Romeo Bianchi » FDPJ

Sería una falacia decir que Romeo es un hombre fácil de entender. Al exterior, la gente lo reconoce como un hombre cariñoso, amable e incluso divertido. Tiene a todas esas personas que viven bajo los designios de su ducado felices por su entrega con los más necesitados: pobres y enfermos y por su actitud que a veces pareciera que linda con el desinterés, aspecto impropio y casi nulo de los que pertenecen a su clase social, acostumbrados a ser venerados y a mirar a todo aquel por debajo de su rango por encima del hombro como un bicho molesto. Sin embargo, todas estas cualidades que engloban al duque vinieron arraigadas pocos años atrás, luego de que, por su causa, algo horrible sucediera. Antes era un joven, que, si bien desprendía jovialidad, no se preocupaba en pensar demasiado en los demás y definitivamente, miraba a quienes pertenecían a clases menores por encima del hombro; disfrutaba escandalosamente de sus riquezas y le daba uno que otro dolor de cabeza a sus padres. Toda esta particular forma de ser se vio destruida cuando su corazón también pasó por el peor de los acontecimientos y así fue como decidió expiar sus culpas y su dolor, dedicándose a los demás, en lugar de pensar solo en él. Carismático, buen conversador e inteligente, amante de las artes, especialmente del dibujo y responsable desde que heredó el título de duque.
 

DESCRIPCIÓN FÍSICA:

 
Nació en la región de Silicia, Italia, en la bellísima ciudad de Palermo. El primogénito de Teodorino y Catarina Bianchi, heredero al título nobiliario de duque, fue desde pequeño amaestrado en las artes más sublimes y en las políticas italianas, así como el conocimiento básico de otros países para futuros acuerdos comerciales. Se le inculcó la clase de hombre que debía ser, sobre todo por el título que cuando tuviera la edad necesaria, le sería entregado o en su defecto, si su padre fallecía, sería el primero en la línea sucesora en obtener las tierras y el nombre de peso de su familia. Sus primeros años estuvieron atiborrados de riquezas de todo tipo: las joyas y telas más exquisitas y los manjares más deliciosos de toda la región. A menudo era llevado con su padre para que conociera lo que hacía. Se dedicaba en su mayoría a estudiar y no a jugar, su padre quería que estuviera totalmente preparado para el momento en que tuviera que tomar su lugar.
 
Los años de oro se vieron interrumpidos por el florecimiento de su adolescencia y fue en ese momento en que los problemas empezaron a llegar. Tuvo que empezar a verse más seguido con la jovencita con la que lo habían comprometido mucho antes de su nacimiento y tomar mayor partido para el momento en el que hiciera su introducción a sociedad. Se creyó víctima de sus años absorbidos, ya que la que sería su futura mujer no le provocaba el más mínimo deseo y no era que careciera de belleza, todo lo contrario, era una de las jóvenes de la región más preciosas y acaudaladas. Creía que, al haberle fallado a su infancia tomando el papel de un adulto para convenir a su padre, lo había hecho madurar más tardíamente y, por ende, aún no le placía mirar a las mujeres como sus demás compañeros del colegio.
 
Ese resultó ser su argumento y fue de esa manera como se reveló ante su padre, empezando a ser un pequeño martirio por sus pequeñas desobediencias y múltiples travesuras, la picardía propia de su lenguaje e influencia de otros compañeros de su colegio, lo llevaron a ser esa clase de hombre egocéntrico y sofisticado y por sobre todas las cosas, egoísta. Las cosas no cambiaron durante su tierna juventud, hasta que cumplió los diecinueve años y comprendió que algo estaba muy mal con él, porque en todos esos años, ninguna jovencita le había llamado la atención y había muchas que habían puesto el ojo en él. La que sería su futura esposa, seguía luciendo tan común como las demás. Prontos a casarse, Romeo se resignó a ser un hombre infeliz, porque nadie le provocaba absolutamente nada... hasta que apareció Miguel, el hijo del mayordomo de su familia, quien había viajado desde una pequeña villa de la provincia más cercana para vivir en las tierras del duque de Palermo.
 
Fácil es decir cómo fue que estos dos jóvenes cayeron enamorados del otro, empezó por la apariencia y por los gustos, a Romeo le gustaba como el pequeño campesino hablaba de la vida y de sus sueños, que, aunque era realista y no trataba de pensar muy en alto, seguían cautivando al niño rico de la familia Bianchi. Por otra parte, Miguel se vio encantado con la forma de ser del heredero a duque, quien, si bien era arisco con todo el mundo, con él era completamente diferente, dulce y amable en todos los aspectos: en los besos apasionados a escondidas en las caballerizas y en las noches pasionales y furtivas en la recámara del primogénito. Romeo estaba incansablemente enamorado del joven lacayo, quería darle el mundo entero, así estuviera pronto a contraer matrimonio con una jovencita de sociedad y a adquirir el título de su padre. Quería hacerlo completamente feliz, permitirle cumplir sus sueños y viajar juntos a París, ya que era el mayor del sueño de Miguel.
 
Sin embargo, a causa del intrépido y loco romance que estos dos tenían, no se percataron de cuidarse las espaldas y en una de sus escapadas nocturnas, su prometida los halló amándose en la oscuridad de las caballerizas. Como era de esperarse, la joven no entendía la naturaleza de esos dos y bajo la credibilidad católica, pegó el grito en el cielo y le contó entre lágrimas al padre de su prometido la enferma escena que había presenciado.
 
Su padre, incrédulo por lo que la joven le decía. Se encerró con su hijo en la biblioteca y le preguntó si era un sodomita. Su hijo no fue capaz de hablar. Su padre lo abofeteó en el rostro y le volvió a hacer la pregunta. Su hijo, sollozando le respondió que no lo era.
 
Aquella fue la peor decisión que pudo tomar. Al día siguiente, su padre mandó a asesinar a Miguel ante los ojos de su hijo, quien impotente solo se quedó ahí mirando como ahorcaban a su amada y soñadora pareja.
 
Luego de lo sucedido, Romeo cambió por completo. Ya no salía a bailes y mucho menos a restaurantes, rompió el compromiso aun cuando desató la ira de su padre, este terminó muy enfermo por la lejana relación que se fomentó con su hijo y murió tiempo después comentándole sobre la existencia de dos hijos bastardos y de que se arrepentía el no haberlos conocido. Romeo heredó su título como duque y desde entonces vela por su madre y sus hermanos y ha intentado encontrar a esos dos que su padre dejó sin un ala.
 
Viaja a París porque fue en dicho lugar en donde envió el cuerpo sin vida de Miguel para ser enterrado, este siendo el único deseo que le pudo cumplir a su memoria y porque encontró a sus hermanos bastardos.
 
Desde entonces, es un hombre demasiado inmerso y alejado de los círculos sociales, entregado a los que más lo necesitan. Sonríe, pero detrás de esa sonrisa se esconde el pasado de un amor perdido por la cobardía. ¿Será posible que vuelva a encontrar el amor...?
 
+ Tiene cinco hermanos: Tres Bianchi y dos bastardos que su padre concibió con una gitana y estos últimos viven en París.

+ Tiene dos cicatrices en su torso las cuales se hizo de pequeño.

+  Su flor favorita es la camelia blanca.

+ Su color favorito es el azul.

+ Le encanta asistir a la ópera y al teatro.