la excitaba todavía más. El roce entre la erección del español y su sexo la hizo temblar, no de frío, sino de necesidad. Quería tenerle dentro, que la consumiera desde el interior y la hiciera gemir de modo que se la escuchara en toda la hacienda. No importaba que Abelardo los pudiera escuchar, al contrario, saber que alguien era testigo del momento en que la humana se entregaba a Damián una vez más, era algo que ella anhelaba.
Con las manos sobre la cabeza y los labios foráneos besando su cuello, Lora entreabrió la boca y jadeó, antes de contestar a la pregunta que le acababan de formular.
—Tus dedos no eran suficiente… Necesito más.
No hubo tinte de vergüenza en sus palabras, tampoco le tembló la voz ni aún estando tan agitada. Sus deseos eran claros y no dudó en hacerlos audibles para el vampiro, y no contenta con lo dicho, puntualizó.
—Quiero que me poseas, que me embistas, que me hagas gritar...
Movió su pierna izquierda, sacándola de debajo del cuerpo del hombre y la flexionó para con ella rodearle de la cadera, aunque por el momento sin apretar. Era su manera de decirle que ni pensara en apartarse porque no le iba a dejar.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Damián presionó aun más su dura hombría en el sexo de la rubia al ver que le envolvía con la seductora pierna nivea,por un segundo sintiendo el calor que ella emanaba como propio quería desgarrarla y regocijarse entre sus jadeos perpetuos, la satisfacción que le causaba el roce de sus cuerpos desnudos lo estaba cegado con cada palpitar apresurado del joven corazón; oh dulce canto que le resultaba la respiración entrecortada de Lora. Podia sentir la humedad en la entrada de aquella gloria que era para el la entre pierna femenina, quería enterrarse con ganas sin ser delicado pero había descubierto que la impaciencia de la mujer le causaba placer ese apremio pocas veces lo veía en ella y este gozaba de cada tinte de locura que se asomaba precavido de aquellos azules ojos; no le soltó las manos que aún sostenía con fuerza bajo sus garras, al contrario presionó más su cuerpo al de ella saboreando la sensación de sus suaves senos en su pecho.
Su lengua sin pudor remarcó los labios carnosos hasta que se abrió paso en la boca ajena probando cada rincón de esta, bajando ambas manos por la cintura de la rubia rectificando lo tersa que era su piel que cedía ante sus yemas frías y al llegar a su cadera le apretó con rudeza perfilando su deseo, uno que crecía incontrolable conforme continuaba su camino, cargado de concupiscencia tomo la pierna derecha acomodandole también a la misma altura que la pierna izquierda la cual retosaba flexionada sobre su masculina cadera,su intención se vio cometida cuando una vez colocada las piernas de Lora en esa posición una de sus manos viajo a la espalda baja de la mujer para empujarla hacia su sexo directamente, permitiendo que la punta de su miembro entrará en ella pero no por completo pues detuvo el impulso de ser brusco en algún movimiento y casi resultando una tortura se fue enterrando en la cálida cavidad, de forma lenta, a la par de sus besos sintiendo ese calor abrazarle de manera envolvente entre los fluidos que solo le provocaba excitación, jadeo sobre la boca humana totalmente perdido entre sus piernas.Dos piezas que encajaban apesar de lo diferentes que eran, ella era suya completamente suya y de nadie mas, mataría mil veces por su causa sin importarle nada ya era sabido que el era un ser posesivo, receloso de todo aquel que osara poner sus ojos en su mujer, pues a pesar que delante de la alta sociedad en la que se movían ambos se creía que Lora era su sobrina, era un secreto a voces que la relación entre ellos era más que fraternal, rumores que nadie se atrevía a pasar por verdaderos, humanos, tan fanáticos del drama.
Tocó fondo en ella, todo su ser ocupaba el espacio estrecho que apenas se acostumbraba a la intrusión y parecía aferrarse a el, una embestida suave que iba tomando forma salvaje conforme aumentaba el ritmo de estas clavando en ella su mirada oscura mientras mordía su labio inferior hasta el punto de hacerle sangrar;con su lengua lamió con gusto el líquido espeso que corrió en un hilo bajando por el fino cuello provocando en el que sus ojos se volvieran de un color rubí.Olvido y alivio le ofrecía Lora a su alma si es que aún quedaba algo en el, la estaba condenando a vivir en la oscuridad sin pedirle opinión o darle oportunidad de escapar de sus garras.
-Solo mía...-
Sentenció hundiéndose con más rapidez y fuerza en ella mientras acariciaba su rostro, sus senos, sus brazos marcando su cuerpo con sus caricias que dejaban claro el apetito por ella por su alma. Sus labios enardecidos buscaron su cuello una vez más penetrando con los afilados colmillos la piel blanda para beber de ella mientras sus embestidas se volvían fieras y demandantes a la par que su mordida. Era consciente que el inmueble comenzaba a ceder bajo el pero poco le importo pues el vaivén de las caderas humanas lo estaba enloqueciendo a la par que la sangre caliente que bajaba por su fría garganta.
Su lengua sin pudor remarcó los labios carnosos hasta que se abrió paso en la boca ajena probando cada rincón de esta, bajando ambas manos por la cintura de la rubia rectificando lo tersa que era su piel que cedía ante sus yemas frías y al llegar a su cadera le apretó con rudeza perfilando su deseo, uno que crecía incontrolable conforme continuaba su camino, cargado de concupiscencia tomo la pierna derecha acomodandole también a la misma altura que la pierna izquierda la cual retosaba flexionada sobre su masculina cadera,su intención se vio cometida cuando una vez colocada las piernas de Lora en esa posición una de sus manos viajo a la espalda baja de la mujer para empujarla hacia su sexo directamente, permitiendo que la punta de su miembro entrará en ella pero no por completo pues detuvo el impulso de ser brusco en algún movimiento y casi resultando una tortura se fue enterrando en la cálida cavidad, de forma lenta, a la par de sus besos sintiendo ese calor abrazarle de manera envolvente entre los fluidos que solo le provocaba excitación, jadeo sobre la boca humana totalmente perdido entre sus piernas.Dos piezas que encajaban apesar de lo diferentes que eran, ella era suya completamente suya y de nadie mas, mataría mil veces por su causa sin importarle nada ya era sabido que el era un ser posesivo, receloso de todo aquel que osara poner sus ojos en su mujer, pues a pesar que delante de la alta sociedad en la que se movían ambos se creía que Lora era su sobrina, era un secreto a voces que la relación entre ellos era más que fraternal, rumores que nadie se atrevía a pasar por verdaderos, humanos, tan fanáticos del drama.
Tocó fondo en ella, todo su ser ocupaba el espacio estrecho que apenas se acostumbraba a la intrusión y parecía aferrarse a el, una embestida suave que iba tomando forma salvaje conforme aumentaba el ritmo de estas clavando en ella su mirada oscura mientras mordía su labio inferior hasta el punto de hacerle sangrar;con su lengua lamió con gusto el líquido espeso que corrió en un hilo bajando por el fino cuello provocando en el que sus ojos se volvieran de un color rubí.Olvido y alivio le ofrecía Lora a su alma si es que aún quedaba algo en el, la estaba condenando a vivir en la oscuridad sin pedirle opinión o darle oportunidad de escapar de sus garras.
-Solo mía...-
Sentenció hundiéndose con más rapidez y fuerza en ella mientras acariciaba su rostro, sus senos, sus brazos marcando su cuerpo con sus caricias que dejaban claro el apetito por ella por su alma. Sus labios enardecidos buscaron su cuello una vez más penetrando con los afilados colmillos la piel blanda para beber de ella mientras sus embestidas se volvían fieras y demandantes a la par que su mordida. Era consciente que el inmueble comenzaba a ceder bajo el pero poco le importo pues el vaivén de las caderas humanas lo estaba enloqueciendo a la par que la sangre caliente que bajaba por su fría garganta.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Todo su cuerpo reclamaba la atención del vampiro. Subió la temperatura de su piel y entre jadeos se aferró a las caderas ajenas, apegándole a su pelvis, incitándole a que la penetrara aunque aquel día hubiese decidido tomarse su tiempo. Era la primera vez que el español era tan delicado con ella y, a pesar de sorprenderla, le excitaba tanto como cuando era brusco y virulento hasta el punto de hacerle daño con sus furiosas estocadas. Ya estaba acostumbrada a aquella manera de proceder, y aún desde la primera vez, había sentido más placer que dolor en todos y cada uno de sus encuentros sexuales con Damián, sin dejarse ninguno. Aun así, aquella noche estaba siendo distinta y con cada pausa foránea, más ansia sentía la rubia, más anhelo, más desespero.
—Deja ya de torturarme…
Se quejó en tono de súplica, mirándole con sus azulados ojos de pupilas dilatadas y la boca entreabierta por la respiración irregular que hacía oscilar su pecho. Saboreó la lengua que se coló en el interior de su cavidad bucal y la succionó, entrelazándola con la propia en un intenso y apasionado beso. Sentía las frías manos del inmortal recorrer su figura y con cada centímetro que bajaban, la francesa se calentaba más. Se abrazó por completo al cuerpo foráneo por debajo de la cintura y en cuanto el vampiro la apegó a su cuerpo, moviéndose ambos en sentido contrario, gimió, arqueando la espalda por la sensación del falo abriéndose paso, obligándola a adaptarse a la ominosa intrusión. Y no fue hasta ese momento que dispuso de libertar en sus manos como para poder rodear el cuello ajeno con ellas y hacerlas separarse, subiendo una por la nuca al enredar los dedos entre los mechones oscuros y fuertes de cabello, dejando que la otra descendiera resiguiendo la columna vertebral, entre los omóplatos. A pesar de la frialdad de la dermis del español, Lora se deshacía por completo en el abrazo de aquel cuerpo, en el modo en que él la hacía suya, la poseía.
Echó la cabeza hacia atrás al sentir la mordida y reprimió el impulso de relamerse, dejando que fuera el causante de la herida el mismo que disfrutara de la sangre que de allí brotaba en escasas gotas rojizas. Ella le pertenecía más de lo que se pudiera llegar a imaginar Damián y, en aquel breve encuentro carnal, sentía que él también era suyo y de nadie más. Claro que no osó decirlo en voz alta, temiendo que él se lo negara.
Se dejó acariciar, apretando con las piernas cada vez que el español arremetía contra su cuerpo, acompañando aquellas hambrientas estocadas que a la enfermera hacían temblar. En cuanto sintió los colmillos hincarse en su piel, aprisionó el cabello foráneo entre los dedos y apegó más al vampiro contra su cuello. Cuando le chupaba la sangre, la libido de Lora parecía crecer desmesuradamente y era la primera en descontrolarse y pedir que no cesara en alimentarse.
—No te detengas… Más, sigue…
Casi exigió entre jadeos y varios gemidos que desgarraron la garganta algo seca de la rubia, que de respirar por la boca parecía faltarle la saliva, lubricación natural para el paso de una voz que se quebraba por el éxtasis de ser tomada por aquel hombre que para ella, a aquellas alturas, ya lo era todo.
—Deja ya de torturarme…
Se quejó en tono de súplica, mirándole con sus azulados ojos de pupilas dilatadas y la boca entreabierta por la respiración irregular que hacía oscilar su pecho. Saboreó la lengua que se coló en el interior de su cavidad bucal y la succionó, entrelazándola con la propia en un intenso y apasionado beso. Sentía las frías manos del inmortal recorrer su figura y con cada centímetro que bajaban, la francesa se calentaba más. Se abrazó por completo al cuerpo foráneo por debajo de la cintura y en cuanto el vampiro la apegó a su cuerpo, moviéndose ambos en sentido contrario, gimió, arqueando la espalda por la sensación del falo abriéndose paso, obligándola a adaptarse a la ominosa intrusión. Y no fue hasta ese momento que dispuso de libertar en sus manos como para poder rodear el cuello ajeno con ellas y hacerlas separarse, subiendo una por la nuca al enredar los dedos entre los mechones oscuros y fuertes de cabello, dejando que la otra descendiera resiguiendo la columna vertebral, entre los omóplatos. A pesar de la frialdad de la dermis del español, Lora se deshacía por completo en el abrazo de aquel cuerpo, en el modo en que él la hacía suya, la poseía.
Echó la cabeza hacia atrás al sentir la mordida y reprimió el impulso de relamerse, dejando que fuera el causante de la herida el mismo que disfrutara de la sangre que de allí brotaba en escasas gotas rojizas. Ella le pertenecía más de lo que se pudiera llegar a imaginar Damián y, en aquel breve encuentro carnal, sentía que él también era suyo y de nadie más. Claro que no osó decirlo en voz alta, temiendo que él se lo negara.
Se dejó acariciar, apretando con las piernas cada vez que el español arremetía contra su cuerpo, acompañando aquellas hambrientas estocadas que a la enfermera hacían temblar. En cuanto sintió los colmillos hincarse en su piel, aprisionó el cabello foráneo entre los dedos y apegó más al vampiro contra su cuello. Cuando le chupaba la sangre, la libido de Lora parecía crecer desmesuradamente y era la primera en descontrolarse y pedir que no cesara en alimentarse.
—No te detengas… Más, sigue…
Casi exigió entre jadeos y varios gemidos que desgarraron la garganta algo seca de la rubia, que de respirar por la boca parecía faltarle la saliva, lubricación natural para el paso de una voz que se quebraba por el éxtasis de ser tomada por aquel hombre que para ella, a aquellas alturas, ya lo era todo.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
El calor de aquella mujer le envolvía con fuerza sintiendo como esta se apretaba a su miembro provocándole un placer que solo se podía permitir con ella. Su centro se movía ahora con fuerza buscando clavarse mas hondo en Lora tocando cada parte de su interior, era tan placentero regocijarse en su humedad, el olor de su dulce sudor y la sangre tan caliente como lo era su poseedora le incitaba a perder el control con cada caricia que la rubia le regalaba. Debía dejar de beber o el encuentro terminaría en otra cosa que no sabía si debía pasar, los gruñidos que salían de el eran notorios cargados de excitación ante el acto de las carnes compenetrarse una y otra vez con rudeza destilando esa pasión que rayaba en un enfermo deseo de más.
La mano en la espalda baja de Lora se apretó contra su glúteo empujándola más a él apunto de desgarrar esa fina piel sin ser enteramente consciente, su temple no se mostraba agitado ni cansado el podría estar toda la noche encima de ella disfrutando sus mieles sin medirse o detenerse pero ese exquisito cuerpo era humano lo que le tuvo que obligar a que sus labios se separaron de su cuello dejando de succionar ese líquido precioso que le enloquecía; su lengua limpio el resto de manera lasciva mientras su sexo seguía reclamando el ajeno de manera demandante y agresivo mientras alzaba su rostro para hundir su mirada rubí en los ojos azules, se relamió los labios antes de reclamar nuevamente la boca de su mujer.
Sus embestidas se detuvieron por un segundo pues Damián se irguio un poco jalando a Lora con el, dejándolos sentados a mitad del lecho aún compenetrados, ella ahora encima de él.El miembro erecto solo hasta tenerla de esa manera comenzó de nuevo ese vaivén ahora sin rastro de delicadeza gozando de mejor penetración en el cálido cuerpo, era endemoniadamente satisfactorio ver la espalda y la figura de la rubia montarle reflejada en el espejo, sus enormes manos frías recorrieron dicha espalda con fuerza presionando la piel que se encontraba debajo de sus llemas y subía hasta perderse en los hombros.
Su nariz rozo su cuello y parte de la barbilla femenina mientras sus manos viajaban de nuevo hasta situarse a cada lado de las jóvenes caderas para moverla más rápido contra su miembro rozando ese punto en ella que la posición le brindaba tocar con mayor facilidad.
-Mi pequeña e insaciable Lora...-
Respiro el aroma que su mujer desprendía y se deleito con el rostro femenino, aquel que mostraba pequeñas perlas de sudor, mordió el lóbulo de su pequeña oreja susurrando en ella el placer que le otorgaba. Era suyo en medida por que si ella se lo pedía no estaba seguro de que su respuesta fuera negativa por más que el recuerdo de catalina lo asechara u atormentara, Lora se había encargado de ganarse terreno en su miserable no vida y quizás mas de lo que el pudiera pensar.Su lengua lamió los labios hinchados sin pudor mientras sus pelvis chocaban en un encuentro que le hacía sentir esa calidez y descontrol alcanzarle.
La mano en la espalda baja de Lora se apretó contra su glúteo empujándola más a él apunto de desgarrar esa fina piel sin ser enteramente consciente, su temple no se mostraba agitado ni cansado el podría estar toda la noche encima de ella disfrutando sus mieles sin medirse o detenerse pero ese exquisito cuerpo era humano lo que le tuvo que obligar a que sus labios se separaron de su cuello dejando de succionar ese líquido precioso que le enloquecía; su lengua limpio el resto de manera lasciva mientras su sexo seguía reclamando el ajeno de manera demandante y agresivo mientras alzaba su rostro para hundir su mirada rubí en los ojos azules, se relamió los labios antes de reclamar nuevamente la boca de su mujer.
Sus embestidas se detuvieron por un segundo pues Damián se irguio un poco jalando a Lora con el, dejándolos sentados a mitad del lecho aún compenetrados, ella ahora encima de él.El miembro erecto solo hasta tenerla de esa manera comenzó de nuevo ese vaivén ahora sin rastro de delicadeza gozando de mejor penetración en el cálido cuerpo, era endemoniadamente satisfactorio ver la espalda y la figura de la rubia montarle reflejada en el espejo, sus enormes manos frías recorrieron dicha espalda con fuerza presionando la piel que se encontraba debajo de sus llemas y subía hasta perderse en los hombros.
Su nariz rozo su cuello y parte de la barbilla femenina mientras sus manos viajaban de nuevo hasta situarse a cada lado de las jóvenes caderas para moverla más rápido contra su miembro rozando ese punto en ella que la posición le brindaba tocar con mayor facilidad.
-Mi pequeña e insaciable Lora...-
Respiro el aroma que su mujer desprendía y se deleito con el rostro femenino, aquel que mostraba pequeñas perlas de sudor, mordió el lóbulo de su pequeña oreja susurrando en ella el placer que le otorgaba. Era suyo en medida por que si ella se lo pedía no estaba seguro de que su respuesta fuera negativa por más que el recuerdo de catalina lo asechara u atormentara, Lora se había encargado de ganarse terreno en su miserable no vida y quizás mas de lo que el pudiera pensar.Su lengua lamió los labios hinchados sin pudor mientras sus pelvis chocaban en un encuentro que le hacía sentir esa calidez y descontrol alcanzarle.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Nadie la había hecho sentir como lo hacía aquel hombre, jamás, y estaba convencida que tampoco lo haría nadie más en el futuro. Si bien no tenía con quién comparar lo que era retozar sobre la cama pues el español había sido el que la desvirgara en su momento, no necesitaba convencerse de lo contrario. Lo suyo podía haber iniciado como algo distinto, interés, deseo, necesidad… Pero ahora, los sentimientos e la rubia eran tan profundos como la oscuridad misma que consumía al vampiro. Y por mucho que Damián insistiera en que la influencia de su sangre le causaría estragos y le haría creer que su vínculo era mucho más fuerte sólo por su causa, la francesa no se lo creía. Sí, era consciente del poder de la sangre, pero lo que le dictaba su corazón no tenía nada que ver con lo que le ordenaba su mente, que era la que se sometía a la sed, junto con su cuerpo.
Tembló con la última succión antes de que los colmillos dejaran su piel y la lasciva lengua del moreno le recorriera el cuello, arrancando un nuevo jadeo de los labios de Lora. Sentía arder la piel de su glúteo allí donde las uñas del español habían dejado huella, pero estaba demasiado sumida en un trance como para darle realmente importancia. Se aferró a la espalda foránea con ambas manos, reteniendo así el cuerpo frío y fuerte contra el suyo. Acompañaba los movimientos ajenos con las caderas, haciendo que sus figuras chocaran con cada encuentro, mientras sus bocas se fundían en un fogoso y casi agresivo beso, demandante y obtuso.
En cuanto sus labios se separaron, tomó aire con brusquedad, como si durante el tiempo en que había durado aquel beso, se le hubiese olvidado hasta respirar. Arqueó la espalda al ser incorporada, sintiendo un ligero mareo por la falta de sangre y el cambio de postura, pero sus manos seguían fijas cerca de los omóplatos del vampiro y se mantuvo pegada a él en todo momento. Su mirada osciló hasta detenerse en los rojizos ojos de Damián y una ladina sonrisa se le dibujó en los labios antes de, sin saber el motivo, lamerle la nariz y luego dejar en ella una suave mordida. Le hizo gracia y rio bajo, pero un gemido por la reciente estocada hizo que el sonido se desvaneciera de inmediato en la estancia, donde su respiración hacía eco, igual que el choque de sus cuerpos.
—Sólo soy insaciable por ti…
Alcanzó a decir con torpeza en medio de una respiración descontrolada y completamente irregular. Porque de lo único que la rubia jamás se cansaba era de él, del tono de su voz, de la manera en que la miraba, del tacto frío de sus manos contra su cálida piel, del poder de sus besos y de cómo la trataba, que aunque él se creyera distante, en el fondo la malcriaba. La consentía como nunca lo hicieron sus padres, pero también cuando lo creía conveniente la regañaba. Él era su familia y hacía ya tiempo que, a pesar de la pasión que sentía por su trabajo, Damián era el centro de su vida.
Convulsionó en una de las embestidas y pareció que se deshiciera entre los firmes brazos del moreno por un instante, recobrando las fuerzas al segundo siguiente, jadeándole al español al oído entre murmuros.
—Damián… mmh… Oh, Damián…
Había alcanzado un orgasmo que le nubló la vista y dejó el mundo en blanco. Pero se seguía aferrando a lo único que sentía además del hormigueo placentero tras la explosión. Con aquel hombre habría descubierto que los mitos que algunas susurraban y que en ninguna parte estaban escritos, eran ciertos: Las mujeres podían alcanzar más de un clímax en poco tiempo.
Tembló con la última succión antes de que los colmillos dejaran su piel y la lasciva lengua del moreno le recorriera el cuello, arrancando un nuevo jadeo de los labios de Lora. Sentía arder la piel de su glúteo allí donde las uñas del español habían dejado huella, pero estaba demasiado sumida en un trance como para darle realmente importancia. Se aferró a la espalda foránea con ambas manos, reteniendo así el cuerpo frío y fuerte contra el suyo. Acompañaba los movimientos ajenos con las caderas, haciendo que sus figuras chocaran con cada encuentro, mientras sus bocas se fundían en un fogoso y casi agresivo beso, demandante y obtuso.
En cuanto sus labios se separaron, tomó aire con brusquedad, como si durante el tiempo en que había durado aquel beso, se le hubiese olvidado hasta respirar. Arqueó la espalda al ser incorporada, sintiendo un ligero mareo por la falta de sangre y el cambio de postura, pero sus manos seguían fijas cerca de los omóplatos del vampiro y se mantuvo pegada a él en todo momento. Su mirada osciló hasta detenerse en los rojizos ojos de Damián y una ladina sonrisa se le dibujó en los labios antes de, sin saber el motivo, lamerle la nariz y luego dejar en ella una suave mordida. Le hizo gracia y rio bajo, pero un gemido por la reciente estocada hizo que el sonido se desvaneciera de inmediato en la estancia, donde su respiración hacía eco, igual que el choque de sus cuerpos.
—Sólo soy insaciable por ti…
Alcanzó a decir con torpeza en medio de una respiración descontrolada y completamente irregular. Porque de lo único que la rubia jamás se cansaba era de él, del tono de su voz, de la manera en que la miraba, del tacto frío de sus manos contra su cálida piel, del poder de sus besos y de cómo la trataba, que aunque él se creyera distante, en el fondo la malcriaba. La consentía como nunca lo hicieron sus padres, pero también cuando lo creía conveniente la regañaba. Él era su familia y hacía ya tiempo que, a pesar de la pasión que sentía por su trabajo, Damián era el centro de su vida.
Convulsionó en una de las embestidas y pareció que se deshiciera entre los firmes brazos del moreno por un instante, recobrando las fuerzas al segundo siguiente, jadeándole al español al oído entre murmuros.
—Damián… mmh… Oh, Damián…
Había alcanzado un orgasmo que le nubló la vista y dejó el mundo en blanco. Pero se seguía aferrando a lo único que sentía además del hormigueo placentero tras la explosión. Con aquel hombre habría descubierto que los mitos que algunas susurraban y que en ninguna parte estaban escritos, eran ciertos: Las mujeres podían alcanzar más de un clímax en poco tiempo.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Se perdió en en la carne caliente que le envolvía, hasta que conoció a Lora entendió por qué sus iguales buscaban poseer humanos; un acto que les podía regalar sentirse humanos ante tal calor que les embriagaba. Pero para el no solo era el acto de tomar el cuerpo de Lora, que si bien pudiese la mayor parte del tiempo se la pasaría entre las piernas femeninas robándole su humanidad, no , no solo era eso. Esa mujer le despertaba más que pasión y deseo, estaba mermando en el desde adentro apoderándose de su obsesión y su mente, las manos movían las caderas femeninas hacia el provocando que las estocadas fuesen más profundas, fue placentero sentir aquel espasmo ajeno y no dudo en aumentar el ritmo para que el orgasmo femenino se extendiera. Adoraba ver a la oji-azul pidiendo más de forma lasciva, jadeando y gimiendo por el; por supuesto que ella era solo suya el no estaba dispuesto a compartirla, no a ella, le mataría antes de saberla ajena. Gimió por lo bajo al sentir el sexo de Lora apretar su miembro, solo podía pensar en obtener más de ella hasta dejarle desvalida, era tan embriagador lo que ella le daba, sentir sus flujos en su dura piel tornandola calidad por breves instantes. El inmortal se encontraba perdido en el fino cuerpo mordiendo y chupando los senos, clavando sus manos en la fina piel acariciándola con genuina locura, volvió a los labios con apremio podía sentir en el ese placer aumentado similar al que sentía cuando tomaba sangre, un poco de vida a su oscuridad eso traía Lora a él.
-Lora...-
Vociferó el nombre con voz ronca delatando el placer que le albergaba y que iba en aumento, sus manos tomaron ambas mejillas rosáceas de la humana clavando la mirada ferviente en ella mientras su miembro se ensañaba con ganas en la entrepierna podía sentir aquella reafirmación que le gritaba a su alma que aún gozaba de placeres carnales a pesar de su condición. El solo sonido del palpitar ajeno le causaba una sed tremenda pues era consciente de como la sangre se agolpaba en el rostro femenino por el acto que estaban realizando, se consumiría en ella y ahora solo murmuraria su nombre cual plegaria para salvarse de no caer en la locura permanente o si lo hiciera que ella sucumbiera también. Las cálidas manos aferradas a él emanaban ese calor exquisito que tanto disfrutaba, le atrapaba lo contrastante de sus cuerpos ella tan delicada y el tan frío, una piel dura encontraste con una suave cual durazno; jamás se cansaría de poseer en todo sentido a la rubia.
Sus ojos no dejaron de deleitarse con la imagen que el espejo le ofrecía pues ver el femenino cuerpo encima suyo moviéndose con total placer acompañando cada estocada con vehemencia le llenaba de excitación y deseo, un cuerpo ya frío que por un instante se sentía vivo. Se vio embriagado en el despertar de su cuerpo sintiendo ese placer aumentar recorriendole sin reparo provocando que sus músculos se contrajeran al sumergirse en su propio climax devorando los labios de Lora mientras entraba en ella como un adicto, comenzando a sentir pesadez placentera en la punta de su miembro que enviaba esa especie de calambre a cada rincón de su ser ante los movimientos pelvicos que no se detenian y Lora tan entregada acompañaba cada embestida.
Su cuerpo se tensó con fuerza cuando el orgasmo abrió paso a que esté culminará dejándose ir dentro de la humana, al contrario de la joven Damián no mostraba signos de cansancio o respiración agitada por lo que su centro erecto aun se movía de manera lenta dentro de ella cavilando si debía para o echarla boca abajo y reclamarla nuevamente.
-Quieres Descansar? O puedo recordarte a quien perteneces...-
Murmuro sobre los labios cual diablo, cierto que el inmortal no se detenía a saber si ella estaba dispuesta simplemente la tomaba pero esta vez se andaba con cuidado. Su labios mordisquearon el cuello rozando los colmillos con la fina piel de seda mientras las manos ya bajaban para tomarla de la cintura aún moviéndose lento dentro de ella.
-Lora...-
Vociferó el nombre con voz ronca delatando el placer que le albergaba y que iba en aumento, sus manos tomaron ambas mejillas rosáceas de la humana clavando la mirada ferviente en ella mientras su miembro se ensañaba con ganas en la entrepierna podía sentir aquella reafirmación que le gritaba a su alma que aún gozaba de placeres carnales a pesar de su condición. El solo sonido del palpitar ajeno le causaba una sed tremenda pues era consciente de como la sangre se agolpaba en el rostro femenino por el acto que estaban realizando, se consumiría en ella y ahora solo murmuraria su nombre cual plegaria para salvarse de no caer en la locura permanente o si lo hiciera que ella sucumbiera también. Las cálidas manos aferradas a él emanaban ese calor exquisito que tanto disfrutaba, le atrapaba lo contrastante de sus cuerpos ella tan delicada y el tan frío, una piel dura encontraste con una suave cual durazno; jamás se cansaría de poseer en todo sentido a la rubia.
Sus ojos no dejaron de deleitarse con la imagen que el espejo le ofrecía pues ver el femenino cuerpo encima suyo moviéndose con total placer acompañando cada estocada con vehemencia le llenaba de excitación y deseo, un cuerpo ya frío que por un instante se sentía vivo. Se vio embriagado en el despertar de su cuerpo sintiendo ese placer aumentar recorriendole sin reparo provocando que sus músculos se contrajeran al sumergirse en su propio climax devorando los labios de Lora mientras entraba en ella como un adicto, comenzando a sentir pesadez placentera en la punta de su miembro que enviaba esa especie de calambre a cada rincón de su ser ante los movimientos pelvicos que no se detenian y Lora tan entregada acompañaba cada embestida.
Su cuerpo se tensó con fuerza cuando el orgasmo abrió paso a que esté culminará dejándose ir dentro de la humana, al contrario de la joven Damián no mostraba signos de cansancio o respiración agitada por lo que su centro erecto aun se movía de manera lenta dentro de ella cavilando si debía para o echarla boca abajo y reclamarla nuevamente.
-Quieres Descansar? O puedo recordarte a quien perteneces...-
Murmuro sobre los labios cual diablo, cierto que el inmortal no se detenía a saber si ella estaba dispuesta simplemente la tomaba pero esta vez se andaba con cuidado. Su labios mordisquearon el cuello rozando los colmillos con la fina piel de seda mientras las manos ya bajaban para tomarla de la cintura aún moviéndose lento dentro de ella.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
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Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Aún no se había recuperado del cansancio temporal que le había provocado aquel primer orgasmo, que Damián la seguía embistiendo, tocando, mordiendo y besando como si no hubiera un mañana, como si aquella noche fuera la última que pudieran pasar juntos y después de aquello, el mundo entero se acabara. Cerró de nuevo el abrazo, negándose a despegarse del cuerpo fuerte y frío del vampiro que la poseía con un deseo inhumano, nunca mejor dicho. Mas ella se sentía igual, anhelaba cada parte del español, quería hacerlo suyo en cuerpo y mente, en recuerdos, en pensamientos, en caprichos y palabras. Porque siempre había más que sólo el encuentro carnal entre ellos, Lora estaba segura que incluso desde la primera vez, ya había sido más que sólo sexo entre ellos, aunque con cada contacto de sus sexos, la idea había ido cambiando, pues siempre le resultaba imposible querer más a aquel hombre y cada vez se sorprendía de nuevo.
Sin darse cuenta y ni siquiera buscarlo, con las arremetidas vigorosas y certeras del moreno, la enfermera alcanzó su segundo orgasmo, gimiéndole al oído, lamiéndole la oreja y llenándosela de suaves mordiscos, casi como si los dientes le castañetearan. Los dedos se aferraron a la espalda ajena y con la fuerza del gesto hincó las uñas en su carne pálida, arañando, dejando marcas, aunque serían pasajeras, se curarían enseguida y nunca quedaría recuerdo de lo que ella había dejado allí como su huella, como resto de su presencia. Y cuando aún sentía temblar las pantorrillas, Damián se corrió dentro de ella y eso la hizo estremecer. ¿Cómo podía sentir tanto placer al saber que él la disfrutaba? Era algo que, a su parecer, no tenía una lógica natural, una científica, médica… Pero era así, simple y llanamente era algo que le ocurría, sin saber si le pasaba a otras mujeres o si, tal vez, ella era la única. Una de esas incógnitas que seguramente perdurarían por toda la vida de la francesa. Le buscó el cuello para besarlo y lamerlo, arrastrando lentamente la lengua entre jadeos, rozó con la nariz dejando un sendero que seguidamente recorrería con la sinhueso. Se aferró también con las piernas a la cintura foránea, buscando la cercanía, el sentirle pegado a ella, casi encima, aunque fuera Lora la que estuviera sentada sobre las piernas ajenas. Se tomó unos segundos para intentar recuperar el aliento y poco a poco separó su rostro de la curvatura en la que se había estado cobijando para, finalmente, volver a mirar los penetrantes ojos rojizos del inmortal.
Era consciente de que él tenía un aguante que ella no poseía, y aún así, sólo deseaba complacerle, amarrarle a ella, a su cuerpo, aunque fuera. Quería satisfacerle por dentro y por fuera, calmar su mente atormentada, hacerle sonreír con aquel deje de malicia que a ella la enloquecía. Le besó en los labios con lentitud, sumamente despacio, dándose tiempo a pensar, a sopesar si quería capaz de aguantar un poco más. Era cierto que se sentía más resistente que otras veces, que la sangre que Damián le había dado, había fortalecido sus huesos, su musculatura… Pero también le había dolido, la había mareado. Acarició la espesa barba oscura que cubría parte del rostro del español, resiguiendo luego el belfo inferior foráneo con la yema del pulgar, mientras sus orbes lapislázuli se clavaban en los ocelos que la miraban.
—Recuérdame a quién pertenezco.
Intentó que su voz sonara segura, que no hubiera temblor en el timbre y que cada gesto que ella hiciera, le demostrara al vampiro que sabía la decisión que tomaba, que lo hacía con convicción, con ganas y con sumo deseo. Quería hacerle feliz a él, pero también Lora necesitaba reafirmación. Con el tiempo se había vuelto más insegura, la sombra de Catalina pesaba más cada día sobre su conciencia, sobre sus hombros, sobre su alma. Y sólo deseaba espantarla con todas sus fuerzas. La quería lejos de su vida, de la de ambos. Aunque era plenamente consciente que aquel deseo era imposible de cumplir.
Sin darse cuenta y ni siquiera buscarlo, con las arremetidas vigorosas y certeras del moreno, la enfermera alcanzó su segundo orgasmo, gimiéndole al oído, lamiéndole la oreja y llenándosela de suaves mordiscos, casi como si los dientes le castañetearan. Los dedos se aferraron a la espalda ajena y con la fuerza del gesto hincó las uñas en su carne pálida, arañando, dejando marcas, aunque serían pasajeras, se curarían enseguida y nunca quedaría recuerdo de lo que ella había dejado allí como su huella, como resto de su presencia. Y cuando aún sentía temblar las pantorrillas, Damián se corrió dentro de ella y eso la hizo estremecer. ¿Cómo podía sentir tanto placer al saber que él la disfrutaba? Era algo que, a su parecer, no tenía una lógica natural, una científica, médica… Pero era así, simple y llanamente era algo que le ocurría, sin saber si le pasaba a otras mujeres o si, tal vez, ella era la única. Una de esas incógnitas que seguramente perdurarían por toda la vida de la francesa. Le buscó el cuello para besarlo y lamerlo, arrastrando lentamente la lengua entre jadeos, rozó con la nariz dejando un sendero que seguidamente recorrería con la sinhueso. Se aferró también con las piernas a la cintura foránea, buscando la cercanía, el sentirle pegado a ella, casi encima, aunque fuera Lora la que estuviera sentada sobre las piernas ajenas. Se tomó unos segundos para intentar recuperar el aliento y poco a poco separó su rostro de la curvatura en la que se había estado cobijando para, finalmente, volver a mirar los penetrantes ojos rojizos del inmortal.
Era consciente de que él tenía un aguante que ella no poseía, y aún así, sólo deseaba complacerle, amarrarle a ella, a su cuerpo, aunque fuera. Quería satisfacerle por dentro y por fuera, calmar su mente atormentada, hacerle sonreír con aquel deje de malicia que a ella la enloquecía. Le besó en los labios con lentitud, sumamente despacio, dándose tiempo a pensar, a sopesar si quería capaz de aguantar un poco más. Era cierto que se sentía más resistente que otras veces, que la sangre que Damián le había dado, había fortalecido sus huesos, su musculatura… Pero también le había dolido, la había mareado. Acarició la espesa barba oscura que cubría parte del rostro del español, resiguiendo luego el belfo inferior foráneo con la yema del pulgar, mientras sus orbes lapislázuli se clavaban en los ocelos que la miraban.
—Recuérdame a quién pertenezco.
Intentó que su voz sonara segura, que no hubiera temblor en el timbre y que cada gesto que ella hiciera, le demostrara al vampiro que sabía la decisión que tomaba, que lo hacía con convicción, con ganas y con sumo deseo. Quería hacerle feliz a él, pero también Lora necesitaba reafirmación. Con el tiempo se había vuelto más insegura, la sombra de Catalina pesaba más cada día sobre su conciencia, sobre sus hombros, sobre su alma. Y sólo deseaba espantarla con todas sus fuerzas. La quería lejos de su vida, de la de ambos. Aunque era plenamente consciente que aquel deseo era imposible de cumplir.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Con cuidado sus manos se posaron en los glúteos femeninos aprisionando la carne con sus garras disfrutando de la parte tan generosa que el creador le había dado a la rubia; de manera hábil la alzó un poco sacando su miembro de la cálida entraña y siendo un tanto más brusco colocó la figura de Lora boca abajo para posicionarse detrás de ella sosteniendola de la cintura de forma posesiva con evidente impaciencia de atraerla a su hombría, no perdió mas tiempo el inmortal pues con ímpetu volvió a reclamar el lugar en el que hace momentos había retozado con tanto apremio y dureza. Gozaba cada encuentro con la enfermera pero no podía negar que lo hacia aún más cuando está lo deleitaba al dejarle escuchar sus quejidos de dolor, esa era la naturaleza de Damián.
Se enterró con fuerza en el sexo humano, no estaba siendo delicado por el contrario sus embestidas fueron fieras oprimiendo el cuerpo de la pequeña rubia con cada parte de su ser, cuanto podía soportar su mujer?.
Una sonrisa perversa y cargada de lujuria se dibujó en su rostro, le daría un placer que no conocía, le haría adicta a él aún más de lo que su mente pudiera concebir un pequeña fracción de lo que el sentía al beber de ella mientras la hacia suya así que sin dejar de penetrarla el inmortal llevó su propia muñeca a su boca desgarrando su dura piel con sus colmillos abriendo una brecha en su piel que permitía el flujo de su sangre y con suma brusquedad la posiciono en la boca de Lora para que bebiera de el. En sus años de inmortalidad nunca medito compartir su sangre con nadie, eso era debido a que no concideraba a nadie digno de ella hasta que esa mujer de apariencia delicada y espíritu fuerte se le cruzó en el camino.
-Succiona con fuerza antes de que sane...-
Se podía notar la excitación que le causaba el acto a Damián, uno que solo había compartido con Lora. Al sentir los labios sobre su piel las embestidas aumentaron con velocidad y precisión, presionando el clítoris con su miembro en cada penetración a sabiendas del placer que ambos experimentaban. Una de sus manos se posaba en el abdomen femenino generando más fuerza en el impacto de sus cuerpos siendo uno, el calor de nuevo puedo sentirlo casi suyo alrededor de su glande y tronco que buscaba hacerse parte de las entrañas húmedas y calientes. Gruñó sintiendo de nuevo ese placer de enterrarse en la joven humana mientras tomaba la sangre inmortal este le regalaba sin reparo.
-Lora, mi dulce Lora...-
Vociferó arremetiendo con más fuerza el delicado cuerpo quizás más de lo que esté pudiera aguantar. Pero no se detuvo incluso cuando sintió los labios carnosos dejar su dura piel, el continuo arremetiendo contra su sexo utilizando sus dos manos en cada lado de las caderas femeninas para empujarla hacia el sin piedad buscando clavarse aún más hondo de lo que la posición le permitía, esa mujer era suya y la consumiría hasta formarla parte de el si le placia toda la eternidad.
Se enterró con fuerza en el sexo humano, no estaba siendo delicado por el contrario sus embestidas fueron fieras oprimiendo el cuerpo de la pequeña rubia con cada parte de su ser, cuanto podía soportar su mujer?.
Una sonrisa perversa y cargada de lujuria se dibujó en su rostro, le daría un placer que no conocía, le haría adicta a él aún más de lo que su mente pudiera concebir un pequeña fracción de lo que el sentía al beber de ella mientras la hacia suya así que sin dejar de penetrarla el inmortal llevó su propia muñeca a su boca desgarrando su dura piel con sus colmillos abriendo una brecha en su piel que permitía el flujo de su sangre y con suma brusquedad la posiciono en la boca de Lora para que bebiera de el. En sus años de inmortalidad nunca medito compartir su sangre con nadie, eso era debido a que no concideraba a nadie digno de ella hasta que esa mujer de apariencia delicada y espíritu fuerte se le cruzó en el camino.
-Succiona con fuerza antes de que sane...-
Se podía notar la excitación que le causaba el acto a Damián, uno que solo había compartido con Lora. Al sentir los labios sobre su piel las embestidas aumentaron con velocidad y precisión, presionando el clítoris con su miembro en cada penetración a sabiendas del placer que ambos experimentaban. Una de sus manos se posaba en el abdomen femenino generando más fuerza en el impacto de sus cuerpos siendo uno, el calor de nuevo puedo sentirlo casi suyo alrededor de su glande y tronco que buscaba hacerse parte de las entrañas húmedas y calientes. Gruñó sintiendo de nuevo ese placer de enterrarse en la joven humana mientras tomaba la sangre inmortal este le regalaba sin reparo.
-Lora, mi dulce Lora...-
Vociferó arremetiendo con más fuerza el delicado cuerpo quizás más de lo que esté pudiera aguantar. Pero no se detuvo incluso cuando sintió los labios carnosos dejar su dura piel, el continuo arremetiendo contra su sexo utilizando sus dos manos en cada lado de las caderas femeninas para empujarla hacia el sin piedad buscando clavarse aún más hondo de lo que la posición le permitía, esa mujer era suya y la consumiría hasta formarla parte de el si le placia toda la eternidad.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Cada vez que el vampiro la sujetaba con fuerza y la apegaba a su cuerpo, eran preciados segundos en los que la enfermera se olvidaba de la existencia de aquella otra mujer en la vida de Damián. No era algo fácil de sobrellevar, no a esas alturas, en las que algo que inicialmente le había dado igual, ahora la atormentaba y lograba asustarla. Y amedrentar a la francesa no era tarea fácil, pero la posible pérdida del español era su único temor. Se aferraba a cada gesto de posesividad que él tenía para con ella, como si significara más que eso, más que necesidad de hacerla suya, de atraparla, de encerrarla en su mundo.
Se giró, guiada por las frías manos del hombre y se colocó boca abajo en la cama, de espaldas a él. No supo si tenderse del todo o qué hacer, así que se apoyó en los antebrazos, facilitando así su propia respiración que bastante agitada estaba ya como para dificultarla de algún modo con la postura que adoptara. No tuvo a penas tiempo de acomodarse que ya sintió la nueva penetración, brusca, descontrolada. Se notaba que Damián había perdido la paciencia, ya no se andaba con miramientos ni cuidados, ahora se dejaba llevar por el deseo y la lujuria que Lora le causaba y eso a ella la excitaba aún más a pesar de alguna que otra punzada de dolor por la vigorosidad de aquellas embestidas.
Intentaba regular los jadeos y gemidos, procurando que entrara suficiente aire en sus pulmones aunque éstos no llegaran a llenarse, pues el frenesí de los movimientos foráneos se lo imposibilitaban. Vio la muñeca abierta frente a su rostro y obedientemente pegó los labios a ella para succionar. Sus ojos estuvieron cerrados un par de segundos mientras chupaba aquel líquido rojo y espeso que iba tragando con cada choque de las caderas ajenas contra sus glúteos, para de pronto abrirlos de par en par con las pupilas tan dilatadas que el azul de sus orbes quedó pareciendo sólo un fino reborde en aquellos pozos negros.
La sensación que aquella sangre le producía al ser ingerida era algo indescriptible. Había mezcla de placer, adrenalina y dolor, como si algo estuviera cambiando por dentro de la mujer. Era intenso, cegador y al mismo tiempo le abría la mente. Era como si parte de la vida del vampiro pasara a ella, como si incluso ciertos de sus recuerdos se colaran bajo la piel de la rubia y extendieran sus dedos largos como raíces a través de sus venas. Gimió al apartar los belfos de la dermis ajena, apoyándose primero en una mano y luego en la otra al ir alzando el torso poco a poco, lo que hizo que la dirección de las estocadas cambiara ligeramente y el glande del español golpeara otra zona de ella más placentera. Arrastró una pierna hacia el frente y, seguidamente, la contraria, hasta quedar en vez de medio tendida, a cuatro patas. Así le era más fácil acompañar los movimientos del cuerpo ajeno, o más bien contrariarlos, haciendo así que el choque entre ambos fuera más violento. Ahora tenía más fuerzas de nuevo y su excitación estaba por las nubes.
—Más…
Imploró con un tono que casi parecía una exigencia, dejando en el aire si se refería a que esperaba más violencia en el acto sexual o si le pedía más sangre.
Se giró, guiada por las frías manos del hombre y se colocó boca abajo en la cama, de espaldas a él. No supo si tenderse del todo o qué hacer, así que se apoyó en los antebrazos, facilitando así su propia respiración que bastante agitada estaba ya como para dificultarla de algún modo con la postura que adoptara. No tuvo a penas tiempo de acomodarse que ya sintió la nueva penetración, brusca, descontrolada. Se notaba que Damián había perdido la paciencia, ya no se andaba con miramientos ni cuidados, ahora se dejaba llevar por el deseo y la lujuria que Lora le causaba y eso a ella la excitaba aún más a pesar de alguna que otra punzada de dolor por la vigorosidad de aquellas embestidas.
Intentaba regular los jadeos y gemidos, procurando que entrara suficiente aire en sus pulmones aunque éstos no llegaran a llenarse, pues el frenesí de los movimientos foráneos se lo imposibilitaban. Vio la muñeca abierta frente a su rostro y obedientemente pegó los labios a ella para succionar. Sus ojos estuvieron cerrados un par de segundos mientras chupaba aquel líquido rojo y espeso que iba tragando con cada choque de las caderas ajenas contra sus glúteos, para de pronto abrirlos de par en par con las pupilas tan dilatadas que el azul de sus orbes quedó pareciendo sólo un fino reborde en aquellos pozos negros.
La sensación que aquella sangre le producía al ser ingerida era algo indescriptible. Había mezcla de placer, adrenalina y dolor, como si algo estuviera cambiando por dentro de la mujer. Era intenso, cegador y al mismo tiempo le abría la mente. Era como si parte de la vida del vampiro pasara a ella, como si incluso ciertos de sus recuerdos se colaran bajo la piel de la rubia y extendieran sus dedos largos como raíces a través de sus venas. Gimió al apartar los belfos de la dermis ajena, apoyándose primero en una mano y luego en la otra al ir alzando el torso poco a poco, lo que hizo que la dirección de las estocadas cambiara ligeramente y el glande del español golpeara otra zona de ella más placentera. Arrastró una pierna hacia el frente y, seguidamente, la contraria, hasta quedar en vez de medio tendida, a cuatro patas. Así le era más fácil acompañar los movimientos del cuerpo ajeno, o más bien contrariarlos, haciendo así que el choque entre ambos fuera más violento. Ahora tenía más fuerzas de nuevo y su excitación estaba por las nubes.
—Más…
Imploró con un tono que casi parecía una exigencia, dejando en el aire si se refería a que esperaba más violencia en el acto sexual o si le pedía más sangre.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Oscuro e inmenso el dolor que se albergaba en su muerta alma y sabía que atravez de la sangre su preciada Lora degustaria la desdicha que en sus recuerdos más antiguos se encontraba, no importaba darle un trozo de el a esa mujer suya pues no solo conocía su desnudes corporal, ella había destapado cada faceta a pesar de su resistencia, logro darle ese poder de conocerlo. Gruñó con fuerza reavivando lo que fue su humanidad una que creyó haber enterrado para resguardarse de cualquier debilidad y ahí se encontraba expuesto entregándole a a lora parte de su vida, o al menos los recuerdos de cuando aún respiraba. Furia, desesperación, se percibían tras cada embestida que ejercía el español en contra del cuerpo cálido de la enfermera, no era delicada y menos gentil sus garras se cernían con fuerza en la piel a punto de desgarrarle mientras gozaba del temblor de aquellos huesos bajo sus yemas apunto de ceder al quiebre pero se detuvo a tiempo antes de causarle un dolor insoportable a la humana. No paro continuo penetrándola con fuerza mientras sus dedos helados continuaban marcandola con demencia.
-Pide y se te concederá...-
Vociferó sobre la piel de su nuca, mientras provocaba que más sangre saliera de el ofreciéndole nuevamente dando paso a una sonrisa oscura encargándose de adornar los labios varoniles. Cuanto dolor podría soportar la oji-azul?,la ponzoña era como una droga le daría placer pero primero debía pagar por el, el sentirlo recorrer su torrente sanguíneo adueñándose de su voluntad haciéndola sentir su desesperación y el dolor que tenía arraigado con cada día que la maldición se mantenía. Callar todo lo que cargaba era un trabajo que sin buscarlo lo había delegado solo a Lora, su antídoto su cura ante la eterna locura; se clavo con más fuerza en la profundidad de su sexo saboreando el olor de su humedad.
Con evidente intención lúbrico con la propia humedad la cavidad anal introduciendo uno de sus dedos, aquello la joven no lo disfrutaría al menos no en un principio y eso era precisamente lo que deseaba el español deleitarse con el dolor de Lora debido a su causa que esta le pidiese detenerse sin desearlo, que rogara por que se alejara para aferrarse a su cuerpo llevándose todo. La humedad en sus dedos ayudo a que se introdujera con más facilidad mientras su miembro seguía entrando y saliendo del sexo femenino con furia, deseo, anhelo por calmar esto que comenzaba a quemarle con entereza.
Dos dedos fueron abriendose paso y así fue como sus embestidas cambiaron de lugar, su glande rozo la angosta entrada con intención de refugiarse en aquel rincon y así lo hizo, lento en un principio esperando oír la voz de Lora con el tinte que el buscaba.
Damian Alarcón- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/07/2017
Re: Ce qui nous unit||Lora +18
Su cuerpo parecía volverse loco, moverse por cuenta propia, no atender a razones, directrices ni órdenes, al menos no las suyas, mas sí las del vampiro. La rubia estaba sumida en una especie de trance, su mente parecía cubierta por una tela de araña, un velo, enturbiaba su juicio y le impedía pensar en nada que no fuera Damián. Ya ni siquiera los recuerdos de éste la inundaban, sólo su imagen, su voz, el tacto de su piel fría como el hielo, la manera brusca y exigente con la que la reclamaba.
El timbre de voz del español le resonaba a través de los huesos, hacía temblar todo su ser, desde la parte más carnal hasta su propia alma, endemoniada ahora por la sangre envenenada que su amo le regalaba. Un ofrecimiento condenado que ella había aceptado de buen grado, porque por ese hombre, por el inmortal de apellido Alarcón, la enfermera haría cualquier cosa. Se dejó dominar, doblegar, someter y con obediencia ciega gimió más alto, dejando que su figura se retorciera mezcla de placer y dolor con la respiración agitada. Sus dedos se clavaban en la cama y de haber tenido unas uñas más largas y fuertes, hubiese hecho jirones no sólo las sábanas, sino hasta el colchón de lana.
De pronto, algo hizo que sus pupilas se redujeran repentinamente. La intromisión del pulgar del inmortal en un orificio nuevo, inexplorado para el uso que el peli-negro tenía en mente. Porque sí, de inmediato lo supo, Lora arqueó la espalda hacia abajó y giró la cabeza a mirar al vampiro. Sus orbes volvían a verse azules, pero ya no eran claros como el cielo de verano, sino oscuros como un mar embravecido en el norte. Abrió la boca, pero no fue para quejarse, tampoco para pedir que se detuviera, para frenarle. Volvió a cerrarla al morderse el labio inferior y entornó los ojos en una extraña mueca cuando sacó el pulgar para introducir dos dedos, índice y corazón. Aquel lugar no estaba preparado para lo que se acercaba y aunque la francesa intentó mentalizarse, cuando el falo de Damián cambió de agujero, un grito cargado de desespero abandonó su garganta, desgarrándole las cuerdas vocales. Los sonidos que escaparon no decían nada congruente, porque aunque la joven intentó hablar, no podía porque, por un lado, su mente era incapaz de ordenar sus ideas y, por otro, las embestidas, lejos de ser lentas y dejarle tiempo para que su recto se acostumbrara, fueron enseguida voraces, cargadas de fuerza. Buscaban debilitarla, hacer que se rindiera. Le falló el brazo derecho y todo su torso se vino abajo, pegando la cara al somier, cubriendo las sábanas de saliva. Los jadeos, desesperados y las lágrimas acumuladas en los ojos, pero sin llegar a brotar. El placer había sido opacado por la laceración de su esfínter y el ardor de sus entrañas.
El timbre de voz del español le resonaba a través de los huesos, hacía temblar todo su ser, desde la parte más carnal hasta su propia alma, endemoniada ahora por la sangre envenenada que su amo le regalaba. Un ofrecimiento condenado que ella había aceptado de buen grado, porque por ese hombre, por el inmortal de apellido Alarcón, la enfermera haría cualquier cosa. Se dejó dominar, doblegar, someter y con obediencia ciega gimió más alto, dejando que su figura se retorciera mezcla de placer y dolor con la respiración agitada. Sus dedos se clavaban en la cama y de haber tenido unas uñas más largas y fuertes, hubiese hecho jirones no sólo las sábanas, sino hasta el colchón de lana.
De pronto, algo hizo que sus pupilas se redujeran repentinamente. La intromisión del pulgar del inmortal en un orificio nuevo, inexplorado para el uso que el peli-negro tenía en mente. Porque sí, de inmediato lo supo, Lora arqueó la espalda hacia abajó y giró la cabeza a mirar al vampiro. Sus orbes volvían a verse azules, pero ya no eran claros como el cielo de verano, sino oscuros como un mar embravecido en el norte. Abrió la boca, pero no fue para quejarse, tampoco para pedir que se detuviera, para frenarle. Volvió a cerrarla al morderse el labio inferior y entornó los ojos en una extraña mueca cuando sacó el pulgar para introducir dos dedos, índice y corazón. Aquel lugar no estaba preparado para lo que se acercaba y aunque la francesa intentó mentalizarse, cuando el falo de Damián cambió de agujero, un grito cargado de desespero abandonó su garganta, desgarrándole las cuerdas vocales. Los sonidos que escaparon no decían nada congruente, porque aunque la joven intentó hablar, no podía porque, por un lado, su mente era incapaz de ordenar sus ideas y, por otro, las embestidas, lejos de ser lentas y dejarle tiempo para que su recto se acostumbrara, fueron enseguida voraces, cargadas de fuerza. Buscaban debilitarla, hacer que se rindiera. Le falló el brazo derecho y todo su torso se vino abajo, pegando la cara al somier, cubriendo las sábanas de saliva. Los jadeos, desesperados y las lágrimas acumuladas en los ojos, pero sin llegar a brotar. El placer había sido opacado por la laceración de su esfínter y el ardor de sus entrañas.
Lora Bellamy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/09/2014
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