The Farce ♔ Privado

por **Yuri Alekséyevich** Vie Abr 20, 2018 7:48 pm

El ruiseñor enjaulado en prisión de oro, seguía siendo un rehén, seguía atrapado en aquella mansión, tras cuatro paredes y lujos inconmensurables. Una tras otra las horas morían sobre la marcha de aquel antiguo reloj. Los ojos de Yuri ansiosos no dejaban de contar los segundos esperando a que llegara el medio día. Sus pequeños pies se balanceaban en la silla esperando a que dieran la orden de salir. Iniciarían el recorrido por el circo y posteriormente seguiría el parque de diversiones. Ente sus manos descansaba la cajita de madera con la colección de muñecas matrioskas maltrecho que había recibido por parte de su madre en su cumpleaños número 8.

Cuando el tic-tac del reloj se hizo escuchar, no fue inevitable en el pequeño un ligero sobresalto, causado por la conmoción que le producían aquellos ligeros repiques la servidumbre le condujo hasta el carruaje, la sonrisa en sus labios era más que obvia y denotaba cierto impulso por arribar cuanto antes hasta aquellos lugares fantásticos, esta vez no se aburriría durante el viaje, porque a pesar del sofocante calor y la fastidiosa fachada de aquellos que le cuidaban a diario Yuri sabía que bien valdría la pena soportar tales cosas. El carruaje dio rienda suelta y se internó en las calles de París, el pequeño observó en las callejuelas la multitud de personas que iban de un lado a otro, por su mente inocente cruzó la idea si ellos también se dirigían hacia el mismo sitio.

El chofer apresuró el paso de los caballos y de mala gana accedió a ir un poco más rápido. Se detuvieron a un par de calles lejos del tumulto y aun así ya podía escucharse la fiesta de todos aquellos extraños. Yuri camino entre las personas solitario, los escoltas venían detrás suyo, ninguno de esos hombres se quedaría a cuidar de él, pero tampoco podían dejarle abandonado a su suerte. Para este paseo habían citado a una persona para que acompañase al chiquillo, la identidad de la misma sería revelada hasta que se presentara ante ellos, los soldados iniciaron la búsqueda con la mirada mientras veían al niño correr impaciente.

Un descuido le provocó chocar con alguien más que al parecer también se hallaba distraído. Ayudó al pequeño a levantarse ofreciendo su mano. Yuri rió y aguardó un par de segundos. En la distancia al uno de los soldados notó el encuentro y les alcanzó cuestionando de inmediato a la joven. Yuri se adelantó a responder que aquel desconocido, sería su acompañante por el día de hoy, tomó la mano ajena y le apretó ligeramente esperando que siguiera el juego, una mentira blanca no tenía nada de malo.

–Descuiden, me quedaré aquí unos minutos– levantó sus orbes cerúleos hacia aquel nuevo anfitrión –Su nombre es…–

El par de escoltas intercambiaron miradas para después murmurar un par de cosas, ambas figuras esperaron la respuesta del supuesto encargado ahora de la seguridad del niño, mientras este le observaba con intenciones de no ser delatado en su mentira piadosa.