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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Neisha Sáb Abr 28, 2018 8:53 am

Una noche más, mi última actuación del día concluía envuelta en un sin fín de vítores y aplausos de un pequeño público que era ajeno a lo que en realidad sucedía frente a sus ojos. Ingenuos espectadores que no eran conscientes de que no había truco ante ellos, y que aquel rechoncho hombre de ropajes esotéricos no era otro que un actor de poca monta al que debía llamarle amo. No había magia en sus actos, ni siquiera había humanidad. A golpe de látigo, me había enseñado como reaccionar a sus palabras, y solo el miedo que me infundía era el responsable de aquella ilusión de la que todo el mundo hablaba: la conversión de una joven dama del público, en diferentes animales gracias al gran poder del mago de aquel circo ambulante.

Suspiré con melancolía al volver de nuevo a la jaula que llevaba siendo mi hogar desde hacía ya demasiadas lunas. Habían pasado más de veinte años desde que mi familia me vendió al joven Marcus, cuando todavía éste estaba bajo las órdenes de su padre y no era más que un simple payaso gruñón. Mis primeros años en el circo no fueron tan traumáticos como cuando Marcus sucedió a su padre tras su muerte. Hasta entonces éste último actuaba como domador, no solo conmigo sino también con leones y elefantes, y dentro de considerarme un animal más de su pequeño zoológico, tuvo paciencia conmigo hasta que empecé a controlar las transformaciones. Pero una noche un fatídico accidente en una de sus exhibiciones con elefantes, dio paso a una época oscura de maltratos y golpes de látigo, donde su hijo consiguió someter a todos los demás.

Observaba con atención como el mozo que se ocupada de tener atendidos a todos los animales del circo, incluida yo, colocaba comida y agua en dos cuencos metálicos junto al lecho, mientras con una vivacidad que yo había perdido años atrás, trataba de alegrar un poco esta alma atormentada que hacía tiempo que había perdido toda esperanza.- No te preocupes Neisha, ya verás como algún día el señor te libera y puedes vivir felizmente en una preciosa cabaña del bosque.- afirmaba Tom, mientras colocaba sobre el lecho de paja, sábanas limpias y una ligera manta con la que cubrirme esa noche. Sin intención de escapar, puesto que la represalia por intentarlo podría ser mortal, miraba hacia el exterior desde los escalones de mi jaula, convertida todavía en un pequeño coatí.- A ver si mañana consigo alguna onza de chocolate para que te animes un poco, ¿de acuerdo?- añadió acariciándome con suavidad detrás de las orejas antes de marcharse y cerrar la puerta con un grueso y oxidado candado.

Lentamente me dirigí hasta el lecho, subiéndome de un brinco y recostándome durante unos minutos sobre la mullida paja antes de mi última transformación de la noche. A los pies de éste, había dejado un sencillo vestido de lana y un viejo abrigo, que me cubrirían mi desnudez en cuanto volviese a ser humana. Suspiré una vez más, y con la esperanza de conciliar temprano el sueño esa noche y que un día más contase a mi favor, me introduje entre las ásperas sábanas para realizar mi truco personal. Minutos después, cuando ya estaba vestida y me disponía a saborear una de las frutas que me había dejado allí Tom, un extraño ruido llamó mi atención, haciendo clavar mi mirada al lugar desde donde éste procedía.- ¿Quién anda ahí?- pregunté temerosa de que fuese algún animal salvaje que hubiese visto en mí un delicioso y abandonado tentempié. Podía sentir como las hojas del arbusto se movían, pero algo me impedía ver el aura de ese ser.
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Mensaje por Fergus Sinclair Dom Abr 29, 2018 7:06 pm

No acostumbraba  visitar aquellos lugares salvo que  fuera por trabajo y así era, el comandante de la policía me había dado la descripción de un joven que era buscado por robar joyas de la corona, y se tenían registros que visitaban aquellos sitios, para confundirse entre los circenses y espectadores. Había hecho un historial recatado sobre la investigación, su cabeza tenía un precio y eso era mío, solo mío. Pague la entrada y entre los colores  y la multitud me adentre a la carpa, tenía dos sospechosos tenía que estudiarlos, seguirlos por días para llevar al debido y no a alguien equivocado. Tome asiento entre una familia que parecía emocionada por la función, mientras tanto yo solo me limitaba a rodear el lugar, ver posibles escaparates, y centrar mi vista en los sospechosos.

El plato central se encendió y el anfitrión comenzó entre palabras, risas y colores, no desvié la vista en ningún instante de Karlo, el primer sospechoso parecía disfrutar de la función, corrí mi vista unos metros y estaba Andrés, el segundo sospechoso que se notaba algo más nervioso, ansioso podría decir. El show comenzó, las contorsionistas comenzaban a moverse por el lugar, las luces se prenden y apagan al son de los instrumentos que acompañan la función. Los traga fuegos y tragasables hacían de las suyas y los espectadores se asombraban y aplaudían, me limite a pasar desapercibido y cuando ingresaron los animales quede asombrado, un elefante seguía la instrucciones de su domador, el rostro del animal parecía asustado, definitivamente aquello no me gustaba, fruncí el ceño y vi aquella actitud sospechosa en Andrés, ¿Estaba Robando, en el Circo?, una amplia sonrisa apareció en mi rostro, aquel era el indicado, el sospechoso, mi recompensa estaba muy cerca…

Algunos gemidos me hicieron desconcentrarme y vi en el plato central, pequeños animalitos siguiendo órdenes a punta de látigo, todos ordenados, asustados, subiendo, bajando, andando en círculos, mi piel se estremeció, con mis años había visto brutalidades pero aquella era… simplemente era tétrico. Me disgustaba. Me levante de mi lugar y descendí hasta acercarme al sospechoso quien al verme pareció más nervioso y tan solo me quede oculto en un rincón en la oscuridad, mi vista lejos del show. Los aplausos se hicieron retumbar en la carpa, alabe el show con poco ánimo, y me puse en movimiento cuando el sospechoso intento perderse entra la multitud, que comenzaba a desalojar el circo. Precavidamente sin armar un alboroto le seguí escondiéndome si fuera necesario, salimos de la carpa, él se alejaba entre las carretas, las jaulas y continué, sería una presa fácil, un simple ladrón…

La oscuridad se dejó caer y entre los gemidos de algunos animales, el rastro del sospechoso pareció perderse, me detuve al escuchar un ruido, al parecer un cuidador de animales terminaba su trabajo, lamentable o fascinante no podría describirlo. Unos tigres dormían encadenados los mire por largo rato y con descuido metí mi mano en la jaula para acariciarlo, el tigre se engrifo y saque mi mano – Shhh…. No te haré daño – dije con suavidad era evidente que aquel animal recibía poco afecto, sentí aún más lastima. Un ruido salió de atrás de una de las jaulas y pensé en el sospechoso y vi como escapaba antes de que una voz femenina llegara a mis oídos. ¿Una mujer enjaulada? La lógica venía a mi cabeza, solo podía ser una cosa una especie… un cambiante, tal vez un esclavo o ambos. Me acerque hasta donde provenía la voz - ¿Qué hiciste para estar en este lugar? – pregunte sintiendo lastima por ella, por la situación, por el circo, por mi… por mi libertad.
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Mensaje por Neisha Vie Jun 08, 2018 5:29 pm

A mis espaldas, una profunda voz masculina atrajo mi atención en dirección contraria donde en un principio me había parecido escuchar los pasos de ese extraño merodeador que parecía alejarse del lugar en esos momentos. Más todavía reacia a no descubrir quién era aquel que había estado observándome desde la intimidad del follaje de aquel arbusto próximo a mi jaula, me demoré durante unos segundos más en escudriñar por última vez – y sin éxito alguno- los alrededores de esa zona privada del circo. Negando con la cabeza por no haber sido capaz de encontrar nada, centré toda mi atención en aquel apuesto joven que me observaba con incredulidad desde el otro lado de los barrotes.
Todavía podía escuchar su voz realizándome esa pregunta que tantas veces me había hecho a mí misma, y para la cual no tenía todavía respuesta alguna. Al menos ninguna que me convenciese lo suficiente como para asumir mi sino en aquel lugar.

Sonriendo con timidez, y agradecida de poder hablar con alguien que no me tratase a golpe de látigo, tomé un par de manzanas del cuenco donde habían depositado mi comida y me acerqué hasta la reja donde se encontraba el humano. – Es algo que mis padres no me explicaron cuando me entregaron al dueño del circo.- afirmé con cierto tono nostálgico en la voz, mientras me sentaba en el frío suelo de la jaula frente a él. Tendí la mano a través de los barrotes, ofreciéndole una de las manzanas que llevaba al tiempo que le sonreía con calidez. - ¿Quieres?

No lo había visto con anterioridad en el circo, era un completo desconocido para mí, más sin embargo algo me decía que podía confiar en él. Algo en la percepción de su aura me invitaba a pensar que igual que yo, aquel humano escondía en lo más profundo de su corazón mucho más de lo que era capaz de mostrar a simple vista.- Deberías tener cuidado, no permiten que nadie hable conmigo. Si te descubren, podrías meterte en problemas.- susurré con timidez; más no con la intención de que se marchase, más bien todo lo contrario. Pero me preocupaba que por mi culpa, por entretenerlo allí, lo encontrasen y pudiesen hacerle daño.
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Mensaje por Fergus Sinclair Vie Jun 29, 2018 4:30 pm

Su frase venía con un tono de sinceridad y angustia pura, no tenía palabras concisas para responder yo mismo lo que ella me confiaba, la mire con compasión, en mi cabeza no podía caer aquel tipo de maltrato, en la sociedad que vivíamos se mostraba mucho todo aquello, esclavos, animales enjaulados, personas enjauladas muchos eran vendidos por menos dinero de lo que realmente valían, pensé por breves instantes en mis sirvientes a los cuales me había dedicado a educar, y a valerse por ellos mismos, si los hacia cumplir horarios pero les permitía ser libres, los cuidada como ellos a mí, les mantenía una despensa con comida, les daba francos para sus ropas les ayudaba con sus familias, porque aquello hablaba más de una persona que tener algún título o grandes riquezas, si trataba más a su servidumbre aquello era la escoria.

Necesidad – dije tomando la manzana que ella me ofrecía – la necesidad llevo a tus padres a entregarte, o tal vez miedo al que dirán, tú no eres como los demás y al mundo entero le asusta lo que no entiende – masque la manzana que estaba un poco seca, según creía debía llevar días guardada o mejor dicho compraban lo que les ofrecían, lo más barato para que el dueño del circo se llenara los bolsillos -  la ignorancia es un pecado, tal vez un privilegio para algunos… el saber y conocer nos hace grandes como personas y claro una infinidad de cualidades mas- volví a marcar la manzana, si ella se la podía comer yo también lo haría, empatía en su máximo esplendor.

Si me pillan aquí ten por seguro que no tendré problemas – comencé a mirar su jaula con cuidado hasta llegar a la puerta analice la cerradura, el candado en sí, la mire a ella – ¿Te han puesto alguna vez a la venta? – Pregunte mientras  buscaba en mi alforja – ¿te dijeron que era lo que pedían por tu libertad? – suspire de manera notoria mientras encontraba una especie de llave de hojalatería, para mí la llave maestra, introduje el artilugio en la ranura del candado, di unas cuantas vueltas y voilá levante las manos y saque el candado casi sin hacer ningún ruido, note que en su tobillo había un grillete – Debí ser ladrón en alguna de mis vidas- bromee  pero antes de continuar con lo que deseaba hacer la mire directo a los ojos, con ternura, compasión y ganas de sacarla de ahí, - tenemos varias opciones – moví mi mano apuntándonos a los dos – primero te saco el grillete y eres libre- levante una ceja – te saco el grillete y te quedas ahí mismo – hice una mueca – te saco el grillete y dejo algo a cambio de tu libertad sin pedir nada a cambio – me cruce de brazos moviendo la cabeza – te saco el grillete y te ofrezco una mejor vida, o comienzo o quizás un empujón para que puedas independizarte – sonreí – ooooh, creo que no tengo más opciones, pero depende única y exclusivamente de ti – tome el artilugio en mi mano –Y si temes porque te busquen yo me puedo encargar de aquello, ten un poco de fe en mi – dije sintiéndome importante. Todo ahora era la decisión de ella, de aquella mujer que había sido entregada por alguna razón y que en sus ojos mantenía una dulzura que a pesar de estar encerrada seguía siendo una humana… un ser que anhelaba libertad…
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Mensaje por Neisha Miér Ago 01, 2018 6:25 pm

Con disimulo observaba al humano mientras propinaba pequeños mordiscos a mi manzana. Al menos se habían molestado en lavarlas antes de depositarlas en el cuenco, aunque no por eso conseguían ocultar la madurez de las mismas, y lo poco que se molestaban en al menos mantenernos en unas mínimas condiciones. Podía percibir el desconcierto del joven que sin dudarlo aceptó mi presente tras mi respuesta, probablemente sorprendido ante la franqueza de la misma. Pero no era yo quien tenía nada que ocultar en aquel lugar, no era yo quien había hecho nada malo para merecer encontrarme en aquella situación que se alargaría toda mi existencia.

-No fue necesidad.- apunté prácticamente entre susurros para evitar que escuchasen nuestras voces, y alertados por éstas algún vigilante del circo se acercase hasta allí. Ladeé ligeramente la cabeza al percatarme de que aquel humano sabía mucho más de lo que acostumbraba ser normal, por lo que me replanteé su verdadera naturaleza. Estaba claro que era un hombre común, nada de magia en su aura. De modo que si era capaz de reconocer mi particularidad en tan pocos minutos, solo podía significar que fuese un cazador o…tal vez un miembro de la Inquisición. Un leve escalofrío recorrió toda mi columna, haciéndome plantearme que mi futuro podía empeorar por momentos.- Mis padres tenían miedo de que se descubriese que yo era diferente, y que acudiesen a mi hogar acusados de algún tipo de brujería. Y prefirieron deshacerse de mí en lugar de buscar otras opciones- expliqué sin dejar de mirarle, esperando ver si su semblante cambiaba y descubría si pertenecía a dicha organización. Me encogí de hombros. Había derramado muchas lágrimas por tal abandono, pero con los años, la incomprensión de ese acto había dado paso a que controlase el dolor por la traición que había sufrido por su parte.

Me deslicé prácticamente a gatas mientras el hombre reanudaba su camino e iba rodeando la jaula donde me encontraba encerrada, preguntándome como podía estar tan seguro de que no tendría problemas. – Mi amo no permite que nadie se acerque hasta aquí, por eso estoy apartada de los demás animales. A ellos se les puede visitar incluso entre actuaciones, sin embargo a mí no.- de nuevo otro mordisco a mi cena, mientras el joven se detenía frente a la puerta. Su comportamiento me tenía del todo desconcertada, más aun así continué respondiendo a sus preguntas.- Jamás me pondrían en venta. ¿Piensa en cuantos circos tienes la posibilidad de convertir a una mujer en otros animales sin utilizar en realidad ningún truco?- negué con la cabeza, atenta al extraño artilugio que sacaba de su bolso, y con el parecía tratar de abrir la puerta.-  No me permitirán marchar jamás con vida de aquí.

Di un ligero respingo hacía atrás cuando el cerrojo de mi cárcel perpetua cedió, y la puerta quedó abierta ante mis asustados ojos. ¿Qué era lo que ese hombre quería de mí? ¿Por qué ofrecerse a algo así, cuando aquel acto de buena fe solo podría ocasionarle serios problemas? Lo observé desconfiada, escuchando con atención las opciones que me proponía. ¿De verdad quería ayudarme a escapar?- ¿Estarías dispuesto a ayudarme? Yo no tengo nada que ofrecerte a cambio. Yo no.- pregunté preocupada porque sus expectativas fuesen otras que una ayuda desinteresada, mientras extendía mis manos hacía arriba mostrándole que no tenía ninguna pertenencia. Había aprendido que no se podía confiar en los hombres, que cuando no conseguían lo que deseaban recurrían a la violencia…y por encima de todo, había aprendido que nadie hacía nada por nadie si no tenía algún interés oculto. Me mantuve inmóvil, mirándolo con atención. No podía evitar sentir temor, sin embargo al decirme que tuviese fe en él me di cuenta de que había confiado en ese hombre desde que apareció frente a mis ojos.

- ¿Me protegerías? ¿Podría quedarme contigo?- añadí con una tímida sonrisa, sopesando que oferta podría hacerle para que me acogiese bajo su amparo.- Tal vez pueda servirte de alguna forma, como doncella o…no sé. Cualquier cosa.- afirmé, esperando que se acercase con cuidado para soltar el grillete, aunque un poco nerviosa por sentirlo tan cerca de mí.- ¿Por qué yo?- pregunté desviando la mirada despacio desde mi atadura, hasta que se cruzó con complicidad con la suya.- No soy tan especial como crees.
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Mensaje por Fergus Sinclair Mar Ago 14, 2018 7:29 pm

La vida me había enseñado que la compasión era una de las mejores virtudes que podía tener el ser humano, mi madre se encargó de que aprendiera aquello, todo lo que he conseguido en la vida había sido con esfuerzo, y seguir la profesión que tenía me había traído victorias y gratas recompensas, pero como decía mi madre siempre ser humilde, recordar de donde uno vino por que la vida se encargaba siempre de mostrarnos las dos caras de las monedas; podía tener muchos defectos pero la compasión por alguien que necesitaba de mi ayuda era una de mis grandes virtudes, con lentitud y casi sin tocar la piel ajena solté el grillete que la mantenía presa en aquel lugar, escuche con silencio, con sorpresa ante lo que decía, su vida valía como la de todos. – Tu dueño por la mañana estará decepcionado cuando venga a visitarte, aunque creo que siempre podrá conseguir a otro para ocupar tu lugar – conocía a varias personas que compartían su condición, evidentemente todos en secretos para no ser quemados en la hoguera o guillotinados en las plazas públicas.

Que la joven tuviera sus dudas era normal, nadie pedía nada a cambio, todos siempre esperaban algo y que tenía ella, una habilidad magnifica, la había observado en el show, sabía perfectamente cómo podía ayudarme para que no se sintiera inútil, porque por muy libre que ella fuera, necesitaba un hogar. – Sí, te protegeré y puedes quedarte conmigo, me asegurare que nunca te encuentren – sonreí con suavidad y extendí mi mano para ayudarla a salir.  – Mas adelante veremos en que me  puedes ayudar, por ahora… el primer paso es salir de tu encierro – le tome con firmeza y le ayude a salir de la jaula, al estar parada a mi lado la mire y desvié mi vista hacia el sector donde se encontraban los otros animales. – Nunca vuelvas a decir que no eres especial, porque si lo eres, posees una habilidad magnifica y eso te hace única. ¿Por qué tú? – hice una mueca, en realidad no tenía una respuesta para aquella pregunta pero no me podía quedar callado. -Porque eres especial – le tome firme de la mano para que no se alejara – sígueme – le hice un gesto con los dedos para aguardar silencio – Vamos a liberar a  todos los animales, será más fácil escapar ellos verán si escapan o fueron tan domesticados como para quedarse en donde están – la solté y comencé abrir las jaulas, temeroso porque me pudieran atacar los animales o porque me pudieran pillar en lo que estaba haciendo, estaba armado, tenía mis trucos, era ágil y podía contra cualquiera, no por nada había sido entrenado por uno de los mejores cazadores de Paris. Al cabo de unos minutos las jaulas estaban abiertas, varios animales arrancaron y comenzó un nuevo espectáculo.  Entre en tumulto le teme del brazo – Vamos – le ordene mientras comenzaban a prenderse antorchas del personal del circo alterado por lo que ocurría, comencé a correr por el lugar mientras nos acercábamos a los sembradíos, los gritos y algunos animales nos siguieron, otros tomaron su propio rumbo, y a medida que nos adentrábamos en las siembras los animales fueron tomando sus propias direcciones. Me detuve cuando estuvimos totalmente lejos y fuera del alcance de cualquier circense. – Fergus… ese es mi nombre y  por cual debo llamarte a ti – dije recuperando la respiración, ya que habíamos corrido un largo trecho a velocidad máxima, al menos a todo lo que mis piernas podían.

Mientras recobraba el aliento y miraba a la joven podía notar aquella felicidad en sus ojos, así alguna vez me sentí yo cuando me aleje de mi padre, mi madre me ayudaría a proteger a la joven, y claramente se sorprendería ante mi actuar, pero para eso aún faltaban horas. Al parecer ya me había ganado su confianza o parte de esta, y sabía que podría ser difícil. Suspire mientras miraba el cielo ubicándome con las estrellas y apunte en dirección noreste- Por allá esta mi hogar y el que pronto también será tuyo. – comencé a caminar con lentitud, esperando su respuesta, tal vez sus reacciones…
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Mensaje por Neisha Dom Ago 26, 2018 9:50 am

El sonido de gruesas cadenas de metal siendo arrastradas sobre los tablones de madera cubiertos de arena  que hacían de suelo de las jaulas, enmascaraba el crujir de los pasos del humano cuando éste entró al cubículo  en el que me encontraba arrodillada, todavía con la manzana en la mano, aproximándose hasta mi posición con tranquilidad. Mi mirada acompañaba cada uno de sus movimientos, temerosa de lo que pudiese suceder ahora que le había permitido entrar en ese lugar que a pesar de todo, me protegía del resto de la humanidad. Sabía que estaba sola; que probablemente el vigilante más cercano estuviese ya recogido en su particular hogar  y que si las intenciones del caballero no eran las apropiadas, mi grito de auxilio jamás llegaría a tiempo.  El fuerte rugido de uno de los leones desvió mi atención durante unos segundos, dejando a un lado esos  desconfiados pensamientos hacia el humano, centrando entonces la mirada en el camino de acceso a la jaula donde nos encontrábamos y que podía ver con claridad gracias a la luminosidad de aquella noche donde la luna, casi llena, reinaba en el cielo. Pensé que podía ser alguno de los cuidadores, realizando la última ronda de la noche para comprobar que no había ningún espectador rezagado en la zona de los animales, o comprobando los candados de las celdas antes de retirarse hacia las caravanas de madera que eran sus hogares, más todo estaba en una calma singular  e imaginé que habría sido algún ratón el que había molestado a mi adorado rey de la selva.

Volví a girar la cabeza hasta cruzar la mirada con el que sería mi salvador cuando éste se acuclilló para ponerse a mi altura, sintiendo como el rubor subía ligeramente a mis mejillas al tenerlo tan cerca que era capaz de sentir su embriagador olor mientras un suave suspiro escapaba de mis labios. Un intenso y a la vez cálido escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando, sin apenas rozarme con la yema de sus dedos, el cazador soltó con suavidad los grilletes que sujetos a mis tobillos me habían mantenido retenida  durante tanto tiempo en esa cárcel que se había convertido en mi hogar. Inconscientemente froté la zona donde el metal de los mismos había rozado mi piel, produciendo en ésta perpetuas heridas que apenas sanaban durante las actuaciones; ya que para evitar que me transformase y pudiese escapar al quedar  éstos más grandes cuando me cambiaba por cualquiera de mis formas animales, se habían asegurado que estuviesen forjados por algo de plata, y producían una especie de quemazón en la piel que solo sanaba en cada actuación cuando me los quitaban.

Espero que no encuentre a nadie con mi misma naturaleza para ocupar mi lugar; nadie se merece un sometimiento así.- susurré desviando la mirada hacia el tobillo que acariciaba con suavidad, tratando de ocultar el dolor que llevaba siendo parte de mi vida desde hacía años.

Observé su mano cuando tras ponerse en pie de nuevo me la tendió como muestra de ayuda, y con una tímida sonrisa y todavía incrédula ante ese giro inesperado que estaba tomando mi vida, posé la mía sobre ésta para levantarme y colocarme a su lado. Fue entonces cuando me percaté de la apariencia del humano, bastante más alto y corpulento que yo, y con unas facciones que le hacían sobresalir del resto de su raza. Su temperatura, a diferencia de la mía, estaba unos grados por debajo, realidad que me resultó curiosa pues era la primera vez que tomaba contacto con nadie desde mi primera transformación. Clavé mis ojos en los suyos, con un brillo inusual en la mirada que demostraba todo el cúmulo de emociones que se arremolinaban en mi pecho cuando poco a poco podía sentir que todo lo que me había dicho no eran palabras huecas, sino que podía convertirse en realidad.
- Jamás podré darte las gracias por todo lo que estás haciendo por mí. Nunca nadie se había preocupado por mi bienestar… y tú….- sonreí al sentir como el rubor volvía a aparecer en mis mejillas, desviando la mirada mientras el humano tiraba de mí con suavidad para guiarme al exterior de mi prisión.- Donde tú ves a alguien especial, yo solo veo una maldición que me privó de una libertad y una vida normal.- susurré con melancolía, pensando la cantidad de veces que había pedido a los dioses que aquella habilidad de transformarme desapareciese, o despertar y que todo hubiese sido una intensa pesadilla.

De nuevo su mano envolvía con firmeza la mía cuando nos pusimos en marcha caminando hacía el resto de las jaulas donde los que habían sido hasta entonces mi compañía cada noche, observaban recelosos nuestra presencia. Sonreí con disimulo al observar nuestras manos entrelazadas, y por extraño que pareciese, había pasado de sentir temor por las intenciones del humano, a sentirme protegida con él cuando me sujetaba de aquella forma. - ¿Estás dispuesto a ganarte el cielo esta noche, verdad?- apunté divertida ante su ocurrencia de liberar al resto de los animales, viendo que era muy buena idea para ocultar nuestra huida al sembrar el caos más absoluto en el circo. Asentí con la cabeza cuando muy a mi pesar me soltó la mano, y ambos comenzamos a abrir las jaulas del resto de animales que se encontraban confinados en sus celdas.

Minutos después un gran revuelo se alzaba en el circo entre gritos de sorpresa, de temor y alguna que otra maldición lanzada por el dueño del mismo. Sonreí con picardía al sentir que en cierto modo había sido una venganza perfecta después de tenerme tantos años recluida en aquel lugar, aunque pronto sentí de nuevo el contacto del humano y mi particular satisfacción por el caos que habíamos creado tuvo que ser dejado para más tarde. Corrí con rapidez junto al humano sin dejar de percibir todo lo que sucedía en el circo. Poco después de que desapareciésemos entre los campos sembrados por altas espigas de maíz, pude escuchar en la lejanía el grito del dueño del circo al comprobar que había escapado, y como ordenaba mi busca y captura más inmediata por encima del resto de animales. Negué con la cabeza preocupada, temerosa de que mi libertad se viese truncada de nuevo, y además fuese la responsable de las funestas consecuencias que sufriría el humano por mi culpa. – Neisha.- respondí apoyándome en un árbol cercano, una vez que habíamos salido a parar a un sendero del bosque.

Me mordí el labio inferior, observando a Fergus mientras se recuperaba de la reciente carrera que nos había alejado del peligro más inminente. Jamás había conocido a ningún humano tan noble como él, y me sentía feliz de que el destino hubiese cruzado nuestros caminos. Comencé a seguirle relativamente cerca cuando me indicó el lugar hacia donde se encontraba su hogar, frunciendo confusa el ceño  al plantearme como cambiaría mi vida a partir entonces.- ¿Voy a vivir contigo?.- pregunté con timidez, imaginando que tendría algún tipo de establo anexo a su casa donde me alojaría; porque aunque me hubiese salvado de mis barrotes, yo no dejaba de ser una aberración de la naturaleza y comprendía que debía permanecer alejada de la gente normal.

Andaba en silencio sumida en mis particulares pensamientos, mirándolo con disimulo mientras nuestras manos casi se rozaban al caminar, cuando el inaudible sonido de hojas pisadas a nuestras espaldas me hizo detenerme de pronto, sujetando a Fergus del brazo para que se detuviese también. Llevando el dedo índice a mis labios le indiqué que permaneciese en silencio ante su desconcierto, acercándome a él para que nadie más fuese capaz de escucharme.- Coge mi ropa, después me hará falta. Y acomódate en aquella roca como si hubieses estado de caza y te hubieses quedado dormido.- susurré en su oído, dejando por unos segundos que su olor acariciase mis sentidos.- No tardaré.- concluí dándole un ligero beso en la mejilla,  transformándome de golpe en un pequeño coatí, mientras mi ropa caía al suelo y yo trepaba con rapidez con un árbol para poder saltar por las ramas y ver qué era lo que nos seguía sin ser vista. Minutos después recorría el camino andado por las alturas, olfateando el rastro de Fergus hasta que di con él, y con rapidez me escondí bajo su chaqueta, donde sin duda alguna pasaría desapercibida por mi insignificante tamaño. Agradecía que solo dos vigilantes del circo hubiesen dado con el sendero en el que nos encontrábamos, puesto que sin ningún sabueso que les indicase que yo me encontraba allí, bastaría con que mi salvador supiese dar con alguna buena excusa para sacárselos de encima y poder continuar sin ningún problema. Estábamos lo suficientemente lejos como para que sin pruebas pudiesen sospechar de él.
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Una tenue luz en la oscuridad [Libre] Empty Re: Una tenue luz en la oscuridad [Libre]

Mensaje por Fergus Sinclair Vie Sep 21, 2018 8:06 pm

Las palabras de la joven me hacían pensar en mi pasado, un pasado lleno de sacrificios, un pasado que muchas veces prefería que se quedara ahí bien lejos, me veía sin querer reflejado en ella, mi padre se había encargado de maltratarme siempre que podía, mi infancia sin querer había sido robada; sino hasta que había llegado donde mi abuelo, ahí conocí lo que era un reconocimiento, un abrazo, palabras de apoyo y consuelo. Aquel que se hacía llamar padre no dejaba que mi adorada madre curase mis heridas, ni mucho menos me diera palabras de aliento, tuve que arreglármelas solo, hasta la noche en que me liberaron, mi madre mi heroína. ¿Ganarme el cielo? Pensé con más convicción mientras corríamos por el sendero, los animales seguían sus propios caminos, los gritos de los cuidadores y dueño del circo se alejaban, nosotros teníamos tiempo y si  nos llegaran a encontrar, podía ocupar mi fuerza bruta. Era un defensor de los desamparados y seguiría así, Neisha el nombre para aquel ser, que parecía ser tan puro, tan lastimado, tan falto de una vida de verdad, no podía dejar de pensar en el lio que me había metido, ¿pero que importaba? La había liberado y tendría mi protección hasta el fin de los tiempos. – Claro que vivirás conmigo, debo tenerte vigilada para que nadie del circo se atreva a encerrarte de nuevo y que mejor que tenerte bajo mi techo – le sonreí ampliamente, mientras pensaba en las palabras de mi madre, no era la primera vez que actuaba de esa manera y definitivamente no sería la última. Eso sí, antes habían sido animales, indefensos ahora era  una humana… altura de miras… altura de miras, repetí en mi cabeza. Un  ruido nos alertó de que muy cerca venían siguiéndonos,  en ese momento  su cercanía ante aquel susurro había logrado incomodarme, un escalofríos sentí  una mezcla entre algo agradable y misterioso.

En un abrir y cerrar de ojos sus cuerpo hizo una metamorfosis increíble, algo tan único e íntimo que me tomo por sorpresa, me basto un poco de tiempo centrar mi cabeza con mis pensamientos, ella ya no era el humano que me acompañaba si no que era un animal que definitivamente no había visto en mi vida, algo sutil y bello sin lugar a dudas; el tiempo apremiaba y oculte los ropajes de la cambiante mientras me acomodaba lentamente sobre el tronco, no sería la primera vez que hiciera algo así. Mas mi sorpresa fue cuando el animalito se dirigió en mi dirección y se ocultó entre mi chaqueta, quise sonreír pero aguarde silencio haciéndome el dormido. Podía sentir el pequeño cuerpo acurrucado en un costado de mis costillas, abrigadito, indefenso… refugiado.  Cerré los ojos mientras los cuidadores se acercaban apresurados hacia mí y con un bastón de madera golpeaban mi pie, tratando de despertarme – Has visto algún animal por aquí, o mejor dicho una chica no muy alta correr por aquí – abrí un ojo, mientras levantaba mis cejas intentando despertar de un sueño falso, abrí la boca para hablar a lo que sería mi mejor actuación, una flatulencia expedí por mis labios – Yooo – me estaba haciendo el borracho, y tenía que actuar de manera convincente – Brrrp yoooo – levante una ceja intentando abrir uno de mis ojos – No he – trague saliva mientras los estudiaba, era unos holgazanes que Vivian del dolor ajeno, - Nada – dije con dificultad mientras hablaban entre ellos, sacando las conclusiones esperadas, “ Es un ebrio que debe llevar horas ahí tirado, Perdemos el tiempo, será mejor regresar por donde veníamos” mientras yo dejaba caer mi cabeza como si no me la pudiera. Ambos siguieron caminando, perdiéndose en la oscuridad.

Espere un momento cuando ya no escuche sus pasos ni sus palabras con una de mis manos tome al animalito entre mis manos  lo levante para ponerlo frente a mí – Realmente no puedo creer que un cuerpo humano pueda disminuirse tanto – acaricie su cabeza con gracia, estaba seguro que nunca o tal vez en mucho tiempo nadie le había dado cariño, atención y mucho menos hablado con aquella transformación. Me tome la libertad de acariciar su pelaje, podía distinguir la desnutrición que presentaba y una que otra llaga por su cuerpo, asumí que los tratos en el circo eran aun peor de lo que imaginaba. – Prometo que no te hará falta nada, te ayudare, educare, te daré todo lo que necesites pequeña Neisha – sonreí mientras dejaba su ropa a un costado – Puedo ayudarte a sanar tus heridas y alimentarte – dije sin quitar la sonrisa de mi rostro – Espero con el tiempo puedas ver lo especial que eres y que te des cuenta que  lo posees fue una maldición  pero ahora será tu gloria… - recordé las palabras de aliento que me daba mi abuelo cada vez que me caía, el siempre había tenido fe en mí, entre todas las cosas que me había enseñado, ser un hombre fiel a sus convicciones era una de esas, un cazador que respetaba la vida. Me levante y   gire mi cuerpo en contrario al lugar donde había dejado la ropa de la cambiante  - Te doy privacidad para que puedas vestirte – mire al horizonte oscuro elevando la mirada al cielo, con una amplia sonrisa al cielo, estaba seguro que mi abuelo estaría orgulloso de mi… habían cosas en las que nos parecíamos demasiado… ¿Quizás el destino con lo juguetón que es pueda repetir una versión de la  historia? Pero aquello el tiempo lo diría.
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Mensaje por Neisha Lun Sep 24, 2018 2:49 am

Habían pasado muchos años desde aquella fatídica noche en la que mi cuerpo comenzó a transformarse sin control entre terribles fiebres que pensé que me arrastrarían hasta una dolorosa muerte, sucumbiendo durante horas a estados de semiinconsciencia que carecían de una explicación aparente.  El médico del poblado donde vivía junto a mi familia, se marchó de casa sin conseguir explicarle a mis padres qué me estaba sucediendo y si tenía cura, y la preocupación que podía ver en los ojos de mi madre no tenía nada que ver con la decepción que pude vislumbrar en éstos  la mañana siguiente cuando le conté lo que había descubierto durante la madrugada  y que era  la razón de mis fiebres. Durante años maldije esa noche en la que mi vida dio un giro inesperado, y pasé a ser repudiada por mi familia, vendida al dueño del circo que se había convertido en mi hogar y prisión al mismo tiempo. Más durante todos estos años en los que permanecí en cautividad, jamás me había transformado en ninguno de mis animales por puro placer, sino a golpe de látigo; bien por el ensayo de alguna actuación posterior  o por el placer de mi dueño de verme obedecerle por capricho. Culpaba a mi misteriosa naturaleza el hecho de haber carecido de esa vida normal de cualquier humano que tanto anhelaba poseer, y por ello, jamás deseé transmutar a ningún animal a no ser que fuese por obligación.

Sin embargo junto a Fergus todo era distinto; sus palabras de aliento me hacían sentirme diferente a como me habían hecho notar  los demás. Era como si una parte de mí se sintiese liberada para ser yo misma, para reconciliarme con esa parte de mí que hasta entonces había juzgado como maldita y que sin embargo en esos momentos era la razón por la que el cazador y yo nos habíamos conocido. Era como si a su lado hubiese dejado de ser una aberración de la naturaleza, convirtiéndome frente a sus ojos en  un ser con unas habilidades increíbles. Había conseguido ganarse mi confianza en apenas unas horas, y aquello era algo prácticamente imposible después de haber sufrido tanta traición y dolor.  

Por lo que había podido entender tenía pensamiento de tenerme bajo su techo para protegerme, ofreciéndome vivir  de nuevo en una casa de verdad. ¿Sería capaz de no defraudarlo y que cumpliese su promesa de tenerme siempre junto a él? Decidí no pensar en ello por miedo a despertar y que todo hubiese sido un sueño; un sueño en el que Fergus no fuese real y continuase sola en mi celda. Una leve punzada atravesó mi corazón, provocando que frunciera el ceño por no saber a qué venía de nuevo esa sensación. Apenas lo conocía y ya tenía miedo de perderlo.

En forma de coatí, con la cual esperaba pasar desapercibida por mi tamaño, me quedé acurrucada bajo su brazo que alcancé trepando con cuidado por sus costillas, aprovechando el hueco entre la manga y la parte del cuerpo de la prenda para poder acostarme sin deslizarme por su espalda. Para mí todo aquello también era nuevo, y no solo por convertir en lo que llevaba tanto tiempo odiando por las repercusiones que había significado para mí, sino por la cantidad de información que recibía de mis desarrollados sentidos y que hasta entonces no me había parado a disfrutar. El olor de Fergus embriagó todo mi ser, haciéndome sentir de pronto segura; como si su esencia fuese capaz de calmar todos mis miedos, sintiéndome protegida a su lado. Más los dueños de aquellos pasos aparecieron segundos después, y sentí como todo mi cuerpo se encogía, tratando incluso de mantener la respiración para no ser descubiertos; que me atrapasen era lo que menos me preocupaba, era las repercusiones a las que podría ser sometido mi salvador lo que mantenían mi alma en vilo.

Lo que no sabía es que Fergus era un magnífico actor, y que apenas le bastaron tres o cuatro palabras mal hiladas para que los guardas del circo diesen media vuelta y se alejasen de allí, rehaciendo su camino hacia el circo. A pesar del peculiar refugio que había encontrado y donde me encontraba especialmente feliz, era consciente de que era el momento de salir y continuar con la huida; ya que a pesar de haberlos despistado cuanta más tierra pusiésemos de por medio más a salvo nos encontraríamos. Así que con cuidado caminé por el costado del cazador hasta que éste me cogió con suavidad entre sus manos.  Era la primera vez en mi vida que nadie me sujetaba con tanta delicadeza, y mucho menos me acariciaba.

Fijé mi mirada en la suya mientras me hablaba, entrecerrando inconscientemente los ojos cuando sentí sus tiernas caricias sobre mi pelaje. Era una sensación única, inigualable…mágica. ¿De verdad era un humano y no un ángel caído del cielo? Una experiencia que había tardado en llegar, pero que ahora me alegraba de que hubiese sido con él. Mientras me acariciaba ladeé ligeramente la cabeza, buscando ese contacto con su piel; permitiendo que su olor quedase impregnando mi propio ser. Podía sentir como con cada una de sus palabras, ese muro de recelo y desconfianza hacia los desconocidos iba desapareciendo frente a él; solo esperaba que no fuese algún tipo de utopía para ganarse mi confianza y que después todo fuese mentira. Hacía demasiado tiempo que no confiaba en nadie como para que ahora me volviesen a hacer daño.

Pasados unos minutos y con mi ropa dispuesta sobre la roca donde Fergus había fingido estar ebrio frente a los guardas del circo, caminé a saltitos hasta ésta en cuanto el cazador me concedió unos minutos de intimidad. Sonreí pensando que no podía estar equivocada, que el humano era ese regalo divino por haber sufrido tanto en la vida, y que le estaría agradecida el resto de mi existencia. En menos de un abrir y cerrar de ojos, volví a ser esa humana menuda y temerosa, solo que ésta vez tenía algo por lo que luchar. No tardé en vestirme de nuevo, y con ese sigilo que me caracterizaba, me acerqué por la espalda de Fergus que parecía buscar algo en el firmamento.

-Vuelvo a ser yo.- susurré a sus espaldas, acariciando levemente su brazo con mi trémula mano para indicarle que me encontraba tras él. Mordiéndome el labio con timidez fui incapaz de contestarle a todo lo que me había dicho, a decirle que tal vez lo único que necesitaba era tenerlo a mi lado porque con él me sentía protegida, me sentía a salvo. Busqué que nuestras miradas se cruzasen, sintiendo como en ese momento el rubor aparecía ligeramente en mis mejillas.- Gracias por todo. Te prometo que no te defraudaré.- apunté con convicción, desviando la mirada hacia la parte del cielo que él estaba mirando minutos antes.- ¿Buscabas alguna estrella en particular? Yo llevo años pidiéndoles deseos cada noche, y no me han hecho mucho caso. - bromeé buscando si por casualidad alguna estrella fugaz cruzaba el firmamento.- Tal vez por fin me han hecho caso.- susurré con timidez, disfrutando de cada segundo de paz que el destino nos regalaba.-¿Sabes que hay una constelación llamada "El cazador"? Si no me equivoco se refieren al cinturón de Orión


Última edición por Neisha el Mar Sep 25, 2018 3:52 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Fergus Sinclair Mar Sep 25, 2018 10:44 am

Lo curioso de las historias de la familia era que muchas veces se repetía por que a todos nos guiaba el mismo hilo, algo nos unía a las personas, tal vez vidas pasadas, legados por cumplir o solo tal vez Dios jugaba a los dados con nosotros y disfrutaba poniendo en situaciones como esta. Mientras le daba espacio a la cambiante mire el cielo concentrado buscando el norte, pero más que nada pensando en las coincidencias de la vida y agradecía que no tenía hermano que pudiera intervenir en aquello, fue en ese momento que caí en cuenta en mis propios pensamientos y sacudo la cabeza, recién la conocía no podía estar pensando en eso, al menos no por el momento. Seguí mirando el cielo sin ver nada en realidad, hasta que su susurro logro erizar todo mis bellos y sonreí tontamente mientras me daba vueltas volví a poner mi cara de seriedad y la mire, la escuche con fascinación por lo que decía, ingenuidad pura moví mi cabeza de lado a lado  - Eres demasiado ingenua Neisha, pero me gusta eso… - solté una sonrisa y me puse detrás de ella y señale la constelación de Orión trazando la forma del cazador –  Ahí está tu Orión, el cazador una parte de su historia dice que prometió caza y acabar con todos los animales de la tierra pero vino un escorpión y lo pico… y luego de eso murió pero hay varias historias de Orión… quizás algún día te las cuente todas – me aleje un poco de ella y volví a mirar al cielo hasta que encontré lo que buscaba, la tome por los hombre y guie su mirada hasta la constelación que buscaba – Casiopea, ella nos guía al norte cuando no encontramos a la Ossa mayor, y es por ahí donde vamos, Neisha… hacia el norte esta mi hogar y ahora el tuyo también – me aleje y comencé a caminar esperando que ella me siguiera.

Mientras avanzaba pensaba en las historias que me habían contado de Orión, no todas eran bonitas, pero siempre podría contarle la mejor de las versiones – Y no se le pide deseo a las estrellas… ellas lamentablemente están muertas… por el contrario las fugaces son pedazos de rocas que se prenden por la velocidad y todo lo que hay ahí arriba… quizás ellas puedan conceder deseos… pero al menos yo no creo en eso… - aquella era mi parte amargada, o tal vez realista y luego de decir aquello me sentía arrepentido de mis palabras – Pero tu Neisha… puedes pedirle todos los deseos que desees porque hay un dicho que dice… Cuando uno realmente desea algo, el universo entero conspira para poder realizar ese sueño el realidad – en eso si creía en el poder de la perseverancia y la voluntad que uno le ponía a las cosas, no me daba por vencido tan fácilmente y si aquello dicho de una forma bonita le servía a la cambiante seguiría en pie con aquello.- Y quizás el universo se aburrió de tus deseos y te dio lo que deseabas... libertad -  No quería dañarla por mis comentarios, me habían criado así. Para ser un bueno hombre pero no creer en cosas fantásticas.

Neisha, sé que será difícil acostumbrarse a la vida en un hogar, pero ten por seguro que te ayudare yo, mi madre y todos en mi hogar… y por sobre todo podrás ser tu misma y cuando desees podrás convertirte en lo que desees… y podrás aprender lo que desees, y podremos enseñarte de todo… y cuando te sientas infeliz… - me detuve y la quede mirando directo a eso ojos que emanabas un brillo único  – tienes que hacérmelo saber… no quiero que vivas infeliz bajo mi techo – sonreí con suavidad  - Y solo podrías defraudarme si te vas sin decir nada, porque al final… eres libre puedes irte a donde quieras. No te libere para que fueras presa de otro lugar, sino todo lo contrario – dije aquello para que quedara claro que siempre seria bajo su voluntad quedarse en mi hogar, porque no podía tener prisionero a un ser tan magnifico y especial. – Ahora bien, cuéntame cómo se llama ese animalito en el que te convertiste y en cuantos más puedes convertirte… me intriga conocer aquella parte que te hace única y especial – dije con tono animado mientras nos adentrábamos a un sendero de tierra, el cual al cabo de varios metros llegaríamos a la parte de atrás de la misión. Mi curiosidad para con ella crecía a cada momento, quería saber todo realmente no sabía que pasaría mañana, pero al menos hoy la quería escuchar, observar y ver esa ingenuidad tan sublime que poseía, Neisha, pensé mientras caminaba a un lado de ella.
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Mensaje por Neisha Mar Sep 25, 2018 7:47 pm

Brillantes y misteriosas estrellas  nos observaban en silencio desde la lejanía, únicos testigos del surgimiento de esa extraña amistad que entre nosotros se iba forjando a fuego lento con cada segundo que pasaba de aquella inolvidable velada en la que nuestros caminos se habían cruzado por capricho del destino.  Sus preciosos ojos claros aparecieron frente a mí al girarse en el sentido de mi voz,  mirándome fijamente tras avisarle de que estaba a sus espaldas, encontrándose con mi mirada que parecía buscarlo con necesidad. Pero fue su sonrisa antes de caminar para colocarse tras de mí, cuando una especie de agradable escalofrío acarició toda mi columna vertebral, emanando al mismo tiempo una sensación de calidez que juraría que jamás había sentido con anterioridad. Me mordí el labio inferior con suavidad, sintiendo como la timidez me invadía y se agolpaba en mi pecho al haberle mostrado una parte de mí que tal vez me hacía más vulnerable que cualquier otra, pero no por ello me avergonzaba de habérsela mostrado.

Esa parte infantil que todavía creía en cuentos de hadas, en caballeros que luchaban por sus princesas…y en las que bestias como yo eran encarceladas en mazmorras. Negué con la cabeza tratando de enterrar este tipo de pensamientos que no me hacían ningún bien, más era lógico ¿quién iba a querer a alguien como yo, un engendro de la naturaleza, si siempre habrían  hermosas princesas a las que conquistar? Independientemente de que lo que me tocase vivir según el cuento, no me arrepentía de que Fergus supiese un poquito más de mí, incluso algo tan banal como aquello. Al fin y al cabo durante muchos años había rememorado esas historias para mantenerme cuerda entre esas cuatro paredes de hierro, y durante otros tantos había pedido inútilmente a las estrellas que un caballero de oscura armadura viniese a liberarme de la torre (en mi caso una jaula) donde me encontraba encerrada. ¿O tal vez no había sido tan inútil mi insistencia? Sonreí con picardía, imaginando que podía ser el humano que tenía tras de mí la respuesta a mis plegarias…definitivamente, tanto enclaustramiento me había vuelto loca de atar, pensé.

Cerré los ojos durante unos segundos, tomando aire y tratando de exhalarlo con tranquilidad, tratando de disimular que su presencia a mis espaldas  me estaba  alterando más de lo debido. ¿Acaso sería su cercanía lo que tanto me desconcertaba? Había estado cerca de otros humanos en muchas ocasiones cuando venían a echarme la comida diaria, o a dejar ropa sobre mi cama, pero nunca me había llamado la atención su presencia. Sin embargo en esta ocasión, apenas podía centrar mi atención en la forma que estaba dibujando imaginariamente con el dedo la constelación que yo le había sugerido. Con cada movimiento suyo podía sentir como su olor me embriagaba, y hasta tuve que esforzarme para que  mis rodillas no temblasen por su acercamiento ¿Sería miedo? Negué con la cabeza para mí misma, confiaba en el cazador; no iba a hacerme daño.- Que historia más triste. ¿Y no hay alguna con un bonito final?- pregunté ladeando ligeramente la cabeza para buscar de nuevo la complicidad de su mirada, sin ser consciente de que ese movimiento nos había dejado peligrosamente cerca. No esperé respuesta al percatarme de ello, volviendo a girar la vista al frente exhalando un tímido suspiro. Cerca, demasiado cerca. Asentí nerviosa cuando de nuevo sus manos se acercaron a mí ser, sintiendo  como el tacto de su piel sobre la mía conseguía que me erizase por completo; y una vez más, continué el camino siguiendo sus pasos sin dejar mucha distancia entre nosotros. Era como si cada vez que me alejaba de él me sintiese perdida.

-Sé que tienes razón, y que las estrellas solo son rocas impregnadas en fuego pero ¿no es mágico pensar que puede haber algo que nos conceda aquello que más deseamos? ¿qué puede haber algo allá arriba que se apiade de nuestra alma, y decida darnos aquello por lo que nos mantenemos noches en vela solo para mostrarnos que en la vida no todo es dolor y sufrimiento?- entendía la explicación de Fergus, mis hermanos mayores se habían encargado de explicarme que todos aquellos cuentos y leyendas que mi madre nos contaba no eran reales, pero había algo en mí que siempre se había aferrado a esa fantasía, probablemente para escapar de la terrible realidad a la que tenía que enfrentarme día tras día después de ser vendida al circo.- Creo que una parte de mis deseos se ha visto cumplida.- sonreí con timidez, mirando con cierto nerviosismo mis manos, mientras continuaba caminando a la par de él.- Tal vez ahora solo tenga que seguir pidiendo porque se cumpla un sueño imposible.

Durante unos segundos nos mantuvimos en silencio, silencio que yo aproveché para tratar de comprender que era lo que estaba sucediendo. Podía ser que todo fuese un sueño; algo tan perfecto no podía estar sucediéndole a alguien como yo. Pero entonces fue cuando Fergus habló de nuevo, trayéndome a una realidad que superaba cualquier ficción onírica.- ¿Pero y si tu madre o los demás descubren  lo que soy?- pregunté nerviosa al recordar cuál había sido la última experiencia cuando mi propia madre se enteró de mi naturaleza. ¿Aprender? ¿Me enseñaría a leer y escribir? ¿Y me explicaría todas esas leyendas sobre estrellas que él conocía? No quería abusar de su hospitalidad, pero si era sincera, plantearme estar lejos de él, era como condenar el resto de mis días a una existencia vacía.  -Jamás podría sentirme infeliz estando a tu lado.- susurré sin pensarlo, agradeciendo que la oscuridad ocultase el rubor de mis mejillas.

Sonreí divertida al recordar a la transformación que había escogido para ocultarme entre sus ropas. – Era un coatí, es la forma que más me gusta por su tamaño.- apunté con una cálida sonrisa, acercándome inconscientemente un poco más a él al percatarme de que habíamos entrado en el camino privado de una vivienda. Era como si con su cercanía me sintiese más segura, como si a su lado nada malo pudiese sucederme.- Aunque depende de cual sea mi objetivo, las formas de mapache o hurón son más eficaces.- me encogí de hombros observando de reojo su expresión; buscando si lo habría decepcionado o tal vez se estuviese arrepintiendo de estar llevándome a su hogar. Suspiré profundamente cuando finalmente vi luces encendidas en una casa a escasos metros de donde nos encontrábamos.- ¿Estás seguro que quieres hacer esto?- pregunté temerosa de que me indicase que tal vez era mejor que nuestros caminos se separasen de nuevo; aunque no podría culparlo.


Última edición por Neisha el Miér Sep 26, 2018 7:32 am, editado 1 vez
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Mensaje por Fergus Sinclair Mar Sep 25, 2018 9:39 pm

Me habían enseñado que al frágil, al necesitado había que ayudar, crecí entre dos familias, los Denoir que todo era maldad, ambición codicia, peleas y definitivamente creían que todo se arreglaba a golpes y los Sinclair, una familia que apreciaba lo especial de cada persona, que siempre buscaba el bien común más que el bien propio. Mi abuelo se encargó que mi pasado quedara en el olvido, curo mis heridas y cambio mi apellido hasta los trece años había sido Fergus Denori, pero con los contactos que poseía aquel viejo logro cambiar mi apellido para que mi padre nunca me encontrara ahí había nacido Fergus Sinclair, y me gustaba en esos años era el cambio que tanto había pedido, o mejor dicho era el universo que se encargaba de darme lo que tanto había pedido. Aun cuando mi profesión era bien reconocida, tenía mis reglas, por sobre todo el bien común iba por delante de todos mis principios. Y con la fortuna que poseía y los tantos contactos que me proporcionaba poseer el apellido de mi abuelo mis sueños se convertían en realidad, ayudaba a jóvenes en situación de calle para que fueran cazadores, la idea era alejarlos de las malas andanzas… y… mi cabeza quedo en completo silencio mientras le ponía más atención a la joven cambiante… ella era por lo que me habían enseñado y esperaba que de ahora en adelante los días de encierro y malos tratos quedaran atrás.

Todo siempre lo tomaba muy personal y no negaría que la conexión con ella había sido algo mágico aun cuando no creía en aquello, yo solo estaba en el lugar indicado a la hora indicada para sacarla de su encierro, y ahora estaba a mi lado y esperaba ser todo para ella, cuando pensé en aquello detenidamente en “ser todo para ella” sonreí por lo bajo, me sentía feliz, sus mirada había cambiado del momento que le quite los grilletes, mi corazón se había acelerado cuando su cercanía había sido intima, ella me mostraba una parte de sí que realmente me fascinaba, podría estar todos los días contándole historias para ver la luz de aquellos ojos, su sonrisa era mi paga aun cuando nunca se lo diría seria mi secreto para con ella.

Temo según recuerdo debe haber una historia con final feliz, y te la contare en su momento por ahora necesitamos llegar a mi hogar  – dije mientras caminaba en silencio, y mi sorpresa fue cuando hablo de los deseos – Cuando yo era un niño pedí mucho a las estrellas que me ayudaran… y si le pedía deseos imposibles a ellas  – hice una pausa – y me lo cumplieron… o al menos quiero creer que fue así… así que sigue pidiéndole deseos a ellas quizás algún día tu deseo imposible… se haga realidad – le cerré un ojo apuntando el cielo, la esperanzas era lo último que se perdía y si tena que alentarla para que siempre la tuviera, lo haría sin dudarlo. Al escuchar su inquietud no pude más que largarme a reír – Neisha… querida Neisha, créeme que mi familia lo ha visto todo  – dije con una amplia sonrisa, a su debido tiempo le revelaría la condición de mi abuela por el momento deseaba que ella se sintiera cómoda –  Ellos viven con un cazador, que viene de una familia de cazadores nada podría sorprenderlos… en cuanto a tu condición, en mi hogar hay más de un cambia formas  – aquello era cierto tenía dos criados que eran cambiantes canes me ayudaban al espionaje en mis misiones y ayudaban en la casa  – así que no tengas miedo de ser tu misma y espero no te sientas infeliz.  

Coati, nunca había visto uno y de verdad que me gusta aquel animalito aunque debo admitir que siempre quise conocer a un mapache, los encuentro tan inteligentes y dramáticos – volví a sonreír- Lémur… creo que he visto alguno en mi vida .-  Me detuve en seco y la tome por los hombros parándome frente a ella – Deja de pensar que me voy arrepentir de salvarte o de ofrecerte hogar, porque no lo hare, si quieres puedes irte, pero creo que mi hogar es la mejor opción  – dije molesto, no quería que ella se fuera, pero sus dudas me entre comían la cabeza, o podría decir que me daba miedo de que algo le pasara y yo no pudiera estar para ella, la mire directo a sus ojos –  Yo no dudo de mi actuar, si lo hiciera sería un cazador nefasto, y créeme soy bastante bueno en mi trabajo y aunque no lo creas soy una muy buena persona, me educaron para ayudar. Y deseo ayudarte, deseo con todas mis ganas que obtengas confianza y que confíes aún más en mi  – le acaricie el rostro con suavidad-  No podría hacerle daño a una belleza tan sobrenatural – decir aquello  me había hecho avergonzarme pero debía decirlo –  No quiero que pienses que eres menos, ni que eres poca cosa o que no puedes hacer algo… el lema en mi hogar es que Nada es imposible – le cerré un ojo mientras volvía a caminar  - estamos llegando y que no te sorprenda si todos son bien atentos contigo, está en su naturaleza o al menos les pago para que sean cordiales  – levante los hombros de manera inconsciente y abrí la reja que daba hacia el patio interior de la gran mansión -   Ahora este también será tu hogar – musite mientras le señalaba que pasara por el umbral.


OffRol- Pensé que era un Huron y no un lémur.
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Una tenue luz en la oscuridad [Libre] Empty Re: Una tenue luz en la oscuridad [Libre]

Mensaje por Neisha Miér Sep 26, 2018 8:57 am

Con cada paso que daba todavía temerosa, con cada dulce segundo que compartía al lado del cazador dejándome acariciar por ese olor característico que parecía que era el que me guiaba, me  servía para darme cuenta de que nuestros destinos habían estados unidos desde siempre de alguna forma. Ambos éramos dos espíritus soñadores, al menos él también lo había sido durante algún tiempo, y por alguna misteriosa razón el universo nos  había concedido unos deseos que probablemente habían cambiado el rumbo de nuestras vidas, hasta tal punto, que nuestros caminos se habían cruzado esa noche, que marcaría un antes y un después en mi existencia.  
Mi deseo se vio satisfecho con su aparición aquella noche en el circo; y el suyo…tal vez algún día fuese capaz de preguntarle que era aquello que tanto había deseado como para que el destino se lo concediese, y tal vez él fuese capaz de contármelo. Pero para eso tenían que pasar todavía muchas lunas, muchas veladas en las que nos fuésemos conociendo poco a poco hasta llegar al punto de que todos nuestros demonios pasados quedasen liberados. Era consciente de que a pesar de la euforia que sentía en ese momento por sentirme libre, llegarían momentos oscuros de miedo y desesperanza; recuerdos de terribles humillaciones  y dudas de que mi suerte hubiese cambiado, consecuencia todas ellas de un pasado demasiado cercano  que no solo había dejado marcas en mi piel sino también en mi alma. Deseaba  con todo mi corazón que su compañía fuese capaz de curar todas esas heridas que los demás se habían encargado de dejar grabadas a fuego en mí. Tal vez con sus historias, con su preciosa sonrisa, o incluso simplemente con su presencia, todo ese miedo desaparecería con el tiempo.

Sonreí ligeramente con timidez cuando tras expresarle mi preocupación por cómo sería el recibimiento de alguien de mi naturaleza en su hogar, esbozó esa preciosa sonrisa que iluminaba la noche mucho más que cualquiera de esas estrellas de las que habíamos estado hablando y que brillaban en el firmamento.- Si te soy sincera al principio pensé que los cazadores también cazaban a seres como yo.- me encogí de hombros, mostrando mi  confusión al respecto, y la poca información que conocía sobre el resto del universo. Llevaba años sin apenas hablar con nadie, y lo poco que sabía era lo que recordaba de cuando era niña y mi madre me contaba. Quizás había diferentes tipos de cazadores, igual que había diferentes tipos de humanos, como bien me lo estaba demostrando Fergus.- Aunque no tardé en darme cuenta de que tú eras distinto a los pocos humanos que he conocido.- confesión que se escapó de mis labios inconscientemente. Había pasado demasiado tiempo expresando mis pensamientos en voz alta sabiendo que nadie me escucharía, y ahora esa costumbre acabaría por hacerme pasar vergüenza. Sacudí ligeramente la cabeza, tratando de acostumbrar a mi mente a pensar las cosas antes de pronunciarlas, o entonces desearía poder convertirme en avestruz para esconder la cabeza bajo tierra.

-Espero que tengamos el tiempo suficiente para que conozcas a todas y cada una de mis diferentes formas peludas.-sonreí con picardía, imaginando que tarde o temprano podría darle una grata sorpresa en forma de mapache. Desde luego iba a ser curioso poder transformarme en lo que quisiese  y cuando desease. Estar así, hablando con él y bromeando de mi naturaleza, era como encontrarse en un sueño del que no quería despertar; como si estuviese suspendida entre algodonadas nubes, sin ser consciente  de la cruda verdad que todavía me rodeaba. Pero de nuevo la voz de Fergus me hizo volver al presente, mostrándome una vez más que no era un sueño sino un milagro hecho realidad lo que me estaba sucediendo cuando nuestras miradas se cruzaron de nuevo.- Siento haberte molestado con mis palabras, no era mi intención ofenderte ni menospreciar la ayuda que me ofreces. Aunque si me quedo bajo tu protección, deberemos de encontrar la forma en que pueda resultarte de utilidad; no quiero resultar una carga para ti.- afirmé desviando ligeramente la mirada, avergonzada de haber sido tan escéptica cuando él solo quería ayudarme. Demasiados años sintiéndome traicionada y desconfiando del resto de la humanidad…necesitaba tiempo para asegurarme de que el cazador era distinto.

- Confío en ti mucho más de lo que imaginas. Solo necesitaba saber que estás seguro de lo que puede significar acoger a una fugitiva como yo; a alguien que se ha sobrevivido en unas condiciones tan lamentables durante  tanto tiempo.- quizás las pesadillas desaparecerían con el tiempo, al menos eso esperaba, pero era consciente de que todo el daño recibido no se me olvidaría de la noche a la mañana; y necesitaría más cariño del que quizás Fergus estuviese dispuesto a darme. Ladeé ligeramente el rostro durante unos segundos, negándome a que el tacto de su mano en mi mejilla cesase tan rápido. A pesar de que la temperatura de mi piel era superior a la suya, era capaz de mostrarme una calidez que estaba muy por encima de los valores físicos, y eso me hacía sentir…¿feliz?

Con un suspiro, y dos pequeños saltitos que me pusieron de nuevo a su lado avanzamos por el camino que nos llevó hasta una reja que el cazador abrió sin más dilación. Ante mis ojos se elevaba una enorme y preciosa mansión, que como bien había dicho él, se convertiría en mi nuevo hogar. Tras un ligero escalofrío por el nerviosismo que sentía por tantos cambios en una sola noche, y desconcertada por cómo debía proceder, entrelacé osadamente  los dedos de mi mano con los suyos y lo miré fijamente a los ojos. - Tú primero.- susurré colocándome tímidamente a su espalda, dándome en cuenta entonces que necesitaba fervientemente que fuese él quien me guiase en esa nueva vida que me ofrecía.
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Mensaje por Fergus Sinclair Miér Sep 26, 2018 11:14 am

Mientras llegábamos al umbral  que separaba la parte de atrás de los jardines de la mansión con una parte del bosque me detuve abriendo aquella reja, mire hacia atrás y sonreí sin pensarlo, este era un comienzo para aquella joven, un comienzo en el cual le ayudaría para que se sintiera cómoda, sabía que no sería fácil, tenía que ayudarle con su autoestima, necesitaba que fuera una mujer confiada en sus pasos y no una temerosa de lo que hiciera, en mi hogar sabía que obtendría todo lo que necesitara y también temía que ella misma se guardaría muchas cosas para ella, por como había vivido tantos años, no  negaría que sentía un poco de temor de lo que pudiera ocurrir pero pondría de todo mi ser para que las cosas fluyeran de manera suave, el mundo no se había hecho de la noche al día, así que poco a poco iría conquistando los caminos para que aquí pudiera  ser  mejor que de la joven indefensa que  había encontrado en el circo. Me detuve y la mire detenidamente, sabía que ella tenía miedos y frustraciones,  esperaba que algún día pudiera ver sus ojos y ver simplemente paz. El mundo no se ve de igual forma de cuando uno es prisionero, ni mucho menos de cuando es maltratado eso lo sabía, y aunque pasaron muchos años buenos siempre era bueno echar una mirada hacia el pasado para recordar de donde veníamos. Ahora lo tenía todo pero antes, no tenía nada. Antes de que cruzáramos sentí el contacto de su mano con la mía, la apreté con fuerzas y la solté, me había incomodado, me había electrificado ese contacto una experiencia que no había sentido antes con aquella intensidad y como lo desconocido siempre era un terreno peligroso me puse detrás de ella apoye mis manos en sus hombros y sonreí, sonreí tonta y absurdamente.

He cazado a personas con tu naturaleza, pero han sido personas malas, que han hecho cosas horrendas, y si hay diferentes tipos de cazadores, algunos son justicieros, otros cazan por venganza y otros cazan a todo ser que no sea igual a ellos, por el contrario de todos ellos, yo soy un cazarecompenzas, trabajo con la policía y siempre voy de caza en busca de bandidos, homicidas, ladrones en general personas que han causado algún daño al orden público en general. Y Siempre recibo mi recompensa y debo admitir que soy bastante asertivo. – teníamos la vista de la parte de atrás de la gran mansión, las luces aún estaban prendidas era obvio siempre me esperaban para que me alimentara correctamente – Además entreno gratuitamente a un grupo de jóvenes en situación de calle para que tengan un oficio que los aleje de los malos pasos, soy una verdadera caja de sorpresas – dije elevando mi ego – De oficios aprendí mucho con mi abuelo así que soy casi un hombre poli funcional…  dicho esto y como no quiero que te sientas inútil en mi hogar puedes escoger que hacer, ¿en que eres buena? – no podía obligarle  hacer algo de lo que no supiera, no podía pasarle mis finanzas si no sabía de matemáticas o no podía ser cocinera si no sabía cocinar, mi idea era que ella escogiera, partir de abajo siempre era un logro para así ser mejor. – Y si no sabes hacer nada, te puedo enseñar algo para que hagas, veras que en mi hogar siempre hay algo que hacer – suspire aun sin soltarla.

Tenemos que trabajar en tu confianza y me molesta que dudes, pero lo entiendo créeme lo entiendo – apreté sus hombros mientras decía aquellas palabras. – Y agradezco que confíes en mí, porque lo repito, no dejare que nada te pase y que nadie te haga daño, Neisha – afloje un poco mis manos de su s hombros – Hay un dicho que dice las damas primeros- le di un pequeño empujón para que ingresara – no tengas miedo – una vez dentro del recinto la solté y cerré la reja con fuerzas.  Me adelante por un sendero lleno de adoquines que rodeaba los jardines que a esas horas de la noche no se veían lo maravilloso que eran, al interior de mi jardín tenía un pequeño riachuelo que alimentaba una fuente y evidentemente a esas horas no le daba justicia, pero esperaba que mañana todo fuera diferente. – Tu habitación quedara mirando hacia este sector, en el ala sur de la casa, ya que en el ala norte las habitaciones que son tres están ocupadas, una de mi madre, otra de mi primo que suele llevársela viajando y la mía, los sirvientes, tienen su pequeña casa por allá – apunte a una amplia casa de un piso donde vivían todos los que trabajaban para mí - No vivirás ahí porque están las habitaciones llenas – mentí, quería que ella viviera bajo mi mismo techo, donde la pudiera proteger de lo que fuera le hiciera daño – No hay lugares prohibidos, puedes ingresar a todos lados claro, a las habitaciones de los demás se vería bien raro, pero todos los otros los lugares siempre están abiertos – seguí caminando mientras podía escuchar las risas de la servidumbre que seguramente estaban disfrutando su tiempo de descanso, ya había pasado la hora de trabajar – Salvo cuando tengo visitas, porque ahí cierro con llave ya que son asuntos privados que solo manejo yo o mi primo ya que él también es cazador.

Me detuve al llegar a la puerta de la cocina, abrí suavemente la puerta y vi que estaba la ama de llaves quien también dormía en la mansión solo que en el primer piso y ya se estaba yendo a dormir, me hizo una seña y solo asentí con la cabeza – Mañana iremos por ropa nueva y cosas que necesites, además mi madre te ayudara con las heridas causadas por los grilletes, ella es enfermera así que sabe de aquello. Y no aceptare un NO como respuesta, desde ahora tu vida cambiara para mejor – me acerque a ella invadiendo su espacio arriesgándome más que si fuera una presa a la que cazar y bese su frente – Neisha no tengas miedo – volví a repetir e hice un ademan para que pasara.


Última edición por Fergus Sinclair el Mar Oct 02, 2018 6:32 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Neisha Vie Sep 28, 2018 9:14 am

Un pequeño mochuelo ululaba suavemente a nuestras espaldas oculto entre el follaje de un inmenso árbol situado junto a la reja, mientras Fergus se detenía frente a la puerta para darme paso a una nueva vida de esperanzas e ilusiones; de sueños y un prometedor futuro que no hubiese sido posible si el cazador no llega a aparecer aquella noche por el circo. Lo miré con una risueña y tímida sonrisa al sentir la presión de su mano sobre la mía, señal que interpreté como esa pequeña corriente de aire fresco que ahuyentaba mis miedos, animándome a que fuese yo quien diese ese primer paso hacia un mundo por descubrir, haciéndome sentir con ese sencillo gesto que él siempre estaría allí para ayudarme, que no permitiría que me sucediese nada malo, y que si caía, sería su mano la que me levantaría de nuevo. Suspiré nerviosa, devolviendo de nuevo la mirada hacia la mansión que desde la poca distancia que nos separaba, me resultaba impresionantemente grande.

-Debes de ser muy bueno en lo que haces si son las mismas autoridades las que requieren de tu ayuda para encontrar a criminales de esa envergadura. Tu familia debe estar orgullosa de ti..- confesé clavando mi mirada en la suya, y temiendo por lo que acaba de explicar. Al parecer no solo era cazador de sobrenaturales, sino que cada noche se exponía irremediablemente al peligro al tratar de encarcelar a los peores fugitivos de la ley. Lo observé con calma, sintiéndome muy orgullosa de él por dedicar su vida a crear un mundo mejor. Me mordí el labio inferior pensativa, desconcertada por esa presión en el pecho que sentía de nuevo cuando sus manos se colocaron sobre mis hombros mientras continuaba con sus explicaciones. ¿De donde sacaba tanto tiempo? Era sin duda una caja de sorpresas.

-¿Qué sé hacer?- repetí la pregunta en voz alta, dejando pasar unos segundos mientras pensaba en qué podría serle de utilidad. Apenas había hecho otra cosa en todos esos años que transformarme una y otra vez en mis diferentes formas; ya que tras cada función me confinaban de nuevo a mi celda. Suspiré contrariada, no había nada que pudiese serle útil.- Puedo salir de una chistera convertida en cualquier animal.- bromeé con timidez, negando a continuación con la cabeza, consciente de que tendría que aprender algún oficio si quería servirle de ayuda en algo.- Siempre he sido buena rastreadora, pero no creo que eso te sea de utilidad. Soy capaz de recordar a la perfección cualquier cosas que haya visto u olido en algún momento de mi vida, sin importar el tiempo que ha transcurrido..- me encogí de hombros mientras continuaba pensando que más sabía hacer.- Creo que deberás enseñarme algo. La suerte que tenemos es que aprendo con facilidad y que pondré todo de mi parte con tal de agradecerte todo lo que estás haciendo por mí.- concluí sonriendo con cierta tristeza, al darme cuenta que había perdido muchos años de mi vida encerrada, y ahora que era libre, me sentía totalmente perdida y desubicada.

Tras un empujón juguetón para que pasase a su hogar en primer lugar, comencé a caminar remolona por el sendero que conducía a la casa mientras Fergus cerraba de nuevo la reja. Tenía la esperanza de que fuese él quien entrase primero, pero parecía mantener su idea de que fuese yo la primera en entrar. Comencé a mirar hacia donde me señalaba, tratando de imaginar como sería la distribución de la casa. Tragué saliva confusa, ¿iba a dormir en el mismo edificio que él? Estuve a punto de preguntar el por qué no me alojaba junto al resto de empleados en la casa anexa, cuando pareció leer mis pensamientos y respondió a mis dudas antes de que preguntase.

Esta casa es enorme. Espero no perderme.- apunté sin saber muy bien qué decir. De pronto todo me venía grande… una habitación de verdad para mí sola, poder pasear por donde gustase sin rejas o grilletes que me limitasen mis movimientos. Demasiados cambios en tan poco tiempo. Negué con la cabeza tratando de alejar de esta forma mis miedos, para después modular mi respiración para relajarme un poco, desviando la mirada durante unos segundos hacia donde parecían escucharse alegres voces, antes de continuar caminando a su lado.- No te preocupes, entiendo que tus asuntos de trabajo son importantes y deban permanecer en secreto, especialmente por tu seguridad.- de pronto me dí cuenta que no era solo él quien se preocupaba por mi bienestar, sino que también yo suplicaba en silencio porqué no le pasase nada malo.

Finalmente llegamos a la una puerta trasera de la mansión, tras la que encontramos a una mujer de mediana edad que tras saludar a Fergus en silencio se marchó sin decir nada más. Una enorme y reluciente cocina se abría ante mis ojos, donde había más utensilios de los que había visto jamás. Las siguientes indicaciones llamaron mi atención, y lo miré confundida con el ceño fruncido.- ¿Has dicho que iremos a por ropa nueva? ¿Para mí?- mi corazón palpitaba desbocado por aquello. Negué con la cabeza, no merecía tantas atenciones. No podía permitir que mi presencia allí se convirtiese en una carga para el cazador.- No puedes hacer eso. Me basta con un vestido viejo para poder lavar mientras este.- apunté acariciando con suavidad el vestido de algodón que portaba, un poco sucio por la inmundicia de la jaula que había sido mi hogar.- Respecto a las heridas, teóricamente cerrarán solas mientras no hayan más grilletes de plata.- acaricié su mejilla con suavidad con la mano, sintiendo como el corazón se salía del pecho por aquel íntimo contacto que jamás se me había ocurrido hacer con nadie.- No debes preocuparte tanto por mí; soy una superviviente, ¿recuerdas?- bromeé esperando que mi presencia allí no le resultase tan complicada, ni que cambiase sus costumbres.

-No tengo miedo.- mentía; estaba aterrada porque todo fuese un sueño y la realidad volviese a cernirse sobre mí cuando despertase. Cerré los ojos al sentir como un beso depositado en mi frente me abrasaba hasta el alma, dejando escapar un pequeño suspiro de entre mis labios. Pude sentir como toda mi piel se erizaba, asintiendo simplemente esta vez ante sus indicaciones, adentrándome tras abrir de nuevo los ojos, en aquella preciosa casa que se convertiría en mi hogar.
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Mensaje por Fergus Sinclair Mar Oct 02, 2018 6:33 pm

Todos éramos bueno para algo aunque fuera lo más mínimo, nadie era un completo inútil así como nadie era un completo imbécil, sonreí con suavidad mientras ella hablaba de lo que sabía hacer, suspire con notoriedad mientras ingresábamos a la casa. Sabía que Neisha tendría mucho que procesar y tenía fe que aprendería lo que fuera que se le enseñara. Era egoísta pensar que solo quería que ella se comunicara conmigo, pero eso sería hacerla prisionera y lo menos que deseaba era aquello que sintiera que era prisionera en mi hogar, la mire detenidamente y no, no era egoísmo era algo más, volví a suspirar sonriendo para mi ante lo que pasaba por mi cabeza. – Mi familia está Orgullosa, mi Abuela es feliz sabiendo que seguí los pasos de mi difunto abuelo y mi madre también. Y Max… bueno creo que él también está orgulloso por todo lo que he logrado a final de cuentas con el mantenemos el apellido Sinclair en Paris. – cuando menciono su utilidad simplemente se me ilumino mi cabeza moví la cabeza - ¿Rastreadora? Eso es perfecto Neisha, vez que sabes hacer algo más que salir de una chistera convertida en cualquier animal – reí ante lo último, bromeando con sus propias palabras. –  Ya sé que cuando tenga que rastrear a alguien puedo contar contigo, pero eso solo será para casos específicos, el resto del tiempo necesitas aprender hacer algo, pero ya lo veremos mañana cuando conozcas a mi madre, ella ya debe estar durmiendo. -  mire la cocina intentando pensar que podría hacer, no deseaba obligarla a nada pero al menos con el tiempo le daría tareas para hacer.

Dentro de la casa puedes convertirte en animal y así inspeccionar el lugar, créeme a nadie le molestara y además así con tus sentidos animalescos quizás no te pierdas tanto. – la guie por un pasillo que daba al gran comedor, que estaba decorado por pinturas y retratos, flores frescas en los maceteros y adornos de viajes por aquí y por allá. Continué mi camino pasando por el Living, que contenía grandes sofás aterciopelados, donde mi madre solía bordar y coser ropa maltrecha; aquel lugar daba a los ventanales que tenían vista a los jardines de entrada a la mansión, girando por un pasillo la entrada principal, una gran puerta de madera nos separaba del jardín, una pequeña sala de estar con una mesa y sillas que pocas veces se les daba uso y contiguamente el estudio, donde trabajaba arduamente y planeaba todos mis ataques era prácticamente la biblioteca de la casa, amplia con dos escritorios, libreros de pared a pared, un gran sofá y sus propias salidas hacia las afueras, siguiendo por el pasillo estaba un gran salón donde normalmente se hacían fiestas, comidas o se ocupaba para celebraciones especiales, a mí me gustaba llamarlo el salón de los espejos, cosa que se la mostraría cuando fuera su tiempo, al final estaba  la gran escalera que daba a la planta de arriba donde se separaba los dos sectores el ala norte y sur, subí las amplias escaleras, donde cuadros y retratos adornaban la subida al llegar al segundo piso una gran sala estaba abierta, el ventanal ovalado daba para los dos frontis de la casa era un espacio de descanso, de lectura, un lugar para pasar quizás una tarde lloviendo, continué en silencio y me di vueltas para verle su cara – Ahora está todo en penumbras por las hora que es, pero mañana veras que es una casa muy iluminada – omití lo que dijo de lavar su vestido, mientras avanzaba por el pasillos – Al otro extremo de este pasillo esta mi habitación, la de  mi madre y de mi Primo, al opuesto están las habitaciones de las visitas, cada habitación del lado norte cada una tiene baño por el contrario el lado sur, hay un solo baño que es bastante amplio y esta es la puerta – abrí la puerta para dejar en vista el baño que tenía lavamanos, la taza  y la gran tina de mármol, con una amplia ventana colindante al techo que servía de traga luz para el día. – Y aquí hay cinco habitaciones y la tuya será esta – abrí la puerta de la  Habitación del centro que estaba alineada a mi puerta al otro extraño del pasillo, algo que no le diría al menos por el momento – Esta será desde ahora tu habitación, tu lugar en esta casa si no te gusta la decoración o algo solo tienes que decirme y puedo crear algo para especial para ti, la cama tiene sabanas limpias y los muebles  creo que en el primer cajón de aquel hay unas batas que puedes ocupar para dormir, los demás están desocupados -  me senté en un taburete y la mire unos segundos – Mañana iremos de compras, porque ese vestido es tu pasado, lo dejaras guardado y te olvidaras del… necesitas ropa nueva y limpia y… para que no te sientas incomoda a cada uno de mis criados, sirvientes o ayudantes… como desees llamarles, les he comprado ropa porque todos vivieron en situaciones similares o incluso peores que tú, yo les he dado oportunidad de crecer como personas y algunos cuando se sienten completos se van para hacer sus familias y no hay nada que me enorgullece más que ver como yo les he ayudado y han aprovechado todo lo que les he aportado o mejor dicho todo lo que mi familia les ha ayudado, porque no me puedo dar crédito de todo, está en nuestros genes ser buenas personas – levante los hombros y los deje caer lo que había dicho era cierto, seguíamos la tradición de los Sinclair, nada más ni nada menos ayudar al que desea ser rescatado. – Y asi todos somos supervivientes y me preocupo por ti porque quiero hacerlo, hace horas te vi arrimada en tu jaula y se me partió el alma no quiero volver a verte en esas condiciones, quiero lo mejor para ti pero tienes que ayudarme, yo no puedo solo, no puedo si tu no me permites ayudarte. – Le hice una seña para que se sentara en el sofá que estaba frente a mí –Te ayudare y tratare de manera especial  porque no se me da tratarte de otra forma – termine por decir mientras me levantaba para dirigirme a la puerta. – Hasta mañana Superviviente Neisha – desee decirle en ese momento querida Neisha, pero no aun no era el tiempo.
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Mensaje por Neisha Jue Oct 04, 2018 6:19 pm

Con un palpable nerviosismo, avancé junto a Fergus por aquella inmensa cocina instalada en la parte inferior de la mansión que según el cazador desde ese preciso instante se convertiría también en mi hogar. Cuando horas atrás me había ofrecido  la posibilidad de cambiar mi vida y escapar del circo junto a él, jamás imaginé que la realidad fuese a ser tan impactante. Me sentía totalmente desubicada, perdida por la inmensidad del lugar, siendo el sonido de su voz lo único que guiaba mis pasos, lo único que me hacía sentirme segura en un mundo totalmente nuevo para mí. Una esperanzada sonrisa de dibujó en mis labios cuando pareció encontrar una utilidad en mis banales habilidades, y a pesar de que mi ayuda en su trabajo sería solo para casos extraordinarios, me sentía  satisfecha de poder disfrutar de su compañía el mayor tiempo posible.

Hubiese deseado no tener que separarme de él, encontrar la forma en que fuese él quien me enseñase algo que hacer en la casa, pero comprendía también que mis labores quedarían relegadas a un segundo plano mientras él continuaba con su trabajo y con sus costumbres. No era justo pedirle que se quedase conmigo, o que me llevase con él.-Sin duda será un placer poder ayudarte en todo lo que esté en mi mano. Prometo no defraudarte.- afirmé con una sonrisa y un brillo inusual en los ojos al tiempo que lo observaba fijamente, mostrando esa ilusión que se agolpaba en mi pecho por poder hacer algo juntos.- Seguro que tu madre encontrará algo en que pueda ocupar el resto de mi tiempo.- traté de imaginar cómo sería aquella mujer, más por mucho que lo intentaba no conseguía formarme una idea de ella. Lo que tenía claro es que si Fergus era un hombre tan maravilloso y especial, era porque su madre debía ser también una buena persona.

Con tranquilidad, fuimos recorriendo la planta baja de la mansión, donde cada espacio nuevo que se abría ante mis ojos era capaz de impresionarme tanto o más que el anterior. Cada rincón estaba decorado con un delicadeza exquisita, y todo, absolutamente todo estaba cuidado al más mínimo detalle. Gracias a mi memoria fotográfica y a esa avanzada orientación espacial que poseíamos la mayoría de los animales, fui montando en mi mente un plano ficticia de lo que Fergus iba mostrándome. Más si algo me llamó por completo la atención, fue una preciosa biblioteca donde se encontraban dos escritorios de madera noble. Separándome ligeramente del cazador, me acerqué ensimismada hacia los tomos, donde con suavidad fui acariciando alguno de sus tomos.- Cuando era pequeña adoraba leerle a mi hermana por las noches junto al fuego.- susurré sin desviar la vista de aquello volúmenes que parecían traerme tantos recuerdos.- Aunque por desgracia, han pasado demasiados años sin que haya podido practicar la lectura, y mi capacidad ha empeorado bastante.- confesé sin saber exactamente por qué le contaba esa parte de mí de la que me avergonzaba ligeramente.

Finalmente llegamos al piso superior, tras avanzar por unas escaleras que nos llevaron hasta éste. No me hacía esperar al amanecer para saber que la casa debía ser increíblemente luminosa, ya que a parte de mi agudizaba visión, me había percatado que la mayoría de la mansión estaba rodeada de cristaleras por las que desde que el sol apuntase por el horizonte, quedarían atravesadas por los cálidos rayos del astro rey.
Esperaba que mi silencio no fuese interpretado por el cazador de forma negativa, más era incapaz de mostrar como me sentía en aquellos momentos frente a él. Poder dormir bajo un techo firme, en una cama e incluso tener un baño compartido eran para mí privilegios que pensé que jamás volvería a tener. – Jamás podré agradeceros todo lo que estáis haciendo por mí.  Me siento afortunada de haberos conocido, aunque fuese por casualidad.- apunté con timidez, antes de que abriese la puerta de la estancia que ser convertiría en mi habitación.- Oh, Dios mio.- susurré sintiendo como mi corazón se desbocaba y un ligero jadeo escapaba de entre mis labios.- Esto no puede ser real.- ante mis ojos apareció una preciosa habitación, cuyos muebles y enseres entre blanco y dorados la dotaban de una calidez y sensación de paz increíbles.

Asentí ante lo que me explicaba a continuación, todavía desconcertada por todo lo que me estaba ofreciendo desinteresadamente. Tragué saliva con nerviosismo, sentándome frente a él cuando éste me lo indicó. Podía sentir como me temblaban las manos, y como una parte de mi cerebro me acusaba con estar viviendo un sueño. –Haré todo lo que pueda, solo necesito tiempo para acostumbrarme a esto. Nadie me ha ayudado durante demasiados años, y el miedo a que me vuelvan a hacer daño está latente en mí. Confío en vos, solo es cuestión de acallar mis demonios poco a poco.- me disculpé por si tal vez mi desconfianza le había hecho sentirse contrariado. Me mordí el labio inferior, tratando de ocultar un pequeño mohín cuando finalmente se despidió de mí. No quería quedarme sola, necesitaba que él estuviese a mi lado puesto que era la única forma en que me sentía protegida, en que me sentía plena. Más como bien había dicho era consciente de que Fergus debía continuar con su vida, de modo que me resigné.- Buenas noches, Fergus…mi cazador- susurré estas últimas palabras, esperando que no las hubiese escuchado.

Tras asearme ligeramente con el agua que se encontraba en el interior de una vasija de cerámica que había sobre la cómoda, y usar una de esas batas limpias que el cazador me había indicado, me dispuse a descansar como hacía años que no hacía, en una mullida cama con un colchón de verdad y suaves sábanas que no rasparían mi piel. Al menos esas eran mis intenciones. Horas más tarde, y todavía despierta por ser incapaz de coger el sueño en una cama tan grande donde sentía que en cualquier momento podrían intentar apresarme, terminé cogiendo una de las almohadas de la cama para llevarla hasta la mullida alfombra de pelo  largo que se encontraba a los pies de ésta para, tras dejarla en el suelo y hacer lo mismo con una cubierta acolchada con la que me taparía, me convertí en un pequeño mapache que con rapidez preparó su propia madriguera debajo de la cama donde había llevado todas las cosas.
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