Why do you care? // Privado - Dimitry

Una semana había transcurrido desde que había compartido las horas dentro de aquella choza en brazos de la Lycan, una semana en que estuvo desaparecido, lo cual para él ya no era nada nuevo.
Se mantuvo sobre una de las ramas del árbol más cercano al camino y aguardó, conocía los horarios en que ella volvia del mercado, y esperaría justo donde estaba. En su interior sentía la falta del calor ajeno, y buscaba engañarse a si mismo, fingiendo que era solo por eso que regresaba ahora, y quizás como lo haría mil veces si era necesario.
Y al fin su espera había valido la pena, el ambiente comenzó a impregnarse del aroma femenino y supo que ya estaba cerca.

Los días, las horas y los minutos, jamás habían pasado tan lentos para la loba. Ni siquiera las tres noches de luna llena en las que se mentuvo encerrada en el sótano secreto de la choza en su forma lycan se le hicieron más largas de lo normal. El día en el mercado había sido ligeramente productivo, vendiendo una pieza y recibiendo un encargo, pero ni aún sabiendo que al día siguiente podría comprar comida se sentía animada. Suspiró al iniciar el camino ya alejado de la ciudad y aunque sintió un aroma que añoraba demasiado, tras varios días de creer que lo olía y ser falso, ya no cayó en el engaño de su mente de nuevo.

La silueta femenina inevitablemente apareció, acercándose lentamente hasta donde él se encontraba, caminaba de forma agotada, el camino era largo y quizás no había sido muy bueno para ella, ya podría averiguar eso. Por el momento aguardó a que ella se detuviera al sentir su olor, más no lo hizo y pasó junto al árbol sin siquiera buscarle con la mirada, lo cual hizo resoplar al vampiro, quien se dejó caer justo tras ella. -¿Tan rápido te olvidas de los aromas, cachorra?

Al oír el crujir de la rama y luego la caída de algo grande al suelo, giró tan ágil como pudo, a la defensiva, casi perdiendo el equilibrio, no por la vuelta, sino por la figura que apareció frente a sus exageradamente abiertos ojos. -¿Estás aquí de verdad?- Ya no se fiaba de nada, llevaba una semana obsesionada con el vampiro, con su aroma, sus orbes azules, la temperatura de su piel...

Se cruzó de brazos, mirándola un tanto confundido y su ceja alzada, no comprendía como dudaba de que fuera él, tampoco había sido tanto tiempo -Por supuesto que sí, ¿Por qué tanta duda en ese rostro?- le interrogó, realmente la joven se veía prácticamente impactada ante su presencia ahí. Lentamente camino hasta ella, aunque conservó un par de pasos frente el cuerpo ajeno, necesitaba admirarla igualmente, como si buscara algún cambio en ella, y nada, seguía tan jodidamente hermosa como siempre.

Se deleitó con el sonido de aquel timbre de voz que penetró en sus oídos y le llegó hasta el cerebro, logrando que todo su cuerpo se estremeciera de inmediato. Le observó con atención, viendo como se le acercaba y pronto sintió el aroma intensificarse y la sensación que la cercanía ajena me provocaba. -Llevo días pensando que te huelo, que te oigo, que te veo... Y nunca estás ahí.- Fue sincera, completamente, seguía sin convencerse de que el Dimitry frente a ella fuera real. Alargó un brazo, pero estaba demasiado lejos para alcanzarle con la yema de los dedos.

Le escuchó con atención, sintiéndose algo sorprendido ante sus palabras, por lo que decidió mantenerse en su posición, permitiendo que ella se expresara, justo como él le había pedido que lo hiciera hace tiempo. Aunque aquello no duró, porque en cuanto vio la mano ajena alzarse frente a él, Dimitry estiró la suya, llegando a entrelazar los dedos femeninos -Estoy aquí, Reya.