La templanza | Privado

por **Samuele Liccari** Mar Abr 03, 2018 5:07 pm

Base inquisitorial de París.

Samuele regresó al área de soldados cargado de armas y se dirigió a una de las pequeñas salas que se usaban para el estudio de misiones. Era lo que tenía de bueno ser amigo de Eliot Ferrec –uno de los grandes tecnólogos que la Orden tenía-, él le daba las nuevas armas creadas siempre para que pudiese probarlas y darle una opinión al respecto.

¿A qué hora llegaría su nueva compañera? No estaba seguro, le habían dicho pero no había retenido el horario. Últimamente se sentía disperso, agotado, y estaba más cerca de necesitar unas vacaciones que de estar dispuesto a afrontar una nueva misión, pero allí estaba. Le habían asignado un nuevo plan y eso venía de la mano de una nueva compañera. No le importaba, era abierto a trabajar con otros soldados; además nada podía ser peor que trabajar en misiones de combate junto a bibliotecarios poco entrenados en lucha -cosa que le había sucedido hacía poco tiempo atrás y por culpa de la poca disponibilidad de soldados-, por lo que esperaba ansioso conocer a Carmina, como le habían dicho que se llamaba.

Samuele nunca había estado en el circo gitano de las afueras de París, ahí se hallaba el primer inconveniente. Tendría que leer a conciencia los planos y los perfiles que le habían entregado de las personas a las que los espías habían podido estudiar en la etapa previa a aquella misión, misma que consistía en liberar –aunque no por mucho tiempo- a los cambiantes que en ese circo se exhibían. Al parecer eran tres, al menos según el último reporte de la facción cuarta, dos cambiantes felinos y uno ave.

Dejó las armas en una de las mesas, ya cuando su nueva compañera llegase las estudiarían juntos, y desplegó uno de los mapas que le habían dado. En el concentrado estudio del mismo estaba cuando oyó un golpe en la puerta y hacia ésta se dirigió. Del otro lado halló a una mujer menuda, aunque quién no lo era si se lo comparaba con él, y Samuele la reconoció. Nunca había compartido tareas con ella, como ya sabía, pero ahora que la tenía cerca recordaba su rostro de haberla visto algunas veces en la base.

-Bienvenida –le dijo y extendió a ella su mano para estrecharla-, tú debes ser Carmina ¿te molesta que te llame por tu nombre? Es que no recuerdo tu apellido. Yo soy Samuele Liccari, seremos compañeros aunque supongo que ya lo sabes y por eso estás aquí. Ven, pasa, no te imaginas todo el trabajo que tenemos por delante.

Cerró la puerta y la guió hasta el tablón donde había extendido el mapa que los espías habían armado para ellos. También tendría que explicarle sobre el uso de las armas nuevas, después de todo como compañeros que ahora eran deberían pasarle en conjunto un informe a la facción tercera sobre ellas.

-¿Estás al tanto sobre la misión? No me molestaría ponerte al corriente si no es así –le dijo, amable como solía ser-. Mira, los tecnólogos nos han encomendado sus nuevas armas. Tenemos el privilegio de ser los primeros en probarlas. Debemos trazar un plan rápido para poder salir cuanto antes. Tengo algunas ideas, pero no sé si has pensado algo ya.