La perdida

A punto de alcanzar la puerta, una sacudida, nos hizo detenernos, oí el crujido de las paredes, y el techo se desquebrajo de golpe, produciendo un enorme derrumbe sobre nosotros. Lo siguiente que vi fue a Tasha abalanzándose sobre mí, con el único propósito de proteger mi vida.
Cayó sobre mí, deteniendo con su cuerpo, la mayoría de las piedras que cayeron sobre nosotros, dejándonos sepultados bajo el derrumbe.
Guarde silencio un tanto mareado por el golpe, mientras parecía que ahí fuera todo había acabado.
Allí debajo de las piedras, no había la menor luz, solo notaba el cuerpo de Tasha sobre el mío, con su cabeza apoyada en mi hombro. Su respiración era muy irregular.
-Tasha –susurre nervioso. Esperando una respuesta.
-Garion –dijo con la voz entrecortada, notando su aliento en mi cuello- ¿estas bien?

-Estas herida –afirme con la voz quebrada, era evidente que así era, notaba que apenas podía respirar.
La desesperación me invadió, forcejee tratando de quitar las piedras de encima de ella, apreté los dientes tratando de sacar todas las fuerzas que me quedaban, tenía que sacarla de allí. Note como el canto de las piedras sajaba mi piel, contra mas fuerte empujaba mas se clavaban, pero aun así no conseguía moverlas un ápice.
-Para –dijo casi sin aliento- te harás daño.
Hizo una lenta pausa, creo que para coger algo de resuello.
-solo no podrás moverlo, para por favor.
-Tasha estas herida –repetí angustiado-tengo que sacarte o…-no pude continuar con la frase, en ese momento mi voz se ahogo.
No contesto, aunque notaba como tensaba sus músculos, tratando de evitar gritar de dolor.
-Afloja los anclajes de mi armadura –dijo con la voz apagada tras unos segundos.
Alargue mis manos a tientas, buscando los bordes de su armadura, palpe hasta que encontré la primera hebilla, y la afloje. Seguía sintiendo su lenta respiración ahora en mis labios. Hice lo mismo con las otras tres. Tasha tomo una bocanada de aire, al notarse liberada.
Aire que por un momento sentí respirar yo también.
Pero aun así, oía como jadeaba  tratando de coger algo de oxigeno, debía de tener uno de los pulmones perforado, maldita sea pensé, mientras notaba el movimiento de su pecho sobre mí.

Introduje mi mano con decisión por debajo de su armadura, noté un pequeño respingo, supongo que le sorprendió mi atrevimiento, pero me daba igual, me daba igual todo menos ella. Palpe su vientre hacia el costado, hasta que encontré la herida repleta de sangre, apreté mi mano contra ella, tratando de parar la hemorragia.
-tranquila –volví a susurrar en su oído.
Una tos seca interrumpió un forzado silencio, mientras su cuerpo temblaba entre mis manos.
No tarde en darme cuenta que había humedecido mi camisa, su tos iba acompañada de sangre.

No sé el tiempo que paso, allí debajo el tiempo parecía eterno, hacía mucho calor, el poco aire que llegaba estaba muy cargado. Note desesperado como su cuerpo se relajaba, y su cabeza apoyada en mi, se dejaba caer.