Amitié complice | Privado |

por **Arleen Deacon** Dom Abr 22, 2018 11:16 pm

Help me out, I need it

A pesar de tener tras su espalda el respaldo de que nada malo le pasaría, seguía con miedo, no sabía confiar y no le podían pedir que de la noche a la mañana lo hiciera y es que ¿Cómo? Después de un pasado tormentoso, después de que los ojos de Cagnazzo la llevaran una y mil veces al pasado, era imposible que ella, bajo la templanza que parecía mantenerla calma en su exterior, sintiese que se caía a pedazos poco a poco desde lo más recóndito de su ser. Podría sí, y siempre podría hacer el intento de dejar atrás parte de sus temores, pero aquello tomaría tiempo, y paciencia por parte de un personaje que parecía carecer de ella completamente.

Tragó en seco. Miró por todos los lados de aquella habitación esperando que al menos llegase una sirvienta que la pudiese sacar de aquella laguna mental en la que se encontraba navegando por horas. Una simple conversación banal, hasta el clima le parecía el mejor tema de charla para cómo se encontraba hasta el momento. Pero al parecer nadie iría hasta ella a menos que saliese de la habitación, se vistiera con las mejores prendas y encaminara su andar hasta la visita que la esperaba en la planta baja.
Desde muy pequeña comprendió el término “solidaridad” y más, entre hembras, entre féminas. Su madre la crió con el único objetivo de cuidar de su hermana, como también criaba a la menor con la misma mentalidad. No había nada más para la otro o para ella misma que su lazo sanguíneo, su atadura familiar, el amor fraternal y el cuidado sigiloso que podrían darse la una a la otra. Y aunque había fallado en ese aspecto de su intensa crianza, sentía en el centro de su vientre que podría confiar en cualquier mujer que le viese a los ojos y le asegurara que estaría todo bien. Va, no era completamente ingenua, reconocía muy bien que en el mundo no solo los hombres son quienes dañaban, pero a fin de cuentas, quién había desgraciado su vida y con ello, se había llevado toda su confianza había sido un personaje masculino, tenía completo derecho a sentir cierto recelo hacia el género contrario.

Pero en el tema, algo había oído de ella, creyó haber sido mencionado su nombre en más de una ocasión en las reuniones que Caganazzo. Conocía a su esposo y ella, pocas veces había llegado al hogar como hasta ahora ¿Será que la podía considerar una aliada? A regañadientes se arregló con las prendas que habían dispuestas para ella, dejó su cabello tal cual, liso e independiente, para luego bajar hasta dónde la figura esbelta, correcta y perfecta de aquella pelirroja la esperaba con una tranquilidad envidiable.

— Cirene… perdón, señorita Lewis ¿Me quería ver? Osea, ¿Como le va? hmm... lo siento, es un gusto — Algo tonta para hablar, media lenta y tartamuda. Tomó aire para inflar su pecho, echar los hombros hacia atrás y perfeccionar su postura para verse un tanto más correcta — He oído hablar mucho de usted y… perdón, debo decir que es usted una mujer hermosa — Tenía dentro de sí esa necesidad absurda de decir lo que pensaba, cuando muchas veces aquello eran halagos que podían tomarse muy a mal.