La primavera llegó, es hora de abrir las ventanas y el corazón (privado)

por **Julia Rondizzoni** Jue Abr 05, 2018 8:05 pm

Debía poner punto final a ésa pesadilla en la que vivía. Por años, había amado en silencio a un hombre que, por segunda vez, la dejaba a un lado, solo para entregarse en los brazos de otra mujer, la que apenas si conocía y que tras un viaje fugaz había decidido convertirla en su esposa, y por consiguiente, en la dueña de la mansión y jefa de Kelsey. Ella había aceptado el trabajo de Ama de Llaves, en casa del mago, como un pretexto para permanecer al lado de quien amaba y con la ingenua esperanza de que el amor, la devoción que cada día ella le demostraba, haría que el corazón del lobo se decidiera en aceptarla. Pero como una cruel burla del destino, nuevamente su sueño terminaba hecho añicos.

Tras discutir, como jamás lo hizo con ese hombre, decidió que era momento de toar un tiempo para ella. Así tomo una maleta, puso unas cuantas prendas en ella, y dejó la mansión. No estaba segura si regresaría, si podría soportar aquella situación. Pero de lo que sí estaba segura, era que si no ponía distancia entre los dos, terminaría diciendo o haciendo algo que jamás podría perdonarse. por eso, decidió tomar un coche e instalarse en la mansión que comprara no hacía mucho tiempo.

¿Como una simple ama de llaves, podía darse el lujo de poseer una propiedad tan costosa? pues en verdad era muy simple. La Faulker, no pertenecía a una clase social aja, y si en realidad, había llegado a la ciudad sin muchos recursos. Su situación económica, jamás había sido difícil. Había conseguido un empleo muy bien remunerado, en uno de los mejores lugares de la ciudad, y si dejara ese empleo, para convertirse en la ama de llaves de la caza de un mago, solo lo había aceptado para permanecer al lado de Tristan.

Tras la muerte repentina de sus padres, Kelsey, había tenido que presentarse al entierro de sus progenitores y ademas recibir la herencia que éstos le dejaron, que aun no siendo un capital exorbitante, le permitiría vivir el resto de su vida con la comodidad y la opulencia de un noble. A pesar de ello Kelsey había decidido esperar unos meses antes de mudarse a la mansión que comprara en las afueras de la ciudad, tras regresar de su viaje a Londres, solo porque aún conservaba la inútil esperanza de ser amada por el mago.

Cuando el coche de Alquiler llegó a la mansión, ésta se encontraba iluminada, pues aunque no visitaba el lugar muy seguido, había decidido contratar a un matrimonio que hacía las veces de cuidadores, ama de llave, cocinera y chófer. Por su parte, Kelsey les había permitido vivir en una pequeña cabaña que existía en la parte posterior de la propiedad, ademas de pagarles un justo salario por sus trabajos. Fue así que apenas descender del coche, apresuró sus paso al interior de la construcción. Subió los escalones que la conducían a la puerta principal y golpeó con su puño. Unos pocos minutos después, la puerta se abrió, Stella - el ama de llaves - le miró asombrada, pues no era común que la joven se presentara sin avisar. - Mi señora, ¿se encuentra bien?- dijo la mujer apenas hacerse a un lado para que Kelsey entrara. La inglesa asintió con un tímido movimiento de cabeza, pero no pudo hablar ya que las lagrimas, la amargura, le impedían decir palabra alguna.

Su ama de llaves, la condujo por los pasillos del segundo piso, hasta donde se encontraba su habitación. La puerta fue abierta, Kelsey se dejó conducir hasta su lecho, para terminar recostada en éste. Cerró sus ojos y dejó que todo su dolor fluyera lentamente, hasta quedar dormida. Las horas pasaron, el sol se ocultó y volvió a salir por el este. Fue entonces cuando el canto de los pájaros lograron despertarla. lánguida, a penas con fuerzas para abrir sus ojos, esperó por la llegada de Stella, quien en pocos momentos le preparó el baño, cuidó de ella, dándole suaves masajes en su espalda. - Cuando se termine de arreglar, sería muy bueno que bajara a desayunar en el jardín, ya hemos preparado todo para que pueda pasar unas agradables horas en el pequeño jardín de invierno -, dijo con su voz dulce y cariñosa, como la de una madre. Kelsey quería negarse a tal plan, mas le fue imposible hacerlo, le agradaba aquella mujer y no deseaba importunarla.

Tras vestirse, se dirigió al jardín, allí le esperaba una preciosa mesa primorosamente preparada. Si alguien la contemplara en ese momento, se sorprendería, pues era una hermosa y delicada dama de clase alta, que jamás podría ser vinculada o confundida con la simple y poco agraciada señorita Kelsey, la ama de llaves de la mansión Reveur. Desayunó apenas unos huevos a la francesa, unas frutas de estación y un jugo de naranja. Mientras lo hacía, dejó llevar su mirada por el hermoso y cuidado jardín, - Juan, en verdad que mantienes la mansión como si de un pequeño palacio se tratase... muchas veces me pregunto, que sería de todo ésto sin vosotros - dijo, admirando el cuidado trabajo de su empleado, el que solo sonrió, antes de proseguir con el esmerado trabajo de recortar ramas, brotes y flores secas. Kelsey dejó que su mirada continuara solazándose en sus dominios, entonces comprendió que era tiempo de dejar todo atrás, le demostraría al mago que se había equivocado, que tras la apariencia de inocencia que poseía la esposa del lobo, se escondía una peligrosa amenaza. Pero no podía permanecer bajo el mismo techo, ni permitir que su vida se volviera gris al lado de aquel hombre.